No hay respeto ni con los muertos [Libre]

Desde siempre los humanos han tenido la necesidad de apegarse a algo o alguien, más que por un sentido de comunidad o unión por el simple hecho de no poder afrontar la soledad del mundo. Es así que apenas encuentran a otro con quien encuentran comodidad o afectividad no se permiten separarse de este. Incluso en la muerte se niegan a aceptar la partida de aquel a quien “amaban”, a quien “querían”, a quien “apreciaban” y con recelo se aferran lo que queda atrás, un cuerpo que no es más que un cascarón vacío pero que para los vivos simboliza todo; es así que los humanos guardan a sus muertos, pero no al aire libre, sino bajo tierra pues no desean ser testigos de las acciones de la propia naturaleza que intenta recuperar lo prestado en vida y así mantener un inmaculado recuerdo del difunto, alzando sobre sus tumbas lápidas de roca con poemas, nombres y fechas talladas con la intención de que dure para siempre.

Han llamado Cementerios a aquellos lugares donde “duermen” sus muertos. Lugares que se mantienen cuidados y resguardados de aquellos que no respetan el descanso de los que ahí permanecen para disfrute de los que han permanecido en este mundo; seres sin escrúpulos que se valen del amparo que les brinda el siniestro velo de noches como aquella, en donde la luna menguante brilla por entre las nubes, bañando con sus rayos de blanca luz la espesa niebla que se alza entre las grandes y pequeñas lápidas de piedra como el ojo del cielo que intenta velar por aquellos bajo el amparo de su nocturna vigilia y cuya acción suele ser más que suficiente para disuadir a los ladrones; sin embargo, aquella noche las acciones del silencioso guardián en el cielo se vieron infructuosas ante la aparición de una alta figura que emerge de entre la niebla con paso seguro y suave, fijándose que sus botas emitieran el menor ruido posible al impactar contra el escarchado césped; tranquilo y sereno avanzaba con una gran pala al hombro, cubierto con un negro manto que le servía de resguardo a su identidad ante ojos curiosos. Nadie podía saber que un respetado profesor como lo era él andaba a aquellas horas por aquel lugar y mucho menos la tarea que venía a realizar.

Hacía varios días que Dr. Ashmed Ishbala se encontraba en un predicamento y es que los materiales de investigación se le terminaban. Sus fuentes usuales de material ya no le servían puesto que había agotado la investigación en los cuerpos humanos normales, llegando así a un estancamiento en sus descubrimientos que comenzaba a volverse algo desesperante y frustrante. Por fortuna, pronto la solución cayó a sus manos durante una mañana de enseñanza. La clase transcurría con la usual calma, él anotando sobre la pizarra las ecuaciones a ser usadas y los alumnos registrándolas en sus propios cuadernos de apuntes, rota únicamente por algún que otro murmullo entre compañeros que normalmente dejaría pasar pero no aquella vez. El murmullo se volvía cada vez más fuerte y eso no era normal entre sus alumnos, por lo que agudizó el oído para captar la conversación.
-Dicen que debieron ser animales, algún oso del circo que escapó o algo - - Enseñaba a otros dos compañeros el recorte del periódico que tenía en la mano; uno de ellos negaba con la cabeza – Yo he visto osos atacar, con mi padre hemos ido a las montañas y una vez vi uno atacar a un venado y no se parece en nada a esto – El tercero los miraba con duda y algo de preocupación - Pero si no se trata de un oso ¿Entonces qué? – Sus compañeros no sabían que responder, no estaban seguros de lo que podría haber sido.

- Sea lo que sea que haya sido, estoy más que seguro que no tiene que ver con las capas geológicas – Sorprendidos los tres levantaron la vista para encontrar los azules ojos de su profesor, el cual los miraba con cierta reprobación – Me llevaré esto - Con un veloz movimiento extrajo el recorte de la mano del alumno – Deberían estar concentrados en sus estudios, ya tendrán tiempo para hablar luego - Los tres asintieron en silencio mientras Ashmed guardaba el recorte en un bolsillo y esbozaba una muy leve sonrisa.

Una vez terminaron las clases se dedicó a leer detenidamente el recorte en la seguridad y el silencio que le brindaba su despacho. Tal como lo mencionó el alumno había ocurrido una muerte a altas horas de la noche y se la atribuía a un ataque animal. Ashmed hubiese llegado a la misma conclusión de no ser por la fotografía que acompañaba la noticia; el periódico no se había tomado molestias en censurar la foto y presentaban parte del cuerpo del fallecido, fue su pecho lo que llamó su atención ya que se hallaba sumamente destrozado y devorado, demasiado como para ser ocasionado por un animal cualquiera menor e incluso un oso no podría haber sido tan brutal en su ataque, debía tratarse de algo más y él ya tenía una idea de lo que podría haber sido.

