AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Enigma of Life [Privado]
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Enigma of Life [Privado]
La muerte tiene
disfraces curiosos...
De cuervo, por ejemplo.
¿Y la vida?
Es una copa con sangre.
disfraces curiosos...
De cuervo, por ejemplo.
¿Y la vida?
Es una copa con sangre.
Glastonbury parecía desierto por aquellas fechas y el misterio que se creaba en torno al pasado de aquel pueblo, despertó el interés de Los Ángeles Custodios, quienes lo marcaron como su próximo objetivo. El invierno se cernía lentamente sobre la localidad; las nubes grises decoraban el cielo y las bajas temperaturas empezaban a darle forma a la espesa bruma que descendía lentamente, hasta llegar a cubrir la visión de quienes se atrevían a cruzar sus límites.
Graffiacane había llegado hacia apenas unas horas al pequeño poblado, en compañía de Calcabrina. A ambos le fue encomendada la tarea de hallar, en la antigua abadía de Glastonbury, información que los pudiera llevar al Grial. Porque sí, efectivamente, la existencia de aquel objeto místico también era parte de las ambiciones de Gian Pietro Caraffa. Según se cuenta, José de Arimatea, el portador del Grial, fundó la primera Iglesia en lo que es ahora Glastonbury y ahí es donde ocultó el Grial. También, se rumora, que en el año 1191, unos monjes hallaron, en dicha abadía, las tumbas del rey Arturo y la reina Ginebra. Todas aquellas historias no carecían de importancia alguna para el Papa, pero tras revisar, cuidadosamente, unos documentos que se le habían entregado recientemente, le fue inevitable ocultar su asombro y por supuesto, sus aspiraciones, por lo que, decidió enviar a dos de sus demonios.
—Podemos visitar, antes que nada, las ruinas de la Iglesia de San Miguel o si prefieres, vamos a la abadía. Sólo quedan ruinas, por la disolución de los monasterios de 1539. Pero tengo entendido que al lugar suelen acudir varios grupos "heréticos" —comentó, quitándose la capucha de su capa. Hizo una rápida visualización del lugar y luego miró a sus cuervos—. Vayan a San Miguel, escarben con su pico el pasado de su tierra y traigan a sus muertos con nosotros...
Sentenció, siguiendo con la mirada, como la bandada de aves negras alzaban vuelo hacia el norte. Avanzó un par de pasos y se detuvo frente al largo trecho que se extendía frente a ella y a su compañero.
—Me parece que no estaremos solos en esta búsqueda, por lo que es necesario que prepares a tu séquito. Si el Grial está aquí, no seremos los únicos en querer hallar semejante trofeo y el aire empieza a volverse más espeso.
Hablo con la sabiduría presente en su alma antigua. Graffiacane era uno de los demonios más astutos y reservados de la logia; era conocedor de enigmas y el cual se movía entre las sombras por vestir con ellas. Por eso, su líder, confiaba en su poder para desenterrar el pasado y hallar en lo arcaico, la verdad y así poder ocultarla.
Pero no siempre quería esconder las memorias, jugaba con ellas como alguien lo hacía con las cartas; las revelaba cuando su juego había terminado y no tenía distinción de bandos. ¿Qué haría esta vez con el hallazgo más importante de la logia?
Erinnia S. Graffiacane- Cambiante Clase Alta
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Fecha de inscripción : 26/10/2014
Re: Enigma of Life [Privado]
El Santo Grial, la copa utilizada por Jesús en la última cena, capaz de matar la sed y el hambre. Luego, en las manos de uno de sus súbditos, José, quien recogió la sangre derramada del hijo de Dios para luego esconderla estúpidamente en la tierra, en un lugar que jamás nadie podría llegar. Y entonces, ¿para qué mantenerlo existente? Un grial capaz de conceder cualquier tipo de deseo, poderoso y sin duda alguna algo que los demonios queríamos obtener. Mis ojos flameaban en la espera de llegar al lugar, los círculos de la herejía y el de la mensajera estaban en trayecto. Los demonios que estaban predestinados a estar juntos, a comerse y matarse vida tras vida, como el mismo Ouróboros. Una maldición que contemplaba el descaro de Graffiacane y la maldad de Calcabrina. Al final, siempre era yo el que ganaba, aún si moría antes un sinfín de veces. — Dudo que estén en la Iglesia, han pasado muchos siglos y aunque la historia cuenta que nadie pudo encontrarlo, yo creo que lo han movido de lugar. Vayamos a la abadía. Que tus cuervos avisen sobre el panorama. Estamos en época de transición, cuando los ángeles más se mueven. — El sonido áspero de mi voz salió disipado con rapidez, mientras una de mis manos enrollaba la cintura de la fémina, observando el movimiento de las malditas aves carroñeras, seres que aunque me hubiesen gustado en otro universo, en éste eran odiados por servir a Erinnia. Y escuché entonces su consejo, el séquito de muertos que había conseguido a lo largo del tiempo. Cada uno tenía una habilidad diferente que podía ayudar en diversas ocasiones. En aquella necesitaba un experto en artes oscuras y soldados de protección demoníaca, contra cualquier magia blanca que pudiese causar molestias.
— Våkn dyrene døde land. Og heve sin kunnskap for min beskyttelse. (Despierten bestias de la tierra muerta. Y alcen sus conocimientos para mi protección.) Es hora de servir. — Contemplé con sorna como los espíritus aparecían, saliendo desde sus cápsulas de manera silenciosa, formándose a nuestro alrededor y comenzando a dispersarse, quedando solo el viejo sabio a un costado de nosotros; éste era capaz de entender numerosos idiomas y percibía la manera de moverse de las auras. Comencé entonces a caminar hacia donde nos dirigíamos, se sentía la tensión en el ambiente, pero nadie era más poderoso que los demonios, pues el poder pacífico siempre intentaba no matar, era aquel el error más grande que durante milenios ellos habían cometido y sin importar que tantas veces lo hubiesen oído, eran incapaces de buscar la rápida y feroz muerte de sus enemigos. — Ellos serán nuestra guía, nos advertirán si hay alguien, por menos peligroso que sea. Tampoco nos conviene que ellos sepan que hemos venido, tus cuervos deberían ser lo más bajo perfil posible. Sé que les gusta gritar y hacerse notar, avísales que no lo hagan. El poder está cerca. ¿Tienes idea por qué nos mandaron juntos? No puedo quejarme, pero es inusual. — La realidad es que éramos los más propensos a traicionar a nuestro propio grupo, la herejía, como misma lo dice, no hace más que ir en contra de todo y todos. Y Graffiacane no es solo una mujer sabia, sino que mantiene una coraza rebelde imposible de maniatar, aunque sí era la ideal para esa clase de misiones, podía ver a través de, incluso, el tiempo mismo. Suspiré, metiendo las manos en los bolsillos, escuchando entonces los susurros de los bichos inmundos del bosque, las alimañas que se acercaban a observar, duendes, hadas y toda clase de criaturas puras. Las miré, alzando las cejas en lo que seguía los pasos de la mujer a mi lado. — ¿Deberíamos <> si han visto a alguien más por aquí? Las criaturas del bosque están despertando, no les gustamos demasiado, ¿por qué será? — No había sonrisa alguna en mi rostro, más bien era un chiste sangriento para mí. Pero me preguntaba si las bestias osarían divulgar nuestra presencia más rápido de lo que llegábamos al objetivo.
— Våkn dyrene døde land. Og heve sin kunnskap for min beskyttelse. (Despierten bestias de la tierra muerta. Y alcen sus conocimientos para mi protección.) Es hora de servir. — Contemplé con sorna como los espíritus aparecían, saliendo desde sus cápsulas de manera silenciosa, formándose a nuestro alrededor y comenzando a dispersarse, quedando solo el viejo sabio a un costado de nosotros; éste era capaz de entender numerosos idiomas y percibía la manera de moverse de las auras. Comencé entonces a caminar hacia donde nos dirigíamos, se sentía la tensión en el ambiente, pero nadie era más poderoso que los demonios, pues el poder pacífico siempre intentaba no matar, era aquel el error más grande que durante milenios ellos habían cometido y sin importar que tantas veces lo hubiesen oído, eran incapaces de buscar la rápida y feroz muerte de sus enemigos. — Ellos serán nuestra guía, nos advertirán si hay alguien, por menos peligroso que sea. Tampoco nos conviene que ellos sepan que hemos venido, tus cuervos deberían ser lo más bajo perfil posible. Sé que les gusta gritar y hacerse notar, avísales que no lo hagan. El poder está cerca. ¿Tienes idea por qué nos mandaron juntos? No puedo quejarme, pero es inusual. — La realidad es que éramos los más propensos a traicionar a nuestro propio grupo, la herejía, como misma lo dice, no hace más que ir en contra de todo y todos. Y Graffiacane no es solo una mujer sabia, sino que mantiene una coraza rebelde imposible de maniatar, aunque sí era la ideal para esa clase de misiones, podía ver a través de, incluso, el tiempo mismo. Suspiré, metiendo las manos en los bolsillos, escuchando entonces los susurros de los bichos inmundos del bosque, las alimañas que se acercaban a observar, duendes, hadas y toda clase de criaturas puras. Las miré, alzando las cejas en lo que seguía los pasos de la mujer a mi lado. — ¿Deberíamos <
Calcabrina- Hechicero Clase Alta
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Re: Enigma of Life [Privado]
I've seen the eyes of living dead
It's the same game, survival
The great mass play.
—Dean Can Dance.
It's the same game, survival
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—Dean Can Dance.
Observó con mirada ausente el trecho que se alargaba frente a sus ojos; era ese mismo camino el que los llevaría a la abadía de Glastonbury y quizás, con un poco de suerte, hallarían al famoso grial. Los cuervos habían atendido a su llamado y se alzaron al cielo invernal, contrastando perfectamente con éste. Erinnia les vio perderse en el paraje y se mantuvo quieta en su lugar. Tal y como le había dicho a Calcabrina, no estarían solos en aquella misión. Pero, esta vez, no se trataban de sus enemigos, eran presencias ajenas que causaron un profundo recelo en el cuervo infernal. Tenía sus dudas y decidió conservarlas para sí misma; además, sus mensajeros estaban a cargo de vigilar, con sus condenadas presencias, a todo aquel que osara en arruinar la búsqueda de los dos seguidores del Príncipe de la Tierra.
