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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Aleksandr Scriabin Miér Ago 14, 2013 9:44 pm

―¿Cuántas veces has estado aquí?― Coloqué en un elegante anaquel la copa de vino a medio llenar con la que jugaba entre mis manos y tomé asiento en el borde de mi cama que, esta noche, estaba decorada con el más elegante y suave cobertor. Dirigí la mirada hacia Joshua quien había estado callado desde el comienzo de la velada. Su copa de vino permanecía intacta en una mesa ubicada a su izquierda y sus ojos pegados en la madera del piso de mis aposentos.

“Cuatro” Respondió, casi con un hilo de voz y yo opté por enfocar mis pupilas en otro lugar no sin antes soltar un imperceptible suspiro. ―Cuatro, sí― Confirmé su respuesta, esta vez poniéndome de pie para recorrer el cuarto con pasos lentos. ―Y en estas cuatro veces te he compartido mucho de lo que sé y confiado algunos de mis secretos mejores guardados. ― A decir verdad, la mayor parte de lo que le había contado no eran más que historias que yo había escuchado y que nada tenían que ver con mi persona pero, era la forma de hacerlo sentir culpable por la actitud poco cooperativa que estaba tomando.

Dos pasos más y estuve ubicado justo al frente de Joshua que parecía haberse empequeñecido en su silla. Se rehusaba a dirigir la mirada hacia mí por lo que me vi obligado a sujetarlo de la barbilla y levantar lentamente su rostro. No fue un agarre brusco, pero si lo suficientemente firme como para obtener su atención. Sus ojos, inútilmente intentaron concentrarse en las cortinas que decoraban la salida al balcón pero inevitablemente terminaron mirando hacia mi torso desnudo con lo cual me di por satisfecho. Sonreí al notar un ligero sonrojo en sus mejillas y sentí mi pecho inflarse de orgullo por ser el causante de aquello.  Sin decir ni una palabra más comencé a pasear mis dedos por sus mejillas, para luego trazar un camino hacia la parte trasera de sus orejas donde Joshua me recibió estremeciéndose y volviendo a bajar a mirada.

No intentaba ningún movimiento, simplemente se limitaba a reaccionar a lo que yo hacía por lo que me sentí con el derecho de intentar algo un poco más rudo. Me despedí de sus orejas con una rápida caricia y luego deslicé mi mano derecha a sus cabellos; despeinándolo primero para luego cerrar mi puño con un poco de fuerza: jalando sus cabellos y obligándolo a alzar nuevamente la mirada. Me encantaban sus ojos, aquella mirada mitad sorpresa, mitad rabia. ¿Me odiaba?, ¿me amaba? ―Puedes irte si deseas.― Me sentía tan poderoso en estos momentos que dudaba que mi joven amante tenga si quiera las intenciones de escaparse. ―O puedes comenzar a quitarte la camisa mientras yo toco algo para nosotros.― Lo solté, no sin antes acariciar sus cabellos a manera de disculpas. Me volteé para darle unos segundos de privacidad y caminé hacia la esquina de mi cuarto en donde se erguía un elegantísimo piano negro en cuya superficie se reflejaban las luces del candelabro.

Acaricié las teclas imaginando que se trataba de la piel desnuda de Joshua y comencé a tocar una suave melodía con los ojos cerrados. ―¿Y qué decidiste?― Pregunté para presionarlo y no pude evitar sonreír antes mis malvadas intenciones. El hecho de que estuviera con los ojos cerrados hacía mucho más fascinante toda la situación.


Última edición por Aleksandr Scriabin el Miér Oct 02, 2013 4:01 pm, editado 6 veces
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Mensaje por Joshua Maloney Jue Ago 15, 2013 1:40 pm

–Cuatro.

Digo tímidamente sintiendo un deje de molestia por la pregunta. ¿Qué importa cuántas veces haya pisado su hogar? Siempre sucede la misma situación. Aleksandr sólo quiere mi cuerpo más no mi corazón y éste pensamiento me hace sentir la persona más miserable que existe. Ésta noche di lo mejor de mi sobre el escenario, le dediqué mi actuación, me entregué, olvidé a todos centrando mi atención sobre su persona, descartando la loca idea de asistir a la fiesta que se organizó en nuestro honor después de la función para estar con él y sin embargo heme aquí aguantando las ganas de salir corriendo y llorar toda la noche sobre mi almohada ¿Qué tiene ése hombre que no puedo sacarlo de mi cabeza ni un instante? ¿Por qué sigo aceptando sus migajas?

<<  Estás enamorado  >> me dice la vocecilla interior sintiendo un escalofrío recorrer todo mi cuerpo. Es verdad y por más que quiera negarlo, tengo metido a ése hombre hasta la médula de los huesos. Despierto, como, duermo, vivo por él… He dejado de ser yo, para ser un esclavo de sus encantos. Daría mi vida por escuchar de sus labios un te amo, una caricia de amor.

Mientras mi mente divaga, Aleksandr levanta mi barbilla para que lo mire. En un intento vano por dejar al descubierto mi vergüenza, trato de centrar mi vista en las bellas cortinas que adornan ése inmenso ventanal; pero la carne es débil, estando tan cerca uno del otro me inunda su olor, casi obligándome de una manera sutil a que me deleite con su perfecta anatomía masculina. ¡Dios! Ése hombre me invita al pecado, no debería estar aquí en primer lugar, soy débil ante el poder de seducción que desprende mi amado. Sufriré aún más el castigo divino por sucumbir ante sus encantos.

Una de sus manos, hace una pequeña caricia en mi oído. Sin poderlo evitar, intento perseguirla con mi mejilla y disfrutar por más tiempo de aquella bendita sensación angelical. Cierro momentáneamente mis ojos para perderme un instante en mi pequeño mundo mágico donde mi amor es correspondido siendo dueño de su corazón. ¡Aún más bendita la mano que desliza sus dedos entre mi cabello erizando hasta el último centímetro de mi piel! Un pequeño gemido se desprende de mi garganta cuando aquella caricia se transforma en dominación, pues mi cabeza es jalada hacia atrás con un poco más de fuerza. Mis ojos vuelven a abrirse y le miran de manera suplicante << No me lastimes >> Es una mirada que dice más que mil palabras pero Aleksandr y yo no hablamos el mismo idioma. No puede ver en ellos el inmenso amor que siento por él.

Sus palabras calan en lo más profundo. Está claro que no puedo irme aunque así lo desease, lo sabe, sé que lo sabe. Pero…  ¿Soy tan poca cosa para él? ¿Habría alguna diferencia si me voy?  En lo absoluto. Un nudo enorme se forma en mi garganta, porque por más que quiero reunir el valor suficiente y caminar hacia la puerta de salida, no me atrevo. Me tiene completamente hechizado y perdido de amor.

Le miro caminar por la instancia con garbo para dirigirse a su adorado piano, froto mis brazos en un claro síntoma de nerviosismo y abandono. De nuevo las ganas de derramar algunas lágrimas me inunda, pero ya estoy decidido a continuar con esto. Cuando recibí la invitación a pasar a sus aposentos sabía perfectamente que no vendríamos a tener una velada romántica y única, como siempre lo he deseado con todo mi corazón.

En el fondo tengo la tonta idea de que represento para Aleksandr algo más allá que un cuerpo hermoso y que puedo aspirar a su atención y a su amor por lo que soy por dentro, no por lo que lo represente por fuera. Por buena o mala fortuna, soy un actor. Puedo representar cualquier papel ante los demás, fingiendo que todo está bien, que soy felíz, pero no para… él.

Finalmente y con el corazón lastimado, me levanto lentamente del pequeño sillón donde me he refugiado los últimos minutos. Alzo la copa de vino, dándole un par de pequeños tragos, más por fuerzas que por ganas. Quiero perderme entre las exquisitas notas de piano que deleitan mis oídos, sentirme libre, sin ataduras para poder entregarme completamente a ese hombre.

Imaginando que son los dedos de Alek desabotonar la camisa de seda que él mismo me ha regalado, cierro por tercera vez mis ojos, tarareando tímidamente, moviendo ligeramente mi cuerpo al compás de la exquisita melodía. Lo sé, soy un tonto romántico que sigue pensando que los cuentos de hadas existen y que siempre terminan con un final felíz.

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Mensaje por Aleksandr Scriabin Vie Ago 16, 2013 9:27 pm

Puedo oír sus pies haciendo presión sobre la madera del suelo al levantarse de su silla, puedo oír que camina unos cuantos pasos hacia delante y luego se detiene. Escucho también el suave tintineo del vidrio golpeando delicadamente la mesa en donde reposaba la copa de vino y finalmente: silencio, ya no tengo más pistas de su movimiento por más que intento agudizar mis sentidos. Por alguna razón, que mi ceguera momentánea me impide averiguar, Joshua ha dejado de moverse y me intriga saber el por qué.

Sin intención alguna comienzo a acelerar la melodía mientras en mi mente me imagino a mi joven despojándose de su vestimenta con una lentitud casi torturadora. Su cuello níveo es el primero en descubrirse y lo veo acariciar con la yema de los dedos su clavícula y pecho. Eran caricias tan castas, tan inocentes que me arrancan un suspiro desde lo más profundo de mi garganta y me hacen desear ser yo quien lo desvista de aquella manera. Los botones restantes no tardan en ceder y siento como mi corazón ha comenzado a bombear sangre a cada rincón de mi cuerpo en el momento en que su delgado y marcado abdomen se asoma casi como por accidente por culpa de una suave ráfaga que ondea la camisa de seda.

No me explico como sigo atinando a las notas de la partitura y, peor aún, no me explico como he tenido el control para no abrir los ojos y limitarme únicamente a imaginar. Quizá sea porque Joshua me cautivó desde la primera vez que lo vi en aquel ensayo en el teatro de Paris. Su mirada, inocente y curiosa, se quedó perpetuada en mi cerebro y con el pasar de los días me vi presa de una obsesión enfermiza: Quería enseñarle el mundo a aquel joven, que explorara sus límites. Mi intuición me decía que tras aquella fachada de muchacho pudoroso se escondía un hombre tan sediento de placer como yo.

Remato mi composición con dos notas fuertes que no son más que la exteriorización de la vorágine de sentimientos y sensaciones de la que estoy siendo víctima. Creo que mi autocontrol ha llegado a su fin y, acariciando suavemente las teclas, dejo de tocar y abro los ojos. Me encuentro un tanto desubicado por los minutos de oscuridad, la luz del candelabro me lastima un poco la vista pero no tardo en encontrar la silueta del joven actor justo donde pensaba que estaría. Su cara es de sorpresa, no sé si por la forma en que lo miro o por el abrupto fin de mi intervención musical. ―La curiosidad mi querido Joshua, la maldita curiosidad. ― O más bien bendita porque en estos momentos no puedo mirar a nada más que no sea a Joshua: sus ojos color aceituna tan llenos de confusión, sus labios gruesos y carnosos que me incitaban a besarlo, su pálida piel y su delgado y marcado cuerpo. Realmente era una visión.

Me pongo de pie, dejando atrás mi butaca, y me acerco hasta donde Joshua procurando no perder nunca el contacto visual. Quiero deleitarme con las muecas de su cara, quiero que sean sus ojos los que me digan que realmente desea estar conmigo, y que sus labios castos besen mi cuerpo. Cuando me encuentro a, escasamente medio metro de distancia acaricio con las palmas de mis manos su abdomen. Delineo la curvatura de su cintura y al llegar a su pecho rozo sus tetillas con mis dedos solo para escucharlo suspirar. ―Me encantas.― Confieso sin vergüenza y sujeto su cuello con ambas manos. No presiono, porque mi intención no es causarle ningún daño, simplemente quiero tener control de la situación en cada momento y besar su barbilla a mi manera: tortuosamente lento.

