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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Danielle Morgan Lun Ene 29, 2018 5:21 am

La fortaleza de Tromsø, al norte del país, se erigía en un complejo de islas y fiordos navegables que Danielle estaba harta de estudiar sobre los mapas. Tenía informes visuales, carpetas y carpetas sobre toda la información valiosa que cabía tener en cuenta, desde los planos de construcción del edificio, a la historia escrita sobre la zona. Había estudiado el lugar a conciencia, porque en un ataque naval no se podía improvisar, la maniobrabilidad era reducida y debía tener previsto cualquier movimiento enemigo como si se tratase de una partida de ajedrez. Anticiparse requería mucha estrategia y visión de campo, pero sobre todo, mucha preparación.

mapa:

Embarcaron al grueso del ejército de infantería, sólo la caballería iría a pie, pues eran más rápidos que los soldados, y de esta forma, en tan sólo dos días estarían casi a las puertas de Randulf. Los desembarcó en Brensholmen y se reunieron a pie en Kalfjord con la caballería. Los hombres estaban frescos, de lo contrario habrían llegado agotados tras la caminata de seis días, transportando además todos los víveres, yendo más lentos que una tortuga. Su gran inquietud era que se encontrasen con la flota de Randulf, pero sus espías habían informado de que los buques con más cañones estaban más al norte, en Honningsvag disputando una porción de tierra  a los suecos. Enviaron refuerzos a los camaradas de Suecia sólo con el objetivo de mantener esos barcos allí anclados, para tener una travesía más o menos segura.

El ejército de tierra avanzaría por el sur, atravesando Kalfjord, y la flota se dividiría en dos, una atravesaría Vikran para atacar la puerta sur, y la otra remontaría por el fiordo llamado Skulsfjord atacando por detrás, en un movimiento envolvente. Atacarían Tromsø por todos los flancos. En teoría sólo podrían recibir ayuda por el norte, si la flota que estaba peleando con los suecos regresaba, pero era un riesgo a correr. Situó a la Reina Ana en el sur con varios buques menores, comandado por el capitán Sjögren y ella se subió al Inferno, el mastodonte de 74 cañones, que junto al Avenger, capitaneado por Anderson, cubrirían la retaguardia y pararían el envite de la flota pesada si regresaban a tiempo.

Habían establecido un sistema de señales luminosas para comunicarse tierra-mar además de que siempre contaban con Atharal que podía volar y llevar las comunicaciones de un lugar a otro.

Rompía apenas el alba cuando todos estuvieron en posición. Subida al castillo de proa, mandó levantar las compuertas de los cañones, y la Verga de Satán apuntó en dirección a la puerta de la fortaleza. El cañón de proa era de un calibre enorme, un cañón de 36 libras que disparaba piezas de artillería de 18 kg cargadas con metralla. Se necesitaban catorce personas para manejarlo: un jefe artillero, 12 artilleros y el chico de la pólvora, pues se necesitaban casi 6 kg para cargarlo. Atravesaba grosores de más de un metro y astillaba toda madera que pudiera impactar, así que con esa monstruosidad montada en el bauprés, la puerta de Randulf saltaría por los aires a la señal de Höor.


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Mensaje por Höor Cannif Lun Ene 29, 2018 6:57 am



El plan perfectamente trazado y planeado al milímetro sobre mapas a escala estaba dispuesto. Parte del ejercito seria trasportado por los barcos gran parte del camino, permitiendo que estos hombres llegaran frescos para el combate, desembarcarían en Brensholmen y continuarían a pie para reunirse con el resto de la caballería, que si haríamos todo el recorrido hasta Kaldfjord.
Yo lideraba esa parte del ejercito, me encargaría de asediar la fortaleza de Randulf y centrar toda la atención del maldito tirano en mi persona.
Ulf por contra junto a Stan travesaría los fiordos para tacar desde el otro lado, todas las entradas por mar quedaban cercadas por los barcos de Dani, acorralados como ratas no les quedaría mucha mas opción que plantarnos cara.

El ruido del acero golpeando los escudos era ensordecedor, avanzábamos por la árida tierra que nos vio nacer que bajo nuestros pies retumbaba.
Cantico a nuestros antepasados que desde el valhalla nos admiraban, este era nuestro momento, el camino a Hel empezaba.
Frente a ellos, cabalgaba esgrimiendo la espada que danzaba entre mis dedos azuzando a las tropas a un encuentro en el que libres de lazos, seriamos leyenda o cenaríamos en el Valhalla.
Nacimos para la guerra, todos eramos norteños, guerreros, el acero corría por nuestras venas desde que las fraguas lo moldearon para nosotros.

En las almenas del castillo de Randulf los arqueros, gritaban para intimidarnos, mas el miedo no tenia cabida en los corazones de aquellos que frente a las puertas de Hel andan.
La sangre marcaba nuestros rostros, sacrificio de corderos que aquella noche habíamos ofrecido a nuestros dioses.
-¡Escudos! -Rugí cuando entrabamos en la zona en la que la lluvia de flechas caía como cuervos sobre nuestras cabezas.
-¡Proteger el ariete!
Lo primero era tirar abajo el portón, elevar el rastrillo y adentrarnos en la fortaleza para llevar a Hela hasta sus puertas.
Elevé la mirada, el reflejo del sol en mi afilada hoja basto para que Atharal desde los cielos graznara y sobrevolando la distancia adecuada dejó a Dani claro que estábamos en posición.

Ulf desde el otro lado aullaba, los cambiantes que lo acompañaban se convertían en bestias inhumanas.
-¡Guerreros, luchar por el Valhalla!

Nuestros arqueros disparaban hacia las almenas, mientras nosotros voraces y en una formación inquebrantable, gruñíamos sin detener nuestro avance.
-¡Höor rugió uno de los soldados al ver como uno gigante se abría paso hacha en mano hacia el grupo que trasportaba el ariete.
No podía permitir que los alcanzara, así que asiendo las riendas del caballo lo dirigí hacia el titan de frente rugiendo con una sonrisa de suficiencia que esperaba se le clavara en la retina y lo detuviera.
“Vamos Dani”
Esperaba que de un cañonazo reventara las puertas para darnos paso.

Mis pies en el lomo del equino y antes de que el hacha se descargara sobre nosotros salté de este cayendo rodando por el suelo...


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Mensaje por Danielle Morgan Lun Ene 29, 2018 9:08 am

Becoming a legend:

Desde la cubierta del Inferno, subida al bauprés agarrada con una mano al cabo que fijaba la vela del trinquete a éste, contempló el amanecer en la bahía, los tímidos rayos de sol hicieron brillar los escudos y las cotas de malla. Tenía esa sensación de hormigueo que siempre precedía a la batalla, la adrenalina contenida lista para explotar y llevar su corazón desbocado hasta la garganta. Muchos hoy iban a morir, quizás ella misma, pero no pensaba en eso, tenía los ojos puestos en la puerta de la fortaleza y la mente despierta para atender a todos los flancos y reaccionar según hiciera falta.

Tromsø se despertaba con un ejército rugiendo a sus puertas y la respuesta de Randulf no se hizo esperar: cómo no, mandó a sus criaturas, gigantes, huargos, orcos y cualquier cosa que para él fuera "prescindible", la soltaría para sembrar el terror en las filas de los rebeldes.

"Vamos...Vamos...¿a qué esperas?" pensó mientras seguía con sus claros iris los movimientos de la costa, no podían estar muy lejos y antes de que comenzara la lluvia de flechas de fuego, debía derribar la puerta. ¡Allí estaba la señal! Se giró y gritó a pleno pulmón.

— ¡¡Derribadla!! Vamos a meterle la Verga de Satán por el culo a ese malnacido!!.

Los artilleros gritaron enaqrdecidos ante la arenga de su capitán y prendieron la mecha. El cañón de 36 libras atronó en la clara mañana impactando un proyectil en la madera que se resquebrajó como si se tratase de una tabla del suelo, mas no fue suficiente.

— ¡¡Otra vez!! reventadla!!!.— Rugió Morgan apretando los dientes y sintiendo como se le erizaba la piel.

El cañón tenía un retroceso bestial, así que los artilleros corrieron a remolcarlo hasta su posición y cargarlo de nuevo. Satán de nuevo atacaba la puerta de Randulf escupiendo fuego y metralla contra los que trataban de apuntalarla. El portón cayó deshecho en mil esquirlas y los marineros del Inferno estallaron en gritos y vítores. Danielle sonrió desde donde estaba, asida al cabo, subida a ese madero de proa como si ella misma ocupase el lugar del propio mascarón, apuntando al horizonte con el sable.

— Todo a babor!!! viradlo!! abrid las compuertas de los cañones y apuntad alto!!


Su intención era derribar parte de la muralla, hacer cundir el pánico, pero sin barrer a los suyos que iban a pie y pegados al suelo. El cañonero no era fácil de maniobrar y tardaron un poco en ponerse en posición, pero el Avenger, algo más ligero, ya estaba mandando salvas a Randulf, reventando almenas y tejadillos desde los que soltaba brea caliente y flechas.

La Venganza de la Reina Ana recibió la señal del Inferno, la que el vigilante de la cofa hacía con el espejo, y comenzó a bombardear los barcos anclados en la otra cala, nadie saldría de alli por mar, eso lo podían garantizar. Si Randulf quería huir, que lo hiciera a pie, que enfrentase a Höor si tenia huevos. La lluvia de fuego y plomo fue contestada con algunos disparos de flechas ardientes, buscaban prender las velas, pero éstas habían sido impermeabilizadas con una sustancia que habían estado desarrollando en colaboración con los aprendices de Giuliana, quizás no evitase todo el fuego, pero al menos no prenderían las velas como si fueran paja, tendrían tiempo de bombear agua y apagarla.
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Mensaje por Höor Cannif Lun Ene 29, 2018 11:08 am

Lanzó uno de sus puños pedregosos contra mi, sujetaba con su diestra el hacha.
Interpuse la espada a dos manos parando no sin esfuerzo el ataque, del choque del impresionante arma con la piedra de aquella enorme criatura, surgió un fuerte chirrido, acompañada de una chispas y unas pequeñas esquirlas salieron disparadas de la pedregosa piel del golem. Tensé el rostro y apreté los dientes tratando de parar la embestida de aquel puño letal.
Del lateral surgió como un pequeño tornado que golpeo en el pecho del gigante, haciéndolo retroceder ligeramente, mientras la espada volvía a quedar libre.
Uno de los druidas que me acompañaban abrió su mano y de la palma de esta cayeron unos pequeños guijarros.
Atharal que había vuelto descendiendo de los cielos aprovecho la conyuntura para lanzarse a la carga con el hacha en ristre, y golpear con fuerza  el pie de piedra del golem, que ni se inmuto, pese a que al igual que con el anterior choque saltaron chispas.
Salte hacia tras con rapidez apoyando mis pies con seguridad sobre el suelo, mientras notaba como todo vibraba, por las zancadas del golem.

El golem lanzo de nuevo su puño, esta vez contra Atharal, este interpuso su hacha para parar el golpe, pero esta cedió, el mango crujió dejando la hoja  a los pies del enano, Atharal perdió el equilibrio y cayó por el impacto arrastrándose de espaldas por el pedregoso suelo, tratando de salir del alcance de la bestia, que desde luego no parecía pretender dejarlo escapar tan fácilmente.
El golem de nuevo alzo el puño rabioso, dispuesto a aplastar a Atharal como si de una mosca se tratase. Atharal palpo con rapidez a su alrededor, desesperado por buscar algo que interponer ante el inminente golpe. Alargo la mano cogiendo el mango de una gran hacha de guerra llena de polvo y tierra que reposaba medio enterrada , interponiéndola en el último momento consiguiendo salvar  así su vida.
Corrí hacia el golem, que parecía dispuesto a lanzar su otro puño sobre Atharal, y saltando sobre el, le dio un fuerte golpe de espada, de nuevo aquel chirrido del choque de piedra y hierro hizo saltar  chispas, el golem retrocedió, dejando así a Atharal libre.

Alcé mi cuerpo tomando impulso con los pies y salte sobre su brazo, afianzando mis pies en el, corrí por su pedregoso brazo hasta llegar a su hombro, un fuerte movimiento de tierra me hizo resbalar, quedando colgado de él, mientras me sujetaba con ambas manos.
Pude ver las silbas y como Dani reventaba a cañonazos el portón para el jubilo de los míos.
-¡Entrar! ¡Luchar! -rugí lanzándome al suelo cayendo acuclillado entre las piernas de Titan
Volví a rodar cuando volvió a dirigir hacia mi el hacha, la tierra se alzaba, los rugidos de los míos arma en ristre se abrían paso entre el batallo de orcos que protegían el portón.

Por la parte trasera Ulf hostigaba en la muralla, los cambiantes trepaban los muros colocando escaleras que los soldados trataban de afanarse lanzando a bajo.
-¡Atharal! -rugí volviendo a rodar por el suelo -¡El rastrillo! ¡Cuando te avise corta la puta cuerda!
Este saló corriendo hacia el interior cerrando la comitiva, tras él lo hice yo, esquivando los puños de piedra que tras de mi alzaban la tierra.

