AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Solitude [Privado]
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Solitude [Privado]
No era la muerte, pues yo estaba de pie y todos los muertos están acostados, no era de noche, pues todas las campanas agitaban sus badajos a mediodía, no había helada pues en mi piel sentí sirocos reptar, ni fuego pues sólo mis pies de mármol podían helar un santuario, y sin embargo, se parecían a todas las figuras que yo había visto ordenadas para un entierro, rememoraba el mío, como si mi vida fuera recortada y calzada en una marco, y no pudiera respirar sin una llave, y era como si fuera medianoche, ciertas. Cuando todo lo que late se detiene y el espacio mira a su alrededor la espeluznante helada, el primer otoño que llora repele la apaleada tierra, pero todo como el caos interminable, insolente, sin esperanza, sin mástil, ni siquiera un informe de la tierra para justificar la desesperación.
Tal vez esta noche no es noche, debe ser un sol horrendo, o lo otro, o cualquier cosa...¡Qué sé yo! ¡Faltan palabras, falta candor, falta poesía cuando la sangre llora y llora! ¡Pudiera ser tan feliz esta noche! Si sólo me fuera dado palpar las sombras, oír pasos, decir -buenas noches- a cualquiera que pasease su perro, miraría la luna, dijera su extraña lactescencia, tropezaría con piedras al azar, como se hace.
Pero hay algo que rompe la piel, una ciega furia que corre por mis venas. ¡Quiero salir! Cancerbero del alma: ¡Deja, déjame traspasar tu sonrisa! ¡Pudiera ser tan feliz esta noche! Aún quedan ensueños rezagados. ¡Y tantos libros! ¡Y tantas luces!
¡Y mis pocos años! ¿Por qué no? La muerte está lejana. No me mira. ¡Tanta vida Señor!
Tal vez esta noche no es noche, debe ser un sol horrendo, o lo otro, o cualquier cosa...¡Qué sé yo! ¡Faltan palabras, falta candor, falta poesía cuando la sangre llora y llora! ¡Pudiera ser tan feliz esta noche! Si sólo me fuera dado palpar las sombras, oír pasos, decir -buenas noches- a cualquiera que pasease su perro, miraría la luna, dijera su extraña lactescencia, tropezaría con piedras al azar, como se hace.
Pero hay algo que rompe la piel, una ciega furia que corre por mis venas. ¡Quiero salir! Cancerbero del alma: ¡Deja, déjame traspasar tu sonrisa! ¡Pudiera ser tan feliz esta noche! Aún quedan ensueños rezagados. ¡Y tantos libros! ¡Y tantas luces!
¡Y mis pocos años! ¿Por qué no? La muerte está lejana. No me mira. ¡Tanta vida Señor!
....¿Para qué tanta vida?.....Y yo aquí sentado, bajo este árbol de temores infantes, tras la ventana que no podré abrir, con mi violín en mis brazos agazapado por la melancolía de esta humillante soledad.....
Última edición por Mikelangelo Van Dort el Miér Oct 30, 2013 10:48 am, editado 1 vez
Mikelangelo Van Dort- Vampiro/Realeza
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Re: Solitude [Privado]
Pedí a Teobaldo que me ayudará a salir de la mansión del cazador, necesitaba un momento, un solo respiro lejos de allí, estaba tan abrumada, tan confundida, con el alma herida pidiéndome auxilio ante la inminente corriente de lágrimas en la que estaba muriendo lentamente, mientras se ahoga en lo profundo de aquel río cuyos caudales comenzaban en el corazón.
Pensé en ir al centro o simplemente deambular por las calles parisinas en principio, sin embargo sabía que allí encontraría demasiado ruido y por el momento no quería más voz que la mía y que proviene de los susurros del viento.
Entonces le pedí al mozo que me llevará al bosque, me daba una pizca de felicidad ese lugar que hace mucho no visitaba, era por el momento lo más parecido a lo que yo estaba acostumbrada después de la muerte de mis creadores, era ante mis ojos el vivo retrato de mi eterna soledad.
Baje asi del carruaje una vez que nos encontrábamos frente a ese enorme nido coloreado de verde esmeralda que solo las manos sabías de la naturaleza y las más piadosas provenientes del Señor pudieron haber creado -¿Entonces porque con tanta belleza puesta a merced de los hombres te atreviste a crear monstruos como yo?- me pregunte con la voz de mi pensamiento, mientras las suelas de los zapatos se acostumbraban a la tierra cálida y fresca de los senderos que allí comenzaban -¿Será que fuimos un intento fallido y por eso nos castigas con un destino tan desdichado y cruel?- veía el hermoso cielo estrellado como si de este alguien pudiese bajar y responder mis interrogantes, pero como es la costumbre de lo cotidiano a mis plegarias nadie acudió, quizás porque no tenía claro a quién iba dirigida la pregunta ¿Era a Dios, a la naturaleza, a la vida o al propio destino?, no lo sabía y preferí ignorar, desechando la idea con un suspiro, disponiéndome a caminar sin mirar atrás, sin siquiera poner atención a las palabras de Teobaldo, solo asentí con la cabeza y de pronto cuando decidí ver el camino recorrido ya no había señas de él o del transporte en que venía, ahora solo eran arboles, cantos nocturnos que solo los búhos, los grillos y otras criaturas podía interpretan con una precisión majestuosa, la más bella de las sonatas nocturnas podía escucharse desde este lugar, probablemente era por ello que me perdí en ella, causando el bagaje de mi mente con los ojos abiertos que guiaban inconscientemente el resto de mi cuerpo.
