AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Encuentro Inesperado [Privado]
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Encuentro Inesperado [Privado]
El viaje desde Okinawa en la isla de Japón hasta París había sido no menos agotador, en todos sus sentidos. Había sido un viaje duro y bastante largo en el que había pasado mucho tiempo en el barco, no es que me desagradara, el mar era una de las cosas que más me gustaban. Siempre había ido a la playa cuando era pequeña con mis hermanos a jugar, sentir su brisa acariciando mi rostro me daba una sensación plena y llena de libertad.
Adoraba el mar y los viajes, era algo que desde muy pequeña me gustaba. Siempre había pensado que viajaría por el mundo, conocería sus costumbres, sus tradiciones, diferentes culturas… y, como no, diferentes personas. Era algo que adoraba y que siempre había sentido atracción y curiosidad a partes iguales. Por eso, mientras mi padre entrenaba a mis hermanos en la lucha de la Katana, y yo pasaba las tardes con mi abuela, cada vez que cumplía con mis obligaciones tenía un libro de viajes en la mano.
Traía conmigo muchas cosas a París, tenía varios kimonos guardados en uno de los arcones junto con más ropa, además de la que me compraría allí, la Katana que me regaló mi padre antes de partir, un presente para acordarme de ellos cada día y el cual utilizaría todos los días para seguir practicando. Libros, libros, libros y más libros ocupaban otro arcón.
Nada más llegar al puerto, tras unas semanas de viaje, el señor Ishikawa me esperaba junto a un carro para trasladar todas las cosas donde me quedaría durante una temporada.
Durante el camino el señor Ishikawa me fue mostrando, sobre todo, el centro de París y los lugares más habituales del lugar, una agradecida guía que anoté mentalmente, aunque ya haría incursiones para aprenderme mejor el lugar. Después de llegar a la casa vi que mi padre no había escatimado en gastos, pareciéndome demasiado grande para mí sola, aunque luego supe que el señor Ishikawa y su mujer se quedarían conmigo, cosa que me alegró bastante.
-Arigato Ishikawa-san –le agradecí haciendo una reverencia cuando dejamos todas las cosas, que no eran pocas, en la casa- Ahora me gustaría dar una vuelta por la ciudad.
-¿Quiere que le acompañe, señorita? –sonreí declinando la oferta.
-Gracias, pero quiero dar un paseo y contemplar esa catedral que hemos visto al venir de camino –aunque supe que no le gustaba mi decisión, sonrió y me dijo que llevara cuidado.
Salí de allí dispuesta a conocer algo más aquella ciudad, me había impresionado la catedral desde que la vi de camino a la casa, por lo que mi intención era ir a verla por dentro y más de cerca, apenas podía haberla vislumbrado durante el paseo.
Una de las cosas que primero noté en comparación fue la ropa, ya intuía que nadie vestiría igual a mí, pero me quedé maravillada con algunos de los vestidos que vi durante el paseo. Evidentemente más de una mirada se centró en mí cuando paseaba, seguramente por el kimono que llevaba, era de un azul celeste que combinaba con las flores de cerezo que adornaban todo el kimono.
Ni siquiera me di mucha cuenta de por donde andaba ya que estaba algo absorta por las casas, tan diferentes a las nuestras, que choqué con alguien por no mirar hacia delante. Por suerte el golpe no fue lo suficientemente fuerte como para tirarme al suelo, sino que pude mantener el equilibrio y reponerme antes de caerme al suelo.
-¡Shimatta! –maldije por mi estupidez y poco cuidado mientras me dejaba llevar por tantas cosas nuevas para mí. Miré adelante y pude ver a un chico joven, quizás un poco más que yo, y me mordí el labio mientras pensaba en una disculpa. Había practicado un poco con la lengua, pero no la dominaba al completo –Gomenasai… etto… -levanté un dedo mientras pensaba adecuada -¡Perdón! –dije haciendo una pequeña reverencia –No me he fijado… Lo siento –dije mientras miraba al chico, esperando que no se enfadara demasiado por mi torpeza.
FDR:
-Shimatta: Maldición
-Gomenasai: Perdón
-Etto: Esto
Adoraba el mar y los viajes, era algo que desde muy pequeña me gustaba. Siempre había pensado que viajaría por el mundo, conocería sus costumbres, sus tradiciones, diferentes culturas… y, como no, diferentes personas. Era algo que adoraba y que siempre había sentido atracción y curiosidad a partes iguales. Por eso, mientras mi padre entrenaba a mis hermanos en la lucha de la Katana, y yo pasaba las tardes con mi abuela, cada vez que cumplía con mis obligaciones tenía un libro de viajes en la mano.
Traía conmigo muchas cosas a París, tenía varios kimonos guardados en uno de los arcones junto con más ropa, además de la que me compraría allí, la Katana que me regaló mi padre antes de partir, un presente para acordarme de ellos cada día y el cual utilizaría todos los días para seguir practicando. Libros, libros, libros y más libros ocupaban otro arcón.
Nada más llegar al puerto, tras unas semanas de viaje, el señor Ishikawa me esperaba junto a un carro para trasladar todas las cosas donde me quedaría durante una temporada.
Durante el camino el señor Ishikawa me fue mostrando, sobre todo, el centro de París y los lugares más habituales del lugar, una agradecida guía que anoté mentalmente, aunque ya haría incursiones para aprenderme mejor el lugar. Después de llegar a la casa vi que mi padre no había escatimado en gastos, pareciéndome demasiado grande para mí sola, aunque luego supe que el señor Ishikawa y su mujer se quedarían conmigo, cosa que me alegró bastante.
-Arigato Ishikawa-san –le agradecí haciendo una reverencia cuando dejamos todas las cosas, que no eran pocas, en la casa- Ahora me gustaría dar una vuelta por la ciudad.
-¿Quiere que le acompañe, señorita? –sonreí declinando la oferta.
-Gracias, pero quiero dar un paseo y contemplar esa catedral que hemos visto al venir de camino –aunque supe que no le gustaba mi decisión, sonrió y me dijo que llevara cuidado.
Salí de allí dispuesta a conocer algo más aquella ciudad, me había impresionado la catedral desde que la vi de camino a la casa, por lo que mi intención era ir a verla por dentro y más de cerca, apenas podía haberla vislumbrado durante el paseo.
Una de las cosas que primero noté en comparación fue la ropa, ya intuía que nadie vestiría igual a mí, pero me quedé maravillada con algunos de los vestidos que vi durante el paseo. Evidentemente más de una mirada se centró en mí cuando paseaba, seguramente por el kimono que llevaba, era de un azul celeste que combinaba con las flores de cerezo que adornaban todo el kimono.
Ni siquiera me di mucha cuenta de por donde andaba ya que estaba algo absorta por las casas, tan diferentes a las nuestras, que choqué con alguien por no mirar hacia delante. Por suerte el golpe no fue lo suficientemente fuerte como para tirarme al suelo, sino que pude mantener el equilibrio y reponerme antes de caerme al suelo.
-¡Shimatta! –maldije por mi estupidez y poco cuidado mientras me dejaba llevar por tantas cosas nuevas para mí. Miré adelante y pude ver a un chico joven, quizás un poco más que yo, y me mordí el labio mientras pensaba en una disculpa. Había practicado un poco con la lengua, pero no la dominaba al completo –Gomenasai… etto… -levanté un dedo mientras pensaba adecuada -¡Perdón! –dije haciendo una pequeña reverencia –No me he fijado… Lo siento –dije mientras miraba al chico, esperando que no se enfadara demasiado por mi torpeza.
FDR:
-Shimatta: Maldición
-Gomenasai: Perdón
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Asura Nanami- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 21/11/2015
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Re: Encuentro Inesperado [Privado]
Había pocas cosas que animaran menos al gitano en medio de la semana y una de ellas era el tener que llevar recados al centro. No comprendía bien el funcionamiento de las cosas, había varios niños mas jóvenes que podían hacer el trabajo al igual que él. La diferencia parecía residir en la fuerza, Maloney entrenaba y domaba a las llamadas bestias del circo, posiblemente de allí sacaba el entrenamiento necesario para tener una espalda dura y unos bíceps marcados a pesar de su contextura delgada. En el circo no era nada extraño, los gitanos tenían por costumbre ser grandotes, de pelo en pecho y brazos fuertes pero en el centro de Paris donde las clases se dividían de maneras drásticas, cualquier cambio como un niño desnutrido o una joven con kimono se hacían notar…
Justamente eso fue lo que le sucedió.
Venia caminando por el centro abarrotado de carros, el aire viciado de los mercados de la zona desde donde había salido con una bolsa que llevaba a cuestas repleta de productos comestibles y otras tantas cajas que aun tenía que entregar esa misma tarde. El sol solía ocultarse entre medio de las nubes lo que le daba un poco de respiro en medio del trajín, aun era invierno pero con el peso de las bolsas eso no se notaba y terminaría remojándose en la plaza central donde la fuente invitaba a refrescarse en ella unos meses antes.
Estaba tomando un respiro donde encontró un lugar libre, La catedral de Notre Dame le daba el ámbito perfecto para darse un descanso, algunos de los pequeños hijos de los gitanos se encontraban allí pidiendo limosnas y hurtando cosas en medio de la congestión. Los mas grandes y ancianos se la pasaban el día sentados, tapados hasta la medula en la entrada de la Catedral pidiendo monedas y simulando mas años y discapacidades que las que solían tener.
Respiró solo para congestionar mas sus pulmones con ese aire mezcla de sales y cocciones al aire libre y cayendo en la cuenta de la joven que impresionada por Paris iba a terminar chocando contra él.
Y así fue. Automáticamente el asombro dio margen a las disculpas. Había sostenido la bolsa de provisiones pero una de las cajas había caído de costado, el gitano levantó la mano restándole importancia. No comprendía las palabras pero al menos si entendía las señas. Manteniendo el mismo tono y con unas notas mas marcadas comenzó a hablar la chica en el mismo idioma y aprovechando la situación Maloney respondió – Pierde cuidado niña, un tropezón no es caída – dijo con una sonrisa en el rostro, la muchacha pidiendo disculpas parecía perder edad, obviamente no era una niña pero asi la veía desde su posición. Una pequeña princesa de Oriente. Al verse entendido continuó mientras tomaba la caja y la sumaba a la hilera en la parte alta de la bolsa – Y ¿De dónde eres... Recién llegada? – acotó ante la mirada de la joven que parecía sorprendida por todo lo que Paris significaba, algo poco común para los habitué.
Justamente eso fue lo que le sucedió.
Venia caminando por el centro abarrotado de carros, el aire viciado de los mercados de la zona desde donde había salido con una bolsa que llevaba a cuestas repleta de productos comestibles y otras tantas cajas que aun tenía que entregar esa misma tarde. El sol solía ocultarse entre medio de las nubes lo que le daba un poco de respiro en medio del trajín, aun era invierno pero con el peso de las bolsas eso no se notaba y terminaría remojándose en la plaza central donde la fuente invitaba a refrescarse en ella unos meses antes.
Estaba tomando un respiro donde encontró un lugar libre, La catedral de Notre Dame le daba el ámbito perfecto para darse un descanso, algunos de los pequeños hijos de los gitanos se encontraban allí pidiendo limosnas y hurtando cosas en medio de la congestión. Los mas grandes y ancianos se la pasaban el día sentados, tapados hasta la medula en la entrada de la Catedral pidiendo monedas y simulando mas años y discapacidades que las que solían tener.
