AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Memories captured in paper (Eric)
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Memories captured in paper (Eric)
Cogí rápidamente mis dibujos en cuanto pude .Huí de esas reuniones de mi padre para jugar al poker y de aguantar a sus amigos borrachos gritando obscenidades .Odiaba esas reuniones y solían ocultarme en mi habitación y pensar que, tal vez, con suerte, mi padre no se acordaría de mi como para ser su pequeño adorno en la reunión, como si de una muñeca de porcelana me tratase .Pero si se acordaba de mi, me aguantaba, simplemente callaba, respondía a cualquier pregunta estúpida con movimientos de la cabeza .Cerré la puerta principal de mi casa con el mayor sigilo posible, aunque con todos los gritos y golpes probablemente no oirían nada .Bufé al escuchar a uno de los hombres hablar sobre una de las noches de pasión con una de sus amantes y me alejé caminando lentamente .
Era tarde, se podían observar en el cielo unas pequeñas estrellas, al igual que la silueta de luna menguante empezar a marcarse en el cielo de suaves tonos rojos .Era un cuadro hermoso, el mismo que había pintado al llegar a Paris .Llegué a una de las calles principales de la ciudad tras caminar un poco, y aunque dado a la hora que era no había muchas personas en la calle, aun se veían a gente pasear por la calle
Me fijé en una mujer que trataba de ocultarse con una capa que le cubría los ojos y la mitad de la nariz, acompañada de un chico mucho más joven .¿Su hijo o su amante?-me pregunté .Tal vez solo fuese un buen hijo acompañando a su madre en un paseo, pero por la forma de ocultarse y por la horas que eran, supuse que era un amante, tal vez uno de los muchos que podían tener .
Dirigí la vista a un hombre que caminaba atontado por el alcohol, se apoyaba en la pared en un intento desesperado de no caerse de bruces contra el suelo .Tenía ojeras, y sus ropas lucían muy gastados, incluso para ser las de un hombre de clase baja .Parecían un simple borracho que dormía en un mal barrio, lleno de ruidos .Y de nuevo, desvié la vista .Para mi desgracia, me quedé atontada observandole .Era alto, con su porte imponente pero a la vez elegante, su cabello era marrón, y los últimos rayos del sol le daba un toque dorado a su cabellera .Sus ojos, tan azules como la noche y tan serenos como el mar...
¿Que demonios era?¿Sería uno de los muchos extrangeros que había en la ciudad?¿O tal vez un chico parisino de buena familia?Tal vez solo quisiera pasear mientras su mujer, probablemente del tipo de sus hermanas, hablaba con amigas tan superficiales como ella .Suspiró y observé los papeles, me sentía tentada, muy tentada a dibujarle .Sacudí ligeramente la cabeza para evitar dejar de mirarle .No solía atontarme de esa manera mirando a alguien ,pero la estampa, tanto él, como su pose, la luz, el lugar...era un dibujo perfecto .
Era tarde, se podían observar en el cielo unas pequeñas estrellas, al igual que la silueta de luna menguante empezar a marcarse en el cielo de suaves tonos rojos .Era un cuadro hermoso, el mismo que había pintado al llegar a Paris .Llegué a una de las calles principales de la ciudad tras caminar un poco, y aunque dado a la hora que era no había muchas personas en la calle, aun se veían a gente pasear por la calle
Me fijé en una mujer que trataba de ocultarse con una capa que le cubría los ojos y la mitad de la nariz, acompañada de un chico mucho más joven .¿Su hijo o su amante?-me pregunté .Tal vez solo fuese un buen hijo acompañando a su madre en un paseo, pero por la forma de ocultarse y por la horas que eran, supuse que era un amante, tal vez uno de los muchos que podían tener .