Sobre las cúpulas de los arboles se asomaba la luna, esa enorme esfera que siempre es curiosa pero su luz la delata ante los ojos de la persona que sigue su andar en horas tan tardías, las estrellas solo permanecían fijas y el viento me hablaba, me acariciaba mi helada y blanca piel, jugaba con mis ropajes coloreados de negro, bordados en una tela sencilla, mientras eran transformados en una maraña debido a la bravura y la pasión con la que abrazaba el fresco de la madrugada.
Suspiro tras suspiro, paso tras paso fui recorriendo el sitio, sin lograr hallarme, al contrario la mente mía continuaba aturdiéndome, comenzaba a creer que había sido una mala idea haber venido y recorrido cada rincón de este lugar que en nuestro último encuentro me había confortado de paz y tranquilidad que una vida inmortal y menos como la mía podía otorgar.
Decidía a regresar tome un último sendero de los muchos que faltaban por recorrer, esta vez la vista ya estaba puesta en el suelo que pisaba, era la única manera de distraerme hasta que mis ojos dieron cuenta de la presencia se un hombre sentado bajo uno de los tantos árboles, se notaba distante, meditabundo y afligido.
Por instantes me detuve, estuve maquilando en la cabeza la idea de acercarme o no, ya no quería más gente muerta y herida por mi culpa, menos cuando la marca del fantasma ya estaba encima de mí, pero... alguna vez yo estuve igual que él aunque no tenga la certeza que en realidad la melancolía le esté tomando preso, era una opción contemplar que por mi manera tan pesimista de ver las cosas en el aquí y ahora yo pensaba de aquella manera y ese hombre solo haya venido a descansar o algo por el estilo.
-Bonne nuit Monseuir- finalmente pronuncie mientras que por dentro dos fuerzas peleaban entre sí, una pedía que me alejará y otra pedía quedarme pues hacía tiempo, desde el incidente en el teatro que no hablaba con nadie, no al menos que fuera el mozo, Leviathán o yo misma -¿Le puedo ayudar en algo, se ha perdido?- vaya pregunta, pero no tenía otra forma de iniciar una conversación pocas veces socialicé ya sea como humana o como esta... esta... cosa.
¿Habrá sido buena idea haberle dirigido la palabra e irrumpir en lo que quizás sería un momento íntimo con el mismo?
Pensé en ir al centro o simplemente deambular por las calles parisinas en principio, sin embargo sabía que allí encontraría demasiado ruido y por el momento no quería más voz que la mía y que proviene de los susurros del viento.
Entonces le pedí al mozo que me llevará al bosque, me daba una pizca de felicidad ese lugar que hace mucho no visitaba, era por el momento lo más parecido a lo que yo estaba acostumbrada después de la muerte de mis creadores, era ante mis ojos el vivo retrato de mi eterna soledad.
Baje asi del carruaje una vez que nos encontrábamos frente a ese enorme nido coloreado de verde esmeralda que solo las manos sabías de la naturaleza y las más piadosas provenientes del Señor pudieron haber creado -¿Entonces porque con tanta belleza puesta a merced de los hombres te atreviste a crear monstruos como yo?- me pregunte con la voz de mi pensamiento, mientras las suelas de los zapatos se acostumbraban a la tierra cálida y fresca de los senderos que allí comenzaban -¿Será que fuimos un intento fallido y por eso nos castigas con un destino tan desdichado y cruel?- veía el hermoso cielo estrellado como si de este alguien pudiese bajar y responder mis interrogantes, pero como es la costumbre de lo cotidiano a mis plegarias nadie acudió, quizás porque no tenía claro a quién iba dirigida la pregunta ¿Era a Dios, a la naturaleza, a la vida o al propio destino?, no lo sabía y preferí ignorar, desechando la idea con un suspiro, disponiéndome a caminar sin mirar atrás, sin siquiera poner atención a las palabras de Teobaldo, solo asentí con la cabeza y de pronto cuando decidí ver el camino recorrido ya no había señas de él o del transporte en que venía, ahora solo eran arboles, cantos nocturnos que solo los búhos, los grillos y otras criaturas podía interpretan con una precisión majestuosa, la más bella de las sonatas nocturnas podía escucharse desde este lugar, probablemente era por ello que me perdí en ella, causando el bagaje de mi mente con los ojos abiertos que guiaban inconscientemente el resto de mi cuerpo.
Sobre las cúpulas de los arboles se asomaba la luna, esa enorme esfera que siempre es curiosa pero su luz la delata ante los ojos de la persona que sigue su andar en horas tan tardías, las estrellas solo permanecían fijas y el viento me hablaba, me acariciaba mi helada y blanca piel, jugaba con mis ropajes coloreados de negro, bordados en una tela sencilla, mientras eran transformados en una maraña debido a la bravura y la pasión con la que abrazaba el fresco de la madrugada.
Suspiro tras suspiro, paso tras paso fui recorriendo el sitio, sin lograr hallarme, al contrario la mente mía continuaba aturdiéndome, comenzaba a creer que había sido una mala idea haber venido y recorrido cada rincón de este lugar que en nuestro último encuentro me había confortado de paz y tranquilidad que una vida inmortal y menos como la mía podía otorgar.
Decidía a regresar tome un último sendero de los muchos que faltaban por recorrer, esta vez la vista ya estaba puesta en el suelo que pisaba, era la única manera de distraerme hasta que mis ojos dieron cuenta de la presencia se un hombre sentado bajo uno de los tantos árboles, se notaba distante, meditabundo y afligido.
Por instantes me detuve, estuve maquilando en la cabeza la idea de acercarme o no, ya no quería más gente muerta y herida por mi culpa, menos cuando la marca del fantasma ya estaba encima de mí, pero... alguna vez yo estuve igual que él aunque no tenga la certeza que en realidad la melancolía le esté tomando preso, era una opción contemplar que por mi manera tan pesimista de ver las cosas en el aquí y ahora yo pensaba de aquella manera y ese hombre solo haya venido a descansar o algo por el estilo.
