AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Un Lugar Para Recordar, Una Canción... Una Ocasión Especial [Amélie Lacroix]
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Un Lugar Para Recordar, Una Canción... Una Ocasión Especial [Amélie Lacroix]
Sali de mis aposentos para ir en busca de un rato libre...tenia ganas de visitar el Palacio Royal, un lugar de encuentros sociales, donde puedes llegar y pasar inadvertido para hacer lo que te plazca...
Pero verdaderamente lo que quería ir a hacer alli, era ir a tocar el piano del palacio, una reliquia de muchos años que está siempre alli para el uso público en una de las tantas habitaciones aisladas del lugar...
Llegué a mi destino, con mis partituras en mano...y al ver aquella hermosa reliquia musical no podia evitar quedarme pegado en el umbral de la puerta viendolo en silencio como si estuviera hipnotizado por aquel objeto inanimado, di unos pasos hasta llegar cerca de él, sin dejar de contemplar la belleza de su estética, mientras caminaba rodeándolo una y otra vez, rozando suavemente mis dedos sobre las teclas...qué cándida sensaciones me daba, que me ponia los pelos de punta, para mi no existia nada más que me moviese el mundo, que un instrumento musical, y más aún de esta categoría tan aristocrática y majestuosa, como lo era este piano...
Salir me hizo bastante bien como para volver a encerrarme a otro lugar a seguir tocando en el piano...
Si la verdad es que aveces era un poco monótona la vida que llevaba después de la muerte de mi esposa...pero que podía hacer yo? había quedado viudo a temprana edad, como un niño perdido en las calles de la ciudad...aún asi salí adelante bajo mis propios medios...la música me permitió viajar a distintos lugares, en los que una leve esperanza se elevaba a mi cada vez que me subia a un escenario...de algunos sali decepcionado, de otros sali dichoso....pero queria encontrar algo mas...si, algo más...un ser que me permitiese vivir y sentirlo todo de manera distinta a la mia..por eso es que soy una persona bastante tolerante en todo, porque me gusta conocer y saber más de las distintas creaciones que habitan en esta tierra...
Mientras hacia estas reflexiones miraba mis partituras sobre el piano, deseando que las notas saliesen de aquél papel, para que chillen libres por todo el lugar... asi que
dejé de dudar tanto y me decidi por fin a sentarme..
y comencé a tocar, en el silencio y soledad que reinaba en la salita:
Pero verdaderamente lo que quería ir a hacer alli, era ir a tocar el piano del palacio, una reliquia de muchos años que está siempre alli para el uso público en una de las tantas habitaciones aisladas del lugar...
Llegué a mi destino, con mis partituras en mano...y al ver aquella hermosa reliquia musical no podia evitar quedarme pegado en el umbral de la puerta viendolo en silencio como si estuviera hipnotizado por aquel objeto inanimado, di unos pasos hasta llegar cerca de él, sin dejar de contemplar la belleza de su estética, mientras caminaba rodeándolo una y otra vez, rozando suavemente mis dedos sobre las teclas...qué cándida sensaciones me daba, que me ponia los pelos de punta, para mi no existia nada más que me moviese el mundo, que un instrumento musical, y más aún de esta categoría tan aristocrática y majestuosa, como lo era este piano...
Salir me hizo bastante bien como para volver a encerrarme a otro lugar a seguir tocando en el piano...
Si la verdad es que aveces era un poco monótona la vida que llevaba después de la muerte de mi esposa...pero que podía hacer yo? había quedado viudo a temprana edad, como un niño perdido en las calles de la ciudad...aún asi salí adelante bajo mis propios medios...la música me permitió viajar a distintos lugares, en los que una leve esperanza se elevaba a mi cada vez que me subia a un escenario...de algunos sali decepcionado, de otros sali dichoso....pero queria encontrar algo mas...si, algo más...un ser que me permitiese vivir y sentirlo todo de manera distinta a la mia..por eso es que soy una persona bastante tolerante en todo, porque me gusta conocer y saber más de las distintas creaciones que habitan en esta tierra...
