Una noche entre muertos...(LIBRE)

por **Dayana Di Villa** Dom Jun 17, 2012 12:41 pm

Una noche más...pero una de las pocas noches que pasaba allí. Dayana había llegado a París hacía poco, después de su regreso de Rusia...y la verdad es que ya lo echaba de menos. Pero también echaba de menos Francia. Era el lugar en el que se había criado, el lugar dónde había crecido y dónde había aprendido todo lo que sabía hasta ahora. Y también dónde había recordado.
La dama iba con el cabello recogido en un sencillo moño y un vestido sencillo de color claro, pero en cierto modo, elegante, para poder confundirse entre la gente.
Aunque...estando dónde estaba ahora mismo, no veía muy posible que nadie pudiese verla ahora mismo. Bueno, quizás algún mendigo...o algún pobre bandido. Pero eso no le preocupaba. Podría encargarse de ellos con suma facilidad.
Caminaba por entre las tumbas con elegancia, y con algo de sigilo. Aguzaba el oído, escuchando con atención las voces de los muertos, comprobando si había alguien nuevo...o alguien que aún permanecía allí.
Era curioso, pero cuando tenías cierta práctica ya...no tenías que esforzarte mucho para oír las voces de los muertos. Era un poco como si hablases con viejos amigos, o gente con poca cabeza a la que podías dominar con facilidad.
Dayana le echó un rápido vistazo al cielo de la noche. Sin nubes, negro total. Perfecto. Perfecto para lo que estaba a punto de hacer.
La joven pelirroja sonrió delicadamente y se detuvo junto a un mausoleo. Y sin molestarse en mirar el nombre del mauselo se agachó y comenzó a recoger un poco de polvo de las tumbas. Era esencial para lo que estaba a punto de hacer.

por **Enzo Krugman** Dom Jun 17, 2012 6:49 pm

¿Qué qué hacía Enzo otra vez en el cementerio, escondido entre las sombras? Pues sobre todo ver si se encontraba de nuevo con aquél maldito nigromante. Recordaba cómo lo había hechizado y el vampiro, que normalmente era un alguien bastante pacífico, quería romperle un par de huesos. Concretamente los del cuello y la espalda. Aquello le parecía una afrenta aberrante y Enzo quería dejar claro que no consentiría nada de nadie en aquella ciudad.

Pero no, para su decepción, no le vio aparecer por allí al muy desgraciado. A quién sí bien, y fue algo que le llamó poderosamente la atención, fue a una chica joven. Ropa sencilla y discreta pero de calidad. Rostro bonito, cuello limpio y blanco… Bueno, bien visto no era tan malo aquello. Llevaba un par de días sin alimentarse como era debido y notaba cierta urgencia de sangre. Además, estaba claro que aquella mujer no era alguien normal (aunque no parecía ser otra vampiresa) y Enzo era alguien de naturaleza curiosa, no podía dejar de investigar el asunto.

Así que al verla pasar dejó un par de minutos de margen y empezó a seguir a la joven. Andaba sin hacer ruido y vestido con ropa oscura, sencilla y discreta (pero buen corte), lo que le ayudaba a pasar desapercibido. Al ver que se detenía se quedó un rato oculto tras un mausoleo bastante grande que le cubría por completo.

Una vez comprobado que estaba recogiendo algo del suelo el vampiro decidió salir de su escondite. Se había rodeado con una versión menor de encandilamiento, lo justo para crear una sensación de familiaridad y confort; nada excesivamente exagerado, pero sí lo suficiente para que la chica no se asustara al ver a un hombre aparecer de la nada, en mitad de un cementerio y de noche.

-Buenas noches tengáis, joven dama-saludó Enzo con una amigable sonrisa dibujada en el rostro, visible a pesar de la oscuridad. Mientras hablaba hacía un esfuerzo consciente por respirar y enviar sangre a sus mejillas y colorearlas, haciéndole parecer vivo-. No es mi intención molestaros en vuesos quehaceres, pero admito mi sorpresa por encontrar a alguien como vos aquí. ¿Puedo ayudaros?

