AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Joyas Falsas [Privado][+18]
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Joyas Falsas [Privado][+18]
Una princesa
dormida
en un castillo vacío
al despertar comprendió
que era rodar su destino
dormida
en un castillo vacío
al despertar comprendió
que era rodar su destino
Se movía como pez en el agua, con aquella belleza que parecía que nadie podría evitar percibir, era alguien que no pasaba desapercibida, por ende, debía cuidar su apariencia, pero su extracto no le dejaba mucho lujos, por eso siempre había pequeñas estafas que uno debía hacer, en este caso, su vestido, que parecía lo suficientemente elegante, no levantaba susurros de las damas más finas que ella, aun así Gabrielle no podía evitar ser partes de los chismes que rondaban ese lugar, ya se sabía que era una de aquellas cortesanas que los hombres contrataban y las descaradas se meneaban con el interés de satisfacer los caprichos de cualquier hombre.
Que estúpidos eran todos, al no ver que todo era una estafa, Grabielle era una inversión que me gustaba hacer, una apuesta para evitar lo cotidiano en aquellos asuntos, varias cortesanas estaban con sus clientes, hombres que habían contratado a mujeres de aquella clase para que fueran sus acompañantes en aquellas fiestas sociales. En este caso Gabrielle no había sido invitada ni contratada, pero el aburrimiento era algo que no me gustaba, así que en vista de mucha diversión sin poca supervisión, la jovencita se apareció por esos lugares, nadie cuestiono su presencia, pues se mezclaba muy bien, con aquellos rizos dorados que caían hacia su espalda, aquel vestido pomposo, supuestamente fino, pero que en realidad había sido creado en los suburbios más bajos, pero que tenían manos de ángeles, de tal forma que hacían hermosuras con pocos recursos.
Entonces se pone su falda y sus botas
se delinea los ojos, se pinta de rojo los labios
y arrastra su traje las joyas de una corona
que no sirven para este viaje...
se delinea los ojos, se pinta de rojo los labios
y arrastra su traje las joyas de una corona
que no sirven para este viaje...
Sus mejillas rozadas, labios rojos, voz aterciopelada como si fuera un castrati, sus lunares siendo lo único que estaba siendo expuesto de “Glenn” pues todo lo demás estaba demasiado escondido, como para ser notado. ¿Qué estaba en rellenando lo faltante de la dama? Dos senos artificiales que utilizaban en los teatros para interpretar mujeres, por suerte, debajo de aquellas telas, se veían como dos pequeñas protuberancias que estaban allí desde que hubiera nacido. Todo era nada menos que una estafa, ya planeada y ejecutada muchas veces.
Las sonrisas que buscaban las suyas eran bien bienvenidas, el licor ya se podía sentir en cada integrante de esa fiesta se hacía presente, tal vez mas que su anfitrión, aunque desde el comienzo no sabía de quien se trataba, solamente me paseaba por el lugar, aceptando la copa de cualquier caballero que quisiera perder un poco de su orgullo con la mujer falsa que estaba deambulando por aquel lugar.
Glenn Thomsson- Prostituto Clase Baja
- Mensajes : 105
Fecha de inscripción : 31/12/2011
Localización : Debajo de alguna falda
Re: Joyas Falsas [Privado][+18]
Peter Jan no es amigo de rodearse de mucha gente, pero sigue siendo un hombre joven y para su suerte su tío y tutor es un caballero de buena posición, así que de vez en cuando considera su deber enfundarse un traje elegante - cosa que no le molesta - y obligarse a hacer vida social con desconocidos - cosa que le molesta un poco más -. Tampoco puede decirse que lo deteste, que sea hosco, taciturno y hostil con los demás seres humanos que le rodean y le preguntan por sus estudios y su estancia en París, pero preferiría no ser por un momento la nueva sensación sueca de ese salón donde se nota a la legua que todos están tan aburridos de conocerse los unos a los otros que toman como un acontecimiento emocionante que acuda alguien nuevo. Y realmente Peter Jan ya lleva años allí, pero su talante poco juerguista lo mantiene lo bastante apartado de los círculos de la buena sociedad que continúa siendo la sensación del momento, al menos hasta que empiezan a servir los licores y todos andan ya demasiado ebrios como para acordarse de él.
No puede hablar con nadie de los únicos dos temas que podrían exprimir un poco de pasión o verdadero interés de sus ojos fríos como la escarcha: el primero sus andanzas como cazador principiante, que por motivos obvios no puede confesar a la concurrencia, y el segundo su tierra natal y la ciudad donde creció y lo mucho que la añora, especialmente a su familia, porque hablar de nostalgia es demasiado personal y porque no queda bien que un hombre se muestre débil en ese aspecto. Los varones toman decisiones, viajan y olvidan, y las mujeres son las que recuerdan, lloran y lamentan el amor perdido. Así que responde educadamente que sus estudios en el College van bien, gracias, que en efecto asiste a clase con el hijo del Ministro Robert, que es un muchacho muy agradable, y que lo está pasando de maravilla en esa casa que ya ha olvidado de quién es y en la que va a dar comienzo el baile dentro de unos minutos. «Y ya sabes lo que eso significa».
Si no se apresura a encontrar una pareja Madame Levècque volverá a insistirle para que dance con su hija Denise y realmente el sueco no puede soportar por mucho tiempo la verborrea de esa joven en particular. Intenta parecer agradable con ella, asentir cuando se espera que lo haga y opinar con monosílabos en cuanto tiene la ocasión de despegar los labios, cosa que no ocurre con demasiada frecuencia. Se apodera de una copa de licor ambarino que uno de los criados lleva en unas bandejas plateadas enormes y decide dar una vuelta por el salón mientras la bebe a pequeños sorbos, dándose cuenta demasiado tarde de que no es tan suave como había imaginado y que el alcohol le raspa la garganta mientras se abre paso hacia el esófago. Peter Jan no bebe casi nunca y sabe que si se termina su vaso se atontará pronto, pero sinceramente se está aburriendo tanto que no le importa. Tampoco piensa ponerse a perseguir vampiros en cuanto salga de allí, se va a ir derecho a casa en el carruaje que su tío ha dispuesto para él. No ha encontrado aún a ninguna muchacha que no tenga pareja, pero ve por el rabillo del ojo al maestro de ceremonias y le ruega que lo acompañe porque como sabe todo el mundo un hombre no puede abordar a una dama a la que no ha sido previamente presentado. Para su desgracia ahí llega Denise Levècque, así que con impaciencia el cazador toma del brazo al hombre al que ha pedido que vaya con él y le señala al azar a la primera silueta femenina con la que se cruza, que resulta ser una chica de rubios tirabuzones dorados y sonrisa dulce.
El maestro de ceremonias se posiciona frente a la escogida y carraspea antes de anunciar con pompa que «el señor Peter Jan Hansson, sobrino del caballero Jeròme Rochard, oriundo de Suecia, desea bailar con usted». - Si me concede el honor. - Añade él rápidamente para que no suene como una orden. Las mujeres pueden presentarse solas, así que el oficial desaparece tras una inclinación de cabeza y él se queda entre la espada y la pared, o sea con Gabrielle delante y Denise expectante detrás a punto de abalanzarse sobre su presa si es rechazado por su contrincante.
No puede hablar con nadie de los únicos dos temas que podrían exprimir un poco de pasión o verdadero interés de sus ojos fríos como la escarcha: el primero sus andanzas como cazador principiante, que por motivos obvios no puede confesar a la concurrencia, y el segundo su tierra natal y la ciudad donde creció y lo mucho que la añora, especialmente a su familia, porque hablar de nostalgia es demasiado personal y porque no queda bien que un hombre se muestre débil en ese aspecto. Los varones toman decisiones, viajan y olvidan, y las mujeres son las que recuerdan, lloran y lamentan el amor perdido. Así que responde educadamente que sus estudios en el College van bien, gracias, que en efecto asiste a clase con el hijo del Ministro Robert, que es un muchacho muy agradable, y que lo está pasando de maravilla en esa casa que ya ha olvidado de quién es y en la que va a dar comienzo el baile dentro de unos minutos. «Y ya sabes lo que eso significa».
Si no se apresura a encontrar una pareja Madame Levècque volverá a insistirle para que dance con su hija Denise y realmente el sueco no puede soportar por mucho tiempo la verborrea de esa joven en particular. Intenta parecer agradable con ella, asentir cuando se espera que lo haga y opinar con monosílabos en cuanto tiene la ocasión de despegar los labios, cosa que no ocurre con demasiada frecuencia. Se apodera de una copa de licor ambarino que uno de los criados lleva en unas bandejas plateadas enormes y decide dar una vuelta por el salón mientras la bebe a pequeños sorbos, dándose cuenta demasiado tarde de que no es tan suave como había imaginado y que el alcohol le raspa la garganta mientras se abre paso hacia el esófago. Peter Jan no bebe casi nunca y sabe que si se termina su vaso se atontará pronto, pero sinceramente se está aburriendo tanto que no le importa. Tampoco piensa ponerse a perseguir vampiros en cuanto salga de allí, se va a ir derecho a casa en el carruaje que su tío ha dispuesto para él. No ha encontrado aún a ninguna muchacha que no tenga pareja, pero ve por el rabillo del ojo al maestro de ceremonias y le ruega que lo acompañe porque como sabe todo el mundo un hombre no puede abordar a una dama a la que no ha sido previamente presentado. Para su desgracia ahí llega Denise Levècque, así que con impaciencia el cazador toma del brazo al hombre al que ha pedido que vaya con él y le señala al azar a la primera silueta femenina con la que se cruza, que resulta ser una chica de rubios tirabuzones dorados y sonrisa dulce.
El maestro de ceremonias se posiciona frente a la escogida y carraspea antes de anunciar con pompa que «el señor Peter Jan Hansson, sobrino del caballero Jeròme Rochard, oriundo de Suecia, desea bailar con usted». - Si me concede el honor. - Añade él rápidamente para que no suene como una orden. Las mujeres pueden presentarse solas, así que el oficial desaparece tras una inclinación de cabeza y él se queda entre la espada y la pared, o sea con Gabrielle delante y Denise expectante detrás a punto de abalanzarse sobre su presa si es rechazado por su contrincante.