Una oportunidad de oro a criterio de Ashmed, si el ser que había realizado el ataque era el que él mismo pensaba era muy probable que importantes muestras quedaran sobre el cadáver. Investigó un poco más y se enteró que ese mismo día le darían los ritos fúnebres y pasaría a ser uno más de los habitantes del cementerio. Con gran excitación asistió al entierro de la víctima, ocultando sus verdaderas intenciones tras un manto de falsa pena y empatía hacia la familia del fallecido, brindando el pésame correspondiente a la madre y dos pequeñas hijas que quedaban desamparadas para impregnarse del olor del cadáver y recordar mejor su ubicación entre tantas tumbas. Al terminar volvió a su hogar, preparó la vestimenta acorde para la ocasión y al llegar la hora salió de su hogar con gran sigilo, ayudado por la densa niebla que comenzaba a hacerse presente. Fue así como llegó finalmente a ese momento, deteniéndose frente a una lápida de mediano tamaño sobre una tumba recién hecha; apoyando una rodilla en el suelo tomó un puñado de tierra con una mano y la dirigió hacia su nariz, olfateando con fuerza dos veces para luego deshacerse de esta con una sonrisa en sus labios –Te encontré- Susurró e irguiéndose clavó la pala en el suelo frente a la lápida, retirando a un costado un montón de tierra para repetir el proceso una y otra vez, formando progresivamente un gran agujero hasta que la pala golpeó una superficie dura haciendo un ruido sordo. Sintiendo la emoción crecer en su cuerpo cavó más aprisa sobre la superficie del objeto, dejando al descubierto la cubierta superior de un ataúd, lanzó la pala a un costado y lo abrió, dentro estaba el cuerpo del difunto que tanto buscaba; la funeraria había hecho lo que pudo para volverlo presentable, le pusieron un traje y maquillaron el rostro pero las desproporciones del pecho destruido no podían ser del todo ocultas. Retirando de un bolsillo interno de su manto extrajo una bolsa de tela y con una malo tomó el cadáver por el cuello y entero comenzó a acomodarlo dentro de ella. No fue un trabajo muy difícil ya que la carne estaba muy destrozada y las articulaciones quedaron de la misma forma y eso hacía al cuerpo bastante manejable. Una vez lo tuvo acomodado ató la boca de la bolsa, cerró el ataúd, tomó la pala y recargó la bolsa sobre uno de sus hombros para dar así un salto y salir del hoyo que él mismo había cavado. Tuvo que depositar un momento la bolsa en el suelo para devolver a su lugar la tierra que había removido pero la labor no le tomó demasiado y una vez terminada volvió a tomar la bolsa y recostarla sobre su hombro izquierdo mientras con su diestra tomaba la pala.

Lentamente comenzó a alejarse con sigilo de la tumba mientras su rostro se iluminaba por la excitación y la luz acusadora de la luna que lograba filtrarse entre las nubes para revelar el feliz rostro de ojos azules, como si de un niño se tratase que acaba de recibir un nuevo juguete, un macabro juguete con el cual tendría mucha diversión.

- “Lo primero que haré será extraer algo de carne del pecho… Sí, es la mejor parte de la cual extraer una muestra viable” –Pensaba mientras caminaba por el cementerio con completa tranquilidad como si del patio trasero de su casa se tratase – “Quizá deba pasar mañana por la droguería a comprar un poco de… - No pudo terminar su pensamiento ya que algo había logrado captar su atención, algo que hizo que se detuviera en seco en donde estaba. Su oído había captado un peculiar sonido, el del escarchado césped siendo golpeado con algo considerable; fue un golpe seco por lo que no podía tratarse de una pisada, quizá una lápida mal puesta había caído, cosa que no era común pero tampoco imposible; sin embargo, Ashmed se mantuvo quieto y atento, con el oído presto y fue entonces que la certeza vino a su mente de la mano de pequeños sonidos apresurados y de cortos intervalos, el indiscutible sonido que provocan las pisadas de alguien apresurado.

Había pasado justamente aquello que Ashmed menos deseaba aquella noche, alguien lo había visto aunque estaba seguro que no podría identificarlo, tanto el manto nocturno como el propio de color negro que llevaba puesto debían bastar para cubrir sus facciones así que solo tendría que desaparecer, correr hacia los muros por otro lado, saltarlo sin dificultad y partir silencioso hacia su hogar. Pero no lo hizo. Sentía curiosidad por el intruso que lejos de haberse marchado había optado por esconderse ¿Acaso también sentiría algo de curiosidad?¿Por qué no huir? Soltó una pequeña risa, sabía que si no lo averiguaba quedaría por demasiado tiempo con la duda y no podría concentrase en el resto de cosas que debía hacer ¿Pero dónde estaba? Con la vista recorrió la zona del cementerio donde había escuchado los pasos pero para su mala suerte la luna decidió no apoyarlo, molesta seguramente por la acción del científico había optado por dejar bloquear su luz hacia esa zona con ayuda de las nubes del cielo mientras que descaradamente y por el contrario lo bañaban a él sin pena. Soltó un suspiro puesto que no podría valerse de la vista; sin embargo, poseía otros medios a los cuales acudir. Levantó levemente el rostro mientras cerraba los ojos y aspiró con fuerza, tuvo que repetirlo unas cinco veces antes de captar el aroma, la interesante mezcla de adrenalina y esencia de un cuerpo vivo era algo refrescante y a la vez delatador entre tanta muerte.

