AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Reencuentro inesperado [Privado]
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Reencuentro inesperado [Privado]
"—¿Cómo era? —
—Del color de un bello atardecer, y unos ojos llenos de vida. Totalmente naranja con aquellos brillantes ojos que te hipnotizaban. Como los mismos que heredaste de él, pequeña.
—Y como os conocisteis? —
—Nos conocimos una bella tarde de verano. Fue el gato más bonito que jamás mis ojos vieron. Fueron encuentros inocentes. Éramos tan jóvenes… Y de allí a los pocos meses, decidiste salir al mundo, dándome la bienvenida con aquellos ojos verdes."
—Del color de un bello atardecer, y unos ojos llenos de vida. Totalmente naranja con aquellos brillantes ojos que te hipnotizaban. Como los mismos que heredaste de él, pequeña.
—Y como os conocisteis? —
—Nos conocimos una bella tarde de verano. Fue el gato más bonito que jamás mis ojos vieron. Fueron encuentros inocentes. Éramos tan jóvenes… Y de allí a los pocos meses, decidiste salir al mundo, dándome la bienvenida con aquellos ojos verdes."
Por culpa de la toalla que me rodeaba, inmovilizándome y la mano que me sujetaba, había sido inútil luchar por librarme del agarre. Quería volver con mi madre, quería llorar junto a ella como esos tres días que había permanecido echada a su lado. Todo había pasado tan de repente, que aún mis ojos no creían nada de lo sucedido. Mi madre había permanecido unos días muy débil, estaba enferma por lo que fue responsabilidad mía encontrar comida por las noches. Esa noche tardé más de lo normal, pero finalmente conseguí restos de pollo y jamón, que bien para ella le podían servir. Contenta volví a la pequeña cabaña donde vivíamos y me la encontré tumbada. Parecía dormir, así que intenté despertarla…pero estaba tan fría. Poco me faltó para adivinar que le pasaba, cuando oí que su corazón no latía. Mi única familia había muerto, dejándome sola en aquel mundo. Lloré abrazada a su menudo cuerpo. Acaricié su frio pelaje y transformándome en la pequeña gatita, me acurruque a su lado llamándola, buscando su mente, terminando maullando desolada. Junto a mi madre, estuve tres días y sus tres noches. Ni a comer fui ya que tenía miedo de que viniera alguien y se la llevara.
Y por cosas del destino, una vieja amiga de mi madre me oyó y me separó de mi fallecida madre, prometiéndome que iba a llevarme a un lugar seguro. Me debatí con uñas y dientes, pero ella esperándose aquella reacción vino preparada con un pequeño somnífero, que me hizo dormir durante muchas horas, hasta que al despertar estaba tan lejos de mi casa, que ya no sabía volver.
—Te voy a dejar con tu padre. Estoy segura que él te cuidará, una vez sepa que eres su hija. — Gruñí ante sus palabras. Mamá siempre me había dicho que no me querría, que no le necesitaba y era cierto. Para mí solo era un extraño, y no quería ir allí. Me debatí entre sus brazos sin éxito nuevamente, terminando ella por regañarme tomándome de la piel de la nuca, como hacia mi madre.—Tu madre nunca le dijo nada. Él no sabrá de ti hasta hoy. Pero es imposible no amarte una vez te conozca. Sabes que me gustaría quedarme contigo, pero no puedo. Mi vida no es la ideal para una pequeña jovencita y por lo que sé te voy a llevar a una casa adinerada. Estarás bien.
Rendida, dejé de removerme y me quedé quieta en sus brazos. Tendría que limpiarme el pelaje, pero no quería. Que mi padre me viera sucia. Si de verdad pudiera quererme, le daría igual mi sucio pelaje. Me tumbé mejor en sus brazos, viendo como el bosque que atravesábamos iba terminando y llegábamos a unos grandes jardines, con dos leones custodiando la entrada. Miré curiosa a los leones de piedra y entramos a los jardines. Observé los alrededores desde los brazos de la joven, asomando mi cabecita de entre sus brazos. Había mucho lugar por el que correr y perseguir animales. Jugar hasta cansarme. Ronroneé satisfecha, provocando la ligera sonrisa de la joven que me llevaba, cuando un señor mayor nos encontró a medio camino de la entrada a la gran mansión.
—¿Deseáis algo, madeimoselle? —
—Venimos a hablar con Maurice Morgan. Tengo entendido que trabaja y se encuentra alojado aquí. — El señor asintió, sorprendiéndose al ver unas pequeñas orejitas y unos ojos de un intenso verde asomándose. —Ahora le doy aviso. Quedaros aquí…—Parecía confundido y no dejaba de mirar hacia nuestra dirección, mirándome a mí. En los brazos donde yacía acurrucada, mi cuerpo tembló, ligeramente asustada. No me gustaban esas miradas. Yo no había hecho nada malo…¿no?
Nalia- Cambiante Clase Baja
- Mensajes : 46
Fecha de inscripción : 14/10/2013
Re: Reencuentro inesperado [Privado]
Aquel día era tan común como cualquier otro día, me hallaba desparramado sobre uno de los bonitos sofás de caoba con un tapizado blanco tiza sin otro objetivo ni satisfacción más que estorbar a las mucamas en sus tareas de limpieza, podían notar perfectamente sus miradas de odio clavándose en mi a pesas de que tenía el rostro oculto entre los cojines, simplemente toda esa belleza de la que me había dotado la naturaleza no era suficiente para amenizar el impacto de mis travesuras y lo odioso que los celos me hacían actuar. No lo podía evitar, antes era más fácil, solo una pequeña broma aquí y allá, algunas huellas de barro en las sabanas, solo unas pocas cortinas arañadas, pero desde que mi amo me había tomado como amante me hice mucho más consciente del impacto que sus rasgos masculinos causaban en esas mujeres, el sonrojo que se apoderaba de ellas cuando él les hablaba, aun si sólo fuese para darles alguna tarea ingrata, pero principalmente era consciente de las cosas que ellas tenían y de las cuales yo carecía, manos pequeñas que podrían ser suaves si el trabajo no las hubiese curtido, escotes que exhibían montículos blandos con los que cualquier hombre se complacería de recrearse, rostros pequeños que eran suaves sin necesidad de afeitarse todas las mañana... Cada vez que las miraba sólo podía pensar que un día mi amo se daría cuenta que vivíamos una locura, que no era un amante idóneo, incluso con mis rasgos ambiguos. Por supuesto que no pensaba que alguna de esas chicas podría competir contra mi, demasiado insulsas para poder verlas como autenticas rivales, pero no dejaban de ser un recordatorio de que lo que hacíamos era antinatural, algo que en lo personal poco me importaba, ni la promesa de arder eternamente en los fuegos del infierno podría hacer que me arrepintiera de ser su amante, ¿pero y él? ¿Tenía estos mismos pensamientos?
Todo eso estaba en mi cabeza... atormentándome y a su vez yo las atormentaba a ellas en busca de una paz imposible de alcanzar.
- Monsieur Morgan, lo busca una señorita - el tono de ese hombre me exasperaba, la sequedad de su voz al hablarme, su profesional carencia de expresión al dirigirse a mi me decían mucha cosas tacitas, como que era inapropiado que un sirviente se comportara de aquel modo, que fuese algún tipo de mascota de lujo y que tuviese al amo lo bastante hechizado para que ignorase que pasaba gran parte del día dormido, que era un incordio para todos los que me rodeaban y que desaparecía constantemente causándoles aprietos cuando debían explicar mi paradero a Löwe.
No tenía idea de quien podría estar buscándome en aquella remota propiedad de la Familia del Mar, en especial si se trataba de una mujer, pero me levante siquiera para entretenerme con aquello por un rato, sea quien fuera la visitante sería mejor que pasar el resto de la tarde tirado en aquel lugar hasta que me doliera el cuerpo.