Peter Jan Hansson- Cazador Clase Media
- Mensajes : 30
Fecha de inscripción : 10/03/2013
Re: Joyas Falsas [Privado][+18]
Las risas eran contagiosas, Gabrielle se paseaba de aquí y allá, saludando a las personas que tenían la decencia de acercarse a ella, como si fuera alguien importante, algo que obviamente no era, pero su forma de actuar, decía lo contrario. Al fin habíamos encontrado un viejo, al que le podríamos sacar algo interesante, comenzó a centrarse en el, en su círculo y volverse su acompañante improvisada, impresionantemente, el hombre buscaba a la damita, como si quisiera presentar a su nueva interesada, pero él era apenas un simple objeto para Gabrielle, que sonreía encantada, con todo lo que el viejo le lograba decir entre su borrachera. Ella con paciencia lo mantiene junto a él, pero no puede mantener a un viejo muy conocido mucho tiempo y pronto se queda tan sola que los grillos puedes hacer su sonata.
Para su.. ¿Suerte? El maestro de ceremonia llega de improvisto a lo mejor ha visto que estaba con aquel viejo importante y piensa que es la señorita perfecta, me rio a mis adentros, tratando que Gabrielle se vea lo más dulce e ingenua posible. «El señor Peter Jan Hansson, sobrino del caballero Jeròme Rochard, oriundo de Suecia, desea bailar con usted» es lo que escucha, se hace la asombrada y halaga, aunque en realidad no le importa en lo mínimo quien es, al menos le parece más atractivo que el viejo con quien antes estaba. Gabrielle asiente, como buena niña criada que es, hace una leve reverencia, antes de tomar grácilmente la mano que le ofrece el joven, pero de reojo ve a una jovencita, algo exasperada por su presencia, mira al Sr Hansson, como planea llamarlo, hasta que el cortésmente, diga lo contrario, con cierta complicidad.
-Normalmente no soy de aquellas que buscan acaparar a un joven tan solicitado- inquiere, con un tono de cierta picardía, al referirse a la jovencita que parecía decepcionada, pues comenzaban a moverse hacia la pista de Baile –Pero su atractivo, me ha hecho ser su cómplice- termino, aquella estocada, dando fin a cualquier especulación que pudiera llegar a generarse. Se me olvidaba algo ¿Qué sería?. ¡Presentarlos! Concluí rápidamente, mientras Gabrielle rápidamente aclaraba su garganta, para seguir con su voz de castrati, casi perfecta.
-Que estúpida soy…- se lamento ella, bajando la mirada –Mi nombre es Gabrielle Thomsson- inquirió rápidamente –Vengo de una familia británica, no muy amante de las fiestas, prefiere los negocios antes que las actividades sociales, como estas- justificaba su estadía solitaria en ese lugar, sin ningún mozo ni acompañante, mientras sonreía dulcemente al joven. –No esté tan tenso Sr Hansson- susurro, mientras acercaba aun mas su cuerpo, en busca de intimidad y coqueteo –no creo que sea tan mal bailarín como yo lo soy- una risa más suave, casi confidencial, para luego, ver como los músicos se preparaban para comenzar lo que parecía ser un vals lento y hasta romántico. Ella espera que el hombre la guie como buena dama que es.
Para su.. ¿Suerte? El maestro de ceremonia llega de improvisto a lo mejor ha visto que estaba con aquel viejo importante y piensa que es la señorita perfecta, me rio a mis adentros, tratando que Gabrielle se vea lo más dulce e ingenua posible. «El señor Peter Jan Hansson, sobrino del caballero Jeròme Rochard, oriundo de Suecia, desea bailar con usted» es lo que escucha, se hace la asombrada y halaga, aunque en realidad no le importa en lo mínimo quien es, al menos le parece más atractivo que el viejo con quien antes estaba. Gabrielle asiente, como buena niña criada que es, hace una leve reverencia, antes de tomar grácilmente la mano que le ofrece el joven, pero de reojo ve a una jovencita, algo exasperada por su presencia, mira al Sr Hansson, como planea llamarlo, hasta que el cortésmente, diga lo contrario, con cierta complicidad.
-Normalmente no soy de aquellas que buscan acaparar a un joven tan solicitado- inquiere, con un tono de cierta picardía, al referirse a la jovencita que parecía decepcionada, pues comenzaban a moverse hacia la pista de Baile –Pero su atractivo, me ha hecho ser su cómplice- termino, aquella estocada, dando fin a cualquier especulación que pudiera llegar a generarse. Se me olvidaba algo ¿Qué sería?. ¡Presentarlos! Concluí rápidamente, mientras Gabrielle rápidamente aclaraba su garganta, para seguir con su voz de castrati, casi perfecta.
-Que estúpida soy…- se lamento ella, bajando la mirada –Mi nombre es Gabrielle Thomsson- inquirió rápidamente –Vengo de una familia británica, no muy amante de las fiestas, prefiere los negocios antes que las actividades sociales, como estas- justificaba su estadía solitaria en ese lugar, sin ningún mozo ni acompañante, mientras sonreía dulcemente al joven. –No esté tan tenso Sr Hansson- susurro, mientras acercaba aun mas su cuerpo, en busca de intimidad y coqueteo –no creo que sea tan mal bailarín como yo lo soy- una risa más suave, casi confidencial, para luego, ver como los músicos se preparaban para comenzar lo que parecía ser un vals lento y hasta romántico. Ella espera que el hombre la guie como buena dama que es.
Glenn Thomsson- Prostituto Clase Baja
- Mensajes : 105
Fecha de inscripción : 31/12/2011
Localización : Debajo de alguna falda
Re: Joyas Falsas [Privado][+18]
Peter Jan ya no recuerda lo que ha bebido pero nota que está lo bastante embotado como para moverse en esa especie de nube que el alcohol se encarga de crear para que uno se sienta medio flotando, aunque tampoco llega al nivel de desconocer dónde se encuentra ni los modales que debe mantener. Simplemente mira a Gabrielle y piensa que es una muchacha más peculiar que hermosa, con unos rasgos que se le antojan diferentes sin saber por qué. Carece de las redondeces propias de las chicas de buena fortuna que tienen suficiente dinero para alimentarse bien, y que normalmente adoran el chocolate, los bombones y otras golosinas con las que sus galanes las obsequian. - No me está acaparando sino rescatando. - Especifica sin tener en cuenta que eso es bastante denigrante para la pobre Denise Levècque que los ve marchar con evidente cara de decepción. Su tío le reprendería si le hubiera escuchado pero al joven cazador ahora no le importa, cree que ya hace suficiente estando allí en su nombre y fingiendo que le encanta moverse toda la noche entre extraños. Realmente disfruta más leyendo en su habitación o levantándose antes de que salga el sol para comenzar con sus entrenamientos.
Sus hábitos y rutinas no han logrado sin embargo que haya descuidado sus otros deberes para con sus semejantes, y entre clase y clase del College Peter Jan ha aprendido a bailar, a utilizar bien todos los cubiertos de la carne y el pescado y a conversar sobre nimiedades que agradan a las damas. Qué distinto es todo eso de Kiruna, en su Suecia natal, donde los hombres son más rudos y las mujeres más curtidas en lides que las finas féminas de Francia no creerían ni aunque las vieran. - Entonces ya tenemos algo en común, puesto que ninguno de los dos somos de aquí. - La estudia de nuevo, observándola menos de lo que le gustaría porque tampoco puede quedarse embobado y pecar de indiscreto. Se acuerda de la que por un breve tiempo fue su prometida y se pregunta qué estará haciendo ahora desde que él se marchó, pero en seguida comienza la música y se olvida de aquello. - ¿Y a usted sí le gustan las fiestas? - Pregunta mientras, conocedor de su labor en el papel del vals, dirige los movimientos de su acompañante con corrección aunque sin grandes innovaciones ni extravagancias. Conoce los pasos y los ejecuta bien, limpiamente y sin lugar a error, aunque no arriesga inventando otros nuevos. En eso puede resumirse muy bien su carácter en todos los aspectos, y es que en muchos sentidos un baile se asemeja a la vida misma.
Nota que Gabrielle se le acerca y por un momento sus tirabuzones rubios rozan la mejilla de Peter Jan, que cree que está pareciendo relajado hasta que oye a la chica afirmar precisamente lo contrario. - Baila usted como los ángeles. - Asegura, porque es lo que le toca decir y porque también es cierto que ella da la talla. Ahora todas las muchachas saben danzar y tocar el piano, está en su educación, es muy interesante y una labor admirable pero al sueco no dejan de parecerle todas aburridamente idénticas entre sí. No está seguro de poder encontrar una francesa que le llegue a llamar la atención después de haberse criado entre las mujeres de su patria, que son más duras y tienen un carácter ciertamente más hosco que a él le parece un signo de valentía. Tal vez debería hacer caso a Gabrielle y relajarse un poco, así que destensa los hombros y estrecha el abrazo en su cintura. No tiene los hombros muy estrechos y le nota la línea de los omóplatos bajo el vestido. - ¿Ha venido sola? - Eso le asombra, generalmente todas las mujeres llevan escolta.
Sus hábitos y rutinas no han logrado sin embargo que haya descuidado sus otros deberes para con sus semejantes, y entre clase y clase del College Peter Jan ha aprendido a bailar, a utilizar bien todos los cubiertos de la carne y el pescado y a conversar sobre nimiedades que agradan a las damas. Qué distinto es todo eso de Kiruna, en su Suecia natal, donde los hombres son más rudos y las mujeres más curtidas en lides que las finas féminas de Francia no creerían ni aunque las vieran. - Entonces ya tenemos algo en común, puesto que ninguno de los dos somos de aquí. - La estudia de nuevo, observándola menos de lo que le gustaría porque tampoco puede quedarse embobado y pecar de indiscreto. Se acuerda de la que por un breve tiempo fue su prometida y se pregunta qué estará haciendo ahora desde que él se marchó, pero en seguida comienza la música y se olvida de aquello. - ¿Y a usted sí le gustan las fiestas? - Pregunta mientras, conocedor de su labor en el papel del vals, dirige los movimientos de su acompañante con corrección aunque sin grandes innovaciones ni extravagancias. Conoce los pasos y los ejecuta bien, limpiamente y sin lugar a error, aunque no arriesga inventando otros nuevos. En eso puede resumirse muy bien su carácter en todos los aspectos, y es que en muchos sentidos un baile se asemeja a la vida misma.
