Happy Days {Fabrice Laurent}

El circo... sinceramente este lugar nunca me había llamado la atención, por que sabía perfectamente como mantenían ahí a los animales, atrapados he incluso encadenados, solo para servir de entretención para los humanos, aquello me parecía una completa estupidez, mas aún considerando el echo que siempre me toca verles libre, corriendo y saltando por el bosque, esa si era hermoso, no así como aquí, no en jaulas.

Pero tanto había escuchado nombrar el famoso lugar que me decidí a dar un paseo por el, había mantenido cierta distancia en un obscuro refugio mientras anochecía, aguardando el momento adecuado, recién ahí, salí desde las sombras para mezclarme como una mas entre las familias que llenaban los alrededores ¡Jamás había visto tantos niños juntos en toda mi vida! todos con grandes sonrisas en sus rostros, corriendo, mientras sus menudas manos jalaban una y otra vez de los largos abrigos de sus padres incitándoles a caminar con mas rapidez para alcanzar un buen lugar, y disfrutar del espectáculo, aquello podía escucharlo con total claridad en sus ingenuas cabezitas.

Por mis costados no paraban de pasar personas con sus rostros excesivamente maquillados , payasos, nunca habían llegado a agradarme, es mas me incomodaban, por lo mismo intentaba esquivarlos, y así lo estaba haciendo hasta que algo llamo mi atención, era el llanto de un menor que se hallaba entre la multitud, de seguro estaba perdido y asustado, no demostraba mas de cuatro años de edad, por lo que decidí acercarme a el.
- Hola pequeño ¿estas perdido? - le pregunte poniéndome de cuclillas frente a el, mientras mi mano derecha acariciaba con ternura su rubio cabello, mientras asentía tímidamente con su cabeza, observándome con sus ojitos humedecidos, iba a ayudarlo a encontrar a su familia, por lo que me puse de pie estirando mi mano esperando a que la tomara, pero no lo hizo, y por el contrario solo estiro sus pequeños brazos hasta mi, buscando que lo alzara, y así lo hice.

Ya con el niño en mis brazos me acerque hasta la entrada principal, con la esperanza a que el reconociera a sus padres, y al observar su rostro parece que así fue, dibujándose una expresión de felicidad en el, mientras señalaba a una joven pareja que se encontraba muy cerca de nosotros, observando hacía todos lados.
- ¿Es su hijo? - les pregunté, acercándome con cautela a ellos, siendo testigo de como sus rostro denotaban el alivio y la emoción de ver al pequeño.
- ¡Si, si es Daniel! - exclamó la madre, limpiando las lagrimas de su rostro mientras estiraba los brazos hasta el pequeño, el cual reaccionó dejándose caer en estos.
- ¿Cómo podremos pagarte por esto muchacha? - inquirió el padre, llevando una mano hasta el bolsillo de su abrigo.
- No es necesario que me de nada Monsieur. - le aseguré con tranquilidad, desviando mi mirada hasta el pequeño, el cual me regaló una tierna sonrisa, demostrando así su agradecimiento.
- Cuídate Daniel. - le pedí acariciando su mano, para luego dar media vuelta y alejarme sin mas.

Nuevamente me encontraba a punto de entrar cuando una voz increíblemente familiar me detuvo, y la hubiera reconocido en cualquier parte, por lo que rápidamente me voltee observando al joven que venía casi corriendo hasta mi, el había sido mi mejor amigo, y ahora volvíamos a vernos, después de tanto. Yo solo esperaba que no notara mi cambio, o que al menos no se asustara, pero lo que mas me importaba era pensar que las cosas entre ambos no habían cambiado, pero al verle con una sonrisa en su rostro, me demostraba claramente que todo seguía igual.

Los gritos que lanzaba antes de acercarse por completo a mi, me hicieron reír, mientras le esperaba con los brazos abiertos, intentando que aquello fuera una recepción totalmente amena, y como hubiera sido en cualquier otra circunstancia, ignorando los obvios cambios que yo aún esperaba pasaran desapercibidos, Fabrice siempre había sido inocente, bueno ambos lo eramos, solo que ahora mi visión del mundo era bastante diferente a la de ese entonces, cuando eramos inseparables.