Mientras hacia estas reflexiones miraba mis partituras sobre el piano, deseando que las notas saliesen de aquél papel, para que chillen libres por todo el lugar... asi que
dejé de dudar tanto y me decidi por fin a sentarme..
y comencé a tocar, en el silencio y soledad que reinaba en la salita:
Última edición por Mikelangelo Van Dort el Miér Nov 06, 2013 6:28 pm, editado 2 veces
Mikelangelo Van Dort- Vampiro/Realeza
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Re: Un Lugar Para Recordar, Una Canción... Una Ocasión Especial [Amélie Lacroix]
La noche había caído en París y la habitación en la que me encontraba había perdido todo rastro de luz solar. Un espejo colgado en la gran pared reflejaba la imagen de una joven muchacha, rodeada de sombras; cabellos ondulados que se asemejaban al oro de los bordes del objeto, ojos hundidos en el océano y unos delicados rasgos que parecían frágiles al tacto. Esa era yo, iluminada por varios candelabros, a punto de salir a una de esas fiestas de alta cuna. Mis ojos desprendían un brillo especial aquel día, todo mi ser había ansiando salir al exterior por mucho tiempo, aunque la idea de salir de noche en realidad me aterraba un poco.
Me ajusté el apretado vestido color salmón y salí de la mansión acompañada por uno de mis guardaespaldas. Una vez dentro del carro, asomé la cabeza por la reducida ventana y observé como una niña pequeña lo que se cocía por las calles. Inspiré profundamente, alegrando mis fosas nasales con el olor a tierra mojada;- ¡aish, hermosa naturaleza! ¡Lo mucho que me gustas y lo poco que puedo sentirte estando encerrada! - pensé y seguidamente suspiré. Una de las cosas que más me gustan en este mundo es eso, la naturaleza y lo que nos brinda; no entiendo cómo puede haber personas que no saben apreciarla y que la destruyen continuamente por sus fines egoístas e inútiles.
Ya quedaba poco para llegar a palacio, y no tuve más remedio que ponerme a pensar en lo que tendría que decir cuando me juntara tanto con los competidores como con los que apoyan el negocio. Normalmente, al ser yo una fémina este tipo de tareas las suele realizar mi tutor u otro amigo de mi padre, pero aquella vez me tocaba a mi y debía asumir la responsabilidad. No es que me apasionen este tipo de fiestas, pero me agrada la música con la que nos deleitan y además, cuando ya no queda nadie me gusta quedarme tocando el piano con el eco del enorme recinto. Quedarme a solas con mis pensamientos.
El carró cesó su rumbo y entonces comprendí que finalmente habíamos llegado. Con delicadeza, sujeté las telas del vestido para elevarlo, impidiendo que éste se manchara de fango y dos guardias me recibieron sonrientes, abriendo la puerta de palacio para mí. Ahora estaba sola, me tocaba lidiar con lo que se presentara. Mis pies comenzaron a moverse por el lugar, a la vez que mi cabeza alzada contemplaba los exquisitos adornos colgados cuidadosamente y a conciencia. Parecía que habia llegado algo pronto, pues cuando pregunté por los demás me dijeron que en las afueras llovía torrencialmente y que tardarían en aparecer. Entonces, cuando apenas me dio tiempo para sentarme en uno de los sillones de tercipelo, una hermosa melodía captó mi atención e inmediatamente me dirigí hacia el piano. Un hombre elegante y apuesto acariciaba con suavidad las teclas mientras observaba de vez en cuando las partituras que tenia en frente. Así, cerré los ojos y me mantuve a unos metros del piano, sintiendo la música a la vez que una agradable calma comenzaba a invadirme.
