AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Eres como mi hermano, aunque no comparta tu sangre ;; Lancelot
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Eres como mi hermano, aunque no comparta tu sangre ;; Lancelot
La brisa que rondaba aquel parque hacía que las hojas revoloteasen por aquel lugar mientras muchos niños de alta y media clase paseaban contentos, jugando con palos o lanzando piedras con alegría. Era realmente confortable ver como unos niños se divertían con palos, pero sabía que si ellos se desprendían de esos objetos, llorarían más de lo que alguien puede llorar por la pérdida de una persona. Tragedias de niños, sueños rotos.
Aquel lugar, a parte de jovencuelos llenos de energía, habían galanes con dulces señoritas adineradas que agitaban sus abanicos de los pequeños rayos del sol que daban en aquel lugar verde donde se escuchaban sonidos de todo tipo. Carruajes en sus alrededores debido a las calles que rodeaban el lugar, pájaros cantar por el ajetreo de los sonidos diversos, la risa de los niños, los murmullos de las habladurías de la gente... todo tipo de sonidos ahora regozijaban mis oídos mientras leía aquel pequeño libro de finas páginas escritas por el puño de mi abuelo Jean Le Rond D'Alembert.
Me hallaba en ese parque quizá una media tarde, pasando ahí el tiempo mientras releía las pequeñas gacetillas y los tomos de la enciclopedia que me abuelo englobó, en su día. Era realmente interesante saber la ciencia del pasado anterior, los ilustrados. Toda la razñon y el saber era de mi agrado, pues no todo englobaba a "Dios" como decía el clero, pero yo no podía hacer más que callar y escuchar, pasar de todo e intentar buscar una manera mejor de solucionar todo por la razón.
Una pequeña brisa azotó el lugar, haciendo que mis largas melenas bailasen al son de aquel frío invernal. Ya faltaba poco para la noche, quizá unas horas, pero, para saberlo mejor, saqué mi reloj de bolsillo de oro que estaba en mi gabardina negra y observé la ora, dejando mi libro encima de mi regazo. Eran las ocho y media.
Di un suspiro y volví a mi lectura, aunque, de pronto, frente a mi apareció una escena que me dejó un tanto chocado. Un niño se cayó frente a mi, de cabeza, haciendo que se quedase en shock. Me levanté rápidamente, con mi libro debajo de mi axila, y me arrodille en el suelo, sujetando la cabeza del niño para intentar ayudarle.
- Pequeño, pequeño, ¿os encontráis bien? -Le decía, sentándolo de lado a mi. El niño me miró y empezó a llorar, asustándome más por la sangre que le salía de una pequeña brecha que se hizo en la frente.- Te has herido. Ven, yo t..
Pero una voz varonil, a mis espaldas, más irrumpió la escena, preocupándose por el niño, a parte de las dos o tres personas que observaban en silencio.
Aquel lugar, a parte de jovencuelos llenos de energía, habían galanes con dulces señoritas adineradas que agitaban sus abanicos de los pequeños rayos del sol que daban en aquel lugar verde donde se escuchaban sonidos de todo tipo. Carruajes en sus alrededores debido a las calles que rodeaban el lugar, pájaros cantar por el ajetreo de los sonidos diversos, la risa de los niños, los murmullos de las habladurías de la gente... todo tipo de sonidos ahora regozijaban mis oídos mientras leía aquel pequeño libro de finas páginas escritas por el puño de mi abuelo Jean Le Rond D'Alembert.
Me hallaba en ese parque quizá una media tarde, pasando ahí el tiempo mientras releía las pequeñas gacetillas y los tomos de la enciclopedia que me abuelo englobó, en su día. Era realmente interesante saber la ciencia del pasado anterior, los ilustrados. Toda la razñon y el saber era de mi agrado, pues no todo englobaba a "Dios" como decía el clero, pero yo no podía hacer más que callar y escuchar, pasar de todo e intentar buscar una manera mejor de solucionar todo por la razón.
Una pequeña brisa azotó el lugar, haciendo que mis largas melenas bailasen al son de aquel frío invernal. Ya faltaba poco para la noche, quizá unas horas, pero, para saberlo mejor, saqué mi reloj de bolsillo de oro que estaba en mi gabardina negra y observé la ora, dejando mi libro encima de mi regazo. Eran las ocho y media.
Di un suspiro y volví a mi lectura, aunque, de pronto, frente a mi apareció una escena que me dejó un tanto chocado. Un niño se cayó frente a mi, de cabeza, haciendo que se quedase en shock. Me levanté rápidamente, con mi libro debajo de mi axila, y me arrodille en el suelo, sujetando la cabeza del niño para intentar ayudarle.
- Pequeño, pequeño, ¿os encontráis bien? -Le decía, sentándolo de lado a mi. El niño me miró y empezó a llorar, asustándome más por la sangre que le salía de una pequeña brecha que se hizo en la frente.- Te has herido. Ven, yo t..
Pero una voz varonil, a mis espaldas, más irrumpió la escena, preocupándose por el niño, a parte de las dos o tres personas que observaban en silencio.
Lumarie L.R. D' Alembert- Hechicero/Realeza
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Fecha de inscripción : 29/09/2013
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Re: Eres como mi hermano, aunque no comparta tu sangre ;; Lancelot
Después de haber comido rápidamente, salió con la página del periódico referente a los trabajos bajo el brazo, mirando de vez en cuando la dirección a la que debía seguir. Los organizó según la proximidad a la posada en la que estaba hospedado.
Tres entrevistas, las tres igual de desastrosas, todas por la falta de expreciencia en el campo. No podía trabajar en el despacho de un abogado porque necesitaban más experiencia, no podía ser transportista porque no parecía lo suficientemente fuerte... No podía ser el ayudante del sastre porque no tenía ni idea de cómo hacerlo, es decir, de nuevo la experiencia. Y así había pasado la tarde completa. Ahora se dirigía hacia su último recurso del día, se dirigía hacia una panadería en la que necesitaban manos obreras que ayudasen. Sabía perfectamente que no iban a contratarlo, pero tenía que intentarlo al menos. Quizás hubiese perdido experiencia en la capacidad de simpatizar, quizás le veían algo extraño y notaban que debían tenerlo apartado... No lo sabía, pero fuera lo que fuese, no parecía tener suerte en encontrar trabajo.
Pasaba entonces por la plaza, para acortar el trayecto ya que no sabía bien cuando cerrarían la panadería, momento en que escuchó un fuerte golpe en el suelo y vio cómo varias personas se giraban hacia un niño que lloraba con fuerza. Se acercó con curiosidad, pero solo unos pasos, para saber si el niño estaba bien... Grave error, en cuanto notó el olor de la sangre, algo se removió en su interior y se tambaleó a punto de caer, lo que lo obligó a sentarse en el primer banco que encontró, tapándose la nariz y la boca, pues comenzaba a notar cómo se le hacía agua ante ese delicioso olor.
Tres entrevistas, las tres igual de desastrosas, todas por la falta de expreciencia en el campo. No podía trabajar en el despacho de un abogado porque necesitaban más experiencia, no podía ser transportista porque no parecía lo suficientemente fuerte... No podía ser el ayudante del sastre porque no tenía ni idea de cómo hacerlo, es decir, de nuevo la experiencia. Y así había pasado la tarde completa. Ahora se dirigía hacia su último recurso del día, se dirigía hacia una panadería en la que necesitaban manos obreras que ayudasen. Sabía perfectamente que no iban a contratarlo, pero tenía que intentarlo al menos. Quizás hubiese perdido experiencia en la capacidad de simpatizar, quizás le veían algo extraño y notaban que debían tenerlo apartado... No lo sabía, pero fuera lo que fuese, no parecía tener suerte en encontrar trabajo.
Pasaba entonces por la plaza, para acortar el trayecto ya que no sabía bien cuando cerrarían la panadería, momento en que escuchó un fuerte golpe en el suelo y vio cómo varias personas se giraban hacia un niño que lloraba con fuerza. Se acercó con curiosidad, pero solo unos pasos, para saber si el niño estaba bien... Grave error, en cuanto notó el olor de la sangre, algo se removió en su interior y se tambaleó a punto de caer, lo que lo obligó a sentarse en el primer banco que encontró, tapándose la nariz y la boca, pues comenzaba a notar cómo se le hacía agua ante ese delicioso olor.