Justo en el porton me detuve, ladeé la sonrisa interponiendo la espada nuevamente contra su golpetazo del que salieron chispas y un ruido metalico.
Apreté los dientes empujando para que diera un paso hacia atrás, la fuerza de la bestia desde luego me superaba.
-¡Ahora! -rugí.
En ese momento el rastrillo cayó sobre el golem dejándolo atrapado entre el rastrillo de hierro.
Me giré para enfrentar el primer enemigo al que le hundí el acero en el vientre salpicándome de sangre el rostro.
-¡Avanzad!


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Mensaje por Danielle Morgan Mar Ene 30, 2018 3:47 am

El fuego surcaba el aire en la saetas que los soldados de Randulf disparaban. Algunas se clavaban en la madera del Inferno o en sus cuerdas, los marineros se afanaban por bombear agua, habían taponado los imbornales, esos pequeños agujeros redondos de desagüe en los costados del buque desviando el agua a la cubierta. Morgan gritaba órdenes y se mantenía firme en posición elevada para ver la batalla en su totalidad. Era su estrategia la que habían decidido seguir y como tal, debía comandar a los distintos ejércitos, asegurándose que se comunicaban entre ellos y que ninguno ejecutaba las órdenes erróneas.

Los aullidos de los cambiantes al asaltar la muralla oeste llenaron el amanecer de ese sonido gutural y salvaje; algunos soldados del rey loco salieron en desbandada viéndose superados por las tropas de Ulf. Con el catalejo alzado localizó una carga de pólvora y llamó a su mejor tirador que portaba un rifle de tipo carabina importado del oeste americano.

¿Lo ves? ¿crees que puede llegar?.— el marinero sonrió con superioridad. Había sido soldado americano, tirador de élite para ser exactos, y por avatares de la vida ahora era un desertor, pero en su flota podía aportar algo muy valioso. Esa era una de las mayores habilidades de Morgan, que sabía rodearse de gente válida y sacar lo mejor de todos ellos. Apoyó el rifle en la baranda, apuntó a través de la mira y disparó la carga que sesgó el aire con un silbido estallando el barril de pólvora que a su vez hizo estallar otro y otro más en una reacción en cadena cortándoles el paso a los soldados de Randulf.

A sangre y plomo.— sentenció viendo areder los barriles y escuchando los gritos y los aullidos, reflejándose las llamas en sus ojos azules.
A sangre y plomo!!.— contestó el americano, que cargó de nuevo su rifle y se dedicó a abatir uno por uno a los que escupían brea desde las almenas, evitándoles a los suyos una muerte horrenda por quemaduras.

Por el otro lado de la isla, en la otra cala, la Venganza de la Reina Ana escupía andanadas de proyectiles contra los transportes, drakkars, carros, mercancías y cualquier cosa que pudiera servir para huir de la fortaleza o atrincherarse en ella estaba siendo aniquilado, a la par que las almenillas y los pasillos de muralla quedaban interrumpidos y derruidos. Le iban a dificultar a Randulf su defensa todo lo que pudieran. El ejército auxiliar tenía órdenes de sacar a los heridos de allí llevándolos a la Reina Ana donde habían dispuesto una enfermería, era el buque más liegro y podría llevarlos velozmente hasta Akershus donde la bruja al frente del dispensario podría obrar los milagros a los que estaban ya acostumbrados.

Cuando vio caer erl rastrillo con el golem atrapado en él el corazón se le atenazó dentro del pecho. Ahora ya no podía ver lo que sucedería dentro, Höor enfrentaría su destino, ella sólo podía facilitarle las cosas. Como ese cabrón de Randulf le hiciera algo...le recorrió un escalofrío por la espalda y apretó los dientes, sus nudillos se volvieron blancos alrededor del cabo que la mantenía firme sobre el palo del bauprés.

— ¡¡Redoblad la carga!! que no quede uno vivo!!! A sangre y plomo!!
Recibió las mismas palabras por parte de la tripulación, enardecida en el fragor de la batalla. Cuatrocientas personas a bordo corriendo de aquí para allá, moviendo cabos y velas, bombeando agua, cargando cañones, el ritmo frenético tomó su punto álgido en ese momento en el que los artilleros se afanaron en cargar los 74 cañones del Inferno y el estruendo de sus bocas metálicas y redondas se elevó por la bahía acompañando al derrumbe de las piedras de la muralla. Fuera cual fuera el resultado al final del día, Tromsø quedaría inutilizada para los enemigos, ese golpe le costaría años a Randulf para sobreponerse.
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Mensaje por Höor Cannif Mar Ene 30, 2018 4:42 am

Los orcos rugían haciéndonos frente, el acero rojo despuntaba bajo el sol anaranjado, aquel día el patio de armas del castillo enemigo se llenó de sangre y de cuerpos cercenados.
Esa noche muchas viudas llorarían a sus hijos, a sus maridos perdido en una batalla que los llevaría al Valhlla.
Nacimos para esto, para enfrentar a aquellos que con puño férreo nos pisaban sin pausa y con desprecio, hoy alzábamos la espada por aquello que incapaces de hacerlo.

Rugí quebrando el hacha de la bestia verdusca, por su derecha hundí mi acero mordiendo su carne y sin miramientos, me giré cortandole los tendones de las rodillas. Agachado elevé la espada para atravesar a un segundo, me alcé sacando el acero de rojo bañado para continuar entre las masas avanzando.

Frente a la torre del homenaje estaba la guardia personal de Randulf, al oeste escuchaba como los cambiantes dirigidos por Ulf ya dentro de la fortaleza devoraban con el crujir de huesos al enemigo, eran bestias y como tales aullaban si tregua.
Por un instante mi cabeza se fue al mar, con Dani, no podía verla, pero sabia que la guerra allí también seria encarnizada, eramos lo que eramos, pirata y guerrero y ambos sabíamos que nuestro sino podía terminar con un suspiro.

Alcanzábamos el portón, tras ese ejercito de brillante armadura, la entrada a palacio, allí, junto a sus hechiceros debería estar Randulf.
Fue entonces cuando dos compuertas se abrieron en lso laterales, la sonrisa de los caballeros me hizo sospechar que algo andaba mal. Abrí los ojos al ver que dos monstruos enormes de piel parda y colmillos afilados sobresaliendo de sus bocas salían anclados a cadenas posiblemente por la peligrosidad y lo difícil de controlar que eran.
-¡Parad! -rugí al ver como los hombres avanzaban confiados y enardecidos por la sangre y la sed de victoria.
El desgarrador de la derecha con un mazo de madera se arrancó las cadenas y con estas golpeó a los míos que salieron disparados por los aires golpeándose contra los muros.
-¡Arqueros! ¡Disparar a los ojos! ¡Mantener la distancia!

La bestia no hacia distinción, capturó a uno de los guerreros y se lo llevó a la boca arrancándole la mitad del cuerpo de un bocado, rugía mostrando la ira contenida.
-¡Joder!
salí corriendo hacia el desgarrador mientras sacaba mis espadas cortas del carcaj. Con un impulso salte sobre su espalda y cogiendo carrerilla le clave las dos espadas en la base del cuello. La piel y los músculos de la bestia eran como rocas, las dos espadas se habían clavado hasta la mitad de la hoja y me dolían las manos del golpe. Haciendo fuerza con las piernas libere las dos espadas de su espalda para volver a arremeter contra el desgarrador. En ese momento se agito bruscamente lanzándome al suelo, el desgarrador se abalanzo sobre mí quedando atrapado bajo su peso. La saliva de la bestia se deslizaban entre sus colmillos cayendo sobre mi cara, intente liberarme pero me era imposible, apenas podía respirar.
-¡Höor !-escuché la voz de Athatal -¡Disparad!
Una lluvia de flechas cayó sobre la bestia, dándome algo de tiempo para sacar la daga de mi bota y hundirla repetidas veces en la verga de aquel engendró.

La bestia aulló de dolor, aferré sendas espadas y las hundí en su yugular haciendo tijera para acabar así con aquella bestia que se ahogaba en su propia sangre llevando las manos a su propia carne.
Agotado y herido me dejé caer jadenado, con mi pecho subiendo y bajando mientras la bestia caia inerte a mi lado.


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Mensaje por Danielle Morgan Mar Ene 30, 2018 6:02 am

El Avenger alertó dando la señal: se acercaban refuerzos por el norte, las naves de Randulf navegaban con viento a favor hacia ellos. La almirante gruñó y corrió hacia el timón ayudando al timonel.

— ¡giradlo! a toda vela!!! ya!!.—
necesitaban encarar la cañonera de babor hacia el enemigo. La Verga de Satán servía para dar un golpe de gracia pero no para hundir seis barcos. ¡Mierda! eran tres cañoneros de 54 cañones, dos de 44 y uno de 32. Si habían peleado por el trozo de tierra sueco, seguramente fueran escasos de munición. Observó con el catalejo las líneas de flotación y la velocidad que llevaban y dedujo que al menos iban a un cuarto de carga. Bien, al menos eso era algo. Sin ningun aviso el Inferno comenzó a disparar a discreción impactando en las dos naves que iban al frente. Las baterías de 24 libras rugían con el fuego escupiendo plomo y metralla que hacía añicos la quilla de aquellos barcos. Si no se ponían de lado, sería complicado acertarles de pleno, pero tenían muchos cañones así que dirigieron todo el fuego hacia ellos, y con la ley de los grandes números, con suerte impactarían unos cuantos. El primero recibió más castigo y empezó a escorar a estribor, había abierto boquete rompiendo las cuadernas y el forro, con lo cual el agua entraba a borbotones y el buque se inclinaba naufragando frente a sus ojos.

La flota de Randulf también abrió fuego y varios proyectiles impactaron en el Inferno y el Avenger. Las cosas seiban a poner feas por momentos. El Avenger también disparó sus cañones y hundió dos barcos más, eran tres contra dos, pero la munición comenzaba a escasear y la maldita suerte hizo que el palo mayor del Inferno quedase muy dañado. Tenía que decidir!! sucumbir ante la flota de Randulf o huir. Trepó por la escala de cuerda con el catalejo en mano y observó que las cosas en la fortaleza no iban muy bien, habían hecho mucho daño, pero Randulf guardaba los monstruos para el final. Vio los cendales de energía mágica ascender y contra eso estaban en desventaja. Mandó señales a tierra para que les infiormaran de cómo estaba el asunto y recibió un S.O.S por respuesta.

Joder!! mierda!! Apretó los dientes y gritó a pleno pulmón.

— ¡¡Retirada!! soltad una descarga y cubrid el flanco, todo a babor y atravesando el fiordo!!

La salva de cañonazos impactó una vez más contra la tropa de Randulf en tierra y otra a sus barcos en el mar, pero debían salir de esa ratonera o no saldrían. Tocaron a retirada, soplaron los cuernos y las naves izaron todas las velas enarbolando el viento y dirigiéndoswe al fiordo para salir de allí. Si se quedaban sería una carnicería sin sentido, en tierra ya no podían hacer nada más, sólo retirarse. Había dado un buen golpe al rey tirano, uno que no olvidaría, una advertencia sobre lo que eran capaces de hacer con cuatro cosas improvisadas. Estaban mandando un mensaje al mundo: eran menos, peor armados y con todas las probabilidades en contra, pero plantaban cara y los costes para el rey iban a ser muy elevados.
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A sangre y plomo. (privado)(+18) Empty Re: A sangre y plomo. (privado)(+18)

Mensaje por Höor Cannif Mar Ene 30, 2018 6:47 am

Los salves de los cañones de Dani dejaban claro que las cosas por mar no iban nada bien, apreté los dientes volteando sobre mi costado para ponerme en pie.
El otro desgarrador en pie lanzaba su maza contra los hombres que a duras penas podían hacerle frente acero en mano. En ese instante ví como un enorme lobo blanco aparecía por la espalda lanzadose al cuello del infame, tras él, una manada de cambiantes que no dudaron en abalanzarse sobre las extremidades, costados y rostro, hasta hacerlo gritar de dolor entre gruñidos incapaz de librarse de los bocados de los salvajes cambiantes.

Había que tocar retirada, pues los cuernos desde el torreón sonaban anunciando los refuerzos que llegaban.
-¡Lund! -grité al general que enfrentaba sacaba su acero del vientre de uno de los soldados de Randulf – ¡lánzalos! -señalando unos barriles de pólvora que vi en el lateral -¡hazlos rodar hacia el portón!
Allí el golem atrapado con el rastrillo luchaba por soltarse, estábamos como ratas presos.
De una patada el general hizo rodar el barril alertando a los nuestros que se apartaran del portón.
Prendí una flecha con el fuego que a mi derecha se había creado al tirar un barril de aceite de quemar tras haber sido prendido para cortar nuestro avancé y lancé la saeta que como un halcón buscó la presa.

Un estruendo surcó el firmamento, la tierra se revolvió bajo nuestros pies y el portón salió volando con el golem ante nuestros ojos.
-¡Retirada! -rugí.
Puede que no hubiéramos vencido, pero sin duda acabamos de demostrar que los rebeldes eramos capaces de luchar y que lo haríamos sin dudar, no permitiríamos que Randulf manejara el norte a voluntad y que desde luego no nos dejaríamos asediar. Ellos podían hacernos daño, podían llenar de sufrimiento a un pueblo que bajo su yugo moría de hambre y de frio, pero yo le devolvería ese sufrimiento multiplicado por 10, este no seria nuestro ultimo encuentro, de eso podía estar seguro Randulf.