Respondí a su abrazo con el mismo entusiasmo sin borrar la sonrisa de mis labios; pero fue en ese momento que su mente comenzó a dudar, y eso era de esperarse.
- Estoy bien Fabri, me alegra mucho verte - le respondí en voz baja, mientras intentaba relajar mi semblante y mantenerme alegre ante ese encuentro, pero el ver su rostro confundido al notar ciertos cambios en mi, no me ayudaron en lo absoluto, y solo sostuve su mirada mientras el hacía lo mismo, aunque sentía que la de el me analizaba.
- Claro que me encuentro bien, solo he venido a dar un paseo, quería conocer este lugar - continué diciéndole, mientras apuntaba con mi mano la gran carpa, tras de nosotros, de manera alegre.
- Y si, bueno, solo olvidé mi capa, por eso ando así - le mentí, frotando mi hombro con mi mano derecha fingiendo sentir las bajas temperaturas, aunque solo decidí quitarle importancia al asunto, pero claro, era invierno, por supuesto que era extraño.

Decidí tomarlo suavemente del brazo para quitarnos del medio, yendo hasta un costado del lugar, donde se podía observar el rápido transito de la gente.
- Cuéntame que has echo, ha pasado mucho tiempo... - le pedí tocando la punta de su nariz con mi dedo indice, formando una nueva sonrisa sobre mis labios, esperando ansiosa que comenzara a hablar; siempre me había gustado escucharle, intercambiábamos ideas, y demases, siempre hablando, de seguro marearíamos a cualquiera, pero entre nosotros era algo de siempre, casi como una competencia.

No sabía que esperar, quien sabe en que líos se habría metido, o en que lugares había estado, el era espontaneo y de seguro tendría una que otra anécdota para contarme, por lo que aguardando su respuesta, me senté en un tronco que se encontraba cerca, golpeando a mi lado con suavidad, esperando que tomara ubicación ahí, y se concentrara en contarme solo de el, yo me quedaría escuchándole toda la noche de ser necesario, desviandole cualquier tema que tuviera que ver conmigo, y de revelarle mi nueva naturaleza, ya que siendo el, no se me haría raro que se desplomara de la impresión.

Fui incapaz de borrar la sonrisa de mis labios, y el echo de escuchar prácticamente como un regaño por parte de el, al hacerle creer que me había olvidado de abrigarme, me hacía reír, el siempre preocupándose por mi, y creo que eso era algo mutuo. Simplemente le deje que hablara, y hablara, el echo de la perdida de su trabajo no me sorprendía y de seguro no sería la primera ni la última ves que le pasaría, por lo que simplemente negué con mi cabeza frunciendo el ceño, mostrando en mi rostro un aire de descontento, el cual se borro casi al instante cuando comenzaron sus preguntas.

Suspiré, mientras depositaba mis manos suavemente sobre mis rodillas y levantaba mi mirada hasta encontrarme con la ajena, solo ahí comencé a aclarar mis ideas para comentarle un poco mas de mis actividades, he ausencias.
- Descuida, no voy a enfermarme ni mucho menos, y sabes que estas en lo correcto, nadie mas que yo, te soporta parlanchin - le dije en broma intentando quitar un poco la tensión que sentía dentro de mi pecho en esos momentos.
- Bueno pues, yo sigo viviendo en el bosque, en la pequeña casita que compartía con mi madre ¿Recuerdas, las travesuras que hacíamos ahí? ¿O cuando nos pasábamos las noches sentados en las ramas de los árboles mas altos, observando el cielo, intentando imaginar nuevas cosas para los días que vendrían... eramos unos maldadosos - inevitablemente vinieron a mi mente los recuerdos de aquellos días, formando una nueva y cálida sonrisa en mis labios.
- Y... conocí a alguien, una noche en el lago, donde acostumbraba a bañarme... por eso estaba mas desaparecida y todo...pero ya se acabo - solté un delicado suspiró y tuve que desviar la mirada, todo lo que había ocurrido era reciente, y no me pasaba desapercibido aún, haciéndome un nudo en la garganta, el cual intenté ocultar.
- Pero bueno, no hablaré mas de eso, menos ahora. - le aseguré, retomando mi posición erguida, mientras intentaba indagar un poco mas en su mente. Mi querido amigo, seguía siendo el mismo, nunca desconfiaba de mi, y eso en cierto punto me hacía sentir mal, al estarle ocultando una parte muy valiosa de mi nueva vida, finalmente siempre nos contábamos todo, y el no decírselo, dejando así que el creyera ciegamente en mi, me hacía pensar que estaba fallando a su confianza.