El vampiro hablaba con un ligero acento italiano y se apoyaba al andar en un bastón (que ocultaba un estoque oculto) aunque no lo necesitara. Recordaba perfectamente su último encuentro con el Nigromante (no había sido tan lejos de allí, por cierto) y estaría atento. Al menor indicio de brujería o de que algo no andara bien tiraría de acero, aseguraría los pies y lanzaría un par de estocadas. Que Dios dijo hermanos, no primos

por **Dayana Di Villa** Miér Jun 20, 2012 4:21 pm

Dayana no se dio cuenta de que había llegado alguien hasta que ese alguien no llegó junto a ella y le habló. Su primera reacción, un acto casi más rápido que el viento, fue preguntarse por qué no se había dado cuenta... a pesar de su evidente y perenne distracción. Su siguiente reacción fue...sí, su siguiente reacción fue dar un respingo y levantarse de golpe sin apartar la mirada de la persona que le había hablado, escondiendo las manos por detrás como si escondiese algo verdaderamente vergonzoso.
Pero no era así. Dayana solamente ocultaba detrás de sus manos un poco de polvo de las tumbas que se le había quedado pegado. El resto había caído al suelo por culpa del susto.
La joven pelirroja respiró hondo para calmarse. Y entonces una especie de calma o de aletargamiento la fue invadiendo poco a poco nada más ver al joven que se había acercado a ella. Era un simple caballero, nada más. No era ningún bandido ni nadie de quién debiera preocuparse.
Un hombre normal y corriente. Atractivo, no podía negarlo, pero nadie peligroso.
Esta relajación le permitió sonreírle con educación, más cómoda, pero buscando rápidamente una excusa para justificar su estancia en aquel cementerio. Una dama de su condición se suponía que no debía estar ahí. Debía de encontrar una excusa para responder a su pregunta...y cuanto antes.
-Bueno...-comenzó a decir, rebuscando a toda velocidad en su mente, como quién busca algo con prisas en un montón de cajones desordenados-he venido aquí esta noche para velar a una vieja amiga...sé que es raro que venga a estas horas...pero...pero...-respiró e inspiró hondo, como si no se atreviese a confesar lo que había estado a punto de decir. Algo que pensaba decir de todos modos.
El arte de la improvisación era condenadamente divertido.

por **Enzo Krugman** Lun Jun 25, 2012 8:41 am

[FDI]Perdón por el retraso :_D[/FDI]

Enzo sonrió con un gesto amable mientras la chica se inventaba a toda velocidad algún tipo de excusa. Siempre le había divertido ver cómo la gente intentaba mentir o excusarse. Y ahora que estaba muerto y sus sentidos habían mejorado le parecía mucho más divertido que antes.

-Sin duda el alma de vuestra amiga agradecerá tan noble gesto. Pero cuidáis si no queréis reuniros con ella demasiado pronto; la noche es oscura y oculta cosas aterradoras-Enzo la miró con curiosidad, fijándose por primera vez en su cabello pelirrojo. Acordándose de Marianne y de las noches pasadas con ella-. Pero perdón, os debo de haber interrumpido. Por favor, continuad con lo que tengáis que decir-terminó diciendo, sonriendo aún.

El vampiro dio un paso hacia delante y observó la tumba que había tras la mujer. Y de paso su cuello limpio, suave y blanco. La boca se le estaba empezando a hacer agua al imaginar sus colmillos hundiéndose en la carne y saboreando la sangre que manara de allí.

-Por cierto, disculpad mi descortesía. Me llamo Enzo Krugman. Un placer, señorita.

por **Dayana Di Villa** Mar Jun 26, 2012 4:36 pm

Dayana escuchó atentamente las palabras de aquel caballero. No se perdió el más mínimo detalle de las palabras que salían de los labios de aquel hombre. Y no precisamente por nada pecaminoso o por cierta fascinación...(qué un poco quizás...) sino porque le gustaba retener en la memoria a cada persona que conocía. Recordar lo que decía. Para Dayana la memoria era algo muy valioso. Para muchos ámbitos de la vida.
Incluidos en el valioso terreno de la brujería que andaba investigando.
No dijo nada en todo el rato, haciéndo justamente lo que le había dicho...rezando. O más bien fingiendo que rezaba. Se agachó, cerró los ojos y elevó una oración al bello cielo nocturno.
En voz baja. En voz demasiado bajita.
En algún momento de su oración bajó las manos hacia el suelo y fingió que dejaba escapar un par de sollozos por su supuesta amiga. Y cuando se levantó metió disimuladamente la mano en la pequeña bolsa en la que guardaba sus pequeños atavíos. Allí dejó meter un poco de polvo.
Luego se fue levantando lentamente y se pasó una sucia mano por la mejilla. Se giró hacia dónde estaba el vampiro y sonrió delicadamente.
-Oooohh...¿qué podría haber de peligroso en un lugar cómo éste? Aparte de ser un lugar de pesadilla...-dijo mirando hacia el cielo-un lugar lleno de muerte, o de almas moribundas que van al cielo u otras que terminan quedándose aquí para purgar los pecados que cometieron en vida...pobres-suspiró la joven.-Pobres...-luego entrecerró los ojos-¿Qué podría haber de peligroso en un lugar cómo éste? Los muertos no pueden hacerle daño a nadie...ésa es nuestra tragedia..-dijo con cierta melancolía poética.
Luego inspiró hondo, adoptando una pose un poquitín más frívola y amable.
-¿Enzo? Entonces...¿sois italiano? Un placer. Mi nombre es Dayana Di Villa...encantada, monsieur...-dije haciendo una leve reverencia hacia él como presentación.