Elevé un instante la mirada hacia la cámara de mi tío, mi mirada parda se centró en aquel ventanal desde donde Randulf observaba ese niño convertido en hombre.
Nunca me rendiría, el norte era mi hogar y protegería estas tierras hasta derramar la ultima gota de mi sangre.
Los heridos subieron al barco de Dani, nuestras miradas se cruzaron unos instantes, ella tenia que partir, poner rumbo a Akershus, yo, junto al resto de lso hombres a caballo y cambiantes lo haríamos por tierra, no había sitio para todos.





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Mensaje por Danielle Morgan Miér Ene 31, 2018 9:58 am

Las naves llegaron antes a Akershus, descargaron a los heridos, los muertos y a toda la tropa de infantería que habían conseguido cargar. Al día siguiente llegaría la caballería y los cambiantes, pues ellos viajaban más ligeros que el resto.

Danielle se ocupó de organizar las tareas de nuevo hasta que llegase Höor, destinando refuerzos a enfermería, otro destacamento a mantenimiento y reparación de armas, escudos y armaduras (pues nunca se sabía cuando atacaría Randulf y no iba a pillarles desprevenidos) y otros a ayudar con las reparaciones del Avenger y el Inferno. Por suerte su querida Reina Ana no había sufrido ni un rasguño, pero los otros dos tenían algunos daños serios que convenía reparar cuanto antes.

Iba caminando hacia el castillo sumida en sus pensamientos, calculando costes, repasando mentalmente tareas y encomiendas que no quería que se le pasasen cuando de pronto se percató de algo: no escuchaba nada a su alrededor más que algun perro ladrando. Salió de su ensimismamiento y vio las caras de los habitantes de Akershus, ojos fijos en ella, semblantes serios... y tragó saliva. Seguramente le cayesen encima los muertos que Randulf había abatido, porque siempre era más fácil echar la culpa del fracaso a una mujer, a una pirata extranjera que no comprendía sus costumbres ni sus prioridades... pero lejos de eso, un hombre le inclinó la cabeza en signo de respeto. Inmediatamente otro hizo lo mismo, y dos mujeres a su lado también. Era como cuando se lanzaba una piedra al lago y las ondas iban expandiéndose, así en toda la calle hasta el castillo, los lugareños se detuvieron a su paso y le mostraron respeto. Habían llegado las noticias, con pelos y señales los habitantes de Akershus escucharon de boca de los que pelearon en Tromsø que la almirante Morgan trazó un plan brillante, que reventó la puerta a cañonazos y hundió cuatro de seis barcos enemigos consiguiendo huir, rescatar a los heridos y sin sufrir demasiadas bajas. Contaron también que la batalla en el mar no pudo seguir porque en tierra las cosas se complicaron, pero de haber sido así, la victoria estaba apenas a unos palmos. Podría ser extranjera, podría tener un pasado delictivo bastante largo, pero había combatido con la fiereza de un lobo norteño y la estrategia de un gran capitán, y les había servido en bandeja de plata el más preciado manjar: la esperanza de que algun día Akershus se alzase sin el yugo de la tiranía.

Un escalofrío le recorrió la espalda, no estaba acostumbrada a que la gente le inclinara la cabeza en muestra de reconocimiento, como mucho un par de palmadas en el hombro por parte de sus hombres. ¿Eso era a lo que Höor se refería? ¿Eso era ser el héroe? podía entender que sentaba bien, que llenaba el alma de una sensación cálida y feliz. Pero por otro lado le dio mucho vértigo, esta vez había salido más o menos bien, pero no siempre sería así. ¿Cómo enfrentaría entonces esas mismas caras pero con reproche en los ojos? Se recompuso tratando de aparentar compostura y les inclinó la cabeza también, devolviéndoles el saludo respetuoso hasta llegar al castillo, donde atravesó las puertas y se afanó por llegar al despacho y exhalar el aire conbtenido en sus pulmones. ¡Qué fuerte! nunca había sentido algo así.
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Mensaje por Höor Cannif Jue Feb 01, 2018 11:49 am

Se llevaron a los heridos por mar, algo que desde luego facilitó mucho nuestro avance por tierra. Eramos conscientes de que Randulf podía mandar tras nosotros a sus bestias, aunque con el golpe que habíamos dado a su fortaleza dudaba prescindiera de uno solo de sus hombres.
Sus enfrentamientos con los suizos lo habían mermado y ahora tras este ataque inesperado, necesitaría replegarse para poder hacer frente a unas tropas enemigas que aprovecharan la coyuntura.

Cabalgamos durante días hasta alcanzar nuestra fortificada ciudadela, los vítores aplacaron el incesante galope de nuestras monturas, a mi lado el impresionante lobo blanco hecho hombre.
Ulf, mi general, mi hermano y amigo, siempre podía contar con él para la guerra y para todo desde que era un niño, hoy el merito era tan mio como suyo y sin duda de Dani que fue quien trazó el plan al milímetro.

El rastrillo se elevó adentrándonos en el patio de armas donde mis hijos de la mano de Giuliana me esperaban, como de costumbre, Dani no estaba, ya estaba acostumbrado a que no existieran ni despedidas ni saludos cuando volvía de la guerra y aunque admito que en este instante me hubiera gustado verla, mi sonrisa se ensanchó cuando Fio corrió como de costumbre a mis brazos.
Tras ella el resto de mis hijos hambrientos de nuevas historias que les contara al arroparlos en el lecho.

Ulf saludaba a su esposa, me alegraba por mi amigo, tratar a Ulf no siempre era fácil, pero ella le tenia cogida la medida, sabia como calmarlo, como conseguir sin grandes discusiones lo que ella necesitaba de él..claro que de vez en cuando sacaba la sarten y todo iba por los aires.
Con sirius sobre mis hombros me acerqué a la bruja saludando a Brökk que agitaba las manos desde sus brazos mientras su padre le hacia carantoñas, después posé mi mano en su vientre.
-¿Como va el pequeño Tollak bruja? -pregunté ladeando la sonrisa.
Le hubiera preguntado por Dani, peor ella siempre tenia sus motivos para no estar, así que..¿para que preguntar?
-Esta noche celebraremos la victoria -rugí elevando el brazo, a mi voz se unieron la de todos los hombres y mujeres de Akershus -iremos adiós a nuestros muertos, lucharon con valor, las valquirias descendieron pro ellos y hoy celebraran desde el Valhalla hasta nuestro encuentro.

Sabia que había mujeres viudas tras aquella guerra, hijos huérfanos y que la victoria siempre traía dolor, mas eramos guerreros, por nuestras venas corría fuego y todos sabiamos las consecuencias de desenvainar el acero.




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Mensaje por Danielle Morgan Jue Feb 01, 2018 4:48 pm

Danielle se había atrincherado en el castillo porque necesitaban organizarse hasta que la caballería regresara y cuando lo hicieron ésta se encontraba reunida con comerciantes daneses que les traerían varios cargamentos de medicinas y productos necesarios para curar a los enfermos. Había pedido también uno de hierro para que las forjas fabricasen herraduras, en las batallas se perdían muchas y ya llevaba un buen inventario de todo lo que solían necesitar cuando sucedían estas cosas. El comercio era su trabajo y su función cuando no estaba pegando cañonazos, que eso sólo sucedía de vez en cuando, y en el trabajo era meticulosa. Despidió a los daneses y salió del despacho mascullando “mierda” al ver el reloj de bolsillo y escuchar los vítores. Llegaba tarde, así que corrió pasillo abajo y descendió las escaleras de dos en dos, resbalando en el último escalón y rodando hasta la puerta, donde se levantó con gesto de dolor y salió justo cuando toda la familia estaba por entrar.*

Abrí la puerta con mi mirada puesta en Fio que sujetaba mi escudo mas pesado que ella mientras Sirius sobre mis hombros se reía porque con la diestra le hacia cosquillas.
Valeska con su nuevo vestido intentaba acaparar mi atención, al parecer le habían regalado un juego de te y me quería invitar esa noche a tomarlo con ella y con su muñeca "margarita"
-Que planazo.. -alcé la mirada encontrándome con una Dani que parecía como si acabara de correr un maratón. Mi sonrisa se ensancho -¡llegas tarde! -bromeé.*

Trató en vano de arreglarse el pelo, y se frotó el culo, donde se había hecho daño poniendo gesto de dolor. Los niños ya la habían visto el día anterior, así que entendía que estuviera rodeado de críos como si fuera el jodido Papá Noel.

— Casi no llego… creo que he abollado tu pared con el trasero…auch.— se acercó a Höor que llevaba a Sirius en los hombros, y a Fio de una mano y Valeska de la otra y se contentó con un beso fugaz, porque no era plan de que se cayera el niño al suelo o algo. Toda la tropa pasó dentro y aunque los niños estaban ansiosos de verlo, Dani pidió que trajeran algo de merendar y así mientras estaban ocupados royendo, podría ayudarle a quitarse la armadura y asearse un poco, que en unas horas debían honrar a los caídos. Ya había hecho la lista y había dispuesto que sus familias pudieran vivir sin penurias, a fin de cuentas las familias sin ingresos más que el del soldado, tenían que seguir alimentando bocas.*

Los niños corrieron como si fueran bandidos hacia las cocinas, todos pretendiendo hacerse con el mejor botín. Dani había dado el pistoletazo de salida no dudaron en aprovechar la coyuntura. Sin embargo Valeska con su gesto inalterable no soltó mi mano, elevó el mentón y tiró de mi, dijo que tenía pastas y té y que nosotros merendaríamos arriba.

Me agaché para quedar a su altura, sabia que hacia tiempo que no veía a su madre y que yo también había estado bastante ausente, pero hoy tenia cosas que hacer, entre ellas...dar la despedida a los soldados que habían caído en la batalla.
-¿y si hacemos otra cosa? subo, me quito la armadura, me lavo y después bajo a tomar ese te...algo corto porque he de irme..pero prometo que mañana te recompensaré ¿que me dices?
Con Valeska me costaba mas empatizar...era tan distinta…*

—Además mañana puede venir Beth a jugar un raro también, dice que quiere aprender a hacer trenzas. ¿Crees que podrías enseñarla?.— la pequeña griega estaba a medio camino entre Valeska y Sirius en cuanto a su forma de ser. No era tan guerrera como Orn y Fio, ni tan princesa como la rubia, así que era un poco comodín y tan pronto jugaba a las muñecas con Valeska, como se interesaba en el telescopio de Sirius. La niña se quedó medio conforme y pudieron subir a quitarle todo ese peso de encima y lavar la sangre reseca y la suciedad, que no era poca. Torció el morro cuando se acercó a él.
— ¿Te ha cagado un troll? Hueles como si te hubieras rebozado en abono.— Aflojó unaq de las cinchas del peto pensando que si esa noche ella dormía allí, esa armadura no estaría en el cuarto, por la cuenta que le traía, o acabaría vomitando.*

Dani empezó a aflojar las cinchas del peto, su broma me hizo ladear la sonrisa, mas por mi siguiente acción que en si por las palabras dichas. Mis manos acabaron en sus nalgas y de un rudo tirón la pegué contra mi cuerpo aun cubierto por la armadura.
-Vamos, a que mujer que se precie no le pone que su hombre venga de la guerra, me ha salido demasiado fina la inglesa -bromeé buscando sus labios.
La había echado de menso, quizás con palabras no era mi modo de decirlo, pero mis actos lo dejaban muy claro. Mis labios buscaron los suyos con rudeza, el hambre que siempre tenia de ella era un hecho que bien sabia no siempre era del agrado de la pirata mucho mas fría en estos casos.*

—mmmm… nunca he tenido un hombre “en propiedad” que venga de la guerra, los piratas no hacemos la guerra, la provocamos y huimos. Pero ahora que lo dices… me pone este olor a establo…espera…no.— estalló en carcajadas y le devolvió algunos besos, quitando la mano del trasero.— ahi me duele!! No sabes que tortazo me he llevado por correr.— Le ayudó a quitarse el resto de la armadura y hundió el paño en la palangana donde había disuelto algo de jabón.— ha sido un resultado bastante bueno ¿no crees? No hemos ganado, pero hemos tenido muy pocas bajas y le hemos dado una buena lección. El palo mayor del Inferno está bastante machacado pero en dos semanas estará resuelto.*

Me ayudó a terminar de sacar la armadura de mi cuerpo y paño en mano se esmeró en limpiar los restos de sangre reseca, de barro y de suciedad que llevaba encima, que a decir verdad, era mucha, no me extrañaba oler a troll o a algo peor.
Escuchaba sus palabras mientras miraba sus labios fijamente, estábamos allí, los dos, tras haber salido airosos de una guerra que había salido mejor de lo que esperaba.
Formábamos un buen equipo, Akershus funcionaba mejor con los dos al mando y eso era na evidencia que no pensaba ignorar.
-Has hecho un gran trabajo, no solo mi nombre y el de Ulf era vitoreado en el patio de armas Dani.
Sabia que ella siempre se creyó el anti héroe, la pirata, pero eso aquí estaba cambiando.*

— me da vértigo.— tomó su cara entre las manos para limpiarle algunas manchas.— yo no estoy acostumbrada a esto, a mandar y a planificar sí, a urdir planes también, pero no a recibir el reconocimiento. Pensé que al regresar, la gente me echaría en cara que al final nos retiramos, que murieron hombres valientes para no conseguir abatir a Randulf…pero no encontré eso y… me asusta, no sé si puedo estar a la altura, yo no soy tú ni Ulf.*

Deslicé mi dedo por la punta de su nariz quitándole una mancha negruzca que había dejado en la punta tras el beso.
-Vértigo -sonríe de medio lado -supongo que acabas acostumbrándote al vértigo, no es eso lo mas complicado. Los norteños somos de otra pasta, las mujeres vikingas saben que sus maridos han ido a la guerra por una causa justa, nadie los ha obligado y han muerto con honor, del modo que cualquiera de nosotros soñamos, acero en mano, defendiendo nuestra fe, nuestras creencias, hoy cenaran en el Valhalla y eso es motivo de celebrar. Solo las mujeres norteñas entienden lo que es parir vikingos.

