Una alegre y bulliciosa noche (Mara)

por **Némesis Fire** Sáb Oct 26, 2013 6:28 pm

Acababa de llegar a París, después de un largo viaje. No podía creerse lo mucho que había tenido que recorrer para llegar hasta aquí, ni tampoco lo que había tenido que hacer, pero sin embargo no se arrepentía de nada. Némesis estaba contenta de haberse escapado, pero también sentía deseos de ver más. Le parecía que aún no había visto suficiente, aunque en aquellos momentos estuviese recorriendo por entero una ciudad nueva, un lugar en el que no había estado jamás. Y sí, estaba sola. Era una dama que recorría las calles de París sin más compañía que sus propios pasos y que su propio brío, ajena a algunas miradas. Aunque tampoco le lanzaban muchas. Había llegado a París hacía apenas dos horas con lo puesto y con una bolsita llena de dinero en la mano...que también tenía algunas hierbas. La oscuridad era un manto que la ayudaba en aquellos momentos, a pesar de que llevaba un vestido negro elegante, manchado por su viaje, aunque en su rostro de muñeca no había el menor indicio de cansando. Solamente una expresión de curiosidad en sus ojos verdes mientras lo examinaba todo fijamente.

¿Qué dónde iba a pasar la noche?¿Y eso qué importaba? Ya lo pensaría más tarde. Lo único que quería la chica era divertirse un rato, ya se alojaría en un hotel o sobornaría a alguien. Sabía defenderse...en caso de que fuera necesario. Tras pasarse una hora recorriendo las calles de París decidió pasarse por el parque de diversiones. Era un lugar enorme, y allí tendría menos problemas que en las calles para pasar sus primeras horas. Así que entró y se montó en la noria, pero después estuvo andando de un lado para otro mientras contemplaba el alegre bullicio que había a aquellas horas de la noche. Se alisó un poco la falda oscura manchada por el viaje, pensando en si debían de estar preocupados por ella en casa. Su abuela y su madre no, las dos aún se pensaban que ella seguía en casa de su tía. Su primo era el único que sabía de su viaje, y aunque había tratado de impedírselo, no le diría nada a nadie, porque sabía que sabría defenderse. Y sus amigas...las echaba de menos. ¿Y su prometido? Némesis prefirió no pensar en él...y dejó de pensar en él cuando se giró, tras escuchar un sonido inesperado...

por **Mara Kennie D'Argouges** Vie Nov 01, 2013 4:43 pm

La lluvia moja las manchas del leopardo pero no se las quita.
Proverbio Africano

Su nana estaba preocupada por tal salida, sentía que era un completo peligro, sabiendo que era Mara, comenzaba a preocuparse cada vez más por ella, como si se tratara de su propia hija buscaba cuidarla de cualquier cosa que pudiera causarle un daño irreversible, pero había ya aprendido que la niña se cuidaba sola, aun así, no podía evitar sentirse abrumada al ver que no estaba junto con ella y la niña traviesa salía sola por aquellas noches parisinas. Cuantas veces le había dicho a su patrón Benlovio que le buscara alguien de su propia condición, pues comenzaba a verse en ella el comienzo de una extraña rebeldía y la búsqueda de su significado en aquel mundo, sería difícil manejarse si seguía andando descuidadamente por las calles de parís.

Como siempre la niña quería ir sola, pero esta vez dejo que la acompañara su nana, era una mujer muy amable, ella nunca la lastimaría, pues habían comenzado a tener un gran lazo afectivo, gracias a que faltaba una mujer al lado de la jovencita, necesitaba buscar alguien quien llenar ese vacío. Habían ido al parque de atracciones, un lugar perfecto para que la niña se divirtiera mientras se mantenía con su nana. Era increíble no sentir que ella pudiera rechazarla, ya tenía más de 20 años, pero aun se seguía comportando como una niña de su edad aparente, se veía tan emocionada por los juegos que arrastraba a la mujer de unos treinta años, como si se tratara de una muñeca de trapo, por todo el lugar — Mira Lala — la llamaba la mujer vestida de niña, sonriendo ampliamente, con aire de gran sorpresa.

Había escogido un juego para el cual se dispondría a disfrutar, pero el encargado se lo impedía, pues su tamaño era demasiado pequeño para ese tipo de juegos. Mara comenzó a tener rabieta, sin decir ninguna palabra, sostenía fuertemente la mano de su nana, mientras miraba como el hombre explicaba que no había ninguna posibilidad de que la damita de vestido turquesa se montara a tal atracción — Mara me duele… — susurro la joven, para luego soltar una exclamación alta de dolor. Mara reacciono y la soltó rápidamente, para mirar su mano, por suerte ningún hueso parecía roto, pero estaba delicada.

Comenzaba a gimotear — Nana Lala… lo siento — decía ella con vocecita quebrantada, mientras algunas personas se acercaban a auxiliar a la mujer, quien trataba de ser lo más discreta posible, pero la niña había salido huyendo, corrió entre el bullicio de gente, llorando amargadamente, hasta que choco contra una joven, sin pensarlo se había aferrado a su cuerpo para que no se callera, alzo la mirada para verla con sus mejillas todas llenas de lagrimas con sangre.

por **Némesis Fire** Sáb Nov 02, 2013 3:50 pm

Algo más que eso. Fue tan rápido que Némesis necesitó un par de segundos para orientarse y darse cuenta de lo que acababa de pasar. Casi tropezó con alguien, y ese alguien se había aferrado a ella, seguro para no caerse, y la miraba desde abajo con lágrimas en los ojos, lágrimas de sangre, que se veían bien en aquel rostro infantil tan pálido cómo la luna. Durante unos segundos Némesis la miró con una mezcla de sorpresa y de paso algo de preocupación en el rostro, porque ver a una niña llorar no era algo que se pudiera tolerar. ¿Por qué estaría llorando, qué le habría pasado a aquella niña? Se la quedó mirando sorprendida durante unos instantes. Parecía una muñequita viviente con vestido turquesa, cómo esas criaturas tan delicadas que salen en los viejos cuentos nórdicos que Némesis había oído tantísimas veces hasta hacía muy poco.

Pero había una diferencia en ella que no se hallaba en ninguno de esos cuentos, y si no hubiera sido por esas lágrimas de sangre quizás la bruja no se hubiera dado cuenta, a pesar del aura y de todos los demás, a lo que de paso apenas estaba atenta porque a menudo centraba su atención en otras cosas, sobre todo en desarrollar otra parte de un poder que todavía no era capaz de controlar, aunque lo había intentado muchas veces.

La niña no parecía tener más de diez años, quizás tuviera menos, pero cómo mucho tendría once años, más no. Aunque de todas formas las apariencias engañan, ella misma parece más joven de lo que realmente eso. Y más ingenua.

-¿Qué te ha pasado, pequeña?¿Por qué lloras?-sacó un pañuelo de seda y se agachó junto a ella, esperando que no fuera nada demasiado grave. Entonces se percató de que había algo más a lo lejos se oía algo más, un bullicio del que no se había dado cuenta antes. Quizás hubiera habido un accidente, o algo que no era precisamente un accidente, o a lo mejor...ladeó la cabeza mirando a la niña, otra vez, con más curiosidad que antes, luego miró a su alrededor, cómo si quisiera comprobar que no había nadie más cerca, manía que aún no se le había quitado desde que se escapó de casa, porque siempre había alguien vigilándola a una, sobre todo cuando hay que hacer algo importante o demostrar algo que no se debería de demostrar. Luego volvió a mirar a la niña y esperó a que le dijera lo que había pasado. De paso se preguntó si había alguien con ella. Era sólo una niña, aunque fuera...lo que era.

por **Mara Kennie D'Argouges** Dom Dic 08, 2013 8:51 pm

Después del crepúsculo, los gusanos de luz piensan: ¡nosotros hemos iluminado el mundo!.”
— Proverbio Sánscrito

Todos la miraban con desconcierto, ella no se sentía nada segura, su cuerpo temblaba, como si se tratara de un ratoncito muerto del miedo, pero ella no era un indefenso ratoncito y lo había demostrado con la actuación de hace unos momentos, ahora estaba frente a aquella mujer que la miraba desconcertada, no la culpaba, todo era tan confuso, no era común que una pequeña estuviera corriendo por allí.

Bajo la mirada, negó levemente, tratando de que sus lágrimas fueran borradas de sus mejillas, gimoteaba, suspiraba, tratando de controlarse, su respiración comenzaba a ser más regular, negó eufóricamente su cabeza. — No, No, estoy bien… gracia — dio varios pasos hacia atrás. Giro su cabeza para ver como la nana se disculpaba por el alboroto se apresuraba a llegar hacia donde Mara estaba, mientras las personas parecían seguir con su vida, el interés se había perdido.

Tomo el pañuelo, al verla a su altura, no quiso subir la mirada, siguió así estática, mientras sus lagrimas eran secadas por aquel pañuelo de seda — Gracias, que amable es usted — sonrió levemente, asintiendo, encantada por la amabilidad de la dama. La nana había llegado, la sujeto del hombro suavemente, Mara se exalto, al verla, sus ojos se volvieron a humedecer y se aferro a las ropas de la joven que la cuidaba desde hace unos meses. — Nana… Lo siento…— se disculpo, volviendo a llorar amargamente.

La mujer sonrió, aun dolía su muñeca, pero era una herida menor, sanaría — Shh…— la calmo— no te preocupes estoy bien, sé que no lo hiciste a propósito — acaricio su cabeza. — Lo siento — se disculpo Lala; como la llamaba la niña. Con la joven que estaba viendo todo aquel drama, pareció abrazarla con cierto recelo, como si se tratara de un frágil tesoro que debía proteger con su propia vida, aunque eso significara, tener su misma vida en peligro.

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