FÍSICO

Un soldado se hallaba en el interior de una ruina, inspeccionaba el territorio, y un grupo de ratas se paseaban de un lado a otro, junto con jergones que se entreveían en la entrada. Una gran tinaja de aceite situada en una esquina, sin duda el fruto de un pequeño huerto de olivos, destruido, abandonado el lugar. Pero situado dos camastros, uno de ellos ocupado. Y entre la penumbra del lugar yacía una mujer; con ojos amarillentos, fijos en el techo, estaban recubiertos de una fina nube. Debía de llevar muerta apenas un par de horas.

Y un pequeño sentado en el suelo, rodeado de ratas al estar prendido a la mano derecha del cadáver. Un niño delgado, la edad de unos 3 o 4 años. El parecido entre ambos era evidente, aquella mujer era su madre. Por la forma en la que se aferraba a su madre no debía de saber aún que había muerto... Se ha quedado ahí, junto a ella, para cuidarla. El infierno que debió de haber pasado, no escuchaba, ni un movimiento emprendía, el cansancio, moribundo relucía, sin fuerza de desprender lágrimas, respiraba trabajosamente, y tenía los ojos cerrados. Como la difunta, también estaba enfermo, por su aspecto, demacrado, débil, mal oliente y mugroso.

«Va a vivir.» Aquel niño, había derrotado a un mal que podía tumbar a un hombre fuerte en pocas jornadas. Pero aquel hombre no lo dejo allí, débil y abandonado a su suerte. Estaba claro que el destino había guiado sus pasos hasta aquella venta dejada de la mano de Dios por alguna razón.

Se acercó a él, espantando las ratas al agacharse y lo cargó sobre su hombro derecho. Pesaba menos de lo normal en un chiquillo de su edad, pero aun así notó cómo le crujía el cuerpo.

El soldado quien echo un chorro de agua en los resecos labios del niños, desde ese momento le salvo.

Fue llevado al orfanatorio.

Desde ese entonces, fue criado en el hospicio, lentamente fue recuperando las fuerzas para vivir aunque no olvida a su madre, siempre que duerme sueña con ella, la imagen de su mano sosteniendo.

Toda su vida se dedicó solo a rezar antes de ingerir algún alimento, dedicarse a las actividades de lavar los tastos, tender camas, limpiar las artesanías de la iglesia. Castigado cuando algún deber realizaba mal.  Esto fue la vida que llevo, hasta que las cosas fueron empeorando, los demás niños le pegaban al obligarle a que hiciera las demás tareas, le quitaban la poca comida que le era proporcionada. Pero llego al grado de salir a la calle, a ganarse una moneda  porque tenía que ingresar algo para que la comida que un día le fue regalada, ahora se tenía que pagar.

Se cansó del hambre, de la gente que le maltrataba, huyo del hospicio y prefirió vivir en la podredumbre, allí comenzó a pedir sobras, ayudar a las mozas a llevar sus canastos a la casona, barrer calles o realizar una obra por un plato de comida. A sus 11 años sucedió esto.

Sin embargo, se transformó en una crisis, las necesidades le orillaron a robar, la gente no podía dar aquello que también les faltaba, al menos en las zonas de pobreza, donde solo podía estar un huérfano pidiendo ayuda.

De ese modo, Ash se desplegaba a zonas donde la clase era alta, se jugaba la vida donde aprendió a robar para sobrevivir. Convirtiéndose en una doble personalidad, se peleaba consigo mismo, no permitía que el huérfano que era cometiera tales fechorías, y tampoco el ladrón permitía que moriría de hambre... Llegando l grado de separar esos dos, y reflejar dos personas al mismo tiempo pero separadas completamente una de otra.

Cambiando poco a poco su estilo de vida, si antes solo migajas de pan comía, ahora podía gustar de un pan completo con una taza de café. De usar la ropa mal gastada y mal oliente a vestir prendas usadas pero limpias; pagadas con el dinero que sacaba de las cosas que guardaban en los bolsos de las damas al arrebatárselos, de borrachos a quienes les sacaba el poco dinero que llevaban o seducir a mozos para que pudiese tomar un baño e ingerir algo de comida casera y hallar la manera de poder poseer algo de valor.

Esta fue su vida en adelante, mejoraba en sus tácticas y nada le importaba…