Nota que Gabrielle se le acerca y por un momento sus tirabuzones rubios rozan la mejilla de Peter Jan, que cree que está pareciendo relajado hasta que oye a la chica afirmar precisamente lo contrario. - Baila usted como los ángeles. - Asegura, porque es lo que le toca decir y porque también es cierto que ella da la talla. Ahora todas las muchachas saben danzar y tocar el piano, está en su educación, es muy interesante y una labor admirable pero al sueco no dejan de parecerle todas aburridamente idénticas entre sí. No está seguro de poder encontrar una francesa que le llegue a llamar la atención después de haberse criado entre las mujeres de su patria, que son más duras y tienen un carácter ciertamente más hosco que a él le parece un signo de valentía. Tal vez debería hacer caso a Gabrielle y relajarse un poco, así que destensa los hombros y estrecha el abrazo en su cintura. No tiene los hombros muy estrechos y le nota la línea de los omóplatos bajo el vestido. - ¿Ha venido sola? - Eso le asombra, generalmente todas las mujeres llevan escolta.
Peter Jan Hansson- Cazador Clase Media
- Mensajes : 30
Fecha de inscripción : 10/03/2013
Re: Joyas Falsas [Privado][+18]
Se notaba la falta de costumbre al momento de beber, podíamos apreciar como su sistema motor comenzaba a sentirse afectado, pero lo que más impresionaba era que mantenía la compostura, siendo un semi-ebrio discreto y con modales, algo que nos gustaba mucho, pues ya estábamos aburridos de los borrachos agresivos que me encontraba, en un momento de desesperación. Se movía bien el joven con quien tuvo la oportunidad de bailar, su centro de gravedad no fue afectado, aunque parecía que había bebido más de lo recomendable para su ser inexperto. Pero todo comenzaba a hacer muy protocolar para mi gusto, aunque Gabrielle, parecía no hacerlo, pues yo era muy discreto, en no demostrarlo, de alguna forma comenzaba a aburrirme de tener que reír mientras el joven seguía una línea de comportamiento que había ya visto muchas veces. Era algo natural en aquellos momentos. Parecían muñequitos que se movían siempre de la misma manera, no había diversión en su totalidad, pues todo estaba sistematizado.
Eso me hizo darme cuenta que en realidad ya me había acostumbrado al viejo mundo, a la diversión desenfrenada, sin muchos prejuicios y reglas, pues cuando estabas en la cama de alguien, no se necesitaba muchos modales, lo que importaba era que tan bien movías tu culo y que tan erótico y sensual le parecían al otro, ya que, entre mas encantado estuviera el cliente, más posibilidades de una buena propina; y otros beneficios. Fueran ofrecidos.
—No se sorprenda tanto — dijo ella con amabilidad. Con una sonrisa picara en su rostro, demostraba aun mas clase que muchas mujeres, pero siempre con esa simplicidad que la hacía ser extraña, pero atractiva, ya que, no podría en su totalidad ser una mujer, sería como buscar volar hasta el sol y quemarme en el intento. El ambiente comenzaba a sentirse más relajado, más natural, mientras seguían bailando la pieza que parecía querer terminar en unos minutos — no soy amante de los escoltas, creo que obstruyen con la diversión que puedas llegar a tener — se apego más a su cuerpo, como deseando que este no se apartara de ella, ahora estaba entre nuestras garras, fácilmente no se iría. Los curiosos que llegaban a mirar, veían a la pareja, que parecían congeniar bien, mientras entre risillas y vueltas, parecían más apegados, algo que Gabrielle hacia con intenciones algo sugerentes, pero siempre manteniendo toda la discreción que le era posible —no soy como todas las féminas, Monsieur— otra sonrisa, otra risilla baja tirada al aire con picardía. Había mantenido fija la mirada por mucho tiempo, más de lo recomendado, pero pronto la bajaba con delicadeza, para no ser abusiva, el había mantenido muy bien su papel de caballero tratando a una dama, pero dejémonos de juegos, todo era una vil mentira.
La música termino, aplaudieron para finalizar aquella faena, Gabrielle dio unos pasos alejándose del hombre para acercarse a un mesero que estaba cerca de ellos, que paseaba con rostro serio, pero mirada cansada, por los alrededores, ofreciendo sus servicio de licor. Tomo dos copas, le dio a su acompañante actual con una sonrisa en sus labios, para que no se atreviera a rechazarla, tomo ella, un poco de la copa que había seleccionado para ella, comenzamos a sentir un poco de mareo, pero todavía faltaba para embriagarse. Por el rabillo del ojo miro que la damita desesperada por la atención del hombre, se acercaba cada vez más, tratando de pasar cierta barrera de mujeres chismosas, que parecían ser un buen as del extraño destino. Me dio gracia, a lo mejor era una pobre virgen que buscaba la atención deseada de un hombre, hubiera deseado ser Glenn, para poder darle lo que necesitaba… pero no lo era, así que debía concentrarme en los asuntos de Gabrielle, no en los demás.
Delicadamente sujete la mano del hombre, para jalarlo hacia mí, con intenciones de ser una buena dama y alejarlo de los malestares — Monseuir, creo que mejor vamos a otro lado — sus labios teñidos con un color pastel, nada chillón, se movieron con delicadeza, mientras buscaba llamar la atención del hombre y alejarlo de la multitud, además de su molesta damisela, falta de atenciones masculinas. La mirada traviesa se desvió por unos momento, mientras veía que tan lejos estaba el pasillo más cercano, cuando lo visualizo, se aferro a su brazo, como toda una dama — Se lo aseguro, No van ni a notar que no estamos en ese lugar — movió su cuerpo, aquel vestido comenzaba a sentirse pesado — ¿a quién quiere mentir?. Usted no estaba a gusto en aquella fiesta, no está acostumbrado a ese tipo de movimientos de la clase alta, debo admitir que yo también he perdido la practica — los pasillos estaban más silenciosos, tranquilos, se escuchaban algunas risas con un tono algo caluroso y travieso yendo y viniendo. Miro al hombre, que parecía sentirse un poco mareado, le preocupaba, no quería tener que estar cargando con un borracho en la espalda y menos con ese vestido, que tenia mas kilos que mi peso corporal. Suspiramos largamente, me movilice, abriendo con cuidado una de las puertas — Debe descansar… — solamente dijo eso, pero sus planes se detuvieron cuando noto a dos cuerpos entre las sabanas, muchos gemidos femeninos alzándose en el cuarto, sin que estuviera un hombre, con un buen juguete que les ayudara a alcanzar un buen orgasmo. Gabrielle retrocedió, mientras yo por dentro, solamente podría retorcerme de la risa, las mujeres parecían tener mucho opio en su cuerpo como para atender que la habían pillado, cerró la puerta, para luego mirar al Peter que aun estaba a su lado, bajo la mirada, tenía sus dedos entrelazados, volvió a mirarlo — Mejor le pido un carruaje — concluyo, siendo esa la mejor opción para el pobre hombre, que posiblemente terminaría con una buena resaca mañana. [/i]
Eso me hizo darme cuenta que en realidad ya me había acostumbrado al viejo mundo, a la diversión desenfrenada, sin muchos prejuicios y reglas, pues cuando estabas en la cama de alguien, no se necesitaba muchos modales, lo que importaba era que tan bien movías tu culo y que tan erótico y sensual le parecían al otro, ya que, entre mas encantado estuviera el cliente, más posibilidades de una buena propina; y otros beneficios. Fueran ofrecidos.
—No se sorprenda tanto — dijo ella con amabilidad. Con una sonrisa picara en su rostro, demostraba aun mas clase que muchas mujeres, pero siempre con esa simplicidad que la hacía ser extraña, pero atractiva, ya que, no podría en su totalidad ser una mujer, sería como buscar volar hasta el sol y quemarme en el intento. El ambiente comenzaba a sentirse más relajado, más natural, mientras seguían bailando la pieza que parecía querer terminar en unos minutos — no soy amante de los escoltas, creo que obstruyen con la diversión que puedas llegar a tener — se apego más a su cuerpo, como deseando que este no se apartara de ella, ahora estaba entre nuestras garras, fácilmente no se iría. Los curiosos que llegaban a mirar, veían a la pareja, que parecían congeniar bien, mientras entre risillas y vueltas, parecían más apegados, algo que Gabrielle hacia con intenciones algo sugerentes, pero siempre manteniendo toda la discreción que le era posible —no soy como todas las féminas, Monsieur— otra sonrisa, otra risilla baja tirada al aire con picardía. Había mantenido fija la mirada por mucho tiempo, más de lo recomendado, pero pronto la bajaba con delicadeza, para no ser abusiva, el había mantenido muy bien su papel de caballero tratando a una dama, pero dejémonos de juegos, todo era una vil mentira.
La música termino, aplaudieron para finalizar aquella faena, Gabrielle dio unos pasos alejándose del hombre para acercarse a un mesero que estaba cerca de ellos, que paseaba con rostro serio, pero mirada cansada, por los alrededores, ofreciendo sus servicio de licor. Tomo dos copas, le dio a su acompañante actual con una sonrisa en sus labios, para que no se atreviera a rechazarla, tomo ella, un poco de la copa que había seleccionado para ella, comenzamos a sentir un poco de mareo, pero todavía faltaba para embriagarse. Por el rabillo del ojo miro que la damita desesperada por la atención del hombre, se acercaba cada vez más, tratando de pasar cierta barrera de mujeres chismosas, que parecían ser un buen as del extraño destino. Me dio gracia, a lo mejor era una pobre virgen que buscaba la atención deseada de un hombre, hubiera deseado ser Glenn, para poder darle lo que necesitaba… pero no lo era, así que debía concentrarme en los asuntos de Gabrielle, no en los demás.