Respiró solo para congestionar mas sus pulmones con ese aire mezcla de sales y cocciones al aire libre y cayendo en la cuenta de la joven que impresionada por Paris iba a terminar chocando contra él.
Y así fue. Automáticamente el asombro dio margen a las disculpas. Había sostenido la bolsa de provisiones pero una de las cajas había caído de costado, el gitano levantó la mano restándole importancia. No comprendía las palabras pero al menos si entendía las señas. Manteniendo el mismo tono y con unas notas mas marcadas comenzó a hablar la chica en el mismo idioma y aprovechando la situación Maloney respondió – Pierde cuidado niña, un tropezón no es caída – dijo con una sonrisa en el rostro, la muchacha pidiendo disculpas parecía perder edad, obviamente no era una niña pero asi la veía desde su posición. Una pequeña princesa de Oriente. Al verse entendido continuó mientras tomaba la caja y la sumaba a la hilera en la parte alta de la bolsa – Y ¿De dónde eres... Recién llegada? – acotó ante la mirada de la joven que parecía sorprendida por todo lo que Paris significaba, algo poco común para los habitué.
Maloney Nicolich- Gitano
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Fecha de inscripción : 17/07/2015
Localización : Paris
Re: Encuentro Inesperado [Privado]
Lo primero que pensé cuando me tropecé con aquel joven, después de disculparme por mí torpeza y por no mirar por donde andaba… era que, quizás, podría enfadarse por el choque repentino. Un choque que hizo que una de las cajas que llevaba se cayera al suelo, quedándose de pie por un costado, echo que hizo que me sintiera mal por no mirar por donde estaba andando. Algo que hizo que me mordiera el labio inferior, ya que no sabía lo que podría haber dentro y, mucho menos, si se había roto algo. En ese caso, al ser culpa mía, estaba dispuesta a compensarlo.
Pero el temor infundado de que se enfadaría conmigo quedó relegado en el olvido cuando vi la sonrisa que me mostró mientras me disculpaba. Era una sonrisa sincera que hizo que me relajara un poco, y que suspirara tranquila ante ese hecho. Habría sido difícil para mí ya que todavía no podía mantener una conversación fluida, aún me quedaba mucho por aprender de aquella lengua y no estaba todavía del todo preparada.
Más aliviada al ver que el joven no se había enfadado y viendo que aceptaba mis disculpas –al menos eso entendí- sonreí tranquila. Iba a agacharme para recoger del suelo la caja que se había caído, pero él fue más rápido que yo y cuando iba a agacharme él ya la había recogido. Ahora que estaba más tranquila frente a aquel encuentro tras el choque, me fijé más en el joven que tenía delante.
Su tez era algo más morena de las personas que había visto en mi visita por la ciudad, su pelo era de un negro oscuro, igual de oscuro que la misma noche. Su rostro, sin embargo, parecía brillar con luz propia. Quizá fuera por la sonrisa que hacía que se iluminara su rostro… en cualquier caso, vi que era un joven algo más alto que yo, moreno y con un rostro muy bello. Contemplándolo de aquella manera ahora me parecía casi imposible que me hubiera hablado de malas maneras, ya que no lo aparentaba. Si me hubiera fijado mejor no hubiera tenido que preocuparme por sus represalias, o cualquier cosa que hubiera querido decirme tras el choque, no todos le restaban importancia y te sonreían como si no hubiera pasado nada.
-Lo siento –dije de nuevo haciendo una leve disculpa, en mi país las reverencias eran algo más largas, pero en París esa costumbre no existía y no tenía sentido que yo la hiciera tan larga. –Siento haber tirado tu…. Etto… caja –dije de nuevo buscando las palabras adecuadas. Había aprendido un poco la lengua antes de venir y el señor Ishikawa me habían ayudado con las cosas más comunes y que eran del día a día para poder desenvolverme bien en la ciudad, pero todavía me queda mucho por aprender- Gomen*, soy Asura Nanami... y vengo de Okinawa, una isla al sur de Japón –le sonreí mientras arreglaba uno de los pliegues del kimono que, al agacharme, se había subido un poco. –Y vos, ¿ anata no namae wa*? –hice una pausa y me quedé pensando que no estaba en Japón y que dudaba que aquel joven me entendiese- Tu nombre… -dije para que entendiera que le estaba preguntando cuál era su nombre. Esperé hasta que me contestó y asentí con la cabeza –Hajimemashite*-hice una pequeña reverencia- Por mi torpeza yo…. Etto… Te puedo ayudar, ¿iku?*-dije con una sonrisa, ladeando un poco el rostro. París podía esperar a que descubriera más lugares, y quién sabe las sorpresas que podía encontrarme, pero no podía dejar pasar la oportunidad de conocer a alguien- Seguro que puedes contarme cosas sobre París –dije mirándolo esperando a que aceptara, ya que estaba segura de que tenía que llevar las cosas a algún lado, y que por mi torpeza llegaría algo más tarde- Mi forma de compensar –dije para que entendiera porqué lo estaba haciendo, mientras hacía un gesto como dando a entender que “no me importaba” el acompañarlo. En mi país era algo común compensar por los errores… y me sabría mal no hacerlo. Era algo innato en mí.
*Gomen: Lo siento
*Anata no namae wa: Cómo te llamas
*Hajimemashite: Encantada de conocerte
*Iku: Vamos
Pero el temor infundado de que se enfadaría conmigo quedó relegado en el olvido cuando vi la sonrisa que me mostró mientras me disculpaba. Era una sonrisa sincera que hizo que me relajara un poco, y que suspirara tranquila ante ese hecho. Habría sido difícil para mí ya que todavía no podía mantener una conversación fluida, aún me quedaba mucho por aprender de aquella lengua y no estaba todavía del todo preparada.
Más aliviada al ver que el joven no se había enfadado y viendo que aceptaba mis disculpas –al menos eso entendí- sonreí tranquila. Iba a agacharme para recoger del suelo la caja que se había caído, pero él fue más rápido que yo y cuando iba a agacharme él ya la había recogido. Ahora que estaba más tranquila frente a aquel encuentro tras el choque, me fijé más en el joven que tenía delante.
Su tez era algo más morena de las personas que había visto en mi visita por la ciudad, su pelo era de un negro oscuro, igual de oscuro que la misma noche. Su rostro, sin embargo, parecía brillar con luz propia. Quizá fuera por la sonrisa que hacía que se iluminara su rostro… en cualquier caso, vi que era un joven algo más alto que yo, moreno y con un rostro muy bello. Contemplándolo de aquella manera ahora me parecía casi imposible que me hubiera hablado de malas maneras, ya que no lo aparentaba. Si me hubiera fijado mejor no hubiera tenido que preocuparme por sus represalias, o cualquier cosa que hubiera querido decirme tras el choque, no todos le restaban importancia y te sonreían como si no hubiera pasado nada.
-Lo siento –dije de nuevo haciendo una leve disculpa, en mi país las reverencias eran algo más largas, pero en París esa costumbre no existía y no tenía sentido que yo la hiciera tan larga. –Siento haber tirado tu…. Etto… caja –dije de nuevo buscando las palabras adecuadas. Había aprendido un poco la lengua antes de venir y el señor Ishikawa me habían ayudado con las cosas más comunes y que eran del día a día para poder desenvolverme bien en la ciudad, pero todavía me queda mucho por aprender- Gomen*, soy Asura Nanami... y vengo de Okinawa, una isla al sur de Japón –le sonreí mientras arreglaba uno de los pliegues del kimono que, al agacharme, se había subido un poco. –Y vos, ¿ anata no namae wa*? –hice una pausa y me quedé pensando que no estaba en Japón y que dudaba que aquel joven me entendiese- Tu nombre… -dije para que entendiera que le estaba preguntando cuál era su nombre. Esperé hasta que me contestó y asentí con la cabeza –Hajimemashite*-hice una pequeña reverencia- Por mi torpeza yo…. Etto… Te puedo ayudar, ¿iku?*-dije con una sonrisa, ladeando un poco el rostro. París podía esperar a que descubriera más lugares, y quién sabe las sorpresas que podía encontrarme, pero no podía dejar pasar la oportunidad de conocer a alguien- Seguro que puedes contarme cosas sobre París –dije mirándolo esperando a que aceptara, ya que estaba segura de que tenía que llevar las cosas a algún lado, y que por mi torpeza llegaría algo más tarde- Mi forma de compensar –dije para que entendiera porqué lo estaba haciendo, mientras hacía un gesto como dando a entender que “no me importaba” el acompañarlo. En mi país era algo común compensar por los errores… y me sabría mal no hacerlo. Era algo innato en mí.
*Gomen: Lo siento
*Anata no namae wa: Cómo te llamas
*Hajimemashite: Encantada de conocerte
*Iku: Vamos
Asura Nanami- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 21/11/2015
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Re: Encuentro Inesperado [Privado]
Japón. La simple mención de un país al otro extremo de donde estaban ahora le apasionaba. Estaba tan lejos y tan cerca a la vez de ser lo que siempre soñó. Un viajero, alguien libre de trabajos fijos, de cotidianeidades y a la vez tan lleno de vida como esos personajes de los viajes que le leían de pequeño.
No podía dejar de sonreír con esa belleza oriental que vino a caer en medio de la plaza de París con toda este ajetreo debía de tenerla completamente confundida. Había acomodado su kimono que levemente se había revelado su uniforme piel de porcelana –Me llaman Maloney – comentó simplemente extendiendo su mano para aceptar la de ella, no conocía mucho de reverencias a decir verdad. Creía que era la primera vez que alguien le hacia una, aunque había visto algunas parecidas a esas cuando se trataba de diferentes jerarquías, pero eso era solo con la realeza y relegado generalmente a la clase servil. Aun seguía sin entender por completo el lenguaje, salvo algunas palabras que parecían tener cierto toque familiar por las acentuaciones que ella hacía.
Pero al tiempo comprendió que se disculpaba por el incidente, cosa que Maloney respondía con miradas que decían “despreocúpate, no es nada” sin hablar porque era mas fácil dialogar asi, y en parte por miedo a no ser comprendido.
- Quédate tranquila, todos se adecuan aquí, todos terminan hablando francés fluido en apenas unas semanas – comentó marcando bien las palabras, recordando la llegada de un tintorero de oriente hacia unos meses que con un poco de practica con la gente que diariamente visitaba su local terminó por comprender el lenguaje por completo y a pronunciarlo incluso mejor que un parisino.
Observó a su alrededor y no pudo evitar mencionar el nombre de la Catedral de Notre Dame que le daba un aire benévolo a esa parte de la ciudad, por el lado contrario había otros edificios mas administrativos que si bien no eran poco arquitectónicos tampoco tenían nada de extraño ¿Qué sería lo que lo sorprendería en caso de llegar recién a Francia? … Todo, en su caso. Era un amante de todas las locaciones y siempre terminaba por enamorarse de las diferentes locaciones. A pocas cuadras tenían el palacio real junto con el centro mismo, sería bueno conocerlo - ¿Tienes ganas de caminar un poco asi te muestro las maravillas de Paris? – preguntó Maloney devolviéndole una mirada febril y animado, si de recorrer se trataba podría caminar mas de mil kilómetros diarios sin importarle, pero desconocía las ropas orientales y dudaba de su comodidad o del tipo de calzado que ellos usaban. A él le bastaban unos cómodos zapatos de telas atados a los pies.