Ahora solo quedaba una cosa por hacer. Tranquilamente retrocedió unos pasos, adentrándose en la blanca y espesa niebla para usarla de cortina y ocultarse. Una vez sintió que no podría verlo y sosteniendo con fuerza se movió velozmente por el costado, valiéndose de su sigilo racial y dando un rodeo se acercó desde atrás, desde las sombras, escuchando conforme se aproximaba la respiración agitada de quien sea que estuviera escondiéndose hasta que la tuvo a la vista. Nunca se lo hubiese imaginado. Debía ser una niña la que ahí se encontraba, escondiéndose tras un muro ¿Pero qué hace una niña aquí? Su respuesta vino tan rápido como la pregunta pues en ese momento la oyó hablar ¿Acaso en alemán? Aunque no estaba seguro pero en ese momento una suerte de cúpula cubrió a la castaña joven, dejando asombrado al científico que se mantenía oculto en las tinieblas- “Eso debe ser magia” - Su asombro cambió a excitación- “Nunca había encontrado un mago, tengo muchos libros de ellos pero… me pregunto si podré obtener una muestra…” -Silenciosamente avanzó unos pasos hasta quedar a pocos metros de ella, saliendo a medias de las sombras mientras la niebla se deslizaba por sobre el manto de forma que la joven pudiera apreciar la figura del científico pero gracias al manto que lo cubría no podría ver su rostro aunque él si pudiera ver el suyo.

- Buenas noches mademoiselle -Habló con un cordial tono en su voz- No debería andar sola a estas horas por un lugar como este ¿Quién sabe lo que se oculta en las sombras? - Mencionó con una falsa preocupación en su voz – Aunque quizá a usted eso no le preocupe, después de todo, parece una joven con “talento” - Aquello último lo había dicho con gran emoción en su voz, seguramente perceptible para la castaña pero a Ashmed le daba igual. Su mente comenzaba a maquinar la forma de hacerse con una muestra de tan valioso espécimen ¿Y quién sabe? Quizás hasta de toda ella.

No pudo sino reír ante el comentario de la joven con gran fuerza, casi una carcajada aunque duro apenas unos instantes, no sería bueno que alguien lo escuchara y se acercara a revisar lo que sucedía. Por supuesto que estaba vivo pero por sobre todo y más importante era el hecho que ella pudiera saberlo, bien podría ser un vampiro o un espectro o algo más siniestro pero no, claramente había afirmado que era un ser que latía y andaba, un ser mortal; no le habría sido posible determinar eso por sus facciones puesto que las mantenía oculta- “¿Acaso podrá ver el aura de las cosas?” -Se cuestionó mentalmente. Sus labios esbozaron una sonrisa que la joven no podría ver… Las cosas se volvían más interesantes a cada momento.

Alzó levemente las cejas sin perder esa leve sonrisa que tenía en el rostro- Digamos que tengo mis métodos para saber si alguien la acompaña - Dijo en tono divertido, haciendo referencia a su olfato y es que, al momento de buscarla no había captado olor extra alguno que no fuera el de los muertos que se encuentran bajo sus pies. Es curioso como las personas, y también los seres sobrenaturales como él mismo, tienden a veces a mentir para salvarse de alguna situación peliaguda como esa ¿Será un mecanismo automático?¿Algo natural? Esas cosas siempre lo hacían cuestionarse de la cercanía que tenían con los humanos.

Parpadeó y sacudió muy levemente pero no imperceptible la cabeza, no dejaría a su mente divagar lejos de la situación que tenía ahora frente suyo. Además, debía pensar en la segunda alternativa de la joven. Quizá esperara a alguien y no deseaba más testigos en la escena, cada momento que permaneciera ahí significaba un aumento exponencial del riesgo a ser descubierto. Debía apurarse o de lo contrario las cosas podrían complicarse innecesariamente pero ¿Qué podría hacer para obtener una muestra de la bruja? Lo que menos deseaba era entablar algún combate en esa situación, con una muestra muy importante a los hombros que podría salir dañada, pero por otro lado ¿Quién sabe cuándo volvería a encontrarse con un brujo?- Tsk -Se quejó por lo bajo. Aunque no parecía el único al que le pasaban cosas en la mente.

Repentinamente la vio mirar al cielo y suspirar ¿Acaso ella tampoco sabría qué hacer? Fue cuando comenzó a caminar que Ashmed tomó una resolución- Me disculpo mademoiselle… por lo que debo hacer -Adelantó un pie y saltó con velocidad hacia ella, sosteniendo con fuerza el bulto y levantando la pala que sostenía en su diestra hasta la altura de su cintura y, haciendo retroceder el brazo para luego extenderlo hacia delante con velocidad, utilizó la pala como si fuera una lanza con su punta redondeada y metálica hacia la joven bruja. Su intención no era lastimarla, al menos no con ese movimiento, sino que golpear con fuerza y sobre un pequeño punto en la barrera para así quebrarla- Créame cuando le digo que no soy alguien violento pero… simplemente no tengo tiempo - Se sentía realmente apenado por tener que recurrir a aquella forma de actuar y eso se revelaba en su tono de voz pero no podía perder la oportunidad de conseguir una muestra y también debía retirarse de ahí lo más pronto que pudiera.

