AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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El encuentro de los príncipes | La caída del Príncipe
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El encuentro de los príncipes | La caída del Príncipe
El vampiro había retornado al palacio rel. Todo parecía arreglado para el encuentro de los príncipes, un encuentro que Violante esperó varios años. La princesa se había convertido en su capricho, tenía muchas preguntas a realizar. La mortal Lena que como él adopto el apellido Vilhjálmur convirtiéndola en la protegida de Dragos así como parte de la realeza. Violante era un ser curioso, no podía reprimirse a preguntar ¿era amante de su creador?
No fue necesario recorrer todo el palacio para hallarla, simplemente uso su telepatía para captar su pensamiento. La encontró sentada, a lo lejos. Violante se detuvo un instánte para contemplarla. El príncipe reconocía que era hermosa y poseía una clase de misticismo que despertaba en él curiosidad. Pero él estaba turbado al recordar la prohibición que se le había dictado de no hacerle daño así como beber de ella. Eso podía frustar a cualquiera, mas o al soberbio principe. Si bien era cierto que su amor por beber de mujeres jovenes era grande, no lo hacía sí éstas le desagradaran, como lo era Lena... ¿aunque ella le desagradaba realmente?
Ella se percató de su presencia, era como una sombra de aspecto humanoide de ojos que resplandecían como dos luces. No se exaltó, ella sabía lo que él era y él sabía que ella conocía el "secreto" de Dragos y Amanda, la principal mujer de la que recelaba. Esa mujer ya una vez le había arrebatado la compañía de su creador, lo había engañdo y ahora resultaba que estaban juntos. Lo que le parecía a un patético teatro de infidelidades que terminaba por ser atractivo.
Se acercó con lentitud sin hacer ruido, mas ella no dejó de verlo, así como no mudo de expresión. El cuarto donde ella estaba se encontraba perfectamente iluminado, era otoño y un frente frío azotaba la región, ese era el motivo por el cual la chimenea trabajaba manteniendo encendidos los leños que acogían el lugar y brindaban calor a la princesa. Violante llegó hasta la chimenea vio por un par de segundos los leños arder y después miró a Lena. El vampiro controló sus poderes no quería que influyeran en la conversación con la princesa. A su llegada no habían intercambiado palabras, ni siquiera un saludo y nada cambió hasta ese momento. Era claro que ella podía detectar la agresividad de Violante, mientras él se detenía a escuchar el sereno corazón. Estaba tranquila, segura de que Violante no la atacaría. La sangre que era bombeada por todo el cuerpo distrajo por un momento al príncipe, se sintió seducido y sediento.
Pronto todo fue invadido por un silencio que podría ser incómodo para cualquier ser o mortal, ninguno de los dos apartaban la vista a los ojos del otro, el príncipe lo creyó un reto, un desafío, la mortal parecía que con desdén le decía no te temo. Violante comenzó a irritarse, no se debía a esa mirada que no cedía, era por la carencia de pensamientos por parte de Lena. El ego del príncipe era grande, aunque era consciente de los límites de sus poderes ya no era un neófito; pero no podía registrar una mente con profundidad como los viejos lo hacían. Por lo tanto, la simpleza de omitir pensamientos por parte de la princesa lo frustraba.
-¿Por qué demonios no dices nada?-- pensó, -¿o siquiera piensa en algo?-
Sin apartar sus ojos retomó su camino a ella, rodeó su asiento acariciando la acolchonada cabecera del elegante sillón. Ella siguió tranquila, con la mente clara y el ritmo normal, estaba confiada y parecía que lo ignoraba. Violante comenzó a analizarla , la piel, el cabello, los ojos, los labios y por un breve momento sintió deseos por ella. Se reprendió a los pocos segundos, no era digna de ser su igual, ni siquiera de gozar con el privilegio de ser poseída por él o convertirse en la fuente de su alimento, pensar en ello sería absurdo y el soberbio príncipe mantuvo sus sentimientos bien sujetos. Mas esa belleza era tan sublime que temía caer bajo el encanto e ignorar las reglas impuestas por Dragos... Después de todo es una mujer, la princesa y no los habían presentado como hermanos o parientes. A Violante se le generó una idea perversa y casi sonrió.
—Dime señorita Lena, ¿se siente cómoda en estos momentos?— dijo al fin en un tono divertido pues comenzaba su juego, ya no le importaban las reglas de Dragos, ¿qué haría él... destruirlo por lo que le hiciera a Lena? Lo dudaba. Pronto se sentó en un sillón cercano al de Lena, sin dejar de mirar esos luceros que eran sus ojos. —No sé su pasado, no sé quién la atrajo al reinado... ¿Acaso fue Amanda o tal vez Dragos?— sonrió con descaro y cruzó la pierna derecha colocando sus manos en ésta. Luego, fue liberando su esencia seductora aderezado con una mirada arrobadora.
