You, my life guard~ [Privado]

por **Cilla Citroen** Miér Jul 30, 2014 11:50 pm

Somebody save me
I don't care how you do it, just stay, stay
Come on, I've been waiting for you~

Una sonrisa seca se dibujó en sus labios al recordar aquellas dolorosas palabras que alguna vez habían pasado por su mente, rogando por alguien que viniera a salvarla de todo lo que la envolvía en aquella oscura época de su vida, pero especialmente que la salvara de sí misma y sus infructuosos intentos de suicidio.

La taberna estaba aún vacía, sólo un par de mesas dispersas se hallaban ocupadas, una de ellas por una joven pareja de clase trabajadora que, en apariencia, salía a divertirse un rato después del trabajo, mientras que en la otra un trío de hombres viejos y gordos se rascaba el exceso de grasa mientras se encargaban de mantener la inversión ingiriendo sendas jarras de cerveza.

Sentada en la barra, vestida con pantalón, camisa de hombre un par de tallas más grandes que ella y un gorro que se ocupaba de esconder su llamativa y pelirroja cabellera, se encontraba Katrynna. Al igual que los hombres panzones de la esquina al fondo, se encontraba bebiendo una jarra de cerveza, claro que sin rascarse el exceso de grasa, inexistente en su caso.

¿Por qué estaba allí? ¿Qué hacía en un lugar como ese? ¿Por qué vestida de esa manera tan deshonrosa para una dama? Preguntas todas que pasaban constantemente por su cabeza desde que se sentara en el alto taburete y ordenara con fingida voz de hombre aquella jarra de líquido dorado y espumoso que ahora bebía.

Las respuestas a todas aquella preguntas ni ella misma las conocía, simplemente había sentido el impulso de ir a por una cerveza, sin embargo había sido detenida por su sirvienta de más confianza, quien muy acertadamente le comentó que no era digno de una dama de su clase beber cerveza, mucho menos en una taberna de clase baja, y aún menos estando sola, pero mientras la reprendía le extendía el conjunto, que según ella pertenecía a su hermano menor, quien poseía una contextura similar a la de la vampiro.

En el momento no había dudado, se había vestido y venido al lugar, cuando se sentó sintió que era incorrecto estar allí, pero sentir el sabor amargo y delicioso de la cerveza bajar por su garganta despejó todas sus dudas y alejó temporalmente de sus pensamientos las memorias de un pasado que, para su fortuna, nunca volvería. Ella había sido finalmente salvada, alguien había respondido a su llamado, alguien le tendió la mano y le enseñó más de lo que ella hubiera creído.

Con él aprendió que existen nuevas y mejores emociones, a conocer un mundo lleno de ilusiones, que puede un beso ser más grande y más profundo. La Katrynna que ahora se encontraba allí sentada nació el día en que lo conoció, el día en que por azares del destino apareció por primera vez en su vida y le enseñó a vivir y disfrutar de los placeres de la vida, la Katrynna que ahora ella podía ser era en parte una creación suya, por más que un fuera él su hacedor, había sido su salvador, y por eso ella le estaría eternamente agradecida, por ello él tenía su confianza y su amor incondicional, pero no un amor romántico, un amor bastante particular que sólo sentía por él.

Cuando la primera jarra se vació, pidió una segunda, preguntándose cuándo había sido la última vez que pensara en él. En momentos como ese, que lo recordaba con tanto anhelo y cariño, casi podía sentirlo, como si se hallara justo detrás de sí, esperando a que volteara para dedicarle una de sus sonrisas. Las primeras veces Katrynna había volteado sin dudar, encontrándose un enorme vacío que terminaba por sumergirla en un anhelo aún más poderoso. La verdad era que después de 150 años ya había perdido la esperanza de volver a verlo, por lo que se ahorraba la desilusión, debía contentarse con su recuerdo y con saberse la afortunada que una vez él, muy a su manera, también amó.

por Pandora* Mar Ago 12, 2014 1:38 pm

No bien me había asentado en París, dispuesto la mansión con las inmensas bibliotecas de las cuales podía embriagarme a cada atardecer, de los ventanales finamente cubiertos con cortinas tan gruesas que no dejarían al más mínimo rayo de sol maltratar los escritos que tanto atesoraba, cuando una serie de imágenes vinieron de golpe a mi mente

La nieve cubría espesa las cumbres de los Alpes, no respetando época del año, los que deben ser guardados debían ser vistos, le había prometido a mi reina que le encendería 100 velas de la cera más fina… hacía allá me dirigía esa noche que los copos borraban tras de mi…

De pronto un grito silencioso se perdía en el blanco piso que recorría a velocidad con el don de nubes, agónico pero incapaz de morir… entonces la vi, un destello cobrizo que apenas lograba mantenerse en mi visión…

Esa noche no llegué al santuario, no fui a ver a los que deben ser guardados; esa noche regresé a mi bella y próspera Venecia, con una frágil vampiresa al borde de sus fuerzas en brazos, recuerdo la primera noche que durmió en los sótanos de la academia…

Ella estaba allí… no había duda, Katrynna estaba en París, no sé si tenía mucho tiempo o acababa de llegar igual que yo, pero no podía ignorar ese golpe que me silenció el pensamiento del mundo exterior… De todas las sorpresas que esta urbe me podía regalar, esta, era la última que esperaba…

Salí de casa, apenas colocándome la gabardina bordeaux y enfilándome hacía el lugar del que había llegado esa visión blanca, esos ojos rubí, adentrándome en calles secundarias del centro de París, donde las tabernas no eran lujosas, o frecuentadas por gente de clase alta…