Dirigí la vista a un hombre que caminaba atontado por el alcohol, se apoyaba en la pared en un intento desesperado de no caerse de bruces contra el suelo .Tenía ojeras, y sus ropas lucían muy gastados, incluso para ser las de un hombre de clase baja .Parecían un simple borracho que dormía en un mal barrio, lleno de ruidos .Y de nuevo, desvié la vista .Para mi desgracia, me quedé atontada observandole .Era alto, con su porte imponente pero a la vez elegante, su cabello era marrón, y los últimos rayos del sol le daba un toque dorado a su cabellera .Sus ojos, tan azules como la noche y tan serenos como el mar...
¿Que demonios era?¿Sería uno de los muchos extrangeros que había en la ciudad?¿O tal vez un chico parisino de buena familia?Tal vez solo quisiera pasear mientras su mujer, probablemente del tipo de sus hermanas, hablaba con amigas tan superficiales como ella .Suspiró y observé los papeles, me sentía tentada, muy tentada a dibujarle .Sacudí ligeramente la cabeza para evitar dejar de mirarle .No solía atontarme de esa manera mirando a alguien ,pero la estampa, tanto él, como su pose, la luz, el lugar...era un dibujo perfecto .
Impatiens T. Dimitryova- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 24
Fecha de inscripción : 01/09/2013
Re: Memories captured in paper (Eric)
Que mi auténtica vida era aquella que hacía brillar sobre los escenarios me lo habían dicho muchas veces; y aún si lo hiciesen con intención de herirme, no dejaba de faltarles razón. Aunque yo no lo creyese un motivo para la vergüenza o la tristeza, era cierto que me prefería hablando por los labios del perverso Iago, el trágico y arrebatado Hamlet o el desgraciado Edipo a haciéndolo por los míos propios. En su piel y tras sus ojos, la vida era una apasionada coreografía, cargada de emociones que se esperaban desde el mismo inicio. Sobre las tablas, la vida tenía guión y, por ende, ofrecía la garantía de conocer lo que el destino te deparaba del principio al fin. Para mí la actuación era algo más que una profesión. Era la oportunidad de vivir cien vidas sin todo lo malo que podría tener hacerlo realmente.
Si moría, aguardaría el fatídico fin ofreciendo una "vida" tan cargada de viveza y sentimiento como fuera posible expresar en mis líneas; si amaba, lo haría como si fuera a ser la última vezal saberme libre de las temibles fauces del dolor y el desengaño; si me herían, comprendería que las pretendidas heridas desaparecerían de mí conforme bajase el telón y, si debía llorar, lo haría a sabiendas de que las lágrimas se secarían al apagarse los focos.
Mentiría si dijese que la embriagadora euforia de los aplausos no suponía un sustento para mía al mismo nivel que aire que respiraba o la comida que me llevaba a la boca. Como solía decir, el teatro era mi amante.
Había salido de allí bastante más pronto que de costumbre-dado que la función de esta noche estaba cancelada para preparar los decorados de la representación que se estrenaría mañana- y a decir verdad no tenía en mente hacer gran cosa. La mayor parte de las mujeres casadas con quienes tenía algún que otro devaneo estaban aún aguantando a sus insulsos maridos, así que me incliné por dar un paseo y recordar la que fuera mi vida antes de que Lucille me concediese la oportunidad de meterme de lleno en el mundo del espectáculo.
El cuadro con que me topé tras escasos diez minutos no podría haberme resultado más familiar: obscenas mujeres ricas llevando del brazo a sus mansiones jovenzuelos faltos de cuartos que se prestaban a sus deseos a cambio de otros favores, borrachuzos, niñatos pendencieros pasados de copas y más de una prostituta intentando atraer mis atención-y mi dinero-con vulgares insinuaciones y contoneos. Y de pronto, ella, desentonando como una rosa creciendo en un estercolero. Tan elegante, recatada y apartada, silenciosa, observadora, con la piel tintada de la palidez propia de quien no ha trabajado jamás bajo el fiero sol del mediodía o el estío. Hasta su mirar era diferente; tan sosegado, tan ajeno y curioso como el de un espectador devorando con avidez el drama encerrado en los gestos que se desenvuelven frente a él. Me estaba mirando del modo en que se mira una obra de arte. Sonreí con cierta arrogante y, más en un gesto demasiado habitual que en un intento de arracarle un suspiro, me revolví el pelo con una mano antes de acercarme.
-Lleva usted muy al pie de la letra esa expresión de " un retrato le durará más", señorita.
Si moría, aguardaría el fatídico fin ofreciendo una "vida" tan cargada de viveza y sentimiento como fuera posible expresar en mis líneas; si amaba, lo haría como si fuera a ser la última vezal saberme libre de las temibles fauces del dolor y el desengaño; si me herían, comprendería que las pretendidas heridas desaparecerían de mí conforme bajase el telón y, si debía llorar, lo haría a sabiendas de que las lágrimas se secarían al apagarse los focos.
Mentiría si dijese que la embriagadora euforia de los aplausos no suponía un sustento para mía al mismo nivel que aire que respiraba o la comida que me llevaba a la boca. Como solía decir, el teatro era mi amante.
Había salido de allí bastante más pronto que de costumbre-dado que la función de esta noche estaba cancelada para preparar los decorados de la representación que se estrenaría mañana- y a decir verdad no tenía en mente hacer gran cosa. La mayor parte de las mujeres casadas con quienes tenía algún que otro devaneo estaban aún aguantando a sus insulsos maridos, así que me incliné por dar un paseo y recordar la que fuera mi vida antes de que Lucille me concediese la oportunidad de meterme de lleno en el mundo del espectáculo.
El cuadro con que me topé tras escasos diez minutos no podría haberme resultado más familiar: obscenas mujeres ricas llevando del brazo a sus mansiones jovenzuelos faltos de cuartos que se prestaban a sus deseos a cambio de otros favores, borrachuzos, niñatos pendencieros pasados de copas y más de una prostituta intentando atraer mis atención-y mi dinero-con vulgares insinuaciones y contoneos. Y de pronto, ella, desentonando como una rosa creciendo en un estercolero. Tan elegante, recatada y apartada, silenciosa, observadora, con la piel tintada de la palidez propia de quien no ha trabajado jamás bajo el fiero sol del mediodía o el estío. Hasta su mirar era diferente; tan sosegado, tan ajeno y curioso como el de un espectador devorando con avidez el drama encerrado en los gestos que se desenvuelven frente a él. Me estaba mirando del modo en que se mira una obra de arte. Sonreí con cierta arrogante y, más en un gesto demasiado habitual que en un intento de arracarle un suspiro, me revolví el pelo con una mano antes de acercarme.
-Lleva usted muy al pie de la letra esa expresión de " un retrato le durará más", señorita.
Eric L. Mowd- Humano Clase Alta
- Mensajes : 10
Fecha de inscripción : 01/09/2013
Re: Memories captured in paper (Eric)
"Hay momentos que merecen ser plasmados, no pierda ni uno Impatiens" solía decime mi madre siendo pequeña .Cogí el pequeño carboncillo y empecé a trazar con suavidad en el papel .No me hizo falta más que un par de vistazos para retener a la perfección la imagen en mi mente .Pero cuando quise darme cuenta él estaba a mi lado .Dibujé una pequeña, y bastante falsa, sonrisa, pero en ningún momento alcé la vista .No quería olvidarme de la imagen, no quería distraerme mirando sus ojos azules...
-Supongo que si-me limité a susurrar .Trazaba los más rápido posible solo cuando todos los detalles estaba perfectos, alcé la vista .No le miraba directamente a los ojos, me atonterían y me convertiría en esa clase de chica que suspira y se ríe nerviosa ante la presencia de un hombre atractivo .Esas, tal vez, eran mis hermanas, vacias y superficiales .Pero yo no .No me dejaba atontar con facilidad, procuraba estar centrada, observando los detalles de cada persona, de hecho, no me gustaba centrarme solo en algo, me gustaba observar todo lo posible, y no solo en las personas, sino en el paisaje, los objetos, el cielo...todo podía ser importante .
-Lo lamento si le he molestado-me disculpé en susurró .Aproveché que evitaba esos enigmáticos ojos azules para observarle con detenimiento .Su piel era ligeramente más morena que la mia, apenas un matiz casi imperceptible, pero estaba ahí .Tal vez era uno de esos "nuevos ricos" o quizás hubiese pasado un tipo en el sur de América, donde el sol era más fuerte y era prácticamente imposible no adquirir un leve color moreno en la piel .Tendría mi edad, quizás un par de años más y dada a la ausencia de alianza, intuí que no estaba casado .Aunque quizás solo la escondía para llevarse a la cama a alguna chica...pero rechazó, más bien ignoró, a esa prostituta .
Me inquietaba, era alguien difícil de analizar, incluso su postura y forma de moverse era misteriosa, como si sintiese la necesidad de ocultar algo bajo esa sonrisa arrogante .Quería parecer abierto, transparente como un espejo para que nadie supiese que ocultaba algo...o al menos eso esperaba .Tal vez solo fuese un chico rico arrogante, simple, alguien parecido a mi padre .Esperaba equivocarme, sería ridículo, hasta avergonzante, quedarme mirando como una tonta a alguien así .
Me mordí el labio inferior, confusa .No tenía claro muchas cosas de él y eso no me gustaba, tal vez eran solo paranoias mias, pero no saber nada, o casi nada, de la persona con la que hablaba no me gustaba .Quería saber lo máximo posible ,para, en el caso de ser necesario, no estar con la guardia baja si llegase a atacarme .No podía usar mis poderes en público para defenderme de ser alguien tan indeseable como mi padre, a menos que quisiese morir en la horca o decapitada como muchas otras brujas .
-Supongo que si-me limité a susurrar .Trazaba los más rápido posible solo cuando todos los detalles estaba perfectos, alcé la vista .No le miraba directamente a los ojos, me atonterían y me convertiría en esa clase de chica que suspira y se ríe nerviosa ante la presencia de un hombre atractivo .Esas, tal vez, eran mis hermanas, vacias y superficiales .Pero yo no .No me dejaba atontar con facilidad, procuraba estar centrada, observando los detalles de cada persona, de hecho, no me gustaba centrarme solo en algo, me gustaba observar todo lo posible, y no solo en las personas, sino en el paisaje, los objetos, el cielo...todo podía ser importante .
-Lo lamento si le he molestado-me disculpé en susurró .Aproveché que evitaba esos enigmáticos ojos azules para observarle con detenimiento .Su piel era ligeramente más morena que la mia, apenas un matiz casi imperceptible, pero estaba ahí .Tal vez era uno de esos "nuevos ricos" o quizás hubiese pasado un tipo en el sur de América, donde el sol era más fuerte y era prácticamente imposible no adquirir un leve color moreno en la piel .Tendría mi edad, quizás un par de años más y dada a la ausencia de alianza, intuí que no estaba casado .Aunque quizás solo la escondía para llevarse a la cama a alguna chica...pero rechazó, más bien ignoró, a esa prostituta .
Me inquietaba, era alguien difícil de analizar, incluso su postura y forma de moverse era misteriosa, como si sintiese la necesidad de ocultar algo bajo esa sonrisa arrogante .Quería parecer abierto, transparente como un espejo para que nadie supiese que ocultaba algo...o al menos eso esperaba .Tal vez solo fuese un chico rico arrogante, simple, alguien parecido a mi padre .Esperaba equivocarme, sería ridículo, hasta avergonzante, quedarme mirando como una tonta a alguien así .
Me mordí el labio inferior, confusa .No tenía claro muchas cosas de él y eso no me gustaba, tal vez eran solo paranoias mias, pero no saber nada, o casi nada, de la persona con la que hablaba no me gustaba .Quería saber lo máximo posible ,para, en el caso de ser necesario, no estar con la guardia baja si llegase a atacarme .No podía usar mis poderes en público para defenderme de ser alguien tan indeseable como mi padre, a menos que quisiese morir en la horca o decapitada como muchas otras brujas .