Comienzo con besos lentos, ligeros roces con mis labios en la piel de su quijada. Su barba, mal rasurada, me causa un cosquilleo que encuentro excitante pero sigue faltando algo más. ―¿Por qué no me estás tocando? ― Aflojo un poco el agarre para que pueda mirarme sin problemas y me fascino al encontrar un rostro tan lleno de preguntas. ―¿Sabes cómo? ― Me sorprende que mi voz suene hasta amable pero ni aun así Joshua se atreve a pronuncia palabra. Aunque la verdad no tiene por qué, su silencio me lo dice todo y sus ojos que se concentran en mis hombros me confirman sus deseos. ―Vamos. ― Pronuncio con un tono mucho más imperativo. ―Te estoy dando permiso. ― La última palabra no logro vocalizarla correctamente porque su oreja me ha cautivado y me lanzo a besarla.


Última edición por Aleksandr Scriabin el Mar Sep 17, 2013 5:01 pm, editado 1 vez
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Mensaje por Joshua Maloney Dom Ago 18, 2013 4:18 pm

¿De qué curiosidad habla? Es la pregunta que ronda en mi cabeza apenas deja de tocar el piano con dos abruptos movimientos que me sacan de concentración. ¿Habré hecho algo mal? Francamente lo dudo, sin embargo soy tan inseguro estando con él, que cualquier movimiento, cualquier gesto u acción me provocan incertidumbre. Viene caminando hacia mí, con ese rostro indescifrable. Daría lo que fuera por saber exactamente qué es lo que está pensando. Sí lo que ve en mí le agrada…

Estamos ya tan cerca y yo con el torso desnudo, que he querido cubrirme porque la valentía de hace unos momentos se ha esfumado; pero es demasiado tarde. Aleksandr acaricia mi abdomen y mi cintura recorriendo a su entero antojo produciéndome un cosquilleo que recorre desde mis dedos del pie, hasta el último de mis cabellos. Un torrente de electricidad atravesando mis fibras más sensibles, cuya reacción en cadena, provoca que mi corazón comience a palpitar de manera vertiginosa.

Ya no tengo control en mi cuerpo, la respiración agitada, y los suspiros escapan sin poderlos contener, me sorprendo de ser tan vulnerable en mi defensa ante aquel ataque sutil cargado de erotismo. Mis piernas tiemblan tanto, que parecen no poderme sostener por más tiempo.  << ¡Dios mío, ayúdame!  >>  implora al sentir que mis rosadas tetillas son acariciadas de una manera casa imperceptible, pero lo suficiente para hacerme perder la cabeza de tal modo, sintiendo que en cualquier momento terminaré cediendo por completo, inevitable e irremediablemente. Ahora mismo siento cómo mi miembro comienza a despertar de su letargo, abultándose dentro de mi ropa interior. Aquellas dos simple palabras… ¡Dioses! Ha dicho que le encanto, es más de lo que puedo pedir en aquel instante, es música para mis oídos… Sí, Aleksandr es música, una envolvente y suave música arrulladora. Un ángel terrenal, que ha descendido para hacer de éste simple humano, el más feliz sobre la faz de la tierra.

No le he tocado por temor a hacerlo de una manera equivocada o de manera desbordada. Para estas instancias ya no me conozco. No tengo control de mis emociones, estoy perdido de amor por él, daría mi vida en éste instante si así me lo pidiese… Pero me tiene en tal estado de aletargo y excitación que no puedo mover un músculo por más que quiero responder a la caricia de sus labios sobre mi quijada. Me siento flotar en el mismo cielo, flotando en un universo paralelo, radiante, lleno de colores y olores nuevos para mí.

Apenas logro escuchar a Aleksandr decirme que tengo su permiso para acariciarlo, su voz, sus labios tan cerca de mi oído siendo atacado por una lengua experta y vivaz me dan los ánimos suficientes para alzar lentamente mis brazos, descansando mis manos sobre su perfecta y musculosa espalda. Su piel es tan suave al tacto… Que dan ganas de recorrerla más allá de mis límites. <<  Mis límites…>> No quiero tenerlos más, quiero explotar, comportarme como el hombre fiel y enamorado que habita en mi interior.

Deseando que mi atrevimiento no le parezca traspasar terrenos aún vedados para mis castas manos, deslizo las mismas hasta la espalda media, bajando un poco más allá, colándolas por debajo de su ropa interior, acariciando sus glúteos.
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Mensaje por Aleksandr Scriabin Dom Ago 18, 2013 9:09 pm

Mi lengua se desliza por el lóbulo de su oreja derecha, recorriéndolo por completo con tanta maestría que me siento capaz de pronosticar cuando su cuerpo reaccionará temblando ante mis estímulos. Mi pecho se encuentra pegado al de él, y es impresionante la fuerza con la que nuestros corazones golpean contra nuestra caja torácica amenazando con salirse de nuestros cuerpos en cualquier momento y salir en encuentro del otro. De pronto, cualquier centímetro que nos separa me parece demasiado, mi cuerpo se encuentra hambriento del suyo; tan hambriento que mis brazos mutan en alguna especie de tentáculos que lo abrazan fuertemente impidiéndole el escape. Se escucha el escritorio ceder antes nuestro peso pero no le presto demasiada atención, me encuentro enloquecido por las caricias que Joshua da en mi espalda y como, instintivamente, sus piernas se enredan en mi cintura logrando así que nuestras pelvis se rozaran.

Si antes yo creía que estábamos realmente juntos, ahora lo estábamos mucho más y es inexplicable  el placer que siento al descubrir que no era el único al cual su entrepierna lo ha traicionado. ¿Pero qué se puede hacer? En estos umbrales del placer, la mente pierde total control sobre el cuerpo y son los instintos los que se hacen cargo de la situación. Por más que intento pensar en partituras, comidas, corceles y campos de verde césped; mi mente me traiciona y  proyecta imágenes de Joshua.

Recuerdo la primera vez que lo vi ensayar, había sido una jugarreta del Hado porque aquello jamás había estado entre mis planes. Aquella mañana me había levantado temprano para ensayar una nueva composición, necesitaba un piano con excelente afinación y mi asistente había ubicado un magnífico Érard en el teatro de París. Era un instrumento reservado exclusivamente para las presentaciones pero por tratarse de Aleksandr Scriabin los administradores habían hecho una excepción, con el único problema que debía ensayar junto con el elenco de teatro que en esos días se encontraba ultimando detalles para su gran presentación anual.

Al principio me molestó la idea pero al no tener más opción acepté. Cuando me senté frente al Érard había pocos actores en el escenario esperando al director de la obra. Todos me miraban con recelo pero sólo uno se atrevió a acercarse: “¿Le gusta el teatro, Monsieur?”. No le respondí, era muy poca cosa para que yo le dirija la palabra, simplemente bajé la mirada y comencé a tocar. Sin embargo algo en él me había llamado la atención, y cuando lo vi moverse en el escenario con aquella gracia felina supe que debía convertirlo en mi amante.


Un par de manos explorando la desnuda piel de mis glúteos me saca de mis recuerdos: es Joshua que por fin ha dejado a un lado sus inhibiciones y se ha entregado a lo que está pasando entre nosotros de la misma forma en la que se entregaba en el teatro. Puedo intuir que aquello marca un antes y un después para esta noche: a partir de este momento las cosas serán diferentes. ―Sí me gusta el teatro, Monsieur Maloney.― A lo mejor ni siquiera se acuerda de nuestro primer encuentro, pero esto es una forma de pedirle disculpas por lo pedante y vanidoso que había sido mi actuar aquella vez.    

―Me encanta el teatro. ― Ya no puedo ignorar más a la mesa que nos pide a gritos que cambiemos de lugar para continuar con nuestra velada, por lo que decido tomarlo de las manos y dirigirlo hasta cerca de mi cama. Asalto su cuello nuevamente, llenándolo de besos y mordidas mientras con mis manos hago presión sobre sus hombros para que poco a poco vaya acostándose hasta quedar totalmente a mi merced. Yo me recuesto encima de él encarcelándolo entre las sábanas de algodón y mi cuerpo y, por si eso no fuera necesario para sentir que tengo el control, tomo sus muñecas con mis manos y coloco sus brazos por encima de su cabeza. ―Vas a ser mío esta noche. ― No es una pregunta y tampoco una amenaza. Simplemente le estoy asegurando que esta noche será una de las mejores noches de su vida. Me aseguraré que esta noche sea un referente para cada ocasión que desee describir lo que es la lujuria y el placer.

Pego mí frente a la suya para darnos intimidad y mi rodilla logra ubicarse entre sus muslos, describiendo suaves movimientos circulares a su entrepierna, que puedo notar le fascinan. Sonrío y pregunto:

―¿Te gusta?―


Última edición por Aleksandr Scriabin el Mar Sep 17, 2013 5:02 pm, editado 1 vez
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Mensaje por Joshua Maloney Lun Ago 19, 2013 12:13 am

–Me gusta el teatro Monsieur Maloney. Me encanta el teatro.

Cuando escucho éstas palabras, no puedo dejar de evocar el momento en que lo conocí. Fueron pocos minutos que me parecieron horas. No supe cómo ni porqué – porque no me di cuenta – pero de repente ya estaba parado justo en medio del escenario, observándole. Quizás mi curiosidad me empujó hacia adelante, y caminé como autómata. No lo sé, simplemente lo miré y no le despegué el ojo en ningún momento. Era una mirada de admiración, más que otra cosa. Siempre me había gustado su manera de tocar el piano y aquellas melodías que de vez en vez, no podía entender, debido a los constantes cambios en su estructura. ¡Pero qué iba a saber yo de partituras! Absolutamente nada.

Reaccioné – más bien volví al mundo real – cuando sentí que me miró por breves segundos. Bajé la mirada y me arreglé el corbatín, sólo para disimular y no ser tan obvio. Agradecí interiormente que un violinista se acercara hasta a él para expresarle sus respetos, presentándole al resto de la orquesta, que ensayó en innumerables ocasiones, para poder presentar un trabajo impecable aquella noche.

Suspiré y aflojé mis músculos, pues me sentía entumido. ¡Los nervios que no me dejaban en paz! Caminé un poco por el escenario para irme ambientando. Moví mi cuello en repetidas ocasiones para hacerlo tronar y… Bueno. Ahora Scriabin ya se había sentado frente a su piano, aflojando los dedos. Era ahora o nunca. Nunca podría tener una oportunidad como aquella, así que me armé de valor y me aproximé hasta donde me fue posible:

–Buenas noches señor Scriabin – Mi voz en aquel momento, salió como en un susurro. Apagada – Permítame expresarle mi total admiración. Y de manera informal – y de mi parte únicamente por el momento – Le doy la más cordial bienvenida. ¿Le gusta el teatro?

Si, cómo olvidar aquella noche… Sin embargo mi pregunta jamás llego a tener una respuesta, pues fui ignorado brutalmente por tan importante personaje. En aquel momento mi corazón se rompió en miles de pedazos pues aquel artista, aquél músico se robó mi atención apenas traspaso aquellas puertas y desde entonces no pude sacarlo de mi mente.

Ahora el escenario es distinto, es sobre su cama que me ha respondido aquella pregunta mal formulada en un tiempo equivocado. Ésta noche, rodeado entre sábanas de seda, sintiendo su cuerpo encima del mío, me doy cuenta de que estamos montando nuestra propia escena en el momento correcto, sin un público que pueda aplaudir, pero que no por ello no deje de ser un acto sublime. El clímax. Simplemente nosotros dos, entregándonos – por fin – sin inhibiciones. Estoy listo para dar el siguiente paso.