No podía dejar de sonreír con esa belleza oriental que vino a caer en medio de la plaza de París con toda este ajetreo debía de tenerla completamente confundida. Había acomodado su kimono que levemente se había revelado su uniforme piel de porcelana –Me llaman Maloney – comentó simplemente extendiendo su mano para aceptar la de ella, no conocía mucho de reverencias a decir verdad. Creía que era la primera vez que alguien le hacia una, aunque había visto algunas parecidas a esas cuando se trataba de diferentes jerarquías, pero eso era solo con la realeza y relegado generalmente a la clase servil. Aun seguía sin entender por completo el lenguaje, salvo algunas palabras que parecían tener cierto toque familiar por las acentuaciones que ella hacía.
Pero al tiempo comprendió que se disculpaba por el incidente, cosa que Maloney respondía con miradas que decían “despreocúpate, no es nada” sin hablar porque era mas fácil dialogar asi, y en parte por miedo a no ser comprendido.
- Quédate tranquila, todos se adecuan aquí, todos terminan hablando francés fluido en apenas unas semanas – comentó marcando bien las palabras, recordando la llegada de un tintorero de oriente hacia unos meses que con un poco de practica con la gente que diariamente visitaba su local terminó por comprender el lenguaje por completo y a pronunciarlo incluso mejor que un parisino.
Observó a su alrededor y no pudo evitar mencionar el nombre de la Catedral de Notre Dame que le daba un aire benévolo a esa parte de la ciudad, por el lado contrario había otros edificios mas administrativos que si bien no eran poco arquitectónicos tampoco tenían nada de extraño ¿Qué sería lo que lo sorprendería en caso de llegar recién a Francia? … Todo, en su caso. Era un amante de todas las locaciones y siempre terminaba por enamorarse de las diferentes locaciones. A pocas cuadras tenían el palacio real junto con el centro mismo, sería bueno conocerlo - ¿Tienes ganas de caminar un poco asi te muestro las maravillas de Paris? – preguntó Maloney devolviéndole una mirada febril y animado, si de recorrer se trataba podría caminar mas de mil kilómetros diarios sin importarle, pero desconocía las ropas orientales y dudaba de su comodidad o del tipo de calzado que ellos usaban. A él le bastaban unos cómodos zapatos de telas atados a los pies.
Maloney Nicolich- Gitano
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Fecha de inscripción : 17/07/2015
Localización : Paris
Re: Encuentro Inesperado [Privado]
Estaba realmente convencida de que con aquel joven descubriría muchas cosas que, de haber ido yo sola por la ciudad, me habría perdido seguramente. Parecía que él conocía y sabía todo lo que había que saber sobre la ciudad, y no iba a desperdiciar la oportunidad de conocer a alguien y que, además, me contara cosas que quizá en los libros jamás podría saber.
Había leído cosas sobre la capital Francesa antes de emprender el viaje, y lo que había leído me había dejado fascinada. Distaba mucho de lo que había en Japón, por ejemplo, ya que era una ciudad completamente diferente, con una cultura que no tenía nada que ver con la mía… y de la cual podría descubrir muchas cosas. Había visto durante mis paseos mucha gente que se saludaba y era tan diferente a lo que conocía que se hacía hasta raro verlo, en Japón el contacto físico estaba muy limitado y no había tanto acercamiento como el que había visto en esos días por París. Por eso cuando me extendió la mano, que miré durante unos segundos, no dudé en llevar la mía hasta la suya. El apretón, inesperado, que recibí por su parte fue quizás algo más fuerte de lo que me había imaginado… o eso, o el chico estaba más fuerte de lo que aparentaba. Debía de ser eso, ya que si era capaz de llevar esas cajas como si nada… debía de tener bastante fuerza.
-Maloney… -repetí un par de veces mirándolo para saber si lo había pronunciado bien, y le sonreí cuando entendí que restaba importancia sobre tirar sus cosas. Quizás no entendiera bien algunas cosas de su lengua, que tenía que perfeccionar todavía, pero los gestos y las miradas hablaban por si solas. No hacía falta que me dijera nada sobre ello, entendí lo que me dijo y le sonreí a modo de agradecimiento, ya que realmente me había sentido mal por tirarle las cosas que llevaba encima.
Entendí, en gran parte, lo que me dijo de quedarme tranquila con la lengua. Siempre había pensado que si querías, realmente, hablar algún idioma debía de ir a la ciudad donde se hablaba. Era donde mejor podías practicar el idioma y como mejor aprenderías. Aunque no había ido a París precisamente por el idioma, sonreí algo aliviada ante lo que me dijo, porque esperaba que en un mes, como mucho, pudiera defenderme completamente y no tuviera que hablar por señas con nadie para pedir cualquier cosa. Habían ciertas palabras que me costaba pronunciar, sobre todo las ‘r’, ya que nosotros las pronunciamos más suaves de lo que allí lo hacían… pero era cuestión de aprender.
-Gracias… yo… espero hablar pronto tu idioma –dije sonriendo, las clases con la señora Haruka cada vez iban mejor, y me sentía cada vez más animada cuando me costaba menos entablar una conversación. Ante su pregunta de acompañarlo por París, no pude evitar dar unos pequeños saltitos llena de emoción, como si fuera una niña pequeña, mientras asentía con la cabeza y sonreía. Nada me hacía más ilusión que alguien me mostrara todos los secretos que se escondían en aquella ciudad, y nada mejor que un Parisino para ello. No sabía porqué, pero parecía que Maloney podía conocer muchas cosas que, leyendo, jamás habría sabido en mi vida.- ¡Hai*, hai! –dije mirándolo con una sonrisa que abarcaba de oreja a oreja, animada después de todo, y con ganas de descubrir la ciudad- ¿Seguro? –Pregunté mirándole –Soy muy… etto…-hice una leve pausa, me mordí el labio y pensé cuál era la palabra que estaba buscando. Cuando la encontré le “señalé” con el dedo -¡Intesa! -¿Intensa? ¿Era esa realmente la palabra que quería utilizar? Estaba segura de que comprendería lo que quería decirle sin tener que buscar otra palabra para ello. Al ver que me miraba de arriba abajo hice yo también lo propio, sí, iba cómoda conforme iba. Le miré y le hice un gesto con la mano de “estaré bien”, estaba acostumbrada incluso a caminar con unas sandalias más altas y complicadas. Con una familiaridad que no sabía de dónde venía cogí su camiseta con una de mis manos, y le di un pequeño tirón un par de veces, mientras le miraba y le sonreía- ¿Vamos? –pregunté para soltar su camiseta como acto reflejo, disculpándome por el atrevimiento y mordiéndome el labio para que fuera él quien guiara.
*Hai: Si
Había leído cosas sobre la capital Francesa antes de emprender el viaje, y lo que había leído me había dejado fascinada. Distaba mucho de lo que había en Japón, por ejemplo, ya que era una ciudad completamente diferente, con una cultura que no tenía nada que ver con la mía… y de la cual podría descubrir muchas cosas. Había visto durante mis paseos mucha gente que se saludaba y era tan diferente a lo que conocía que se hacía hasta raro verlo, en Japón el contacto físico estaba muy limitado y no había tanto acercamiento como el que había visto en esos días por París. Por eso cuando me extendió la mano, que miré durante unos segundos, no dudé en llevar la mía hasta la suya. El apretón, inesperado, que recibí por su parte fue quizás algo más fuerte de lo que me había imaginado… o eso, o el chico estaba más fuerte de lo que aparentaba. Debía de ser eso, ya que si era capaz de llevar esas cajas como si nada… debía de tener bastante fuerza.
-Maloney… -repetí un par de veces mirándolo para saber si lo había pronunciado bien, y le sonreí cuando entendí que restaba importancia sobre tirar sus cosas. Quizás no entendiera bien algunas cosas de su lengua, que tenía que perfeccionar todavía, pero los gestos y las miradas hablaban por si solas. No hacía falta que me dijera nada sobre ello, entendí lo que me dijo y le sonreí a modo de agradecimiento, ya que realmente me había sentido mal por tirarle las cosas que llevaba encima.
Entendí, en gran parte, lo que me dijo de quedarme tranquila con la lengua. Siempre había pensado que si querías, realmente, hablar algún idioma debía de ir a la ciudad donde se hablaba. Era donde mejor podías practicar el idioma y como mejor aprenderías. Aunque no había ido a París precisamente por el idioma, sonreí algo aliviada ante lo que me dijo, porque esperaba que en un mes, como mucho, pudiera defenderme completamente y no tuviera que hablar por señas con nadie para pedir cualquier cosa. Habían ciertas palabras que me costaba pronunciar, sobre todo las ‘r’, ya que nosotros las pronunciamos más suaves de lo que allí lo hacían… pero era cuestión de aprender.
-Gracias… yo… espero hablar pronto tu idioma –dije sonriendo, las clases con la señora Haruka cada vez iban mejor, y me sentía cada vez más animada cuando me costaba menos entablar una conversación. Ante su pregunta de acompañarlo por París, no pude evitar dar unos pequeños saltitos llena de emoción, como si fuera una niña pequeña, mientras asentía con la cabeza y sonreía. Nada me hacía más ilusión que alguien me mostrara todos los secretos que se escondían en aquella ciudad, y nada mejor que un Parisino para ello. No sabía porqué, pero parecía que Maloney podía conocer muchas cosas que, leyendo, jamás habría sabido en mi vida.- ¡Hai*, hai! –dije mirándolo con una sonrisa que abarcaba de oreja a oreja, animada después de todo, y con ganas de descubrir la ciudad- ¿Seguro? –Pregunté mirándole –Soy muy… etto…-hice una leve pausa, me mordí el labio y pensé cuál era la palabra que estaba buscando. Cuando la encontré le “señalé” con el dedo -¡Intesa! -¿Intensa? ¿Era esa realmente la palabra que quería utilizar? Estaba segura de que comprendería lo que quería decirle sin tener que buscar otra palabra para ello. Al ver que me miraba de arriba abajo hice yo también lo propio, sí, iba cómoda conforme iba. Le miré y le hice un gesto con la mano de “estaré bien”, estaba acostumbrada incluso a caminar con unas sandalias más altas y complicadas. Con una familiaridad que no sabía de dónde venía cogí su camiseta con una de mis manos, y le di un pequeño tirón un par de veces, mientras le miraba y le sonreía- ¿Vamos? –pregunté para soltar su camiseta como acto reflejo, disculpándome por el atrevimiento y mordiéndome el labio para que fuera él quien guiara.
*Hai: Si
Asura Nanami- Vampiro Clase Alta
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Re: Encuentro Inesperado [Privado]
Su cara reflejaba algo de emoción ante la aventura que les esperaba frente a sus narices. No podía negarlo, estaba en su sangre y esta bullía cuando se presentaban este tipo de posibilidades.
