Shadows in the dark [Ralph]

por **Danna Dianceht** Sáb Ago 31, 2013 10:27 am

Los gatos negros en la oscuridad no tienen color.
Anónimo

La brisa ondeaba mi vestido al compas del ligero trote de mi blanco caballo. Era una noche fría y oscura, lo normal para encontrarnos en la fría estación de invierno. Esa misma noche me había planteado salir a dar un corto paseo con uno de los caballos que me había traído de Escocia, dejando a Celeste, la yegua de mi corazón descansando tras el viaje. Por aquello tomé a Zar, el “rey de las cuadras “como le llamábamos en mi tierra ya que era uno de los mejores sementales de mis cuadras en Escocia. Tras montar rápidamente me di cuenta de lo que me pedía el animal y como aquel lo último que quería era un corto y ligero paseo, quería sensaciones fuertes y correr como el libre caballo que era. Por lo qué me decidí alargar el paseo y disfrutar junto a él de una fría noche al galope bajo el manto estrellado que nos amparaba.

Así fue como llegamos a internarnos en el bosque, aún siguiendo un camino de tierra pero alejándonos cada vez más y más de la ciudad y las residencias más cercanas.

Lo dejé ir al paso, mientras aprovechaba para colocarme bien la capa negra que cubría mi cuerpo. Siempre era mejor no desentonar, todo y que en una noche como aquella y yendo con un caballo mas blanco que el fino marfil, parecía imposible no hacerlo, pensé sonriendo para mis adentros. En estas situaciones solo podía fiarme de mis sentidos licántropos que en tantas pasadas situaciones me habían salvado el pellejo, pese a mi terquedad y la negativa a hacer casos de tales sentidos.

-Vamos Zar, es mejor estar en movimiento y que busquemos un prado seguro en el que poder descansar – Dije acariciando el cuello del caballo, negándole el alimento que en aquel momento quería comer obligándole a volverse a poner en marcha.

En la oscuridad del bosque no me sentía muy segura, mejor salir y buscar donde poder permanecer en calma y tranquilos y así él podría alimentarse sin prisa alguna de la fresca hierba que a nuestros pies abundaba y crecía.

Pasamos por en medio del bosque, desviándonos del camino en busca de un sitio tranquilo. Desde hacía un rato me sentía observada, pero mis sentidos solo daban fe de presencia de animales que rondaban el bosque en busca de alimentos también. Solo son animales, pensé al cruzarnos con un rebaño de ciervos que al vernos salió brincando perdiéndose en la espesor de la maleza.

Pero aún, la sensación seguía en mí. Mosqueándome y mas alerta que nunca, observé los alrededores, mientras Zar él solito nos conducía hacia un pequeño rio, donde poder beber de él. Al llegar al rio, bajé del caballo y lo dejé que se fuera a beber agua, mientras intentaba localizar la señal de alarma que embargaba mis sentidos.

Localizando un ligero ruido de pisadas, parecidas a las de un felino, me quedé absorta escuchándole. Se estaba acercando y un leve gruñido retumbó en el ambiente tras unos instantes asegurándome la naturaleza de aquel animal. Me desquité la capucha de la capa, liberando mis cabellos y mi rostro a la luz de la luna y asegurándome que Zar estaba tranquilo comiendo hierba en la ladera del rio, me volví hacia de donde había provenido aquel gruñido y desde donde el olor cada vez era más fuerte.

-¿Hola?- Pregunté en voz alta, volviendo a sentir aquella vigilancia sobre mis pasos. ¿Sería un felino? O ¿Alguien más?
En el bosque nunca sabes con que puedes encontrarte.

por **Ralph G. Anderson** Sáb Ago 31, 2013 2:42 pm

El silencio se hizo entre los árboles en la noche estrellada, el caballo parecía inmutable, encontrando algo para llevarse a la boca, nada le perturbaba.