Si José de Arimatea había dejado el Grial en aquella abadía, hace miles de años atrás, lo más proabable es que ya no estuviera ahí. Sus seguidores eran personas desconfiadas y muy astutas; los templarios no se dejaron caer a la ruina a propósito, ellos tuvieron fuertes motivos para permitir su condena y refugiarse en las sombras hasta los días actuales. Graffiacane lo sabía, pero hacerle entender eso a su líder no era tarea sencilla, pues aquel, cuando se empeñaba en algo, era toda una odisea hacerlo cambiar de opinión. Además, al cuervo le interesaba, más que a nadie, toda esa fantástica historia.
—No se trata de los arcángeles —dijo finalmente, rondando la figura del hechicero—. No se trata de los Theurgia Goetia... Sus energías son diferentes y su ambición hace al aire más denso. El hombre es capaz de desafiar al mismísimo invierno con tal de saciar las ambiciones de su espíritu y muchas veces sólo termina encontrando de manera inesperada su final.
Esbozó una sonrisa enigmática, mientras su mirada, y la del espectro más arcaico de todos, se cruzaban. Sólo hubo en ellas comprensión. Aquel espíritu sabía perfectamente de que estaba hablando Graffiacane, quien terminó adelantándose nuevamente, actuando de manera teatral. Se tomaba el tiempo necesario para responderle a su acompañante.
—El Gran Maestre se deja llevar por los impulsos de su coraza mortal y eso le ha sumado, con los años, una profunda preocupación. Por eso ha pedido tener en su poder a los objetos más significativos de la inmortalidad del cuerpo. Pero no es fácil... No es fácil —recitó, manteniendo su sonrisa—. Los seres de la tierra son inmaduros espiritualmente, fácilmente manipulables y excesivamente desconfiados con los extraños como nosostros. —Observó—. Acercarse a dos demonios, sólo será su condena y lo saben.
Interrumpió su caminata cuando escuchó el graznido de Hugin. El ave barrió el aire con sus poderosas alas y terminó posándose en el hombro de su ama. Graffiacane acarició su negro plumaje y le miró de reojo. El pájaro le llevaba noticias; siendo éstas lo suficientemente agradables como para que la sonrisa del demonio se ensanchara aún más. Daba por seguro que aquella insólita búsqueda, iba a ser bastante entretenida, tanto para ella, como para Calcabrina. Pero, no sólo por todo el misterio que se entretejía alrededor del Grial, sino, por quienes se les habían adelantado y buscaban desesperadamente respuestas que no encontrarían nunca.
—Cuéntame, Hugin, ¿qué es lo que han logrado ver tus ojos sombríos? —Le preguntó al pequeño emisario emplumado. Estaba de más decir que con ambos no se necesitaban palabras, sus mentes estaban conectadas y podían comunicarse a través del pensamiento—. Oh, vaya... Tal parece que el Grial nos invita a la cacería salvaje. Mira tú, en vez de encontrar el tesoro que ocultó José de Arimatea, tendremos más almas para encadenar a nuestras moradas infernales. Este lugar se vuelve cada vez más interesante.
Sentenció, continuando su marcha hacia la abadía. Hugin se mantenía en su hombro, como un vigilante nocturno, siempre al acecho de nuevas noticias que interesaran a los dos demonios.
—Vamos, Calcabrina. Quita esa cara larga... Desconozco los motivos del porqué Caraffa nos envió. Poco me importa, la verdad. Pero si voy a obtener algo a cambio por el hallazgo del Grial, siempre estaré dispuesta a colaborar —le hizo un ademán para que continuara avanzando—. El camino es nuestro, estimado hereje.
Erinnia S. Graffiacane- Cambiante Clase Alta
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Fecha de inscripción : 26/10/2014
Re: Enigma of Life [Privado]
El hombre, ¿era realmente sólo el hombre? Nosotros, durante infinitos años habíamos desafiado cada ley que estuviese escrita, éramos demonios, pero incluso los más malditos de todos tenían reglas que cumplir. Y sin embargo entre todas aquellas leyes y mandamientos de lo oscuro había nacido la herejía y la sabiduría. ¿Había alguna lógica real? Miré a la cambiante con sorna, sin emitir demasiado sonido, tan solo pensando en ella, misma que me había mandado al abismo una y otra vez condenándome a volver a renacer para buscarla. Y ahora nos encontrábamos buscando otra cosa, algo aún más oscuro que lo que podía ser el amor entre sellados del círculo. Observé alrededor, busqué entonces los seres que se estuvieran queriendo levantar de las tumbas. Había muchos, pero para mí era algo tan normal como un paisaje floral para una pintora. No me causaban nada, quizá era simplemente que no tenía sentimientos, aún no estaba seguro de ello, pues una especie de revoloteo renacía con Erinnia. El placer con el sufrimiento de los demás también se daba a pie en mí. Mas nada me causaba el aura densa que se hacía presente. ¿Qué podían hacernos muertos vivientes mientras que la propia forma de un nigromante estuviese cerca? ¿Qué tan poderosos eran? ¿Acaso yo estaba alardeando de mis habilidades sin saber a qué me enfrentaría? Era una posibilidad, pues jamás me jactaba de tener toda la razón, el silencio me permitía aprender, aunque fuese desde las sombras y con cuidado.
— ¿Acaso estamos hablando de mi tema preferido? Presumes demasiado, los fantasmas son menos incompetentes de lo que crees. Sin embargo, no se cruzarán en nuestro camino con el harem a nuestro alrededor. ¿Qué te ha dicho? Odio que seas el mensajero, eres la menos indicada. — Blasfemé su jerarquía en el rango con una calma tal, que no se distinguía entre un insulto, una interrogación propia o un simple alago mal hecho. Pues rápidamente el sonido de un graznido me dio la pauta de que había una nueva comisión de parte de los alados. Observé a la muchacha ininteligiblemente y suspiré al instante. Estaban comunicándose, secamente y en miradas que jamás comprendería. Tampoco me importaba, sólo era la curiosidad la que estaba haciéndome relamer los labios sigilosamente, apenas los dientes que estaban inyectándose en deseos de acribillar. ¿Acaso no habría ninguna carne especial con la cual enjuagarnos en aquella ida y venida? ¿No habría sangre por saciar, ni ojos por arrancar? Mi expresión se ablandó, observando a la fémina con expectativas casi nulas. — Estar a la disposición de quien no emite palabra y solo mandatos no me agrada, lo sabes. ¿Qué tengo que esperar al final del camino? — Susurré bajo y cansino, pensando en José de Arimatea, en cómo llegó a Francia antes que a las islas y cómo no lo dejó escondido allá. Los muertos bajo su sarcófago y sepulcro. ¿Quién era aquel espíritu capaz de guardar el grial de Jesús durante tantos años como para que ninguna vida pasada pudiera encontrarlo? Y claro, ¿por qué ahora nosotros nos sentíamos en la dicha de poder conseguirlo? Tenía preguntas, miles por hacer y por buscar, sin embargo el aroma denso a putrefacción fue lo que me hizo callar, mirando secamente a la portadora de la sabiduría. Me acerqué, no por miedo, ni temor ajeno, era el simple instinto de actuar en pareja, de saber cómo defender y atacar al mismo tiempo. No se trataba de solo la brujería, ni de los fantasmas, ni de los humanos. Sino que la misma tierra sabía defenderse y había cosas que siquiera nosotros podíamos detener sin un cerebro fresco para avisarnos. — ¿Qué es lo que obtendrás a cambio? ¿Qué puede querer un demonio como tú que no tenga ya? Ten cuidado con las sombras, las auras pequeñas que ves, son de la naturaleza misma, saben qué somos y no nos quieren aquí. “El camino es nuestro” ¿significa que en la iglesia no hay nada? Como sea, si lo encuentran antes los agarraremos a ellos. No hay nada que nos pueda detener por ahora. ¿Si tuvieras el Grial, qué harías con él? — Y finalmente pregunté enigmático, dando pasos secos y furiosos frente al camino, encontrando el destino a no más de unas cuadras de distancia, se comenzaba a distinguir y las presencias se hacían cada vez más potentes y azules, como si con sus destellos quisieran purificar aquello que nació muerto y negro.
— ¿Acaso estamos hablando de mi tema preferido? Presumes demasiado, los fantasmas son menos incompetentes de lo que crees. Sin embargo, no se cruzarán en nuestro camino con el harem a nuestro alrededor. ¿Qué te ha dicho? Odio que seas el mensajero, eres la menos indicada. — Blasfemé su jerarquía en el rango con una calma tal, que no se distinguía entre un insulto, una interrogación propia o un simple alago mal hecho. Pues rápidamente el sonido de un graznido me dio la pauta de que había una nueva comisión de parte de los alados. Observé a la muchacha ininteligiblemente y suspiré al instante. Estaban comunicándose, secamente y en miradas que jamás comprendería. Tampoco me importaba, sólo era la curiosidad la que estaba haciéndome relamer los labios sigilosamente, apenas los dientes que estaban inyectándose en deseos de acribillar. ¿Acaso no habría ninguna carne especial con la cual enjuagarnos en aquella ida y venida? ¿No habría sangre por saciar, ni ojos por arrancar? Mi expresión se ablandó, observando a la fémina con expectativas casi nulas. — Estar a la disposición de quien no emite palabra y solo mandatos no me agrada, lo sabes. ¿Qué tengo que esperar al final del camino? — Susurré bajo y cansino, pensando en José de Arimatea, en cómo llegó a Francia antes que a las islas y cómo no lo dejó escondido allá. Los muertos bajo su sarcófago y sepulcro. ¿Quién era aquel espíritu capaz de guardar el grial de Jesús durante tantos años como para que ninguna vida pasada pudiera encontrarlo? Y claro, ¿por qué ahora nosotros nos sentíamos en la dicha de poder conseguirlo? Tenía preguntas, miles por hacer y por buscar, sin embargo el aroma denso a putrefacción fue lo que me hizo callar, mirando secamente a la portadora de la sabiduría. Me acerqué, no por miedo, ni temor ajeno, era el simple instinto de actuar en pareja, de saber cómo defender y atacar al mismo tiempo. No se trataba de solo la brujería, ni de los fantasmas, ni de los humanos. Sino que la misma tierra sabía defenderse y había cosas que siquiera nosotros podíamos detener sin un cerebro fresco para avisarnos. — ¿Qué es lo que obtendrás a cambio? ¿Qué puede querer un demonio como tú que no tenga ya? Ten cuidado con las sombras, las auras pequeñas que ves, son de la naturaleza misma, saben qué somos y no nos quieren aquí. “El camino es nuestro” ¿significa que en la iglesia no hay nada? Como sea, si lo encuentran antes los agarraremos a ellos. No hay nada que nos pueda detener por ahora. ¿Si tuvieras el Grial, qué harías con él? — Y finalmente pregunté enigmático, dando pasos secos y furiosos frente al camino, encontrando el destino a no más de unas cuadras de distancia, se comenzaba a distinguir y las presencias se hacían cada vez más potentes y azules, como si con sus destellos quisieran purificar aquello que nació muerto y negro.