La animó con señas cuando ella le comentó que pronto iba a aprender y seguro que asi sería, nadie podía contenerse con la ciudad de Paris frente a frente. Inmediatamente te daban ganas de ser parte de su población, tenía cierta magia implícita en sus calles, en su gente cuyas variedades hacían que todo sea mucho mas intrigante.
Ante la pregunta de emprender camino hacia otros lugares pintorescos ella se mostró casi eufórica por lo que el gitano no pudo mas que imitarla, no con saltitos aniñados, pero si a su forma, que eran mostrándose por demás jocoso, incluso con ganas de correr, sus pies parecían volar. Observó a su alrededor y encontró un puestero conocido del circo al cual le dejó las pertenencias informando que volvería en breve, el anciano sonrió y dejó en su tienda la bolsa con cajas mientras Maloney volvía junto a la joven oriental imitando su sonrisa de oreja a oreja para luego ofrecer su brazo donde pudiera apoyar el de ella.
Ambos salieron caminando con emoción por entre unas callejas adoquinadas con sus habituales transeúntes que no dejaban de dirigirles miradas de reojo a la extraña pareja, bien podrían ser una niña y su criado paseando por la ciudad, pero de por si era extraño ver orientales en sus ropas por el centro y eso era un foco de atención.
Para continuar con la charla, Maloney le devolvió una mirada estando a su lado y comentó – Sabes que si deseas practicar el lenguaje, yo podría ayudarte…- se ofreció de forma intempestiva sin animarse del todo a ofrecerse como maestro de la muchacha. No era demasiado hábil con las palabras como para ello pero al menos podría ayudarla a defenderse en el idioma de la calle, algo que no enseñaban los tutores en sus lecciones.
Doblaron la esquina y a su lado las paredes dejaron espacio al majestuoso Palacio Real, sede de inmemoriales reuniones de la realeza francesa, Maloney liberó el brazo de Asura para permitirle tener una visión mas amplia de ese lugar histórico. En su mente se agolpaban millones de lugares pintorescos que podrían conocer, pero el día se les haría corto para ello.
Aguardó un segundo para luego sumarse a su lado una vez mas, contemplando con sus ojos el lugar como lo haría alguien de afuera. Se acercó a la garita de entrada. Buscó la forma de convencer al hombre de que los dejara adentrarse un poco en la magia del palacio. Informó que la “pequeña dama” recién llegaba y que pretendía conocer lugares de Francia en el corto tiempo que tenia, había mentido el gitano haciéndose pasar por otro, como tenía por costumbre. El guardia de seguridad, se ofreció a dejarlos ingresar acompañándolos. De inmediato el chico hizo señas a Asura para que esta se acercara rápido, incluso fue hacia donde estaba y tomó su mano para adentrarse en el lugar. Iba a ser la primera vez que vería sus interiores, estaban igualados en sentimientos ahora.
La animó con señas cuando ella le comentó que pronto iba a aprender y seguro que asi sería, nadie podía contenerse con la ciudad de Paris frente a frente. Inmediatamente te daban ganas de ser parte de su población, tenía cierta magia implícita en sus calles, en su gente cuyas variedades hacían que todo sea mucho mas intrigante.
Ante la pregunta de emprender camino hacia otros lugares pintorescos ella se mostró casi eufórica por lo que el gitano no pudo mas que imitarla, no con saltitos aniñados, pero si a su forma, que eran mostrándose por demás jocoso, incluso con ganas de correr, sus pies parecían volar. Observó a su alrededor y encontró un puestero conocido del circo al cual le dejó las pertenencias informando que volvería en breve, el anciano sonrió y dejó en su tienda la bolsa con cajas mientras Maloney volvía junto a la joven oriental imitando su sonrisa de oreja a oreja para luego ofrecer su brazo donde pudiera apoyar el de ella.
Ambos salieron caminando con emoción por entre unas callejas adoquinadas con sus habituales transeúntes que no dejaban de dirigirles miradas de reojo a la extraña pareja, bien podrían ser una niña y su criado paseando por la ciudad, pero de por si era extraño ver orientales en sus ropas por el centro y eso era un foco de atención.
Para continuar con la charla, Maloney le devolvió una mirada estando a su lado y comentó – Sabes que si deseas practicar el lenguaje, yo podría ayudarte…- se ofreció de forma intempestiva sin animarse del todo a ofrecerse como maestro de la muchacha. No era demasiado hábil con las palabras como para ello pero al menos podría ayudarla a defenderse en el idioma de la calle, algo que no enseñaban los tutores en sus lecciones.
Doblaron la esquina y a su lado las paredes dejaron espacio al majestuoso Palacio Real, sede de inmemoriales reuniones de la realeza francesa, Maloney liberó el brazo de Asura para permitirle tener una visión mas amplia de ese lugar histórico. En su mente se agolpaban millones de lugares pintorescos que podrían conocer, pero el día se les haría corto para ello.
Aguardó un segundo para luego sumarse a su lado una vez mas, contemplando con sus ojos el lugar como lo haría alguien de afuera. Se acercó a la garita de entrada. Buscó la forma de convencer al hombre de que los dejara adentrarse un poco en la magia del palacio. Informó que la “pequeña dama” recién llegaba y que pretendía conocer lugares de Francia en el corto tiempo que tenia, había mentido el gitano haciéndose pasar por otro, como tenía por costumbre. El guardia de seguridad, se ofreció a dejarlos ingresar acompañándolos. De inmediato el chico hizo señas a Asura para que esta se acercara rápido, incluso fue hacia donde estaba y tomó su mano para adentrarse en el lugar. Iba a ser la primera vez que vería sus interiores, estaban igualados en sentimientos ahora.
Maloney Nicolich- Gitano
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Re: Encuentro Inesperado [Privado]
No podía estar más animada desde que accidentalmente me haya chocado con Maloney, y ahora agradecía que aquello hubiera pasado. Seguía lamentando el haberle tirado las cosas y retrasarle en sus quehaceres, pero no podía evitar sentirme tan eufórica y emocionada ante la simple idea de que un Parisino como él me enseñara todos los rincones secretos que albergaba la ciudad. Ya comenzaba a desear que aquel joven comenzara con aquel paseo que me había prometido.
Me quedé sola durante unos instantes mientras el se acercaba a uno de los puestos que había alrededor, seguramente para dejar todas las cajas que llevaba encima y que así le fuera más fácil recorrer la ciudad y lo que quisiera enseñarme. Por mi parte la emoción bullía en mí interior y la sonrisa que iluminaba mi cara estaba segura que podía verse desde la distancia. Observé como el joven dejaba las cajas mientras yo miraba todo lo que había en aquella plaza, esperando a que regresara para comenzar la visita guiada. Tenía suerte y todo, iba a tener a mi propio guía particular. El día mejoraba por momentos.
Maloney me ofreció su brazo para que me fuera más cómodo el caminar y no dudé por un segundo en aferrarme a él mientras me dejaba llevar conducido por él, sin perder detalle de lo que me rodeaba puesto que, para mí, todo era completamente nuevo. Tampoco pasaba desapercibido las miradas que los transeúntes nos dirigían a ambos… y no era de extrañar, seguramente cuando iba yo sola llamaba la atención demasiado por las ropas que llevaba tan diferentes a las suya… si a eso le sumabas estar agarrada al brazo de aquel joven… sí, era normal que nos estuvieran mirando.
-La gente nos mira cuando pasamos –le dije en voz baja pero sin dejar de sonreír, evitando reírme entre dientes porque era algo que no me molestaba en lo absoluto, sabía que me iban a estar observando solamente por destacar tanto con sus ropas. Ante su siguiente confesión de que podía ayudarme con el idioma lo que hice fue pararme, obligándolo a él a que se parara de igual forma.- ¿Hontouni*? ¿Es… verdad? ¿Me ayudarías? –era cierto que con Haruka estaba aprendiendo bastante el idioma, pero aprender de un verdadero Parisino podía serme de mucha más utilidad… la señora Haruka no dominaba el idioma de la calle y Maloney estaba segura de que lo hacía a la perfección- Arigato, Maloney –le dije poniendo mi mano libre en su pecho, sin dejar de sonreí, en señal de agradecimiento por ello- Vamos –continué andando para que me siguiera y me llevara donde tenía pensado.
Continuamos andando y al girar por aquella calle mi vista se centró plenamente en aquel hermoso Palacio que se extendía ante mi vista. Era una de las cosas que la señora Haruka me había dicho que tenía que ir a visitar, y agradecía enormemente que Maloney me hubiera llevado allí. Sentí como me dejaba un momento a solas de nuevo y mientras yo me centré en recorrer cada detalle de aquel hermoso lugar que se extendía ante mi vista. Era enorme, majestuoso, elegante y precioso. Solamente con ver aquella enorme fachada ya estaba emocionada, así que no podía evitar pensar cómo sería por dentro. Tenía tantas ganas de ver realmente lo que era aquel palacio que ni siquiera me di cuenta de que me estaba llamando para entrar. ¿En serio? ¿Podíamos verlo por dentro? La cosa mejoraba por momentos. Tuvo que acercarse para cogerme de la mano, haciendo que despertara de mi ensoñación observando aquel edificio, y me condujo hasta dentro.
Nada más entrar y pasar bajo aquellas enormes columnas que había en la fachada, y tras andar un poco más… llegabas a un inmenso jardín con frondosos árboles donde en verano podías cobijarte bajo su sombra del ardiente sol, con innumerables flores que lo adornaban y con fuentes por todo el lugar.
-Oh, ¡Kirei*! –dije mientras corría para ver más de cerca una de las fuentes, observando cada detalle de cada una de ellas mientras, de fondo, obtenías una vista de París que era impresionante. Me acerqué hasta la barandilla que había en el jardín y que daba a las vistas de la ciudad, y me maravillé por todo lo que se podía ver desde aquel lugar. No había muchas flores porque todavía no era la época, pero se empezaba a ver que comenzaban a florecer. Me quedé así durante unos momentos que no supe cuánto tiempo fue realmente, hasta que mi vista se dirigió a uno de los edificios que había al lado de los jardines preguntándome qué sería. Me giré para ver a Maloney y le sonreí, seguramente si hubiera ido yo sola no habría entrado al palacio de ninguna forma- Gracias –me quedé apoyada en la barandilla y cerré los ojos unos instantes- ¿Podemos… entrar? Quiero ver… eso –señalé con el dedo el edificio que había visto hacía apenas unos segundos- ¿Podemos? –esperaba que dijera que sí, aunque solamente por haber entrado todo lo demás restaba importancia. ¿Qué más me depararía el día junto a Maloney? No lo sabía, pero tenía ganas de avergiguarlo.
*Hontouni: De verdad/En serio
*Kirei: Hermoso/Bonito
Me quedé sola durante unos instantes mientras el se acercaba a uno de los puestos que había alrededor, seguramente para dejar todas las cajas que llevaba encima y que así le fuera más fácil recorrer la ciudad y lo que quisiera enseñarme. Por mi parte la emoción bullía en mí interior y la sonrisa que iluminaba mi cara estaba segura que podía verse desde la distancia. Observé como el joven dejaba las cajas mientras yo miraba todo lo que había en aquella plaza, esperando a que regresara para comenzar la visita guiada. Tenía suerte y todo, iba a tener a mi propio guía particular. El día mejoraba por momentos.