Besé su mejilla con suavidad cuando alzó sus dos océanos.
-Estas haciendo un gran trabajo y la gente aprecia lo que una extranjera hace por estas tierras.*

Enarcó una ceja ante el comentario de Höor.
— Creo que Giuliana no está de a cuerdo con eso, me parece que es casi tan norteña como vosotros. Pero entiendo lo que quieres decir. Es una cuestión de honor. Los británicos solemos morir por el Imperio, por la Reina, por nuestra bandera, la Union Jack. No es mi caso, porque siempre he vivido fuera de la ley y llega un momento que no tiene sentido pelear por una patria donde quieren colgarte y dejar que los cuervos piquen tus ojos. Y si me preguntan por qué me juego el pellejo por una causa que no es la mía…creo que respondería que ahí es donde se equivocan. Sí es la mía, porque así lo siento, y no sé explicar por qué, pero es así.

Le acabó de limpiar los restos de la cara y fue en busca de ropa limpia al armario, seguía necesitando un baño, pero no había tiempo, empezarían a encender las piras en seguida. No había vivido aún algo así, porque con la llegada de la peste, no se hicieron celebraciones, sólo cuarentenas y quema de cuerpos para que no se propagase.*

Dejé caer mi frente pesada sobre la ajena cerrando los ojos al escuchar sus palabras, sentía aquella causa como suya. Supongo que Akershus acababa entrando en el corazón de aquel que quisiera creer en él. Este lugar se había convertido en su hogar, había quedado anclada de algún modo a nuestras costas. Ante mi ya no veía aquella mujer que llegó un día pidiéndome asilo pues Randulf había capturado a su marido, hoy ante mi se abría el espectro de una mujer muy distinta y admito que me gustaba mucho lo que veía.

Acabó de limpiarme y caminó hacia el armario mientras yo me mojaba un poco el pelo tratando de peinarlo con los dedos.
Me calcé la ropa bajo la atenta mirada de la pirata.
-No te creas que vas a librarte... -dije lanzándole un bocado -después de la celebración, tu, yo y mi olor a troll volveremos aquí y celebraremos la victoria. Ahora vamos, nos esperan.*

— Ni hablar!! no pienso retozar con un troll con aspecto de Cannif!!.— le robó un beso rápido y se encaminó a la puerta.— maldita escalera…si eso fuera posible, diría que me he roto el culo.— ella tenía a Höor de vuelta, pero allí abajo habría mujeres que no recuperarían a sus maridos, y le costaba mantener el humor para no caer en el ánimo sombrío. Podía sentirse afortunada, y aunque había salido ya de mil entuertos, no tenía que preocuparse de nadie más que de ella, pero ahora si, tanto de Beth como de Höor, los niños, Akershus, la flota…ahora muchos dependían también de Morgan aunque fuera de forma indirecta y por un lado la invadía una sensación cálida, pero por otro, esas bajas que hoy iban a honrar le pesaban más de lo que creía. Se abotonó la casaca, se colocó el sable en el cinto y se recogió el pelo en una coleta baja. Si tenía que presentarle sus respetos a las familias, sería como tenía que ser, puntual y en su lugar.*

Para mi esta era una noche mas, como esta, habían habido miles, muchas despedidas frente a la lumbre con la hidromiel corriendo para despedir como ellos hubieran querido a los nuestros. Era una mezcla agridulce, porque aunque sabíamos pasaban al mundo de los valientes, a engrosar el ejercito de Odin..hoy no estaban aquí. Dejaban niños huérfanos ,mujeres viudas, padres desolados, cada muerte pesaba sobre mis hombros porque siempre acababas preguntándote si podrías haber hecho algo mas...

Desvié mis pardos hacia la pirata que antes de salir se acomodaba la coleta.
-Lo haremos juntos ¿de acuerdo? -le extendí la mano, la notaba nerviosa, seguramente era su primera vez y no podía prometerle que no iba a ser dolorosa -ahora están en el Valhalla Dani, nacemos para esto.

Abrimos la puerta y salimos de la mano con el semblante regio, las piras ya estaban dispuestas, Akershus contemplaba a sus muertos en silencio mientras los últimos preparativos se disponían mojando la paja con aceite de quemar para que prendiera de forma mas voraz. Las familias lloraban alrededor de sus muertos, pedían a Odin que acogiera a sus hijos e hijas...
Fui pasando por cada una de ellas, asegurándome de entender su dolor, de compartirlo.
Me detuve frente a un niño que no derramaba una lagrima, me preguntó si su padre había luchado con valor.
-Como el mas valiente de todos ellos -respondí revolviéndole el pelo - Rollo quería que tuvieras su espada, la hemos traído en el carro, Ulf te la llevará mañana a tu casa, algún día la alzaras con el mismo valor que hoy tu padre lo ha hecho. Debes estar orgulloso hijo.*

Ella no conocía a los soldados como Höor, sabía algunos nombres y se había cruzado con muchos de ellos, pero no los conocía ni sabía quiénes eran sus familiares, así que se mantuvo erguida en silencio, con el gesto serio y estrechó la mano de quienes así lo deseaban. Una mujer la abrazó en silencio y Dani colocó la mano en su espalda hasta que la señora decidió separarse.
— mi marido… Heinvar…— era uno de los heridos que habían conseguido llevar hasta Akershus, pero era algo mayor y al parecer estaba enfermo de algo del hígado, y no había superado la infección.— me dijo que nunca vio batalla igual, que cuando llegue al Valhalla pedirá que disparen los cañones para recibirlo.— Esas palabras le llegaron hondo y apenas pudo contener la emoción del semblante.

— Hoy no podemos disparar el cañón del Inferno, pero la primera salva de la Reina Ana será por Heinvar. Si en el Valhalla no tienen cañones, dispararemos los nuestros para que nos escuche desde allí.— mandó recado a uno de sus hombres, y cuando prendieran las piras lanzarían una andanada de cañonazos al aire, que quien pasase a unas millas de Akershus supiera que allí se estaba honrando a los caídos.*
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Mensaje por Höor Cannif Dom Feb 04, 2018 4:45 am

El momento de despedir a los caídos fue muy solemne, encendieron las piras, despidieron a los muertos con melodías tradicionales y los vieron partir en naves improvisadas por el rio. Las caras de los habitantes de Akershus eran una mezcla de dolor, seriedad y orgullo, no había visto nunca nada así. En la marina inglesa las despedidas de los marineros que caían estando a bordo eran con honor, la persona más cercana al muerto, un pariente o un amigo, cosía el sudario atravesando con la aguja las aletas de la nariz porque siempre lo hacían para comprobar si estaba muerto de verdad. Luego se hacía una ceremonia, se entonaba la melodía y se echaba el cuerpo al mar.

La muchedumbre se dispersó cuando acabó la ceremonia y la mayoría se fueron a las tabernas a beber, a encender hogueras y a contar anécdotas de la batalla y de los caídos. Le resultaban costumbres extrañas, pero ciertamente eran duros, plantaban cara al dolor y la pérdida de una forma que ella no imaginaba.*

Las barcazas abandonaron la costa llenando a nuestra madre mar de fuego, los guerreros emprendian su viaje y desde tierra nosotros los despediamos con el sonido de los escudos y el acero siendo golpeados con su característico tono metálico. Así es como ellos hubieran pedido. El canto de sus mujeres pronto se fundió con el nuestro, eran héroes, los que lucharon por el norte, por la libertad y por el honor de defender a sus dioses ante un tirano que ni siquiera eso era capaz de respetar.Tras la despedida era la hora de beber, de recordar y de festejar, si no una victoria, si un golpe duro para las filas enemigas.
Pasé mi brazo por encima de los hombros de la solemne Dani con una ladeada sonrisa.
-No me olvido de mi merecida " recompensa" cuando llegue a casa, pero ¿vamos a la taberna con los chicos o mejor nos retiramos a casa de Ulf y bebemos, conversamos allí con los dos?. Giuliana está preñada y no aguantará mucho con los hombres.*

—Prefiero ir a casa de los Tollak, no sé si podré aguantar el alcohol, tengo el estómago algo revuelto.— Todo aquello le había tocado más hondo de lo que quería admitir y se sentía un poco descompuesta. Marcharon juntos al hogar de los rubios y compartieron con ellos su cena y unas jarras. Esa casa era grande para una pareja y un niño, pero pronto estaría más llena y con el tiempo esos críos correrían arriba y abajo. Olía a hierbas que usaba la bruja, a papiro viejo de los libros y a la calidez de un hogar, con pieles sobre los sillones y alfombras mullidas en el suelo.*

Mis pardos por un instante se centraron en sus mares, no dije nada pero una parte de mi se preguntaba si.."ese malestar" podía deberse a que mis dioses me volvieran a bendecir con un hijo. Bien Sabia que Dani o era de las que se ataba a nada, también que apenas llevábamos unos meses , de ello plagados de ausencias por mi parte, pero para que mentir, de ser así, seria feliz.
Me había fijado en que tomaba hierbas tras nuestros encuentros, pero quizás, no hubieran funcionado, esas cosas pasaban a diario.
-Bien, pues a casa de Ulf -dije ladeando la sonrisa mientras rodeaba con mi brazo su cintura para tirar de ella -si te encuentras mal podemos ir a casa, no lo digo porque esté impaciente por recibir mi recompensa -añadí con picardia mientras en mi rostro se pitaba una sonrisa traviesa.*

Empujó con el trasero a Höor, aunque serviría de poco, porque en seguida volvía a cogerla y ese gesto una vez fuera del alcance de la vista de toda aquella gente, le sentaba de maravilla. Pasó también su brazo por la cintura del moreno y apoyó la cabeza en su hombro.

— Me gusta estar con ellos, es como atravesar un portal hacia un lugar de lleno de paz.— La cena fue agradable, sin las habituales bromas verdes de Ulf porque ese día se celebraba, pero también había otra cara de la moneda que era un poco más triste. Se tomaron unas copas delante del fuego comentando momentos importantes de lo que sucedió en aquel ataque a la fortaleza de Tromsø, había sido una gran batalla, podría decir que la mejor que había planeado y ejecutado, teniendo en cuenta que ella no se movía bien en tierra. Paladear el “éxito” era algo a lo que no estaba acostumbrada, no de ese modo. Para ella saquear y llevarse el botín era un éxito, esto era otra cosa.

— Mañana llevarán el nuevo cargamento danés de vendas y medicinas al hospital, te lo aseguro.— Se estaba encargando ella personalmente, y la bruja asintió.— y ahora, deberíamos irnos, Giuliana debe estar exhausta.*

La cena como de costumbre con Ulf fue divertida, reímos, bebimos y contamos las chanzas de aquella gesta bien organizada. Aunque yo me había llevado gran parte del mérito, esta vez no había hecho mucho mas de lo que hizo Ulf. Fue Dani la que trazó ese plan, sin él, el resultado hubiera sido muy distinto, así que en esta ocasión, había que reconocerle el mérito.

-¿Se lo has dicho ya? -preguntó el bocazas de Ulf que con unas copas era el juglar de Akershus.
-No, pero algo me dice que acabas de joderme la sorpresa -bromeé haciendo reír a las dos mujeres -Dani, sé que has estado posponiendo lo de tu padre, Akershus absorbe y estar conmigo no ayuda. Ahora que Randulf esta reorganizándose es el momento, viajemos a Inglaterra, quiero acompañarte.

Para mi era importante que Dani viera que podía contar conmigo, ella había sacrificado todo por implicarse en una causa que aunque podía sentir suya, no lo era ¿que menos que dedicarle una semana para algo suyo, nuestro.
-Ulf se quedará al frente de Akershus.*

Abrió los ojos por la sorpresa, en lo que menos pensaba en ese instante era en eso y la pilló desprevenida.

