AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Un dia particular... despertar al amor... ¿o también al dolor?- (Nicolei)
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Un dia particular... despertar al amor... ¿o también al dolor?- (Nicolei)
Cansada, - si, definitivamente así me siento – susurró esa mañana al levantarse. - Harta de estar entre tantos libracos y pergaminos que aun usando guantes el polvillo reseca mis manos – dijo en voz alta, mirándose al espejo luego de bañarse – basta, no dejaré que ese maldito lugar se devore mi juventud – expresó con su mano en alto y señalándose al espejo como quien decide poner las cosas en claro. Bajó las escaleras saltando los peldaños de dos en dos riendo divertida por la pequeña locura que iba a cometer. Su mayordomo le sonrió, - que pasa mi niña que esta tan feliz – le dijo mientras la acompañaba a desayunar, - que he decidido darme un día de descanso, ¿que opinas? - en hombre mesó su barba prolijamente recortada y extremadamente blanca, - pues, que eres una jovencita que no hay poder humano que le detenga si tiene una idea fija entre las cejas – ella rió de buena gana mientras se apresuraba a tomar su vaso de leche con un scons. Antes de salir se volvió y le dio un beso sonoro al anciano y desapareció a toda carrera hasta el establo donde en unos pocos minutos preparó sola a su bella montura. Solo en un momento al subir a horcajadas al lomo del animal – esto me puede costar algo mas que un regaño de parte de la Inquisición... pero estoy decidida... renunciaré... – frunció su entrecejo, pero tras hacer un chasquido con su lengua salió a todo galope hacia el campo, a disfrutar un día entre flores y trinos de pájaros.
Su sonrisa era amplia y contagiosa, miraba a su alrededor y hacía inclinaciones de la cabeza, saludando a damas y caballeros que se encontraban por el lugar aunque no los conociera o la miraran de forma extrañada. Cabalgando en su hermosa e imponente yegua Sapientia, sentía que era dueña del mundo y de su propia vida. Aferró con fuerza las riendas de su caballo y dejó que éste saliera a toda velocidad, mientras ella reía feliz, nunca se había sentido mas viva, - no pienso volver a ese hueco mohoso... jamás – se prometió, recordando la carta de renuncia que había dejado en el escritorio del abad. Si, estaba segura, viajaría a España y luego a Italia, debía recopilar algunos documentos de juicios inquisitoriales que mostraban grandes errores en su resolución, culpando a seres inocentes de atrocidades, solo para ocupar cargos en la nobleza y en el poder eclesiástico de parte de ciertos nobles de dudosa procedencia. Una amiga y compañera de la inquisición, había estado investigando aquel asunto, pero hacía días que estaba desaparecida, lo último que sabía de ésta, era que había viajado a España por unos documentos, y ya que viajaría a Madrid, pensó que bien podría intentar encontrarla y ayudarle, aunque fuera por última vez, antes de abandonar, definitivamente, cualquier contacto con la orden.
Su cabello se había soltado en una hermosa mata color fuego y sus ojos brillaban llenos de vida, su respiración estaba alterada por el ejercicio al igual que su fiel caballo, es por esa razón que se acercó al estanque que se enseñoreaba en mitad del jardín botánico y tras dejar que Sapientia tomara toda el agua que quisiera y se comiera mas de una flor, Delphine la llevó hasta un lugar donde el sol no molestara, la ató. Ella comenzó a recorrer un poco los alrededores, caminó entre el césped, con sus botas que pasaban inadvertidas por el amplio vestido color azul oscuro con detalles en encaje blanco, que descendía en una falda de amplio vuelo que rosaba el suelo, tuvo el impulso de girar y ponerse a bailar como si en medio de un imponente salón de fiestas se encontrara pero superó ese ridículo impulso. Le gustaba vestir entre sencilla y elegante, aunque no tuviera a quien presumir. Hizo girar la delicada sombrilla de encaje entre sus manos y se inclinó a tomar unas flores con las que se hizo un peinado, luego se dejó caer en el césped mientras contemplaba el estanque, unos cisnes que parecían derrochar ternura y amor uno por el otro llamaban su atención . Dejó que su mente volara hasta ese lugar y se preguntó que se sentiría estar enamorada, sonrió meneando la cabeza, - no tienes tiempo para eso, solo puedes imaginar y disfrutar de un día sin preocupaciones – se dijo, mientras se reclinaba apoyada en sus brazos, para luego quedar totalmente acostada en el suelo, no era una joven de alta sociedad común y corriente y nunca lo sería.
Su sonrisa era amplia y contagiosa, miraba a su alrededor y hacía inclinaciones de la cabeza, saludando a damas y caballeros que se encontraban por el lugar aunque no los conociera o la miraran de forma extrañada. Cabalgando en su hermosa e imponente yegua Sapientia, sentía que era dueña del mundo y de su propia vida. Aferró con fuerza las riendas de su caballo y dejó que éste saliera a toda velocidad, mientras ella reía feliz, nunca se había sentido mas viva, - no pienso volver a ese hueco mohoso... jamás – se prometió, recordando la carta de renuncia que había dejado en el escritorio del abad. Si, estaba segura, viajaría a España y luego a Italia, debía recopilar algunos documentos de juicios inquisitoriales que mostraban grandes errores en su resolución, culpando a seres inocentes de atrocidades, solo para ocupar cargos en la nobleza y en el poder eclesiástico de parte de ciertos nobles de dudosa procedencia. Una amiga y compañera de la inquisición, había estado investigando aquel asunto, pero hacía días que estaba desaparecida, lo último que sabía de ésta, era que había viajado a España por unos documentos, y ya que viajaría a Madrid, pensó que bien podría intentar encontrarla y ayudarle, aunque fuera por última vez, antes de abandonar, definitivamente, cualquier contacto con la orden.
Su cabello se había soltado en una hermosa mata color fuego y sus ojos brillaban llenos de vida, su respiración estaba alterada por el ejercicio al igual que su fiel caballo, es por esa razón que se acercó al estanque que se enseñoreaba en mitad del jardín botánico y tras dejar que Sapientia tomara toda el agua que quisiera y se comiera mas de una flor, Delphine la llevó hasta un lugar donde el sol no molestara, la ató. Ella comenzó a recorrer un poco los alrededores, caminó entre el césped, con sus botas que pasaban inadvertidas por el amplio vestido color azul oscuro con detalles en encaje blanco, que descendía en una falda de amplio vuelo que rosaba el suelo, tuvo el impulso de girar y ponerse a bailar como si en medio de un imponente salón de fiestas se encontrara pero superó ese ridículo impulso. Le gustaba vestir entre sencilla y elegante, aunque no tuviera a quien presumir. Hizo girar la delicada sombrilla de encaje entre sus manos y se inclinó a tomar unas flores con las que se hizo un peinado, luego se dejó caer en el césped mientras contemplaba el estanque, unos cisnes que parecían derrochar ternura y amor uno por el otro llamaban su atención . Dejó que su mente volara hasta ese lugar y se preguntó que se sentiría estar enamorada, sonrió meneando la cabeza, - no tienes tiempo para eso, solo puedes imaginar y disfrutar de un día sin preocupaciones – se dijo, mientras se reclinaba apoyada en sus brazos, para luego quedar totalmente acostada en el suelo, no era una joven de alta sociedad común y corriente y nunca lo sería.
Última edición por Delphine Mallarmé el Lun Ago 17, 2015 10:40 am, editado 4 veces
Emilie De Azcoitia- Humano Clase Alta
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Re: Un dia particular... despertar al amor... ¿o también al dolor?- (Nicolei)
¡Mierda!
Todo se había ido al carajo, aquel juego de creerme Ruggero salió contraproducente y maldije el día en el que llegué a París a joder a mi hermano. ¿Cómo coño iba a saber que era popular el tío?, pufff, si me aburrí de París, aquella hermana de mi cuñada se había casado con un niñato por lo que ya no tuve tiempo a cortejarla y que lastima por ella yo si sería capaz de volverla una mujer. ¡Ay, yo como un gilipollas pensando en ñoñerías!
Pero está mañana todo cambio al conocer a Leire.
Días anteriores visité la mansión de mi hermano y el muy cabrón se había ido dejando a mis sobrinos al cuidado de Estella porque mi cuñada también estaba ausente. Menudos padres. El pequeño Ruggero era una chaval muy inteligente así como la pequeña Melanie desde un principio supieron que yo no era su padre, y reí, hahaha, mejor ellos que su propia madre. -¡Que ingenua!- me dije al recordar mi primer encuentro con Chiara, la muy boba se había tragado todas las sartas de estupideces que había dicho, pero estos pequeños ángeles no cayeron, realmente conocían a su padre, su aroma, su mirada y el tono de voz apenas diferente.
-Yo soy el tío Nicolei- les dije con una sonrisa y ellos me respondieron con otra, confieso que ese momento fue memorable y aunque me escuche como una nena puedo asegurar que fue uno de los días más felices de mi vida, mis sobrinos quitaron todo el estrés que venía cargando desde aquel encuentro con licántropos y vampiros, aquella noche donde fingí ser Ruggero y pelee a lado de los que fueran sus discípulos la bella Cammy que sepa Dios donde esté y el crío de Hayden esposo de la tía buena de Giulia. Pero ¿para que mierda hablo de esa noche? cuando mis sobrinos con sus risas y sus juegos pudieron arrancarme una risa sincera.
Antes de marcharme esa noche hablé con Estella, en un principio no me recibió muy bien, también supo quien era y menos mal porque si me hubiera confundido con Ruggero le hubiera dicho hasta lo que no. ¿Por qué le pregunté sobre como se conocieron Ruggero y Chiara? No tengo ni puta idea, pero lo hice. Y el relato de aquella ama de llaves me llevó al presente a querer conocer el jardín donde se juraron amor eterno.
Llegué en la mañana, había parejas y familias paseándose, al parecer era yo él único gilipollas que andaba solo por ahí, lo que sinceramente poco me importaba por mi que se fueran al carajo. De pronto mientras veía los narcisos recordé a mi madre, a la mujer más bella que está tierra vio nacer y que me dio la vida María Santillán, ella amaba esas flores y cada 25 de julio nos encontrábamos y paseábamos, íbamos a todas partes era nuestro día y siempre le llevaba narcisos, pero cuando ella fue asesinada se convirtió en un día gris aunque no he faltado a su tumba con sus narcisos.
Perdido estaba en mis pensamientos cuando alcé la mirada y la contemplé, era una chiquilla que me pareció haber visto. Después me puse a pensar y supe que no era así aunque sus cabellos como el fuego me llamaron la atención y por un momento recordé a Susana Lazkano, mi único amor. Fue entonces que caminé hacía ella para poder verla un poco mejor, ella se dio cuenta y me miró, yo simplemente la observé para complacer mi recuerdo y cuando lo sacié me di la vuelta para continuar mi recorrido.
Todo se había ido al carajo, aquel juego de creerme Ruggero salió contraproducente y maldije el día en el que llegué a París a joder a mi hermano. ¿Cómo coño iba a saber que era popular el tío?, pufff, si me aburrí de París, aquella hermana de mi cuñada se había casado con un niñato por lo que ya no tuve tiempo a cortejarla y que lastima por ella yo si sería capaz de volverla una mujer. ¡Ay, yo como un gilipollas pensando en ñoñerías!
Pero está mañana todo cambio al conocer a Leire.
Días anteriores visité la mansión de mi hermano y el muy cabrón se había ido dejando a mis sobrinos al cuidado de Estella porque mi cuñada también estaba ausente. Menudos padres. El pequeño Ruggero era una chaval muy inteligente así como la pequeña Melanie desde un principio supieron que yo no era su padre, y reí, hahaha, mejor ellos que su propia madre. -¡Que ingenua!- me dije al recordar mi primer encuentro con Chiara, la muy boba se había tragado todas las sartas de estupideces que había dicho, pero estos pequeños ángeles no cayeron, realmente conocían a su padre, su aroma, su mirada y el tono de voz apenas diferente.
-Yo soy el tío Nicolei- les dije con una sonrisa y ellos me respondieron con otra, confieso que ese momento fue memorable y aunque me escuche como una nena puedo asegurar que fue uno de los días más felices de mi vida, mis sobrinos quitaron todo el estrés que venía cargando desde aquel encuentro con licántropos y vampiros, aquella noche donde fingí ser Ruggero y pelee a lado de los que fueran sus discípulos la bella Cammy que sepa Dios donde esté y el crío de Hayden esposo de la tía buena de Giulia. Pero ¿para que mierda hablo de esa noche? cuando mis sobrinos con sus risas y sus juegos pudieron arrancarme una risa sincera.
Antes de marcharme esa noche hablé con Estella, en un principio no me recibió muy bien, también supo quien era y menos mal porque si me hubiera confundido con Ruggero le hubiera dicho hasta lo que no. ¿Por qué le pregunté sobre como se conocieron Ruggero y Chiara? No tengo ni puta idea, pero lo hice. Y el relato de aquella ama de llaves me llevó al presente a querer conocer el jardín donde se juraron amor eterno.
Llegué en la mañana, había parejas y familias paseándose, al parecer era yo él único gilipollas que andaba solo por ahí, lo que sinceramente poco me importaba por mi que se fueran al carajo. De pronto mientras veía los narcisos recordé a mi madre, a la mujer más bella que está tierra vio nacer y que me dio la vida María Santillán, ella amaba esas flores y cada 25 de julio nos encontrábamos y paseábamos, íbamos a todas partes era nuestro día y siempre le llevaba narcisos, pero cuando ella fue asesinada se convirtió en un día gris aunque no he faltado a su tumba con sus narcisos.
Perdido estaba en mis pensamientos cuando alcé la mirada y la contemplé, era una chiquilla que me pareció haber visto. Después me puse a pensar y supe que no era así aunque sus cabellos como el fuego me llamaron la atención y por un momento recordé a Susana Lazkano, mi único amor. Fue entonces que caminé hacía ella para poder verla un poco mejor, ella se dio cuenta y me miró, yo simplemente la observé para complacer mi recuerdo y cuando lo sacié me di la vuelta para continuar mi recorrido.
Nicolei Santillán- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 20/01/2013
Re: Un dia particular... despertar al amor... ¿o también al dolor?- (Nicolei)
La joven, acostada en el pasto, disfrutando del sol y de la agradable brisa, no se arrepentía de haber faltado a su trabajo ya que pronto tampoco sería parte de él. Suspiró mientras con sus manos extendidas en el suelo, tomaba la gramilla entre los dedos como si fueran cabellos y tirara de ellos dulcemente, - que bien se siente no hacer nada - pensó mientras escuchaba mil sonidos manteniendo los ojos entornados, ya que el sol le molestaba.
Que importante le parecía para ella el tener todos sus sentidos, si tuviera que perder uno, siempre había pensado que prefería perder cualquiera de los otros menos la vista - cuando cierro los parpados veo como una tela de color entre dorado y naranja – caviló - ¿como será no poder ver? - era algo que siempre había pensado, y le entristecía recordar a Laura, su mejor amiga, tras caer de su caballo había quedado ciega, - no tienes que sentir compasión por mi no podré ver, pero te aseguro que puedo escuchar y distinguir las cosas mucho mas fielmente que cuando tenía mi visión – le regañaba siempre, cada vez que se quedaba en silencio contemplándola, - ¿como sabía que me ponía triste? - meditó mientras tamborileaba con sus dedos el suelo, - cierra los ojos e intenta concentrarte en los sonidos que se acercan hacia ti, te aseguro que hasta podrás saber si es un ser grande o pequeño, si pesa mucho o no, como tu que estas mas gorda... jajajaja – rió recordando su cara de asombro y fastidio al darse cuenta que era verdad, ese año ella había crecido por todos lados y ya no era la flacucha niña de trenzas rojizas.
Sonrió en silencio y aun con los ojos cerrados, se concentró en los sonidos que llegaban de todos lados, el trino de los pájaros en una rama cercana, el chapoteo de los cisnes en el lago, el continuo masticar de su caballo, unas risas apagadas de alguna pareja que buscaba esconderse y prodigarse cariño. Siguió agudizando mas su audición, descubrió el ruido apagado de unos pasos, al principio decididos, luego irregulares como quien duda o cavila en algo importante. El sonido del rose de unas manos en las flores, intentó recordar que plantas había por el lugar desde donde provenía el ruido y se imaginó la mata de narcisos que contemplara mientras caminara hasta ese lugar.
Los pasos se fueron acercando mas, hasta que se detuvieron a una corta distancia. Delphine fue incorporándose, abriendo sus ojos, buscando el sonido con sus ojos, entonces lo descubrió, un hombre mayor que ella, - ¿cuantos años tendrá? - se dijo repasando con su vista, de arriba a bajo sin pudores, al caballero que tenía delante, - parece extranjero – pensó por un momento riendo de buena gana mentalmente al recordar que la mayoría de las personas que la conocían, tambien pensaban que ella no podía ser francesa, ya que sus costumbres eran poco comunes para la sociedad en la que vivia. Le sonrió como había hecho con todas las personas que había encontrado ese día, - Hola, ¿se ha perdido? ¿Puedo ayudarlo? - el hombre no le contestó, la observaba como si en realidad sopesara si era alguien que conociera.
Delphine, quedó en silencio, sentada con las piernas recogidas a un lado bajo la falda y apoyada sobre el brazo derecho, mientras con la mano izquierda intentaba sacarse del rostro un mechón de su pelo que le molestaba. Cuando quiso volver a hablarle, el extraño dio media vuelta y se alejo. Aquella falta de cortesía, de parte del caballero, provocó que la jovencita, se pusiera colorada como un carbón en el fuego. - pero como se atreve a ser tan descortés – se exasperó mientras se levantaba rápidamente tal si tuviera resortes, caminó hacia donde él se alejaba, - oiga!!! - le grito, - he usted, le estoy hablando – pero parecía que fuera sordo como una tapia.
No lo pensó dos veces se inclinó sobre un parterre donde la tierra estaba removida y extrajo un terrón algo mojado, se puso en posición, adelantó una pierna, estiró su brazo derecho sosteniendo el proyectil y se lo tiró, impactando en mitad de la espalda del extraño, con un sonido seco, desgranándose en pequeñas partículas. Rió a carcajadas, sosteniéndose la falda en el regazo, si ocurría lo que esperaba, el hombre la perseguiría y ella saldría huyendo lo mas aprisa que pudiera.
Que importante le parecía para ella el tener todos sus sentidos, si tuviera que perder uno, siempre había pensado que prefería perder cualquiera de los otros menos la vista - cuando cierro los parpados veo como una tela de color entre dorado y naranja – caviló - ¿como será no poder ver? - era algo que siempre había pensado, y le entristecía recordar a Laura, su mejor amiga, tras caer de su caballo había quedado ciega, - no tienes que sentir compasión por mi no podré ver, pero te aseguro que puedo escuchar y distinguir las cosas mucho mas fielmente que cuando tenía mi visión – le regañaba siempre, cada vez que se quedaba en silencio contemplándola, - ¿como sabía que me ponía triste? - meditó mientras tamborileaba con sus dedos el suelo, - cierra los ojos e intenta concentrarte en los sonidos que se acercan hacia ti, te aseguro que hasta podrás saber si es un ser grande o pequeño, si pesa mucho o no, como tu que estas mas gorda... jajajaja – rió recordando su cara de asombro y fastidio al darse cuenta que era verdad, ese año ella había crecido por todos lados y ya no era la flacucha niña de trenzas rojizas.
Sonrió en silencio y aun con los ojos cerrados, se concentró en los sonidos que llegaban de todos lados, el trino de los pájaros en una rama cercana, el chapoteo de los cisnes en el lago, el continuo masticar de su caballo, unas risas apagadas de alguna pareja que buscaba esconderse y prodigarse cariño. Siguió agudizando mas su audición, descubrió el ruido apagado de unos pasos, al principio decididos, luego irregulares como quien duda o cavila en algo importante. El sonido del rose de unas manos en las flores, intentó recordar que plantas había por el lugar desde donde provenía el ruido y se imaginó la mata de narcisos que contemplara mientras caminara hasta ese lugar.
Los pasos se fueron acercando mas, hasta que se detuvieron a una corta distancia. Delphine fue incorporándose, abriendo sus ojos, buscando el sonido con sus ojos, entonces lo descubrió, un hombre mayor que ella, - ¿cuantos años tendrá? - se dijo repasando con su vista, de arriba a bajo sin pudores, al caballero que tenía delante, - parece extranjero – pensó por un momento riendo de buena gana mentalmente al recordar que la mayoría de las personas que la conocían, tambien pensaban que ella no podía ser francesa, ya que sus costumbres eran poco comunes para la sociedad en la que vivia. Le sonrió como había hecho con todas las personas que había encontrado ese día, - Hola, ¿se ha perdido? ¿Puedo ayudarlo? - el hombre no le contestó, la observaba como si en realidad sopesara si era alguien que conociera.
Delphine, quedó en silencio, sentada con las piernas recogidas a un lado bajo la falda y apoyada sobre el brazo derecho, mientras con la mano izquierda intentaba sacarse del rostro un mechón de su pelo que le molestaba. Cuando quiso volver a hablarle, el extraño dio media vuelta y se alejo. Aquella falta de cortesía, de parte del caballero, provocó que la jovencita, se pusiera colorada como un carbón en el fuego. - pero como se atreve a ser tan descortés – se exasperó mientras se levantaba rápidamente tal si tuviera resortes, caminó hacia donde él se alejaba, - oiga!!! - le grito, - he usted, le estoy hablando – pero parecía que fuera sordo como una tapia.
No lo pensó dos veces se inclinó sobre un parterre donde la tierra estaba removida y extrajo un terrón algo mojado, se puso en posición, adelantó una pierna, estiró su brazo derecho sosteniendo el proyectil y se lo tiró, impactando en mitad de la espalda del extraño, con un sonido seco, desgranándose en pequeñas partículas. Rió a carcajadas, sosteniéndose la falda en el regazo, si ocurría lo que esperaba, el hombre la perseguiría y ella saldría huyendo lo mas aprisa que pudiera.
Última edición por Delphine Mallarmé el Miér Mayo 20, 2015 11:31 pm, editado 1 vez
Emilie De Azcoitia- Humano Clase Alta
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Re: Un dia particular... despertar al amor... ¿o también al dolor?- (Nicolei)
¿Qué era todo ese escándalo que a mis espaldas esa jovencita manifestaba? No tenía idea y no tenía intención de averiguarlo, lo único que realmente quería era marcharme de allí. De pronto ese interés que me había movido a visitar el jardín botánico se desvaneció, como le sucedía últimamente con sus deseos. Simplemente se sentía insatisfecho y mejor declinaba abandonando las situaciones, dejándolas a medias.
Fue entonces que sucedió, aquella malcriada disparó un proyectil de tierra sobre mí... ¿me cabreé? Por supuesto, ¿quién no lo haría? Al principio me detuve, escuchando su molesta carcajada y cuando paró al fin me giré para contemplarla. Tenía su falda sostenida para huir sin problema sí yo pretendía ir a por ella, al menos eso fue lo que me imaginé; no le daría gusto, no cuando me había agredido. -No sé que es lo que esperáis pero no tengo tiempo para jugar con una chiquilla malcriada, anda ve a buscar a tu familia que dudo alguien tan aniñada pueda tener algún tipo de compromiso- le reprendí satisfecho, por primera vez en meses ofendía sin necesidad de usar tacos y sin saber porque me sentí cómodo además de que recordé a mi viejo, a mi querido abuelo que siempre pretendió corregir esa falta de educación con tanto esmero. -Algún día serás el barón de está familia pues eres mi heredero- decía y yo asentía sin prestarle realmente atención, en aquel entonces también era un malcriado.
Lo note, estaba enfurecida su rostro rojo por la burla y la ofensa no sólo me dijo que no era una joven común y corriente, descubrí en esos ojos un misticismo y la volví a ver de arriba a abajo, reconocí algo, a pesar de que nos privaban de visualizar o hacernos una idea de un cuerpo femenino, ella al parecer tenía uno digno de una diosa. Pero sólo era una cría, claro que Giulia también lo era pero a diferencia de la pelirroja tenía un aire más adulto quizás por lo que vivió. Que sinceramente desconozco más estoy seguro de que fue traumático. Volví a evocar aquel primer encuentro con Chiara, los ojos vengativos de Giulia se habían apaciguado por un instante cuando hablé del hijo de puta de mi padre, era como si lo comprendiera. Pero está joven parecía una simple riquilla hija de mami y papi.
-Por cierto niña lo vuestro si fue grosero- dije dándole la espalda para continuar mi andar. Tardé en caminar pues tenía que reconocer que me había cautivado y sin afirmarlo deseaba conocerla un poco más; pero por supuesto primero estaba mi orgullo y tomaría aquel dicho, si el pájaro regresa a ti es porque realmente era vuestro, vaya coñazo no recuerdo si decía así pero lo importante era que si volvía a fastidiar tomaría cartas en el asunto.
Fue entonces que sucedió, aquella malcriada disparó un proyectil de tierra sobre mí... ¿me cabreé? Por supuesto, ¿quién no lo haría? Al principio me detuve, escuchando su molesta carcajada y cuando paró al fin me giré para contemplarla. Tenía su falda sostenida para huir sin problema sí yo pretendía ir a por ella, al menos eso fue lo que me imaginé; no le daría gusto, no cuando me había agredido. -No sé que es lo que esperáis pero no tengo tiempo para jugar con una chiquilla malcriada, anda ve a buscar a tu familia que dudo alguien tan aniñada pueda tener algún tipo de compromiso- le reprendí satisfecho, por primera vez en meses ofendía sin necesidad de usar tacos y sin saber porque me sentí cómodo además de que recordé a mi viejo, a mi querido abuelo que siempre pretendió corregir esa falta de educación con tanto esmero. -Algún día serás el barón de está familia pues eres mi heredero- decía y yo asentía sin prestarle realmente atención, en aquel entonces también era un malcriado.
Lo note, estaba enfurecida su rostro rojo por la burla y la ofensa no sólo me dijo que no era una joven común y corriente, descubrí en esos ojos un misticismo y la volví a ver de arriba a abajo, reconocí algo, a pesar de que nos privaban de visualizar o hacernos una idea de un cuerpo femenino, ella al parecer tenía uno digno de una diosa. Pero sólo era una cría, claro que Giulia también lo era pero a diferencia de la pelirroja tenía un aire más adulto quizás por lo que vivió. Que sinceramente desconozco más estoy seguro de que fue traumático. Volví a evocar aquel primer encuentro con Chiara, los ojos vengativos de Giulia se habían apaciguado por un instante cuando hablé del hijo de puta de mi padre, era como si lo comprendiera. Pero está joven parecía una simple riquilla hija de mami y papi.
-Por cierto niña lo vuestro si fue grosero- dije dándole la espalda para continuar mi andar. Tardé en caminar pues tenía que reconocer que me había cautivado y sin afirmarlo deseaba conocerla un poco más; pero por supuesto primero estaba mi orgullo y tomaría aquel dicho, si el pájaro regresa a ti es porque realmente era vuestro, vaya coñazo no recuerdo si decía así pero lo importante era que si volvía a fastidiar tomaría cartas en el asunto.
Nicolei Santillán- Cazador Clase Alta
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Re: Un dia particular... despertar al amor... ¿o también al dolor?- (Nicolei)
-¿Niña? - dijo en voz algo audible, - que sabes tu, de lo que soy o dejo de ser, me juzgas por un vestido o un peinado – le dijo acercándose a él, pero manteniendo la distancia, - como te atreves a decir nada de mi familia... - las lagrimas se le agolparon en su garganta, enmudeció, no quería que ese extraño disfrutara con su dolor, pero si un maldito terrón había generado aquella ofensa, la respuesta recibida, impactó en ella como una patada al estomago.
Quiso tirarle nuevamente con algún objeto contundente, - si tuviera a mi alcance una piedra, se la daría por la nuca – pensó furiosa. En su afán de no dejarlo ir y hacerle tragar sus palabras se acercó mas, - detente – le exigió, - tu me tratas de grosera, y dime como debo llamarte a ti, que me observabas de una forma inapropiada, ¿o te crees que por tener los ojos cerrados no podía darme cuenta? - se paró con sus manos en la cintura y una expresión de furia en su bello rostro – ¿te crees que seré como esas damas que desfallecen por cualquier bellaco que se les acerca y les habla meloso declarando amor eterno? - contempló su espalda de hombros anchos, su pelo rubio, el andar disipado y tranquilo, como si fuera dueño del mundo, y se dio cuenta lo ridícula que era, - todo lo que dice ese hombre es cierto – pensó mientras como una niña se dejaba caer al césped, - mejor vete, solo quería conversar un rato, no sentirme tan sola - dijo ocultando su rostro entre sus manos sucias por el terrón que había lanzado, - como puedes saber, lo que siente alguien que ha perdido a su padre... ni conocer a su madre, ni tener el consuelo de llevarles una flor a sus tumbas – le dijo mirando la espalda del hombre que seguía alejándose.
Tomó aire y suspiró, como si decírselo a un extraño al que seguramente nunca mas vería le hubiera sacado un gran peso de encima, su rostro tenía manchas de tierra en las mejillas y la punta de su nariz. Se levantó con esfuerzo por que estaba desanimada, se acercó al borde del lago y mirándose en el reflejo del agua, el viento movió unas flores que llamaron su atención – Narcisos – dijo con tristeza – que breve y fugaz es su vida, pero su fragancia es la mas codiciada de la tierra – sonrío con melancolía, - quisiera ser como tu – extendió su mano intentando coger una de las flores. Todo pasó demasiado rápido cayó al agua , pero en una zona donde la profundidad era engañosa y el fondo lodoso. Delphine, no sabía nadar y sus ropajes se pegaron en el lecho lodoso, intentó salir a flote pero estaba atascada, - morir, que ironía, como las leyendas que inútilmente estudié - fue su último pensamiento antes de que todo se volviera negro.
Quiso tirarle nuevamente con algún objeto contundente, - si tuviera a mi alcance una piedra, se la daría por la nuca – pensó furiosa. En su afán de no dejarlo ir y hacerle tragar sus palabras se acercó mas, - detente – le exigió, - tu me tratas de grosera, y dime como debo llamarte a ti, que me observabas de una forma inapropiada, ¿o te crees que por tener los ojos cerrados no podía darme cuenta? - se paró con sus manos en la cintura y una expresión de furia en su bello rostro – ¿te crees que seré como esas damas que desfallecen por cualquier bellaco que se les acerca y les habla meloso declarando amor eterno? - contempló su espalda de hombros anchos, su pelo rubio, el andar disipado y tranquilo, como si fuera dueño del mundo, y se dio cuenta lo ridícula que era, - todo lo que dice ese hombre es cierto – pensó mientras como una niña se dejaba caer al césped, - mejor vete, solo quería conversar un rato, no sentirme tan sola - dijo ocultando su rostro entre sus manos sucias por el terrón que había lanzado, - como puedes saber, lo que siente alguien que ha perdido a su padre... ni conocer a su madre, ni tener el consuelo de llevarles una flor a sus tumbas – le dijo mirando la espalda del hombre que seguía alejándose.
Tomó aire y suspiró, como si decírselo a un extraño al que seguramente nunca mas vería le hubiera sacado un gran peso de encima, su rostro tenía manchas de tierra en las mejillas y la punta de su nariz. Se levantó con esfuerzo por que estaba desanimada, se acercó al borde del lago y mirándose en el reflejo del agua, el viento movió unas flores que llamaron su atención – Narcisos – dijo con tristeza – que breve y fugaz es su vida, pero su fragancia es la mas codiciada de la tierra – sonrío con melancolía, - quisiera ser como tu – extendió su mano intentando coger una de las flores. Todo pasó demasiado rápido cayó al agua , pero en una zona donde la profundidad era engañosa y el fondo lodoso. Delphine, no sabía nadar y sus ropajes se pegaron en el lecho lodoso, intentó salir a flote pero estaba atascada, - morir, que ironía, como las leyendas que inútilmente estudié - fue su último pensamiento antes de que todo se volviera negro.
Última edición por Delphine Mallarmé el Miér Mayo 20, 2015 11:43 pm, editado 1 vez
Emilie De Azcoitia- Humano Clase Alta
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Re: Un dia particular... despertar al amor... ¿o también al dolor?- (Nicolei)
Que me importaba a mi escuchar su berrinche, lo único que quería era alejarme lo más que pudiera. Pero confieso que cuando mencionó la ausencia de su padre y más tarde la de su madre algo en mi me hizo casi detenerme. Aunque no lo hice, sus últimas palabras ya no las entendí estaba lo suficientemente lejos de oirla. De pronto me di media vuelta para verla una última vez, o tal vez lo hice para... no tengo ni puta idea la cuestión es que lo hice. -¡¡¡JODER!!!- exclamé luego de ver como se hundía en el pequeño lago artificial.
Corrí hacia ella sacándome la chaqueta en el camino y lanzándome sin prestar atención a los demás. Dentro, la cogí de la cintura pero no la pude sacar a flote, su falda estaba prácticamente unida al lodo del lago. Así que la solté y me sumergí un poco más para con mi navaja cortar ese exceso de vestido que le dio la libertad de salir a flote. Ella estaba inconsciente cuando subí y la cogí por la cintura, note que no respiraba -chiquilla boba- le dije nadando a la orilla y más tarde sacándola. No respiraba y el vestido no le ayudaba en nada, el corsé se había expandido de modo que estrujaba el cuerpo juvenil.
Nuevamente me hice de mi navaja, a mi alrededor habían muchos congregados a los que no presté atención pese a lo que estaba a punto de hacer. Con la navaja rasgué el escote del vestido así como del corsé y con mi fuerza terminé desgarrándole las dos piezas. Si, como lo había creído la chica poseía un cuerpo envidiable ahora me detengo a pensarlo, pues en esos momentos poco me importaba esa piel tersa y virgen. Sus pechos seguían cubiertos pero ya muchos estaban excitados. Apliqué un masaje en su pecho superior y comencé con la reanimación por medio de la respiración boca a boca. No tardó mucho para que comenzara a toser y cuando lo hizo cogí mi chaqueta que estaba cerca y la cubrí con ella, después la alcé y salí de ese lugar. -Malditos fisgones- reproché.
-Si no sabéis nadar no os metáis al agua- dije en cuanto abrió los ojos, -lo siento- continué antes de que ella dijese algo y al mismo tiempo sorprendiéndome a mí mismo. Entramos a una cabaña predispuesta para viajeros que desearan pasar la noche en los jardines botánicos, por supuesto no pensaba hacerlo, tan sólo era el lugar ideal para dejarla descansar y una vez tomara las fuerzas necesarias volara cual pájaro lo hace cuando su ala está sanada.
La recosté en la cama y después caminé hasta una silla, me senté y me quedé viéndola. -Os sugiero que no se quitéis la chaqueta, os la obsequio dijo al ver que ella contemplaba eso que ocultaba su torso y hombros desnudos. -No seré la mejor compañía pero estaré aquí hasta que os recuperéis... ¿ dijisteis que sólo queríais hablar? Adelante, hagamoslo- le dije y le sonreí.
Corrí hacia ella sacándome la chaqueta en el camino y lanzándome sin prestar atención a los demás. Dentro, la cogí de la cintura pero no la pude sacar a flote, su falda estaba prácticamente unida al lodo del lago. Así que la solté y me sumergí un poco más para con mi navaja cortar ese exceso de vestido que le dio la libertad de salir a flote. Ella estaba inconsciente cuando subí y la cogí por la cintura, note que no respiraba -chiquilla boba- le dije nadando a la orilla y más tarde sacándola. No respiraba y el vestido no le ayudaba en nada, el corsé se había expandido de modo que estrujaba el cuerpo juvenil.
Nuevamente me hice de mi navaja, a mi alrededor habían muchos congregados a los que no presté atención pese a lo que estaba a punto de hacer. Con la navaja rasgué el escote del vestido así como del corsé y con mi fuerza terminé desgarrándole las dos piezas. Si, como lo había creído la chica poseía un cuerpo envidiable ahora me detengo a pensarlo, pues en esos momentos poco me importaba esa piel tersa y virgen. Sus pechos seguían cubiertos pero ya muchos estaban excitados. Apliqué un masaje en su pecho superior y comencé con la reanimación por medio de la respiración boca a boca. No tardó mucho para que comenzara a toser y cuando lo hizo cogí mi chaqueta que estaba cerca y la cubrí con ella, después la alcé y salí de ese lugar. -Malditos fisgones- reproché.
-Si no sabéis nadar no os metáis al agua- dije en cuanto abrió los ojos, -lo siento- continué antes de que ella dijese algo y al mismo tiempo sorprendiéndome a mí mismo. Entramos a una cabaña predispuesta para viajeros que desearan pasar la noche en los jardines botánicos, por supuesto no pensaba hacerlo, tan sólo era el lugar ideal para dejarla descansar y una vez tomara las fuerzas necesarias volara cual pájaro lo hace cuando su ala está sanada.
La recosté en la cama y después caminé hasta una silla, me senté y me quedé viéndola. -Os sugiero que no se quitéis la chaqueta, os la obsequio dijo al ver que ella contemplaba eso que ocultaba su torso y hombros desnudos. -No seré la mejor compañía pero estaré aquí hasta que os recuperéis... ¿ dijisteis que sólo queríais hablar? Adelante, hagamoslo- le dije y le sonreí.
Nicolei Santillán- Cazador Clase Alta
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Re: Un dia particular... despertar al amor... ¿o también al dolor?- (Nicolei)
Lo primero que llegó a sus sentidos fueron unas manos fuertes que apretaban en su pecho y luego unos labios que besaban los suyos, junto a un aliento entrando por su boca, casi no podía moverse, era como si su cuerpo no pudiera responder a lo que pensaba o deseara hacer, una sensación extraña y desconcertante. Abrió los ojos con dificultad, mirando luego, con sorpresa el rostro varonil, mojado, que se acercaba a ella y volvía darle ese extraño beso, - ¿que hace? - pensó mientras un leve rubor cubría sus pálidas mejillas, sintió vergüenza de toser frente a ese hombre. Había mas personas allí mirándola, husmeando que pasaba, que le hacían, intentando saber lo que había pasado, y de todas esas personas, quien justamente había salvado su vida era aquel que ella había agredido. Lo contempló a hurtadillas mientras él se giraba y buscaba su abrigo y la cubría con el. El pelo rubio le caía sobre los hombros, mojado y pegándose a su cabeza, la mandíbula fuerte, las pestañas con pequeñas perlas de agua, mientras esos labios decían algo que ella no entendía. Delphine se mordió sus labios, nerviosa y asustada. Es que nadie entendería que para ella, esos, eran los primeros que tocaban los suyos en su vida, ella había esperado que ese momento fuera mágico, frunció su ceño con disgusto, por un leve segundo, pero cerró sus ojos buscando ocultar su desilusión.
Dejó que la llevara en volandas, no tenía fuerzas para negarse y el calor de aquel cuerpo la ayudaba a no sufrir tanto los escalofríos. No sabía a donde la llevaba, ni tampoco le importaba,tiritaba, no solo por el frío, o estar completamente mojada en uno de los primeros días invernales, o el hecho de que su torso aun cubierto con el abrigo del caballero, seguía mojado, al igual que sus largas y torneadas piernas que se encontraban heladas bajo la media que se pegaba a su piel. Instintivamente pasó un brazo rodeando el torso masculino, por debajo del hombro y con el otro se aferró al cuello de Nicolei, hundió su rostro en el pecho, cuando divisó un grupo de fisgones que la miraban de forma extraña. Sus cabellos rojizos, la cubrieron como si de un manto se tratara.
Cuando entraron a la cabaña, ella se envaró un poco en los brazos del hombre, sus ojos buscaron los ajenos pero no la miraba, solo inspeccionaba en ver donde la dejaría, - ¿será que peso mucho y se cansa? - caviló, sin tomar conciencia que hacía un momento estaba casi muerta y que a ese desconocido le debía estar en el mundo todavía. Aun su mente divagaba en esas tonterías, cuando la dejó en el lecho. Ella lo contempló con mas detenimiento, mientras se movía por la habitación en busca de un asiento, y escuchó atenta lo que le decía.
Sonrió cuando oyó que le recomendaba no sacarse el abrigo – es muy amable y le agradezco el obsequio – dijo, rosando con la punta de sus dedos el borde del cuello del abrigo, - pero si no me quito estas prendas, me dará una pulmonía – sonrió ruborizándose. Dejó que su mirada recorriera examinando toda la habitación, hasta que contempló en un estante una manta, y muda de ropa, - seguramente, los viajeros cumplen el pacto de dejar para el siguiente huésped algo que pueda servirles – pensó con rapidez. A pesar de que pareciera una mujer frágil, ella era fuerte y decidida. Volvió a sonreír nerviosa, cuando le habló que no era la mejor compañía y que se quedaría con ella mientras se recuperaba. Asintió con la cabeza, - os agradezco de verdad, pronto me sentiré mejor – pero en verdad seguía temblando.
En un rincón de la habitación, distinguió un pequeño hogar, suficiente para soportar pasar las noches en una cabaña tan expuesta a la intemperie. Se ovilló, no se animaba a levantarse a buscar el atado de ropa, que seguramente le podía servir para cambiarse. Se incorporó con dificultad, hasta quedar sentada con las piernas flexionadas bajo sus muslos. Su mirada se concentró en ver como había quedado su vestido bajo el abrigo y al comprobar lo destrozado e inútil que estaba suspiró, - mira como me he puesto – caviló con tristeza.
Inspiró profundamente, lo enfrentó con la mirada y con una suave sonrisa en el rostro le habló por primera vez luego de lo sucedido – muchas gracias – dijo, buscando sus ojos – creo que primero debería presentarme – expresó casi en un susurro, estrujando un trozo de su vestido entre las manos. Estaba a punto de decir su nombre, pero no supo porque razón temió decir su verdadero nombre, fue casi instantáneo, de sus labios salió el nombre de su mejor amiga – me llamo Leire, nací en Baviera, estoy en París... por mi trabajo... - inclinó su rostro, algo cohibida, por un segundo para luego volver a enfrentarlo – pues, ahora debería estar en el, pero... pero, el día estaba tan hermoso, para tener que pasarlo encerrada entre libros – dijo con el rostro iluminado y risueño, como una criatura que es feliz por el solo hecho de romper una regla.
Dejó que la llevara en volandas, no tenía fuerzas para negarse y el calor de aquel cuerpo la ayudaba a no sufrir tanto los escalofríos. No sabía a donde la llevaba, ni tampoco le importaba,tiritaba, no solo por el frío, o estar completamente mojada en uno de los primeros días invernales, o el hecho de que su torso aun cubierto con el abrigo del caballero, seguía mojado, al igual que sus largas y torneadas piernas que se encontraban heladas bajo la media que se pegaba a su piel. Instintivamente pasó un brazo rodeando el torso masculino, por debajo del hombro y con el otro se aferró al cuello de Nicolei, hundió su rostro en el pecho, cuando divisó un grupo de fisgones que la miraban de forma extraña. Sus cabellos rojizos, la cubrieron como si de un manto se tratara.
Cuando entraron a la cabaña, ella se envaró un poco en los brazos del hombre, sus ojos buscaron los ajenos pero no la miraba, solo inspeccionaba en ver donde la dejaría, - ¿será que peso mucho y se cansa? - caviló, sin tomar conciencia que hacía un momento estaba casi muerta y que a ese desconocido le debía estar en el mundo todavía. Aun su mente divagaba en esas tonterías, cuando la dejó en el lecho. Ella lo contempló con mas detenimiento, mientras se movía por la habitación en busca de un asiento, y escuchó atenta lo que le decía.
Sonrió cuando oyó que le recomendaba no sacarse el abrigo – es muy amable y le agradezco el obsequio – dijo, rosando con la punta de sus dedos el borde del cuello del abrigo, - pero si no me quito estas prendas, me dará una pulmonía – sonrió ruborizándose. Dejó que su mirada recorriera examinando toda la habitación, hasta que contempló en un estante una manta, y muda de ropa, - seguramente, los viajeros cumplen el pacto de dejar para el siguiente huésped algo que pueda servirles – pensó con rapidez. A pesar de que pareciera una mujer frágil, ella era fuerte y decidida. Volvió a sonreír nerviosa, cuando le habló que no era la mejor compañía y que se quedaría con ella mientras se recuperaba. Asintió con la cabeza, - os agradezco de verdad, pronto me sentiré mejor – pero en verdad seguía temblando.
En un rincón de la habitación, distinguió un pequeño hogar, suficiente para soportar pasar las noches en una cabaña tan expuesta a la intemperie. Se ovilló, no se animaba a levantarse a buscar el atado de ropa, que seguramente le podía servir para cambiarse. Se incorporó con dificultad, hasta quedar sentada con las piernas flexionadas bajo sus muslos. Su mirada se concentró en ver como había quedado su vestido bajo el abrigo y al comprobar lo destrozado e inútil que estaba suspiró, - mira como me he puesto – caviló con tristeza.
Inspiró profundamente, lo enfrentó con la mirada y con una suave sonrisa en el rostro le habló por primera vez luego de lo sucedido – muchas gracias – dijo, buscando sus ojos – creo que primero debería presentarme – expresó casi en un susurro, estrujando un trozo de su vestido entre las manos. Estaba a punto de decir su nombre, pero no supo porque razón temió decir su verdadero nombre, fue casi instantáneo, de sus labios salió el nombre de su mejor amiga – me llamo Leire, nací en Baviera, estoy en París... por mi trabajo... - inclinó su rostro, algo cohibida, por un segundo para luego volver a enfrentarlo – pues, ahora debería estar en el, pero... pero, el día estaba tan hermoso, para tener que pasarlo encerrada entre libros – dijo con el rostro iluminado y risueño, como una criatura que es feliz por el solo hecho de romper una regla.
Última edición por Delphine Mallarmé el Miér Mayo 20, 2015 11:59 pm, editado 1 vez
Emilie De Azcoitia- Humano Clase Alta
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Re: Un dia particular... despertar al amor... ¿o también al dolor?- (Nicolei)
La verdad consideré pasarla bien con la cría pero por cada palabra que decía me parecía tan aburrida que me arrepentí de darle la palabra, bostecé a propósito, con la única intención de cabrearla, y hacer que me transmita otro sentimiento. -Joder, menuda tía aburrida como lo han de ser sus libros- pensé con ironía.
-¿Sabes niña?... sois muy aburrida y ahora me arrepiento de daros la palabra. Pero mi abuelo me dijo alguna vez... cuando una dama os dé su nombre tenéis que daros el vuestro... soy Nicolei pero no vuestro servidor- dije sonriente aunque no satisfecho por mis palabras, por unos segundos reaccionó distinto, digo, la tía al parecer era fuerte pero la marcada tristeza me hizo querer disculparme. ¿Disculparme? A la mierda no lo iba hacer y no lo hice. Suspiré y como un cobarde huí de su mirada, recordé entonces mis días de soledad, quizás ella y yo compartíamos algo y eso me ataba a ella, por lo menos en esos momentos.
Motivado por un instinto me levanté y caminé a ella, me puse en cuclillas y le cogí las manos, la miré con comprensión y aunque ni de coña me iba a disculpar, si disfrazaría mis palabras para que pareciera eso. -Muchas veces soy un hijo de puta y un maldito vulgar, no sé tratar a las mujeres y fue una mentira lo que os dije anteriormente... sí realmente fuerais aburrida yo ya no estaría aquí- sonreí pero no le solté las manos, la verdad las sujete aún más. Estaban frías y pronto me dispuse a darles calor frotándolas.
-Yo no conocí a mi padre, el hijo de puta quiso abandonarme pero mi madre me rescató y llevó a España. Tengo un hermano, Ruggero Rosso, fue un maldito perro de la iglesia, un asesino que se hacía llamar soldado y ahora un desertor. Te lo mencionó porque dijisteis que no sois de las mujeres que se desfallecen cuando un hombre les habla meloso yo pienso que tenéis razón y es bueno que penséis de esa forma, sin embargo, mi hermano y su esposa me mostraron que sí existe el amor romántico que podéis leer en esa literatura romántica- sin saber porque besé las manos femeninas y me puse de pie, estaba confundido y por vez primera no sabía que hacer, si se tratara de otra mujer me tiraría sobre ella, vamos, me echaría un polvo, pero algo me hacía respetarla lo que me provocaba un ligero temor.
-¿Sabes niña?... sois muy aburrida y ahora me arrepiento de daros la palabra. Pero mi abuelo me dijo alguna vez... cuando una dama os dé su nombre tenéis que daros el vuestro... soy Nicolei pero no vuestro servidor- dije sonriente aunque no satisfecho por mis palabras, por unos segundos reaccionó distinto, digo, la tía al parecer era fuerte pero la marcada tristeza me hizo querer disculparme. ¿Disculparme? A la mierda no lo iba hacer y no lo hice. Suspiré y como un cobarde huí de su mirada, recordé entonces mis días de soledad, quizás ella y yo compartíamos algo y eso me ataba a ella, por lo menos en esos momentos.
Motivado por un instinto me levanté y caminé a ella, me puse en cuclillas y le cogí las manos, la miré con comprensión y aunque ni de coña me iba a disculpar, si disfrazaría mis palabras para que pareciera eso. -Muchas veces soy un hijo de puta y un maldito vulgar, no sé tratar a las mujeres y fue una mentira lo que os dije anteriormente... sí realmente fuerais aburrida yo ya no estaría aquí- sonreí pero no le solté las manos, la verdad las sujete aún más. Estaban frías y pronto me dispuse a darles calor frotándolas.
-Yo no conocí a mi padre, el hijo de puta quiso abandonarme pero mi madre me rescató y llevó a España. Tengo un hermano, Ruggero Rosso, fue un maldito perro de la iglesia, un asesino que se hacía llamar soldado y ahora un desertor. Te lo mencionó porque dijisteis que no sois de las mujeres que se desfallecen cuando un hombre les habla meloso yo pienso que tenéis razón y es bueno que penséis de esa forma, sin embargo, mi hermano y su esposa me mostraron que sí existe el amor romántico que podéis leer en esa literatura romántica- sin saber porque besé las manos femeninas y me puse de pie, estaba confundido y por vez primera no sabía que hacer, si se tratara de otra mujer me tiraría sobre ella, vamos, me echaría un polvo, pero algo me hacía respetarla lo que me provocaba un ligero temor.
Nicolei Santillán- Cazador Clase Alta
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Re: Un dia particular... despertar al amor... ¿o también al dolor?- (Nicolei)
Sonrió mirandole, entonces lo vio estirarse y bostezar – pero que.. - pensó totalmente sorprendida por la forma de comportarse de aquel caballero. Una linea se marcó en su frente, estaba a punto de cabrearse y tirarle la pequeña cobija que tenía cubriendo sus pies, cuando el siguiente comentario sobre lo aburrida que era, llegó como una nueva bofetada, no supo porqué razón, esa frase pronunciada por aquel extraño, le dolió. Bajó el rostro y miró el abrigo que aun la cubría, seguía temblando porque la tela se había puesto helada – bien, así que el señorito se aburre – pensó con un nudo en la garganta, la nariz le ardía al igual de los ojos, pero no le iba a dar el gusto de verla llorar por alguna tontería que le dijera. - de seguro muchos de mis libros son mas interesantes que tu – pensó, mientras abría su boca para decirle alguna frase que también lo hiriera a él de la misma manera como se sentía, pero calló. Nicolei se acercó mas a ella, la tomó de las manos que por un segundo estuvo tentada a zafarse y pegarle en la mejilla por haberla herido, pero no lo hizo solo se quedó contemplando esa enormes manos que cubrían las delicadas y pequeñas de ella.
Las palabras que él pronunció la dejaron atónita, ningún hombre que conocía, los cuales no eran muchos, nunca dirían semejantes frases. le sonreía y pedía de forma solapada un perdón, que tampoco le era fácil de creer, pero que la hizo sonreír. Tenía tanto frío, que aun sus manos le dolían y temblaban, el calor que él le proporcionaba la confortaba, pero tenía que cambiarse y no había otra opción.
Entonces Nicolei le contó lo que su padre había querido hacer con él, tembló de sólo imaginarlo pequeño e indefenso, abandonado a su suerte. Delphine no podía entender como un hombre podía siquiera pensar en deshacerse de su niño. Su propia madre había muerto cuando ella nació y los primeros tres años había sido criada por las monjas de un convento en Baviera, en donde su padre se presentó y sin decir casi palabra se la llevó, desde entonces vivió con él hasta que decidió formalizar una relación con una aristócrata y dar por concluida su responsabilidad con la joven, y simplemente había desparecido de su vida. Admiró la valentía de la madre del señor Nicolei, de protegerlo y cuidarlo llevándolo con ella a otro reino, - España – pronunció entusiasmada, ya que en breve emprendería un viaje hacia esas intrigantes tierras.
Continuó escuchándole con atención, mirándolo a los ojos, como siempre le habían enseñado, - querida mía – solía decir su padre – si quieres conocer el alma de una persona, mira sus ojos, ellos no te mentirán, tarde o temprano te dejarán conocer su alma – Delphine, asintió con su cabeza como si lo acabara de escuchar, - pues éste hombre parece un alma que ha pasado demasiadas situaciones desdichadas en su vida – pensó mientras, sentía que sus dedos comenzaban a calentarse y dejar de tiritar entre las manos de su compañero.
Cuando, él habló con un tono de desdén y desprecio por el trabajo que tuviera su hermano, ella se envaró, - ¿perro de la iglesia? - dijo en voz baja - ¿eso creerías si supieras que hasta hoy fui una inquisidora? - caviló mientras la tristeza volvía a cubrir su mirada. Pero entonces le hablo de la relación de ese hermano con su cuñada, en su voz ahora se notaba la misma ironía pero con una pizca de envidia, - ¿acaso desearías una relación así? - se sonrojó apenas – no le veo uña de guitarrero – pensó mientras una nueva sonrisa iluminaba su mirada.
Si faltaba algo para sorprenderla definitivamente, fue sentir el beso de aquel hombre en sus manos, había sido uno suave, tierno. Que los dejó algo cohibido a los dos, él se levantó rápidamente alejándose y ella se retrajo aun mas. Cuando la calma volvió sobre ambos ella lo miró nuevamente a los ojos, -¿le podría pedir que encendiera el fuego en el hogar? - señaló con su delgado dedo indice la chimenea y mientras esperaba que él se encargara de eso, fue moviéndose lentamente hasta dejar la chaqueta sobre la cama y dirigirse a donde estaba el atado de ropa.
La luz del hogar dio un tinte dorado a toda la habitación. Ella tocó con su mano la camisa, el pantalón y sin pensarlo mucho los tomo. Se trató de esconder un poco tras el mueble en donde habían estado las prendas y con algo de prisa intentó sacarse lo que le quedaba del vestido rasgado, - es un harapo – pensó sonriendo. Pronto quedó desnuda, las llamas iluminaban también su piel de una tonalidad dorada. Cada dos segundo hacia una mirada furtiva para observar donde se encontraba el hombre.
Se cubrió con la camisa que le quedaba enorme, las mangas las arremangó, el largo de ésta le llegaba casi a las rodillas. Se la abotonó, miró el pantalón , era muchísimo mas grande, y sin cinturón era inútil intentar utilizarlo. Resopló y terminó poniéndose unas medias gruesas de lana que se encontraban en buen estado y por sobretodo limpias. A su pelo intentó sacarle toda el agua posible apretándolo entre las telas de otra prenda que había encontrado, como si fuera una toalla. cuando se sintió lo mas decentemente vestida, tomando una buena bocanada de aire en sus pulmones, se arrimó al lecho. Iba con la mirada en el suelo, no quería que la viera, pero ahí estaba. Levantó la vista y encontró aquella mirada que la recorrió de arriba a bajo, un poco similar a la de un lobo hambriento, pero en vez de provocarle temor o intentar volver a esconderse, lo enfrentó con una sonrisa picara en la mirada, mientras volvía a colocarse la chaqueta.
Las palabras que él pronunció la dejaron atónita, ningún hombre que conocía, los cuales no eran muchos, nunca dirían semejantes frases. le sonreía y pedía de forma solapada un perdón, que tampoco le era fácil de creer, pero que la hizo sonreír. Tenía tanto frío, que aun sus manos le dolían y temblaban, el calor que él le proporcionaba la confortaba, pero tenía que cambiarse y no había otra opción.
Entonces Nicolei le contó lo que su padre había querido hacer con él, tembló de sólo imaginarlo pequeño e indefenso, abandonado a su suerte. Delphine no podía entender como un hombre podía siquiera pensar en deshacerse de su niño. Su propia madre había muerto cuando ella nació y los primeros tres años había sido criada por las monjas de un convento en Baviera, en donde su padre se presentó y sin decir casi palabra se la llevó, desde entonces vivió con él hasta que decidió formalizar una relación con una aristócrata y dar por concluida su responsabilidad con la joven, y simplemente había desparecido de su vida. Admiró la valentía de la madre del señor Nicolei, de protegerlo y cuidarlo llevándolo con ella a otro reino, - España – pronunció entusiasmada, ya que en breve emprendería un viaje hacia esas intrigantes tierras.
Continuó escuchándole con atención, mirándolo a los ojos, como siempre le habían enseñado, - querida mía – solía decir su padre – si quieres conocer el alma de una persona, mira sus ojos, ellos no te mentirán, tarde o temprano te dejarán conocer su alma – Delphine, asintió con su cabeza como si lo acabara de escuchar, - pues éste hombre parece un alma que ha pasado demasiadas situaciones desdichadas en su vida – pensó mientras, sentía que sus dedos comenzaban a calentarse y dejar de tiritar entre las manos de su compañero.
Cuando, él habló con un tono de desdén y desprecio por el trabajo que tuviera su hermano, ella se envaró, - ¿perro de la iglesia? - dijo en voz baja - ¿eso creerías si supieras que hasta hoy fui una inquisidora? - caviló mientras la tristeza volvía a cubrir su mirada. Pero entonces le hablo de la relación de ese hermano con su cuñada, en su voz ahora se notaba la misma ironía pero con una pizca de envidia, - ¿acaso desearías una relación así? - se sonrojó apenas – no le veo uña de guitarrero – pensó mientras una nueva sonrisa iluminaba su mirada.
Si faltaba algo para sorprenderla definitivamente, fue sentir el beso de aquel hombre en sus manos, había sido uno suave, tierno. Que los dejó algo cohibido a los dos, él se levantó rápidamente alejándose y ella se retrajo aun mas. Cuando la calma volvió sobre ambos ella lo miró nuevamente a los ojos, -¿le podría pedir que encendiera el fuego en el hogar? - señaló con su delgado dedo indice la chimenea y mientras esperaba que él se encargara de eso, fue moviéndose lentamente hasta dejar la chaqueta sobre la cama y dirigirse a donde estaba el atado de ropa.
La luz del hogar dio un tinte dorado a toda la habitación. Ella tocó con su mano la camisa, el pantalón y sin pensarlo mucho los tomo. Se trató de esconder un poco tras el mueble en donde habían estado las prendas y con algo de prisa intentó sacarse lo que le quedaba del vestido rasgado, - es un harapo – pensó sonriendo. Pronto quedó desnuda, las llamas iluminaban también su piel de una tonalidad dorada. Cada dos segundo hacia una mirada furtiva para observar donde se encontraba el hombre.
Se cubrió con la camisa que le quedaba enorme, las mangas las arremangó, el largo de ésta le llegaba casi a las rodillas. Se la abotonó, miró el pantalón , era muchísimo mas grande, y sin cinturón era inútil intentar utilizarlo. Resopló y terminó poniéndose unas medias gruesas de lana que se encontraban en buen estado y por sobretodo limpias. A su pelo intentó sacarle toda el agua posible apretándolo entre las telas de otra prenda que había encontrado, como si fuera una toalla. cuando se sintió lo mas decentemente vestida, tomando una buena bocanada de aire en sus pulmones, se arrimó al lecho. Iba con la mirada en el suelo, no quería que la viera, pero ahí estaba. Levantó la vista y encontró aquella mirada que la recorrió de arriba a bajo, un poco similar a la de un lobo hambriento, pero en vez de provocarle temor o intentar volver a esconderse, lo enfrentó con una sonrisa picara en la mirada, mientras volvía a colocarse la chaqueta.
Última edición por Delphine Mallarmé el Jue Mayo 21, 2015 12:20 am, editado 1 vez
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Re: Un dia particular... despertar al amor... ¿o también al dolor?- (Nicolei)
Justo como me lo pidió me dirigí a la chimenea y prendí el fuego, hacer eso me hizo recordar viejos momentos y me acojoné. Me sentía mal, pero no de salud, era la incertidumbre y el extraño sentimiento sobre Leire, no saber que me ocurría me desconcertaba y perdido en las llamas trataba de reencontrarme conmigo mismo, aunque parecía inútil. Suspiré –¿qué mierda conmigo?– me recriminé y cuando me levanté la contemplé con las prendas holgadas. La miré de arriba a abajo con deseo, no realmente porque la deseara, era más bien para recordar lo truhan que soy, pero fue inútil. Cogió la chaqueta y se la colocó, para después sentarse en la cama, desvié mi mirada, tan sólo era una cría, aunque fuera un patán tenía mis principios así que tuve que difuminar la mirada pícara que me dedicó en respuesta a esa lujuriosa barrida de ojos.
–No deberíais hacer eso niña, no avivéis una llama si no seréis parte de la hoguera– dije no para que me comprendiera, los ojos de Leire demostraban inteligencia pero ésta quedaba de lado ante los placeres de la carne, ante la morbosidad, estar en mi canal no era para inteligentes sino para gente astuta, si ella comprendía a que me refería, bien por ella. Moví la cabeza de un lado a otro como reprobando la acción y después de suspirar abandoné la cabaña.
Mi intención no era abandonarla, pero necesitaba un respiro y afortunadamente para ella llevaba una prendas pequeñas que aunque tal vez no se ajusten a su cuerpo si lo harán mejor que esas improvisadas prendas. Crucé los jardines y en menos de 5 minutos llegué a donde Ruina, mi corcel negro. Le acaricié la larga cabeza y cogiéndolo de las riendas hice que me siguiera a la cabaña. –Estoy confundido Ruina, os llevaré a donde me espera una niña que me ha desconcertado, me gusta de eso no hay duda pero la cría podría ser mi hija– suspiré y en ese momento Ruina protestó con una exhalación, yo me eché a reír, –vale tío exagero pero es demasiado joven para mi, joder pero que mierda digo– me recriminé y llegamos, aseguré las cintas de Ruina y después de amarrarlo en la madera de una columna cogió su maleta y entró de nuevo, ella seguía en la cama.
–¿Por qué seguís ahí?– le dije y caminé a donde ella, dejé la maleta sobre la cama y le tomé de las manos. –Me pedisteis que encendiera el fuego, anda niña ve al fuego a calentaros– le dije con sutileza y sin que aplicara fuerza se levantó, cogidos de la mano fuimos a la chimenea y nos sentamos en el alfombrado. –¿Conocéis España?– le pregunté soltando su mano, –mi abuelo el barón Santillán poseía cientos de viñedos que ahora me pertenecen, el campo es hermoso y la mansión Santillán desde el balcón de mi habitación tiene una majestuosa vista del horizonte, ver el amanecer es simplemente maravilloso. Dijisteis que trabajáis entre libros ¿a qué os dedicáis, sólo leéis?, ¿ habéis salido alguna vez al campo, a las montañas, al bosque, al lago o a la mar?– la contemplé unos instantes, estaba pensativa seguramente formulando una respuesta, yo continué con el asedio de preguntas, –Leire es un nombre del norte de España, pero no sois española o tendríais un acento como el mío, sois rumana, checa, húngara?–.
– Sabéis niña, me agrada vuestra compañía creo que después de todo os juzgue mal– le dije con una sonrisa, luego me recosté descansando mi cabeza sobre mis entrecruzadas manos.
–No deberíais hacer eso niña, no avivéis una llama si no seréis parte de la hoguera– dije no para que me comprendiera, los ojos de Leire demostraban inteligencia pero ésta quedaba de lado ante los placeres de la carne, ante la morbosidad, estar en mi canal no era para inteligentes sino para gente astuta, si ella comprendía a que me refería, bien por ella. Moví la cabeza de un lado a otro como reprobando la acción y después de suspirar abandoné la cabaña.
Mi intención no era abandonarla, pero necesitaba un respiro y afortunadamente para ella llevaba una prendas pequeñas que aunque tal vez no se ajusten a su cuerpo si lo harán mejor que esas improvisadas prendas. Crucé los jardines y en menos de 5 minutos llegué a donde Ruina, mi corcel negro. Le acaricié la larga cabeza y cogiéndolo de las riendas hice que me siguiera a la cabaña. –Estoy confundido Ruina, os llevaré a donde me espera una niña que me ha desconcertado, me gusta de eso no hay duda pero la cría podría ser mi hija– suspiré y en ese momento Ruina protestó con una exhalación, yo me eché a reír, –vale tío exagero pero es demasiado joven para mi, joder pero que mierda digo– me recriminé y llegamos, aseguré las cintas de Ruina y después de amarrarlo en la madera de una columna cogió su maleta y entró de nuevo, ella seguía en la cama.
–¿Por qué seguís ahí?– le dije y caminé a donde ella, dejé la maleta sobre la cama y le tomé de las manos. –Me pedisteis que encendiera el fuego, anda niña ve al fuego a calentaros– le dije con sutileza y sin que aplicara fuerza se levantó, cogidos de la mano fuimos a la chimenea y nos sentamos en el alfombrado. –¿Conocéis España?– le pregunté soltando su mano, –mi abuelo el barón Santillán poseía cientos de viñedos que ahora me pertenecen, el campo es hermoso y la mansión Santillán desde el balcón de mi habitación tiene una majestuosa vista del horizonte, ver el amanecer es simplemente maravilloso. Dijisteis que trabajáis entre libros ¿a qué os dedicáis, sólo leéis?, ¿ habéis salido alguna vez al campo, a las montañas, al bosque, al lago o a la mar?– la contemplé unos instantes, estaba pensativa seguramente formulando una respuesta, yo continué con el asedio de preguntas, –Leire es un nombre del norte de España, pero no sois española o tendríais un acento como el mío, sois rumana, checa, húngara?–.
– Sabéis niña, me agrada vuestra compañía creo que después de todo os juzgue mal– le dije con una sonrisa, luego me recosté descansando mi cabeza sobre mis entrecruzadas manos.
Última edición por Nicolei Santillán el Mar Oct 29, 2013 10:34 am, editado 1 vez
Nicolei Santillán- Cazador Clase Alta
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Re: Un dia particular... despertar al amor... ¿o también al dolor?- (Nicolei)
Las palabras de Nicolei, sobre su comportamiento hicieron que se ruborizara, no había pensado que ella pudiera atraer a un hombre, - no soy atractiva – pensó mientras lo contemplaba - ¿por que me llama niña? - caviló levantando una ceja, le iba a reprochar, pero entonces lo vio dirigirse a la puerta y salir sin siquiera decir adiós. Quiso gritarle, correr hacia la entrada y detenerlo, pero no sabía que hacer, nunca había estado en una situación así, - toda la vida entre libros – dijo con tristeza mientras, se recostaba sin fuerzas en el lecho y desde lejos contemplaba el fuego.
No se animó a moverse de donde estaba, aunque el frio le calaba los huesos y temblaba casi imperceptiblemente, su larga melena se estaba volviendo un manto de escarcha. Unas lagrimas recorrieron sus mejillas, no sabía ni porque se sentía así – ¿acaso no lo acabas de conocer? ¿Porque te preocupa que se haya ido? - se abrazó, tratando de darse un poco de calor, entonces la puerta volvió a abrirse, Nicolei entró con la misma seguridad con la que se había ido, Delphine se limpió las lagrimas con rápidos manotazos, no deseaba que la descubriera afligida. Se incorporó con rapidez, intentando parecer lo mas segura que pudiera.
Cuando la regañó por mantenerse alejada del calor, se acercó hacia donde estaba y la tomó de las manos llevándola cerca del fuego, sentándose ambos en la alfombra. Ella contempló el fuego, el calor que éste emanaba encendía sus mejillas que de por si ya lo estaban, - ¿porque él me provoca algo así? - Se preguntaba una y otra vez. Aun sentía en su piel la mano masculina que no la soltaba, y deseó acariciar las del hombre.
La voz de Nicolei la despertó del letargo hipnótico que provocaban las llamas. - No, no conozco aquel reino – pronunció en voz baja llevando su mirada a los orbes azules del hombre. Se imaginó el campo verde cubierto de viñedos, uno tras otro, recordó el viaje que hiciera desde Rumanía a Francia, los campos italianos colmados de esas vides y la gente sencilla y hospitalaria que trabajaba en ellos. Se imaginó la residencia del Señor Santillán y la hermosa vista del amanecer por el ventanal. - ¿como sería vivir en un lugar así? - caviló, cuando las preguntas de aquel hombre llegaban a sus oídos una tras otra, lo observó intentando encontrar las respuestas a cada pregunta y sonrió cuando por fin guardó silencio por un instante.
Dejó escapar el aire de sus pulmones suavemente, se acomodó mientras escuchaba como le decía que le gustaba su compañía, volvió a sonreír de forma picara mientras él se recostaba apoyando su cabeza en sus brazos de espalda al piso. Delpine, acomodó su cuerpo flexionando sus largas y torneadas piernas, intentando que la tela de la camisa las cubriera lo mejor posible. Apoyó su mano izquierda en la alfombra descargando todo el peso de su cuerpo en el brazo. El cabello cayó pesado sobre los hombros y la camisa resbaló dejando parte de su piel descubierta, inclinó su cabeza para contemplarlo y nerviosa tomó un mechón de sus cabellos, haciéndolo girar en su dedo. - A ver contestaré las preguntas, pero prométeme que me dejaras de llamar niña, pues si no te has dado cuenta hace tiempo que soy una mujer – se ruborizó apenas decir la frase, ¿que es lo que pensaría ese hombre y porque le importaba? - ¿ No le estoy dando a entender otra cosa ?– pensó algo angustiada – buen, que piense lo que quiera – caviló tratando de darse valor. Carraspeó antes de continuar – no conozco España personalmente, pero en unos días debo viajar hacia Madrid – no supo porque no quiso decirle que en verdad su destino era el Escorial, tal vez porque no quería tener que decirle que se trataba de buscar a su amiga inquisidora.
Balanceó su cuerpo porque se le dormía la mano y esto hizo que la camisa resbalara mas aun, dejando al descubierto la parte superior de su ceno izquierdo, con su mano libre subió rápidamente la tela cubriéndose y decidió recostarse como lo estaba él, se acomodó de costado apoyando estaba vez su brazo flexionado bajo la cabeza y mirándolo algo curiosa de saber que pensaría de ella hasta ahora. Tomó aire y continuó, - no soy bibliotecaria, soy investigadora de manuscritos antiguos y de documentos que pueden ser de importancia para... - se volvió a callada, estaba diciéndole al final en que trabajaba y no iba a ser muy difícil que sacara la conclusión que su jefe era la iglesia.
Sonrió nerviosa, - si conozco el campo, y las montañas, la mar nunca llegué a conocerla, pero tengo tiempo ¿no? - buscó su mirada antes de seguir - A mi padre no le gustaba y a mi madre... bueno de ella no se mucho... - se encogió de hombros y con su mano recorrió acariciando la alfombra siguiendo el dibujo de esta hasta que sin querer tocó la cadera masculina, entonces retiró su mano como si se hubiera quemado. Cerró los ojos y pensó en su madre - solo se, que deseaba que me llamaran Delphine... ehmm, digo Leire – intentó corregirse cuando se dio cuenta que había dado su nombre real. Su mirada se dirigió al fuego que crepitaba en la chimenea. Una tristeza se anidó en su pecho – no sabia que era un nombre español, las monjas que me criaron me dijeron que tenía el cabello rojo como el mio y unos ojos azules casi negros, que hablaba una lengua extraña llamada euskera, en especial cuando no estaba muy consciente, como si fuera su lengua materna. Cuando enfermó luego que nací, comenzó a comunicarse solo en ese idioma hasta que murió. También me dijeron que se llamaba Maité – se quedó en silencio contemplando el perfil de Nicolei, luego prosiguió – no se lo que significa, cuando mi padre me reencontró a los tres años y me llevó a vivir con él nunca permitió que el nombre de mi madre se pronunciara. Al llegar a la adolescencia visite el convento y ellas me contaron todo lo que sabían –. Recordó a su padre entrar al edificio encolerizado porque ella se encontraba allí y sacarla a los tirones para luego subirla a un carruaje y llevarla lejos de aquel convento, a París. Aquellos recuerdos hicieron que ocultara su rostro. No podía comprender aún porque el odio de su padre contra su madre.
No se animó a moverse de donde estaba, aunque el frio le calaba los huesos y temblaba casi imperceptiblemente, su larga melena se estaba volviendo un manto de escarcha. Unas lagrimas recorrieron sus mejillas, no sabía ni porque se sentía así – ¿acaso no lo acabas de conocer? ¿Porque te preocupa que se haya ido? - se abrazó, tratando de darse un poco de calor, entonces la puerta volvió a abrirse, Nicolei entró con la misma seguridad con la que se había ido, Delphine se limpió las lagrimas con rápidos manotazos, no deseaba que la descubriera afligida. Se incorporó con rapidez, intentando parecer lo mas segura que pudiera.
Cuando la regañó por mantenerse alejada del calor, se acercó hacia donde estaba y la tomó de las manos llevándola cerca del fuego, sentándose ambos en la alfombra. Ella contempló el fuego, el calor que éste emanaba encendía sus mejillas que de por si ya lo estaban, - ¿porque él me provoca algo así? - Se preguntaba una y otra vez. Aun sentía en su piel la mano masculina que no la soltaba, y deseó acariciar las del hombre.
La voz de Nicolei la despertó del letargo hipnótico que provocaban las llamas. - No, no conozco aquel reino – pronunció en voz baja llevando su mirada a los orbes azules del hombre. Se imaginó el campo verde cubierto de viñedos, uno tras otro, recordó el viaje que hiciera desde Rumanía a Francia, los campos italianos colmados de esas vides y la gente sencilla y hospitalaria que trabajaba en ellos. Se imaginó la residencia del Señor Santillán y la hermosa vista del amanecer por el ventanal. - ¿como sería vivir en un lugar así? - caviló, cuando las preguntas de aquel hombre llegaban a sus oídos una tras otra, lo observó intentando encontrar las respuestas a cada pregunta y sonrió cuando por fin guardó silencio por un instante.
Dejó escapar el aire de sus pulmones suavemente, se acomodó mientras escuchaba como le decía que le gustaba su compañía, volvió a sonreír de forma picara mientras él se recostaba apoyando su cabeza en sus brazos de espalda al piso. Delpine, acomodó su cuerpo flexionando sus largas y torneadas piernas, intentando que la tela de la camisa las cubriera lo mejor posible. Apoyó su mano izquierda en la alfombra descargando todo el peso de su cuerpo en el brazo. El cabello cayó pesado sobre los hombros y la camisa resbaló dejando parte de su piel descubierta, inclinó su cabeza para contemplarlo y nerviosa tomó un mechón de sus cabellos, haciéndolo girar en su dedo. - A ver contestaré las preguntas, pero prométeme que me dejaras de llamar niña, pues si no te has dado cuenta hace tiempo que soy una mujer – se ruborizó apenas decir la frase, ¿que es lo que pensaría ese hombre y porque le importaba? - ¿ No le estoy dando a entender otra cosa ?– pensó algo angustiada – buen, que piense lo que quiera – caviló tratando de darse valor. Carraspeó antes de continuar – no conozco España personalmente, pero en unos días debo viajar hacia Madrid – no supo porque no quiso decirle que en verdad su destino era el Escorial, tal vez porque no quería tener que decirle que se trataba de buscar a su amiga inquisidora.
Balanceó su cuerpo porque se le dormía la mano y esto hizo que la camisa resbalara mas aun, dejando al descubierto la parte superior de su ceno izquierdo, con su mano libre subió rápidamente la tela cubriéndose y decidió recostarse como lo estaba él, se acomodó de costado apoyando estaba vez su brazo flexionado bajo la cabeza y mirándolo algo curiosa de saber que pensaría de ella hasta ahora. Tomó aire y continuó, - no soy bibliotecaria, soy investigadora de manuscritos antiguos y de documentos que pueden ser de importancia para... - se volvió a callada, estaba diciéndole al final en que trabajaba y no iba a ser muy difícil que sacara la conclusión que su jefe era la iglesia.
Sonrió nerviosa, - si conozco el campo, y las montañas, la mar nunca llegué a conocerla, pero tengo tiempo ¿no? - buscó su mirada antes de seguir - A mi padre no le gustaba y a mi madre... bueno de ella no se mucho... - se encogió de hombros y con su mano recorrió acariciando la alfombra siguiendo el dibujo de esta hasta que sin querer tocó la cadera masculina, entonces retiró su mano como si se hubiera quemado. Cerró los ojos y pensó en su madre - solo se, que deseaba que me llamaran Delphine... ehmm, digo Leire – intentó corregirse cuando se dio cuenta que había dado su nombre real. Su mirada se dirigió al fuego que crepitaba en la chimenea. Una tristeza se anidó en su pecho – no sabia que era un nombre español, las monjas que me criaron me dijeron que tenía el cabello rojo como el mio y unos ojos azules casi negros, que hablaba una lengua extraña llamada euskera, en especial cuando no estaba muy consciente, como si fuera su lengua materna. Cuando enfermó luego que nací, comenzó a comunicarse solo en ese idioma hasta que murió. También me dijeron que se llamaba Maité – se quedó en silencio contemplando el perfil de Nicolei, luego prosiguió – no se lo que significa, cuando mi padre me reencontró a los tres años y me llevó a vivir con él nunca permitió que el nombre de mi madre se pronunciara. Al llegar a la adolescencia visite el convento y ellas me contaron todo lo que sabían –. Recordó a su padre entrar al edificio encolerizado porque ella se encontraba allí y sacarla a los tirones para luego subirla a un carruaje y llevarla lejos de aquel convento, a París. Aquellos recuerdos hicieron que ocultara su rostro. No podía comprender aún porque el odio de su padre contra su madre.
Última edición por Delphine Mallarmé el Jue Mayo 21, 2015 12:38 am, editado 1 vez
Emilie De Azcoitia- Humano Clase Alta
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Re: Un dia particular... despertar al amor... ¿o también al dolor?- (Nicolei)
No dije nada, ni siquiera le presté atención hasta que se recostó a un lado; sin embargo, nunca la volteé a ver a pesar del tímido movimiento de su mano. Para mí era una investigadora de libros antiguos y si ella no quería darme más motivos no pretendía preguntarle. Pero la razón de explicarme más de lo que sugerí me llamó la atención. Su padre me hizo recordar al bastardo del mío.
-Es triste y a la vez no desconocer los motivos que vuestro padre tiene para mantener esa frialdad y reproche para con vuestra madre. En mi caso sí sé por qué mi madre dejó a mi padre, ¿qué tipo de hijo de puta manda a matar a su propio hijo? No lo siento por Ruggero que no creció con su madre y aunque yo la conocí 20 años más tarde los momentos que compartí con ella fueron únicos- suspiré y entonces me volteé hacía ella para contemplarla, -de acuerdo te dejaré de llamar niña aunque no estoy seguro de que seáis una mujer, que vuestro cuerpo este desarrollado y posea una belleza abrumadora no significa que seáis una mujer madura- dije y me reincorporé para ver la chimenea.
-No conozco el norte de España, viví en Andalucía y Madrid no me interesa en la más mínimo. Es posible que encontréis lo que buscáis pero tened cuidado una mujer soltera provocará discordia - dije en un tono divertido y haciéndome del atizador avive el fuego, después me levanté y me recosté en la cama, solté el aire y contemplé los grandes troncos que hacían de techo en aquella cálida cabaña. –Espero que no os molesto pero descansaré antes de irme, ojala vuestro cuerpo se caliente- le dije y cerré los ojos.
-Es triste y a la vez no desconocer los motivos que vuestro padre tiene para mantener esa frialdad y reproche para con vuestra madre. En mi caso sí sé por qué mi madre dejó a mi padre, ¿qué tipo de hijo de puta manda a matar a su propio hijo? No lo siento por Ruggero que no creció con su madre y aunque yo la conocí 20 años más tarde los momentos que compartí con ella fueron únicos- suspiré y entonces me volteé hacía ella para contemplarla, -de acuerdo te dejaré de llamar niña aunque no estoy seguro de que seáis una mujer, que vuestro cuerpo este desarrollado y posea una belleza abrumadora no significa que seáis una mujer madura- dije y me reincorporé para ver la chimenea.
-No conozco el norte de España, viví en Andalucía y Madrid no me interesa en la más mínimo. Es posible que encontréis lo que buscáis pero tened cuidado una mujer soltera provocará discordia - dije en un tono divertido y haciéndome del atizador avive el fuego, después me levanté y me recosté en la cama, solté el aire y contemplé los grandes troncos que hacían de techo en aquella cálida cabaña. –Espero que no os molesto pero descansaré antes de irme, ojala vuestro cuerpo se caliente- le dije y cerré los ojos.
Nicolei Santillán- Cazador Clase Alta
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Re: Un dia particular... despertar al amor... ¿o también al dolor?- (Nicolei)
Recostada de costado, contemplando el perfil de aquel hombre, se sintió pequeña y cansada. Giró hasta quedar con su mirada en el techo de madera. Mantenía un peso en el centro de su pecho, como si fuera la tapa de mármol que cubre un sarcófago. Las lagrimas corrían por su rostro. Definitivamente no era un hombre a quien podía contar y sentir su atención en el relato. Nicolei se notaba disgustado por lo que ella había dicho de su padre y cuando le contó porque su madre había huido de aquel monstruo, supo que existen hombres abominables que no tienen que ver con ser sobrenaturales como como lo era su padre, - lo lamento, en verdad no entiendo como alguien puede querer hacer daño a una criatura – lo que le contaba la conmovió y extendió su mano en un gesto de comprensión, como si quisiera tocarle el hombro y decirle “no te sientas mal, eso ya paso” . El hecho de que su compañero se incorporara bruscamente la descolocó, sin saber que hacer o decir. Escucharle decir que encontró a su madre 20 años después la enmudeció por completo - ¿y que fue del pequeño durante todos esos años? - se preguntó en voz baja.
Delphine, se sintió desnuda ante las palabras de Nicolei, - ¿belleza abrumadora? ¿madura? - sonrió ante el comentario de aquel hombre, iba a decir algo pero prefirió callar cuando le hablaba de la zona donde había vivido en España. Ella también se reincorporó y contempló de soslayo el rostro iluminado por el fuego. Tembló porque el frío le calaba los huesos a pesar de los leños que crepitaban en el hogar.
Lo observó atizar el fuego y levantarse dirigiéndose hasta el lecho, recostándose en ésta. Había dicho que deseaba descansar antes de partir y entonces ella cayo en la cuenta que varias horas llevaba fuera de su hogar y que era lógico de suponer que ya se había aburrido, sonrió con tristeza, - en cambio yo, lo he disfrutado muchísimo – pensó, comprendiendo que era tiempo de partir.
Volvió a observarlo descansar plácidamente, suspiró mientras intentaba levantarse, los escalofríos llegaban uno tras otro cada vez con mayor crudeza, los dientes le comenzaron a castañetear, no deseaba hacer ruido, esa sensación no pertenecía al hecho que se hubiera dado un chapuzo, sino a que la fiebre estaba elevándose lenta pero constantemente.
Incorporándose con dificultad, se acercó a donde Nicolei dejara la muda de ropa, la tomo, volvió a mirar que estuviera profundamente dormido y se dirigió de nuevo al fuego.
Frente al hogar, tratando de no temblar, se quitó la ropa, su piel blanca como un alabastro se pintaba de tonalidades rojizas, naranjas y amarillas. Tanto sus pecho como su piel mostraban la característica piel erizada, el temblor proseguía. Se acomodó la camisa, con dificultad se la abotonó; luego se puso el pantalón y por ultimo los zapatos.
Cuando estuvo lista, se dirigió tambaleando a la puerta, la abrió y cerró casi sin hacer ruido. Su mirada era vidriosa. El cielo se había cubierto y unas pequeñas gotas demasiado espesas para ser lluvia comenzaban a caer, - no, lo que faltaba, comenzará pronto a nevar – dijo mirando en dirección de donde había dejado a su yegua “Sapientia”, contempló el bello corcel negro que esperaba paciente en la entrada de la cabaña, - ¿es tu dueño el gruñón que duerme en el interior? - le dijo acariciando su morro, a lo que el animal emitió un relincho y se puso algo nervioso, la mano de la joven, emitía el calor de la fiebre y seguramente incomodó al animal, -ademas de que soy una completa extraña, ¿verdad? - dijo mientras le sonreía, – no te preocupes ya me voy – se fue retirando lentamente con dificultad – eres arisco como tu dueño – le reprochó mientras tocaba la montura y se dirigía al árbol donde su bella compañera la esperaba.
Al llegar al abeto donde el animal de grandes ojos tristes la contemplaba, sintió un gran alivio - querida mía, llévame a casa... no me siento bien – le habló como si ésta pudiera entender. Subió a la grupa del animal con extremada dificultad. La yegua anduvo varios metros dirigiendo sus pasos nuevamente a la cabaña, a donde se encontraba el otro caballo, – no, no, que haces, debes llevarnos a casa – dijo acariciando el cuello del animal. La reacción de Sapientia no fue la esperada, ya que se sobresaltó haciendo un movimiento extraño, - ¡cuidado! - gritó en el momento que la tiraba al piso.
Delphine, se sintió desnuda ante las palabras de Nicolei, - ¿belleza abrumadora? ¿madura? - sonrió ante el comentario de aquel hombre, iba a decir algo pero prefirió callar cuando le hablaba de la zona donde había vivido en España. Ella también se reincorporó y contempló de soslayo el rostro iluminado por el fuego. Tembló porque el frío le calaba los huesos a pesar de los leños que crepitaban en el hogar.
Lo observó atizar el fuego y levantarse dirigiéndose hasta el lecho, recostándose en ésta. Había dicho que deseaba descansar antes de partir y entonces ella cayo en la cuenta que varias horas llevaba fuera de su hogar y que era lógico de suponer que ya se había aburrido, sonrió con tristeza, - en cambio yo, lo he disfrutado muchísimo – pensó, comprendiendo que era tiempo de partir.
Volvió a observarlo descansar plácidamente, suspiró mientras intentaba levantarse, los escalofríos llegaban uno tras otro cada vez con mayor crudeza, los dientes le comenzaron a castañetear, no deseaba hacer ruido, esa sensación no pertenecía al hecho que se hubiera dado un chapuzo, sino a que la fiebre estaba elevándose lenta pero constantemente.
Incorporándose con dificultad, se acercó a donde Nicolei dejara la muda de ropa, la tomo, volvió a mirar que estuviera profundamente dormido y se dirigió de nuevo al fuego.
Frente al hogar, tratando de no temblar, se quitó la ropa, su piel blanca como un alabastro se pintaba de tonalidades rojizas, naranjas y amarillas. Tanto sus pecho como su piel mostraban la característica piel erizada, el temblor proseguía. Se acomodó la camisa, con dificultad se la abotonó; luego se puso el pantalón y por ultimo los zapatos.
Cuando estuvo lista, se dirigió tambaleando a la puerta, la abrió y cerró casi sin hacer ruido. Su mirada era vidriosa. El cielo se había cubierto y unas pequeñas gotas demasiado espesas para ser lluvia comenzaban a caer, - no, lo que faltaba, comenzará pronto a nevar – dijo mirando en dirección de donde había dejado a su yegua “Sapientia”, contempló el bello corcel negro que esperaba paciente en la entrada de la cabaña, - ¿es tu dueño el gruñón que duerme en el interior? - le dijo acariciando su morro, a lo que el animal emitió un relincho y se puso algo nervioso, la mano de la joven, emitía el calor de la fiebre y seguramente incomodó al animal, -ademas de que soy una completa extraña, ¿verdad? - dijo mientras le sonreía, – no te preocupes ya me voy – se fue retirando lentamente con dificultad – eres arisco como tu dueño – le reprochó mientras tocaba la montura y se dirigía al árbol donde su bella compañera la esperaba.
Al llegar al abeto donde el animal de grandes ojos tristes la contemplaba, sintió un gran alivio - querida mía, llévame a casa... no me siento bien – le habló como si ésta pudiera entender. Subió a la grupa del animal con extremada dificultad. La yegua anduvo varios metros dirigiendo sus pasos nuevamente a la cabaña, a donde se encontraba el otro caballo, – no, no, que haces, debes llevarnos a casa – dijo acariciando el cuello del animal. La reacción de Sapientia no fue la esperada, ya que se sobresaltó haciendo un movimiento extraño, - ¡cuidado! - gritó en el momento que la tiraba al piso.
Última edición por Delphine Mallarmé el Sáb Mayo 23, 2015 3:42 pm, editado 1 vez
Emilie De Azcoitia- Humano Clase Alta
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Re: Un dia particular... despertar al amor... ¿o también al dolor?- (Nicolei)
Comencé a descansar, pronto comenzaría un viaje largo a un destino incierto y aunque no me quedé dormido si era perezoso por lo que no manifesté ninguna reacción cuando la escuché levantarse. -¡Ay esta niña, le dije que esperara a que su cuerpo se calentara!, ¡Ah, pero quiere que la llame mujer!- ironicé pero no la detuve, si quería irse que se fuera, a mí realmente no me importaba. Mantuve mis ojos cerrados todo el tiempo y cuando cerró la puerta luego de salir sonreí, -Bien, ahora dormiré un rato- dije satisfecho, que mierda, lo dije con hipocresia pero más daba, me lo dije a mi que se jodiera el mundo.
No pude conciliar el sueño por mucho que me esmeré, que la verdad no fue un gran esfuerzo, me levanté y al asomarme por la ventana vi que nevaba y le suelo ya estaba cubierto por una ligera capa. Entonce la vi, -vaya fue a por su yegua y yo que creí que se había ido, coño ahora no podré dormir como deseaba- y al momento en que terminaba mi frase la vi caer de su animal y no levantarse. -Ay no puede ser- dije irritado y salí rápido.
Al llegar a ella toqué instintivamente su frente y descubrí que tenía fiebre, -maldición fui un estúpido al dejarla ir- me recriminé y la levanté llevándola al interior, la deposité en la cama y volteé a ver la chimenea, la leña se había terminado y ese fuego no serviría de mucho, Leire temblaba por el frío que había capturado su cuerpo pese a arder en fiebre. Entonces me quité la camisa, volví a cargarla y removí las mantas, dejé a Leire nuevamente pero esta vez le saqué la camisa con cuidado sin importarme dejarle medio cuerpo desnudo pues no tenía ya sujetador, yo hice lo propio desnudando mis pectorales y me recosté junto a ella, nos cubrimos con las mantas y la abracé completamente. -Es mi culpa que estéis así Leire, pero os cuidaré hasta que estéis bien- le susurré esperando que mi cuerpo absorbiera parte de su fiebre y se neutralizara, ese el único metodo que conocía para una situación como la que se había presentado. Su cuerpo fragil dejó de temblar y pronto sentí el calor penetrar mi calor, su rostro se ocultó en mis pectorales y yo besé su coronilla, -todo estará bien- le prometí.
No pude conciliar el sueño por mucho que me esmeré, que la verdad no fue un gran esfuerzo, me levanté y al asomarme por la ventana vi que nevaba y le suelo ya estaba cubierto por una ligera capa. Entonce la vi, -vaya fue a por su yegua y yo que creí que se había ido, coño ahora no podré dormir como deseaba- y al momento en que terminaba mi frase la vi caer de su animal y no levantarse. -Ay no puede ser- dije irritado y salí rápido.
Al llegar a ella toqué instintivamente su frente y descubrí que tenía fiebre, -maldición fui un estúpido al dejarla ir- me recriminé y la levanté llevándola al interior, la deposité en la cama y volteé a ver la chimenea, la leña se había terminado y ese fuego no serviría de mucho, Leire temblaba por el frío que había capturado su cuerpo pese a arder en fiebre. Entonces me quité la camisa, volví a cargarla y removí las mantas, dejé a Leire nuevamente pero esta vez le saqué la camisa con cuidado sin importarme dejarle medio cuerpo desnudo pues no tenía ya sujetador, yo hice lo propio desnudando mis pectorales y me recosté junto a ella, nos cubrimos con las mantas y la abracé completamente. -Es mi culpa que estéis así Leire, pero os cuidaré hasta que estéis bien- le susurré esperando que mi cuerpo absorbiera parte de su fiebre y se neutralizara, ese el único metodo que conocía para una situación como la que se había presentado. Su cuerpo fragil dejó de temblar y pronto sentí el calor penetrar mi calor, su rostro se ocultó en mis pectorales y yo besé su coronilla, -todo estará bien- le prometí.
Nicolei Santillán- Cazador Clase Alta
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Re: Un dia particular... despertar al amor... ¿o también al dolor?- (Nicolei)
Por momentos la conciencia volvía a ella, escuchó los pasos apresurados que se acercaban hasta donde se encontraba, volvió a desvanecerse. cuando la conciencia regresó, solo veía el cielo tormentoso y la barbilla de Nicolei, los ojos volvieron a cerrarse. Otra vez volvió en si, en el momento que la acostaba con sumo cuidado en el camastro y contemplaba preocupado su rostro y giraba la cabeza para ver algo en un lugar especifico de la cabaña. Con ojos afiebrados, temblando y castañeteando sus dientes lo miró a los ojos, cuando éste la contempló por un segundo, con un leve gesto de angustia, - ¿por que se siente así? - caviló antes de que los parpados le pesaran haciendo que volviera a cerrarlos, sintió desmadejarse como si se tratara de una muñeca de trapo vieja.
Cuando fue despertando, se movido suavemente sus pirando, le parecía que había tenido un sueño muy extraño, en el que aquel hombre que había conocido casi por accidente, en el jardín botánico, la tomaba entre sus brazos, colocándole en el lecho de una cabaña en mitad de ese campo y la desvestía para luego sacarse la camisa y cubrirla con su cuerpo, abrazándola, confortando sus temblores y su frio con su propio cuerpo, con su calor.