¡Éxito! O al menos eso parecía en un principio. La estrategia de Ashmed había funcionado, la punta de la pala impactó con fuerza sobre la superficie de la barrera y esta había cedido, quebrándose y desapareciendo. Todo estaba saliendo según lo planeado, demasiado bien para el gusto de él; su semblante permanecía serio, no se esperaba que la barrera cediera tan pronto ante su táctica “¿Será ese el poder normal de una barrera? O quizá… La que tenía frente suyo era una iniciada” –Se cuestionó mentalmente aunque su cerebro se vio forzado a perder la concentración, producto de un agudo sonido y penetrante sonido proveniente de la garganta de la joven bruja. No se esperaba que ella gritara de tal forma, es más, no se esperaba que hiciera algo así para nada.

Es en momentos así cuando Ashmed desearía no ser poseedor de sentidos mucho más sensibles; para un humano normal aquel grito hubiese sido perturbador y algo irritante seguramente pero para un ser como él fue más allá, resonando con fuerza dentro de sus tímpanos, sintiendo su cabeza aturdirse por un instante que provocó que tuviera que cerrar los ojos con fuerza y sacudir la cabeza con insistencia para recobrar el equilibrio interno anterior. Para cuando la paz volvió a sus sentidos y volvió a abrir los ojos la preocupación mezclada con algo de desesperación llegó hasta él, la joven ya no estaba frente suyo.

Giró su cabeza rápidamente hacia varias direcciones pero, a pesar de que su vista era mejor que la de un humano, la mezcla de falta de luz lunar con la espesa niebla volvieron infructuoso el registro visual– Tsk -Se quejó por lo bajo, comenzaba a fastidiarse ante lo complicado que se estaba volviendo la situación a momentos. No le quedaba de otra que volver a usar su olfato para encontrarla por lo que aspiró con fuerza y, como era de esperarse, captó de inmediato su olor aunque no de la forma que él esperaba. Habían permanecido mucho en ese lugar y el olor de la joven ya comenzaba a esparcirse por el lugar, mezclándose con los olores del cementerio por lo que definir con exactitud el lugar donde estaba le costaría más que antes y esto solo aumentó su fastidio.

Comenzó a caminar, avanzando muy lentamente con la nariz hacia arriba, aspirando varias veces con fuerza a cada paso que daba como los perros cuando rastrean a alguien o algo, concentrándose en cada variación de olores, cada intensidad que diferenciaba un olor de otro más reciente. Llegó así hasta una tumba en particular y poniéndose de cuclillas pudo observar una enredadera que trepaba sobre esta y que había sido dañada recientemente; olfateó con fuerza sobre la tumba para luego levantarse –Sé que estás por aquí -Su voz sonaba neutra y sin emoción. Con la mirada escudriñaba los alrededores en busca de alguna señal pero no podía divisar nada al igual que antes pero ahora al menos ya había captado el aroma más fresco. Reemprendió la lenta marcha sobre el escarchado césped, cada paso que daba producía un leve sonido contra el agua congelada, un crujido que lejos de accidental era puramente intencional; había dejado de ser sigiloso para que la joven pudiera escuchar sus pisadas y de esa forma estresarla más ante la situación, esperando que reaccionara de alguna forma además de aumentar su miedo. Era una táctica arriesgada pues no conocía a pleno las capacidades de la joven bruja pero esperaba poder arreglárselas de ser necesario.

- Sería más fácil si cooperara, mademoiselle -Dijo en un tono suave y tranquilo. Cada paso que daba lo acercaba lenta e inexorablemente hacia un mausoleo de mármol tallado muy hermoso pero no había tiempo para apreciar la arquitectura en esos momentos- No hay por qué hacer de esto más complicado de lo que se está volviendo - El tiempo se le estaba escapando de las manos y había llegado a la conclusión de que quizás lo mejor sería apelar a darle una opción a la joven, quizá eso hiciera que las cosas tomaran un curso más “provechoso”- Si sale ahora mademoiselle, prometo que podrá volver a su hogar, seguro hay personas que la esperan - Había dicho aquello con completa calma y seriedad para denotar que en efecto no mentía, no era cosa suya prometer y no cumplir y deseaba que la joven lo supiera.

Finalmente la joven había decidido volver a dirigirle la palabra a Ashmed, una fortuna para ella ya que él ya se encontraba a apenas unos tres pasos de llegar al mausoleo, aunque su respuesta no había sido para nada la que esperaba. Lo había descolocado durante unos segundos en los cuales giró la vista hacia su hombro izquierdo, hacia el “bulto” que cargaba– En realidad no… Dudo mucho que me respondiera siquiera -Decía aún algo desconcertado mientras retornaba su vista hacia la pétrea estructura que tenía enfrente .