-Bonne nuit Monseuir- finalmente pronuncie mientras que por dentro dos fuerzas peleaban entre sí, una pedía que me alejará y otra pedía quedarme pues hacía tiempo, desde el incidente en el teatro que no hablaba con nadie, no al menos que fuera el mozo, Leviathán o yo misma -¿Le puedo ayudar en algo, se ha perdido?- vaya pregunta, pero no tenía otra forma de iniciar una conversación pocas veces socialicé ya sea como humana o como esta... esta... cosa.
¿Habrá sido buena idea haberle dirigido la palabra e irrumpir en lo que quizás sería un momento íntimo con el mismo?
Montserrat Vasari- Vampiro Clase Media
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Localización : En cualquier lugar donde viva el arte parisino
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Re: Solitude [Privado]
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Aquella nostalgia era como si una espcie de fuerza me envolviera, mientras decaía en la hierba, bajo aquel árbol. Mis pensamientos fluían libres.. pero eran dolorosos... aún más dolorosos que el pincharse con la espina de una rosa, o tragar el veneno de la hiedra..
Mi pecho vacío, completamente vacío... ¿Todavía podía llegar a revivir memorias dolorosas?, ¿Por qué? ... ¿Acaso era necesario torturar un alma vacía? ... ¿Lo Era?
Mis ojos se alzaron al cielo estrellado, y a la oscuridad como si realmente quisiese salir de aquel momento y lugar... y volar....
Yo volaba pues, enrealidad... pero, no como realmente quisiera. No como un alma libre de atar.
Permanecí quieto ante mi soledad, mi cabeza se bajó... y miré mis manos con atención, tan pálidas.. tan frías, tan perfectamente diseñadas para aquel violín. Tomé mi hermoso violín para observarlo nada más, rocé suavemente su madera caoba con mis yemas, y vaya que estaba antiguo.. pero no me iba a permitir cambiarlo por nada en el mundo..
Intenté afinarlo un poco, y chirreaba debido a que el clima no era propicio para sacar una buena entonación, la leve brisa era escasa.. pero mi Jeremy (-Nombre del instrumento-), era tan delicado y fino... al igual que de antaño que era un poco más sensible.
...Mi tranquilidad yacía en el húmedo palpar de mis pies descalzos contra la hierba y solo miré con atención para volver a colocarme los zapatos.
A Jeremy lo había guardado ya en su estuche, había cortado sin querer algunos crines del arco, pero nada grave para mi suerte.
Luego eché mi cabeza hacía atrás, afirmada contra el grueso tronco del árbol, observando nuevamente la blanca luminosidad de las estrellas en tranquilidad, de pronto sentí como una pequeña y ligera lágrima, cayó y recorrío mi mejilla infinitamente...
Volví a una posición un poco más erguida y me sequé aquella cobarde lágrima que salió sin permiso...
¿Una bestia acaso puede llorar? ... sin merecerse nada más que el odio, tal vez llora, pero ¿El dolor puede ser significativo?... Quizás, y éstas dudas que no tienen respuesta más que la del silencio de la húmeda noche, y del deseo que carcome mi interior de buscarle..
¡Pero ya no más! ...¡Basta! de esta serenata sin amor, de esta lágrima sin destino, de este susurro del viento en mis oídos, de su dulce y tierna voz en mi cabeza....
Sentí como mi corazón se despegaba de mi pecho, cayendo poco a poco... por inercia llevé una de mis manos al pecho abriéndola con dificultad, y entrecerrando mis ojos...
..Cuando de repente.. oí un sutil movimiento de pasos... a gran distancia pude sentir que es lo que era.. era una fémina de mi especie. Una en particular que jamás había divisado por aqui, nisiquiera por la ciudad..
Llevaba años en París y todavía no la conocía por completo... "La Ville du Mal et les Plaisirs de sa Vie.."
...La mujer se acercó a mi con algo de desconfianza, pero con una mirada neutral. La obsevé detenidamente, ya que mi concentración en mi melancolía se había ido tras el movimiento de su cabello entre la brisa, se había ido tras el dulce susurro de su fina voz en un --"Bonne nuit Monsieur" --... y se había ido tras su sincera disposición en ofrecerme ayuda...
..¿Ayuda?...¿Ayuda para qué?.. ¿Para que la poderosa llaga atravesando mi entraña, cese, y el puño se arrepienta de matar?... Imposible.
-Non.. merci madame- dijo mi imperceptible desgastada de tanto delirio, podría llegar a pensar que hasta aquella mujer, era un hermoso delirio de mi mente, pero mis sentidos activos me decían lo contrario- ...estoy bien, y no.. no estoy perdido... solo.. paseaba por aqui.. -finalicé mientras desviaba mi mirada hacia lo lejos entre las montañas-
Me levanté del suelo con esfuerzo, y tomé la mano de la dama, para besar en su dorso en forma de saludo... su fría mano, su fría mano tan cerca entre la mía.. que era casi como sentir la misma humedad del propio bosque.
-Mikelangelo Van Dort, madame.. ofrezco mi nombre bajo la noche y su presencia...- dije, dando una leve reverencia a ella ..
Esperé entonces a su reacción, mientras que en mi sonaba su tímida voz como una nota en una pauta musical de ópera. Podría llegar a ser una gran cantante lírica con la sutil voz que tenía, un hilo de voz, pendiendo del telón de un teatro.. asi me lo imaginaba en mis pensamientos, mas a la vez, podía ser una simple inmortal sin ninguna otra aptitud que acercarse a desconocidos en las noches...
...Quien sabe...
Mi pecho vacío, completamente vacío... ¿Todavía podía llegar a revivir memorias dolorosas?, ¿Por qué? ... ¿Acaso era necesario torturar un alma vacía? ... ¿Lo Era?
