AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24
En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.
Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.
Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org
Últimos temas
Sabor a plomo {Cilo}
2 participantes
Página 1 de 1.
Sabor a plomo {Cilo}
Jean-Pierre Revéillère, uno de los hombres más respetados en la ciudad de París gracias a su “apellido”, vislumbró el horizonte al tiempo en que suspiraba profundamente. Sus ojos, teñidos bajo la melancólica mirada de quien no es capaz de olvidar, escrutaron todo aquello que le rodeaba mientras caminaba con relativa tranquilidad. A su alrededor todo parecía haberse sumergido en el triste ensueño de una duermevela negra de la cual, ahora, resultaba imposible escapar. Sueños y realidad se habían fundido en un solo ente al no ser capaz de olvidar: aquellos fantasmas del pasado siempre evocados bajo el nombre de recuerdos no le dejaban descansar… No resultó extraño, bajo tal pretexto, que no atinase a comprender si aquel hombre que yacía tirado sobre la pared era un recuerdo o, por otro lado, un hombre real. Resopló de forma intranquila, intentando desdeñar el misterio que su propia mente formulaba en su persona. Con los guantes puestos, para evitar dejar huellas, examinó las zonas circundantes al cadáver. Cuando se acercó a él y su compañero le dijo un par de cosas comprendió que todo aquello era real, que un nuevo recuerdo pasaría a formar parte de su ser. – ¿Quién era? – preguntó Jean-Pierre mientras miraba a su compañero, Daniel. El susodicho realizó una breve y detallada explicación sobre la identidad de aquel sujeto: un mercader de la zona de quien se tenían sospechas sobre tráfico de sustancias ilegales. Revéillère se acarició el entrecejo mientras observaba aquel cuerpo: una puñalada en el abdomen y dos en el pecho habían acabado con su vida. El olor a sangre era excepcionalmente y su ropa estaba completamente manchada de sangre.
- Mira a ver si encuentras algo en la tienda – dijo, casi a modo de orden, con un tono de voz de lo más neutral. Él ya entraría luego, siempre lo hacía aunque no le gustase: el ser capaz de recordar con una precisión casi inhumana todo aquello que observase era su mejor arma, junto a su astucia, como agente de la ley pero… Bueno, no resultaba especialmente agradable el saber que aquel grisáceo rostro y aquellas heridas no serían jamás olvidados. Jean-Pierre suspiró con pesadez mientras examinaba el cuerpo cuando, de repente, un sonido metálico le alertó de que algo pasaba. Miró a su diestra y se encontró con una gran pila de basura. La observó con curiosidad, sacó su arma de fuego y se puso en pie. Se acercó hasta los cubos de basura con lentitud, midiendo cada uno de sus pasos. Uno, dos y tres pasos muy lentos precedieron a una rápida carrera hacia el frente. Cuando el cañón de su pistola apunto a la zona trasera de los cubos no se encontró con nada, fue su espalda la que sufrió el acoso de un individuo desconocido. Un acero blanco pero embadurnado en sangre surcó el aire cuando el agente de la ley saltó hacía atrás, esquivándolo y tropezándose con los cubos de basura. - ¡Daniel! – exclamó, explotando su potente tono de voz, mientras trataba de incorporarse. El asaltante, que cubría su rostro con una máscara de Guy Fawkes, le miró a través de las rendijas de su protección antes de salir corriendo a toda velocidad. Jean-Pierre se incorporó con dificultades, enfundó su pistola y salió corriendo tras la pista de aquel misterioso hombre que, de por seguro, era el asesino.