Maloney me ofreció su brazo para que me fuera más cómodo el caminar y no dudé por un segundo en aferrarme a él mientras me dejaba llevar conducido por él, sin perder detalle de lo que me rodeaba puesto que, para mí, todo era completamente nuevo. Tampoco pasaba desapercibido las miradas que los transeúntes nos dirigían a ambos… y no era de extrañar, seguramente cuando iba yo sola llamaba la atención demasiado por las ropas que llevaba tan diferentes a las suya… si a eso le sumabas estar agarrada al brazo de aquel joven… sí, era normal que nos estuvieran mirando.
-La gente nos mira cuando pasamos –le dije en voz baja pero sin dejar de sonreír, evitando reírme entre dientes porque era algo que no me molestaba en lo absoluto, sabía que me iban a estar observando solamente por destacar tanto con sus ropas. Ante su siguiente confesión de que podía ayudarme con el idioma lo que hice fue pararme, obligándolo a él a que se parara de igual forma.- ¿Hontouni*? ¿Es… verdad? ¿Me ayudarías? –era cierto que con Haruka estaba aprendiendo bastante el idioma, pero aprender de un verdadero Parisino podía serme de mucha más utilidad… la señora Haruka no dominaba el idioma de la calle y Maloney estaba segura de que lo hacía a la perfección- Arigato, Maloney –le dije poniendo mi mano libre en su pecho, sin dejar de sonreí, en señal de agradecimiento por ello- Vamos –continué andando para que me siguiera y me llevara donde tenía pensado.
Continuamos andando y al girar por aquella calle mi vista se centró plenamente en aquel hermoso Palacio que se extendía ante mi vista. Era una de las cosas que la señora Haruka me había dicho que tenía que ir a visitar, y agradecía enormemente que Maloney me hubiera llevado allí. Sentí como me dejaba un momento a solas de nuevo y mientras yo me centré en recorrer cada detalle de aquel hermoso lugar que se extendía ante mi vista. Era enorme, majestuoso, elegante y precioso. Solamente con ver aquella enorme fachada ya estaba emocionada, así que no podía evitar pensar cómo sería por dentro. Tenía tantas ganas de ver realmente lo que era aquel palacio que ni siquiera me di cuenta de que me estaba llamando para entrar. ¿En serio? ¿Podíamos verlo por dentro? La cosa mejoraba por momentos. Tuvo que acercarse para cogerme de la mano, haciendo que despertara de mi ensoñación observando aquel edificio, y me condujo hasta dentro.
Nada más entrar y pasar bajo aquellas enormes columnas que había en la fachada, y tras andar un poco más… llegabas a un inmenso jardín con frondosos árboles donde en verano podías cobijarte bajo su sombra del ardiente sol, con innumerables flores que lo adornaban y con fuentes por todo el lugar.
-Oh, ¡Kirei*! –dije mientras corría para ver más de cerca una de las fuentes, observando cada detalle de cada una de ellas mientras, de fondo, obtenías una vista de París que era impresionante. Me acerqué hasta la barandilla que había en el jardín y que daba a las vistas de la ciudad, y me maravillé por todo lo que se podía ver desde aquel lugar. No había muchas flores porque todavía no era la época, pero se empezaba a ver que comenzaban a florecer. Me quedé así durante unos momentos que no supe cuánto tiempo fue realmente, hasta que mi vista se dirigió a uno de los edificios que había al lado de los jardines preguntándome qué sería. Me giré para ver a Maloney y le sonreí, seguramente si hubiera ido yo sola no habría entrado al palacio de ninguna forma- Gracias –me quedé apoyada en la barandilla y cerré los ojos unos instantes- ¿Podemos… entrar? Quiero ver… eso –señalé con el dedo el edificio que había visto hacía apenas unos segundos- ¿Podemos? –esperaba que dijera que sí, aunque solamente por haber entrado todo lo demás restaba importancia. ¿Qué más me depararía el día junto a Maloney? No lo sabía, pero tenía ganas de avergiguarlo.
*Hontouni: De verdad/En serio
*Kirei: Hermoso/Bonito
Asura Nanami- Vampiro Clase Alta
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Re: Encuentro Inesperado [Privado]
- Emm… asi son los parisinos – comentó mientras ella vio como los observaban, en especial a ella que parecía una geisha del lejano oriente – Si gustas, luego podemos pasar por algunas tiendas donde comprar ropa menos… ¿turística? – informó de la forma mas sutil que pudo el gitano para contemplar su rostro y reírse del comentario que había hecho. Ni siquiera sabía cuanto tiempo estaría por allí, si era definitivo o transitorio – En fin, mantente alerta de los robos, los mocosos pueden ser un trastorno – afirmó haciendo mufas.
Ella detuvo la marcha luego de la ayuda que temeroso había ofrecido Maloney. La observó intrigado y sonrió, estaba conforme con ser aceptado y tomó su mano en su pecho como un gesto de confianza, luego le tomó la mano y ambos cercaron el camino hacia el palacio.
Una vez dentro, Maloney surcó el espacio corriendo tras una jovencita embelesada. Lo maravillaba la ostentosidad de esos salones donde hacía poco para navidad se había celebrado la última fiesta, y anterior a esto millones de fiestas mas, entre giros y vaivenes la gente bailaba, podía imaginarlo todo en su mente. Había vida entre esas paredes por mas que nadie estuviera allí, mas que ellos dos y el guardia. Fueron hasta el jardín, un espacio muy bonito, teniendo en cuenta lo magnifico de la combinación de flores. Asura amaría esto tanto como cualquier japonés. Ellos eran magos en el arte de la botánica, o al menos eso era lo que el gitano aprendió de los viajes que habían tenido con el circo…
Se quedó bajo la sombra del techo que cruzaba las galerías en torno al jardín, el guardia se acercó y éste le volvió a agradecer el gesto, informando que su ama estaba muy complacida con el paseo, le tendió la mano y se alejó, acompañándola por el mullido jardín francés, lugar de paseos de monarcas.
Asura era un sueño, ya su expresión hacia que todo valiera la pena. Su mirada se dirigió hacia uno de los edificios laterales. Al trote salió hacia donde había estado el guardia, en la entrada del jardín, pero se había retirado. Volvió lo antes posible junto a la dama y con un gesto de su cabeza le indicó que emprendiera la aventura tomándola en la carrera de una de las manos.
Ella detuvo la marcha luego de la ayuda que temeroso había ofrecido Maloney. La observó intrigado y sonrió, estaba conforme con ser aceptado y tomó su mano en su pecho como un gesto de confianza, luego le tomó la mano y ambos cercaron el camino hacia el palacio.
Una vez dentro, Maloney surcó el espacio corriendo tras una jovencita embelesada. Lo maravillaba la ostentosidad de esos salones donde hacía poco para navidad se había celebrado la última fiesta, y anterior a esto millones de fiestas mas, entre giros y vaivenes la gente bailaba, podía imaginarlo todo en su mente. Había vida entre esas paredes por mas que nadie estuviera allí, mas que ellos dos y el guardia. Fueron hasta el jardín, un espacio muy bonito, teniendo en cuenta lo magnifico de la combinación de flores. Asura amaría esto tanto como cualquier japonés. Ellos eran magos en el arte de la botánica, o al menos eso era lo que el gitano aprendió de los viajes que habían tenido con el circo…
Se quedó bajo la sombra del techo que cruzaba las galerías en torno al jardín, el guardia se acercó y éste le volvió a agradecer el gesto, informando que su ama estaba muy complacida con el paseo, le tendió la mano y se alejó, acompañándola por el mullido jardín francés, lugar de paseos de monarcas.
Asura era un sueño, ya su expresión hacia que todo valiera la pena. Su mirada se dirigió hacia uno de los edificios laterales. Al trote salió hacia donde había estado el guardia, en la entrada del jardín, pero se había retirado. Volvió lo antes posible junto a la dama y con un gesto de su cabeza le indicó que emprendiera la aventura tomándola en la carrera de una de las manos.
Maloney Nicolich- Gitano
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Re: Encuentro Inesperado [Privado]
Miré a Maloney cuando dijo aquello de que así eran ellos y enarqué una ceja, vale sí, admitía que era cierto que llamaba demasiado la atención con aquellas ropas pero… para mí, ellos eran tan diferentes que no sabía si realmente podría acostumbrarme alguna vez a los vestidos que utilizaban. Los vestidos que yo llevaba eran más ceñidos y pegados al cuerpo mientras que los de ellos lo eran, hasta la cintura, y estos caían en grandes vuelos hasta el suelo. Algunos eran bonitos, pero nos sabría cómo me vería con uno… seguramente, extraña.
Miré con un gesto sin entender realmente la palabra “mocoso” y asentí con la cabeza a lo otro que había dicho y sonreí, seguramente, el mejor que nadie sabría dónde podía comprar ropa para pasar más desapercibida y llamar menos la atención. Por fin llegamos a la entrada del palacio y no me quedé quieta, no podía hacerlo, entré mirando todo el lugar a mí alrededor y me quedé con cada detalle, grabándolo en mí memoria.
Me imaginé que aquellos grandes salones eran decorados cada año por diferentes fiestas igual que pasaba allí en Japón, con su música de fondo, la gente bailando al son de esta y los diferentes tipos de traje que, sin duda, la gente llevaría y que sería tan diferentes a los míos que, por el simple echo de sentir curiosidad, quería asistir a algún tipo de baile para poder verlo realmente.
Lo que más me gustó, sin duda alguna, fue el patio y el jardín decorado de aquella manera. Como japonesa que era, me encantaba todo aquello y miré todos y cada uno de los rincones mientras Maloney se quedaba bajo la sombra del marco, y yo daba vueltas por el lugar corriendo de un lado para otro, maravillada por lo que estaba viendo. Las vistas que habían desde aquel lugar eran preciosas y te conferían una perspectiva diferente de lo que era París, se veía la catedral desde donde estábamos y muchas más cosas que me encantaría conocer bajo la guía de Maloney.
Cuando me giré para preguntarle si podías ir aquel sitio vi como se alejaba corriendo y me quedé donde estaba, aferrando con fuerza el bolso típico que se llevaba con aquellos trajes, mientras mis ojos captaban de nuevo detalles que, con el entusiasmo de la primera vez, había pasado por alto. Vi como venía corriendo y alcé una ceja, iba a preguntarle pero cuando llegó a mí lado cogió mi mano y comencé a correr con él riéndome por la locura que estábamos haciendo.
Llegamos hasta la puerta que había visto cerrada y la abrí, para mí sorpresa, estaba abierta y sin dudarlo me colé dentro observando aquel lugar. Estaba todo lleno repleto de libros, estanterías gigantes y enormes repletas de miles y miles de libros que seguramente llevarían año desde hacía siglos.
-Qué bonito –dije mientras pasaba dentro y miraba hacia atrás para ver como cerraba la puerta tras su espalda y sonreí, sabía que aquello estaría totalmente prohibido pero… el hecho de habernos colado me produjo una sensación de adrenalina que era difícil de olvidar. Miré todas las cosas que habían por bajo, mapas, armaduras, bolas del mundo y demás artefactos que no supe qué eran. Parecía que era como un museo en donde habían metido miles de libros en aquel lugar- ¿Qué es este… lugar? –pregunté mientras me maravillaba con todo lo que mis ojos estaban viendo. Si nos pillaban… estaba claro que se iban a enfadar bastante.
Miré con un gesto sin entender realmente la palabra “mocoso” y asentí con la cabeza a lo otro que había dicho y sonreí, seguramente, el mejor que nadie sabría dónde podía comprar ropa para pasar más desapercibida y llamar menos la atención. Por fin llegamos a la entrada del palacio y no me quedé quieta, no podía hacerlo, entré mirando todo el lugar a mí alrededor y me quedé con cada detalle, grabándolo en mí memoria.
Me imaginé que aquellos grandes salones eran decorados cada año por diferentes fiestas igual que pasaba allí en Japón, con su música de fondo, la gente bailando al son de esta y los diferentes tipos de traje que, sin duda, la gente llevaría y que sería tan diferentes a los míos que, por el simple echo de sentir curiosidad, quería asistir a algún tipo de baile para poder verlo realmente.
Lo que más me gustó, sin duda alguna, fue el patio y el jardín decorado de aquella manera. Como japonesa que era, me encantaba todo aquello y miré todos y cada uno de los rincones mientras Maloney se quedaba bajo la sombra del marco, y yo daba vueltas por el lugar corriendo de un lado para otro, maravillada por lo que estaba viendo. Las vistas que habían desde aquel lugar eran preciosas y te conferían una perspectiva diferente de lo que era París, se veía la catedral desde donde estábamos y muchas más cosas que me encantaría conocer bajo la guía de Maloney.
Cuando me giré para preguntarle si podías ir aquel sitio vi como se alejaba corriendo y me quedé donde estaba, aferrando con fuerza el bolso típico que se llevaba con aquellos trajes, mientras mis ojos captaban de nuevo detalles que, con el entusiasmo de la primera vez, había pasado por alto. Vi como venía corriendo y alcé una ceja, iba a preguntarle pero cuando llegó a mí lado cogió mi mano y comencé a correr con él riéndome por la locura que estábamos haciendo.
Llegamos hasta la puerta que había visto cerrada y la abrí, para mí sorpresa, estaba abierta y sin dudarlo me colé dentro observando aquel lugar. Estaba todo lleno repleto de libros, estanterías gigantes y enormes repletas de miles y miles de libros que seguramente llevarían año desde hacía siglos.
-Qué bonito –dije mientras pasaba dentro y miraba hacia atrás para ver como cerraba la puerta tras su espalda y sonreí, sabía que aquello estaría totalmente prohibido pero… el hecho de habernos colado me produjo una sensación de adrenalina que era difícil de olvidar. Miré todas las cosas que habían por bajo, mapas, armaduras, bolas del mundo y demás artefactos que no supe qué eran. Parecía que era como un museo en donde habían metido miles de libros en aquel lugar- ¿Qué es este… lugar? –pregunté mientras me maravillaba con todo lo que mis ojos estaban viendo. Si nos pillaban… estaba claro que se iban a enfadar bastante.
Asura Nanami- Vampiro Clase Alta
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Re: Encuentro Inesperado [Privado]
Cruzaron la puerta y frente a sus ojos tenía el cielo mismo. El salón donde se guardaban los regalos que el rey no podia mantener dentro del palacio.
Maloney no podía dar crédito de todo lo que veía allí. No se lo creía y se mantuvo sobre la puerta dispuesto a medir las dimensiones de ese lugar con sus ojos antes de comenzar a recorrerlo físicamente. Su mente se disparó allá donde sus sueños aun se mantenían. Sus anhelos de conocer el resto del mundo del cual aun no tenía ni la mas mínima idea, siendo un niño gitano había tenido posibilidad de hacer recorridas en otros países que seguramente un niño de su condición económica no hubiera podido de no ser de su clan. Se creía afortunado dentro de las posibilidades que le habían sido dadas con su apellido.
Reaccionó cuando Asura lo apuró a salirse de la puerta y comenzar el incesante viaje por entre medio de todos los libros, accesorios y artefactos entre otras cosas que había en ese espacio enorme que parecía reducido en tamaño comparándolo con las cosas de las que disponía dentro. A medida que se metían en medio de esa selva de objetos el gitano tocó los lomos de libros que se disponían en una antigua biblioteca de madera maciza colocada en una de las paredes laterales del lugar. Exclamaba con cada objeto que llamaba su atención, incluso aquellos que pertenecían a animales conservados con formol. Asura parecía disfrutar de cada segundo en ese lugar tanto como él. Notó una sonrisa de placer que le recordaba a la de los niños cuando le regalaban dulces.
-¡Esto es increíble! Podríamos perdernos aquí para siempre que nadie nos encontraría en medio de todas estas cosas – comentó buscando a su alrededor mas objetos interesantes, se topó con unas mascaras de ritual africanas, unas vasijas con motivos romanos y hasta una cabeza de elefante colgada de una puerta.
Unos uniformes militares lo devolvieron a su realidad, sería mejor que volvieran al jardín para no ser descubiertos atreviéndose a entrar en los confines mas allá del jardín real donde los reyes disponían de breves charlas por las tardes. No pasaría demasiado tiempo hasta que el guardia notara la ausencia. Aunque bien sabía que dos niños no suponían mas que molestias y trastornos muy lejanas al ataque de la pareja real.
- ¿Cuánto darías por ser reina de este palacio Asura?- preguntó ensimismado en sus sueños Maloney, queriendo y no pudiendo alejarse de todos esos objetos dentro de la habitación.
- ¡Perdámonos en el palacio antes que nos encuentren los guardias! – planeo repentinamente tomando ambas manos de la joven entre las suyas mientras su mirada resplandecía con las aventuras que tenían por delante.
Maloney no podía dar crédito de todo lo que veía allí. No se lo creía y se mantuvo sobre la puerta dispuesto a medir las dimensiones de ese lugar con sus ojos antes de comenzar a recorrerlo físicamente. Su mente se disparó allá donde sus sueños aun se mantenían. Sus anhelos de conocer el resto del mundo del cual aun no tenía ni la mas mínima idea, siendo un niño gitano había tenido posibilidad de hacer recorridas en otros países que seguramente un niño de su condición económica no hubiera podido de no ser de su clan. Se creía afortunado dentro de las posibilidades que le habían sido dadas con su apellido.
Reaccionó cuando Asura lo apuró a salirse de la puerta y comenzar el incesante viaje por entre medio de todos los libros, accesorios y artefactos entre otras cosas que había en ese espacio enorme que parecía reducido en tamaño comparándolo con las cosas de las que disponía dentro. A medida que se metían en medio de esa selva de objetos el gitano tocó los lomos de libros que se disponían en una antigua biblioteca de madera maciza colocada en una de las paredes laterales del lugar. Exclamaba con cada objeto que llamaba su atención, incluso aquellos que pertenecían a animales conservados con formol. Asura parecía disfrutar de cada segundo en ese lugar tanto como él. Notó una sonrisa de placer que le recordaba a la de los niños cuando le regalaban dulces.
-¡Esto es increíble! Podríamos perdernos aquí para siempre que nadie nos encontraría en medio de todas estas cosas – comentó buscando a su alrededor mas objetos interesantes, se topó con unas mascaras de ritual africanas, unas vasijas con motivos romanos y hasta una cabeza de elefante colgada de una puerta.
Unos uniformes militares lo devolvieron a su realidad, sería mejor que volvieran al jardín para no ser descubiertos atreviéndose a entrar en los confines mas allá del jardín real donde los reyes disponían de breves charlas por las tardes. No pasaría demasiado tiempo hasta que el guardia notara la ausencia. Aunque bien sabía que dos niños no suponían mas que molestias y trastornos muy lejanas al ataque de la pareja real.
- ¿Cuánto darías por ser reina de este palacio Asura?- preguntó ensimismado en sus sueños Maloney, queriendo y no pudiendo alejarse de todos esos objetos dentro de la habitación.
- ¡Perdámonos en el palacio antes que nos encuentren los guardias! – planeo repentinamente tomando ambas manos de la joven entre las suyas mientras su mirada resplandecía con las aventuras que tenían por delante.
Maloney Nicolich- Gitano
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Re: Encuentro Inesperado [Privado]
Mis ojos no paraban de observar de forma atenta cada una de las cosas que allí dentro había, procedentes de todos los lugares del mundo. Era una colección hermosa y maravillosa que sin siquiera salir del lugar te hacía viajar por el mundo, con cada cosa nueva que veías. Habían trajes, animales, máscaras, pergaminos, bolas del mundo y muchas cosas que ni siquiera sabía de dónde podía proceder. En mi vuelta por aquel inmenso lugar me topé con una armadura de samurái, con su correspondiente espada, y todo el equipaje que eso conllevaba. Era antigua y se podía notar perfectamente que podría haber pertenecido a varias generaciones pasadas, y me pregunté cómo habría llegado allí.
Al parecer Maloney estaba igual de ilusionado que yo con todo aquello porque no dejaba de mirar emocionado a cada cosa nueva. La sala era inmensa y si querías verlo todo seguramente te podría llevar un par de horas, para no perder detalles de nada. Era una colección magnífica y que debería de ser mostrada al público… otros deberían de poder ver todas las maravillas que estaban reunidas en esa sala, y me pregunté si realmente se podría visitar.
Me mordí el labio ante su pregunta y luego reí, no sabía qué daría para ser la dueña de aquel palacio… aunque, por muy bonito que fuera, preferiría poder recorrer el mundo antes que tener un palacio como tal, anclado a un lugar. Era precioso, enorme y majestuoso pero… te hacía quedarte en un único sitio y era algo que no me gustaba mucho. Mi sueño de conocer mundo ganaba mucho más que aquello.
-Prefiero ser… la reina del mundo –me reí divertida por aquello mientras volvía donde estaba él y me quedaba a su lado, dando un último vistazo y sintiéndome algo privilegiada por estar en aquella sala. Volví mí vista a él cuando cogió mis manos entre las suyas y veía ese brillo característico en su mirada… seguro que yo también la tenía y no pude evitar dejarme llevar y contagiar por lo que él mismo estaba sintiendo- ¿Podemos hacerlo? –claro que no podíamos hacerlo, ya era bastante con que el guardia nos hubiera dejado entrar al palacio aunque… la idea era bastante loca y divertida, así que, ¿por qué no? ¿Qué nos podían hacer? El mismo guardia nos había dejado pasar así que él debería de responder por ello. Asentí con la cabeza divertida por aquello, di un último vistazo a la sala intentando guardar todo aquello en mí memoria y me giré para mirarle- ¡Vamos! –salimos de aquella sala, con todo el cuidado que podíamos en no hacer ruido, mirando a ambos lados y… comenzamos a correr por el palacio. Me sentía como una niña pequeña que estaba cometiendo una travesura, y no pude evitar reírme por ello.
Al parecer Maloney estaba igual de ilusionado que yo con todo aquello porque no dejaba de mirar emocionado a cada cosa nueva. La sala era inmensa y si querías verlo todo seguramente te podría llevar un par de horas, para no perder detalles de nada. Era una colección magnífica y que debería de ser mostrada al público… otros deberían de poder ver todas las maravillas que estaban reunidas en esa sala, y me pregunté si realmente se podría visitar.