Había pasado apenas unos instantes desde que la joven había hablado y no parecía dar señas de querer aproximarse por lo que debería ser él aparentemente el que tendría que hacerlo finalmente. Al menos eso creía él. Apenas extendió su pierna derecha y esta se plantó en el escarchado césped cuando una suave brisa penetró en el sacro recinto de descanso de los muertos en el que se encontraban, produciendo una especie de silbido sepulcral y siniestro al pasar entre las grietas y hendijas de las tumbas; y con esta la imagen de una joven bruja que tantos problemas le estaba causando.

Por supuesto la había escuchado antes de salir de su escondite. Tan cerca que estaba de ella, sin contar el hecho que él era un shapeshifting por lo cual su oído era más agudo que el de un humano y pudo captar con facilidad la pronunciación del hechizo así que estaba preparado para lo que vendría. Aun así se sorprendió. La barrera que ahora esgrimía la joven a su alrededor se notaba mucho más densa que la anterior que había quebrado, y mucho más brillante ya que con su tenue luz disipaba a medias la oscuridad adyacente, aunque no lo suficiente para su fortuna como para que su rostro quede expuesto más que la parte baja del mismo; estaba seguro que la había escuchado pronunciar exactamente el mismo hechizo que antes pero la diferencia era más que considerable, algo había cambiado y debía tener cuidado.

Hasta su tono de voz había cambiado, ahora era desafiante, mucho más seguro que antes. Le había mandado dejar de avanzar, como si hubiese sido necesario que se lo dijera, por el momento preferiría mantener una distancia medianamente segura entre ambos- Ya veo -Su voz sonaba ligeramente molesta ya que no se había limitado a mandarle un “estate quieto”, sino que además lo había amenazado siendo que hace cuestión de segundos, minutos quizá era ella la que corría desesperada. Ashmed no comprendía aquel cambio en la actitud y seguridad de la joven bruja y eso lo frustraba bastante; trataba de encontrar en sus gestos e incluso en el olor alguna señal que le diera la respuesta pero la barrera bloqueaba bastante su sentido del olfato y no podía percibir la adrenalina o alguna otra clase de aroma de manera precisa. Aunque el hecho de que no encontrara señales de que mentía no implicaba que no percibiera señales en lo absoluto ya que se percató del barrido a la zona que realizaban los ojos de la joven- “¿Acaso busca una salida o… alguna forma de deshacerse de mí?” - Rápidamente apartó la segunda posibilidad, de haber podido hacerlo ya lo hubiera hecho aunque… quizá no. Era en momentos así donde maldecía su falta de experiencia ante determinadas situaciones como era tratar con un brujo.

¿Qué debía hacer ahora? Loa engranajes de su maquinaria cerebral funcionaban a toda marcha pero poseía muy pocos datos a disposición. Las cartas habían cambiado de dueño y no le quedaba de otra que ajustarse, al menos hasta tener la posibilidad de recuperar el control- Como usted diga, mademoiselle -Dijo aparentemente sereno mientras lanzaba la pala y esta terminaba clavada con fuerza a los pies de la bruja, muy cerca del borde de la barrera- ¿Qué es este bulto? -Bajó la bolsa y la depositó frente a sus propios pies en un golpe seco- ¿Pues qué va a ser? -Respondía con completa naturalidad mientras abría la boca de la bolsa y metía una de sus manos en esta- ¡Lo único que se puede cosechar en un sacro lugar como este…! -Con un rápido movimiento extrajo por el pescuezo, o lo que debería haber sido el cuello ya que eran trozos de carne desgarrada que unían cabeza con cuerpo, el cadáver casi en su totalidad; solo las piernas permanecieron aún en la bolsa mientras el resto lo alzaba y sacudía frente a la joven como si fuera un aberrante y grotesco títere con el pecho destruido y abierto, con las articulaciones desgarradas mientras solo la piel unía las extremidades, con los ojos blancos y vacíos en una cabeza colgante de boca abierta que parecían mirar hacia la joven y querer pedir por la ayuda que debió ser mientras su cuerpo aún guardaba el calor de la vida- ¡…La muerte!

“Nunca perder la calma, una mente relajada puede ver más que una perturbada”. Lo había leído una vez cuando pequeño. Aún recordaba el viejo libro que iba en la caravana, el olor a cuero gastado de la cubierta y la sensación de las gastadas páginas al pasar por entre las yemas de sus pequeños y jóvenes dedos mientras con la vista seguía las letras del poco cuidado escrito conforme avanzaban lenta e inexorablemente por entre las dunas del desierto junto al resto de la caravana en dirección a El Cairo para entregar el cargamento. Aquellas palabras habían quedado marcadas desde entonces en su mente y la trataba como ley marcial– “Nunca perder la calma…” -

Así había sobrevivido a numerosas pruebas de la vida, aprendido aún más cosas que la mayoría de las personas que conocía y nuevamente ahora, aquella frase saltaba en su cabeza como un muro de vidrio que le permitía observar todo de manera insensible y meticulosa- “Curioso” -Pensaba mientras analizaba el comportamiento de la joven. Casi al instante había perdido aquella aura de seguridad y actitud superior, desplomándose como un saco de arena cuando había revelado el contenido de la bolsa; llegando incluso a suplicarle que volviera a guardarlo mientras el asco se hacía palpable a través de su mirada, gestos, piel, todo el cuerpo de la joven que permanecía aún tras la brillante cúpula mágica.

Con mucha tranquilidad y algo de sorpresa por las reacciones de la bruja volvió a depositar el cadáver en el interior de la bolsa- “Esta bruja…” –Cerraba la bolsa y volvía a ubicársela sobre su hombro izquierdo como un saco de papas- “…No parece tener mucha experiencia” -Pensaba mientras la miraba a los ojos mientras los suyos permanecían ocultos gracias a la sombra que le proveía el manto. Con la vista recorría tanto a la joven como a la cúpula, su fastidio ante la situación crecía de a poco mientras buscaba una forma de terminar con aquel molesto encuentro aunque parecía que eso no sería necesario después de todo.

- Quizá -Esbozó una leve sonrisa por la comisura izquierda de sus labios que podría apreciarse por la joven al estar esa zona suya iluminada por la luz de su propia barrera- Pero como mis maestros decían, una buena ayuda visual siempre es bienvenida -Su fastidio comenzaba a menguar mientras un nuevo sentimiento surgía para tomar su lugar, el gozo pues finalmente la joven bruja había decidido cooperar con Ashmed- Veo que finalmente ha decidido cooperar, es lo mejor -Decía con la voz algo excitada y alegre- ¿Qué quiero? Pues nada muy complicado -Tras lo cual llevó la mano derecha hacia su pecho y la metió entre los pliegues del manto, buscando hasta que dio con lo que necesitaba y extrajo un pequeño tubo de ensayo vacío que poseía una tapa modificada con una aguja hipodérmica, el cual sujetaba entre sus dedos para que ella lo viera junto con la amplia sonrisa maníaca que se dibujaba ahora en sus labios–Solo un poco de su arcana sangre… Mademoiselle -Ahora la excitación y emoción era completamente palpable en su voz, finalmente obtendría lo que deseaba y podría irse de aquel sacro lugar y continuar con sus asuntos con una nueva muestra para analizar, nuevos secretos que descubrir, nuevas posibilidades y caminos comenzaban a dibujarse en su mente mientras esperaba la respuesta de la joven.

Una brisa volvió a cruzar el camposanto, aunque la esencia de la misma era diferente a las anteriores que habían pasado el cementerio durante su estadía. Esta traía consigo algo más, un leve olor, imperceptible para el sentido humano pero no para uno tan fino como el olfato de un cambiaformas como lo era Ashmed- “Humedad” -Quizá no fuera el termino más correcto para referirse al olor producido por un exceso de agua en el aire pero se ajustaba perfectamente a lo que olfateaba. Esto solo se sumaba a varios hechos que desde hace unos minutos había comenzado a sentir pero a los que no había prestado atención por la situación que tenía ante suyo.

El cambio de presión en la atmósfera, el muy leve descenso de la temperatura, el susurro de un trueno en la lejanía que solo un fino oído como el suyo sería capaz de detectar y ahora el incremento de la humedad solo podían significar una cosa, tormenta. Debía recordarse a sí mismo el dar gracias luego a su parte animal que le permitía sentir todo aquello mucho antes que un humano. Si no lograba culminar esto pronto sus posibilidades se verían bastante reducidas y tendría que verse forzado a recurrir a otros medios más “directos”.

- Así es mademoiselle, su sangre -No había perdido la amplia y siniestra sonrisa en ningún momento- La de nuestro amigo aquí -Tras lo que sacude el hombro izquierdo, haciendo que el bulto se sacuda a su vez- No es la misma que la de usted, no tienen punto de comparación -Disminuyó levemente la sonrisa, relajando más las facciones visibles pero sin que esta desapareciera del todo- Eso es un secreto, mademoiselle pero en cuanto a lo que ganará ¿Acaso no es suficiente el retirarse sana y salva de aquí? -No había sido una amenaza, lo dijo en un tono casual y alegre para darle a entender que ya había perdido el control; o al menos esa era su intención, debía torcer la situación hacia donde deseaba y salir de una vez de ahí.

Su mirada se encontraba fija en las reacciones de la joven bruja, la cual había comenzado a observar su propio antebrazo. Una clara señal de consideración que Ashmed no dejó pasar desapercibida- Bien -Dio un paso hacia adelante, hacia la barrera con seguridad aunque aún no llegaba hasta ella- ¿Comenzamos? -Aún sostenía el pequeño tubo de ensayo en sus dedos de manera visible frente a la joven bruja, ocultando en todo momento el hecho de que permanecía preocupado que la tormenta llegara hasta ellos; lo que podía ocurrir de un momento a otro tal y como su cuerpo comenzaba a prevenirle.

-Le repito monsieur, que aun no he aceptado. Así que agradecería que no se acercara más- Su voz era seguro y firme. No quería volver a mostrarse vulnerable, mas de lo que ya lo había hecho en este tiempo de "conversación" con acompañante inesperado. A estas alturas no podía quedar peor y solo le quedaba confiar en que él cumpliera la parte de dejarla ir con vida. Ya ni recordaba la necesidad de llevar tierra del lugar para su poción.

La noche ya había avanzado fría y sin compasión alguna, más rápido de lo que pretendía Eris. Ya había tardado demasiado en este lugar y si tardaba mas su hermano podría darse cuenta de que no estaba; no había otra opción mas que ceder a las demandas del hombre frente a ella y esperar a que fuera honesto y cumpliera su parte también. "-Madre, si ese Dios del que me hablaste existe, dile que me ayude a salir con vida. No deseo dejar solo Liss todavía-"

Durante toda su vida su madre se encargo de hablarles sobre Dios y muy de vez en cuando los llevaba a diferentes templos de Asís en los que ella se sentía muy cohibida y fuera de lugar. Mientras también en secreto tenia serias dudas sobre ese Dios, pero nunca las exteriorizó siguiendo siempre la corriente a su madre y su fe, respondiendo simples "Amen" cuando era necesario y aprendiendo oraciones para satisfacer las exigencias de su progenitora. Sin embargo allí se encontraba, de una manera u otra elevaba suplicas a ese ser supremo del que dudaba, pidiendo hasta la mediación de su madre. Dio un suspiro y fijo sus ojos en su acompañante, por primera vez en el encuentro intentaría verle la cara que era cubierta por la capucha y la oscuridad.

-Acepto- soltó por fin las palabras que el otro seguramente anhelaba escuchar -Explíqueme usted ¿Como extraerá mi sangre entonces? ¿Acaso usted o su "amigo" traen alguna jeringa consigo? - Preguntó con falso desinterés haciendo referencia también al bulto que cargaba. Recordó otra vez el cuerpo en su interior del saco y sintió de nuevo esas nauseas y ese asco reflejandolo con una mueca de desagrado.

-Deje el tubo de ensayo sobre esa lapida y retroceda mientras yo lo tomo. Espero no se sienta ofendido por mi desconfianza- Era un plan sencillo, en cuanto el se alejara descansaría un poco deshaciendo la barrera y tomaría el tubo y regresaría a su posición distante mientras que lo llenaba. Sí, eso haría. Esperaría a que él hiciera gala de su obediencia una vez más para poner en marcha todo. Aunque siguiera con un hechizo rondando en su mente por si en algún momento las cosas se salían de control.

Durante toda su vida odio los cementerios y todo lo relacionado con la muerte, nunca estuvo en alguno mas de lo necesario evitándolos a toda costa y mucho menos si debía ir sola, le asustaban un poco a decir verdad, siempre le parecieron lugares tétricos y el día que decide ir sola a uno de noche ocurría esto. En su interior lo sentía como una señal de que no debía volver allí y si lograba salir con vida se juraría a sí misma no volver.

Al fin… Tras lo que para el cambiante había sido un innecesario y excesivamente largo encuentro, inundado de complicaciones que comenzaron a estresarlo, las cosas ya se tornaban no solo favorables, sino que había logrado mantener la calma y su mente fría hasta forzar a la joven bruja a reconocer que lo más favorable para su bienestar era seguir las indicaciones que él le proponía. Siguió sonriendo, aunque esta vez no tanto como antes; si bien su excitación crecía a cada momento debía mantener sus expresiones a raya a partir de ese momento. Sabía que es forzar más la situación podía ser muy contraproducente para sus objetivos actuales, pudiendo incluso desatar una batalla donde llegaría a verse forzado de acabar con la vida de la bruja y eso quizá afectara los niveles de arcano que fluyen en su sangre. No podía permitirse tales inconvenientes después de tanto esfuerzo en llegar a ese punto.

- Observe bien Mademoiselle… aquí - Con la punta del dedo índice golpeaba suavemente y varias veces la delgada aguja hipodérmica que desde un principio había estado instalada en la tapa del tubo, esta reflejaba levemente el brillo producido por la barrera de la joven bruja- Lo único que tiene que hacer es clavarla en una vena o arteria, la presión sanguínea hará el resto del trabajo llevando la sangre al interior del tubo -Su explicación había sido serena y pausada como cuando le toca explicar una nueva clase a sus alumnos. Con tranquilidad y falsa sumisión dejó el tubo delicadamente sobre la lápida indicada y retrocedió unos pocos pasos pero sin dejar de observarla con sus azules ojos ocultos en las sombras- Para nada, es completamente natural en estos casos -No le quedaba otra opción que seguir con prontitud el juego y acatar la petición, podía sentir en su cuerpo como la humedad crecía y se calaba entre sus ropajes, traída por la ligera y fresca brisa que constantemente los invadía.