Mis ojos se alzaron al cielo estrellado, y a la oscuridad como si realmente quisiese salir de aquel momento y lugar... y volar....
Yo volaba pues, enrealidad... pero, no como realmente quisiera. No como un alma libre de atar.
Permanecí quieto ante mi soledad, mi cabeza se bajó... y miré mis manos con atención, tan pálidas.. tan frías, tan perfectamente diseñadas para aquel violín. Tomé mi hermoso violín para observarlo nada más, rocé suavemente su madera caoba con mis yemas, y vaya que estaba antiguo.. pero no me iba a permitir cambiarlo por nada en el mundo..
Intenté afinarlo un poco, y chirreaba debido a que el clima no era propicio para sacar una buena entonación, la leve brisa era escasa.. pero mi Jeremy (-Nombre del instrumento-), era tan delicado y fino... al igual que de antaño que era un poco más sensible.
...Mi tranquilidad yacía en el húmedo palpar de mis pies descalzos contra la hierba y solo miré con atención para volver a colocarme los zapatos.
A Jeremy lo había guardado ya en su estuche, había cortado sin querer algunos crines del arco, pero nada grave para mi suerte.
Luego eché mi cabeza hacía atrás, afirmada contra el grueso tronco del árbol, observando nuevamente la blanca luminosidad de las estrellas en tranquilidad, de pronto sentí como una pequeña y ligera lágrima, cayó y recorrío mi mejilla infinitamente...
Volví a una posición un poco más erguida y me sequé aquella cobarde lágrima que salió sin permiso...
¿Una bestia acaso puede llorar? ... sin merecerse nada más que el odio, tal vez llora, pero ¿El dolor puede ser significativo?... Quizás, y éstas dudas que no tienen respuesta más que la del silencio de la húmeda noche, y del deseo que carcome mi interior de buscarle..
¡Pero ya no más! ...¡Basta! de esta serenata sin amor, de esta lágrima sin destino, de este susurro del viento en mis oídos, de su dulce y tierna voz en mi cabeza....
Sentí como mi corazón se despegaba de mi pecho, cayendo poco a poco... por inercia llevé una de mis manos al pecho abriéndola con dificultad, y entrecerrando mis ojos...
..Cuando de repente.. oí un sutil movimiento de pasos... a gran distancia pude sentir que es lo que era.. era una fémina de mi especie. Una en particular que jamás había divisado por aqui, nisiquiera por la ciudad..
Llevaba años en París y todavía no la conocía por completo... "La Ville du Mal et les Plaisirs de sa Vie.."
...La mujer se acercó a mi con algo de desconfianza, pero con una mirada neutral. La obsevé detenidamente, ya que mi concentración en mi melancolía se había ido tras el movimiento de su cabello entre la brisa, se había ido tras el dulce susurro de su fina voz en un --"Bonne nuit Monsieur" --... y se había ido tras su sincera disposición en ofrecerme ayuda...
..¿Ayuda?...¿Ayuda para qué?.. ¿Para que la poderosa llaga atravesando mi entraña, cese, y el puño se arrepienta de matar?... Imposible.
-Non.. merci madame- dijo mi imperceptible desgastada de tanto delirio, podría llegar a pensar que hasta aquella mujer, era un hermoso delirio de mi mente, pero mis sentidos activos me decían lo contrario- ...estoy bien, y no.. no estoy perdido... solo.. paseaba por aqui.. -finalicé mientras desviaba mi mirada hacia lo lejos entre las montañas-
Me levanté del suelo con esfuerzo, y tomé la mano de la dama, para besar en su dorso en forma de saludo... su fría mano, su fría mano tan cerca entre la mía.. que era casi como sentir la misma humedad del propio bosque.
-Mikelangelo Van Dort, madame.. ofrezco mi nombre bajo la noche y su presencia...- dije, dando una leve reverencia a ella ..
Esperé entonces a su reacción, mientras que en mi sonaba su tímida voz como una nota en una pauta musical de ópera. Podría llegar a ser una gran cantante lírica con la sutil voz que tenía, un hilo de voz, pendiendo del telón de un teatro.. asi me lo imaginaba en mis pensamientos, mas a la vez, podía ser una simple inmortal sin ninguna otra aptitud que acercarse a desconocidos en las noches...
...Quien sabe...
Mikelangelo Van Dort- Vampiro/Realeza
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Re: Solitude [Privado]
Mi alma pendía de un hilo, con decepción me daba cuenta que convertirme en esta especie de bestia no había conseguido que la Montserrat de antes se fuera, estaba y seguía allí, respiraba y se sentía más latente, con cuanta inseguridad había decidido hablar con aquel hombre y con cuanta incertidumbre esperaba la peor de las reacciones.
Sin embargo, desde el primer momento en que su voz desgastada, desanimada se escapaba por sus labios, la tensión parecía marcharse derrotadamente en un intento desesperado por perturbarme, no pude contenerme y de inmediato una sonrisa se dibujaba en mi rostro, la primera en mucho tiempo desde la última vez en que pude hablar con alguien que no fuesen conocidos.
Sus gestos, sus movimientos y un estuche de violín a sus costados llamaron mi intención por instante, haciendo que me volviera a perder en mi propio pensamiento, las primeras palabras que brotaron de aquel hombre eran ecos estridentes que retumbaban en el recoveco de mi alma, haciéndome la misma pregunta que años atrás me hice en este lugar, que ahora retorna, que me acompaño en el teatro, el día de la tragedia -¿Porque las personas que viven y sueñan para las artes deben sufrir tanto? ¿Porque siempre terminan solos y rondando como almas en pena por estos lares? ¿Porque tanta incomprensión por parte de la sociedad y del propio destino?- supuse que esa la razón por la que aquel ser estaba aquí en lo profundo de la soledad y con su instrumento a su lado, me figure por un instante que él era uno más de los que se atrevían a soñar despiertos, recordé entonces que alguna vez escuche a alguien decir que "el universo siempre conspira contra los soñadores" ahora me pregunto ¿En qué sentido, para bien o para mal?, no lo sé pero todo parecía indicar que para la soledad.
