AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Stranger in my life [Privado]
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Stranger in my life [Privado]
Te mira.
Te tienta peligrosamente para que te acerques.
Como el abismo profundo.
Como el agua oscura.
Halfdan Rasmussen
Sonreí mirando frente a mi el famoso circo gitano, aquel lugar en el que tiempo atrás había pasado unos momentos bastante divertidos con Hero. Aquel vampiro que tenía ya algo de tiempo sin ver pero el que era un gran amigo. En esta ocasión, mi compañía era muy diferente, pues aunque también era un sobrenatural era completamente opuesto a mi querido vampiro.
El perro era imprudente, impulsivo y parecía un niño pequeño que sabía que conseguía todo cuanto quería simplemente mostrando esa sonrisa suya y esa mirada de cachorro.
Aún era incapaz de explicarme porque aceptaba todo eso de ir con él, decirle mi nombre y todas esas cosas… incluso había ronroneado para él, eso era simplemente muy raro. Keath no dejaba de ser un extraño a quien casualmente me tope y nada de él debía mostrarse tan especial ante mi mirada como lo estaba siendo.
Solo debía soportar esa visita al circo y después olvidarme de él y de su nombre, eso era todo.
Gire el rostro para ver a Keath, quien me agradaba más cuando usaba ropa que en los momentos en los que andaba desnudo, ya fuera por el bosque o en su casa.
Habíamos salido de su casa en el momento justo en el que ambos usábamos ropa, aunque yo usara un vestido que no era mío. No podía mentir al decir que era extraño usar el vestido de alguien que sabía que no existía más en aquel mundo pero es que me quedaba tan bien que nunca nadie podría haber intuido ese hecho. Muy diferente a lo que él menciono antes, el vestido me quedaba justo, mantenía todo donde debía estar, pero eso no le diría porque era capaz de lanzarse sobre mi en cualquier instante y yo, estaba dispuesta a salir de su casa; por lo que cuando había preguntado sobre como me sentía en esa prenda solo le dije que me quedaba bien y que mejor se apurara para poder salir pronto.
Agradecía además que el circo gitano no estaba realmente lejos del lugar donde vivía así que no debimos andar mucho para toparnos con la entrada.
- Bien, aquí estamos - suspire dejando de mirarle para concentrarme en lo que realmente era nuestro objetivo, divertirnos un poco en aquel lugar; como si no nos hubiéramos divertido ya lo suficiente en el bosque y en su casa - ¿vamos? - le mire de reojo y sonreí. Me sentía cómoda estando a su lado de esa manera, el hecho de que existiera ahí a más gente que iba y venia disminuía las posibilidades de que él hiciera algo imprudente, a pesar de que cada cosa que hacía sin importar que fuera desviaba mi atención de todo, hasta de lo malo.
Camine entonces pasando entre dos gitanos que invitaban a todos aquellos que pasaban a entrar en el circo y descubrir que era lo que en ese lugar existía. Pocas personas se atrevían a visitar ese sitio pues los gitanos cargaban con mala fama y esa fama no se extendía únicamente por las personas normales sino que incluso entre nosotros eran conocidos por tener capturados cambiaformas para sus espectáculos. Por mi parte no tenía miedo a esas historias, ya había estado una vez en aquel sitio y todo salió bien; no tenía que ser diferente en esta ocasión.
- Entonces… ¿vienes? o ¿vas a quedarte ahí? - di un giro observando a Keath y termine por pasar a los gitanos que animados me dieron la bienvenida al circo y ahora solo era cuestión de esperar al perro.
Te tienta peligrosamente para que te acerques.
Como el abismo profundo.
Como el agua oscura.
Halfdan Rasmussen
Sonreí mirando frente a mi el famoso circo gitano, aquel lugar en el que tiempo atrás había pasado unos momentos bastante divertidos con Hero. Aquel vampiro que tenía ya algo de tiempo sin ver pero el que era un gran amigo. En esta ocasión, mi compañía era muy diferente, pues aunque también era un sobrenatural era completamente opuesto a mi querido vampiro.
El perro era imprudente, impulsivo y parecía un niño pequeño que sabía que conseguía todo cuanto quería simplemente mostrando esa sonrisa suya y esa mirada de cachorro.
Aún era incapaz de explicarme porque aceptaba todo eso de ir con él, decirle mi nombre y todas esas cosas… incluso había ronroneado para él, eso era simplemente muy raro. Keath no dejaba de ser un extraño a quien casualmente me tope y nada de él debía mostrarse tan especial ante mi mirada como lo estaba siendo.
Solo debía soportar esa visita al circo y después olvidarme de él y de su nombre, eso era todo.
Gire el rostro para ver a Keath, quien me agradaba más cuando usaba ropa que en los momentos en los que andaba desnudo, ya fuera por el bosque o en su casa.
Habíamos salido de su casa en el momento justo en el que ambos usábamos ropa, aunque yo usara un vestido que no era mío. No podía mentir al decir que era extraño usar el vestido de alguien que sabía que no existía más en aquel mundo pero es que me quedaba tan bien que nunca nadie podría haber intuido ese hecho. Muy diferente a lo que él menciono antes, el vestido me quedaba justo, mantenía todo donde debía estar, pero eso no le diría porque era capaz de lanzarse sobre mi en cualquier instante y yo, estaba dispuesta a salir de su casa; por lo que cuando había preguntado sobre como me sentía en esa prenda solo le dije que me quedaba bien y que mejor se apurara para poder salir pronto.
Agradecía además que el circo gitano no estaba realmente lejos del lugar donde vivía así que no debimos andar mucho para toparnos con la entrada.
- Bien, aquí estamos - suspire dejando de mirarle para concentrarme en lo que realmente era nuestro objetivo, divertirnos un poco en aquel lugar; como si no nos hubiéramos divertido ya lo suficiente en el bosque y en su casa - ¿vamos? - le mire de reojo y sonreí. Me sentía cómoda estando a su lado de esa manera, el hecho de que existiera ahí a más gente que iba y venia disminuía las posibilidades de que él hiciera algo imprudente, a pesar de que cada cosa que hacía sin importar que fuera desviaba mi atención de todo, hasta de lo malo.
Camine entonces pasando entre dos gitanos que invitaban a todos aquellos que pasaban a entrar en el circo y descubrir que era lo que en ese lugar existía. Pocas personas se atrevían a visitar ese sitio pues los gitanos cargaban con mala fama y esa fama no se extendía únicamente por las personas normales sino que incluso entre nosotros eran conocidos por tener capturados cambiaformas para sus espectáculos. Por mi parte no tenía miedo a esas historias, ya había estado una vez en aquel sitio y todo salió bien; no tenía que ser diferente en esta ocasión.
- Entonces… ¿vienes? o ¿vas a quedarte ahí? - di un giro observando a Keath y termine por pasar a los gitanos que animados me dieron la bienvenida al circo y ahora solo era cuestión de esperar al perro.
Thalie De Rose- Cambiante Clase Media
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Fecha de inscripción : 10/09/2012
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Re: Stranger in my life [Privado]
“Al final de todo, la salida siempre llega a nosotros. Tarde, temprano, pero no nunca. Porque nunca es la nada, es la no existencia de tiempo. Y nunca no hay existencia. Logras entenderlo?”
Llegábamos al circo gitano, éramos dos simples personas en el rayo humeante del sol. Vestidos de clase media, tal y como éramos, una mujer hermosa con un vestido estructurado y religiosamente acampanado y un hombre, yo, vestido con un traje simple, que hacía juego con unos pantalones no demasiado ajustados y algo desgastados, esas botas absolutamente incomodas, que provocaban ganas de morderlas hasta que mis dedos queden fuera. Pero allí estábamos y no me permitiría arruinar todo solo porque me incomodaban los zapatos. No señores, estaba dispuesto a comportarme hermosamente frente a esa dama rubia y perfecta que tenía a mi lado. Con sus senos bien puestos y su trasero que daban ganas de dormir arriba. Se me caía la baba de solo pensar en “él” y me estresaba por la sola idea de tener a la gatita entre mis brazos por la noche. Instintivamente la miré, primero a los ojos, luego a sus compañeras y luego a su cintura, lo demás no se podía apreciar demasiado en ese vestido. Un rostro hermoso, un cabello dorado como el sol que tanto me gustaba. Ponerme frente al rayo de él era algo que me daba demasiado placer, principalmente cuando estaba en otoño o invierno y el frío entraba por mi cobija en la noche.
Miré al frente, apenas estábamos a unos cuantos metros del circo, no me sentía incómodo, al contrario, era una comodidad absoluta, ponía mis brazos detrás de mí cuello y me estiraba bostezando de vez en cuando. — Hace como tres días que no duermo bien! Debería dejar de ir a ese bar a apostar. Aunque! No lo creeríais, el otro día gané más de diez francos en una sola ronda. Me fui del juego en ese mismo momento, no quería perderlos. Decidme, que hacéis para vivir? — Mirándola de reojo, le sonreí con cordialidad a los gitanos que nos recibían, moviendo la mano a un lado y al otro, empezando a dirigirme hacia el inicio de los juegos, había algunos bastante graciosos, pero yo quería ir a ese que había que pegarle a una bola y un metal salía disparado hacia arriba. El que daba a lo más alto y hacía chillar al payaso ganaba alguna cosa. — Pues claro que voy, a eso vinimos! — Rezongué y me acerqué dando unos saltitos, pasando rápidamente a todos los gitanos, les volví a saludar mostrando todos mis dientes blancos y perrunos y me quedé al lado de la princesa rubia, ajusté una mano a su cintura y la tironeé para que me siguiera. — Hay uno muy bueno! Queréis un osito? Yo es, OBVIO, que sacaré el más grande para vos, Mademoiselle... — Le lamí la mejilla en un acto levemente imprudente, pero tampoco era algo realmente desubicado, aparte que nadie miraba, pero por las dudas, al terminar de hacer salí disparado hacia el frente, riendo con una pequeña carcajada de mí accionar.
— Anda Cami, vamos, o mejor jugamos a ese que hay que pescar? Seguro eres buena en eso… — Entrecerrando los ojos la miré, la estaba provocando, con mis altivos ojos color verde profundos, estaba encantado por ver el rostro de la gata molesta. Era una expresión que ya había conocido antes, pero me encantaba, aunque, valga la redundancia, todas sus expresiones me parecían hermosas. Me daban un salto de alegría. Y ese vestido… Ese vestido perturbador. Tanto mirarla hizo que me choque con una pareja y luego al intentar esquivarla con un grupito de niños. — Lo siento! Ah! Wo! Wo! Lo siento. Cuando van a crecer? No os pude ver! — Bromeé con los últimos, los cuales me miraron algo molestos y luego miraron a Camila, enarcando una ceja. —¡¡¡Habéis conseguido novia!!! Jaaa! Ahora todos se van a enterar! ¿Cómo se llama? — Las palabras burlonas de los chicos que eran los que usualmente jugaban con él en las tardes, como perro o como humano, rezumbaban en mis oídos y me hacían reirá, lo que ellos no sabían era que la gata sería la única perturbada de esa discusión. — Se llama Gata Feroz. Me dijo que ella puede ganarme en el juego del martillo! Quieren que apostemos? Si gano, me tiene que dar un beso. — Jugaba, provocaba y la miraba, arqueando una ceja, en tanto los niños de no más de doce años reían a carcajadas y asentían, dando pequeños saltos, aplaudiendo en tanto apuntaban a donde estaba aquel dichoso juego típico de ferias y circos.
“Juguemos a los cien puntos, el ganador besará al perdedor. Es un trato. No tiene ninguna falla. Ninguno pierde. No crees?”
Keath Roggers- Cambiante Clase Media
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Fecha de inscripción : 14/05/2013
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Re: Stranger in my life [Privado]
Que los besos hagan temblar la noche perfumada.
Laura Victoria
Al verle bostezar me daban ganas de meter mi dedo en su boca antes de que la cerrara, como un juego de infantes o más que eso una bobería, pero en lugar de eso hice mala cara al escucharle decir lo de las apuestas.
– Así que te la pasas apostando y por eso no duermes, no deberías hacer eso tan seguido o al menos si vas a hacerlo deberías descansar – pase uno de mis dedos por su mejilla – terminaras con unas ojeras tremendas y entonces ya no volveré a salir contigo de ser así – mordí mi lengua después de haber dicho aquello. No pensaba volver a salir con él o algo por el estilo y sin embargo le había dicho que no lo haría si tenia ojeras – esta bien que ganes bastante dinero en eso, me alegro por ti y yo, pues yo soy mesera en un café. Es divertido hacerlo y mis compañeras de trabajo son personas muy agradables – sonreí al pensar en ellas, que en los últimos días también se habían mostrado preocupadas por mi y la forma en la que estaba actuando, con todo y que había hecho de todo para que nadie notara que estaba extraña.
Era increíble la manera en la que pasaba frente a los gitanos como si ellos no pudieran dejarnos atrapados en aquel ciervo en cualquier instante. Espere a que llegara hasta a mi, como si fuéramos una de esas parejas que salían a divertirse juntos, pero éramos más bien como un perro y una gata que se perseguían.
Su mano rodeo mi cintura y pensé en alejarme de él, pero el calor de su cuerpo cerca del mío me lo impedía; me gustaba como se sentía su cercanía y por eso me deje guiar por él sonriendo a sus palabras pues el único que se había esforzado por ganar algo por mi (aunque realmente no fuera un gran esfuerzo) había sido Hero.
– Ganaras entonces un oso para mi, quiero ver eso entonces – su lengua paso por mi mejilla y me gire a mirarle cuando su mano se alejo de mi y avanzo un poco más rápido – Eres un malvado, si vas a lamerme para la siguiente acepta las consecuencias de tus actos y no huyas – levante un poco aquel vestido y trote un poco para alcanzarlo.
Le saque la lengua un poco sin que mi sonrisa desapareciera de mis labios al tiempo que caminaba tras él. Notaba como le gustaba hacerme rabiar y decirme cosas que sabía que me pondrían algo más activa.
– Claro que soy buena en eso, pero vamos escoge el juego que quieras y veras como es que te gano Keath… hey, cuidado adelante – intente avisarle pero termino por chocar cono una pareja, mientras que por mi parte no pude evitar reír ante aquello. Termine por acercarme a él cuando estaba con unos pequeños niños, estar con niños era agradable, como si todos los problemas del mundo no fueran más que algo que estorbaba para poder divertirse.
Sonreí a todos ellos que comenzaron a analizarme si bien me acerque hasta quedar a un lado de Keath. Mis mejillas se sintieron calientes, supuse que estaba toda roja e intente ignorar ese hecho.
– ¿Novia? No, yo… – estaba justo por darles explicaciones a todos aquellos pequeños cuando el perro hizo gala de sus palabras para molestarme de nuevo – No me digas gata feroz delante de los niños – hice una mueca y los niños comenzaron a reír.
– Tú novia esta molesta, deberás darle más de un beso para que te perdone – correteaban de un lado a otro, alrededor de nosotros – entonces ¿crees que le ganaras? – todos los pequeños estaban entusiasmados con ese juego que Keath había inventado, así que creí que podría usarlo a mi favor.
– Si, creo que puedo ganarle. Después de todo no ha dormido bien estos días y si yo gano… dejaremos de ser novios – le mire sonriente, sintiendo la victoria que seria algo bastante dulce contra aquel can. Caminamos junto a los pequeños hasta que aquel juego apareció frente a nosotros y el hombre que cuidaba de él se acercó un poco a nosotros, esperando saber cuantos éramos los que jugaríamos.
– Anda perrito, demuestra lo que puedes hacer – finalice antes de que dijera algo más o que los infantes siguieran hablando a nuestro alrededor.
Laura Victoria
Al verle bostezar me daban ganas de meter mi dedo en su boca antes de que la cerrara, como un juego de infantes o más que eso una bobería, pero en lugar de eso hice mala cara al escucharle decir lo de las apuestas.
– Así que te la pasas apostando y por eso no duermes, no deberías hacer eso tan seguido o al menos si vas a hacerlo deberías descansar – pase uno de mis dedos por su mejilla – terminaras con unas ojeras tremendas y entonces ya no volveré a salir contigo de ser así – mordí mi lengua después de haber dicho aquello. No pensaba volver a salir con él o algo por el estilo y sin embargo le había dicho que no lo haría si tenia ojeras – esta bien que ganes bastante dinero en eso, me alegro por ti y yo, pues yo soy mesera en un café. Es divertido hacerlo y mis compañeras de trabajo son personas muy agradables – sonreí al pensar en ellas, que en los últimos días también se habían mostrado preocupadas por mi y la forma en la que estaba actuando, con todo y que había hecho de todo para que nadie notara que estaba extraña.
Era increíble la manera en la que pasaba frente a los gitanos como si ellos no pudieran dejarnos atrapados en aquel ciervo en cualquier instante. Espere a que llegara hasta a mi, como si fuéramos una de esas parejas que salían a divertirse juntos, pero éramos más bien como un perro y una gata que se perseguían.
Su mano rodeo mi cintura y pensé en alejarme de él, pero el calor de su cuerpo cerca del mío me lo impedía; me gustaba como se sentía su cercanía y por eso me deje guiar por él sonriendo a sus palabras pues el único que se había esforzado por ganar algo por mi (aunque realmente no fuera un gran esfuerzo) había sido Hero.
– Ganaras entonces un oso para mi, quiero ver eso entonces – su lengua paso por mi mejilla y me gire a mirarle cuando su mano se alejo de mi y avanzo un poco más rápido – Eres un malvado, si vas a lamerme para la siguiente acepta las consecuencias de tus actos y no huyas – levante un poco aquel vestido y trote un poco para alcanzarlo.
Le saque la lengua un poco sin que mi sonrisa desapareciera de mis labios al tiempo que caminaba tras él. Notaba como le gustaba hacerme rabiar y decirme cosas que sabía que me pondrían algo más activa.
– Claro que soy buena en eso, pero vamos escoge el juego que quieras y veras como es que te gano Keath… hey, cuidado adelante – intente avisarle pero termino por chocar cono una pareja, mientras que por mi parte no pude evitar reír ante aquello. Termine por acercarme a él cuando estaba con unos pequeños niños, estar con niños era agradable, como si todos los problemas del mundo no fueran más que algo que estorbaba para poder divertirse.
