AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24
En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.
Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.
Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org
Últimos temas
Inesperado encuentro [Privado]
2 participantes
Página 1 de 1.
Inesperado encuentro [Privado]
Estoy bien jodido.
Esa es mi considerada opinión.
Andy Weir
El viento frío de París golpeaba inclemente a todos aquellos que se atrevían a salir a las calles durante la temporada invernal, así entre el grupo de criaturas azotadas por la inclemencia del clima se encontraba Terry, un sobre natural que en busca de nuevas aventuras había viajado hacía muy poco desde Canadá a París. El cambiante disfrutaba enormemente de pasear en sus formas animales en su tierra natal, algo que definitivamente no iba a cambiar simplemente porque ahora se encontrara en otro país, motivo por el que precisamente en aquel momento las patas de su forma de margay se encontraban prácticamente congeladas. Si bien Terry tenía una casa y la posibilidad de salir como un humano a conocer las calles de París, le había parecido una mejor idea pasear en una de sus formas animales.
“No puede pasarme nada malo” Había pensado justo antes de que sus patas abandonaran el calor de su casa aquella mañana y ahora, horas después, se daba cuenta de que aquel pensamiento fue una tontería. Si bien siendo un sobre natural se encontraba menos afectado por algunas circunstancias, el frío ya le había afectado lo suficiente como para decidir que lo mejor era regresar a su hogar, si es que sus patas le dejaban llegar hasta ahí.
Terry se alejaba saltando entre los tejados, desde las zonas más céntricas de París hasta la zona residencial, pasando entre una enorme diversidad de hogares y recorriendo varios jardines en los que solo la marca de sus patas en la nieve indicaban que había pasado por ellos. Y pudo continuar caminando de esa manera hasta llegar a su hogar, de no ser porque al cruzar una de aquellas casas se encontró con una puerta abierta atrajo su atención y dentro, una enorme chimenea que le invitaban a entrar un momento, apenas el justo para calentar no solo sus patas, sino todo su cuerpo. Atraído entonces por el calor que prometía el fuego en la chimenea, el felino ingreso en aquella casa desconocida, todo para situarse cerca de la fuente de calor. Casi de manera instantánea notó como su cuerpo comenzaba a calentarse y se permitió entonces acurrucarse y cerrar los ojos solo unos momentos, en lo que el calor se extendía por su cuerpo, dando nuevamente algo de valor al cambiante para enfrentar el frío del exterior. Antes de darse cuenta de lo que pasaba y debido al placentero ambiente que le rodeaba, fue como Terry se quedo dormido.
Sumergido en la inconsciencia y la comodidad de aquella casa, el cambiante comenzó a soñar con su tierra natal, con los enormes campos que podía recorrer y con todo cuanto conocía y que ahora se encontraba tan lejos. Quizás Terry pudo permanecer dormido y soñando con Canadá mucho tiempo más; sin embargo fueron unas manos delicadas las que repentinamente le arrancaron del mundo de los sueños y le hicieron volver abruptamente a la realidad en la que ahora se encontraba.
Esa es mi considerada opinión.
Andy Weir
El viento frío de París golpeaba inclemente a todos aquellos que se atrevían a salir a las calles durante la temporada invernal, así entre el grupo de criaturas azotadas por la inclemencia del clima se encontraba Terry, un sobre natural que en busca de nuevas aventuras había viajado hacía muy poco desde Canadá a París. El cambiante disfrutaba enormemente de pasear en sus formas animales en su tierra natal, algo que definitivamente no iba a cambiar simplemente porque ahora se encontrara en otro país, motivo por el que precisamente en aquel momento las patas de su forma de margay se encontraban prácticamente congeladas. Si bien Terry tenía una casa y la posibilidad de salir como un humano a conocer las calles de París, le había parecido una mejor idea pasear en una de sus formas animales.
“No puede pasarme nada malo” Había pensado justo antes de que sus patas abandonaran el calor de su casa aquella mañana y ahora, horas después, se daba cuenta de que aquel pensamiento fue una tontería. Si bien siendo un sobre natural se encontraba menos afectado por algunas circunstancias, el frío ya le había afectado lo suficiente como para decidir que lo mejor era regresar a su hogar, si es que sus patas le dejaban llegar hasta ahí.
Terry se alejaba saltando entre los tejados, desde las zonas más céntricas de París hasta la zona residencial, pasando entre una enorme diversidad de hogares y recorriendo varios jardines en los que solo la marca de sus patas en la nieve indicaban que había pasado por ellos. Y pudo continuar caminando de esa manera hasta llegar a su hogar, de no ser porque al cruzar una de aquellas casas se encontró con una puerta abierta atrajo su atención y dentro, una enorme chimenea que le invitaban a entrar un momento, apenas el justo para calentar no solo sus patas, sino todo su cuerpo. Atraído entonces por el calor que prometía el fuego en la chimenea, el felino ingreso en aquella casa desconocida, todo para situarse cerca de la fuente de calor. Casi de manera instantánea notó como su cuerpo comenzaba a calentarse y se permitió entonces acurrucarse y cerrar los ojos solo unos momentos, en lo que el calor se extendía por su cuerpo, dando nuevamente algo de valor al cambiante para enfrentar el frío del exterior. Antes de darse cuenta de lo que pasaba y debido al placentero ambiente que le rodeaba, fue como Terry se quedo dormido.
Sumergido en la inconsciencia y la comodidad de aquella casa, el cambiante comenzó a soñar con su tierra natal, con los enormes campos que podía recorrer y con todo cuanto conocía y que ahora se encontraba tan lejos. Quizás Terry pudo permanecer dormido y soñando con Canadá mucho tiempo más; sin embargo fueron unas manos delicadas las que repentinamente le arrancaron del mundo de los sueños y le hicieron volver abruptamente a la realidad en la que ahora se encontraba.
Terry Ludlow- Cambiante Clase Alta
- Mensajes : 50
Fecha de inscripción : 16/02/2014
Re: Inesperado encuentro [Privado]
Había decidido quedarse en su residencia, no podía adelantar nada de la misión. El contacto con el enmascarado ya estaba hecho y aún tenía que ver lo del noble español, le había estado dando largas al asunto, porque a pesar de ser una mujer liberada en el sentido de ataduras sociales, tenía un poco de resquemor a la hora de tener que seducir a un hombre, lo que menos deseaba era tener que terminar entre las sabanas, con un caballero al que no le agradara y por una misión tan peligrosa como en la que se había embarcado. De haberlo hecho, ya estaría camino a su hogar, en el otro extremo del globo terráqueo, cerca del polo sur.
Suspiró desperezándose, el ambiente estaba tibio porque sus sirvientes, apenas comenzar a despuntar el alba, ya habían encendido las chimeneas de las distintas habitaciones. media hora después, se encontraba saliendo de la tina, su cuerpo caliente por el agua caldeada y envuelta en una gruesa manta. Sobre la cama, perfectamente acomodado y sin una arruga, se encontraba el vestido de terciopelo verde musgo que usaría aquella mañana. Aunque no fuera a salir a una reunión, deseaba asistir a misa. Aquello no era nada extraño, Marienne era igual que cualquiera de las mujeres cordobesas y del Virreinato, bastante religiosa. Solo que ella prefería callar sus pecados inconfesables y dejar que recién en la extremaunción, el religioso se santiguara de tantos pecados acumulados, rió con una riza cristalina al imaginarse al pobre sacerdote, pálido por cada una de las confesiones. Marienne debía ser cauta, no podía soltar la lengua en mitad de una confesión, bien sabía que la curia estaba del lado de los españoles, ¿o acaso no habían recibido durante siglos una buena tajada de los beneficios económicos que la corona española robaba de las tierras americanas?
Cuando terminó de vestirse, se dirigió al comedor, donde un suculento desayuno la esperaba. Solo probó un bocado, se sentía demasiado impaciente, el invierno, no era una de sus estaciones preferidas. En su tierra natal, la nieve no era tan común y el frío tampoco lo congelaba casi todo. Encima las ciudades, no eran de su agrado tampoco. Marienne, amaba el campo, las pampas y los animales, - ni siquiera un minino en estas cuatro paredes, para mimar y sentir que no estoy prisionera en ésta ciudad - se quejó ofuscada.
Dejó el desayuno atrás y se dirigió a la pequeña sala de lectura, la cual usaba como despacho, un excelente lugar para redactar cartas, invitaciones, informes y llevar el diario en donde iba detallando su estadía en París, así se lo había pedido su tío y así lo estaba creando. él no podía quedar en evidencia y que sospecharan de su lealtad a la corona española, tal situación lo llevaría a una corte marcial y a un fusilamiento por traidor al Rey. por ese motivo, pasaba los informes de la misión, en aquellas paginas. Allí se quedó durante horas, redactando con una caligrafía delicada y limpia, cada una de las tareas que debía cumplir. las referencias a la misión, las iba ocultando en lo que cualquiera que leyera diría que era una monótona explicación de la aburrida vida de una señorita de clase alta.
Cuando terminó su tarea, limpió cuidadosamente la pluma, usó el secante, para que la tinta no manchara las hojas ya escritas. Posteriormente dejó el cuaderno oculto entre otros libros, en una de las estanterías de la biblioteca. Antes de salir de la pequeña sala, se aseguró que nadie se hubiera escabullido en el interior. Sorprendida observó que una de las puertas cristaleras que daban al jardín estaba entreabierta. Se acercó a cerrarla, cuando se giró para dirigirse a la puerta y poner llave a su improvisado despacho, se encontró con un gato muy particular, éste estaba dormido en uno de los sillones cercanos a la chimenea encendida, que daba calor al ambiente.
Se inclinó con sumo cuidado sobre el felino, comenzando a acariciarle el lomo, las orejas, observando como éste se estiraba desperezándose y disfrutando de las caricias. Cuando descubrió que el animal abría sus ojos, le sonrió, - buenos días pequeño... ¿hacía frío allá afuera? ¿quieres quedarte a tomar un tazón de leche caliente? -.
Suspiró desperezándose, el ambiente estaba tibio porque sus sirvientes, apenas comenzar a despuntar el alba, ya habían encendido las chimeneas de las distintas habitaciones. media hora después, se encontraba saliendo de la tina, su cuerpo caliente por el agua caldeada y envuelta en una gruesa manta. Sobre la cama, perfectamente acomodado y sin una arruga, se encontraba el vestido de terciopelo verde musgo que usaría aquella mañana. Aunque no fuera a salir a una reunión, deseaba asistir a misa. Aquello no era nada extraño, Marienne era igual que cualquiera de las mujeres cordobesas y del Virreinato, bastante religiosa. Solo que ella prefería callar sus pecados inconfesables y dejar que recién en la extremaunción, el religioso se santiguara de tantos pecados acumulados, rió con una riza cristalina al imaginarse al pobre sacerdote, pálido por cada una de las confesiones. Marienne debía ser cauta, no podía soltar la lengua en mitad de una confesión, bien sabía que la curia estaba del lado de los españoles, ¿o acaso no habían recibido durante siglos una buena tajada de los beneficios económicos que la corona española robaba de las tierras americanas?
Cuando terminó de vestirse, se dirigió al comedor, donde un suculento desayuno la esperaba. Solo probó un bocado, se sentía demasiado impaciente, el invierno, no era una de sus estaciones preferidas. En su tierra natal, la nieve no era tan común y el frío tampoco lo congelaba casi todo. Encima las ciudades, no eran de su agrado tampoco. Marienne, amaba el campo, las pampas y los animales, - ni siquiera un minino en estas cuatro paredes, para mimar y sentir que no estoy prisionera en ésta ciudad - se quejó ofuscada.
Dejó el desayuno atrás y se dirigió a la pequeña sala de lectura, la cual usaba como despacho, un excelente lugar para redactar cartas, invitaciones, informes y llevar el diario en donde iba detallando su estadía en París, así se lo había pedido su tío y así lo estaba creando. él no podía quedar en evidencia y que sospecharan de su lealtad a la corona española, tal situación lo llevaría a una corte marcial y a un fusilamiento por traidor al Rey. por ese motivo, pasaba los informes de la misión, en aquellas paginas. Allí se quedó durante horas, redactando con una caligrafía delicada y limpia, cada una de las tareas que debía cumplir. las referencias a la misión, las iba ocultando en lo que cualquiera que leyera diría que era una monótona explicación de la aburrida vida de una señorita de clase alta.