Me ajusté el apretado vestido color salmón y salí de la mansión acompañada por uno de mis guardaespaldas. Una vez dentro del carro, asomé la cabeza por la reducida ventana y observé como una niña pequeña lo que se cocía por las calles. Inspiré profundamente, alegrando mis fosas nasales con el olor a tierra mojada;- ¡aish, hermosa naturaleza! ¡Lo mucho que me gustas y lo poco que puedo sentirte estando encerrada! - pensé y seguidamente suspiré. Una de las cosas que más me gustan en este mundo es eso, la naturaleza y lo que nos brinda; no entiendo cómo puede haber personas que no saben apreciarla y que la destruyen continuamente por sus fines egoístas e inútiles.
Ya quedaba poco para llegar a palacio, y no tuve más remedio que ponerme a pensar en lo que tendría que decir cuando me juntara tanto con los competidores como con los que apoyan el negocio. Normalmente, al ser yo una fémina este tipo de tareas las suele realizar mi tutor u otro amigo de mi padre, pero aquella vez me tocaba a mi y debía asumir la responsabilidad. No es que me apasionen este tipo de fiestas, pero me agrada la música con la que nos deleitan y además, cuando ya no queda nadie me gusta quedarme tocando el piano con el eco del enorme recinto. Quedarme a solas con mis pensamientos.
El carró cesó su rumbo y entonces comprendí que finalmente habíamos llegado. Con delicadeza, sujeté las telas del vestido para elevarlo, impidiendo que éste se manchara de fango y dos guardias me recibieron sonrientes, abriendo la puerta de palacio para mí. Ahora estaba sola, me tocaba lidiar con lo que se presentara. Mis pies comenzaron a moverse por el lugar, a la vez que mi cabeza alzada contemplaba los exquisitos adornos colgados cuidadosamente y a conciencia. Parecía que habia llegado algo pronto, pues cuando pregunté por los demás me dijeron que en las afueras llovía torrencialmente y que tardarían en aparecer. Entonces, cuando apenas me dio tiempo para sentarme en uno de los sillones de tercipelo, una hermosa melodía captó mi atención e inmediatamente me dirigí hacia el piano. Un hombre elegante y apuesto acariciaba con suavidad las teclas mientras observaba de vez en cuando las partituras que tenia en frente. Así, cerré los ojos y me mantuve a unos metros del piano, sintiendo la música a la vez que una agradable calma comenzaba a invadirme.
Amélie Lacroix- Hechicero Clase Alta
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Re: Un Lugar Para Recordar, Una Canción... Una Ocasión Especial [Amélie Lacroix]
Mis dedos que se deslizaron suavemente por aquel piano, poco a poco comenzaban a tener vida propia, mientras que no me daba cuenta de lo que sucedía a mi alrededor y solo me dedicaba al piano y a sus notas graves, que me producían una ligera nostalgia, más mi sonrisa comenzaba a nacer debido a que miré hacia el frente y observé a una niña, que quizás no tendría más de 16 años, que se había dispuesto a escuchar mi suave melodía. Entonces me dispuse a tocar para ella..
16 años quizás.. tendría la criatura. Los recuerdos de esa edad comenzaban a invadirme, felizmente a esa edad, esperaba los 17 para poder casarme con Constance.. ¿Para qué?... Para después verla morir entre mis brazos al año subsiguiente...
Mis memorias entonces comenzaron a tomar vida, incluso como si tuviera la música del piano de fondo en aquellas antiguas épocas... mis recuerdos humanos, mi antigua clase media, la historia de un castigo a manos de un maldito vampiro que, "Quería enseñarme una lección"....
Samael... -no sé como me di el valor de nombrarle dentro de mis pensamientos, mis manos seguían atadas al piano esa noche- ... aquel hombre desaparecido, aquella historia juntos.. todo, todo comenzaba a venir hacia mi como un dulce baño de sal que quemaba mi piel...
Aveces era increíble como es que podía ensimismarme en mis pensamientos con tan solo una melodía bajo mis dedos, ya sea en el piano o sobre el violín.
...Prontamente olvidé aquella sensación de encierro tras mis pensamientos, al encontrarme de nuevo con la mirada de la niña, y al finalizar la música. Alcé mi vista hacia ella sonriendo, a la vez que mi brazo también, haciéndole un gesto para que se acerque...