Mi mente rebuscada y los pensamientos tan revueltos y espontáneos lograron borrar la sonrisa que minutos antes lucía en mi rostro y que retorno discretamente en cuanto sentí el frío de los labios rozar con la mortecina piel de mi mano, era otro igual... era un vampiro -¿Porque nunca puedo distinguir a mis iguales?- pensé reprendiéndome-Oh, un placer Monseuir- tomando la orilla de mis faldas, realice la cortes y acostumbrada reverencia que respondía a la suya -Mi nombre es Montserrat Shapplin Brightman- finalmente la mirada se centro en la suya y entonces por un breve instante pude ver que tenía las mismas o más de las interrogantes que aquejan a los que sufrimos con esta existencia que algunos pedimos sin saber al infierno al que nos condenaríamos y otros ni siquiera lo pidieron -¿Cual era la razón de su pesar, cuál era el motivo por el que termino siendo portando este forraje mortal?- era muy pronto para indagar y no quería arruinar la única conversación que tendría en este respiro lejos de todo lo que me aquejaba y me espera al regresar junto a Leviathán, afrontar lo que puede ser mi final... la idea me estremecía, quizás moriría pronto, este podría ser el último encuentro en mi afán por conocer más allá de lo que hay en la aterradora noche.
-Me disculpo- dije apenada -Es que por un momento pensé que se encontraba en líos o que estaba perdido, no todos los días encuentro en mis paseos por estos lares a personas que se atrevan a buscar el cobijo de un árbol- retome mi postura y con la mano lleve mi cabello hacia atrás ya que el viento jugueteaba y travieso decidía ponerlo en mi rostro, volví a ser consciente en ese momento de lo que sucedía a mi alrededor, de nuevo volvía a sentir la esencia de la madrugada, pero ya no con la misma intensidad de lo que fue unos minutos atrás -Ahora me doy cuenta que fui muy inoportuna- continúe -Me refiero al instrumento que tambien disfruta de las bondades de la naturaleza y el fresco de esta noche- señalaba el estuche que permanecía inmóvil, siendo mudo testigo de todo lo que acontecía -Seguramente como muchos de los artistas ha venido a buscar inspiración y yo se la he robado, me disculpo- sentía que debía retirarme y dejarle seguir con su sinfonía compuesta seguramente por un cumulo de sueños -Creo que debo retirarme, no deseo ser una molestia, créame conozco a los músicos y pueden ser realmente peligrosos cuando se les interrumpe, alguna vez yo fui uno de ellos...- suspire profundamente -Alguna y lejana vez- repetí melancólicamente, bajando la mirada yo observando el contraste de colores de la hierba, la luna y las estrellas -¿Gusta que me retire?- pregunte sin verle, mi mente se alejaba mientras se remontaba a aquellos instantes en que la música me regalo los escasos momentos de felicidad que pude obtener dentro de mi atormentada y a ahora aborrecida existencia.
Sin embargo, desde el primer momento en que su voz desgastada, desanimada se escapaba por sus labios, la tensión parecía marcharse derrotadamente en un intento desesperado por perturbarme, no pude contenerme y de inmediato una sonrisa se dibujaba en mi rostro, la primera en mucho tiempo desde la última vez en que pude hablar con alguien que no fuesen conocidos.
Sus gestos, sus movimientos y un estuche de violín a sus costados llamaron mi intención por instante, haciendo que me volviera a perder en mi propio pensamiento, las primeras palabras que brotaron de aquel hombre eran ecos estridentes que retumbaban en el recoveco de mi alma, haciéndome la misma pregunta que años atrás me hice en este lugar, que ahora retorna, que me acompaño en el teatro, el día de la tragedia -¿Porque las personas que viven y sueñan para las artes deben sufrir tanto? ¿Porque siempre terminan solos y rondando como almas en pena por estos lares? ¿Porque tanta incomprensión por parte de la sociedad y del propio destino?- supuse que esa la razón por la que aquel ser estaba aquí en lo profundo de la soledad y con su instrumento a su lado, me figure por un instante que él era uno más de los que se atrevían a soñar despiertos, recordé entonces que alguna vez escuche a alguien decir que "el universo siempre conspira contra los soñadores" ahora me pregunto ¿En qué sentido, para bien o para mal?, no lo sé pero todo parecía indicar que para la soledad.
Mi mente rebuscada y los pensamientos tan revueltos y espontáneos lograron borrar la sonrisa que minutos antes lucía en mi rostro y que retorno discretamente en cuanto sentí el frío de los labios rozar con la mortecina piel de mi mano, era otro igual... era un vampiro -¿Porque nunca puedo distinguir a mis iguales?- pensé reprendiéndome-Oh, un placer Monseuir- tomando la orilla de mis faldas, realice la cortes y acostumbrada reverencia que respondía a la suya -Mi nombre es Montserrat Shapplin Brightman- finalmente la mirada se centro en la suya y entonces por un breve instante pude ver que tenía las mismas o más de las interrogantes que aquejan a los que sufrimos con esta existencia que algunos pedimos sin saber al infierno al que nos condenaríamos y otros ni siquiera lo pidieron -¿Cual era la razón de su pesar, cuál era el motivo por el que termino siendo portando este forraje mortal?- era muy pronto para indagar y no quería arruinar la única conversación que tendría en este respiro lejos de todo lo que me aquejaba y me espera al regresar junto a Leviathán, afrontar lo que puede ser mi final... la idea me estremecía, quizás moriría pronto, este podría ser el último encuentro en mi afán por conocer más allá de lo que hay en la aterradora noche.