Entré a una de ellas y miré a mi alrededor, hombres todos, protegidos del frio tomaban pintas de cerveza con la naturalidad de siempre, más sin embargo estaba seguro de que ella tenía que estar allí…

por **Cilla Citroen** Mar Ago 12, 2014 9:09 pm

No había más que blanco a su alrededor, blanco y frío, con una mancha roja extendiéndose sobre aquel manto puro e inmaculado. -Sangre- pensó. Sí, era su sangre. Intentaba suicidarse, pero no lo conseguía. No era la primera vez que cortaba sus muñecas esperando desangrarse, y tampoco era el único método que había probado. Intentó ahorcarse, ahogarse,… Pero nada funcionaba. El hecho de que repitiera ya por, cuánto, ¿Quinta vez?, el desangrarse, tenía un motivo bastante particular: por un momento, un ínfimo instante, sentía la muerte abrazarla. Pero sencillamente nunca la llevaba hasta el final del oscuro túnel, tenía la esperanza de que un día su capacidad de regeneración se agotara, y terminara muriendo.

En esta ocasión la sombra que solía relacionar con la muerte tenía un rostro, un hombre rubio de rostro amable. Sentía sus brazos rodearla, y una paz infinita la invadió. -¿Eres la muerte? ¿Tal vez Lucifer?... ¿Por fin he podido morir?- preguntas todas que se quedaron sin respuesta en aquel momento, dado que la débil condición de su cuerpo la arrastró a un profundo sueño que duraría más que cualquier otro.

Aquel doloroso recuerdo se mostró ante ella como una especie de visión, una demasiado real para su gusto. El susto que se llevó la hizo saltar del asiento dónde estaba, por poco cayendo de trasero al piso pero logrando reponer su equilibrio. La presencia de Marius estaba tan latente que no pudo evitar mirar sus muñecas, recordando los cortes que alguna vez hizo en ellas, y que él con paciencia había curado.

La respiración de la vampiro se aceleró sin motivo, estaba exaltada, ansiosa, deseó tener un cigarrillo a la mano para poder tranquilizarse. Al no tenerlo, la angustiosa sensación la llevó a mirar a su alrededor, había algo que la estaba perturbando de aquella manera y no entendía qué podía ser, se negaba a creer que Marius realmente se hallara cerca, quizás en Francia, pero no en París y mucho menos en la misma taberna.

Sus ojos se vieron repentinamente atraídos por una mirada poderosa, una presencia antigua y conocida, el que generaba todas y cada una de aquellas sensaciones electrizantes. Tragó con fuerza sin poder creer lo que estaba viendo, sencillamente era imposible. A riesgo de que los demás presentes en el bar la creyeran loca si es que aquello llegaba a ser un juego de su mente, estiró lentamente el brazo hacia él con intención de tocarlo, de sentir la piel cálida y fría a la vez de su rostro.

-¿Eres tú?- preguntó en un murmullo apenas audible cuando su mano finalmente pudo acariciarlo, cuando finalmente después de tantos años lo tenía realmente frente a ella, no era un producto de su hiperactiva imaginación. Estaba tan feliz que sintió deseos de abofetearlo, sí, abofetearlo por haberla dejado en el olvido por tantos años, y no pudo contenerse. Su arrepentimiento llegó luego, en forma de una risa seca y sin emoción.

Millones de interrogantes se formaron en su cabeza, que dudaba poder responderlas toda en un sola vida, por muy inmortales que ambos fueran, se conformó entonces con simplemente pronunciar -Mucho tiempo, tantos días y noches buscándote. Cuando he dejado de esperarte, aquí estás. Siempre impredecible, Marius-.

por Pandora* Lun Ago 25, 2014 8:02 pm

Sentí el contacto de su mano, casi tan fría como mi piel sobre mi mejilla, y después una risa seca y carente de emoción… -Si querida mía, soy yo- callé dando paso a un suspiro de repentino cansancio, “¿Por qué ahora iba a ser diferente? Si desde la primera noche cargué yo con parte de sus demonios, y solo estar cerca de ella me agotaba la fuerza vital…”

La observé en silencio por instantes que bien pudieron ser miríadas de años, pero antes de poder contestar, ella me dijo algo que “Aun en mis secretos más profundos anhelaba decirle a Pandora” -Mucho tiempo, tantos días y noches buscándote. Cuando he dejado de esperarte, aquí estás. Siempre impredecible, Marius- sonreí con nostalgia mientras me encogía de hombros…

-Creo que la inmortalidad te ha sentado muy bien Katrynna…- le reverencié como la noble que trataba de ocultar ser –Nunca debiste esperarme querida, no tenías certeza siquiera de que continuara vivo, nadie la tenía…- “Las llamas consumiendo mi sangre inmortal como vil combustible vinieron a mi mente, esa noche en la que dejé a mis pupilos, a Katrynna, a Amadeo…" cuando descubrí un nuevo pasaje de mi propio infierno.

Me senté junto a ella en silencio y pedí una copa de vino, que me limité a oler en repetidas veces –Luces distinta Katrynna… luces…- medité por largo periodo mientras la observaba –madura, dueña de tus emociones… demasiado fría querida, ¿Qué te ha hecho la vida?- dije sin poder evitar entrar en su mente de a poco, vislumbrando que tenía progenie, una mujer de cabello oscuro y piel blanca como la nieve… -¿Por qué la has creado?- pregunté en un reproche, dejando la copa sobre la barra, con la molestia brotando en mi mirar, más la ira no aparecía, “es un sentimiento demasiado primitivo”…

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