Se veía una muchacha sencilla, ¿Que más podría haber?... solo era una adolescente, aunque todos tenemos nuestros propios complejos...
Su cabello rubio y ondulado era como el de una muñeca de porcelana, de vitrina... bien cuidado, al observar sus ropas, determiné que se bañaba en riquezas, al igual que al observar sus ojos quietos frente a mi.. supe que era un bruja, pero que aguardaba más poder que cualquier otro u otra que haya conocido antes...
Sonreí sinceramente ante la niña, haciendo una leve reverencia con mi cabeza, mientras le invitaba a dar un paso, y entonces levanté mi dedo índice al aire para detener su paso una vez más y comencé a tocar otra melodía:
"Rue Des Cascades"... una melodía intensa que se vió mezclada entre la tranquilidad de la salita, y la mirada de la niña encontrándose con la mía, sonreí mientras mis dedos lentamente se envolvían mutuamente sobre las teclas, dejando aquellas pausas de intriga y dramatismo en la canción...
Hasta que se comenzaban a deslizar suavemente, imaginándome la voz de una mujer en mi cabeza...
Sonreí de felicidad cuando todo iba terminando en un final perfecto.. y volví una mirada de agradecimiento hacia la joven.
Mis manos se detuvieron, apartando suave y lentamente mi mirada del instrumento con una sonrisa y solo le saludé cortés:
-Bonjour petit fille inconnu...- mi voz grave abarcó suavemente, toda la habitación..
16 años quizás.. tendría la criatura. Los recuerdos de esa edad comenzaban a invadirme, felizmente a esa edad, esperaba los 17 para poder casarme con Constance.. ¿Para qué?... Para después verla morir entre mis brazos al año subsiguiente...
Mis memorias entonces comenzaron a tomar vida, incluso como si tuviera la música del piano de fondo en aquellas antiguas épocas... mis recuerdos humanos, mi antigua clase media, la historia de un castigo a manos de un maldito vampiro que, "Quería enseñarme una lección"....
Samael... -no sé como me di el valor de nombrarle dentro de mis pensamientos, mis manos seguían atadas al piano esa noche- ... aquel hombre desaparecido, aquella historia juntos.. todo, todo comenzaba a venir hacia mi como un dulce baño de sal que quemaba mi piel...
Aveces era increíble como es que podía ensimismarme en mis pensamientos con tan solo una melodía bajo mis dedos, ya sea en el piano o sobre el violín.
...Prontamente olvidé aquella sensación de encierro tras mis pensamientos, al encontrarme de nuevo con la mirada de la niña, y al finalizar la música. Alcé mi vista hacia ella sonriendo, a la vez que mi brazo también, haciéndole un gesto para que se acerque...
Se veía una muchacha sencilla, ¿Que más podría haber?... solo era una adolescente, aunque todos tenemos nuestros propios complejos...
Su cabello rubio y ondulado era como el de una muñeca de porcelana, de vitrina... bien cuidado, al observar sus ropas, determiné que se bañaba en riquezas, al igual que al observar sus ojos quietos frente a mi.. supe que era un bruja, pero que aguardaba más poder que cualquier otro u otra que haya conocido antes...
Sonreí sinceramente ante la niña, haciendo una leve reverencia con mi cabeza, mientras le invitaba a dar un paso, y entonces levanté mi dedo índice al aire para detener su paso una vez más y comencé a tocar otra melodía:
"Rue Des Cascades"... una melodía intensa que se vió mezclada entre la tranquilidad de la salita, y la mirada de la niña encontrándose con la mía, sonreí mientras mis dedos lentamente se envolvían mutuamente sobre las teclas, dejando aquellas pausas de intriga y dramatismo en la canción...
Hasta que se comenzaban a deslizar suavemente, imaginándome la voz de una mujer en mi cabeza...
Sonreí de felicidad cuando todo iba terminando en un final perfecto.. y volví una mirada de agradecimiento hacia la joven.