Calcabrina- Hechicero Clase Alta
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Re: Enigma of Life [Privado]
Podía percibir, en la brisa fría, la avaricia de los hombres que desenterraban el pasado con desdén, como si no hubiera nada en éste, que pudiera hundirlos en el más oscuro caos. ¡Cuán equivocados están! Si supieran de sus delitos, no se atreverían siquiera a pensar en la remota posibilidad de cometer acto impuro contra el conocimiento mismo. Pero, ¿qué le importaba a Graffiacane si se arrepentían o no? Le daba completamente igual, ella se alimentaba de la ignorancia de los hombres condenándolos a la ira y a la eterna pereza, para que se pudrieran lentamente en sus propias debilidades. Después de todo, ella era el demonio alado, el cuervo maldito que llevaba a la locura y a la resignación. Buscaba la manera de desvanecer las almas con su pico afilado y sus plumas manchadas de sombras.
Sus ojos pudieron notar a las auras espectrales, danzando de un lado a otro, alzándose ante la magia negra de su compañero. No eran ignorantes de las ordenes del hechicero y poco a poco se arrastraban por el trecho que llevaba a la antigua abadía, siguiendo el aleteo de los cuervos de Graffiacane. Con Hugin a su lado y Munin guiando a la bandada, estaba lista para iniciar la marcha hacia su campo de juegos. Ni siquiera las palabras de su compañero lograron distraerla. Lo escuchó atenta, pero ya estaba segura de lo que haría. Sólo le dedicó una sonrisa ladina y se acercó lo suficiente para sujetar su rostro con ambas manos.
—Soy la mensajera por ser la indicada. ¿Te imaginas que ese rango esté en manos de otro? Las cosas no fueran tan divertidas como lo han sido desde siempre... El mensajero no cree en leyes de ningún tipo, sólo se deja llevar por su conciencia oscura —respondió con calma, llevando el dedo índice a los labios del hechicero—. ¡Shhh! No seas insensato, Calcabrina. Que no pueda emitir sonido alguno, no lo hace menos confiable. Hugin es el pensamiento y es capaz de entrar en las mentes de los mortales y arrancar sus memorias, para traérmelas en bandeja de plata. Hugin y Munin, todo lo ven...
Sentenció, al tiempo que se daba la tarea de delinear su mentón con los dedos. Guardó silencio durante varios segundos, dedicándose a contemplar el rostro inexpresivo de Calcabrina, hasta que finalmente acercó su rostro al de él, casi rozando sus labios con los ajenos.
—Preguntas demasiado y poco te dedicas a disfrutar de tu esencia. La búsqueda del Grial es más que eso... Es el elixir de la eterna vida. Pero su concepto va más allá de la inmortalidad misma. Es el arcano mayor del tarot, es la piedra filosofal; son muchas cosas, querido, y al igual que el maestre, yo también lo deseo, porque es la raíz del conocimiento mismo. Es la definición más pura de la razón y la memoria —susurró sobre los labios del otro demonio. Luego, simplemente, decidió apartarse—. El demonio cuervo ansía guardar bajo sus alas el pensamiento y resguardarlo hasta el fin de los días. Esa fue el castigo que el Creador le impuso cuando lo desterró de su potestad y ahora se volvió egoísta y apático. —Se dio media vuelta, adelantándose un par de pasos—. Sólo sígueme.
Sus ojos pudieron notar a las auras espectrales, danzando de un lado a otro, alzándose ante la magia negra de su compañero. No eran ignorantes de las ordenes del hechicero y poco a poco se arrastraban por el trecho que llevaba a la antigua abadía, siguiendo el aleteo de los cuervos de Graffiacane. Con Hugin a su lado y Munin guiando a la bandada, estaba lista para iniciar la marcha hacia su campo de juegos. Ni siquiera las palabras de su compañero lograron distraerla. Lo escuchó atenta, pero ya estaba segura de lo que haría. Sólo le dedicó una sonrisa ladina y se acercó lo suficiente para sujetar su rostro con ambas manos.
—Soy la mensajera por ser la indicada. ¿Te imaginas que ese rango esté en manos de otro? Las cosas no fueran tan divertidas como lo han sido desde siempre... El mensajero no cree en leyes de ningún tipo, sólo se deja llevar por su conciencia oscura —respondió con calma, llevando el dedo índice a los labios del hechicero—. ¡Shhh! No seas insensato, Calcabrina. Que no pueda emitir sonido alguno, no lo hace menos confiable. Hugin es el pensamiento y es capaz de entrar en las mentes de los mortales y arrancar sus memorias, para traérmelas en bandeja de plata. Hugin y Munin, todo lo ven...
Sentenció, al tiempo que se daba la tarea de delinear su mentón con los dedos. Guardó silencio durante varios segundos, dedicándose a contemplar el rostro inexpresivo de Calcabrina, hasta que finalmente acercó su rostro al de él, casi rozando sus labios con los ajenos.
—Preguntas demasiado y poco te dedicas a disfrutar de tu esencia. La búsqueda del Grial es más que eso... Es el elixir de la eterna vida. Pero su concepto va más allá de la inmortalidad misma. Es el arcano mayor del tarot, es la piedra filosofal; son muchas cosas, querido, y al igual que el maestre, yo también lo deseo, porque es la raíz del conocimiento mismo. Es la definición más pura de la razón y la memoria —susurró sobre los labios del otro demonio. Luego, simplemente, decidió apartarse—. El demonio cuervo ansía guardar bajo sus alas el pensamiento y resguardarlo hasta el fin de los días. Esa fue el castigo que el Creador le impuso cuando lo desterró de su potestad y ahora se volvió egoísta y apático. —Se dio media vuelta, adelantándose un par de pasos—. Sólo sígueme.
Erinnia S. Graffiacane- Cambiante Clase Alta
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Fecha de inscripción : 26/10/2014
Re: Enigma of Life [Privado]
Me dio la impresión de que trataba de hablar otra vez por sobre mí, sobre la importancia y la enormidad de lo que estábamos por hacer, pero tal impresión se desvaneció cuando sus ojos, fervientemente verdes y electrificantes se abrieron ante mí. El círculo de mi pecho tintineaba como una campanilla a punto de implosionar. Tan perfectamente deseada que una mueca de derrota fue lo que dejé ver, llena de humana infelicidad. Pues claro, como demonios, no sentíamos dolor o pesar. Vivíamos de eso, existíamos por los pecados de los seres vivos. Pero la piel que nos había sido otorgada como singo de nuestra rebeldía nos cubría de algo llamado deseo, amor si fuese posible decir, sentimientos, apáticos, egoístas, como ella decía, malditos como realmente eran. Me pregunté entonces qué edad tendrían nuestras almas, para estar tan fielmente entrelazadas. “Solo se deja llevar por su conciencia oscura” Replicarle me pareció una blasfemia, y alzando la vista imperial hacia el horizonte fue que me dejé huir por las silenciosas comunicaciones, la voz de Graffiacane puso un eco en toda mi desmedida necesidad de, “ella”. Y un recuerdo se estampó en mi mente y se me ocurrió que eso que hablaba, quizá sería como los verdaderos demonios del inframundo, aquellos que de verdad existían. — ¿Y Munin? ¿La memoria? Supongo que harán buen juego con las almas despiertas. Te sorprendería mi curiosidad, después de todo, no soy más que un demonio de la ciencia. ¿Por qué me interesaría la vida eterna? Sabes lo que quiero, la vida no es más que una tortura en nuestro mundo. Y por supuesto, mi anhelo es que todos los humanos vayan con nosotros, a la guarida del mal llamado Lucifer. — Sin embargo, pronto aparté de mi cabeza aquel pensamiento irrelevante, aquella distracción que no hacía más que entorpecer mí camino. Lo importante era ir por el grial, absorber el conocimiento antes que todos los demás, pues aquello sí me concernía. La fuerza de voluntad de Erinnia surgía de tal manera, que parecía ajena a ella, y a cualquier cosa terrenal. Un jardín salvaje que estaba frente a mí.
— El Castigo se terminará en ésta vida. El conocimiento es lo que nos hará mejores que los demás pasados. — Continué hablando con una voz tan monocorde y carente de inflexiones que por un instante me sentí en un monologo, pero, ¿de parte de quién? Me lancé contra su cuerpo, sólido y material y repetí mi escueta negativa sin dejar de sujetarle. ¿Qué cosa más podría desear yo, la herejía, que hacer todo lo contrario a que el propio círculo quisiera? Y sin embargo, me veía adulando a la mensajera, la pieza más importante del acertijo hacia nuestra propia existencia o si es que así podía llamarse.
No tardamos mucho más en llegar a donde queríamos. La abadía estaba frente a nosotros y como un comensal sirviente esperé, la seguí, tal como ella me dijo, sin emitir demasiado sonido. Había sido claro, no había carencia alguna de credibilidad en mis palabras, no en aquel momento. Siquiera me había endulzado a tomar sus labios y destrozarlos. Mi rostro, imperturbable, se había quedado perdido en su mirada ancestral, parecía que todos los años de sabiduría aún quedaban pegados a ella. Y me dejé deslizar hasta quedarme frente al lugar, destrozado en más de los espacios que pensaba, una ligera onda de energía se impulsó hacia delante, con la sola finalidad de encontrar los lugares en donde la vida se escandalizara, las auras ajenas se hacían fuertes, como un farol, dándonos la bienvenida solo a nosotros. Mis ojos sonreían de emoción, de ganas de sangre. La estrecha escalera de piedra, rota y tumultuosa se presenciaba a la distancia. Di un cuarto de vuelta y alcé los hombros. — ¿Qué hago por usted? — Manos blancas tendidas, aceptaban el mandato que fuera, solo necesitaba una palabra y la muerte podría ser rápida. Pero hacían falta al menos dos, para que la consigna cambiara a interrogatorios.
— El Castigo se terminará en ésta vida. El conocimiento es lo que nos hará mejores que los demás pasados. — Continué hablando con una voz tan monocorde y carente de inflexiones que por un instante me sentí en un monologo, pero, ¿de parte de quién? Me lancé contra su cuerpo, sólido y material y repetí mi escueta negativa sin dejar de sujetarle. ¿Qué cosa más podría desear yo, la herejía, que hacer todo lo contrario a que el propio círculo quisiera? Y sin embargo, me veía adulando a la mensajera, la pieza más importante del acertijo hacia nuestra propia existencia o si es que así podía llamarse.
No tardamos mucho más en llegar a donde queríamos. La abadía estaba frente a nosotros y como un comensal sirviente esperé, la seguí, tal como ella me dijo, sin emitir demasiado sonido. Había sido claro, no había carencia alguna de credibilidad en mis palabras, no en aquel momento. Siquiera me había endulzado a tomar sus labios y destrozarlos. Mi rostro, imperturbable, se había quedado perdido en su mirada ancestral, parecía que todos los años de sabiduría aún quedaban pegados a ella. Y me dejé deslizar hasta quedarme frente al lugar, destrozado en más de los espacios que pensaba, una ligera onda de energía se impulsó hacia delante, con la sola finalidad de encontrar los lugares en donde la vida se escandalizara, las auras ajenas se hacían fuertes, como un farol, dándonos la bienvenida solo a nosotros. Mis ojos sonreían de emoción, de ganas de sangre. La estrecha escalera de piedra, rota y tumultuosa se presenciaba a la distancia. Di un cuarto de vuelta y alcé los hombros. — ¿Qué hago por usted? — Manos blancas tendidas, aceptaban el mandato que fuera, solo necesitaba una palabra y la muerte podría ser rápida. Pero hacían falta al menos dos, para que la consigna cambiara a interrogatorios.
Calcabrina- Hechicero Clase Alta
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Re: Enigma of Life [Privado]
El aleteo de las condenadas aves era feroz; cortaba el aire con inclemencia, adueñándose del cielo gris con suprema elegancia. Podía escucharlos canturrear en silencio, sus susurros feroces llevaban directamente a las ovejas negras, justo entre las arcaicas paredes de piedra de la abadía. Aquella abadía cuya perennidad era sinónimo de una historia tan fantástica y oscura, que poco se hacía creíble para cualquier ser humano corriente. Sólo aquellos con un poco de sentido común, con tremenda capacidad de pensar, eran osados para desenterrar la verdad, aunque, muchas veces, sólo lo hacían para alimentar el vacío que dejaba la ambición en sus espíritus. Graffiacane lo sabía, no era ignorante de todo lo que ocurría en torno al misterio del Grial, pero prefirió esperar hasta que Cronos permitiera. Y aquel invierno inclemente, tan gélido y albino, fue el eligido para presencia la cacería sin fin.
—Me atrevo a decir, sólo por esta vez, que me causa cierto malestar, por no decir ira, tu conformismo. Sí, es verdad, nuestro hogar, a donde fuimos arrojados por rebeldes, necesita de la esencia de las almas contaminadas para poder mantener sus paredes oscuras de pie. Pero, no sólo eso nos alimenta... —Dijo con voz neutral, barriendo el paraje con la mirada, sintiendo las miradas curiosas de los errantes alrededor de ambos—. Pero también, necesitamos arrancar de la sabiduría, alimento. ¿De qué nos sirve aplacar por completo al bien? ¿De qué sirve destruir el equilibrio? Sería aburrido. No habrían deseos de continuar asaltando los sueños de los mortales. —Hugin graznó, afirmando las palabras de Graffiacane, quien avanzaba con elegancia hacia su destino—. Munin guía a los cazadores. Es el ladrón de los recuerdos... Y que bien que me hace lo que mis ojos de demonio ven.
Sonrió con malicia, deteniéndose a escasos metros frente a la abadía. Aquella piedra ancestral esperaba ser desgarrada lentamente, pero más querían ser arrancadas las almas ambiciosas que por ahí paseaban. El brillo de la avaricia, la hambruna y la sed de poder, se deslizaban entre las ruinas. Y arriba, en lo más alto, los pájaros negros vigilaban en silencio. Hugin alzó su mortecino vuelo para posarse en el punto más alto de una de las paredes derruidas.
—Traición —susurró—. Puedo olfatearla, sentirla... verla. Son inquisidores, quienes pretenden engañar a nuestro señor. —Chasqueó la lengua y terminó riendo—. ¿El plan? Ninguno. Sólo haremos lo que mejor sabemos hacer: jugar con ellos hasta aburrirnos. Pero no los destruyas completamento, necesito hallar más en este lugar; este lugar que es conexión de los tres mundos. —Dejó caer la pesada capa al suelo y cerró los ojos—. Dictan los escritos que: "Tened cuidado con el quinto, pues oculta sus dos formas ancestrales. Tened cuidado, porque tras sus alas negras, hay otras más brillantes y tan blancas como la nieve... No sólo es el mensajero, sino que guarda a los muertos y es la oscuridad misma a pesar de su preciosa capa de plumas albinas."
Y cuando finalizaron sus palabras, extendió los brazos, a modo de alas, sufriendo su cuerpo una lenta transformación. Ya no dolorosa como en veces anteriores, ya más controlada como en antaño. Los brazos se volvían alas, cubiertas de un plumaje tan blanco como la nieve, como el resto del cuerpo. Por primera vez, Graffiacane adoptaba, frente a Calcabrina, la forma de una lechuza ártica; elegante, preciosa y terrible como ninguna. Con su vuelo rodeó circundante la abadía, pudiendo ver a los muertos acercándose lentamente a los hombres que pronafaban las tumbas de los antiguos reyes.
—Calcabrina, están en las tumbas de los reyes... Azota sus mentes. No han deparado de nuestra presencia...
—Me atrevo a decir, sólo por esta vez, que me causa cierto malestar, por no decir ira, tu conformismo. Sí, es verdad, nuestro hogar, a donde fuimos arrojados por rebeldes, necesita de la esencia de las almas contaminadas para poder mantener sus paredes oscuras de pie. Pero, no sólo eso nos alimenta... —Dijo con voz neutral, barriendo el paraje con la mirada, sintiendo las miradas curiosas de los errantes alrededor de ambos—. Pero también, necesitamos arrancar de la sabiduría, alimento. ¿De qué nos sirve aplacar por completo al bien? ¿De qué sirve destruir el equilibrio? Sería aburrido. No habrían deseos de continuar asaltando los sueños de los mortales. —Hugin graznó, afirmando las palabras de Graffiacane, quien avanzaba con elegancia hacia su destino—. Munin guía a los cazadores. Es el ladrón de los recuerdos... Y que bien que me hace lo que mis ojos de demonio ven.
Sonrió con malicia, deteniéndose a escasos metros frente a la abadía. Aquella piedra ancestral esperaba ser desgarrada lentamente, pero más querían ser arrancadas las almas ambiciosas que por ahí paseaban. El brillo de la avaricia, la hambruna y la sed de poder, se deslizaban entre las ruinas. Y arriba, en lo más alto, los pájaros negros vigilaban en silencio. Hugin alzó su mortecino vuelo para posarse en el punto más alto de una de las paredes derruidas.
—Traición —susurró—. Puedo olfatearla, sentirla... verla. Son inquisidores, quienes pretenden engañar a nuestro señor. —Chasqueó la lengua y terminó riendo—. ¿El plan? Ninguno. Sólo haremos lo que mejor sabemos hacer: jugar con ellos hasta aburrirnos. Pero no los destruyas completamento, necesito hallar más en este lugar; este lugar que es conexión de los tres mundos. —Dejó caer la pesada capa al suelo y cerró los ojos—. Dictan los escritos que: "Tened cuidado con el quinto, pues oculta sus dos formas ancestrales. Tened cuidado, porque tras sus alas negras, hay otras más brillantes y tan blancas como la nieve... No sólo es el mensajero, sino que guarda a los muertos y es la oscuridad misma a pesar de su preciosa capa de plumas albinas."
Y cuando finalizaron sus palabras, extendió los brazos, a modo de alas, sufriendo su cuerpo una lenta transformación. Ya no dolorosa como en veces anteriores, ya más controlada como en antaño. Los brazos se volvían alas, cubiertas de un plumaje tan blanco como la nieve, como el resto del cuerpo. Por primera vez, Graffiacane adoptaba, frente a Calcabrina, la forma de una lechuza ártica; elegante, preciosa y terrible como ninguna. Con su vuelo rodeó circundante la abadía, pudiendo ver a los muertos acercándose lentamente a los hombres que pronafaban las tumbas de los antiguos reyes.
—Calcabrina, están en las tumbas de los reyes... Azota sus mentes. No han deparado de nuestra presencia...
Erinnia S. Graffiacane- Cambiante Clase Alta
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Re: Enigma of Life [Privado]
¿Acaso era mi propia mente la que me jugaba engaños? Por supuesto que me divertía con los humanos, capaces de purificarse a sí mismos y también de ser corrompidos aún más que nosotros. Eran sin duda algo especial, no habían nacido podridos, ni tampoco tenían la pureza celestial en su nombre. Infiltrarles odio era lo que mejor se me daba hacer, la sabiduría que alguna vez había tenido podía usarse para muchas cosas. Para mostrar realidades era lo principal. Y ¿qué pasa cuando la realidad no hace más que dañarte hasta enloquecerte? Esa era mi misión, buscar en lo más profundo de las personas toda la frustración que acarrean en sus vidas y reflejarla frente a sus ojos, mostrándoles que perdieron todo y que pueden perder más aún. — Supongo que me puedo conformar mejor que tu. No por nada nuestros círculos se contradicen aún cuando están enlazados. Convierte la sabiduría en un arma y harás caer a los mortales tan fácil que sentirás que el juego ya no es equitativo. Pero no tiene que serlo. — Aseguré. A fin de cuentas por generaciones habíamos terminado perdiendo la batalla, sin poder nunca llegar a obtener el sabor de la maldad en la lengua. Ésta vez podíamos estar un paso adelante y siquiera estaba pensando en qué me gustaría más, la ansiedad no me lo permitía. Buscaba el camino fácil y el del poder. Con el rostro sin expresión fue que volteé la vista hacia ella, alzando ligeramente las cejas. Por momentos parecía no poder entender a la cambiante, que el equilibrio existiera no era más que un bien demasiado inmundo para existir. El objetivo era romper la balanza, verlos querer estabilizarla y no poder. ¿Estaría ella hablando de lo mismo pero de una manera un poco más abierta? No pude terminar de razonarlo y mucho menos consultarlo.
La silueta de la mujer ave se hacía presente como un lienzo transparente frente a mí, sus huesos iban mutando hasta volverse pequeños y el deseo de experimentar con sus brazos buscando hacerlos desplegar alas, se volvía más grande en mí. Por supuesto que lo reprimí, aceptando la tregua de encaminar todas aquellas pulsaciones hacia los aparentemente inquisidores que estaban en desventajosa situación frente a nosotros. Las aves merodeaban y grababan los accionares, de boca en boca a mí me llegaba la tarea. Alcé una de mis manos, sacando de una pequeña bolsa un polvo blanco y seco. Los huesos de seres humanos que habían sido deformados y habían terminado como limaduras eran lo que activaba la potencia de mis hechizos. Volviéndola tanto magia negra como así poderosa y ruin. <<Éste dolor que es permitido por el señor de las tinieblas, renacerá para ser la muerte de los próximos, desde adentro hacia afuera, la locura volverá. >> — Me sorprende que no sepas lo mucho que adoro a los humanos como para pensar que los mataría completamente. Cuando dejan de tener cordura es cuando ya nada puedo hacer por ellos y simplemente se vuelven lo que tengo entre mis dedos. — Alegué en tanto ella emprendía vuelo, el sentimiento de que se me fuese a escapar estaba muy vivo, incluso me daba cuenta que causaba distracciones en mis movimientos. Pero cerré los párpados y me dediqué al conjuro que acompañaba las patas de la cambiante. Ella era quien arrastraría como el aire mis palabras. Mi conductor directo hacia los enemigos. Podía hacerlo con el viento, no obstante, siempre era más poderoso que alguien lo llevara, cuando el riesgo era mayor, así también la manera en la que se recibía la marca. — Cuando el demonio intenta ser engañado los seguidores se levantan. Y así, aquello que te hace dudar de su existencia, se elevará y te azotará y habrás deseado nunca titubear con los labios de un impuro. — La sentencia se dio finalmente cuando Graffiacane terminó por acercarse. Las almas muertas tuvieron que bajarse ante mi poder, comenzaron a aparecer, pero sin dañar a los estúpidos que ahora serían asesinados, sirviendo antes como fuente de información. Lo importante era lo que veían, lo que se creaba frente a ellos. Los volvía locos, comenzarían a pelear, a luchar por sus existencias. El entorno a su alrededor cambiaba por el de miles de anticristos que los iban a atacar. Les dejé golpearse entre ellos, temerse tanto que no pudieran confiar en sus propias sombras. Y en cuanto lo vi propicio me acerqué al mismo lugar en donde estaba el ave, pero por tierra, curioseando la longitud y observando negligentemente que las aves de Erinnia se iban hacia estatuas y puntas importantes. Me pregunté si la estrella de siete puntos tendría algo que ver con el llamado del santo grial y alcé la cabeza para buscar la información que era necesaria del mensajero de las tinieblas. — Puedo hacer que nos digan lo que saben, pero seguro a tu cuervo le encantará tomar las acciones por el cuello. Sin embargo, me atrevo a decir que se siente una fuerza poderosa salir de las tumbas. La energía destella en forma de auras y colores vivos. Me pregunto si es ahí dentro donde se guarda la reliquia jamás encontrada. ¿Qué harías con ella si pudieras usarla solo para tí? — Me relamí los labios pensando en mi propia respuesta, en los incendios, en las catástrofes que se podrían lograr con tan poco.
La silueta de la mujer ave se hacía presente como un lienzo transparente frente a mí, sus huesos iban mutando hasta volverse pequeños y el deseo de experimentar con sus brazos buscando hacerlos desplegar alas, se volvía más grande en mí. Por supuesto que lo reprimí, aceptando la tregua de encaminar todas aquellas pulsaciones hacia los aparentemente inquisidores que estaban en desventajosa situación frente a nosotros. Las aves merodeaban y grababan los accionares, de boca en boca a mí me llegaba la tarea. Alcé una de mis manos, sacando de una pequeña bolsa un polvo blanco y seco. Los huesos de seres humanos que habían sido deformados y habían terminado como limaduras eran lo que activaba la potencia de mis hechizos. Volviéndola tanto magia negra como así poderosa y ruin. <<Éste dolor que es permitido por el señor de las tinieblas, renacerá para ser la muerte de los próximos, desde adentro hacia afuera, la locura volverá. >> — Me sorprende que no sepas lo mucho que adoro a los humanos como para pensar que los mataría completamente. Cuando dejan de tener cordura es cuando ya nada puedo hacer por ellos y simplemente se vuelven lo que tengo entre mis dedos. — Alegué en tanto ella emprendía vuelo, el sentimiento de que se me fuese a escapar estaba muy vivo, incluso me daba cuenta que causaba distracciones en mis movimientos. Pero cerré los párpados y me dediqué al conjuro que acompañaba las patas de la cambiante. Ella era quien arrastraría como el aire mis palabras. Mi conductor directo hacia los enemigos. Podía hacerlo con el viento, no obstante, siempre era más poderoso que alguien lo llevara, cuando el riesgo era mayor, así también la manera en la que se recibía la marca. — Cuando el demonio intenta ser engañado los seguidores se levantan. Y así, aquello que te hace dudar de su existencia, se elevará y te azotará y habrás deseado nunca titubear con los labios de un impuro. — La sentencia se dio finalmente cuando Graffiacane terminó por acercarse. Las almas muertas tuvieron que bajarse ante mi poder, comenzaron a aparecer, pero sin dañar a los estúpidos que ahora serían asesinados, sirviendo antes como fuente de información. Lo importante era lo que veían, lo que se creaba frente a ellos. Los volvía locos, comenzarían a pelear, a luchar por sus existencias. El entorno a su alrededor cambiaba por el de miles de anticristos que los iban a atacar. Les dejé golpearse entre ellos, temerse tanto que no pudieran confiar en sus propias sombras. Y en cuanto lo vi propicio me acerqué al mismo lugar en donde estaba el ave, pero por tierra, curioseando la longitud y observando negligentemente que las aves de Erinnia se iban hacia estatuas y puntas importantes. Me pregunté si la estrella de siete puntos tendría algo que ver con el llamado del santo grial y alcé la cabeza para buscar la información que era necesaria del mensajero de las tinieblas. — Puedo hacer que nos digan lo que saben, pero seguro a tu cuervo le encantará tomar las acciones por el cuello. Sin embargo, me atrevo a decir que se siente una fuerza poderosa salir de las tumbas. La energía destella en forma de auras y colores vivos. Me pregunto si es ahí dentro donde se guarda la reliquia jamás encontrada. ¿Qué harías con ella si pudieras usarla solo para tí? — Me relamí los labios pensando en mi propia respuesta, en los incendios, en las catástrofes que se podrían lograr con tan poco.
Calcabrina- Hechicero Clase Alta
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Re: Enigma of Life [Privado]
La imagen de aquel cuervo bribón se había desvanecido bajo el impecable plumaje albino del búho que ahora cortaba el aire con particular destreza. Pero sus motivos no dejaban de ser diferentes; Graffiacane sabía lo que quería. Sólo que esta vez tenía que emplear otra imagen diferente, pues la visión y el origen del búho era algo necesario esta vez. Veces anteriores se había convertido en el cuervo al que, ¡hasta las mismas almas temen! Y cómo no, si ésta ave enfundada en penumbras anunciaba una muerte inevitable; la sentencia de la condena perpetua y un horror que pocos infelices experimentan, ya que el pequeño demonio emplumado no suele elegir a cualquiera para cometer sus crímenes. No todas las almas le divierten, y tampoco le proporcionan lo que tanto anhela tener en su afilado pico plateado. Sin embargo, estando en aquella abadía en ruinas, no buscaba cazar almas, sino otra cosa. Algo místico y poderoso.
Se posó en una de las columnas derruidas, observando, con cierto recelo e interés, a los hombres que profanaban las tumbas de los antiguos monarcas. O al menos eso suponía. Pues no se había comprobado que los cadáveres de aquellos dos reyes estuvieran sepultados ahí, y menos siendo personajes tan importantes dentro de una de las leyendas más grandiosas de toda la Edad Media. Era como si pudiera ver a través de sus mentes; también escuchaba a los cuervos murmurando, debatiendo entre sí lo mismo que meditaba Graffiacane desde su posición. Volvió la mirada a Calcabrina, sin dejar que su conexión mental se desvaneciera.
—Te hice esa advertencia porque te conozco bastante bien, Calcabrina —susurró Graffiacane—. Quiero descubrir las intenciones detrás de las acciones de éstos hombres. ¿Por qué han decidido jugar sucio dentro de los territorio de nuestro señor? Eso es algo tan digno de ver como el Armagedon mismo y me interesa. Aquella copa fabulosa será motivo de muchas desgracias y yo, el mensajero, seré testigo de cada una. Y éstas me llevarán a otras alianzas... Las alianzas que unen a los tres mundos.
Las palabras de Graffiacane no surgieron esta vez con el típico tono sarcástico que de costumbre. Muy al contrario, su seriedad la hacía notar muy segura de lo que decía; era como si fuera otra, pero no, sólo se trataba de la diferencia de pieles.
—¡Ah! Los muertos —murmuró en su mente, observando toda la escena causada por las acciones del hechicero—. No te dejes engañar por esa energía residual. Este lugar se presta para muchos engaños y acabas de ser creador de uno de ellos. ¿Cuántos más han venido aquí por lo mismo y han contemplado el horror y las penas del más allá? De seguro han quedado consternados con las esencias que aquí deambulan, como protegiendo al Grial.
Sentenció y alzó vuelo, dirigiéndose de nuevo a Calcabrina, para posarse en su hombro y observar fijamente a aquellos lacayos infelices.
—Los envió alguien poderoso; de eso no me cabe la menor duda. Pero ese alguien... —Dudó por unos segundos—. Puede ser buen adversario para todos. Alguien que defiende sus propios intereses; un hombre que no le importa enfrentarse al Creador o al Exiliado. Ni siquiera desafiar a los fervorosos defensores del mundo. Estamos viendo al hombre del nuevo mundo, mi estimado Calcabrina. Y esto me gusta más que las majaderías del pasado.
Se posó en una de las columnas derruidas, observando, con cierto recelo e interés, a los hombres que profanaban las tumbas de los antiguos monarcas. O al menos eso suponía. Pues no se había comprobado que los cadáveres de aquellos dos reyes estuvieran sepultados ahí, y menos siendo personajes tan importantes dentro de una de las leyendas más grandiosas de toda la Edad Media. Era como si pudiera ver a través de sus mentes; también escuchaba a los cuervos murmurando, debatiendo entre sí lo mismo que meditaba Graffiacane desde su posición. Volvió la mirada a Calcabrina, sin dejar que su conexión mental se desvaneciera.
—Te hice esa advertencia porque te conozco bastante bien, Calcabrina —susurró Graffiacane—. Quiero descubrir las intenciones detrás de las acciones de éstos hombres. ¿Por qué han decidido jugar sucio dentro de los territorio de nuestro señor? Eso es algo tan digno de ver como el Armagedon mismo y me interesa. Aquella copa fabulosa será motivo de muchas desgracias y yo, el mensajero, seré testigo de cada una. Y éstas me llevarán a otras alianzas... Las alianzas que unen a los tres mundos.
Las palabras de Graffiacane no surgieron esta vez con el típico tono sarcástico que de costumbre. Muy al contrario, su seriedad la hacía notar muy segura de lo que decía; era como si fuera otra, pero no, sólo se trataba de la diferencia de pieles.
—¡Ah! Los muertos —murmuró en su mente, observando toda la escena causada por las acciones del hechicero—. No te dejes engañar por esa energía residual. Este lugar se presta para muchos engaños y acabas de ser creador de uno de ellos. ¿Cuántos más han venido aquí por lo mismo y han contemplado el horror y las penas del más allá? De seguro han quedado consternados con las esencias que aquí deambulan, como protegiendo al Grial.
Sentenció y alzó vuelo, dirigiéndose de nuevo a Calcabrina, para posarse en su hombro y observar fijamente a aquellos lacayos infelices.
—Los envió alguien poderoso; de eso no me cabe la menor duda. Pero ese alguien... —Dudó por unos segundos—. Puede ser buen adversario para todos. Alguien que defiende sus propios intereses; un hombre que no le importa enfrentarse al Creador o al Exiliado. Ni siquiera desafiar a los fervorosos defensores del mundo. Estamos viendo al hombre del nuevo mundo, mi estimado Calcabrina. Y esto me gusta más que las majaderías del pasado.
Erinnia S. Graffiacane- Cambiante Clase Alta
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Re: Enigma of Life [Privado]
Sabía que para Erinnia era inevitable no sentir curiosidad y una inminente fortaleza ante todo lo que estaba sucediendo. Ella mantenía el fuego porque formaba una parte inmensamente importante en todo ese efímero círculo de vicios y descontrol. Pero muchos otros, exactamente como yo lo era, no éramos tan necesarios, por esa razón había algunos “hermanos” que no habían revivido aún. Mis objetivos no eran tan rebuscados, no al menos como los que tenía el ahora hermoso búho que se regodeaba en las corrientes de aire, buscando, observando y calculando todos los movimientos ajenos. No me detuve en mi invocación, teniendo preparado nuestro ejército de almas en pena, podía estar seguro que no terminaría con una bala en el corazón, ni tampoco en la cabeza. Estiré el cuello, haciéndolo sonar débilmente en tanto asentía a las palabras del cambiante. Su seriedad y ansiedad prácticamente lograban excitarme de maneras inimaginables. Mas no podía decirle algo así, estaba al tanto que aunque fuese todo lo que ella decía, exclamaba y procuraba como tan indemne demonio, tenía un miedo abismal por los sentimientos. No obstante la herejía me permitía poder tocar todas las emociones en total profundidad. Sin penas ni huellas. << ¿Lo estás haciendo no es así? Descubre todo lo que quieras Graffiacane, estaré esperando tu silbato en cuanto sepas qué es lo que hay que hacer. >> De eso se trataba, todo el tiempo. De hacer y deshacer; los demonios habían perdido la emoción cuando la misión para el ángel caído se había prolongado tanto, pero en lo que a mi respectaba, nada me daba tanto gusto que jugar con las almas humanas sobre la tierra dividida en los planos de la vida y las dos muertes. Hacer caer el velo para que toda bestia muerta volviera a renacer.
<< No te confundas, no soy un humano normal, la energía residual que puedes ver es solo el principio. Se nota la amenaza que siente, se está intentando proteger, va a desaparecer en cuanto sepa que estamos aquí. Como si las almas mismas fuesen parte de la fuerza del grial. >> Alegué completamente seguro al respecto, eran las palpitaciones del aura que mantenían un código de verificación, de miedo y de descontrol. Para nuestra suerte, se trataba de humanos corrientes, quizá entrenados para dar batalla, mas la ventaja de la sorpresa seguía siendo un buen inicio. Me crucé de brazos, intentando entonces hacer un hechizo localizador con la tierra que estaba debajo de mí. A esa distancia las probabilidades de saber exactamente el lugar eran bastante mejores que estando en la ciudad de parís, no solo llena de gente miserable, sino minada de contaminación energética que no le hacía nada bien a la canalización por el perímetro. — ¿A qué te refieres con “buen” adversario para todos? Creo que es suficiente con los de Agartha como para cargarnos más problemas. Entonces. ¿Qué se supone que haga, jefa? Ya has visto todo lo que están haciendo. Es obvio que buscan el grial tanto como nosotros. Con esa fuente inagotable de poder no me sorprende. ¿Los detengo o tienes una mejor idea? — La pregunta no solo era completamente sincera, sino que irradiaba ánimos de muerte y por sobre todo, un gran aburrimiento desde el momento en que habíamos puesto un pie en ese lugar. La sangre aún no había caído y debido a sus palabras, imaginé entonces que quizá no habría muertes esa noche. Lo que me dejaba con pocas posibilidades sobre lo que no o sí hacer. No obstante, había una cosa que si tenía que terminar. El hechizo localizante estaba funcionando y la punta de la piedra lunar iba hacia donde ellos estaban, pero parecía querer ir más lejos, tironeaba con fuerzas sobre la carne de mi palma izquierda. —Lo que me indiques. Hagamos esto rápido, podemos interrogar a alguno luego. — Empecé entonces a caminar por los bordes, acercándome de manera que no me pudieran observar, haciendo uso de una sencilla ilusión para camuflar todo nuestro ser entre los árboles, sin embargo no era algo que serviría cuando estemos en el terreno llano en el que ellos estaban escavando. Era hora de tomar las decisiones y como era de esperarse, no iban a ser a mi modo. A menos que el fuego purificante pudiera ser la solución.
<< No te confundas, no soy un humano normal, la energía residual que puedes ver es solo el principio. Se nota la amenaza que siente, se está intentando proteger, va a desaparecer en cuanto sepa que estamos aquí. Como si las almas mismas fuesen parte de la fuerza del grial. >> Alegué completamente seguro al respecto, eran las palpitaciones del aura que mantenían un código de verificación, de miedo y de descontrol. Para nuestra suerte, se trataba de humanos corrientes, quizá entrenados para dar batalla, mas la ventaja de la sorpresa seguía siendo un buen inicio. Me crucé de brazos, intentando entonces hacer un hechizo localizador con la tierra que estaba debajo de mí. A esa distancia las probabilidades de saber exactamente el lugar eran bastante mejores que estando en la ciudad de parís, no solo llena de gente miserable, sino minada de contaminación energética que no le hacía nada bien a la canalización por el perímetro. — ¿A qué te refieres con “buen” adversario para todos? Creo que es suficiente con los de Agartha como para cargarnos más problemas. Entonces. ¿Qué se supone que haga, jefa? Ya has visto todo lo que están haciendo. Es obvio que buscan el grial tanto como nosotros. Con esa fuente inagotable de poder no me sorprende. ¿Los detengo o tienes una mejor idea? — La pregunta no solo era completamente sincera, sino que irradiaba ánimos de muerte y por sobre todo, un gran aburrimiento desde el momento en que habíamos puesto un pie en ese lugar. La sangre aún no había caído y debido a sus palabras, imaginé entonces que quizá no habría muertes esa noche. Lo que me dejaba con pocas posibilidades sobre lo que no o sí hacer. No obstante, había una cosa que si tenía que terminar. El hechizo localizante estaba funcionando y la punta de la piedra lunar iba hacia donde ellos estaban, pero parecía querer ir más lejos, tironeaba con fuerzas sobre la carne de mi palma izquierda. —Lo que me indiques. Hagamos esto rápido, podemos interrogar a alguno luego. — Empecé entonces a caminar por los bordes, acercándome de manera que no me pudieran observar, haciendo uso de una sencilla ilusión para camuflar todo nuestro ser entre los árboles, sin embargo no era algo que serviría cuando estemos en el terreno llano en el que ellos estaban escavando. Era hora de tomar las decisiones y como era de esperarse, no iban a ser a mi modo. A menos que el fuego purificante pudiera ser la solución.
Calcabrina- Hechicero Clase Alta
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Re: Enigma of Life [Privado]
Cuando sus plumas se volvían tan negras como la noche misma, su humor cambiaba de igual manera. Pasaba de ser una persona reservada, a un ser con un sentido de la vida bastante extraño; una criatura que le encantaba atraer a los mortales a sus pesadillas, para así arrancarles el alma con su pico de plata. El cuervo era la figura más temida entre todos, incluso, por el mismísimo Malacoda. Pero, lo cierto es que Graffiacane ocultaba otras formas, y éstas sólo se manifestaban de acuerdo a las emociones de su reino onírico. Ella era inteligente, sabía lo que quería, y no estaba atada a nadie más que a Calcabrina, y quizás un poco a su demonio gemelo. Graffiacane siempre hacía su real voluntad. Y a pesar de que resultara irónico todo el asunto, lograba beneficiar, de algún modo, a Los Custodios, por más egoísta que resultara ser la mayoría de las veces.
El Grial le era un objeto divino, maravilloso, con un poder inmenso. Pero más allá del poder que poseía, gran parte del conocimiento del mundo estaba depositado ahí. ¿Y qué más deseaba Graffiacane que abrir todas las puertas de la razón? Definitivamente, aquello era un platillo que ansiaba devorar, una victoria silenciosa que quería tener, y la cual no compartiría con nadie. Aquellos deseos hicieron que, por primera vez, su forma fuera la de una lechuza albina, la criatura que conectaba los tres mundos y era la viva imagen de la sabiduría.
Posada en el hombro de Calcabrina, y con sus dos ojos ambarinos sobre las auras de los profanadores, contempló con emoción como las cosas iban tomando un camino mucho más interesante. Las palabras que le había dicho antes a su compañero no eran por azar, ya había analizado la situación antes. Lo único que reservó, para evitar molestar al hechicero, fue el hecho de que terminó descubriendo que el Grial no estaba ahí. Sin embargo, eso no importó mucho, ya era algo que sospechaba desde antes.
—No, no eres común, porque en tu interior reside un demonio, en vez de un alma humana —explicó—, eso te hace diferente, querido mío. —Bajó un poco la cabeza y sus pequeños ojos se entrecerraron levemente—. Es un sello, algo que dejaron para engañar a los buscadores. Quien hechizó este lugar era alguien poderoso; tal vez, un alquimista muy brillante, lo que suponía desde antes. —Agregó con seguridad—. Calcabrina, controla tus impulsos un momento, necesito saber más. Mira a los cuervos, están quietos, eso es porque la información no ha sido suficiente. Esto me gusta.
Irguió su postura, echando las alas hacia atrás y manteniendo la cabeza en alto. Estaba emocionada por lo que descubría; sin duda, los sujetos que estaban ahí, e ignoraban la presencia de ambos demonios, no eran tan miserables como los de Agartha, a quienes admiraba tan sólo un poco. Pero estos nuevos eran un banquete digno para ella.
—Agartha seguirá existiendo y no me importa. Nunca me han importado. Ellos tampoco fueron tan buenos para detener a estos hombres —le respondió, estirando un poco las alas—. Templarios, mi querido hechicero. Templarios genuinos. Lo tienen tatuado en sus almas; y quien les envía, no es cualquiera. ¡Oh! Cuán bella es la vida de este mundo... Esto hará que Farfarello regrese, tan omnipotente, como en los tiempos de Mesopotamia. ¿No lo ves? Estos hombres serán los causantes del caos del futuro, y nosotros sólo nos divertiremos. Hay más actores en esta obra.
Volvió a bajar su cabeza apoyándole en la mejilla de Calcabrina, dejando escapar un sonido bajo, salido de su garganta. No como el ulular de un búho, parecía un gruñido muy sutil, pero no como el de otras bestias.
—Llévame con ellos. Juguemos con sus mentes que son como un libro abierto. Los quiero en mi ejército; serán mi regalo para Farfarello.
El Grial le era un objeto divino, maravilloso, con un poder inmenso. Pero más allá del poder que poseía, gran parte del conocimiento del mundo estaba depositado ahí. ¿Y qué más deseaba Graffiacane que abrir todas las puertas de la razón? Definitivamente, aquello era un platillo que ansiaba devorar, una victoria silenciosa que quería tener, y la cual no compartiría con nadie. Aquellos deseos hicieron que, por primera vez, su forma fuera la de una lechuza albina, la criatura que conectaba los tres mundos y era la viva imagen de la sabiduría.
Posada en el hombro de Calcabrina, y con sus dos ojos ambarinos sobre las auras de los profanadores, contempló con emoción como las cosas iban tomando un camino mucho más interesante. Las palabras que le había dicho antes a su compañero no eran por azar, ya había analizado la situación antes. Lo único que reservó, para evitar molestar al hechicero, fue el hecho de que terminó descubriendo que el Grial no estaba ahí. Sin embargo, eso no importó mucho, ya era algo que sospechaba desde antes.
—No, no eres común, porque en tu interior reside un demonio, en vez de un alma humana —explicó—, eso te hace diferente, querido mío. —Bajó un poco la cabeza y sus pequeños ojos se entrecerraron levemente—. Es un sello, algo que dejaron para engañar a los buscadores. Quien hechizó este lugar era alguien poderoso; tal vez, un alquimista muy brillante, lo que suponía desde antes. —Agregó con seguridad—. Calcabrina, controla tus impulsos un momento, necesito saber más. Mira a los cuervos, están quietos, eso es porque la información no ha sido suficiente. Esto me gusta.
Irguió su postura, echando las alas hacia atrás y manteniendo la cabeza en alto. Estaba emocionada por lo que descubría; sin duda, los sujetos que estaban ahí, e ignoraban la presencia de ambos demonios, no eran tan miserables como los de Agartha, a quienes admiraba tan sólo un poco. Pero estos nuevos eran un banquete digno para ella.
—Agartha seguirá existiendo y no me importa. Nunca me han importado. Ellos tampoco fueron tan buenos para detener a estos hombres —le respondió, estirando un poco las alas—. Templarios, mi querido hechicero. Templarios genuinos. Lo tienen tatuado en sus almas; y quien les envía, no es cualquiera. ¡Oh! Cuán bella es la vida de este mundo... Esto hará que Farfarello regrese, tan omnipotente, como en los tiempos de Mesopotamia. ¿No lo ves? Estos hombres serán los causantes del caos del futuro, y nosotros sólo nos divertiremos. Hay más actores en esta obra.
Volvió a bajar su cabeza apoyándole en la mejilla de Calcabrina, dejando escapar un sonido bajo, salido de su garganta. No como el ulular de un búho, parecía un gruñido muy sutil, pero no como el de otras bestias.
—Llévame con ellos. Juguemos con sus mentes que son como un libro abierto. Los quiero en mi ejército; serán mi regalo para Farfarello.
Erinnia S. Graffiacane- Cambiante Clase Alta
- Mensajes : 73
Fecha de inscripción : 26/10/2014
Re: Enigma of Life [Privado]
Claro que en mi interior residía un demonio, eso lo sabía de antes, incluso antes de realmente saberlo, notaba que mi vida era para algo más. El problema es que éste no salía a dar frutos de conocimientos, estaba escondido y perdido en el interior de mi cabeza, sin permitirme saber mis pasados anteriores. Esa era la razón de una constante frustración que llevaba en la espalda. Observé a Graffiacane volver a acercarse y con cuidado alcé las manos para acomodar unas cuantas piedras de manera que la energía oscura que emanábamos no destellara entre la energía del lugar. Definitivamente había algo extraño en todo ese templo y parecía que en cierta medida, la cambiaforma lo sabía. — Me resulta extraño que el poder esté afuera y haya tan poco dentro, parece que idearon una trampa bastante formidable. — Susurré apenas, controlando los impulsos tal y como ella pedía. Simplemente los muertos estaban a nuestro alrededor, esperando y espetando poder desquitar su demencia contra los humanos. Los fantasmas eran alimañas poderosas que pocos podían vencer, simplemente porque ya estaban muertos. Por lo tanto eran la mejor arma contra todo lo vivo. Alcé los hombros un segundo, mirando a los cuervos que seguían las indicaciones de la mujer, quietos y aparentemente parecían esperar la muerte de alguien para devorarlos. O al menos eso suponía que podían pensar los buscadores o templarios como así los llamaba ella. Para mí no eran más que un número en nuestro alrededor. — ¿Entonces deberíamos preocuparnos por ellos? No parecen tan fuertes. ¿Quién crees que los envía? — Las preguntas por supuesto que eran secas y a duras penas me importaba realmente. Templarios, Farfarello, todos me daban igual aunque la palabra omnipotencia sí dio un poco de movilización a mis pensamientos y alcé la vista al ave que estaba postrada sobre mi hombro, alzando levemente las cejas.
Pronto una sonrisa casi desagradable se esculpió en un borde de mi labio, con el deseo de la sangre y el descontrol vivo en mis ojos. Era completamente emocionante lo que acababa de decirme y los ánimos terminaron por dulcificarse en mi interior. Dejé salir una risa a secas, casi inexistente y asentí apenas, en tanto hundía una uña sobre la palma de mi mano, ensuciando las piedras de mi sangre, balbuceando unas palabras simples para habilitarnos en las sombras un poco más y empezar a buscar energías alrededor, era como tomar poder de los muertos pero sin alterar el panorama, una energía prestada. — ¿Eso significa que los quieres vivos a todos? Está bien, no los dejaré escapar de tu mano, Graffiacane. — Aseguré y pronto me disponía a caminar, pasando por los arboles hasta llegar a las llanuras. Antes de disponerme a entrar en área, dejé escapar a las alimañas, creando una fortaleza alrededor para que no pudieran escapar entre el bosque. Eso sería molesto y sabía que cuando la muchacha jugaba con las mentes humanas no le gustaba tener que perseguirlas difícilmente, su juego se basaba en la persecución mental, digna de un cuervo negro. — Parece que intentan hacer alguna clase de ritual para abrir el lugar, no creo que puedan romperlo. En caso de que lo hicieran, ¿servirá? — Pregunté buscando su mirada, encaminándome entonces hacia donde ella dirigía, curioso por sus deseos y al mismo tiempo movía los hilos de magia a mi alrededor, conectando los cuerpos ajenos con mi posesión, no iba a permitir que ninguno escapara, aunque claro que quizá no tendría que utilizar nada de eso, Erinnia solía tener siempre deseos un poco más vertiginosos de los que yo podía calcular y su extraña sabiduría era capaz de tergiversar la mente de los más poderosos. Aunque en ese momento no veía caos en las auras humanas, parecían estables, demasiado para el demonio que yo llevaba dentro.
