La Bailarina con piel de lobo

Aitzier, despertó en mitad del bosque, semi cubierta de nieve y hojas muertas. El sol ya se encontraba en mitad  del cielo, se sintió pegajosa, sucia, con frio pero no le molestaba. El cabello se le adhería al cuello, el rostro y a sus pechos. Se trató de incorporar con suma dificultad, estaba realmente cansada. Cuando logró enfocar su vista en sus manos, al querer sacarse los mechones de cabello, éstas temblaron. Una mueca de terror se marcó en su  delicado rostro, el grito angustiante y de genuino espanto salió del fondo de su garganta. Los pájaros que se escondían en el follaje volaron asustados.

La joven, corría descalza por el bosque, arañándose con las ramas bajas, lastimándose una y otra vez. Detuvo  su andar al ver mas abajo un lago, no se veía ni una sola persona, era una zona que parecía deshabitada. Tomó con sus dos manos la falda de su vestido desgarrado, del cual solo quedaban algunos jirones, la parte superior de éste, se encontraba totalmente rasgada y destruida. Sus pechos habían quedado expuestos, cubiertos de sangre, como sus cabellos. El rostro de la joven, los labios  y sus mejillas, estaban teñidos de aquel liquido vital como si ella hubiera sido parte de un festín infernal.

Sus lagrimas resbalaban  por las sucias mejillas, aunque intentaba entender que había pasado, un muro en su mente no le permitía recordar. Frenó abruptamente su carrera al llegar al borde de una elevación abajo a mas de tres metros, el agua, un espejo que reflejaba el celeste del cielo. Dudó, tomo valor y se dejó caer, hundiéndose hasta el fondo del lago de donde resurgió buscando el oxigeno que necesitaban sus pulmones. Se mantuvo a flote mientras con sus manos restregaba su piel para sacarse los rastros de sangre, era obvio que ésta no le  pertenecían, - Dios de los santos, que me ha pasado – sollozó mientras se sumergía nuevamente, hasta que la falta de oxigeno hacía arder sus pulmones, volvió a salir a la superficie, buscaba la forma de romper esa barrera que no le permitía recordar.

Cuando estuvo totalmente limpia y desnuda, intentó salir del lago, pero se dio cuenta que ya no estaba sola,  a una distancia bastante alejada, un grupo de jóvenes la contemplaban. Tres jovencitas y dos señoras mayores, le hacían gestos y gritaban asustadas tratando de encontrar la solución para ayudarla a salir de aquel aprieto. No supo si acercarse, temía que preguntaran demasiado, ¿que les podía decir, si ella no lo sabía? Una de las jóvenes, la que parecía mas aguerrida,  se acercando en un pequeño bote, Astzier, temerosa, se alejó aun mas, - no, espera – le dijo la muchacha, - te vimos saltar, estas herida, deja que te ayudemos – La licantropo lo pensó unos segundos antes comprobar que no tendría otra salida mejor. Aceptó la insistente invitación de Gemma, la jovencita que pronto estiró sus manos para aferrarla, haciendo que el bote tambaleara peligrosamente.

Aitzier, dentro del bote pudo contemplar el estupor de la muchacha al descubrirla totalmente desnuda la pequeña no podía  dejar de contemplar el esbelto cuerpo. Gemma, cerró su boca tragando saliva y bajando la mirada totalmente sonrojada. le tendió  una capa para que se cubriera,  comenzando a remar, lenta,  pero de forma segura hasta donde las demás se encontraban.

No fue necesario que ella dijera una palabra, dieron por sentado que era la única sobreviviente de una tragedia que ya recorría en voces por las calles de París. El carruaje de un noble, había sido atacado por lobos, el cochero y su acompañante fueron encontrados, degollados a mordiscos,   a pocos metros del vehículo.  Trozos de tela que correspondían a un traje femenino se encontraron dentro del carruaje empapados de sangre. La noticia sería la novedad de todos los periódicos de la ciudad al día siguiente. Viendo en el estado  de abandono en  que se encontraba la joven rescatada,  decidieron llevársela a su hogar, una academia de danza, donde señoritas de clase media y algunas de clase alta estudiaban y trabajaban en el teatro de París.

