Canciones para soñar [Priv. Angelo]

por **Zelman Perrin** Dom Oct 06, 2013 11:59 am

Oh.. las calles Parisienses, donde los ricos se paseaban libremente sin preocupaciones. Unos con sus bastones, sus ropas caras y a la moda, con gorros más grandes que sus cabezas y sus parejas a un lado, disfrutando de lo que se podría llamar un pequeño paseo mañanero.
Pobres ingenuos, ignorantes y ciegos que no quieren ver los pequeños detalles que, cualquiera que no mirase por encima del hombro,se daría cuenta.
Algunos pobres se arrinconaban en esquinas de esa gran plaza, escondiéndose cuando venía un guardia y sacando el gorro ya estropeado para pedirles limosna a esos que se podían permitir casa propia, no como ellos. Unos desgraciados de por vida.

Pese a que era temprano todo estaba en un movimiento ya acostumbrado. Algunos carros iban de un lado a otro cargando alimentos para tiendas más conocidas. Un vendedor ponía su puesto más humilde para sacarse algunos francos con medicamentos hechos por él mismo.
Un mago preparaba sus cartas, atrayendo la presencia de algún que otro curioso que se acercaba a lo desconocido. Lo que no sabían es que, ese mismo muchacho, les sacaría el dinero. A eso se dedicaba, Zelman lo sabía a la perfección. Le conocía de vista y llevaba años viéndole hacer lo mismo cada mañana sin que nadie le pillara.
Los trucos de un mago jamás serían descubiertos, pero sus intenciones sí, a la vista de cualquiera con dos dedos de frente.

Él siguió a lo suyo, afinando las siete cuerdas de su pequeño laúd.Éste era de una madera clara y se notaba había costado los suyo. No era bueno como los de las clases altas, pero se podía manejar muy bien si sabías cuidarlo como se merecía.
Le pidió prestado un taburete cualquiera al que vendía los medicamentos, arrastrándolo hasta la mitad de la plaza.
Tenía pensado dar su pequeño espectáculo y si lo hacía sería bien hecho. No lo iba a hacer sin que nadie le prestara atención, por supuesto.
Ese gesto de ponerse sin vergüenza ninguna en mitad de una plaza circulada de personas que paseaban a su manera, hicieron que muchos se parasen, consiguiendo lo que se había propuesto: el primer paso era llamar la atención.
Se sentó, tocando algunas notas para calentar tanto dedos como sus cuerdas, con ese amor tan digno como si ese mismo instrumento fuera parte de él.

Minutos después supo que el momento había llegado. Los susurros llegaban a él. ''¿Qué hace un niño tocando? ¿y sus padres? ¿qué canción va a tocar?'' se preguntaban los curiosos y los más chismosos. Esas preguntas hicieron sonreír al pequeño pre-adolescente, animándole a que, cuando menos se lo esperó su público se levantó de golpe, haciéndoles soltar algun bote que otro del susto.
Se subió al taburete en el que estaba sentado y comenzó a tocar la canción esperada, pero antes de eso su rostro pasó por cada cara presente, cada mirada que se clavaba en él.
La curiosidad aumentó, tanto que algunos comenzaron a dar palmas para que empezara.
Lo que no sabían es que, no iba a cantar algo agradable, si no algo.. a su manera.
Carraspeó antes de empezar, tocando las primeras notas mientras una voz aniñada pero teatral salía de su gargantea.

Cuando de azul se tiñe el fuego del hogar
¿como podemos actuar?¿como podemos actuar?
Salgamos corriendo, escondamonos huyendo

Su voz se volvió más intensa, dándole un toque más oscuro a las letras de la canción. Antes de continuar hizo una pequeña pausa, sin dejar de tocar, por supuesto. Saltó del taburete, casi echándose encima de su público.
Éstos se echaron hacia atrás. Algunos reían, otros soltaban pequeñas exclamaciones horrorizados por la ya conocida historia sobre seres que desconocían, pero que se hablaban mucho sobre las maldades que les hacían a los humanos en cada parte diferente del país.
Antes de continuar otra mirada divertida se posó en ellos, sonriendo de medio lado con algo de maldad:

Cuando tu reluciente espada se aherrumbrar
¿en quien confiar?¿en quien confiar?
Sigue tu propia guía, piedra erguida.

Y acabó con unas notas algo más altas y rápidas, dejando que sus dedos se deslizaran con una fuerza ya experta sobre las cuerdas de su laúd.

Se inclinó haciendo una reverencia, mientras escuchaba los esperados aplausos de su público. No todo fue perfecto, porque la mitad de ellos hicieron reproches porque era ''humano'' tener miedo a esos seres. Zelman estaba para cantar y hacer teatro, no tener miedo de unas simples historias que contaban.
Recogió un par de monedas que algunos le lanzaron, recogiéndolas al vuelo y metiéndoselas en sus ya desgastados bolsillos.

por **Mikelangelo Van Dort** Mar Oct 29, 2013 6:21 pm

Su pequeña cancioncita redundaba en mi cabeza, yo le había divisado desde lejos al pequeño artista. Su voz quebrada y su sobreactuación en algunas ocasiones, me causaban un completa gracia, y entonces supe que había logrado entrenerme.
Las personas a mi alrededor se apartaban dejándole premios de distintos valores, entonces yo hice igual mientras que le mire con profundidad.

¿Un alma inocente que apadrinaba las calles? .. Sin duda, algo completamente nuevo para mi, al parecer aquel muchacho llevaba tiempo en el suyo, pero de noche jamás le había visto...
Quizás esta podría ser una ocasión especial...
Me acerqué agachándome hasta él...

-¿Cual es tu nombre?- le pregunté con mi semablante mas pacifíco y dado en confianza para no asustarle, mientra que deposité 10 francos en su estuche.

El niño y su instrumento, parecían el perfecto retrato de un hombre con sueños de infantes, se dedicaba a su instrumento tanto como a si mismo.
La voz chillona que le enriquecía le daba esa particularidad de poner una mano jovial y pequeña en aquel bocado prohibido que la abuela guardaba con recelo, ya sea un simple pastel, o una simple galleta. Algo de lo cual no era el momento para degustar.

Posé mi mirada en su instrumento, realmente lo cuidaba bastante... para ser un niño de la calle, al parecer se las arreglaba...
Me quedé agachado allí esperando a su contestación a mi pregunta...
Siempre me había interesado por conocer gente que aprecie el arte, en especial si desde el alma de un niño... se puede disfrutar.
Estoy seguro, de que podría guiarle en cuanto puedo, sin importar su condición social, su edad o lo que sea...

...No iba a herirle, ni menos beberme aquel infante de un solo bocado...

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