The help of the thief (Judah)

por **Audrey de Médici** Jue Sep 05, 2013 8:48 pm

Un ladrón es un financista impaciente
Rafael Barrett

Gente pomposa por un lado y por otro, iban de un sitio del extravagante patio a otro como hormigas realmente atareadas pero a diferencia de esas, todos los presentes solo lo hacían para ir de espectáculo por espectáculo.
Muchos gitanos fueron contratados para una fiesta "única" en su estilo que deseaba ofrecer una pareja de alcurnia y por supuesto que como era un negocio sencillo y con la remuneración monetaria perfecta para cualquiera muchos aceptaron la oferta. Entre esos estaba Luna y aunque muchos gitanos le dijeron que pusiera su pequeña carpa para adivinar el futuro a los asistentes, cosa que no le agrado, se negaba rotundamente a tocar una baraja desde que fue incapaz de revelarle el paradero de Sol. Detestaba si quiera pensar en las veces que pidió ayuda a aquellas cartas, así que simplemente decidió hacer su acto como tragafuegos que para algo debía de servirle haber aprendido eso.

Paso gran parte de la tarde ofreciendo su espectáculo a todo aquel que se acercaba hasta ella y ya cuando creyó conveniente se retiro de donde se hallaban todos de manera sigilosa, una gitana más una menos… nadie notaría la ausencia por un periodo de tiempo y eso era bueno, muy bueno para lo que la joven tenía pensado hacer.
Estaba nerviosa, era la primera vez que entraba a una casa de ricos a robar ella sola; siempre entraba con Sol, de hecho nunca se habían separado tanto tiempo pero por ella debía seguir con el plan de ambas de robar aquella casa, solo existía un pequeño inconveniente, la casa originalmente fue vigilada por Sol y ella no tenía idea de la ubicación de un escondite o un lugar seguro por el cual entrar.

Con el corazón latiendo desbocado y sin estar muy segura de lo que estaba por hacer se alejo de todos y comenzó a rondar la casa buscando el lugar apropiado para ingresar en aquella mansión.
No tardó mucho en encontrar una ventana poco asegurada y por la misma fue que entro en la residencia. Miro de un lado a otro, asegurando de que nadie le viera o al menos no de la forma en la que estaba llegando hasta ahí, si le encontraban después podría inventar cualquier cosa.
Sonrió al saberse sola y avanzo cuidadosamente, agudizando sus sentidos tanto como le daba su capacidad humana buscando algún sonido sospechoso o un articulo perfectamente apto para llevarse.

Lento pero segura avanzó por un largo pasillo, en cuyo final se observaba un cuartop que desde que diviso le llamo. Al llegar al cuarto noto que era de esos típicos de la clase alta, perfectamente arreglado, con una cama extravagante y decoraciones por un lado y otro; pero eso no interesaba en lo más mínimo, lo realmente importante se encontraba en un tocador atravesando el cuarto…un joyero. Aquel pequeño joyero era justo lo que necesitaba, algo que no llamaría la atención de nadie y mucho menos entre sus ropas, oculto entre aquellas telas que cubrían su cuerpo y que a simple vista solo eran de una gitana cualquiera y no de una ladrona.

Presintiendo seguridad en aquel cuarto se avalanzo a donde se encontraban los objetos deseados; Luna ya podía sentir y contemplar las joyas en sus manos pero justo cuando su mano derecha se posaba sobre la tapa, llegó hasta sus oídos un sonido que le hizo retroceder al instante, alejando su mano y buscando de manera automática un escondite; ese impulso le llevo a colocarse detrás de la puerta aguardando que el peligro pasara para poder continuar con su cometido.

por **Judah D'Maine** Dom Oct 06, 2013 5:55 pm

A Judah le parecía una completa idiotez que un grupo de aristócratas contratara a un grupo de gitanos como parte de las atracciones de una fiesta. ¿Qué clase de tonto decidía de buenas a primeras meter un puñado de ladrones a su propia casa, arriesgándola de ese modo? El que había tomado semejante decisión debía ser alguien muy ingenuo, eso era seguro, y Judah no pensaba desaprovechar tal cosa, y de paso quería callarles la boca a todos esos gitanos que lo despreciaban y que tanto se habían burlado de él al no haber tenido la mínima posibilidad de ser parte del festejo en la mansión. Esto de debía a que no era ningún secreto que el mayor de los D'Maine había nacido sin ninguna habilidad que lo caracterizara como gitano, además de su peculiar apariencia. No podía leer las cartas, no sabía adivinar el futuro por medio de las líneas de la mano, ¡ni siquiera era capaz de vez el aura en otras criaturas! ¿Qué clase de gitano era ese? Algunas mujeres mayores pertenecientes a su comunidad decían que se debía a que había nacido en luna llena, que estaba maldito de por vida. Judah creía que no eran más que disparates. No le acomplejaba en absoluto no poseer tales habilidades porque sabía que de todos modos, de tenerlas, no las habría utilizado. No le interesaba defender su honor dentro de los suyos, ¡si lo que más deseaba era abandonarlos! Dejar esa vida para siempre, pero eso solo lo podía conseguir obteniendo el dinero suficiente para largarse.

Llegó al sitio a la hora planeada. Vestía sus acostumbradas ropas holgadas fabricadas con manta, el poco pelo que le había crecido atado en una pequeña cola de caballo y sobre su pecho cruzado un morral de tela de mediano tamaño en el que pensaba acarrear los artículos que robaría esa noche, porque vaya que lo haría, no se iría de allí sin lograrlo.

El jardín de la enorme residencia estaba convertido en un verdadero parque de diversiones. Las voces y risas de los invitados llegaban hasta sus oídos, aun cuando se encontraba a una distancia considerable y de vez en cuando se sobresaltaba cuando uno de los fuegos artificiales eran lanzados al cielo, iluminándolo de colores ante sus ojos. Judah aprovechó que todos los invitados estaban maravillados con el espectáculo para colarse hasta la casa por la parte trasera e increíblemente logró entrar sin el menor problema. ¿Es que acaso además de ingenuo el dueño de la casa era tan idiota como para no triplicar la seguridad en su casa? Increíble.

Se condujo con sumo cuidado en el interior de la casa, y aunque la majestuosidad de la propiedad y todos esos valiosos artículos provenientes de todos los lugares inimaginables que la adornaban lograban embelesarlo al punto de la locura, se mantuvo sosiego y se comportó de manera inteligente, guiándose hasta el segundo piso donde debían encontrarse las habitaciones de los dueños, parte de la casa que estaría despejada y en la que podría operar con más seguridad.

Dio vuelta a la chapa de la primera puerta que encontró en su camino y aunque él había esperado que todo fuera mucho más complicado, ésta cedió de inmediato, abriéndose al instante. La cerró tras él, pero lo que encontró dentro lo dejó sin aliento.