Resople por lo bajo y levante rápidamente la cabeza cuando le escuché nombrarme.
- ¡Claro, vamos a ver! -le dije con entusiasmo, mientras me levantaba jalandole con cuidado de sus manos para que hiciera lo mismo, y se parara junto a mi.
- Pero Fabri... hay que hacerlo un poco diferente a los demás...-comenté, esta vez mostrando una chispa de travesura en mi rostro, mientras me volteaba y señalaba la parte trasera de la carpa.
- Entremos por atrás, evitemos a los guardias o que se yo quienes estarán ahí, pero hagamos que este encuentro sea mucho mas divertido, y si nos atrapan...pues, no sería la primera vez que tendríamos que salir corriendo por algo así ¿o no?- me reí con ganas, mientras comenzaba a caminar sigilosamente, esperando que ese espíritu curioso despertara en el también.

Me sentía bien, alegre de cierto modo, sin mencionar la dicha que ya sentía al haberle encontrado nuevamente, el siempre dispuesto a cualquier locura que cruzara por mi mente retorcida, siempre buscándole alguna chispa a lo monótono, y esto sin dudad lo arrastraba a el a seguirme. Caminamos con cuidado, mientras sostenía con fuerza la tibia mano de el, temperaturas tan distintas que al parecer para Fabrice pasaba muy desapercibido, el ser despistado, era algo que marcaba mucho su personalidad, aunque todo se basaba en su inocencia, aunque el sentirlo cercano ahora, era algo que me hacía inconscientemente, sentirme un poco mejor conmigo misma.

Me ubique tras de el, como si estuviera cubriéndole la espalda, mientras levantaba la carpa, y al escuchar su voz, entré rápidamente, jalandole por los hombros para que hiciera lo mismo, y así, ambos quedar ocultos bajo la obscuridad de las gradas que sostenían a todos aquellos que habían entrado de manera "honesta" pagando su ticket.
- No puedo creer que me hayas echo hacer esto Fabri, que deshonesto eres, me decepcionas demasiado... - le regañe jugando, mientras observaba de reojo el show de los malabaristas, entre aplausos he impresiones de los asistentes.
- Realmente esta fue una idea maravillosa, el venir aquí hoy, sinceramente nunca pensé que volvería a encontrarte por estos lados...- agregué con una enorme sonrisa en mis labios, mientras me volteaba a el y sostenía su rostro con ambas manos, depositando mis palmas en sus mejillas, aprentandole con suavidad.
- No vuelvas a desaparecer, ¿Me escuchaste bien? - le dije, mientras me ponía de puntillas dejando un sonoro beso en su frente, sabía que yo había sido la culpable, pero sentía que ya no importaba en demasía.
- Son estos, los momentos en los cuales necesito de un amigo como tu, sabes que eres sumamente importante para mi, te siento hasta casi como un hermano, siempre estuvimos juntos, no veo por que eso debería ser diferente, menos ahora que puedo cuidar mucho mejor de ti... - aquellas palabras salieron de mi boca sin pensarlas, pero era cierto, podría protegerlo, y quería hacerlo, solo esperaba que no se detuviera a analizar el trasfondo de esa frase.
- Te quiero mucho, parlanchin - le recordé, manteniendo mi posición frente a el, con una sonrisa fija en mis labios.
- Y ya, por favor callame, no ves como me pongo a hablar y hablar, ¡y hasta empalagosa contigo! - tuve que reírme luego de eso, en ese sentido eramos muy similares, siempre buscando como marearnos con tantas palabras.

Liberé el agarre de sus mejillas, y me quedé sosteniendo su mirada unos segundos, no entré en su mente, simplemente me grababa la nueva imagen de mi amigo en mi memoria, podía ver cada detalle con suma claridad, su rostro era la ingenuidad moldeada a mano, y su cabello siempre revuelto para todos lados, le daba un toque totalmente adorable.
- Y bien ¿Alguna otra brillante idea en mente? -pregunte, observando teatralmente hacía los costados, buscando que su mente juguetona comenzara a despertar. No estaba segura de como había pasado tanto tiempo sin volver a saber de el, pero de lo que si estaba completamente segura, era que no volvería a dejarlo solo nunca mas.

Me reí con ganas, mientras el me regañaba, esperando que nadie mas captara nuestra ilegal entrada al lugar, por lo que rápidamente me acomodé a su lado, y asentía con la cabeza, arreglando delicadamente mi vestido.

Intenté que mi mirada se viera atenta a los trapecistas mientras realizaban su función, todo en el lugar era tensión. Todos aguardando que no ocurriera algún accidente, entre tantas acrobacias por parte los artistas, los cuales fácilmente eran capaces de arrancar uno que otro quejido nervioso entre personas del publico. Sin duda un show que llamaba poderosamente la atención, y eso no fue diferente con mi querido amigo, sus ojos brillaban manteniendo su atención en la pista.

Yo por mi parte, intentaba no perder tampoco la atención de el, mientras mis manos sostenían una de las suyas, y comenzaba juguetear con sus dedos, moviendolos de un lado a otro, disfrutando de aquella pizca de calor, que traspasaba el suave contacto. A mi mente volvieron las palabras que había manifestado Fabrice hace unos minutos.
- Promesa, ninguno de los dos desaparecerá... - le dije con mucha seguridad, sellando esa tierna promesa con un enganche de su dedo meñique, un gesto tan nuestro como infantil, solo deseaba recordar viejos tiempos con el.
- Y si llega a pasar, nos buscaremos; por cielo, mar y tierra, no importa lo que pase - agregué, dejando que mi vista se posará finalmente en el espectáculo, que lentamente llevaba a su fin.

La multitud se puso de pie, aplaudiendo con ganas, haciendo todo un gran alboroto, se veían muy satisfechos, y aunque nosotros habíamos logrado ver poco, también nos iríamos con un buen recuerdo. Sostuve el hombro de mi amigo, haciéndole esperar a que la gente comenzara a bajar de las gradas, y cuando vi espacio suficiente, jale de su brazo, permitiendole bajar, mientras yo me ubicaba un peldaño mas arriba, y jugando me lancé a su espalda, sujetándome con brazos y piernas.
- Listo, ahora llévame a otro lugar, es tu turno ¡vamos, vamos, vamos! - le decía con entusiasmo, empujándole con mi cuerpo.
- Sostenme bien, no te vayas a caer Fabri, por favor mira el suelo, tu tienes piernas de gelatina - bromee, aferrandome a su cuello.
- Vamos a ver que tan bueno eres con los juegos de aquí - le desafié formando una divertida mueca en mi rostro, dejando que una de mis manos, se desplazara hasta su cabello, revolviendolo aún mas de lo que ya estaba.

Solo por unos segundos, su cercanía, y el sentir tan fuerte el aroma de su sangre, volvió mas sombríos mis ojos, haciendo que mi garganta me ardiera de manera molesta. Pero logré mentalizarme, y agradecí que el no fuera capaz de percatarse de aquello, finalmente el era alguien fundamental en mi vida, y no me perdonaría nunca si llegara a lastimarlo de alguna manera.
Por lo que me concentré en eso, dejando en segundo plano mi naturaleza, y disfrutar de la noche al máximo.

Me mantuve firme en su espalda mientras me llevaba, con un gran esfuerzo por entre la gente, donde en mas de una oportunidad, se posaron algunos ojos curiosos sobre nosotros. Que divertido era aquello, realmente había olvidado lo que era de gozar de la compañia de un amigo, o mas específicamente de la compañia de mi tan querido amigo Fabrice. El siempre tan vivaz, tan lleno de alegría y entusiasmo aunque las cosas se le pusieran complicadas, sabía como salir adelante, siempre con la frente en alto y una hermosa sonrisa en sus labios, todo un ejemplo, el cual, estaba dispuesta a tomar para mi.

Al llegar a los juegos, observé con atención el que escogió, y cuando finalmente recibió las bolas, y me entrego las mías, salte de su espalda y le sonreí, mientras jugaba con una de ella en mi mano derecha, lanzandola arriba y atrapándola de nuevo.
- Vamos a ver, quizá sea yo quien termine ganando todo para ti, Fabri- le comenté con una sonrisa traviesa en mi rostro, mientras sin la mas mínima concentración lancé la bola, dando un tiro perfecto.

Por un momento pensé que eso había sido demasiado, mi puntería nunca había sido tan buena, al contrario, por eso nunca lo molestaba en demasía a el, en eso, ambos eramos bastante malos. Y ahora yo tiraba prácticamente como una experta, al ser capaz de adelantarme a la trayectoria, y brindarle una totalmente libre de errores.
- Wow... creo que he tenido suerte, o he mejorado bastante... - dije, mientras me volteaba a observarlo, en sus ojos brillaba esa chispa de emoción, y creo que los míos estaban casi de la misma manera.
Volví a lanzar, haciendo que mi segundo y tercer tiro no fuera tan prolijo, pero aún así, diera en el blanco.
- Creo que ahora dependemos de ti - agregué, haciendo un gesto de preocupación en mi rostro, como si estuviera asegurandole que iba a perder. Me acerqué dándole un gran beso en su mejilla, mientras lo acercaba, jalandole de los hombros, hasta la posición para lanzar.
- Muy bien, concéntrate, quiero que ganes ese collar para mi - susurré en su oído, mientras señalaba una gargantilla que se encontraba dentro de los premios, el dije que colgaba de ella era un hada, por lo que haría juego con la que llevaba en mi muñeca, uno de los regalos que me había echo mi madre, un año antes de fallecer.
- Pongo mi vida en tus manos, Fabrice Laurent... - finalicé de manera dramática, para luego soltar una carcajada observando sus lanzamientos.

No solo el echo de mi fingida actuación me hacía reír..."Mi vida en tus manos", ni siquiera podía hacer eso, pero esperaba que el lo sintiera así, quería que fuera capaz de comprender lo mucho que confiaba en el, y a pesar de lo que el pensara de si mismo, para mi, no existía persona con el corazón mas puro y noble, Fabri, dentro de toda su inocencia y ternura, era un joven fuerte y muy capaz de todo, y yo, me sentía orgullosa de tenerlo a mi lado, donde espero, se mantenga siempre.

Era realmente divertido ver como cada vez llegaban mas y mas pequeños junto a nosotros, ¿Realmente era tan extraño ver a dos "adultos", como nosotros, divirtiéndose de esa forma en aquel juego? Si, al parecer lo era, mas aún cuando esas enormes sonrisas se dibujaban en nuestros rostro, haciéndonos ver radiantes, y sumamente felices. Y lo estaba, yo realmente estaba feliz junto a Fabrice, y sin necesidad alguna de leer la mente de mi amigo, podía sentir que el también lo era. ¿Que mas podría pedir? Si con la sencilla compañia que me brindaba era suficiente para darme una noche hermosa, y llena de emociones de por medio.

Observe su mirada clavada en el objetivo, incluso su semblante se suavizo, hasta volverse un tanto mas serio, todo aquello por la concentración que buscaba. Sabía que el deseaba ganar, pero no por algo de necesidad, si no, por que deseaba darme aquel regalo, y lo conocía muy bien; cuando algo se le metía en su inocente cabeza, no había manera de quitarlo de ahí. Por lo que simplemente observé sus lanzamientos. El primero salió disparado, y pude ver una chispa de animo en su rostro. El siguiente fue igual de bueno, y cuando llegó el momento del tercero, logré ver una gota de sudor rodar por su frente, mientras su mirada se desviaba hacía mi, y los pequeños que se encontraban igual de expectantes.
- Adelante, Fabri - Le susurré, siendo capaz de dedicarle una sonrisa llena de confianza, en el. Funcionó, el tiro dio en el blanco, y vi su rostro brillar de manera encantadora nuevamente, mientras se acercaba a retirar nuestro premio.

