Alastair P. Cranford

 
 

DATOS BÁSICOS

DESCRIPCIÓN PSICOLÓGICA

Alastair es, ante todo, inglés, o lo que es lo mismo, un hombre con modales. No suele perder los estribos y suele ser paciente, siempre mostrándose cortés y disculpándose hasta por el hecho de casi rozar a alguien al andar. No es que no tenga una opinión propia, pero, como debe ser, se la guarda para sí. Algunos lo llamarían hipocresía; en el mundo en el que él creció se denomina ser correcto.

Sin embargo, bajo toda esa pulcra fachada, se esconde un muchacho que no acaba de ser hombre. El verdadero Alastair es alguien herido por la muerte de su madre y el cual guarda un serio rencor hacia los vampiros, a los cuales se ha planteado combatir en más de una ocasión. Si no lo ha hecho es porque, ¿para qué vamos a engañarnos?, no está preparado para ser un cazador. Sabe luchar, es organizado, pero siente que le falta algo como para poder dedicarse a ello. Por otro lado, tampoco ha encontrado ninguna organización que se dedique a dicha empresa y a la que poder contribuir.

Tiene amplios conocimientos para alguien de su época, aunque no son mucho más extensos de lo que cabe esperar de alguien de su posición. Puede leer y hablar, además de inglés, francés y latín, conoce los clásicos de la literatura y sabe tocar el piano con cierta soltura. Además, tiene conocimientos sobre economía y sobre la industria que dirige su familia, como es lógico. En cuanto a la lucha, sabe esgrima y puede manejar espadas, así como ha practicado con armas de fuego, por lo que tiene cierta puntería al emplearlas.

No tiene ni ha tenido nunca pareja. Esto es debido a su homosexualidad, la cual no es capaz de aceptar fácilmente, por lo que evita pensar en ella. Eso incluye, además, cualquier pensamiento acerca de formar una familia, pues para ello tendría que buscar una razón por la que no se siente atraído sexualmente por las mujeres y, obviamente, es el tema que pretende ignorar.

HISTORIA

Alastair Perseus Cranford nació hace veintiún años en la residencia que tenía su familia en el barrio de Mayfair, Londres. Su padre descendía de una casta que hacía siglos se había dedicado al pastoreo de ovejas en Stockport, cerca de Manchester, pero la cual, con el paso de los años y con ayuda de la diosa Fortuna, logró crecer en influencia, especialmente con los avances del siglo pasado al presente en esta historia. Rupert Cranford sería el heredero de la compañía textil que habían creado mientras que su hermano Gareth recibiría los fondos necesarios para comenzar la suya propia, dedicada ésta a la investigación y producción de químicos. Su madre era Corinne Roussel, una parisina, hija de los propietarios de una pequeña fábrica del mismo ámbito de la cual se había enamorado Rupert y con la cual, contra el pronóstico de todos y los deseos de sus padres, se había casado.

Como burgués acomodado, Alastair creció sin problemas ni preocupaciones, salvo los de aprender los conocimientos en los que sus profesores particulares le instruían. Tenía una hermana mayor, Sophie, y dos menores, Clarence y Lucy, con los cuales pasaba gran parte de su tiempo, como era de esperar. Durante sus primeros años era normal que todos fueran juntos a la villa que tenían en Stockport varias semanas en verano, costumbre que se repitió hasta la tragedia que sufrió la familia. Cuando Alastair contaba con doce años, se despertó alarmado por un grito procedente de algún rincón de la casa. Alarmado, corrió a la habitación de sus padres, tan sólo para acabar encontrándose a una mujer ensañándose en el cuello de su madre, la cual le miró horrorizada justo antes de caer inerte en los brazos de la extraña. En la pared se encontraba otro hombre, sujetando firmemente a su padre para evitar que interviniese. A continuación, desaparecieron por la ventana con una advertencia: “Paga tu deuda o los siguientes serán ellos”. Alastair se hallaba conmocionado y tras correr hacia su madre para encontrarla obviamente muerta, se abrazó a su padre, el cual le explicó lo que eran aquellos seres y el compromiso que había contraído con ellos y que aún no había saldado. Desde ese momento, el joven risueño cambiaría y siempre guardaría un cierto rencor hacia Rupert.

De pronto, a Alastair comenzaron a interesarle los temas esotéricos a la par que comenzó a ejercitar su cuerpo, sin olvidar nunca la amenaza que escuchase de los vampiros. Trató de volverse desapegado y aunque el fondo de él no cambiase en demasía, sobre la clara superficie de sinceridad que antes mostraba se creó una coraza que evitaba que fuese tan vulnerable.

Como ya se ha sugerido, la relación entre padre y primogénito no era de las mejores. A parte de la culpa que Rupert pudiera tener en la muerte de su madre, éste no veía con buenos ojos el carácter de su hijo, el cual no entendía como bueno para los negocios; y, claramente, las directrices del progenitor no hacían demasiado efecto en el vástago, el cual parecía descarriarse lentamente. Además, hay que añadir su nulo interés por contraer matrimonio o, siquiera, por cualquier fémina, lo cual comenzaba a preocuparle. Para intentar resolver estos problemas, envió a su hijo con sus abuelos para ver si éstos conseguían cambiar su personalidad y volverle un hombre de provecho.

DATOS EXTRA

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