Lancelot L'Olonnais- Licántropo Clase Media
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Fecha de inscripción : 27/09/2013
Re: Eres como mi hermano, aunque no comparta tu sangre ;; Lancelot
Los ojos del pequeño cesaron de llorar cuando sonreí levemente y le pasé el pañuelo por la frente, mientras este buscaba una respuesta con su mirada. Se calmó y sonrió, como si no hubiese pasada. Olvidó y avanzó en su camino, levantándose cuando le entregué el pañuelo y le sonreí, levantándome también del suelo. El niño me miró y observó el pañuelo de la sangre de aquella brecha, volviendo a ponerse aquel trapo blanco en esa herida por mi recomendación.
- ¿Ya lo ves? Todo tiene solución, pequeño, solo hay que buscar la razón y encontrar la conclusión. -Le dije con una sonrisa y este asintió, cogiendo con su otra mano el palo y exclamando guerra.
Volví a suspirar con una sonrisa, viendo como los niñso tenían más fortaleza incluso que los adultos. "Inocencia", pensé entonces para mi, dándome una inspiración para mi siguiente libro en prosa. Mi momento de lucided sobre mi idea de crear un libro me recordó mi lectura y el porque estaba aquí y, notando el peueño libro bajo mi axila, lo agarré y di dos pasos justos, sentándome en el banco que tenía detrás mía y donde estaba antes, en mis horas muertas. Agité mi melena hacía un lado, el derecho, pero, de pronto, cuando me relajé dos segundos y abrí el libro, noté una fuerte presencia a mi lado que no parecía humana y una respiración agitada, haciendo que girase mi cabeza muy asustado, quizá demasiado dramático en el punto de vista del emisor de aquella aura. Por un momento vi aquellos ojos claros y esa mirada entumecida y tapada, un tanto confusa, pero no dije nada y permanecí con mi mirada fija en el hombre, pues me sonaba de algo... como si lo conociese.
- ¿Esta bien, señor? -Dije con mi tono dulce y preocupado, casi femenino. Le pregunté eso más que nada por la mirada que le eché y no por otra cosa, sino ni le preguntaría.
- ¿Ya lo ves? Todo tiene solución, pequeño, solo hay que buscar la razón y encontrar la conclusión. -Le dije con una sonrisa y este asintió, cogiendo con su otra mano el palo y exclamando guerra.
Volví a suspirar con una sonrisa, viendo como los niñso tenían más fortaleza incluso que los adultos. "Inocencia", pensé entonces para mi, dándome una inspiración para mi siguiente libro en prosa. Mi momento de lucided sobre mi idea de crear un libro me recordó mi lectura y el porque estaba aquí y, notando el peueño libro bajo mi axila, lo agarré y di dos pasos justos, sentándome en el banco que tenía detrás mía y donde estaba antes, en mis horas muertas. Agité mi melena hacía un lado, el derecho, pero, de pronto, cuando me relajé dos segundos y abrí el libro, noté una fuerte presencia a mi lado que no parecía humana y una respiración agitada, haciendo que girase mi cabeza muy asustado, quizá demasiado dramático en el punto de vista del emisor de aquella aura. Por un momento vi aquellos ojos claros y esa mirada entumecida y tapada, un tanto confusa, pero no dije nada y permanecí con mi mirada fija en el hombre, pues me sonaba de algo... como si lo conociese.
- ¿Esta bien, señor? -Dije con mi tono dulce y preocupado, casi femenino. Le pregunté eso más que nada por la mirada que le eché y no por otra cosa, sino ni le preguntaría.
Lumarie L.R. D' Alembert- Hechicero/Realeza
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Fecha de inscripción : 29/09/2013
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Re: Eres como mi hermano, aunque no comparta tu sangre ;; Lancelot
Mientras que sus oídos estaban siendo taladrados por aquel llanto que ahora consideraba más que infernal, su mente se veía avasallada por la bestia, que, en determinadas milésimas de segundo, conseguía adueñarse de él, haciéndolo perder la visión en esos instantes. Se sentía como en una batalla cuerpo a cuerpo contra algo superior, no se sentía capaz de continuar así que, finalmente, agachó la cabeza y comenzó a murmurar para sí mismo algunas oraciones que conocía desde pequeño y esperaba que le infundiesen las fuerzas necesarias para aguantar firme ante aquella situación.
Poco a poco la bestia se fue calmando y, de nuevo consciente de su alrededor, notó cómo el olor iba desapareciendo, sus músculos se relajaron y todo a su alrededor iba recuperando la normalidad. Aún sentía el mareo, pero se sentía mejor por haber conseguido controlarse, no hubiese pasado de aquello si no lo hubiese logrado. Hubiese tenido que huir o, lo que es peor, podrían haberlo matado, aunque no estaba seguro si se podía.
El escuchar una voz justo a su lado lo hizo dar un respingo más que claro y lo miró alarmado, pero suspiró sonriendo levemente.
- Sí, estoy bien, muchas gracias por preocuparse... solo ha sido un ligero mareo, tengo sensibilidad ante la sangre, me impresiona demasiado - Bromeó y miró al frente, tomando aire. No reparó demasiado en quien tenía al lado, pues aún estaba conmocionado por lo ocurrido y necesitaba recuperarse.
Poco a poco la bestia se fue calmando y, de nuevo consciente de su alrededor, notó cómo el olor iba desapareciendo, sus músculos se relajaron y todo a su alrededor iba recuperando la normalidad. Aún sentía el mareo, pero se sentía mejor por haber conseguido controlarse, no hubiese pasado de aquello si no lo hubiese logrado. Hubiese tenido que huir o, lo que es peor, podrían haberlo matado, aunque no estaba seguro si se podía.
El escuchar una voz justo a su lado lo hizo dar un respingo más que claro y lo miró alarmado, pero suspiró sonriendo levemente.
- Sí, estoy bien, muchas gracias por preocuparse... solo ha sido un ligero mareo, tengo sensibilidad ante la sangre, me impresiona demasiado - Bromeó y miró al frente, tomando aire. No reparó demasiado en quien tenía al lado, pues aún estaba conmocionado por lo ocurrido y necesitaba recuperarse.
Lancelot L'Olonnais- Licántropo Clase Media
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Fecha de inscripción : 27/09/2013
Re: Eres como mi hermano, aunque no comparta tu sangre ;; Lancelot
A pesar de que el sonido de la risa de los niños distraía mi mente a mirar hacía ese lugar, contemplar como los demás reían y no solo la negatividad inundaba París y todo el mundo, pero la mirada de aquel hombre que ahora estaba intentando aliviarse de un mareo que él comentó me traía curiosidad. No era normal, en su aura se notaba. Mis ojos celestes -verdaderamente dorados, pero tapados por mi magia continua- veían algo extraño de él que no llegaba a descifrar con fiereza, pero apostando que era un hombre lobo. "Quizá sea la reacción de la sangre del niño", pensé con rapidez, mientras, por fuera, mostraba una sonrisa de lado a su contestación y asentía.
- Le comprendo, debe de ser duro, mi señor. -Sonreí de lado, cruzándome de piernas con el libro en medio mientras respiraba profundamente y me apartaba mi flequillo de mi rostro con elegancia, rotando mi vista a mi libro y, de nuevo, al hombre.
Un choque de aura dio fuerte en mi interior, como si fuese un punzón clavado en mi corazón, y fue como si sintiese que una gran bestia apareciese en él. Era un aura peligrosa, pero, a la vez... uno de los recuerdos de mi infancia aparecían. ¿Qué hacía ese retaño en mi memoria?
<< Era un día de verano, uno de esos que pasaba en un pueblecito de Francia, cuyo nombre era borroso. Solía siempre jugar con los palos en aquel gran parque que tenía una pequeña familia que conocía a mi padre, la cual nos daba cobijo en verano por ser sus amigos. Siempre jugaba con un hombre que se llamaba Lancelot, el cual me sacaba diez años o más que yo, tratándome como un hermano y enseñándome a pelear con un palo, mientras yo le contaba todo lo que hacía de matemáticas y le decía cosas de libros.
Ese día fue especial, pues era mi cumpleaños y el chico me regaló una medallita de plata. Yo sonreía ampliamente mientars saltaba de alegría por mi primer regalo del día, abrazando al hombre. Le dije:
- Prometo no olvidarte nunca, hermanito Lancelot >>
El rostro de aquel "hermano" y el del hombre que tenía a mi lado concordaban y sentí un pinchazo dentro de mi, alabando la casualidad y el destino, con ganas de llorar.
No sabía que decir, como moverme, que debía hacer. No pensaba en este momento, me centraba en los recuerdos que ahora recordaba gracias a esos ojos y esos gestos. ¿Quería que el destino nos encontrásemos? De ser así... ¿Por qué tenía la misma apariencia y no tenía más edad? ¿Qué secreto tenía? ¿A caso era inmortal?