Mis manos se detuvieron, apartando suave y lentamente mi mirada del instrumento con una sonrisa y solo le saludé cortés:
-Bonjour petit fille inconnu...- mi voz grave abarcó suavemente, toda la habitación..
Mikelangelo Van Dort- Vampiro/Realeza
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Re: Un Lugar Para Recordar, Una Canción... Una Ocasión Especial [Amélie Lacroix]
Aquel sonido había hecho que me olvidara de lo que se acontecía a mi alrededor; mis cuatro sentidos se dedicaban únicamente al deleite de la melodía. Así, una dulce sonrisa se dibujó en mis labios mientras me mantenía ahí, de pie frente al piano. Pasados unos minutos abrí los ojos para ver cómo tocaba el hombre y entonces, de algún modo me vi reflejada a mí misma, pues lo estaba sintiendo. Esa es una de las cosas que más valoro en un músico. Si uno no lo siente, ¿qué sentido tiene entonces acariciar el piano?.
Habiendo sido llamada por el elegante hombre, avancé un poco hasta situarme cuidadosamente a un lado del piano. Nuestras miradas se encontraron y en ese momento pude apreciarlo mejor: se trataba de un adulto de cabellos y mirada oscuros, pero aquello no era todo lo que descrubí. Tardé muy poco en darme cuenta de que escondía algo más, era una criatura de la noche, pero ¿por qué no estaba asustada? Mi rostro se mantuvo tal y como habia estado todo el tiempo: taciturno y sereno, nadie podría averigüar que había lo desenmascarado. No lo temía, a pesar de que siempre me hubieran dicho me alejara de estas criaturas, pero consideraba injusto no darle una oportunidad ¿por qué todo el mundo tenía que ser igual?. No, no era justo el catalogar a una persona por su portada.
Tal y como me habían enseñado, hice una reverencia y esperaba ansiosa que sus dedos volvieran a posarse en el lujoso piano. Sonreí de forma sincera cuando comencé a escuchar de nuevo una melodía, pero ésta me transmitía más seguridad, más misterio. El sonido hacía eco en el enorme salón, como si unas suaves voces hicieran el acompañamiento ¿y si el tiempo se había detenido?. Mis dedos comenzaron a hacer como si estuviera tocando algunos acordes y a veces me movía suavemente al ritmo de la música...
No sé cómo, pero me imaginé a mí misma dando vueltas y vueltas por un prado de flores hermosas y coloridas, era como si me hubiera transportado allí mentalmente. -Bonjour, monsieur- le respondí, pues había cesado de tocar. Poco a poco la afluencia fue mayor en el lugar, tal que pasados unos minutos resultaba imposible volver a ponerse al mando del piano. Éste había sido ocupado por una docena de hombres y mujeres, usando el valioso piano a modo de barra...posando sus copas sin el más mínimo cuidado. Eso me molestó un poco.
Volví a centrar mi atención en el hombre, y le hice un gesto con la mano para que fuéramos a otro lugar más tranquilo. -Lo siento monsieur, pero me empezaba a marear estar entre tan gran barullo de gente. Tengo que admitir que tiene mucho talento con el piano...- le sonreí mientras me frotaba las manos un poco, pues a fuera hacía algo de frío.
Habiendo sido llamada por el elegante hombre, avancé un poco hasta situarme cuidadosamente a un lado del piano. Nuestras miradas se encontraron y en ese momento pude apreciarlo mejor: se trataba de un adulto de cabellos y mirada oscuros, pero aquello no era todo lo que descrubí. Tardé muy poco en darme cuenta de que escondía algo más, era una criatura de la noche, pero ¿por qué no estaba asustada? Mi rostro se mantuvo tal y como habia estado todo el tiempo: taciturno y sereno, nadie podría averigüar que había lo desenmascarado. No lo temía, a pesar de que siempre me hubieran dicho me alejara de estas criaturas, pero consideraba injusto no darle una oportunidad ¿por qué todo el mundo tenía que ser igual?. No, no era justo el catalogar a una persona por su portada.