Sonreí a todos ellos que comenzaron a analizarme si bien me acerque hasta quedar a un lado de Keath. Mis mejillas se sintieron calientes, supuse que estaba toda roja e intente ignorar ese hecho.
– ¿Novia? No, yo… – estaba justo por darles explicaciones a todos aquellos pequeños cuando el perro hizo gala de sus palabras para molestarme de nuevo – No me digas gata feroz delante de los niños – hice una mueca y los niños comenzaron a reír.
– Tú novia esta molesta, deberás darle más de un beso para que te perdone – correteaban de un lado a otro, alrededor de nosotros – entonces ¿crees que le ganaras? – todos los pequeños estaban entusiasmados con ese juego que Keath había inventado, así que creí que podría usarlo a mi favor.
– Si, creo que puedo ganarle. Después de todo no ha dormido bien estos días y si yo gano… dejaremos de ser novios – le mire sonriente, sintiendo la victoria que seria algo bastante dulce contra aquel can. Caminamos junto a los pequeños hasta que aquel juego apareció frente a nosotros y el hombre que cuidaba de él se acercó un poco a nosotros, esperando saber cuantos éramos los que jugaríamos.
– Anda perrito, demuestra lo que puedes hacer – finalice antes de que dijera algo más o que los infantes siguieran hablando a nuestro alrededor.
Thalie De Rose- Cambiante Clase Media
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Re: Stranger in my life [Privado]
“Y hoy estoy apostando mis sentimientos. Mis recuerdos, mi pasado y los pensamientos encontrados que tengo al verte vestida en el traje de mi difunta esposa”
Era increíble poder escuchar eso de una mujer, pensaba que me diría, algo muy malo acerca del hecho de aposar, como muchas personas solían hacerlo-hombres y mujeres-. Aunque usualmente yo lo hacía sonar como algo profesional y valeroso, los demás lo tomaban como algo que era realmente horrible y desgastante. Casi siempre deseaba nunca haber dicho de qué “trabaja” pues era tal el sentimiento de frustración que me era muy difícil masticar esas peleas de pensamientos que tenía con las personas, me resultaban como unas dagas de plata recién terminadas de afilar. Quizá era demasiado sensible, pero como fuese la felina había hecho algo inesperado, que me llenó completamente de regocijo. Al final de todo ella tenía un poco de razón, pero yo solo apostaba con gente de dinero, con personas a las que no les afectara tener un saco de francos más o menos. Y ese tipo de juegos se hacía casi siempre a horarios realmente tardes, porque la policía no debía saber que ese tipo de personas estaba en los bajos trucos. Aquellas nuevas palabras ajenas me hicieron acordar automáticamente a mi esposa fallecida, cuando ella se enojaba era despertar a la bestia. — A-ah! Dormiré más, lo prometo! Pero no es mi culpa~ — De todos modos rezongué fastidiado por haberle hecho una promesa, siempre las cumplía y por eso algunas veces me molestaba por hacerlas. Me quedé pensando y la miré de reojo, escuchándola atentamente. Sabía que a las mujeres les gustaba ser escuchadas, lo había aprendido a los golpes. — En qué café? Quiero ir… Son todas mujeres?? — Inquirí de forma curiosa y con un deje de celos/enfado en mi paladar. La risa salió de forma estridente cuando casi me tira un zapato al verme correr. Síp, no aceptaba las consecuencias de mis actos y más aún cuando sabía que estaban fuera de lugar. Estaba a favor de la regla, pero en contra de hacerla. —¿Es que alguien no me puede alcanzar con esos zapatos en taco? Hahaha. Muy bien, me ganaré un oso, uno muy grande, pero yo soy más lindo que un oso…— Guiñándole el ojo la esperé, en tanto la conversación con los pequeños hacía paso entrante. Como todo un defectuoso galán movía mi mano y miraba de reojo a la adorada gata por su mal humor aparente. —Os pido mil disculpas Medemoiselle… No quise decirle así, sois más como una leona rugiente, estáis de acuerdo conmigo ustedes? — Pregunté en medio de una risa que se estaba escapando por todos los poros de mi piel. La situación era ridículamente entretenida, para cualquiera que estuviese alrededor. Los niños respondían en bromas y quejidos, apuntando a la muchacha que tenía a mi lado, algunos se sonrojaban y acuchilleaban a lo que me daba curiosidad saber qué dirían. —Es nuestra primera cita (¿?) No quiero enfadarla, ¿ya saben ustedes como son las mujeres? ¿Quién tiene novia? Eh?! Cómo que dejaréis de serlo? — De repente me pregunté cuando habíamos empezado a salir, pero la sonrisa de la gata me hizo reír de tal forma que apenas tuve tiempo de mirar alrededor.—Todos tenemos novia! ¿Qué os creéis?— Se notaba que mentían, pero eso me hacía reír aún mas y girandome seguía el camino. Encontrándome con una estructura de madera gigante, escamosa y algo vieja. Allí había una especie de circuito con poleas. Un martillo a un costado y con él había que pegarle a la superficie baja, esta se conectaba a algún tipo de contra peso que hacía elevar un bloque de unos kilos de acero y el que llegaba más arriba o tocase la campana del final vertical, ganaba.
—¿Es que tengo que ir yo primero? Ah! No les digas a los niños que no me has dejado dormir bien en la noche… Ellos no pueden saber eso! — Susurré cerca de la oreja ajena, sin dejar que los pequeños me escuchen demasiado, olfateando dentro de aquel agujerito que me quedé tentado en lamerle, pues el hombre que cuidaba el juego vino a preguntarnos. Un quejido de malos amigos salió de mí y sin hacerle caso tomé el martillo con ambas manos. Separé las piernas y sin siquiera contar hasta dos, golpeé con fuerzas aquel resorte. Mis músculos se tensaron y apretaron y la perilla subió hasta tocar la campanita, no era algo de sorprenderse, éramos, ambos dos, seres superhumanos, así que aún con eso, tenía miedo que ella me pudiese ganar. Me preguntaba si haría trampa en eso? Bueno, de todos modos no había aceptado aquel trato y en cualquier caso, la perseguiría en los días siguientes, ella tenía cosas que me traían demasiada felicidad como para dejarla escapar. Al menos, si ella no quería besarme, podría mantenerla abrazada en mis brazos por largo rato, recordando el calor de una mujer. Eso sonaba bastante mal a decir verdad, pero no estaba seguro si había alguna otra forma de decirlo. — Ahí te ves gata molesta, supera eso, pero yo ya me gané el oso de peluche! — Sacándole la lengua, le entregaba el martillo, apretando su cintura un poco. Me quedé atrás, esperando que ella hiciera lo suyo de forma muy inocente. Pero estaba atento, cuando estuviese a punto de golpear, le tocaría disimuladamente la parte superior de esas dichosas piernas que ya había tenido el placer de ver. Esas posaderas carnosas serían meramente violadas por un fin superior. Que no se atreviese a ganarme.
“La batalla no es la guerra. Pero de todas formas, no quiero perder ninguna de las primeras. Pues quien más batallas gana, tiene la victoria más cercana.”
Keath Roggers- Cambiante Clase Media
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Re: Stranger in my life [Privado]
Un beso legal nunca vale tanto como un beso robado.
Guy De Maupassant
Hice una mueca de la cual no me di cuenta; por algún motivo que me preguntara sobre las demás chicas que trabajan y si todas eran mujeres ejercía en mi un efecto pocas veces logrado, me encontraba segura de que si hubiese estado en forma de gato me habría erizado de la molestia.
– No te lo diré – respondí con algo de frialdad, más de la que espere que hiciera acto de notoriedad en mi voz – no te quiero siguiendo a mis compañeras de trabajo que si… son todas mujeres – desvíe la mirada pues no quería mirar sus ojos – Pero si tanto quieres puedo presentarte a una que otra que estén solteras, seguramente tus dotes de galán te ayudaran con ellas – resople sin darme cuenta pero aún así espere que no se hubiese dado cuenta de ese detalle por lo que camine sin prestarle mucha más atención.
Era tan molesto pero divertido, se burlaba de mi pues al parecer le encantaba mi rostro molesto y por más que intentara no hacerle ver esa expresión mía simplemente surgía de mi en el momento menos esperado, no hacía falta que dijera mucho o hiciera muchas cosas.
Caminaba mucho más rápido que yo para llegar a aquel juego y se jactaba de eso, pero no importaba, no, porque los niños eran felices, él se veía feliz y yo aunque me hiciera rabiar también estaba feliz.
– Deja de hablar de mi calzado, que mira que puedo andar perfectamente en ellos… ya quisiera verte a ti en unos, segur que no das más que tres pasos antes de rendirte por completo y no les digas a los niños que soy una leona… no lo soy – ante aquel comentario mío todos los niños se soltaron a reír.
– Es cierto, tu novia es una leona, se enoja contigo y te ira mal – las risas abundaban y sus palabras de imprudente llegaban una tras otra.
– Hey! eso es trampa, todos están de lado de él eso es trampa – mostré un puchero dedicada a cada uno de ellos, fueran niños o el mismo Keath.
Rode los ojos negando de manera divertida. No quería molestarme y era lo único que se la pasaba haciendo y con lo de nuestra primera cita, tan solo habíamos salido un poco esa no era una cita ¿o si?
– No es nuestra primera cita, no les mientas a los niños – de alguna manera extraña estaba segura de que realmente parecíamos una pareja, una bastante peculiar pero finalmente una pareja y el pensar en eso hizo que me sonrojara un poco mientras el hombre llevaba el martillo hasta nosotros, ese juego que definiría varias cosas en ese momento, nada importante pero algo que era un absoluto reto – te dije que dejaras de decir mentiras – le dije bajito cuando paso a mi lado, culpandome de no permitirle dormir bien.
Cuando se acerco a golpear aquel juego con el martillo que el gitano nos había entregado me fue imposible detener mi mirada en su figura, la verdad era que se veía demasiado bien y llamaba la atención de manera sencilla pues más de una mujer que paseaba por aquellos lugares le observo e incluso un grupo de cuatro chicas se detuvo a una distancia prudente solo para verle; pero decidí ignorarlas un poco para centrarme en ver lo que era capaz de hacer. Soltó el golpe a aquel juego y la campana sonó casi de inmediato; mis ojos no perdieron atención de Keath que se acercaba hasta mi con esa sonrisa de satisfacción tan masculina que poseía.
Repetí su acto, sacando mi lengua y escuchando las risas de los niños a nuestro alrededor.
– Ya veras perro lo que puedo hacer, pero sabes podríamos ahorrarnos todo esto si terminamos en paz, olvidas el beso y mejor te vas con ese grupo de chicas que no dejan de babearse los vestidos por ti – le di la espalda para acercarme al hombre que me estiro el martillo aquel. Para cualquier persona parecería sumamente pesado pero en nuestra ventaja estaba que éramos sobrenaturales y las cosas no eran iguales que con los humanos.
Respire hondo, enfocando mi entera atención a lo que debía hacer y no a las mujeres, a los niños o si quiera a Keath que sospechaba me observaría con mucha atención.
Levante el martillo dispuesta a terminar de una vez por todas con esa broma hecha a los niños y frente a ellos fingir que terminaba con aquel perro, pero justo cuando iba a darle a aquel pedazo de metal algo me robo las fuerzas por completo, algo que no espere y que era nada más que un juego muy bajo.
– Keath… - me gire a verle con las mejillas sonrojadas, mi golpe no había pasado la mitad de la distancia y todo era culpa de él – Eres un tramposo, como has hecho eso y frente a los niños – deje el martillo y me plante frente a si, con mirada molesta y una pena enorme – Tramposo, embustero… deberías irte con las chicas que te dije, seguro que ellas se dejan hacer tanto como quieras – resople, desviando la mirada y cruzando los brazos.
Guy De Maupassant
Hice una mueca de la cual no me di cuenta; por algún motivo que me preguntara sobre las demás chicas que trabajan y si todas eran mujeres ejercía en mi un efecto pocas veces logrado, me encontraba segura de que si hubiese estado en forma de gato me habría erizado de la molestia.
– No te lo diré – respondí con algo de frialdad, más de la que espere que hiciera acto de notoriedad en mi voz – no te quiero siguiendo a mis compañeras de trabajo que si… son todas mujeres – desvíe la mirada pues no quería mirar sus ojos – Pero si tanto quieres puedo presentarte a una que otra que estén solteras, seguramente tus dotes de galán te ayudaran con ellas – resople sin darme cuenta pero aún así espere que no se hubiese dado cuenta de ese detalle por lo que camine sin prestarle mucha más atención.
Era tan molesto pero divertido, se burlaba de mi pues al parecer le encantaba mi rostro molesto y por más que intentara no hacerle ver esa expresión mía simplemente surgía de mi en el momento menos esperado, no hacía falta que dijera mucho o hiciera muchas cosas.
Caminaba mucho más rápido que yo para llegar a aquel juego y se jactaba de eso, pero no importaba, no, porque los niños eran felices, él se veía feliz y yo aunque me hiciera rabiar también estaba feliz.
– Deja de hablar de mi calzado, que mira que puedo andar perfectamente en ellos… ya quisiera verte a ti en unos, segur que no das más que tres pasos antes de rendirte por completo y no les digas a los niños que soy una leona… no lo soy – ante aquel comentario mío todos los niños se soltaron a reír.
– Es cierto, tu novia es una leona, se enoja contigo y te ira mal – las risas abundaban y sus palabras de imprudente llegaban una tras otra.
– Hey! eso es trampa, todos están de lado de él eso es trampa – mostré un puchero dedicada a cada uno de ellos, fueran niños o el mismo Keath.
Rode los ojos negando de manera divertida. No quería molestarme y era lo único que se la pasaba haciendo y con lo de nuestra primera cita, tan solo habíamos salido un poco esa no era una cita ¿o si?
– No es nuestra primera cita, no les mientas a los niños – de alguna manera extraña estaba segura de que realmente parecíamos una pareja, una bastante peculiar pero finalmente una pareja y el pensar en eso hizo que me sonrojara un poco mientras el hombre llevaba el martillo hasta nosotros, ese juego que definiría varias cosas en ese momento, nada importante pero algo que era un absoluto reto – te dije que dejaras de decir mentiras – le dije bajito cuando paso a mi lado, culpandome de no permitirle dormir bien.
Cuando se acerco a golpear aquel juego con el martillo que el gitano nos había entregado me fue imposible detener mi mirada en su figura, la verdad era que se veía demasiado bien y llamaba la atención de manera sencilla pues más de una mujer que paseaba por aquellos lugares le observo e incluso un grupo de cuatro chicas se detuvo a una distancia prudente solo para verle; pero decidí ignorarlas un poco para centrarme en ver lo que era capaz de hacer. Soltó el golpe a aquel juego y la campana sonó casi de inmediato; mis ojos no perdieron atención de Keath que se acercaba hasta mi con esa sonrisa de satisfacción tan masculina que poseía.
Repetí su acto, sacando mi lengua y escuchando las risas de los niños a nuestro alrededor.
– Ya veras perro lo que puedo hacer, pero sabes podríamos ahorrarnos todo esto si terminamos en paz, olvidas el beso y mejor te vas con ese grupo de chicas que no dejan de babearse los vestidos por ti – le di la espalda para acercarme al hombre que me estiro el martillo aquel. Para cualquier persona parecería sumamente pesado pero en nuestra ventaja estaba que éramos sobrenaturales y las cosas no eran iguales que con los humanos.
Respire hondo, enfocando mi entera atención a lo que debía hacer y no a las mujeres, a los niños o si quiera a Keath que sospechaba me observaría con mucha atención.
Levante el martillo dispuesta a terminar de una vez por todas con esa broma hecha a los niños y frente a ellos fingir que terminaba con aquel perro, pero justo cuando iba a darle a aquel pedazo de metal algo me robo las fuerzas por completo, algo que no espere y que era nada más que un juego muy bajo.
– Keath… - me gire a verle con las mejillas sonrojadas, mi golpe no había pasado la mitad de la distancia y todo era culpa de él – Eres un tramposo, como has hecho eso y frente a los niños – deje el martillo y me plante frente a si, con mirada molesta y una pena enorme – Tramposo, embustero… deberías irte con las chicas que te dije, seguro que ellas se dejan hacer tanto como quieras – resople, desviando la mirada y cruzando los brazos.
Thalie De Rose- Cambiante Clase Media
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Re: Stranger in my life [Privado]
“Las mujeres son tan complicadas como aquellos descubrimientos con los telescopios, miras derecho al cielo y en realidad miras más de mil millones de kilómetros a la izquierda. ¿Cómo encontrar la armonía en lo que quiero decir y en lo que ellas entienden?”
Me sorprendí al ver su rostro en esos momentos, parecía estar transformada, me recordaba a las señoras que salían irritadas a gritarles a sus hijos porque habían hecho algo mal. Y de seguro si estuviese transformado en perro mi cola se hubiese encastrado entre mis patas. Tragué saliva y negué sin hacer mucho espamento, intentando no reír, aunque lo hacía muy bajito por sus palabras macabras, sin siquiera mirarla a los ojos. Había aprendido que querer explicarles solo era peor; ya que las hacía sentir que estaban equivocadas y luego se ponían como leonas enojadas. ¿Y qué peor que una mujer de mal humor? Uno dice A y entienden B. Suspiré, en tanto su mirada me traspaso de lado a lado cuando siguió camino y solo troté detrás de ella, apoyando una mano en su cintura en lo que apuraba el paso. Me preguntaba qué es lo que la cabeza de la felina se habría inventado. Pero como fuese estaba contento de que sus compañeras fuesen mujeres; me quitaba un gran peso de encima saber que podría ir a espiarla y no tendría que lidiar con querer morderle el trasero a alguien. —Creo que no vienen calzados de mujer de mi talle, por suerte. Así que me temo no tendréis la posibilidad de verme en ellos. ¿¡Así que soy un galán, eh!? — La risa exploró mi paladar y salió con un chasquido de mis dientes ante la sola idea de que ella me contemplara de esa forma, que ciertamente no era acertada.