Su rostro, inexpresivo, no se inmutó en ningún momento. Su respiración agitada así como las aceleradas pulsaciones de su corazón dictaron, sin embargo, que el esfuerzo le estaba pasando factura. Calles y laberintos de asfalto se interpusieron entre él y el criminal sin que terminase de poder darle alcance. Habría sido una opción gritarle el que se detuviese pero sabía que no lo haría. Daniel, a quien había perdido de vista, seguramente le estaría siguiendo muy de cerca pero no podía esperarle. El hombre giró en una intersección y se introdujo en lo que, aparentemente, debía ser un callejón sin salida. Conocía aquel lugar, en aquella callejuela había una pequeña pastelería con unos postres deliciosos, una que solía frecuentar en sus días libres. Por un breve segundo la imagen de su esposa y su hija muertas aparecieron en su cabeza pero se centró en la imagen que tenía frente a sus ojos: la de un lugar que conocía perfectamente, hasta el más mínimo detalle. Aquellas escaleras de incendios rotas, la tubería que sobresalía desde el segundo piso o la siempre presente maceta del cuarto. Todos aquellos detalles se los sabía de memoria pero no lo servirían de nada, no en aquel momento. Al final el presunto asesino, aunque estaba seguro de que lo era, se vio acorralado contra una larga verja de metal. Estaba, literalmente, atrapado pero, de repente, algo paso… La puerta de la pastelería se abrió mientras el agente de la ley alzaba el arma al frente. El criminal, sin dudarlo ni un solo segundo, se lanzó hacía la joven que apareció desde el umbral del establecimiento. Su cuchillo, firmemente sobre su cuello, cerró muchas puertas que podrían haber sido usadas para atraparle. – Joder… - masculló, entre dientes, mientras maldecía su mala suerte. Intentó buscar en los archivos de su memoria situaciones similares pero no tenía ninguna. Su arma de fuego, que era un revolver, no le sería de mucha ayuda en aquella situación... ¿Tendría que usar sus poderes? Prefería no tener que hacerlo, era peligroso.
- Mira a ver si encuentras algo en la tienda – dijo, casi a modo de orden, con un tono de voz de lo más neutral. Él ya entraría luego, siempre lo hacía aunque no le gustase: el ser capaz de recordar con una precisión casi inhumana todo aquello que observase era su mejor arma, junto a su astucia, como agente de la ley pero… Bueno, no resultaba especialmente agradable el saber que aquel grisáceo rostro y aquellas heridas no serían jamás olvidados. Jean-Pierre suspiró con pesadez mientras examinaba el cuerpo cuando, de repente, un sonido metálico le alertó de que algo pasaba. Miró a su diestra y se encontró con una gran pila de basura. La observó con curiosidad, sacó su arma de fuego y se puso en pie. Se acercó hasta los cubos de basura con lentitud, midiendo cada uno de sus pasos. Uno, dos y tres pasos muy lentos precedieron a una rápida carrera hacia el frente. Cuando el cañón de su pistola apunto a la zona trasera de los cubos no se encontró con nada, fue su espalda la que sufrió el acoso de un individuo desconocido. Un acero blanco pero embadurnado en sangre surcó el aire cuando el agente de la ley saltó hacía atrás, esquivándolo y tropezándose con los cubos de basura. - ¡Daniel! – exclamó, explotando su potente tono de voz, mientras trataba de incorporarse. El asaltante, que cubría su rostro con una máscara de Guy Fawkes, le miró a través de las rendijas de su protección antes de salir corriendo a toda velocidad. Jean-Pierre se incorporó con dificultades, enfundó su pistola y salió corriendo tras la pista de aquel misterioso hombre que, de por seguro, era el asesino.
Su rostro, inexpresivo, no se inmutó en ningún momento. Su respiración agitada así como las aceleradas pulsaciones de su corazón dictaron, sin embargo, que el esfuerzo le estaba pasando factura. Calles y laberintos de asfalto se interpusieron entre él y el criminal sin que terminase de poder darle alcance. Habría sido una opción gritarle el que se detuviese pero sabía que no lo haría. Daniel, a quien había perdido de vista, seguramente le estaría siguiendo muy de cerca pero no podía esperarle. El hombre giró en una intersección y se introdujo en lo que, aparentemente, debía ser un callejón sin salida. Conocía aquel lugar, en aquella callejuela había una pequeña pastelería con unos postres deliciosos, una que solía frecuentar en sus días libres. Por un breve segundo la imagen de su esposa y su hija muertas aparecieron en su cabeza pero se centró en la imagen que tenía frente a sus ojos: la de un lugar que conocía perfectamente, hasta el más mínimo detalle. Aquellas escaleras de incendios rotas, la tubería que sobresalía desde el segundo piso o la siempre presente maceta del cuarto. Todos aquellos detalles se los sabía de memoria pero no lo servirían de nada, no en aquel momento. Al final el presunto asesino, aunque estaba seguro de que lo era, se vio acorralado contra una larga verja de metal. Estaba, literalmente, atrapado pero, de repente, algo paso… La puerta de la pastelería se abrió mientras el agente de la ley alzaba el arma al frente. El criminal, sin dudarlo ni un solo segundo, se lanzó hacía la joven que apareció desde el umbral del establecimiento. Su cuchillo, firmemente sobre su cuello, cerró muchas puertas que podrían haber sido usadas para atraparle. – Joder… - masculló, entre dientes, mientras maldecía su mala suerte. Intentó buscar en los archivos de su memoria situaciones similares pero no tenía ninguna. Su arma de fuego, que era un revolver, no le sería de mucha ayuda en aquella situación... ¿Tendría que usar sus poderes? Prefería no tener que hacerlo, era peligroso.