— Oh… ehm…pues… ¿crees que es buen momento? Supongo que Randulf no podrá reorganizarse tan pronto…sí, claro, podemos marchar cuando quieras. ¿Pero seguro que no deberías quedarte aquí?.— no quería que luego le recriminasen que se había llevado a Höor de Akershus cuando más lo necesitaban. Ciertamente eso la reconfortaba, que él quisiera hacer esa travesía y acompañarla, era importante para la inglesa.*

No respondí a sus preguntas, le habia dicho que la acompañaría, porque francamente creía que era justo, ella lo merecía y aunque bien sabia que lo que uno tenia y lo que merecía no siempre iban de la mano, que mis dioses no creían en la justicia, yo quería por una vez recompensar todo lo que esa mujer estaba haciendo por mi, por mi hijo y por Akershus.

Acabamos marchándonos, Giuliana estaba cansada, ademas de que Ulf ya estaba tonto tocándola, llevábamos un tiempo fuera y los hombres teníamos unas necesidades que cumplir en la cama. Camino a casa, bromeamos, me contó cosas de Beth y sus avances con la profesora con la que vivía cuando Dani embarcaba y como no, yo me dediqué a calentar el ambiente con caricias, besos y alguna que otra palabra soez que le arranco una risa.*

Llegaron al castillo y ya todos los niños dormían, subieron a los aposentos y puso agua a calentar en el fuego.
— Me apetece un baño, y a ti directamente te hace falta.— se quitó el lazo que anudaba su coleta sacudiéndose el pelo. Se quitó la casaca y todo aquello que le molestaba, quedándose sólo con la camisa, los calcetines y la ropa interior mientras preparaba el baño. Estaba pensando en cómo ir, tendría que ser con la Reina Ana, era el más veloz y menos tocado por la batalla. Con viento a favor tendrían poco menos de tres días de ida y lo miso de vuelta.— Significa mucho para mi que quieras acompañarme.— le dijo mientras se inclinaba sobre el agua para tocarla con la mano y comprobar la temperatura.*

Ladeé la sonrisa al escuchar que necesitaba un baño, la pirata siempre tan directa para estas cosas, al menos en esta ocasión no me dijo que olía a Troll otra de esas cariñosas palabras que salían de su bocaza. Sentado sobre el lecho empecé a desanudar las botas mientras mis ojo turbios repasaban el curvilíneo cuerpo de la pirata.
Preparaba el baño atenta a ello y no a mi, no podía evitarlo su carácter ingles la convertía en un animal arisco, supongo que la fogosidad de los vikingos no era algo que anidaba en ella.
Yo la hubiera tomado sucia, incluso manchada de sangre tras la batalla, pero ella necesitaba un baño para purificar nuestro cuerpo y quizás también nuestra alma.
-Te di mi palabra, la palabra a veces es todo lo que tenemos y no debe ser quebrantada. ¡Ven! -pedí cuando miró hacia donde yo estaba -extendí la mano para que la tomara.*

Fue hacia el lecho y se sentó con las piernas abiertas sobre sus rodillas, apoyando las propias sobre el colchón y dejando las manos descansar en su nuca, enfrentándolo cara a cara a pocos centímetros.

— No es que no me pongas, es que lamer la sangre de criaturas repugnantes que aún queda sobre tu piel no es mi idea de celebrar nada.— le mordisqueó la nariz, que sabía que la cara la tenía limpia.*


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Mensaje por Danielle Morgan Dom Feb 04, 2018 4:47 am

-¿siempre eres tan racional? ¿nunca te dejas llevar sin pensar? -pregunté buscando sus labios con suavidad.
Sonreí contra su boca y tiré de ella alzándola a horcajadas tal y como estaba para juntos caminar al baño. No es que me importara tomarlo con ella, me parecía erótico, pero...a veces me daba la sensación de que a la pirata conmigo le faltaba cierta “pasión”. Me quité la camisola dejándola caer al suelo, desabroché mis pantalones, la ropa interior calló sobre el montón y me introduje en la tina para limpiar mi cuerpo de todo resto de suciedad y sangre seca.
-¿vienes?*

Danielle estaba acostumbrada a ser fría, a esperar el golpe, la ofensa o el desprecio, no a las muestras de cariño o cercanía y se sentía algo fuera de lugar en esas situaciones. Se acercó a la bañera dejando caer la ropa por el camino y se metió dentro junto a él, tomó una esponja y se la pasó por todas aquellas partes sucias revelando su piel tostada y cosida a cicatrices. Tras las esponja, y cuando el agua había resbalado, pasaban sus labios, en un camino lento, sin prisa, con la calma que le aportaba el haber salido victoriosos. Se colocó a su espalda restregando con una mano su pecho y con la otra recorriendo su brazo mientras desgranaba besos por su cuello, despacio, disfrutando del sabor de su piel sin la urgencia de que pudiera ser la última noche de sus vidas. Se detuvo un segundo abrazándolo con fuerza, dejando que la esponja flotara en el agua. Quizás hubieran enterrado ya el hecha de guerra de lo que sucedió cuando se fue a Japón, pero a veces aún recordaba las noches de angustia y tenerlo allí, abrazarlo, era como un recordatorio de lo que podía perder cualquier día, en cualquier batalla.
Subió la mano hasta alcanzar su mentón y girárselo hasta encontrar sus labios.
— bésame…*

Estaba acostumbrado a beberme la vida, literalmente de un modo u otro desde niño cada día bien podía ser el ultimo, nada para mi era calmo, si besaba lo hacia de forma ruda, si amaba era de forma apasionada y si lo hacia ponía fuego, el mismo que ardía en las fraguas de mi pueblo.
Me daba cuenta de que Dani necesitaba otra cosa, mientras sus dedos se deslizaban por mi piel acariciándola, plegándola de besos suaves, disfruté de cada sensación. Quemaba, pero no solo en mi piel si no también en mi interior. Era una sensación cálida, no solo me sentía en ese instante deseado, algo a lo que para que mentir, estaba acostumbrado, si no de algún modo también amado.
Por encima de mi hombro nuestras bocas se encontraron, primero fue mi aliento el que penetró en sus labios entreabiertos fundiéndose con el sutil vaho blanquecino que emergía de las cálidas aguas del baño, después mi lengua se coló entre sus labios dispuesta a paladear un beso que no arrasara con todo si no que lo disfrutara abriéndome nuevos senderos. Cerré los ojo, mis dedos se perdieron en los cortos mechones de su nuca mientras nos besábamos de forma calma, húmeda.

Recordaba lo que pasó cuando volví de Japón, la tomé y no le gustó, eso nos llevó a una pelea. No nos conocíamos ,éramos muy distintos. No iba a mentir, la deseaba ahora mismo, pero si esto tenia que quedarse en un par de besos, si a partir de ahora tenia que cumplir sus necesidades en ocasiones y ella las mías en otras estaba dispuesto. Quería de verdad que funcionara lo nuestro.*

Lo deseaba, tanto como aquella noche frente a la chimenea cuando por fin dejaron de negarse lo que ardía dentro desde hacía meses. Pero había mucho que expresar, muchas cosas que aún no se habían dicho, que posiblemente no se dirían porque eran demasiado incompetentes en ese terreno, y la única forma que tenía de decirlo era así. Lo deseaba, lo necesitaba, lo quería cuidar y que él la protegiese entre sus brazos. Profundizó en el beso cuando estuvo todo dicho, se colocó frente a él, sujetando su cara entre las manos besando sus labios de nuevo, esta vez con más hambre, con más ímpetu. La luna recortaba sus siluetas dentro de aquella tina, enlazados, disfrutando de la calidez del agua y de la piel desnuda. Sonrió contra sus labios.

— creo que es un poco pequeña para los dos…— se encajó sobre él, reduciendo el aire que los separaba al mínimo. Apenas se podían mover, lo suficiente para que su sexo apretado friccionase contra el de él envolviéndolo en su interior.*

-Por contra, yo creo es demasiado grande -susurré contra su boca antes de tomarla con mas necesidad, envolviendo su lengua en un tornado salvaje que delataba mi hambre.
Mis manos recorrieron su piel, una en sus caderas la ayudaban en ese vaivén ardiente, con la otra jugaba con sus dos alzadas montañas, bañadas de perfectas gotas de agua que reflejaban los haces plata de la dama blanca.

Hicimos el amor dentro de esa bañera, deleitándonos en un principio de algo nuevo para mi, aunque no pude evitar que el final fuera rudo, entre gruñidos que acalló la pirata con sus labios. Enredó mi pelo entre sus dedos mientras en ocasiones nuestras miradas turbias se fundían cual cíclopes en una única.
Vencido caí ligeramente sobre su cuerpo, sentía sus dedos secar las gotas de mi espalda, sonreí contra su cuello, cerrando los ojos en silencio.
-No está mal esto de tomar un baño -bromeé -vendré mas a menudo sucio, aunque solo sea de barro.*

—Cuando te froto te pones contento… mmmm yo diría que te va bien venir sucio.— Apartó sus mechones húmedos de la frente contemplando su rostro despejado. Tan equilibrado, tan masculino, la única parte de su cuerpo que se libraba de los jirones retorcidos de las cicatrices. ¿Cuánto tiempo le duraría el interés por ella? Eso era una pregunta sin respuesta que no formularía en alto, pero mejor vivir día a día.— se está quedando fría. ¿Me das calor en la cama?.— se levantó del agua algo arrugada y se secó con una toalla para meterse bajo las mantas.*

Fui tras ella, el agua resbalaba por mi piel y fue a los pies del lecho cuando la pirata me lanzó la toalla advirtiéndome que no entraría mojado en las sabanas.
Me eché a reír restregando la toalla por mi piel quitando las gotas antes de lanzarla a un lado y colarme bajo las mantas pegado a su cuerpo.
-Con lo de calor te referias a que ¿te calentara?.- saqué la lengua moviéndola ante ella mientras esta negaba riéndose con la cabeza, pero abrió sus piernas mirándome con picardía y yo..no me lo pensé dos veces.
Deslicé mi cuerpo sobre el suyo, bajé por sus montañas mordiendo sus cúspides, lamiéndolas, me deslicé por el valle hasta la media luna de su ombligo, el monté de Venus mi destino y entre sus dos cumbres introduje mi lengua paladeando el sabor de ambos, de sexo, de agua y del fuego que ahora entre gemidos roncos si parecía sentir la pirata.*

¿No quería celebrar? Pues esa noche celebrarían, se alegrarían de estar vivos, de poder enredarse en esa cama dando rienda suelta a su deseo, tiró de su cabeza hacia arriba besó sus labios bajó las manos por su cuerpo hasta alcanzar la zona más sensible acariciándolo y besando el lóbulo de su oreja. Descendió por su pecho y abdomen dejando un rastro húmedo con su lengua hasta alcanzar las líneas de Fidias, marcadas por su condición física imponente. Sus labios se entreabrieron al pasearse por su miembro, su objetivo: erguirlo de nuevo. El conde no necesitaba muchos estímulos para conseguirlo, pero después de lo de la bañera, necesitaría una ayuda. Jugó con su lengua, repasó todos sus contornos y terminó abrazando con sus labios la carne que pronto sería roca. Su propio deseo había sido incendiando unos momentos antes por la lengua juguetona de Höor y tras haberse fundido en la bañera ahora sólo quería perderse en el fuego de sus caderas. Se irguió y le dio la espalda, pegandose a su pecho, agarrando su trasero y echando la cabeza hacia atrás susurrándole.
— me refería a que ardas conmigo.— Si antes habían empezado suave, diluyendo en sus besos los sentimientos que eran incapaces de expresar, ahora sólo mandaba el deseo más crudo y salvaje. Podría parecer fría, pero no era así, simplemente no explotaba con la facilidad volcánica del vikingo, mas una vez prendía la mecha consumiéndola, era como la pólvora y todo saltaba por los aires.
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Mensaje por Höor Cannif Lun Feb 05, 2018 2:50 pm

Los haces de luz naranja se adentraron calidos por los postigos de la habitacion, mi brazo rodeaba la cintura de Dani, habia pasdo una noche de " celebracion" y en mi rostro podia dibujarse lo bien que lo habia pasado.
Abí los ojos, estirando mis músculos que estaban ligeramente agarrotados por la tensión de las semanas pasadas, estos crujieron levemente. Busqué con mis labios los ajenos para despertarla.
-Buenos días -susurré contra sus labios recibiendo una picara sonrisa por parte de la pirata.-Esto es un récord, llevamos sin discutir demasiado tiempo -bromé mordiendo el hueco que quedaba entre su cuello y el hombro antes de salir de debajo de las mantas y ponerme en pie.-Tengo que ir a ver a los heridos, pasaré después por el patio de armas para ver que todo anda bien y si quieres con el zenit podemos partir hacia tierras inglesas.

Me mojé la cara en la palangana y tomé un poco de jabón que esparcí por la barba sacando la navaja para afeitarme.Me miraba en el espejo y si alzaba un poco la mirada podía encontrarme con los oceanos de la pirata. Llevaba sin hacerlo desde que partimos a la guerra y aunque si bien era cierto que a diferencia el resto de nobles que iban perfectamente arreglados mi aspecto era bastante mas desaliñado, no solía dejarme una barba muy poblada.