Pronto una sonrisa casi desagradable se esculpió en un borde de mi labio, con el deseo de la sangre y el descontrol vivo en mis ojos. Era completamente emocionante lo que acababa de decirme y los ánimos terminaron por dulcificarse en mi interior. Dejé salir una risa a secas, casi inexistente y asentí apenas, en tanto hundía una uña sobre la palma de mi mano, ensuciando las piedras de mi sangre, balbuceando unas palabras simples para habilitarnos en las sombras un poco más y empezar a buscar energías alrededor, era como tomar poder de los muertos pero sin alterar el panorama, una energía prestada. — ¿Eso significa que los quieres vivos a todos? Está bien, no los dejaré escapar de tu mano, Graffiacane. — Aseguré y pronto me disponía a caminar, pasando por los arboles hasta llegar a las llanuras. Antes de disponerme a entrar en área, dejé escapar a las alimañas, creando una fortaleza alrededor para que no pudieran escapar entre el bosque. Eso sería molesto y sabía que cuando la muchacha jugaba con las mentes humanas no le gustaba tener que perseguirlas difícilmente, su juego se basaba en la persecución mental, digna de un cuervo negro. — Parece que intentan hacer alguna clase de ritual para abrir el lugar, no creo que puedan romperlo. En caso de que lo hicieran, ¿servirá? — Pregunté buscando su mirada, encaminándome entonces hacia donde ella dirigía, curioso por sus deseos y al mismo tiempo movía los hilos de magia a mi alrededor, conectando los cuerpos ajenos con mi posesión, no iba a permitir que ninguno escapara, aunque claro que quizá no tendría que utilizar nada de eso, Erinnia solía tener siempre deseos un poco más vertiginosos de los que yo podía calcular y su extraña sabiduría era capaz de tergiversar la mente de los más poderosos. Aunque en ese momento no veía caos en las auras humanas, parecían estables, demasiado para el demonio que yo llevaba dentro.
Calcabrina- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 07/02/2012
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Re: Enigma of Life [Privado]
Los ojos de la lechuza relucían como dos espejos en la oscuridad; eran los ojos de la verdad, y a su vez, de lo oculto. Aquella forma tan elegante y enigmática le proporcionaba habilidad para hallar otros niveles de conocimiento. La lechuza siempre había sido asociada la sabiduría, también representaba la unión de los tres mundos. Por eso, al ser Graffiacane El Mensajero, hallaba en sus encarnaciones estas formas, pues su naturaleza le daba una habilidad sobrenatural sobre la mente, algo que otras criaturas no eran capaces de conseguir, ni siquiera los vampiros con su telepatía. Pero ella nunca estaba conforme, por más que poseía ese don tan especial, nunca terminaba de aferrarse a la verdad absoluta; su antiguo estatus celestial, el de los ojos del universo, le fue arrebatado junto con sus alas al momento de la rebelión. Dejó de ser parte de la jerarquía de Los Tronos y no descansaría hasta volver a retomar su antiguo poder.
Encontraba en el Grial la oportunidad perfecta para obtener todo lo que había ansiado. Graffiacane era orgullosa y ambiciosa, y no se doblegaba ante nadie, ni siquiera ante su líder. Sólo había aceptado ir en busca de la Copa Maravillosa para quedársela; sin embargo, bien sabía que no sería tan sencillo. Aunque no lo lamentaba, ese viaje comenzaba a revelarle cosas que eran aún más interesantes y sería una manera de poder hallar el despertar en Calcabrina. Lo pondría a usar su poder al máximo, a ser uno con la misma muerte. Lo tenía todo planificado. Al demonio cuervo nunca se le escapaba nada de sus alas.
—La trampa fue para ocultar algo en antaño. Pero es un poder que sólo pueden detectar seres de otras jerarquías, o humanos seleccionados. Dudo que estos tipos sepan de ello, su avaricia los lleva directamente a la ignorancia. Aun así, me complace poseer almas como éstas en nuestro propio ejército. —Bajó la cabeza, y esos ojos ambarinos se centraron en las auras espectrales y en la de sus futuros soldados—. Quizás no sean fuertes físicamente o espiritualmente. Sin embargo, son almas condenadas. Son los marcados por la bestia desde su nacimiento. Son los hijos que Eva ocultó al Creador. De ellos es el caos futuro; el mismo hombre será su propia destrucción, y nosotros probaremos nuestra teoría. Aunque... —Guardó silencio y cerró los ojos ambarinos. Su plumaje relucía impecable, como algo puro, aunque por dentro estuviera corrompido por la oscuridad—. Yo no quiero sólo eso. Quiero toda la verdad; la que se me quitó cuando me pertenecía únicamente a mí.
Alzó sus alas y su cuello se estiró un poco. De su pico afloró un chillido que se convertía en una orden para los cuervos; éstos alzaron vuelo y se ocultaron entre el follaje, como si quisieran buscar algo. Graffiacane abandonó el hombro de Calcabrina y se posó en el suelo, a escasos metros de él; sacudió sus plumas y nuevamente se estiró. Sin siquiera avisar, su cuerpo mutaba a su forma humana. Ya había vislumbrado suficiente, era hora de iniciar con su jugada.
—Es hora de que dejemos de perder nuestra valiosa eternidad, ya hemos visto suficiente —dijo, al cabo de un par de minutos—. Calcabrina, ya puedes liberar la magia; captura las mentes de ellos. Quiero saber quién es su líder —indicó. Al girarse, un grupo de cuervos se acercó; cargaban con el pico la túnica de Graffiacane para que se cubriera—. ¿Sigues frustrado por no saber más de ti?
La pregunta pareció una idea lejana. Graffiacane se notaba mucho más seria, ni siquiera hizo una de sus acostumbradas rimas, sino que sólo se dirigió al hechicero. Clavó la mirada en la figura masculina, mientras mordía su propio labio, haciéndolo sangrar. Sus manos finas tomaron el rostro de Calcabrina y luego sus labios fueron a unirse con los de él, hasta hacerlos sangrar de igual manera. La sangre de ambos se unió en aquella acción repentina por parte del demonio cuervo.
—Usa todo tu poder y hallarás la verdad; te he dado de mi esencia para que la descubras. Descarga tu energía capturándolos, domínalos a todos —susurró—. Solos tú y yo en esta conquista.
La barrera que los mantuvo ocultos se desvaneció y una bandada de aves negras se abalanzó sobre aquellos hombres profanadores. Los espectros hicieron lo mismo. Sólo fue un ataque sutil, la introducción al próximo horror que iniciaría en breve.
—Mis voraces mortales, no hallaran la verdad, porque no les pertenece.
Encontraba en el Grial la oportunidad perfecta para obtener todo lo que había ansiado. Graffiacane era orgullosa y ambiciosa, y no se doblegaba ante nadie, ni siquiera ante su líder. Sólo había aceptado ir en busca de la Copa Maravillosa para quedársela; sin embargo, bien sabía que no sería tan sencillo. Aunque no lo lamentaba, ese viaje comenzaba a revelarle cosas que eran aún más interesantes y sería una manera de poder hallar el despertar en Calcabrina. Lo pondría a usar su poder al máximo, a ser uno con la misma muerte. Lo tenía todo planificado. Al demonio cuervo nunca se le escapaba nada de sus alas.
—La trampa fue para ocultar algo en antaño. Pero es un poder que sólo pueden detectar seres de otras jerarquías, o humanos seleccionados. Dudo que estos tipos sepan de ello, su avaricia los lleva directamente a la ignorancia. Aun así, me complace poseer almas como éstas en nuestro propio ejército. —Bajó la cabeza, y esos ojos ambarinos se centraron en las auras espectrales y en la de sus futuros soldados—. Quizás no sean fuertes físicamente o espiritualmente. Sin embargo, son almas condenadas. Son los marcados por la bestia desde su nacimiento. Son los hijos que Eva ocultó al Creador. De ellos es el caos futuro; el mismo hombre será su propia destrucción, y nosotros probaremos nuestra teoría. Aunque... —Guardó silencio y cerró los ojos ambarinos. Su plumaje relucía impecable, como algo puro, aunque por dentro estuviera corrompido por la oscuridad—. Yo no quiero sólo eso. Quiero toda la verdad; la que se me quitó cuando me pertenecía únicamente a mí.
Alzó sus alas y su cuello se estiró un poco. De su pico afloró un chillido que se convertía en una orden para los cuervos; éstos alzaron vuelo y se ocultaron entre el follaje, como si quisieran buscar algo. Graffiacane abandonó el hombro de Calcabrina y se posó en el suelo, a escasos metros de él; sacudió sus plumas y nuevamente se estiró. Sin siquiera avisar, su cuerpo mutaba a su forma humana. Ya había vislumbrado suficiente, era hora de iniciar con su jugada.
—Es hora de que dejemos de perder nuestra valiosa eternidad, ya hemos visto suficiente —dijo, al cabo de un par de minutos—. Calcabrina, ya puedes liberar la magia; captura las mentes de ellos. Quiero saber quién es su líder —indicó. Al girarse, un grupo de cuervos se acercó; cargaban con el pico la túnica de Graffiacane para que se cubriera—. ¿Sigues frustrado por no saber más de ti?
La pregunta pareció una idea lejana. Graffiacane se notaba mucho más seria, ni siquiera hizo una de sus acostumbradas rimas, sino que sólo se dirigió al hechicero. Clavó la mirada en la figura masculina, mientras mordía su propio labio, haciéndolo sangrar. Sus manos finas tomaron el rostro de Calcabrina y luego sus labios fueron a unirse con los de él, hasta hacerlos sangrar de igual manera. La sangre de ambos se unió en aquella acción repentina por parte del demonio cuervo.
—Usa todo tu poder y hallarás la verdad; te he dado de mi esencia para que la descubras. Descarga tu energía capturándolos, domínalos a todos —susurró—. Solos tú y yo en esta conquista.
La barrera que los mantuvo ocultos se desvaneció y una bandada de aves negras se abalanzó sobre aquellos hombres profanadores. Los espectros hicieron lo mismo. Sólo fue un ataque sutil, la introducción al próximo horror que iniciaría en breve.
—Mis voraces mortales, no hallaran la verdad, porque no les pertenece.
Erinnia S. Graffiacane- Cambiante Clase Alta
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