Tal y como me habían enseñado, hice una reverencia y esperaba ansiosa que sus dedos volvieran a posarse en el lujoso piano. Sonreí de forma sincera cuando comencé a escuchar de nuevo una melodía, pero ésta me transmitía más seguridad, más misterio. El sonido hacía eco en el enorme salón, como si unas suaves voces hicieran el acompañamiento ¿y si el tiempo se había detenido?. Mis dedos comenzaron a hacer como si estuviera tocando algunos acordes y a veces me movía suavemente al ritmo de la música...
No sé cómo, pero me imaginé a mí misma dando vueltas y vueltas por un prado de flores hermosas y coloridas, era como si me hubiera transportado allí mentalmente. -Bonjour, monsieur- le respondí, pues había cesado de tocar. Poco a poco la afluencia fue mayor en el lugar, tal que pasados unos minutos resultaba imposible volver a ponerse al mando del piano. Éste había sido ocupado por una docena de hombres y mujeres, usando el valioso piano a modo de barra...posando sus copas sin el más mínimo cuidado. Eso me molestó un poco.
Volví a centrar mi atención en el hombre, y le hice un gesto con la mano para que fuéramos a otro lugar más tranquilo. -Lo siento monsieur, pero me empezaba a marear estar entre tan gran barullo de gente. Tengo que admitir que tiene mucho talento con el piano...- le sonreí mientras me frotaba las manos un poco, pues a fuera hacía algo de frío.
Amélie Lacroix- Hechicero Clase Alta
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Localización : Recientemente instalada en París
Re: Un Lugar Para Recordar, Una Canción... Una Ocasión Especial [Amélie Lacroix]
Sin duda esa noche, habían almas de sobra de las cuales me podía alimentar... beber de aquel rojo carmesí de la Nobleza y la Alta Sociedad, me exitaba más que cualquier otra aventura de la noche.
Mi piano comenzó a verse opacado por el barullo de la gente que comenzaba a entrar al social salón, pues yo había estado prestando atención a aquella joven que se deleitaba con las notas que salían de él. Me sentí algo molesto, porque ninguno de los que comenzaban a llegar, se había detenido a escucharlo, y dejaban sus copas con trago sobre el piano sin ningún pudor, intentando verse aún más elegantes.
Asentí con mi cabeza tras escuchar las palabras de la joven que me invitó a dar un paseo fuera de toda esa alta alcurnia, en la que yo me veía cotidianamente trabajando y organizando temas políticos, con respecto a mis tierras bajas.
La música era como una vía de escape para mi, fuera de tanta presión de la realeza. Yo hacía bien mi trabajo, aunque los de más altos rangos intentaban disimular una sonrisa ante mi cada vez que les conversaba sobre mi música y mis composiciones. Si, pues la verdad esos Grandes Señores jamás se conformaban con nada.
....Y en ese aspecto me diferencio bastante, pues soy alguien mucho más sencillo, en la mayoría de los aspectos... no tanto así en cosas, de amor y pasión....
Caminé cordialmente junto a la damita, que había logrado esbozar en mi una sincera sonrisa, a simple vista se veía que había obtenido una buena educación por parte de su hogar, era amable y risueña.
Caminaba entonces, con mis manos tomadas por atrás, en la espalda mientras que a paso lento comenzábamos a salir a la oscura noche desde el palacio.
-Mademoiselle, ¿Cómo ha llegado usted hasta aqui? ¿Vino acompañada?...- pregunté con voz suave para no sonar sombrío y producir en ella algún tipo de miedo o aversión.
Deshize mis manos tomadas y tomé suavemente una de las de la joven, para besarle cordialmente en su dorso y presentarme ante ella:
-...Por cierto, mi nombre es Mikelangelo Van Dort, mademoiselle... es un placer haberle dado placer a su oído con mi música en el piano. Soy compositor- respondí al fin ante su comentario anterior sobre mi talento en el piano.
Solté delicadamente su mano, dejándola caer un hacia un lado, mientras que yo volví a mi posición y comenzaba a mirar aquella noche estrellada con suma tranquilidad.