Me mordí el labio ante su pregunta y luego reí, no sabía qué daría para ser la dueña de aquel palacio… aunque, por muy bonito que fuera, preferiría poder recorrer el mundo antes que tener un palacio como tal, anclado a un lugar. Era precioso, enorme y majestuoso pero… te hacía quedarte en un único sitio y era algo que no me gustaba mucho. Mi sueño de conocer mundo ganaba mucho más que aquello.
-Prefiero ser… la reina del mundo –me reí divertida por aquello mientras volvía donde estaba él y me quedaba a su lado, dando un último vistazo y sintiéndome algo privilegiada por estar en aquella sala. Volví mí vista a él cuando cogió mis manos entre las suyas y veía ese brillo característico en su mirada… seguro que yo también la tenía y no pude evitar dejarme llevar y contagiar por lo que él mismo estaba sintiendo- ¿Podemos hacerlo? –claro que no podíamos hacerlo, ya era bastante con que el guardia nos hubiera dejado entrar al palacio aunque… la idea era bastante loca y divertida, así que, ¿por qué no? ¿Qué nos podían hacer? El mismo guardia nos había dejado pasar así que él debería de responder por ello. Asentí con la cabeza divertida por aquello, di un último vistazo a la sala intentando guardar todo aquello en mí memoria y me giré para mirarle- ¡Vamos! –salimos de aquella sala, con todo el cuidado que podíamos en no hacer ruido, mirando a ambos lados y… comenzamos a correr por el palacio. Me sentía como una niña pequeña que estaba cometiendo una travesura, y no pude evitar reírme por ello.
Asura Nanami- Vampiro Clase Alta
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Re: Encuentro Inesperado [Privado]
Nada parecía importarle al gitano extasiado por el viaje que hacían juntos aun estando dentro de un palacio. Era el momento de tomar una rápida decisión y como Asura no tenía problema con ello, tocaron el picaporte en el otro extremo por donde entraron para comprobar que estaba sin traba ni llave.
Menuda aventura tenían por delante con la condición de no ser vistos tenían el Palacio entero a su disposición.
¿Por dónde comenzar? Apenas cruzaron la puerta se encontraron en un corredor tapizado en tonalidades rojas, pero lo que más llamo la atención de Maloney fueron los muebles estilo francés esparcidos por el lugar. Uno más vistoso que otro, comenzó a recorrer el lugar tomando nota mental de tales lujos, anhelar algo asi para él era demasiado, y sin embrago no le sonaba tan atrevido de soñar. Maloney a diferencia de otros gitanos no sufría del mal de la envidia, por el contrario imaginaba que solamente era el poder lo que diferenciaba a la gente. El dinero podía ir y venir, era un bien material. Sus anhelos eran del ámbito de lo inmaterial: viajes, aventuras por la selva, conocer los grandes desiertos.
Tomó asiento en una de esas mesas y simuló estar tomando el té en ella como un hombre refinado
- Oui Oui Madame, tome asientó pog favog - simuló en un falso francés demasiado elaborado para su pronunciación. Le sonrió a Asura -¡Mi reina del mundo! - y su estómago le dio un golpe. No era hambre, ni malestar. Y supo por vez primera que su mente retrataría ese momento por muchos años mas. Era feliz así, su futuro era mas claro que nunca. Había encontrado un alma afín deseosa de recorrer el mundo. A él no le importaba ser lacayo, rey, mendigo o sirviente de quien fuera si a su lado estaba Asura o alguien como ella, el mundo nunca tendría fin.
Se levantó y se arrodilló besando su mano, se elevó y juntos se pusieron a recorrer esos pasillos, buscando mantener a raya su excitación.
Un mapa mental le ofrecía varias posibilidades, pero había que descubrir el centro de ese Palacio, un living lejos de la fiestas burguesas donde los reyes se sentaban a dialogar entre íntimos, un lugar con una chimenea, una hoguera que los calentara y bajo los sillones pieles de animales que calentaran sus pies. Quizá no era tanto como lo imaginaba, pero quería corroborarlo.
Se volvió y preguntó antes - ¿Que deseas conocer primero mi Reina?- tomando las manos pálidas de la joven oriental entre sus manos y examinando la reacción en sus ojos avellanas.
Un sonido a puertas se oyó a lo lejos y le devolvió el motivo de adentrarse aún más en el Palacio para perderse de una vez.
- Rápido, alguien viene....- apremió sin más haciéndole gestos a la joven y hablando lo más bajo posible.
Menuda aventura tenían por delante con la condición de no ser vistos tenían el Palacio entero a su disposición.
¿Por dónde comenzar? Apenas cruzaron la puerta se encontraron en un corredor tapizado en tonalidades rojas, pero lo que más llamo la atención de Maloney fueron los muebles estilo francés esparcidos por el lugar. Uno más vistoso que otro, comenzó a recorrer el lugar tomando nota mental de tales lujos, anhelar algo asi para él era demasiado, y sin embrago no le sonaba tan atrevido de soñar. Maloney a diferencia de otros gitanos no sufría del mal de la envidia, por el contrario imaginaba que solamente era el poder lo que diferenciaba a la gente. El dinero podía ir y venir, era un bien material. Sus anhelos eran del ámbito de lo inmaterial: viajes, aventuras por la selva, conocer los grandes desiertos.
Tomó asiento en una de esas mesas y simuló estar tomando el té en ella como un hombre refinado
- Oui Oui Madame, tome asientó pog favog - simuló en un falso francés demasiado elaborado para su pronunciación. Le sonrió a Asura -¡Mi reina del mundo! - y su estómago le dio un golpe. No era hambre, ni malestar. Y supo por vez primera que su mente retrataría ese momento por muchos años mas. Era feliz así, su futuro era mas claro que nunca. Había encontrado un alma afín deseosa de recorrer el mundo. A él no le importaba ser lacayo, rey, mendigo o sirviente de quien fuera si a su lado estaba Asura o alguien como ella, el mundo nunca tendría fin.
Se levantó y se arrodilló besando su mano, se elevó y juntos se pusieron a recorrer esos pasillos, buscando mantener a raya su excitación.
Un mapa mental le ofrecía varias posibilidades, pero había que descubrir el centro de ese Palacio, un living lejos de la fiestas burguesas donde los reyes se sentaban a dialogar entre íntimos, un lugar con una chimenea, una hoguera que los calentara y bajo los sillones pieles de animales que calentaran sus pies. Quizá no era tanto como lo imaginaba, pero quería corroborarlo.
Se volvió y preguntó antes - ¿Que deseas conocer primero mi Reina?- tomando las manos pálidas de la joven oriental entre sus manos y examinando la reacción en sus ojos avellanas.
Un sonido a puertas se oyó a lo lejos y le devolvió el motivo de adentrarse aún más en el Palacio para perderse de una vez.
- Rápido, alguien viene....- apremió sin más haciéndole gestos a la joven y hablando lo más bajo posible.
Maloney Nicolich- Gitano
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Localización : Paris
Re: Encuentro Inesperado [Privado]
Haberme encontrado con Maloney había sido lo mejor que me había podido pasar en aquel día, con él había descubierto un París algo diferente de lo que con la señora Haruka podría haber sido. No solamente por llegar al Palacio y poder verlo desde dentro, sino que además, estaba conociendo además al que podía considerar como un amigo. No solo porque me pudiera enseñarme el idioma y defenderme, sabía algo pero no lo suficiente, sino que además sentía que era como un compañero de viaje… había topado con una persona a la que le encantaba conocer mundo y viajar, alguien muy afín a mí y se estaba viendo en ese corto plazo de tiempo en que nos habíamos conocido.
Sin duda poder recorrer el palacio a nuestro antojo estaba resultando de lo más maravilloso, estábamos conociendo estancias que normalmente los visitantes tenían vetada la entrada y era algo que grabaría en mí mente. Además la compañía lo hacía todo mucho más divertido y estaba encantada de recorrer el palacio junto con Maloney. La siguiente estancia me dejó asombrada; los tapices rojos de terciopelo en el suelo, las mesas y las sillas al igual que todos los muebles que decoraban la habitación, la chimenea en uno de los laterales para proporcionar calor en la época de Invierno… todo era maravilloso.
Me giré cuando escuché la voz de Maloney hablando y me reí sin poder evitarlo acercándome hacia donde él estaba sentado, como si fuera alguien de alta clase tomando el té, con aquel acento tan refinado que no le pegaba en absoluto, fingiendo tomar el té. Reí sin poder evitarlo, era demasiado gracioso aquella estampa y lo contemplé divertida mientras él tomaba un té imaginario. Sonreí por sus palabras y lo contemplé cuando se acercó hacia donde yo estaba, se arrodilló y tomó una de mis manos para dejar un beso en ella.
-Mí rey –fue la única respuesta, entre leves risas, que hice tras su gesto. Aferrada de su mano comenzamos a andar hasta que se paró en lo que parecía un salón, se giró todavía con sus manos aferrando las mías y me miró haciéndome aquella pregunta. Me mordí el labio y me lo pensé durante un momento, ¿qué era lo que quería hacer? por supuesto recorrer cada rincón de aquel lugar tanto como pudiéramos hacerlo por lo que… ¿qué sería lo próximo? Cuando escuchamos pasos que se acercaban, sin pensarlo, sonreí y aferré su mano con su fuerza- ¡Sígueme! –comencé a correr en una de las direcciones y abrí una de las puertas que teníamos enfrente, dando a parar a lo que era un gran y amplio salón. Se notaba por el lugar que era donde, seguramente, harían los bailes y se celebraran las fiestas en el palacio.
El lujo que desprendía el lugar era el típico de un salón de bailes de la alta clase, todo decorado con el más mínimo y exquisito detalle. Los muebles eran preciosos y en algunos lugares del salón podías ver algún detalle con oro que le daba un toque más fino y elegante. Miré a Maloney cuando cerramos la puerta y esperé durante unos segundos para que esta no se abriera… al parecer habíamos sido más rápidos y no nos habían visto. Teníamos que disfrutar de aquellos pequeños momentos, pues la visita seguramente pronto llegar a su fin.
Me alejé de donde él estaba y como si una música resonara en mí cabeza comencé a hacer pasos de baile imaginarios, siguiendo el compás de la música imaginaria en mí cabeza danzando por el amplio salón, haciendo que cogía la parte de debajo de mí vestido, también imaginario pues el kimono que llevaba era bastante ceñido, y me puse a dar vueltas dejando volar mí imaginación. Al poco paré y miré a Maloney con una sonrisa, riéndome levemente entre dientes. Me acerqué despacio hacia él y cogí sus manos entre las mías, sacándolo a la pista de baile con una sonrisa.
-Vamos a bailar –fue lo único que le dije, poniendo sus manos donde deberían de estar para poder bailar y… dando los primeros pasos de baile. Por un momento me imaginé que estábamos en una de las fiestas que daban en el palacio, ataviados con vestidos para la ocasión, rodeados de gente… siguiendo el compás de la música mientras bailábamos.
Sin duda poder recorrer el palacio a nuestro antojo estaba resultando de lo más maravilloso, estábamos conociendo estancias que normalmente los visitantes tenían vetada la entrada y era algo que grabaría en mí mente. Además la compañía lo hacía todo mucho más divertido y estaba encantada de recorrer el palacio junto con Maloney. La siguiente estancia me dejó asombrada; los tapices rojos de terciopelo en el suelo, las mesas y las sillas al igual que todos los muebles que decoraban la habitación, la chimenea en uno de los laterales para proporcionar calor en la época de Invierno… todo era maravilloso.