Fui hasta la entrada de la propiedad donde los leones custodiaban la entrada al jardín de la mansión, enseguida supe por el aura de la mujer que ella era como yo, una cambiaforma, y que lo que traía en sus manos no era una cría común de gato, el verde de sus vivaces ojos me resulto inquietante, era como ver el reflejo de los míos en ese pequeño rostro.
- ¿Me buscaba? Soy Maurice Morgan, ¿En que puedo... ayudarlas? - interrogue notando un extraño nudo formándose en mi garganta, mis instintos me advertían de algo, pero no podía descifrar de que se trataba.
Todo eso estaba en mi cabeza... atormentándome y a su vez yo las atormentaba a ellas en busca de una paz imposible de alcanzar.
- Monsieur Morgan, lo busca una señorita - el tono de ese hombre me exasperaba, la sequedad de su voz al hablarme, su profesional carencia de expresión al dirigirse a mi me decían mucha cosas tacitas, como que era inapropiado que un sirviente se comportara de aquel modo, que fuese algún tipo de mascota de lujo y que tuviese al amo lo bastante hechizado para que ignorase que pasaba gran parte del día dormido, que era un incordio para todos los que me rodeaban y que desaparecía constantemente causándoles aprietos cuando debían explicar mi paradero a Löwe.
No tenía idea de quien podría estar buscándome en aquella remota propiedad de la Familia del Mar, en especial si se trataba de una mujer, pero me levante siquiera para entretenerme con aquello por un rato, sea quien fuera la visitante sería mejor que pasar el resto de la tarde tirado en aquel lugar hasta que me doliera el cuerpo.
Fui hasta la entrada de la propiedad donde los leones custodiaban la entrada al jardín de la mansión, enseguida supe por el aura de la mujer que ella era como yo, una cambiaforma, y que lo que traía en sus manos no era una cría común de gato, el verde de sus vivaces ojos me resulto inquietante, era como ver el reflejo de los míos en ese pequeño rostro.
- ¿Me buscaba? Soy Maurice Morgan, ¿En que puedo... ayudarlas? - interrogue notando un extraño nudo formándose en mi garganta, mis instintos me advertían de algo, pero no podía descifrar de que se trataba.
Mauren Morgan- Cambiante Clase Baja
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Fecha de inscripción : 03/04/2013
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Re: Reencuentro inesperado [Privado]
La espera se hacia eterna. En aquellos brazos temblé asustada, mientras una de las manos de la joven me acariciaba el pelaje intentando calmarme, pero yo solo quería arañarle, saltar de sus brazos y correr de vuelta a casa. ¡Mamá, Mamá! ¡Vuelve, por favor…! Rogué en un maullido por primera vez en muchos días. Tenía tantas dudas. Siempre habíamos sido mamá y yo por el bosque. Nunca hubo nadie más. A quien podría acudir en el caso de que mi padre se negara a cuidarme? Quizás tuviera que buscarme una casa y ser una mascota de compañía…que tarda en crecer. Me querrían aún así? Maullé lastimosamente una nueva vez, cuando la presencia de un cambia formas acercándose a nosotras, hizo que me callara de golpe y me girará a verle.
Asomé la cabecita nuevamente por entre los brazos y le miré, cayendo al instante de que sus ojos y los míos eran iguales. El mismo color y tono. Brillantes e intensos… Luego bajé la mirada hacia su dorado cabello largo, como el mío también. Ladeé la cabeza y fijándome en sus atuendos, sentí pena por él, quien me encontraría hecha una gatita salvaje, sin asear apenas. Bajé la mirada a mis patitas blancas y maullé. Las tenia sucias de caminar por el bosque. ¿Qué pensaría ahora de mí? ¿Sentiría vergüenza?
En cuando finalmente llegó a nosotras y clavó su mirada en la mía, volví a esconderme con miedo en aquellos brazos que me protegían. Mamá, mamá…mamá llamaba en mi mente encogida en aquellos brazos. La joven caminó unos pasos hacia él, poniéndome una mano encima, temerosa de que intentara escapar nuevamente y le diera más problemas.
— Soy Bianca, amiga de una amiga y de esta pequeña gatita que resguardo en mis brazos. — dijo con total naturalidad. Se puso a buscar algo en sus bolsillos, sacando de allí lo que parecía ser una carta. —En esta carta se te explica mejor el por qué de esta visita… A mi solo me dijeron de traerte a la pequeña gatita y la carta y que te buscase. Lo que tras una semana al fin he conseguido —Añadió en una sonrisa, ofreciéndole la carta, esperando que la tomara de sus manos.
¿Una carta? ¿Qué? ¿Cómo? No había sabido nada de una carta. Mamá solo era una gata, como podía ella siquiera escribir una carta? Seguro que ella tenia algo que ver con ello. Bufé finalmente a la mano que me acariciaba, y salté al suelo cayendo de cuatro patitas al suelo, dándome cuenta tarde de mi error. Desde el suelo ellos parecían gigantes a mi lado y de correr a esconderme, no tardarían mucho en agarrarme de nuevo. Intimidada por la mirada de quien debía de ser mi papá, me quedé entre las piernas de la joven, medio oculta y clavé mis brillantes ojos en él, en cuando empezó a leer la carta. Mi inquieta y peluda cola se quedó estática en el suelo, mostrando así la inquietud y el malestar con el que me encontraba.
Bajé la mirada al suelo, con mis orejitas naranjas caídas y esperé por su reacción. ¿Qué diría….que pensaría?
Asomé la cabecita nuevamente por entre los brazos y le miré, cayendo al instante de que sus ojos y los míos eran iguales. El mismo color y tono. Brillantes e intensos… Luego bajé la mirada hacia su dorado cabello largo, como el mío también. Ladeé la cabeza y fijándome en sus atuendos, sentí pena por él, quien me encontraría hecha una gatita salvaje, sin asear apenas. Bajé la mirada a mis patitas blancas y maullé. Las tenia sucias de caminar por el bosque. ¿Qué pensaría ahora de mí? ¿Sentiría vergüenza?
En cuando finalmente llegó a nosotras y clavó su mirada en la mía, volví a esconderme con miedo en aquellos brazos que me protegían. Mamá, mamá…mamá llamaba en mi mente encogida en aquellos brazos. La joven caminó unos pasos hacia él, poniéndome una mano encima, temerosa de que intentara escapar nuevamente y le diera más problemas.
— Soy Bianca, amiga de una amiga y de esta pequeña gatita que resguardo en mis brazos. — dijo con total naturalidad. Se puso a buscar algo en sus bolsillos, sacando de allí lo que parecía ser una carta. —En esta carta se te explica mejor el por qué de esta visita… A mi solo me dijeron de traerte a la pequeña gatita y la carta y que te buscase. Lo que tras una semana al fin he conseguido —Añadió en una sonrisa, ofreciéndole la carta, esperando que la tomara de sus manos.
- La carta de Elle para Maurice:
Para Maurice Morgan:
Si te llega esta carta, es que la predicción de mi muerte ha recaído ya en un echo, y me veo en la obligación de rogarte ayuda.
Te estarás preguntando quien soy. Soy Elle, aquella gatita blanca de ojos azules, y en la cola un puntito gris, del que siempre te mofabas.
Espero que te puedas acordar de mí, ya que han pasado muchos años desde aquella noche.
Y ahora viene lo más difícil. Supongo que te estarás preguntando también quien es esa gatita pequeña, que debe de estar asomada mirándote. Te has fijado en sus brillantes ojos? ¿En el verde de su mirada? Juraría ver tus ojos cada mañana al mirarla. Ella es Violette, mi hija…y también la tuya, Maurice. Tu hija.
Tiene catorce años, justo los años de aquella noche. Como bien sabes nos separamos el mismo día, y no volvimos a coincidir. Yo volví a mis bosques y al mes, supe que estaba esperando una camada. Intenté buscarte, pero ya no te encontré. Fueron tres gatitos, por mala suerte y culpa mía, dos de ellos no sobrevivieron, quedando sola en vida la más pequeña de los tres. Violette.
Aún con mi mano inexperta, conseguí sacarla adelante. Pensé en buscarte cuando me encontré con problemas con sus transformaciones. Le gusta mucho ser una pequeña gatita, pero igual que tu, puede pasarse días como humana. Finalmente el egoísmo de una madre por el amor de su hija salió a flote, y sin saber si la aceptarías o repudiarías, tampoco intenté buscarte.
Ahora me doy cuenta de mi error.
Mi hora llega Maurice, mas pronto de lo que imaginé y nuestra hija no es mas que una cachorra en este mundo cruel. Por esto mismo te pido que la cuides. No he encontrado a nadie que pueda quedársela, así que eres la única oportunidad que le queda. Lo único que tiene.
Una vez la conozcas, la amaras.
Cuídala Maurice.
Elle.
¿Una carta? ¿Qué? ¿Cómo? No había sabido nada de una carta. Mamá solo era una gata, como podía ella siquiera escribir una carta? Seguro que ella tenia algo que ver con ello. Bufé finalmente a la mano que me acariciaba, y salté al suelo cayendo de cuatro patitas al suelo, dándome cuenta tarde de mi error. Desde el suelo ellos parecían gigantes a mi lado y de correr a esconderme, no tardarían mucho en agarrarme de nuevo. Intimidada por la mirada de quien debía de ser mi papá, me quedé entre las piernas de la joven, medio oculta y clavé mis brillantes ojos en él, en cuando empezó a leer la carta. Mi inquieta y peluda cola se quedó estática en el suelo, mostrando así la inquietud y el malestar con el que me encontraba.
Bajé la mirada al suelo, con mis orejitas naranjas caídas y esperé por su reacción. ¿Qué diría….que pensaría?
Nalia- Cambiante Clase Baja
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Fecha de inscripción : 14/10/2013
Re: Reencuentro inesperado [Privado]
Sentía la garganta seca y el color abandonando mi rostro, "¿Era padre?". Dios! Elle! Claro que la recordaba, era una gata muy bonita con una cadenciosa manera de mecerse cuando se movía, ambos éramos tan jóvenes, tan tontos e inexpertos. Mire nuevamente a la gatita, aunque tenía un aspecto deplorable con el pelo duro de barro y aquel fuerte aroma a osamenta, no podía negar que veía algo de Elle en la abundancia de pelo que la cubría y sus ojos... esos ojos hacían imposible negar nuestro parentesco.
Su madre no se equivocaba en sus temores, si ella me hubiese buscando lo más probable es que sólo le hubiese ofrecido alguna pensión, aunque no ganaba dinero ya que era un esclavo y no un empleado, podría ingeniarme para conseguir hacerle llegar alimentos y otros bienes pero no hubiese querido participar, asumir el rol de padre ni entonces ni ahora. Sin embargo no existía otra solución viable, la pequeña estaba sola ¿Qué sería de ella si la rechazaba?. Pensé en mi propia infancia, la vieja Eugene se ocupo de mi cuando aun era un cachorro y luego de que ella dejase este mundo sus gatos siguieron siendo mi familia, gracias a ellos aprendí a sobrevivir en la ciudad hasta que Löwe me recogió.
Guarde la carta en mi bolsillo y me incline para ver mejor a la pequeña y que ella también pudiese hacerlo conmigo.
- Desde ahora me ocupare de ti pequeña, ven Violette - la llame extendiendo mi mano hacia ella para que pudiese olfatearme y reconocer mi aroma antes de tocarla para que no se asustara de mi. - Gracias por traerla hasta aquí, no se preocupe, es mi hija, asique la cuidare - sonaba seguro y tranquilo, lo cual no dejaba de sorprenderme, por dentro estaba gritando. Cielos! ¿Qué voy a hacer con todo esto? ¡Löwe no podía enterarse de ninguna manera!
Ocultar a Violette en la mansión requeriría de toda mi astucia, los sirvientes no serian un problema, podía pretender que sólo había adoptado una mascota ante ellos, pero Löwe no seria fácil de engañar, el sabría lo que era en cuanto la viera, y sus ojos verdes me condenarían.
"¡Estoy muerto!". No podía solo ponerla frente a él y decirle que tenía una hija, eso era como confesar que tenía una vida secreta que se remontaba hasta mi temprana pubertad, lo cual era verdad, aunque no en la magnitud que parecerían las cosas, aunque quizás me había revolcado un poco más de lo que cualquiera debería con cualquier chica bien dispuesta, pero era por los calores de estar convirtiéndome en un hombre! Pero todo eso era parte del pasado, ya no hacia esa clase de cosas, ni tenía otras casas, ni otros nombre y dueños como gato desde hacía años.
Su madre no se equivocaba en sus temores, si ella me hubiese buscando lo más probable es que sólo le hubiese ofrecido alguna pensión, aunque no ganaba dinero ya que era un esclavo y no un empleado, podría ingeniarme para conseguir hacerle llegar alimentos y otros bienes pero no hubiese querido participar, asumir el rol de padre ni entonces ni ahora. Sin embargo no existía otra solución viable, la pequeña estaba sola ¿Qué sería de ella si la rechazaba?. Pensé en mi propia infancia, la vieja Eugene se ocupo de mi cuando aun era un cachorro y luego de que ella dejase este mundo sus gatos siguieron siendo mi familia, gracias a ellos aprendí a sobrevivir en la ciudad hasta que Löwe me recogió.
Guarde la carta en mi bolsillo y me incline para ver mejor a la pequeña y que ella también pudiese hacerlo conmigo.
- Desde ahora me ocupare de ti pequeña, ven Violette - la llame extendiendo mi mano hacia ella para que pudiese olfatearme y reconocer mi aroma antes de tocarla para que no se asustara de mi. - Gracias por traerla hasta aquí, no se preocupe, es mi hija, asique la cuidare - sonaba seguro y tranquilo, lo cual no dejaba de sorprenderme, por dentro estaba gritando. Cielos! ¿Qué voy a hacer con todo esto? ¡Löwe no podía enterarse de ninguna manera!
Ocultar a Violette en la mansión requeriría de toda mi astucia, los sirvientes no serian un problema, podía pretender que sólo había adoptado una mascota ante ellos, pero Löwe no seria fácil de engañar, el sabría lo que era en cuanto la viera, y sus ojos verdes me condenarían.
"¡Estoy muerto!". No podía solo ponerla frente a él y decirle que tenía una hija, eso era como confesar que tenía una vida secreta que se remontaba hasta mi temprana pubertad, lo cual era verdad, aunque no en la magnitud que parecerían las cosas, aunque quizás me había revolcado un poco más de lo que cualquiera debería con cualquier chica bien dispuesta, pero era por los calores de estar convirtiéndome en un hombre! Pero todo eso era parte del pasado, ya no hacia esa clase de cosas, ni tenía otras casas, ni otros nombre y dueños como gato desde hacía años.
Mauren Morgan- Cambiante Clase Baja
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Fecha de inscripción : 03/04/2013
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Re: Reencuentro inesperado [Privado]
De haber estado él también en su forma de gato, le hubiera podido leer la mente y usar telepatía, pero por el contrario su blanco rostro me indicó todo lo que quería saber. Estaba blanco como mi mamá, y aquello me asustó. Tras ver durante tres días a mi mamá más blanca de lo normal, con su frío cuerpo, me asustaba en cuanto alguien se ponía demasiado blanco. Por suerte el movimiento de sus ojos, que venían a mí y volvían de nuevo a la carta me confirmaba que se encontraba bien. Aún así aquellos movimientos de sus ojos, me hacían erizar mi pelaje completamente en tensión. Estaba nerviosa y tenía mucho miedo. Intentando que la amiga de mi madre se quedara conmigo, maullé llamando su atención, pidiéndole con una patita que me tomara en brazos nuevamente.
La joven negó con la cabeza y se agachó hacia mí — Confía en mí, no te quedaras sola…Te cuidaran bien aquí, mucho mejor de lo que yo o la calle puede ofrecerte pequeña. — Me acarició el pelaje, a lo que cerré los ojos dejando que me acariciara todo lo que quisiera, cuando oí el ruido del papel doblarse de nuevo a mi espalda.
Me giré mirando a mi padre en actitud desconfiada, cuando bajo mi sorpresa se agachó y alargó una mano hacia mí, llamándome a ir con él, diciendo que a partir de ahora él me cuidaría. Fruncí el pequeño morro y ladeé la cabecita a un lado, observándolo bien. Su voz parecía ser segura y parecía seguro de quedarse conmigo. ¿De verdad puedo quedarme contigo…? Pensé mirándole a los ojos fijamente tan parecidos a los míos, por no decir exactos. La joven ante sus palabras sonrío mostrándose feliz de que todo terminara de aquella forma y empujándome con una de las manos, me obligó a avanzar un poco mas hacia él, dejando para mi la decisión final de acercarme mas a su mano o no.
Ahora le tenía mas cerca, mucho mas cerca. Sintiéndome cohibida por su mirada, tomé la decisión de avanzar y con toda mi fuerza de voluntad, lentamente mis patitas fueron avanzando hasta llegar a su mano, la que olisqueé, guardando su olor en mi memoria. Al olisquearle la mano, jugué con mis bigotes a rozarle la piel, provocándome a mi misma cosquillas, terminando por ronronear ligeramente, y jugar con una de mis patas con el dedo índice de su mano que movía provocativamente invitandome a jugar. Siempre atenta a sus movimientos al ver que no me hacia nada, empecé a relajarme, mientras caía en su juego y por unos segundos distraía mi mente de cualquier palabra que intercambiaran ambos adultos. Yo solo debía preocuparme de intentar agarrar aquel dedo que se movia y atraparlo con mi patita blanca.
- Visto lo visto ya no me necesitáis y a mi me esperan en mi hogar — La joven amiga de mi madre se levantó, despidiéndose.
No…no! Pensé aterrada, era muy pronto para dejarme sola con desconocidos. Me di la vuelta, olvidándome de la presencia de mi padre y maullé con miedo, aterrada de que la única persona que conocía me dejara en aquel lugar. Ella se agachó una última vez y me sonrío. — Te dejo en buenas manos, además no vistes cuanto jardín tienes para ti solita? Estarás mejor que con madre. — Quería replicar lo que decía, pero parecía ser verdad. Se acabarían las noches durmiendo al suelo del bosque o entre las ramas de los árboles. Se acabaría el buscar comida desesperadamente y llevar dos días sin nada en el estomago. Viendo a mi padre que lucia radiante, no parecía ser un gato callejero, parecía encontrarse bien en aquel lugar.
Bajé la mirada maullando una última vez en forma de despedida. Girandome hacia padre que aún seguía agachado, me acerqué hacia él tres pasitos más, mirándole de forma triste sin querer ver como la amiga de mamá se iba, abandonándome ella también a lo desconocido. Finalmente me quedé sentada en el suelo, esperando para ver que haría padre conmigo. Le miré nuevamente y en un intento de jugar con él levanté una de mis patitas, reclamando atención.
La joven negó con la cabeza y se agachó hacia mí — Confía en mí, no te quedaras sola…Te cuidaran bien aquí, mucho mejor de lo que yo o la calle puede ofrecerte pequeña. — Me acarició el pelaje, a lo que cerré los ojos dejando que me acariciara todo lo que quisiera, cuando oí el ruido del papel doblarse de nuevo a mi espalda.
Me giré mirando a mi padre en actitud desconfiada, cuando bajo mi sorpresa se agachó y alargó una mano hacia mí, llamándome a ir con él, diciendo que a partir de ahora él me cuidaría. Fruncí el pequeño morro y ladeé la cabecita a un lado, observándolo bien. Su voz parecía ser segura y parecía seguro de quedarse conmigo. ¿De verdad puedo quedarme contigo…? Pensé mirándole a los ojos fijamente tan parecidos a los míos, por no decir exactos. La joven ante sus palabras sonrío mostrándose feliz de que todo terminara de aquella forma y empujándome con una de las manos, me obligó a avanzar un poco mas hacia él, dejando para mi la decisión final de acercarme mas a su mano o no.
Ahora le tenía mas cerca, mucho mas cerca. Sintiéndome cohibida por su mirada, tomé la decisión de avanzar y con toda mi fuerza de voluntad, lentamente mis patitas fueron avanzando hasta llegar a su mano, la que olisqueé, guardando su olor en mi memoria. Al olisquearle la mano, jugué con mis bigotes a rozarle la piel, provocándome a mi misma cosquillas, terminando por ronronear ligeramente, y jugar con una de mis patas con el dedo índice de su mano que movía provocativamente invitandome a jugar. Siempre atenta a sus movimientos al ver que no me hacia nada, empecé a relajarme, mientras caía en su juego y por unos segundos distraía mi mente de cualquier palabra que intercambiaran ambos adultos. Yo solo debía preocuparme de intentar agarrar aquel dedo que se movia y atraparlo con mi patita blanca.
- Visto lo visto ya no me necesitáis y a mi me esperan en mi hogar — La joven amiga de mi madre se levantó, despidiéndose.
No…no! Pensé aterrada, era muy pronto para dejarme sola con desconocidos. Me di la vuelta, olvidándome de la presencia de mi padre y maullé con miedo, aterrada de que la única persona que conocía me dejara en aquel lugar. Ella se agachó una última vez y me sonrío. — Te dejo en buenas manos, además no vistes cuanto jardín tienes para ti solita? Estarás mejor que con madre. — Quería replicar lo que decía, pero parecía ser verdad. Se acabarían las noches durmiendo al suelo del bosque o entre las ramas de los árboles. Se acabaría el buscar comida desesperadamente y llevar dos días sin nada en el estomago. Viendo a mi padre que lucia radiante, no parecía ser un gato callejero, parecía encontrarse bien en aquel lugar.
Bajé la mirada maullando una última vez en forma de despedida. Girandome hacia padre que aún seguía agachado, me acerqué hacia él tres pasitos más, mirándole de forma triste sin querer ver como la amiga de mamá se iba, abandonándome ella también a lo desconocido. Finalmente me quedé sentada en el suelo, esperando para ver que haría padre conmigo. Le miré nuevamente y en un intento de jugar con él levanté una de mis patitas, reclamando atención.
Nalia- Cambiante Clase Baja
- Mensajes : 46
Fecha de inscripción : 14/10/2013
Re: Reencuentro inesperado [Privado]
Violette era una cosita diminuta y completamente desvalida, imaginaba que seguramente estaría muerta de hambre, lo cual era la necesidad más fundamental de cualquier gato y por lo mismo una de las primeras cosas que debería solucionar. Despacio y cuidadosamente la recogí del suelo para sostenerla contra mi cuerpo.
- Vamos, te conseguiré algo que puedas comer pero antes creo que necesitas urgentemente un baño, estas hecha todo un desastre - Sonreí mientras le acariciaba el pelaje, aquello no se solucionaría con un poco de saliva y paciencia, menos con lo abundante que era su pelo – No te preocupes, me asegurare de que el agua este a una temperatura agradable y que la comida este lista en cuanto terminemos de limpiarte – Si ella mantenía esa forma no podía comer mucho, un tazón de leche debería ser suficiente, aunque si ella se convirtiese en una niña necesitaría mucho más alimento – Escucha Violette, antes que nada debo advertirte algunas cosas – dije mientras caminaba sin prisa hacia la mansión – los humanos que viven en la mansión no saben nada de seres como tú y yo, por eso no debes dejar que te vean deambulando por ahí con tu forma humana, si te ven como una gatita diré que eres mi mascota y con eso no habrá problemas pero… presta mucha mucha atención, no dejes que el amo te vea, es el hombre más alto que allí vive, tiene los ojo muy claros y un aire dominante, como si se tratara de un gran león de obscura melena… al amo le gusta comer pequeños gatitos, te tragaría completa de un solo bocado – le dije para asegurarme de que me obedeciera al respecto – como yo ya soy un adulto no me come… aunque ocasionalmente me muerde… pero no debes preocuparte de eso – Como no quería tampoco aterrorizarla decidí que debía tranquilizarla un poco – el amo sólo sale cuando el sol ya se ha ocultado, por eso podrás disfrutar del jardín y la mansión mientras el duerme, pero en cuanto obscurezca quiero que vayas a mi habitación y te quedes allí, mientras no te encuentre estarás a salvo y allí el no ira a meter sus narices.
- Vamos, te conseguiré algo que puedas comer pero antes creo que necesitas urgentemente un baño, estas hecha todo un desastre - Sonreí mientras le acariciaba el pelaje, aquello no se solucionaría con un poco de saliva y paciencia, menos con lo abundante que era su pelo – No te preocupes, me asegurare de que el agua este a una temperatura agradable y que la comida este lista en cuanto terminemos de limpiarte – Si ella mantenía esa forma no podía comer mucho, un tazón de leche debería ser suficiente, aunque si ella se convirtiese en una niña necesitaría mucho más alimento – Escucha Violette, antes que nada debo advertirte algunas cosas – dije mientras caminaba sin prisa hacia la mansión – los humanos que viven en la mansión no saben nada de seres como tú y yo, por eso no debes dejar que te vean deambulando por ahí con tu forma humana, si te ven como una gatita diré que eres mi mascota y con eso no habrá problemas pero… presta mucha mucha atención, no dejes que el amo te vea, es el hombre más alto que allí vive, tiene los ojo muy claros y un aire dominante, como si se tratara de un gran león de obscura melena… al amo le gusta comer pequeños gatitos, te tragaría completa de un solo bocado – le dije para asegurarme de que me obedeciera al respecto – como yo ya soy un adulto no me come… aunque ocasionalmente me muerde… pero no debes preocuparte de eso – Como no quería tampoco aterrorizarla decidí que debía tranquilizarla un poco – el amo sólo sale cuando el sol ya se ha ocultado, por eso podrás disfrutar del jardín y la mansión mientras el duerme, pero en cuanto obscurezca quiero que vayas a mi habitación y te quedes allí, mientras no te encuentre estarás a salvo y allí el no ira a meter sus narices.
Mauren Morgan- Cambiante Clase Baja
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Re: Reencuentro inesperado [Privado]
Tomada en brazos le miré y maullé contra él, en cuanto me sostubo contra su cuerpo, tras recogerme del suelo donde intentaba jugar nuevamente con su mano. Me acurruqué aún más en su pecho, hasta encontrar un hueco perfecto en la curva de su brazo para tumbarme, esperando por los movimientos de mi padre. Que raro se me hacia llamarle asi…Él por eso me llamaba por mi nombre. ¿Deberia yo llamarle tambien por Maurice? Volviendo mis pensamientos a él, que seguia acariciandome el pelaje, bajo mi vergüenza, ya que lo tenia muy sucio a causa de la dejadez de los anteriores dias, tras la muerte de madre, le escuché hablar sobre que necesitaba urgentemente un baño y me erizé en sus brazos molesta.
No me gusta mojarme, no me gusta el agua…—Maullé mas bien en dulces gruñidos. La suciedad me la podria sacar en dos dias lamiendome. ¿Por qué tener que bañarme? Lo unico que me alegraba era que prometiera alimentarme tras el mal trago del agua. Mi estomago rugió de hambre al óir las palabras de padre. Al pensar en leche, se me hacia boca agua…Cuanto hacia que no tomaba nada de alimento?, pensé cabizbaja A pasos lentos ivamos hacia la mansión. Cada vez me asustaba mas aquel lugar, cuando la sombra de la mansión cayó hacia nosotros. Y ya solo faltarón las palabras de padre, para asustarme y acobardada sin querer entrar en la mansión, me acurruque mas contra él. - ¿No dejaras que me coma, verdad?- Maullé con miedo, hincando mis garras en sus brazos como mas cerca estabamos de entrar en la mansión. No queria entrar —Sueltame, sueltame…— maullaba mientras mi cuerpo se hacia una bola totalmente peluda en su brazo. No queria entrar, pero como madre y todos los adultos que conocía, hacia caso omiso a mis inquietudes y miedos.
Solo entramos un paso dentro de la mansión, pasando por la puerta. Gruñi suavemente mirando alrededor desconfiada. Todo era tan limpio, brillante y amplio….demasiado para mi que acostumbraba a correr por sucios bosques y a dormir entre hojas, y algun que otro buen dia a los pies de la cama de algun niño que decidiera acogerme, hasta que sus padres me echaban a la calle o me escapaba, volviendo con madre.
No me gusta mojarme, no me gusta el agua…—Maullé mas bien en dulces gruñidos. La suciedad me la podria sacar en dos dias lamiendome. ¿Por qué tener que bañarme? Lo unico que me alegraba era que prometiera alimentarme tras el mal trago del agua. Mi estomago rugió de hambre al óir las palabras de padre. Al pensar en leche, se me hacia boca agua…Cuanto hacia que no tomaba nada de alimento?, pensé cabizbaja A pasos lentos ivamos hacia la mansión. Cada vez me asustaba mas aquel lugar, cuando la sombra de la mansión cayó hacia nosotros. Y ya solo faltarón las palabras de padre, para asustarme y acobardada sin querer entrar en la mansión, me acurruque mas contra él. - ¿No dejaras que me coma, verdad?- Maullé con miedo, hincando mis garras en sus brazos como mas cerca estabamos de entrar en la mansión. No queria entrar —Sueltame, sueltame…— maullaba mientras mi cuerpo se hacia una bola totalmente peluda en su brazo. No queria entrar, pero como madre y todos los adultos que conocía, hacia caso omiso a mis inquietudes y miedos.
Solo entramos un paso dentro de la mansión, pasando por la puerta. Gruñi suavemente mirando alrededor desconfiada. Todo era tan limpio, brillante y amplio….demasiado para mi que acostumbraba a correr por sucios bosques y a dormir entre hojas, y algun que otro buen dia a los pies de la cama de algun niño que decidiera acogerme, hasta que sus padres me echaban a la calle o me escapaba, volviendo con madre.
Nalia- Cambiante Clase Baja
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Re: Reencuentro inesperado [Privado]
Tal como esperaba fue imposible entrar discretamente con Violette, las metiches mucamas estaban expectantes de todo lo que sucedía afuera con la amiga de Elle desde los grandes ventanales que daban al jardín delantero. apenas entre me rodearon buscando que soltara cualquier detalle con el que pudiesen entretenerse el resto de la tarde, cualquier fuente de chismes era bienvenida en un sitio tan remoto donde nada parecía pasar, excepto cuando hacia al amo enfadar.
Me negué a decir cualquier cosa excepto que había adoptado una gatita y dar órdenes para que le prepararan un baño caliente además de un tazón de leche templada para que se alimentaba, ni el amo ni la señorita Ruslana me habían investidos con poderes para dar órdenes dentro de la mansión, pero eso no lo sabían esas cabezas de pájaro y yo no las iba a sacar de su error, corrieron cada una a cumplir con mis exigencias.
En poco tiempo sumergí a Violette en la bañera de mi habitación, el agua estaba agradable, aun así me gane una profunda, además de abundante colección de arañones, ya veía con claridad que ella no sería la única que sufriría con cada baño que debiese tomar. Termine lo más rápido que pude teniendo en cuenta que en más de una ocasión tuve que desenganchar sus zarpas de mi carne para poder continuar. La seque y envolví en una toalla suave antes de dejarla junto al tazón de leche para que se alimentara.
Mi habitación no era muy amplia, sólo era un sitio practico donde de vez en cuando dormía y guardaba mi ropa además de una que otra prenda "extraviada" del guardarropa del amo, pero tenía un mobiliario decente, un escritorio, un ropero y una cama mucho más amplia de lo que se esperaría ver en la habitación de un sirviente.
- Cuando acabes con la leche puedo conseguirte otra cosa si aun tienes apetito, o si lo prefieres puedes tenderte aquí, en la cama a descansar, imagino que debiste haber tenido un viaje muy largo - Trataba de ser gentil con ella, pues imaginaba que aun debía estar asustada, no la podía culpar, ella no me conocía de nada, sólo sabia que era su padre.
Me negué a decir cualquier cosa excepto que había adoptado una gatita y dar órdenes para que le prepararan un baño caliente además de un tazón de leche templada para que se alimentaba, ni el amo ni la señorita Ruslana me habían investidos con poderes para dar órdenes dentro de la mansión, pero eso no lo sabían esas cabezas de pájaro y yo no las iba a sacar de su error, corrieron cada una a cumplir con mis exigencias.
En poco tiempo sumergí a Violette en la bañera de mi habitación, el agua estaba agradable, aun así me gane una profunda, además de abundante colección de arañones, ya veía con claridad que ella no sería la única que sufriría con cada baño que debiese tomar. Termine lo más rápido que pude teniendo en cuenta que en más de una ocasión tuve que desenganchar sus zarpas de mi carne para poder continuar. La seque y envolví en una toalla suave antes de dejarla junto al tazón de leche para que se alimentara.
Mi habitación no era muy amplia, sólo era un sitio practico donde de vez en cuando dormía y guardaba mi ropa además de una que otra prenda "extraviada" del guardarropa del amo, pero tenía un mobiliario decente, un escritorio, un ropero y una cama mucho más amplia de lo que se esperaría ver en la habitación de un sirviente.
- Cuando acabes con la leche puedo conseguirte otra cosa si aun tienes apetito, o si lo prefieres puedes tenderte aquí, en la cama a descansar, imagino que debiste haber tenido un viaje muy largo - Trataba de ser gentil con ella, pues imaginaba que aun debía estar asustada, no la podía culpar, ella no me conocía de nada, sólo sabia que era su padre.
Mauren Morgan- Cambiante Clase Baja
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Re: Reencuentro inesperado [Privado]
No me gustaba el agua, no m gustaba, y todo y arañarle desesperada por salir y maullar hasta quedarme ronca, siguió tomándome de forma que bajo su mano, me era imposible escabullarme del contacto del agua. Me revolví por última vez sin conseguir más que hincarle las zarpas en su brazo, provocando únicamente el cese por un segundo del agua mientras él se me desenganchaba de su carne y volvía a sumergirme en agua. Sentía sus manos enjabonarme bien mi pelaje. Me sentía incomoda, aquella sensación no era para nada amorosa, no era como el roce de la lengua de madre cuando me limpiaba o hasta cuando yo misma me limpiaba. El agua estaba templada, pero yo la sentía fría. Finalmente cedí los intentos desesperados y con las orejas bajadas dejé que terminara. Quizás si dejaba de moverme terminaba antes con mi tortura.
Y así fue. Al poco tiempo, tras mojarme la cabeza, ahogándome en el agua unos pocos segundos, con las manos escurrió mi pelaje antes de que pudiera sacudirme. Y tras que me sacudiera el agua de encima, me envolvió en una suave toalla. Olvidándome de que permanecía enfadada con quien había resultado ser mi padre de un momento a otro, ronronee plácidamente a sus caricias, al contacto de aquella suave toalla en mi mojada piel. Desde sus brazos por unos instantes pude apreciar aquella habitación. Para mí era un paraíso, yo solo conocía el bosque, la cueva oscura y la vieja cabaña en la que había vivido.
Con curiosidad lo miré todo, hasta que me bajó al suelo, y me señalo el tazón de leche. ¡Leche! Me faltaron pies para correr y lanzarme a beber la leche todo lo rápido que podía con mi pequeña lengua. Había momentos en que ronroneaba, al saborear el gusto de la leche. Desde que a madre se le hubiera ido hace muchos años la leche, no había podido probar más, hasta hoy.
Devoré el plato, hasta terminar lamiendo el cuenco. Levanté la mirada a padre y le maullé. Quería mas, estaba hambrienta…pero en esta piel, como se lo podría decir? Si no cambiaba de forma y se volvía gato, me era imposible. Viendo que la puerta andaba cerrada, volví mi mirada a la habitación cayendo en un armario que lo había dejado entreabierto, lo suficiente para poderme colar. Rápidamente pasé por entre las piernas de él y me fui a esconder en el armario, donde me escondí y me transformé en niña entre la ropa que había. Nunca me había gustado que me vieran sin ropa, me sentía desprotegida con esta frágil piel.
- Y-Yo… tengo más hambre – Susurré en voz baja pidiendo más comida. De haber sido un humano corriente no me habría podido escuchar seguramente pero al ser cambiaformas, si algo odiaba yo de mi condición era que teníamos el sentido del oída y del olfato muy fuertes.
Atenta a sus movimientos al oír unos pasos acercándose temblé de vergüenza, no me gustaba que me vieran así y no sabía si se enfadaría de tomarle una de camisas para taparme. – No te acerques…yo solo tengo más hambre y t-tengo frío – Añadí sin poderme contener. Mi cabello seguía un poco mojado y el armario no era un lugar muy cálido, no al menos en esta piel.
Y así fue. Al poco tiempo, tras mojarme la cabeza, ahogándome en el agua unos pocos segundos, con las manos escurrió mi pelaje antes de que pudiera sacudirme. Y tras que me sacudiera el agua de encima, me envolvió en una suave toalla. Olvidándome de que permanecía enfadada con quien había resultado ser mi padre de un momento a otro, ronronee plácidamente a sus caricias, al contacto de aquella suave toalla en mi mojada piel. Desde sus brazos por unos instantes pude apreciar aquella habitación. Para mí era un paraíso, yo solo conocía el bosque, la cueva oscura y la vieja cabaña en la que había vivido.
Con curiosidad lo miré todo, hasta que me bajó al suelo, y me señalo el tazón de leche. ¡Leche! Me faltaron pies para correr y lanzarme a beber la leche todo lo rápido que podía con mi pequeña lengua. Había momentos en que ronroneaba, al saborear el gusto de la leche. Desde que a madre se le hubiera ido hace muchos años la leche, no había podido probar más, hasta hoy.
Devoré el plato, hasta terminar lamiendo el cuenco. Levanté la mirada a padre y le maullé. Quería mas, estaba hambrienta…pero en esta piel, como se lo podría decir? Si no cambiaba de forma y se volvía gato, me era imposible. Viendo que la puerta andaba cerrada, volví mi mirada a la habitación cayendo en un armario que lo había dejado entreabierto, lo suficiente para poderme colar. Rápidamente pasé por entre las piernas de él y me fui a esconder en el armario, donde me escondí y me transformé en niña entre la ropa que había. Nunca me había gustado que me vieran sin ropa, me sentía desprotegida con esta frágil piel.
- Y-Yo… tengo más hambre – Susurré en voz baja pidiendo más comida. De haber sido un humano corriente no me habría podido escuchar seguramente pero al ser cambiaformas, si algo odiaba yo de mi condición era que teníamos el sentido del oída y del olfato muy fuertes.
Atenta a sus movimientos al oír unos pasos acercándose temblé de vergüenza, no me gustaba que me vieran así y no sabía si se enfadaría de tomarle una de camisas para taparme. – No te acerques…yo solo tengo más hambre y t-tengo frío – Añadí sin poderme contener. Mi cabello seguía un poco mojado y el armario no era un lugar muy cálido, no al menos en esta piel.
Nalia- Cambiante Clase Baja
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Re: Reencuentro inesperado [Privado]
Oír su voz hizo que me paralizara, esto era real, la magnitud de la situación me golpeo con toda su fuerza al saber que tenía una niña encerrada en mi armario, una pequeña a quien no conocía, cuyo aspecto jamás había visto. No sabía que se suponía que debía sentir al respecto, estaba confundido,¿ debería estar enfadado con Elle? ¿conmigo mismo?, ¿con esa niña de voz lastimera? ¿Quién era el culpable de todo esto? ¿Había algún Dios riéndose de mi situación? ¿Un genio retorcido que ideo todo este enredo 14 años atrás y desde entonces lo había entretejido para arrojarlo sobre mi cabeza en este momento?
- No te preocupes... yo... no voy a acercarme - dije para tranquilizarla - Te traeré algo de comer enseguida, mientras puedes vestirte con lo que encuentres, sólo no salgas de la habitación - me fui casi corriendo, dando un portazo al dejar la estancia.
En el pasillo me estrelle contra una sirvienta consiguiendo sus gritos de consternación que sólo sirvieron para atraer una multitud de ojos curiosos. Ninguna pregunto nada, pero sentía el peso de sus miradas sobre mí, como si se clavaran en mi carne, especulando, imaginando relacionando los sucesos de la tarde con mi actitud actual. No tuve otro remedio que obligarme a recomponerme, tragar la incertidumbre y los deseos de huir de allí, de Violette y los problemas que su presencia representaban. Alise mis ropas, al tiempo que levantaba la cabeza haciendo el resto del camino a la cocina con la máxima dignidad posible.
En la cocina me enfrente a un nuevo problema, no tenía idea de lo que ella preferiría comer, lo pensé por un largo rato hasta que me decidí por llevarle un poco de todo, armando una bandeja con un poco de queso, jamón ahumado, pan fresco, la mitad de un pollo asado, algunos trozos de tartas y varios bollos dulces, todo probablemente de lo que el cocinero estaba preparando para la cena, y por supuesto, aprovechando su momentánea ausencia, ese hombre era un tanto inflexible sobre dejarme sacar comida de la cocina sin un permiso expreso del amo y menos si era parte de su menú.
Me regrese con el botín antes de ser pillado por el cocinero, pero igualmente el camino de regreso fue bajo la atenta mirada de todo el personal, para nadie era un secreto que el ladrón de comida era yo y el gato anaranjado del amo (Claro que ambos éramos uno mismo), sin embargo nunca me habían visto transportar un botín tan grande y con tanto descaro.
- No te preocupes... yo... no voy a acercarme - dije para tranquilizarla - Te traeré algo de comer enseguida, mientras puedes vestirte con lo que encuentres, sólo no salgas de la habitación - me fui casi corriendo, dando un portazo al dejar la estancia.
En el pasillo me estrelle contra una sirvienta consiguiendo sus gritos de consternación que sólo sirvieron para atraer una multitud de ojos curiosos. Ninguna pregunto nada, pero sentía el peso de sus miradas sobre mí, como si se clavaran en mi carne, especulando, imaginando relacionando los sucesos de la tarde con mi actitud actual. No tuve otro remedio que obligarme a recomponerme, tragar la incertidumbre y los deseos de huir de allí, de Violette y los problemas que su presencia representaban. Alise mis ropas, al tiempo que levantaba la cabeza haciendo el resto del camino a la cocina con la máxima dignidad posible.
En la cocina me enfrente a un nuevo problema, no tenía idea de lo que ella preferiría comer, lo pensé por un largo rato hasta que me decidí por llevarle un poco de todo, armando una bandeja con un poco de queso, jamón ahumado, pan fresco, la mitad de un pollo asado, algunos trozos de tartas y varios bollos dulces, todo probablemente de lo que el cocinero estaba preparando para la cena, y por supuesto, aprovechando su momentánea ausencia, ese hombre era un tanto inflexible sobre dejarme sacar comida de la cocina sin un permiso expreso del amo y menos si era parte de su menú.
Me regrese con el botín antes de ser pillado por el cocinero, pero igualmente el camino de regreso fue bajo la atenta mirada de todo el personal, para nadie era un secreto que el ladrón de comida era yo y el gato anaranjado del amo (Claro que ambos éramos uno mismo), sin embargo nunca me habían visto transportar un botín tan grande y con tanto descaro.
Mauren Morgan- Cambiante Clase Baja
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Re: Reencuentro inesperado [Privado]
Por suerte padre me hizo caso y no se acercó, aún no estaba acostumbrada a andar sin ropa delante de los demás, y por más que mi madre me dijera que era algo normal para los cambiaformas como yo, yo no me sentía segura yendo así. Enseguida sentía frio y me sentía desprotegida, sin mi pelaje naranja y blanco tan espeso que podía hacerme de cama en cualquier lugar con él. Como niña si dormía en el suelo, me haría daño y no podría dormirme incomoda. Las veces que intenté dormir en el bosque así, tuve que irme a encima de un árbol y aún así no pude dormir.
Oyendo los pasos de padre y su voz, tras el portazo que hizo que temblara y me preguntara si estaría enfadado conmigo, salí rápidamente del armario y abriéndolo bien para ver que ropa podría usar, me quedé allí mirándolo todo y tocando las diferentes telas, para ver cual me protegería mas del frio. Camisas, camisas y más camisas. Suspiré rendida a quizás no encontrar nada que me agradara para ponerme y justo cuando iba a cerrar y a ver qué haría, encontré una prenda larga de tacto muy suave de color blanco. Sonreí y sin dudar, esperando que no le importara y no se enfadara más conmigo por usar aquella pieza de ropa, me la puse.
Al acto sentí el calor de la prenda y suspiré, aún tenía el cabello mojado, pero al menos así tendría el cuerpo protegido y caliente. Me iba muy largo, hasta más debajo de las rodillas, me quedaba como un vestido. Se me ocurrió ir a buscar a padre para decirle si podía ponerme aquello, pero entonces recordé su portazo y con una carita triste me senté en el filo de la cama con la mirada en mis pies, mientras esperaba que volviera.
El estomago me rugía, haciendo que a ratos fuera mirando la puerta, pero no fue hasta unos diez minutos en que volví a sentir sus pasos y el olor a pastel me embargó. ¡Comida, comida, comida! Antes de que entrara me senté mejor en la cama esperándolo. Faltó muy poco para que el pomo de la puerta se moviera, abriéndose así y entrando de nuevo padre. Avergonzada miré al suelo hasta que el olor a la deliciosa comida me hizo alzar la mirada a él y por primera vez me miró siendo yo una niña.
Roja como un tomate y algo nerviosa, no quería que se enfadara conmigo, desvié la mirada tras unos segundos — Puedo volverme gata…yo solo tenía más hambre y no…no sabía cómo decírtelo de aquella manera y también escogí esto... - dije refiriéndome a la prenda que me tapaba – Pero si te molesta…me vuelvo gata…no me importa padr…Maurice – me corregí sin saber cómo llamarle.
Oyendo los pasos de padre y su voz, tras el portazo que hizo que temblara y me preguntara si estaría enfadado conmigo, salí rápidamente del armario y abriéndolo bien para ver que ropa podría usar, me quedé allí mirándolo todo y tocando las diferentes telas, para ver cual me protegería mas del frio. Camisas, camisas y más camisas. Suspiré rendida a quizás no encontrar nada que me agradara para ponerme y justo cuando iba a cerrar y a ver qué haría, encontré una prenda larga de tacto muy suave de color blanco. Sonreí y sin dudar, esperando que no le importara y no se enfadara más conmigo por usar aquella pieza de ropa, me la puse.
Al acto sentí el calor de la prenda y suspiré, aún tenía el cabello mojado, pero al menos así tendría el cuerpo protegido y caliente. Me iba muy largo, hasta más debajo de las rodillas, me quedaba como un vestido. Se me ocurrió ir a buscar a padre para decirle si podía ponerme aquello, pero entonces recordé su portazo y con una carita triste me senté en el filo de la cama con la mirada en mis pies, mientras esperaba que volviera.
El estomago me rugía, haciendo que a ratos fuera mirando la puerta, pero no fue hasta unos diez minutos en que volví a sentir sus pasos y el olor a pastel me embargó. ¡Comida, comida, comida! Antes de que entrara me senté mejor en la cama esperándolo. Faltó muy poco para que el pomo de la puerta se moviera, abriéndose así y entrando de nuevo padre. Avergonzada miré al suelo hasta que el olor a la deliciosa comida me hizo alzar la mirada a él y por primera vez me miró siendo yo una niña.
Roja como un tomate y algo nerviosa, no quería que se enfadara conmigo, desvié la mirada tras unos segundos — Puedo volverme gata…yo solo tenía más hambre y no…no sabía cómo decírtelo de aquella manera y también escogí esto... - dije refiriéndome a la prenda que me tapaba – Pero si te molesta…me vuelvo gata…no me importa padr…Maurice – me corregí sin saber cómo llamarle.
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Re: Reencuentro inesperado [Privado]
- ¿Me tienes miedo Violette? – interrogue al verla tan insegura, lista para saltar de regreso ala armario en cualquier instante – No me molesta que te hayas vestido con mi ropa, aquí no hay ninguna otra cosa, ven, come – la llame colocando a su alcance la bandeja para que pudiese servirse.
Mientras me senté sobre un baúl un tanto alejado para darle espacio y también poder observarla, era una niña muy bonita, aunque tenía en sus ojos un brillo salvaje que dejaba muy en manifiesto sus pocos civilizados orígenes, no es que a mi me molestara tal cosa, yo mismo amaba mi propio lado animal, pero si ella iba a quedarse conmigo, necesitaría ser educada, aprender a leer si acaso no lo sabia, algo de matemáticas que era fundamental para manejar el dinero y claro, los modales que se consideraban propios de una señorita, sin ellos Violette se volvería una marginada dentro de la estricta sociedad humana.
Revolví mi propio cabello sintiéndome sobrepasado por la situación ¿Qué estaba haciendo? ¿Podía hacerme cargo de una niña cuando apenas era capaz de hacerme cargo de mi mismo? No tenía un trabajo remunerado, ni casa propia, ni ahorros.
- Escucha Violette, se que no soy lo que esperabas y quizás no vaya a ser un buen padre para ti, pero voy a hacer lo mejor que pueda, de acuerdo? Y voy a necesitar que me ayudes también, no me tengas miedo, vamos a necesitar el uno del otro, lo entiendes? – eso era otro error ¿Qué niña se sentiría tranquila con un padre que no tenia idea de como ser uno?
Mientras me senté sobre un baúl un tanto alejado para darle espacio y también poder observarla, era una niña muy bonita, aunque tenía en sus ojos un brillo salvaje que dejaba muy en manifiesto sus pocos civilizados orígenes, no es que a mi me molestara tal cosa, yo mismo amaba mi propio lado animal, pero si ella iba a quedarse conmigo, necesitaría ser educada, aprender a leer si acaso no lo sabia, algo de matemáticas que era fundamental para manejar el dinero y claro, los modales que se consideraban propios de una señorita, sin ellos Violette se volvería una marginada dentro de la estricta sociedad humana.
Revolví mi propio cabello sintiéndome sobrepasado por la situación ¿Qué estaba haciendo? ¿Podía hacerme cargo de una niña cuando apenas era capaz de hacerme cargo de mi mismo? No tenía un trabajo remunerado, ni casa propia, ni ahorros.
- Escucha Violette, se que no soy lo que esperabas y quizás no vaya a ser un buen padre para ti, pero voy a hacer lo mejor que pueda, de acuerdo? Y voy a necesitar que me ayudes también, no me tengas miedo, vamos a necesitar el uno del otro, lo entiendes? – eso era otro error ¿Qué niña se sentiría tranquila con un padre que no tenia idea de como ser uno?
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Re: Reencuentro inesperado [Privado]
Le escuché sin atrever a mirarle, hasta que finalmente al sentir sus pasos acercándose a dejarme la bandeja, abrí los ojos y le miré, negando con la cabeza ante su pregunta. No le tenía miedo a él, a lo que tenía miedo era a quedarme sola, no saber qué hacer ni cómo sobrevivir. – No te tengo miedo… - Dije con voz no muy segura- Es solo que… no te conozco y no sé qué hacer… - susurré mirando la bandeja que me acercaba y me dejaba a mi lado, mientras él se iba a un baúl a sentarse, alejado de mí.
Tras ver como se alejaba, mi estomago pudo más y tras que me rugiera, me adelanté un poco hasta tener la bandeja de comida a mi alcance y empecé a comer con hambre. Hacía desde la muerte de madre que me negaba a comer, pero ya no podía más, mi estomago dolía y necesitaba alimentarme o caería enferma.
Tomé un poco de pan con la mano y lo devoré, dejando el pan de nuevo en la bandeja, en cuando avergonzada caí en la cuenta de que comía demasiado rápido y que tenía a mi padre mirándome. Controlándome empecé a comer el pan más lentamente, tomando también un poco de queso, cuando la voz de mi padre, hizo que alzara la mirada hacia él.
- Yo no esperaba que me dejaras vivir contigo. Pensaba que me quedaría sola y si que eres un buen padre!...Me has dado de comer. Madre no siempre podía y no siempre comíamos – dije dejando la comida un momento de lado centrándome en él acostumbrándome un poco más a su verde mirada tan parecida a la mía. Sus palabras me hacían acordarme de madre, quien en muchas ocasiones me había dicho lo mismo, por lo que sonreí y asentí mirándole. – Yo también prometo portarme bien. Te prometo que no causaré problemas ni te molestaré. – dije con media sonrisa y con las manos le señale el espacio que había a mi lado de la cama. - ¿Quieres un poco? Si quieres puedes venir… esta cama es muy grande – le dije esperando que viniera a mi lado y se sentará. – Como…puedo llamarte? – Pregunté volviéndome a poner las mejillas rojas como un tomate, confundida, sin saber si llamarle padre o por Maurice.
Tras ver como se alejaba, mi estomago pudo más y tras que me rugiera, me adelanté un poco hasta tener la bandeja de comida a mi alcance y empecé a comer con hambre. Hacía desde la muerte de madre que me negaba a comer, pero ya no podía más, mi estomago dolía y necesitaba alimentarme o caería enferma.
Tomé un poco de pan con la mano y lo devoré, dejando el pan de nuevo en la bandeja, en cuando avergonzada caí en la cuenta de que comía demasiado rápido y que tenía a mi padre mirándome. Controlándome empecé a comer el pan más lentamente, tomando también un poco de queso, cuando la voz de mi padre, hizo que alzara la mirada hacia él.
- Yo no esperaba que me dejaras vivir contigo. Pensaba que me quedaría sola y si que eres un buen padre!...Me has dado de comer. Madre no siempre podía y no siempre comíamos – dije dejando la comida un momento de lado centrándome en él acostumbrándome un poco más a su verde mirada tan parecida a la mía. Sus palabras me hacían acordarme de madre, quien en muchas ocasiones me había dicho lo mismo, por lo que sonreí y asentí mirándole. – Yo también prometo portarme bien. Te prometo que no causaré problemas ni te molestaré. – dije con media sonrisa y con las manos le señale el espacio que había a mi lado de la cama. - ¿Quieres un poco? Si quieres puedes venir… esta cama es muy grande – le dije esperando que viniera a mi lado y se sentará. – Como…puedo llamarte? – Pregunté volviéndome a poner las mejillas rojas como un tomate, confundida, sin saber si llamarle padre o por Maurice.
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