La mirada de la pirata se perdía en las cicatrices de mi espalda, estaba ya acostumbrado a que las viera, incluso las tocara cuando fornicabamos, pero no solía ser para mi costumbre saber que las miraba cuando no estaba enredado entre sus piernas.
-¿cuanto crees que tardaremos en llegar? -pregunté distrayendo mis propios pensamientos.*

Observaba su espalda desde el lecho envuelta todavía en su olor y en el calor que había desprendido durante la noche. Se había dormido completamente satisfecha, saciada, agotada y vacía de adrenalina. Le gustaba verlo así, relajado y sin el ceño fruncido. La barba le daba un aire más rudo, pero egoistamente prefería que se la quitara, así tenía más piel suave que mordisquear. Las cicatrices que surcaban su piel no le producían rechazo, ella misma no era el mejor paradigma de la feminidad: su pelo corto, sus manos ajadas de tirar de las cuerdas y manejar las armas, su poca gracia con los vestidos o los maquillajes la hacían sentir algo insegura cuando la miraba. No era una mujer espectacular, de físico despampanante o rostro de muñeca de porcelana y hasta entonces no se lo había planteado porque en el mundillo pirata, conservar todos los dientes ya era algo excepcional, pero estaba delante de un conde, acostumbrado a yacer con mujeres de gran belleza.

— Si no cambia el viento, dos días y medio.— se levantó perezosamente colocándose una camisa que resultó ser de Höor, pero era la más cercana. Tenía el pelo revuelto y cara de sueño, la noche había sido movida.— ¿Quieres discutir? Eso creo que puedo arreglarlo fácilmente…— paseó sus manos por las costillas buscando hacerle cosquillas a traición, aunque esperó a que la navaja estuviera baja, no quería que se rebanase medio pescuezo.*

A través del espejo la vi acercarse, mi sonrisa se pinto picara al ver como se colocaba mi camisa en su precioso cuerpo curvilíneo.
La imagen me parecía muy erótica ella me parecía muy sexy.


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Mensaje por Danielle Morgan Lun Feb 05, 2018 2:52 pm

- ¿vas a hacerme enfadar? -susurré arrastrando las palabras al ver como se acercaba a mi.
Habíamos pasado una noche increíble, pasional, me sentía saciado, tranquilo y francamente como no lo hacia en mucho tiempo. Sus dedos se pasearon por mis costados cuando bajé la navaja que pronto dejé caer sobre la cofaina para girarme y enfrentar a Dani que se reía divertida ante aquel nuevo juego de niños.
-Así que me vas a hacer enfadar -dije atrapando sus manos alzándolas por encima de su cabeza -¿y como piensa pirata lograr eso? -pregunté contra sus labios dejando que mi aliento penetrara en ellos empujado por las palabras -tendrás que esforzarte mucho, estoy de muy buen humor -confesé mordiendo su labio inferior antes de invadir con mi lengua su boca dejando restos de jabón y pelos en su cara.*

— Aaahhh… siempre hay armas ocultas, no quieras saberlo todo.— como la pringó con el jabón se restregó por su otra mejilla dejándole a él de nuevo los restos del afeitado, aunque una parte seguían sobre su piel. Le robó la toalla con un sucio truco soltando una mano y se dio la vuelta corriendo, se limpió la cara y luego la soltó contra su trasero entre risas.*

La pirata se zafó de mi agarré sin perder esa sonrisa tomando la toalla ante mi mirada para limpiarse la cara, claro que a traición, la lanzó contra mi culo y salió corriendo emitiendo un grito al notar como mi brazo atrapaba su cintura y los dos caíamos rodando sobre el lecho enredados sin poder dejar de reírnos como niños.
-Ya veo que los piratas guardan siempre un as en la manga -susurré mordiendo su barbilla.
En mi mente solo tomaban forma dos palabras, "Te quiero", estaba bien con ella y cuanto mas tiempo pasábamos así, mas ganas de escapar de mi labios tenían y mas veces las silenciaba por miedo a un respuesta que no me gustara.
Peiné con mis dedos su pelo revuelto, rebelde como ella misma mientras navegaba en sus dos tormentas.
-Dos días que no saldremos de tu camarote, coge fuerzas pirata -aseguré lamiendo sus labios con una promesa.*

Dos palabras fatídicas que solían estropearlo todo y que era mejor no apresurarse a decir. Dos palabras que cuando se decían era como perder algo importante, como abrir la puerta a los monstruos que devoraban las armaduras, los escudos contra el dolor, era sinónimo de amar y de la felicidad que ello conllevaba, pero a la vez era como desgarrar el corazón. No podía decirlo a la ligera y aunque rondaba y flotaba por su mente, siempre morían esas dos palabras en los labios y acababan por no ser pronunciadas.

— Me parece bien, creo que ya hemos entrenado suficiente en estos días de batalla. Anda, vamos, te acompaño al hospital, me pilla de camino al puerto.*
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Mensaje por Höor Cannif Lun Feb 12, 2018 11:57 am


El funeral de Horace Wellington se había celebrado más de dos meses atrás, cuando Höor estaba en Japón. Pero nunca era tarde para ir a despedirse, no eran una familia unida, realmente para ella sus hermanos y su padre eran extraños pero a fin de cuentas eran la única familia que tenía. La Reina Ana era el único buque sin daños graves y el más rápido para esa travesía, así que bien temprano levaron anclas y arriaron velas para poner rumbo a Inglaterra. Tenía pensado ir a visitar a su madre, a ella no la vio cuando fueron al astillero a pedir los barcos, y se merecía al menos el pésame. Tenían por delante dos días de travesía y soplaba viento del este, perfecto para empujar sus velas más rápido. Para Höor aquellos dos días serían en verdad los primeros dos días de “vacaciones” desde que emprendió aquella insensata aventura hacía el país del sol naciente. No habían parado y eso hacía mella en cualquiera. Con viento a favor, pensaba tirarse los dos días des cansando en el camarote y salir sólo para dar las instrucciones pertinentes, pero todo en manos de su contramaestre, iría bien.*


Serví sendas copa de un buen whisky irlandés y le tendí una a la pirata, podíamos tomarnos el viaje como un pequeño descanso merecido. Desde que regresé de Japón, ambos habíamos ido de cabeza y la verdad es que las discusiones se habían sucedido entre nosotros al mismo ritmo frenético que componía nuestro día a día.
Esperaba que ahora, por fin en calma, las cosas pudieran ser distintas y simplemente disfrutar de ese camarote y de nuestros cuerpos a todas horas. Tres meses sin ella había supuesto demasiado tiempo y pensaba cobrármelo con creces. Ademas quería conocerla un poco mas, a fin de cuentas...llevábamos juntos cuatro días...
-¿y bien pirata? ya que soy tu invitado de honor ¿como vas a ser hospitalaria conmigo? -pregunté ladeando la sonrisa antes de dar un trago de la copa.

La rubia se cuadró como lo hacía frente a la tripulación, imponiendo su autoridad, ya que allí en verdad lo era.
— Menos mal que no te mareas. ¿No es muy temprano para beber?.— trataba de parecer autoritaria, pero estaba amagando la sonrisa y tras haber dado órdenes y llevar una hora en el mar, tan sólo deseaba quitarse las botas y la casaca y caminar descalza sobre el suelo de madera cubierto de alguna alfombra.— Te dejaré el cubo más grande…eso es ser hospitalaria…— Echó el pestillo a la puerta y resopló, quitarse el uniforme de capitán en ese momento era como cuando Höor se quitaba la armadura, el momento del día en que todo eso pasaba a segundo plano. Colgó la ropa en un perchero quedándose sólo en camisa y ropa interior y después se dirigió hacia donde el noruego estaba sentado, con los pies sobre su mesa, que por esa vez, estaba vacía. Se sentó sobre ella desplazando sus pies y aceptando la copa, chocando el cristal con la suya.— por llegar a buen puerto.— bebió un trago y se relajó.— Gracias por acompañarme.*

Mi sonrisa picara se dibujo cuando empecé a ver como Dani se quitaba la ropa lentamente ante mi ojos.
-¡Oh, si, veo que has entendido lo de ser buena anfitriona! -dije sin poder contener la risa echando mano al boton de mi pantalón haciendo que Dani se riera.
Sabia perfectamente que su intención no era exactamente la que yo propia, no ya, pero solo le estaba gastando una broma, también me apetecía antes jugar.

Tomé asiento en la silla subiendo los pies en la mesa dejando que terminara de quitarse la ropa mientras mis ojo perseguían su curvilínea silueta sin perder detalle, llevando le vaso a mis labios una vez tras otra.
Acortó la distancia buscando mis dos tormentas y tras empujar mis piernas tomó asiento en la mesa. Deslicé la yema de mis dedos por sus piel lentamente, con mis ojos fijos en ese sendero ascendente.
-¿Te he dicho alguna vez que eres preciosa.?
Bien sabia yo que no, pero, lo era y no solía decir esas cosas, pero me sentía bien ,relajado, con días por delante sin que Randuf nos enculara y pensaba disfrutarlos.*

¡Maldito fuera el vikingo! Con esas palabras la dejaba desarmada, porque además la miraba de esa forma y sabía que era verdad, que la deseaba y que le gustaba lo que veía, pero era mucho más fácil vivir asumiendo que era un patito feo, una oveja descarriada de la que nadie esperaba nada, que mantener las expectativas y más de alguien que en cuestión de mujeres tenía un historial bastante impresionante.

— ¿y te he dicho alguna vez que me encantan tus ojos verdes?.— se estaba quedando con él, sabía que eran marrones, pero como ella era daltónica bien podría haberlos confundido. Sabía que eran marrones porque eran del mismo tono que su pelo y nadie tenía el pelo verde. Se acercó un poco, inclinándose hasta rozar su nariz con la propia.— lo cierto es que no, y creo que si me lo repites igual me lo acabo creyendo.— le dio un bocadito en la punta de la nariz y después regresó al vaso de whisky.*

Ladeé la sonrisa cuando mordió mi nariz regresando al vaso con el que jugaba con sus labios ¿quien fuera el borde de esa vaso ahora?
-¿Así que tengo que decírtelo muchas veces? -pregunté arrastrando mis palabras al paso que lo hacían mis dedos. Elevé la mirada que se perdía en sus muslos hasta sus dos inmensos mares -¿sabes que pensé la primera vez que te vi? -pregunté sonriendo - que no me ibas a durar ni dos días de niñera -reconocí -mis hijos son unas bestias... -alegué en mi defensa - ¿recuerdas el día que Giuliana tiró a Ulf de casa y vino a mi sofá? estábamos bebiendo y hablabas con nosotros, nos pedías tregua para nuestras mujeres..pensé que eras una ingenua y ¿sabes lo que pensé el día que te acorralé por primera vez contra una mesa? - pregunté divertido -que eras la única mujer que me daba puerta..por ella salí dicho de paso, mas caliente que el palo de una brasa *

Estalló en carcajadas, recordaba aquellos días tan confusos cuando naufragaron y se vio obligada a pedir asilo mintiendo y engañando.
— Y tenías mucha razón… soy una niñera pésima. Conseguí hacerme con ellos tratándolos como si fueran un pequeño ejército y yo su capitán. — Recordó la noche que se sentaron a beber los tres razonando lo terribles que eran las mujeres.— si, por aquel entonces Ulf no me odiaba demasiado jajajajaja ahora chocamos a todas horas, pero creo que es lo normal.— Puso cara de extrañeza.— ¿En serio te ha resultado siempre tan fácil tener a las mujeres que has querido? ¿ninguna antes te había dado calabazas así? No te creo.

-Así no, a ver, he jugado al gato y al ratón..eso si, pero ¿calabazas acorralando a una mujer? no, eso no..recuerdo hasta la frase que me soltaste... que temías mas la ira de las esposas que no se que mierda... -negué divertido -siempre mas has parecido una mujer preciosa, aunque también una con muy malas pulgas, todo sea dicho de paso.
-¿cuando empezaste a sentir algo por mi? -pregunté intrigado -dejaste a Lund, te largaste…volviste...¿cuando?*

Chasqueó la lengua porque recordaba esa frase como si la hubiera pronunciado ayer. Que si algo temía más que una galerna, era la ida de una esposa.
— No lo sé, todo empezó por pequeños detalles… cómo le hablabas a Sirius, cómo usabas el sentido de humor para salir de una situación que daba más penas que risa… supongo que me atraía tu carisma.
-Físico imponente, tu verga dura -interrumpí echándome a reír y callándome otra vez para que siguiera adulándome.
Puso los ojos en blanco y acabó por reirse.— Eres incorregible. ¿Pero quieres saberlo o no? Si esperas que te diga lo bueno que estás y lo mucho que me pones, espera al menos a que acabe de decir lo importante!!
Hice un gesto para que continuara, ahora estaba intrigado con eso mas importante que mi físico imponente.
— Pues… a ver. Lund me tiraba la caña y a mi no me parecía mala idea, en teoria los dos buscabamos lo mismo, sin compromiso ni nada. Era cómodo, él me dijo que me daría espacio pero finalmente quiso algo más y yo no sentia lo mismo. Durante ese tiempo no dejaba de fijarme en esas cosas, en esos detalles, pero tu situación era complicada también y mis viejas costumbres pesaron más, me alejé de aquello que podía darme problemas.— Le pasó el vaso a Höor para que se lo rellenara.— ¿Te estoy soltando un rollo?