- Pe-perdoneme.. -Dudé en preguntar, tragando saliva con los nervios a flor de piel.- ¿Usted se llama Lancelot L'Olonnais? Si creo recordad bien el nombre.
- Le comprendo, debe de ser duro, mi señor. -Sonreí de lado, cruzándome de piernas con el libro en medio mientras respiraba profundamente y me apartaba mi flequillo de mi rostro con elegancia, rotando mi vista a mi libro y, de nuevo, al hombre.
Un choque de aura dio fuerte en mi interior, como si fuese un punzón clavado en mi corazón, y fue como si sintiese que una gran bestia apareciese en él. Era un aura peligrosa, pero, a la vez... uno de los recuerdos de mi infancia aparecían. ¿Qué hacía ese retaño en mi memoria?
<< Era un día de verano, uno de esos que pasaba en un pueblecito de Francia, cuyo nombre era borroso. Solía siempre jugar con los palos en aquel gran parque que tenía una pequeña familia que conocía a mi padre, la cual nos daba cobijo en verano por ser sus amigos. Siempre jugaba con un hombre que se llamaba Lancelot, el cual me sacaba diez años o más que yo, tratándome como un hermano y enseñándome a pelear con un palo, mientras yo le contaba todo lo que hacía de matemáticas y le decía cosas de libros.
Ese día fue especial, pues era mi cumpleaños y el chico me regaló una medallita de plata. Yo sonreía ampliamente mientars saltaba de alegría por mi primer regalo del día, abrazando al hombre. Le dije:
- Prometo no olvidarte nunca, hermanito Lancelot >>
El rostro de aquel "hermano" y el del hombre que tenía a mi lado concordaban y sentí un pinchazo dentro de mi, alabando la casualidad y el destino, con ganas de llorar.
No sabía que decir, como moverme, que debía hacer. No pensaba en este momento, me centraba en los recuerdos que ahora recordaba gracias a esos ojos y esos gestos. ¿Quería que el destino nos encontrásemos? De ser así... ¿Por qué tenía la misma apariencia y no tenía más edad? ¿Qué secreto tenía? ¿A caso era inmortal?
- Pe-perdoneme.. -Dudé en preguntar, tragando saliva con los nervios a flor de piel.- ¿Usted se llama Lancelot L'Olonnais? Si creo recordad bien el nombre.
Lumarie L.R. D' Alembert- Hechicero/Realeza
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Fecha de inscripción : 29/09/2013
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Re: Eres como mi hermano, aunque no comparta tu sangre ;; Lancelot
Debido al mareo, a la presión en sus músculos y que toda su sangre se centrase en su corazón, su rostro estaba lívido y había empezado a mostrar el sudor frío de la enfermedad. Sí, así lo consideraba él, una enfermedad de la que quería deshacerse pero no podía, no conocía el remedio.
Sonrió levemente a su acompañante, reparando por fin en él, observándolo detenidamente y valorando sus rasgos. Era gracioso descubrir que más le recordaba a una mujer que a un hombre, por un instante pensó que quizás se equivocó de cuerpo y aquello lo hizo sonreir aún más.
Volvió a mirar al frente, sacando un pañuelo para limpiarse el sudor de la frente, volviendo a tomar aire con fuerza. Una vez lo hizo, sonrió de nuevo al hombre que tenía a su lado.
- Proseguiré mi camino, estoy mejor, gracias por su preocupación - Y se levantó para proseguir su camino, esta vez en dirección a la posada, pues ya se había pasado la hora para hacer la entrevista; pero al escuchar su propio nombre, se detuvo y se giró - Sí, soy yo, me conoce?
Sonrió levemente a su acompañante, reparando por fin en él, observándolo detenidamente y valorando sus rasgos. Era gracioso descubrir que más le recordaba a una mujer que a un hombre, por un instante pensó que quizás se equivocó de cuerpo y aquello lo hizo sonreir aún más.
Volvió a mirar al frente, sacando un pañuelo para limpiarse el sudor de la frente, volviendo a tomar aire con fuerza. Una vez lo hizo, sonrió de nuevo al hombre que tenía a su lado.
- Proseguiré mi camino, estoy mejor, gracias por su preocupación - Y se levantó para proseguir su camino, esta vez en dirección a la posada, pues ya se había pasado la hora para hacer la entrevista; pero al escuchar su propio nombre, se detuvo y se giró - Sí, soy yo, me conoce?
Lancelot L'Olonnais- Licántropo Clase Media
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Fecha de inscripción : 27/09/2013
Re: Eres como mi hermano, aunque no comparta tu sangre ;; Lancelot
No, no.. ¡No! No quería que se fuese, pero fue como si no me escuchase en esos segundos que me quedé en silencio, observando sus ojos y los recuerdos que inundaban mi mente, apagando el motor que movía la razón de movimiento de mi cuerpo. No podía permitir que se fuese aquel hombre, pues si era aquel que conocía, debía de preguntarle al menos que tal estaba, como se encontraba... y qué había sidode él.
Me levanté de mi banco y alcé una mano cuando le pregunté por su nombre, por segunda vez. Por suerte o desgracia, él se giró y respondió a ese nombre con un tono dudoso. ¡Era él! Sí, había dado con mi cuidador de los veranos, pero... ¿Por qué no me recordaba? ¿Y esas promesas de antaño? ¿Es qué había crecido tanto?
Carraspee mi garganta, intentando no sacar la lágrima sincera y dulce por haber encontrado alguien de mi pasado. Sonreí levemente mientras llevaba mis manos a mis espaldas, agarrando mis manos y entrecruzando mis dedos. No agaché la mirada y clavé mi pupíla en las suyas tan hermosas, mientras intentaba no titubear sobre como podría seguir. De nuevo, en vez de pensar, me dejé llevar por la situación.
- ¿No me recuerda, mi señor? Mi nombre es Lumarie Le Rond D'Alembert, hijo del amigo de sus familiares. Pasaba con vos los veranos en mi infancia y vos me cuidaba. -Sonreía con anhelo, recordando el pasado.- ¿Es usted Lancelot de verdad? ¿Por qué no me recuerda? Le noto muy... -Por un momento le iba a decir algo de su aura, pero me tomaría como un loco o algo así, por eso preferí cambiar un poco, dando un paso al frente con una leve sonrisa.- cambiado. ¿Cuánto ha pasado ya? -Pregunté con retótica, mientras me llevaba mi mano a mi mentón, mirando al suelo, preguntando para mi.
Me levanté de mi banco y alcé una mano cuando le pregunté por su nombre, por segunda vez. Por suerte o desgracia, él se giró y respondió a ese nombre con un tono dudoso. ¡Era él! Sí, había dado con mi cuidador de los veranos, pero... ¿Por qué no me recordaba? ¿Y esas promesas de antaño? ¿Es qué había crecido tanto?
Carraspee mi garganta, intentando no sacar la lágrima sincera y dulce por haber encontrado alguien de mi pasado. Sonreí levemente mientras llevaba mis manos a mis espaldas, agarrando mis manos y entrecruzando mis dedos. No agaché la mirada y clavé mi pupíla en las suyas tan hermosas, mientras intentaba no titubear sobre como podría seguir. De nuevo, en vez de pensar, me dejé llevar por la situación.
- ¿No me recuerda, mi señor? Mi nombre es Lumarie Le Rond D'Alembert, hijo del amigo de sus familiares. Pasaba con vos los veranos en mi infancia y vos me cuidaba. -Sonreía con anhelo, recordando el pasado.- ¿Es usted Lancelot de verdad? ¿Por qué no me recuerda? Le noto muy... -Por un momento le iba a decir algo de su aura, pero me tomaría como un loco o algo así, por eso preferí cambiar un poco, dando un paso al frente con una leve sonrisa.- cambiado. ¿Cuánto ha pasado ya? -Pregunté con retótica, mientras me llevaba mi mano a mi mentón, mirando al suelo, preguntando para mi.
- Off:
- KÑAJSKLAJSLKASJ, QUIERO MI FIRMA CHACHI. E_É <- Que pesá soy, pero me quieres así.
Lumarie L.R. D' Alembert- Hechicero/Realeza
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Fecha de inscripción : 29/09/2013
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Re: Eres como mi hermano, aunque no comparta tu sangre ;; Lancelot
Se quedó mirando al joven que parecía estar seguro de conocerlo y no fue hasta que se descubrió cuando lo reconoció. Cómo iba a olvidar un nombre así? Lumarie... no era un nombre demasiado común, mucho menos un chico con esas características físicas que tanto destacaban..