-Me disculpo- dije apenada -Es que por un momento pensé que se encontraba en líos o que estaba perdido, no todos los días encuentro en mis paseos por estos lares a personas que se atrevan a buscar el cobijo de un árbol- retome mi postura y con la mano lleve mi cabello hacia atrás ya que el viento jugueteaba y travieso decidía ponerlo en mi rostro, volví a ser consciente en ese momento de lo que sucedía a mi alrededor, de nuevo volvía a sentir la esencia de la madrugada, pero ya no con la misma intensidad de lo que fue unos minutos atrás -Ahora me doy cuenta que fui muy inoportuna- continúe -Me refiero al instrumento que tambien disfruta de las bondades de la naturaleza y el fresco de esta noche- señalaba el estuche que permanecía inmóvil, siendo mudo testigo de todo lo que acontecía -Seguramente como muchos de los artistas ha venido a buscar inspiración y yo se la he robado, me disculpo- sentía que debía retirarme y dejarle seguir con su sinfonía compuesta seguramente por un cumulo de sueños -Creo que debo retirarme, no deseo ser una molestia, créame conozco a los músicos y pueden ser realmente peligrosos cuando se les interrumpe, alguna vez yo fui uno de ellos...- suspire profundamente -Alguna y lejana vez- repetí melancólicamente, bajando la mirada yo observando el contraste de colores de la hierba, la luna y las estrellas -¿Gusta que me retire?- pregunte sin verle, mi mente se alejaba mientras se remontaba a aquellos instantes en que la música me regalo los escasos momentos de felicidad que pude obtener dentro de mi atormentada y a ahora aborrecida existencia.
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Re: Solitude [Privado]
Modesta y cortés, la dama se presentaba.. "Montserrat..." se pronuncia entre mis susurros silenciosos. Cualquiera que la viese, sin tener la capacidad de ver más allá de su mirada muerta en sueños, le vería de forma normal y sin particularidades. En cambio yo no pude hacerlo.
Su mirada intentaba llevarme como hacia un baúl de recuerdos, y yo no sabía bien si dejarme llevar...
El entrar a una vida de esa forma, en especial a la de una vida en muerte era un lazo complicado de atar, de desarrollar bajo la calma de una noche como ésta.
Observé a la mujer, saboreando cada una de sus palabras y suspiros, mi mirada posada en sus azulinos ojos se conectaba con el ameno roce de mi mano contra la suya.
-No se preocupe, usted no me ha molestado... ni mucho menos interrumpido- dije, siempre recalcando lo justo y lo necesario, pero respondiendo a todas sus inquietudes.
-Mi violín al igual que mis manos, han de descansar por ahora...-
-...Retírese solo si usted lo desea, pero por mi parte la noche sobre nuestras cabezas no reclama ninguna incomodidad tras su presencia...asi como tampoco yo. -
Finalicé mientras intentaba buscar aquella mirada desviada, que no quería apartarse del momento y lugar. Tomé suavemente el rostro de la mujer, posando mi dedo sobre su mentón y sus ojos avergonzados encontraron regocijo en los míos.
-Venga... ¿Desea que le presente a mi adorado querubín Jeremy?- dije mirando de reojo el estuche de mi violín, aguardando a su respuesta, mientras que en mi cabeza rondaba el porqué solo "alguna vez", aquella alma se envolvió en el arte y luego lo abandonó...
Aproveché de presenciar con un poco más de intensa atención a la mujer, quien realmente intentaba ser menos de lo grandiosa que podría llegar a ser, su autoestima era incierta, pero presentía el sufrir de un infierno caído sobre ella, sentía el dolor y el pésame de una memoria sobre un hombre, incrustada en la piel y en el alma. Aquella misma memoria, que yo padecía con respecto a una mujer irremplazable en mi muerta vida eterna... la guerrera de una gran batalla contra el amor y la angustia, que yo le había causado, al igual que silenciosamente ella me había causado en lo más hondo de mis entrañas.
Mis recuerdos iban y venían, como la brisa rozando mi cara en aquel bosque, el aroma y textura aterciopelada de una lágrima anteriormente decayente desde mi rostro.
Mi suspiro aprisionado en el mismo puño de mi alma, que hacía fuerza contra él hasta llegar a la asfixia...
Dime flor marchita... ¿Por qué has de permanecer tan hermosa, si ya estás muerta?.. -preguntaba a mi mismo con respecto a aquella dama frente a mis pálidos ojos exhaustos-
Aún permanecía quieto ante su presencia, esperando a que me dijese algo con respecto a Jeremy, pero la distracción de mis pensamientos se centraba en volver a sentarme bajo aquel árbol, con aquella flor de mujer entre mis brazos.
Pero.. sin duda, no podía... el límite de aquel escaso tiempo de conocerle, nos separaba. Una mujer completamente nueva para mi, no le conocía en absoluto, más que en mi propia y vana poesía. No podía llegar a tal punto de confianza con ella.
-No se retire, no es necesario- finalicé mirando a la mujer con temple serio, pero cordial.
Su mirada intentaba llevarme como hacia un baúl de recuerdos, y yo no sabía bien si dejarme llevar...
El entrar a una vida de esa forma, en especial a la de una vida en muerte era un lazo complicado de atar, de desarrollar bajo la calma de una noche como ésta.
Observé a la mujer, saboreando cada una de sus palabras y suspiros, mi mirada posada en sus azulinos ojos se conectaba con el ameno roce de mi mano contra la suya.
-No se preocupe, usted no me ha molestado... ni mucho menos interrumpido- dije, siempre recalcando lo justo y lo necesario, pero respondiendo a todas sus inquietudes.
-Mi violín al igual que mis manos, han de descansar por ahora...-
-...Retírese solo si usted lo desea, pero por mi parte la noche sobre nuestras cabezas no reclama ninguna incomodidad tras su presencia...asi como tampoco yo. -
Finalicé mientras intentaba buscar aquella mirada desviada, que no quería apartarse del momento y lugar. Tomé suavemente el rostro de la mujer, posando mi dedo sobre su mentón y sus ojos avergonzados encontraron regocijo en los míos.
-Venga... ¿Desea que le presente a mi adorado querubín Jeremy?- dije mirando de reojo el estuche de mi violín, aguardando a su respuesta, mientras que en mi cabeza rondaba el porqué solo "alguna vez", aquella alma se envolvió en el arte y luego lo abandonó...
Aproveché de presenciar con un poco más de intensa atención a la mujer, quien realmente intentaba ser menos de lo grandiosa que podría llegar a ser, su autoestima era incierta, pero presentía el sufrir de un infierno caído sobre ella, sentía el dolor y el pésame de una memoria sobre un hombre, incrustada en la piel y en el alma. Aquella misma memoria, que yo padecía con respecto a una mujer irremplazable en mi muerta vida eterna... la guerrera de una gran batalla contra el amor y la angustia, que yo le había causado, al igual que silenciosamente ella me había causado en lo más hondo de mis entrañas.
Mis recuerdos iban y venían, como la brisa rozando mi cara en aquel bosque, el aroma y textura aterciopelada de una lágrima anteriormente decayente desde mi rostro.
Mi suspiro aprisionado en el mismo puño de mi alma, que hacía fuerza contra él hasta llegar a la asfixia...
Dime flor marchita... ¿Por qué has de permanecer tan hermosa, si ya estás muerta?.. -preguntaba a mi mismo con respecto a aquella dama frente a mis pálidos ojos exhaustos-
Aún permanecía quieto ante su presencia, esperando a que me dijese algo con respecto a Jeremy, pero la distracción de mis pensamientos se centraba en volver a sentarme bajo aquel árbol, con aquella flor de mujer entre mis brazos.
Pero.. sin duda, no podía... el límite de aquel escaso tiempo de conocerle, nos separaba. Una mujer completamente nueva para mi, no le conocía en absoluto, más que en mi propia y vana poesía. No podía llegar a tal punto de confianza con ella.
-No se retire, no es necesario- finalicé mirando a la mujer con temple serio, pero cordial.
Mikelangelo Van Dort- Vampiro/Realeza
- Mensajes : 1498
Fecha de inscripción : 27/09/2012
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Re: Solitude [Privado]
Tantas cosas habían acontecido al finalizar mis últimas palabras, una sonrisa insistía neciamente en asomarse, pero era mi mano quién terminaba siendo el cobijo de mis labios que acariciaba con ímpetu curioso y extraño, sentía tan indiferente esa expresión en mi rostro, que me causo cierto malestar y pena el mostrar a aquel buen hombre, un gesto que fue despreciado por muchos y destruido por miles de otros.
Pero... ¿a qué se debía mi vergüenza?, quizás temía que hubiese malentendidos, podría enfadarse ante mi reacción por su inigualable costumbre de nombrar un simple instrumento, más sin embargo ¿Porque debe preocuparme perder el contacto con ese ser, cuyos ojos y voz cansados y fatigados, acaba de oir y contemplar?, la única respuesta razonable me llevo a suponer que todo este sentir se trataba por la empatía instantánea que el hombre había causado, era como si me estuviese viendo años atrás, con un reflejo vivo en los cristales que formaban el enorme espejo del pasado.
-¿Si todo esto era simplemente un sueño?- pensé sorpresivamente -Puede que esté en la casa del cazador, en el lecho de esa oscura y fría habitación- detuve mis ideas, no quería parecer descortés y desatender las palabras de él, de Mikelangelo -Es mejor que me deje llevar por el momento- concluí, la idea rondo unos escasos minutos en mi cabeza, deje de juzgar estos instantes como perfectos y placenteros, deje de creer que ese ser que tenía al frente mío esperando por una respuesta, una palabra o una acción mía era producto de mi juguetona y tramposa imaginación, tan cobarde como siempre que prefería salir por la puerta falsa de la fantasía -Siempre hago lo mismo- me dije en el interior cansadamente -Amigos y mundos imaginarios- después del suspiro que se llevo aquello, contemple las estrellas, esos pequeños puntos que eran las mismas perlas del cielo, respire el aroma de la hierba húmeda y deje que el viento siguiera haciendo de mis cabellos y ropajes lo que se le viniera en gana, en su conjunto todo eso podía decirme a gritos silenciosos que esta vez no era un sueño, mucho menos una pesadilla, que me dejará guiar por el momento que podía ser el último puesto que sentía a la muerte siguiendo mi rastro, las cuencas de sus ojos fijas en mi, podía oir su voz contando los minutos, y de vez en cuando retornando la vista a su mano marchita y sin esencia donde sostenía una pequeña vela cuya llama, la llama de mi vida poco a poco se extinguía.
Era tan terriblemente angustiosa aquella sensación, pero al fijar la mirada al violín reposando en aquel tronco del frondoso árbol, decidí olvidarme de aquello y dar paso a lo desconocido, que por obvias razones se veía a la distancia como uno de mis escasos bellos momentos.
-Un placer será entonces hacerle un poco de compañía- finalmente palabras salieron de mi boca, la mirada volvía cruzarse con la suya, mi tono de voz no correspondía al suyo, el que poseía era fingidamente un poco más alegre, mientras el suyo pese amable, resultaba formal -La soledad no siempre es la mejor compañera, aunque lo lamentable de nuestra naturaleza es que así lo sea- un suspiro escapo, largo y profundo como lo fue mi vida al lado de ese sentimiento nefasto e indeseable -Quizás por eso venía a caminar, antes acostumbraba salir y conocer, llenar esos pequeños vacios, esos huecos que carcomen lo que resta de alma, una voz ajena, una presencia distinta de vez en cuando puede marcar una diferencia entre el ayer y el hoy- no sabía si él podía comprender lo que quería expresar, simplemente dejaba fluir las palabras que desde hace meses permanecen presas de mi temor -El que se aísla siempre se destruye- concluí.
-Así que se llama Jeremy- cambie abruptamente de tema, podría darse el caso que el tuviese curiosidad y todavía no estaba lista para las cuestiones que plantearía respecto a mis palabras -Debe querer...- interrumpí mis palabras -Más bien usted debe amar su instrumento para bautizarle, debo confesarle que es la primera vez que veo algo como esto- sonreí, esta vez sin llevar mi mano a la boca -Una costumbre muy hermosa a decir verdad, a mi jamás se hubiera ocurrido ponerle nombre a mi voz, ojalá tuviese más tiempo y vida para intentarlo- estas últimas palabras se oyeron como si proviniesen de una moribunda, de alguien que agoniza lentamente -Olvide lo que dije- rectifique, o al menos intente corregir el error cometido -Será un placer conocer a su pequeño y preciado querubín- pronuncie apresuradamente, algo apenada por mis palabras anteriores, no pude hacer más que volver a sonreír, quedando a merced de Jeremy, de Mikelangelo y del propio destino.
Pero... ¿a qué se debía mi vergüenza?, quizás temía que hubiese malentendidos, podría enfadarse ante mi reacción por su inigualable costumbre de nombrar un simple instrumento, más sin embargo ¿Porque debe preocuparme perder el contacto con ese ser, cuyos ojos y voz cansados y fatigados, acaba de oir y contemplar?, la única respuesta razonable me llevo a suponer que todo este sentir se trataba por la empatía instantánea que el hombre había causado, era como si me estuviese viendo años atrás, con un reflejo vivo en los cristales que formaban el enorme espejo del pasado.
-¿Si todo esto era simplemente un sueño?- pensé sorpresivamente -Puede que esté en la casa del cazador, en el lecho de esa oscura y fría habitación- detuve mis ideas, no quería parecer descortés y desatender las palabras de él, de Mikelangelo -Es mejor que me deje llevar por el momento- concluí, la idea rondo unos escasos minutos en mi cabeza, deje de juzgar estos instantes como perfectos y placenteros, deje de creer que ese ser que tenía al frente mío esperando por una respuesta, una palabra o una acción mía era producto de mi juguetona y tramposa imaginación, tan cobarde como siempre que prefería salir por la puerta falsa de la fantasía -Siempre hago lo mismo- me dije en el interior cansadamente -Amigos y mundos imaginarios- después del suspiro que se llevo aquello, contemple las estrellas, esos pequeños puntos que eran las mismas perlas del cielo, respire el aroma de la hierba húmeda y deje que el viento siguiera haciendo de mis cabellos y ropajes lo que se le viniera en gana, en su conjunto todo eso podía decirme a gritos silenciosos que esta vez no era un sueño, mucho menos una pesadilla, que me dejará guiar por el momento que podía ser el último puesto que sentía a la muerte siguiendo mi rastro, las cuencas de sus ojos fijas en mi, podía oir su voz contando los minutos, y de vez en cuando retornando la vista a su mano marchita y sin esencia donde sostenía una pequeña vela cuya llama, la llama de mi vida poco a poco se extinguía.
Era tan terriblemente angustiosa aquella sensación, pero al fijar la mirada al violín reposando en aquel tronco del frondoso árbol, decidí olvidarme de aquello y dar paso a lo desconocido, que por obvias razones se veía a la distancia como uno de mis escasos bellos momentos.
-Un placer será entonces hacerle un poco de compañía- finalmente palabras salieron de mi boca, la mirada volvía cruzarse con la suya, mi tono de voz no correspondía al suyo, el que poseía era fingidamente un poco más alegre, mientras el suyo pese amable, resultaba formal -La soledad no siempre es la mejor compañera, aunque lo lamentable de nuestra naturaleza es que así lo sea- un suspiro escapo, largo y profundo como lo fue mi vida al lado de ese sentimiento nefasto e indeseable -Quizás por eso venía a caminar, antes acostumbraba salir y conocer, llenar esos pequeños vacios, esos huecos que carcomen lo que resta de alma, una voz ajena, una presencia distinta de vez en cuando puede marcar una diferencia entre el ayer y el hoy- no sabía si él podía comprender lo que quería expresar, simplemente dejaba fluir las palabras que desde hace meses permanecen presas de mi temor -El que se aísla siempre se destruye- concluí.
-Así que se llama Jeremy- cambie abruptamente de tema, podría darse el caso que el tuviese curiosidad y todavía no estaba lista para las cuestiones que plantearía respecto a mis palabras -Debe querer...- interrumpí mis palabras -Más bien usted debe amar su instrumento para bautizarle, debo confesarle que es la primera vez que veo algo como esto- sonreí, esta vez sin llevar mi mano a la boca -Una costumbre muy hermosa a decir verdad, a mi jamás se hubiera ocurrido ponerle nombre a mi voz, ojalá tuviese más tiempo y vida para intentarlo- estas últimas palabras se oyeron como si proviniesen de una moribunda, de alguien que agoniza lentamente -Olvide lo que dije- rectifique, o al menos intente corregir el error cometido -Será un placer conocer a su pequeño y preciado querubín- pronuncie apresuradamente, algo apenada por mis palabras anteriores, no pude hacer más que volver a sonreír, quedando a merced de Jeremy, de Mikelangelo y del propio destino.
Montserrat Vasari- Vampiro Clase Media
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Fecha de inscripción : 15/06/2011
Localización : En cualquier lugar donde viva el arte parisino
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