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Mensaje por Danielle Morgan Lun Feb 12, 2018 11:59 am

Le llené el vaso e hizo lo propio con el mío negando con la cabeza como respuesta a su pregunta.
-Para mi algo sin compromiso no es lo que tuviste con Lund, yo he tenido sexo durante este tiempo, pero solo eso, sexo, echar un polvo y al día siguiente, pues si éramos amigos, tan amigos y si no, pues no la he vuelto a ver..ese es mi concepto de sin compromiso.*

— En ningun momento hablamos de que fuera nada más. Yo me dedicaba a mis cosas y él a las suyas, no compartíamos más que un rato de cama y lo que pudiera durar la conversación después. El caso es que cuando llegó la peste y te empecinaste en atrincherarte en la Atalaya, ya eras libre y supongo que ahi me di cuenta de que al margen de que con Lund no sentía lo mismo que él por mi, jamás podría funcionar porque me gustabas tú. Entonces se me vino todo encima, porque tú eras inalcanzable y jamás estarías con alguien como yo. Después de haber fracasado en tu matrimonio tendrías que tratar de no cometer los mismos errores, hacer lo correcto. Y en ningún escenario que pudiera imaginar yo era la mujer correcta. Así que hice lo que siempre supe hacer…poner tiempo y espacio de por medio, no podía quedarme, me consumía la ansiedad.*

Asentí recordado lo que sentí cuando se largó, cuando aquella mañana me informaron que el Reina ya no estaba en puerto y que no había dejado mensaje alguno, simplemente había desaparecido como vino.
-Lo recuerdo, recuerdo como me sentí cuando volvimos de la Atalaya y Lund te tocó...llevábamos varias noches durmiendo juntos, y bueno, no se, me jodió, tanto fue así que para no verlo me largué y después simplemente desapareciste. El primer mes te esperé cabreado, el segundo busqué el modo de olvidarte y un día regresaste como si jamas te hubieras largado entrando por la puerta con una sonrisa de oreja a oreja como si ya nada te importara..eso si, con un negocio que por Odin te hubiera metido por el culo ese mismo día*
— el océano me trajo la paz que necesitaba para poner orden en mis prioridades. Traté de regresar a mi vida antes de Akershus pero no era lo mismo, ya estaba tocada, ya os habíais colado por los resquicios de mi pertrechado corazón. Por eso hice lo que mejor sé hacer, negocios y chanchullos pero esta vez para que su rendimiento beneficiase a alguien que no fuera yo misma. Llegué a la conclusión de que sentirme útil en Akershus me llenaba más que vagar por los mares y que quería echar allí mi ancla. Necesité un tiempo para ser lo suficientemente valiente de enfrentar esos cambios en mi vida. Y los cambios son mejor de uno en uno, no estaba preparada para empezar algo contigo. Supongo que la magia de la Navidad y el tiempo que pasamos antes de eso dudando y dudando…hicieron el milagro.

Lleve mis labios a su pierna recorriéndola despacio con ellos, supongo que esta conversación entre los dos era necesaria, al menos habíamos descubierto como nos sentíamos en determinados momentos.
-Si lo se plato el árbol ese en el salón mucho antes -bromeé contra su piel mientras dejaba un reguero de besos ascendiendo por su pierna hasta que me incorporé apoyando sendas manos en la mesa y busqué sus labios despacio, deleitándome de un beso largo, profundo que como la hiedra enredó nuestras lenguas con sabor a licor.
-intentemos hablar las cosas, se que es difícil, los dos tendemos a salir corriendo cuando nos cabreamos, pero...odio discutir contigo.*

Habían hablado de una forma que no habían probado antes. Normalmente no conversaban si no había una razón urgente, algo que arreglar o el tiempo apremiaba, y esa vez realmente lo habían hecho por el puro placer de conocerse. Recibió sus labios esta vez con las ganas renovadas, como si hubiera soltado algun peso al decir todo aquello.— tendremos que intentarlo…yo tampoco quiero discutir… aunque ambos sabemos que es imposible que no pase.— sonrió contra sus labios. Negar lo evidente era tontería, tenían mucho carácter y les sucedían muchas cosas y muy jodidas a diario, como para entenderse a la primera.*

De un tirón abrí sus piernas colándome entre ellas, mis labios se curvaron buscando su mirada dejando que su aliento golpeara mi boca impulsado por sus palabras.
-Discutamos, pero.. - “no te vayas" pensé -hablemos las cosas cuando nos calmemos- dije.
Yo pensaba, y ese era mi mayor miedo, que un día, tras una discusión de esas que teníamos cogería sus cosas y desaparecería para nunca mas volver, sin un adios de por medio, simplemente eso, el vacío mas absoluto.Por eso no podía bajar las defensas, porque si lo hacia no sabría bien como afrontarlo. Si me rendía ante ella perdería y Akershus necesitaba un guerrero no a un hombre enamorado.

Mis manos se pasearon por las curvas de su cuerpo mientras de nuevo chocaba contra sus labios esta vez con mas rudeza, saqueando con hambre, pegando su centro contra mi alzado miembro dispuesto para el combate.

— No salgamos dando portazo…¿de acuerdo?…— no había terminado la frase, y ya hablarían más adelante sobre esa manía de Höor de dejar las cosas a medias. Ambos tenían claro que las corazas repelían el dolor, pero también podían repeler el amor, y lo segundo daba casi más miedo que lo primero. Ya verían si esos propósitos se cumplían pero por lo pronto lo que más le apetecía era notar sus manos sobre la piel, recorriéndola, rubricando lo que le había dicho un rato antes sobre que era preciosa. Porque cuando estaban juntos se sentía como engullida, arrastrada a otro nivel por debajo de la cordura y la racionalidad que siempre la dominaba.*

Las prendas de ropa fueron cayendo al suelo, mis ojos oscurecidos por el deseo reflejaban las llamas del crepitante fuego que alumbraba la estancia y lamia la piel de Dani a sus espaldas.
El roce de su piel creaba en mi cierta adicción, cuanto mas lo probaba, mas sucumbía a la necesidad de recorrerlo de nuevo con mordiscos y besos. Su centro se abrió para mi, el vaivén de sus caderas se convirtió en mi credo, sus gemidos en mi bandera y las olas que mecían el barco en el viento de este encuentro que poco a poco tomaba fuerza, como lo hace la tormenta hasta convertirse en tempestad. Gruñí contra sus labios embistiendo al borde de la locura, hasta caer por el abismo sacudiendome en su interior con violencia.*
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Mensaje por Höor Cannif Dom Feb 18, 2018 3:14 pm

El segundo día de viaje soplaba bonanza, La Reina Ana se deslizaba sobre el azul y plata del océano Atlántico. Danielle estaba apoyada sobre la baranda de proa sintiendo el sol en la cara y el viento revolviendo sus cabellos. El olor a salitre y madera le daba esa sensación de libertad que tanto le gustaba. Sintió los brazos de Höor rodearla para apoyarse en la baranda justo al lado de sus manos, y su pecho pegado a la espalda. Esa tranquilidad que se habían encontrado sin pedirlo estaba obrando el milagro de que llevasen días sin discutir, ojalá pudieran mantener eso perpetuamente pero ambos sabían que la presión del día a día les haría saltar. Disfrutar de esa burbuja temporal era todo cuanto tenían en ese momento y por unos segundos deseó que no acabase nunca. Cerró los ojos unos segundos y exhaló el aire despacio, echándose un poco hacia atrás apoyando la cabeza en su hombro y pegando la mejilla a la suya.

— Si llego a saber que subirte en mi barco y llevarte a Londres sería la solución a todos nuestros choques…lo habría hecho mucho antes.*

Con el viento golpeando mi rostro y el pelo de Dani acariciando mi barba me dejé embriagar del olor de mi madre la mar. Olía a salitre, a pescado y sin duda a libertad.
Desde que había subido al Reina Anna era como si me hubiera quitado un peso de encima, como si por unos días pudiera olvidarme de las incesantes preocupaciones que como una losa caían sobre mi en Akershus, ahora solo tenía que preocuparme de...Dani y eso había convertido nuestra "relación" en algo muy distinto a lo que normalmente teníamos en Akershus.
Mejilla contra mejilla, mis labios buscaron la ajena para darle un beso, de nuevo a mis labios llegaban esas palabras no pronunciadas, unas que bien sabía podían cambiarlo todo en cuestión de minutos y que era mucho mejor seguir manteniéndolas acalladas.
Estábamos bien, solo quería disfrutar del viaje, apoyarla para dar ese último adiós a su padre y si necesitaba arreglar algún tipo de papeleo...estar allí, junto a ella sin mas.
Dani era muy generosa conmigo, con Akershus, con mis hijos y yo en ocasiones estaba tan involucrado en los problemas del norte que me olvidaba de la mujer que tenia entre mis brazos...así que era justo y necesario que este viaje fuera simplemente nuestro.
-Si llego a saber que estar aquí, solos, iba a ser así, creo que te hubiera propuesto viajar mucho antes. Hemos logrado mantener una conversación sin portazos de por medio, sin que nos echemos nada en cara y sin que uno de los dos se acabe largando, todo un reto pirata.*

Se dio la vuelta atrapando sus solapas con las manos y sonriéndole a pesar de que cierta melancolía la invadía cuanto más se acercaba a su hogar.

— No me imaginaba que esto pudiera ser posible, pero aquí estamos. A veces creo que tenemos tantas preocupaciones, tantos frentes abiertos que nos instalamos en esa dinámica de rabia y furia. Cuando lo único que deseo es… esta calma. Mi padre se pasó la vida amasando una fortuna, siendo esclavo del dinero y de la sociedad hasta el punto de perder una hija por eso. No quiero despertarme un dia y sentir que he echado mi vida por la borda, que la he malgastado sin sentido lejos de aquello que podría haberme hecho feliz. Si a veces te preguntas qué me ancla a Akershus…es eso.*

Mi boca salió a su encuentro besándola despacio, teníamos todo el tiempo del mundo y la verdad no había necesidad de saquear sus labios, no hoy, no ahora.
-A veces no se que te ancla a Akershus, se que has encontrado en parte un hogar para Beth, que los niños necesitan pisar tierra firme y se que en ocasiones como esta, estamos bien...pero otras veces...me da la sensación de que levaras el ancla y no te volveré a ver. Yo no conocí a mi padre, no puedo saber exactamente lo que sientes, ese vacío que deja la ausencia de alguien que de forma errada o acertada a formado parte de tu vida. Supongo que debe ser como cuando perdí a mi madre, aunque..no tuve tiempo de llorarla, ni siquiera tuve su cuerpo para quemarla en una pira...ni eso me dejó hacer Randulf. Esta guerra no es solo por el norte, por sus gentes, es por mi, Radulf me lo ha arrebatado todo, al menos desde que tengo uso de razón lo ha hecho y a veces me siento egoísta porque puede que camufle mi propio odio en la necesidad de Akershus. *

—Dicen que el odio no conoce límites, doy fe que en el caso de Randulf es así, te odia y lo paga con todos nosotros, con todos aquellos que osen pensar diferente que él. Pero si algo he comprendido en Akershus es que el amor tampoco los tiene. Sólo ver cómo te miran tus hijos, o cuando Ulf y la rubia cruzan miradas…no importa qué maldades trame Randulf, viven día a día y cuando me preguntaba cómo era posible… amor. A ti, a estas tierras, a lo que representan…pfffff no me dejes decir tantas tonterías, Cannif, me pongo tonta y sueno como una damisela ruborizada que lee cuentos.— le hizo una mueca y mordisqueó su nariz.*

Sonreí contra sus labios al escucharla hablar de cuentos de hadas, escasa la distancia entre estos, dejé que su respiración cálida acariciara mi boca antes de posar mis manos en sus mejillas para atraerla mas hacia mi y fundirnos en un beso del que el mar fue único testigo.
-¿estas bien? -pregunté al separarme y mirar sus dos océanos -nunca te lo pregunto. Se que cuando tu padre murió yo estaba en Japón y que tú estabas ocupándote de Akershus, no pudiste ir a despedirte y lo siento...de verdad lo siento. Cuando yo no pude dar sepultura a mi madre me dolió, no he pensado en que también a ti te debió doler y no lo hiciste porque no querías dejar a mi gente, porque te necesitaba...


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Mensaje por Danielle Morgan Dom Feb 18, 2018 3:15 pm

Pronto se divisó tierra, el contramaestre avisó a Dani, llegábamos puerto y con ello parte de nuestra tranquilidad se terminaba.*

Llegaron a puerto y Danielle dirigió a la Reina Ana hasta el astillero de los Wellington, había pensado fondear allí dos días, mientras le cambiaban la arboladura al buque, y así podría ir al cementerio a despedirse de su padre.

Su hermano mayor los esperaba en el despacho. Desembarcaron y pusieron rumbo allí, Dani no quería enfrentamientos, así que cuando subieron a la oficina y vio el gesto de su hermano directamente le espetó.