Sus recuerdos lo llevaron al instante a la orilla del pequeño río que pasaba cerca de la ciudad, donde había pretendido enseñarle a pescar con cañas improvisadas, pero siempre habían acabado jugando, lanzando piedras sobre la superficie para que rebotasen o cualquier otra cosa que no fuese aquella tediosa actividad que muchos consideraban divertida. Hacía diez años que no sabía nada de él, pero se alegraba de que no hubiese estado en sus peores momentos, pues, el año siguiente a que dejasen de acudir a ver a su familia, fue cuando comenzó a cerrar su zona de caza sobre la ciudad, cada vez había más víctimas bajo sus hombros.
Sonrió ampliamente al recordar todo aquello y rió
- No me lo puedo creer, ¿usted es el pequeño Lumarie? Oh, Dios Santo, cómo ha crecido! Si.. Si hace nada que estábamos jugando en los campos y... mírese ahora, todo un caballero. - Le dio un fuerte abrazo, aunque temblaba aún ligeramente - Lo siento, ha crecido mucho y no pensé que fuese a encontrarle aquí, debe perdonarme - A pesar de todo lo que habían compartido, no sabía si, tras todo ese tiempo, debía seguir tratándolo como antaño o con más respeto, pues la diferencia de clases sociales era más que clara y aparente. Carraspeó retrocediendo un poco ante su último comentario - Han pasado casi diez años, supongo que venir a vivir a París no me ha ayudado mucho - Rió suavemente intentando ocultar su resentimiento ante ese hecho - Qué es de usted? Ya veo que le tiene que ir estupendamente.
Sus recuerdos lo llevaron al instante a la orilla del pequeño río que pasaba cerca de la ciudad, donde había pretendido enseñarle a pescar con cañas improvisadas, pero siempre habían acabado jugando, lanzando piedras sobre la superficie para que rebotasen o cualquier otra cosa que no fuese aquella tediosa actividad que muchos consideraban divertida. Hacía diez años que no sabía nada de él, pero se alegraba de que no hubiese estado en sus peores momentos, pues, el año siguiente a que dejasen de acudir a ver a su familia, fue cuando comenzó a cerrar su zona de caza sobre la ciudad, cada vez había más víctimas bajo sus hombros.
Sonrió ampliamente al recordar todo aquello y rió
- No me lo puedo creer, ¿usted es el pequeño Lumarie? Oh, Dios Santo, cómo ha crecido! Si.. Si hace nada que estábamos jugando en los campos y... mírese ahora, todo un caballero. - Le dio un fuerte abrazo, aunque temblaba aún ligeramente - Lo siento, ha crecido mucho y no pensé que fuese a encontrarle aquí, debe perdonarme - A pesar de todo lo que habían compartido, no sabía si, tras todo ese tiempo, debía seguir tratándolo como antaño o con más respeto, pues la diferencia de clases sociales era más que clara y aparente. Carraspeó retrocediendo un poco ante su último comentario - Han pasado casi diez años, supongo que venir a vivir a París no me ha ayudado mucho - Rió suavemente intentando ocultar su resentimiento ante ese hecho - Qué es de usted? Ya veo que le tiene que ir estupendamente.
Lancelot L'Olonnais- Licántropo Clase Media
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Fecha de inscripción : 27/09/2013
Re: Eres como mi hermano, aunque no comparta tu sangre ;; Lancelot
Los recuerdos seguían invadiendo mi mente como si fuesen recuerdos punzantes mientras el hombre sonreía, diciendo que no me olvidaría. El aliento que retení de los nervios, pensando que lo sacaría con rabia si me equivocaba, saliño en un gran suspiro cuando este comentó los recuerdos de los campos. Estaba con una tensión acumulada ahora de manera más relajada y, cuando me abrazó, inesperadamente, no dudé en corresponder a su amable abrazo, más sincero que otros. ¿Cómo no iba a echar de menos a este sabio hombre? Para mi era como un hermano y, a pesar de la diferencia estamental -siempre me haía dado igual eso-, lo trataba como de mi familia.
¿Y ahora? Había pasado tanto tiempo que dejó de ser mi presente a ser un pasado lejano.. hasta hoy.
Sonreí de lado, un tanto sonrojado, cuando me preguntó por mi, diciendo que habían pasado diez años. En ese momento me pareció el tiempo efímero, como si fuese poco... aunque en verdad había sido mucho para mi.
- No me puedo quejar, mi señor. Siempre he dicho que la vida es optimista y el negativo es la persona que lo controla, así que intento pasar una buena vida. Y aquí me ve, a la fresca leyendo una gacetilla. -Le moestré la pequeña revista con tapa de cuero y, con las mismas, la cambié de mano, mientras seguía hablando con una sonrisa y mis pasos inquietos de un lado a otro, cambiando de mano y de cadera para ponerme de posición opara hablar.- Bueno, mi señor Lancelot, ¿qué es lo que mora usted en estos parajes? Normalmente no sale de su pueblo. Por lo menos, que yo sepa. ¿Qué hace por París eactamente? No le veo un hombre de ciudad.-Reí por lo bajo y, con las mismas, me senté otra vez en el banco, frente al hombre, alzando mi cabeza para no perder el contacto visual.- Siéntese si quiere.
¿Y ahora? Había pasado tanto tiempo que dejó de ser mi presente a ser un pasado lejano.. hasta hoy.
Sonreí de lado, un tanto sonrojado, cuando me preguntó por mi, diciendo que habían pasado diez años. En ese momento me pareció el tiempo efímero, como si fuese poco... aunque en verdad había sido mucho para mi.
- No me puedo quejar, mi señor. Siempre he dicho que la vida es optimista y el negativo es la persona que lo controla, así que intento pasar una buena vida. Y aquí me ve, a la fresca leyendo una gacetilla. -Le moestré la pequeña revista con tapa de cuero y, con las mismas, la cambié de mano, mientras seguía hablando con una sonrisa y mis pasos inquietos de un lado a otro, cambiando de mano y de cadera para ponerme de posición opara hablar.- Bueno, mi señor Lancelot, ¿qué es lo que mora usted en estos parajes? Normalmente no sale de su pueblo. Por lo menos, que yo sepa. ¿Qué hace por París eactamente? No le veo un hombre de ciudad.-Reí por lo bajo y, con las mismas, me senté otra vez en el banco, frente al hombre, alzando mi cabeza para no perder el contacto visual.- Siéntese si quiere.
Lumarie L.R. D' Alembert- Hechicero/Realeza
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Re: Eres como mi hermano, aunque no comparta tu sangre ;; Lancelot
Siquiera se podía creer que aquel hombre pudiese ser ese niño al que había cogido cariño, era impensable que se hubiesen encontrado de esa manera allí. Ahora se sentía cohibido ante su presencia, ahora era un señorito, formaba parte de la realeza y, debido a la instrucción recibida en la escuela, sabía que debía tratar con respeto a ese hombre que ahora tenía ante él. Debía olvidar todo, tan solo tratar con respeto y sin tocar. Hizo una mueca y una reverencia
- Disculpe mis modales, ha sido fruto de la alegría del reencuentro - Carraspeó y sonrió observando el movimiento de sus manos, volviendo tras eso a mirar su rostro. Cabe decir que la pregunta le resultó más que incómoda, pero no dijo nada al respecto, simplemente mantuvo la sonrisa - Bueno, he decidido volar y buscarme la vida por mí mismo, ahora mismo estoy buscando trabajo - se sentó junto a él al instante - Aunque está realmente difícil, todos buscan a alguien con experiencia y me temo que yo carezco de ella en todos los aspectos excepto en la reparación de pianos, como bien sabe. Ahora iba a una panadería, pero me temo que ya tendré que ir mañana pues se me ha hecho tarde - Rió suavemente y bajó la mirada, avergonzado por su ineptitud, aunque jamás había pensado que podría sentirse así, siempre había pensado que seguiría con el negocio familiar.
Siquiera se dio cuenta, pero era incapaz de mantener el contacto visual con el que, en algún momento, fue su amigo. No solo era por la diferencia de estatus social, también porque temía que descubriese algo extraño en él.
- Cuéntame cómo le va la vida... qué está haciendo... esas cosas...
- Disculpe mis modales, ha sido fruto de la alegría del reencuentro - Carraspeó y sonrió observando el movimiento de sus manos, volviendo tras eso a mirar su rostro. Cabe decir que la pregunta le resultó más que incómoda, pero no dijo nada al respecto, simplemente mantuvo la sonrisa - Bueno, he decidido volar y buscarme la vida por mí mismo, ahora mismo estoy buscando trabajo - se sentó junto a él al instante - Aunque está realmente difícil, todos buscan a alguien con experiencia y me temo que yo carezco de ella en todos los aspectos excepto en la reparación de pianos, como bien sabe. Ahora iba a una panadería, pero me temo que ya tendré que ir mañana pues se me ha hecho tarde - Rió suavemente y bajó la mirada, avergonzado por su ineptitud, aunque jamás había pensado que podría sentirse así, siempre había pensado que seguiría con el negocio familiar.