Jean-Pierre Réveillère- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 28
Fecha de inscripción : 30/09/2013
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Sabor a plomo {Cilo}
-Érase una vez, una hermosa princesa que nacía en las tierras donde la magia crecía sin cesar, en un reino donde sus torreones eran tan altas que se escondían entre las nubes, de blanca piedra eran sus edificios, y sus ventanas estaban siempre decoradas con guirnaldas de festivos medievales, de hiedras de hojas con un color verde vivo y la gente del reino, estaba en regocijo, porque la pequeña princesa había llegado al reino, había nacido en la aurora y ese fue el nombre el cual usaron para la pequeña, la llamaron Aurora….-La hermosa Cilo relataba al grupo de niños del orfanato un trozo del relato de La Bella Durmiente.
Algunos saben cómo acaban, ella si lo sabe, de hecho un cuento de hadas es lo que ha sufrido en el pasado, pero con un final bastante sádico y triste. Cilo Nightleaf ahora tenía la compañía de los niños del orfanato, niños que habían perdido o no sabían de su familia siquiera si existía apenas. Ella misma se parecía a ellos. Ella perdió a su familia y solo le quedo su hermana que también murió por defenderla. Con el tiempo en Paris se había fortalecido, se había hecho más fuerte y ahora miraba la vida de frente, pero al igual estaba completamente sola. La tarde paso para todos rápidamente. Ella tenía hambre y ahora los niños estaban todos dándose un baño por turnos. Cilo estaba hambrienta, tenía hambre que quizás jamás se la podría quitar aunque siempre había una solución, que le dieran uno de esos bollos de una panadería que estaba teniendo demasiada fama para variar y si, esta vez tenía dinero gracias a quien la cuidaba de vez en cuando, mandándola dinero a su buzón ocasionalmente.
-¿Qué quieres de comer? -Preguntó a uno de los niños que parecía no querer la cena de esa noche. Ella se arrodillo ante el pequeño, mirándolo con dulzura y solamente pensaba en que no estaba bien-...¿Porque no comes? -El niño solo seguía callado, pensando en que no quería lo que tenía delante, cosa que lo comía todos los días, quería algún extra, quería comer algo que no fueran gachas o arroz que parecía no tener hasta buen color-…Pequeño…Tienes que comer…-beso la sien del pequeño-…Si no comes, no podrás ser fuerte y ni un gran policía como se supone que quieres llegar a ser…-sonriendo, se sentó al lado del pequeño en aquel banco, este se acurruco en el brazo de ella, pero como si hiciera magia, el pequeño comenzó a comer a ojos de ella, entonces ella se acercó al odio del pequeño-…Si te lo tomas todo….Te compraré un panecillo de aquella panadería que se ha vuelto tan famosa….-Y enseguida, en menos de media hora el pequeño no había dejado ni una sola pizca de la sopa de pollo que habían preparado esa noche.
-Enseguida vengo pequeño…
-¡Espera Cilo!-Dijo Clarisa, una compañera del orfanato-…Iré contigo…me pilla cerca de casa…-Sonriendo se quedó Cilo. No iría sola por las calles de Paris a horas tan tardías del día. Y dicho y hecho, ambas se dedicaron a pasear un poco por las calles, en dirección hacia la panadería, Clarisa era amiga de la hija de la panadera que hacían esos panecillos que Cilo compraría para el huérfano, que sabían a gloria y enteramente era un pecado probar uno. No quería pensar en que otras cantidades de dulces o algún otro tipo de pan en el escaparate para su degustación. Cuando llegaron, escucharon por los callejones que había peleas, Cilo recordó aquella vez que se vio metida en las calles del burdel, aquellas por las que se equivocó y que por ello…llego a otro cuento con final triste. Se preguntaba cuando iba a tener ella su cuento de hadas, pero todos aquellos bastos pensamientos se fueron cuando encontraron la panadería y ahí degustaron varias muestras que para ella misma, eran una oportunidad exquisita…Solo que tendría que guardarse unos pocos para el pequeño que estaría esperándola. Tenía que darse prisa.
