AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Disfrutando de obras modernas...
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Disfrutando de obras modernas...
El traqueteo del carruaje acompañaba a la embelesada dama que no despegaba sus ojos del magnífico crepúsculo que transcurría allá, en el horizonte. La luz solar no bañaba los jardines de las ostentosas mansiones, y tampoco iluminaba con su calidez el camino de los numerosos transeúntes que se encontraban por las calles parsinas a esa hora. Más bien, finos y débiles rayos se filtraban a través de las nubes, que pintadas en tonalidades purpúreas daban al cielo un aspecto un tanto tristón, pero a la vez, fascinante. Allí, en las calles una finísima capa de nieve amortiguaba de cuando en cuando el sonido de los cascos de los caballos que tiraban del carruaje. La nieve, en proceso de derretirse, había formado una capa gris aguada que todos pisoteaban, sin embargo, en algunos jardines permanecía impoluta, como una capa de terciopelo blanquísimo.
A pesar de estar fijos en el horizonte, las orbes de Boissieu no miraban fijamente ni las asombrosas tonalidades purpúreas del cielo, ni los débiles rayos filtrándose a través de las nubes, como despidiéndose tristemente para dar paso a la noche, no. Su vista estaba fija, pero su mente le proporcionaba cantidad de imágenes que pasaban a toda velocidad a través del paisaje. Cosas que hizo, cosas que le hubiese gustado hacer. Miles de preguntas de "qué tal si hubiera" y otras muchas inquietudes que le surgían cada vez que recordaba su antigua vida, su vida mortal. Pocas veces se permitía tanto tiempo para dejar a sus memorias danzar libres a través de sus pensamientos, y aquel día en particular se había dejado llevar...
Un leve carraspeo la sacó de sus pensamientos, seguidos del sonido de la portezuela al abrirse. La morena desvió su mirada, y se fijó en el valet que aguardaba pacientemente a que saliera del carruaje. Extendió con un gesto casi automático su brazo para que ella pudiese tomarlo, y la ayudó a descender con elegancia, evitando con un movimiento ágil que sus zapatos se apoyaran en un cúmulo de nieve gris. Antoinette plisó con delicadeza los pliegues que se habían formado en el vestido celeste que lucía, y emprendió el conocido recorrido dentro del teatro, justo hacia uno de los palcos.
Mathilde seguía a su señora con eficiencia, actuando como la dama de compañía que era. Ambas caminaron en silencio, quizás roto a causa del resonar de los zapatos de la dama en el frío piso de mármol. Pronto se vio acompañada de Eustave, aquel inmigrante ruso que se encargaba de acomodar a los asistentes en sus respectivos palcos. La miró con una sonrisa servicial, y la guió acompañado de un "por aquí, mademosielle". Boissieu siguió a Eustave, agradeciendo con un gesto amable. Pronto se vio en el palco central, con excelente vista al escenario. El palco tenía 4 asientos, 3 de los cuales ya se encontraban ocupados, incluido el suyo. Al reconocer a los presentes, saludó con una leve reverencia, puesto que conocía de vista a algunos, mas no había llegado a intimar con ellos. Antoinette era una dama discreta y muy reservada.
Del bolso extrajo unos pequeños prismáticos dorados, y se los llevó al rostro por unos momentos para comprobar que estuviesen bien enfocados. El teatro estaba llenándose de a poco, y quedaban cada vez menos asientos vacíos. Suspiró, y se apartó de los prismáticos, colocándoles con suavidad en su regazo. Estaba expectante, ya que según se comentaba aquella obra con tintes modernos tenía muy buenas críticas en la sociedad parisina. Esperaba que fuera de su total agrado.
A pesar de estar fijos en el horizonte, las orbes de Boissieu no miraban fijamente ni las asombrosas tonalidades purpúreas del cielo, ni los débiles rayos filtrándose a través de las nubes, como despidiéndose tristemente para dar paso a la noche, no. Su vista estaba fija, pero su mente le proporcionaba cantidad de imágenes que pasaban a toda velocidad a través del paisaje. Cosas que hizo, cosas que le hubiese gustado hacer. Miles de preguntas de "qué tal si hubiera" y otras muchas inquietudes que le surgían cada vez que recordaba su antigua vida, su vida mortal. Pocas veces se permitía tanto tiempo para dejar a sus memorias danzar libres a través de sus pensamientos, y aquel día en particular se había dejado llevar...
Un leve carraspeo la sacó de sus pensamientos, seguidos del sonido de la portezuela al abrirse. La morena desvió su mirada, y se fijó en el valet que aguardaba pacientemente a que saliera del carruaje. Extendió con un gesto casi automático su brazo para que ella pudiese tomarlo, y la ayudó a descender con elegancia, evitando con un movimiento ágil que sus zapatos se apoyaran en un cúmulo de nieve gris. Antoinette plisó con delicadeza los pliegues que se habían formado en el vestido celeste que lucía, y emprendió el conocido recorrido dentro del teatro, justo hacia uno de los palcos.
Mathilde seguía a su señora con eficiencia, actuando como la dama de compañía que era. Ambas caminaron en silencio, quizás roto a causa del resonar de los zapatos de la dama en el frío piso de mármol. Pronto se vio acompañada de Eustave, aquel inmigrante ruso que se encargaba de acomodar a los asistentes en sus respectivos palcos. La miró con una sonrisa servicial, y la guió acompañado de un "por aquí, mademosielle". Boissieu siguió a Eustave, agradeciendo con un gesto amable. Pronto se vio en el palco central, con excelente vista al escenario. El palco tenía 4 asientos, 3 de los cuales ya se encontraban ocupados, incluido el suyo. Al reconocer a los presentes, saludó con una leve reverencia, puesto que conocía de vista a algunos, mas no había llegado a intimar con ellos. Antoinette era una dama discreta y muy reservada.
Del bolso extrajo unos pequeños prismáticos dorados, y se los llevó al rostro por unos momentos para comprobar que estuviesen bien enfocados. El teatro estaba llenándose de a poco, y quedaban cada vez menos asientos vacíos. Suspiró, y se apartó de los prismáticos, colocándoles con suavidad en su regazo. Estaba expectante, ya que según se comentaba aquella obra con tintes modernos tenía muy buenas críticas en la sociedad parisina. Esperaba que fuera de su total agrado.
Antoinette Bellerose- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 22/07/2013
Edad : 31
Localización : París
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Re: Disfrutando de obras modernas...
Había recibido la invitación por parte de la organización del teatro, no para presentarme esta vez.. si no mas bien, para presenciar una obra que comenzaba a tener popularidad en estos días, entonces me llevaron hasta un palco. Donde obsevé a los que serían mis compañeros de público en esta velada, y conocía a unos pocos que me saludaron, y que me habían visto en mis presentaciones antiguas dentro de este lugar.
Podría decirse que ahora me había convertido en un invitado de honor más...esta noche.
Silenciosamente intenté quedarme tranquilo, ya que estaba sumamente expectante ante el espectáculo, pocas veces se me daba la oportunidad de ser "público", en las presentaciones artísticas de París, porque suelen llamarme para siempre dejar mi huella en los escenarios. Continué observando, y sacaba mi reloj de bolsillo cada tanto.
Había mucha gente y el bullicio comenzaba a calmarse..
Alzé la vista hacia el escenario, y la obra había comenzado..
Trataba de aquellas obras en que te das cuenta cuando el poder, puede comprar cualquier cosa. Cuando los derechos humanos no existen por escrito, pero permanecen en el alma como una llama palpitante con ganas de luchar.
Comenzaba a concientizarme incluso sobre mi propio estatus social, yo era de la Realeza y podía ver las dos caras de la moneda entre el rico y el pobre, porque nunca me ha gustado hacer la diferencia.
Sentía como de mi alma brotaba el deseo de hacer justicia, esa alma rebelde y libertina que poseo y que encendía muchas pasiones aguardadas en mi...simplemente por clase.
Mientras pensaba. durante el desarrollo de la obra, todas estas cosas, me detuve en un momento, al sentir penetrando suavemente en mi interior, ese aroma a muerte que caracterizaba a las féminas de mi especie. Sin duda, no era el único vampiro aposentado aquí, fingiendo tal vez entremezclarse con la sangre humana. Dirigí mi mirada sobre la mujer y la contuve... Estabamos en el mismo palco, y debido a mi emocipon por la obra teatral no me había percatado al entrar en él.
Observé su vestimenta, era una dama elegante con un vestido celeste, mucho diseño y estilo propio en su desplante, movimientos lentos. Seria, tal vez... y atenta.
Realmente no podía definirla completamente con una sola mirada, mi concentración se dividía entre la mujer y la obra desarrollándose en el escenario.
Terminé por desviar mi mirada galantamente, y me concentré en la obra. Más la mujer me mantenía algo inquieto, quizás por qué nunca le había visto antes... y concientizaba de que los vampiros éramos mucho más de los que se pensaba.. y en especial aquí en París... ¿Cuántos otros más habrían esparcidos por el mundo? ...De repente me hize esa consulta...
Entre cosa y cosa me distraje de sobremanera, y perdí de vista el momento en que todos los presentes en el teatro comenzaban a levantarse y aplaudir. Realmente no pude determinar el momento en que acabó pero correspondi por más por el gesto de haber sido invitado, y de lo poco que pude aguardar de la obra...
Me volví a sentar.. esperando a que todos vacíen el lugar.. me gustaba quedarme hasta ese momento.. para quedarme con un poquito más de sensación calórica en mi alma... o para servirme al que se perdió.. y quedé concentrado mirando el escenario, viendo como los artistas desalojaban todo...
Podría decirse que ahora me había convertido en un invitado de honor más...esta noche.
Silenciosamente intenté quedarme tranquilo, ya que estaba sumamente expectante ante el espectáculo, pocas veces se me daba la oportunidad de ser "público", en las presentaciones artísticas de París, porque suelen llamarme para siempre dejar mi huella en los escenarios. Continué observando, y sacaba mi reloj de bolsillo cada tanto.
Había mucha gente y el bullicio comenzaba a calmarse..
Alzé la vista hacia el escenario, y la obra había comenzado..
Trataba de aquellas obras en que te das cuenta cuando el poder, puede comprar cualquier cosa. Cuando los derechos humanos no existen por escrito, pero permanecen en el alma como una llama palpitante con ganas de luchar.
Comenzaba a concientizarme incluso sobre mi propio estatus social, yo era de la Realeza y podía ver las dos caras de la moneda entre el rico y el pobre, porque nunca me ha gustado hacer la diferencia.
Sentía como de mi alma brotaba el deseo de hacer justicia, esa alma rebelde y libertina que poseo y que encendía muchas pasiones aguardadas en mi...simplemente por clase.
Mientras pensaba. durante el desarrollo de la obra, todas estas cosas, me detuve en un momento, al sentir penetrando suavemente en mi interior, ese aroma a muerte que caracterizaba a las féminas de mi especie. Sin duda, no era el único vampiro aposentado aquí, fingiendo tal vez entremezclarse con la sangre humana. Dirigí mi mirada sobre la mujer y la contuve... Estabamos en el mismo palco, y debido a mi emocipon por la obra teatral no me había percatado al entrar en él.
Observé su vestimenta, era una dama elegante con un vestido celeste, mucho diseño y estilo propio en su desplante, movimientos lentos. Seria, tal vez... y atenta.
Realmente no podía definirla completamente con una sola mirada, mi concentración se dividía entre la mujer y la obra desarrollándose en el escenario.
Terminé por desviar mi mirada galantamente, y me concentré en la obra. Más la mujer me mantenía algo inquieto, quizás por qué nunca le había visto antes... y concientizaba de que los vampiros éramos mucho más de los que se pensaba.. y en especial aquí en París... ¿Cuántos otros más habrían esparcidos por el mundo? ...De repente me hize esa consulta...
Entre cosa y cosa me distraje de sobremanera, y perdí de vista el momento en que todos los presentes en el teatro comenzaban a levantarse y aplaudir. Realmente no pude determinar el momento en que acabó pero correspondi por más por el gesto de haber sido invitado, y de lo poco que pude aguardar de la obra...
Me volví a sentar.. esperando a que todos vacíen el lugar.. me gustaba quedarme hasta ese momento.. para quedarme con un poquito más de sensación calórica en mi alma... o para servirme al que se perdió.. y quedé concentrado mirando el escenario, viendo como los artistas desalojaban todo...
Mikelangelo Van Dort- Vampiro/Realeza
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Fecha de inscripción : 27/09/2012
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Re: Disfrutando de obras modernas...
La obra dio comienzo con rapidez. El barullo que precedió al inicio de la trama fue calmándose de a poco, hasta que el silencio del teatro fue total. Luego, las pesadas cortinas rojas se corrieron y la obra dio inicio. Antoinette no pudo menos que destacar la elegancia de los trajes de los actores, así mismo la calidad de su actuación y lo profundo de la obra en si. Se vio rápidamente atraída hacia la trama, que dejó de prestar real atención a todo lo que le rodeaba. Los murmullos de los asistentes con los que compartía el palco se vieron rápidamente sofocados, distantes. El tiempo transcurría, y de repente empezó a sentir que la observaban. Instintivamente apartó sus orbes del escenario, y se topó con un desconocido, que resultaba ser el asistente que faltaba al llegar ella al palco. Lo miró con interés, puesto que pudo notificar a primera vista que no se trataba de un simple mortal. Sin duda tampoco era el primer vampiro que asistía al teatro junto con los demás miembros de la sociedad, pero fue el primero que Antoinette tenía cerca en un lugar lleno de seres humanos comunes y corrientes. Desde su llegada a París, había pasado la mayor parte de su tiempo recluida en la residencia Boissieu, y sus contactos con la sociedad eran pocos, pero concretos; sin embargo, jamás había visto al caballero en las pocas reuniones a las que había asistido. Conocía a muy pocos vampiros.
Vestido con finos ropajes, aquel desconocido poseía un aura poderosa. Definitivamente venía de la alta alcurnia, aunque la heredera no supo identificarle parecido con nadie. Quizás era extranjero, quizás, también era un recién llegado como ella, no lo sabía. Apartó educadamente la vista del inmortal, completamente segura de que él también había constatado que ambos eran de la misma especie, y acercándose los prismáticos al rostro, aguardó a observar el final de la obra casi con el mismo interés que había depositado al principio.
Minutos después, la obra terminó seguida de un atronador aplauso. La morena juntó sus palmas con deleite, puesto que había quedado tremendamente fascinada con lo que había visto. Estaba segura de que el teatro había mejorado de sobremanera desde la última vez que había asistido junto con su tío, hace ya casi 40 años. Suspiró, añorando aquel recuerdo con nostalgia, y aguardó en su asiento a que los demás ocupantes salieran. A pesar de tener sus instintos a raya, aún se veía afectada cuando se encontraba entre tanta gente, y acertadamente supuso que las salidas se encontrarían repletas.
Cuando finalmente se vació la mayor parte del teatro, la inmortal se incorporó de su asiento, notando con cierta sorpresa que no era la última en salir del palco. El misterioso caballero todavía se encontraba en su asiento, con la mirada un tanto perdida en el escenario. Antoinette recorrió con la mirada el mismo, notificando que ya se empezaba a desmontar la decoración y la escenografía.
Se acercó con lentitud, repentinamente intimidada por aquel vampiro. Podía notar que llevaba mucho tiempo como inmortal, lo notaba simplemente al verlo.
—Espero que la función haya sido de su total agrado, monsieur... — Atinó a decir. Lo miraba con curiosidad, pero su rostro permanecía impasible. —Tengo la impresión de que no nos conocemos... Antoinette Boissieu, enchantée —Se presentó, con una media sonrisa.
Vestido con finos ropajes, aquel desconocido poseía un aura poderosa. Definitivamente venía de la alta alcurnia, aunque la heredera no supo identificarle parecido con nadie. Quizás era extranjero, quizás, también era un recién llegado como ella, no lo sabía. Apartó educadamente la vista del inmortal, completamente segura de que él también había constatado que ambos eran de la misma especie, y acercándose los prismáticos al rostro, aguardó a observar el final de la obra casi con el mismo interés que había depositado al principio.
Minutos después, la obra terminó seguida de un atronador aplauso. La morena juntó sus palmas con deleite, puesto que había quedado tremendamente fascinada con lo que había visto. Estaba segura de que el teatro había mejorado de sobremanera desde la última vez que había asistido junto con su tío, hace ya casi 40 años. Suspiró, añorando aquel recuerdo con nostalgia, y aguardó en su asiento a que los demás ocupantes salieran. A pesar de tener sus instintos a raya, aún se veía afectada cuando se encontraba entre tanta gente, y acertadamente supuso que las salidas se encontrarían repletas.
Cuando finalmente se vació la mayor parte del teatro, la inmortal se incorporó de su asiento, notando con cierta sorpresa que no era la última en salir del palco. El misterioso caballero todavía se encontraba en su asiento, con la mirada un tanto perdida en el escenario. Antoinette recorrió con la mirada el mismo, notificando que ya se empezaba a desmontar la decoración y la escenografía.
Se acercó con lentitud, repentinamente intimidada por aquel vampiro. Podía notar que llevaba mucho tiempo como inmortal, lo notaba simplemente al verlo.
—Espero que la función haya sido de su total agrado, monsieur... — Atinó a decir. Lo miraba con curiosidad, pero su rostro permanecía impasible. —Tengo la impresión de que no nos conocemos... Antoinette Boissieu, enchantée —Se presentó, con una media sonrisa.
Antoinette Bellerose- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 22/07/2013
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Localización : París
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Re: Disfrutando de obras modernas...
Sentí entonces la presencia de la fémina de mi especie, acercarse lentamente hasta mí .. mientras que yo aún distraído en el espacio entre el palco y el escenario sintiendo el palpitar de la sangre de los que lo desalojaban, quedé inmuto...
La mujer tenía un porte elegante, y una presencia notable.. aunque el presentimiento en mi interior era que le gustaba pasar desapercibida bajo el velo de la noche. Digno de una delicada dama.
Ella me había reconocido a la primera, ambos lo hicimos.. pero entonces no fue un encuentro hostil.. fue mas que nada, un deleite para la noche.. a medida que se me acercaba.. me sentía más, y más cómodo con ella
..No dudé en regalarle un cordial saludo.. girando mi mirada hacia ella y levantándome para dar una reverencia.. una bella mujer que no habia visto nunca por aquí... era la primera vez.. entonces tomé suavemente su mano.. y besé con un ligero roce de mis labios su dorso...
-Mikelangelo Van Dort madame.. enchantée aussi... plus que toi.. -sonreí con cordialidad y la invité a sentarse conmigo alzando mi brazo a el asiento que estaba a mi lado- ...et oui madame, me ha gustado mucho esta obra... he necesitado un poco de distracción estos días... es por eso que de parte del teatro recibí una invitación para venir a verla...- miré con ojos intensos a la dama frente a mi y me senté...
En sus ojos veía su jovial condición, le calcule unos... sesenta y más.. años de condición vampírica... mas eso no me aproblemaba en lo absoluto nunca me he creído que por ser más antiguo soy mucho mejor... nuestra raza es perfecta, independiente de la edad que tengamos.
Le observaba con detención... si... soy muy observador... también silencioso.. pero a la hora de dar mi palabra, no me gusta sonar a la pesadez... solo lo hago cuando aquello que veía frente a mi , no me gustaba para nada...
...Mas... la estética de esta mujer, era perfecta para mi... sin duda tenía buen gusto y estilo.. y si.. me gustaba...
Cerré mis ojos lentamente para contemplar ahora nuestro alrdedor, y estaba todo tan silencioso.. todo tan calmo.. y solo sentía el aroma de la inmobiliaria del teatro.. un aroma añejo que me encantaba sentir, que me hacía recordar a mi ataúd... y a mi propia mansión... entonces abrí los ojos y se volvieron mucho más intensos al sentir a la dama presente, como en la boca de un lobo hambriento de deseo...
Le dediqué mi mirada y le dije con voz grave, profunda y lenta, para que ella saboreara mis palabras...
-...Una hermosa dama usted, inteligente y culta... valiente de venir al teatro despues de permanecer tanto tiempo en el encierro, sumisa y tranquila... en este momento no hay intenciones de su parte, su saludo cordial, determina la jovial bienvenida que da, al salir de sus ocultos aposentos... pocos conoce, y pocos han de merecerle... usted no es una ciudadana cualquiera... es usted una fémina llena de deseos, de experiencias cortas..y porsupuesto asi como todos nosotros... llena de misterios- ...
Finalicé con una sonrisa al decifrarle por completo tras nuestra primera vista, sin duda una mujer de mi interés, seria y que no va con rodeos... me alegra siempre... conocer personas asi...
La mujer tenía un porte elegante, y una presencia notable.. aunque el presentimiento en mi interior era que le gustaba pasar desapercibida bajo el velo de la noche. Digno de una delicada dama.
Ella me había reconocido a la primera, ambos lo hicimos.. pero entonces no fue un encuentro hostil.. fue mas que nada, un deleite para la noche.. a medida que se me acercaba.. me sentía más, y más cómodo con ella
..No dudé en regalarle un cordial saludo.. girando mi mirada hacia ella y levantándome para dar una reverencia.. una bella mujer que no habia visto nunca por aquí... era la primera vez.. entonces tomé suavemente su mano.. y besé con un ligero roce de mis labios su dorso...
-Mikelangelo Van Dort madame.. enchantée aussi... plus que toi.. -sonreí con cordialidad y la invité a sentarse conmigo alzando mi brazo a el asiento que estaba a mi lado- ...et oui madame, me ha gustado mucho esta obra... he necesitado un poco de distracción estos días... es por eso que de parte del teatro recibí una invitación para venir a verla...- miré con ojos intensos a la dama frente a mi y me senté...
En sus ojos veía su jovial condición, le calcule unos... sesenta y más.. años de condición vampírica... mas eso no me aproblemaba en lo absoluto nunca me he creído que por ser más antiguo soy mucho mejor... nuestra raza es perfecta, independiente de la edad que tengamos.
Le observaba con detención... si... soy muy observador... también silencioso.. pero a la hora de dar mi palabra, no me gusta sonar a la pesadez... solo lo hago cuando aquello que veía frente a mi , no me gustaba para nada...
...Mas... la estética de esta mujer, era perfecta para mi... sin duda tenía buen gusto y estilo.. y si.. me gustaba...
Cerré mis ojos lentamente para contemplar ahora nuestro alrdedor, y estaba todo tan silencioso.. todo tan calmo.. y solo sentía el aroma de la inmobiliaria del teatro.. un aroma añejo que me encantaba sentir, que me hacía recordar a mi ataúd... y a mi propia mansión... entonces abrí los ojos y se volvieron mucho más intensos al sentir a la dama presente, como en la boca de un lobo hambriento de deseo...
Le dediqué mi mirada y le dije con voz grave, profunda y lenta, para que ella saboreara mis palabras...
-...Una hermosa dama usted, inteligente y culta... valiente de venir al teatro despues de permanecer tanto tiempo en el encierro, sumisa y tranquila... en este momento no hay intenciones de su parte, su saludo cordial, determina la jovial bienvenida que da, al salir de sus ocultos aposentos... pocos conoce, y pocos han de merecerle... usted no es una ciudadana cualquiera... es usted una fémina llena de deseos, de experiencias cortas..y porsupuesto asi como todos nosotros... llena de misterios- ...
Finalicé con una sonrisa al decifrarle por completo tras nuestra primera vista, sin duda una mujer de mi interés, seria y que no va con rodeos... me alegra siempre... conocer personas asi...
Mikelangelo Van Dort- Vampiro/Realeza
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Fecha de inscripción : 27/09/2012
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Re: Disfrutando de obras modernas...
La timidez de Boissieu se vio rápidamente disipada, el caballero la miró con gesto amable, y de repente se sintió mucho más segura de si misma. Luego procedió a tomarla de la mano, para en un galante gesto depositar un ligero beso en su dorso. Se presentó, y con eso la heredera pudo afirmar que además de ser galante, el inmortal provenía quizás de la aristocracia, pues sus palabras venían cargadas de elegancia y además, poseía porte y distinción. Sonrió, y tomó asiento donde junto a Van Dort. Con un gesto discreto, señaló a Mathilde que la esperara fuera, cosa que la mulata hizo sin preguntar. Se alejó con rapidez y discreción, dejando a ambos vampiros solos en aquel palco.
Lo observó, con mirada penetrante como queriendo saberlo todo. Sí, tenía curiosidad por conocer más sobre Mikelangelo, más aún por que era el primer vampiro que encontraba desde su llegada a París. Al parecer estaba rodeada de muchos de su especie sin ni siquiera saberlo. Pero no era solo el hecho de que fuese un vampiro lo que la inquietaba, sino el hecho de que parecía guardar muchos misterios en su mirada, que la analizaba de igual forma. En otras circunstancias se hubiese sentido cohibida, pero en aquel preciso momento, estaba de lo más cómoda junto a aquel vampiro.
A su al rededor, el teatro había quedado prácticamente vacío. Los asistentes habían salido, y las butacas habían quedado sin sus ocupantes. En el escenario, de la misma manera, la escenografía había quedado desmontada, dejando solamente un espacio en blanco, iluminado. Reinaba el silencio, y la castaña no pudo menos que pensar, que el teatro era mucho más cautivador de esa manera. Como si escondiera secretos que no cualquiera podría descifrar.
Lo siguiente que escuchó, le produjo una mezcla rara de sensaciones. El vampiro la interpretó, como si de un libro abierto se tratase. Ella dirigió sus orbes violáceos directamente hacia los del noble, mirándolo con una curiosidad creciente. No pudo evitar esbozar una sonrisa tenue, que no llegó a formarse por completo en sus labios.
—Me atrevo a decir, Monsieur, que usted... tiene una encantadora manera de... ¿leer? a las personas... — Rió con suavidad, no iba a admitirle que la había inquietado, pues parecía conocerle de toda la vida. Deseó tener la habilidad de mirar a través de los pensamientos un poco más desarrollada. A pesar del paso de los años, la heredera no podía hacer más que acertar un par de ideas borrosas de los pensamientos de la gente, e incluso con los de su especie era algo poco claro. Sin embargo, en aquel preciso momento, le habría gustado descifrar a Mikelangelo de la misma manera que lo había hecho con ella.
—Yo, aplaudo que haya disfrutado de la obra. Puedo notar que es usted alguien que disfruta mucho del teatro... ¿viene con frecuencia? —Inquirió, con curiosidad. Empezó entonces aquel jugueteo con las manos, que con la tenue iluminación del lugar se veían aún más pálidas de lo que ya eran, casi translúcidas.
Lo observó, con mirada penetrante como queriendo saberlo todo. Sí, tenía curiosidad por conocer más sobre Mikelangelo, más aún por que era el primer vampiro que encontraba desde su llegada a París. Al parecer estaba rodeada de muchos de su especie sin ni siquiera saberlo. Pero no era solo el hecho de que fuese un vampiro lo que la inquietaba, sino el hecho de que parecía guardar muchos misterios en su mirada, que la analizaba de igual forma. En otras circunstancias se hubiese sentido cohibida, pero en aquel preciso momento, estaba de lo más cómoda junto a aquel vampiro.
A su al rededor, el teatro había quedado prácticamente vacío. Los asistentes habían salido, y las butacas habían quedado sin sus ocupantes. En el escenario, de la misma manera, la escenografía había quedado desmontada, dejando solamente un espacio en blanco, iluminado. Reinaba el silencio, y la castaña no pudo menos que pensar, que el teatro era mucho más cautivador de esa manera. Como si escondiera secretos que no cualquiera podría descifrar.
Lo siguiente que escuchó, le produjo una mezcla rara de sensaciones. El vampiro la interpretó, como si de un libro abierto se tratase. Ella dirigió sus orbes violáceos directamente hacia los del noble, mirándolo con una curiosidad creciente. No pudo evitar esbozar una sonrisa tenue, que no llegó a formarse por completo en sus labios.
—Me atrevo a decir, Monsieur, que usted... tiene una encantadora manera de... ¿leer? a las personas... — Rió con suavidad, no iba a admitirle que la había inquietado, pues parecía conocerle de toda la vida. Deseó tener la habilidad de mirar a través de los pensamientos un poco más desarrollada. A pesar del paso de los años, la heredera no podía hacer más que acertar un par de ideas borrosas de los pensamientos de la gente, e incluso con los de su especie era algo poco claro. Sin embargo, en aquel preciso momento, le habría gustado descifrar a Mikelangelo de la misma manera que lo había hecho con ella.
—Yo, aplaudo que haya disfrutado de la obra. Puedo notar que es usted alguien que disfruta mucho del teatro... ¿viene con frecuencia? —Inquirió, con curiosidad. Empezó entonces aquel jugueteo con las manos, que con la tenue iluminación del lugar se veían aún más pálidas de lo que ya eran, casi translúcidas.
Antoinette Bellerose- Vampiro Clase Alta
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Re: Disfrutando de obras modernas...
La dama aceptó la pequeña invitación de acercarse y sentarse a mi lado, al parecer había producido en ella una especie de confianza para consigo misma... si... lo pude presentir.
Su mirada se posaba en mi con curiosidad e interés, convirtiéndose prontamente en una especie de admiración.
El teatro permanecía vacío, y nosotros bajo una tenue luz, compartiendo miradas. La dama se había fijado en aquella libre descripción que di sobre si misma. Una verdadera dama con clase la verdad, de esas que me gustan a mi.. una verdadera dama antigua...
Asi era ella, y yo solo podía disfrutar de su presencia contemplándole en silencio y sin aburrirme... podría llegar a decir que hasta me cautivó con su sola manera de ser, nisiquiera guiándome por la belleza que la embarcaba, sino por su sola manera de ser...
Me sentí algo halagado al estar frente a una mujer tan particular y especial, su misteriosa mirada desviaba la mía, para no caer rendido a sus pies. Ya que me había sentido algo tocado en el pecho por esta mujer. Realmente, en este momento no sabría explicar claramente, que es lo que fue, o que es lo que es... solo sé que disfruto con ello, y podría a llegar a pasarme toda la noche dialogando con ella en el teatro.
-Si.. mademoiselle, vengo con frecuencia por aqui.. suelo presentarme en aquel escenario ..-apunté con mi dedo índice al gran escenario del teatro-... noches particulares y especiales, no siempre.. pero soy casi de esta casa.- le sonreí con sinceridad.
-Es agradable ver cuánto se aprecia el arte y sus distintas facetas, en este lugar... y de hecho aunque realmente no tenga mucho que ver conmigo... me siento algo halagado de que usted haya llegado a parar esta hermosa noche en este lugar.. - dije en un tono suave mas para mi mismo que para ella.
Dirigí mi mirada cautelosa posandola en su cuerpo lentamente, observando el detalle de cada una de sus partes. Una mujer excepcional sin duda, pero que tendría más de un secreto que callar. No le obligaría a estar conmigo toda la noche.. pero si algo he de otrogarle, sería mi buena educación.
-Es bueno de ves en cuando tener algo de compañía... -dije con intenciones de que ella captara mis agradecimientos- ...y dígame.. aparte de esta obra, ¿Qué otra cosa interesante ha llegado encontrar en este teatro? ¿Alguna memoria, o simple ocio? - le dediqué una sutil mirada con un poco más de confianza y pacifismo, mientras me dedicaba a arreglar mis mangas en vuelo, de mi camisa.
Su mirada se posaba en mi con curiosidad e interés, convirtiéndose prontamente en una especie de admiración.
El teatro permanecía vacío, y nosotros bajo una tenue luz, compartiendo miradas. La dama se había fijado en aquella libre descripción que di sobre si misma. Una verdadera dama con clase la verdad, de esas que me gustan a mi.. una verdadera dama antigua...
Asi era ella, y yo solo podía disfrutar de su presencia contemplándole en silencio y sin aburrirme... podría llegar a decir que hasta me cautivó con su sola manera de ser, nisiquiera guiándome por la belleza que la embarcaba, sino por su sola manera de ser...
Me sentí algo halagado al estar frente a una mujer tan particular y especial, su misteriosa mirada desviaba la mía, para no caer rendido a sus pies. Ya que me había sentido algo tocado en el pecho por esta mujer. Realmente, en este momento no sabría explicar claramente, que es lo que fue, o que es lo que es... solo sé que disfruto con ello, y podría a llegar a pasarme toda la noche dialogando con ella en el teatro.
-Si.. mademoiselle, vengo con frecuencia por aqui.. suelo presentarme en aquel escenario ..-apunté con mi dedo índice al gran escenario del teatro-... noches particulares y especiales, no siempre.. pero soy casi de esta casa.- le sonreí con sinceridad.
-Es agradable ver cuánto se aprecia el arte y sus distintas facetas, en este lugar... y de hecho aunque realmente no tenga mucho que ver conmigo... me siento algo halagado de que usted haya llegado a parar esta hermosa noche en este lugar.. - dije en un tono suave mas para mi mismo que para ella.
Dirigí mi mirada cautelosa posandola en su cuerpo lentamente, observando el detalle de cada una de sus partes. Una mujer excepcional sin duda, pero que tendría más de un secreto que callar. No le obligaría a estar conmigo toda la noche.. pero si algo he de otrogarle, sería mi buena educación.
-Es bueno de ves en cuando tener algo de compañía... -dije con intenciones de que ella captara mis agradecimientos- ...y dígame.. aparte de esta obra, ¿Qué otra cosa interesante ha llegado encontrar en este teatro? ¿Alguna memoria, o simple ocio? - le dediqué una sutil mirada con un poco más de confianza y pacifismo, mientras me dedicaba a arreglar mis mangas en vuelo, de mi camisa.