Siquiera se dio cuenta, pero era incapaz de mantener el contacto visual con el que, en algún momento, fue su amigo. No solo era por la diferencia de estatus social, también porque temía que descubriese algo extraño en él.
- Cuéntame cómo le va la vida... qué está haciendo... esas cosas...
Lancelot L'Olonnais- Licántropo Clase Media
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Re: Eres como mi hermano, aunque no comparta tu sangre ;; Lancelot
Estaba empezando a creer en eso del "destino" y la "casualidad", pues estaba pasando todo tan rápido que me sorprendía de que ya no me hubiese chocado con la reina de Francia o algo, pues, para mi, Lancelot era más importante incluso que la familia real, la cual tenía bastante aprecio. Él había sido como mi cuidador, un hermano mayor para mi. Siempre me cuidaba los tres o cuatro veranos que pasé en su pueblo antes de la tragedia de todo sobre mi abuelo y mis aventuras de brujo con él.
Encontrarme con el hombre había sido como un giro argumental de la tarde, termiando el día de lo más bien que pudiese, pues empezó de mala manera, recordándo cosas de mi pasado que me desanimaron e hicieron que mi mañana se perdiese melancólicamente mientras escribía para desahogarme. El mundo me decía algo... y encontrarme con alguien que consideraba casi como un hermano, dejando atrás los estatutos sociales, era una alegría.
El hombre se sentó y explicó su caso no muy peculiar, pero si trágico. Recordaba buenas cosas de él y que, de pronto, ahora fuese un hombre que se tenía que buscar la vida... ¿Desde cuando? ¿Es qué no estaba bien?
Me puse en su lugar y yo estaría peor, más apurado y más estresado, lo cual casi me hizo ponerme de los nervios, poniendo una mano en su hombro y suspirando. No le entendía del todo, pero intentaba hacerlo.
Este me preguntó sobre mi y yo aparté ese tema con un poco de desprecio hacía a mi persona en este momento, pues ahora me preocupaba más mi compañero, mi allegado... mi hermano.
- Ahora yo no importo, amigo mío, lo que importa es tu caso, en serio. -Dije, haciendo un gesto con mi mano derecha mientras que, con la izquierda, estaba colocada en su hombro.- Bueno, pues, la verdad, es que es mala suerte, pero yo puedo ayudarte de una manera. Podría ser... -Hice una pausa relevante y algo intrigante mientras me agarraba el libro con mi otra mano y apartaba los mechones de mi flequillo que corrían con el aire. Finalmente, le miré con una sonrisa llena de ilusión, intentando evitar el saltar de alegría, pues lo que pensé haría que nunca dejase de verlo y que este estuviese feliz.- de mi sirviente personal. ¿¡Qué te parece!? -Salté, de pronto, en uno de mis impulsos, pero después solo carraspee levemente, apartándome de nuevo y sonriendo como si nada.- Lo siento, es que me emocionó esa idea, pero si no es así, puedo ayudarte en todo lo que me pidas. Te debo muchos favores, monseuir.
Encontrarme con el hombre había sido como un giro argumental de la tarde, termiando el día de lo más bien que pudiese, pues empezó de mala manera, recordándo cosas de mi pasado que me desanimaron e hicieron que mi mañana se perdiese melancólicamente mientras escribía para desahogarme. El mundo me decía algo... y encontrarme con alguien que consideraba casi como un hermano, dejando atrás los estatutos sociales, era una alegría.
El hombre se sentó y explicó su caso no muy peculiar, pero si trágico. Recordaba buenas cosas de él y que, de pronto, ahora fuese un hombre que se tenía que buscar la vida... ¿Desde cuando? ¿Es qué no estaba bien?
Me puse en su lugar y yo estaría peor, más apurado y más estresado, lo cual casi me hizo ponerme de los nervios, poniendo una mano en su hombro y suspirando. No le entendía del todo, pero intentaba hacerlo.
Este me preguntó sobre mi y yo aparté ese tema con un poco de desprecio hacía a mi persona en este momento, pues ahora me preocupaba más mi compañero, mi allegado... mi hermano.
- Ahora yo no importo, amigo mío, lo que importa es tu caso, en serio. -Dije, haciendo un gesto con mi mano derecha mientras que, con la izquierda, estaba colocada en su hombro.- Bueno, pues, la verdad, es que es mala suerte, pero yo puedo ayudarte de una manera. Podría ser... -Hice una pausa relevante y algo intrigante mientras me agarraba el libro con mi otra mano y apartaba los mechones de mi flequillo que corrían con el aire. Finalmente, le miré con una sonrisa llena de ilusión, intentando evitar el saltar de alegría, pues lo que pensé haría que nunca dejase de verlo y que este estuviese feliz.- de mi sirviente personal. ¿¡Qué te parece!? -Salté, de pronto, en uno de mis impulsos, pero después solo carraspee levemente, apartándome de nuevo y sonriendo como si nada.- Lo siento, es que me emocionó esa idea, pero si no es así, puedo ayudarte en todo lo que me pidas. Te debo muchos favores, monseuir.
Lumarie L.R. D' Alembert- Hechicero/Realeza
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Re: Eres como mi hermano, aunque no comparta tu sangre ;; Lancelot
Mantuvo la mirada baja, consciente de que ahora lo miraba con lástima, sentimiento que ahora no le interesaba ni le agradaba, no ayudaba a su estado de ánimo y lo empeoraba por momentos, porque estaba ya bastante hundido como para que todo aquello le explotase en la cara con aquella fuerza. No se había planteado hasta entonces que pudiese haber llegado tan bajo, pero sus gestos lo indicaron todo; había tocado fondo.
Su vano intento de hacer que la conversación no se centrase en él no sirvió de nada, lo que no ayudó a su autoestima. El que "sintiesen lástima" no le ayudaba y los gestos de compasión tampoco le agradaban, pues llevaba cargando con ello desde la muerte de sus amigos, mucho antes de haber conocido al joven que ahora le posaba la mano en el hombro amistosamente en un gesto de confort o, al menos, eso intentaba. En parte, sí que se relajó y suspiró sonriendo levemente, intentando hacer parecer que no le importaba pero, al escuchar esa oferta, se emocionó demasiado, agarrándose a ello como si fuese un último aliento de supervivencia en ese lugar que tanto había aprendido a despreciar.
- ¡¿De verdad?! - Se le iluminó el rostro al instante, llenándose al instante de la vida que parecía haber perdido y se levantó - ¡Por supuesto! Será todo un honor aunque... - Bajó la mirada - No conozco el protocolo, como bien sabe, no he tenido sirvientes ni lo he sido, por lo que no sé qué cometido tiene un ayudante de cámara, monsieur, así que no sé si debería optar a ese cargo, aunque aprendo rápido y sé que podría hacerlo una vez conociese mi cometido - Hablaba atropelladamente, como si aquello también fuese una entrevista de trabajo.
Su vano intento de hacer que la conversación no se centrase en él no sirvió de nada, lo que no ayudó a su autoestima. El que "sintiesen lástima" no le ayudaba y los gestos de compasión tampoco le agradaban, pues llevaba cargando con ello desde la muerte de sus amigos, mucho antes de haber conocido al joven que ahora le posaba la mano en el hombro amistosamente en un gesto de confort o, al menos, eso intentaba. En parte, sí que se relajó y suspiró sonriendo levemente, intentando hacer parecer que no le importaba pero, al escuchar esa oferta, se emocionó demasiado, agarrándose a ello como si fuese un último aliento de supervivencia en ese lugar que tanto había aprendido a despreciar.
- ¡¿De verdad?! - Se le iluminó el rostro al instante, llenándose al instante de la vida que parecía haber perdido y se levantó - ¡Por supuesto! Será todo un honor aunque... - Bajó la mirada - No conozco el protocolo, como bien sabe, no he tenido sirvientes ni lo he sido, por lo que no sé qué cometido tiene un ayudante de cámara, monsieur, así que no sé si debería optar a ese cargo, aunque aprendo rápido y sé que podría hacerlo una vez conociese mi cometido - Hablaba atropelladamente, como si aquello también fuese una entrevista de trabajo.