El edificio  en donde vivían era una antigua mansión, seguramente vendíada al pasar sus dueños por la guillotina. En ella ahora vivian al rededor de diez bailarinas dos actrices y las maestras de la academia la Señora Potter y la Señorita Tompson. Aitzier, contempló el edificio le pareció hermoso, aunque recordaba apenas que ella alguna vez había vivido en uno mucho mas grande en mitad de una arboleda. Suspiró fatigada, - ya llegamos, ahora te daras un baño y usarás la misma habitación de Gemma hasta que decidamos a donde vivirás –  ella sintió con su cabeza a las palabras de la señora Potter. Bajaron del carruaje y las primeras en descender fueron sus nuevas compañeras que estaban totalmente eufóricas. La tironeaban de sus brazos para llegar lo antes posible al  cuarto de  la pequeña rubia llamada Gemma. Las dos maestras caminaban en silencio observándola con disimulo susurrando entre ellas cual sería las acciones mas acertadas a seguir, - debemos informar a  las autoridades, para que intenten encontrar a sus parientes, se nota que es una joven de clase – caviló una de las mujeres, - si, pero, primero intentemos averiguar mas nosotras mismas, no la asustemos... tal vez huye de algo – las dos cruzaron sus miradas, pues ambas ocultaban sus secretos, una era bruja y la otra cambiaformas, - la has olido ¿verdad? - dijo preocupada Potter – si, es una lycan – pero creo que ni ella sabe todavía,  - si lo se, me parece que anoche debe haber sido su primera luna – ambas asintieron y rápidamente se perdieron en el interior del edificio.

Una semana después, cuando Aitzier comenzaba a sentirse parte del grupo, la Señora Tompson le había entregado las llaves de la ultima habitación disponible, la mas apartada de todas. Un piso mas arriba  de todas las demás habitaciones de sus compañeras de teatro. El ático,  era en verdad el cuarto mas amplio,  ya que aunque estaba dividido por tabiques tenía las dimensiones de todo el edificio, Astzier tenía un verdadero tesoro como vivienda. Ninguna de las jóvenes la había querido porque era costumbre  de la época que ese sitio fuera ocupado por la servidumbre. Pero allí los sirvientes trabajaban hasta las nueve de la noche y se retiraban apresurados. Ademas ellas trabajaban en la noche, ya que eran parte de los estrenos y las diferentes puestas en escenas del teatro. Asía que el gran hallazgo de la vasca había sido antes un simple trastero.

Abrió con su nueva llave, sorprendiéndose de todas las cosas que albergaba ese lugar, ropajes, pelucas, trajes de diferentes obras teatrales,  muebles pasados de moda y una elegante cama de dosel dorado. Sonrió pensando en que dormiría en ese lecho pensando en alguno de los cuento de los hermanos Grinn. Se arremangó las manos, había traído todo lo necesario para hacer una limpieza a fondo. Se pasó toda la mañana limpiando, se sentía feliz, cantaba en su lengua materna y mas de una vez se probaba los vestidos que iba encontrando, separando los que le parecían que retocándolos podría utilizarlos. Todo el edificio dormía, la noche anterior habían estrenado una nueva obra y el festejo recién terminaba. Cuando concluyó,  el lugar había quedado irreconocible. Una bañera con patas de león doradas, había sido acomodada cerca de una de las pequeñas ventanas, desde donde nadie podría espiarla  bañándose y  ella podría oír a el cantar de los pajaritos al amanecer.

Luego de estrenar la bañera y  colocándose uno de los pocos vestidos que adquirió con su primer sueldo como aprendiz de bailarina, decidió bajar las escaleras. El día se le había escapado de las manos y ya estaban tocando las cinco de la tarde en el gran reloj de pie del comedor. Las compañeras de la academia ya estaban listas para partir al teatro, - Vamos Aitzier, no te detengas – la reprendió una de las bailarinas, - dejala que se alimente y luego irá conmigo – dijo la señora Potter,- tenemos que hablar, señorita... Donizetti – dijo con tono serio y mirándola a los ojos.