Mikelangelo Van Dort- Vampiro/Realeza
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Re: Disfrutando de obras modernas...
La heredera se encontraba totalmente encantada, si es que había que describir aquella sensación de alguna forma. Mantenía una charla interesante con un inmortal que apenas había conocido, y eso no la inquietaba a pesar de caracterizarse por su poca confianza. Él era uno de los suyos, imponente y evidentemente poderoso, ya no tenía dudas sobre su longevidad, puesto que irradiaba poder y una fuerza que solo un miembro longevo de su naturaleza podría tener. ¿Cuantos miles de años tendría que pasar para poder irradiar un aura de semejante calibre? y sin embargo, no solo podía rescatar aquella percepción del caballero, sino también su exquisita educación, su caballerosidad y su galantería.
Lo examinó con interés, sin llegar a evidenciarlo. Bien parecido, todavía tenía aquel misterio que había logrado picar su curiosidad por vez primera. Le dedicó una sonrisa enigmática, de esas que decían mucho y a la vez no decían nada. Lo escuchó, cautivada, y no pudo evitar emocionarse cuando él pronunció sus palabras.
—¿Un actor? ¡qué interesante! —Alabó, complacida. —Espero tener el gusto de verlo interpretar una obra algún día.. — No tendría problemas para pasar horas y horas hablando con el noble sobre todo aquello que a ella le apasionaba y la tenía profundamente conquistada: la música, la pintura, las obras teatrales.... estaba segura de que si hubiese tenido la capacidad de sonrojarse, lo habría hecho; pero para bien o para mal, su naturaleza se lo impedía, de todos modos.
—El placer es todo mío, Monsieur. Pocas son las veces que tengo el placer de conocer a personas tan agradables, y a la vez tan interesantes... —Se sinceró, sonriendo de manera sutil. Apartó sus ojos de su interlocutor, y los fijó en un punto del escenario, no estando viendo aquello realmente, sino dejando su mente vagar a través de mil memorias y recuerdos. ¿Que si este lugar le traía memorias? Tenía ciertamente mil y un momentos vividos, que creía olvidados. Los repasó todos y cada uno con rapidez, el pasado ya no dolía tanto como antes.
—Oh, ciertamente creo que ambas... —Respondió, regresando su vista hacia el vampiro. —Hace casi cuarenta años que no volvía hasta este mismo teatro, y ahora que regresé a París, me pareció un buen momento para retomar viejas costumbres. Celebro que siga teniendo aquella belleza que me cautivó por vez primera, y que la calidad de sus obras no haya disminuido en absoluto. —Comentó con sinceridad mientras jugueteaba con los prismáticos, causando destellos al verse estos reflejados con las luces.
—¿Lleva mucho tiempo en París, Monsieur Van Dort? —Inquirió con curiosidad, mirándolo a través de sus pestañas. Quería saberlo todo.
Lo examinó con interés, sin llegar a evidenciarlo. Bien parecido, todavía tenía aquel misterio que había logrado picar su curiosidad por vez primera. Le dedicó una sonrisa enigmática, de esas que decían mucho y a la vez no decían nada. Lo escuchó, cautivada, y no pudo evitar emocionarse cuando él pronunció sus palabras.
—¿Un actor? ¡qué interesante! —Alabó, complacida. —Espero tener el gusto de verlo interpretar una obra algún día.. — No tendría problemas para pasar horas y horas hablando con el noble sobre todo aquello que a ella le apasionaba y la tenía profundamente conquistada: la música, la pintura, las obras teatrales.... estaba segura de que si hubiese tenido la capacidad de sonrojarse, lo habría hecho; pero para bien o para mal, su naturaleza se lo impedía, de todos modos.
—El placer es todo mío, Monsieur. Pocas son las veces que tengo el placer de conocer a personas tan agradables, y a la vez tan interesantes... —Se sinceró, sonriendo de manera sutil. Apartó sus ojos de su interlocutor, y los fijó en un punto del escenario, no estando viendo aquello realmente, sino dejando su mente vagar a través de mil memorias y recuerdos. ¿Que si este lugar le traía memorias? Tenía ciertamente mil y un momentos vividos, que creía olvidados. Los repasó todos y cada uno con rapidez, el pasado ya no dolía tanto como antes.
—Oh, ciertamente creo que ambas... —Respondió, regresando su vista hacia el vampiro. —Hace casi cuarenta años que no volvía hasta este mismo teatro, y ahora que regresé a París, me pareció un buen momento para retomar viejas costumbres. Celebro que siga teniendo aquella belleza que me cautivó por vez primera, y que la calidad de sus obras no haya disminuido en absoluto. —Comentó con sinceridad mientras jugueteaba con los prismáticos, causando destellos al verse estos reflejados con las luces.
—¿Lleva mucho tiempo en París, Monsieur Van Dort? —Inquirió con curiosidad, mirándolo a través de sus pestañas. Quería saberlo todo.
Antoinette Bellerose- Vampiro Clase Alta
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