Rápidamente me abrí paso por entre los niños, hasta llegar al que yo consideraba mi niño, el siempre sería un niño mas para mi, un pequeño en un cuerpo de hombre, y en el fondo se que el me veía de la misma manera.
Cuando llegué a su lado no me contuve y le di un gran abrazo, quizas con un poco mas de fuerza de la necesaria, pero todo era producto de la emoción.
- ¡Eso fue genial! - le dije con mi voz exaltada, mientras acataba sus palabras, y le liberaba del abrazo, para ponerme de espalda, removiendo mi cabello hacía mi hombro derecho, esperando que el pusiera el collar.
- Es precioso Fabri, te lo agradezco mucho - comenté mientras acariciaba el dije con mis dedos, sosteniendo la mirada mi querido amigo, el cual asentía con su cabeza, y la adorable sonrisa en sus labios permanecía amplia y sincera.

Me acerqué nuevamente, mientras depositaba mis manos sobre sus cálidas mejillas. Sabía que mi tacto podría sobresaltarlo, pero no me contuve, de pronto sentí un ligero temor y desee hacercelo saber.
- No quiero perderte Fabri...- comencé diciéndole, mientras mi frente llegaba a posarse sobre la de el, y mis ojos se cerraban.
- Siento que... no lo se, no estoy segura. Pero por favor, prométeme que vas a cuidarte mucho, no soportaría que te ocurriera algo malo, de verdad... - finalicé con un tono de voz suave, pero con cierta melancolía en el, no podía descubrir el por que me sentía así, pero solo esperaba que el pudiera tomar conciencia de mis palabras, y el peso de estas. El era descuidado, y hasta torpe en ocasiones, y no estaba libre de que le ocurriera algo... malo.

Decidí sonreírle después de eso, no deseaba asustarlo, ni mucho menos quería que me viera así, triste, sin tener motivos para eso, aún. Me incliné besando la punta de su nariz, y acaricié sus hombros, frotándolos, intentando que no perdiera el calor, después de todo era una fría noche.
- Entonces... ¿Donde vas a llevarme ahora? Sabes que yo no conozco mucho de esto, me siento que vivo en otro planeta. - le comenté soltando una risita, y llevaba mi mano hasta la de el, para comenzar a caminar sin rumbo definido, mientras realizaba unos saltitos conforme avanzábamos, manteniendo siempre mis ojos en el.

De haber sido capaz de anticiparme a los echos, habría aclarado las dudas que pudieron, o no, quedar en la mente de Fabrice, pero al parecer era simplemente un momento de emociones entrelazadas, que no me llevarían a una explicación concreta. Realmente me preocupaba la vida de mi amigo, mas ahora que me era posible ver la fragilidad de la vida humana, y mezclada con la distraída cabeza de el, era todo un problema.

Me mantuve en silencio mientras el me entregaba sus palabras, estaba tan seguro de que estaría bien, o al menos eso aparentaba, que logro traspasarme algo de esa tranquilidad, a medida que comenzaba a ser nuevamente consiente de todas las personas y el bullicio que nos rodeada.
- Prometo no mas muecas feas. - le dije con una sonrisa mas amplia, mientras levantaba mi mano derecha, dándole a mis juguetonas palabras un aire de seriedad, casi imperceptible.
Volví a reír cuando le vi estornudar, quizás estaba pescando un resfriado, todo por no irse y seguir disfrutando de nuestro encuentro, y sinceramente yo tampoco deseaba que se fuera, al menos no todavía, estaba tan contenta con el, que no deseaba que esa alegría se viera disipada.

Le observé con una ceja alzada, y mis ojos llenos de curiosidad mientras el pensaba en la siguiente actividad, y cuando su mirada volvió a fulminar, supe que se le había ocurrido algo realmente bueno.
- ¿Baile de mascaras? - pregunté abriendo exageradamente mis ojos, llevando una mano a mi boca.
- Monsieur... - tomé los bordes de mi vestido, respondiendo a su reverencia con una propia. Si iba a tomárselo tan en serio, por mi parte sentía que podía y debía hacer lo mismo.
- ¡Hey! Creo que estoy demasiado joven aún - protesté, frunciendo mis labios, volviendo mi semblante serio, pero mas que un regaño, era una simple broma.
De pronto le vi salir disparado, mientras volvía a gritarme, y no pude contener la risa. De haber seguido el juego podría salir corriendo en ese momento y sobrepasarlo, pero me vería y eso si que sería extraño, simplemente lo deje correr hasta el lugar, y observando el camino en su mente, me adelante por un costado invisible para el, llegando antes ahí mientras formulaba una excusa en mi cabeza.

Me quedé justo afuera, mientras de una caja tomaba una de las mascaras algo mas similar a un antifaz, poseía tonos negros y grises acordes con mi vestido, por lo que la puse en mi rostro y me voltee al sentir el aroma de Fabrice.
- No puedo creer que la dama tenga que esperar al caballero -comenté mientras le lanzaba otra mascara un tanto similar a la mía.
- Atajos Fabri, atajos... - me excusé encogiendo mis hombros, restandole importancia al asunto y me acercaba hasta tomar posición junto a el.
- Yo no soy muy buena bailando, deberás ayudarme creo que tengo dos pies izquierdos... - agregué, devolviendole una mirada preocupada, y luego sonreí.
- Bueno, por tu parte no es muy diferente, creo que estamos perdidos ¿Que vamos a hacer? - pregunté mientras mi brazo se enganchaba al suyo, aguardando a que diera la señal para ingresar al baile.

La sorpresa en los ojos de mi amigo era evidente, pero sabía que detalles como esos lo pasaría rápidamente por alto, estaba consiente que no le daría mil vueltas a asunto, eso solamente sería una perdida de tiempo, y finalmente no estábamos ahí para eso; si no para poder vivir nuevos momentos, recordar así nuestra adorable niñez, y aunque ahora, ya mas adultos, no podíamos simplemente dejar atrás, al contrario, lográbamos traer todo aquello que tanto nos unió en el pasado, revivirlo con creces, y disfrutarlo al máximo.

Me sostuve con algo mas de fuerza del brazo de Fabrice, claramente estaba nerviosa, aún sabiendo que mis sentidos eran ahora muchos mas precisos, y mis movimientos mas sutilez y prolijos, aún con todo eso, el bailar siempre me asustaba.
Solo por un momento los divertidos recuerdos de mi amigo lograron distraerme, aquel improvisado baile en el que participaron juntos, y de haber existido premio a los peores bailarines, sin lugar a dudas habríamos sido los ganadores, pero no, sencillamente nos sacaron mientras nos dejaban en claro que no poseíamos dotes para la danza.

Aquel simple, pero fuerte recuerdo logró dibujar una sonrisa en mi rostro mientras caminaba como una condenada a muerte junto a Fabri. El titubeaba al igual que yo, mientras mi ojos analizaban los pasos ajenos, y los movimientos que realizaban lo demás de ahí. Estaba en eso cuando sentí el decidido agarre masculino.
- Bien al parecer, no hay vuelta atrás... -susurré muy suavemente, dejando que uno de mis brazos rodeara su cuello, y el otro descansara en su hombro, permitiendo a mis pies que comenzaran a moverse, rogando por que mantuvieran tanto el ritmo de la música, como la velocidad de mi compañero.

Increíblemente no lo estábamos haciendo tan mal como esperaba, no nos habíamos pisado, ni habíamos empujado a nadie, bueno solo a una pareja, pero algo bastante sutil, considerando que eramos nosotros.
- No somos tan malos Fabri, no hemos botado a nadie aún. -le dije con mi voz mucho mas animada, sosteniendo la dulce mirada de el. Aunque ciertamente el estar así con el era difícil, por lo que tuve que contener la respiración, y solo simulaba el movimiento con mis hombros. Mis dedos jugueteaban con los cortos cabellos de su nuca, sin difuminar la alegría que se denotaba en mi rostro.

Poco a poco el nerviosismo desapareció de mi, y solo me deje llevar disfrutando de la situación y del momento, la música sonaba fuerte y clara. Aunque aún tenía algunas dudas.
- ¿Nos darán un premio?...al menos por el esfuerzo ¿no? - bromee con voz traviesa, alzando de forma divertida una ceja. Claramente no esperaba regalo, ni mucho menos por nuestro baile, mi premio ya lo había conseguido, o mejor dicho recuperado hace un par de horas atrás, y estaba justo frente a mi.

Solo era un baile, uno que sorprendentemente nos estaba saliendo mas que bien. La coordinación al parecer recordó que existíamos y nos iluminaba de manera sutil, pero aquello era suficiente y por mi parte esperaba que se mantuviera así, al menos por esa noche y poder guardar un recuerdo mucho mas alentador de nuestro segundo encuentro con la danza.

Me fascinaba el echo de que Fabrice se sintiera mas seguro, y lo demostrara con sus altivas palabras, haciendo sus gestos y muecas que me hacía reír. Pero como su concentración se hallaba en presumir que ahora habíamos mejorado, se encargó de lanzar esas palabras al suelo cuando fuimos a dar contra una pareja. Y mientras el se disculpaba, tuve que esconder la cabeza en su pecho para ocultar la risa que no fui capaz de contener.
- Íbamos muy bien, pero descuida solo fue un pequeñísimo detalle.- le animaría, volviendo a erguirme y continuar con nuestros, ahora, mas prolijos pasos.

Continué con el ritmo que llevábamos, y de vez en cuando observaba a nuestro alrededor, buscando no acercarnos tantos a los demás, o solo seríamos nosotros los lastimados, y perderíamos el enganche que habíamos conseguido.
- Haha... me alegra que aún puedas pensar en que conseguiríamos ese premio ¿lo imaginas?... creo que moriría de un infarto.- Aunque eso no es posible realmente- Aveces olvidaba que ya estaba literalmente muerta, y mas aún ahora, que me sentía mas viva que nunca en brazos de mi querido amigo.

Ya estaba finalizando la primera canción, y antes de que pudiéramos acomodarnos para continuar, noté como todos comenzaban a cambiar, y sin darme cuenta aparecieron otros brazos que rápidamente me alejaban de los de Fabrice.
Baile un tanto mas seria, preocupada de no arruinar aquello, pero siempre con mis ojos buscando el cuerpo de mi amigo, era como si ahora deseara protegerlo de todo, aún sabiendo que nada malo podría sucederle ahí, bueno, lo mas malo que podría pasarle sería; caerse o terminar sobre alguien... luego de caerse, en cualquiera de los dos casos, mis pensamientos terminaban con el en el suelo.

Estaba distraída en eso, que el tiempo me pasó demasiado rápido, y dando una ligera reverencia al hombre, volvía corriendo junto a Fabrice.
- Bueno, yo no estuve tan mal... pero creo que ella necesitará una silla para descansar sus pies.- le dije señalando a la mujer que había sido su compañera.
Nuevamente me ubiqué entre sus brazos, y comencé a sentir como el ritmo nos llevaba por segunda vez, ahora mas limpió, sin errores, y todo era por merito de el, ya que no hice uso de mis reflejos ni nada, era el caballero quien debía llevar el ritmo, y la verdad no me importaba que el cometiera errores, finalmente siempre terminaba sonriendo, y eso era impagable.

La música terminó, y sin quitarme el antifaz ni dejar que el se quitara el suyo, decidí invitarle afuera.
- Sabes Fabri, vi que vendían algodón de dulce afuera ¿Quieres que vamos por un poco? - le animé, sosteniendo de manera paralela, su mano y los cálidos y expresivos ojos que poseía.