– Me gusta – logro contestarle entre jadeos pues ya he sido arrastrado a las redes del placer – M-Me fascina sentir su cuerpo sobre el mío. –contorsiono mi cuerpo para sentir mucho más fricción. Mis piernas han alcanzado su cintura y se han estacionado ahí, sin darle oportunidad de escapatoria, no quiero que se aleje un centímetro de mí. Me desconozco, éste no soy yo.

<<  Eres tú no engañes. Lo deseabas desde siempre. Tu más grande sueño se está convirtiendo en realidad  >> Con mis ojos cerrados y mi boca deseosa de la suya, me muerdo el labio inferior, pues al estar mis manos apresadas por encima de mi cabeza me da el morboso pensamiento de ser sometido como un esclavo a la voluntad del amo.

– ¿Sabía yo lo qué es amor? … Ojos jurad que no. Porque nunca había visto una belleza así…


Voluntaria o involuntariamente recitaba algunas frases de Romeo. Aleksandr es mi fuente de inspiración. Me tiene loco ¡Cuán será mi locura que ya mismo me siento en el paraíso! Quiero pertenecerle en cuerpo y alma y que sea lo que Dios quiera que pase.

–Tómame – susurro sin un ápice de arrepentimiento pues no puedo contenerme más. Mi cuerpo lo pide a gritos, mi corazón está desbordado y me mente completamente llena de la imagen de Aleksandr.

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Clase de piano N°1 | Joshua Maloney | +18 Empty Re: Clase de piano N°1 | Joshua Maloney | +18

Mensaje por Aleksandr Scriabin Mar Ago 20, 2013 10:39 pm

Lo escucho decir que le gusta, que le fascina sentir mi cuerpo sobre el suyo. Siento como su espalda ondula para poder pegarse más a mí; y como sus piernas, delgadas y fuertes, rodean mi cintura como si se trataran de enredaderas que acababan de cobrar vida. Beso su cuello con excesiva vehemencia y es tanto mi deseo hacia él que en ese momento me doy cuenta de una verdad que me he venido negando: sea lo que pasara esta noche, jamás tendría suficiente de Joshua. Jamás lo amaría lo suficiente, jamás lo besaría lo suficiente, jamás nunca nada sería suficiente cuando se trataba de él.  Nuestra mortalidad y efímera existencia jamás permitiría que gocemos de todos los placeres que mi cerebro dibujaba y nunca llegaría el día en que yo podría decir: “Joshua, lo hemos intentado todo, ya no te necesito más en mi vida”.

Una extraña ansiedad acompañada de un sentimiento de debilidad me invade el cuerpo y de repente toda esta escena mágica parece pausarse. ¿Cómo he permitido que pase esto? Yo, que cambio de amante cada que mi curiosidad así me lo dicta, me estoy viendo atado a un joven cuya inocencia despierta en mí los deseos más bajos. ¿Hasta qué punto era buena esa dependencia? Intento buscar su mirada creyendo que en sus verdes pupilas encontraré respuestas, pero tiene los ojos cerrados. Sé que está diciendo algo porque lo veo mover los labios pero todos mis sentidos parecen haberse bloqueado porque a mis oídos no llega palabra alguna.

“Tómame”

Logro escuchar luego de mi aletargamiento e introspección excesiva. En ese momento, todas mis excusas y miedos se disiparon, convirtiéndose en un gran bombeo de sangre que llega hasta la cima de mi masculinidad. Mis manos sueltan las de Joshua y se convierten en diestras garras que lo arrebatan de las últimas prendas que cubren su cuerpo. Ahora se encuentra desnudo frente a mí; desnudo y, por la mirada en sus ojos, dispuesto a todo. Sé que es consciente de lo que acaba de decir y es consciente también que no hay vuelta atrás, porque una vez que yo empezara no iba a dejarlo escapar hasta quedarme completamente saciado de él o por lo menos tan saciado como fuera posible.

Luego de aquel corto pero significativo cambio de miradas, mi mano derecha rodea su miembro erecto sin vacile alguno y comienzo a estimularlo. ―Durante este último mes, esta ha sido la única forma que mi mente ha encontrado para saciar la sed que mi cuerpo tenía de ti. ― No necesito entrar en detalles sórdidos porque estoy seguro que me comprende en totalidad. ―No he sido el único, ¿no? ― Sonrío con malicia y vuelvo a recostarme sobre él. Sus piernas rodean mis caderas automáticamente y sus brazos, ahora libres del yugo en el que se habían encontrado hasta hace segundos atrás, no tardan en encontrar un cómodo lugar en mi espalda.

―Dilo, no tengas vergüenza. ― Sus gemidos comienzan a escucharse más fuertes y de inmediato coloco mi oreja justo encima de sus labios. No deseo que sus gemidos floten en el aire y se pierdan en el infinito, deseo escucharlos todos. Quiero que gima para mí, que sea él quien llene de música el ambiente usando como instrumento únicamente su garganta y como inspiración todo el placer que yo pensaba ocasionarle.

―No tienes que tener vergüenza conmigo, no después de esta noche. ―


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Mensaje por Joshua Maloney Jue Ago 22, 2013 10:15 pm

Estoy desnudo frente a él, y mi virilidad está siendo estimulada con maestría y delicadeza al mismo tiempo. Si esto es un sueño, no quiero despertar, quiero evocar ésta noche por el resto de mi vida, como la más hermosa de todas. Estar entregado en cuerpo y alma al ser que amas no tiene comparación alguna. Yo… que pensé que jamás volvería a sentir esto por nadie nunca más, ahora comprendo que es el tiempo el que borra las heridas y es éste mismo quien te da nuevas oportunidades. Sé que Aleksandr no me ama como yo le amo a él, pero éste amor que llevo dentro, es mío y nadie puede ni podrá hacer nada para cambiarlo. Es mi decisión y como tal afrontaré las consecuencias de mis actos.

Sonriendo levemente, asiento ante la pregunta de Aleksandr, reposando mi cabeza en el suave almohadón de plumas. ¿Cuántas noches soñé que me amaba justo como ahora? ¿Cuántas veces me sorprendí acariciándome, pensando que eran sus bellas y diestras manos las que me hacían gemir y suspirar? Demasiadas… Tantas que hasta he perdido la cuenta. Pero eso ya no importa, sino el aquí y ahora, en ésta habitación iluminada a media luz, cobijados bajo el calor de la chimenea, deslizando con suavidad mis manos por su espalda musculada. Quiero decirle que no tengo vergüenza, sino todo lo contrario. Estoy muriendo de placer, aún y cuando apenas han sido unas pocas caricias las que me ha proporcionado.

Abriendo mis ojos, me pierdo en los suyos, observando en ellos – con mucho alegría – que le agrada mi cuerpo que es mi templo. Le sonrío sutilmente, pegando mi frente contra sus labios, suspirando y gimiendo sin poderlo contener, al mismo tiempo que me aferro aún más a su cadera. Ardo por dentro con ansias infinitas de que me haga suyo en éste mismo instante, sin embargo no quiero sucumbir ante mis impulsos, necesito disfrutarlo, probar cada centímetro de su nívea piel, morder esas tetillas rosadas que por el momento son mías... Armándome de valor, acerco mi boca lamiéndolas despacio, con toda la calma del mundo, pasando de derecha a izquierda y viceversa. Quiero atreverme, ser partícipe activo en ésta entrega de amor…

–Aleksandr. Mi Aleksandr – me es imposible no decir su nombre. Ya lo considero mío.

Por impulso, por deseo y porque quiero sentirlo, bajo mis piernas para voltearme y darle la espalda, que bese mis hombros, mi espalda… Quizás algo más… ¡Las sabanas son tan suaves, que es inevitable no palparlas, aferrándome a ellas!

-Te quiero.- Hubiera preferido decirle: Te amo con todo mí ser, pero es arriesgarme a perderlo sin haberlo tenido. Aleksandr me ha dejado en claro que no le gustan los compromisos, que siente atracción por mí. Más allá no hay nada para éste pobre colibrí, que solo extiende sus alas para él.
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Mensaje por Aleksandr Scriabin Dom Ago 25, 2013 11:49 pm

Joshua parece haberme comprendido y no tarda en deleitarme con una sinfonía de gemidos que poco tienen que envidiar a las composiciones de aquel pianista alemán: Beethoven. Siento sus suaves labios deslizarse por mi oreja con tortuosa lentitud y de repente me convenzo de que es momento de, al igual que él, quedarme total y completamente desnudo. Será la primera vez que aquel joven me verá sin nada cubriendo mi cuerpo y, lejos de encontrarme nervioso, me siento ansioso y con deseos de admirar sus reacciones.

Me separo un poco de su cuerpo disponiéndome a despojarme de la prenda que cubre mi erguida virilidad, pero un arrebato de mi amante me obliga a hacer un cambio en mis planes. Recibo con agradable sorpresa aquellos besos en mis tetillas que, en un comienzo son castos, pero luego me arrancan gemidos de placer y descontrolan mis sentidos. Cierro los ojos porque creo que la vista me distrae. Quiero enfocarme únicamente en el tacto, en sus manos recorriendo mi cuerpo con inseguridad y en su húmeda boca que se mueve con maestría por todo mi pecho, ahogándome en una ola de deseo que amenaza con arrastrarme.

Mi ávida mente proyecta imágenes mías, tomado posesión del cuerpo de Joshua en las posiciones más inverosímiles y yo me veo obligado a sacudir la cabeza para apartarlas de mis pensamientos. Abro los ojos. No, no quiero acelerar las cosas y sobretodo no quiero perder el control. No se lo he preguntado pero estoy seguro que esta será la primera experiencia sexual de Joshua y en mis planes no está ser aquel mal recuerdo que es mejor dejar en el olvido.

Escucho mi nombre salir de su boca, acompañado de un pronombre posesivo que me deja sin habla. ¿Su Aleksandr?  Interiorizo un poco la dimensión de aquella punzante composición gramatical y me doy cuenta que no es del todo incierta. Él se ha robado mi quietud, mi autocontrol, mi capacidad para anteponer la razón a los deseos y eso era una forma de poseerme. Él posee mi razón, me la arrebata o me la devuelve a su antojo y hoy, en esta noche, se ha dispuesto a quitármela por completo. Cada movimiento suyo, por más torpe que sea, ocasiona en mí un cúmulo de emociones; como el que ahora acababa de hacer.

Observo su espalda y su baja espalda prácticamente brillando a la luz del candelabro como un diamante en bruto que debe ser pulido a besos. ―Y yo te deseo. ― Respondo con cinismo a su confesión. Con mis manos acaricio su espalda, comenzando desde muy abajo hasta llegar a sus hombros. Lo hago estirar los brazos simulando una crucifixión y recargo mi cuerpo sobre el suyo teniendo la precaución de que mi miembro erecto se ubique a la justa altura de sus glúteos. Comienzo a frotarme contra él y a gemir con descaro en su oreja. La intensa fricción que hay entre nuestros cuerpo desliza poco a poco mi última prenda hacia abajo liberando, de repente, a  mi masculinidad que agradece el cálido tacto de la piel de mi amante.

Con ayuda de mis manos termino de desnudarme y trazo un camino de besos que parten desde su nuca y bajan suavemente por toda su columna vertebral. Levanto sus caderas unos cuantos centímetros y mi ávida lengua encuentra refugio entre los glúteos de Joshua. Lo escucho gemir como no lo he escuchado nunca antes, y lo veo aferrarse con fiereza a las sábanas de mi cama lo cual me motiva a seguir. Su placer es mi placer, yo era su Aleksandr y él era mi Joshua.


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Mensaje por Joshua Maloney Sáb Ago 31, 2013 8:54 pm

Libre para volar, libre para vivir, libre para amar, libre para gozar. Soy un colibrí...

**

Mi pasión es el torrente, y tu mi flor.



Con mis brazos apostados a los costados, muevo con disimulo mis brazos simulando un cálido y placentero vuelo. Me siento volar entre nubes de algodón con sabores dulces, todo en mí se transforma, haciéndome viajar a lugares inhóspitos y lejanos que jamás creí llegar a conocer. No hay angustia, ni temor. Por verdes valles surco deslizándome al encuentro del amor… La primera vez de un todo, la primera en que mi cuerpo es explorado de tal forma, que en cualquier momento voy a explotar. Todo es nuevo, maravilloso e inquietante, yo que pensaba que jamás sería deseado de tal forma, ahora creo que soy digno y merecedor de toda la felicidad del mundo.

Estoy cobijado sobre un cálido manto de dicha, mezclado con inquietantes destellos de pasión, esparciéndose por todo el rededor. En aquella habitación, hay dos amantes conociéndose por primera vez, y sin embargo ya conozco todo de él. La manera en que camina, cómo cierra los ojos para que el nirvana de la inspiración llegue hasta lo más profundo de su ser, ésa curvatura que se forma en su boca cuando sabe que se ha salido con la suya…

Amo todo de él, inclusive ésa lengua ávida que se abre paso en mi cuerpo, que me hace estremecer. Siento mis mejillas enrojecer, dando gracias de que mi rostro esté cobijado bajo una luz tenue, porque de lo contrario vería preciso pedirle que se detuviera porque mi pudor no resiste más. Anteriormente solo fui consiente de algunos encuentros casuales que no pasaron más allá de meros intentos con sujetos que no representaban nada para mí. Individuos que solo fantaseaban con hacer realidad sus más bajos instintos al intentar cualquier cosa con tal de llevar hasta su cama al novel actor de teatro.

Mas nada surgió…

Me limité a poner distancias porque no me hicieron vibrar en lo más mínimo. Huecos sin cerebro que se guían más por el deseo carnal, que por el alma del que alberga el cuerpo del deseo. Aleksander, no es así, me hace vibrar como un violín bien afinado tocado por manos diestras, con suavidad, delicadeza, alguien sabedor, un artista… Yo solo quiero pertenecerle de la manera que sea, porque se ha robado mi corazón, que palpita con cada palabra con cada caricia. Mi cabeza no entiende de razones, simplemente se limita a amarle sin mayor interés que el que el amor dicta en sí mismo, y si ésta noche es la única que estaré a su lado, la viviré al máximo, como si fuese el último día de mi vida.

– Deseaba tanto estar contigo de ésta manera – suspiro sintiendo por segunda ocasión el cómo Alexander se recuesta encima de mí, tras prepararme para lo que viniese a continuación – Sólo quiero pertenecerte, que me regales tu respiración, tu cuerpo sudoroso fundiéndose con el mío.

Incitándole a continuar con éste hermoso ritual, llevo una de mis manos, hacia sus glúteos, colocándola después estratégicamente en ése hueso que sobresale en la cadera. Trato de que sienta el movimiento de mi brazo para marcarle un ritmo, el cómo quiero sentir fricción entre ambos y ser cooperativo. Le siento erguido, preparado, excitado… Y todo esto lo estoy provocando yo, un simple cambia formas sin fortuna que logró robarse la atención de tan distinguido caballero.

–H-Hazlo – digo titubeante, porque todo esto es nuevo para mí, no sé qué esperar, si dolerá o no, si el simple hecho de que yo mismo esté “despierto” aminore mis miedos y los transforme en energía positiva, alejando las sombras de vagos recuerdos que se encuentran recluidos en mi cabeza, en mi mente.
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Mensaje por Aleksandr Scriabin Lun Sep 02, 2013 9:41 pm

Siento que mi espíritu se fortalece con cada suspiro que consigo arrancar de la garganta de Joshua. Lo que comenzó como una curiosa explorar por parte de mi lengua, fue convirtiéndose en caricias más impetuosas y vehementes que tenían como objetivo causarle a Joshua más placer del que haya sentido jamás. Cada que lo siento estremecerse, me veo en la obligación de aumentar la intensidad. Nuestro encuentro se ha tornado en un experimento a través del cual pretendo averiguar cuanta cantidad de estímulo es necesaria para hacer explotar a mi amante.

El aire de mis pulmones se termina y los muslos de Joshua flaquean cayendo tumbado sobre la cama. Estimo que es tiempo de intentar algo más porque, si algo me ha enseñado mi vida de pianista, es que nunca es bueno caer en la monotonía. Nos permito un intermedio para acariciarnos y me acuesto nuevamente encima de su delgado cuerpo ejerciendo presión. Delineo sus muslos con la yema de mis dedos, delineo la curvatura de su cintura y también la forma que toman los músculos de sus hombros al tensionarse. Me enfoco luego en su respiración, ubico mis manos a sus costados y siento sus costillas expandirse y contraerse producto de la respiración del joven actor. Me toma un poco más de diez segundos memorizar el ritmo de su respiración e imitarlo: la sensación es apoteósica. Poco a poco siento que me acoplo a la armonía de su cuerpo y estaré listo para cumplir el deseo de hacerlo mío.

Permito que acaricie mi muslo sin ponerle límite alguno mientras yo, con los ojos cerrados, olisqueo su cuello con la minuciosidad de quien quiere detectar algún aroma secreto. ―Lo sé.― Respondo con la seguridad que me caracteriza. ―Si no lo hubiera sabido, jamás hubiera intentado seducirte.― Siempre me he caracterizado por la discreción y por seleccionar cuidadosamente a mis amantes. Los estudiaba, los analizaba y únicamente manteníamos relaciones cuando yo estaba convencido del deseo que sentían. Era fácil de averiguarlo: por la forma cómo me miraban, cómo se estremecían cuando me les acercaba más de lo permitido. Joshua había presentado todos esos síntomas.

―Te daré mucho más que eso, Joshua. Puedes estar seguro. ― Los movimientos  de nuestras caderas están llevándonos al límite del autocontrol. Aumento el ritmo de aquella fricción cada vez más cegado por el placer y no reacciono sino hasta que me veo envuelto en un crescendo de gemidos de placer, tanto suyos como míos. Me pide que ponga fin a aquella hermosa tortura y yo asiento con la cabeza sin atinar a decir nada más.  ―Sí. ― Respondo finalmente, levantándome un poco para que Joshua pueda darme la cara. No es mi deseo poseerlo sin poder mirar las expresiones de su rostro.

―Quiero verte a todo momento.― Confieso mis intenciones mientras acaricio, casi que con ternura, su mejilla. Joshua, por instinto o tal vez por el ardiente deseo, se aferra a mis caderas con sus piernas y deja su cuerpo a mi entera disposición. ―Será tu primera vez, ¿no? ― Sé que lo será, pero deseo escucharlo de su boca para satisfacer mi morbo. Para sentirme único y dichoso por ser el conquistador de aquel cuerpo, por ser quien arrebate aquella inocencia y por ser quien lo hunda en las profundas aguas del sexo y el placer.

El desenlace de nuestra obra está a punto de llegar, más yo intentaba retrasar el comienzo tanto como me fuese posible. Me veo invadido por el alma de algún verdugo y siento la necesidad de hacerlo sufrir. Hacerlo sufrir pero no de dolor, sino de un infinito placer. Sujeto mi miembro erecto de la base y comienzo a acariciar con el los lugares que mi lengua había conquistado con anterioridad. Jamás me he considerado bueno en la pintura, pero en esos momentos es imposible que la mente no haga símiles. Me siento como un pintor: siendo mi miembro el pincel y su piel mi lienzo. Describo trazos abstractos por lugares insospechados, creando una obra de arte invisible que los gemidos de Joshua califican como magnífica.

Pero mi maquiavélico plan tiene que finalizar  ante la insistencia de mi compañero y, con un intercambio de miradas me dispongo, ahora sí, a cumplir con sus deseos. ―Sólo tienes que respirar. ― Acomodo nuestros cuerpos de tal forma que se acoplaran perfectamente y comienzo, poco a poco, aquella batalla por llegar hasta lo más profundo de su cuerpo. Puedo leer dolor en su cara pero estoy convencido de que el deseo que siente es más fuerte. Que su mente logrará vencer a su cuerpo y que disfrutará de esto tanto o incluso más que mi persona.

―Sólo respira. ― Y de repente lo hago. Importándome poco o nada las barreras que yo mismo he construido. Intento convencerme de que no es nada más que una reacción natural de mi cuerpo pero, sea lo que fuera, lo estoy besando. Lo estoy besando y aferrándome a su cuerpo en mi delirio enfermizo de poseerlo en todas las formas posibles.
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Mensaje por Joshua Maloney Mar Sep 24, 2013 8:50 pm


~Los amorosos callan.
El amor es el silencio más fino,
el más tembloroso, el más insoportable.
Los amorosos buscan,
los amorosos son los que abandonan,
son los que cambian, los que olvidan.~

----------------------------------



Será mi primera vez. Él lo sabe. Debe darse cuenta por lo torpe de mis caricias y por el color encendido en mis mejillas. Por más que he intentado enterrar mi cara en su cuello no me lo ha permitido; quiere ver el deseo en mis ojos, el cómo me entrego por amor, con ansias infinitas por conocer las mieles del deseo y el placer. Me es imposible verle detenidamente como se me ha pedido, porque mis párpados parecen cobrar vida propia. Se abren y cierran con bastante rapidez, acompasados con mi respiración entre cortada, porque el momento tantas veces anhelado está por llegar y con ello mi más dulce y anhelado sueño se convertirá por fin en una maravillosa realidad.

–C-Con cuidado – He llevado mi mano hacia su cintura, acariciándole con suavidad, deteniendo su recorrido en diversos momentos, tensándome al sentir la base de su virilidad acariciándome tratándose de abrirse paso en mi interior. Mis piernas se han amoldado entre su cuerpo y el suave colchón, esperando expectante que termine de fundirse conmigo para hacernos uno solo, respirando con tranquilidad tal como Aleksandr me lo pide.

De pronto el dolor. Un dolor punzante que me hace soltar un gemido sensible. Me aferro a su espalda con fuerza rasguñándole sin tener plena conciencia de esto, pues ha sido una reacción natural de mi cuerpo ante la intromisión. Me es inevitable morderme el labio buscando refugio entre su cuello y su hombro, levantando ligeramente mi espalda. Me quedo ahí algunos minutos que parecen segundos tratando de relajarme. Una lágrima se ha escapado por el rabillo del ojo, deslizándose con tortuosa lentitud por mi mejilla. Sus caderas tratan de moverse, pero le detengo una vez más de manera sutil. Necesito un poco de tiempo para acostumbrarme. Beso su hombro en repetidas ocasiones para que con estos simples gestos me conceda un poco de tiempo antes de cualquier otra cosa.

Una vez que la punzada ha disminuido, mis labios repasan su clavícula, su cuello, su manzana de Adán, su barbilla, y finalmente me atrevo a depositar un casto beso sobre su labio inferior. Soltando un suspiro recuesto mi espalda sobre el colchón, acariciando su mejilla, regalándole la mejor de mis sonrisas, invitándole a continuar con su el ritual del deseo que hemos comenzado ambos apenas nuestras miradas se cruzaron por primera vez, una noche de verano.