por **Enzo Krugman** Vie Jun 29, 2012 9:43 am

El vampiro la observó mientras rezaba… Y mientras se agachaba. La chica ocultaba lo que fuera que estuviera haciendo con su cuerpo, lo que le hizo sonreír. ¿Qué quería esconder con tanto cuidado? ¿Qué tenía que ver con una tumba? Allí mismo se había encontrado hacía poco con un Nigromante que hacía cosas inmorales con los cadáveres. ¿Sería ésta joven alguien de su misma calaña? Una lástima. Ya no quedaban jóvenes vírgenes de las que alimentarse sin problemas por el mundo.

-En realidad no os hacéis ni idea de lo que oculta la noche, señorita; incluso en un triste y solitario cementerio como éste. Desde malvados merodeadores que no dudarían en robaros y abusar de vos hasta encantadores caballeros que usarían sus malas artes para encandilaros y llevaros por la mala vida-dijo esto último mientras reía, divertido ante lo que se podría considerar una descripción de sí mismo-. Y no subestiméis a los muertos; pues muchas son las veces que nos hacen más daño que los vivos.

Cada vez que veía la cabellera pelirroja de la chica más se acordaba de Marianne. Y de todo el daño que le había hecho al abandonarle… La muy condenada seguramente habría seducido a otro chiquillo y lo habría convertido en un vampiro más, uno más al que luego abandonaría. ¿Cuántas veces lo habría hecho ya?

Pero aquella línea de pensamientos fue súbitamente eliminada al oír el nombre de la joven. Se le iluminó el rostro y dejó escapar una enorme sonrisa.

-Sí, lo soy. Nací y crecí en Florencia-se apresuró a responder en italiano-. ¿De dónde sois vos madonna? Recuerdo haber oído alguna vez ese apellido, pero no soy capaz de identificarlo ahora…

Técnicamente aquello era cierto. Gracias a los tratos comerciales de su familia como a los suyos propios había oído hablar de la mayoría de familias ricas italianas y prusianas. Aunque claro, de eso hacía ya más de veinte años, muchas cosas podrían haber cambiado para entonces.

por **Dayana Di Villa** Miér Jul 04, 2012 12:17 pm

Dayana escuchó atentamente las palabras de aquel caballero, no se perdió ni el más mínimo detalle de lo que decía...pero no pudo evitar sonreír cuando le habló de los peligros que ocultaban la noche. De los pobres diablos que supuestamente desearían no hacerle otra cosa más que mal. Era algo que le resultaba curioso de escuchar...
Pero en cierto modo se le antojó hasta divertido, irónico...¿para qué negarlo? Una dulce ironía, pues aquellos desgraciados no eran más que pobres diablos. Almas condenadas cuya única esperanza era la muerte, que aquel Dios tuviera compasión de ellos y les dejase entrar en el cielo.
Ésa, solamente ésa, era su única esperanza.

Ninguno de esos pobres diablos podría hacer nada contra ella. Eso lo había sabido desde que había tenido uso de razón.
Por eso mismo se le antojó aún más interesante lo que le mencionó después. Dejó caer en su rostro una expresión de desconcierto, de falsa inocencia, como si no entendiera lo que quisiera decir.
-¿De qué modo, monsieur, de qué modo podrían hacernos entonces daños los muertos?
Luego escuchó lo siguiente y sintió deseos de menear o de ladear la cabeza, mientras se pasaba distraídamente la mano por la cabellera pelirroja. Era de Francia. Era de muchos lugares. La anciana bruja que la había criado le había dado información más que suficiente. Pero siempre había tenido la sensación de que se guardaba algo, de que ni ella misma podía saber todo lo que ocurrió...como si fuera algo oculto en lo más recóndido de sus mentes. Así que dijo:

-Nací y crecí aquí, monsieur, pero he viajado mucho a lo largo del tiempo, y mi anciana abuela me contó que mis padres, que en paz descansen, viajaron mucho por Europa, por Italia, por Alemania, y por Rusia, pues mi padre tenía un próspero negocio que se fue a pique...-misteriosamente, según su vieja abuela.

por **Enzo Krugman** Miér Jul 04, 2012 2:45 pm

-Aunque sólo sea con el recuerdo, la tristeza y su ausencia señorita Di Villa-respondió a lo primero Enzo. Quién se estaba acordando en aquellos precisos instantes de Marianne y su cabellera roja. Oh, se parecía tanto a la de aquella chica...-. Pero no hablemos de eso en éste lugar, no es el más adecuado-dijo Enzo con una sonrisa, mientras abría los brazos para señalar todo el cementerio-. No perturbemos más de la cuenta el reposo bien merecido y eterno de los que aquí descansan.

Mientras una parte de su cabeza oía lo que la chica tenía que decir sobre su lugar de procedencia la otra parte voló. Pensó en Marianne, en la mujer que tenía ante él, en su cabellera rojiza, en su cuello blanco y desnudo o en el Nigromante con el que se había topado no hacía tanto. Había algo en sus tripas que le decía que aquella chica no era de fiar. Que lo más razonable y lógico sería despedirse educadamente, dar media vuelta y marcharse.

Pero…

Pero…

Bueno, si le hubiera hecho siempre caso a aquella parte de su cabeza no sería quién era. Ni habría tenido los éxitos que había cosechado a lo largo de su vida o no-vida. Se quedaría allí, sí. Y bucearía más profundamente en aquél misterio, aquella cabellera y aquél cuello.

-Lamento oír eso-respondió cuando oyó lo de su padre-. También soy comerciante, nunca es agradable que eso le pase a un compañero de negocios-Enzo se encogió de hombros mientras daba un paso más para acercarse a la chica-. Yo hace demasiado tiempo que no piso mi hogar en Florencia, me gustaría volver algún día. Ojalá coincida y os vea allí también, sin duda es una ciudad que os gustaría. Y en la que creo que encajaríais perfectamente-terminó diciendo, sin dejar de sonreír.

por **Dayana Di Villa** Jue Jul 05, 2012 1:53 pm

-¡Oh, pero si estuve allí!-dijo la joven pelirroja con una sonrisa-Estuve allí durante varios días cuando tuve que marcharme a Rusia, aunque fueron solamente varios días, para ver a un par de personas, le puedo asegurar que me encantó. Florencia es una ciudad...mágica.-Dayana sonrió interiormente al decir esta última palabra. Mágica...-se le podían dar miles y miles de interpretaciones a esta palabra, tantas que el asunto hasta podría llegar a aburrir y todo.
Luego sonrió, halagada ante el comentario de Enzo, ante lo último que dijo. No se había sonrojado porque no era una persona que se sonrojara con facilidad, pero le había gustado el halago. Mucho. Más de lo que debiera.
-Muchas gracias, monsieur...-respondió finalmente. Luego junto las manos y se las frotó discretamente, como si lo hiciera de modo inconsciente. Pero en realidad lo hacía para sacudirse los restos de polvo que aún tenía en las manos.
Luego dijo:
-Tenéis razón, monsieur...no es bueno perturbar el descanso de los muertos.-"más aún...o estén dónde estén algunos". Pensó luego para sí misma. Había muchas almas que probablemente no habrían encontrado la paz. Y ella sabía el nombre de algunas de ellas.
Lo sabía, lo sabía y lo sabía.
Luego el joven dio un paso hacia ella. Dayana le miró entonces con los ojos un poquitín entrecerrados, con cierta curiosidad.
Y entonces se le ocurrió algo. Se le vino a la cabeza algo que probablemente sería un poco locura. Pero tenía que investigar un poco. Así que le preguntó, dando otro paso hacia él.
-Oiga...¿puedo hacerle una pregunta?-Iba a sorprenderle la pregunta que iba a hacerle. Y mucho.

por **Enzo Krugman** Jue Jul 05, 2012 4:55 pm

-¡Estupendo!-exclamó Enzo, que dio otro paso hacia delante y luego dos hacia atrás. Cuando hablaba de aquella manera emocionada no podía evitar mover los pies o los brazos y las manos. En momentos como aquellos la sangre italiana de su madre era la que tomaba el control, claro-. Praga y Florencia me han robado el corazón. Tienen una magia, un encanto, una… no sé, ¿personalidad?-dijo, un poco inseguro con el francés-. Que nunca tendría París. Es demasiado grande, con demasiada gente… Es diferente-terminó diciendo, poniendo mucho énfasis en aquella palabra-. Pero claro, no está mal, sigue siendo una ciudad bonita llena de cosas interesantes, no lo voy a negar. Sobre todo la gente; quienes viven aquí sí que son interesantes.

Mientras la odía el italiano se seguía moviendo y dando pasitos de un lado a otro, ya que le solía gustar en continuo movimiento. Sólo lograba quedarse totalmente quieto cuando había una presa de por medio… ¡Espera! ¡Se supone que ella era una presa1 ¡Estaba allí para cazar! ¡Para reunir información! Maldita sea, no estaba allí para hablar de viejos recuerdos. ¡Espabila! Se gritó a sí mismo.

Entonces vio que la chica daba un paso hacia delante y Enzo se detuvo, mirándola a los ojos. Preparó su psique y su fuerza de voluntad para resistir un posible ataque, por si las moscas. Y tenía listo un conjuro de control mental, por si las moscas. No le gustaba actuar por la fuerza, pero no temía tener que emplearla. Y menos después de lo que había ocurrido con aquél Nigromante.

-Claro señorita-le respondió a la pregunta, sonriendo, sin apartar la vista-. Podéis preguntarme lo que deseéis, soy todo oídos. Trataré de responderos lo mejor que pueda...

por **Dayana Di Villa** Mar Jul 10, 2012 12:24 pm

Dayana le escuchaba hablar con curiosidad, pensativa, pensando que habría sido bastante interesante poder haber conocido en un lugar como Italia. En una de las mejores noches de Italia. Y la verdad es que se le antojaba un poquitín difícil recordar el por qué, o pensarlo. Se colocó un trozo de cabello por detrás de la oreja, como si estuviese escuchando algo...pensativa a más no poder.
-Diferente...¿de veras?Ojalá siempre sea así
Sintió entonces algo extraño y miró hacia el cielo antes de hacerle la pregunta al caballero. Y entonces lo vio...vio allí algo que flotaba por encima...un espíritu. Era algo normal encontrárselos en un lugar como aquel, pero en aquel momento la alarmó sobremanera. No podía...molestarla en un momento como aquel. Podía fastidiarle muchas cosas. Sobre todo porque aquel espíritu...no amaba precisamente a la bruja. Más bien al contrario. Era como un viejo camarada que venía para cobrarse una deuda.
Meterla en un lío. Y entonces no tendría más remedio que hacer algo para solucionar el asunto.
Aquello no evitó que Dayana se inclinase hacia delante para hacerle la pregunta al caballero:
-¿Creéis en...?-pero entonces no pudo terminar la pregunta porque el espíritu irrumpió detrás suya haciéndola soltar un grito de sorpresa. Furiosa, despachó al espíritu de allí con un rápido conjuro, unas palabras que pronunció rápidamente, casi de forma inconsciente y que tuvieron la facultad de hacerlo desaparecer de allí. Desgraciadamente dejó unas chispas a su paso...
"¡Merde!" pensó sin poder evitarlo. Respiró hondo y trató de recuperar la compostura...pero algo le decía que debía de tener cuidado. Muchísimo cuidado.

por **Enzo Krugman** Mar Jul 10, 2012 5:48 pm

Mientras hablaban Enzo notó que la piel se le ponía de gallina. Lo cual no debería ocurrir porque técnicamente llevaba más de veinte años muerto. Para aquél entonces su piel y la mayor parte de su sinapsis nerviosa deberían de estar totalmente destrozada y podrida… Pero ser un vampiro tenía sus ventajas. Como esos sentidos sobrenaturalmente aumentados. Y claro, estar muerto y en un cementerio te hacía también más sensible a según qué cosas.

Allí había algo que le estaban poniendo los pelos de punta y le daba escalofríos. Voto a bríos, estaba harto de los cementerios y de los que los merodeaban.

Además, por mucho que aquella jovencita fuera encantadora, bastante guapa y amistosa Enzo se estaba empezando a cansar de todo aquello. Sobre todo después de verla gritar y murmurar alguna frase inaudible. ¡Porca misseria! Si no era alguna maldita bruja él mismo era un sacerdote y no había hecho nunca nada malo. El vampiro dejó atrás todos aquellos pensamientos encantadores sobre Florencia y la melena pelirroja para endurecer su semblante.

-Creo que lo mejor será que nos marchemos de aquí…-dijo Enzo-. Seguidme hasta el exterior del cementerio, por favor…

La última frase no fue sólo una petición, lo dijo revistiendo sus palabras con un conjuro de Persuasión. Y además, reforzó el hechizo fortaleciendo el Encandilamiento que ya flotaba sobre el ambiente y con el que había intentado ganarse la confianza de la chica.

-¿A qué se debe el grito que habéis dado?-preguntó, mirando hacia todos lados, atento a cualquier otra cosa-. ¿Os encontráis bien? Ya os dije que no es bueno molestar a los difuntos pequeña, nunca sabéis lo que os pueden hacer…-le advirtió Enzo, relajando la tensión de su semblante, pero todavía alerta-. ¿Qué es lo que queríais preguntarme? ¿Si creo en qué…?

por **Dayana Di Villa** Mar Jul 17, 2012 12:44 pm

Un pequeño instante. Había hecho falta un pequeño instante para hacerla dudar, para hacer que cayese en un error que podía haber acabado bastante mal. Un pequeño instante, un pequeño error. Un pequeñísimo error por el que se hubiese azotado. Y mucho. Dayana sentía en aquellos momentos unos terribles deseos de darse un bofetón en la cara, de irse a dormir y de olvidar aunque fuera por lo menos aquel pequeñísimo instante, algo que se suponía que no debía permitirse.
Pero se lo había permitido. Había dejado escapar ese pequeño brote de magia con la esperanza de poder librarse cuanto antes de aquel molesto espíritu. ¿Por qué lo había hecho? ¿Por qué? Podría haber dejado al espíritu ahí hacer lo que le diese la gana. Si el caballero que estaba con ella lo hubiese visto...¿qué más daba? ¿Qué importaba? Dayana podría haberse hecho la tonta. No era la primera vez que lo había tenido que hacer.
¡Pero no había podido hacerlo, no había podido! ¿Por qué, por qué?
Quizás porque, en el fondo, muy en el fondo, se sentía culpable. Una pequeñísima parte de ella sentía cierto transfondo de culpabilidad, cierto miedo al castigo, a un castigo que no recibiría jamás.
Desde luego...era algo que no podía permitirse.
Contempló al caballero, tratando con toda su fuerza de voluntad de controlar su semblante asustado, para ver qué tal se lo tomaba. Se le había endurecido el semblante, era evidente que sospechaba. Algo sospechaba. Estaba claro.
Y entonces algo le aletargó la cabeza, como si la instara a hacer lo que él le decía. Y la verdad es que se alegró por ello. Era preciso alejarse de allí cuanto antes, antes de que algún espíritu travieso osase asomar la cabeza por allí, osase...liarla más.
Cosa que podría suceder perfectamente.
Así que se dejó arrastrar por aquel caballero a las afueras del cementerio. Y cuando le preguntó qué le pasaba, susurró, como si no quisiera que nadie más se enterase:
-Me he asustado, monsieur...he sentido algo cerca, algo frío, muy frío...y eso me ha asustado mucho. A veces tengo la sensación de que los fantasmas acechan...y más hoy, no sé por qué. Creo que va a resultar que tenéis razón¿y qué podría pasar si?...-inspiró hondo, como si estuviese tratando de controlar su miedo.
Y entonces oyó algo más. Giró un momento la cabeza, y entonces oyó el lamento de aquel mismo espíritu, que no había salido del cementerio, que no podía salir del cementerio y que sollozaba, que clamaba por algo. Que clamaba por ella.
Clamaba en busca de venganza.
Menos mal queno podía salir a buscarla.
-Creo que ya estoy bien...-dijo con una voz un poco más firme y con una leve sonrisa en los labios.-Y quería preguntarle una cosa....pues qué...¿cree vos en Dios?

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