-Cilo…Yo me voy…-Clarisa parecía estar cansada esa noche, Cilo la despidió, vio como salía de la panadería por la parte de atrás pero enseguida Cilo grito el nombre de su compañera, grito “¡CUIDADO!” pero como Clarisa se despedía de ella, no se dio cuenta de la puñalada de un loco que enseguida se en la curvatura del cuello. Cilo grito, las dueñas de la panadería huyeron hacia el otro sentido, pero Cilo había huido muchas veces y esta vez no lo haría, se acercó al agresor y con un movimiento de manos, Cilo enseguida, con sus poderes hacia aparecer una, dos, tres bolas de humo que parecían balones contra el oponente, viendo como salía de la puerta hacia el exterior, perdiéndose en la nada- ¡CLARISA!-Cilo enseguida fue a socorrerla, intentando parar la hemorragia del cuello. No le gustaba la sangre. No, no le gustaba. Le hacía recordar a sus peores pesadillas.
Algunos saben cómo acaban, ella si lo sabe, de hecho un cuento de hadas es lo que ha sufrido en el pasado, pero con un final bastante sádico y triste. Cilo Nightleaf ahora tenía la compañía de los niños del orfanato, niños que habían perdido o no sabían de su familia siquiera si existía apenas. Ella misma se parecía a ellos. Ella perdió a su familia y solo le quedo su hermana que también murió por defenderla. Con el tiempo en Paris se había fortalecido, se había hecho más fuerte y ahora miraba la vida de frente, pero al igual estaba completamente sola. La tarde paso para todos rápidamente. Ella tenía hambre y ahora los niños estaban todos dándose un baño por turnos. Cilo estaba hambrienta, tenía hambre que quizás jamás se la podría quitar aunque siempre había una solución, que le dieran uno de esos bollos de una panadería que estaba teniendo demasiada fama para variar y si, esta vez tenía dinero gracias a quien la cuidaba de vez en cuando, mandándola dinero a su buzón ocasionalmente.
-¿Qué quieres de comer? -Preguntó a uno de los niños que parecía no querer la cena de esa noche. Ella se arrodillo ante el pequeño, mirándolo con dulzura y solamente pensaba en que no estaba bien-...¿Porque no comes? -El niño solo seguía callado, pensando en que no quería lo que tenía delante, cosa que lo comía todos los días, quería algún extra, quería comer algo que no fueran gachas o arroz que parecía no tener hasta buen color-…Pequeño…Tienes que comer…-beso la sien del pequeño-…Si no comes, no podrás ser fuerte y ni un gran policía como se supone que quieres llegar a ser…-sonriendo, se sentó al lado del pequeño en aquel banco, este se acurruco en el brazo de ella, pero como si hiciera magia, el pequeño comenzó a comer a ojos de ella, entonces ella se acercó al odio del pequeño-…Si te lo tomas todo….Te compraré un panecillo de aquella panadería que se ha vuelto tan famosa….-Y enseguida, en menos de media hora el pequeño no había dejado ni una sola pizca de la sopa de pollo que habían preparado esa noche.
-Enseguida vengo pequeño…
-¡Espera Cilo!-Dijo Clarisa, una compañera del orfanato-…Iré contigo…me pilla cerca de casa…-Sonriendo se quedó Cilo. No iría sola por las calles de Paris a horas tan tardías del día. Y dicho y hecho, ambas se dedicaron a pasear un poco por las calles, en dirección hacia la panadería, Clarisa era amiga de la hija de la panadera que hacían esos panecillos que Cilo compraría para el huérfano, que sabían a gloria y enteramente era un pecado probar uno. No quería pensar en que otras cantidades de dulces o algún otro tipo de pan en el escaparate para su degustación. Cuando llegaron, escucharon por los callejones que había peleas, Cilo recordó aquella vez que se vio metida en las calles del burdel, aquellas por las que se equivocó y que por ello…llego a otro cuento con final triste. Se preguntaba cuando iba a tener ella su cuento de hadas, pero todos aquellos bastos pensamientos se fueron cuando encontraron la panadería y ahí degustaron varias muestras que para ella misma, eran una oportunidad exquisita…Solo que tendría que guardarse unos pocos para el pequeño que estaría esperándola. Tenía que darse prisa.
-Cilo…Yo me voy…-Clarisa parecía estar cansada esa noche, Cilo la despidió, vio como salía de la panadería por la parte de atrás pero enseguida Cilo grito el nombre de su compañera, grito “¡CUIDADO!” pero como Clarisa se despedía de ella, no se dio cuenta de la puñalada de un loco que enseguida se en la curvatura del cuello. Cilo grito, las dueñas de la panadería huyeron hacia el otro sentido, pero Cilo había huido muchas veces y esta vez no lo haría, se acercó al agresor y con un movimiento de manos, Cilo enseguida, con sus poderes hacia aparecer una, dos, tres bolas de humo que parecían balones contra el oponente, viendo como salía de la puerta hacia el exterior, perdiéndose en la nada- ¡CLARISA!-Cilo enseguida fue a socorrerla, intentando parar la hemorragia del cuello. No le gustaba la sangre. No, no le gustaba. Le hacía recordar a sus peores pesadillas.
Dawn Nimmet- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 97
Fecha de inscripción : 12/03/2012
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Sabor a plomo {Cilo}
Todo pasó demasiado rápido como para que el agente de la ley pudiese hacer algo. Un amargo suspiro emergió de entre sus labios cuando sintió el olor de la sangre en el ambiente. Aquellas bolas de humo, por alguna extraña razón, no parecieron sorprenderle en lo más mínimo y, si lo hicieron, no lo demostró. Escuchó, a sus espaldas, un grito por parte de su compañero. Fuego. De repente una pequeña explosión nació desde el cañón de su arma de fuego. El proyectil disparado surcó el aire y, ante la falta de una segunda amenaza potencial, dio en el blanco fácilmente. El criminal soltó un berrido antes de atravesar aquel supuesto umbral que le ayudaría a escapar pero aquella pierna que, de por seguro, acababa de dejarle inútil no se lo permitiría. No por mucho tiempo. – Persíguele, Daniel – ordenó, con un tono de voz brusco y elocuente, cuando su compañero pasó corriendo por su lado. El otro no dijo nada, se limitó a seguir corriendo tras su presa mientras Jean-Pierre se acercaba, con paso acelerado, hasta la joven que había resultado herida. Observó como una joven dama se acercaba también hasta ella pero no le hizo caso o, al menos, no de buenas a primeras. Se arrodilló junto a la joven que gorgoteaba sangre del cuello a causa de la herida. Aquello no tenía buena pinta pero, por suerte, no era demasiado profundo. El asesino, al parecer, no era demasiado bueno con aquella clase de cortes pues, de lo contrario, no habría tenido alguna oportunidad. Habría muerto casi al instante, habría perdido el brillo de sus ojos en cuestión de unos solos segundos y, sin embargo, aún estaba ahí. – No pierdas tiempo y corre a pedir ayuda médica, si no quieres que tu amiga viva no hagas preguntas, corre y pide ayuda – dijo con un tono de voz severo y tranquilo. Réveillère no había perdido la calma en ningún momento y así lo demostró con sus precisas órdenes, casi parecía estar acostumbrado a aquella clase de situaciones: un herido, un conocido y la estela de la muerte tras los dos. No, no era la primera vez que se encontraba con aquella clase de heridas lacerantes, había vivido muchas situaciones a vida o muerte a lo largo de su vida y, por suerte o por desgracia, recordaba cada detalle presenciado…
Jean-Pierre no se lo pensó ni un solo segundo y, sin mediar palabra ninguna, se enfundó la pistola para así poder quitarse la parte superior de su vestimenta con mayor facilidad. Sintió como el frío lo golpeaba cruentamente y como cada uno de los cabellos de su cuerpo se erizaban a causa de aquella gélida sensación. Estaban en invierno y aquello, francamente, no resultó nada agradable. Ahora, presa del frío, solo había quedado protegiendo su cuerpo una camiseta interior blanca pero era necesario. Con la prenda de ropa que se hubo quitado tapono fuertemente la herida para evitar que la sangre siguiese fluyendo y es que, por suerte, no había tocado ninguna zona especialmente delicada. Un corte superficial pero peligroso, algo que se podía tratar aun a sabiendas de lo nefasta que era la medicina de la época en la cual vivía. – No intentes decir nada – enunció, con un tono de voz imperativo, mientras esbozaba una sonrisa tranquilizadora. Sus manos, impregnadas en sangre ajena, hicieron presión con aquella cara vestimenta mientras seguía haciendo presión. La sangre, que antes fluía libremente, empezó a salir con menor intensidad ante la acción de la tela. Aquello era, sin embargo, solo un remedio temporal y que no duraría mucho tiempo. Por suerte en aquella zona de la ciudad solía haber bastantes médicos de mayor o menor calidad y a las malas… Su memoria eidética era una maldición pero también un don. En caso de ser necesario podría intentar hacerle cualquier tipo de apaño, coser la herida pero… Bueno, podría infectarse muy fácilmente. Necesaria de atención médica si o si, más temprano que tarde pero si, la necesitaría. Por suerte su compañero Daniel, que era un fanático de la medicina, siempre llevaba agujas e hilo de catgut, así como otros materiales de primeros auxilios, con él.