Delicadamente sujete la mano del hombre, para jalarlo hacia mí, con intenciones de ser una buena dama y alejarlo de los malestares — Monseuir, creo que mejor vamos a otro lado — sus labios teñidos con un color pastel, nada chillón, se movieron con delicadeza, mientras buscaba llamar la atención del hombre y alejarlo de la multitud, además de su molesta damisela, falta de atenciones masculinas. La mirada traviesa se desvió por unos momento, mientras veía que tan lejos estaba el pasillo más cercano, cuando lo visualizo, se aferro a su brazo, como toda una dama — Se lo aseguro, No van ni a notar que no estamos en ese lugar — movió su cuerpo, aquel vestido comenzaba a sentirse pesado — ¿a quién quiere mentir?. Usted no estaba a gusto en aquella fiesta, no está acostumbrado a ese tipo de movimientos de la clase alta, debo admitir que yo también he perdido la practica — los pasillos estaban más silenciosos, tranquilos, se escuchaban algunas risas con un tono algo caluroso y travieso yendo y viniendo. Miro al hombre, que parecía sentirse un poco mareado, le preocupaba, no quería tener que estar cargando con un borracho en la espalda y menos con ese vestido, que tenia mas kilos que mi peso corporal. Suspiramos largamente, me movilice, abriendo con cuidado una de las puertas — Debe descansar… — solamente dijo eso, pero sus planes se detuvieron cuando noto a dos cuerpos entre las sabanas, muchos gemidos femeninos alzándose en el cuarto, sin que estuviera un hombre, con un buen juguete que les ayudara a alcanzar un buen orgasmo. Gabrielle retrocedió, mientras yo por dentro, solamente podría retorcerme de la risa, las mujeres parecían tener mucho opio en su cuerpo como para atender que la habían pillado, cerró la puerta, para luego mirar al Peter que aun estaba a su lado, bajo la mirada, tenía sus dedos entrelazados, volvió a mirarlo — Mejor le pido un carruaje — concluyo, siendo esa la mejor opción para el pobre hombre, que posiblemente terminaría con una buena resaca mañana. [/i]
Glenn Thomsson- Prostituto Clase Baja
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Re: Joyas Falsas [Privado][+18]
Están bailando y no es uno de los entretenimientos favoritos de Peter Jan, pero gracias a su exhaustivo entrenamiento físico está en forma y por fortuna tiene oído para seguir la música. No le cuesta nada moverse al ritmo que se requiere y al mismo tiempo estar pendiente de su acompañante, así que su habilidad le permite ir captando detalles. Gabrielle tiene una sonrisa muy peculiar con unos dientes rectos pero anchos para tratarse de una doncella, en general su expresión es abierta y franca y al mismo tiempo misteriosa si tal convergencia es posible. Parece muy gustosa de aprovechar cualquier cambio de tono en la orquesta para pegarse más a él, y el sueco se siente ligeramente incómodo con tanta cercanía. A veces la cocinera de casa de su tío, que es el miembro más antiguo del servicio del señor Rochard, bromea y le dice al joven señor Hansson que el hielo de Kiruna se le ha quedado dentro y lo ha vuelto más frío y lánguido que un pescado. Peter Jan sabe que los franceses e ingleses en general pueden considerarse más o menos estirados pero todos son fogosos en comparación con la gente del Norte. Ninguna muchacha de su tierra natal se juntaría así a un chico en un baile, pero siempre dicen que allá donde fueres haz lo que vieres. El cazador no es ningún mojigato y el alcohol que le da vueltas entre pecho y espalda le ayuda a dejar de lado parcialmente sus reparos iniciales y a consentir como quien no se da cuenta que las formas femeninas de la rubia se peguen a las suyas.
La canción termina y Denisse trata de hablarle de nuevo, pero Gabrielle ocupa todo su tiempo con su conversación amena, sus sonrisas prófugas y esa especie de aura de secreto que a Peter Jan le intriga tanto que le acepta la copa de licor solo para retenerla un poco más a su lado. Tal vez es por lo que ya ha bebido, pero juraría que no se encuentra delante de una de esas damitas corrientes de la buena sociedad a las que sus padres consienten tanto que las vuelven muñecas, bonitas pero aburridísimas. Ella misma ha dicho que no es como las demás. - Eso me parece. - Contesta él, sin aportar mucho más pero mirándola largamente tratando de buscar... ¿el que? Ni siquiera él está seguro.
Apura su trago y la sigue cuando lo conduce hacia el pasillo. Es cierto que no acostumbra a tomar nada que no sea agua, pero hace falta mucho más para marearle. Si cualquiera de los presentes en esa fiesta supiera las duras rutinas diarias que el chico se impone se sorprenderían por su fuerza de voluntad y su entereza. Se ha criado como un guerrero, y es que realmente la lucha es su modo de vida y si se distrae cualquier día puede ser el último para él. Ha tenido un buen tutor, eso lo reconocerá siempre, pero también presenta buena disposición propia. Realmente parece que el frío del hogar que ha dejado atrás dicta su comportamiento y sus modales, pues apenas se inmuta cuando abren una puerta por error y se encuentran con dos cuerpos enredados de forma inequívoca. Mira a Gabrielle con unos ojos que resultan tan inescrutables como de costumbre pero que tienen un brillo nuevo casi imperceptible que a lo mejor ella no puede ver. Su interrupción involuntaria en la habitación del lecho ocupado le ha excitado y lleva mucho tiempo sin estar con una mujer. Sin pretender dañarla aprieta a su acompañante contra el tapiz de la pared y apoya una mano a un lado de su cintura, impidiéndole que vaya muy lejos. - ¿A qué juegas? - Pregunta. - Me has estado buscando. - Acerca el rostro al suyo para besarla y mientras lo hace reconoce que probablemente el alcohol sí le ha influido, aunque por suerte todavía conserva el raciocinio suficiente para liberar a la muchacha de su aprisionamiento para que ella escoja si quiere marcharse ofendida o quedarse con él. Tampoco sabe qué es exactamente lo que quiere ofrecerle.
La canción termina y Denisse trata de hablarle de nuevo, pero Gabrielle ocupa todo su tiempo con su conversación amena, sus sonrisas prófugas y esa especie de aura de secreto que a Peter Jan le intriga tanto que le acepta la copa de licor solo para retenerla un poco más a su lado. Tal vez es por lo que ya ha bebido, pero juraría que no se encuentra delante de una de esas damitas corrientes de la buena sociedad a las que sus padres consienten tanto que las vuelven muñecas, bonitas pero aburridísimas. Ella misma ha dicho que no es como las demás. - Eso me parece. - Contesta él, sin aportar mucho más pero mirándola largamente tratando de buscar... ¿el que? Ni siquiera él está seguro.
Apura su trago y la sigue cuando lo conduce hacia el pasillo. Es cierto que no acostumbra a tomar nada que no sea agua, pero hace falta mucho más para marearle. Si cualquiera de los presentes en esa fiesta supiera las duras rutinas diarias que el chico se impone se sorprenderían por su fuerza de voluntad y su entereza. Se ha criado como un guerrero, y es que realmente la lucha es su modo de vida y si se distrae cualquier día puede ser el último para él. Ha tenido un buen tutor, eso lo reconocerá siempre, pero también presenta buena disposición propia. Realmente parece que el frío del hogar que ha dejado atrás dicta su comportamiento y sus modales, pues apenas se inmuta cuando abren una puerta por error y se encuentran con dos cuerpos enredados de forma inequívoca. Mira a Gabrielle con unos ojos que resultan tan inescrutables como de costumbre pero que tienen un brillo nuevo casi imperceptible que a lo mejor ella no puede ver. Su interrupción involuntaria en la habitación del lecho ocupado le ha excitado y lleva mucho tiempo sin estar con una mujer. Sin pretender dañarla aprieta a su acompañante contra el tapiz de la pared y apoya una mano a un lado de su cintura, impidiéndole que vaya muy lejos. - ¿A qué juegas? - Pregunta. - Me has estado buscando. - Acerca el rostro al suyo para besarla y mientras lo hace reconoce que probablemente el alcohol sí le ha influido, aunque por suerte todavía conserva el raciocinio suficiente para liberar a la muchacha de su aprisionamiento para que ella escoja si quiere marcharse ofendida o quedarse con él. Tampoco sabe qué es exactamente lo que quiere ofrecerle.
Peter Jan Hansson- Cazador Clase Media
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Re: Joyas Falsas [Privado][+18]
Debía recordar a cada momento el papel que estaba tomando, quedar como doncella en todo momento, aunque desgraciadamente, en ocasiones podría salir a la luz, un poco de la diferencia que había entre una verdadera mujer y Gabrielle. Peter nos había acorralado, nos encontrábamos contra la pared, con su fugaz excitación siendo revelada ante nuestros ojos. El joven era todo un hombre, con necesidades de tales, pero no se olvidaba del papel que tenía que tener y lo mantenía muy bien, algo que lo hacía muy interesante, pues nuestra especialidad era hacer que los amantes perdieran la cordura, de tal forma que cuando estuvieran al frente de la realidad que les aguardaba en su lecho, se alzaran los hombros y siguieran con la diversión.
Nos acercamos, sujetando la mano del otro, para entrelazarla con la mano cubierta por el fino guante blanco que traía Gabrielle — ¿Acaso pensó que lo iba a dejar solo? — sonrió con picardía mientras volvía a empujarlo, parecía ser nuestro juguete, moviéndolo a nuestro antojo de aquí a allá. —Pero recuerde, como usted trata de seguir siendo un caballero, yo debo seguir tratando de ser una refinada dama — bajo levemente la mirada, mientras volvía a bajar el ritmo del paso, volviéndose más lento, como si contara los pasos que necesitaba para llegar a la privacidad total. — No tengo intenciones de que la boca de los concurrentes se llenen de chismes si llegan a pillarnos en un acto que solamente debe quedar entre nosotros dos. — se detuvo por completo, mirándolo detenidamente, para ponerse en puntillas, pues el hombre era más alto, besamos castamente sus labios, bueno Gabrielle lo hizo, pero trato de ser breve, dejando un gustoso sabor de bocas, que hacia pedir más.
Pronto llego un cochero, el cual atendió a las necesidades de la joven pareja, parecía estar más interesado en terminar la noche de trabajo, en las miradas picaras que aquellos dos podrían llegar a darse. Se aproximo al cuerpo de su acompañante mientras sonreía suavemente para susurrarle cerca — ¿No le parece más excitante comenzar nuestra aventura en el carruaje y terminar…? — lo miro detenidamente. ¿Ahora qué pensaría de aquella dama que se disponía a acompañarlo? No lo sabía, tampoco quería que lo dijera, pues cuando llegaba el momento del acto sexual ¿en dónde quedan los modales? Tirados en el mismo lugar, donde la ropa estaba.
Ahora el carruaje los esperaba, como toda una dama, se monto primero, para luego esperar que terminara su compañero de subir y el cochero terminara de cerrar la puerta, mire por la ventana el cielo estrellado, esperando que el caballero comenzara, pues posiblemente, si Gabrielle comenzaba apresuradamente, la podrían catalogar como mujerzuela y eso era lo que menos quería, por eso había dejado pasar tanto protocolo hasta este momento, porque no era Glenn, el cortesano, que podría tirársele al mismísimo papa, si le dieran la oportunidad.
Nos acercamos, sujetando la mano del otro, para entrelazarla con la mano cubierta por el fino guante blanco que traía Gabrielle — ¿Acaso pensó que lo iba a dejar solo? — sonrió con picardía mientras volvía a empujarlo, parecía ser nuestro juguete, moviéndolo a nuestro antojo de aquí a allá. —Pero recuerde, como usted trata de seguir siendo un caballero, yo debo seguir tratando de ser una refinada dama — bajo levemente la mirada, mientras volvía a bajar el ritmo del paso, volviéndose más lento, como si contara los pasos que necesitaba para llegar a la privacidad total. — No tengo intenciones de que la boca de los concurrentes se llenen de chismes si llegan a pillarnos en un acto que solamente debe quedar entre nosotros dos. — se detuvo por completo, mirándolo detenidamente, para ponerse en puntillas, pues el hombre era más alto, besamos castamente sus labios, bueno Gabrielle lo hizo, pero trato de ser breve, dejando un gustoso sabor de bocas, que hacia pedir más.
Pronto llego un cochero, el cual atendió a las necesidades de la joven pareja, parecía estar más interesado en terminar la noche de trabajo, en las miradas picaras que aquellos dos podrían llegar a darse. Se aproximo al cuerpo de su acompañante mientras sonreía suavemente para susurrarle cerca — ¿No le parece más excitante comenzar nuestra aventura en el carruaje y terminar…? — lo miro detenidamente. ¿Ahora qué pensaría de aquella dama que se disponía a acompañarlo? No lo sabía, tampoco quería que lo dijera, pues cuando llegaba el momento del acto sexual ¿en dónde quedan los modales? Tirados en el mismo lugar, donde la ropa estaba.
Ahora el carruaje los esperaba, como toda una dama, se monto primero, para luego esperar que terminara su compañero de subir y el cochero terminara de cerrar la puerta, mire por la ventana el cielo estrellado, esperando que el caballero comenzara, pues posiblemente, si Gabrielle comenzaba apresuradamente, la podrían catalogar como mujerzuela y eso era lo que menos quería, por eso había dejado pasar tanto protocolo hasta este momento, porque no era Glenn, el cortesano, que podría tirársele al mismísimo papa, si le dieran la oportunidad.
Glenn Thomsson- Prostituto Clase Baja
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Re: Joyas Falsas [Privado][+18]
Peter Jan no trata de ser un caballero, es que realmente lo es. De todos modos no está en la situación ideal para convencer a Gabrielle después de haberla apretado contra la pared para besarla. ¿De verdad ha sido él quien ha hecho eso? Le sorprende pero no se arrepiente, Hansson apechuga con sus actos desde que era bien pequeño y además no hay nada que lamentar: la muchacha no se ha apartado e incluso repite. Desde luego que el sueco es consciente de que esa chica no es el amor de su vida, pero hace mucho tiempo que aprendió a prescindir de esos cuentos. Tal vez eran demasiado cursis para el clima duro de su tierra natal, donde uno no podía encantarse soñando despierto cuando el frío arreciaba y se levantaba la ventisca. Pero ahora no está rodeado de hielo sino conociendo los cálidos labios de Gabrielle, y no puede decir que el cambio le disguste. El alcohol todavía le arde en el pecho cuando decide seguirla como un autómata, andando tras ella solo porque sus manos están unidas como si no tuviera voluntad. «Un acto que solamente debe quedar entre nosotros dos», ha dicho la muchacha. Queda muy claro a qué se refiere y aun así Peter Jan vuelve a sorprenderse, como si de pronto hubiera mutado en un niño que ve todo del mundo por primera vez. ¿Cómo explicarle a la rubia que él no se excita tan fácilmente como los otros hombres, que sin duda le habrían metido ya la mano debajo de la falda? No puede sonar creíble defendiendo su honradez después de haber sido él quien ha iniciado esa aventura, así que mejor no dice nada. Estuvo enamorado una vez, incluso prometido, pero tuvo que alejarse de ella cuando se instaló en París y desde entonces ninguna fémina que haya conocido ha sido más que una distracción. Para que Peter Jan quiera tomarse el tiempo necesario con una mujer para desnudarla despacio y mirarla a los ojos tiene que haberse sentido atraído primero por su personalidad, debe haber sentido que ha encontrado ese diamante en bruto entre todas las demás baratijas de la tienda, y esa clase de damas no abundan en Francia. Están más preocupadas por ser muñecas y por parecer coquetas, como mucho tocan el piano, ¿pero cuántas por ejemplo saben leer?
De pronto está dentro del carruaje y mira a Gabrielle como disculpándose por haberse comportado de esa forma tan pasiva los últimos minutos. Ella es diferente, se da cuenta, ¿pero por qué? - ¿A dónde vamos? - Su casa no es una opción, su tío está dentro y también las doncellas y el servicio. Se da cuenta de que la británica se ha sentado recatadamente en el otro lado del asiente como si la acometiera de pronto la vergüenza y a él le parece bien romper el hielo de nuevo. Se acerca y la toma del mentón suavemente con una mano, girándole el rostro y clavando sus ojos azules y gélidos en los oscuros de ella, que tienen las pestañas largas y un destello de travesura bien camuflado. La contempla así durante un rato y luego une sus labios otra vez, rodeándole el talle con los dos brazos y amoldándola a su cuerpo. No es la muchacha más hermosa que ha conocido, la verdad, pero le llama la atención como la flor exótica de un invernadero. - ¿Quién eres? - Le pregunta bajando la voz porque tiene la boca muy cerca de su oído. De todas formas no se ofenderá si ella no quiere hablar, no es la única en ese coche que tiene secretos.
De pronto está dentro del carruaje y mira a Gabrielle como disculpándose por haberse comportado de esa forma tan pasiva los últimos minutos. Ella es diferente, se da cuenta, ¿pero por qué? - ¿A dónde vamos? - Su casa no es una opción, su tío está dentro y también las doncellas y el servicio. Se da cuenta de que la británica se ha sentado recatadamente en el otro lado del asiente como si la acometiera de pronto la vergüenza y a él le parece bien romper el hielo de nuevo. Se acerca y la toma del mentón suavemente con una mano, girándole el rostro y clavando sus ojos azules y gélidos en los oscuros de ella, que tienen las pestañas largas y un destello de travesura bien camuflado. La contempla así durante un rato y luego une sus labios otra vez, rodeándole el talle con los dos brazos y amoldándola a su cuerpo. No es la muchacha más hermosa que ha conocido, la verdad, pero le llama la atención como la flor exótica de un invernadero. - ¿Quién eres? - Le pregunta bajando la voz porque tiene la boca muy cerca de su oído. De todas formas no se ofenderá si ella no quiere hablar, no es la única en ese coche que tiene secretos.
Peter Jan Hansson- Cazador Clase Media
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Re: Joyas Falsas [Privado][+18]
"Se cambia de forma o Aspecto para poder sobrevivir, como cuando la oruga sufre su trasformacion"
El carruaje se movía, con los animales perezosos despertando a cada paso que daba. No importaba a donde fuéramos, lo que importaba era cuando comenzarían la verdadera fiesta en aquel lugar. El cochero andaría hasta que le dieran la señal de detenerse, todo lo hacía por una buena cantidad de dinero, una promesa hecha por la jovencita, pero que solamente era una de sus otras mentiras. El caballero siempre necesitaba sentirse poderoso, que él era el que llevaba las riendas de la situación, aunque en realidad las mujeres eran como una tormenta que obligaban a ir hasta donde ellas quisieran y no hasta donde el hombre deseara. Había aprendido eso muy bien y lo ejercía a la perfección, pero ya era hora de ser una joven algo pasiva, para que el contrario no se sintiera tan agobiado.
— ¿Para qué ir a un lugar en especifico? — Respondió Gabrielle con otra pregunta se alzo los hombros, para seguir allí, interne, sentada mirando detenidamente al contrario— todo los lugares pueden ser nuestro escondite — susurro suavemente, su miradas se cruzaron, notando que este la sujeta del mentón, haciendo que haya más confianza entre ellos. Todo es dicho con su besos, entrecierra los ojos, dejando que este lleve la a su cuerpo y la acomode en el. Ríe ante la pregunta. Si el supiera la verdad. ¿Qué sucedería? Tal vez sea inteligente aun medio embriagado, eso luego lo averiguaría — ¿En serio quiere saberlo? — preguntaría mientras su lengua humedecía sus labios y una sonrisilla.
Ahora todo quedaba quebrantado, ya no era momento de protocolo, solamente el cuerpo de dos seres que se unían, era lo importante, hice milagros para poder sentarse entre sus piernas con aquel gran vestido que cubría mi parte baja, pero por suerte, el armador se retiraba con un mecanismo, dejando más libertad y solamente una tela que caía por su peso y que escondía los secretos que nunca deberían salir a la luz o al menos, no hasta que todo estuviera seguro. Me aferre a su cuello y tome sus labios de forma posesiva. — No se preocupe Sir Peter, véalo como una aventura, que durara lo que tenga que durar — con cortos besos comencé a bajar por su mentón, tocando su cuello, buscando aquella parte del cuello que creaba una corriente placentera que recorría el cuerpo.
Glenn Thomsson- Prostituto Clase Baja
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Re: Joyas Falsas [Privado][+18]
No está acostumbrado a verse en esas lides. Es cierto que ha acudido a la fiesta con el ánimo predispuesto a la rebeldía porque no le gusta nada que su tío lo envíe como emisario a las veladas ociosas de la alta sociedad con la excusa de que los contactos garantizan el ochenta por ciento del éxito en cualquier empresa. Pese a ser un cazador y de los afamados el señor Rochard nunca ha descuidado los otros aspectos de su educación, y como una extensión de los mismos considera su deber encargarse de que su sobrino se desenvuelve con soltura en todos los campos y no solo en el de la lucha cuerpo a cuerpo. Al pensar en eso Peter Jan esgrime en el rostro una sonrisa sarcástica, pues en cierto modo lo que está haciendo ahora es precisamente enzarzarse en una escaramuza muy peculiar con una joven de la que no sabe nada, y realmente todo apunta a que así está mejor. Se nota a la legua que no es la primera vez que Gabrielle hace eso, y estaba sola en el baile. Sumando dos y dos salta a la vista que esa chica tiene poco de doncella recatada y bastante de lagarta, como dice siempre uno de sus compañeros del College cuando se refiere a las cortesanas. Sabía muy bien cómo dar al cochero las instrucciones para que los tenga dando un paseo sin destino el tiempo suficiente para que algo ocurra entre ellos. ¿Pero cuál es el precio? El sueco no ha dado ningún indicio de que piense pagarle. ¿Lo dará ella por sentado o por el contrario lo cree un muchacho tan inocente que no se percata de que su acompañante no es lo que aparenta? La situación le divierte, aunque tal vez la causa principal de su hilaridad no sea la rubia sino el fuerte licor ambarino que se ha servido en el salón.
Como si pudiera de algún modo pescar por dónde van sus pensamientos y seguirlos con soltura la chica le pregunta si está seguro de querer saber la verdad. - No. - Contesta. Ha cambiado de opinión. Tiene veintitrés años y la noche se torna cálida entre los muslos de Gabrielle, que acepta su rendición tomándolo como si fuera su territorio ganado y marcándole el cuello con los labios. La embriaguez de Hansson no se parece en nada a la de los demás, a él lo sume en una placidez consciente en la que sabe que sigue siendo dueño de sus actos y sus decisiones, pero no le importan tanto. Rodea el talle de la muchacha con los brazos y la atrae hacia sí deseoso de sentir la presión de su busto de mujer contra su fuerte pecho de hombre. Huele a perfume pero no tanto como para embotarle las fosas nasales, desde luego es mucho más agradable que Denisse Lèvecque. - Quítate las medias. - Le pide, con una voz que no puede dejar de sonar imperativa pero que al mismo tiempo - una especie de milagro - es respetuosa. Podría deslizar las manos bajo la falda de ella y ocuparse por sí mismo, pero le excita más ver cómo lo hace. Siempre le han atraído mucho más las mujeres independientes y fuertes que las lánguidas que juegan al "ahora sí, ahora no".
Como si pudiera de algún modo pescar por dónde van sus pensamientos y seguirlos con soltura la chica le pregunta si está seguro de querer saber la verdad. - No. - Contesta. Ha cambiado de opinión. Tiene veintitrés años y la noche se torna cálida entre los muslos de Gabrielle, que acepta su rendición tomándolo como si fuera su territorio ganado y marcándole el cuello con los labios. La embriaguez de Hansson no se parece en nada a la de los demás, a él lo sume en una placidez consciente en la que sabe que sigue siendo dueño de sus actos y sus decisiones, pero no le importan tanto. Rodea el talle de la muchacha con los brazos y la atrae hacia sí deseoso de sentir la presión de su busto de mujer contra su fuerte pecho de hombre. Huele a perfume pero no tanto como para embotarle las fosas nasales, desde luego es mucho más agradable que Denisse Lèvecque. - Quítate las medias. - Le pide, con una voz que no puede dejar de sonar imperativa pero que al mismo tiempo - una especie de milagro - es respetuosa. Podría deslizar las manos bajo la falda de ella y ocuparse por sí mismo, pero le excita más ver cómo lo hace. Siempre le han atraído mucho más las mujeres independientes y fuertes que las lánguidas que juegan al "ahora sí, ahora no".
Peter Jan Hansson- Cazador Clase Media
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Re: Joyas Falsas [Privado][+18]
“Lo abrazas todo, no siendo ni uno ni todo”
— Proclo
— Proclo
Nos movemos con delicadez, tanteando el terreno expuesto antes de adentrarse completamente en el, sonriendo enormemente complacido por el logro que hemos obtenido. ¿Qué ganamos nosotros? ¿Qué ganamos hoy de todo esto? Al final del día lo sabremos, cuando las piezas de ropa estén otra vez puestas y tal vez falte alguna que otra cosa de valor, del ropaje del hombre que en esos momentos nos acompaña, a mí y a Gabrielle; quien comienza a desaparecer con cada pieza de ropa que termino quitando de encima, lo cual lo atrae a la verdad, que antes quiso que fuera desconocida, tarde o temprano comprenderá que faltan algunas cosas y sobran otras. Al final, aunque no quisiera saber la verdad, en un momento determinado encontraría ese punto que hacía a Gabrielle diferente ante las demás mujeres, solamente esperaba que no llegara a volverse violento, no tenía ganas de comenzar una discusión, menos una pelea, en la que tendría que defenderme de los golpes físicos y verbales, por suerte tenia a mi lado de aliado al cochero, que era también una protección, la cual me brindaba cierta tranquilidad, aunque no mucha.
Entrecerraba mis ojos, buscando no pensar en nada más, todo avanzaría, todo se vería pronto, el futuro del desenlace estaba por llegar. ¿Por qué apresurar resultados? Era mejor mirar y esperar que todo saliera de un éxito rotundo, el joven Peter tendría una aventura que solamente las paredes de aquel carruaje sin movimiento, serian los únicos testigos de su travesura, natural en jóvenes de su edad, debían vivir la vida, buscar diferentes acciones, para tener anécdotas divertidas que contar a sus nietos, aunque al parecer estar con un travesti no sería la primera en la lista.
Con lentitud se quito las medias, sintiendo la cercanía del cuerpo del hombre, joven, apuesto, vigoroso, todo un buen prospecto, me movía con cierta tranquilidad, ahora parecía no querer apresurar mucho las cosas, ya lo tenía tan cerca de mí que podía apreciar cada detalle de su rasgos toscos y varoniles, tal vez más pronunciados que los míos, pero en realidad no necesitaba un rostro masculino como el de él, estaba bien el mío, aunque en ocasiones comenzara a preferir, líneas más delicadas, para tener una apariencia más fémina y así pasar más desapercibido, en donde la gente no tuviera cierta duda de mi genero, aun así me gustaba causar esa sensación extraña en las personas, me hacía sentir aun más importante de lo que era, pues pocos hombres dejarían atrás su orgullo masculino, para aceptar el lado femenino que hay en cada uno de nosotros.
Termine de quitarme las medias y aflojar un poco el corsé, no me separe mucho de él, sujete sus labios, atrapándolo con los míos, hasta encontrarnos en un beso, que se prolongaba y hacia que la temperatura del momento subiera aun más. ¿Hasta dónde soportaríamos aquel juego? No lo sabíamos, pero tal vez pronto lo descubriríamos, entre más avanzado estuviera este juego
Glenn Thomsson- Prostituto Clase Baja
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Re: Joyas Falsas [Privado][+18]
Gabrielle confía realmente en sus habilidades a la hora de sustraer cosas valiosas de entre la ropa de los hombres con los que suele tener apuros parecidos al amor en los rincones más lóbregos de la ciudad, pero por su bien es mejor que no lo intente con Peter Jan. Sus sentidos no están más desarrollados que los de cualquier humano con cierta intuición especial, pero ha sido entrenado para no dejarse sorprender por algunas de las criaturas más sigilosas que existen y a su lado - lo crea ella o no - una muchacha es obvia como un niño. Resulta muy difícil, incluso en estado de embriaguez, robar al sueco o tenderle una burda trampa urdida por personas comunes y corrientes. Pese a su corta edad ha dado muerte ya a algunos seres con las mismas manos firmes que ahora rodean el talle de la chica que tiene sentada a horcajadas sobre sus piernas. No siente el menor remordimiento, esas fieras se lo merecían, pero saberse capaz de defenderse de casi toda clase de peligros le da esa seguridad en sí mismo que algunos encuentran inquietante y otros atractiva.
La observa quitándose la ropa con aire juguetón y siente que algo en su interior comienza a despertarse y a espabilar, a sacudirse de encima el efecto letárgico del alcohol. Mientras ella se aferra a él con su boca el cazador la levanta un poco, como si no pesara nada, para acomodarla de otra manera en el asiento y darse el lujo de sentir por un instante que es su dueño, de igual forma que haría con una muñeca. No es rudo ni abusa de su fuerza, desprecia a los hombres que toman a las mujeres contra su voluntad solo para henchir su ego, pero imprime a sus gestos la premura suficiente para que Gabrielle sepa que la desea y que no es de la clase de mozo que se hará mucho de rogar. Echa de menos el abrazo cálido de una mujer, de unas piernas femeninas enredadas alrededor de su cintura, y con ese anhelo por satisfacer encuentra un lugar cómodo entre sus muslos para comenzar a aliviar la presión que siente en los pantalones rozándolo con su... Se detiene frunciendo el ceño y creyendo que una de las enaguas del vestido de la rubia se ha interpuesto entre sus cuerpos. Hace una incursión con la mano derecha para apartarla, pero el bulto resulta pertenecer al cuerpo de la chica y no a sus ropas. - ¿Qué...? - Necesita una fracción de segundo para entender, y entonces salta como picado por un aguijón venenoso y se yergue, de rodillas, usando ahora sí sus modales más groseros para levantarle la falda y contemplar lo que esconde entre las piernas como si no fuera más que una mercancía que ha resultado ser demasiado barata. La (lo) mira con gesto de repulsión y sabe que si permanece en ese coche un minuto más va a cometer una locura. Peter Jan puede tener paciencia de monje y soportar muchas cosas, pero el orgullo es intrínseco en su raza nórdica y jamás tolerará que nadie se ría de él. Da dos golpes en el techo y el carruaje se detiene. - Tienes suerte. - Espeta con desprecio mientras se arregla la ropa. - De haber topado conmigo y no con otro más irascible. - Su lengua desatada por la ofensa es todo el consuelo que se puede permitir. - De todas las putas de Francia tenía que tocarme a mí la única que lleva sorpresa. - Y sin aguardar a que el otro chico pueda hincarse aún más en la burla Hansson sale del vehículo y echa a caminar al paso más rápido que sus largas zancadas le permiten. No sabe dónde está, pero no es la primera vez que tiene que valerse de sus piernas para regresar a su casa desde cualquier punto de París. Pronto la oscuridad lo envuelve y se lo traga, perdiéndolo tras la esquina del edificio más próximo.
La observa quitándose la ropa con aire juguetón y siente que algo en su interior comienza a despertarse y a espabilar, a sacudirse de encima el efecto letárgico del alcohol. Mientras ella se aferra a él con su boca el cazador la levanta un poco, como si no pesara nada, para acomodarla de otra manera en el asiento y darse el lujo de sentir por un instante que es su dueño, de igual forma que haría con una muñeca. No es rudo ni abusa de su fuerza, desprecia a los hombres que toman a las mujeres contra su voluntad solo para henchir su ego, pero imprime a sus gestos la premura suficiente para que Gabrielle sepa que la desea y que no es de la clase de mozo que se hará mucho de rogar. Echa de menos el abrazo cálido de una mujer, de unas piernas femeninas enredadas alrededor de su cintura, y con ese anhelo por satisfacer encuentra un lugar cómodo entre sus muslos para comenzar a aliviar la presión que siente en los pantalones rozándolo con su... Se detiene frunciendo el ceño y creyendo que una de las enaguas del vestido de la rubia se ha interpuesto entre sus cuerpos. Hace una incursión con la mano derecha para apartarla, pero el bulto resulta pertenecer al cuerpo de la chica y no a sus ropas. - ¿Qué...? - Necesita una fracción de segundo para entender, y entonces salta como picado por un aguijón venenoso y se yergue, de rodillas, usando ahora sí sus modales más groseros para levantarle la falda y contemplar lo que esconde entre las piernas como si no fuera más que una mercancía que ha resultado ser demasiado barata. La (lo) mira con gesto de repulsión y sabe que si permanece en ese coche un minuto más va a cometer una locura. Peter Jan puede tener paciencia de monje y soportar muchas cosas, pero el orgullo es intrínseco en su raza nórdica y jamás tolerará que nadie se ría de él. Da dos golpes en el techo y el carruaje se detiene. - Tienes suerte. - Espeta con desprecio mientras se arregla la ropa. - De haber topado conmigo y no con otro más irascible. - Su lengua desatada por la ofensa es todo el consuelo que se puede permitir. - De todas las putas de Francia tenía que tocarme a mí la única que lleva sorpresa. - Y sin aguardar a que el otro chico pueda hincarse aún más en la burla Hansson sale del vehículo y echa a caminar al paso más rápido que sus largas zancadas le permiten. No sabe dónde está, pero no es la primera vez que tiene que valerse de sus piernas para regresar a su casa desde cualquier punto de París. Pronto la oscuridad lo envuelve y se lo traga, perdiéndolo tras la esquina del edificio más próximo.
Peter Jan Hansson- Cazador Clase Media
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Re: Joyas Falsas [Privado][+18]
“Todo tiene un compromiso moral, si usted lo puede encontrar”
— Lewis Carroll
— Lewis Carroll
Era un arte, una labor en la que se necesitaba mucho tacto, no era solamente desnudarse y follar con alguien, se debía ser cauteloso, saber moverse en las manos ansiosas de la ajena, todo para que, se volviera loca y deseara volver a buscarla. Todo era un arte que se aprendía, luego de algunos ensayos, los cuales, podrían haber salido mal o bien, todo dependía del punto de vista del implicado; para los hombres que follaron y descargaron su semilla, fue de maravilla, pues obtuvieron lo que querían: sexo. Mientras que yo, tuve que recuperarme por semanas de sus malos tratos.
Era aprender, si hubiera elegido a alguien más, estaba seguro que la estuviera pasando muy mal, con alguien brusco, que no explora mi cuerpo y disfruta cada segundo, con alguien que solamente desea que me baje los calzones y con eso bastara, pero era el juego que mantenía viva nuestra esencia, sin eso moriríamos, seriamos meros animales, queriendo saciar sus instintos. ¿Que mas juegos que ser Glenn intentando ser Gabrielle? Me reía a mis adentros, mientras se descubría una parte de mí, desbaratando toda la careta que tenia montada con el nombre de Gabrielle. Su reacción fue natural, no me sorprendió en lo mas mínimo, mas no tuve mucha defensa, aun así, mi cuerpo se me tenso, tratando de poner mis manos cerca de mi rostro.
Su mirada repulsiva, me llevaba a mi niñez, la gente siempre tenía esa mirada, mientras caminaba por aquel pueblo, yo siendo un niño huérfano, no tenía ninguna protección, de las negras almas que lo rodeaban. Por los golpes en el techo me estremecí, pensé que había llegado a mi fin, no quise decir ninguna palabra, estaban de mas, aun así, el no hizo nada, solamente salió del carro, sorprendiéndome su acción, parpadee varias veces, sintiendo que era buena idea ir tras de él, pero mi cuerpo se movió, saliendo disparado del carruaje, detrás de él. — Oye… — susurre acomodándome mis ropajes, mientras lo seguía entre la oscuridad, hasta que puse aferrarme a sus ropas y detenerlo, en mis ojos había cierta timidez, cierta vergüenza de caer tan bajo — Lo siento ¿Si? Pero no ha quedado de otra… esto es lo que la vida me ha permitido hacer — mire hacia los lados, no había nadie, me separe de él, dejando salir un leve jadeo, bueno ya no importaba, todo se había desvanecido, al parecer no había estado bien borracho.
Glenn Thomsson- Prostituto Clase Baja
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Localización : Debajo de alguna falda
Re: Joyas Falsas [Privado][+18]
No camina todo lo rápido que querría porque el alcohol le ha hecho mella y prefiere ir lento sobre seguro que arriesgarse a trastabillar. Nunca ha sentido el menor respeto por los hombres ebrios que se ve caminar haciendo eses a las tantas de la noche por la ciudad, manchando con su presencia la buena reputación de las calles de París, y prefiere tardar tres horas en regresar a su casa que convertirse en uno de ellos. Lamentablemente ese paso más relajado también da ventaja a Gabrielle para que lo alcance sin mucha dificultad, y no teniendo bastante con haberlo humillado antes lo agarra de la ropa y lo obliga a detenerse. Peter Jan ha necesitado un poco de aire frío para despejar la parte más racional de su mente, pero una vez que lo ha conseguido sabe que no la volverá a perder, es demasiado sereno y está muy acostumbrado a ser dueño de sus actos como para permitir que un arrebato estúpido de adolescente orgulloso arruine su comportamiento ejemplar. O lo era hasta que ha decidido pasar a mayores dentro de una diligencia con una prostituta que ha resultado ser una sorpresa. ¿En qué demonios estaba pensando? Lo tiene merecido por caer tan bajo, él nunca ha sido así, no le importa mantenerse alejado de las mujeres y sabe bien cómo aplacar los rescoldos del fuego propio de su edad sin ayuda de nadie. Pero no está hecho al licor y esa noche, para su desgracia, ha bebido más de lo que normalmente soporta, cosa de la que ahorra obviamente se arrepiente.
No va a salir corriendo pero toma la muñeca del chico con firmeza y la aparta de su brazo, no quiere que le toque, ya tiene suficiente con los reproches que se está haciendo a sí mismo como para encima tener un recordatorio permanente del desagradable descubrimiento que acaba de hacer bajo sus faldas. - No es verdad, escogiste el camino más fácil. - Le dice sin intención de sermonearle, solo constatando algo que para él es una realidad. Sí, tiene una familia y en su infancia no paso hambre, pero no se puede decir que fuera precisamente una época regalada de su vida; en Kiruna todo era hielo, sus padres y hermanas casi pierden la vida viajando hacia el norte y él empezó a cazar con el resto de hombres del pueblo apenas tuvo edad de sostenerse solo en pie. - Podrías ser criado, trabajar el campo, unirte al clero o ser un cortesano sin hacer trampas, ¿crees que no sé que los hay? Pero así ganas dinero porque hay gente lo bastante pervertida como para que eso le guste a alguien. - Se frota el puente de la nariz obligándose a respirar hondo, ese muchacho no tiene la culpa de que él se haya pasado bebiendo en la fiesta. - Ni siquiera sé cómo te llamas de verdad, y tal vez es mejor así. ¿Cuánto quieres por olvidarte de lo que ha pasado? - Su tío tiene dinero y nunca le ha pedido nada, aunque es cierto que tampoco tiene derecho porque el viejo le ha acogido como a un hijo sin hacer preguntas nunca. Por eso Peter Jan sabe que tampoco las hará ahora, y más si es para silenciar algo deshonroso. Solo espera que no le tenga muy en cuenta ese desliz de juventud.
No va a salir corriendo pero toma la muñeca del chico con firmeza y la aparta de su brazo, no quiere que le toque, ya tiene suficiente con los reproches que se está haciendo a sí mismo como para encima tener un recordatorio permanente del desagradable descubrimiento que acaba de hacer bajo sus faldas. - No es verdad, escogiste el camino más fácil. - Le dice sin intención de sermonearle, solo constatando algo que para él es una realidad. Sí, tiene una familia y en su infancia no paso hambre, pero no se puede decir que fuera precisamente una época regalada de su vida; en Kiruna todo era hielo, sus padres y hermanas casi pierden la vida viajando hacia el norte y él empezó a cazar con el resto de hombres del pueblo apenas tuvo edad de sostenerse solo en pie. - Podrías ser criado, trabajar el campo, unirte al clero o ser un cortesano sin hacer trampas, ¿crees que no sé que los hay? Pero así ganas dinero porque hay gente lo bastante pervertida como para que eso le guste a alguien. - Se frota el puente de la nariz obligándose a respirar hondo, ese muchacho no tiene la culpa de que él se haya pasado bebiendo en la fiesta. - Ni siquiera sé cómo te llamas de verdad, y tal vez es mejor así. ¿Cuánto quieres por olvidarte de lo que ha pasado? - Su tío tiene dinero y nunca le ha pedido nada, aunque es cierto que tampoco tiene derecho porque el viejo le ha acogido como a un hijo sin hacer preguntas nunca. Por eso Peter Jan sabe que tampoco las hará ahora, y más si es para silenciar algo deshonroso. Solo espera que no le tenga muy en cuenta ese desliz de juventud.
Peter Jan Hansson- Cazador Clase Media
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Re: Joyas Falsas [Privado][+18]
“Fiel a sí mismo, es decir, fiel a su futuro, no a su pasado.”
— Georges Perros
— Georges Perros
Su agarre, no me sorprende, me duele la muñeca que está siendo abrazada por los dedos de Peter Jan, miro con cierta preocupación, su fuerza es notable, pero mi mirada se va hacia él, para verle a los ojos, porque en realidad, avergonzado de lo que hacía, no estaba, no debía estarlo, era lo que tocaba hacer, no había la opción de arrepentirse. Deje salir un jadeo, ante tal rechazo, hacerme alejar de él, no sabe cuánto partía mi corazón, el volver a sentir ese asqueroso rechazo de una persona, pero ya debía estar acostumbrado o eso se pensaba, pero no, nadie podría acostumbrarse a eso.