En cuanto la cabeza del animal acababa de masticar el trozo de hierba una figura blanca como de la nada se abalanzaba desde las sombras de un árbol, un leopardo de las nieves, extraño suceso ya que estamos en París.

El animal, mordió la garganta del caballo volteando la cabeza del animal en sus piernas traseras apoyándolas en su nuca y gracias a la inercia arrancó la carne del animal como si de un baile, una danza de la muerte se tratara, el pobre caballo relinchaba y se retorcía en la agonía del miedo de la incapacidad absoluta de poder hacer algo para salvarse... su sangre se derramaba, su pelaje paso de ser blanco nieve a un rojo carmesí, el leopardo tragó sin reparo el trozo de carne que le fue arrebatado al caballo, el cual sin posibilidad de salvación caía rendido en el suelo. Ese animal asesino sabía donde tenía que atacar, sabía perfectamente lo que hacía.

Tras tragar el trozo de carne, se dio la vuelta tranquilo sin preocupaciones, desafiante, y observó al ejemplar humano que venía con la víctima. La miró a los ojos tranquilo y se relamió la sangre de sus bigotes, con unos ojos felinos perdidos en el ansia y en el orgullo de haber hecho lo que hizo.

La noche tornó su ánimo, las nubes negras aceleraban el paso, preparándose para empezar una llovizna , aumentando el aire y el frescor , la noche se preparaba para llorar.

por **Danna Dianceht** Sáb Ago 31, 2013 7:57 pm

Retroceder ante el peligro da por resultado cierto aumentarlo.
Gustave Le Bon

Me esperaba cualquier cosa, todo, menos aquello. No pude reaccionar en cuanto el felino se colgó del cuello de Zar y le derivó al suelo bajo sus garras y fuertes patas. Todo fue muy rápido demasiado. La sangre lo cubrió todo, dejando un paisaje de muerte encima de aquella hierba que acobijaba nuestros pies. El blanco del pelaje de mi corcel, ya no era más blanco, si no carmesí, hasta el pelaje del salvaje animal estaba adquiriendo el color de la sangre, la sangre que cruelmente le había arrebatado al equino.

Más tarde que temprano, me abalance en cuanto recuperé los movimiento de mi cuerpo y mi raciocinio a apartar aquella bestia de su cuello, pero al llegar al lado del cuerpo del caballo, el felino ya se había despegado y se relamía lo morros con total descaro.

Le malmiré, y apresurándome fui a ver el cuello y el estado de mi caballo. El mordisco había dañado una parte de su cuello, aún así no había logrado finalmente hincarle las fauces en donde el mal habría resultado imparable. Solo necesitaba que dejara de fluir la sangre, y el animal en un tiempo esperaba que se levantara, por el momento respiraba y se veía solo inconsciente, o aquello deseaba fervientemente.

Me levanté controlando a la feroz bestia por el rabillo del ojos cada movimiento de ella, y tomando entre mis manos la tela de la falda, la rasgué por la mitad consiguiendo con aquello algo de tela para taponar y proteger la herida, así como evitar que siga saliendo más sangre.

Me agaché a su lado y empecé a vendarle la herida, realmente preocupada por su estado. Una vez terminé, solo entonces me di la vuelta y me encaré con el animal, del cual emergía una aura extraña. Sonreí creyendo adivinar la razón de aquello - ¿No eres un animal no? – pregunté mirándolo fijamente, aguantando la mirada. Yo también podía ser un animal cuando quería es más, en mi interior corría mi loba, deseando sangre, exigiéndola.

- No sé porque sin ser un animal, has tenido que provocar esto... pero como no me ayudes, juro que pasaras un infierno como no se despierte en menos de una hora – Le reté con la mirada. – Y no te le acerques de nuevo – Le avisé malhumorada, conteniéndome a ir contra él.

El leopardo de las nieves, el animal... la feroz bestia me miraba con una expresión que tenía poco con ver el animal salvaje que era. Dentro de aquella piel había un cambia formas y atacando a mi caballo, no conseguía hacer buenas migas conmigo, a menos de que quisiera todo lo contrario.

por **Ralph G. Anderson** Dom Sep 01, 2013 9:26 am

Un golpe de aire, remató las primeras palabras de la licántropo, el felino seguía sin moverse mirando a la dama a los ojos, sin mover ni un solo músculo de su cuerpo, blanco, manchado con algún goterón de sangre salpicado por el baile del animal. Miraba los ojos de la muchacha , llenos de angustia y rabia, intentando desesperadamente taponar la herida del equino.

Ralph seguí sin comprender ese espectáculo, el animal nace para cazar a otro animal y si no puede es por que ha nacido para ser devorado, extraña reacción de un ser que seguramente coma carne todos los días en un plato caliente a la luz de las velas, sin ningún tupo de reparo se acercó a la muchacha vacilante, sin temor a que la chiquilla pudiera serle hostil, pero algo le llamo la atención escuchó pasos, y agachándose delante de la mujer espero unos segundos, una sombra se abalanzó hacia la muchacha y en ese momento las patas traseras del leopardo como si de un chasis de alta potencia se tratara interceptó a la figura que se abalanzaba pasando por encima de la muchacha.

En mitad del salto, el cuerpo del leopardo cambió al de un león blanco brillante en intervalos por la travesura de la luna, el cielo empezó a lanzar chispas de lluvia. La boca del león agarró del cuello al ser, era un vampiro delicioso manjar.

Tirándolo al suelo por el peso del felino puso una de sus zarpas en la cara del chupa sangre hundiendola en la tierra la cara del vampiro empezó a deformarse y se escuchó un *CRACK* el cráneo llegó al cerebro, y sin reparo el león empezó a morder el pecho arrancando piel y piel hasta sacar de dentro el corazón del vampiro, el cual lo trago a la primera. Agarrando un trozo de carne del manjar y tragándoselo miró a la muchacha supuestamente ''salvada''.

Transformandose en humano, Ralph se acerca a ella y le comenta sonriendo Muchisimas gracias mi dama no esperaba esto dame un segundo -Se perdió en la oscuridad-

Al minuto volvió con unas hierbas que roció en el cuello del animal debajo de las prendas.

Esto curará a su mascota -Le dijo mirándola a los ojos-

por **Danna Dianceht** Dom Sep 01, 2013 11:15 am

La desconfianza es madre de la seguridad.
Aristófanes

La mirada del feroz felino seguía en mí, me observaba estático inmóvil. Durante unas fracciones de segundos le miré fijamente intuyendo en sus ojos, cierta incomprensión.

Arqueé la ceja ante aquella mirada antes de volver la vista a mi caballo que respiraba con dificultad. Es que se pensaba que estaba bien ir a matar caballo ajenos? ¿No tenía suficiente con los ciervos del bosque? U otras criaturas de las que se alimentara? Intenté en vano taponarle la herida del cuello, pero la sangre incesante seguía manchando la tela, tiñendo también mis manos del rojo carmesí.

- Zar, aguanta...vamos – Le susurré agachada a su lado, acariciandole el hocico y peinandole las crines intentando asi tranquilizarlo en la medida de lo posible y dejara de luchar por levantarse, cuando le resultaba imposible por el momento.

De reojo observé que el felino se acercaba vacilante hacia nosotros. Le mal miré sin dejar de acariciar en ningún momento a mi caballo, transmitiéndole calma y tranquilidad, intentando que no se diera cuenta de la presencia cada vez más cerca de aquel cambia formas. Bajó mi sorprendida mirada, tenía el descaro de acercarse más y más hasta que quedó delante de mí. – No te acerques más...- le avisé tensándome preparada por si se echaba encima de Zar de nuevo.

Pero entonces, algo muy rápido pasó. Con todos los sentidos alertas, puestos en el felino, me había olvidado de otras olores y negado presencias. Como uno de los vampiros que me seguía por mi ducado. Últimamente los vampiros se aprovechaban de sus poderes y fuerza para ocupar lugares altos en la realeza, y mi ducado... no era la primera vez que intentaban arrebatármelo con mi muerte. Al llegarme la olor a vampiro, me giré preparada, y en cuanto el vampiro saltó sobre mí, el blanco felino saltó arrebatándole su trayectoria de ataque, tirándolo al suelo, entre sus garras y fauces mortales. Sin mucho esfuerzo cambió de piel a un león blanco inmenso, como nunca antes los había visto.

Tras romperle el cuello y comerse el corazón, se volvió a mí observándome. Desconfiada sin saber que esperarme de él en estos momentos, seguí alerta, pero el león al contrario de lo que me pensé, delante de mí volvió a transformarse, hasta revelar ante mí la figura de un musculoso y fuerte hombre. Aguantando la mirada en su rostro, en los ojos ajenos, él joven se nos acercó. Escuché sus palabras sin comprender nada de lo que hablaba.

- ¿No esperabas esto? ¿El qué?.. Mi caballo o el vampiro? – Pregunté con cierta hostilidad. Me había salvado sí, pero aquella acción no le daba derecho a tener mi plena confianza, no tras lo de Zar.

A mi pregunta, observando su maliciosa sonrisa, podía adivinar que se refería al vampiro y que por lo visto la carne de estos, les gustaba. El joven dejándome hablar sola, se fue y volvió a los pocos segundos con una extrañas hierbas. Decidido se acercó al cuello del caballo y deposito las hierbas en su herida. Rechine los dientes molesta, primero le atacaba y mordía y luego le sanaba?

- Ya lo hago yo – Musité tomando yo el lugar de su mano, aguantando las hierbas en la herida – ¿Que hierbas son? Y no es mi mascota, es mi caballo.

Zar al recibir las hierbas se removió inquieto – Shhh tranquilo, ya iremos a casa, cálmate... estas a salvo – Le susurré fijando mis ojos en lo del chico ante mis ultimas palabras. - ¿Estamos a salvo o volverás para rematarlo? – Pregunté intentando sonar indiferente, no obstante era imposible. El dolor y el resentimiento en mi voz casi eran audibles para cualquiera.

Le agradecía que me hubiera salvado, pero aquello seria más adelante, primero quería tener la seguridad que Zar viviría.

por **Ralph G. Anderson** Dom Sep 01, 2013 12:20 pm

Escuchando lo que le decía la chica , incomprensible y estúpido a oídos de una bestia como él, fijo los ojos en la dama y en la antigua presa, se puso de cuclillas enfrente de ella y le dijo

¿Usted que cree dama?¿Cree que todos estamos a salvo de que nos coman o nos cazen? hace un momento ahora puede que estuviera muerta siendo devorada cachito a cachito por ese vampiro, y luego su caballo lindo. -Lo miró girando el cuello-

-Lo miró girando el cuello-

Creo madmoiselle, bella dama lupina, que podríamos hacer un trato, ese vampiro sabía a donde iba, y encontré esto en su chaqueta

-Le lanza una tarjetita que ponía- Atendiendo a razones propias, usted es el clasificado para eliminar a la señorita Dianceth. ¡Salve el cáliz!

-Inexpectante con los ojos abiertos y la boca llena de sangre le dirigió la palabra-

Creo maravillosa dama que podría ayudarle -Sonriendo- Si quieres mi ayuda ven a verme a las 11 de la noche en el puerto de París, en su mano queda, y perdone por lo de su caballo, no quisiera entristecer a una persona tan bella como usted

-Se levantó tranquilamente y transformándose en gato salió corriendo entre los árboles-

por **Danna Dianceht** Dom Sep 01, 2013 3:15 pm

TERMINADO

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