Cuando terminó su tarea, limpió cuidadosamente la pluma, usó el secante, para que la tinta no manchara las hojas ya escritas. Posteriormente dejó el cuaderno oculto entre otros libros, en una de las estanterías de la biblioteca. Antes de salir de la pequeña sala, se aseguró que nadie se hubiera escabullido en el interior. Sorprendida observó que una de las puertas cristaleras que daban al jardín estaba entreabierta. Se acercó a cerrarla, cuando se giró para dirigirse a la puerta y poner llave a su improvisado despacho, se encontró con un gato muy particular, éste estaba dormido en uno de los sillones cercanos a la chimenea encendida, que daba calor al ambiente.
Se inclinó con sumo cuidado sobre el felino, comenzando a acariciarle el lomo, las orejas, observando como éste se estiraba desperezándose y disfrutando de las caricias. Cuando descubrió que el animal abría sus ojos, le sonrió, - buenos días pequeño... ¿hacía frío allá afuera? ¿quieres quedarte a tomar un tazón de leche caliente? -.
Selene Iriberry- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 61
Fecha de inscripción : 31/07/2015
Localización : Paris
Re: Inesperado encuentro [Privado]
El clima invernal que golpeaba París, había obligado a Terry a aceptar el hecho de que quizás no era tan buena idea salir a pasear por la ciudad en forma animal. De hecho, el cambiante pensaba ahora que pese a estar acostumbrado al frío de Canadá, lo mejor era, tal y como lo hacía en su lugar de origen, pasear en su forma humana y con algo que le otorgara el calor necesario. El Ludlow podía ser un sobre natural y si bien no todo lo sentía de la misma manera que los humanos, el frío era algo que definitivamente le afectaba después de un periodo de tiempo considerable; y fue precisamente el frío lo que le obligaba a detener su paseo y regresar tan rápido como le era posible a su hogar, topándose en el camino con un sitio que no solo parecía cálido sino además, acogedor.
Terry acabo pues, calentando su cuerpo en una casa desconocida donde el agradable ambiente le hizo caer a la inconsciencia, entregándose por completo al mundo de los sueños que le transportaba a su hogar, a aquel Canadá donde se encontraba su familia y los pocos conocidos que le soportaban. Y hubiera sido capaz de continuar en aquel mundo donde no se aventuraba a otros países, de no ser porque las caricias de una mano suave y delicada le llevaron nuevamente a una habitación desconocida en París. Con suma pereza, el cuerpo del pequeño margay en que se transformaba Terry, se estiraba, hasta que poco a poco se sintió apto como para moverse con mayor libertad y abrir lentamente los ojos, solo para toparse con una mirada tranquila y una sonrisa bondadosa.
Aquel ingreso furtivo en un hogar no era el primero que Terry llevaba a cabo, pero si era uno de los pocos en que las cosas no terminaban con un agua fría sobre su cuerpo o perros siguiéndole por los jardines o calles; de hecho, este era todo lo contrario, porque si bien en otras ocasiones se topó con personas amables, esta era la primera vez que hasta le ofrecían leche caliente, así que más pareciendo un gato domestico que uno salvaje, Terry comenzó a buscar más caricias de parte de aquella mujer a quien miraba con cara implorante para que de una buena vez, lo llevara hasta donde le alimentaria. “Un buen descanso, mimos y alimento, no se le niegan a nadie y mucho menos a mujeres hermosas” pensó para si el felino, moviendo su cola elegantemente de un lado a otro.
Terry acabo pues, calentando su cuerpo en una casa desconocida donde el agradable ambiente le hizo caer a la inconsciencia, entregándose por completo al mundo de los sueños que le transportaba a su hogar, a aquel Canadá donde se encontraba su familia y los pocos conocidos que le soportaban. Y hubiera sido capaz de continuar en aquel mundo donde no se aventuraba a otros países, de no ser porque las caricias de una mano suave y delicada le llevaron nuevamente a una habitación desconocida en París. Con suma pereza, el cuerpo del pequeño margay en que se transformaba Terry, se estiraba, hasta que poco a poco se sintió apto como para moverse con mayor libertad y abrir lentamente los ojos, solo para toparse con una mirada tranquila y una sonrisa bondadosa.
Aquel ingreso furtivo en un hogar no era el primero que Terry llevaba a cabo, pero si era uno de los pocos en que las cosas no terminaban con un agua fría sobre su cuerpo o perros siguiéndole por los jardines o calles; de hecho, este era todo lo contrario, porque si bien en otras ocasiones se topó con personas amables, esta era la primera vez que hasta le ofrecían leche caliente, así que más pareciendo un gato domestico que uno salvaje, Terry comenzó a buscar más caricias de parte de aquella mujer a quien miraba con cara implorante para que de una buena vez, lo llevara hasta donde le alimentaria. “Un buen descanso, mimos y alimento, no se le niegan a nadie y mucho menos a mujeres hermosas” pensó para si el felino, moviendo su cola elegantemente de un lado a otro.
Terry Ludlow- Cambiante Clase Alta
- Mensajes : 50
Fecha de inscripción : 16/02/2014
Re: Inesperado encuentro [Privado]
Sonrió como hacía tiempo, con la ilusión de una niña que ha recibido un hermoso regalo. Con cuidado tomó en su regazo al pequeño felino y continuó haciendo caricias, mirándole a los ojos, -¿sabes que eres hermoso? Si te quedas te prometo darte comida y abrigo… por lo menos, hasta que deba volver a mi hogar en América – le susurró, y la voz tuvo un leve sonido de tristeza, pues volver a Córdoba, significaría enfrentar nuevamente las ausencias que dolían, las miradas de compasión o de sentencia, pues jamás le perdonarían haber viajado sola, siguiendo a un hombre que ni siquiera sabía que ella iba en su busca, o que se pondría en peligro, ellos, los cultos y beatos pueblerinos, no comprendían de revoluciones, de luchas o injusticias, ¿Por qué deberían entenderla?. Suspiró dejando que el recuerdo de tiempos pasados volviera a hundirse en el abismo de su alma.
Caminó por el pasillo que daba a la cocina en que una mujer de piel oscura la contemplaba con su ceño fruncido, a punto de sermonearle. En ningún momento dejó de lado sus quehaceres pero continuó observándole con cara de pocos amigos, - m´ija, hace añares que dejó esa manía de levantar bichos pulgosos de la calle… ¿ha que viene con ese micho apestoso? – La joven, que entre tertulias y reuniones políticas, solía poseer un carácter sarcástico y hasta hiriente, se acercó a la negra – una gruesa mujer de mirada dulce y compasiva – con el minino en su pecho, besando el pelaje, - pero mire nana, ¿cómo podría echarlo a la calle? Está nevando y sus patitas se congelarían apenas llegar a la próxima casa – Los ojos color miel hicieron la misma expresión suplicante que el felino, éste parecía mirar atento lo que sucedía entre las dos mujeres, como si pudiera entender las frases que se pronunciaban en esa habitación.
Fueron unas cuantas suplicas más, unas miradas de profunda tristeza, y el recuerdo de un felino de la infancia que fuera la compañía tanto para la esclava como para la niña de gran estirpe, lo que logró el sí de aquella mujer. El detonante para que el enorme corazón que latía bajo aquella blusa blanca y perfumada con laurel– típica forma de cuidar de la polilla y los insectos, la ropa, entre la servidumbre del virreinato – diera el visto bueno, para que el animalito pasara a ser un Liniers más. Marienne se acomodó en una de las sillas que rodeaban la mesa de la cocina, lugar en el que trabajaba y pasaba la mayor parte del tiempo, Servanda, como se llamaba la negra. Continuó acariciando el lomo del felino, mientras su nana, calentaba la leche y cortaba trozos de pan, para que se sintiera satisfecho. Se inclinó, dejándole en el suelo en el instante en que la cocinera depositaba en las baldosas de la cocina, el tazón de leche y pan.
Se fue moviendo lentamente hasta que parada al lado de su nana, la abrazó, afectuosa, cariñosa, como pocas personas la podrían conocer, sin corazas defensivas, simple, como en realidad era Marienne, la misma que había sido, allá en Córdoba, antes que su prometido muriera en Chile, luchando por una revolución que no era la suya, pero que pasó a ser parte de la americana, con la promesa de venganza tras la muerte injusta. Servanda, no pudo contener las lágrimas, - ay m´hija, que bueno es volver a tener a mi pequeña Mary, voy a querer a ese pulgoso solo por traerme devuelta un poquito de esa niña que crié entre limoneros, naranjos y aguaribay -.
Caminó por el pasillo que daba a la cocina en que una mujer de piel oscura la contemplaba con su ceño fruncido, a punto de sermonearle. En ningún momento dejó de lado sus quehaceres pero continuó observándole con cara de pocos amigos, - m´ija, hace añares que dejó esa manía de levantar bichos pulgosos de la calle… ¿ha que viene con ese micho apestoso? – La joven, que entre tertulias y reuniones políticas, solía poseer un carácter sarcástico y hasta hiriente, se acercó a la negra – una gruesa mujer de mirada dulce y compasiva – con el minino en su pecho, besando el pelaje, - pero mire nana, ¿cómo podría echarlo a la calle? Está nevando y sus patitas se congelarían apenas llegar a la próxima casa – Los ojos color miel hicieron la misma expresión suplicante que el felino, éste parecía mirar atento lo que sucedía entre las dos mujeres, como si pudiera entender las frases que se pronunciaban en esa habitación.
Fueron unas cuantas suplicas más, unas miradas de profunda tristeza, y el recuerdo de un felino de la infancia que fuera la compañía tanto para la esclava como para la niña de gran estirpe, lo que logró el sí de aquella mujer. El detonante para que el enorme corazón que latía bajo aquella blusa blanca y perfumada con laurel– típica forma de cuidar de la polilla y los insectos, la ropa, entre la servidumbre del virreinato – diera el visto bueno, para que el animalito pasara a ser un Liniers más. Marienne se acomodó en una de las sillas que rodeaban la mesa de la cocina, lugar en el que trabajaba y pasaba la mayor parte del tiempo, Servanda, como se llamaba la negra. Continuó acariciando el lomo del felino, mientras su nana, calentaba la leche y cortaba trozos de pan, para que se sintiera satisfecho. Se inclinó, dejándole en el suelo en el instante en que la cocinera depositaba en las baldosas de la cocina, el tazón de leche y pan.
Se fue moviendo lentamente hasta que parada al lado de su nana, la abrazó, afectuosa, cariñosa, como pocas personas la podrían conocer, sin corazas defensivas, simple, como en realidad era Marienne, la misma que había sido, allá en Córdoba, antes que su prometido muriera en Chile, luchando por una revolución que no era la suya, pero que pasó a ser parte de la americana, con la promesa de venganza tras la muerte injusta. Servanda, no pudo contener las lágrimas, - ay m´hija, que bueno es volver a tener a mi pequeña Mary, voy a querer a ese pulgoso solo por traerme devuelta un poquito de esa niña que crié entre limoneros, naranjos y aguaribay -.
- Árbol de Aguaribay :
- Servanda:
Selene Iriberry- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 61
Fecha de inscripción : 31/07/2015
Localización : Paris
Re: Inesperado encuentro [Privado]
Cuando entraba en una casa regularmente lo hacía simplemente para pasar un buen momento, buscar comida o refugio y la última opción era precisamente lo que le había llevado a entrar en aquella casa en la que ahora se encontraba. En un hogar completamente desconocido y siendo mimado por una hermosa mujer como hace tanto no lo era, Terry optaba por quedarse un poco más de tiempo en ese lugar. El felino se pegaba a la mano femenina con una exigencia que casi obligaba a la mujer a no parar de acariciarlo, mientras que le sonreía, garantizando a su vez que si se quedaba en la casa, ella le daría abrigo y comida. Ludlow no necesitaba ninguna de las dos cosas pero eso no significaba que no pudiera pasar algunas horas diarias con aquella mujer que se mostraba tan amable. Lo que le sorprendió verdaderamente de todo eso que decía fue el saber que ella también había viajado desde América y ese detalle le ocasionaba a él una enorme curiosidad que en esos precisos instantes no podía saciar.