Si, era verdad, era fácil abrir las piernas, tomar algunos cuantos vinos, para que el dolor de la penetración no fuera tanta, dejar que un hombre entrara y te diera cuatro miserables francos, tres, porque sobraba algo, aun así a ellos le encantaba, esa sorpresa, bueno a la mayoría, en ocasiones, como aquel joven, parecía no agradarle mucho lo extra, bajo el pantalón. Aun así, no era fácil acostumbrar, estar dentro de ese mundo, era más complicado de lo que parecía, pero al parecer nadie lo veía, solamente los que estábamos ya metidos hasta la garganta de esa mierda, sabia verdaderamente lo difícil que era este trabajo.
—Me niego a tomar algo de tu dinero, si no te he dado un servicio — concluyo llevando mis manos hacia atrás, con la mirada baja, mientras busco darle el espacio que necesitaba, tenía razón, hubiera podido ser alguien de ese tipo, pero si, solamente no me hubieran enseñado eso desde pequeño — Soy huérfano, mi única familia era una niña, huérfana, también, vivíamos en una pequeña habitación abandonada, mientras los del pueblo nos veían como una peste. ¿Sabes que hicieron? Nos golpearon, nos violaron, nos maltrataron hasta casi dar muerte —alce mi mirada, con los ojos llenos de lagrimas, era un hombre, pero eso no quería decir que no pudiera llorar, esa era un relato muy fuerte — ¿Qué oportunidades diferentes pude tener con tal pasado? —gruñí suavemente, enojado conmigo mismo, que me escondía debajo de las faldas de Gabrielle, esperanzado de que vendrían cosas mejores si cargaba un vestido.
Ser Glenn nunca traía nada bueno — No puedo recibir su dinero, pensara que es estúpido e ilógico, pero no puedo, lo siento, me gusta ganarme esos francos, bueno aunque en ocasiones, si se le pierde algo a los clientes y llega a mis manos, las cosas siempre se pierden — me reí ante eso, si, en ocasiones era un ladrón de sabanas. Me atreví a acercarme a él, sujete su rostro y lo bese castamente, antes de que me diera un golpe, salte para estar a una distancia prudente, por suerte estaba ebrio — Si quiere hacerme callar y pagarme, al menos déjeme chupársela — propuse señalando a sus pantalones con una sonrisa amplia — Quedara entre nosotros, como todo lo demás — era algo estúpido, tal vez era mejor correr, pero si lograba irme con dinero, sería algo diferente y la noche se arreglaría.
Glenn Thomsson- Prostituto Clase Baja
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Localización : Debajo de alguna falda
Re: Joyas Falsas [Privado][+18]
Le extraña que después de haberle engañado con algo tan sucio como lo que esconde bajo el vestido se haga el honrado y se niegue a aceptar su dinero. No suele dar segundas oportunidades a nadie, pero también es cierto que los seres con los que normalmente se las ve son esos a los que no le importa atravesar con su daga: así es como resuelve las discusiones. No obstante el chico Gabrielle es humano, o eso parece, y vender su cuerpo no es un delito de los que al cazador interesan, de eso que se ocupen otros. Se resiste a guardarse los francos más aún al oír su historia, aunque contempla la posibilidad de que se la esté inventando para dar lástima. No sería la primera prostituta que adorna su pasado con oportunas tragedias que van directas al buen corazón de los clientes bondadosos. - ¿Dónde está ella ahora? - Pregunta sin poderse contener. Peter Jan tiene tres hermanas mayores y si alguien les tocara un solo pelo de la cabeza lo mataría sin contemplaciones.
Así que además de cortesano es un ladrón, vaya joya. - Ten cuidado con lo que haces. - Se ve aconsejándole contra su voluntad porque lo que le pase a ese muchacho no debería importarle en absoluto. - Al último que intentó robarme a mí le corté un dedo. - No se le ve orgulloso de ese acto pero sus reflejos están bien entrenados para saltar solos a la menor provocación y eso tiene a veces resultados peligrosos. Antes de que pueda volver a insistir con el dinero se ve a pocos centímetros de los labios que hace un momento estaba besando sin la menor dilación, pero ahora es muy diferente y lo aparta sin querer ser brusco, aunque con firmeza. Eso no le gusta y el escalofrío de rechazo le eriza el vello de los brazos, haciendo que por primera vez se le escape una expresión de desagrado que le frunce el labio superior. - No vuelvas a hacer eso. - Le advierte. El chico está tratando de imponerle su cercanía y eso ya le da motivos para enfadarse de verdad, sobre todo cuando ha sido tan explícito con lo que quiere y lo que no.
Que el falso Gabrielle le proponga acercarse a su entrepierna le hacer perder del todo la paciencia. - ¡No soy marica! - Estalla. Se frota la cara con la mano derecha, resoplando, tratando de volver a tomar el control. ¿Por qué ese joven es el primero en mucho tiempo que logra sacar al sueco de sus casillas? Y además le resulta tan extraño estar discutiendo de eso con alguien que en apariencia sigue siendo mujer que se siente irreal, así que se acerca al cortesano y con gestos suaves le quita la peluca. Ahora los rasgos cuadrados de su cara encajan mucho mejor con el cabello corto y castaño que le corresponde. - Si no quieres el dinero ven a mi casa, te entraré por la puerta de servicio y haré que te sirvan algo de cenar. - Luego piensa guardarle unos francos entre los pliegues del vestido en cuanto se distraiga, confía en su agilidad. - Y no se te ocurra amenazarme porque aquí no ha pasado nada, y será tu palabra contra la mía. - Y en el estatus social de una ciudad como ésa Glenn no es nadie.
Así que además de cortesano es un ladrón, vaya joya. - Ten cuidado con lo que haces. - Se ve aconsejándole contra su voluntad porque lo que le pase a ese muchacho no debería importarle en absoluto. - Al último que intentó robarme a mí le corté un dedo. - No se le ve orgulloso de ese acto pero sus reflejos están bien entrenados para saltar solos a la menor provocación y eso tiene a veces resultados peligrosos. Antes de que pueda volver a insistir con el dinero se ve a pocos centímetros de los labios que hace un momento estaba besando sin la menor dilación, pero ahora es muy diferente y lo aparta sin querer ser brusco, aunque con firmeza. Eso no le gusta y el escalofrío de rechazo le eriza el vello de los brazos, haciendo que por primera vez se le escape una expresión de desagrado que le frunce el labio superior. - No vuelvas a hacer eso. - Le advierte. El chico está tratando de imponerle su cercanía y eso ya le da motivos para enfadarse de verdad, sobre todo cuando ha sido tan explícito con lo que quiere y lo que no.
Que el falso Gabrielle le proponga acercarse a su entrepierna le hacer perder del todo la paciencia. - ¡No soy marica! - Estalla. Se frota la cara con la mano derecha, resoplando, tratando de volver a tomar el control. ¿Por qué ese joven es el primero en mucho tiempo que logra sacar al sueco de sus casillas? Y además le resulta tan extraño estar discutiendo de eso con alguien que en apariencia sigue siendo mujer que se siente irreal, así que se acerca al cortesano y con gestos suaves le quita la peluca. Ahora los rasgos cuadrados de su cara encajan mucho mejor con el cabello corto y castaño que le corresponde. - Si no quieres el dinero ven a mi casa, te entraré por la puerta de servicio y haré que te sirvan algo de cenar. - Luego piensa guardarle unos francos entre los pliegues del vestido en cuanto se distraiga, confía en su agilidad. - Y no se te ocurra amenazarme porque aquí no ha pasado nada, y será tu palabra contra la mía. - Y en el estatus social de una ciudad como ésa Glenn no es nadie.
Peter Jan Hansson- Cazador Clase Media
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Re: Joyas Falsas [Privado][+18]
Debía confesarlo, me encantaba molestarlo, aunque sabía que nunca iba a caer, me gustaba hacer enojar a la gente, enfurecerlas, pero también me sentía derrotado, todo había fracasado, no había cumplido mi objetivo, al final de todo, solamente quedaba disfrutar lo que terminaba ofreciéndose el Peter, teniendo muy en claro, ya que él lo explico con mucha rudeza, debo decir, me gustaría que me devuelva la peluca, la necesita para trabajar, no me gusta estar sin ella. — No se me había pasado por la mente amenazarte — refunfuño, mirando los cabellos dorados entre sus dedos, hago un esfuerzo por volverla a tener, pero este simplemente me la aleja, como pequeño frustrado zapateo, mirándolo, frunció el ceño, mientras mis labios también se ven un poco tensados — ¿Sera que me la devuelves? — Pregunto alzando una de mis cejas — ¿O quieres probártela? — intuyo, queriendo molestarlo, más que nada.
Comer algo no estaría más, me cruzo de brazos, aceptare su propuesta, no deseo formar parte de un escándalo, pero ¡Vamos! Son divertidos, obtienes tus minutos de fama y aunque no le hace nada al joven Peter, gracias a su gran Status social, pueden ser tan molestos como una picada de mosquito — Bueno, pero mejor también bríndame algunos trapos viejos tuyos, así creo que te sentirías mas cómodo en mi presencia — me quejo, mientras alzo el pesado vestido, para comenzar a caminar hacia donde el cazador me orientara, esperando que la cena, terminara siendo lo suficientemente buena, como para pensar que no fue un día totalmente echado a perder.
asi miil perdones por la tardanza ;O;
Comer algo no estaría más, me cruzo de brazos, aceptare su propuesta, no deseo formar parte de un escándalo, pero ¡Vamos! Son divertidos, obtienes tus minutos de fama y aunque no le hace nada al joven Peter, gracias a su gran Status social, pueden ser tan molestos como una picada de mosquito — Bueno, pero mejor también bríndame algunos trapos viejos tuyos, así creo que te sentirías mas cómodo en mi presencia — me quejo, mientras alzo el pesado vestido, para comenzar a caminar hacia donde el cazador me orientara, esperando que la cena, terminara siendo lo suficientemente buena, como para pensar que no fue un día totalmente echado a perder.
asi miil perdones por la tardanza ;O;
Glenn Thomsson- Prostituto Clase Baja
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