—No. —Pronunció seca y amargamente al descubrir que la intrusa era ni más ni menos que Luna Bosch, otra ladronzuela, mucho más joven que él, también gitana.

—No, no, no, no, ¡NO! —negó en repetidas ocasiones y se le dejó ir encima, tomándola de los hombros, sacudiéndola en un intento desesperado de sacar su frustración.

—¿Qué diablos haces aquí? Planeé esto por meses enteros y tú no vas a arruinármelo. Exijo que te largues en este instante —amenazó sin soltarla, aferrando toscamente sus sucias manos a los hombros de la que parecía una frágil criatura si se le comparaba con él.

por **Audrey de Médici** Dom Oct 13, 2013 1:11 am

Su corazón se acelero y una pequeña gota de sudor corrió por su mejilla, los pasos se acercaban cada vez más hacía aquel cuarto. Realmente estaba esperando que se detuvieran, siguieran a otro lado o simplemente terminara por regresar por el lugar que habían llegado, pero hasta esos momentos nada de eso sucedía y de manera automática desde su escondite comenzó a observar en la oscuridad de ese cuarto si existía la más remota posibilidad de escape.
¿Qué tal salir corriendo de aquel sitio y simplemente huir? Se creyó tonta por si quiera cuestionarse algo así, pero en momentos desesperados, respuestas desesperadas muy a pesar de que no fueran las más indicadas ni más cuerdas.

En algún punto dejo de pensar en las maneras de escapara y solo se cuestiono el por qué de haber ido a aquel lugar sin su hermana. Necesitaba a Sol y la necesitaba de manera urgente, de tenerla a su lado lo más seguro era que nada de eso le hubiera pasado; juntas al parecer eran invencibles y nada malo les pasaba jamás, pero ahora se sentía como un animal acorralado y vulnerable que no tenía más opciones que aguardar a que el fin llegara. Seguramente terminaría exhibida en una plaza pública por ladrona, sin manos o peor aún… en la inquisición culpada de bruja o una barbarie de ese estilo, cosas que solo quienes buscan deshacerse de alguien más dicen.

Los pasos se detuvieron justo fuera de donde ella se encontraba y les rezo a todos los dioses que conocía porque le alejaran de donde ella estaba pero en respuesta a esas plegarias - que de manera obvia no serían atendidas - solo respondió el silencio. Era capaz de escuchar los latidos de su corazón, el cual le pareció demasiado ruidoso para su gusto más esos latidos fueron acallados por el girar de la chapa.
La gitana llevo su mano hasta su boca, conteniendo la respiración, aguardando porque solo fueran a ver de esa manera dentro y se retiraran; los pasos se reanudaron para ingresar dentro de aquel cuartucho y su mente nuevamente comenzó a idear la manera de escapar. Poseía la posibilidad de lanzarle y correr por el pasillo para escapar; justo eso era lo que debía hacer pero en el instante en que la figura apareció medianamente visible a sus ojos se quedo helada sin saber la razón.

La puerta se cerro y las oportunidades de escape se terminaron cuando eso paso. No supo que fue lo que paso, al parecer no capto justo a tiempo lo que estaba pasando pero contrario a todo lo que espero que pasara solo la palabra NO llego hasta ella. Su mirada se centro en el rostro de quien estaba ahí y entonces se percato de la realidad. Aquel que entro era Judah, sabía su nombre porque otros gitanos lo mencionaban y de vez en cuando le observaba pero realmente no era muy consciente de él, estaba ocupada en otros asuntos como para dedicar mucho tiempo a conocer a otros que no estuvieran siempre cerca.

Su cuerpo fue sacudido con más fuerza de la que ella creyó necesaria y ante sus palabras una mueca de desagrado y molestia fue lo que apareció. Le miro fijamente sin intentar quitar aquellas manos de sus hombros.
– ¿Qué diablos hago aquí?, vine por las cosas de esta casa es obvio o ¿Por qué otra razón entraría aquí? Un accidente – rodó ligeramente los ojos – Y si has planeado este robo muchos meses, felicidades, ¿Te aplaudo? – le mostró una sonrisa burlona, pues nadie podía culparla de estar en aquel sitio y menos alguien tan bruto como aquel gitano, que creía que porque le dijera esas cosas ella se iría al instante – Puedes exigir lo que se te venga en gana pero yo no pienso irme de esta casa porque resulta que también he planeado robarla desde hace tiempo – miro aquellas manos en sus hombros – así que suelta mis hombros, sal de esta habitación y busca otra cosa que robar porque llegue antes.

Movió su cuerpo un poco pero le era bastante complicado considerando que no tenía tanta fuerza como Judah, así que solamente termino por resoplar aguardando que él le dejara ir.

por **Judah D'Maine** Mar Nov 12, 2013 10:04 pm

¡Agh! ¡Esa niñita estúpida empezaba a enervarlo, a sacarlo de quicio!

Sus manos resbalaron sobre los hombros y rozaron el delgado y escuálido cuello de la gitana. Lo invadieron unas enormes ganas de apretarlo, de estrangularla en ese mismo instante y librarse así de su maldita presencia. Muerto el perro, se acababa la rabia y él podía realizar el hurto como le viniera en gana, sin la tonta necesidad de trabajar en equipo con esa gitanilla a la que consideraba una incompetente, sin tener que arriesgarse o dividir los bienes sustraídos de la propiedad al final de la noche. Solamente tenía que ejercer presión sobre el pescuezo y retorcerlo sin piedad alguna, pero cuanto estuvo a punto de hacerlo un ruido proveniente del exterior de la habitación lo distrajo.

—¡Shhhh, shhh! —chistó escandalosa y exageradamente, pero sin llegar a alzar demasiado la voz—. ¿Escuchaste eso? —Preguntó en un susurro y se quedó mirando directamente hacia la puerta—. Alguien se acerca —confirmó.

Las pisadas y voces de lo que parecían ser no más de dos personas se acercaban al lugar velozmente y los ojos bicolor del gitano se clavaron como dagas sobre la chapa de la puerta, dándose cuenta al instante del peligro en el que estaban. ¿Cómo es que no se había dado cuenta antes? ¡La tonta de Luna Bosch no había puesto al seguro a la puerta, por eso él había podido entrar a la habitación, como entrarían también las personas que se acercaban! Correr y poner el seguro a esas alturas era algo demasiado arriesgado porque existía la posibilidad de que lo escucharan, además, ya no había tiempo. Solamente había dos alternativas: quedarse como idiota y esperar a ser atrapado o esconderse.

Rápidamente, miró a su alrededor esperando encontrar un buen escondite y un enorme y finísimo ropero con forma de closet y tallado en madera apareció ante sus ojos. Sin pensarlo dos veces tomó del brazo a Luna y la arrastró hasta el interior del mueble. Estaba lleno de abrigos, vestidos y demás prendas de vestir pero a empujones logró hacerse un espacio junto a su rival de oficio.

—No hagas ruido, niña. Una sola palabra y juro que yo mismo te rajaré la garganta —sentenció con un susurro en su oído.

Quedaron cara a cara, uno junto al otro. Judah tuvo que abrazarse a la muchacha porque de lo contrario corría el riesgo de irse de espaldas y provocar que la puerta del mueble se abriera. Fue consciente de la molestia que provocó en ella y esperó que ella se diera cuenta de la suya, pero ninguno de los dos se movió y apenas respiraron. Dos segundos después la puerta de la habitación se abrió y en efecto, dos personas entraron a través de ella, la dueña de la casa y su hija para ser exactos. La primera deseaba cambiarse de vestido argumentando que deseaba lucir frente a sus invitados su nueva adquisición traída desde Inglaterra y su hija la alentaba asegurándole que sería la sensación de la noche porque luciría estupenda.

Judah solamente esperaba que el tan famoso vestido no estuviera guardado en ese closet, justo en donde ellos se encontraban, de lo contrario, sería el fin.

por **Audrey de Médici** Dom Nov 17, 2013 9:23 pm

Los ojos de la gitana se enfocaron en los de aquel ladrón. No se movió ni un ápice cuando las manos masculinas rodearon su cuello pues si estaba intentando asustarle o hacer que pidiera perdón y le dijera que le dejaría estaba mal mentalmente. No lanzaría por la borda todos los planes llevados a cabo con su hermana, precisamente Sol era la fuerza que había requerido para convencerse de aún realizar aquel robo.
– Sueltame y vete… anda… – comenzaba a reclamar cuando fue silenciada. Guardó silencio solo para escuchar los pasos a la distancia – Claro que lo oigo, no soy idiota – susurró, volviendo a mantenerse silente; todo para darse cuenta de que los pasos iban aumentando en intensidad lo que solo podía significar una cosa… se dirigían a donde ellos se encontraban – En serio… no me digas… – respondió irónicamente pero aún sin levantar la mucho la voz, ya que eso podía significar el fin de ambos.

¿Cómo se había complicado todo tan rápido? En su mente, solo existía un motivo y ese era la llegada de Judah a esa habitación.
– Demonios… – susurró, analizando cada uno de los lugares para posible escondite en aquella habitación los cuales resultaron prácticamente nulos. Su mano fue bruscamente tomada y después su cuerpo entero fue prácticamente arrastrado al interior del gran ropero que existía en ese cuarto, el cual estaba repleto de esas cosas que solo la gente rica tenía. Se quejó ligeramente cuando él entro también al ropero, ¿Cómo si otra cosa hubiese podido pasar? y la gitana le miro fijamente ante aquel comentario – No seas tonto, estamos metidos aquí juntos, si uno hace ruido ambos estamos perdidos… – aquella no era precisamente la situación que cualquiera esperaría tener pero no existía otra maldita forma de salir de ahí ambos que ayudandose mutuamente o al menos eso parecía en esos momentos.

Ambos permanecieron entonces en silencio y Luna debió ayudar a Judah para que no terminaran por encontrarles; pero el silencio dentro de aquella habitación no duro mucho cuando dos voces femeninas llegaron a irrumpir los pensamientos de ambos. Ambos ladrones debían estar igualmente enfocados en cada una de las palabras que decían la pareja de mujeres. Cuando la palabra “vestido” hizo eco en la habitación Luna miro a quien tenia frente a si, no podía hablar claro, pero sus ojos expresaban el temor que tenía porque decidieran abrir el ropero y entonces serian descubiertos.

Las mujeres continuaron hablando en el exterior y la gitana no pudo más que apretar con sus manos los brazos de Judah. El tiempo le parecía eterno, lo que le llevaba a desear que si iban a encontrarlos que lo hicieran de una vez solo que no lo hicieron, pues en el exterior se escucho el sonido de algo abrirse, quizás un baúl o algo por el estilo y tanto la dueña como su hija parlotearon sobre el vestido. Fue hasta ese momento que pudo relajarse y sonreír, pues ahora lo único que requerían era mantenerse de la misma manera hasta que aquel par saliera.

Se sentía un tanto desesperada, la cercanía en la que se encontraban ambos le incomodaba cada vez más y apenas escucho que las mujeres estaban listas para regresar a la fiesta y la puerta se abrió y cerro nuevamente se sintió completamente libre. Aguardaron a que los pasos se alejaran y las voces mermaran y entonces salieron de aquel lugar.
– Pensé que nunca se irían… – menciono alejando su cuerpo todo lo posible del gitano – Esto hubiera sido demasiado fácil si no hubieses llegado a interrumpir – culpo de todo al invasor pero antes de seguir reclamando se dirigió a la puerta y metió el seguro a la puerta – aunque gracias… si no fuera por ti nos habrían hallado y solo por eso te dejare llevarte algo, pero solo una cosa – habló firme y cruzo los brazos, sintiendo que era la dueña de la situación.

por **Judah D'Maine** Dom Ene 26, 2014 11:42 am

Dentro del mueble, Judah contuvo la respiración porque no deseaba ser el causante de que los descubrieran esa noche. Mantuvo su cuerpo rígido, sus manos quietas para no tocar de más a la gitana, pues a pesar de que no podía negarse que era una muchacha muy guapa, en esos instantes él la aborrecía tanto que ni siquiera podía mirarla como a una mujer. Ella era un estorbo, y nada más, uno del que debía deshacerse lo antes posible. Para la desgracia del gitano ella no parecía ser una jovencita ingenua y manejable, por lo que sería una tarea difícil intentar intimidarla retándola.

Suspiró aliviado cuando se percató de que la prenda que buscaban las mujeres no se encontraba en el ropero, por lo que solamente debía esperar. Cuando salieron, inmediatamente salió del escondite y se alejó de Luna; la observó dedicándole una mirada envenenada.

—¡No me hagas reír! —replicó al escuchar la ocurrencia que Luna acababa de decirle.

Tal vez en el fondo sí era un poco ingenua, debía serlo, no había otra explicación para determinar qué le hizo pensar que Judah haría un trato con ella, que tiraría la toalla y aceptaría el tomar un solo objeto y que luego se marcharía sin quejarse, satisfecho con la “bondad” de la gitana.

—Ya te lo dije, planeé esto por meses, tú eres la intrusa, así que no pienso largarme ni pienso hacer tu santa voluntad. Voy a robar tanto como me plazca y tú no vas a impedirlo —la desafió con la mirada. Luego se cruzó de brazos, imitándola, y se le plantó enfrente para hacerle saber que estaba tan dispuesto como ella a dar pelea.

—No tienes opción, niña. O te vas o tendrás que soportarme. Sólo te advierto una cosa: si en algún momento te cogen ni creas que voy a volver a ayudarte. Si lo hice hace un momento fue porque no tuve otra opción pero no voy a arriesgar el pellejo por ti nuevamente —el gitano alzó la barbilla para mostrar aún más decisión en sus palabras.

Pensó que ya había sido suficiente, no estaba dispuesto a seguir perdiendo el tiempo en ella. Se alejó de Luna y le dio la espalda, luego, con sus ojos de colores diferentes, examinó la elegante habitación. Sus orbes brillaron al reconocer los numerosos tesoros que estaban a su entera disposición, la avaricia logró que en su boca casi se formara una sonrisa.

Fue directamente hasta la peinadora y enseguida comenzó a registrar cada cajón. El mueble contaba con muchas puertas, demasiados escondites, pero ni eso impidió que el ladrón encontrara un baúl mediano con forro de piel color marrón. Judah lo tomó entre sus manos y lo alzó a la altura de su rostro para agitarlo con la intención de averiguar si lo que tenía en el interior valía la pena. Según su experiencia, dentro de la caja se encontraban algunas joyas. ¿Qué otra cosa querrían esconder tan celosamente?

—Bingo… —celebró en voz alta para presumir su descubrimiento. Estaba convencido de que definitivamente valía la pena abrirlo, pero quería que Luna pensara que era muy probable que él hubiera encontrado el mayor botín de la habitación, o quizá de toda la casa.

¿Qué haría ella al respecto? Le intrigaba, le divertía imaginarlo, no podía negarlo.

por **Audrey de Médici** Dom Ene 26, 2014 9:24 pm

Sus ojos rodaron al escucharle. En ese lugar no había podido toparse con nadie más que con el molesto de Judah. Definitivamente el destino tenía algo en su contra. Para la gitana podía haber sido mejor el toparse hasta con un vampiro que con aquel molesto hombre que no hacía más que hacerle enojar con cada una de las palabras que salían de sus labios.
Enarco la ceja y se mantuvo firme, era terca y nada ni nadie, mucho menos Judah iba a ir a arruinarle aquel robo.

– Y ya te lo he dicho yo, igual yo lo planeé, así que sino piensas irte no te vayas pero que ni se te ocurra intentar alguno de tus sucios trucos para quedarte con las cosas que yo tome – le sonrío de manera encantadora, no porque planeara convencerlo de algo, sino por el sencillo hecho de que esperaba que eso le molestara – Si lo haces, terminare por gritar y te aseguro que si alguien viene no dejare que te escapes – Si en algún punto las cosas se salían de la manera en la que ella estaba planeando todo, de verdad que no iba dudar en alarmar a los que cuidaban la casa o a quien e atuviese dentro, si le hacía enojar, no le interesaba hundirse con tal de hundir a Judah.

¿Necesitar su ayuda? Aquello debía ser un chiste de mal gusto, si se habían visto envueltos en aquella situación momentánea había sido una mera casualidad que él terminara ocultandole, pero eso no significaba que siempre fuera a estar esperado que le ayudara.
– No necesitare tu ayuda, puedo arreglarmelas sola, a menos que intentes hacerte el héroe que obviamente no eres – Su mirada recorrió la figura del gitano, quien obviamente tenía pinta de cualquier cosa menos de alguien que salvaría su vida de ser necesario.
Le molestaba esa manera de ser tan suya del gitano, si bien no podía decir que le odiaba completamente, vaya que le molestaba su presencia y hasta su voz; sin mencionar la forma en la que le trataba. Luna podía ser joven, pero había vivido ya bastante como para saber cuidarse a si misma de maneras que había aprendido ya fueran por las buenas o por las malas.

Agradeció cuando aquel hombre se alejo de ella y aprovechando que le daba la espalda hizo algunas muecas. De poder en ese mismo momento le lanzaba una maldición, pero según tenía entendido lanzarla a una de los suyos solo provocaría que terminara maldita ella.
Le dio la espalda también, dirigiendo sus pasos a unos muebles que estaban alejados de Judah. Mientras más lejos se mantuvieran uno del otro, mucho mejor. Abrió el primer cajón de uno de ellos y lo primero que vio fueron algunos anillos; probablemente lanzados de mala manera a aquel cajón en una noche en la que su dueña no tuvo el cuidado suficiente de guardarles. Sonrió para si misma y oculto aquellos anillos entre sus ropas, solo para segundos después escuchar el “Bingo” que mencionaba su “compañero” de cuarto y la gitana soltó un suspiro.

Molesta por el ruido que se escuchaba cuando agitaba el baúl, tomo un pequeño cojín de una silla cercana y termino por lanzarlo directo a la cabeza del gitano.
– Deja de agitar las cosas como un animal, de esa manera terminaran por encontrarnos – Camino entonces hasta quedar a una distancia prudente y miro el baúl – Vamos Judah, abrele… no lo cargaras sin saber si realmente tiene algo de utilidad o simples baratijas ¿verdad? – Una sonrisa apareció en su rostro. Más de una ocasión había caído en trampas como aquella. Existían casa en las que aquellos baúles contenían grandes tesoros y otras en las que no guardaban más que recuerdos sin valor alguno. La curiosidad de Luna era grande, tanto como para dejar su misión de búsqueda para ver que era lo que aquel sujeto encontró.
Deseaba que hubiese encontrado solo baratijas, porque de ser algo verdaderamente valioso, tendría que encontrar la manera de que lo compartieran o en determinado caso, quedárselo ella.

por **Judah D'Maine** Lun Feb 24, 2014 11:58 pm

La manera de ser de Luna estaba sacándolo de quicio. Antes de aquel día solía pensar que era una niñita ingenua y molesta, pero ahora que realmente tenía la oportunidad –o mejor dicho, la desgracia- de convivir con ella, se daba cuenta de que tales adjetivos eran demasiado pocos y quedaban cortos para describirla. Era lo que le seguía de molesta, como una chinche que se adhiere a la carne, produce sarpullido y es difícil de arrancar. Además, le parecía que era en exceso engreída, se creía la ladrona más capaz y experimentada del mundo e intentaba minimizarlo en todo.

El gitano dejó de agitar el baúl de madera y levantó la vista para mirarla con aire de incredulidad. ¿Quién diablos se creía que era para ordenarle qué hacer? Bajó el baúl y lo colocó sobre la cama perfectamente tendida que formaba parte de los finos y elegantes muebles de la habitación. No lo estaba abandonando, no significaba que iba a rendirse, tal y como ella deseaba, tomaba un receso para estipular las normas de aquella operación.

—A ver, niña… —arrastró las palabras, denotando un claro fastidio en la voz y en la forma en que articulaba—, creo que no he sido lo suficientemente claro —se cruzó de brazos y avanzó para así acortar la distancia que los separaba—. Insistes en quedarte en la casa, ¿no es así? Entonces hazme el favor de quedarte en tu sitio. No te quiero cerca de mí, ¿entiendes? —se inclinó hacia enfrente para imponerse ante ella.

Era mucho más alto que Luna, y aunque no fue nunca un hombre musculoso o corpulento, ella era visiblemente más menuda y exquisita que él. Si quisiera echársele encima e iniciar una batalla campal –porque sí, él era capaz de eso y mucho más, poco le importaba que se tratara de una mujer-, físicamente él tenía ventaja.

—Ahórrate tus insultos, me han llamado de mil maneras, ¿crees que me importa? Menos me interesa lo que una niñita como tú piense de mí, así que qué te parece si cierras tu boquita, tú te vas por ese lado —señaló el otro extremo de la habitación—, yo me quedo en este y finjo que de pronto decidiste tirarte por la ventana y me he librado de tu presencia. No estoy sugiriendo que trabajemos en equipo, simplemente me molesta que invadas mi espacio; me distraes, me enervas —alzó ambas manos y acompañó sus groseras palabras ejecutando un ademán que simulaba lo mucho que lo enloquecía tener que verla allí, de pie frente a él y pretendiendo hacer su santa voluntad a cada movimiento.

Tenía que hacerle entender que no porque ella hubiera llegado allí antes que él tenía el derecho de dictar las normas del juego, porque ese no era un maldito juego y él no era su payaso.

por **Audrey de Médici** Miér Abr 16, 2014 11:19 pm

Cruzo los brazos sin retirar de su rostro aquella sonrisa de superioridad que sentía o más que sentirla trataba de demostrar. Algo que había aprendido no solo de su abuela sino de su hermana Sol también es que aunque no se estuviese cien por ciento seguro de lo que hacía, uno siempre debía hacer como su fuera lo mejor. Al verle la cara de molestia a Judah se dio cuenta de que al menos en eso iba bien y ya el placer que le producía molestar al gitano aquel iba por añadidura, aunque bien se lo merecía por haber entrado al lugar donde ella tanto aguardo para robar.

Poco le intereso que se acercara de esa manera que a otras mujeres les habría parecido amenazante sobre todo al pensar que no era cualquier hombre sino aquel a quien nadie soportaba y capaz de demostrar su salvajismo con quien fuera. Suspiro de manera aburrida y giro el rostro a otro sitio, escuchándole decir toda aquella sarta de tonterías que le tenían sin cuidado y solo una vez que se inclino más hacía ella fue que le miro desafiante.
– ¿Quedarme en mi sitio? Si es precisamente lo que hago, porque después de todo puedo andar por toda esta casa si es que se me da la gana, solo que he decidido quedarme aquí – ladeo un poco el rostro pero no se alejo ni un ápice de él – y puedo estar cerca de quien quiera ya que resulta que tu no me mandas Judah y no es como si te estuviese tocando para que vengas con tus quejas de niña pequeña de que no me quieres cerca.

Eso no debía ser la manera más brillante de actuar pero si la más divertida y la que mejor expresaba como se sentía en esos momentos a Luna. No estaba segura de si en algún momento aquel gitano reaccionaria de una manera adversa pero ya se había hecho a la idea con el pasar del tiempo que al robar e ir de un sitio a otro cualquier cosa podía sucederle. Las hermanas Bosch de hecho se preocupaban más por el bienestar de la otra que por el de ellas mismas.

Sonrió al ver aquel gesto y escuchar aquellas palabras. Ahora que lo pensaba seriamente Sol le había comentado antes que coqueteando con uno de los mozos de aquella mansión le comento de un cuarto donde tenían muchas más cosas de valor. Ambas habían decidido ir hasta esa habitación juntas porque a lo que había conseguido su hermana de información estaba muy bien asegurado y solo el escuchar aquel “No estoy sugiriendo que trabajemos en equipo” le llevo a decidir que lo mejor sería hacer un trato.
– Sé que no te importa como te llamen pero finalmente ¿A quien de los nuestros les importa? – suspiro – En fin, es una lastima que no quieras trabajan en equipo Judah… – camino de manera lenta hasta la cama donde se sentó en un punto que pudiera ver aún a aquel gitano de frente – porque sabes… esta niñita que quieres fingir que se tiro por la ventana tiene un trato que proponerte – volvió a sonreír – claro que no es algo que yo pueda lograr por mi cuenta ni que tu lograrías por la tuya, deberíamos estar dispuestos a trabajar juntos y te aseguro que sacaremos más provecho que de este cuartucho en el que no hay nada – se quedo sentada en la cama, mirando fijamente a Judah.

Existían momentos como aquel en que sin importar cuanto detestara a alguien era mejor tenerlo como aliado, que como enemigo.

por **Judah D'Maine** Lun Abr 28, 2014 11:23 pm

El gitano volvió a resoplar. Jamás se cansaría de hacerlo, de demostrar cuan molesto lograba ponerlo esa joven a la que él insistía en ver tan solo como una cría, sosa y malcriada; desesperante; intolerante. Le molestaba su cara, la forma en que arrugaba la frente, sus ojos fijos y retadores entornándolo, la manera en que su boca se contraía en una sonrisa burlona y cómo cruzaba los brazos para demostrar que podía ser tan obstinada como él.

No era nada fea, eso tenía que admitirlo. En otras circunstancias, probablemente se habría acercado a ella con la intención de descubrir si le interesaría pasar un buen rato con él, pero el destino se había empeñado en ponérsela en el camino y en una situación por demás inoportuna. Supo que si volvía a encontrarla en su camino después de esa noche, jamás cruzaría por su mente abordarla con semejantes intenciones, porque ya podía presumir de conocerla, porque ella ahora le conocía y sabía que todo lo que se decía de él, que era un ser mezquino y desagradable, eran ciertas, y ambos sabían que las primeras impresiones sí cuentan, y la que ambos habían dado al otro dejaba mucho que desear. A eso se le llamaba empezar con el pie izquierdo.

Se la quedó mirando un buen rato e imitó la manera en que cruzaba los brazos. Al inicio, no comprendió lo que ella intentaba decirle. Se encontraba tan exasperado con su presencia, tan cansado de tener lidiar con su indeseada presencia y el obstáculo que ésta significaba, que ni siquiera fue capaz de escuchar con claridad lo que ella estaba proponiendo. Era como si un gran avispón estuviera rondándolo con su característico e insoportable zumbido, yendo de aquí a allá, acabando lentamente con su paciencia, uno que con gusto hubiera aplastado en ese instante. Tuvo el deseo de simplemente ignorarla como pretendía hacer, al menos hasta que él se hubiera marchado de la casa con los objetos valiosos que por tantas semanas había codiciado, pero le fue imposible acallar su voz chillona. Por pura resignación, decidió escucharla, y de pronto le pareció comprender lo que ella intentaba decirle.

—Un trato. ¡Ja! ¿Un trato? Tú quieres proponerme un trato. —Rió en su cara, demostrando que era lo más absurdo que había escuchado y escucharía en toda su miserable vida—. ¿Trabajar juntos, dices? Pero he aquí un pequeño punto que has pasado por alto: ¿cómo se supone que voy a trabajar contigo si no te soporto? —Se burló, pero de pronto, mientras una carcajada salía de su boca, al hacerse nuevamente esa pregunta, una brillante idea llegó a su mente, una de la que, efectivamente, tal y como ella había dicho, podría sacar mucha ventaja.

Guardó silencio y elevó una de sus cejas. Dirigió hacia ella la más inquisidora de sus miradas.

—Bien, niña, voy a concederte unos segundos de mi tiempo. Te escucho. Habla ahora o calla para siempre —bromeó. Se dio cuenta de que amargarse por su presencia no lo iba a llevar a ningún lado, que podía incluso distraerlo en su misión. Prefirió tomar las cosas con humor y divertirse un poco. Nadie garantizaba que para Luna sería igual.

por **Audrey de Médici** Lun Jun 23, 2014 8:36 pm

Sentada sobre aquella cama, con su cara de que no iba a hacer nada malo por aquellos momentos seguía al gitano, esperando que le prestara atención ya fuera por curiosidad o simplemente por el deseo de mantenerla callada. No importaba porque le prestara atención o el motivo que le guiara a ayudarle, si es que él optaba por hacerlo. Lo único en lo debía centrarse en las palabras que Sol le había dicho “En ese cuarto hay más de lo que esperamos” eso le estaba inspirando a soportar aquel despreciable sujeto algo más de tiempo, solo el necesario para poder llevarse lo que quería y entonces al fin se encontraría libre de aquella desagradable presencia.

En el momento que dejo su cometido para prestar atención a ella supo que ya llevaba las de ganar en aquel plan de que ambos fueran hasta aquel cuarto misterioso. No hizo nada, ignoro aquella manera en que Judah se burlaba de ella, no valía la pena darle tanta importancia en esos momentos donde ella era la que creía estar llevando las de ganar, pero aún era demasiado joven y podía resultar engañada por aquel ladrón así que tendría tanto cuidado como pudiera para salir bien parada de aquel “trato” que estaba formando con el gitano. Un suspiro que dejaba notar la molestia de ella salió de sus labios. Luna no esperaba que se soportaran, ni que se trataran bien, solo quería lograr llegar a aquel cuarto y nada más que eso.
– Al menos coincidimos en que yo tampoco te soporto pero eso esta de sobra. Creo que lo mejor es pensar en las ganancias que existirían para ambos si es que trabajamos juntos y tampoco es como si después de eso fueras a caerme bien.

El silencio se hizo y Luna esperaba porque sus palabras incitaran la curiosidad de Judah al menos ligeramente como para que siguiera interrogando sobre el plan que ella tenía. Después de unos segundos que le parecieron una eternidad, la molesta voz se dirigió de nuevo a ella y una sonrisa enorme apareció en el rostro de la gitana, quien se levanto de la cama donde había permanecido sentada.
– Sé de la existencia de un cuarto en esta casa donde se supone que los dueños guardan la mayor parte de las cosas valiosas de la casa – camino hasta el tocador y paso su dedo por la madera – claro que como buenos ricos, al parecer le tienen bastante asegurado y sospecho que no será nada fácil poder entrar o salir de ahí, aún así creo que debe haber una gran cantidad de cosas valiosas – miro de reojo a Judah – esta de sobra decir que juntos será más sencillo – se encogió de hombros – aunque si no estas dispuesto a ayudar con la causa que nos beneficiaria a ambos, aún se puede robar lo que tengan por aquí – estaba segura de que lo que pudieran robar en los cuartos comunes sería nada, comparado con lo que encontrarían.

Desvió su mirada para regresar hasta la cama y de un salto termino sentada nuevamente, mirando esta vez de manera fija al gitano.
– Entonces ¿Qué piensas sobre la propuesta? – Existían tantas posibilidades de que dijera que no, como de que dijera que si. Judah no era de los que actuaban de una manera que pudiera ser predecible y eso era algo que también molestaba a Luna. Alguien que no sabía como reaccionaria o como podría hasta cierto punto controlar era de lo más peligroso que se podía tener cerca pero con todo y eso, no se daría por vencida en convencerle.

por **Judah D'Maine** Dom Ago 31, 2014 8:25 pm

Escuchó, y lo hizo en completo silencio, sin ninguna interrupción o algún gesto de ironía de por medio; muy sereno, pensativo. Nunca lo esperó, pero la idea que muchacha le ofreció, pese a que ésta lograba enervarlo con solo observarla, no era tan descabellada como él había imaginado. Ella le propuso trabajar el equipo y él, pese a que era poseedor de una infinita terquedad que casi podía confundirse con la soberbia, sabía de antemano que trabajar en equipo podía ser una gran ventaja, si se sabía trabajar correctamente. Hacerlo podía dejar grandes ganancias, muchas más de las que se obtenían trabajando por sí solo.

Cuando ella terminó de hablar, él la miró. Aún con los brazos cruzados, ladeó el rostro y la estudió una vez más. Luna era de estatura mediana y de complexión muy delgada, casi raquítica. Le costaba pensar que una criatura tan aparentemente debilucha como ella pudiera serle de utilidad. No obstante, había algo en su mirada que logró convencerlo de lo contrario. Todo lo que le faltaba en apariencia lo compensaba con su actitud, pues no había duda de que ese era el talante que todo amante de lo ajeno debía poseer. Sin dejar de mirarla, Judah alzó la barbilla y en silencio decidió que su físico menudo y pequeño también podía ser de utilidad, pues le brindaba agilidad a la hora de moverse, y nadie podía asegurar que no iban a necesitar que alguien cruzara por una pequeña puertecilla o una estrecha rendija. Definitivamente ella iba a servirle de mucho, mucho más de lo que imaginaban.

—Sí, tienes razón, tú y yo podríamos hacer grandes cosas esta noche... —el semblante severo del gitano se desvaneció cuando torció su boca en una sonrisa maligna que dejaba entrever algún plan secreto que rotundamente se negaba a compartir con ella-. Acepto tu propuesta, niña. Por hoy trabajaremos en equipo –se le acercó y alargó su mano para darle una pequeña palmadita en el hombro. El gesto lo hizo sentir un hipócrita, pero, ¿acaso no era así como se había comportado toda su vida?

—Y bien, dime, ¿dónde está esa famosa habitación y qué diablos hacemos perdiendo el tiempo en lugar de poner manos a la obra? No sé tú pero yo no tengo toda la noche. Hagámoslo de una vez y larguémonos de aquí cuanto antes —sugirió enarcando una de sus pobladas cejas. Realmente se moría de curiosidad, quería ver con sus propios ojos bicolores que la gitana mocosa no le estaba tomando el pelo inventándole sobre ese supuesto tesoro del que él no había tenido conocimiento hasta esos instantes, lo cual, por supuesto, hablaba muy mal de él que presumía todo el tiempo de ser un ladrón infinitamente experimentado.

—Andando. Te sigo —se le plantó enfrente y sin descruzar los brazos esperó las indicaciones de Luna. En el fondo odiaba la idea de tener que recibir orientación de la que consideraba su rival cuando estaba tan acostumbrado a moverse libremente como le venía en gana, pero estaba dispuesto a doblegar un poco su orgullo por unos momentos a cambio de lo que vendría después.

por **Audrey de Médici** Dom Sep 21, 2014 8:17 pm

Aquel molesto gitano no era nada tonto, eso estaba claro para Luna; que se mantenía aun a una distancia prudente de aquel bruto hombre, aguardando para que su carente cerebro decidiera si aceptaría ir con ella o no. Se mantenía expectante mientras que en rostro del gitano no existía muestra alguna que indicara por que opción se inclinaría, únicamente podía notar como aquel par de ojos parecían examinar, tal y como ella lo hiciera con él en su momento. No podía culparle de desconfiar de ella, después de todo las apariencias engañaban y quizás fuera más peligrosa de lo que pareciera. Sacudió la cabeza, era imposible que alguien fuera más peligroso que aquel hombre con expresión sería que aún se mantenía con la mirada sobre ella.

Una sonrisa apareció en su rostro. Finalmente aquel gitano daba muestra de tener al menos un poco de sensatez en esa cabeza suya. Se levanto de aquella cama y una mueca de algo de desagrado apareció en su rostro ante la cercanía y tacto de aquel gitano. No le agradaba tenerle cerca porque aún creía que sería capaz de golpearle y dejarle en ese sitio a ser capturada por los sueños de la casa y que buscaran la manera de castigarla aunque dio gracias que se alejara pronto de ella.
– Al menos de esa manera correremos con mejor suerte; pelear es una perdida de tiempo cuando existe la promesa de mayores bienes a obtener.

Asintió a las siguientes palabras de Judah.
– Pues ahí esta lo interesante de tener que llegar a aquel lugar, debemos actuar con cautela porque ese sitio se encuentra debajo – Luna señalo con el dedo indice hacia el piso – La información que logramos obtener y que mi hermana comprobó es que en la sala principal de esta residencia, debajo del enorme sofá rojo que tienen, existe una puerta secreta que lleva a unas escaleras. Allá esta la entrada al cuarto donde estos ricachones guardan todo, como medida de protección para que no les roben – dicho eso no pudo evitar reír. Quien hubiera dicho a aquellos grandes señores que su perfecto escondite estaba a punto de ser saqueado por ese par – Debemos ser cuidadosos porque esa sala es un punto central de la casa, muchas personas van y vienen por ella y el sofá es otro inconveniente. Moverlo y entrar no es lo complicado pero si alguien lo regresa a su sitió – se encogió de hombros – es probable que nos quedemos atrapados – explicaba todo antes de salir de aquella habitación que era el sitio más adecuado para planear la estrategia que fueran a implementar – Por lo demás no existirá problema – La gitana metió una mano entre las telas de la falda que usaba y saco una pequeña llave que mostró a Judah – Esta es la llave del cuarto, existen otras dos además de esta. Cada uno de los señores de esta casa tiene una y esta, era la de repuesto del mayordomo – menciono satisfecha de lo que su hermana había logrado antes de desaparecer – Eso es lo que se necesita saber antes de que hagamos algo, alguna idea antes de lanzarnos simplemente al ataque – cruzo los brazos, pensando ella misma que era lo que debían hacer porque si dejaba todo a aquel hombre, terminarían descubiertos antes de siquiera llegar a la gran sala.

por **Judah D'Maine** Jue Oct 09, 2014 11:57 pm

—¿Qué diablos dices? ¿Te golpeaste la cabeza cuando eras niña o simplemente naciste así de tonta? —fue tanto su desconcierto que solo entonces fue capaz de descruzar los brazos y abandonar esa estúpida actitud de suficiencia, aunque, por desgracia, el sarcasmo y la ironía jamás lo abandonarían—. ¿Estás diciéndome que quieres ir a la primera planta, donde ese montón de estirados se encuentran y deambulan, y pretender que nadie se percate de nuestra presencia? Tienes que estar bromeando o me perdí la parte en la que mencionas tus poderes de invisibilidad para lograrlo —Abrió la boca y negó en reiteradas veces con la cabeza, indignado, incapaz de creerse lo que él mismo decía. Ni siquiera sabía porque se tomaba la molestia de repetirlo, como si estuviera considerando lo que era una verdadera locura, un maldito suicidio.

—¡Maldita sea, estás completamente loca! Yo me largo. —Farfulló poniendo fin a la descabellada idea, misma que no estaba dispuesto a volver a analizar, puesto que no había nada que considerar cuando se trataba de una estupidez. Dio media vuelta y se aproximó a la cama para tomar del baúl las pocas cosas que había encontrado en él, la cuales vació en el bolsillo de su pantalón, y se encaminó hacia la salida de la habitación, dispuesto a abandonar la casa, a alejarse de esa gitana chiflada cuanto antes.

Pero una fuerza más potente que él lo hizo detenerse en seco, y no era más que la sucia voz de la avaricia. Sin darse la vuelta para encarar a Luna, hundió su mano en el bolso de su pantalón y sacó las joyas hurtadas, mismas que al observar entre sus callosas manos, de pronto le parecieron poca cosa, insignificantes, simples baratijas por las que estaba seguro no le darían más que unos cuantos francos. ¿Y si estaba perdiendo la oportunidad de su vida? No pudo evitar preguntárselo. Judah era capaz de muchas cosas, pero en realidad era un cobarde. Lo había sido toda su vida. No era algo que estaba dispuesto a admitir y lo desmentiría siempre que alguien se lo sugiriera, pero estaba muy consciente de ello. Durante mucho tiempo se había conformado con poco, ese era su error. Jamás se arriesgaba. Sabía que si seguía en la miseria, él único culpable era él y su falta de cojones, y pensó en lo humillante que iba a ser si esa niñita lograba el hurto complemente sola, aunque, dudaba que pudiera hacerlo por sí misma sin una pizca de ayuda.