Escuchó, entonces, un disparo a los lejos y a los pocos minutos su compañero vino negando: el criminal estaba muerto. Jean-Pierre suspiró con resignación –debido a que ya había decidido la forma en la cual torturaría y asesinaría a aquel hijo de mala madre– mientras esperaba a que la joven pudiese encontrar algún médico de verdad que pudiese salvar la vida de su amiga, era mejor que lo hiciese un profesional y no alguien que solamente memorizaba todo lo que veía y/o vivía. – Ve a buscar el catgut al coche de punto, y el resto de cosas. Corre – ordenó, nuevamente, con aquel severo tono de voz. Daniel, tras asentir ligeramente, salió corriendo como alma que llevaba al diablo. No estaba demasiado lejos pero era mejor que saliese a buscarlo ya por si acaso, por si la amiga no conseguía encontrar a alguien con la capacidad de salvarla. Jean-Pierre empezó a sentir como el frío lo golpeaba más duramente, cada vez lo sentía más duramente…
Jean-Pierre no se lo pensó ni un solo segundo y, sin mediar palabra ninguna, se enfundó la pistola para así poder quitarse la parte superior de su vestimenta con mayor facilidad. Sintió como el frío lo golpeaba cruentamente y como cada uno de los cabellos de su cuerpo se erizaban a causa de aquella gélida sensación. Estaban en invierno y aquello, francamente, no resultó nada agradable. Ahora, presa del frío, solo había quedado protegiendo su cuerpo una camiseta interior blanca pero era necesario. Con la prenda de ropa que se hubo quitado tapono fuertemente la herida para evitar que la sangre siguiese fluyendo y es que, por suerte, no había tocado ninguna zona especialmente delicada. Un corte superficial pero peligroso, algo que se podía tratar aun a sabiendas de lo nefasta que era la medicina de la época en la cual vivía. – No intentes decir nada – enunció, con un tono de voz imperativo, mientras esbozaba una sonrisa tranquilizadora. Sus manos, impregnadas en sangre ajena, hicieron presión con aquella cara vestimenta mientras seguía haciendo presión. La sangre, que antes fluía libremente, empezó a salir con menor intensidad ante la acción de la tela. Aquello era, sin embargo, solo un remedio temporal y que no duraría mucho tiempo. Por suerte en aquella zona de la ciudad solía haber bastantes médicos de mayor o menor calidad y a las malas… Su memoria eidética era una maldición pero también un don. En caso de ser necesario podría intentar hacerle cualquier tipo de apaño, coser la herida pero… Bueno, podría infectarse muy fácilmente. Necesaria de atención médica si o si, más temprano que tarde pero si, la necesitaría. Por suerte su compañero Daniel, que era un fanático de la medicina, siempre llevaba agujas e hilo de catgut, así como otros materiales de primeros auxilios, con él.
