Happy Days {Fabrice Laurent}

Recuerdo del primer mensaje :

El circo... sinceramente este lugar nunca me había llamado la atención, por que sabía perfectamente como mantenían ahí a los animales, atrapados he incluso encadenados, solo para servir de entretención para los humanos, aquello me parecía una completa estupidez, mas aún considerando el echo que siempre me toca verles libre, corriendo y saltando por el bosque, esa si era hermoso, no así como aquí, no en jaulas.

Pero tanto había escuchado nombrar el famoso lugar que me decidí a dar un paseo por el, había mantenido cierta distancia en un obscuro refugio mientras anochecía, aguardando el momento adecuado, recién ahí, salí desde las sombras para mezclarme como una mas entre las familias que llenaban los alrededores ¡Jamás había visto tantos niños juntos en toda mi vida! todos con grandes sonrisas en sus rostros, corriendo, mientras sus menudas manos jalaban una y otra vez de los largos abrigos de sus padres incitándoles a caminar con mas rapidez para alcanzar un buen lugar, y disfrutar del espectáculo, aquello podía escucharlo con total claridad en sus ingenuas cabezitas.

Por mis costados no paraban de pasar personas con sus rostros excesivamente maquillados , payasos, nunca habían llegado a agradarme, es mas me incomodaban, por lo mismo intentaba esquivarlos, y así lo estaba haciendo hasta que algo llamo mi atención, era el llanto de un menor que se hallaba entre la multitud, de seguro estaba perdido y asustado, no demostraba mas de cuatro años de edad, por lo que decidí acercarme a el.
- Hola pequeño ¿estas perdido? - le pregunte poniéndome de cuclillas frente a el, mientras mi mano derecha acariciaba con ternura su rubio cabello, mientras asentía tímidamente con su cabeza, observándome con sus ojitos humedecidos, iba a ayudarlo a encontrar a su familia, por lo que me puse de pie estirando mi mano esperando a que la tomara, pero no lo hizo, y por el contrario solo estiro sus pequeños brazos hasta mi, buscando que lo alzara, y así lo hice.

Ya con el niño en mis brazos me acerque hasta la entrada principal, con la esperanza a que el reconociera a sus padres, y al observar su rostro parece que así fue, dibujándose una expresión de felicidad en el, mientras señalaba a una joven pareja que se encontraba muy cerca de nosotros, observando hacía todos lados.
- ¿Es su hijo? - les pregunté, acercándome con cautela a ellos, siendo testigo de como sus rostro denotaban el alivio y la emoción de ver al pequeño.
- ¡Si, si es Daniel! - exclamó la madre, limpiando las lagrimas de su rostro mientras estiraba los brazos hasta el pequeño, el cual reaccionó dejándose caer en estos.
- ¿Cómo podremos pagarte por esto muchacha? - inquirió el padre, llevando una mano hasta el bolsillo de su abrigo.
- No es necesario que me de nada Monsieur. - le aseguré con tranquilidad, desviando mi mirada hasta el pequeño, el cual me regaló una tierna sonrisa, demostrando así su agradecimiento.
- Cuídate Daniel. - le pedí acariciando su mano, para luego dar media vuelta y alejarme sin mas.

Nuevamente me encontraba a punto de entrar cuando una voz increíblemente familiar me detuvo, y la hubiera reconocido en cualquier parte, por lo que rápidamente me voltee observando al joven que venía casi corriendo hasta mi, el había sido mi mejor amigo, y ahora volvíamos a vernos, después de tanto. Yo solo esperaba que no notara mi cambio, o que al menos no se asustara, pero lo que mas me importaba era pensar que las cosas entre ambos no habían cambiado, pero al verle con una sonrisa en su rostro, me demostraba claramente que todo seguía igual.

No estaba segura si echarme a reír o no, al ver como el rostro de mi amigo se iluminaba solo por el echo de ir juntos a comer algodón de dulce. Era como si fuera un pequeño y solo pensara en hablar y comer golosinas, aunque increíblemente al estar junto a el, yo pensaba lo mismo, solo vivía buenos momentos, manteniendo siempre una amplia sonrisa, que solo el conseguía implantar en mi rostro con esa manera tan arrebata de ser que tenía. Quien sabe cuantos podían llegar a pasar si quiera un cuarto de hora con el, o quizás mucho menos, ya que buscar amordazarlo para callarlo, era sin dudas, el mínimo recurso.

Sostuve su mano mientras comenzábamos a alejarnos del lugar de baile y juntos buscar donde comprar.
Mientras avanzábamos, el, desde una visión mas global, fácilmente se podía pensar que eramos mucho mas que amigos y tal vez yo había cometido algún error y el se encontraba realmente molesto por aquello; pero no, solo eramos dos amigos, casi hermanos, y el solo me regañaba por no llenar su glotón estomago.
- Yo soy buena contigo, Fabri, eres tu quien me abandona y luego no va a visitarme.-le dije con una mirada mas triste y un tierno puchero bien marcado con mi labio inferior.
- Digamos que si entonces, el retrasar que comieras algodón es tu castigo máximo.- mencioné de manera exagerada mientras el continuaba con su planchearía.

Yo solo lo dejaba ser, que hablara, y hablara, ni con eso podría llegar a marearme, por lo que caminé soltando una que otra risa a ratos, mientras nos acercábamos hasta donde estaba el vendedor.
- Toma, mi ayudita.-le diría rápido depositando unas monedas en su abrigo, no dejaría que el pagara por todo, no me parecía justo, y luego de eso, le realicé un gesto para que se animara a comprar.
- Ahora quiero ir a un lugar mas tranquilo, donde podamos pasar las pocas horas que nos quedan juntos, al menos por esta noche.- realmente todo lo que sucedería mas adelante era un misterio para mi, pero después de esta noche no dejaría que el volviera a salir de mi vida, necesitaba de su apoyo incondicional, y aquella sonrisa contagiosa que me ayuda a olvidar los malos ratos. Ya lo había perdido una vez y eso no volvería a suceder de nuevo.