No fue necesario recorrer todo el palacio para hallarla, simplemente uso su telepatía para captar su pensamiento. La encontró sentada, a lo lejos. Violante se detuvo un instánte para contemplarla. El príncipe reconocía que era hermosa y poseía una clase de misticismo que despertaba en él curiosidad. Pero él estaba turbado al recordar la prohibición que se le había dictado de no hacerle daño así como beber de ella. Eso podía frustar a cualquiera, mas o al soberbio principe. Si bien era cierto que su amor por beber de mujeres jovenes era grande, no lo hacía sí éstas le desagradaran, como lo era Lena... ¿aunque ella le desagradaba realmente?
Ella se percató de su presencia, era como una sombra de aspecto humanoide de ojos que resplandecían como dos luces. No se exaltó, ella sabía lo que él era y él sabía que ella conocía el "secreto" de Dragos y Amanda, la principal mujer de la que recelaba. Esa mujer ya una vez le había arrebatado la compañía de su creador, lo había engañdo y ahora resultaba que estaban juntos. Lo que le parecía a un patético teatro de infidelidades que terminaba por ser atractivo.
Se acercó con lentitud sin hacer ruido, mas ella no dejó de verlo, así como no mudo de expresión. El cuarto donde ella estaba se encontraba perfectamente iluminado, era otoño y un frente frío azotaba la región, ese era el motivo por el cual la chimenea trabajaba manteniendo encendidos los leños que acogían el lugar y brindaban calor a la princesa. Violante llegó hasta la chimenea vio por un par de segundos los leños arder y después miró a Lena. El vampiro controló sus poderes no quería que influyeran en la conversación con la princesa. A su llegada no habían intercambiado palabras, ni siquiera un saludo y nada cambió hasta ese momento. Era claro que ella podía detectar la agresividad de Violante, mientras él se detenía a escuchar el sereno corazón. Estaba tranquila, segura de que Violante no la atacaría. La sangre que era bombeada por todo el cuerpo distrajo por un momento al príncipe, se sintió seducido y sediento.
Pronto todo fue invadido por un silencio que podría ser incómodo para cualquier ser o mortal, ninguno de los dos apartaban la vista a los ojos del otro, el príncipe lo creyó un reto, un desafío, la mortal parecía que con desdén le decía no te temo. Violante comenzó a irritarse, no se debía a esa mirada que no cedía, era por la carencia de pensamientos por parte de Lena. El ego del príncipe era grande, aunque era consciente de los límites de sus poderes ya no era un neófito; pero no podía registrar una mente con profundidad como los viejos lo hacían. Por lo tanto, la simpleza de omitir pensamientos por parte de la princesa lo frustraba.
-¿Por qué demonios no dices nada?-- pensó, -¿o siquiera piensa en algo?-
Sin apartar sus ojos retomó su camino a ella, rodeó su asiento acariciando la acolchonada cabecera del elegante sillón. Ella siguió tranquila, con la mente clara y el ritmo normal, estaba confiada y parecía que lo ignoraba. Violante comenzó a analizarla , la piel, el cabello, los ojos, los labios y por un breve momento sintió deseos por ella. Se reprendió a los pocos segundos, no era digna de ser su igual, ni siquiera de gozar con el privilegio de ser poseída por él o convertirse en la fuente de su alimento, pensar en ello sería absurdo y el soberbio príncipe mantuvo sus sentimientos bien sujetos. Mas esa belleza era tan sublime que temía caer bajo el encanto e ignorar las reglas impuestas por Dragos... Después de todo es una mujer, la princesa y no los habían presentado como hermanos o parientes. A Violante se le generó una idea perversa y casi sonrió.
—Dime señorita Lena, ¿se siente cómoda en estos momentos?— dijo al fin en un tono divertido pues comenzaba su juego, ya no le importaban las reglas de Dragos, ¿qué haría él... destruirlo por lo que le hiciera a Lena? Lo dudaba. Pronto se sentó en un sillón cercano al de Lena, sin dejar de mirar esos luceros que eran sus ojos. —No sé su pasado, no sé quién la atrajo al reinado... ¿Acaso fue Amanda o tal vez Dragos?— sonrió con descaro y cruzó la pierna derecha colocando sus manos en ésta. Luego, fue liberando su esencia seductora aderezado con una mirada arrobadora.
Violante- Vampiro Clase Baja
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Fecha de inscripción : 07/03/2013
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Re: El encuentro de los príncipes | La caída del Príncipe
Ahí estaba ella delante de aquél sitio que irradiaba un calor artificial pero que le confortaba como cualquier sol que pudiera locarlizarse fuera, su respiración era tranquila y sus ojos se habían quedado perdidos en el fuego de aquellas brazas que se iban consumiendo poco a poco dejando en un último aliento aquél ardor que las consumía poco a poco para que ella pudiera mantenerse con la temperatura adecuada.
Algo la había sacado de sus pensamientos, no era el ruido, no, tampoco el bullicio y mucho menos una señal de alarma, había sido el aura con la que se había cargado la habitación, si bien Lena no era capaz de soportar bien sus poderes había comenzado a ser lo suficientemente consciente de que existían y que podía hacer algo con ellos, su cabeza giró lentamente hasta encontrarse con los ojos de aquél con el que compartía el sitio, ¿Por qué no lo había visto antes? Aún no sabía, tampoco tenía idea de exactamente como era, sin embargo las sensaciones que le hacía experimentar por medio de su aura no le dejaban que se fiara mucho de él.
Si hubiera podido evitar pestañear, lo haría, si bien no era mujer que le gustara pelear, parecía que tampoco sería aquella que se doblegara ante nadie, eso estaba decidido, quizá no sólo por ella, tal vez por su entorno, sus ojos habían recorrido de forma tranquila cada rasgo del que era el príncipe y no habían encontrado en él algo que le llamara la atención, algo que captara en Lena alguna chispa de curiosidad, para ella sólo era una persona más que se encontraba cerca y que quería ser atendida, pero ¿Por ella? Lo dudaba, pero quizá no lo juzgaba él ni siquiera sabía como era Lena, así que no había más que esperar a que "se conocieran" sin embargo su modo de ser no le dejaba dar el primer paso, siempre se había terminado escondiendo, romper su rutina haría quizá un desbalance en su vida.
Volvió a tomar la postura inicial dejando que sus ojos se fijaran en aquellas llamas que se elevaban con el único fin de calentar el clima, sintió cada movimiento que el vampiro hacia y sin embargo su pecho siguió subiendo y bajando al mismo ritmo que en otras ocasiones, era como si estuviera sola, como si nada pasara, ni siquiera había nada que pensar, ni nada que decir, eso quizá él lo sabía mejor que la bruja, pero parecía que no se daría por vencido de forma rápida y que buscaría las respuestas que el semblante de la mujer no le daban.
Al final la voz de él resonó y ella se tomó el tiempo adecuado para poder escoger las palabras adecuadas a las pronunciadas por el otro -Me siento cómoda en estos momentos, monsieur Violante- contestó de nueva cuenta dejando que sus ojos se toparan con los ajenos por cuestión de segundos, no había motivo para estar incómoda, si ella quería simplemente se volvía a callar, o podía irse de ahí, pero no, no había nada que la hiciera salir o querer hacerlo, estaba igual que como en un principio -Dragos...- mencionó sin más sintiendo como él hacía algo extraño y ella observó aquellos ojos una vez más dejando que en sus labios se dibujara una leve sonrisa -¿Y a usted?- preguntó con la misma parsimonia de un principio, no la alteraría si es que eso era lo que quería lograr, pero debía decir que por algún motivo no apartaba los ojos de él, ¿Guapo? Era atractivo, pero no tanto como para que ella deseara algo con él -¿Desea que le traigan algo para beber?- el tono de su voz era ligeramente hospitalario y eso le iba a permitir girarse un poco y así poder llamar a la servidumbre, aquél simple movimiento había sido como un respiro.
Algo la había sacado de sus pensamientos, no era el ruido, no, tampoco el bullicio y mucho menos una señal de alarma, había sido el aura con la que se había cargado la habitación, si bien Lena no era capaz de soportar bien sus poderes había comenzado a ser lo suficientemente consciente de que existían y que podía hacer algo con ellos, su cabeza giró lentamente hasta encontrarse con los ojos de aquél con el que compartía el sitio, ¿Por qué no lo había visto antes? Aún no sabía, tampoco tenía idea de exactamente como era, sin embargo las sensaciones que le hacía experimentar por medio de su aura no le dejaban que se fiara mucho de él.
Si hubiera podido evitar pestañear, lo haría, si bien no era mujer que le gustara pelear, parecía que tampoco sería aquella que se doblegara ante nadie, eso estaba decidido, quizá no sólo por ella, tal vez por su entorno, sus ojos habían recorrido de forma tranquila cada rasgo del que era el príncipe y no habían encontrado en él algo que le llamara la atención, algo que captara en Lena alguna chispa de curiosidad, para ella sólo era una persona más que se encontraba cerca y que quería ser atendida, pero ¿Por ella? Lo dudaba, pero quizá no lo juzgaba él ni siquiera sabía como era Lena, así que no había más que esperar a que "se conocieran" sin embargo su modo de ser no le dejaba dar el primer paso, siempre se había terminado escondiendo, romper su rutina haría quizá un desbalance en su vida.
Volvió a tomar la postura inicial dejando que sus ojos se fijaran en aquellas llamas que se elevaban con el único fin de calentar el clima, sintió cada movimiento que el vampiro hacia y sin embargo su pecho siguió subiendo y bajando al mismo ritmo que en otras ocasiones, era como si estuviera sola, como si nada pasara, ni siquiera había nada que pensar, ni nada que decir, eso quizá él lo sabía mejor que la bruja, pero parecía que no se daría por vencido de forma rápida y que buscaría las respuestas que el semblante de la mujer no le daban.
Al final la voz de él resonó y ella se tomó el tiempo adecuado para poder escoger las palabras adecuadas a las pronunciadas por el otro -Me siento cómoda en estos momentos, monsieur Violante- contestó de nueva cuenta dejando que sus ojos se toparan con los ajenos por cuestión de segundos, no había motivo para estar incómoda, si ella quería simplemente se volvía a callar, o podía irse de ahí, pero no, no había nada que la hiciera salir o querer hacerlo, estaba igual que como en un principio -Dragos...- mencionó sin más sintiendo como él hacía algo extraño y ella observó aquellos ojos una vez más dejando que en sus labios se dibujara una leve sonrisa -¿Y a usted?- preguntó con la misma parsimonia de un principio, no la alteraría si es que eso era lo que quería lograr, pero debía decir que por algún motivo no apartaba los ojos de él, ¿Guapo? Era atractivo, pero no tanto como para que ella deseara algo con él -¿Desea que le traigan algo para beber?- el tono de su voz era ligeramente hospitalario y eso le iba a permitir girarse un poco y así poder llamar a la servidumbre, aquél simple movimiento había sido como un respiro.
Lena Thompson Vilhjálmur- Hechicero/Realeza
- Mensajes : 135
Fecha de inscripción : 28/06/2011
Re: El encuentro de los príncipes | La caída del Príncipe
Violante abandonó su postura y dejó caer todo su cuerpo en el respaldo cuando escuchó el nombre de su Creador... –Dragos... ¿eh?– pensó, –¿acaso es su amante?– continuaba indagando sin tener nada claro, realmente deseaba que nombrara a Amanda. Ahora el vampiro estaba algo confundido en lo que se refería a cómo actuar.
Sin embargo, sonrió luego de lo que para él fue algo muy inteligente por parte de Lena, llamar a la servidumbre. Por supuesto, era ingenuo pedir algo para el príncipe que sólo tomaba sangre. Mas la intención de la princesa había sido otra y eso aplaudió Violante. Toda la servidumbre conocían a la perfección la naturaleza de los reyes y el príncipe, pero permanecían leales y no manifestaban ninguna anomalía al exterior. ¿Por qué eran tan leales a ese secreto? Quizás sucedía como con la servidumbre de Violante, una banal ilusión de confiar que sus amos más tarde o más temprano les cederían el don oscuro.
—También lo hizo Dragos... después de todo él es mi creador, a él le debo mi existencia como inmortal— respondió a la pregunta de la princesa antes de que la servidumbre llegara con té. En el momento en el que servían el té para la princesa Violante evocó el primer encuentro con Dragos. Había sido una noche lluviosa, Violante cabalgaba a Rusia para encarar a su padre Iván el terrible, Zar de Rusia. Dejando a Benelope y su hijo Viktor buscaba arreglar todo para que su padre los perdonara, mas ese viaje no concluyó el viaje. En la frontera de Países Bajos y el actual Imperio Sacro Germánico Violante se convirtió no sólo en el alimento de Dragos, sino también en su vástago y leal compañero. ¿Por qué lo eligió a él...? Violante aún no lo sabía.
—Pueden retirarse— dijo en un tono amable y despachó a la servidumbre luego de que el té estuviera servido. No tardaron en marcharse cerrando la puerta y dejando solos a los príncipes. —Sabes, realmente esperaba que dijeras Amanda...— se detuvo y sus ojos se perdieron contemplando el fuego, la conversación había tomado un giro que no esperaba, el príncipe estaba perdiendo el sendero de sus intenciones algo que no se podía permitir. Entonces Violante se puso en pie y se sentó junto a la princesa, le sonrió con interés mas no le tomó la mano pues sostenía su taza de té. —Es un invierno frío querida princesa no creo que los leños y su té puedan ser suficientes para apaciguar el frío que como mortal podría tener... Sabes podemos afianzar nuestra relación real en un convenio— y le sonrió con malicia.
Sin embargo, sonrió luego de lo que para él fue algo muy inteligente por parte de Lena, llamar a la servidumbre. Por supuesto, era ingenuo pedir algo para el príncipe que sólo tomaba sangre. Mas la intención de la princesa había sido otra y eso aplaudió Violante. Toda la servidumbre conocían a la perfección la naturaleza de los reyes y el príncipe, pero permanecían leales y no manifestaban ninguna anomalía al exterior. ¿Por qué eran tan leales a ese secreto? Quizás sucedía como con la servidumbre de Violante, una banal ilusión de confiar que sus amos más tarde o más temprano les cederían el don oscuro.
—También lo hizo Dragos... después de todo él es mi creador, a él le debo mi existencia como inmortal— respondió a la pregunta de la princesa antes de que la servidumbre llegara con té. En el momento en el que servían el té para la princesa Violante evocó el primer encuentro con Dragos. Había sido una noche lluviosa, Violante cabalgaba a Rusia para encarar a su padre Iván el terrible, Zar de Rusia. Dejando a Benelope y su hijo Viktor buscaba arreglar todo para que su padre los perdonara, mas ese viaje no concluyó el viaje. En la frontera de Países Bajos y el actual Imperio Sacro Germánico Violante se convirtió no sólo en el alimento de Dragos, sino también en su vástago y leal compañero. ¿Por qué lo eligió a él...? Violante aún no lo sabía.
—Pueden retirarse— dijo en un tono amable y despachó a la servidumbre luego de que el té estuviera servido. No tardaron en marcharse cerrando la puerta y dejando solos a los príncipes. —Sabes, realmente esperaba que dijeras Amanda...— se detuvo y sus ojos se perdieron contemplando el fuego, la conversación había tomado un giro que no esperaba, el príncipe estaba perdiendo el sendero de sus intenciones algo que no se podía permitir. Entonces Violante se puso en pie y se sentó junto a la princesa, le sonrió con interés mas no le tomó la mano pues sostenía su taza de té. —Es un invierno frío querida princesa no creo que los leños y su té puedan ser suficientes para apaciguar el frío que como mortal podría tener... Sabes podemos afianzar nuestra relación real en un convenio— y le sonrió con malicia.
Violante- Vampiro Clase Baja
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Re: El encuentro de los príncipes | La caída del Príncipe
Así como lo había predicho pudo tomar un poco de aire mientras llamaba a la servidumbre, no le gustaba la sensación que le invadía el cuerpo de sólo tener la mirada de aquél encima suyo, tampoco es que supiera como interpretarla, las cosas no eran las mejores para ella, pero... Podían llegar a mejorar, se odiaba así misma por ser como era mientras que se preguntaba, por qué aquella presentación no había sido en una cena o en alguna reunión, algo con más gente, intentando que ella se sintiera más cómoda, o que al menos la situación no fuera tan tensa o exasperante.
Tomó la taza de té entre sus manos dejando que estas absorbieran el calor de la misma, la respuesta de Violante ella ya podía haberla intuido y aún así lo había preguntado, quería ganar tiempo en más de un sentido, quizá, alguien llegara en ese momento y ella le viviría eternamente agradecida, respiró profundo y dio un sorbo a su té dejando el sabor la inundara, con aquello pretendía relajarse también -No siempre tenemos las respuestas que queremos príncipe... Pero no hay que perder la fe por aquello...- mencionó sin intención de burla, pero sí con bastante sinceridad.
La cercanía del príncipe hace que ella giré la cabeza hacia donde él se encuentra, topándose con los ojos del hombre, ¿Qué intentaba hacer? Ella no lo sabía pero algo en su interior le indicaba que tampoco quería descubrirlo, su cuerpo se movió ligeramente hacia atrás dejando que su espalda baja se reposara sobre el descansa brazos del sofá, dejando de este modo un margen de distancia entre él y ella, parecía que nadie era capaz de respetar la burbuja de privacidad de Lena, pero siempre había sido recelosa de la misma y por lo tanto la cuidaba -¿Un convenio? ¿Qué convenio?- preguntó dándole la oportunidad de dudar que la sonrisa torcida había sido completamente mal interpretada por ella, sin embargo no estaba del todo segura de aquello, de nuevo aprovechó para ocultar su mirada tomando un poco más de té -Creo que no necesito más que esto para guarecer las bajas temperaturas... Aunque podría llegar a escucharte...- dejó la taza en la mesa que tenía a un costado y se levantó del sofá acicalando la falda para dejarla perfectamente acomodada sobre sus piernas -Y mantenerme lejos de alguien que expide frío también puede ayudar- mencionó recargando el hombro al lado de la chimenea, sintiendo el fuego de forma casi directa, sin embargo eso no importaba, sólo quería mantenerlo lejos.
Tomó la taza de té entre sus manos dejando que estas absorbieran el calor de la misma, la respuesta de Violante ella ya podía haberla intuido y aún así lo había preguntado, quería ganar tiempo en más de un sentido, quizá, alguien llegara en ese momento y ella le viviría eternamente agradecida, respiró profundo y dio un sorbo a su té dejando el sabor la inundara, con aquello pretendía relajarse también -No siempre tenemos las respuestas que queremos príncipe... Pero no hay que perder la fe por aquello...- mencionó sin intención de burla, pero sí con bastante sinceridad.
La cercanía del príncipe hace que ella giré la cabeza hacia donde él se encuentra, topándose con los ojos del hombre, ¿Qué intentaba hacer? Ella no lo sabía pero algo en su interior le indicaba que tampoco quería descubrirlo, su cuerpo se movió ligeramente hacia atrás dejando que su espalda baja se reposara sobre el descansa brazos del sofá, dejando de este modo un margen de distancia entre él y ella, parecía que nadie era capaz de respetar la burbuja de privacidad de Lena, pero siempre había sido recelosa de la misma y por lo tanto la cuidaba -¿Un convenio? ¿Qué convenio?- preguntó dándole la oportunidad de dudar que la sonrisa torcida había sido completamente mal interpretada por ella, sin embargo no estaba del todo segura de aquello, de nuevo aprovechó para ocultar su mirada tomando un poco más de té -Creo que no necesito más que esto para guarecer las bajas temperaturas... Aunque podría llegar a escucharte...- dejó la taza en la mesa que tenía a un costado y se levantó del sofá acicalando la falda para dejarla perfectamente acomodada sobre sus piernas -Y mantenerme lejos de alguien que expide frío también puede ayudar- mencionó recargando el hombro al lado de la chimenea, sintiendo el fuego de forma casi directa, sin embargo eso no importaba, sólo quería mantenerlo lejos.
Lena Thompson Vilhjálmur- Hechicero/Realeza
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Fecha de inscripción : 28/06/2011
Re: El encuentro de los príncipes | La caída del Príncipe
Violante la contempló divertido luego de verla levantarse y acomodarse la falda. —Por lo que veo... no está tan cómoda como me lo sugirió hace unos momentos— dejó de hablar y se levantó, miró a un costado la mesita dispuesta con el té y la segunda taza para él que nunca sería usada y sin embargo, conservaba la formalidad de la situación. —¿Será acaso que la he incomodado?— insinuó depositando sus ojos en los femeninos, unos ojos indiferentes de ella y los de menosprecio de él. Ese era el rol de las miradas, sí, tal parecía que ellos no serían diferentes a la realeza de otros lugares, a príncipes que sólo piensan en deshacerse del otro; salvo que en este caso ellos no eran seres comunes.
El príncipe sondeó los pensamientos de Lena con una arrobadora sonrisa, luego caminó dulcificando su sentido del oído con el ritmo cardiaco de la princesa, por fin mostraba un cambio. Violante disfrutó el momento y cual seductor natural se mordió el labio, no de forma provocadora sino más bien como un acto reflejo, algo totalmente involuntario; ya que no tenía interés en poseer el cuerpo de Lena, de la que hasta hace poco creía la amante de Dragos o juguete de Amanda. Cuando llegó hasta ella le cogió del brazo para que no rehuyera y acercó su rostro lo suficiente para que sus ojos no pudieran más que mirar los ajenos, —confiada debes de estar Lena... Dragos me prohibió tocarte...— dijo en un tono intimidante y perfectamente claro, —... aunque...— prosiguió y le sonrió con malicia; —si en estos momentos decidiera despojarte de tu vida mortal, si te diera la inmortalidad o simplemente te convirtiera en mi esclava de sangre... ¿crees que Dragos hará algo... él que vive obsesionado con Amanda?— dijo prácticamente en los labios de la princesa.
Los ojos de ambos se retaron, era obvio que ella no le temía mas él no buscaba eso, no pretendía que las personas le temiesen no era esa clase de vampiros, no, Lena ahora sería su capricho; descubriría su intimidad, sus secretos y luego los profanaría, los exhibiría y violaría. De eso se trataba todo y de nada más... —puedo ver tu aura bruja... puedo leer tus pensamientos y no existe ninguna forma de escapar de mí... los reyes no están y la servidumbre no se acercará aunque pidas ayudas... ¿por qué crees que cerraron las puertas después de traerte el té?— se echó a reír y le soltó el brazo permitiendo que se alejara un poco mas no lo suficiente para que intentara huir.
—Dime princesa... me alimentarás esta noche con tu sangre sin objetarlo o tendré que tomarla a la fuerza— y tan pronto terminara de hablar usó su velocidad para bloquear el camino de Lena y la tomó en sus brazos. —O tal vez...— de pronto dijo y con sus colmillos se arañó su propia muñeca cortándose una vena y liberando ese líquido que él le pedía a ella, aquel elixir de la vida; —... tal vez sea yo el que te dé un poco— la herida del vampiro cerró pero la sangre que había emanado seguía ahí. —No me mires así pequeña, es mejor para ti que intentes disfrutarlo y, je, lo disfrutarás una vez haya empezado— sus gestos se endurecieron alejando cualquier sonrisa, como si no hubiera sonreído en siglos, como si de pronto hubiera cambiado de opinión y la soltó. —Siéntate princesa, la noche es joven antes de atarte a mí quiero saber más de ti... Yo soy Violante Vasílievich, fui hijo de Iván el terrible, primer Zar de Rusia y el último de la estirpe real usurpada por el maldito Valentino de Visconti— dijo irritado y en las últimas palabras sus ojos parecieron destellar fuego... ¿cómo era posible que el título de su familia hubiera caído en manos de un italiano sin mencionar la naturaleza salvaje del ahora Zar?, ¿cómo sabía todo eso? Simple, el espionaje del príncipe era excelente. —¿Tus lazos de sangre superan los míos?... ¿eres digna de convertirte en mi esclava...? Y no digas una estupidez así como tampoco intentes huir porque sí lo haces te mataré?— sentenció y sentó esperando que ella respondiera mientras él se tranquilizaba un poco.
El príncipe sondeó los pensamientos de Lena con una arrobadora sonrisa, luego caminó dulcificando su sentido del oído con el ritmo cardiaco de la princesa, por fin mostraba un cambio. Violante disfrutó el momento y cual seductor natural se mordió el labio, no de forma provocadora sino más bien como un acto reflejo, algo totalmente involuntario; ya que no tenía interés en poseer el cuerpo de Lena, de la que hasta hace poco creía la amante de Dragos o juguete de Amanda. Cuando llegó hasta ella le cogió del brazo para que no rehuyera y acercó su rostro lo suficiente para que sus ojos no pudieran más que mirar los ajenos, —confiada debes de estar Lena... Dragos me prohibió tocarte...— dijo en un tono intimidante y perfectamente claro, —... aunque...— prosiguió y le sonrió con malicia; —si en estos momentos decidiera despojarte de tu vida mortal, si te diera la inmortalidad o simplemente te convirtiera en mi esclava de sangre... ¿crees que Dragos hará algo... él que vive obsesionado con Amanda?— dijo prácticamente en los labios de la princesa.
Los ojos de ambos se retaron, era obvio que ella no le temía mas él no buscaba eso, no pretendía que las personas le temiesen no era esa clase de vampiros, no, Lena ahora sería su capricho; descubriría su intimidad, sus secretos y luego los profanaría, los exhibiría y violaría. De eso se trataba todo y de nada más... —puedo ver tu aura bruja... puedo leer tus pensamientos y no existe ninguna forma de escapar de mí... los reyes no están y la servidumbre no se acercará aunque pidas ayudas... ¿por qué crees que cerraron las puertas después de traerte el té?— se echó a reír y le soltó el brazo permitiendo que se alejara un poco mas no lo suficiente para que intentara huir.
—Dime princesa... me alimentarás esta noche con tu sangre sin objetarlo o tendré que tomarla a la fuerza— y tan pronto terminara de hablar usó su velocidad para bloquear el camino de Lena y la tomó en sus brazos. —O tal vez...— de pronto dijo y con sus colmillos se arañó su propia muñeca cortándose una vena y liberando ese líquido que él le pedía a ella, aquel elixir de la vida; —... tal vez sea yo el que te dé un poco— la herida del vampiro cerró pero la sangre que había emanado seguía ahí. —No me mires así pequeña, es mejor para ti que intentes disfrutarlo y, je, lo disfrutarás una vez haya empezado— sus gestos se endurecieron alejando cualquier sonrisa, como si no hubiera sonreído en siglos, como si de pronto hubiera cambiado de opinión y la soltó. —Siéntate princesa, la noche es joven antes de atarte a mí quiero saber más de ti... Yo soy Violante Vasílievich, fui hijo de Iván el terrible, primer Zar de Rusia y el último de la estirpe real usurpada por el maldito Valentino de Visconti— dijo irritado y en las últimas palabras sus ojos parecieron destellar fuego... ¿cómo era posible que el título de su familia hubiera caído en manos de un italiano sin mencionar la naturaleza salvaje del ahora Zar?, ¿cómo sabía todo eso? Simple, el espionaje del príncipe era excelente. —¿Tus lazos de sangre superan los míos?... ¿eres digna de convertirte en mi esclava...? Y no digas una estupidez así como tampoco intentes huir porque sí lo haces te mataré?— sentenció y sentó esperando que ella respondiera mientras él se tranquilizaba un poco.
Violante- Vampiro Clase Baja
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Fecha de inscripción : 07/03/2013
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Re: El encuentro de los príncipes | La caída del Príncipe
-Violante, no me conoces lo suficiente como para saber si estoy o no cómoda, así que no hagas conjeturas, si te estoy diciendo que estoy cómoda, es porque lo estoy- de algún modo ella no podía evitar sentir que la sangre le estaba comenzando a hervir, era algo raro, siempre se mantenía calmada, tranquila, siempre serena, pero en esta ocasión no podía, es que él la estaba comenzando a desquiciar poco a poco y ella hacía un esfuerzo sobre humano por mantenerse tal cual, sin que mermara en su temple todo aquello que estaba pasando, no podía dejar que él le ganara, no podía y tampoco quería -No me incomodas, sólo estoy de pie ¿Tanto te molesta? No veo problema alguno, en ningún lado dice que me tenga que quedar sentada al lado tuyo si estás presente ¿O sí?- preguntó levantando una ceja, sabía que su incomodidad era notoria, pero no le gustaba sentirse derrotada, el "humor" de Violante la hacía ponerse a la defensiva y no sabía como explicar aquél sentimiento que la estaba invadiendo, era bastante perturbador, pero sobre todo molesto, no se reconocía.
Sintió asco de la cercanía que tenía con aquél hombre que apenas acababa de conocer, era como si quisiera golpearlo con todas sus fuerzas y que se apartara de él -Yo que tú... Mejor obedecía, Violante, no querrás ser tú el despojado de tu vida... Inmortal... Así que mejor ve cuidando lo que haces...- hizo la fuerza suficiente como para poder soltarse del brazo del "caballero" y caminó hacia un costado, no huía, al menos no de él, sólo que su cercanía le parecía repulsiva, no era miedo.
-Dí lo que quieras, haz lo que quieras, Violante, puedes pensar lo que te venga en gana, ¿Sabes? Al final del día no eres mejor que nadie, sólo un pobre infeliz que está viendo como atormentar a quien se deje, ¿Crees que eso te hace superior? En vez de vanagloriarte deberías sentir lástima por lo que haces, porque no eres más que un cobarde que abusa del "poder" que otros le han otorgado y que sin ello, no serías absolutamente nada- sí, la molestia de Lena en ese momento era bastante evidente, pero es que se había colmado, nadie la había desquiciado con tal rapidez e intentaba calmarse, sin embargo, no lo lograba, era bastante frustrante aquello.
-Ya te dije que no te voy a dar nada ni tampoco beberé de ti, no haré nada de lo que tú quieras que te haga o diga, no obtendrás nada de mí y creo que debes tenerlo perfectamente claro, sabes que no soy una humana cualquiera...- en eso tenía razón, aunque había un pequeño defecto, ella todavía no manejaba sus artes al cien por ciento, debía siempre valerse de alguien para lograr lo que quería y ahora estaba sola y quizá un poco nerviosa, lo que aminoraba su éxito -No te pregunté tu vida, no me interesa- no quería platicar nada acerca de ella, ni tampoco de Rouge, no sabía que había pasado con su gemela y eso siempre había sido un tormento para Lena, al igual que lo ocurrido con sus padres, ahora estaba desprotegida, el único que podría hacer algo por ella era Dragos y ¿Dónde estaba? No lo sabía -Estoy bien aquí de pie, no conozco a Valentino Visconti, pero supongo que son muy buenos amigos ¿No?- sonrió ante aquello y recargó la espalda en la pared -No voy a huir de ti, sólo... Sólo haz lo que hace un hombre y no ocupes tus trucos, porque entonces serás un cobarde...- la había dejado pensando en su familia, ella también provenía de la realeza pero no quería recordar que había perdido a su familia, que no había nadie, que allá afuera existía alguien como ella... Aunque esperaba que fuera mejor, tal vez más inteligente y mucho más diestra en aquellas habilidades, de pronto su corazón se había comprimido y era culpa de aquél desdichado que se encontraba sentado delante de ella.
Sintió asco de la cercanía que tenía con aquél hombre que apenas acababa de conocer, era como si quisiera golpearlo con todas sus fuerzas y que se apartara de él -Yo que tú... Mejor obedecía, Violante, no querrás ser tú el despojado de tu vida... Inmortal... Así que mejor ve cuidando lo que haces...- hizo la fuerza suficiente como para poder soltarse del brazo del "caballero" y caminó hacia un costado, no huía, al menos no de él, sólo que su cercanía le parecía repulsiva, no era miedo.
-Dí lo que quieras, haz lo que quieras, Violante, puedes pensar lo que te venga en gana, ¿Sabes? Al final del día no eres mejor que nadie, sólo un pobre infeliz que está viendo como atormentar a quien se deje, ¿Crees que eso te hace superior? En vez de vanagloriarte deberías sentir lástima por lo que haces, porque no eres más que un cobarde que abusa del "poder" que otros le han otorgado y que sin ello, no serías absolutamente nada- sí, la molestia de Lena en ese momento era bastante evidente, pero es que se había colmado, nadie la había desquiciado con tal rapidez e intentaba calmarse, sin embargo, no lo lograba, era bastante frustrante aquello.
-Ya te dije que no te voy a dar nada ni tampoco beberé de ti, no haré nada de lo que tú quieras que te haga o diga, no obtendrás nada de mí y creo que debes tenerlo perfectamente claro, sabes que no soy una humana cualquiera...- en eso tenía razón, aunque había un pequeño defecto, ella todavía no manejaba sus artes al cien por ciento, debía siempre valerse de alguien para lograr lo que quería y ahora estaba sola y quizá un poco nerviosa, lo que aminoraba su éxito -No te pregunté tu vida, no me interesa- no quería platicar nada acerca de ella, ni tampoco de Rouge, no sabía que había pasado con su gemela y eso siempre había sido un tormento para Lena, al igual que lo ocurrido con sus padres, ahora estaba desprotegida, el único que podría hacer algo por ella era Dragos y ¿Dónde estaba? No lo sabía -Estoy bien aquí de pie, no conozco a Valentino Visconti, pero supongo que son muy buenos amigos ¿No?- sonrió ante aquello y recargó la espalda en la pared -No voy a huir de ti, sólo... Sólo haz lo que hace un hombre y no ocupes tus trucos, porque entonces serás un cobarde...- la había dejado pensando en su familia, ella también provenía de la realeza pero no quería recordar que había perdido a su familia, que no había nadie, que allá afuera existía alguien como ella... Aunque esperaba que fuera mejor, tal vez más inteligente y mucho más diestra en aquellas habilidades, de pronto su corazón se había comprimido y era culpa de aquél desdichado que se encontraba sentado delante de ella.
Lena Thompson Vilhjálmur- Hechicero/Realeza
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Fecha de inscripción : 28/06/2011
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