Me giré cuando escuché la voz de Maloney hablando y me reí sin poder evitarlo acercándome hacia donde él estaba sentado, como si fuera alguien de alta clase tomando el té, con aquel acento tan refinado que no le pegaba en absoluto, fingiendo tomar el té. Reí sin poder evitarlo, era demasiado gracioso aquella estampa y lo contemplé divertida mientras él tomaba un té imaginario. Sonreí por sus palabras y lo contemplé cuando se acercó hacia donde yo estaba, se arrodilló y tomó una de mis manos para dejar un beso en ella.
-Mí rey –fue la única respuesta, entre leves risas, que hice tras su gesto. Aferrada de su mano comenzamos a andar hasta que se paró en lo que parecía un salón, se giró todavía con sus manos aferrando las mías y me miró haciéndome aquella pregunta. Me mordí el labio y me lo pensé durante un momento, ¿qué era lo que quería hacer? por supuesto recorrer cada rincón de aquel lugar tanto como pudiéramos hacerlo por lo que… ¿qué sería lo próximo? Cuando escuchamos pasos que se acercaban, sin pensarlo, sonreí y aferré su mano con su fuerza- ¡Sígueme! –comencé a correr en una de las direcciones y abrí una de las puertas que teníamos enfrente, dando a parar a lo que era un gran y amplio salón. Se notaba por el lugar que era donde, seguramente, harían los bailes y se celebraran las fiestas en el palacio.
El lujo que desprendía el lugar era el típico de un salón de bailes de la alta clase, todo decorado con el más mínimo y exquisito detalle. Los muebles eran preciosos y en algunos lugares del salón podías ver algún detalle con oro que le daba un toque más fino y elegante. Miré a Maloney cuando cerramos la puerta y esperé durante unos segundos para que esta no se abriera… al parecer habíamos sido más rápidos y no nos habían visto. Teníamos que disfrutar de aquellos pequeños momentos, pues la visita seguramente pronto llegar a su fin.
Me alejé de donde él estaba y como si una música resonara en mí cabeza comencé a hacer pasos de baile imaginarios, siguiendo el compás de la música imaginaria en mí cabeza danzando por el amplio salón, haciendo que cogía la parte de debajo de mí vestido, también imaginario pues el kimono que llevaba era bastante ceñido, y me puse a dar vueltas dejando volar mí imaginación. Al poco paré y miré a Maloney con una sonrisa, riéndome levemente entre dientes. Me acerqué despacio hacia él y cogí sus manos entre las mías, sacándolo a la pista de baile con una sonrisa.
-Vamos a bailar –fue lo único que le dije, poniendo sus manos donde deberían de estar para poder bailar y… dando los primeros pasos de baile. Por un momento me imaginé que estábamos en una de las fiestas que daban en el palacio, ataviados con vestidos para la ocasión, rodeados de gente… siguiendo el compás de la música mientras bailábamos.
Asura Nanami- Vampiro Clase Alta
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Re: Encuentro Inesperado [Privado]
¿Asura podía ser la mujer de sus sueños?
Posiblemente asi era, sus responsabilidades lo obligaban a casarse por compromiso con una chica que apenas si conocía sus amores por el mundo, una joven con las que no tenía mas futuro que el ser un rebelde y salir en busca de aventuras mientras ella se mantenía en la carpa llorando por los rincones. Al menos asi la veía él y eso era lo que le esperaba.
¿Podría escapar con Asura a conocer el lejano este de donde ella provenía?
Era un hombre positivo al respecto. Al menos eso pretendía. Le gustaba imaginar este tipo de situaciones como quien disfruta de una velada a la luz de la luna imaginando historias. De momento ella era su reina… y su salvadora, tenía la facilidad de escabullirse mejor que Maloney y asi fue como dieron con el gran salón, un espacio digno de una ceremonia gigantesca, toda la opulencia nunca vista en un solo lugar, podía apostar que el oro decoraba todo el espacio.
Después de correr habían permanecido por un tiempo al costado de la puerta esperando no escuchar ruidos de la seguridad buscando a dos chicos perdidos en el palacio real. Los iban a colgar por ello. ¡Pero que importaba! Con una sonrisa observó los movimientos de Asura en medio de la pista, era graciosa y sofisticada en sus pasos, se notaba que conocía. Tanto se había perdido en los pasos que cuando se dio cuenta sus manos se había juntado en una invitación a bailar. El gitano conocía muchos de los bailes de su comunidad pero poco de clases altas, pero se defendía un poco mas con el baile social porque sus padres le habían enseñado las posiciones como medio para adaptarse a las sociedades. Tomando a la joven oriental por la cintura y con la otra mano alzada comenzó a ejecutar la danza imaginaria que ella entonaba, era un ritmo clásico y conocido asi que la acompañó tarareándolo.
Posiblemente asi era, sus responsabilidades lo obligaban a casarse por compromiso con una chica que apenas si conocía sus amores por el mundo, una joven con las que no tenía mas futuro que el ser un rebelde y salir en busca de aventuras mientras ella se mantenía en la carpa llorando por los rincones. Al menos asi la veía él y eso era lo que le esperaba.
¿Podría escapar con Asura a conocer el lejano este de donde ella provenía?
Era un hombre positivo al respecto. Al menos eso pretendía. Le gustaba imaginar este tipo de situaciones como quien disfruta de una velada a la luz de la luna imaginando historias. De momento ella era su reina… y su salvadora, tenía la facilidad de escabullirse mejor que Maloney y asi fue como dieron con el gran salón, un espacio digno de una ceremonia gigantesca, toda la opulencia nunca vista en un solo lugar, podía apostar que el oro decoraba todo el espacio.
Después de correr habían permanecido por un tiempo al costado de la puerta esperando no escuchar ruidos de la seguridad buscando a dos chicos perdidos en el palacio real. Los iban a colgar por ello. ¡Pero que importaba! Con una sonrisa observó los movimientos de Asura en medio de la pista, era graciosa y sofisticada en sus pasos, se notaba que conocía. Tanto se había perdido en los pasos que cuando se dio cuenta sus manos se había juntado en una invitación a bailar. El gitano conocía muchos de los bailes de su comunidad pero poco de clases altas, pero se defendía un poco mas con el baile social porque sus padres le habían enseñado las posiciones como medio para adaptarse a las sociedades. Tomando a la joven oriental por la cintura y con la otra mano alzada comenzó a ejecutar la danza imaginaria que ella entonaba, era un ritmo clásico y conocido asi que la acompañó tarareándolo.
Maloney Nicolich- Gitano
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Fecha de inscripción : 17/07/2015
Localización : Paris
Re: Encuentro Inesperado [Privado]
Estaba siendo unos momentos casi de ensueño, por un momento éramos unos completos privilegiados que danzaban en aquel salón de las que muchas personas quisieran estar en nuestra misma situación, por lo que quise disfrutar de aquel momento tanto como pudiéramos antes de que algún guardia nos pillara en aquel lugar que no estaba abierto para el público, pero que nosotros nos habíamos colado gracias en parte a él y a que el guardia parecía que se había olvidado de que nosotros estábamos ahí dentro.
Mis manos cogieron las suyas y comenzamos a bailar siguiendo una melodía imaginaria que solo estaba, de momento, en mí cabeza pero que pude notar que él tarareaba, ya que no era un baile desconocido sino que era todo lo contrario. Dábamos vueltas y vueltas por aquel majestuoso salón y, en mí mente, me imaginé que estábamos realmente en un palacio rodeado de la más alta cuna, con elegantes trajes adornados con joyas como normalmente llevaban y que nos hacían lucir mucho más de la realeza.
Reí mientras dábamos vueltas y al final terminé por parar en un momento dado ya que comenzaba a marearme un poco por tanta vuelta, mí respiración se había agitado un poco y seguramente tendría el rostro algo rojo por haber estado bailando durante aquel tiempo. Miré a los ojos de la persona que me acompañaba y reí apoyando mí rostro en su pecho mientras recuperaba el aliento, ¡qué locura más divertida! Era una de las primeras veces que incumplía tanto unas normas, y me lo estaba pasando demasiado bien… pero también temía que pudieran pillarnos.
-Ha sido muy divertido –levanté mí rostro para mirarle y sonreí por aquello, en parte había sido todo gracias a él que nos había colado en el palacio… algo que ni en mis mejores sueños habría podido pensar hacer- Pero deberíamos de irnos –hice un leve puchero- No quiero irme, pero no quiero nos… pillen –me mordí el labio por aquello y, aprovechando que estaba cerca de él, rodeé su espalda con mis brazos y lo abracé. No mucho y no demasiado tiempo porque del lugar donde provenía aquello no era común y era una muestra de demasiado afecto- Gracias –fue lo único que dije antes de separarme, porque en sí aunque era algo nuevo para mí también era un poco… incómodo. Ese tipo de muestras se daban entre familiares y, si hablábamos de jóvenes, entre aquellos que estaban comprometidos. En público jamás se daban ese tipo de afecto, y aunque estaba en otros país, todavía no me llegaba a hacer con todas sus costumbres.
Mis manos cogieron las suyas y comenzamos a bailar siguiendo una melodía imaginaria que solo estaba, de momento, en mí cabeza pero que pude notar que él tarareaba, ya que no era un baile desconocido sino que era todo lo contrario. Dábamos vueltas y vueltas por aquel majestuoso salón y, en mí mente, me imaginé que estábamos realmente en un palacio rodeado de la más alta cuna, con elegantes trajes adornados con joyas como normalmente llevaban y que nos hacían lucir mucho más de la realeza.
Reí mientras dábamos vueltas y al final terminé por parar en un momento dado ya que comenzaba a marearme un poco por tanta vuelta, mí respiración se había agitado un poco y seguramente tendría el rostro algo rojo por haber estado bailando durante aquel tiempo. Miré a los ojos de la persona que me acompañaba y reí apoyando mí rostro en su pecho mientras recuperaba el aliento, ¡qué locura más divertida! Era una de las primeras veces que incumplía tanto unas normas, y me lo estaba pasando demasiado bien… pero también temía que pudieran pillarnos.
-Ha sido muy divertido –levanté mí rostro para mirarle y sonreí por aquello, en parte había sido todo gracias a él que nos había colado en el palacio… algo que ni en mis mejores sueños habría podido pensar hacer- Pero deberíamos de irnos –hice un leve puchero- No quiero irme, pero no quiero nos… pillen –me mordí el labio por aquello y, aprovechando que estaba cerca de él, rodeé su espalda con mis brazos y lo abracé. No mucho y no demasiado tiempo porque del lugar donde provenía aquello no era común y era una muestra de demasiado afecto- Gracias –fue lo único que dije antes de separarme, porque en sí aunque era algo nuevo para mí también era un poco… incómodo. Ese tipo de muestras se daban entre familiares y, si hablábamos de jóvenes, entre aquellos que estaban comprometidos. En público jamás se daban ese tipo de afecto, y aunque estaba en otros país, todavía no me llegaba a hacer con todas sus costumbres.
Asura Nanami- Vampiro Clase Alta
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