— Antes de que digas nada, no pude venir porque estaba al mando del condado en ausencia de su legítimo conde, y antes de que empieces a escupir veneno…no vengo a reclamar nada, sé que estoy desheredada, así que cámbiale la arboladura a mi barco, te pagaré y nos iremos.— Albert relajó un poco los hombros, al parecer sus inquietudes pasaban porque su hermana la “bala perdida” regresase para montar un escándalo o poner a la familia en evidencia. Sabía lo que debía hacer así que fue directa a la mesa de su difunto padre, cogió los papeles que detallaban los trabajos a realizar en el barco y los firmó dejándolos sobre la mesa y abandonaron el despacho. Su hermano tampoco se esforzaba en fingir que prefería que no fueran nada.

Caminaron hasta el cementerio en silencio, Höor la cogió de la mano dándole el soporte que necesitaba para sobrellevar un momento difícil donde siempre tendría sentimientos encontrados. Perder a tu familia era duro, pero tenerla y sentir que no son nada tuyo…dejar que el odio y la indiferencia se instale, era mucho peor. Llegaron hasta el panteón familiar, abrió la reja y entraron en aquella pequeña capilla donde había flores frescas sobre la tumba de Horace Wellington. Sacó un sextante de latón, algo oxidado y lo depositó sobre la tapa de la cripta.

— No es el tuyo, ése lo perdí en el naufragio frente a Cuba. Pero éste me vio contraer la peste caribeña, con él casi conseguí hundir el Jotunheim, sobrevivió al naufragio en Noruega y me ha servido hasta hoy. Tú lo empezaste, enseñándome a usarlo, contándome todo aquello que hacían esos intrépidos capitanes de barcos… y luego no aceptaste en lo que me convertí. Lo siento, padre. Me hubiera gustado que alguna vez estuvieras orgulloso de mi, pero no pudo ser. Sólo espero que allá donde estés seas feliz.

Permaneció unos minutos en silencio y finalmente se dio la vuelta para marcharse de aquel panteón.*

El dolor quedaba reflejado en esos dos océanos que hoy turbios por unas lagrimas que no permitió dejar salir la convertían en la pirata mas intrépida, no por sortear una tormenta, si no por enfrentar a los suyos en mar abierta. Su hermano no tenia piedad, Dani tampoco la esperaba y aunque yo permanecí en silencio sepulcral mi rostro dejaba en evidencia lo que pensaba de ese hombre que ni siquiera hoy, con el cuerpo de su padre bajo tierra era capaz de brindarle una mano amiga ¿acaso por sus venas no corria la misma sangre?

Cuando esté paso por mi lado nuestros hombro se rozaron, fue deliberado ,admito que podía haberme apartado mas no lo hice y fue su hermano el que chocando con mi envergadura tuvo ligeramente que cambiar de rumbo. Dani no quería enfrentamientos, mas yo con gusto le hubiera bajado a puñetazos los humos. Salimos de allí antes de que las cosas se tensaran mas, si es que eso podía pasar y en silencio pero de la mano llegamos al cementerio.

Dani apenada hablo del orgullo que su padre jamas sintió por ella, y aunque creo eso fue lo que le demostró, muy en el fondo de su corazón, yo creo que si estaba orgulloso de lo que su hija había logrado por méritos propios ¿que padre no estaría orgulloso de una mujer como Dani? quizás le faltó tiempo para en su lecho de muerte, cuando la verdad asoma a tus ojos y las palabras a tus labios haber sido sincero con ella. Me sentí culpable, pues si esa confesión no se produjo bien pudo ser por mi culpa, si no hubiera tenido que hacer frente en Akershus a mi ausencia quizás las ultimas voluntades de su padre hubieran sido distintas.

Dani abandonó el cementerio como llegó vacía por dentro y con un silencioso hombre al que n ose le daba bien aplacar el dolor ajeno si no era con un choque de cuerpos ¿que decirle? ¿que lo sentía? Besé sus labios con suavidad, si algo me había quedado claro es que en ciertos momentos..ella necesitaba unas cosas distintas a las mías. Mi incapacidad de hablar me llevaba a demostrar de otro modo y eso a veces nos traía problemas que hoy no quería.
-¿que quieres que hagamos Dani?*

Caminaron hacia la posada, la otra vez, cuando fueron a comprar los barcos, se quedaron en la Reina Ana, pero esta vez iban a trabajar en ella durante toda la noche y el dia siguiente, así que fueron hacia allí. No tenía ganas de salir de compras ni de cruzarse con la gente que de seguro que le preguntarían memeces sobre su vida.

— Si no te importa, hoy no quiero salir, prefiero pasar lo que queda de día en una habitación caldeada contigo.— Tan sólo necesitaba abrazarse a él y escuchar el fuego quemar la leña en la chimenea. Pidieron una habitación y un par de botellas, no veía mejor plan que un par de copas para adormecer el entendimiento y descansar por un rato en brazos del otro.*

Entramos en la habitación, ladeé la sonrisa acercándome a la lumbre para echar un par de maderos que incendiaran mas la camara y la temperatura se elevara.
-Lo de no salir es para....-bromeé encontrándome con sus mares y con el jarrón que de tener a mano me hubiera lanzado de seguro a la cabeza.
-ósea, esta es una de esas noches de darnos..¿besos?
Yo para estas cosas nadaba muy perdido, nada lo decia a maldad, es que yo ahogaba mi dolor de forma muy distinta.*

—Es una de esas noches que sólo quiero estar contigo, ya veremos cómo, porque nunca tenemos tiempo de estar así.— Se quitó la ropa, no es que no quisiera tener sexo, probablemente lo tendrían, pero ahora sólo le apetecía meterse bajo las mantas pegada a él, acariciar su pelo, hablar de alguna cosa, beber alguna copa…una noche tranquila y para ellos. Sacó el corcho con los dientes y llenó dos vasos, vaciando el primero de un trago. Se recostó sobre la almohada y le hizo un gesto para que hiciera lo mismo. Después se abrazó a su cintura y apoyó la mejilla sobre su pecho.— ¿recuerdas aquella vez que bailamos en el restaurante? Eres un cabrón, ya me gustabas mucho entonces, el encanto Cannif que te caracteriza.*
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Mensaje por Höor Cannif Jue Feb 22, 2018 4:44 am

Me quité la ropa dejándola amontonada sobre el suelo, mis ojos recorrieron el cuerpo desnudo de la pirata con descaro mientras esta servia sendas copas, que ambos vaciamos antes de volver a rellenarlas. Me colé bajo las mantas dejando que Dani se acomodara sobre mi pecho, mis dedos dibujaron los huesos de su columna vertebral escuchándola. Mi sonrisa se ladeó recordando la noche que estuve a nada de besarla mientras bailábamos frente al mar, pero que por..miedo o sensatez, no lo hice.
-Soy un heroe -bromeé recordando la noche en la taberna y la canción mientras me reía -a mi me ponías desde mucho antes -confesé -esa noche en la taberna, si no hubieras estado con Lund, creo que te hubiera tirado bocado -besé sus labios antes de volver a perder la mirada en el techo*

— Esto es mi viejo mundo, ahora tengo uno nuevo y si algo he aprendido es que… no quiero repetir esta historia con Beth y con los niños o si alguna vez tú yo…— “tenemos hijos”. Agh. Lo había pensado pero no lo dijo, eso era algo que quedaba muy lejos, si apenas estaban empezando a entenderse, no podían hablar de cosas tan abrumadoras. Aunque Akershus tenía la tendencia a acelerarlo todo porque cada día podía ser el último.*
-¿Si tu y yo que? -pregunté enarcando una ceja, a otra que se le daban bien lo de dejar las frases inacabadas. -Yo hago lo que puedo con mis hijos, la guerra me consume pero lo intento. Beth es una niña lista, es fácil tratar con ella y contentarla, por contra, con Valeska a veces no me entiendo, intento que parezca que sus inquietudes me resultan...eso, inquietantes, pero la verdad es que ...no la entiendo -aseguré -los demas son mas fáciles. ¿Tu y yo que?*

Resopló, porque la había pillado con las palabras en la boca y aunque no quería terminar de decirlas, no tenía sentido tratar de ocultarlas y cambiar de tema.

— Si tú y yo tenemos algun día una familia. Vale, olvídalo, ha sido sólo una idea estúpida, no quería decir que… o sea…no quiero presionarte a que esto vaya bien ni…era sólo una posibilidad que no me gustaría que sucediese y… si, entiendo lo que quieres decir. Es una niña complicada, los que no conocemos la magia no podemos entender lo que es, y…

La interrumpí volteándola mientras mi sonrisa se ensanchaba y mi cuerpo quedaba como escudo del ajeno, no podía soltarme esa bomba y después cambiar de tema como si nada. -¿quieres tener hijos conmigo? -susurré en un tono de pregunta que mas bien se podía convertir en ronroneo - pero..tomas las hierbas esas, lo he visto -aseveré enarcando una ceja. Acabábamos de empezar, no sabíamos si iba o no a funcionar, pero mis sentimientos por ella eran claros, de no serlo nunca me hubiera arriesgado a emprender una relación, para mi era mas fácil perderme entre distintas piernas, pero mentirme a mi mismo por mas tiempo era absurdo cuando noche tras noches acaba deseándola a ella.*

—Realmente… no lo sé. Lo que sí sé es que no me lancé a esto pensando que fuera una aventura pasajera, aunque el tiempo dirá si realmente somos el uno para el otro. Desde que llegué a Akershus me he tenido que replantear mi vida, construir de nuevo cimientos sobre la que apoyarla y si me hubieras hecho esta pregunta hace un año me habría reido de ti y te hubiera preguntado si estabas borracho. Pero ahora…no sé, me preocupa Sirius, me parte el corazón cuando me mira resignado porque me voy o te vas…me gusta contarles historias a Orn y Fio, y me rio cuando Valeska le hace trenzas a Beth y la trata como si fuera su muñeca. Y jamás me había visto ejerciendo de madre…pero ahora todo… todo está patas arriba y tú tienes la culpa.— repasó con las yemas de los dedos sus pómulos y acabó en su barbilla.*

Cerré los ojos al sentir su caricia tibia repasando mi rostro, no estaba acostumbrado a cosas tan "sentidas". Entendía lo que decía, para mi los sentimientos eran tierras movedizas, con ella había apostado todo o nada, no era una aventura pasajera, de así serlo, ni lo intentaría. Yo no solía abrirme, me costaba en demasía permitir a nadie conocerme, pero con ella lo estaba intentando, quería una vida a su lado, solo que no sabia como demostrárselo.
-Yo...lo pasé mal con Valeria -era la primera vez que le hablaba de mi matrimonio acabado -no pensaba que podría volver a enamorarme, francamente para mi todo seria mas fácil si..pues eso..si no tuviera que esforzarme por curar viejas heridas, pero no puedo ser un capullo para ti y lo intento, pero en todo creo que acabo quedándome a medias. Mi relación anterior fue muy complicada, no voy a culparla a ella, simplemente, lidiar con el héroe de Akershus no es fácil para una extranjera. Mi vida cambió y con ella todo lo demás. Los niños son todo para mi, y a veces se que fallo, también me preocupa Sirius, veo como me mira cuando me voy, lo hace resignado, no lo entiende. Supongo que Fio y Orn son mas capaces de asumir mi papel y que Beth todavía no me considera un padre..Valeska, no se lo que piensa..es complicado.*

Su fracaso matrimonial le había pesado más que todas las derrotas de Akershus, porque cualquier otro podría pasarse el día borracho para olvidar, pero él tenía obligaciones y siempre las anteponía a sus propias necesidades, por eso la herida había sangrado tanto. Podía entender su incapacidad para abrirse del todo, para darse de nuevo, porque ella había hecho lo mismo, pero también lo estaba intentando.


— Mientras no los apartes de tu lado, todo irá bien. Ni los padres ni los hijos nacemos sabiendo qué hay que hacer, pero mientras ambas partes intenten comprenderse…el resultado da igual. Lo malo es cuando te conviertes en un extraño para los tuyos. Tus hijos no son tontos y saben que lo intentas, que haces cuanto puedes y eso… eso infinitamente mejor que lo que yo he tenido. Un día crecerán y tomarán sus propios caminos y ese día sé que los mirarás con orgullo y ellos lo sabrán.— Separó un poco la cabeza de su pecho y sirvió otros dos vasos, porque estaban hablando tranquilamente y el calor del licor relajaba los ánimos que habían comenzado lúgubres.— ¿que a veces eres un capullo? Eso puedes jurarlo.— sonrió.— aunque supongo que a veces me paso de revoluciones, voy a toda vela y no sé parar y mirar alrededor.*

Tomé el vaso dandole un trago, allí contra su cuerpo, el candor de las llamas que crepitaban frente a nosotros y bajo las tupidas mantas hacia calor, al menos para un norteño como lo era yo, así que la bebida entraba muy bien.
-Doy fe de que vas a toda vela, a veces pienso que también levaras ancla -bromeé.
Enredé mis dedos en los cortos mechones de su nuca atrayéndola para besarla, primero lentamente pero pronto el beso se torno, húmedo, rudo y prolongado en el tiempo.
-No puedo evitar desearte Dani -susurré contra sus labios relamiéndome los propios por el sabor a alcohol y a ambos -¿quieres que baje a por cena? si me animo puedo hasta sacarte a bailar -bromeé divertido.*


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