AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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La caida (Marianne)
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La caida (Marianne)
Habia pasado toda la noche bebiendo a escasos metros de donde me encontraba. No recordaba demasiado bien lo ocurrido aunque la verdad es que sabia que todo habia terminado en un gran altercado que probablemente hubiese provocado yo. Desde lo ocurrido hacia un tiempo con Eyra habia cambiado completamente mi forma de ver la vida.
Ahora estaba seguro de la maldad de todo ser vivo y me habia convencido que no habia manera de combatirlo. Me habia rendido ante la cruda realidad y sabia que aunque en lo mas hondo de mi ser una parte de mi llorase debido al ser en el que me habia convertido ya nada se podia hacer. Habia aceptado el mal como camino para combatirlo, era extraño pero asi era, no iba a ser el unico ser de la tierra que fuera bueno y bondadoso y se dejara pisotear por todo y por todos, eso se habia acabado.
Me encontraba sentado en el suelo, apoyado en la pared de un antiguo edificio mientras observaba a los pesqueros prepararse para salir y sentia la brisa marina recorrer mi cuerpo, el cual, ahora vestia con sucias y rotas vestimentas. Ademas, sostenia una botella de whisky en la mano mientras con la otra me frotaba los ojos intentando no quedarme dormido en aquel lugar.
Ahora estaba seguro de la maldad de todo ser vivo y me habia convencido que no habia manera de combatirlo. Me habia rendido ante la cruda realidad y sabia que aunque en lo mas hondo de mi ser una parte de mi llorase debido al ser en el que me habia convertido ya nada se podia hacer. Habia aceptado el mal como camino para combatirlo, era extraño pero asi era, no iba a ser el unico ser de la tierra que fuera bueno y bondadoso y se dejara pisotear por todo y por todos, eso se habia acabado.
Me encontraba sentado en el suelo, apoyado en la pared de un antiguo edificio mientras observaba a los pesqueros prepararse para salir y sentia la brisa marina recorrer mi cuerpo, el cual, ahora vestia con sucias y rotas vestimentas. Ademas, sostenia una botella de whisky en la mano mientras con la otra me frotaba los ojos intentando no quedarme dormido en aquel lugar.
Wolfgang Lindert- Licántropo Clase Baja
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Fecha de inscripción : 05/08/2011
Re: La caida (Marianne)
En el mundo hay gente bruta y astuta
hay vírgenes y prostitutas,
ricos, pobres, clase media
cosas bonitas y un par de tragedias.
hay vírgenes y prostitutas,
ricos, pobres, clase media
cosas bonitas y un par de tragedias.
El mar estaba en calma, mientras miraba hacia el horizonte, su vida había dado un giro brusco de 360° tras que aceptara la herencia de ese tío suyo... Una enorme finca no era su única herencia, si no un título nobiliario que había resultado ser mucho más interesante y actual, convirtiéndose entonces en Duquesa. Aunque muchas de las obligaciones aparejadas al cargo no le terminaron de gustar, pensaba que tenía sus cosas buenas, una de ellas era el que las altas esferas escucharan más sus palabras que, como mujer, no eran tan trascendentales. Convirtiéndose no sólo en una dama más de la nobleza, si no también en una de las amigas del Duque De la Vega y quién sabe qué otras puertas se abrirían tras su regreso a París.
Hay personas gordas, medianas y flacas
caballos, gallinas, ovejas y vacas
hay muchos animales con mucha gente
personas cuerdas y locos dementes.
caballos, gallinas, ovejas y vacas
hay muchos animales con mucha gente
personas cuerdas y locos dementes.
El mar, sus olas iban y venían, como las vidas de cada ser humano, creando ondas y azotando contra la playa, muriendo ahí. Desde su nacimiento hasta su muerte, cada una de esas olas era completamente diferente de las restantes, con un destino, objetivo o fin determinado por alguien superior de la creación, un ente supremo que lo decidía todo y lo escribía, aunque ¿Sería cierto que el destino no podía esquivarse? Marianne quería pensar que el destino lo forjaba cada uno con sus actos, actitudes y elecciones. Si no entonces ¿Para qué Dios le habría dado a la humanidad el libre albedrío si tenía ya escrito el destino de cada uno? No, con toda seguridad, estaba en las manos y la voluntad de los hombres, decidir qué hacer con su vida.
En el mundo hay mentiras y falsedades
hechos, verdades y casualidades
hay mentalidades horizontales,
verticales y diagonales.
Por lo que ella decidía qué vertiente tomar, estaba feliz, mirando hacia afuera, sabiendo que estaban por llegar, con Juan a sus espaldas, como siempre, un guardián fiel y lleno de bondad, que le cuidaba como a una hija. Aspiró profundamente esa brisa marina que tanto la llenara de fuerzas en este último viaje y saludó con la cabeza al Capitán del Barco, el viejo hombre que la ayudara la primera vez que escapara de Madrid a París, sólo que ahora las circunstancias no podían ser más que diferentes. Porque no sólo estaba libre de vivir, sin el peso que cargaba en aquella ocasión sobre los hombros, de haber sido traicionada y humillada por su ex-prometido; si no también, tenía grandes planes para el Club Louvier, lo que antes sólo estuviera en su imaginación, ahora podía hacerse realidad y sin necesidad de un socio. Tenía los recursos suficientes para crear la mejor casa de modas de todo París. Eso la llenaba de orgullo e ilusión.
Derrotas y fracasos accidentales
medallas, trofeos y copas mundiales,
en el mundo hay vitaminas y proteínas
marihuana, éxtasis y cocaína.
medallas, trofeos y copas mundiales,
en el mundo hay vitaminas y proteínas
marihuana, éxtasis y cocaína.
Mucha gente empezaba a salir a cubierta, avisada de que habían avistado tierra, la mayoría quería salir rápido, pero Marianne no era cualquiera. Tenía que agradecerle al Capitán sus atenciones y aparte de ello, se dedicó a revisar la ropa de las personas, en Madrid la mayoría no se preocupó de llevar sus mejores galas. En cambio ahora, que llegaban a la capital de la moda y el amor, oh la la, qué hermosura de vestidos se podían ver, de trajes y de algunos estilos tan novedosos como impresionantes... Hizo algunos bocetos, imposible era separarla de su fiel cuaderno y sonrió al ver la cara que Juan ponía al observarla, resignándose a que serían los últimos en salir. De todas formas, no sólo iba a anotar todo de las prendas, si no que esperó hasta el final para ir a saludar y agradecerle al capitán por sus finas atenciones... prometiéndole hacer negocios con las telas que iba a adquirir y que, estaba pensando, él le trajera de sus viajes o bien, le consiguiera vestidos a la moda de los países que visitaba. Así sabría cuáles tendencias podría utilizar para su colección.
Hay árboles, ramas, hojas y flores
hay muchas montañas de colores,
en el mundo hay decisiones divididas
entradas, salidas, debut, despedidas.
hay muchas montañas de colores,
en el mundo hay decisiones divididas
entradas, salidas, debut, despedidas.
Entonces, lista con el cuaderno de dibujo en la mano, bajó de la embarcación prometiendo volver pronto a hacer los encargos de tela o bien, por los vestidos y suspiró profundamente. El lugar estaba mezclado entre la brisa marina y el olor de los marineros que, tenía que decirlo, dejaban demasiado que desear, porque apestaba mucho. Algo que jamás le había gustado, pero bueno, un defecto debía tener el ir en barco, aparte de los mareos a los que algunos estaban sujetos (y que por fortuna, Marianne no era objeto). Veía a su alrededor y sonreía al ver que nada cambiaba, al menos, no con la velocidad con que lo haría en el futuro. Tomaba su bolsita y dejaba que Juan se hiciera de las maletas y el carruaje. Aunque también, le gustaba mucho el ir caminando hasta una vieja casona, donde vendían un chocolate directo de las Indias (América) y que era buenísimo. Tras avisarle a su guardián qué pensaba hacer, se dirigió hacia allá, con paso ligero y sonriendo, ansiosa por ver si tenían al menos algún pedacerío para írselo comiendo en el camino.
Hay inocentes, hay homicidas
hay muchas locas y poca comida,
hay gobernantes y presidentes
hay agua fría y agua caliente.
En sus prisas, casi pisa a un hombre al dar la vuelta en la esquina, se disculpó y luego, se quedó helada al ver la figura que yacía en el suelo, con ropas horribles y llenas de suciedad, mal olor y completo descuido. Rotas y que seguramente hacía muchísimos años que se estrenaron. Le temblaron los labios y no pudo creerlo, su mirada viajó hasta la botella de licor y luego, regresó al rostro del varón. Lentamente, fue acuclillándose hasta estar a su altura y mirarle fijamente, sus ojos fueron cambiando de azul a un verde profundo, señal de cuanta tristeza sentía de verlo así... era muy guapo, pero estaba delgado, ojeroso y olía peor que marino.
- ¿Wolfgang? - quería asegurarse - Por Dios, ¿Qué te ha pasado? - alargó la mano y acarició dulcemente su mejilla, con ese tacto femenino tan suave, tan cálido y reconfortante, mientras se leía la preocupación de la española en cada una de sus facciones - mi querido Wolfgang, ¿Qué te has hecho?
En el mundo hay micrófonos y altoparlantes
hay seis mil millones de habitantes,
hay gente ordinaria y gente elegante,
pero, pero, pero...
hay seis mil millones de habitantes,
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pero, pero, pero...
No hay nadie como tú...
Marianne Cromwell- Realeza Escocesa
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Re: La caida (Marianne)
Me encontraba inmerso en mis pensamientos, recordando mis antiguas aventuras. Como habia combatido el mal durante años acabando con sus mas fieles seguidores, los vampiros. Sin embargo me habia dejado embaucar por una vampira que tan solo me habia usado como mascota durante un tiempo. Sentia vergüenza de mi mismo, tan solo mirarme en un espejo me causaba pavor, no queria ver el rostro de la persona en la que me habia convertido.
Sabia que no habia vuelta atras, mi forma de pensar era ya muy diferente y habia encerrado a mi alma en lo mas profundo de mi ser para que jamas volviera a permitir que me equivocara. No, eso no pasaria, no volveria a confundirme jamas, ni una vampira ni nadie, la compasion que senti aquel amanecer habian causado mi desgracia y no iba a volver a suceder. No tendria compasion por nadie nunca mas, quizas lo mereciera, quizas no, yo no era quien para juzgar aquello, que lo decidiera el altisimo cuando llegaran ante el. Yo por mi parte ya sabia que arderia en las llamas del infierno por traicionar mis principios morales y haber ayudado a una vampira, Dios no me perdonaria mis pecados y tampoco lo haria yo mismo, merecia mi suerte.
Entonces, tras dar un trago a la botella note como alguien pasaba casi rozandome, su olor me resultaba familiar y era claramente de noble cuna lo que hizo que me enrabietara. Mi enfado duro solo un segundo pues se trataba de Marianne, aquella hermosa chica que en la catedral me habia demostrado que el mundo merecia una oportunidad, ¿por que estaria ella alli? Quizas se tratase de una ayuda divina, no lo sabia, solo sabia que con ella no podria enfadarme.
- ¿Marianne? - pregunte tras sus palabras, claramente era ella pero estaba tan sorprendido que tuve que decir su nombre en voz alta para creermelo - he caido hasta lo mas profundo de la decadencia humana, solo eso - dije mirandola y sintiendo pena porque tuviera que verme asi, me conmovio su rostro angelical preocupado por mi desdicha y apunto estuvo de salir una lagrima de mi ojo - mis pecados hacia el mundo son imperdonables y debo vivir con sus consecuencias - le dije mirando hacia el suelo, respirando hondo mientras dejaba caer mis hombros.
Sabia que no habia vuelta atras, mi forma de pensar era ya muy diferente y habia encerrado a mi alma en lo mas profundo de mi ser para que jamas volviera a permitir que me equivocara. No, eso no pasaria, no volveria a confundirme jamas, ni una vampira ni nadie, la compasion que senti aquel amanecer habian causado mi desgracia y no iba a volver a suceder. No tendria compasion por nadie nunca mas, quizas lo mereciera, quizas no, yo no era quien para juzgar aquello, que lo decidiera el altisimo cuando llegaran ante el. Yo por mi parte ya sabia que arderia en las llamas del infierno por traicionar mis principios morales y haber ayudado a una vampira, Dios no me perdonaria mis pecados y tampoco lo haria yo mismo, merecia mi suerte.
Entonces, tras dar un trago a la botella note como alguien pasaba casi rozandome, su olor me resultaba familiar y era claramente de noble cuna lo que hizo que me enrabietara. Mi enfado duro solo un segundo pues se trataba de Marianne, aquella hermosa chica que en la catedral me habia demostrado que el mundo merecia una oportunidad, ¿por que estaria ella alli? Quizas se tratase de una ayuda divina, no lo sabia, solo sabia que con ella no podria enfadarme.
- ¿Marianne? - pregunte tras sus palabras, claramente era ella pero estaba tan sorprendido que tuve que decir su nombre en voz alta para creermelo - he caido hasta lo mas profundo de la decadencia humana, solo eso - dije mirandola y sintiendo pena porque tuviera que verme asi, me conmovio su rostro angelical preocupado por mi desdicha y apunto estuvo de salir una lagrima de mi ojo - mis pecados hacia el mundo son imperdonables y debo vivir con sus consecuencias - le dije mirando hacia el suelo, respirando hondo mientras dejaba caer mis hombros.
Wolfgang Lindert- Licántropo Clase Baja
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Re: La caida (Marianne)
As I look back at all the things I've done and see the person I've become
I realize I have to pay the dues for setting lose this sea of flames
As I review the path I chose all the damaged that I caused
Judgement day for me has come, was it right was I wrong?
I realize I have to pay the dues for setting lose this sea of flames
As I review the path I chose all the damaged that I caused
Judgement day for me has come, was it right was I wrong?
Dios, ¿Qué pasó para que un alma tan pura como la de Wolfgang haya caído al vacío más profundo de la desesperación? ¿Qué pudo haber pasado para que él se hundiera en el mar de la culpabilidad y sólo encontrara consuelo en una vieja botella, que a los hombres pierde más de lo que les ayuda a flotar? ¿Los cielos se habían cerrado o bien, el mundo había cambiado tanto en esos pocos meses que había estado fuera? ¿Tanto dolor tenía dentro Wolfgang que ahora le era imposible sacarlo, cuales espinas en la flor deslucían su belleza al corte de la piel?
"Padre mío, tú que en el cielo estás, por favor, ilumíname para darle a mi hermano la sanidad mental y emocional que necesita, por favor, dame las fuerzas para ayudarle a levantarse y mirar de nuevo al mundo con esa alegría que lo caracterizaba. Con esa bondad que iluminó mi corazón y le dio una paz que nunca olvidaré ni dejaré atrás. No puedo desviar la mirada y dejarle a su completa destrucción, no puedo permitirlo. Padre santo, tú que me oyes en el cielo, dame la serenidad para enfrentar lo que no puedo cambiar, la tranquilidad para escucharle, la paz para abrazarle y darle la que él ya perdió, pero sobre todo, dame la sabiduría para que mis palabras reconforten su roto corazon y su alma fragmentada por quién sabe qué situación" rezó.
Una lágrima resbaló por su mejilla y su bello rostro se llenó de tristeza y pena, alargó las manos y tomó con ellas la botella, intentando que él la soltara, entre un sentimiento de total desazón e incomprensión, porque no entendía qué le había cambiado en tan poco tiempo. Jaló una sola vez hacia sí la botella con suavidad, esperando que él la soltara, pero con cuidado de no hacerlo enojar. Sabía por su padre lo violentos que se ponían los hombres alcoholizados y aunque confiaba que Wolfgang no fuera así, más valía prevenir que lamentar. Aunque su corazón estaba completamente dolido por verle así, se preguntaba de nuevo lo mismo, ¿Quién, cómo, cuándo, por qué? y miles y miles de preguntas sin respuesta, que sólo él podría resolver, pero que, dentro de su vergüenza, quizá jamás se animara a pronunciar.
Sus pecados eran imperdonables, pero no podía creerlo, los ángeles no hacían maldades, no estaban hechos para ser malignos y Wolfgang era uno de ellos. Un ser con una belleza interna etérea, un ser con un alma creada para ayudar, un ser bondadoso. Un Ángel del Cielo. Su Ángel...
Otra lágrima solitaria resbaló y cayó en la mano de Wolfgang, cuando ella intentó por segunda vez, retirarle la botella de vino, un veneno que carcomía su alma, destruía sus alas y sus ansias de volar. Que destruía su mente y le hacía olvidar quién era, así como sus anhelos de ayudar. Que sólo sacaba su parte negativa, esa que se negaba a creer lo sucedido o que le hundía en el pozo más profundo de la depresión. Que sólo atraía la oscuridad y la luz la dejaba en el marco de la puerta. Su Ángel moría presa de las más dolorosas convulsiones transformadas en una culpabilidad que podría ser no merecida.
- ¿Por qué? - fue la única pregunta que salió de sus labios, una voz cargada de dolor y rota por las emociones, alzando su rostro hacia él, lleno de lágrimas no derramadas y de una desesperación que no podía controlar, de oírle hablar así y pensar que, como siguiera por esa vertiente, perdería a un ángel - mi querido Wolfgang... yo te quiero aún... - dijo y alargó la mano, con dos lágrimas resbalando por sus mejillas, acariciando la barba de varios días - yo creo en tí, en tu bondad... - se lamió los labios y aspiró un aire que necesitaba, para no ahogar su corazón en ese mar de tristeza por verlo así - sigo siendo tu familia... ven... - tiró por tercera vez de la botella, rogando porque la soltara y se dejara llevar - ven conmigo... yo te cuidaré... - no prometía algo que no daría, todo lo contrario. Le llevaría a casa y procuraría velar por su alma, cuidarlo y sanarlo para que sus alas se extendieran de nuevo, ya libres de toda culpa y volviera a alzar el vuelo.
Now that I'm done reflecting on my past for me there will be no peace at last
Cause I can't wash my hands of all the bloodshed all the pain I've caused
And as the sands of time run low can't find my way home
Judgement day for me has come, was it right was I wrong?
Una lágrima resbaló por su mejilla y su bello rostro se llenó de tristeza y pena, alargó las manos y tomó con ellas la botella, intentando que él la soltara, entre un sentimiento de total desazón e incomprensión, porque no entendía qué le había cambiado en tan poco tiempo. Jaló una sola vez hacia sí la botella con suavidad, esperando que él la soltara, pero con cuidado de no hacerlo enojar. Sabía por su padre lo violentos que se ponían los hombres alcoholizados y aunque confiaba que Wolfgang no fuera así, más valía prevenir que lamentar. Aunque su corazón estaba completamente dolido por verle así, se preguntaba de nuevo lo mismo, ¿Quién, cómo, cuándo, por qué? y miles y miles de preguntas sin respuesta, que sólo él podría resolver, pero que, dentro de su vergüenza, quizá jamás se animara a pronunciar.
This is the night all the angels cry, and their tears set the heavens alight
This is the night of screaming the sky is bleeding and no one but myself is to blame
This is the night all the angels cry, as their falling with wings of fire
This is the night of screaming the sky is bleeding and I'm the one who has to pay
This is the night of screaming the sky is bleeding and no one but myself is to blame
This is the night all the angels cry, as their falling with wings of fire
This is the night of screaming the sky is bleeding and I'm the one who has to pay
Sus pecados eran imperdonables, pero no podía creerlo, los ángeles no hacían maldades, no estaban hechos para ser malignos y Wolfgang era uno de ellos. Un ser con una belleza interna etérea, un ser con un alma creada para ayudar, un ser bondadoso. Un Ángel del Cielo. Su Ángel...
Otra lágrima solitaria resbaló y cayó en la mano de Wolfgang, cuando ella intentó por segunda vez, retirarle la botella de vino, un veneno que carcomía su alma, destruía sus alas y sus ansias de volar. Que destruía su mente y le hacía olvidar quién era, así como sus anhelos de ayudar. Que sólo sacaba su parte negativa, esa que se negaba a creer lo sucedido o que le hundía en el pozo más profundo de la depresión. Que sólo atraía la oscuridad y la luz la dejaba en el marco de la puerta. Su Ángel moría presa de las más dolorosas convulsiones transformadas en una culpabilidad que podría ser no merecida.
- ¿Por qué? - fue la única pregunta que salió de sus labios, una voz cargada de dolor y rota por las emociones, alzando su rostro hacia él, lleno de lágrimas no derramadas y de una desesperación que no podía controlar, de oírle hablar así y pensar que, como siguiera por esa vertiente, perdería a un ángel - mi querido Wolfgang... yo te quiero aún... - dijo y alargó la mano, con dos lágrimas resbalando por sus mejillas, acariciando la barba de varios días - yo creo en tí, en tu bondad... - se lamió los labios y aspiró un aire que necesitaba, para no ahogar su corazón en ese mar de tristeza por verlo así - sigo siendo tu familia... ven... - tiró por tercera vez de la botella, rogando porque la soltara y se dejara llevar - ven conmigo... yo te cuidaré... - no prometía algo que no daría, todo lo contrario. Le llevaría a casa y procuraría velar por su alma, cuidarlo y sanarlo para que sus alas se extendieran de nuevo, ya libres de toda culpa y volviera a alzar el vuelo.
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Marianne Cromwell- Realeza Escocesa
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Re: La caida (Marianne)
Sus intentos por arrancar la botella de mi mano fueron fructiferos pues aunque la primera vez me negue en rotundo a separarme de la unica compañia fiel que habia tenido en los ultimos meses sabia que debia dejarlo. Al final, tras su segundo intento deje que se llevase la botella a la par que notaba su lagrima caer sobre mi mano. Aquello apeno aun mas mi corazon si eso era posible puesto que ver como hacia daño a una persona que me lo habia ofrecido todo rompia los pedazos de mi alma en trozos aun mas pequeños, practicamente mi alma ya no existia.
- ¿Por que? Esa respuesta es tan facil como complicada Marianne - le dije mirandola, viendo como sus lagrimas luchaban por salir de aquellos hermosos ojos que adornaban su rostro. Aparte la mirada pues me era imposible seguir viendo aquella imagen por mas tiempo - quizas fue por entregarme a una mujer que tan solo jugo conmigo y me arranco el corazon de mi pecho aun latiente. Matando por la espalda todas mis esperanzas y jugando con mi ser como si de una marioneta se tratara - parecia mas un pensamiento en voz alta que una contestacion, aunque jamas hubiese dicho hasta ese momento en voz alta aquellas palabras - una mujer que me hizo perder la razon y por la cual deje atras mi pasado y mis principios mas profundos, aquellos que me acompañan desde el dia en que naci. Merezco la muerte Marianne, abandone todas mis creencias y el altisimo me ha castigado con la decadencia de este mundo por ello, es lo justo - termine, mirando al suelo y dejando caer mis hombros, estaba abatido y sin ganas de nada, tan solo queria dormir para no despertar jamas.
Cuando dijo que me queria vi una pequeña luz al final de aquel oscuro tunel, estaba demasiado lejos para que los restos de lo que habia sido pudiesen llegar, pero sentia que no estaba del todo solo, que aun me quedaba alguien, no curaba mis heridas pero quizas, con el tiempo me dolieran menos - lo se Marianne y yo tambien te quiero, eres lo unico bueno que queda en mi vida - le dije tras escuchar como afirmaba creer en mi bondad, aquella que se perdio hacia ya varios meses, ahora solo estaban el odio y la venganza, sus mas acerrimos enemigos.
- No quiero molestarte Marianne, pero si insistes te acompañare, una noche, no mas - no lo iba a hacer demasiado a gusto puesto que no me gustaba que sintieran lastima por mi. Lo haria por ella, aunque al dia siguiente me marcharia, no queria ser una carga para ella.
- ¿Por que? Esa respuesta es tan facil como complicada Marianne - le dije mirandola, viendo como sus lagrimas luchaban por salir de aquellos hermosos ojos que adornaban su rostro. Aparte la mirada pues me era imposible seguir viendo aquella imagen por mas tiempo - quizas fue por entregarme a una mujer que tan solo jugo conmigo y me arranco el corazon de mi pecho aun latiente. Matando por la espalda todas mis esperanzas y jugando con mi ser como si de una marioneta se tratara - parecia mas un pensamiento en voz alta que una contestacion, aunque jamas hubiese dicho hasta ese momento en voz alta aquellas palabras - una mujer que me hizo perder la razon y por la cual deje atras mi pasado y mis principios mas profundos, aquellos que me acompañan desde el dia en que naci. Merezco la muerte Marianne, abandone todas mis creencias y el altisimo me ha castigado con la decadencia de este mundo por ello, es lo justo - termine, mirando al suelo y dejando caer mis hombros, estaba abatido y sin ganas de nada, tan solo queria dormir para no despertar jamas.
Cuando dijo que me queria vi una pequeña luz al final de aquel oscuro tunel, estaba demasiado lejos para que los restos de lo que habia sido pudiesen llegar, pero sentia que no estaba del todo solo, que aun me quedaba alguien, no curaba mis heridas pero quizas, con el tiempo me dolieran menos - lo se Marianne y yo tambien te quiero, eres lo unico bueno que queda en mi vida - le dije tras escuchar como afirmaba creer en mi bondad, aquella que se perdio hacia ya varios meses, ahora solo estaban el odio y la venganza, sus mas acerrimos enemigos.
- No quiero molestarte Marianne, pero si insistes te acompañare, una noche, no mas - no lo iba a hacer demasiado a gusto puesto que no me gustaba que sintieran lastima por mi. Lo haria por ella, aunque al dia siguiente me marcharia, no queria ser una carga para ella.
Wolfgang Lindert- Licántropo Clase Baja
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Re: La caida (Marianne)
La luz ya no alcanza.
No quieras caminar sobre el dolor descalza.
Un Angel te cuida.
Y puso en mi boca la verdad para mostrarme la salida.
No quieras caminar sobre el dolor descalza.
Un Angel te cuida.
Y puso en mi boca la verdad para mostrarme la salida.
Las palabras de Wolfgang latiguearon mi corazón, sentía cómo el mundo se había cambiado de pronto, haciéndose tan bizarro como inexplicable, no entendía la mayor parte de los colores que me rodeaban; entendía que un hombre que había visto ante mí lleno de vida, de bondad total y de quien me había sentido atraída y hasta indigna por ofrecerle una amistad, una relación de familia cuando lo único que quería era que estuviera a mi lado para darle a mi vida esa luz que a veces le faltaba...
Tragué saliva y recorrí su rostro con una de las manos, sintiendo su piel fría y pálida a comparación de aquélla mañana soleada; tuve que sonreírle, aunque por dentro no sentía tal alegría, intentando darle a él las fuerzas y al mismo tiempo sin comprender cómo lo iba a hacer, cómo lograría tal proeza. Me encontré mordiéndome un pedazo de carne del interior de mi boca, como cuando niña y me encontraba en desventaja en una situación determinada, porque ésta me parecía completamente desesperante. Bajé la mirada escuchando sus palabras, entendiendo por qué se había dejado caer al abismo, maldiciendo a la mujer que se le había presentado y apreté más ese pedazo de piel entre mis dientes y mis hombros se tensaron, mis cejas se elevaron sintiendo en mi propia piel el dolor de sus palabras, de su desesperación.
Me rasqué la sien, otro mohín nervioso que no podía controlar una vez que empezaba... negué con la cabeza cuando terminó de hablar, sostuve bien la botella de licor y como si fuera una serpiente, la dejé a un lado de ambos, con mucho cuidado, por si su silbido envolvía de nuevo a mi hermano, a mi querido Wolfgang; poniéndome en pie y alargando la mano hacia él...
Si yo no me controlaba, ¿Cómo iba a ayudarle? Tenía que ser la fuerte de los dos, así que aspiré profundamente e hice a un lado las lágrimas, serenándome aunque por dentro sentía la tormenta aún vibrante y llena de destrucción, midiendo mi capacidad de raciocinio y de amor hacia los demás... hacia Wolfgang... pero sabiendo que si le dejaba así, él jamás volvería a ser el mismo joven, aunque... quizá ese Wolfgang se había perdido para siempre, pero emergería uno nuevo, con la experiencia sobre sus hombros, que sería mejor...
- Nada - mi voz salió firme, a pesar de todo - nada de una noche, nada de un día, ya te perdí una vez y caminaste lejos de casa, así que yo te ayudaré todo el tiempo que sea necesario - alzó la barbilla - mírame, no seré la mejor persona del mundo, pero no permitiré que caigas de nuevo aquí. Eres una persona importante en mi vida, - sí, tuve que decírselo - pedirme que te abandone es pedirme que me corte las venas del dolor que me causa.
Mi mano tembló unos leves instantes, porque por un fugaz instante me imaginé el desconocer su situación, el vivir mi vida sin saber que él necesitaba ayuda... y agradecí al cielo, a Dios y a la Virgen de la Macarena por guiar mis pasos hacia él. Le sonreí con ternura y me agaché a tomar su mano y jalarlo hacia mí, con determinación, con las fuerzas que tenía, quería ponerlo en pie, no volverle a ver hacia abajo, quería estar con él frente a frente, donde él era más alto que yo, donde yo era más inexperta, pero no exenta de cariño y buenas intenciones.
- Estás en casa... con tu familia... con tu hermana... ¿Serías capaz de irte sin sanar antes?
Ahora...
Hoy...
Estaba perdido...
Hoy...
Estaba perdido...
Tragué saliva y recorrí su rostro con una de las manos, sintiendo su piel fría y pálida a comparación de aquélla mañana soleada; tuve que sonreírle, aunque por dentro no sentía tal alegría, intentando darle a él las fuerzas y al mismo tiempo sin comprender cómo lo iba a hacer, cómo lograría tal proeza. Me encontré mordiéndome un pedazo de carne del interior de mi boca, como cuando niña y me encontraba en desventaja en una situación determinada, porque ésta me parecía completamente desesperante. Bajé la mirada escuchando sus palabras, entendiendo por qué se había dejado caer al abismo, maldiciendo a la mujer que se le había presentado y apreté más ese pedazo de piel entre mis dientes y mis hombros se tensaron, mis cejas se elevaron sintiendo en mi propia piel el dolor de sus palabras, de su desesperación.
Me rasqué la sien, otro mohín nervioso que no podía controlar una vez que empezaba... negué con la cabeza cuando terminó de hablar, sostuve bien la botella de licor y como si fuera una serpiente, la dejé a un lado de ambos, con mucho cuidado, por si su silbido envolvía de nuevo a mi hermano, a mi querido Wolfgang; poniéndome en pie y alargando la mano hacia él...
Si yo no me controlaba, ¿Cómo iba a ayudarle? Tenía que ser la fuerte de los dos, así que aspiré profundamente e hice a un lado las lágrimas, serenándome aunque por dentro sentía la tormenta aún vibrante y llena de destrucción, midiendo mi capacidad de raciocinio y de amor hacia los demás... hacia Wolfgang... pero sabiendo que si le dejaba así, él jamás volvería a ser el mismo joven, aunque... quizá ese Wolfgang se había perdido para siempre, pero emergería uno nuevo, con la experiencia sobre sus hombros, que sería mejor...
- Nada - mi voz salió firme, a pesar de todo - nada de una noche, nada de un día, ya te perdí una vez y caminaste lejos de casa, así que yo te ayudaré todo el tiempo que sea necesario - alzó la barbilla - mírame, no seré la mejor persona del mundo, pero no permitiré que caigas de nuevo aquí. Eres una persona importante en mi vida, - sí, tuve que decírselo - pedirme que te abandone es pedirme que me corte las venas del dolor que me causa.
Mi mano tembló unos leves instantes, porque por un fugaz instante me imaginé el desconocer su situación, el vivir mi vida sin saber que él necesitaba ayuda... y agradecí al cielo, a Dios y a la Virgen de la Macarena por guiar mis pasos hacia él. Le sonreí con ternura y me agaché a tomar su mano y jalarlo hacia mí, con determinación, con las fuerzas que tenía, quería ponerlo en pie, no volverle a ver hacia abajo, quería estar con él frente a frente, donde él era más alto que yo, donde yo era más inexperta, pero no exenta de cariño y buenas intenciones.
- Estás en casa... con tu familia... con tu hermana... ¿Serías capaz de irte sin sanar antes?
Vuela un columpio vacío rozando la arena
deja las huellas del ángel caído al pasar,
huellas que siempre me llevan a tí quitapenas
como la dosis de vida fugaz que me diste a probar.
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huellas que siempre me llevan a tí quitapenas
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Marianne Cromwell- Realeza Escocesa
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Fecha de inscripción : 07/08/2011
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Re: La caida (Marianne)
Escuche sus palabras y me quedo claro que no tenia alternativa, tendria que ir con ella. Quizas el destino quisiera darme una segunda oportunidad o simplemente queria que viese la luz en la lejania para volver a caer al abismo, en cualquiera de los casos no tenia nada que perder, todo lo que habia sido se habia perdido en el pasado y ya tan solo quedaba aquel cuerpo humano lleno de pena, vergüenza y odio.
- Esta bien Marianne, ire contigo - le conteste tras unos segundos en los que mi mente se quedo totalmente en blanco, tan solo recordaba aquel fantastico dia en el que hablamos largo y tendido frente a la catedral. Aquel dia pense que habia encontrado a una maravillosa mujer a la que perdi entre mis recuerdos y que tras un largo tiempo habia vuelto a mi vida. En el momento que mas necesitaba de su apoyo, quizas se tratase de mi angel de la guarda, si asi era me faltarian dias en mi vida para agradecerlo pues nadie en aquel momento hubiese dado una sola moneda por mi.
- Aunque, en una cosa te equivocas Marianne, si eres la mejor persona del mundo - le dije mirandola a los ojos mientras me ponia en pie. Mis piernas, cansadas y adormecidas me molestaron durante un instante mientras me levantaba pero luego reaccionaron, sacando fuerzas de flaqueza para avanzar un paso y abrazarla - sino fuera por ti seguiria aqui tirado y aunque no te negare que tengo mas ganas de morir que de vivir, me has dado una buena razon para dejar esa decision para mas adelante - le susurre al oido mientras la abrazaba, seguramente mancharia sus carisimas ropas pero ya tendria tiempo para compensarle por eso.
- No me ire Marianne, con todo lo que estas dispuesta a hacer por mi no podria marcharme, no se cuanto vivire, pero lo que viva sera para ti - quizas decidiese desaparecer para siempre algun dia de estos, alejandome de la vida en sociedad y alejandome de todo lugar poblado por el ser humano, pero hasta ese momento haria lo que ella quisiese sin rechistar.
- Esta bien Marianne, ire contigo - le conteste tras unos segundos en los que mi mente se quedo totalmente en blanco, tan solo recordaba aquel fantastico dia en el que hablamos largo y tendido frente a la catedral. Aquel dia pense que habia encontrado a una maravillosa mujer a la que perdi entre mis recuerdos y que tras un largo tiempo habia vuelto a mi vida. En el momento que mas necesitaba de su apoyo, quizas se tratase de mi angel de la guarda, si asi era me faltarian dias en mi vida para agradecerlo pues nadie en aquel momento hubiese dado una sola moneda por mi.
- Aunque, en una cosa te equivocas Marianne, si eres la mejor persona del mundo - le dije mirandola a los ojos mientras me ponia en pie. Mis piernas, cansadas y adormecidas me molestaron durante un instante mientras me levantaba pero luego reaccionaron, sacando fuerzas de flaqueza para avanzar un paso y abrazarla - sino fuera por ti seguiria aqui tirado y aunque no te negare que tengo mas ganas de morir que de vivir, me has dado una buena razon para dejar esa decision para mas adelante - le susurre al oido mientras la abrazaba, seguramente mancharia sus carisimas ropas pero ya tendria tiempo para compensarle por eso.
- No me ire Marianne, con todo lo que estas dispuesta a hacer por mi no podria marcharme, no se cuanto vivire, pero lo que viva sera para ti - quizas decidiese desaparecer para siempre algun dia de estos, alejandome de la vida en sociedad y alejandome de todo lugar poblado por el ser humano, pero hasta ese momento haria lo que ella quisiese sin rechistar.
Wolfgang Lindert- Licántropo Clase Baja
- Mensajes : 143
Fecha de inscripción : 05/08/2011
Re: La caida (Marianne)
Voy a cuidar,
y un pedacito de mi alma regalarte,
no tengo mucho más que el
cielo para darte,
y poco a poco iré aliviado
tu dolor.
y un pedacito de mi alma regalarte,
no tengo mucho más que el
cielo para darte,
y poco a poco iré aliviado
tu dolor.
Su consentimiento era todo lo que necesitaba para sonreír y asentir, limpiándose las lágrimas y esperar a que se pusiera de pie, le notó débil mucho más delgado de cuando aquélla vez en la Catedral y le dolió. Así que una mujer, mil veces maldita fuera por haber dejado un alma tan hermosa como la de Wolfgang en una precaria inestabilidad que necesitaría más trabajo de su lado que del de ella, porque si él no quería avanzar, no importaba lo que hiciera, simplemente no pasaría absolutamente nada.
- No, si lo fuera, no estarías así - dijo quitándole importancia al asunto, porque se sentía bastante mal por lo sucedido, pero se hubiera sentido peor si no hubiera decidido ayudarle, ahora sólo era cuestión de obligarlo a mirar al frente, quizá ocuparlo en algo... en alguien... sí, por qué no. Si él procuraba ayudar a alguien, seguramente se quitaría las ideas de la cabeza de que no le importaba a nadie, de que su vida no tenía sentido.
Sin embargo, todo a su tiempo, absolutamente todo.
Sus pensamientos fueron desechados en el momento en que le vio ponerse en pie y lo vio tambalearse, le ayudó a abrazarlo y el tufo del alcohol impregnó sus sentidos. Escuchó sus palabras al oído y suspiró porque ahí estaba, en el fondo, Wolfgang seguía ahí, con ella. Así que no había dudas, le ayudaría a volver mejorado, renovado, para darle a la vida otra oportunidad. Lo quería mucho y era su familia, le daría todo, absolutamente todo, a manos llenas.
Y entre ello, un baño, definitivamente era lo que necesitaba en cuanto llegaran y ropas nuevas. Sí, en ese orden, porque el tufo estaba impregnado en sus ropas que seguramente habían visto días mejores. Mugre, sudor, alcohol, todo se mezclaba y creaba una bomba espantosa a los sentidos. Sin embargo, le logró sonreír y hasta reír cuando por poco ambos se caen por el peso de Wolfgang que los había hecho cargar el cuerpo a la derecha.
- Jajajajaja - negó y agradeció a Juan que de inmediato ayudó a Wolfgang a caminar, echándose el brazo masculino tras el cuello y equilibrando el peso, con Marianne a la derecha y el sirviente a la izquieda, lograron conducir al hombre al carruaje, subirle con mucho esfuerzo y luego, sentarle para que pudiera avanzar el carruaje - patrañas - le dijo - no vivirás para mí, Wolfgang - negó - buscarás a una persona y a ella, le ayudarás como yo te ayudo... - le miró largamente - sólo a ella, Wolfgang. Le devolverás la vida.
Y si tu dices que el amor
te falló en el pasado
que mentiras y promesas
ya te han lastimado.
Hay soñar siempre
hay que luchar por la
esperanza del corazón.
te falló en el pasado
que mentiras y promesas
ya te han lastimado.
Hay soñar siempre
hay que luchar por la
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Marianne Cromwell- Realeza Escocesa
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