De nuevo su rostro dotado de molestia gatuna me hacía sentir que movía el rabo y de no necesitar fingir le hubiese lamido la mejilla allí mismo. Pero me contuve y solo reí espasmódicamente ante los sucesos que los niños provocaban. De alguna forma me sentía agradecido, hacían molestar a Camila y no era algo que me podía reclamar directamente. — ¡Yo no estoy diciendo nada! — Me quejé y le sonreí de lado, dejando que el juego avance, no había duda alguna de lo que sucedería, pero estaba tan ansioso por verla martillar que siquiera noté las personas que miraban a nuestro alrededor. Y mucho menos las mujeres cosa que ella notó más que rápidamente. Sus palabras relucieron picantes en el aire, cual alfombra bien frotada y miré de reojo a las muchachas que no parecían siquiera tener la mitad de la edad que tenía. — Mejor me quedo con el beso. ¡No podréis arrugar ahora! ¡Este es vuestro fin! — La amenazaba con una sonrisa radiante, esperando el momento indicado y cuando llegó me quedé perplejo, mientras tocaba su pierna miraba el pedazo de metal. Mi corazón latía rápidamente por ello, mordí mi labio y cuando aquel objeto dejó de subir y empezó a caer en picada me gire, con el puño cerrado, haciendo la señal de victoria. —¡Sí! Eh?! ¿Qué yo qué? ¡Pero si yo no hice nada! ¡Me habréis confundido con otro! Me debéis un beso~ ¡Oh! Ah… — Mi felicidad no había durado siquiera un segundo, pues ese cruce de brazos y esa mirada inquisidora y condenadora me hizo casi temblar para salir corriendo. ¿Es que me había metido en un gran problema? Miré de reojo a los niños, luego al tipo del juego y al final a las muchachas que estaban con una cara de asombro que ni yo me creía. Necesitaba encontrar la forma de justificarme y rápido. — Bueno… Yoo… Jajajaja, está bien, os perdono el beso. Toma, vuestro peluche! — Y con la sonrisa que era más de nervios que de otra cosa le planté el peluche en el pecho, esperando que lo agarre. No había encontrado forma de excusa a mis actos.
De repente aquella reprimenda me había hecho notar el mucho tiempo que había pasado desde que había estado en una situación así con una mujer. Me sentía inconfundiblemente débil ante esos encantos. Sabía que el poder de unos ojos que me atrapasen era más fuerte que cualquier hechizo. Pero había olvidado lo que se sentía. Era un dolor leve, pero agudo, que se encastraba finamente entorno al pecho y usualmente no te dejaba respirar y cuando lo hacía se escuchaba el ir y venir del aire. — ¿Qué? ¿Qué le habéis hecho a la leona? — Miré de reojo al niño que preguntaba eso, claramente no lo había visto, es que había tomado las precauciones necesarias para que nadie pudiese verme, un movimiento rápido y encapuchado, por ello no supe que decir y me quedé pensativo. — Ehh… La miré fijamente a la nuca y como nos queremos tanto ella me sintió y eso la hizo desequilibrar (¿?)— Era creíble? Pues no, pero sí pasaba y de eso estaba seguro. Más de una vez me había ocurrido en aquellos tiempos pasados, que aunque no veía la mirada, la sentía, penetrante en mi espalda era igual que verla a los ojos. Pero el rostro del niño no parecía satisfecho y por eso me quedé riendo, negando con suspicacia. — Es algo que los niños como tú. No en ten de rí annnn~ — Apoyé un dedo en la nariz del niño y fui nuevamente al lado de la gata, mirándola con aquel rostro de perro mojado y arrepentido que tan bien se me daba. — Bueno, los adultos necesitan estar solos, vayan a jugar, luego vuestras madres se molestan! — Les regañé y vi aquellas miradas ellas de risa y molestia que provocó que salgan disparatados nuevamente, al igual que antes, seguro volverían a chocar con la multitud.
“ Es un juego donde manda el menos poderoso. El un juego donde ambos podemos perder o ganar.”
Keath Roggers- Cambiante Clase Media
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Re: Stranger in my life [Privado]
El verdadero amor es como los espíritus: todos hablan de ellos, pero pocos los han visto
François De La Rochefoucauld
No retire su mano de mi cintura porque era agradable pero cuando caí en cuenta de lo que había dicho la aleje. Me sonroje por su pregunta, sin darme cuenta había aceptado que era atractivo y bueno que me resultaba galán.
– ¿Por qué siempre tomas las cosas como te vienen en gana? Solo no quiero que termines rompiendo el corazón de alguna de mis compañeras. – Dudaba que fuera de esos que se dedicaban a romper corazones femeninos a diestra y siniestra pero de verlo allá coqueteando o andando con alguna de mis compañeras… el solo pensarlo me revolvía el estomago – además sería molesto verte detrás de ellas o de mi así que olvidado, jamás sabrás donde es – quizás fuera cuestión de tiempo en que encontrara el lugar donde trabajaba pero si podía posponer eso un poco más de tiempo lo haría así necesitara tomar descansos o guiarle o otros sitios con mi olor; aunque si le ponía tacones, aunque no hubiera de su talle, entonces si sería complicado que me encontrara y de hecho me causaría una gracia tremenda verle de esa manera.
Continuaba hablando de manera segura sobre que iba a ganarme y me alegro ligeramente ver como miraba a las chicas pero no parecía prestarles mucha atención; eso me hizo sonreír y a las chicas al parecer no les había agradado eso pero para mi, me sentía como una gata luciendose, presumiendo ser la preferida frente a los demás y justamente eso estaba haciendo aunque probablemente no fuera muy correcto que hiciera eso. Así que me dedique a seguir en lo mío, disponiendo mi cuerpo a dar aquel golpe que me aseguraría la victoria pero fue el roce de su mano lo que provoco que mi concentración decayera y entonces había perdido, todo por aquella forma tan tramposa del perro de ganarme; me gire justo cuando su puño estaba en lo alto luciendo la victoria. Era un tonto, un impertinente y tramposo pero fuera como fuera había ganado así que por más molesta que estuviera debería pagar la apuesta.
– ¿Con otro? ósea que dejas que cualquiera vaya tocando mi cuerpo de manera tan tranquila, bueno entonces deberé encontrar quien me ayude – dije de broma justo antes de que aquel peluche me fuera ofrecido prácticamente a la fuerza, a modo de ocultar lo que había hecho conmigo.
Tome el peluche entre mis manos; tenía tanto tiempo sin recibir algo así, para ser exacta solo una vez en mi vida recibí un regalo como aquel y me lo había ganado mi padre cuando fui lo suficientemente mayor y no extraño que saliésemos en familia, como si todo fuera normal; en aquella ocasión había recibido un gato, que mi padre dijo se parecía a mi, sin embargo cuando debimos partir de su lado ese gato de peluche se quedo haciendole compañía y a lo que supe lo había hecho hasta que mi padre murió.
Volví a mi misma solo para escuchar como explicaba las cosas al niño y toda mi molestia de antes desapareció.
– Si, eso… me desequilibre pos sus miradas – le dije al niño que termino por cambiar la cara a que si yo lo decía quizás era cierto. Entonces fue que volví a recordar a mis padres y sus boberías cuando estábamos solos en familia. Esa clase de cosas como los desequilibrios y sentir al otro cuando dos se amaban intensamente, estaba segura de que era real porque lo había observado en ellos y ahora tenía que agradecer a Keath por hacerme recordar esas cosas que me hacían sonreír de manera boba.
Abrace el peluche que me había regalado mientras el terminaba de despedir a los niños quienes se giraron a decirnos adiós con la mano, gesto que repetí soltando brevemente el peluche. De nuevo estábamos solos él y yo, incluso las chicas se habían marchado, molestas tal vez porque no obtuvieron lo que buscaban pero para mi eso estaba bien. Suspire, pues aunque no le debía ahora el beso me sentía un tanto inquieta; así que le mire de reojo mientras que continuaba mirando a los niños como si fuera un verdadero perro guardián.
– Oye Keath… – sonreí esperando a que me mirara y apenas en el momento que lo hizo me acerque a besarle de manera lenta, solo para momentos después separarme y lamer mi labio – bueno estamos a mano… ya pague mi deuda – mis mejillas se sonrojaron un poco pero segundos después escuche varios gritos y al mirar en la dirección en la que venían pude observar a todos los niños que rápidamente se dieron a la fuga, haciendo que mis mejillas se volvieran demasiado calientes y cerré los ojos apenada – ves lo que debo pasar por tus palabrerías… Terminar en una cita con un perro que hace lo que quiere… ¿dónde iré a parar? - no me di cuenta de lo que había dicho al instante así que sencillamente hice como que no dije nada y le mire de reojo – bueno, continuemos – dije emprendiendo la marcha y esperando que aquello pasara desapercibido.
François De La Rochefoucauld
No retire su mano de mi cintura porque era agradable pero cuando caí en cuenta de lo que había dicho la aleje. Me sonroje por su pregunta, sin darme cuenta había aceptado que era atractivo y bueno que me resultaba galán.
– ¿Por qué siempre tomas las cosas como te vienen en gana? Solo no quiero que termines rompiendo el corazón de alguna de mis compañeras. – Dudaba que fuera de esos que se dedicaban a romper corazones femeninos a diestra y siniestra pero de verlo allá coqueteando o andando con alguna de mis compañeras… el solo pensarlo me revolvía el estomago – además sería molesto verte detrás de ellas o de mi así que olvidado, jamás sabrás donde es – quizás fuera cuestión de tiempo en que encontrara el lugar donde trabajaba pero si podía posponer eso un poco más de tiempo lo haría así necesitara tomar descansos o guiarle o otros sitios con mi olor; aunque si le ponía tacones, aunque no hubiera de su talle, entonces si sería complicado que me encontrara y de hecho me causaría una gracia tremenda verle de esa manera.
Continuaba hablando de manera segura sobre que iba a ganarme y me alegro ligeramente ver como miraba a las chicas pero no parecía prestarles mucha atención; eso me hizo sonreír y a las chicas al parecer no les había agradado eso pero para mi, me sentía como una gata luciendose, presumiendo ser la preferida frente a los demás y justamente eso estaba haciendo aunque probablemente no fuera muy correcto que hiciera eso. Así que me dedique a seguir en lo mío, disponiendo mi cuerpo a dar aquel golpe que me aseguraría la victoria pero fue el roce de su mano lo que provoco que mi concentración decayera y entonces había perdido, todo por aquella forma tan tramposa del perro de ganarme; me gire justo cuando su puño estaba en lo alto luciendo la victoria. Era un tonto, un impertinente y tramposo pero fuera como fuera había ganado así que por más molesta que estuviera debería pagar la apuesta.
– ¿Con otro? ósea que dejas que cualquiera vaya tocando mi cuerpo de manera tan tranquila, bueno entonces deberé encontrar quien me ayude – dije de broma justo antes de que aquel peluche me fuera ofrecido prácticamente a la fuerza, a modo de ocultar lo que había hecho conmigo.
Tome el peluche entre mis manos; tenía tanto tiempo sin recibir algo así, para ser exacta solo una vez en mi vida recibí un regalo como aquel y me lo había ganado mi padre cuando fui lo suficientemente mayor y no extraño que saliésemos en familia, como si todo fuera normal; en aquella ocasión había recibido un gato, que mi padre dijo se parecía a mi, sin embargo cuando debimos partir de su lado ese gato de peluche se quedo haciendole compañía y a lo que supe lo había hecho hasta que mi padre murió.
Volví a mi misma solo para escuchar como explicaba las cosas al niño y toda mi molestia de antes desapareció.
– Si, eso… me desequilibre pos sus miradas – le dije al niño que termino por cambiar la cara a que si yo lo decía quizás era cierto. Entonces fue que volví a recordar a mis padres y sus boberías cuando estábamos solos en familia. Esa clase de cosas como los desequilibrios y sentir al otro cuando dos se amaban intensamente, estaba segura de que era real porque lo había observado en ellos y ahora tenía que agradecer a Keath por hacerme recordar esas cosas que me hacían sonreír de manera boba.
Abrace el peluche que me había regalado mientras el terminaba de despedir a los niños quienes se giraron a decirnos adiós con la mano, gesto que repetí soltando brevemente el peluche. De nuevo estábamos solos él y yo, incluso las chicas se habían marchado, molestas tal vez porque no obtuvieron lo que buscaban pero para mi eso estaba bien. Suspire, pues aunque no le debía ahora el beso me sentía un tanto inquieta; así que le mire de reojo mientras que continuaba mirando a los niños como si fuera un verdadero perro guardián.
– Oye Keath… – sonreí esperando a que me mirara y apenas en el momento que lo hizo me acerque a besarle de manera lenta, solo para momentos después separarme y lamer mi labio – bueno estamos a mano… ya pague mi deuda – mis mejillas se sonrojaron un poco pero segundos después escuche varios gritos y al mirar en la dirección en la que venían pude observar a todos los niños que rápidamente se dieron a la fuga, haciendo que mis mejillas se volvieran demasiado calientes y cerré los ojos apenada – ves lo que debo pasar por tus palabrerías… Terminar en una cita con un perro que hace lo que quiere… ¿dónde iré a parar? - no me di cuenta de lo que había dicho al instante así que sencillamente hice como que no dije nada y le mire de reojo – bueno, continuemos – dije emprendiendo la marcha y esperando que aquello pasara desapercibido.
Thalie De Rose- Cambiante Clase Media
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Re: Stranger in my life [Privado]
“Soy una estaca pura, que gusta de clavarse en el corazón de una persona para no salir más, ser consumida y derretirse en una sola alma.”
Mi sonrisa carraspeaba cuando las dagas filosas eran lanzadas por la gata, ella insistía en ser una mujer ruda y yo podía ver como ronroneaba si se la tocaba en los lugares indicados. Era una dulce damisela con complejo de autosuficiencia. Eso era más que encantador y por supuesto que alababa la forma en la que vivía, una forma que a mí me había costado demasiado tiempo llevar a mi favor, por el dolor de tener que enfrentarse con la realidad de la soledad, de golpe, sin ningún tipo de aviso. De repente, sentirse en el filo del mundo, a punto de caer en una sociedad que estaba justo en una etapa de cambio, donde te unías a ellos o eras devorado. Y, ¿qué es lo que una persona súper humana como yo podía hacer o pensar? Era imposible poder estar colado en ese tipo de mundo, vivíamos más de lo normal y nuestro temperamento estaba demasiado asociado a animales como para no ser descubiertos por los altos mandos de la iglesia. — Si eso es de lo único que estáis preocupada, mantened la calma, soy experto en cuidar corazones y principalmente, no tocarlos demasiado — Le sonreí de forma floja, suspirando, dejándome llevar por el grandioso momento que estábamos pasando. Que de haber sido en otra situación quizá mi reacción hubiese sido demasiado hostil. Aunque claro que luego me arrepentiría, después de todo, la gata no me conocía demasiado como para saber qué tipo de personalidad, o no llevaba.
Fue el encuentro con un rostro habitual el que se enfrentó a mí en ese mismo instante en el que ella se volteaba, mis ojos se abrieron y solo quedó una sonrisa blanca. Pensé solo unos segundos, donde todo estaba en blanco y luego reaccioné, riendo de forma chistosa. — ¡No! Claro que ningún otro, era yo, pero es que mi mano se movió sola. — Le guiñé el ojo de forma pícara, me había ganado, ciertamente si hubiese sido otro estaría corriéndole por detrás como si se tratase del hombre que va a dejar las cartas y documentos en el buzón. Mis ojos insistieron en descubrir los sentimientos ante aquella mirada hermosa que la gata le destinaba al peluche, se quedaron acojonados por la dulce esperanza de verla sonreír, quise tocarle el cabello, acomodarlo cuidadosamente, pero estaba petrificado. Como si el peso del mundo entero estuviese en mis pies. Fue solo cuando empecé a hablarle al niño que aquellos pensamientos se esfumaron, pero no fueron saciados, solo se convirtieron en algo dulce de experimentar. Algo sumamente hermoso que esperaba no se vaya nunca o que crezca en mi estómago.
— ¿Mmm? — Desviando la mirada ante el llamado que me otorgaba, me quedé fijo en sus ojos color almendra y esperé, sin notar que las demás personas que antes curioseaban se habían marchado del todo. Estaba demasiado poco pendiente de eso.
Fueron años los que pasaron cuando el movimiento del rostro ajeno se volvía más grande, eran como muchas fotos, pasadas una a una por sobre mi rostro. Y no pensé que fuese real, hasta que el calor en mis labios se enfrentó a mi temperatura y textura. Imposible. No dejé que se aleje, fue una automática succión, porque yo era torpe, descarado y bruto. Le sujeté del labio, y lo volví a agarrar volviendo a besarle, pasando mi mano cargada de ganas por su cintura, apretándola algo fuerte contra mí. Soltándole justo cuando pude notar que la fuerza que estaba haciendo era demasiado desconsiderada para dársela a una dama. Y la alejé preocupado, palpando su cintura por todos lados, buscando algún daño, que por suerte, no había ninguno, ya que apenas le había apretado. Y la miré fijamente, sintiendo como la vergüenza se escurría en mi rostro. Sin notar demasiado sus acciones y mucho menos la de los niños que había a unos metros nuestros. Simplemente me relamí como perro con gusto a carne en la boca y me giré con ella, asintiendo cuando aconsejó que “continuemos”. — ¿Y, dónde continuamos? Os podría decir donde me gustaría que terminarais, pero no sería conveniente y no, no es mi cama si eso pensáis, no seáis una gata sucia por favor, hahahaha— Me reí ya que ciertamente ese sería el primer pensamiento de cualquiera, pero no, pensaba en terminar con una gata entre mis brazos, acariciándola, mimándola. Siempre había querido tener a alguien a quien darle toda mi atención, ya que no me satisfacía solo con las personas de la calle, pero nunca había pensado en que fuese con un cambiaformas como yo.
— ¿Comer? Tengo tanta hambre que podría comer cinco o seis gatos a la plancha, mmmrr~ — Le ronroneé en forma de burla en la oreja, sonriendo con calma, pasando mi mano por su cintura que la mantenía cercana a mí y a la vez buscaba por alrededor algún lugar para sentarnos, me gruñía la panza, ella me había abierto el apetito en más de un sentido. Y empecé a apurarla cuando mis ojos divisaron un puesto que vendían comida al paso. —Oh! Sí, ¡quiero treinta de esas cosas! — No tenía idea que eran, tenían una forma rara y alargada, pero era carne y la deseaba en mi boca ese este preciso instante.
“Los caballeros no tienen memoria y si la tienen se la guardan para sí mismos.”
Keath Roggers- Cambiante Clase Media
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Re: Stranger in my life [Privado]
Un experto en cuidar corazones, era divertido y algo esperanzador oír eso independientemente de que pudiesen ser solo palabras al azar o por no quedarse callado era algo que ganaba más mi confianza sobre todo por el hecho de que si no tocaba demasiado mi corazón entonces no existía peligro alguno porque otra cosa pasara o en determinado momento me viera en la penosa circunstancia de sufrir por perder a alguien más en mi vida.
Perder una amiga y un prometido era todo lo que deseaba en aquellos momentos; no necesitaba más perdidas y mucho menos más dolor, no ahora que estaba volviendo a mi rumbo o algo por el estilo. Quizás me estaba metiendo en algo que no debía, por algo había pensado desde un principio alejarme de él, pero a medida que lo veía y hacía sus boberías era sencillamente tan entretenido que pensar en volver a casa y sumirme nuevamente en mi tristeza me parecía lo peor así que dejaría que al menos por un rato cuidara mi corazón a pesar de que después existiera el peligro de que no quisiera que lo soltara.
– Si claro, sola – roce los ojos con la sonrisa aún dibujada en el rostro. Esa manera de tomar los problemas o las dificultades de una manera un tanto despreocupada debía ser lo que faltaba a mi misma. Las cosas me afectaban más de lo que debían, en cambio a Keath, parecía que las cosas llegaban y solo se iban sin afectar mucho a su expresión divertida. Tomar algo de él para mi sería un beneficio extra, poder enfrentar las cosas a su manera debía ser lo que esperaba el destino que tomara para mi misma.
Deseaba acercarme a él, pero no sabía si era lo correcto y entonces había cedido a mis impulsos, llevando mis labios hasta los suyos solo para pagar aquella apuesta que perdí o eso era lo que decía al menos de la boca para afuera, lo que existiera en mi interior se quedaría ahí dentro durante más tiempo.
Fue imposible que mis labios escaparan a los suyos, y mi cuerpo al igual que mis labios fue cautivo por su fuerza a lo que reaccione sujetándole un poco más. Me era imposible alejarme y tampoco es como que realmente lo quisiera, después de todo podía usar de excusa el decir que fue Keath quien me había obligado a continuar con el beso, pero no haría eso, no pondría excusas.
Tome algo de aire y lleve mis una de mis manos hasta mis labios para poder continuar con nuestro andar de manera tranquila dejando de lado aquel beso.
– No pensé nada malo, así que no digas eso – mis palabras dirían eso, pero mis mejillas se sentían calientes y supe que estaba sonrojada al extremo. Un beso, solo le di uno y ya me decía esa clase de bromas de doble sentido que me volvían de entre los dos la sucia – Vamos mejor sigamos andando y deja de decir esas cosas, mejor habla seriamente. Si no era tu cama ¿Dónde quieres terminar esta visita al circo? – le pregunte pero continuábamos andando hasta que encontramos el que parecía el puesto de comida adecuado para nosotros.
Un escalofrío recorrió mi cuerpo cuando ronroneo cerca de mi oreja y termine por negarle.
– Te enfermarías si comes tantos gatos a la plancha… deberías comer uno primero y ver que tal te sienta, ¿No lo crees? – deslice mi dedo por su mentón de manera lenta, solo para ser apurada en dirección a un puesto de comida bastante extraña. El olor me indicaba que aquello tenía carne pero la verdad es que no me apetecía tanto carne, mucho menos treinta de esas cosas como a Keath. – Creo que comeré solo hand e esas cosas… – le sonreí y me acerque más al pequeño puesto donde ordene algo de aquella comida; claro que no había pedido tanto como él dijo, pero al menos tendríamos algo de comida en el estomagó para continuar por aquel lugar.
Terminando de ordenar regrese a su lado con una enorme sonrisa en el rostro; sin los niños y las chicas mirando las cosas estaban más tranquilas sin mencionar que Keath también se había calmado un poco.
– La orden estada lista en un rato – Suspire y mire en todas las direcciones posibles – ¿Qué deberíamos hacer mientras?… ¿Quieres buscar a tus amiguitas mironas? o… – Mi mirada se perdió en aquellos ojos y termine por acercarme de nuevo a él para abrazarle – Lo siento si te incomodo, es solo que he tenido la extraña necesidad de hacer eso… y… estas tan cálido – aspire desde la cercanía el aroma de Keath y ese calor que brindaba seguridad como para enfrentar cualquier cosa. – Cualquier mujer se enamoraría de ti ¿sabes? – Y después de haber dicho aquello me separe de él y mire a sus ojos nuevamente, quería ser devorada por sus ojos y olvidar que lejos de él estaba un mundo lleno de recuerdos tristes.
Perder una amiga y un prometido era todo lo que deseaba en aquellos momentos; no necesitaba más perdidas y mucho menos más dolor, no ahora que estaba volviendo a mi rumbo o algo por el estilo. Quizás me estaba metiendo en algo que no debía, por algo había pensado desde un principio alejarme de él, pero a medida que lo veía y hacía sus boberías era sencillamente tan entretenido que pensar en volver a casa y sumirme nuevamente en mi tristeza me parecía lo peor así que dejaría que al menos por un rato cuidara mi corazón a pesar de que después existiera el peligro de que no quisiera que lo soltara.
– Si claro, sola – roce los ojos con la sonrisa aún dibujada en el rostro. Esa manera de tomar los problemas o las dificultades de una manera un tanto despreocupada debía ser lo que faltaba a mi misma. Las cosas me afectaban más de lo que debían, en cambio a Keath, parecía que las cosas llegaban y solo se iban sin afectar mucho a su expresión divertida. Tomar algo de él para mi sería un beneficio extra, poder enfrentar las cosas a su manera debía ser lo que esperaba el destino que tomara para mi misma.
Deseaba acercarme a él, pero no sabía si era lo correcto y entonces había cedido a mis impulsos, llevando mis labios hasta los suyos solo para pagar aquella apuesta que perdí o eso era lo que decía al menos de la boca para afuera, lo que existiera en mi interior se quedaría ahí dentro durante más tiempo.
Fue imposible que mis labios escaparan a los suyos, y mi cuerpo al igual que mis labios fue cautivo por su fuerza a lo que reaccione sujetándole un poco más. Me era imposible alejarme y tampoco es como que realmente lo quisiera, después de todo podía usar de excusa el decir que fue Keath quien me había obligado a continuar con el beso, pero no haría eso, no pondría excusas.
Tome algo de aire y lleve mis una de mis manos hasta mis labios para poder continuar con nuestro andar de manera tranquila dejando de lado aquel beso.
– No pensé nada malo, así que no digas eso – mis palabras dirían eso, pero mis mejillas se sentían calientes y supe que estaba sonrojada al extremo. Un beso, solo le di uno y ya me decía esa clase de bromas de doble sentido que me volvían de entre los dos la sucia – Vamos mejor sigamos andando y deja de decir esas cosas, mejor habla seriamente. Si no era tu cama ¿Dónde quieres terminar esta visita al circo? – le pregunte pero continuábamos andando hasta que encontramos el que parecía el puesto de comida adecuado para nosotros.
Un escalofrío recorrió mi cuerpo cuando ronroneo cerca de mi oreja y termine por negarle.
– Te enfermarías si comes tantos gatos a la plancha… deberías comer uno primero y ver que tal te sienta, ¿No lo crees? – deslice mi dedo por su mentón de manera lenta, solo para ser apurada en dirección a un puesto de comida bastante extraña. El olor me indicaba que aquello tenía carne pero la verdad es que no me apetecía tanto carne, mucho menos treinta de esas cosas como a Keath. – Creo que comeré solo hand e esas cosas… – le sonreí y me acerque más al pequeño puesto donde ordene algo de aquella comida; claro que no había pedido tanto como él dijo, pero al menos tendríamos algo de comida en el estomagó para continuar por aquel lugar.
Terminando de ordenar regrese a su lado con una enorme sonrisa en el rostro; sin los niños y las chicas mirando las cosas estaban más tranquilas sin mencionar que Keath también se había calmado un poco.
– La orden estada lista en un rato – Suspire y mire en todas las direcciones posibles – ¿Qué deberíamos hacer mientras?… ¿Quieres buscar a tus amiguitas mironas? o… – Mi mirada se perdió en aquellos ojos y termine por acercarme de nuevo a él para abrazarle – Lo siento si te incomodo, es solo que he tenido la extraña necesidad de hacer eso… y… estas tan cálido – aspire desde la cercanía el aroma de Keath y ese calor que brindaba seguridad como para enfrentar cualquier cosa. – Cualquier mujer se enamoraría de ti ¿sabes? – Y después de haber dicho aquello me separe de él y mire a sus ojos nuevamente, quería ser devorada por sus ojos y olvidar que lejos de él estaba un mundo lleno de recuerdos tristes.
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Re: Stranger in my life [Privado]
“Si tan solo tuviese un real motivo para seguirte a todas partes, lo haría con orgullo y altivez, pero ¿cómo puedo ahora, servirme de solo mis sentimientos para molestarte durante toda mi existencia? Soy un perro y no me canso.”
Su mirada parecía perdida, como si estuviese enfocando sus sentidos más allá de mí mismo, me sentía como en una inspección por dentro, por fuera y por mi aura, algo que sabía que ella podía ver. Y yo no sabía si se notaban las manchas de mi vida, los huecos de mi pasado y el quizá mal comportamiento que tenía con las personas que molestaban o que quizá tenían demasiado y no compartían. La verdad es que nunca me había interesado demasiado en ese tipo de cualidades, simplemente las utilizaba para lo principal, saber si la persona que tenía frente a mí era un ser sobre natural o un mortal común en sus cualidades físicas. Como fuese, me quedé pegado a ella, mientras seguía insistente en mi risa por aquel pequeño tema de “la mano que se movía sola”, pero no hice más comentarios sobre ello, simplemente lo dejé pasar, ya que el beso oportuno me había sacado de toda realidad habida y por haber. No recordaba cómo se sentían los besos suaves de una mujer, desde que mi esposa había muerto ya ninguna femenina me hacía sucumbir al deseo, aunque todas me resultaban algo atractivas a la vista, con esa piel siempre tan lechosa y suave que tenían. Daban ganas de lamerlas por todos lados. Aunque claro que no de forma sexual, más bien eran los impulsos caninos que me llevaban a tener más de esos deseos de lo común.
— Rica, muy rica… Umgh~ Hahaha, ¡ya lo pensé! ¡Ya está hecho! Pero no volverá a pasar señorita gatuna. — Le saqué la lengua, dejando ver el perfil de mis dientes que eran afilados y blancos de tantos huesos que me la pasaba mordiendo, sin duda alguna, aquella parte de mi cuerpo era de la más fuerte, no tenía ninguna duda de que de ser necesario arrancar un pedazo de carne de alguien, podía hacerlo. Sus mejillas sonrojadas me hicieron casi excitar, parecía un pequeño gatito mojado y escatimando amor. Cosa que no pude evitar, fue subir los brazos y acariciarle los pómulos, acurrucándola por unos segundos en mi pecho, apretando un poco sus huesos, midiendo que la fuerza sea la justa solo para dar esos abrazos de contención, aquellos donde puedes compartir la temperatura del otro. Y al instante que le dejé sentir eso, me separé, escuchándola nueva y atentamente. Estaba claro que no respondería su pregunta de a dónde quería terminar la pequeña cita y di gracias a que el puesto de comidas me había llamado casi con un puñetazo en la cara. Mi lengua estaba goteando saliva del hambre que tenía y solo ella pudo sacar la comida por completo de mi cabeza. Con aquel pequeño dedo redondeando mi mandíbula y ese hermoso sonido que salía de su boca. Daban ganas de agarrarle la lengua y arrancársela a los besos y mordiscones. — Eh… Sí, yo quiero probar con uno… Dame… — Casi estuve por caer a mis instintos más bajos, pero corrí al puesto efectivamente, tomándola con ganas por la cintura, dando pequeños saltos a su lado de las ganas de comer todo lo que había allí que tenía.
Era un hermoso ocho caminando, hermosa cintura que se podía ver cuando ella se acercaba al puesto y yo me quedaba por detrás. Me había olvidado completamente lo que hacían esos vestidos cuando estaban bien apretados y ella estaba en la parte del físico, más hermosa por detrás. Con esos bellos cabellos rubios cayendo y su espalda suave y aterciopelada. Los omoplatos que se llagaban a ver apenas por la ropa y la cinturita que se movía de un lado a otro como si fuese un pequeño juguete de mentira. Pero era de verdad, toda ella era verdadera y de poder hacerlo la agarraría con la boca por allí y me la me llevaría lejos a comerla entera. Siquiera supe que pidió, pues cuando se giró también me quedé mirándola, pero ahora de abajo hacia arriba y sus pechos que bordeaban el vestido dando una sombra pecadora, siguiendo por sus clavículas su apetitoso cuello y unos ojos oscuros y penetrantes que me quitaron de mi transe al mismo tiempo que su hablar. — ¿Mmm? Tengo hambre ahora- Ah-! — Apenas pude terminar la oración, que sentí aquel cuerpecillo pegado al mío, pero ahora por propia voluntad. Y pensé en no hacer nada, pero poco a poco mis brazos se movieron, para bordearle la cintura y la espalda, apretándola a mi pecho, apoyando lentamente mis labios en su frente. — Es que me dais calor… No me incomoda, me siento bien así. Eres muy suave, siento que podría quebrar su piel… — Le susurré, limosneando un poco de su atención, buscando sus ojos, que simplemente había olvidado lo de las “mironas”, ellas no importaban, nunca habían importado.
— ¿Me estas llamando mujeriego? Tonta~ Pues yo no me enamoraría de cualquier mujer. Eso es un hecho… ¿Quieres ir al juego que gira despacito? Creo que se pueden ver las luces del centro desde arriba… Y para cuando bajemos, tendremos la comida hecha — Me acerqué al instante que ella se alejó y pasé mi nariz por su mejilla, olisqueándola un poco más, para luego tomarle la mano con cuidado. Caminando hacía aquel juego, que estaba exactamente al lado de a dónde estaba el puesto de comidas. — Si no te gustan las alturas… por qué no vamos a caminar? Sabes, por allí atrás esta la parte del bosque y siempre hay mucho silencio, es porque dicen que hay criaturas mágicas. ¿No le tienes miedo a eso, no? — Me burlé y cambié mi camino, abrazándola por la cintura, para pegarla a mí, mientras seguía olisqueando su cuerpo y aroma. — Y dime, ¿Qué te gusta hacer? ¿Eres francesa? — Pregunté mientras miraba de reojo el cielo que estaba tenuemente estrellado pero con algunas nubes que lo hacían ver como un día lleno de esperanzas.
“Los rechazos son las protecciones de Dios. Entonces, ¿cuándo no hay de esto, qué significa?”
Keath Roggers- Cambiante Clase Media
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Re: Stranger in my life [Privado]
Pegada a aquel cuerpo, sintiendo su calor y la seguridad que provocaba me sentía en un sueño pero como todos los sueños ninguno puede ser perfecto y por eso termine alejando nuevamente de él, aunque dijera que no le molestaba sentir mi cercanía.
– ¿Suave?… dimelo cuando este molesta y seguro que terminaras con un enorme arañazo corriendo por todo tu rostro – con uno de mis dedos dibuje una linea imaginaria en su mejilla y le sonreí. Estaba teniendo demasiada confianza al tratar a Keath, más que con cualquier otro cambiaformas que hubiese tratado antes… aunque claro existió una a quien quise desde el primer momento pero ella ya no estaba conmigo.
– Oye… – le hice una mueca – no me digas tonta, que yo no te estaba llamando mujeriego solo galán y respecto a que no te enamorarías de cualquier mujer bueno, eso no me consta y tampoco creo que sea algo en lo que deba meterme solo lo dije de broma – sonreí. Eso de enamorarse solo traía cosas malas a la vida. Yo por ejemplo no había visto más a quien se suponía que era mi prometido, desapareció un día después de una misión de la alianza y junto con Emerick y otros jamás regresaron, pero todos estábamos conscientes de que eso era posible. Igual que como jamás vi un cadáver que confirmara su muerte, decidí que lo mejor era convencerme a mi misma que se había ido con alguien más, que existió otra mujer que amo mucho más que a mi y lo único que me había quedado que era el anillo de compromiso desapareció en la laguna. Me había enamorado de él si, pero las cosas eran como eran y no existía vuelta atrás. Sus palabras entonces cambiaron y me llevaron de nuevo a dejar el pasado en el pasado y enfocarme en el presente, en su presencia. – El juego que gira… claro será divertido creo y así llegaremos a tiempo para la comida así que vamos – su forma de preguntar si me daba miedo me causo gracia – no me asustan las alturas después de todo como buena felina siempre caigo de pie así que no existe problema por ese estilo aunque… – me quede en silencio, analizando cual sería la mejor opción de las cosas que me sugería.
Creía que subir al juego sería sumamente divertido pero prefería como siempre andar un rato por los bosques en los cuales me sentía como en mi hogar; sin mencionar claro que los bosques eran como un gran lugar de juegos en los que se podía hacer cualquier cosa.
– Mejor vayamos al bosque, quizás si tenemos suerte nos topemos con alguna de esas criaturas mágicas y misteriosas de las que todo mundo habla y si nos atacan bueno… me protegerás ¿verdad? – reí ante las palabras de ambos porque las criaturas mis misteriosas y peligrosas en aquellos lugares seguramente seríamos nosotros.
Estábamos cerca uno del otro y de manera automática hice un sonido parecido a un ronroneo cuando me olisqueo así que termine por alejarme algo más de él.
– No me hagas eso que es extraño y se siente raro – dije al tiempo que comenzábamos a internarnos en el bosque y alejarnos del sonido, la gente y la comida. Me coloque frente a él caminando sin mirar la dirección a la que iba – Dime para donde voy ¿si? que así puedo verte mejor y hablar contigo como es debido – claro que de esa forma estaba porque también me permitía verlo mejor y me gustaba verle. Mis ojos iban de vez en cuando de su rostro a su cuerpo en general, ese que ya había visto desnudo y que no podía decir que no estaba en buena forma. Dejando eso de lado enfoque mi mente en lo que me preguntaba mientras que cada vez estábamos más y más dentro en el bosque – Me gusta dormir, perseguir estambre, salir a pasear, conocer gente, que me mimen cuando soy una gata y estar en el bosque – abrí los brazos como si fuera a llenarme de toda la energía que corria en aquel lugar – me encanta estar en los bosques, es lo que más me gusta hacer cambiar a alguna de mis formas animales y perderme en ellos, me recuerda al lugar donde vivía con mi madre – sonreí – y si, soy francesa nací aquí en París pero debí irme por la cuestión del envejecimiento… tu entiendes – suspire – hasta que termine por regresar y aquí estoy.
No sentía que fuera necesario entrar en tantos detalles porque no era problema de aquel perro todo lo que yo hubiese vivido. Mis pasos no se detenían y mi mirada no se alejaba de aquel hombre que resultaba un tanto misterioso a ratos.
– Tu ¿Qué sueles hacer? ¿Naciste aquí? Y espero que me digas la verdad porque soy capaz de oler la mentira – y a modo de chiste moví la nariz de un lado a otro, lo que provocaba que hiciera una cara bastante chistosa para cualquiera que la viera. Sin darme entonces cuenta fue que mi espalda choco con la corteza de un enorme árbol y levante el rostro para ver las hojas – ¿No es hermoso? Los árboles, ellos lo saben todo y guardan todos los secretos de quienes vienen a visitarlos. Duran tanto tiempo… incluso más que nosotros y es por ese motivo que un poco de nuestra esencia se queda en ellos cuando les contamos lo que nos pasa. Por ejemplo este guardara por siempre que estamos aquí y que no peleamos como hace rato; parte de nosotros se quedara aquí con este árbol – baje mi mirada hasta la de Keath – suena cursi ¿verdad? – y termine por reír.
– ¿Suave?… dimelo cuando este molesta y seguro que terminaras con un enorme arañazo corriendo por todo tu rostro – con uno de mis dedos dibuje una linea imaginaria en su mejilla y le sonreí. Estaba teniendo demasiada confianza al tratar a Keath, más que con cualquier otro cambiaformas que hubiese tratado antes… aunque claro existió una a quien quise desde el primer momento pero ella ya no estaba conmigo.
– Oye… – le hice una mueca – no me digas tonta, que yo no te estaba llamando mujeriego solo galán y respecto a que no te enamorarías de cualquier mujer bueno, eso no me consta y tampoco creo que sea algo en lo que deba meterme solo lo dije de broma – sonreí. Eso de enamorarse solo traía cosas malas a la vida. Yo por ejemplo no había visto más a quien se suponía que era mi prometido, desapareció un día después de una misión de la alianza y junto con Emerick y otros jamás regresaron, pero todos estábamos conscientes de que eso era posible. Igual que como jamás vi un cadáver que confirmara su muerte, decidí que lo mejor era convencerme a mi misma que se había ido con alguien más, que existió otra mujer que amo mucho más que a mi y lo único que me había quedado que era el anillo de compromiso desapareció en la laguna. Me había enamorado de él si, pero las cosas eran como eran y no existía vuelta atrás. Sus palabras entonces cambiaron y me llevaron de nuevo a dejar el pasado en el pasado y enfocarme en el presente, en su presencia. – El juego que gira… claro será divertido creo y así llegaremos a tiempo para la comida así que vamos – su forma de preguntar si me daba miedo me causo gracia – no me asustan las alturas después de todo como buena felina siempre caigo de pie así que no existe problema por ese estilo aunque… – me quede en silencio, analizando cual sería la mejor opción de las cosas que me sugería.
Creía que subir al juego sería sumamente divertido pero prefería como siempre andar un rato por los bosques en los cuales me sentía como en mi hogar; sin mencionar claro que los bosques eran como un gran lugar de juegos en los que se podía hacer cualquier cosa.
– Mejor vayamos al bosque, quizás si tenemos suerte nos topemos con alguna de esas criaturas mágicas y misteriosas de las que todo mundo habla y si nos atacan bueno… me protegerás ¿verdad? – reí ante las palabras de ambos porque las criaturas mis misteriosas y peligrosas en aquellos lugares seguramente seríamos nosotros.
Estábamos cerca uno del otro y de manera automática hice un sonido parecido a un ronroneo cuando me olisqueo así que termine por alejarme algo más de él.
– No me hagas eso que es extraño y se siente raro – dije al tiempo que comenzábamos a internarnos en el bosque y alejarnos del sonido, la gente y la comida. Me coloque frente a él caminando sin mirar la dirección a la que iba – Dime para donde voy ¿si? que así puedo verte mejor y hablar contigo como es debido – claro que de esa forma estaba porque también me permitía verlo mejor y me gustaba verle. Mis ojos iban de vez en cuando de su rostro a su cuerpo en general, ese que ya había visto desnudo y que no podía decir que no estaba en buena forma. Dejando eso de lado enfoque mi mente en lo que me preguntaba mientras que cada vez estábamos más y más dentro en el bosque – Me gusta dormir, perseguir estambre, salir a pasear, conocer gente, que me mimen cuando soy una gata y estar en el bosque – abrí los brazos como si fuera a llenarme de toda la energía que corria en aquel lugar – me encanta estar en los bosques, es lo que más me gusta hacer cambiar a alguna de mis formas animales y perderme en ellos, me recuerda al lugar donde vivía con mi madre – sonreí – y si, soy francesa nací aquí en París pero debí irme por la cuestión del envejecimiento… tu entiendes – suspire – hasta que termine por regresar y aquí estoy.
No sentía que fuera necesario entrar en tantos detalles porque no era problema de aquel perro todo lo que yo hubiese vivido. Mis pasos no se detenían y mi mirada no se alejaba de aquel hombre que resultaba un tanto misterioso a ratos.
– Tu ¿Qué sueles hacer? ¿Naciste aquí? Y espero que me digas la verdad porque soy capaz de oler la mentira – y a modo de chiste moví la nariz de un lado a otro, lo que provocaba que hiciera una cara bastante chistosa para cualquiera que la viera. Sin darme entonces cuenta fue que mi espalda choco con la corteza de un enorme árbol y levante el rostro para ver las hojas – ¿No es hermoso? Los árboles, ellos lo saben todo y guardan todos los secretos de quienes vienen a visitarlos. Duran tanto tiempo… incluso más que nosotros y es por ese motivo que un poco de nuestra esencia se queda en ellos cuando les contamos lo que nos pasa. Por ejemplo este guardara por siempre que estamos aquí y que no peleamos como hace rato; parte de nosotros se quedara aquí con este árbol – baje mi mirada hasta la de Keath – suena cursi ¿verdad? – y termine por reír.
Thalie De Rose- Cambiante Clase Media
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Re: Stranger in my life [Privado]
“Aquello es una mujer, siempre hace que los demás se sientan avergonzados. Teniendo siempre la razón, pensando tan perfectamente que deja como tonto hasta al más sabiondo.”
Me sentí golpeado por una sartén cuando sus palabras chocaron contra mi rostro y oídos. ¿Qué clase de mujer era ella? Alejándose así como así provocando que mi cerebro caiga por un acantilado y de vuelcos en redondo una y otra vez. Era como una de esas escenas que solo suceden en el teatro. ¿Por qué cambiaba de un instante a otro? Me froté la nuca y negué con mi sonrisa siempre altiva y dispuesta a seguir. — ¿Lo dices para que te tema? Eres rara, ¿qué debería hacer? — Le sujeté la mano con seguridad, buscando no ejercer demasiada presión, lo último que quería era dañar esas hermosas y finas manos que tenía la gata. Solo tironeé de ella para que quede frente a mí, bastante cercana y observé fijamente sus ojos, buscando en ellos alguna verdad real. Tenía los ojos de un gato, con su iris levemente alargado, sus parpados bien marcados y esas cejas que le hacían ver firme y decisiva en sus acciones. — Como buena gata, debería cortarte las uñas para que no me arañes también. — Le susurré en el instante siguiente a que aceptara ir al juego que gira, aunque yo ya bien había cambiado de decisión y estaba casi encaminándome hacia los adentros del bosque. Pero como formalidad, esperé su respuesta, tuteándola con actos en tanto pasaba la mano por su espalda.
— ¡No dejaré que ningún hada del bosque te lastime! ¡Y si un duende se interpone en mi camino, me lo comeré o lo marcaré como mí terreno! — Refiriéndome al acto mismo de marcar territorio para un animal, reí sensato y le observé esos redondos ojos gatunos que ella tenía. Negando al imaginarme a la gata cayendo desde arriba de pie. Eso me helaba la sangre, si bien las alturas no eran un problema para mí, siempre me preocupaba que alguien pudiese salir herido y con ella, era extrañamente más engorroso que con los demás. Acerqué uno de mis dedos a su rostro y con calma le acaricié la nariz, casi ignorando sus palabras sobre qué era raro y qué no. Yo simplemente me dejaba guiar por los “instintos”. — Vas a caerte… Bueno, yo te digo, agárrame de la mano. — Sus rubios cabellos caían por delante y por detrás de su rostro y ahora el mismo estaba frente a mí, tan pálido y terso y volví a tomarle la nariz, pero ahora seguí esa mano, para que acariciara suavemente su mejilla. Mordí mi lengua por las palabras que querían salir y miré el camino liso de tierra por el que estábamos andando. — Hay una piedra ahí. — Simplemente quería obviar el hecho de que me había quedado perdido por unos segundos en su piel. — ¿Te gusta conocer gente? Eso es bueno, raro, porque querías huir de mí prácticamente… Pero te lo dejaré pasar por esta vez. ¿Sueles estar en esta parte del bosque o más al norte? Yo suelo estar más en el centro del bosque, por las partes donde está la laguna. En verano el agua es muy caliente, ahora está casi congelada. — Le comentaba con una sonrisa en el rostro, cuidado de que vaya por buen camino, estando siempre alerta a los alrededores, por alguna razón en los bosques siempre se escondían seres no humanos, animales hambrientos y demás, solían estar al acecho.
— ¿Dónde vivías con tu madre? En los bosques podemos ser nosotros mismos, ¿no? — Estiraba mi cuerpo unos pocos segundos, mirando al cielo de reojo para luego seguir la divinura de su figura una vez más. Verle con el vestido ya no era tan malo, aunque la nostalgia recorría mi columna, ya empezaba a calmarse por la sola sonrisa de la felina. Una risa grave y seca salió disparada de mis labios, pasando los brazos por mi pecho, cruzándolos mientras enarcaba una ceja. Aquella mujer no paraba de sorprenderme con sus palabras filosas. — No tengo título de mentiroso para las personas que conozco fuera del juego. Y vengo de muy lejos, de Pensilvania. Quizá hayas oído historias de aquel lugar, es una ciudad misteriosa, dicen que ahí habita el primer vampiro que existió. Pero yo no creo en eso. — Moviendo mí cabeza de lado a lado, riendo suavemente por aquella nariz que daban ganas de morderla, solo pude quedar observándola, alzando mi mano con una rapidez feroz cuando tropezó. Era evidente que no caería, pero de todos modos la sujeté lo suficientemente fuerte para tener que acercarme por completo a ella. Cuando la quise ver a los ojos, estos estaban mirando hacia arriba. La curiosidad me quebró y miré del mismo modo, escuchándola, al tiempo que me perdía en el mar de hojas sobre nosotros.
— Mmm… ¿Crees que nos recordará si volvemos a venir? Tonta… ¿Y si hago algo malo también lo recordará? — Bajando la vista al mismo instante que lo hacía ella, buscando sus labios, queriendo robarle un beso. Pero me arrepentí, lo hice segundos antes de terminarlo. Estaba pegado a sus labios, a escasos milímetros, cuando sonreí y me aparte con cuidado, alzándola para que deje pasar esa corteza de árbol y siga caminando, apoyé apenas la mano en el tronco y le miré, alzando un dedo a su mejilla. —Suena real. Deberíamos ir dando la vuelta, quizá ya este la comida…— Me di cuenta en ese instante que había ignorado una de sus preguntas. Había sido quizá por mero descuido o inconscientemente no le quería decir mi rutina? No es como si hiciera cosas malas. Pero de repente la punzada de sentimentalismo que estaba cruzándose por mi cuerpo se bloqueó, con el recuerdo de un árbol escrito. Y solo mi sonrisa apaciguada se quedó frente a ella. — Vamos, ahora tú tienes que guiarme, si? — Caminando del mismo modo que ella, pero en sentido contrario.
“Algunas cosas, aún con el tiempo nunca cambian.”
Keath Roggers- Cambiante Clase Media
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Re: Stranger in my life [Privado]
Cuando tus ojos me miran, mi corazón se alborota.
Edith Piaf
– No lo digo para que me temas, es solo una pequeña advertencia por si algo te pasa – dije nuevamente en broma antes de terminar encogiendo los hombros – No sé, supongo que deberías hacer lo que quieres, aunque creo que siempre haces lo que quieres así que… – nuestros ojos se encontraron nuevamente, todo porque él parecía querer mirarme nuevamente y después de eso dejo salir de sus labios aquello que era como una pequeña amenaza en mi contra – Las uñas no… – lleve más manos a mi espalda, ocultado mis valiosas uñas mientras que ponía cara de gata buena, de que no haría nada para lastimarle – prometo que no haré nada así que mejor olvidemos el asunto – dije solo para sentir como su mano pasaba por mi espalda, para comenzar a andar en dirección a los bosques que pasaron a ser el lugar de nuestro paseo.
Me reí al imaginar que pudiese exigir alguna de esas criaturas que mencionaba y en el terrible destino que correrían si es que de verdad existían y se les ocurría pasar por el camino que seguiríamos, aún así, era reconfortante escuchar a alguien decir que no dejarían que te lastimen por lo que solo podía sonreír. Seguí con la mirada su dedo y cerre los ojos cuando estuvo muy cerca además de que estoy segura que hice una mueca bastante graciosa cuando su dedo toco mi nariz.
– No voy a caerme… – mis ojos permanecían enfocados en los suyos y agradecí la oscuridad del bosque pues en el momento que me pedía que tomara su mano lo hice sin pensarlo dos veces y mis mejillas se sintieron calidad, indicándome que estaba sonrojada. La mano que llevaba libre de mi agarre, regreso entonces a mi nariz y ladee yo misma un poco el rostro con la esperanza de que no se percatara de la temperatura de mi mejilla. – Gracias – sonreí al pasar la piedra que me indicaba que existía en el camino. No puedo decir que no era divertido pero más que eso, era tranquilizador andar con él en los bosques.
– Bueno pero es que tu no llegaste como persona sino que saliste disparado con la malvada intención de devorarme – entrecerré los ojos y le mire con severidad, aquel era la especie de regaño más serio que era capaz de darle a él, pero la seriedad no duraba mucho al lado de Keath – pero si tu lo dejas pasar, yo también – suspire y me dispuse a escucharle nuevamente – Pues es que suelo andar de un lado a otro, jamás estoy en un sitio determinado. He ido a la laguna… – desvíe mi mirada de la suya – es un buen sitio para lanzar cosas – reí más a la fuerza que de ganas. Necesita algún buen recuerdo nuevo sobre la laguna y no el hecho de que en ella descansaba lo único que me había unido a alguien que amaba – Lo bueno de cuando esta congelada es que puedes resbalar por ella… pero eso solo lo hago en forma de gato, como humana creo que sería demasiado pesada para que el hielo me resista y definitivamente morir congelada no esta en mis planes.
Asentía a sus palabras pues tenía razón, en el bosque podíamos ser nosotros mismos sin temor alguno.
– Con mi madre vivía lejos de aquí… era solo un pequeño campo pero era un buen lugar para disfrutar – apreté más la mano que aún sostenía mientras que uno de mis dedos le acariciaba suavemente los dedos – es extraño, pero me alegra que seamos nosotros mismos aquí – Mis ojos se clavaron en los suyos, como si examinara realmente si es que me estaba mintiendo o decía la verdad – Mi padre me contaba historias horribles sobre Pensilvania pero si vienes de ahí entonces no debe ser tan mal lugar como todos lo pintan.
– Si… nos recordara – dije como asegurando antes de cuestionar sobre su siguiente pregunta– ¿Algo malo? – No había caído en cuenta de que estaba tan cerca de mi hasta que baje mis ojos a los suyos. Mi respiración se detuvo mientras que su rostro parecía acercarse más al mío, pero antes de que hiciera cualquier cosa se separo de mi y deje escapar un suspiro; no sé si de alivio o cierto grado de desilusión… quizás un poco de ambas. – Tienes razón ya debe estar la comida y debes alimentarte antes de que decidas que será mejor seguirme nuevamente para cenar gata – me ríe, solo para observar que entonces él comenzaba a caminar de la manera en que antes yo lo había hecho y sin esperar nada más me acerque a él y le tome la mano – Confía en mi entonces – dije alegre, llevándole por el mismo camino que nos llevo al gran árbol hasta que nuevamente el sonido, las luces y la gente comenzaron a aparecer.
A medida que nos acercábamos le fui soltando la mano, hasta que ya no existió más contacto entre nosotros. Camine más rápido entonces para llegar antes que él al puesto de comida conde lo que habíamos pedido estaba ya servido y listo para comerse. Quienes atendían el puesto aquel nos indicaron unas mesillas cercanas en las cuales podíamos permanecer y comer tranquilamente.
– Bueno, hora de comer entones – dije a Keath para entonces avanzar a las mesillas y sentarme en una. Eran de madera al igual que las sillas y por lo general todas eran solo para dos personas. Deje la comida en la mesa y simplemente le observe, creía que quería o necesitaba decirle algo pero no sabía exactamente que era así que me guarde las ideas para mi; al tiempo desvíe la mirada, perdía el sentido del tiempo observando en su dirección y no deseaba que resultase extraño o incomodo aquel comportamiento – ¿Qué quieres comer primero? – sonreí observando a la comida entonces, en lugar de a él.
Edith Piaf
– No lo digo para que me temas, es solo una pequeña advertencia por si algo te pasa – dije nuevamente en broma antes de terminar encogiendo los hombros – No sé, supongo que deberías hacer lo que quieres, aunque creo que siempre haces lo que quieres así que… – nuestros ojos se encontraron nuevamente, todo porque él parecía querer mirarme nuevamente y después de eso dejo salir de sus labios aquello que era como una pequeña amenaza en mi contra – Las uñas no… – lleve más manos a mi espalda, ocultado mis valiosas uñas mientras que ponía cara de gata buena, de que no haría nada para lastimarle – prometo que no haré nada así que mejor olvidemos el asunto – dije solo para sentir como su mano pasaba por mi espalda, para comenzar a andar en dirección a los bosques que pasaron a ser el lugar de nuestro paseo.
Me reí al imaginar que pudiese exigir alguna de esas criaturas que mencionaba y en el terrible destino que correrían si es que de verdad existían y se les ocurría pasar por el camino que seguiríamos, aún así, era reconfortante escuchar a alguien decir que no dejarían que te lastimen por lo que solo podía sonreír. Seguí con la mirada su dedo y cerre los ojos cuando estuvo muy cerca además de que estoy segura que hice una mueca bastante graciosa cuando su dedo toco mi nariz.
– No voy a caerme… – mis ojos permanecían enfocados en los suyos y agradecí la oscuridad del bosque pues en el momento que me pedía que tomara su mano lo hice sin pensarlo dos veces y mis mejillas se sintieron calidad, indicándome que estaba sonrojada. La mano que llevaba libre de mi agarre, regreso entonces a mi nariz y ladee yo misma un poco el rostro con la esperanza de que no se percatara de la temperatura de mi mejilla. – Gracias – sonreí al pasar la piedra que me indicaba que existía en el camino. No puedo decir que no era divertido pero más que eso, era tranquilizador andar con él en los bosques.
– Bueno pero es que tu no llegaste como persona sino que saliste disparado con la malvada intención de devorarme – entrecerré los ojos y le mire con severidad, aquel era la especie de regaño más serio que era capaz de darle a él, pero la seriedad no duraba mucho al lado de Keath – pero si tu lo dejas pasar, yo también – suspire y me dispuse a escucharle nuevamente – Pues es que suelo andar de un lado a otro, jamás estoy en un sitio determinado. He ido a la laguna… – desvíe mi mirada de la suya – es un buen sitio para lanzar cosas – reí más a la fuerza que de ganas. Necesita algún buen recuerdo nuevo sobre la laguna y no el hecho de que en ella descansaba lo único que me había unido a alguien que amaba – Lo bueno de cuando esta congelada es que puedes resbalar por ella… pero eso solo lo hago en forma de gato, como humana creo que sería demasiado pesada para que el hielo me resista y definitivamente morir congelada no esta en mis planes.
Asentía a sus palabras pues tenía razón, en el bosque podíamos ser nosotros mismos sin temor alguno.
– Con mi madre vivía lejos de aquí… era solo un pequeño campo pero era un buen lugar para disfrutar – apreté más la mano que aún sostenía mientras que uno de mis dedos le acariciaba suavemente los dedos – es extraño, pero me alegra que seamos nosotros mismos aquí – Mis ojos se clavaron en los suyos, como si examinara realmente si es que me estaba mintiendo o decía la verdad – Mi padre me contaba historias horribles sobre Pensilvania pero si vienes de ahí entonces no debe ser tan mal lugar como todos lo pintan.
– Si… nos recordara – dije como asegurando antes de cuestionar sobre su siguiente pregunta– ¿Algo malo? – No había caído en cuenta de que estaba tan cerca de mi hasta que baje mis ojos a los suyos. Mi respiración se detuvo mientras que su rostro parecía acercarse más al mío, pero antes de que hiciera cualquier cosa se separo de mi y deje escapar un suspiro; no sé si de alivio o cierto grado de desilusión… quizás un poco de ambas. – Tienes razón ya debe estar la comida y debes alimentarte antes de que decidas que será mejor seguirme nuevamente para cenar gata – me ríe, solo para observar que entonces él comenzaba a caminar de la manera en que antes yo lo había hecho y sin esperar nada más me acerque a él y le tome la mano – Confía en mi entonces – dije alegre, llevándole por el mismo camino que nos llevo al gran árbol hasta que nuevamente el sonido, las luces y la gente comenzaron a aparecer.
A medida que nos acercábamos le fui soltando la mano, hasta que ya no existió más contacto entre nosotros. Camine más rápido entonces para llegar antes que él al puesto de comida conde lo que habíamos pedido estaba ya servido y listo para comerse. Quienes atendían el puesto aquel nos indicaron unas mesillas cercanas en las cuales podíamos permanecer y comer tranquilamente.
– Bueno, hora de comer entones – dije a Keath para entonces avanzar a las mesillas y sentarme en una. Eran de madera al igual que las sillas y por lo general todas eran solo para dos personas. Deje la comida en la mesa y simplemente le observe, creía que quería o necesitaba decirle algo pero no sabía exactamente que era así que me guarde las ideas para mi; al tiempo desvíe la mirada, perdía el sentido del tiempo observando en su dirección y no deseaba que resultase extraño o incomodo aquel comportamiento – ¿Qué quieres comer primero? – sonreí observando a la comida entonces, en lugar de a él.
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Re: Stranger in my life [Privado]
“Busca aquellos reinos en tu cabeza, ¿lo has notado? Eres la reina más bella de esas tierras. ¿Haz descubierto la voluntad que impones?”
Era un suave palpitar que me hacía pensar en ella, imaginarla aun cuando se alejaba lo suficiente para que yo no la viera. De alguna forma era molesto tenerla todo el tiempo en la cabeza. ¿Qué me gustaba tanto de ella? Era menuda, pequeña y parecía frágil. Quizá era eso mismo y saber que en su interior, probablemente era más fuerte que yo. Me relamía los pensamientos y cuando sus gatunos ojos chocaban con los míos, me refrenaba y la miraba inquisidoramente. — Esa promesa me huele mal… Lo olvidaré, solo porque tienes unos bonitos ojos. — Disfrutando la textura de la ropa sobre su piel empezamos a caminar. Era un santuario lo que estaba disfrutando y sin duda alguna no me arrepentía de la sensación que sentía ante su presencia. Casi escupí de la risa cuando sus ojos se pusieron bizcos, queriendo mirar el dedo que había puesto sobre su nariz. Me preguntaba qué otras clases de expresiones podía ella llegar a hacer y un escalofrío recorrió mi espalda y estómago, casi excitándome de forma desprevenida y malvada. Maldije mi naturaleza y sin decir nada, asentí a sus palabras que demostraban convicción y una gran capacidad para moverse tan fluidamente como el agua o el aire. Seguramente podría caminar aún con los ojos cerrados.
—Yo no quería comerte… Solo morderte, lamerte y quizá dejarme la cola de premio — Enarcaba la ceja y le mostraba un poco mis dientes, apretándolos de forma cómica, haciendo la mueca de un perro que estaba mordiendo carne. Y luego saqué la lengua, juguetonamente, le apretaba la mano y la tironeaba un poco. Deseaba estar más cerca, rozar nuestros cuerpos hasta que se crean uno solo. Pero me refrenaba una barrera, una cascara que yo mismo había creado para ser protegido, que me decía que si seguía, estaría en peligro, ese era el límite. Elevé una mano y acaricié por debajo de su ojos, allí donde se acomodaba el cansancio en los humanos. Estiré un poco esa piel y le sonreí, divertido por el hecho de que olvidáramos que quería comerla. Era curioso, nunca la había visto ni olido por el bosque, quizá había estado demasiado sumido en mis pensamientos, la laguna era uno de esos lugares que albergan sentimientos de demasiadas personas. Muchos iban a declararse allí, otros a llorar, a orarle a la luna. Tantas creencias hacían que la laguna albergara sin duda alguna más magia de la que podía pensar que era real. — Resbalar por ella… Creo que una de mis formas perrunas es lo suficientemente pequeña para poder probar eso. Algún día vayamos, ¿qué dices? Antes de que termine el invierno. —
La miré con ilusión y pasé la mano por sus dedos, apretujándolos un poco, en tanto con la otra mano tocaba su cintura, tan pequeña y delicada como la que había estado junto a mi durante mucho tiempo. Sentí una punzada dentro y solo atiné a sonreírle con dulzura, sin hablar del hecho de que sabía que su risa anterior había sido forzada, quizá solo necesitábamos un poco de contemplación por ambos lados. Enarcando una ceja pensaba en que historias le podrían haber contado sobre ese lugar, sin dudas, era un lugar horrible, pero no por ello todos los que vivían cerca eran iguales. — No dudo de tu padre, seguramente era así, nosotros vivíamos dentro del bosque, lejos de donde las leyendas se hacen realidad. Me gustaría ir a conocer ese campo donde vivías~ — Dando un paso al frente sentí su esencia dentro de mis fosas nasales y la escuché como quien no entiende un idioma, rocé sus cabellos con la punta de mis dedos y observé como su cuerpo esbelto me seducía a través de la tela. Me deleité en sus piernas y sus pequeños pies. En la curva que daba el vestido cerca de su pecho y en la clavícula marcada que daba la entrada a un cuello claro y fino. Y solo en ese instante observé sus ojos tan profundamente como ella miraba los míos. Le sonreí y me aparté entretenidamente, tenía lo suficiente para imaginarme muchas cosas.
— Haré un esfuerzo y procuraré no comerte antes de las doce. ¿Tienes hambre? Yo creo que ya siento el sabor de la comida en mi boca. — Me relamí los labios y le sonreí de forma ligera, empezando a escuchar el sonido de las personas, habíamos llegado más rápido y el silencio no había sido incómodo, aquello era algo que me tranquilizaba lo suficiente como para poder dejarme llevar un rato por la diversión. No quería que su mano se suelte de mí, pero la dejé estar cuando se separó, observando su caminar con terribles ganas, puse las manos dentro de los bolsillos de aquel pantalón de época que llevaba puesto y cuando ella estuvo sentada en la silla me quedé unos momentos observándola. Le dejé entrever mis dientes en una sonrisa y me senté. Tomando lo primero que mi mano encontró y engulléndolo sin masticar más de tres veces. — Mmmghhrrr… Este rico esto, ¿qué era? ¿Y esto? — Olisqueaba unos momentos y lo metía a mi boca con la sonrisa pegada a mi rostro, alcé la mano y le serví un poco de la bebida que estaba a un lado. Sin duda alguna tenía hambre, cambiar de formas siempre hacía que mi apetito se abra. Como si ello me llevara a gastar muchas energías. No era algo extraño en realidad y por eso lo disfrutaba tanto. — Me encanta comer, ¿sabes cocinar? Me gusta la comida casera~ — La apunté con el utensilio de comer mientras metía algo nuevo a mi boca. Escuché de repente el ruido de unos instrumentos musicales y miré al costado con la boca llena de comida que se notaba en una de mis mejillas. Enarqué la ceja y observé como la pequeña banda empezaba a tocar unas melodías alegras y saltarinas. Apunté con un dedo y aún con la boca llena hablé. — Son buenos, ¿eh? — Masticando me reí y bebí un poco del vaso, moviendo la cabeza a los lados, mientras agarraba algo de comida y la llevaba a la boca de Camila, moviendo en círculos el tenedor mientras dejaba salir ruidos de trenes y carruajes. Como si le estuviese dando de comer a un bebe.
“Un poco de mimos nunca han lastimado a nadie.”
Keath Roggers- Cambiante Clase Media
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Re: Stranger in my life [Privado]
Me acercaba a él, atraída, fascinada, encontrándole encantos…
Gastón Leroux
No llevaba mucho tiempo a su lado, continuaba siendo un desconocido y aún así ya le estaba entregando enteramente mi confianza, mencionaba cosas que antes no dije, o mostraba detalles que trataba de ocultar solamente por el hecho de sentirme a mi misma segura pero Keath había llegado y entonces le mostraba sin más varios aspectos de mi misma. Aunque ya me había visto desnuda y yo a él, fui su prácticamente su presa mientras me llevaba en su hocico. Ahora que pensaba las cosas con mayor detenimiento mientras andábamos por aquel bosque, la verdad es que había hecho con Keath cosas que con otro no, por más tontas o extrañas que fueran.
Termine por reír cuando dijo que solo planeaba quedarse con mi cola como premio cuando antes me había perseguido lejos ya del sitio en que nos encontrábamos. De haber él tratado de hacer semejante barbaridad le habría arañado toda la cara sin pensarlo dos veces; anda por ahí sin mi cola no debía ser nada lindo.
Me gustaban sus expresiones, que no debían parecerse nada a las que yo solía hacer. Creía que cuando hacía alguna mueca lucía como una niña y eso podía llevarle a que se riera de mi, justo como antes lo hizo cuando toco mi nariz y mis ojos siguieron su dedo provocando que hiciera bizcos; solo que cuando toco debajo de mi ojo cerré uno de mis ojos y de esa forma me hizo dejar de pensar en las caras que él o yo hacíamos.
– ¿Nunca has resbalado en la laguna? Entonces no sabes lo divertido que es eso – moví mi cabeza y le mire sonriente, quería que se notara que aquello era realmente divertido y que se perdía de las mejores cosas. Menciono entonces de que fuéramos juntos antes de que el hielo se derritiera al terminar el invierno; si dejábamos pasar esa oportunidad, deberíamos aguardar un año entero para algo así y tampoco es como que yo quisiera que el perro fuera solo – Si, vayamos. Después de todo no quiero que resulte que tu forma más pequeña no es tan pequeña y termines en el fondo de aquella laguna – tampoco era como si fuese a ser yo de gran ayuda si es que algo llegaba a pasarle pero entre dos, consideraba que era lo mejor – así que solo debemos ver que día es el adecuado e iremos – le sonreí entonces.
Era bastante considerado al decir que no dudaba de mi padre, pero yo sabía que lo que me contaba por aquel entonces eran solo historias. Él mismo me lo decía y claro, que debía haber sobre naturales por aquellos lugares de hecho como prueba estaba Keath, pero sobre naturales había en todos lados y eso no volvía exactamente especial Pensilvania.
– Algún día te llevare al campo donde vivía pero… – levante el dedo y le señale – debes prometer que algún día tu me llevaras a conocer Pensilvania, quiero ver con mis propios ojos aquel lugar del cual se cuentan muchas cosas malas, aunque sigo creyendo que todo era una exageración pero bueno… – suspire y entonces entrecerré los ojos solo para después estirar una de mis manos en su dirección – ¿Trato? – Deseaba conocer más partes del mundo y para comenzar hacer ese trato con el perro me parecía lo mejor, eso si es que aceptaba y ante sus palabras de que no me comería antes de las doce termine por reír – ¿Quién ha dicho que me quedare contigo hasta las doce? – levante las cejas y le saque la lengua. No tenía algún otro lugar al que quisiera ir en aquellos momentos pero decirle aquello me resulto divertido.
Cuando estuve sentada en la mesa para comer un poco de lo que habíamos pedido, le mire apenas un poco y después a la comida; la cual desaparecía a una velocidad increíble con el perro comiendo como si nunca antes hubiese probado bocado. Tape mis labios con una de mis manos en lo que reía un poco; comía tan rápido que incluso se había llenado por encima del labio.
– Tranquilo que nadie va a quitarte nada – le dije antes de estirar mi mano y limpiar con mi dedo indice lo que tenía en el labio – y si quieres más lo pediremos así que come despacio – tome algo de la comida y probé – Tienes razón… esta rico – seguí comiendo, no de manera tan veloz como él pero comía. – Si, ya note que te encanta comer y… – su pregunta me causo gracia. Si bien no era realmente buena cocinando sabia hacerlo y desde el tiempo en que había visto a Hero cocinar para mi en el café donde trabajaba solía preguntar como se hacían algunas cosas – claro que se cocinar… solo que últimamente he aprendido a preparar más postres que nada gracias a que estoy en el café, pero si sé.
La música comenzó a sonar, todo gracias a un pequeño grupo de hombres que e encontraban por ahí y termine por asentir a su pregunta mientras continuaba escuchando la música y veía de manera divertida como algunas parejas se detenían y comenzaba a danzar, pero la comida y los sonidos de Keath que aparecieron frente a mi me hicieron estallar en risas.
– No soy una niña pequeña ¿sabes? – decía aquello y aún así, termine por comer lo que me ofrecía. Antes de que hiciera algo más sujete sus manos y masticando apenas lo que me había dado, lo trague – anda ven… – sonreí. Me quede viéndole y dejando que la calidez de sus manos envolviera las mías. No creía que Keath tuviera algo que no llamara mi atención o me hiciera sentir mal. Su voz me agradaba, sus muecas, el calor de sus manos y su sonrisa; era simplemente demasiado atrayente. Levante mi cuerpo entonces de la silla sin soltar sus manos – Keath baila conmigo… – tire suavemente de él, mientras que mis ojos se dirigían un poco más allá de donde estábamos, exactamente a aquel lugar en el que estaban los músicos y cada vez más parejas se unían a aquel baile, eso era algo de lo divertido de los circos gitanos; la gente hacía prácticamente cualquier cosa – Vamos, por favor… o sino tendré que ir a bailar sola y eso no será divertido – le mire fijamente, esperando que aceptara la invitación.
Gastón Leroux
No llevaba mucho tiempo a su lado, continuaba siendo un desconocido y aún así ya le estaba entregando enteramente mi confianza, mencionaba cosas que antes no dije, o mostraba detalles que trataba de ocultar solamente por el hecho de sentirme a mi misma segura pero Keath había llegado y entonces le mostraba sin más varios aspectos de mi misma. Aunque ya me había visto desnuda y yo a él, fui su prácticamente su presa mientras me llevaba en su hocico. Ahora que pensaba las cosas con mayor detenimiento mientras andábamos por aquel bosque, la verdad es que había hecho con Keath cosas que con otro no, por más tontas o extrañas que fueran.
Termine por reír cuando dijo que solo planeaba quedarse con mi cola como premio cuando antes me había perseguido lejos ya del sitio en que nos encontrábamos. De haber él tratado de hacer semejante barbaridad le habría arañado toda la cara sin pensarlo dos veces; anda por ahí sin mi cola no debía ser nada lindo.
Me gustaban sus expresiones, que no debían parecerse nada a las que yo solía hacer. Creía que cuando hacía alguna mueca lucía como una niña y eso podía llevarle a que se riera de mi, justo como antes lo hizo cuando toco mi nariz y mis ojos siguieron su dedo provocando que hiciera bizcos; solo que cuando toco debajo de mi ojo cerré uno de mis ojos y de esa forma me hizo dejar de pensar en las caras que él o yo hacíamos.
– ¿Nunca has resbalado en la laguna? Entonces no sabes lo divertido que es eso – moví mi cabeza y le mire sonriente, quería que se notara que aquello era realmente divertido y que se perdía de las mejores cosas. Menciono entonces de que fuéramos juntos antes de que el hielo se derritiera al terminar el invierno; si dejábamos pasar esa oportunidad, deberíamos aguardar un año entero para algo así y tampoco es como que yo quisiera que el perro fuera solo – Si, vayamos. Después de todo no quiero que resulte que tu forma más pequeña no es tan pequeña y termines en el fondo de aquella laguna – tampoco era como si fuese a ser yo de gran ayuda si es que algo llegaba a pasarle pero entre dos, consideraba que era lo mejor – así que solo debemos ver que día es el adecuado e iremos – le sonreí entonces.
Era bastante considerado al decir que no dudaba de mi padre, pero yo sabía que lo que me contaba por aquel entonces eran solo historias. Él mismo me lo decía y claro, que debía haber sobre naturales por aquellos lugares de hecho como prueba estaba Keath, pero sobre naturales había en todos lados y eso no volvía exactamente especial Pensilvania.
– Algún día te llevare al campo donde vivía pero… – levante el dedo y le señale – debes prometer que algún día tu me llevaras a conocer Pensilvania, quiero ver con mis propios ojos aquel lugar del cual se cuentan muchas cosas malas, aunque sigo creyendo que todo era una exageración pero bueno… – suspire y entonces entrecerré los ojos solo para después estirar una de mis manos en su dirección – ¿Trato? – Deseaba conocer más partes del mundo y para comenzar hacer ese trato con el perro me parecía lo mejor, eso si es que aceptaba y ante sus palabras de que no me comería antes de las doce termine por reír – ¿Quién ha dicho que me quedare contigo hasta las doce? – levante las cejas y le saque la lengua. No tenía algún otro lugar al que quisiera ir en aquellos momentos pero decirle aquello me resulto divertido.
Cuando estuve sentada en la mesa para comer un poco de lo que habíamos pedido, le mire apenas un poco y después a la comida; la cual desaparecía a una velocidad increíble con el perro comiendo como si nunca antes hubiese probado bocado. Tape mis labios con una de mis manos en lo que reía un poco; comía tan rápido que incluso se había llenado por encima del labio.
– Tranquilo que nadie va a quitarte nada – le dije antes de estirar mi mano y limpiar con mi dedo indice lo que tenía en el labio – y si quieres más lo pediremos así que come despacio – tome algo de la comida y probé – Tienes razón… esta rico – seguí comiendo, no de manera tan veloz como él pero comía. – Si, ya note que te encanta comer y… – su pregunta me causo gracia. Si bien no era realmente buena cocinando sabia hacerlo y desde el tiempo en que había visto a Hero cocinar para mi en el café donde trabajaba solía preguntar como se hacían algunas cosas – claro que se cocinar… solo que últimamente he aprendido a preparar más postres que nada gracias a que estoy en el café, pero si sé.
La música comenzó a sonar, todo gracias a un pequeño grupo de hombres que e encontraban por ahí y termine por asentir a su pregunta mientras continuaba escuchando la música y veía de manera divertida como algunas parejas se detenían y comenzaba a danzar, pero la comida y los sonidos de Keath que aparecieron frente a mi me hicieron estallar en risas.
– No soy una niña pequeña ¿sabes? – decía aquello y aún así, termine por comer lo que me ofrecía. Antes de que hiciera algo más sujete sus manos y masticando apenas lo que me había dado, lo trague – anda ven… – sonreí. Me quede viéndole y dejando que la calidez de sus manos envolviera las mías. No creía que Keath tuviera algo que no llamara mi atención o me hiciera sentir mal. Su voz me agradaba, sus muecas, el calor de sus manos y su sonrisa; era simplemente demasiado atrayente. Levante mi cuerpo entonces de la silla sin soltar sus manos – Keath baila conmigo… – tire suavemente de él, mientras que mis ojos se dirigían un poco más allá de donde estábamos, exactamente a aquel lugar en el que estaban los músicos y cada vez más parejas se unían a aquel baile, eso era algo de lo divertido de los circos gitanos; la gente hacía prácticamente cualquier cosa – Vamos, por favor… o sino tendré que ir a bailar sola y eso no será divertido – le mire fijamente, esperando que aceptara la invitación.
Thalie De Rose- Cambiante Clase Media
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Re: Stranger in my life [Privado]
“En realidad son pequeñas perspectivas que nacen en una noche solitaria y duermen cuando el alcohol ingresa por la sangre”
Me quedé un momento pensando en mi forma más pequeña, en realidad debía de pesar mínimo siete kilos de esa manera, pero podía intentar hacerme más chico aún, había escuchado que si se tenía la edad suficiente podíamos transformarnos en bebes de los animales que éramos. Eso seguro debía bastar, aunque me sentiría demasiado incomodo siendo un perro tan chiquito, la energía de mi ser seguro haría un estallido de emoción. Había notado, con el tiempo, que entre más pequeña era mi forma perruna más hiperactivo me hacía. Y ya tenía ese defecto en la vida cotidiana como para incrementarlo. — Uhgg… Espero que eso no suceda porque odio mojarme y más cuando siquiera es por bañarme. Creo que soy mitad gato (¿?) Sí, pronto va a nevar, será la última nevada o eso dicen mis patas delanteras. Pero luego de ella iremos. — Sentencié entre pequeñas risas mirando a nuestro alrededor tan tranquilo que me sentía flotar. Hacía mucho no sentía esa libertad de expresión que estaba experimentando con ella y las yemas de mis dedos querían acurrucarla hasta hacerla una con mi pecho y obligarla a nunca más separarse. Siempre había sido demasiado posesivo, como si se tratara de un hueso, solo que no me olvidaba de él como lo hacía cotidianamente con mis juguetes. Claro que no, solo había tenido una mujer y en ese entonces, pensaba en ella hasta en sueños.
— ¡Ah! Pero… Bueno, pero primero tú me llevas allá y luego me convences de ir a Pensilvania, en realidad es un lugar bastante feo cuando no lo conoces, los seres sobrenaturales allí se piensan que son la gran cosa. Son algo salvajes, como si lo natural fuese ser como el animal. ¿Entiendes? Yo tardé en acostumbrarme a Francia, todos son tan humanos, me vuelve loco. ¿Mmmm? Ufa. — Quejica como solo yo era, estiré la mano con reproche, la apreté cerrando la promesa y la tironeé a mí, robándole un beso de la mejilla, mordiéndola con cuidado para dejar una pequeña y suave aureola roja. Su piel era apetitosa y en mis ojos se pudo notar que quería volver a hacerlo, pero me contuve. Comí sus orbes oscuros con la mirada y le sonreí. — ¡Es un trato! Y claro que te quedarás hasta las doce, falta apenas una hora para eso y tenemos que comer y hablar y caminar y un montón de cosas. No te dejaré ir, así que es mejor que aceptes. — La risa explotó con una carcajada, mientras la explicaba estrictamente que ella no se iría lejos de mí hasta esa hora y si se escapaba la seguiría como si fuese un boomerang. Cuando la solté froté mis manos, estábamos tan cerca de la comida que ya la podía saborear en mi boca.
Y mastiqué lo más lento que pude, tragando a medida que la comida entraba por mi boca. No tenía idea porque tenía esa desesperación por engullir todo así de rápido, en realidad siquiera me daba cuenta de que lo estaba haciendo de esa forma, pero todo era muy sabroso. — ¿Qué es esto? ¿De que gusto es? Anda que no me respondes. ¿O no sabes? Me quedo tranquilo, jajaja. — Pregunté nuevamente con la boca media llena y volví a tragar, jadeando apenas al sentirme ahogado que tuve que verter un buen trago de mi vaso para poder pasar la comida. Al cabo de unos momentos terminaría de comer, aunque si fuese un día con real hambre estaría comiendo hasta una hora más tarde. Le gata había llenado parte de mis sentidos, los había abrumado con su belleza. Y aquel dedito deambulando cerca de la boca del perro corría peligro de no ser porque tenía un olor demasiado atrayente para tragarlo. Pero igual lo mordí, muy despacio, controlando toda mi mandíbula para mascarle el dedo índice con el suficiente cuidado para que solo haga cosquillar y sonriendo le solté. — Tienes que tener cuidado, pensé que era un bacón, jajaja. ¡Estoy comiendo despacio! Una tortuga iría más rápido que tú. Los gatos siempre comen como si fuese un ritual religioso. — Le reproché con una risita baja, mientras empezaba a comer exageradamente lento, abriendo mi boca y mientras la comida hacía círculos por el aire antes de entrar y ser tragada de un bocado. — Mmm… lo dulce no me gusta tanto como lo salado, pero sin duda lo comeré. —
Una sonrisa blanca y reluciente se hizo presente cuando ella comió de lo que le ofrecía, sin duda era hermosa, indudablemente hermosa. Me paralizaba los latidos y cuando se levantó siquiera supe que estaba haciendo, solo la miraba con el tenedor aún por arriba de mi mano. Y no fue hasta segundos más tarde que mi cabeza procesó lo que me decía y entre una pequeña risa y un quejido en forma de suspiro me levanté y enarqué la ceja. — Si te piso y lloras no estaré contento, así que tendrás que esquivarme y mover tus patitas felinas mientras eres atropellada por mi cuerpo. — Le tomé la mano y me dejé llevar, mirando su hermosa cintura yendo hacia la “pista de baile” estaba claro que todos sufrirían mis pisadas, estábamos demasiado cerca de los demás, pero ya sea por complacer a la pequeña gata, que aceptaría su invitación. — Se supone que los hombres invitan a bailar a la dama, ¿tienes bigotes y yo cabello largo? — Tomando su cintura la moví a un lado y al otro como si fuese una pelota revoloteando entre mis palmas y luego la sujeté y la giré toscamente, abrazándola por la espalda, riendo bajito porque sabía que esa no era forma de bailar. Pero las únicas danzas que conocía eran las solitarias alrededor de un fogón. — Muy bien niña y ¿ahora qué hago? ¿Atropello a los demás? Creo que nos están amenazando al acercarse tanto. — Susurré como si se tratara de una trampa y reí bajito, mientras volvía a moverla y mis pies hacían lo que podían en el suelo. — ¿Te gusta hacer esto? — Pregunté curioso, mientras imitaba los movimientos de alunas parejas.
“Sin duda eres la mismísima libertad de cuerpo y alma.”
Keath Roggers- Cambiante Clase Media
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Re: Stranger in my life [Privado]
De aquella cosa efímera nacía una cosa eterna.
Manuel Gutiérrez Nájera
Termine por reír ante su comentario de ser mitad gato, es que de verdad podía existir tal cosa. A mi de la única forma que no me gustaba el agua era cuando estaba en mis formas animales, en cualquier otro momento me resultaba lo más natural del mundo.
– ¿Entonces yo soy mitad perro? Porque me gusta bañarme pero no en forma de gato, así me molesta muchísimo el agua aunque solo me pasa en esas formas – le mire entonces y sonreí – Tus patas delanteras deben saber entonces mucho sobre eso y lo mejor será hacerles caso que lo único que saben mis patas es lo divertido que es deslizarse – arrugue la nariz sin poder alejar mi mirada de él, incluso me parecía algo lindo cuando observaba a otros lados aunque debía ser por el hecho de que cuando se distraía con otras cosas no estaba fastidiándome o algo por el estilo, aunque la verdad es que no estoy muy segura de que sea ese el motivo.
– Convercerte… ¿Qué habrá que hacer para eso? La verdad es que sería bastante interesante conocer Pensilvania aunque digas que es un lugar bastante feo, así se me quita la tentación de ir y puedo dar mi punto de vista al respecto – quería lograr convencerle de que me llevara a aquel lugar, realmente me sentía curiosa sobre Pensilvania y que mejor que me llevara alguien que sabía sobre ese lugar y todo los secretos o no secretos que ocultaba. No pude evitar comenzar a reír cuando dijo que todos actuábamos tan humanos en París y de ahí fue que entonces todo tomo sentido respecto a la forma en que se comportaba, algo bruto y salvaje – Creo que entiendo lo que quieres decir respecto a que aquí somos muy humanos y se nota bastante que te cuesta trabajo acostumbrarte, solo es cuestión de recordar que me perseguiste y me has lamido – deje se mirarlo entonces porque me surgió la extraña idea de que las lamidas eran como los besos de los animales. Sentía mis mejillas un poco calientes pero en cuanto la idea abandonara mi mente todo regresaría a la normalidad.
– Oye… – lleve mi mano hasta mi mejilla – No me muerdas, la gente pensara que es raro – realmente no me importaba eso pero me daba algo de pena que estuviese haciendo esas cosas. Verle reír sin embargo era algo que hacía que se me pasara la vergüenza o la molestia – Esta bien, aceptare irme hasta esa hora así que tranquilo que estaremos juntos aún otro rato.
– Se lo mismo que tu sobre la comida Keath – reí un poco para comer también antes de que terminara por comerse todo y no dejar nada para mi. Notaba que se esforzaba por comer algo más lento después de lo que le había dicho, pero no era aquello realmente el mismo y eso era bastante divertido. Mordió mi dedo después de haberle limpiado el labio. Fruncí los labios después de que hiciera eso – Solo iba a limpiarte algo de comida que tenias y claro que no estas comiendo lento, comes demasiado rápido si yo comiese de esa manera seguro me dolería después el estomago y no… no como como si fuese un ritual es solo que me gusta disfrutar la comida y nada más que eso, deberías aprender eso de mi – le sonreí – ¿Quién dijo que cocinare para ti? Si no te gusta además no tiene sentido que lo haga y tampoco es como si hubiese aceptado hacerlo en algún momento ¿o si? – enarque la ceja mientras un poco de comida era introducida a mi boca. Quería saber que era lo que diría o haría después de que le había dicho eso. No me molestaba realmente cocinar y probablemente fuese divertido hacer algo para el perro aunque si era algo dulce de seguro después no podría calmarle para nada pero también era divertido pensar en la manera en la que reaccionaria pues sus palabras eran demasiado seguras.
No es que la seguridad fuese mala, de hecho parecía que no necesitaba un poco más de esa seguridad y si podía obtenerla de alguien como él entonces estaría bien.
Bruto, hiperactivo, demasiado seguro de si mismo; aquel perro era el colmo y aún así era tan agradable mirarle y estar a su lado que simplemente no podía querer estar en otro lado que no fuese con él
– No digas eso que veras que podré esquivarte a la perfección, no por nada ya estuve huyendo de ti por el bosque así que deja de decir que me pisaras y ven a bailar conmigo, si lo haces entonces prometo aprender a cocinar algo salado y después invitarte a probarlo – le sonreía divertida y esa sonrisa solo logro extenderse más cuando se levanto para ir a mi lado, aquello de bailar con él era un mero capricho del momento pero aún así me ponía feliz de lograr mi cometido – Pues no, pero no sabía si es que el hombre iba a invitarme así que me tome la libertad de hacerlo yo, ¿pensabas invitarme tu? que de ser así entonces regreso a la mesa y espero a que me lo digas – reí cuando comenzamos a “bailar” si es que a eso podía llamarsele de esa forma. – ¿Qué se supone que haces? – susurre; aunque muchas de las parejas que estaban ahí nos miraban estragados era tan divertido que no me importaba. Termine por girar y quedar de frente a él – Nadie nos amenaza, creo que de hecho somos nosotros los que les amenazamos pareciendo que vamos a pisarles en cualquier segundo. Ahora lo que debes hacer es… – iba justamente a decirle que siguiera mis pasos, cuando comenzó a imitar a los demás – precisamente eso que haces justo ahora – sonreí – no eres tan malo como me lo imagine bailando y si, me gusta hacer esto – mis ojos se clavaron en los suyos, eso con todo y el peligro que significaba el que dejara Keath de mirar a los demás, ya que podía perder el paso y pisar a alguien – tenía mucho tiempo sin bailar con nadie así que gracias – no tenía nada más que decirle. Dejaba que la música guiara nuestros pasos y simplemente disfrutada de ese momento, tal vez me gustaba demasiado y por eso mismo fue que me acerque un poco más a él y le bese la mejilla; sin duda alguna era un buen perro.
Manuel Gutiérrez Nájera
Termine por reír ante su comentario de ser mitad gato, es que de verdad podía existir tal cosa. A mi de la única forma que no me gustaba el agua era cuando estaba en mis formas animales, en cualquier otro momento me resultaba lo más natural del mundo.
– ¿Entonces yo soy mitad perro? Porque me gusta bañarme pero no en forma de gato, así me molesta muchísimo el agua aunque solo me pasa en esas formas – le mire entonces y sonreí – Tus patas delanteras deben saber entonces mucho sobre eso y lo mejor será hacerles caso que lo único que saben mis patas es lo divertido que es deslizarse – arrugue la nariz sin poder alejar mi mirada de él, incluso me parecía algo lindo cuando observaba a otros lados aunque debía ser por el hecho de que cuando se distraía con otras cosas no estaba fastidiándome o algo por el estilo, aunque la verdad es que no estoy muy segura de que sea ese el motivo.
– Convercerte… ¿Qué habrá que hacer para eso? La verdad es que sería bastante interesante conocer Pensilvania aunque digas que es un lugar bastante feo, así se me quita la tentación de ir y puedo dar mi punto de vista al respecto – quería lograr convencerle de que me llevara a aquel lugar, realmente me sentía curiosa sobre Pensilvania y que mejor que me llevara alguien que sabía sobre ese lugar y todo los secretos o no secretos que ocultaba. No pude evitar comenzar a reír cuando dijo que todos actuábamos tan humanos en París y de ahí fue que entonces todo tomo sentido respecto a la forma en que se comportaba, algo bruto y salvaje – Creo que entiendo lo que quieres decir respecto a que aquí somos muy humanos y se nota bastante que te cuesta trabajo acostumbrarte, solo es cuestión de recordar que me perseguiste y me has lamido – deje se mirarlo entonces porque me surgió la extraña idea de que las lamidas eran como los besos de los animales. Sentía mis mejillas un poco calientes pero en cuanto la idea abandonara mi mente todo regresaría a la normalidad.
– Oye… – lleve mi mano hasta mi mejilla – No me muerdas, la gente pensara que es raro – realmente no me importaba eso pero me daba algo de pena que estuviese haciendo esas cosas. Verle reír sin embargo era algo que hacía que se me pasara la vergüenza o la molestia – Esta bien, aceptare irme hasta esa hora así que tranquilo que estaremos juntos aún otro rato.
– Se lo mismo que tu sobre la comida Keath – reí un poco para comer también antes de que terminara por comerse todo y no dejar nada para mi. Notaba que se esforzaba por comer algo más lento después de lo que le había dicho, pero no era aquello realmente el mismo y eso era bastante divertido. Mordió mi dedo después de haberle limpiado el labio. Fruncí los labios después de que hiciera eso – Solo iba a limpiarte algo de comida que tenias y claro que no estas comiendo lento, comes demasiado rápido si yo comiese de esa manera seguro me dolería después el estomago y no… no como como si fuese un ritual es solo que me gusta disfrutar la comida y nada más que eso, deberías aprender eso de mi – le sonreí – ¿Quién dijo que cocinare para ti? Si no te gusta además no tiene sentido que lo haga y tampoco es como si hubiese aceptado hacerlo en algún momento ¿o si? – enarque la ceja mientras un poco de comida era introducida a mi boca. Quería saber que era lo que diría o haría después de que le había dicho eso. No me molestaba realmente cocinar y probablemente fuese divertido hacer algo para el perro aunque si era algo dulce de seguro después no podría calmarle para nada pero también era divertido pensar en la manera en la que reaccionaria pues sus palabras eran demasiado seguras.
No es que la seguridad fuese mala, de hecho parecía que no necesitaba un poco más de esa seguridad y si podía obtenerla de alguien como él entonces estaría bien.
Bruto, hiperactivo, demasiado seguro de si mismo; aquel perro era el colmo y aún así era tan agradable mirarle y estar a su lado que simplemente no podía querer estar en otro lado que no fuese con él
– No digas eso que veras que podré esquivarte a la perfección, no por nada ya estuve huyendo de ti por el bosque así que deja de decir que me pisaras y ven a bailar conmigo, si lo haces entonces prometo aprender a cocinar algo salado y después invitarte a probarlo – le sonreía divertida y esa sonrisa solo logro extenderse más cuando se levanto para ir a mi lado, aquello de bailar con él era un mero capricho del momento pero aún así me ponía feliz de lograr mi cometido – Pues no, pero no sabía si es que el hombre iba a invitarme así que me tome la libertad de hacerlo yo, ¿pensabas invitarme tu? que de ser así entonces regreso a la mesa y espero a que me lo digas – reí cuando comenzamos a “bailar” si es que a eso podía llamarsele de esa forma. – ¿Qué se supone que haces? – susurre; aunque muchas de las parejas que estaban ahí nos miraban estragados era tan divertido que no me importaba. Termine por girar y quedar de frente a él – Nadie nos amenaza, creo que de hecho somos nosotros los que les amenazamos pareciendo que vamos a pisarles en cualquier segundo. Ahora lo que debes hacer es… – iba justamente a decirle que siguiera mis pasos, cuando comenzó a imitar a los demás – precisamente eso que haces justo ahora – sonreí – no eres tan malo como me lo imagine bailando y si, me gusta hacer esto – mis ojos se clavaron en los suyos, eso con todo y el peligro que significaba el que dejara Keath de mirar a los demás, ya que podía perder el paso y pisar a alguien – tenía mucho tiempo sin bailar con nadie así que gracias – no tenía nada más que decirle. Dejaba que la música guiara nuestros pasos y simplemente disfrutada de ese momento, tal vez me gustaba demasiado y por eso mismo fue que me acerque un poco más a él y le bese la mejilla; sin duda alguna era un buen perro.
Thalie De Rose- Cambiante Clase Media
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Re: Stranger in my life [Privado]
“Me gustaría poder ser mitad fantasma, para poder perseguirte por siempre, mantenerte a mi lado y aferrarme a ti como un relicario eterno.”
De repente había descubierto una parte de mí que creía muerta. Siempre me había comportado feliz y entusiasta con las personas, pero ahora, de verdad deseaba sonreír desde el interior para ella, mostrarle todo mi afecto y encanto al punto de que evidentemente parecía un tonto y el hecho de que ella me siguiera la corriente en absoluto hacía las cosas más fáciles. Deseaba apretarla entre mis brazos, esconderla bajo mi regazo y protegerla hasta del mismo aire. Pero algo me decía que ella no era esa clase de mujer, que ella podía mantenerse segura sin ayuda de nadie y aquel pensamiento hacía las cosas más excitantes, más dulces y encantadoras. Asentí paulatinamente cuando insistió en querer ir a deslizarse en el hielo, yo mismo deseaba comprobar el sentimiento aquel y en mi mente una idea maligna sobre mojarla se empezaba a procrear en mi cabeza y de poder ser, una colita de demonio hubiese salido de mi trasero. — Ommh, entonces hay que cuidar ese cuerpito peludo y limpio~— Mientras masticaba otro bocado, observaba sus ojos profundamente marcados, engullendo lo más lento que podía. Ella casi me hipnotizaba de tanto tiempo que estaba con la comida dentro, pero sin duda eso la hacía verse hermosa.
— Bueno, no es convencerme literalmente, pero… Está bien, podemos ir. Pero no tanto tiempo, pasaremos por el castillo de la colina y luego cerca de donde estaba mi hogar. Por allí suele haber muchos seres sobre naturales, pero son agresivos o más bien brutos. — Explicaba de forma moderada, el hecho de que licántropos y vampiros anduviesen por los bosques juntos provocaba muchas matanzas y pequeñas guerrillas. Era prácticamente un mundo aparte y ella no parecía saber a lo que me refería. Se notaba que se había acostumbrado completamente a la vida civilizada. — Rgg~ Es que tienes la piel suave. ¡No me cuesta tanto! He visto peores que terminan en los zoológicos. Se hace lo que se puede, jajaja. Genial, entonces podré conocerte un poco más. Te ves bella en ese vestido. — Alcé la mano y acaricié su nariz suavemente, suspirando en tanto la observaba. Realmente ella era bonita cuando sonreía. Aunque de gato me fastidiaba el olfato, estaba seguro de que podía controlarme, nunca había matado animales más que para comer y eso no se veía como pecado, así que ¿no tenía que preocuparme, verdad?
Le sonreí una vez más cuando alejó su dedo de mí, quería masticarlo un poco más, pero reprimí mis deseos de hacerle cosas y solo la miré con los ojos de las ganas. Entrecerrándolos, suspirando en tanto la sonrisita socarrona se hacía presente y dejaba de comer de una vez, el estómago ya se me había llenado a punto máximo. Casi me era imposible respirar y los juegos que ella hacía solo provocaban que otro de mis apetitos se agrandara. — Que mala eres. ¿Debería obligarte a cocinar entonces? Pero yo quiero, hazme de comer. Aunque pensar ahora mismo en comida no me emociona demasiado. Creo que… Estoy embarazado. — Bromeé y entre risas al final nos levantamos de allí. Fue todo un logro poder hacer coordinar mis pies con los de ella, me dejé llevar un poco por el ritmo pero en general todo era una copia de los movimientos de los demás. La mantenía sujeta, en tanto acariciaba con cuidado su cintura de arriba hacia abajo y luego a la inversa. — Pero yo terminé ganando al final. Así que se puede decir que no escapaste de mí. ¡Ah, yah! Ahora ya nos paramos, si vuelves tendré que arrodillarme y pedirte formalmente que por favor me dejes tener una pieza contigo… ¿Quieres que haga eso? — Elevaba mi mano, para poder acariciar sus mejillas y luego su cuello, olisqueándole la piel, regocijándome en ella. Mientras bailábamos como se podía con un cuerpo tosco como el mío. La seguí girando un poco, aprisionándola en mí. Deseaba que ese momento no se termine y quedar como aquellas estatuillas de las cajitas musicales. Girando con ella por siempre.
Observé a un lado y al otro, buscando por si alguien la quería apartar de mi lado. Sabía que en los bailes se iban cambiando a las parejas pero, estaba seguro, que si alguien veía mi “aterrador” rostro no se acercaría. — ¿Lo estoy haciendo bien? Es porque no quiero lastimarte… Ah, yo también, bastante tiempo en realidad, demasiado. — Recordé la última vez, dos años antes de que ella cayera enferma. Mi corazón se encogió pero acaricié aquel recuerdo con soltura y como si el fantasma de ella me estuviese alentando, seguí dando pasos sueltos a su alrededor. — La música es agradable, pero si alguien te agarra para sacarte de mí, lo morderé. — Le susurré cerca de los labios, enarcando una ceja con recelo, mientras nos movía a un costado y luego al otro. Pronto sería hora de despedirnos, aunque aquello no me agradaba, era evidente que tenía que suceder. — Ya se está haciendo bastante tarde, te buscaré en tu trabajo en unos días, ¿sí? ¿Me cocinarás? Si no lo haces te tendré que obligar o te comeré a ti. No son muy buenas opciones. ¿Iremos a deslizarnos? Quiero~ — Reía bajo, en lo que la música iba terminando, las personas se estaban empezando a retirar, la noche estaba muy oscura y como era habitual los seres de la luna salían para alimentarse y aunque nosotros podíamos luchar o escapar de ellos, siempre era mejor prevenirse.
“Pero esto no se acaba aquí, esto tendrá lugar para nosotros y será dos veces una vida.”
Keath Roggers- Cambiante Clase Media
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Re: Stranger in my life [Privado]
Sí, me apartaré. Prefiero lamentarme de tu ausencia que de ti.
Antonio Porchia
No existía forma posible de que no me divirtiera con aquel perro. Con la manera tan sencilla en la que me hacía sonreír y su energía de sobra que me daba un poco a mi, lo cual provocaba que deseara andar toda la noche a su lado como no existiera nada más que los bienios momentos que estaba compartiendo a su lado y las promesas aquellas que me encargaría de que se cumplieran.
En un inicio le quería lejos de mi pero ahora me daba cuenta de que me hacía falta que alguien como Keath apareciera en mi vida, necesitaba que me sacudieran y me mostraran nuevamente que era capaz de sonreír y de ser feliz sin necesidad de estar sumergida en el pasado.
¿Para qué estar en ese pasado? No me servía de nada sufrir e impedirme disfrutar de que aún estaba viva y sobre todo de que me faltaba mucho más por vivir. Keath me estaba mostrando eso.
– Gracias – respondía a su halago, aunque no quería preguntar mucho más sobre aquel vestido así que cambie de tema para poder continuar con lo que viniera después – Y ya, es promesa que haremos esos viajes y paseos así que nada de arrepentimientos – comí un poco más de aquellos alimentos que pedimos y los cuales iban siendo olvidados lentamente entre la charla y la música que sonaba más allá de nosotros.
– ¿Embarazado? – reí ante semejante pensamiento – Quizás lo estés, deberías cuidare y decirle a tu esposa que te cuide no queremos que nada les pase a los cachorros – bromeé entonces – pero cuando se te pase el embarazo, cocinare para ti y veras que me quedara rico – acepte aquello como un reto personal uno con el que pensaba lograr que el perro se comiera sus propias palabras y de esa manera todo estaría bien para mi. Me sentiría satisfecha y que había cumplido con mi propósito respecto a eso.
Mientras bailaba junto a él, tratando de que no golpeáramos a otras parejas, me sentí precisamente de esa manera, como si él y yo fuéramos una pareja más de enamorados. Era lindo imaginarme eso aunque fuera solo por unos segundos, unos mágicos segundos en los que todo podía suceder pero en realidad nada sucedió y todo continuo igual mientras la música sonaba y yo, me sentía satisfecha con la felicidad que me brindaba el perro.
– No sería mala idea que fueras a arrodillarte, eso le gusta a toda mujer – reí – pero descuida que no serré cruel contigo y no permitiré que hagas eso… no hoy – susurre finalmente.
Intentaba hacer todo de la manera más correcta, no sabía si para no avergonzarse o para quedar bien conmigo. Cualquiera que fuera su intención, era demasiado bello.
– Lo haces bien, demasiado bien en realidad. Me gustaría bailar contigo más de una vez y eso es mucho decir. No morderás a nadie porque nadie nos separara así que tranquilo – sonreí, nuestros cuerpos se movían al ritmo de la música y dejamos de seguir a los demás, sumiendonos en nuestro baile, aislados en aquella burbuja que pronto debería desaparecer al igual que la compañía que simbolizaba cada uno de nosotros al otro.
La música fue disminuyendo hasta que poco a poco fuimos los últimos en quedar entre lo que antes fueron parejas danzantes y le mire con una sonrisa aún en el rostro pero algo de decepción en mi interior.
– Ve a buscarme, prometo no darte cosas dulces y ya te dije que cocinare algo para ti así que cuando vayas al café te diré donde es exactamente que vivo para que vayas – hice una mueca – no es la gran cosa pero bueno – le mire y acaricie su mejilla – Iremos a deslizarnos, después de la nevada que te dicen tus patas que viene así que esta tranquilo que siempre cumplo mi palabra – suspire entonces – me acompañaras a la salida ¿verdad? – no espere a ver si decía que si o no, me encamine a la salida con él a un lado mío. No hubo palabras en aquel andar, pues todo había sido dicho antes; creo que era en parte porque hablar haría que no quisiera irme aún de su lado.
Una vez que estuvimos a la entrada del circo, donde había más gente fue que termine por darle un beso en la mejilla y después de decirle un ligero adiós salí encaminada en dirección a donde se encontraba mi casa. Después le devolvería el vestido.
Volví mi vista un par de veces y deje de hacerlo solo hasta que su figura desapareció, al menos para mi esa noche tendría sueños agradables. Sueños sobre un nuevo presente.
Antonio Porchia
No existía forma posible de que no me divirtiera con aquel perro. Con la manera tan sencilla en la que me hacía sonreír y su energía de sobra que me daba un poco a mi, lo cual provocaba que deseara andar toda la noche a su lado como no existiera nada más que los bienios momentos que estaba compartiendo a su lado y las promesas aquellas que me encargaría de que se cumplieran.
En un inicio le quería lejos de mi pero ahora me daba cuenta de que me hacía falta que alguien como Keath apareciera en mi vida, necesitaba que me sacudieran y me mostraran nuevamente que era capaz de sonreír y de ser feliz sin necesidad de estar sumergida en el pasado.
¿Para qué estar en ese pasado? No me servía de nada sufrir e impedirme disfrutar de que aún estaba viva y sobre todo de que me faltaba mucho más por vivir. Keath me estaba mostrando eso.
– Gracias – respondía a su halago, aunque no quería preguntar mucho más sobre aquel vestido así que cambie de tema para poder continuar con lo que viniera después – Y ya, es promesa que haremos esos viajes y paseos así que nada de arrepentimientos – comí un poco más de aquellos alimentos que pedimos y los cuales iban siendo olvidados lentamente entre la charla y la música que sonaba más allá de nosotros.
– ¿Embarazado? – reí ante semejante pensamiento – Quizás lo estés, deberías cuidare y decirle a tu esposa que te cuide no queremos que nada les pase a los cachorros – bromeé entonces – pero cuando se te pase el embarazo, cocinare para ti y veras que me quedara rico – acepte aquello como un reto personal uno con el que pensaba lograr que el perro se comiera sus propias palabras y de esa manera todo estaría bien para mi. Me sentiría satisfecha y que había cumplido con mi propósito respecto a eso.
Mientras bailaba junto a él, tratando de que no golpeáramos a otras parejas, me sentí precisamente de esa manera, como si él y yo fuéramos una pareja más de enamorados. Era lindo imaginarme eso aunque fuera solo por unos segundos, unos mágicos segundos en los que todo podía suceder pero en realidad nada sucedió y todo continuo igual mientras la música sonaba y yo, me sentía satisfecha con la felicidad que me brindaba el perro.
– No sería mala idea que fueras a arrodillarte, eso le gusta a toda mujer – reí – pero descuida que no serré cruel contigo y no permitiré que hagas eso… no hoy – susurre finalmente.
Intentaba hacer todo de la manera más correcta, no sabía si para no avergonzarse o para quedar bien conmigo. Cualquiera que fuera su intención, era demasiado bello.
– Lo haces bien, demasiado bien en realidad. Me gustaría bailar contigo más de una vez y eso es mucho decir. No morderás a nadie porque nadie nos separara así que tranquilo – sonreí, nuestros cuerpos se movían al ritmo de la música y dejamos de seguir a los demás, sumiendonos en nuestro baile, aislados en aquella burbuja que pronto debería desaparecer al igual que la compañía que simbolizaba cada uno de nosotros al otro.
La música fue disminuyendo hasta que poco a poco fuimos los últimos en quedar entre lo que antes fueron parejas danzantes y le mire con una sonrisa aún en el rostro pero algo de decepción en mi interior.
– Ve a buscarme, prometo no darte cosas dulces y ya te dije que cocinare algo para ti así que cuando vayas al café te diré donde es exactamente que vivo para que vayas – hice una mueca – no es la gran cosa pero bueno – le mire y acaricie su mejilla – Iremos a deslizarnos, después de la nevada que te dicen tus patas que viene así que esta tranquilo que siempre cumplo mi palabra – suspire entonces – me acompañaras a la salida ¿verdad? – no espere a ver si decía que si o no, me encamine a la salida con él a un lado mío. No hubo palabras en aquel andar, pues todo había sido dicho antes; creo que era en parte porque hablar haría que no quisiera irme aún de su lado.
Una vez que estuvimos a la entrada del circo, donde había más gente fue que termine por darle un beso en la mejilla y después de decirle un ligero adiós salí encaminada en dirección a donde se encontraba mi casa. Después le devolvería el vestido.
Volví mi vista un par de veces y deje de hacerlo solo hasta que su figura desapareció, al menos para mi esa noche tendría sueños agradables. Sueños sobre un nuevo presente.
TERMINADO
Thalie De Rose- Cambiante Clase Media
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