Escuchó, entonces, un disparo a los lejos y a los pocos minutos su compañero vino negando: el criminal estaba muerto. Jean-Pierre suspiró con resignación –debido a que ya había decidido la forma en la cual torturaría y asesinaría a aquel hijo de mala madre– mientras esperaba a que la joven pudiese encontrar algún médico de verdad que pudiese salvar la vida de su amiga, era mejor que lo hiciese un profesional y no alguien que solamente memorizaba todo lo que veía y/o vivía. – Ve a buscar el catgut al coche de punto, y el resto de cosas. Corre – ordenó, nuevamente, con aquel severo tono de voz. Daniel, tras asentir ligeramente, salió corriendo como alma que llevaba al diablo. No estaba demasiado lejos pero era mejor que saliese a buscarlo ya por si acaso, por si la amiga no conseguía encontrar a alguien con la capacidad de salvarla. Jean-Pierre empezó a sentir como el frío lo golpeaba más duramente, cada vez lo sentía más duramente…
Jean-Pierre Réveillère- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 28
Fecha de inscripción : 30/09/2013
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Sabor a plomo {Cilo}
Había tardado más de unos minutos en buscar a alguien que pudiera ayudar a su amiga, ella había sido y era bruja pero no había bastado al parecer para salvar a su amiga, se había quedado con un hombre y esperaba que la estuviera ayudando. Suspirando, volvió apenada de no ver a ningún hombre que pudiera ayudarla, tampoco vio a ninguna mujer con la que pudiera charlar o quizás pedirle ayuda. Charlar, que tontería. Después de unos minutos, quince como mucho, regreso hacia donde había salido, encontrándose con aquel hombre que parecía tiritar de frio, ella misma le puso por encima el chal con el que había salido para abrigarse, en silencio y después ella misma se llenó de valor-….Ya…Dejo de sangrar…-tomo las manos ajenas manchadas de la sangre de su amiga, puso las propias sobre la herida y ella mismo apretó en las ropas-…He decepcionado a todos…-sonó afligida, mirando a los ojos de su amiga que solamente la sonreía.
-…Lo siento..-miro al hombre de ojos azules-….No...Pude encontrar a nadie…-las lágrimas, silenciosas, salieron poco a poco, ella miro entonces de nuevo a su amiga-…Lo siento querida. Es muy tarde y nadie se ha prestado a ayudarnos….-se mordió el labio inferior para no llorar más y parecer más patética aun de lo que se sentía entonces. Seguía apretando pero entonces vio que llego otro hombre, con algo entre sus manos- ¿Qué lleva ahí? –Dijo curiosa y con miedo a la vez, estaba helándose de frio, se quedó mirando al extraño, a los extraños-…que haréis..? –se quedó mirándolos alternativamente, después miro a su amiga-…No permitas que te conviertan con un cadáver…-murmuro sobre su frente, beso la frente de su amiga-…no quiero ser yo quien te controle después…-soltó libremente, estaba que no sabía qué hacer, solamente se echó a un lado, aun sujetando a presión hasta que le dijeron que parara, que ya se ocuparía el que llevaba la bolsita con algunas cosas.
Cilo no se dio cuenta de que era un catgut, entonces solamente se quedó más tranquila que antes. Los reconocía. Los había usado alguna que otra vez en el orfanato cuando alguien se había hecho alguna herida o algo del estilo. Mantuvo la tela que quito de la herida entre sus manos, mirando con firmeza a su amiga-…Te pondrás b-bien…-y entonces vio su vestido de tonos pastel embadurnado un poco con sangre, sangre de su amiga, de la tela que tenía entre sus manos pero solamente aquello le era secundario. Solo estaba concentrada en que su amiga estuviera bien-…-no dijo nada aunque le hubiera gustado gritar al otro para que se diera prisa, estaba tardando demasiado.
-Tienes que llevarme a tu casa un día ¿Recuerdas?-dijo suave a su amiga-…A comer tartaletas de frutos rojos y moras….-sonrió, le beso de nuevo en la frente, pero seguía apretando la tela entre sus manos. Tocaba la tela, la exploraba, acariciaba la textura, descubrió una hilera de botones, un cuello y entonces bajo la mirada a la tela. Una camisa, ¿de quién sería? Entonces miro a aquel a quien ofreció su manto para que no tuviera frio-….Pe-perdón...pensé que era un exhibicionista…-lentamente le tendió la tela de la camisa, hasta que ya no la tuvo en sus manos.
Sus manos le temblaban del miedo que tenía en su cuerpo, no paraba de sentir el frio en su cuerpo, jugaba con cierto nerviosismo entre sus manos y uñas de una manicura bien hecha, suspiraba poco a poco, termino pensando en irse, no soportaba la sangre, un momento basto para taparse la boca y darse la vuelta disimuladamente, ir un poco hacia la puerta, no soportaba la sangre y no se explicaba cómo había aguantado tanto tiempo. Se vio el vestido, parecía una banshee de aquellas leyendas de su tierra y en eso…recordó a su hermana, cayó arrodillada en el suelo, abrazándose a sí misma, llorando sin esconder ninguna lagrima-…Esmy….-murmuro su nombre, el nombre de su difunta hermana, la sangre de sus manos le dibujaban el recorrido de las huellas dactilares sobre su rostro, su nariz estaba taponada y se sentó en el suelo, acurrucándose en si misma-…No…otra muerte más, no…por…favor…-comenzó a mecerse en sí, aguantando que la pesadilla cesara.
-…Lo siento..-miro al hombre de ojos azules-….No...Pude encontrar a nadie…-las lágrimas, silenciosas, salieron poco a poco, ella miro entonces de nuevo a su amiga-…Lo siento querida. Es muy tarde y nadie se ha prestado a ayudarnos….-se mordió el labio inferior para no llorar más y parecer más patética aun de lo que se sentía entonces. Seguía apretando pero entonces vio que llego otro hombre, con algo entre sus manos- ¿Qué lleva ahí? –Dijo curiosa y con miedo a la vez, estaba helándose de frio, se quedó mirando al extraño, a los extraños-…que haréis..? –se quedó mirándolos alternativamente, después miro a su amiga-…No permitas que te conviertan con un cadáver…-murmuro sobre su frente, beso la frente de su amiga-…no quiero ser yo quien te controle después…-soltó libremente, estaba que no sabía qué hacer, solamente se echó a un lado, aun sujetando a presión hasta que le dijeron que parara, que ya se ocuparía el que llevaba la bolsita con algunas cosas.
Cilo no se dio cuenta de que era un catgut, entonces solamente se quedó más tranquila que antes. Los reconocía. Los había usado alguna que otra vez en el orfanato cuando alguien se había hecho alguna herida o algo del estilo. Mantuvo la tela que quito de la herida entre sus manos, mirando con firmeza a su amiga-…Te pondrás b-bien…-y entonces vio su vestido de tonos pastel embadurnado un poco con sangre, sangre de su amiga, de la tela que tenía entre sus manos pero solamente aquello le era secundario. Solo estaba concentrada en que su amiga estuviera bien-…-no dijo nada aunque le hubiera gustado gritar al otro para que se diera prisa, estaba tardando demasiado.
-Tienes que llevarme a tu casa un día ¿Recuerdas?-dijo suave a su amiga-…A comer tartaletas de frutos rojos y moras….-sonrió, le beso de nuevo en la frente, pero seguía apretando la tela entre sus manos. Tocaba la tela, la exploraba, acariciaba la textura, descubrió una hilera de botones, un cuello y entonces bajo la mirada a la tela. Una camisa, ¿de quién sería? Entonces miro a aquel a quien ofreció su manto para que no tuviera frio-….Pe-perdón...pensé que era un exhibicionista…-lentamente le tendió la tela de la camisa, hasta que ya no la tuvo en sus manos.
Sus manos le temblaban del miedo que tenía en su cuerpo, no paraba de sentir el frio en su cuerpo, jugaba con cierto nerviosismo entre sus manos y uñas de una manicura bien hecha, suspiraba poco a poco, termino pensando en irse, no soportaba la sangre, un momento basto para taparse la boca y darse la vuelta disimuladamente, ir un poco hacia la puerta, no soportaba la sangre y no se explicaba cómo había aguantado tanto tiempo. Se vio el vestido, parecía una banshee de aquellas leyendas de su tierra y en eso…recordó a su hermana, cayó arrodillada en el suelo, abrazándose a sí misma, llorando sin esconder ninguna lagrima-…Esmy….-murmuro su nombre, el nombre de su difunta hermana, la sangre de sus manos le dibujaban el recorrido de las huellas dactilares sobre su rostro, su nariz estaba taponada y se sentó en el suelo, acurrucándose en si misma-…No…otra muerte más, no…por…favor…-comenzó a mecerse en sí, aguantando que la pesadilla cesara.
Dawn Nimmet- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 97
Fecha de inscripción : 12/03/2012
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Temas similares
» A sangre y plomo. (privado)(+18)
» :Cilo Nightleaf:
» Los recuerdos son mas hermosos cuando se tienen inscritos en el corazón... ||Cilo's diary
» El sabor de la Sangre...
» Con sabor a sangre [Viola]
» :Cilo Nightleaf:
» Los recuerdos son mas hermosos cuando se tienen inscritos en el corazón... ||Cilo's diary
» El sabor de la Sangre...
» Con sabor a sangre [Viola]
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour