Cuando no queda más remedio [Urian]

por Invitado Dom Ago 15, 2010 4:48 pm

¿Cómo demonios había terminado en aquella situación? Sentada en una apartada mesa de la taberna, con una copa de vino rancio en las manos que ni siquiera se había molestado en probar y observando a un grupo de hombres borrachos como si fueran el mejor manjar. Pues porque aquella noche era la tercera que pasaba sin alimentarse, por eso. Había pasado las noches paseando por las calles de París en busca de alguna presa que satisfaciera su refinado gusto -alguna mujer joven, a poder ser- pero había dejado pasar todos y cada uno de los humanos que se habían cruzado en su camino y ahora el hambre le atenazaba la garganta hasta el punto de considerar a aquellos hombres gritones y malolientes la mejor opción para saciarse.

Se sentía avergonzada de sí misma, sentía que había caído muy bajo, pero cuando no quedaba más remedio cualquier humano servía. Y aquella taberna era el mejor sitio para encontrarlos. Sólo debía esperar a que algún borracho saliera de allí -solo o acompañado, poco importaba porque en algún punto de camino se separaría de los demás para volver a casa- para atraerlo con su poder de la dominación hasta un callejón oscuro. A esas alturas ni siquiera contaba con la paciencia suficiente como para conducirlo hasta su habitación de hotel y alimentarse allí cómodamente, necesitaba beber cuanto antes mejor. Después de todo, nunca se sabía cuando podría encontrar algún vampiro o licántropo buscando guerra, por lo que no podía permitirse estar débil.

Pero aquellos asquerosos humanos no parecían dispuestos a abandonar el local pronto, y la poca paciencia de Eris se consumía tan rápido como el tabaco de sus pipas. Ni siquiera podía dominar a alguno de ellos para sacarlo de la taberna con ella, porque los demás sospecharían. La vampiresa fingió que daba un sorbo al vino de su copa y siguió esperando.

Más le valía a su víctima disfrutar de aquellos instantes, porque iban a ser los últimos.