-¿Es usted de por aquí, mademoiselle?- pregunté como al aire para luego entablar una conversación esperando a que ella dejara ver su nombre.
La compañía de la joven comenzaba poco a poco a hacérseme mucho más grata, parecía una dama sencilla, y me encantaba conocer personas de ese estilo.
De pronto el hecho de que sea una joven con mucho poder, inundaba mi ser interior con preguntas de ¿Qué es lo que estaría buscando?, ¿Cómo había llegado hasta aquí? ...y por qué tanto poder, dios... por qué dentro de aquel pequeño, jovial y menudo cuerpecito inocente... ¿Por qué no haberla dejado desarrollarse normalmente?...
Disipé mis preguntas, tras dirigir mi rostro hasta verle y regalarle una sutil sonrisa, con mirada brillosa que cualquiera confundiría con estrellas caídas de aquel oscuro cielo....
Mi piano comenzó a verse opacado por el barullo de la gente que comenzaba a entrar al social salón, pues yo había estado prestando atención a aquella joven que se deleitaba con las notas que salían de él. Me sentí algo molesto, porque ninguno de los que comenzaban a llegar, se había detenido a escucharlo, y dejaban sus copas con trago sobre el piano sin ningún pudor, intentando verse aún más elegantes.
Asentí con mi cabeza tras escuchar las palabras de la joven que me invitó a dar un paseo fuera de toda esa alta alcurnia, en la que yo me veía cotidianamente trabajando y organizando temas políticos, con respecto a mis tierras bajas.
La música era como una vía de escape para mi, fuera de tanta presión de la realeza. Yo hacía bien mi trabajo, aunque los de más altos rangos intentaban disimular una sonrisa ante mi cada vez que les conversaba sobre mi música y mis composiciones. Si, pues la verdad esos Grandes Señores jamás se conformaban con nada.
....Y en ese aspecto me diferencio bastante, pues soy alguien mucho más sencillo, en la mayoría de los aspectos... no tanto así en cosas, de amor y pasión....
Caminé cordialmente junto a la damita, que había logrado esbozar en mi una sincera sonrisa, a simple vista se veía que había obtenido una buena educación por parte de su hogar, era amable y risueña.
Caminaba entonces, con mis manos tomadas por atrás, en la espalda mientras que a paso lento comenzábamos a salir a la oscura noche desde el palacio.
-Mademoiselle, ¿Cómo ha llegado usted hasta aqui? ¿Vino acompañada?...- pregunté con voz suave para no sonar sombrío y producir en ella algún tipo de miedo o aversión.
Deshize mis manos tomadas y tomé suavemente una de las de la joven, para besarle cordialmente en su dorso y presentarme ante ella:
-...Por cierto, mi nombre es Mikelangelo Van Dort, mademoiselle... es un placer haberle dado placer a su oído con mi música en el piano. Soy compositor- respondí al fin ante su comentario anterior sobre mi talento en el piano.
Solté delicadamente su mano, dejándola caer un hacia un lado, mientras que yo volví a mi posición y comenzaba a mirar aquella noche estrellada con suma tranquilidad.
-¿Es usted de por aquí, mademoiselle?- pregunté como al aire para luego entablar una conversación esperando a que ella dejara ver su nombre.
La compañía de la joven comenzaba poco a poco a hacérseme mucho más grata, parecía una dama sencilla, y me encantaba conocer personas de ese estilo.
De pronto el hecho de que sea una joven con mucho poder, inundaba mi ser interior con preguntas de ¿Qué es lo que estaría buscando?, ¿Cómo había llegado hasta aquí? ...y por qué tanto poder, dios... por qué dentro de aquel pequeño, jovial y menudo cuerpecito inocente... ¿Por qué no haberla dejado desarrollarse normalmente?...
Disipé mis preguntas, tras dirigir mi rostro hasta verle y regalarle una sutil sonrisa, con mirada brillosa que cualquiera confundiría con estrellas caídas de aquel oscuro cielo....
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