Impatiens T. Dimitryova- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 24
Fecha de inscripción : 01/09/2013
Re: Memories captured in paper (Eric)
-Mentir con el cuerpo, señorita, es un arte-le dije, no sin cierta diversión al percibir lo falso de su sonrisa-y al igual que el mentir con los labios, conviene perfeccionarlo antes de hacer uso de él en público. Más si a quien pretende embaucar vive del embuste, como es el caso.
Lo admitiese o no, el que su sonrisa fuese falsa había despertado cierta infantil intriga en mí pues, acostumbrado como estaba a arrancar suspiros y risillas nerviosas dondequiera que fuese sin esfuerzo alguno, su falta de histerismo se me antojó ligeramente extraña. Casi tanto como sospechosa se me hizo su antojo de evitar mi mirada de forma constante.
Los años de miseria y callejeo me habían enseñado más sobre la condición humana de lo que me convenía saber y entre sus más vitales lecciones estaba la de desconfiar de todos quienes rehuyesen mis ojos. Solía ser síntoma de un secreto que no querían revelar, y eso azuzaba del peor modo aquella parte de mí que me invitaba a descubrir lo que escondía.
Serio fue el esfuerzo que precisé para moderar mi impresión ante su dibujo. Era una copia casi exacta, rigurosa y perfecta ¡y lo había hecho en segundos! ¡Me había atrapado en un folio y yo ni siquiera me había dado cuenta! Parecía intentar buscar en mí algo que no podía encontrar a simple vista y eso no podría gustarme menos. Necesitaba distraerla, antes de que sacase conclusiones, siquiera aproximadas, sobre mis orígenes.
Aunque ese fuera el peor de mis secretos, lo cierto era que no solía ser una preocupación acuciante dado que la mayoría de personas con las que me relacionaba no suponían una amenaza para él. Los aristócratas estaban demasiado ocupados tachándome de "Payaso" y "burgués" y los burgueses preferían bañarse en los destellos de mi fama a investigar que había sido de mi vida antes de lograrla. Mis compañeros, por su parte, eran lo bastante inteligentes o arrogantes como para considerar que lo que ignoraban sobre mi vida privada no era de su incumbencia, y de intrigarles, al menos, no daban señas de indagar.
-No se disculpe por eso; me han retratado muchas veces, y ninguna con tan buena mano, señorita. Pero si quiere un consejo, evite mirar tan fijamente cualquier punto de una persona que no sea los ojos, o si no, hágalo más disimuladamente.Es una actitud muy dada a equívocos.
Lo admitiese o no, el que su sonrisa fuese falsa había despertado cierta infantil intriga en mí pues, acostumbrado como estaba a arrancar suspiros y risillas nerviosas dondequiera que fuese sin esfuerzo alguno, su falta de histerismo se me antojó ligeramente extraña. Casi tanto como sospechosa se me hizo su antojo de evitar mi mirada de forma constante.
Los años de miseria y callejeo me habían enseñado más sobre la condición humana de lo que me convenía saber y entre sus más vitales lecciones estaba la de desconfiar de todos quienes rehuyesen mis ojos. Solía ser síntoma de un secreto que no querían revelar, y eso azuzaba del peor modo aquella parte de mí que me invitaba a descubrir lo que escondía.
Serio fue el esfuerzo que precisé para moderar mi impresión ante su dibujo. Era una copia casi exacta, rigurosa y perfecta ¡y lo había hecho en segundos! ¡Me había atrapado en un folio y yo ni siquiera me había dado cuenta! Parecía intentar buscar en mí algo que no podía encontrar a simple vista y eso no podría gustarme menos. Necesitaba distraerla, antes de que sacase conclusiones, siquiera aproximadas, sobre mis orígenes.
Aunque ese fuera el peor de mis secretos, lo cierto era que no solía ser una preocupación acuciante dado que la mayoría de personas con las que me relacionaba no suponían una amenaza para él. Los aristócratas estaban demasiado ocupados tachándome de "Payaso" y "burgués" y los burgueses preferían bañarse en los destellos de mi fama a investigar que había sido de mi vida antes de lograrla. Mis compañeros, por su parte, eran lo bastante inteligentes o arrogantes como para considerar que lo que ignoraban sobre mi vida privada no era de su incumbencia, y de intrigarles, al menos, no daban señas de indagar.
-No se disculpe por eso; me han retratado muchas veces, y ninguna con tan buena mano, señorita. Pero si quiere un consejo, evite mirar tan fijamente cualquier punto de una persona que no sea los ojos, o si no, hágalo más disimuladamente.Es una actitud muy dada a equívocos.
Eric L. Mowd- Humano Clase Alta
- Mensajes : 10
Fecha de inscripción : 01/09/2013
Re: Memories captured in paper (Eric)
Incliné ligeramente el cuello hacía el lado, queriendo observar lo que nos rodeaba y no centrarme solo en él, aunque me costase desviar la vista de él, me costaba demasiado como para que me gustase .El panorama apenas había cambiado, por fortuna .Volví a mirarle, evitando su mirada y dibujó una pequeña y tímida sonrisa, con la misma falsedad de antes .No iba a dejar que me hiciese suspirar como una rubia tonta, ¡no era como mis hermanas!
-Me halagan sus palabras-dije lo más rápidamente posible .Su mirada me incomodaba, me tentaba a mirarle, y no podía permitírmelo .Aunque quisiese observarle como una obra de arte .Y es que para mi, las personas son auténticas obras de artes, al menos, casi todas .Las personas superficiales no me llevaban la atención, muchas eran personas vacías, tan fáciles de leer como un libro abierto de par en par .Sentía curiosidad por aquellas que se esforzaba, y conseguían muchas veces, ocultarse tras unas máscara .Tras una mirada serena o tras un andar confiado, pero que trataba de ocultar algo .Y el era una de esas personas, tan misteriosas como un crimen sin resolver y tan tentadoras de leer como un libro prohibido .-Lamento si mi mirada le ha molestado, señor-susurré .Le miré a las cejas, en un intento de evitar su mirada .
Desvié la vista rápidamente para evitar quedarme de nuevo mirándole a los ojos .Pasaron unos segundos en silencio, que si hicieron eternos, al menos a mi se me hicieron eternos .Llegué a poder escuchar mi propia respiración, algo cortada e interrumpida por el corsé que se ceñía a mi cintura y parecía tener la única utilidad de no permitirme respirar y el latido de mi corazón, mucho más relajado que mi respiración .Demasiado incómoda como para seguir en silencio, me coloqué un mechón rebelde tras la oreja .-Soy Impatiens Diminitryova-dije con voz firme, pero tranquila .
Quería saber más de él, por lo menos su nombre .La curiosidad que sentía me podía, y más aun su respuesta .Sabía que le observaba, que estaba tratando de analizarle .Y eso no le gustaba, no le gustaba que nadie supiese nada sobre él .En parte era como yo, supongo que le entendía...¿quien querría que un desconocido supiese, aunque fuese solo un detalle, de tu vida?Sonaba espantoso que las personas que te rodeasen pudiese conocerte mirando .Y si, era muy ilógico que yo analizase a las personas para saber más de ellas, pero era casi de forma inconsciente, aunque con él pusiese especial ahinco en averiguar más .¿Que ocultaría tras esos perfectos y misteriosos ojos azules?
-Me halagan sus palabras-dije lo más rápidamente posible .Su mirada me incomodaba, me tentaba a mirarle, y no podía permitírmelo .Aunque quisiese observarle como una obra de arte .Y es que para mi, las personas son auténticas obras de artes, al menos, casi todas .Las personas superficiales no me llevaban la atención, muchas eran personas vacías, tan fáciles de leer como un libro abierto de par en par .Sentía curiosidad por aquellas que se esforzaba, y conseguían muchas veces, ocultarse tras unas máscara .Tras una mirada serena o tras un andar confiado, pero que trataba de ocultar algo .Y el era una de esas personas, tan misteriosas como un crimen sin resolver y tan tentadoras de leer como un libro prohibido .-Lamento si mi mirada le ha molestado, señor-susurré .Le miré a las cejas, en un intento de evitar su mirada .
Desvié la vista rápidamente para evitar quedarme de nuevo mirándole a los ojos .Pasaron unos segundos en silencio, que si hicieron eternos, al menos a mi se me hicieron eternos .Llegué a poder escuchar mi propia respiración, algo cortada e interrumpida por el corsé que se ceñía a mi cintura y parecía tener la única utilidad de no permitirme respirar y el latido de mi corazón, mucho más relajado que mi respiración .Demasiado incómoda como para seguir en silencio, me coloqué un mechón rebelde tras la oreja .-Soy Impatiens Diminitryova-dije con voz firme, pero tranquila .
Quería saber más de él, por lo menos su nombre .La curiosidad que sentía me podía, y más aun su respuesta .Sabía que le observaba, que estaba tratando de analizarle .Y eso no le gustaba, no le gustaba que nadie supiese nada sobre él .En parte era como yo, supongo que le entendía...¿quien querría que un desconocido supiese, aunque fuese solo un detalle, de tu vida?Sonaba espantoso que las personas que te rodeasen pudiese conocerte mirando .Y si, era muy ilógico que yo analizase a las personas para saber más de ellas, pero era casi de forma inconsciente, aunque con él pusiese especial ahinco en averiguar más .¿Que ocultaría tras esos perfectos y misteriosos ojos azules?
Impatiens T. Dimitryova- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 24
Fecha de inscripción : 01/09/2013
Re: Memories captured in paper (Eric)
-Eric, Eric Mowd-me presenté-y no-sonreí suavemente, en un gesto que con seguridad podría interpretarse como arrogante-su mirada no me incomoda en absoluto.
Hacía ya mucho que el identificarme con ese nombre había dejado de ser algo premeditado. Se trataba de una respuesta que se había hecho tan propia, natural y automática como respirar. Nada quedaba ya de los años en que , no sin inmensa vergüenza, me veía obligado a presentarme como Logan Scott, hijo de Daniel Scott. Nada salvo, naturalmente, el recuerdo de aquellas miradas. Ojos de desprecio, de lástima, de escándalo y soberbia, más de una vez huidas de los ojos que ahora hacía relucir de admiración e intriga sobre las tablas.
Más de una noche me había quedado pensando en hasta qué punto estaba corrupta la sociedad si era capaz de olvidar y cambiar de parecer con semejante desfachatez. Mi vida había cambiado inmensamente en el suspiro que pudiera ser para una sociedad aquellos diez años. Me había hecho un hombre, un actor de renombre y fortuna, a cambio, únicamente, de cometer un pequeño "crimen": "liquidar" a Logan Scott, mi pasado. Un fantasma que no permitiría sacar a nadie de su polvoriento baúl, por muy intrigantes que sus analíticos ojos verdes fuesen.
Sus palabras tenían un deje bastante peculiar que estaba casi tan seguro de haber escuchado hacía no mucho ¿pero dónde? ¿cuándo? ¿ a quién? Repasé rápidamente mis recuerdos más recientes hasta rememorar a tres jóvenes rubias que me habían abordado con bullicioso entusiasmo en la fiesta de clausura de nuestra última representación. Eran tres perfectas réplicas de la que en tiempos fuera mi futura esposa, Isabelle: risueñas, hermosas, coquetas y, para qué omitirlo, completamente tontas. Ciertamente habían resultado una compañía entretenida-como todas las mujeres de tales características-durante los escasos minutos en que la contemplación de aquella rotunda belleza física bastó para distraer la vista y la mente de su pobre talento para la conversación. ¿Cómo se llamaban? Tenían nombres de flores ¿No? Recordaba haber hecho alguna broma sobre aquel hecho, porque, además, eran parientes ¿no era cierto? Me lo habían dicho ¿Qué vínculo compartían? Eran primas... no, primas no ¡hermanas! ¡Eran hermanas, las hermanas Dimitryova!
Grata sorpresa resultó el que compartiesen acento y apellido con mi misteriosa interlocutora. Sonreí. ¿Era posible que fuese otra de las siete de que le habían hablado? Parecía ser todo lo contrario a ellas; en el mejor de los sentidos. Una mujer fascinante, en una vía poco convencional, y quizá poco conveniente para mis secretos, pero ¿dónde estaría yo de no tener coraje? Probablemente a medio morir en alguna taberna, como mi padre, o dejándome la piel en alguna mala refriega como mis hermanos.
-Creo que he tenido el gusto de conocer a sus hermanas antes que a usted.
Hacía ya mucho que el identificarme con ese nombre había dejado de ser algo premeditado. Se trataba de una respuesta que se había hecho tan propia, natural y automática como respirar. Nada quedaba ya de los años en que , no sin inmensa vergüenza, me veía obligado a presentarme como Logan Scott, hijo de Daniel Scott. Nada salvo, naturalmente, el recuerdo de aquellas miradas. Ojos de desprecio, de lástima, de escándalo y soberbia, más de una vez huidas de los ojos que ahora hacía relucir de admiración e intriga sobre las tablas.
Más de una noche me había quedado pensando en hasta qué punto estaba corrupta la sociedad si era capaz de olvidar y cambiar de parecer con semejante desfachatez. Mi vida había cambiado inmensamente en el suspiro que pudiera ser para una sociedad aquellos diez años. Me había hecho un hombre, un actor de renombre y fortuna, a cambio, únicamente, de cometer un pequeño "crimen": "liquidar" a Logan Scott, mi pasado. Un fantasma que no permitiría sacar a nadie de su polvoriento baúl, por muy intrigantes que sus analíticos ojos verdes fuesen.
Sus palabras tenían un deje bastante peculiar que estaba casi tan seguro de haber escuchado hacía no mucho ¿pero dónde? ¿cuándo? ¿ a quién? Repasé rápidamente mis recuerdos más recientes hasta rememorar a tres jóvenes rubias que me habían abordado con bullicioso entusiasmo en la fiesta de clausura de nuestra última representación. Eran tres perfectas réplicas de la que en tiempos fuera mi futura esposa, Isabelle: risueñas, hermosas, coquetas y, para qué omitirlo, completamente tontas. Ciertamente habían resultado una compañía entretenida-como todas las mujeres de tales características-durante los escasos minutos en que la contemplación de aquella rotunda belleza física bastó para distraer la vista y la mente de su pobre talento para la conversación. ¿Cómo se llamaban? Tenían nombres de flores ¿No? Recordaba haber hecho alguna broma sobre aquel hecho, porque, además, eran parientes ¿no era cierto? Me lo habían dicho ¿Qué vínculo compartían? Eran primas... no, primas no ¡hermanas! ¡Eran hermanas, las hermanas Dimitryova!
Grata sorpresa resultó el que compartiesen acento y apellido con mi misteriosa interlocutora. Sonreí. ¿Era posible que fuese otra de las siete de que le habían hablado? Parecía ser todo lo contrario a ellas; en el mejor de los sentidos. Una mujer fascinante, en una vía poco convencional, y quizá poco conveniente para mis secretos, pero ¿dónde estaría yo de no tener coraje? Probablemente a medio morir en alguna taberna, como mi padre, o dejándome la piel en alguna mala refriega como mis hermanos.
-Creo que he tenido el gusto de conocer a sus hermanas antes que a usted.
Eric L. Mowd- Humano Clase Alta
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