New life, new pet [Privado]

por **Robin Ilie** Vie Ene 30, 2015 9:43 pm

Dejar los bosques fue su error. El inicio del fin para la cambiante que hacía poco gozaba de una libertad sin igual y ahora se veía a si misma presa; en una jaula donde apenas y podía mantenerse en su forma de zorro, por lo que cambiar a una figura humana era más que imposible. Se encontraba ahí como un animal más, sin nada que pudiera hacer para escapar.

– Pronto llegaremos con tu nuevo dueño bonita – se escucho al tiempo que golpeaban la jaula, mientras Robin se agazapaba en un mero acto reflejo de protección. Estaba presa, no por la inquisición que para ella hubiera sido más digo; sino por un gran grupo de cazadores que con facilidad, debido a la diferencia numérica, le atraparon y sentenciaron a un destino peor que la muerte para cualquier cambiante. Ella sería una mascota.

Había pasado varios días en una cabaña, al lado de otros de los suyos que sufrirían el mismo destino que la canina. Sin embargo, contrario a lo que supo de los demás sobre lo complicado que era encontrar un dueño que pagara lo que aquel grupo pedía, el dueño de Robin apareció más pronto de lo esperado y por eso es que ahora viajaban por los bosques, con el grupo de cazadores flanqueando la jaula donde se hallaba, todos pendientes por si algo fuera de lo usual parecía suceder. Ella estaba consciente de que viajaban por ahí con tal de salir de la vista de otros grupos de cazadores o ladrones curiosos que planean quitarles de las manos la ganancia que ya estaba segura. Y pese a que imploro en su mente porque algo sucediera, nada paso y viajaron incluso por lugares que ella no se esperaba hasta llegar a una isla donde su entrega fue realizada con el éxito que los cazadores esperaban; los cuales, celebraban a su manera con risas y exhibiendo el pago que recibían por dejarle a ella en su nuevo hogar. El sitio pertenecía a alguien adinerado, se notaba a leguas que era de esa manera por la decoración, además de la suma de dinero que dio por ella. Agregando también que quien pagaba parecía ser parte de la servidumbre de aquel lugar y no el dueño. Pese a todo aquello que pasaba a su alrededor, lo que llamaba su atención más que nada, era la pestilencia; no de un olor desagradable como el que se viera en necesidad de soportar en los pantanos, esta pestilencia era una que conocía, una que llevaba muerte. Aquel olor era el de un vampiro.

La jaula fue llevada a una habitación vacía y como si no valiera nada, como si realmente fuera más que un animal y no una mujer, fue dejada ahí. Tampoco ella trato de hacer algo para siquiera cambiar y pedir libertad. Aquellos sirvientes se veían distantes y era seguro que no arriesgarían su vida por ella, no harían nada por una simple mascota.

El tiempo transcurrió, solamente eso y en la soledad de aquel cuarto no sabia cuando tiempo pasaba en realidad. Estando presa todo parecía demasiado tiempo y bien podían haber transcurrido apenas unos minutos ahí. Fue el olor a inmortal lo que de un segundo a otro la puso en estado de alerta. Fue vendida y cualquier cosa podía pasarle en ese lugar, en la vulnerabilidad de una jaula que le restringida en todo sentido.