Lancelot L'Olonnais- Licántropo Clase Media
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Re: Eres como mi hermano, aunque no comparta tu sangre ;; Lancelot
Se captó pena en su mirada, haciendo que realmente tuviese ganas de abrazarle entre mis brazos y hacer que su dolor pasase lentamente para así poder verle sonreír de nuevo como aquella vez cuando era un infante. En mi vida nunca había visto una sonrisa más pura y sincera que la de Lancelot en sus tiempos mozos, cuando yo estaba en su casa de aquel pueblecito y no dejaba de estar a su lado como una lapa... como un hermano pequeño.
Cuando se llenó de ilusión gracias a mi propuesta, me dio un vuelco al corazón y sonreí ampliamente al notar como casi saltaba de felicidad por el trabajo que le ofrecí. Me encantaba su manera de hablar en ese momento, pues denotaba que se veía nervioso e impaciente por conseguir empleo. Yo, en cambio, daría lo que hiciese falta para tenerlo a mi lado, simplemente por el mero hecho que ya su presencia en si me hacía feliz por los recuerdos.
Sonreí ampliamente y cuando intentó remendarse, diciendo que podría ser bueno, crucé mis piernas y me giré levemente hacía él, inspeccionándole con cara de interés. No hablé durante unos segundos, manteniendo esa cara para meterle miedo y nervios. Podía notar como temblaba y, al estar así un minuto, al final me eché a reír y, apoyando una mano en su hombro, le respondí con una repuesta afirmativa.
- No hace falta que conozcas nada, amigo mío. Con que solamente hagas dos o tres cosas en mi casa y me acompañes en mis compras y a todo lo que a vos le parezca, ayudando a mis pocas sirvientas, se lo agradecería. -Le comenté mientras le daba dos golpes en la espalda y volvía a poner mi espalda recta en el respaldo de madera mientras cruzaba mis pies y estiraba mis manos, girando mi cabeza hacía él para no perder el contacto visual.- Podrás vivir en mi casa si lo deseas. -Proseguí.- Tengo habitaciones de sobra y puedes dormir donde te plazca para hacer mejor tu trabajo e, incluso, para estar más juntos, como esos veranos, ¿No? -Dije esta vez yo con la misma ilusión que mostró él con anterioridad, agarrando sus dos manos mientras sonreía ampliamente. Me di cuenta de como estaba y volví a mi posición, tosiendo levemente para intentar disimular.- Oh, lo siento, es que me emociono un poco. Mis disculpas.
Cuando se llenó de ilusión gracias a mi propuesta, me dio un vuelco al corazón y sonreí ampliamente al notar como casi saltaba de felicidad por el trabajo que le ofrecí. Me encantaba su manera de hablar en ese momento, pues denotaba que se veía nervioso e impaciente por conseguir empleo. Yo, en cambio, daría lo que hiciese falta para tenerlo a mi lado, simplemente por el mero hecho que ya su presencia en si me hacía feliz por los recuerdos.
Sonreí ampliamente y cuando intentó remendarse, diciendo que podría ser bueno, crucé mis piernas y me giré levemente hacía él, inspeccionándole con cara de interés. No hablé durante unos segundos, manteniendo esa cara para meterle miedo y nervios. Podía notar como temblaba y, al estar así un minuto, al final me eché a reír y, apoyando una mano en su hombro, le respondí con una repuesta afirmativa.
- No hace falta que conozcas nada, amigo mío. Con que solamente hagas dos o tres cosas en mi casa y me acompañes en mis compras y a todo lo que a vos le parezca, ayudando a mis pocas sirvientas, se lo agradecería. -Le comenté mientras le daba dos golpes en la espalda y volvía a poner mi espalda recta en el respaldo de madera mientras cruzaba mis pies y estiraba mis manos, girando mi cabeza hacía él para no perder el contacto visual.- Podrás vivir en mi casa si lo deseas. -Proseguí.- Tengo habitaciones de sobra y puedes dormir donde te plazca para hacer mejor tu trabajo e, incluso, para estar más juntos, como esos veranos, ¿No? -Dije esta vez yo con la misma ilusión que mostró él con anterioridad, agarrando sus dos manos mientras sonreía ampliamente. Me di cuenta de como estaba y volví a mi posición, tosiendo levemente para intentar disimular.- Oh, lo siento, es que me emociono un poco. Mis disculpas.
Lumarie L.R. D' Alembert- Hechicero/Realeza
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Re: Eres como mi hermano, aunque no comparta tu sangre ;; Lancelot
Las miradas que recibía lo ponían nervioso, como si algo en su interior le dijese que estaban a punto de encontrar su pequeño gran secreto, más bien parecía que el lobo era quien se lo decía, que lo intentaba advertir. Tenía que reconocer que lo bueno de tener ese problema era que estaba mucho más espabilado ante ese tipo de situaciones, y en ese momento comenzó a alertarlo con fuerza, pero intentó evitar hacerle demasiado caso.
-Gracias... de verdad, siquiera sé por qué haces todo esto por mí - Rió suavemente algo cohibido por la suerte que había tenido al encontrarlo, no solo por recordar viejos tiempos, si no por todo lo que le ofrecía: Un buen hogar, un trabajo relatívamente sencillo... era la oportunidad de su vida si quería sobrevivir. Ahora solo le quedaba saber qué excusa podría la noche de luna llena... Cada mes... Sonrió al instante y asintió - Es agradable contar con un amigo en esta ciudad, realmente me gusta tan poco... Me hubiese gustado quedarme en casa pero así van las cosas, me temo que no puedo volver - rió suavemente - Pero no hablemos de eso - Le apretó las manos un poco sonriendo y lo soltó - ¿Dónde vive? ¿Está muy lejos de aquí? Quiero irme de esa posada ya... es un lugar insufrible... Siento presionar, pero de verdad, no lo aguanto.
-Gracias... de verdad, siquiera sé por qué haces todo esto por mí - Rió suavemente algo cohibido por la suerte que había tenido al encontrarlo, no solo por recordar viejos tiempos, si no por todo lo que le ofrecía: Un buen hogar, un trabajo relatívamente sencillo... era la oportunidad de su vida si quería sobrevivir. Ahora solo le quedaba saber qué excusa podría la noche de luna llena... Cada mes... Sonrió al instante y asintió - Es agradable contar con un amigo en esta ciudad, realmente me gusta tan poco... Me hubiese gustado quedarme en casa pero así van las cosas, me temo que no puedo volver - rió suavemente - Pero no hablemos de eso - Le apretó las manos un poco sonriendo y lo soltó - ¿Dónde vive? ¿Está muy lejos de aquí? Quiero irme de esa posada ya... es un lugar insufrible... Siento presionar, pero de verdad, no lo aguanto.
Lancelot L'Olonnais- Licántropo Clase Media
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Re: Eres como mi hermano, aunque no comparta tu sangre ;; Lancelot
Pensé que el día iría de mal a en peor, poniendo mis pensamientos más depresivos en el anterior estado de humor que me encontraba, pero ahora estaba de lo más animado y feliz. Era agradable encontrarse con alguien que me había criado desde muy pequeño que ahora estaba a mi lado, conservándose más joven de lo que en verdad aparentaba cuando era un mozuelo. ¿Por qué no había cambiado nada? ¿No se suponía que ahora debería de tener sus cuarenta o treinta años bien cumplidos? No quise dar amago de mis poderes, pero noté una aura diferente... como muy espesa y demasiado cargada.
No me preocupé demasiado y seguí escuchándole, sin apenas escuchar lo primero que dijo al estar centrado en su extraño comportamiento. Sonreí ampliamente, poniendo mis dos manos encima de mis rodillas rectas en aquel banco, con mi cuerpo levemente girado hacía él mientras mis ojos azules -disimulados por mi poder- no dejaban de observar su belleza joven.
- ¿En una posada vos? -Reí levemente, poniendo mis manos en mi boca.- Me hace reír. Puedes vivir en mi casa sin problema, monseiur. Es más, como su primera orden del día es que viva a mi lado. -Dije con un leve gesto con mi mano de señal hacía abajo, como que se quedase a mi lado. Después volví a comportarme, colocando mis mechones detrás de mis orejas y mi mano de nuevo en mi rodilla.- Se que harás bien el trabajo, confío en vos. Por eso le he contratrado y quiero que esté a mi lado, así que, ¿quieres que te enseñe donde va a vivir? -Le pregunté mientras me levantaba del banco, atusandome el polvo de mis pantalones. Le miré con una leve sonrisa.- ¿Me sigue?
No me preocupé demasiado y seguí escuchándole, sin apenas escuchar lo primero que dijo al estar centrado en su extraño comportamiento. Sonreí ampliamente, poniendo mis dos manos encima de mis rodillas rectas en aquel banco, con mi cuerpo levemente girado hacía él mientras mis ojos azules -disimulados por mi poder- no dejaban de observar su belleza joven.
- ¿En una posada vos? -Reí levemente, poniendo mis manos en mi boca.- Me hace reír. Puedes vivir en mi casa sin problema, monseiur. Es más, como su primera orden del día es que viva a mi lado. -Dije con un leve gesto con mi mano de señal hacía abajo, como que se quedase a mi lado. Después volví a comportarme, colocando mis mechones detrás de mis orejas y mi mano de nuevo en mi rodilla.- Se que harás bien el trabajo, confío en vos. Por eso le he contratrado y quiero que esté a mi lado, así que, ¿quieres que te enseñe donde va a vivir? -Le pregunté mientras me levantaba del banco, atusandome el polvo de mis pantalones. Le miré con una leve sonrisa.- ¿Me sigue?
Lumarie L.R. D' Alembert- Hechicero/Realeza
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Re: Eres como mi hermano, aunque no comparta tu sangre ;; Lancelot
- Sí, bueno, no me quedaba otra opción mientras buscaba un lugar donde establecerme, pero mi prioridad era un trabajo antes que eso...
La risa que se le escapó de los labios fue suficiente como para apreciar lo incómodo de la situación, al menos para él, pues ni le agradaba vivir en la posada ni le gustaba mendigar un hogar, aunque aquello era una buena opción a pesar de todo. Tomó aire y sonrió ampliamente, agradeciendo con ello el ofrecimiento, cogiéndole la mano para estrechársela con ímpetu, agitándosela casi con demasiada fuerza.
- Muchísimas gracias por todo, de verdad, estaba deseando abandonar ese lugar de mala muerte, olía mal y.. no quiero ni saber el estado del colchón en el que he dormido, doy por sentado que estaré infectado de cualquier bicho que pueda ocurrírsele, monsieur. - Se levantó al instante más que emocionado por el hecho de tener un nuevo lugar al que ir, una cama caliente, un baño... Sonrió como un idiota mientras lo pensaba, pero rápidamente se recompuso y sonrió levemente - Sí, vamos, estoy deseando llegar ya, pero antes... debería ir a recoger mis maletas... - Susurró avergonzado mientras miraba al suelo.
Pero pronto se puso recto, intentando recuperar la compostura, para adoptar de una vez su papel como ayudante del señor. Lo miró y sonrió - Si lo desea, también podemos hacer sus quehaceres, usted estaba aquí por algo, al ser su sirviente, debo portar sus paquetes. Primero deberíamos terminar con sus asuntos y depués ocuparnos de los míos, no soy, en absoluto, prioridad alguna.
La risa que se le escapó de los labios fue suficiente como para apreciar lo incómodo de la situación, al menos para él, pues ni le agradaba vivir en la posada ni le gustaba mendigar un hogar, aunque aquello era una buena opción a pesar de todo. Tomó aire y sonrió ampliamente, agradeciendo con ello el ofrecimiento, cogiéndole la mano para estrechársela con ímpetu, agitándosela casi con demasiada fuerza.
- Muchísimas gracias por todo, de verdad, estaba deseando abandonar ese lugar de mala muerte, olía mal y.. no quiero ni saber el estado del colchón en el que he dormido, doy por sentado que estaré infectado de cualquier bicho que pueda ocurrírsele, monsieur. - Se levantó al instante más que emocionado por el hecho de tener un nuevo lugar al que ir, una cama caliente, un baño... Sonrió como un idiota mientras lo pensaba, pero rápidamente se recompuso y sonrió levemente - Sí, vamos, estoy deseando llegar ya, pero antes... debería ir a recoger mis maletas... - Susurró avergonzado mientras miraba al suelo.
Pero pronto se puso recto, intentando recuperar la compostura, para adoptar de una vez su papel como ayudante del señor. Lo miró y sonrió - Si lo desea, también podemos hacer sus quehaceres, usted estaba aquí por algo, al ser su sirviente, debo portar sus paquetes. Primero deberíamos terminar con sus asuntos y depués ocuparnos de los míos, no soy, en absoluto, prioridad alguna.
Lancelot L'Olonnais- Licántropo Clase Media
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Re: Eres como mi hermano, aunque no comparta tu sangre ;; Lancelot
Eché una leve carcajada cuando Lancelot habló tan mal de aquel lugar donde pasó la noche pasada y algunas más, intentando no parecer demasiado descortés y criticador. Por mi parte, si hubiese estado ahí y visto aquellos bichos... ¡hubiese muerto del asco! No podía dormir con insectos y suciedad cerca mi, pues me sentía como sucio. Yo era así o sería mi manera de criarme, aunque, en cambio, si dijésemos de dormir en la calle con el frío o con calor extremo, me acostumbraría más rápido.
Me atusé mis cabellos y, al lado del joven -que debería de ser más adulto a mi parecer-, puse mi mano en su hombro para comenzar nuestra marcha. Tal y como dijo este, primero debíamos hacer mis tareas, pero lo último que resaltó no me gustó del todo, pues me hacía quedaar a mi como su jefe, lo cual no me gustaba mucho del todo.
- Bueno, pero lo que no quiero es que me trates como un jefe, sino como un amigo... un hermano. ¡Como siempre habíamos sido, monseuir! Solamente es un agradecimiento de todos esos años que me cuidaba los veranos en su casa y me defendía de los males cuando era un infante. Y así no me sentiría tan solo cuando mi padre marchase. -Comenté mientras empezamos a caminar, ya que yo hice una leve señal con mi cabeza para que siguiésemos nuestro camino.- Realmente no tengo muchas cosas que hacer, por no decir nada, así que podemos aprovechar y pasear o tomarnos algo en alguna taberna mientras me cuentas que tal tu vida, ¿No?
Sabía que ocultaba algo, que olía raro... que su aura no era como yo recordaba. Quería saber el porque se notaba así, pero... el hombre parecía tan asustado y tan descentrado que, seguramente, sería o imaginaciones mías o sus secretos mejor guardado. Sospechoso.
Me atusé mis cabellos y, al lado del joven -que debería de ser más adulto a mi parecer-, puse mi mano en su hombro para comenzar nuestra marcha. Tal y como dijo este, primero debíamos hacer mis tareas, pero lo último que resaltó no me gustó del todo, pues me hacía quedaar a mi como su jefe, lo cual no me gustaba mucho del todo.
- Bueno, pero lo que no quiero es que me trates como un jefe, sino como un amigo... un hermano. ¡Como siempre habíamos sido, monseuir! Solamente es un agradecimiento de todos esos años que me cuidaba los veranos en su casa y me defendía de los males cuando era un infante. Y así no me sentiría tan solo cuando mi padre marchase. -Comenté mientras empezamos a caminar, ya que yo hice una leve señal con mi cabeza para que siguiésemos nuestro camino.- Realmente no tengo muchas cosas que hacer, por no decir nada, así que podemos aprovechar y pasear o tomarnos algo en alguna taberna mientras me cuentas que tal tu vida, ¿No?
Sabía que ocultaba algo, que olía raro... que su aura no era como yo recordaba. Quería saber el porque se notaba así, pero... el hombre parecía tan asustado y tan descentrado que, seguramente, sería o imaginaciones mías o sus secretos mejor guardado. Sospechoso.
Lumarie L.R. D' Alembert- Hechicero/Realeza
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Re: Eres como mi hermano, aunque no comparta tu sangre ;; Lancelot
Era demasiado consciente de que no actuaba con normalidad, que llevaba diez años sin actuar con normalidad y ya era esa mala costumbre lo que guiaba su vida... El miedo, más, el terror que sentía lo dominaba por completo, la sensación de que era un ser horrible, que estaba siendo castigado por Dios... Aunque no recordaba nada del momento en el que ocurrió y lo agradecía, si lo recordase, estaba seguro que eloquecería y poco a poco se iría sumiendo en un bucle de depresión y terror en el cual... no estaba seguro de que pudiese sobrevivir. Aquel joven era un aliento para todos esos sentimientos, sentimientos que oprimían, que golpeaban y lo dejaban sin ganas de vivir.
No podía evitar mirarlo de vez en cuando ante sus gestos tan... extraños, tan presumidos, y pensar aquello le provocó una sonrisa tranquila mientras caminaba a su lado, asintiendo, tomando nota de que era un trabajo para un amigo, para la única persona cercana que tenía por ahora. - Lo tendré en cuenta, no se preocupe, estaré a su lado y cuidaré de usted, como antaño. - Asintió de nuevo mientras miraba sus propios pies pisando el suelo con paso lento, intentando no parecer ansioso - Sí, es una buena idea, me apetece algo para refrescar la garganta, esto de buscar trabajo es muy agotador, le deseo que jamás tenga que pasar por eso - Bromeó y rió suavemente.
En ese momento se olvidó de todo y pensó en una cerveza fría bañando su garganta, deleitándolo con su sabor... Sonrió ampliamente pues hacía mucho que no la probaba, era algo... de lo que podía prescindir y no se había permitido el lujo.
- Podría tener un par de días de descanso al mes? Sé que no debo pedirlo, que no es educado pero... realmente necesito esos días...tengo asuntos que atender...
No podía evitar mirarlo de vez en cuando ante sus gestos tan... extraños, tan presumidos, y pensar aquello le provocó una sonrisa tranquila mientras caminaba a su lado, asintiendo, tomando nota de que era un trabajo para un amigo, para la única persona cercana que tenía por ahora. - Lo tendré en cuenta, no se preocupe, estaré a su lado y cuidaré de usted, como antaño. - Asintió de nuevo mientras miraba sus propios pies pisando el suelo con paso lento, intentando no parecer ansioso - Sí, es una buena idea, me apetece algo para refrescar la garganta, esto de buscar trabajo es muy agotador, le deseo que jamás tenga que pasar por eso - Bromeó y rió suavemente.
En ese momento se olvidó de todo y pensó en una cerveza fría bañando su garganta, deleitándolo con su sabor... Sonrió ampliamente pues hacía mucho que no la probaba, era algo... de lo que podía prescindir y no se había permitido el lujo.
- Podría tener un par de días de descanso al mes? Sé que no debo pedirlo, que no es educado pero... realmente necesito esos días...tengo asuntos que atender...
Lancelot L'Olonnais- Licántropo Clase Media
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Re: Eres como mi hermano, aunque no comparta tu sangre ;; Lancelot
Estaba demasiado contento como para poder disimular mi rostro serio y solamente iba andando con una sornisa amplia, pensando que todo sería como antaño cuando solamente era un infante de unos doce o trece años. Los recuerdos de mi niñez en ese pueblo pequeño de Francia donde Lancelot vivía seguían invadiendo mi mente, haciendo que siguiese con esa felicidad en mi cuando escuchaba al hombre. Estaba realmente contento a su lado y sabía que su presencia en mi residencia iba a hacer de esto una grata estancia, por fin, en mi hogar.
Reía por aquel comentario crítico de su larga búsqueda de trabajo y, mientras caminaba a su lado, saliendo de aquella gran plaza donde se reunía la gente a pasar el rato.
- Tranquilo, tomaremos algo en una taberna antes de pasar por los recados y, después, pasaremos por mi hogar. ¿Te apetece así, viejo amigo? - Le propuse con una amplia sonrisa. Cuando escuché que pidió unos días, como si su voz pareciese quebradiza, casi que parecía que le iba a dar una paliza, asentí sin dudarlo. ¿Cómo no iba a darle esos dos días, encima de todo lo que haría por mi?- ¡Por supuesto, faltaría más! Te podría dar incluso una semana si es lo que deseas, Lancelot. Contad de que tengas un lugar para poder dormir esos días que estes ausentes, me quedaría tranquilo. No podía dejar que te pasase nada, eres como un buen hermano para mi, monseiur.- Confesé sin pelos en la lengua, mientras seguía caminando y le miraba de lado con una amplia sonrisa y un leve rubor, ya por los nervios de que me diría por mi atrevimiento.
Lo que no confesé era lo sospechoso que me parecía que, de pronto, me pidiese eso. ¿Por qué sería? ¿Qué asuntos tenía en mente? Lo conocía y sabía que era algo importante para pedirmelo así y tan nerviosamente... ¿tendría relación por su aspecto físico tan joven?
Reía por aquel comentario crítico de su larga búsqueda de trabajo y, mientras caminaba a su lado, saliendo de aquella gran plaza donde se reunía la gente a pasar el rato.
- Tranquilo, tomaremos algo en una taberna antes de pasar por los recados y, después, pasaremos por mi hogar. ¿Te apetece así, viejo amigo? - Le propuse con una amplia sonrisa. Cuando escuché que pidió unos días, como si su voz pareciese quebradiza, casi que parecía que le iba a dar una paliza, asentí sin dudarlo. ¿Cómo no iba a darle esos dos días, encima de todo lo que haría por mi?- ¡Por supuesto, faltaría más! Te podría dar incluso una semana si es lo que deseas, Lancelot. Contad de que tengas un lugar para poder dormir esos días que estes ausentes, me quedaría tranquilo. No podía dejar que te pasase nada, eres como un buen hermano para mi, monseiur.- Confesé sin pelos en la lengua, mientras seguía caminando y le miraba de lado con una amplia sonrisa y un leve rubor, ya por los nervios de que me diría por mi atrevimiento.
Lo que no confesé era lo sospechoso que me parecía que, de pronto, me pidiese eso. ¿Por qué sería? ¿Qué asuntos tenía en mente? Lo conocía y sabía que era algo importante para pedirmelo así y tan nerviosamente... ¿tendría relación por su aspecto físico tan joven?
Lumarie L.R. D' Alembert- Hechicero/Realeza
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Fecha de inscripción : 29/09/2013
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Datos de interés:
Re: Eres como mi hermano, aunque no comparta tu sangre ;; Lancelot
No dudó en seguir los pasos del que ahora era su señor hacia la mencionada taberna, sonriendo aún con timidez, pero cada vez más relajado. Por mucho que le costase debía reconocer que aquel joven inspiraba confianza y tenía la necesidad de encontrarse cómodo con alguien a pesar de su propia situación; echaba de menos un buen amigo y... aquel joven se lo brindaba con tanta facilidad... Acerleró un poco el paso y se sacudió la ropa que se había ensuciado no recordaba en qué momento y lo miró.
-La verdad, es que tengo ganas de establecerme - rió - Pero, como he dicho antes, no voy a negar algo de beber antes de ir a recoger sus encargos así como mis propias cosas. - Tomó aire sin creerse aún la buena suerte que había tenido, estaba en un estado vaporoso, en el cual se sentía tan liviano que podría ser capaz de volar. Por un momento olvidó su condición, olvidó todo lo malo que le había ocurrido y ahora tan solo tenía frente a él un futuro relajado, con un buen trabajo y una vida más o menos acomodada.
Al escuchar su respuesta en lo referente a sus días libres amplió la sonrisa pero negó, declinando la oferta de una semana de vacaciones. No, no iba a aceptar aquello, sobre todo porque ni tenía derecho ni lo necesitaba realmente. Siquiera sabía dónde iría, qué haría una semana fuera de casa vagando por el bosque?
- Muchas gracias por su tan amable ofrecimiento, pero me bastan con ese par de días, me iría por la mañana y volvería al día siguiente, no necesito más, prefiero estar cerca de usted por si me necesita. - El rubor de sus mejillas hizo que se le contagiase el buen humor, no podía evitarlo y ahora parecía que el sol brillaba de otro modo, de forma más cálida. Entonces se percató de que algo en su interior empezaba a flaquear y eso no le gustó.
-La verdad, es que tengo ganas de establecerme - rió - Pero, como he dicho antes, no voy a negar algo de beber antes de ir a recoger sus encargos así como mis propias cosas. - Tomó aire sin creerse aún la buena suerte que había tenido, estaba en un estado vaporoso, en el cual se sentía tan liviano que podría ser capaz de volar. Por un momento olvidó su condición, olvidó todo lo malo que le había ocurrido y ahora tan solo tenía frente a él un futuro relajado, con un buen trabajo y una vida más o menos acomodada.
Al escuchar su respuesta en lo referente a sus días libres amplió la sonrisa pero negó, declinando la oferta de una semana de vacaciones. No, no iba a aceptar aquello, sobre todo porque ni tenía derecho ni lo necesitaba realmente. Siquiera sabía dónde iría, qué haría una semana fuera de casa vagando por el bosque?
- Muchas gracias por su tan amable ofrecimiento, pero me bastan con ese par de días, me iría por la mañana y volvería al día siguiente, no necesito más, prefiero estar cerca de usted por si me necesita. - El rubor de sus mejillas hizo que se le contagiase el buen humor, no podía evitarlo y ahora parecía que el sol brillaba de otro modo, de forma más cálida. Entonces se percató de que algo en su interior empezaba a flaquear y eso no le gustó.
Lancelot L'Olonnais- Licántropo Clase Media
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Fecha de inscripción : 27/09/2013
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