–Haz de mi cuerpo el instrumento perfecto para componer la mejor de las melodías que jamás hayas compuesto. Déjame que sea yo quien te guíe, quien te indique como es que desearía ser amado y verás que el nirvana no es una fantasía, sino el éxtasis total. Que mi entrega… - un movimiento de Aleksandr interrumpe mi pequeño monologo arrancándome un suspiro desde lo más profundo de mi ser -…  Sea la mejor de las partituras. Tu obra maestra.

Suaves embestidas hacen que mis dedos se aferren con fuerza a las sábanas. Mi corazón parece salirse del pecho. De momento siento perderme en un mundo completamente nuevo para mí, un mundo que estoy conociendo de la mano de mi amado artista.  <<   ¡Dios! haz de este momento eterno y etéreo, que Aleksandr llegue a amarme, tanto como yo le amo. Que vea en mí algo más mas allá de todo, que sienta todo el amor que quiero entregarle a manos llenas…  >>  

Siento sus fuertes y poderosos brazos sujetarme por la espalda, atrayéndome hacia él para besar mi boca, mi pecho, mis tetillas. He llevado mis manos hasta su nuca para acariciar sus cabellos, dejando caer mi cabeza hacia atrás para se llene por completo de mí, que me bese como si no hubiese un mañana, que no deje un solo rincón de mi humanidad sin recorrer.

–No me dejes nunca. ¡Abrázame muy fuerte!
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Mensaje por Aleksandr Scriabin Jue Sep 26, 2013 2:04 am

Tal vez besarlo ha sido un error. Quizá únicamente me debí limitar a acariciar su cuerpo sin la necesidad de transformar este encuentro en más que algo físico. El problema es que, en algún momento de la velada, aquel muro que mantiene separados mis sentimientos del mero deseo cayó, ocasionando que llevase a cabo acciones disparatadas como la que acabo de hacer. Por otro lado, la forma como Joshua me mira, me hace comprender que esto es más que sexo para él, que se está entregando por completo a mí; y yo, pese a ser un adicto a los placeres carnales, no soy ningún cínico y me veo en la obligación de ser consecuente y sacar a la luz mis sentimientos también. De cualquier manera, siento que estoy navegando por aguas desconocidas, y pese a que me gusta la sensación no me siento del todo seguro: temo lastimarlo y alejarlo de mí para siempre.

De repente, siento que arañan mi espalda al nivel de los omoplatos lo cual, involuntariamente, me hace llegar hasta el fondo del cuerpo de Joshua, quien comienza revolverse debajo de mí producto del dolor que seguramente está sintiendo. ―Intenta acostumbrarte a mí, Joshua.― Se lo digo con absoluta tranquilidad mientras me deleito con las contracciones que su interior me brinda y no hacen más que aumentar mi excitación. Deseo moverme para abrir paso al crescendo de nuestra velada, deseo empezar el vaivén de mis caderas y provocarle los más profundos gemidos de placer, pero su mano me detiene dándome a entender que aún no está listo. Me contengo, un tanto decepcionado, pero decido ayudarlo acariciando suavemente sus muslos y moviendo mis caderas en pequeños círculos que le arrancan un suspiro tras otro.

Poco a poco comienzo a describir círculos más grandes mientras mi amante se distrae besando mis hombros, mi pecho e incluso mis labios. Cuando suspira y sonríe lo tomo como una invitación y, sin perder más tiempo, me pego más a él encajándome mejor entre sus piernas. Sus palabras son perfectas, parecen sacadas del mejor de los poemarios y no se comparan con nada de lo que he escuchado hasta la fecha. Sin embargo, el placer me invade y, sin poder esperar ni un solo segundo más, comienzo a moverme dentro de él con tortuosa lentitud interrumpiendo así  su recitación.

―Nunca he estado con alguien como tú, Joshua.― Confieso entre jadeos mientras rodeo su cuerpo con mis brazos para atraerlo más hacia mí. Nuevamente siento ese deseo voraz de poseerlo. ―Tan inocente…― Cegado por el placer, lo obligo a subir aún más sus piernas, casi a la altura de mi cintura, y aumento el ritmo de las embestidas. Joshua atina únicamente a rodear mi cuerpo con sus piernas y mi cuello con sus brazos, dejándose llevar simplemente. Los gemidos del joven actor se escuchan por toda la habitación y en estos momentos para mí no hay sonido más perfecto que ese. Ni siquiera la mejor de mis composiciones se puede comparar con aquella sinfonía de placer con la que Joshua deleita mis sentidos.

―No quiero dejarte Joshua.― Deseo poder prometérselo pero sé que no puedo hacer tal cosa por lo que beso su cuello en repetidas ocasiones a manera de disculpas. ―Quiero convertirte en mi amante, no deseo que estés con nadie más.― Lo miro a los ojos para enfatizar la seriedad de mis palabras y, en vista de que no obtengo ninguna respuesta, lo tomo de la barbilla y ceso los movimientos. ―Con nadie más, Joshua.― Cierro poco a poco mis ojos y olisqueo su mejilla derecha con devoción. ―Con nadie más…― Mis movimientos se tornan lentos pero bastante profundos, tanto que siento como una mano de Joshua se posa sobre mis caderas marcándome un límite que decido ignorar. Continuo mi camino hacia el interior de su ser y escucho salir de su boca un gemido tan fuerte que creo que he tocado su alma.

Me detengo y lo miro, él me mira también y en sus ojos no puedo leer nada más que deseo. Comienzo a moverme nuevamente, buscando llegar más profundo con cada embestida que daba. ―No los cierres.― Me refiero a sus ojos, que son tan verdes que me recuerdan a las esmeraldas de las joyas de mi bendita madre. ―Quiero verlos en todo momento.― Acaricio su mejilla derecha sólo con el dedo pulgar de mi mano y me pierdo en su mirada. ― ¿Te gusta, Joshua?, ¿te gusta esto?―
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Mensaje por Joshua Maloney Lun Sep 30, 2013 12:07 pm


Estoy entregado completamente al placer de sus besos y sus movimientos. Ya no soy consciente de mis actos, porque me he fundido completamente con él. Lo que en un principio fue doloroso, ahora es el amor más grande que existe sobre la tierra. Me he acoplado con Aleksandr, en éste intenso vaivén, acostumbrándome a sus embestidas, a veces lentas, a veces muy profundas que me arrancan gemidos que jamás creí que pudieran provenir de mi garganta, descubriendo a un Joshua completamente diferente y muy sexual.

–¡Toma mi vida, es tuya! - Atreviéndome a tomar su rostro con ambas manos y mirándole como ha sido su demanda, beso sus labios al momento de negar casi de manera imperceptible – ¡Jamás seré de nadie más que de ti! Mi alma entera, todo lo que soy te pertenece, es tuyo. Nunca estuve con nadie… Ni lo estaré nunca más. ¡Por favor nunca me dejes!

Soy cargado en vilo por los fuertes brazos de Aleksandr, que me han colocado justo encima de su cuerpo, para que de ésta manera vuelva a enterrarse en mí, acariciando mis glúteos, continuando con su vaivén dentro de mi cuerpo. Alcanzo sus labios, depositando cortos besos en ellos, no atreviéndome a más, porque sus palabras se han tatuado hondo en mis pensamientos: “No acostumbro a besar”  y yo quiero que coma mi boca hasta saciarse de ella, pero no quiero traspasar terrenos vedados y perder algo que me ha costado tanto ganar.

Irguiendo mi cuerpo y por puro instinto, alzo un poco mi cadera para que los movimientos ocurran con mayor fluidez. El dolor sigue latente, por lo que me veo imposibilitado para continuar sin tener apoyo. Mis manos han ido a parar a la cabecera de su lujosa cama para prestarme el soporte necesario. Se han estacionado justo ahí, ganando un intenso color rojo debido a la falta de circulación, pues me sujeto con todas mis fuerzas.

–Si Aleksandr; me gusta, me gusta mucho. No pares...


~~


–Será mejor que te alejes de él, Maloney .

Dijo aquella noche cierto individuo que irrumpió en mi camerino cuando la función nocturna estaba a punto de comenzar. Su mirada hacia a mí era de odio, de rencor… Una mirada asesina, que si fuese un puñal, ya me lo habría enterrado decenas de veces en el cuerpo hasta arrancarme el último suspiro. Se trataba un sujeto de no más allá de veinticinco años que mostraba un semblante demacrado, barba crecida y aspecto desgarbado.  Nunca en mi vida le había visto, pero al ver el estado tan deplorable en el que se encontraba fue fácil adivinar que se trataba de alguien que tuvo la suerte o desdicha de pasar por la cama del pianista. Nadie antes me había amenazado, así que la respuesta estaba claramente plasmada. Era por “él”,  por ese hombre que había estado buscándome noches atrás, desde aquel primer encuentro en el ensayo general.

-¿Quién le ha permitido pasar? No sé de qué me habla…

Contesté en un susurro, y era la verdad. Entre el pianista y yo no existía ninguna clase de relación, salvo unas pequeñas notas traídas hacia mí con cualquier otro actor de la obra que me conociese, firmadas con su exquisita caligrafía: ¿Podemos vernos apenas termine la función? Claro está que me negué en varias ocasiones por temor. Temor a que me importara más de lo necesario, pues su fama de conquistar era un secreto a voces y yo tan joven e inexperto… Yo le admiraba como artista y ésa admiración se iba transformando en otra cosa. En un “no sé qué” que me hacía levantar en las madrugadas por no poder conciliar el sueño pensando en él.

– ¡Ése hombre es mío! ¿Escuchaste bien, actor de pacotilla? ¡Mío!

Y se abalanzó sobre mí…


~~


El doloroso recuerdo de aquella noche me saca de balance, arrancándome un grito de dolor involuntariamente. Aleksandr se ha enterrado fuertemente en mí. Tuve que obligarle a parar, poniendo una de mis manos sobre su pecho, con la respiración entre cortada. Trato de tranquilizarme y olvidar aquellos recuerdos que quieren ganar terreno en mi mente, pues lo único que harán será lastimarme y ésta noche debe ser perfecta, pues tal vez sea la primera y la última que pase a su lado.
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Mensaje por Aleksandr Scriabin Lun Sep 30, 2013 6:42 pm

La sensación al salir de su cuerpo es la misma que me invade cuando una de mis piezas favoritas comienza a llegar a su fin. Una mezcla de emoción, por no saber qué partitura aparecerá al pasar la página, y de profunda desolación por tener que dejar un estado de confort y pasar a otro desconocido para mí. Sí, es exactamente así como me siento pero por otro lado, si hay algo peor que el cambio, es el conformismo, el caer en la rutina. Lo evito siempre en mis presentaciones y con mucha más razón en mi vida sexual. Desde mis primeras andanzas en el mundo musical me ha gustado siempre impresionar, proponer cosas nuevas, salirme de los paradigmas sin miedo a ser llamado revolucionario porque, simplemente, si en la vida no se toman riesgos es preferible quitársela.

Tomo a Joshua por la cintura y me siento exactamente en donde él había estado acostado hace unos pocos segundos. Leo confusión en su rostro pero con una afable sonrisa intento calmarlo e indicarle que sólo tiene que hacer lo que yo le indique. Doy una ligera palmada en mi muslo y el joven actor entiende de inmediato lo que me propongo. Inhalo fuertemente por mi nariz y cierro los ojos, mientras un par de gemidos se escapan de mi boca cuando Joshua acaricia mi miembro de arriba hacia abajo. Poco a poco siento nuevamente la estrechez de su cuerpo y es como si me hubieran regresado a la vida. ¿Cómo pude estar tantos segundos fuera de él?

Me aferro de sus caderas para ayudarlo a mantener el equilibrio y le concedo para que se acostumbrara a esta nueva posición que era mucho más profunda e invasiva. Acaricio sus glúteos en círculos con mis manos, apretándoselos de vez en cuando y separándolos un poco  simplemente para jugar y que se relajara. ―¿Cómo se siente?― Pregunto maliciosamente, puesto que en su rostro se puede leer el intenso placer que lo inunda. ―Sabía que te gustaría.― A muchos les gustaba porque les daba la sensación de tener el control de la situación. Sin embargo, esta vez es un tanto diferente porque, aunque esperé a que fuera Joshua quien marcara el ritmo, nunca lo hizo.  Comienzo a moverme suavemente en su interior, me cuesta un poco porque el peso de su cuerpo me impide hacer embestidas bruscas, pero la sensación es indescriptible. Mi miembro se encuentra presionado en tantos puntos que no sé, a ciencia cierta, cuál es el que me da más placer.

Prosigo con aquella suave danza, acariciando sus glúteos y su baja espalda que es lo único que puedo alcanzar desde mi posición. Cuando se agacha un poco para besarme, aprovecho para abrazarlo fuertemente y, sintiéndome libre del peso de su cuerpo, comienzo a embestirlo con la fuerza justa para causarle placer más no dolor. Me regocijo cuando veo a Joshua por fin tomar la iniciativa y me permite poseerlo con todavía más ímpetu al levantar sus caderas y sujetarse al respaldar de mi cama. Mi corazón late con potencia y me obligo a cerrar los ojos para prolongar este momento tanto como me fuera posible. Me muevo un par de veces cuando de repente un grito me obliga a parar. ¿Qué ha ocurrido?, ¿le he hecho daño?

―¿Está todo bien?― Pregunto preocupado mientras acaricio su espalda con delicadeza. ―Fui demasiado rápido, lo siento. Mejor intentemos de otra forma, ¿te parece?― Joshua asiente y se levanta despacio dejando mi masculinidad abandonada y erecta. Noto que algo en su mirada ha cambiado, lo sé porque no he dejado de mirar sus ojos desde que llegó a mi mansión y puedo jurar que algo atormenta su mente. ―¿Te pasa algo?― Joshua niega rápidamente la cabeza y con tanta desesperación que hace evidente que algo oculta. ―Son las ideas del infierno y del Dios castigador, ¿no? Te estás atormentando de nuevo.― Resoplo cansino, esto no puede estar pasando.

―Escucha, si tú no sientes que estás haciendo algo malo, Dios no va a condenarte. Somos nosotros mismos los que nos condenamos, ¿sabías eso?― Lo acomodo de lado en la cama y yo me ubico tras él para besar su níveo cuello, tal vez de esta forma conseguía que se relajara y enfocara su mente sólo en mí. ―Dios perdona todo, excepto lo que nosotros mismos no nos perdonamos.― Mi mano se desliza como una elegante cobra por toda su espalda hasta perderse en las curvas de su trasero. Exploro la cara interna de su muslo con las yemas de mis dedos hasta que, finalmente, mi dedo índice encuentra el camino hacia el interior. El cuerpo de Joshua se sobresalta pero mi otro brazo lo sujeta por el hombro obligándolo a relajarse.

―Esto no tiene nada de malo, Joshua. Simplemente estamos disfrutando el uno del otro.― Me sumerjo en su cuello para besarlo como jamás lo han besado en su vida, mientras mi índice se deleita con el cálido cuerpo del joven. ―Sólo disfruta.―
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Mensaje por Joshua Maloney Mar Oct 01, 2013 4:12 pm

...te mueves, te toco
me muerdes y me provocas
tiemblas mientras te lleno
y me vas empapando...


~~
No quiero traer recuerdos amargos a mi mente en un momento como éste, ni tampoco quiero hablar de Dios. Aleksandr piensa que el cambio repentino en mi actitud se debe a que por ser religioso, yo piense que estoy  cometiendo el peor de los pecados al estar haciendo el amor con él. Si bien es algo de lo que he preferido no ahondar, él sabe que por mis principios y por temor a la ira del creador, es que me había negado a pasar la noche con él. Pero mi amor es más fuerte que la ira divina. El amor no es malo, el amor entre dos personas  del mismo sexo no debería ser malo…  <<   Tú lo has dicho Joshua, el amor entre dos…   >> Cierro mis ojos  evitando ponerme sentimental. No responderé nada al respecto. Nada de lo que Alek pregunte le será respondido, porque lo único que conseguirá es que pierda el valor y me vaya de su lado.

Cuando Aleksandr me coloca de lado sobre la cama, abriéndose paso entre mis muslos para estimularme con uno de sus dedos, instintivamente busco que rodee mi torso con su otro brazo para poder entrelazar mi mano con la suya, depositando pequeños besos en ella, mientras mi cuello y nuca son trabajados con maestría. ¿Cómo pude haberme negado tanto tiempo a éste placer? Por miedo… Sí, esa es la única verdad. Tengo miedo de lo que pueda pasar después. Miedo de ya no vivir para mí, sino por él y para él. De no ser más que un simple capricho… El amante de turno, como aquél joven del camerino. Pero en el fondo siempre guardo la esperanza de que mi artista cambie, que se enamore de mí. Que se dé cuenta de que lo puedo hacer el hombre más feliz del mundo.

Aleksandr busca enterrarse de nuevo en mí, dejando caer todo el peso de su cuerpo sobre el mío. Ayudándole un poco – deseando que sea la acción correcta – encojo mi pierna izquierda para que su virilidad encuentre con más facilidad el camino a mi interior. Mis manos se aferran por segunda vez a las sábanas al sentir los movimientos lentos, pausados, en circular. Me es imposible no gemir con un poco más de fuerza pues la excitación, el goce y el disfrute son increíbles:

-Hmm… ¡Ah! Dios…

Mi boca es silenciada por Aleksandr, apretándola con fuerza. Sus movimientos comienzan a subir de intensidad, y con ellos mis gemidos amortiguados. Literalmente estoy muriendo de placer y de dolor, por la posición en la que me está amando. Estoy completamente a su merced, sin poderme mover, sólo sentir. Sentir como se entierra cada vez más y más profundo, recibiendo palabras entre cortadas y susurros en mi oreja. No he logrado captar en su totalidad lo que Aleksandr quiere decirme, porque me tiene envuelto en su mundo, pero sea lo que sea me da a entender que está disfrutando de mi cuerpo, que al igual que yo de su manera de amar.

Con mucho esfuerzo, he llevado mi mano hacia la parte baja para estimularme al mismo ritmo. Me siento duro y muy firme. Tanto que estoy sintiendo ya ése extraño hormigueo que anuncia que estoy casi a punto de eyacular, pero no quiero terminar tan pronto, quiero seguir, ¡quiero durar un poco más de tiempo! La noche aún es joven, puedo conseguirlo, puedo hacerlo…


Última edición por Joshua Maloney el Vie Oct 04, 2013 9:33 pm, editado 1 vez
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Mensaje por Aleksandr Scriabin Mar Oct 01, 2013 10:32 pm

―¿Qué intenciones tiene con aquel joven, señor Aleksandr? He visto como lo mira desde hace varios días atrás.― Louis y yo nos encontrábamos en las terrazas privadas del teatro desde donde veíamos el ensayo de la nueva obra en total clandestinidad. Yo no emití palabra alguna, simplemente me dediqué a sonreír tranquilamente y apresurar la copa de vino.

―No sé de qué estás hablando, Louis.― Estiré mi mano sujetando la copa vacía la cual fue rellenada inmediatamente por uno de los sirvientes del teatro. ―Merci.― Me dirigí al joven y luego regresé con mi compañero. ― ¿Por qué siempre crees que ando tramando una aventura? Simplemente estoy admirando su arte.― En esos momentos el llamado Joshua se encontraba interpretando una de las partes más dramáticas de la obra. Su personaje estaba muriendo y en su rostro podía leer claramente el dolor que estaba sintiendo. Varios personajes se acercaban a él, intentando darle socorro pero ya era demasiado tarde. La bala había atravesado su corazón y en estos momentos tomaba su última bocanada de aire para pronunciar sus últimas palabras.

―¿Ve?― La voz de mi consejero interrumpió el momento y yo lo miré con profunda ira. ―¿Ve cómo está mirándolo? Señor Aleksandr, ¿no se acuerda acaso como terminó la última vez? Usted acaba de llegar a París.― Elevé una de mis manos en señal de que parara con aquella verborragia.
―Basta Louis.― Llenándome de mucha fuerza interior, aparté mi rostro del escenario y me concentré únicamente en mi copa de vino. ―Me estabas hablando de aquella mansión en Alemania, ¿por qué no continúas con eso mejor?― Llevé la copa hasta mis labios intentando enfocarme en sus palabras, pero mis pensamientos no podían apartarse de aquel joven artista. No me importaba lo que Louis diga, yo tenía que tenerlo en mi cama.



***


Y me había costado mucho, no lo negaba. Joshua había resultado ser todo un desafío. Desde un comienzo noté su poca experiencia en asuntos sexuales puesto que en más de una ocasión mis indirectas fueron pasadas por alto. Creía que lo hacía por arrogancia, que pasaba de mí como si fuese cualquier hombre; pero poco a poco me di cuenta que verdaderamente no las entendía. Tuve que ingeniar un nuevo plan, tenía que ser más directo, pero no podía serlo en las horas de ensayo por el sin número de personas que iban y venían.

Comencé a estudiar su rutina y me enteré por los sirvientes del teatro que siempre era el último en salir de los vestidores. Vi allí una oportunidad y en los días siguientes, justo cuando todos salían, me adentraba en los vestidores con el pretexto de estar interesado en la obra y querer saber más de ella. Con el pasar de los días, nuestros temas de conversación fueron explayándose, ya no hablábamos únicamente del teatro sino también de él, de lo que le gustaba y lo que lo apasionaba. En sus confesiones me dijo que siempre había soñado con aprender a tocar piano y yo me ofrecí a darle un par de clases sin costo alguno.

Recuerdo claramente que rechazó mi invitación con mucha educación, pero yo me le planté de frente e hice alarde de mi fama para que reconsidere la propuesta. Joshua sonrío de medio lado y miro al suelo, aquello me lo dijo todo. Él gustaba de mí, había caído en mi juego.

Sí, exactamente así ocurrieron las cosas. Y ahora Joshua está aquí, por cuarta vez en mi mansión y en mi cama, entregándose a mí como jamás se ha entregado a ningún otro hombre. Me encuentro a sus espaldas, con mi pecho pegado a su columna y mi pelvis a su trasero. Con mi dedo índice continúo masajeando con suaves movimientos el interior de su cuerpo, arrancándole profundos gemidos, mientras le concedo mi brazo libre para que juegue con mis dedos y lo bese a su antojo.

Pronto mi miembro ha recuperado la rigidez y me pregunto si Joshua está igual de dispuesto que yo a continuar con nuestra velada. ―¿Ya estás más calmado?― Deposito un beso justo detrás de su oreja para bajar sus defensas.  Su cuerpo tiembla y asiente ligeramente con la cabeza. ―Te voy a amar nuevamente.― Deslizo mi dedo hacia el exterior y coloco mis manos sobre su muslo para mantener su cadera firme para mí. Sorpresivamente Joshua encoge su pierna y yo sonrío ampliamente por su cooperación e inocencia. Quizá debo advertirle que de esa manera las sensaciones serán mucho más intensas pero prefiero quedarme callado. Será mejor que lo descubra por sí mismo, no quiero arruinarle la sorpresa.

Suavemente comienzo a ingresar en su cuerpo hasta que mi pelvis se encuentra con sus glúteos. Describo círculos con mi cadera para relajar sus músculos y cuando creo que está preparado, me muevo de afuera hacia dentro con mucho cuidado. Tal y como estaba previsto, la profundidad de la posición lo toma por sorpresa y recurre a Dios como la única manera de describir lo que siente. Preveo que comenzará a gemir más fuerte y me arriesgo a colocar una de mis manos justo encima de su boca. ―Shh… Tranquilo.― Estiro mi cuello para poner mi mejilla junto a la de él, deseo que se sienta dominado pero tampoco humillado, e intuyo que aquel contacto de nuestros rostros lo hará sentir más cómodo. ―Vas a despertar a los sirvientes.― Bromeo mientras acelero considerablemente la velocidad de aquel danzar, sintiendo como el cálido aliento de Joshua golpea contra la palma de mi mano diezmando sus gemidos.

Nuestros cuerpos comienzan a sudar llenando el ambiente de un olor bastante peculiar que, en lugar de resultar desagradable, es más bien bastante estimulante. Joshua parece sentirlo también porque ha comenzado a atender su miembro, masajeándolo al mismo ritmo que mis embestidas. Su abdomen se contrae y se torna duro como una roca. Ya puedo imaginar lo que se avecina y, lejos de sentirme decepcionado porque se aproximaba el fin de nuestra velada, me siento invadido por una profunda emoción y decido cambiar de posición para ser yo quien lo llevar al fin.

Sin ninguna dificultad vuelvo a ponerlo boca arriba, tal y cómo habíamos comenzado la noche, y comienzo a disminuir paulatinamente el ritmo hasta quedarme completamente quieto dentro de él. ―Déjame a mí.― Le digo apartando su mano y comienzo a acariciar su masculinidad de arriba abajo. Joshua se encuentra extasiado, con las manos extendidas acariciando –o más bien arañando- las sábanas de mi cama. Su respiración se torna agitada y su cuerpo no deja de ondular como si estuviese siendo víctima de una descarga eléctrica que recorre todo su cuerpo. Sé que está a casi nada de llegar al clímax y, espero unos pocos segundos más antes de comenzar a moverme dentro de él.

Miro las muecas de placer de su rostro con vehemencia y, cuando el momento de la explosión llega, sujeto con firmeza la base de su virilidad para que aquel elixir del placer se derrame por todo su abdomen. Los gemidos de mi amante comienzan a perder intensidad y a duras penas tiene fuerzas para emitir suaves sonidos de placer por, las que serían, las últimas embestidas de la noche. Sin perder más tiempo, e incapaz de poder aguantar un minuto más, abandono su cuerpo y me siento encima de sus muslos. ―Ahora es mi turno.― Pronuncio entre jadeos, cerrando los ojos y dirigiendo mi mirada hacia el candelabro que colgaba del techo. Esta, definitivamente, era la mejor noche en meses.
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Mensaje por Joshua Maloney Jue Oct 03, 2013 3:45 pm

"Que voy hacer contigo amor?
amarte y respetarte
hasta que la muerte me haga olvidarte?
¿o tendré que resignarme
a quererte un después de que deje de respirar?
¿estoy destinado a llorar
por ti, por lo que no fue
por lo que siempre soñé?"


~~


No puedo resistir más por más que cierro los ojos, mordiendo mi labio inferior. El clímax está próximo a venir, de la mano de Alek, que se ha apiadado de mí, colaborando eficazmente con lo que antes había comenzado. La última estimulación y termino desbordándome en su mano en un torrente de sensaciones nunca antes vividas sobre mi abdomen. Es tanta la presión que siento como algunos disparos han llegado cerca de mi cuello y oreja izquierda… No sé por qué me siento apenado, avergonzado.  ¿Será que me siento tan vulnerable ante su mirada? Mi corazón late con rapidez, sintiendo como una gota de sudor frío se resbala lenta y tortuosamente por mi frente. .. Un par de movimientos más dentro de mí, y Alek sale de improviso, arrancándome un pequeño gemido. Puedo prever que también ha llegado al mismo punto sin retorno. Se ha colocado justo encima de mis muslos, dirigiendo su vista hacia algún punto del techo. Quisiera ayudarle a terminar, pero me siento tan ido de la realidad que me limito a verlo con los ojos entrecerrados y la respiración entrecortada, que paulatinamente va tomando un ritmo mucho más tranquilo con el pasar de los minutos.

Le escucho gemir entregándose ante lo inevitable, llenándome  por completo de su elixir. Esto es algo que no me esperaba ni remotamente, salvo su mano esparciendo  su semen por mi abdomen y pecho, como si se tratara de un ritual. Como si de ésta forma marcara su territorio, tatuando su esencia en mi cuerpo. La cereza del pastel… Enseguida, siento su cuerpo cubrir el mío nuevamente por unos segundos para recobrar fuerzas, el cansancio le ha ganado una pequeña batalla. Le abrazo por instinto, depositando pequeños besos en sus hombros, acariciando su espalda con delicadeza para reconfortarlo. Alek se aleja de mí casi de inmediato, recostándose hacia un costado completamente exhausto, lo sé por el modo en que respira. Mientras tanto yo, me deleito observándolo detalladamente.  Su mentón, sus labios, sus cejas… No resisto más y le acaricio con ternura. Es un hombre perfecto, mi amado hombre perfecto.

Me acomodo en su pecho, abrazándolo con devoción escuchando el incesante latir de su corazón, que es música para mis oídos. Aleksandr lleva la música por dentro. Sonrío sin que se percate de ello, suspirando desde lo más profundo de mí ser. Ha sido la noche más maravillosa de toda mi existencia. La más anhelada. ¡Cuánto daría por dormir, y despertar así cada mañana todos los días de mi vida! Abrazado a su cuerpo, diciéndonos cosas románticas al oído, besarnos hasta decir basta, planear los días juntos, ir de pic nic… ¡Tantas cosas hermosas y maravillosas que llegan a mi mente en éste preciso momento! Pensamientos e ideas que pudieran convertirse en una realidad, si tan solo Alek me correspondiera en todos los sentidos.

-Te quiero Aleksandr Scriabin. Mi pianista favorito.

Suelto una risilla infantil. Lo que sucede es que me siento tan feliz, que no puedo más que externar mi sentir de la manera más simple posible. <<  Dios, algo bueno debo haber hecho en la vida, que me premias con éste momento  >>  suspiro una vez más, es algo que no puedo evitar, estoy enamorado hasta la última célula de mi cuerpo. Le he entregado mi corazón a éste hombre por completo. Ya no puedo imaginarme en brazos de nadie más. Lo quiero a él y sólo a él. Mi complemento, mi razón de hacer mejor las cosas día con día.

Alrksandr se revuelve entre mis brazos dándome la espalda, como si estuviese acomodándose para dormir una pequeña siesta. Es comprensible debe estar agotado, al igual que yo, que aún puedo percibir la sensación de sentirlo dentro de mí; debe ser algo normal, no lo sé… El dolor va disminuyendo, pero es un dolor rico, que no sé cómo explicar con pensamientos o palabras. Es algo que se siente o no se siente…  << Joshua, eres tan niño a veces… >>  Es un dolor punzante que me recuerda que mi primera vez fue tal y como siempre lo soñé, al lado del hombre indicado.

-Mi Romeo… - Juego con mi nariz en su espalda, trazando pequeños círculos en alguna vértebra de su columna, pegándome a él, atrayéndolo con mis brazos. No quiero separarme de él ni un instante. Quiero embriagarme con su aroma –.  Ha sido perfecto, divino, gracias por hacerme sentir en las nubes-. Deposito un último beso en su espalda, sintiendo como Morfeo va apoderándose de mi poco a poco. – Eres lo mejor que me ha pasado…


Última edición por Joshua Maloney el Vie Oct 04, 2013 9:31 pm, editado 1 vez
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Mensaje por Aleksandr Scriabin Jue Oct 03, 2013 11:43 pm

Un incesante cosquilleo recorre mi pelvis y muslos en dirección a mi miembro, que palpitaba entre mis manos como si estuviese quejándose por la manera como estaba siendo manipulado. De mi boca comienzan a brotar gemidos, uno tras otro, y cada vez más fuertes. Mi último gemido es una mezcla de satisfacción e impotencia. Satisfacción por todo lo que ha pasado esta noche, porque desde el primer momento en que vi a Joshua sobre el escenario supe que tenía que ser mío; e impotencia porque nunca he aceptado perder la batalla contra mi cuerpo, me considero un hombre de mente lúcida y fuerte, pero es siempre en el momento antes del clímax en donde me siento más mortal que nunca, en donde evidencio que mi cuerpo verdaderamente tiene autonomía y que hay reacciones que simplemente uno no puede controlar, y explotar de placer es precisamente una de ellas. ―Argh… ― Enfoco mi mirada en mi joven amante, cuyas mejillas sonrojadas son prueba de que ha disfrutado la velada tanto como yo. Le permito verme vulnerable, contemplar como mi cuerpo se estremece con cada disparo y escucharme suspirar extasiado cuando todo ha terminado.

Me quedo inmóvil un par de segundos, intentando acompasar mi respiración y con la mirada perdida en sus profundos ojos verdes. Víctima de algún trance hipnótico, llevo mis manos al abdomen de Joshua con la clara intención de crear una pintura impresionista. Mis dedos se deslizan por toda su piel, mezclando nuestros fluidos hasta convertirlo en uno solo. Trazo espirales de diferentes tamaños en su pecho hasta que poco a poco nuestra pintura se va secando y adquiriendo una textura pegajosa. La última gota la llevo a los labios de mi acompañante, quien limpia mi dedo con sus tímidos labios poniendo fin con ese acto a nuestro encuentro.

Extasiado por el momento y, debo admitir, cansado también; dejo caer mi cuerpo sobre el de Joshua buscando paz y tranquilidad. Me atrevo a cerrar los ojos un par de segundos, sin embargo me veo en la obligación de abrirlos nuevamente al sentir su abrazo y sus besos en mis hombros. En mi mundo, en mi modo de hacer las cosas, las actitudes cariñosas terminan cuando ambos damos nuestro último suspiro de placer; y, pese a sentir una atracción especial por Joshua, no deseo que las cosas se confundan. Mi intención es seguir frecuentándolo, acostarnos ocasionalmente pero no deseo nada serio. Así que, sintiéndome infinitamente culpable por no poder corresponder a sus sentimientos, me aparto de su cuerpo y me recuesto a su lado mirando el techo. No entiendo por qué esta vez me siento tan miserable, sucio por dentro. Era como si acabara de tomar un objeto de extrema pureza aún a sabiendas que no era merecedor.

Joshua regresa a mi encuentro y en esta ocasión no tengo el corazón para volver a apartarlo. Le permito recostarse en mi pecho, aunque sea por un par de minutos, y enfoco mi mirada en aquel precioso cuadro que decora la pared de mi cuarto. No deseo mirarlo a los ojos, siento vergüenza de mí y de lo que acabo de hacer y temo que la culpabilidad se pueda leer en mis pupilas. Extiendo uno de mis brazos y aprieto al joven un poco más a mi cuerpo. Lo peor de todo es… que lo volvería a hacer. No puedo engañarme a mí mismo, sé que la culpabilidad que siento en estos momentos se disipará en un día o dos y, si Joshua viene a mí pidiéndome una noche de placer, la aceptaría si tan siquiera pensarlo. Dios, ¿qué clase de persona era?

“Te quiero Aleksandr Scriabin. Mi pianista favorito.”

Fuerzo una sonrisa al escucharlo decir aquello pero, a decir verdad, aquella frase no ha hecho más que resquebrajar mi corazón en tantas partes. Siento deseos de salir corriendo de aquella habitación porque la inocencia y ternura de Joshua terminarán por acabar conmigo. Pero, en lugar de eso, decido apartarlo sutilmente de mí y darle la espalda. Aprieto los ojos con fuerza e intento no sentir ni escuchar. No sentir su nariz que recorre mi espalda suavemente; ni escuchar sus palabras de halago hacia mí, que no he hecho más que usarlo como fuente de placer. Ojalá se callara, ojalá guardara silencio y dejara de decir todas aquellas cosas. ―Será mejor que descansemos.― Propongo y Joshua me besa la espalda en señal de despedida.

De repente un profundo silencio inunda mi habitación. Silencio y oscuridad. Estoy seguro que todos, incluida la servidumbre, duermen. Todos excepto yo que, en la cúspide de mi cobardía, le pido disculpas a un Joshua dormido.


***


Aún siento dolor en mi pecho por lo acontecido en la noche, pero he amanecido con la firme intención de plasmar todo ese dolor y vergüenza en música. Me levanté muy temprano por la mañana porque simplemente no podía estar en la cama por más tiempo y, atiborrándome de pergaminos y tinta me senté frente a mi piano a componer. Tarareo las melodías porque aún es demasiado temprano como para usar el piano. Los únicos que están despiertos son los esclavos; pero Joshua y un par de huéspedes más todavía siguen dormidos.

―No, no.― Tacho molesto un par de notas que he mal colocado. Coloco la pluma entre mis labios y comienzo a imaginarme la canción desde el principio. Algo en la primera línea no termina de convencerme, quizá esa nota aguda. Dirijo una rápida mirada a la cama para ver cómo sigue Joshua y para mí sorpresa lo encuentro despierto y con un semblante perezoso. ―Buenos días.― Inclino mi cabeza respetuosamente para saludarlo mientras él se pone de pie. Las sábanas se deslizan por su nívea piel dejando al descubierto su desnudo cuerpo, pero parece que la desnudez ya no es un problema entre nosotros. Al menos algo bueno he conseguido.

―Pedí que te prepararan desayuno.― Comento al intuir que desea acercarse a mí quizá para hacerme una caricia o darme algún beso. ―Me perdonarás no poder acompañarte pero me desperté bastante temprano con una chispa creativa que no puedo desperdiciar.― Es raro estarle hablando sin mirarlo a los ojos y fingir que escribo en mis pergaminos. Sí, fingir porque en estos momentos lo único que hago es resaltar la corchea hasta dejarla sobrecargada de tinta. ―No sabía qué te gustaba comer así que ordené que prepararan muchas cosas.― Tomo aire y me animo a mirarlo a la cara, ahora sí. En sus ojos puedo leer confusión y decepción, estoy seguro que esperaba más de su primer despertar en mis aposentos pero yo nunca le prometí nada. Nunca lo hice.

―Hay panes, leche, té, galletas. Seguro te encantará.― Me obligo a sonreír con un falso entusiasmo. ―Ah, y ordené que te prepararan una carroza para que puedas llegar temprano al ensayo en el teatro.― Contemplo su figura un rato más. Sus mejillas se han tornado rojizas y sin decir ni una sola palabra comienza a recoger sus prendas y vestirse. Trago saliva, ya me es imposible quedarme callado por más tiempo. ―Realmente lo siento, Joshua. Hubiera querido acompañarte a desayunar pero ya sabes cómo es esto.― Señalo los pergaminos y el piano con mis manos. ―No puedo desaprovechar la inspiración.― La puerta se abre a lo que pronuncio mi última sílaba y se cierra con tanta rapidez que casi me es imposible escuchar su: “Adiós”. Quizá debí disculparme por ser un imbécil y no por no desayunar con él. Respiro suavemente por mi nariz sin despegar la mirada de mi puerta, lo correcto era seguirlo pero no puedo hacer tal cosa. No puedo.
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Mensaje por Joshua Maloney Mar Oct 08, 2013 10:24 am

Vuelvo a mi vida solitaria
donde mi conciencia es mi amiga
y donde la imaginación me cobija
Hasta que una vez más una diosa me enseñe su rostro,
me regale una sonrisa
y me ilumine en su mirada,
pero en su rostro te veré a ti,
en su sonrisa la tuya y en su mirada
lo triste que soy al no tenerte a mi lado.



~~



Me despierto un poco sobresaltado, dando un pequeño brinco en la cama. Al parecer soñaba que caía de alguna parte muy alta, y a punto de hacer contacto con el suelo; la inercia me obligó a abrir los ojos, quienes de inmediato buscaron el cuerpo tibio de Alek a mi lado. El ya no se encontraba conmigo, sino allá… Sentado en su bello piano de cola, tarareando una melodía. Sonrío de medio lado aún amodorrado, tratando se despertar completamente. Estiro mis músculos dando un gran bostezo. Giro mi cuerpo para sentarme al borde de la cama tratando de acomodar mi cabello con ambas manos, que debe estar hecho un nido. Pero no me importa. Los recuerdos de la noche anterior me arrancan un suspiro prolongado. La sensación de lo vivido horas atrás sigue plasmada en mi piel. Aún siento sus besos sobre mis labios, sus manos sobre mi cuerpo…

Su mirada se clava en mí, al ver que he tratado de acercarme con sigilo para darle un abrazo y el beso de buenos días. No es algo que Alek haya pedido, sino simplemente me veo en la necesidad de hacerle algún cariño porque así soy yo, pero al ver que está tan concentrado escribiendo en sus pergaminos detengo mi andar. Me quedo estático, anclando mis pies en el suelo escuchándole con atención. La inspiración ha llegado a él, y mi corazón brinca de gozo al pensar que el causante probablemente sea yo, pero lo que dice a continuación me rasga el alma como si de un cuchillo filoso se tratase. Ya ha dispuesto todo. Mi desayuno  y un carruaje: “NO puedo acompañarte a tomar el desayuno. Ordené que te prepararan una carroza para que puedas llegar temprano al ensayo en el teatro” ¿Ya era muy tarde? Por acto reflejo busco con la mirada el reloj de porcelana que descansaba sobre un bello mueble estilo francés, muy cerca del ventanal: 8:00 am. Yo no tengo ensayo hasta bien entrada la tarde… ¡Aleksandr lo sabe! ¡Por supuesto que sí! Entonces cómo…

Mis mejillas se encienden porque no quiero dejar volar mi imaginación. ¿O acaso desea deshacerse de mí tan rápido? ¿Olvidar todo como si nada hubiese pasado? ¿No representó nada para él, la noche maravillosa que pasamos juntos?  Cierro los ojos y agacho la mirada porque soy un completo estúpido.  En el fondo sé la respuesta para todas mis interrogantes. ¿A quién quiero engañar? Desde que supe el interés de Aleksandr sobre mi persona, supe las consecuencias que esto acarrearía en dado caso de caminar por un camino sin retorno. Nunca fui engañado, nunca me prometió nada, pero en el fondo deseaba con todas mis fuerzas que yo podría hacer un cambio en él.  <<  ¿Pero quién te crees tú actor de pacotilla? Alguien como él, tan famoso, tan distinguido, no podría enfrascarse en una relación tan desigual. Nunca estarás a su nivel por más que te esfuerces. Mírate, eres tan poca cosa…   >>

El reflejo de mi cuerpo desnudo sobre el espejo que cuelga en la pared de enfrente, me regresa a la cruda realidad, pues sólo se ve a un hombre completamente derrotado, cansado y sin nada más que ofrecer. Un pobre sujeto que quiso volar hacia confines que siempre estuvieron negados desde un principio, pero que por ser osado, e ir en contra de todas las leyes naturales, el castigo divino le ha alcanzado irremediablemente. ¡Nunca debió haber pasado nada! ¡Nunca debí haber permitido que las cosas llegaran tan lejos! Ahora me siento como la más infeliz de todas las criaturas. Todo esto es tan triste, tan injusto… Porque lo único que tengo es amor en mi corazón. Amor a manos llenas para entregarle incondicionalmente. ¿Qué tengo que hacer para que se dé cuenta?

Mis ojos quieren llenarse de lágrimas, y si no me marcho de ahí con prontitud, haré un papelón. No quiero que Aleksandr me vea llorar, porque en más de una ocasión dejó en claro que no le gustaban los dramas, que odiaba que la gente fuera débil y que derramara lágrimas por cualquier estupidez aferrándose a lo imposible. ¡Dios mío! ¿Por qué justo ahora sus palabras se clavan como dagas en mi cuerpo? ¿Por qué tengo que evocar esas malolientes y pestilentes palabras en éste preciso momento?  ¿Por qué, por qué?

Mi ropa está esparcida por todo el piso, así que trato de recogerla lo más pronto posible y vestirme con prontitud. Ya no resisto estar ni un minuto más ahí, cerca del hombre que amo, pero a la vez tan lejos. Nada hay para mí en aquella habitación, salvo desdicha y sufrimiento… Alzo mi mirada una vez más, tratando de decir algo, pero las palabras se rehúsan a salir de mi boca. El inmenso nudo que tengo en la garganta, sumado al nerviosismo se conjugan para evitar que diga algo de lo cual pueda arrepentirme más adelante, cegado por la ira y la tristeza.

-A-Adiós…


Tristemente, al no ver ninguna clase de reacción en Aleksandr, me dirijo hacia la puerta, tomando la perilla de la misma con fuerza para girarla con lentitud, deseando que aquel pianista cambiase de opinión y me pidiera quedarme, a lo cual yo iría presto a sus brazos para colmarlo de besos. Pero nada ocurrió, sólo el sonido del silencio como respuesta. No espero un segundo más y salgo de ahí con el corazón destrozado latiéndome a miles de revoluciones por segundo. El inmenso pasillo que conduce hacia las escaleras de mármol parece no tener fin. ¡Por más que corro no puedo alcanzarlo!

En el trayecto, tropiezo con una alfombra que está justo al pie de la escalera haciéndome trastabillar, sujetándome por pura inercia del pasamano de madera. Bajo los escalones de dos en dos, importándome poco el ruido ensordecedor que producen mis grandes zancadas e importándome mucho menos la cara de pocos amigos que me ha regalado el mayordomo que ya mismo me espera con la puerta abierta. Por supuesto… Debe estar acostumbrado a ver desfilar a los amantes de Aleksandr de la misma manera que yo: Derrotados y engañados. ¡Qué patético me siento!

Al frente está ya la inmensa reja de hierro forjado que separa su residencia de aquel paraje boscoso que lo circunda. No importándome lo que pueda pasar, me trepo a ella para saltar hacia el otro lado. Una vez viéndome libre de todo aquello que he dejado atrás, me regalo una última visión de aquella espectacular mansión, y su fachada ricamente adornada con exquisitos detalles, enfocando mi vista en aquel ventanal que aún permanece cerrado, y que jamás volverá a abrirse para mí…

Me es imposible seguir conteniendo las lágrimas por más tiempo. ¡Me duele tanto! ¡Quisiera gritar! Quisiera… ¡Correr! Y es entonces que doy la media vuelta, apurando el paso alejándome cada vez más y más. Algunos carruajes que van pasando por el estrecho paraje, han estado a nada de arrollarme, pero poco me importa. Me siento en el limbo, me siento morir ¡Me quiero morir! ¡Ya nada me importa!  Del paso acelerado, paso a la carrera… y abriendo mis brazos hacia los costados, la milagrosa transformación ocurre y con esto, mis alas me han de llevar hacia algún lugar muy lejos de aquí, donde el dolor  y la desdicha, jamás puedan alcanzarme.
Joshua Maloney
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