Volvió a hundir las joyas en el bolsillo del pantalón y finalmente se giró hacia Luna.

—¿Estás segura de que valdrá la pena, que no se trata de simples baratijas? —Quiso saber, pero la expresión en el rostro de la muchacha, la cual consideró un tanto burlona y decidida, respondió su duda—. No puedo creer que diga esto, pero bien, maldición, hagámoslo. Tengo una idea.

Completamente decidido a que no se iría de esa mansión con las manos vacías, Judah tomó el control de la operación y guió a Luna. No le dijo cuál era su idea, simplemente le pidió que lo siguiera y juntos salieron de la habitación. Cuando estaban a punto de llegar a las escaleras de mármol y escucharon que alguien se acercaba, él la jaló para ocultarse juntos detrás de un grueso muro blanco y colocó su dedo índice sobre su boca para pedirle que no hiciera el mínimo ruido. Entonces salió el escondite y se lanzó sobre el mayordomo, golpeándolo en la cabeza con un adorno, derribándolo al instante. El gitano pidió a Luna que se mantuviera en su sitio, vigilando, mientras él arrastraba al inconsciente hombre hasta la habitación de la que habían salido. Allí intercambió sus andrajosas ropas por el elegante uniforme del empleado, que era un formal traje color negro con blanco, y dejó al hombre encerrado en el cuarto. Regresó con Luna luciendo mejor de lo que había lucido en toda su vida, con el largo cabello atado en una cola y la espalda erguida, como si realmente se tratara de un caballero.

—Cierra la boca que van a entrarte moscas y hagamos esto de una vez —tomó la charola de plata del piso y se metió de lleno en su papel de mayordomo—. Me adelantaré y te avisaré cuando el área esté despejada, entonces podrás bajar. Moveremos el sofá rojo y entraremos por la puerta secreta. ¿Entendido? Mantén los ojos bien abiertos —y bajó por las escaleras.

por **Audrey de Médici** Vie Nov 21, 2014 10:05 pm

¿Cómo pudo siquiera creer que Judah era remotamente capaz de hacer algo como lo que proponía? Era peligroso y la gitana se encontraba consciente de eso pero no creía realmente que Judah fuera un maldito cobarde, que se echaría para atrás en cuanto escuchara que no era una misión dentro de un lecho de rosas. Rodó los ojos con evidente disgusto, ya le había hablado de lo que era necesario hacer ¿No podía comprender las cosas a la primera?
– Por eso te dije que no era sencillo, aunque si lo logramos es evidente que las ganancias que obtendremos valdrán la pena – su mirada se posaba en el gitano aquel. Había depositado demasiadas esperanzas en él, aunque bueno, nadie era articulo de la fe de alguien más – Y no soy tonta. Los dueños de este lugar son demasiado listos como para dejar las cosas tan a la vista de cualquiera; ese par si que sabe que hacer en caso de que alguien entre a robar todo lo evidente. Siempre contarían con la riqueza oculta – Ya para ese punto no hablaba tratando de convencerlo, decía las cosas más bien en automático, mientras que su mente trazaba un plan donde ella pudiese hacer todo sin necesidad de Judah.

No le respondió nada, no trato de persuadirle más. Estaba sola y eso era obvio así que su mente debía enfocarse en cosas más importantes. El tiempo esta contra ella también, la distracción que existía en la mansión no sería eterna y lo mejor era aprovechar todo para llegar hasta su destino y salir airosa de su misión. Pensaba de una y otra manera pero toda idea parecía una completa estupidez, no había forma humanamente posible de entrar y salir por su cuenta. Maldijo a Judah en su mente, porque con él las cosas serían mucho más sencillas y fáciles de hacerse. La cobardía del gitano y la excesiva seguridad de Luna en que aquello podía hacerse no cuadraba para que ambos llevaran aquello a cabo.
– ¿Qué? – volvió a poner atención al gitano aquel y una sonrisa se extendió en su rostro – Por supuesto que estoy segura de que lo que encontraremos valdrá la pena; ¿Crees que tendrían tan bien oculto solo porquerías? Piénsalo un poco Judah, ellos guardan lo mejor ahí – era increíble que aceptara aquello. La gitana ya se había dado por vencida con él y al parecer algo en la mente masculina le llevaba de regreso, a aceptar una misión que solo ellos parecían adecuados para llevar a cabo.

Si iban a trabajar juntos necesitaba confiar en él. No estaba del todo cómoda siguiendo las indicaciones de aquel sujeto pero cuando se logro tener al mayordomo en su poder pensó que quizás era buena idea dejarle hacer lo que le pareciera. Tal como se lo pidió, después de que Judah desapareciera en el cuarto donde antes estuvieran, Luna se mantuvo vigilando todo. Para suerte de la gitana, nadie pasaba por ahí, todos estaban al parecer demasiado ocupados en el piso inferior como para necesitar ir a ese sitio. Al escuchar que la puerta se abría se volvió a la habitación.
– Pensé que nunca… – se detuvo a media frase, Judah lucía tan diferente que era simplemente increíble verlo de traje de mayordomo y listo para la acción – ¡Ya la cerré! Además no es mi culpa que finalmente parezcas gente y no un animal salvaje – bufó por lo bajo y después de poner atención a las indicaciones de Judah se mantuvo en la escalera.
Aquel gitano por fin parecía despabilar y hacer algo útil pues mientras Luna esperaba la señal que le indicara que el momento de hacer su aparición, escucho a varios de los sirvientes saludar amablemente a la bestia gitana y una risita se le escapo – Increíble… – Hasta podía notar el tono de picardía con el que las mujeres le saludaban.

Una vez que el lugar estuvo despejado y la gitana recibió de Judah la llamada par hacer su aparición, bajo a toda velocidad. No había tiempo que perder cuando en cualquier segundo las cosas podían dar una vuelta completa y la suerte, dejar de sonreirles. Ambos con la velocidad y experiencia que les daba el ser ladrones, se apresuraron hasta el sofá rojo.
– ¡Muévete! – susurró mientras abría la puerta oculta y ambos se apuraron dentro, cerrando la portezuela justo cuando unas sirvientas pasaban. A la gitana se le helo la sangre al notar que los pasos se detenían ¿Habrían notado que el sofá no estaba en su sitio?. Respiro al fin cuando los pasos se reanudaron y fue cuando se dio cuenta de que estaba demasiado cerca de Judah, casi queriendo ocultarse cerca de él – Bueno… ya estamos dentro – se separo tanto como le daba lugar la pequeña escalinata que daba a un pasillo a oscuras.

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