Sonrió pensando en lo extraño que podían ser los sueños, - extraños pero muy agradables – se dijo, restregando su naricita sobre una superficie suave y cálida. Sus brazos estaban a cada lado de su cuerpo y de pronto se dio cuenta que la abrazaban, elevó los parpados de forma lenta, sus ojos contemplaron una piel pegada a su rostro, cálida, y sus oídos escucharon la melodía mas extraña y a la vez maravillosa que jamás escuchó, un corazón fuerte que latía acompasado dándole tranquilidad.
Se quedó quieta, no quería ni respirar, pensando en que debía hacer. Se dio cuenta que ya no temblaba, y recordó una frase entre sueños - Es mi culpa que esteis así Leire, pero os cuidaré hasta que estéis bien -. Se estiró y acomodó su rostro en aquel pecho, su brazo se movió apoyándose en la cintura masculina, dejó que su mano recorriera la espalda. Entonces, al roce y por el movimiento, sus pezones acariciaron esos pectorales, haciendo que tomara conciencia de que se encontraba desnuda. Delphine se asustó, - pero... que paso... - pensó, mientras con timidez retrajo sus brazos y pudo separarse un poco del torso que le daba calor. Con sus brazos cubrió sus senos y sus manos se apoyaron delicadamente en el pecho de Nicolei.
Buscó su mirada, pero parecía dormido. Volvió colocar su rostro sobre la cálida piel masculina e inspiró, era tan agradable el perfume, la esencia que emanaba de aquella piel. No quiso pensar en nada, porque todo lo que la razón le dijera, y la iglesia le enseñara, sería tomar aquello como un pecado y en verdad, ella no sabía, ni como había llegado hasta allí. Apoyó sus labios y mentón en él y cerró sus ojos, - que el infierno me consuma – pensó, sintiendo que el abrazo masculino la acercaba mas a él, sonrió e inspiró nuevamente el aroma, - si es un sueño, no me despiertes – dijo susurrando, dando un suave beso casi infantil.
Cuando fue despertando, se movido suavemente sus pirando, le parecía que había tenido un sueño muy extraño, en el que aquel hombre que había conocido casi por accidente, en el jardín botánico, la tomaba entre sus brazos, colocándole en el lecho de una cabaña en mitad de ese campo y la desvestía para luego sacarse la camisa y cubrirla con su cuerpo, abrazándola, confortando sus temblores y su frio con su propio cuerpo, con su calor.
Sonrió pensando en lo extraño que podían ser los sueños, - extraños pero muy agradables – se dijo, restregando su naricita sobre una superficie suave y cálida. Sus brazos estaban a cada lado de su cuerpo y de pronto se dio cuenta que la abrazaban, elevó los parpados de forma lenta, sus ojos contemplaron una piel pegada a su rostro, cálida, y sus oídos escucharon la melodía mas extraña y a la vez maravillosa que jamás escuchó, un corazón fuerte que latía acompasado dándole tranquilidad.
Se quedó quieta, no quería ni respirar, pensando en que debía hacer. Se dio cuenta que ya no temblaba, y recordó una frase entre sueños - Es mi culpa que esteis así Leire, pero os cuidaré hasta que estéis bien -. Se estiró y acomodó su rostro en aquel pecho, su brazo se movió apoyándose en la cintura masculina, dejó que su mano recorriera la espalda. Entonces, al roce y por el movimiento, sus pezones acariciaron esos pectorales, haciendo que tomara conciencia de que se encontraba desnuda. Delphine se asustó, - pero... que paso... - pensó, mientras con timidez retrajo sus brazos y pudo separarse un poco del torso que le daba calor. Con sus brazos cubrió sus senos y sus manos se apoyaron delicadamente en el pecho de Nicolei.
Buscó su mirada, pero parecía dormido. Volvió colocar su rostro sobre la cálida piel masculina e inspiró, era tan agradable el perfume, la esencia que emanaba de aquella piel. No quiso pensar en nada, porque todo lo que la razón le dijera, y la iglesia le enseñara, sería tomar aquello como un pecado y en verdad, ella no sabía, ni como había llegado hasta allí. Apoyó sus labios y mentón en él y cerró sus ojos, - que el infierno me consuma – pensó, sintiendo que el abrazo masculino la acercaba mas a él, sonrió e inspiró nuevamente el aroma, - si es un sueño, no me despiertes – dijo susurrando, dando un suave beso casi infantil.
Última edición por Delphine Mallarmé el Sáb Mayo 23, 2015 3:55 pm, editado 1 vez
Emilie De Azcoitia- Humano Clase Alta
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Re: Un dia particular... despertar al amor... ¿o también al dolor?- (Nicolei)
Si es verdad disfruté las caricias inocentes de Leire, parecía que no era completamente consciente de lo que hacía pero más importante era sentir que su fiebre comenzaba a desaparecer, pronto alcanzaría la estabilidad y yo podría irme sin comprometerme a nada más, temía las extrañas sensaciones que Leire provocaba en mi y lo mejor que consideré era irme y no volver a verla.
Cerré los ojos para no ver los hombros desnudos que era lo único que podía vislumbrar, sentir los senos desnudos sobre mi piel no era suficiente para estimular mi excitación por lo que no daría un espectáculo con mi miembro erecto ya que no lo estaba. Como sea, los ojos cerrados me relajaban y fueron una tentación bastante sugerente a que me quedara dormido fue entonces que sentí el beso fugaz de Leire. -¿Qué mierda?- pensé como si no lo hubiera esperado, como si no lo hubiese deseado y por instinto la acerqué más a mi y mientras suspiraba abría los ojos.
-Comienzas a recuperaros, pronto me iré para que podáis prepar vuestro viaje a España- dije erroneamente ya que deseaba estar con ella y esas palabras la lastimarían si es que sentía lo que yo había deducido cuando reccorió sus delgadas manos por mi espalda. Contemplé sus ojos, estudié su reacción y sin poder evitarlo se generó un bultó en mis pantalones que inmediatamente sometí para que ella no lo percibiera. -La verdad es que quiero estar bien contigo el tiempo en el que estemos juntos, no pretendo irritarla... quizás os preguntastéis porque estás con medio cuerpo desnudo, lo hice porque ardéis en fiebre y yo al desnudarme también absorbo parte de vuestro calor para de esa forma equilibrar ambas tempreraturas corporales. Por eso la abracé y la retengo en mis brazos y si no lo habéis notado vuestra fiebre decae, los escalofríos se volvieron casi nulos y afortunadamente no estáis alucinando. La encontré a tiempo y dedusco que mañana estaréis mejor y lista para iniciar vuestro viaje, estaré junto a ti un par de horas más y después os dejaré la cama y dormiré al pie de la cama para velar vuestro sueño- informé con una sonrisa e impulsado por algo que desconocí la besé en la frente. -Ahora intenta descansar- dije.
Cerré los ojos para no ver los hombros desnudos que era lo único que podía vislumbrar, sentir los senos desnudos sobre mi piel no era suficiente para estimular mi excitación por lo que no daría un espectáculo con mi miembro erecto ya que no lo estaba. Como sea, los ojos cerrados me relajaban y fueron una tentación bastante sugerente a que me quedara dormido fue entonces que sentí el beso fugaz de Leire. -¿Qué mierda?- pensé como si no lo hubiera esperado, como si no lo hubiese deseado y por instinto la acerqué más a mi y mientras suspiraba abría los ojos.
-Comienzas a recuperaros, pronto me iré para que podáis prepar vuestro viaje a España- dije erroneamente ya que deseaba estar con ella y esas palabras la lastimarían si es que sentía lo que yo había deducido cuando reccorió sus delgadas manos por mi espalda. Contemplé sus ojos, estudié su reacción y sin poder evitarlo se generó un bultó en mis pantalones que inmediatamente sometí para que ella no lo percibiera. -La verdad es que quiero estar bien contigo el tiempo en el que estemos juntos, no pretendo irritarla... quizás os preguntastéis porque estás con medio cuerpo desnudo, lo hice porque ardéis en fiebre y yo al desnudarme también absorbo parte de vuestro calor para de esa forma equilibrar ambas tempreraturas corporales. Por eso la abracé y la retengo en mis brazos y si no lo habéis notado vuestra fiebre decae, los escalofríos se volvieron casi nulos y afortunadamente no estáis alucinando. La encontré a tiempo y dedusco que mañana estaréis mejor y lista para iniciar vuestro viaje, estaré junto a ti un par de horas más y después os dejaré la cama y dormiré al pie de la cama para velar vuestro sueño- informé con una sonrisa e impulsado por algo que desconocí la besé en la frente. -Ahora intenta descansar- dije.
Nicolei Santillán- Cazador Clase Alta
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Re: Un dia particular... despertar al amor... ¿o también al dolor?- (Nicolei)
Nicolei, le hablaba, ella elevó su cabeza, estirando su cuello hacia atrás, su nariz rosó el mentón masculino, sus labios se apoyaron suaves en la piel de aquel hombre, sintiendo la vibración que provocaba, en la nuez de adán, cada una de las palabras que él le decía. Cuando escuchó que pronto podría comenzar su viaje a España y él continuar con sus cosas, no supo por que razón, la tristeza la embargo. Sus manos se deslizaron por el torso musculoso, cálido de aquel que la mantenía abrazada, cercana a su piel, puso distancia entre ellos, aunque leve y tímida distancia, fue una forma instintiva de tratar de no sufrir por lo que acababa de entender – él se marchará, nada lo retiene a tu lado... salvo el ser un buen samaritano – pensó con angustia - no es nada tuyo y sus sentimientos son un misterio para ti – caviló mientras buscaba su mirada, intentando ver en ellas reflejada el alma.
Sintió que se removía algo incomodo, - ¿tanto le molesto? - pensó con los ojos a punto de mostrar en lagrimas sus sentimientos. Pero entonces la volvió a estrechar entre sus brazos, intentando explicar la situación, algo complicada en la que se encontraban. Leire sonrió feliz, - ¿que es lo que me pasa? - se dijo intentando poner atención a las explicaciones que Nicolei le daba. Pero ella se había dado cuenta mucho antes de que estaba desnuda en parte y tambien entendía el porque, sus conocimientos en diferentes temas eran extensos y podría haberle explicado otras formas para bajarle la fiebre, - pero en verdad, ésta, aunque parezca extraño, es la que hubiera deseado que utilizara – se dijo con una sonrisa enigmática en sus labios.
Suspiró al sentir como se aferraba aun mas a ella, - gracias – le dijo en un susurro y con sus labios aún apoyados en el cuello, - si vos no hubieras estado en ése momento, y después al caer del caballo, mi vida ya no hubiera valido mucho – dijo segura de lo que decía, - la nieve hubiera cubierto mi cuerpo y en un par de días los guardias descubrirían un cadáver mas de un infeliz que moría por alguna peste o por el mismo invierno, y terminaría en una fosa común, como tantos desdichados – le explicó, suspirando y cerrando sus ojos, movió su cabeza acariciándolo con ella.
Se quedó en silencio, los dedos de sus manos subían lentos por el torso, trepando a los hombros y de allí a cuello. Sin percatarse de que sus movimientos descubrían su cuerpo a los ojos de él o que podía estimularlo, solo deseaba poder abrazarlo. Acomodó uno de sus brazos bajo el cuello y la cabeza de él, elevó su cuerpo un poco para poder estar a la altura de su mirada y cuando sus rostros estuvieron muy cerca, ella, con su mano libre acomodó un mechón de cabello que caía indolente en el rostro de Nicolei, que le pareció perfecto. Se perdió en sus pensamientos, en las sensaciones nuevas que la inundaban.
Era verdad, no sentía escalofrío pero su cuerpo temblaba aun mas que cuando tenía fiebre. Miró esos ojos y pensó en que debía decir, temía que sus palabras fueran mal interpretadas, porque parecía que siempre surgía con aquel hombre un malentendido, tomándola a mal o por lo menos así lo había creído al principio.
Suspiró nuevamente, cerrando y abriendo los ojos en el momento de inspirar nuevamente, - no quiero que duermas en el suelo – susurró, con una mirada seria algo rara en ella – la noche será dura y por mas que seáis un hombre fuerte, podrías enfermaros y si os debilitáis por mi culpa, no podré partir tranquila – murmuró mientras continuaba fascinada por esos ojos en los que observaba un alma, la cual se vislumbraba herida y por alguna razón, Delphine, deseaba curar. - Quedaos aquí, conmigo, dejad que el día llegue y que con el nuevo amanecer decidamos cada uno su camino – musitó sobre los labios masculinos. Deseaba besarlos, sentir nuevamente la suavidad que había experimentado en ese beso extraño que le diera al sacarla del lago, pero no se animó a juntar sus labios con los ajenos, su mano volvió a recorrer los cabellos masculinos y su mirada quedó atrapada por el alma clara de aquel hombre.
Sintió que se removía algo incomodo, - ¿tanto le molesto? - pensó con los ojos a punto de mostrar en lagrimas sus sentimientos. Pero entonces la volvió a estrechar entre sus brazos, intentando explicar la situación, algo complicada en la que se encontraban. Leire sonrió feliz, - ¿que es lo que me pasa? - se dijo intentando poner atención a las explicaciones que Nicolei le daba. Pero ella se había dado cuenta mucho antes de que estaba desnuda en parte y tambien entendía el porque, sus conocimientos en diferentes temas eran extensos y podría haberle explicado otras formas para bajarle la fiebre, - pero en verdad, ésta, aunque parezca extraño, es la que hubiera deseado que utilizara – se dijo con una sonrisa enigmática en sus labios.
Suspiró al sentir como se aferraba aun mas a ella, - gracias – le dijo en un susurro y con sus labios aún apoyados en el cuello, - si vos no hubieras estado en ése momento, y después al caer del caballo, mi vida ya no hubiera valido mucho – dijo segura de lo que decía, - la nieve hubiera cubierto mi cuerpo y en un par de días los guardias descubrirían un cadáver mas de un infeliz que moría por alguna peste o por el mismo invierno, y terminaría en una fosa común, como tantos desdichados – le explicó, suspirando y cerrando sus ojos, movió su cabeza acariciándolo con ella.
Se quedó en silencio, los dedos de sus manos subían lentos por el torso, trepando a los hombros y de allí a cuello. Sin percatarse de que sus movimientos descubrían su cuerpo a los ojos de él o que podía estimularlo, solo deseaba poder abrazarlo. Acomodó uno de sus brazos bajo el cuello y la cabeza de él, elevó su cuerpo un poco para poder estar a la altura de su mirada y cuando sus rostros estuvieron muy cerca, ella, con su mano libre acomodó un mechón de cabello que caía indolente en el rostro de Nicolei, que le pareció perfecto. Se perdió en sus pensamientos, en las sensaciones nuevas que la inundaban.
Era verdad, no sentía escalofrío pero su cuerpo temblaba aun mas que cuando tenía fiebre. Miró esos ojos y pensó en que debía decir, temía que sus palabras fueran mal interpretadas, porque parecía que siempre surgía con aquel hombre un malentendido, tomándola a mal o por lo menos así lo había creído al principio.
Suspiró nuevamente, cerrando y abriendo los ojos en el momento de inspirar nuevamente, - no quiero que duermas en el suelo – susurró, con una mirada seria algo rara en ella – la noche será dura y por mas que seáis un hombre fuerte, podrías enfermaros y si os debilitáis por mi culpa, no podré partir tranquila – murmuró mientras continuaba fascinada por esos ojos en los que observaba un alma, la cual se vislumbraba herida y por alguna razón, Delphine, deseaba curar. - Quedaos aquí, conmigo, dejad que el día llegue y que con el nuevo amanecer decidamos cada uno su camino – musitó sobre los labios masculinos. Deseaba besarlos, sentir nuevamente la suavidad que había experimentado en ese beso extraño que le diera al sacarla del lago, pero no se animó a juntar sus labios con los ajenos, su mano volvió a recorrer los cabellos masculinos y su mirada quedó atrapada por el alma clara de aquel hombre.
Última edición por Delphine Mallarmé el Sáb Mayo 23, 2015 4:04 pm, editado 1 vez
Emilie De Azcoitia- Humano Clase Alta
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Re: Un dia particular... despertar al amor... ¿o también al dolor?- (Nicolei)
Sus ojos tan hermosos, su rostro tan cercano al mío me hicieron volverla a ver de otra forma, su aliento en mis labios invocaron la necesidad de besarlos pero me resistí, no podía doblegarme, -muy bien, me quedaré aquí, junto a ti- respondí y entonces noté la humedad de mis pantalones así como mi ropa interior. Entonces y sabiendo que se desconcertaría alejé sus manos de mi cuerpo y quitando la frazada me levanté, le sonreír y caminé hasta la chimenea, ahí me desnudé completamente y extendí mis pantalones y mi ropa interior en las sillas, después regresé a ella.
Si había algo que podía admitir, era que poseía un impresionante cuerpo e incluso, la marca de la imponente garra en mi pectoral derecho daban a mi aspecto imponencia. Llegué a donde ella y sin decirle nada cogí la frazada y me acosté, desde que me desnude percibí su mirada sobre mi cuerpo y ahora que estaba junto a ella noté que no podía no dejar de verme, ¿o por qué cojones seguiría una vez estuve arropado en ese mismo colchón? Le sonreí con ternura, -no habéis visto a ningún hombre desnudo, ¿cierto?- le dije y entonces ahí junto a ella, mis piernas desnudas descubrieron el pantalón escarchado de ella y sus pies fríos.
-No tengáis miedo- le dije y le fui quitando el pantalón dejándola también desnuda, acaricié sus muslos y sus caderas descubriendo lo fríos que estaban, -ven, calentemos nuestros cuerpos- susurré y la atraje a mi, nuestros cuerpos tan cercanos me estimularon un poco así que me vi en la necesidad de exhalar el calor provocado por su desnudez, la tomé de las caderas y la dirigí arriba, en ese momento nuestras zonas erógenas hicieron contacto, mi miembro reaccionó inmediatamente y se puso erecto pero eso sólo pudo ser percibido por sus muslos. Yo tragué algo de saliva y tomándole las piernas las guié para que se entrelazaran a mi cintura.
Mis manos comenzaron a hacer un prolongado masaje a los pies femeninos a espalda de él, a las pantorrillas y con cada caricia mi miembro se endurecía cada vez más. Leire estaba a la altura de mis ojos y sabía que a través de sus ojos ella podía ver el sufrimiento en el que vivía mi erección ante la cercanía de un cuerpo que podía hacerlo descansar y sin que pudiera evitarlo besé los labios de una manera distinta a la de antes, éste fue realmente un beso, un beso de fuego.
Si había algo que podía admitir, era que poseía un impresionante cuerpo e incluso, la marca de la imponente garra en mi pectoral derecho daban a mi aspecto imponencia. Llegué a donde ella y sin decirle nada cogí la frazada y me acosté, desde que me desnude percibí su mirada sobre mi cuerpo y ahora que estaba junto a ella noté que no podía no dejar de verme, ¿o por qué cojones seguiría una vez estuve arropado en ese mismo colchón? Le sonreí con ternura, -no habéis visto a ningún hombre desnudo, ¿cierto?- le dije y entonces ahí junto a ella, mis piernas desnudas descubrieron el pantalón escarchado de ella y sus pies fríos.
-No tengáis miedo- le dije y le fui quitando el pantalón dejándola también desnuda, acaricié sus muslos y sus caderas descubriendo lo fríos que estaban, -ven, calentemos nuestros cuerpos- susurré y la atraje a mi, nuestros cuerpos tan cercanos me estimularon un poco así que me vi en la necesidad de exhalar el calor provocado por su desnudez, la tomé de las caderas y la dirigí arriba, en ese momento nuestras zonas erógenas hicieron contacto, mi miembro reaccionó inmediatamente y se puso erecto pero eso sólo pudo ser percibido por sus muslos. Yo tragué algo de saliva y tomándole las piernas las guié para que se entrelazaran a mi cintura.
Mis manos comenzaron a hacer un prolongado masaje a los pies femeninos a espalda de él, a las pantorrillas y con cada caricia mi miembro se endurecía cada vez más. Leire estaba a la altura de mis ojos y sabía que a través de sus ojos ella podía ver el sufrimiento en el que vivía mi erección ante la cercanía de un cuerpo que podía hacerlo descansar y sin que pudiera evitarlo besé los labios de una manera distinta a la de antes, éste fue realmente un beso, un beso de fuego.
Nicolei Santillán- Cazador Clase Alta
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Re: Un dia particular... despertar al amor... ¿o también al dolor?- (Nicolei)
Delphine, siguió observando esos ojos que la miraban con intensidad, se ruborizó y bajó la mirada. Lo sintió removerse en el lecho, apartándose de ella, alejando sus brazos de su cuerpo. Debió contenerse en preguntar que pasaba, el le sonrió y se levantó acercándose a una silla cerca de la chimenea. Recostada de costado, temblando un poco por el frio que le provocaba su ropa humedecida por la nieve, se quedó contemplándolo, se sorprendió cuando lo observó desabrocharse el pantalón y sacarlo para acomodar no solo esa prenda sino también su ropa interior, quedando totalmente desnudo.
Ella tuvo que cerrar su boca cuando Nicolei giró y la enfrentó, nunca había visto a un hombre desnudo, - bueno, solo las esculturas en el museo y definitivamente... él no tiene una hoja de parra cubriendo su... - tragó saliva, no podía dejar de contemplar ese apéndice que colgaba del cuerpo masculino. Cuando se dio cuenta de la mirada del hombre, rodó los ojos y miró hacia las llamas, estaba roja de vergüenza y encima él se acercaba a ella cada vez mas.
A pesar de sus buenos propósitos, de no volver a inspeccionar el cuerpo de su compañero, no pudo contenerse y mientras, él, se acomodaba nuevamente en el lecho junto a ella, dejó que su mirada vagara por el pecho masculino, deseó extender su mano y tocar aquella marca con forma de garra, - ¿que te ha pasado? - susurró. Nicolei le preguntó si nunca había contemplado el cuerpo de un hombre desnudo. Leire se indignó, - por supuesto que ¡¡¡no!!! - aseveró fulminádole con la mirada, - soy una joven decente, en mi hogar los hombres se cubren y no entro tampoco a sus aposentos - dijo como tratando de escusar algo que no era necesario, pues cualquiera se daría cuenta que estaba atónita ante el descubrimiento que había hecho.
Ya en el lecho Delphine se asusto al sentir las piernas del hombre, próximas a las suyas, ademas que al estar mojadas toda ella tembló. Asintió con la cabeza cuando él le dijo que no se asustara, y le comenzó a desabrochar el pantalón para después sacarlo y acomodarlo junto al suyo para que se terminara de secar. Cuando regresó y se introdujo nuevamente en la cama, le pidió que acomodara sus pierna al rededor de su cintura y aunque ésta vez ella estuvo a punto de negarse, era verdad que las piernas casi no las sentía por el frio, y los masajes que comenzó a realizarle en sus adoloridas piernas le parecieron deliciosos. Pudo comprobar como el calor, que las enormes manos del hombre sobre su piel provocaban, le aliviaba el frio, instintivamente suspiró aliviada.
Entonces sintió un movimiento en sus muslos, el toque casi sutil de una dureza que no había sabido interpretar que era, hasta que los ojos se le abrieron como platos, descubrir lo ilusa que había sido. Nunca le habían explicado como se relacionaban íntimamente los hombres con las mujeres, ni como venían al mundo los niños. Los ojos del hombre relampaguearon con un brillo especial, la estaba contemplando como un animal de caza a su presa. Fue un segundo, el que le pareció eterno, el Cazador se abalanzó a sus labios y el beso que había deseado un momento atrás se convirtió en otro de tipo ardiente, avasallador, abrumador.
Puso sus brazos entre su pecho y el del hombre e hizo fuerza para separarse. Pero el beso la estaba enloqueciendo. Logró separarlo un segundo y escondió el rostro en el cuello masculino, - por favor, nunca he sido besada, ni he tenido experiencia alguna... por favor – en verdad no sabia que pedir, si hacer caso a sus instintos o suplicarle que se detenga.
Ella tuvo que cerrar su boca cuando Nicolei giró y la enfrentó, nunca había visto a un hombre desnudo, - bueno, solo las esculturas en el museo y definitivamente... él no tiene una hoja de parra cubriendo su... - tragó saliva, no podía dejar de contemplar ese apéndice que colgaba del cuerpo masculino. Cuando se dio cuenta de la mirada del hombre, rodó los ojos y miró hacia las llamas, estaba roja de vergüenza y encima él se acercaba a ella cada vez mas.
A pesar de sus buenos propósitos, de no volver a inspeccionar el cuerpo de su compañero, no pudo contenerse y mientras, él, se acomodaba nuevamente en el lecho junto a ella, dejó que su mirada vagara por el pecho masculino, deseó extender su mano y tocar aquella marca con forma de garra, - ¿que te ha pasado? - susurró. Nicolei le preguntó si nunca había contemplado el cuerpo de un hombre desnudo. Leire se indignó, - por supuesto que ¡¡¡no!!! - aseveró fulminádole con la mirada, - soy una joven decente, en mi hogar los hombres se cubren y no entro tampoco a sus aposentos - dijo como tratando de escusar algo que no era necesario, pues cualquiera se daría cuenta que estaba atónita ante el descubrimiento que había hecho.
Ya en el lecho Delphine se asusto al sentir las piernas del hombre, próximas a las suyas, ademas que al estar mojadas toda ella tembló. Asintió con la cabeza cuando él le dijo que no se asustara, y le comenzó a desabrochar el pantalón para después sacarlo y acomodarlo junto al suyo para que se terminara de secar. Cuando regresó y se introdujo nuevamente en la cama, le pidió que acomodara sus pierna al rededor de su cintura y aunque ésta vez ella estuvo a punto de negarse, era verdad que las piernas casi no las sentía por el frio, y los masajes que comenzó a realizarle en sus adoloridas piernas le parecieron deliciosos. Pudo comprobar como el calor, que las enormes manos del hombre sobre su piel provocaban, le aliviaba el frio, instintivamente suspiró aliviada.
Entonces sintió un movimiento en sus muslos, el toque casi sutil de una dureza que no había sabido interpretar que era, hasta que los ojos se le abrieron como platos, descubrir lo ilusa que había sido. Nunca le habían explicado como se relacionaban íntimamente los hombres con las mujeres, ni como venían al mundo los niños. Los ojos del hombre relampaguearon con un brillo especial, la estaba contemplando como un animal de caza a su presa. Fue un segundo, el que le pareció eterno, el Cazador se abalanzó a sus labios y el beso que había deseado un momento atrás se convirtió en otro de tipo ardiente, avasallador, abrumador.
Puso sus brazos entre su pecho y el del hombre e hizo fuerza para separarse. Pero el beso la estaba enloqueciendo. Logró separarlo un segundo y escondió el rostro en el cuello masculino, - por favor, nunca he sido besada, ni he tenido experiencia alguna... por favor – en verdad no sabia que pedir, si hacer caso a sus instintos o suplicarle que se detenga.
Última edición por Delphine Mallarmé el Sáb Mayo 23, 2015 4:14 pm, editado 1 vez
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Re: Un dia particular... despertar al amor... ¿o también al dolor?- (Nicolei)
Si reconozco que me dejé llevar por la situación, pero no me pude contener ante sus ojos, su desnudez, su temblor ante las caricias que le prodigaba. Por esa razón el que ella me apartara con ese temor no hizo que me arrepintiera sino todo lo contrario, ella estaba confundida, lo podía percibir en la piel virgen. Pese a que no la obligue a que me mirara, acaricie su pequeña espalda con ambas manos, era como si la consolara, dejé que su rostro siguiera sumido en mi cuello por si quería llorar, que llorara, mientras que sus pechos desnudos haciendo contacto con mi piel mantenían a mi miembro erecto, que coño no podía evitarlo.
Mis manos bajaron a sus caderas y luego a sus muslos, puse pericia para acariciarlos y darles calor sin que mis manos se acercaran a su intimidad y la excitaran directamente, procuré aguardar, bajé a sus pantorrillas perfectamente definidas éstas ya recobraban un calor, después hice que me mirara y lleve sus rodillas a la altura de mis axilas arqueando su cuerpo, de esta forma tuve mayor alcance a sus pies helados y los masajee con cuidado, no tenía ni puta idea si ella era de esas mujeres que se soltaban a reír con un ligero roce en una zona como lo son las plantas de los pies por lo que me fui con cuidado.
–Nunca os han besado, pero no me estáis diciendo que yo no lo haga... no habéis tenido ninguna experiencia como la que en este momento os dedico, pero no me estáis diciendo que os deje, que no continue... Estáis diciéndome por favor pero no sabéis porque, porque realmente estáis confundida y no sabéis lo que queréis- dije para tener su confianza aunque después de todo era lo que yo sentía y deseaba compartir. Sus ojos me miraron como nadie antes lo habían hecho y eso me hizo estremecerse subiendo mis manos hasta sus muslos sin que yo lo hubiera querido así.
–En la vida tendréis que tomar decisiones, nunca debéis de darle la espalda a las situaciones porque podéis obtener una puñalada traicionera. Antes me pareciáis una cría, pero me he dado cuenta que estaba en un error, sois hermosa y vuestra belleza me ha seducido, os deseo Leire. Así que os doy una oportunidad que muchos no daran, la oportunidad de elegir... Decidme si me recibiréis, si me dejaréis amarte, unirme a ti y que podamos formar juntos algo en un futuro, Decidid para no ir más allá, para dejaros una vez estéis recuperada– confesé sin importarme ya nada, estaba seguro de algo, Leire había despertado en mí algo que no creí tener.
Mis manos bajaron a sus caderas y luego a sus muslos, puse pericia para acariciarlos y darles calor sin que mis manos se acercaran a su intimidad y la excitaran directamente, procuré aguardar, bajé a sus pantorrillas perfectamente definidas éstas ya recobraban un calor, después hice que me mirara y lleve sus rodillas a la altura de mis axilas arqueando su cuerpo, de esta forma tuve mayor alcance a sus pies helados y los masajee con cuidado, no tenía ni puta idea si ella era de esas mujeres que se soltaban a reír con un ligero roce en una zona como lo son las plantas de los pies por lo que me fui con cuidado.
–Nunca os han besado, pero no me estáis diciendo que yo no lo haga... no habéis tenido ninguna experiencia como la que en este momento os dedico, pero no me estáis diciendo que os deje, que no continue... Estáis diciéndome por favor pero no sabéis porque, porque realmente estáis confundida y no sabéis lo que queréis- dije para tener su confianza aunque después de todo era lo que yo sentía y deseaba compartir. Sus ojos me miraron como nadie antes lo habían hecho y eso me hizo estremecerse subiendo mis manos hasta sus muslos sin que yo lo hubiera querido así.
–En la vida tendréis que tomar decisiones, nunca debéis de darle la espalda a las situaciones porque podéis obtener una puñalada traicionera. Antes me pareciáis una cría, pero me he dado cuenta que estaba en un error, sois hermosa y vuestra belleza me ha seducido, os deseo Leire. Así que os doy una oportunidad que muchos no daran, la oportunidad de elegir... Decidme si me recibiréis, si me dejaréis amarte, unirme a ti y que podamos formar juntos algo en un futuro, Decidid para no ir más allá, para dejaros una vez estéis recuperada– confesé sin importarme ya nada, estaba seguro de algo, Leire había despertado en mí algo que no creí tener.
Nicolei Santillán- Cazador Clase Alta
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