¿Habían pasado minutos?¿Quizá solo segundos desde que había dejado el tubo sobre el pétreo monumento al difunto? No estaba seguro, había perdido la noción del tiempo mientras observaba a la bruja y sus reacciones cuando sus sentidos se pusieron en alerta nuevamente. Esta vez fue su audición la que captó primeramente el rugido cercano de un trueno, este a diferencia del anterior sería fácil de percibir para cualquier humano. Luego vino el golpe de presión, la cual se precipitó hacia abajo; seguida al golpe de humedad que azotó su olfato y tacto, sintiendo la pesadez y frescura del aire. No tardó demasiado en caer la primera gota, casi en una perfecta diagonal, sobre un hombro, el de la bruja; luego vino la segunda sobre su propio manto y una tercera seguida de una cuarta hasta que se volvía imposible contarlas o siquiera estimarlas. Caían suavemente sobre todo el camposanto y seguramente sobre toda la ciudad, empapando lenta e inexorablemente con su fría agua a los que se encontraran al descubierto como ellos.

- “Maldición” -Pensó mientras sentía a sus vestiduras empaparse y aumentar su peso, pegándose más a su cuerpo. Volvió su atención y sus sentidos hacia la bruja, no sabía cómo reaccionaría ante el inesperado cambio climático pero esperaba que no decidiera probar su suerte de alguna forma muy exagerada.

- “¡Por fin!” -Exclamaba agotado en sus pensamientos mientras la joven bruja tomaba entre sus manos el instrumento- “¡Al fin podré marcharme tranquilo de este deprimente lugar! Debo decir que he tenido mucha suerte, obtendré más de lo que vine a buscar” -Se sentía satisfecho y afortunado, las penurias que había pasado habían valido la pena si es que lograba obtener la muestra de sangre de la bruja; ni siquiera la lluvia que comenzaba a caer del cielo podría quebrar su gozo, haría falta algo mucho más fuerte para perturbarlo. Y era como si la bruja pudiera sentirlo y confabulara en su contra.

Le llamó durante una fracción de segundo el curioso espécimen de Araneus diadematus, también conocida como araña de la Cruz por la imagen en su abdomen; poseía un suave color grisáceo bastante llamativo que resaltaba la Cruz blanca, bastante apropiado para un lugar como el cementerio. Muy interesante hasta que sus oídos captaron el grito, o mejor dicho alarido de terror que emitía la bruja por el susto. Tan desgarrador y tan perturbador como si se tratara de una Banshee gritando mientras clava sus uñas en una pizarra que a la vez grita de dolor- “¡Por el cetro de Ramses! Deben estar jodiéndome” -Cerró con fuerza sus dientes y la miró con rabia. Ashmed siempre se había considerado a sí mismo como un hombre muy paciente y tranquilo… pero toda presa tiene su límite y era como si la bruja le hubiese lanzado un mar encima. Soltando la bolsa la dejó caer a un costado suyo y con increíble velocidad avanzó hacia la bruja y con una mano le tapó la boca, ahogando el resto del grito, y con la otra tomó con suavidad a la araña entre sus dedos y la retiró del brazo de la joven en apenas un parpadeo.

- No más gritos… No más distracciones… No más pérdida de tiempo… -Decía con bastante rabia apagada en su voz pausada- Ahora, terminemos con esto antes de que lo último de paciencia que me queda se acabe… -Tras lo que retiró la mano de su boca y se apartó, dando un paso hacia atrás, bastante exasperado e impaciente, ya no esperaría más y de ser necesario comenzaría a “apresurar” el proceso.

Suspiró nuevamente como tantas aquella noche aunque esta vez lo hacía para quitarse la tensión del cuerpo mientras veía a la joven bruja tomar al fin la correcta decisión de no alargar más aquel asunto. Su rostro comenzó lentamente a abandonar la expresión de fastidio anterior para dar paso a una mucho más radiante; sus ojos estaban como iluminados conforme los abría como dos platos con la mirada fija en el traslúcido tubo que era llenado con el brillante y rojizo líquido vital que tanto había ansiado durante toda la velada hasta que el instrumento estuvo hasta la mitad y le fue ofrecido- Supongo que deberá serlo -Dijo con un dejo de desilusión a la par que tomaba el tubo entre sus dedos y lo guardaba bajo su manto- Aunque… siempre podré pedir más -Dijo algo más animado antes retroceder lentamente hasta llegar al lado de la bolsa que guardaba su otro espécimen, inclinarse, tomarla con una mano y alzarla sobre su hombro como si no pesara nada.

-Una promesa es una promesa -Mencionó alegre mientras hacía una leve inclinación de la cabeza y continuaba retrocediendo, dejando que la lluvia y la oscuridad terminaran de cubrirlo hasta desaparecer de la vista humana de la bruja- Espero nos veamos pronto -Tras lo cual soltó una carcajada y dando media vuelta salió a toda velocidad y con sigilo del camposanto- ¡Al fin! Tengo las muestras de un ataque Lycan y la sangre de una bruja, ya falta poco para que pueda desenmarañar los misterios de sus cuerpos y usarlos a mi favor -Y sonriendo satisfecho para sí emprendió su camino por entre las empapadas y abandonadas calles hacia su oculto refugio y su tan amado laboratorio.