En brazos de la fémina, salieron de la habitación donde antes se encontraban todo para en el camino encontrarse con una mujer de color, quien miró en dirección a Terry de manera desaprobatoria. La nana de la mujer no apoyaba la idea de que el felino se encontrará en ese lugar, lo que le hizo hacer un sonido contra ella así como de erizar su pelaje, siendo calmado únicamente por el beso ofrecido de la mujer. A las caricias estaba acostumbrado pero a los besos, eso era algo novedoso, así que siguiendo lo que la humana parecía esperar, observo en dirección a la negra con suplica en su pequeño rostro.
Ambas mujeres iniciaron la caminata por los pasillos de aquella mansión entre charlas del pasado, las que terminaron por hacer que la nana de la jovencita observara a Terry con una sonrisa en los labios y aceptara de esa manera, su presencia en aquella casa.
“Descuida mujer, solo me veras unas horas al día” pensó él para sí, llegando entonces hasta la cocina donde ya sabía, recibiría alimento. En el regazo de la fémina, el cambiante se dedico a mirar la forma en que la negra preparaba algo de alimento con suma dedicación. El silencio había surgido entre ambas mujeres pero eso le resultó agradable a él.
Escuchando el sonido del plato al ser puesto en el suelo, Ludlow movió una de sus orejas e inmediatamente saltó del regazo de la muchacha para ir en busca del alimento prometido. Con parsimonia, disfrutando de aquella delicia que le era ofrecida, escucho atento a lo que la nana decía a la joven, siendo esas palabras lo que le hicieron decidir que en definitiva, iría diariamente a aquella casa, como gato y como humano.
En brazos de la fémina, salieron de la habitación donde antes se encontraban todo para en el camino encontrarse con una mujer de color, quien miró en dirección a Terry de manera desaprobatoria. La nana de la mujer no apoyaba la idea de que el felino se encontrará en ese lugar, lo que le hizo hacer un sonido contra ella así como de erizar su pelaje, siendo calmado únicamente por el beso ofrecido de la mujer. A las caricias estaba acostumbrado pero a los besos, eso era algo novedoso, así que siguiendo lo que la humana parecía esperar, observo en dirección a la negra con suplica en su pequeño rostro.
Ambas mujeres iniciaron la caminata por los pasillos de aquella mansión entre charlas del pasado, las que terminaron por hacer que la nana de la jovencita observara a Terry con una sonrisa en los labios y aceptara de esa manera, su presencia en aquella casa.
“Descuida mujer, solo me veras unas horas al día” pensó él para sí, llegando entonces hasta la cocina donde ya sabía, recibiría alimento. En el regazo de la fémina, el cambiante se dedico a mirar la forma en que la negra preparaba algo de alimento con suma dedicación. El silencio había surgido entre ambas mujeres pero eso le resultó agradable a él.
Escuchando el sonido del plato al ser puesto en el suelo, Ludlow movió una de sus orejas e inmediatamente saltó del regazo de la muchacha para ir en busca del alimento prometido. Con parsimonia, disfrutando de aquella delicia que le era ofrecida, escucho atento a lo que la nana decía a la joven, siendo esas palabras lo que le hicieron decidir que en definitiva, iría diariamente a aquella casa, como gato y como humano.
Terry Ludlow- Cambiante Clase Alta
- Mensajes : 50
Fecha de inscripción : 16/02/2014
Temas similares
» Encuentro Inesperado [Privado]
» Un mensaje inesperado (Privado)
» Reencuentro inesperado [Privado]
» Un reencuentro ¿inesperado? [Privado]
» La magnitud de lo inesperado || Privado
» Un mensaje inesperado (Privado)
» Reencuentro inesperado [Privado]
» Un reencuentro ¿inesperado? [Privado]
» La magnitud de lo inesperado || Privado
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour