AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Gimme danger [PRIVADO]
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Gimme danger [PRIVADO]
Eran los siempre divertidos y extremados años 70. En aquellos tiempos, me encontraba en Gran Bretaña, más concretamente en la sórdida ciudad de Londres. Aquella noche, una de otras tantas en mi aburrida y monótona vida como simple camarera de un restaurante nocturno de carretera, decidí escaquearme de Rob con la excusa de fumar en el patio trasero de local. En realidad, sólo buscaba una vía de escape y sosiego, puesto que un pellizco más en mis nalgas y aquella noche cerraríamos el restaurante con nueva decoración sangrienta en sus paredes.
Encendí el cigarrillo y aspiré la primera calada, sintiendo cómo el humo bajaba por mi garganta antes de ser expulsado con lentitud por mi boca, relamiéndome tras ello, sin percatarme siquiera de cuando había cerrado mis ojos. Al abrirlos de nuevo, me llamó la atención el parpadeante rótulo anaranjado de un pub cuya flecha indicaba la dirección que se debía seguir por aquella desértica carretera interurbana para llegar hasta dicho punto. Sólo estaba a 500 metros tomando la siguiente salida hacia la ciudad de la niebla, así que pensé, ¿por qué no?
Me desaté el nudo de mi absurdo delantal rosa -más largo que la propia faldita, cabe añadir- y lo dejé caer a mis pies, apagando el cigarro con la punta de mi tacón de aguja contra el rocoso suelo. Me asomé por una esquina del muro y me aseguré de que Rob no esperaba mi regreso aún. Después, simplemente eché a correr hacia el pub Pussy, un nombre que parecía decirlo todo.
El local de alterne se situaba en un suburbio de la gran ciudad, cerca de un descampado donde se alojaban unos gitanos en chabolas y próximo a la carretero que comunicaba con el restaurante de Rob. Alrededor, no vi nada extraño, sólo un puñado de jóvenes ebrios que cantaban sobre el capó de un coche verde caqui horrible, una pareja teniendo sexo en una esquina del pub mientras otros discutían a gritos muy cerca del bosque. Cuidando de no pisar los cristales de las múltiples botellas rotas que se hallaban desperdigadas en las inmediaciones, entré en el bar y pronto me envolví en aquél entorno psicodélico compuesto por un ambiente cargado de humo y olor a hierba y alcohol, los mismos productos que la juventud ahí congregada consumía a mares, contemplándoles yo como si se trataran de una pandilla de zombies que se movían solamente al ritmo de la famosa canción de Gimme Danger, versionada ahora por un joven de cabellos cobrizos y enfundado en un extravagante traje futurista de color azul eléctrico y cubierto de plumas y lentejuelas que desentonaban con el estampado de leopardo de sus estrechos pantalones y con las botas de plataforma que tanto me recordaban a las de las travestis de Nueva York. No obstante, bajo su gruesa capa de maquillaje y purpurina, algo en él me pareció familiar y reconocible. Pero entonces...
¡Una redada!
La puerta se abrió con brutalidad y unos tipos de negro con gafas de sol entraron armados hasta los dientes. Pronto, la música cesó, la gente se miró desconcertada y el local enmudeció hasta que, de no sé dónde, una bolsita azul de terciopelo se acomodó en mi escote ante mi estupefacta mirada. Al tomarla entre mis dedos y alzar la vista para descubrir quién me había lanzado aquél objeto, me percaté de que todos aquellos mafiosos me apuntaban con sus pistolas, tendiendo su mano uno de ellos hacia mí. Por lo visto, aquél sarao se había originado por aquella bolsita. Con lo sencillo que habría sido entregársela sin más... ¿por qué diablos empecé a correr bajo la lluvia de balas?
Y ahí estaba ahora, subida en lo alto de un frondoso sauce ubicado junto a un riachuelo que bajaba caudaloso de las colinas. Desenvolví aquella bolsita y ahogue un grito al contemplar el objeto que tanto revuelo había causado. Ni más ni menos que un refulgente anillo de oro blanco y pequeñas incrustaciones de diamantes que recreaban la figura femenina de una sirena que sujetaba sobre su espalda un gran zafiro ovalado. Era, sinceramente, la pieza de joyería más hermosa que había visto jamás...
¡Crack!
- ¿Quién anda ahí?- inquirí a la defensiva, guardándome el anillo en la bolsa y escondiéndola en mi escote.
Encendí el cigarrillo y aspiré la primera calada, sintiendo cómo el humo bajaba por mi garganta antes de ser expulsado con lentitud por mi boca, relamiéndome tras ello, sin percatarme siquiera de cuando había cerrado mis ojos. Al abrirlos de nuevo, me llamó la atención el parpadeante rótulo anaranjado de un pub cuya flecha indicaba la dirección que se debía seguir por aquella desértica carretera interurbana para llegar hasta dicho punto. Sólo estaba a 500 metros tomando la siguiente salida hacia la ciudad de la niebla, así que pensé, ¿por qué no?
Me desaté el nudo de mi absurdo delantal rosa -más largo que la propia faldita, cabe añadir- y lo dejé caer a mis pies, apagando el cigarro con la punta de mi tacón de aguja contra el rocoso suelo. Me asomé por una esquina del muro y me aseguré de que Rob no esperaba mi regreso aún. Después, simplemente eché a correr hacia el pub Pussy, un nombre que parecía decirlo todo.
El local de alterne se situaba en un suburbio de la gran ciudad, cerca de un descampado donde se alojaban unos gitanos en chabolas y próximo a la carretero que comunicaba con el restaurante de Rob. Alrededor, no vi nada extraño, sólo un puñado de jóvenes ebrios que cantaban sobre el capó de un coche verde caqui horrible, una pareja teniendo sexo en una esquina del pub mientras otros discutían a gritos muy cerca del bosque. Cuidando de no pisar los cristales de las múltiples botellas rotas que se hallaban desperdigadas en las inmediaciones, entré en el bar y pronto me envolví en aquél entorno psicodélico compuesto por un ambiente cargado de humo y olor a hierba y alcohol, los mismos productos que la juventud ahí congregada consumía a mares, contemplándoles yo como si se trataran de una pandilla de zombies que se movían solamente al ritmo de la famosa canción de Gimme Danger, versionada ahora por un joven de cabellos cobrizos y enfundado en un extravagante traje futurista de color azul eléctrico y cubierto de plumas y lentejuelas que desentonaban con el estampado de leopardo de sus estrechos pantalones y con las botas de plataforma que tanto me recordaban a las de las travestis de Nueva York. No obstante, bajo su gruesa capa de maquillaje y purpurina, algo en él me pareció familiar y reconocible. Pero entonces...
¡Una redada!
La puerta se abrió con brutalidad y unos tipos de negro con gafas de sol entraron armados hasta los dientes. Pronto, la música cesó, la gente se miró desconcertada y el local enmudeció hasta que, de no sé dónde, una bolsita azul de terciopelo se acomodó en mi escote ante mi estupefacta mirada. Al tomarla entre mis dedos y alzar la vista para descubrir quién me había lanzado aquél objeto, me percaté de que todos aquellos mafiosos me apuntaban con sus pistolas, tendiendo su mano uno de ellos hacia mí. Por lo visto, aquél sarao se había originado por aquella bolsita. Con lo sencillo que habría sido entregársela sin más... ¿por qué diablos empecé a correr bajo la lluvia de balas?
Y ahí estaba ahora, subida en lo alto de un frondoso sauce ubicado junto a un riachuelo que bajaba caudaloso de las colinas. Desenvolví aquella bolsita y ahogue un grito al contemplar el objeto que tanto revuelo había causado. Ni más ni menos que un refulgente anillo de oro blanco y pequeñas incrustaciones de diamantes que recreaban la figura femenina de una sirena que sujetaba sobre su espalda un gran zafiro ovalado. Era, sinceramente, la pieza de joyería más hermosa que había visto jamás...
- anillo:
¡Crack!
- ¿Quién anda ahí?- inquirí a la defensiva, guardándome el anillo en la bolsa y escondiéndola en mi escote.
Eyra Erikdóttir- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 388
Fecha de inscripción : 01/07/2011
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Re: Gimme danger [PRIVADO]
Londres…Oh Londres, tan bohemio, tan alternativo, tan gris, tan lleno de neblina.
Simplemente fascinante.
Eran unos tiempos de locos, era una ciudad de locos, era ya un mundo de locos, y yo intentaba seguir la pauta para poder mezclarme y pasar desapercibido. Después de todo, mi mundo y mi sociedad se habían extinguido hacia ya casi nueve siglos. Era reciclarse o morir, pero, ¡no me malinterprete usted, que me lee! reciclarse en cuanto a indumentaria, en cuanto a movimientos de la época , o en cuanto a estilos de vida. El resto seguía siendo lo mismo, ¿Qué quien era yo?
Ahora mismo, un muy conseguido y logrado cantante grunge de voz desgarrada que intentaba sobrevivir en ese mundo de fama y caos que era el entorno artístico.
Obviamente, esto no era más que un simple espectáculo…que había comenzado hacia aproximadamente un mes.
París, Castillo Délvheen.
“Y entonces, el desliñado hombre, junto a su guitarra eléctrica, entró…
Entró
Entró
Entró…”
Demonios.
La inspiración se había ido a cenar con mis musas, se habían tomado unas cuantas copas, se habían ido de fiesta, luego a casa de la inspiración y habían montado una pedazo de fiesta a la que no había sido invitado.
Y ahí estaba yo. “El serio, respetable y educado barón”, se mantenía sentado en una postura horrosa con la frente pegada a la mesa del despacho mientras las hojas se desparramaban por el escritorio. Un momento de plena crisis artística.
Maldita inspiración…Me las pagaras cuando vuelvas, porque te explotare.
Mis problemas aquel dia, se reducían, a que intentaba crear la acción de mi novela actual y me encontraba estancado y sin saber como continuar. Tan solo llevaba noventa y cinco paginas, y necesitaba el argumento principal o mi novela seria un fracaso.
Levante mi cabeza del escritorio y me acomode en el asiento, posando los pies sobre los mismos papeles desordenados de la mesa. Pensando, en como es que hacia antaño, ¿ Como encontraba la atmosfera correspondiente?...Aquello me habia dejado pensativo, porque , normalmente escribía sobre cosas que conocía, que me habían pasado, o sobre gente que se cruzaba por mi camino, buscando y moviéndome a los lugares específicos que quería relatar…Pero claro, en aquel momento, ¿como hacer?
Habian pasado varias horas, hasta que al fin una idea decente iluminó mi mi cabeza, y es que, ¡era tan sencillo que no sabia como no se me habia ocurrido antes!. Antaño iba a los lugares que quería describir para hacerlo debidamente. Asi que ahora, ¿Porque no ir al lugar y ponerme en el papel de mi personaje, haciendo lo que el haría? Con un poco de suerte, saldrían aun mas recovecos a una ya enrevesada trama y seria mas creible si podia describir cosas viviendolas en primera persona ¿no?.
Dicho y hecho, aquel mismo dia, había contactado con antiguos hombres de la mafia, muchos de ellos inmersos en asuntos de este mundo toxico de farándula que quería relatar, para después de charlar con un representante, informarme de todos los pasos que tendría que dar un artista hasta hacerse conocido –cosas como lugares y antros que debía frecuentar- , y luego con uno de mis agentes literarios, quien me habia dado los mapas y el modo de contactar con ciertos individuos fraudulentos.
Y asi, con una sonrisa de oreja a oreja, cual niño a punto de conseguir una pirulta, habia hecho mi maleta, -basicamente cargada con material de escritura. Pues debería cambiar mi atuendo por completo - y habia partido a donde se estaba desarrollando mi trama.
Aun recordaba la cara de mi editora cuando le habia dicho que me ausentaría por mi libro, para convertirme en un pervertido y obsceno cantante grunge…
Movi mi melena salvajemente antes alzar el puño hacia adelante incitando a esa juventud a que coreara conmigo, mientras ellos entre gritos y desmadre me seguían en tan alocada sintonía. Hasta que un balazo paso rozandome la oreja. Me movi hacia un lado, casi a zancadas y resbalones. Pues alguien había derramado parte de su bebida sobre el suelo,que junto a mis altísimos zapatos de plataforma me hicieron lanzarme contra el publico…¡Pero por accidente!
Las manos me sustuvieron unos instantes,y luego ya definitivamente me abrace contra el resbaladiso suelo. Los balazos continuaron y yo me rei. ¡malditos mafiosos, si que habían tardado! Habia sido yo quien colándome en una de sus reuniones habia robado un pequeño saquito que parecía interesarles para algo. No me habia tomado molestia en saber nada del asunto en cuestión, solo me las habia ingeniado para que supieran que quien lo habia robado estaría en aquel antro esa noche. Se lo habia pasado a una camarera, y le habia dicho que se lo pasara a alguno de los barman para que llegara a manos de un tal Roy, que en cuestión no existía, pero que me aseguraba que el saquito fuera pasando de mano a mano.
¿Para que hacer todo eso? Para ver como intervendrían unos mafiosos en la vida de un simple cantante por supuesto! y para intentar averiguar hasta que punto estaban ellos metidos en todos los ámbitos de la farándula actual y también porque, aunque sonara arriesgado y ridículo. Me estaba divirtiendo un montón.
Comencé a desplazarme de rodillas por el sucio suelo del antro, hasta que que llegue hasta detrás de un gran altavoz. Me senté como si realmente no estuviera pasando nada, mientras el alboroto se desarrollaba a mi lado. Saque mi reloj de bolsillo, se habia roto, pero las manecillas aun indicaban la hora. Gire mi cabeza hacia un lado para mirar por el borde del altavoz como las pistolas se dirigían a una chica de melena negra. Me preguntaba cuanto tiempo tardaría en venir la policía, les había llamado a ellos tambien antes de la actuación, cual infiltrado.
Pero entonces, cuando la joven comenzó a correr, arquee una ceja. ¿No habría sido mas fácil darles aquello a los mafiosos? Arquee una ceja y sonreí casi perversamente. ¿Y si ayudaba a la chica a ocultarlo? ¿O se lo robaba? Los mafiosos nos seguirían y eso aumentaría la cantidad de información y trama para mi historia. Claro, que involucrar a la chica, no estaría bien… Asi que tendría que hacer algo para no comprometerla. O sino, pagarle luego por algo asi como “los daños y prejuicios realizados”… Ya me lo pensaría, me dije a mi mismo, mientras me ponía rápidamente en pie para salir por la salida trasera del antro. Subiendome por algunos de los tubos del edificio hasta que llegue hasta el techo, pudiendo ver asi la mancha que era la chica y los hombres que se dispersaban para seguirla, comenzando a correr por encima de los tejados a la vez que yo mismo le seguía el rastro a la mujer, quien por cierto, corría como alma que lleva el diablo.
Aterrice en el suelo con mis altísimos zapatos de plataforma y comencé a seguirla por las colinas hasta que se detuvo. Segui su rastro, su aroma, caminando pues se le sentía cerca, mientras que entrecerraba los ojos. Aquel perfume me era familiar, pero no podía tratarse de lo que yo creía y me obligue a pensar que era un error de mis sentidos.
Hasta que su aroma me hizo alzar la vista con disimulo, pero mis zapatos me traicionaron haciendo crujir las ramas bajo mis pies.
Me oculte tras uno de los arboles al escuchar su voz, ella aun no me habia visto, asi que le intentaría sacar info sin que me viera aun.
¿Quien soy? Nadie con armas, tu tranquila. Eh, Eh muchacha, ¿tienes el saquito aun? Vamos, baja a charlar conmigo y compartiré contigo mi farp…mi ferm..
Frunci el ceño y chasquee los dedos sin hacerlos sonar, hasta que al final termine sacando de mi bolsillo el pequeño “glosario de vocabulario juvenil” que a veces utilizaba para poder enterarme de la jerga de la juventud.
¡FARLOPA!
¡Compartiré contigo mi farlopa!
Con lo fácil que era simplemente decir, “compartiré contigo mis drogas”, ¿Por qué la juventud se esmeraba tanto en decir cosas tan complicadas?
Fuera como fuera, escuche movimiento, por lo que me puse alerta, ¿aceptaría la chica charlar conmigo, se habria interesado en la farlopa o terminaría siguiéndola un tramo mas?
Simplemente fascinante.
Eran unos tiempos de locos, era una ciudad de locos, era ya un mundo de locos, y yo intentaba seguir la pauta para poder mezclarme y pasar desapercibido. Después de todo, mi mundo y mi sociedad se habían extinguido hacia ya casi nueve siglos. Era reciclarse o morir, pero, ¡no me malinterprete usted, que me lee! reciclarse en cuanto a indumentaria, en cuanto a movimientos de la época , o en cuanto a estilos de vida. El resto seguía siendo lo mismo, ¿Qué quien era yo?
WOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOW
Ahora mismo, un muy conseguido y logrado cantante grunge de voz desgarrada que intentaba sobrevivir en ese mundo de fama y caos que era el entorno artístico.
Obviamente, esto no era más que un simple espectáculo…que había comenzado hacia aproximadamente un mes.
...
UN MES ATRÁS.París, Castillo Délvheen.
“Y entonces, el desliñado hombre, junto a su guitarra eléctrica, entró…
Entró
Entró
Entró…”
Demonios.
La inspiración se había ido a cenar con mis musas, se habían tomado unas cuantas copas, se habían ido de fiesta, luego a casa de la inspiración y habían montado una pedazo de fiesta a la que no había sido invitado.
Y ahí estaba yo. “El serio, respetable y educado barón”, se mantenía sentado en una postura horrosa con la frente pegada a la mesa del despacho mientras las hojas se desparramaban por el escritorio. Un momento de plena crisis artística.
Maldita inspiración…Me las pagaras cuando vuelvas, porque te explotare.
Mis problemas aquel dia, se reducían, a que intentaba crear la acción de mi novela actual y me encontraba estancado y sin saber como continuar. Tan solo llevaba noventa y cinco paginas, y necesitaba el argumento principal o mi novela seria un fracaso.
Levante mi cabeza del escritorio y me acomode en el asiento, posando los pies sobre los mismos papeles desordenados de la mesa. Pensando, en como es que hacia antaño, ¿ Como encontraba la atmosfera correspondiente?...Aquello me habia dejado pensativo, porque , normalmente escribía sobre cosas que conocía, que me habían pasado, o sobre gente que se cruzaba por mi camino, buscando y moviéndome a los lugares específicos que quería relatar…Pero claro, en aquel momento, ¿como hacer?
Habian pasado varias horas, hasta que al fin una idea decente iluminó mi mi cabeza, y es que, ¡era tan sencillo que no sabia como no se me habia ocurrido antes!. Antaño iba a los lugares que quería describir para hacerlo debidamente. Asi que ahora, ¿Porque no ir al lugar y ponerme en el papel de mi personaje, haciendo lo que el haría? Con un poco de suerte, saldrían aun mas recovecos a una ya enrevesada trama y seria mas creible si podia describir cosas viviendolas en primera persona ¿no?.
Dicho y hecho, aquel mismo dia, había contactado con antiguos hombres de la mafia, muchos de ellos inmersos en asuntos de este mundo toxico de farándula que quería relatar, para después de charlar con un representante, informarme de todos los pasos que tendría que dar un artista hasta hacerse conocido –cosas como lugares y antros que debía frecuentar- , y luego con uno de mis agentes literarios, quien me habia dado los mapas y el modo de contactar con ciertos individuos fraudulentos.
Y asi, con una sonrisa de oreja a oreja, cual niño a punto de conseguir una pirulta, habia hecho mi maleta, -basicamente cargada con material de escritura. Pues debería cambiar mi atuendo por completo - y habia partido a donde se estaba desarrollando mi trama.
Aun recordaba la cara de mi editora cuando le habia dicho que me ausentaría por mi libro, para convertirme en un pervertido y obsceno cantante grunge…
….
Movi mi melena salvajemente antes alzar el puño hacia adelante incitando a esa juventud a que coreara conmigo, mientras ellos entre gritos y desmadre me seguían en tan alocada sintonía. Hasta que un balazo paso rozandome la oreja. Me movi hacia un lado, casi a zancadas y resbalones. Pues alguien había derramado parte de su bebida sobre el suelo,que junto a mis altísimos zapatos de plataforma me hicieron lanzarme contra el publico…¡Pero por accidente!
Las manos me sustuvieron unos instantes,y luego ya definitivamente me abrace contra el resbaladiso suelo. Los balazos continuaron y yo me rei. ¡malditos mafiosos, si que habían tardado! Habia sido yo quien colándome en una de sus reuniones habia robado un pequeño saquito que parecía interesarles para algo. No me habia tomado molestia en saber nada del asunto en cuestión, solo me las habia ingeniado para que supieran que quien lo habia robado estaría en aquel antro esa noche. Se lo habia pasado a una camarera, y le habia dicho que se lo pasara a alguno de los barman para que llegara a manos de un tal Roy, que en cuestión no existía, pero que me aseguraba que el saquito fuera pasando de mano a mano.
¿Para que hacer todo eso? Para ver como intervendrían unos mafiosos en la vida de un simple cantante por supuesto! y para intentar averiguar hasta que punto estaban ellos metidos en todos los ámbitos de la farándula actual y también porque, aunque sonara arriesgado y ridículo. Me estaba divirtiendo un montón.
Comencé a desplazarme de rodillas por el sucio suelo del antro, hasta que que llegue hasta detrás de un gran altavoz. Me senté como si realmente no estuviera pasando nada, mientras el alboroto se desarrollaba a mi lado. Saque mi reloj de bolsillo, se habia roto, pero las manecillas aun indicaban la hora. Gire mi cabeza hacia un lado para mirar por el borde del altavoz como las pistolas se dirigían a una chica de melena negra. Me preguntaba cuanto tiempo tardaría en venir la policía, les había llamado a ellos tambien antes de la actuación, cual infiltrado.
Pero entonces, cuando la joven comenzó a correr, arquee una ceja. ¿No habría sido mas fácil darles aquello a los mafiosos? Arquee una ceja y sonreí casi perversamente. ¿Y si ayudaba a la chica a ocultarlo? ¿O se lo robaba? Los mafiosos nos seguirían y eso aumentaría la cantidad de información y trama para mi historia. Claro, que involucrar a la chica, no estaría bien… Asi que tendría que hacer algo para no comprometerla. O sino, pagarle luego por algo asi como “los daños y prejuicios realizados”… Ya me lo pensaría, me dije a mi mismo, mientras me ponía rápidamente en pie para salir por la salida trasera del antro. Subiendome por algunos de los tubos del edificio hasta que llegue hasta el techo, pudiendo ver asi la mancha que era la chica y los hombres que se dispersaban para seguirla, comenzando a correr por encima de los tejados a la vez que yo mismo le seguía el rastro a la mujer, quien por cierto, corría como alma que lleva el diablo.
Aterrice en el suelo con mis altísimos zapatos de plataforma y comencé a seguirla por las colinas hasta que se detuvo. Segui su rastro, su aroma, caminando pues se le sentía cerca, mientras que entrecerraba los ojos. Aquel perfume me era familiar, pero no podía tratarse de lo que yo creía y me obligue a pensar que era un error de mis sentidos.
Hasta que su aroma me hizo alzar la vista con disimulo, pero mis zapatos me traicionaron haciendo crujir las ramas bajo mis pies.
Me oculte tras uno de los arboles al escuchar su voz, ella aun no me habia visto, asi que le intentaría sacar info sin que me viera aun.
¿Quien soy? Nadie con armas, tu tranquila. Eh, Eh muchacha, ¿tienes el saquito aun? Vamos, baja a charlar conmigo y compartiré contigo mi farp…mi ferm..
Frunci el ceño y chasquee los dedos sin hacerlos sonar, hasta que al final termine sacando de mi bolsillo el pequeño “glosario de vocabulario juvenil” que a veces utilizaba para poder enterarme de la jerga de la juventud.
¡FARLOPA!
¡Compartiré contigo mi farlopa!
Con lo fácil que era simplemente decir, “compartiré contigo mis drogas”, ¿Por qué la juventud se esmeraba tanto en decir cosas tan complicadas?
Fuera como fuera, escuche movimiento, por lo que me puse alerta, ¿aceptaría la chica charlar conmigo, se habria interesado en la farlopa o terminaría siguiéndola un tramo mas?
Jerarld Délvheen- Vampiro/Realeza
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Fecha de inscripción : 14/08/2011
Edad : 794
Localización : Paseando por el techo de casa...
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Re: Gimme danger [PRIVADO]
Lo habría mirado de arriba abajo si lo hubiera tenido delante en aquél momento. ¿Quién se creía que era yo? ¿Una yonki? ¿O sería él, el yonki? ¿Quizás un camello?
- Me conformo con un cigarro y una birra. Pero invitas tú.- puntualicé, saltando hasta caer agazapada sobre una pronunciada raíz del sauce que había emergido de la tierra y ahora se contemplaba cubierta de musgo.
¡¿Qué loca pretende negociar con unos camellos?! Seguramente se trataba de uno de aquellos hombres de negro y probablemente intentaría volarme la cabeza con su absurda pistola y, sin embargo, allí estaba yo, encarándole, sin miedo alguno. ¿El motivo? Fácil. Probablemente se trataría de un humano muy desgraciado, torpe, bajo los efectos de a saber qué substancia inyectada en su cuerpo enclenque. Y lo mejor de todo: ¡él no sabía quién era yo! Ni más ni menos que una vampiresa milenaria. ¡MILENARIA! Lo cierto es que aquella noche celebraba precisamente mis mil años de vida y aunque, ciertamente, no tuviera con quién celebrar mi aniversario, aquella joya caída del cielo hasta mis senos parecía ser mi regalo perfecto, así que no pensaba entregárselo bajo ningún concepto. Ahora era mío.
- Tengo curiosidad... ¿por qué tanto escándalo por una bolsita? ¿Qué contiene? ¿Un lingote de oro?- reí, haciéndome la despistada sobre el asunto que aquél hombre aun desconocido se traía entre manos.- No tengo la bolsita, pero puedo darte información a cambio de un cigarro y una birra. Fíjate cuán generosa soy, que presto mi valioso tiempo a un extorsionador.- añadí entre dientes, sentándome en la raíz ante la larga espera que me supuso el que él no se decidiera a dar la cara.- Resulta que quién tiene la bolsita es aquél cantante estrafalario que desafinaba al intentar cantar Gimme Danger. Ya sabe, aquél pollo andante cubierto de brillantitos y zapatos de mujer, ese. ¿Sabes? Antes me preguntaba si no tendría sentido del ridículo. Pobrecillo... Luego pensé que quizás sea uno de esos niños a los que se le practicó esos experimentos con electroshocks y dejé de reírme de él.-continué, rizándome un mechón de mis cabellos mientras seguía divagando.- Que quede entre nosotros, pero por el pueblo se dice que se entiende con el cura. Sí, sí, muy fuerte...
- ¡Hey! ¡Ahí está la puta! - gritó alguien ubicado relativamente cerca de mí, removiéndose algo en aquella dirección y escuchándose las primeras carreras hacia el sauce dónde me hallaba, alzándome de la raíz y posicionándome de forma defensiva.
- Un momento... Si ellos vienen a por mí y me han estado buscando desde entonces... ¿significa eso que no estás compinchado con ellos?- balbuceé para mí misma, alzando la cabeza para encontrar al fin a mi interlocutor, a quién al fin pude distinguir entre las sombras de la noche y del follaje.- ¿Quién eres?
Por supuesto, era él: el cantante de grunge.
- Me conformo con un cigarro y una birra. Pero invitas tú.- puntualicé, saltando hasta caer agazapada sobre una pronunciada raíz del sauce que había emergido de la tierra y ahora se contemplaba cubierta de musgo.
¡¿Qué loca pretende negociar con unos camellos?! Seguramente se trataba de uno de aquellos hombres de negro y probablemente intentaría volarme la cabeza con su absurda pistola y, sin embargo, allí estaba yo, encarándole, sin miedo alguno. ¿El motivo? Fácil. Probablemente se trataría de un humano muy desgraciado, torpe, bajo los efectos de a saber qué substancia inyectada en su cuerpo enclenque. Y lo mejor de todo: ¡él no sabía quién era yo! Ni más ni menos que una vampiresa milenaria. ¡MILENARIA! Lo cierto es que aquella noche celebraba precisamente mis mil años de vida y aunque, ciertamente, no tuviera con quién celebrar mi aniversario, aquella joya caída del cielo hasta mis senos parecía ser mi regalo perfecto, así que no pensaba entregárselo bajo ningún concepto. Ahora era mío.
- Tengo curiosidad... ¿por qué tanto escándalo por una bolsita? ¿Qué contiene? ¿Un lingote de oro?- reí, haciéndome la despistada sobre el asunto que aquél hombre aun desconocido se traía entre manos.- No tengo la bolsita, pero puedo darte información a cambio de un cigarro y una birra. Fíjate cuán generosa soy, que presto mi valioso tiempo a un extorsionador.- añadí entre dientes, sentándome en la raíz ante la larga espera que me supuso el que él no se decidiera a dar la cara.- Resulta que quién tiene la bolsita es aquél cantante estrafalario que desafinaba al intentar cantar Gimme Danger. Ya sabe, aquél pollo andante cubierto de brillantitos y zapatos de mujer, ese. ¿Sabes? Antes me preguntaba si no tendría sentido del ridículo. Pobrecillo... Luego pensé que quizás sea uno de esos niños a los que se le practicó esos experimentos con electroshocks y dejé de reírme de él.-continué, rizándome un mechón de mis cabellos mientras seguía divagando.- Que quede entre nosotros, pero por el pueblo se dice que se entiende con el cura. Sí, sí, muy fuerte...
- ¡Hey! ¡Ahí está la puta! - gritó alguien ubicado relativamente cerca de mí, removiéndose algo en aquella dirección y escuchándose las primeras carreras hacia el sauce dónde me hallaba, alzándome de la raíz y posicionándome de forma defensiva.
- Un momento... Si ellos vienen a por mí y me han estado buscando desde entonces... ¿significa eso que no estás compinchado con ellos?- balbuceé para mí misma, alzando la cabeza para encontrar al fin a mi interlocutor, a quién al fin pude distinguir entre las sombras de la noche y del follaje.- ¿Quién eres?
Por supuesto, era él: el cantante de grunge.
Eyra Erikdóttir- Vampiro Clase Alta
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Re: Gimme danger [PRIVADO]
Escuche los pasos de la mujer y le sentí bajarse del árbol. Seguí su aroma para ubicar su posición mientras escuchaba atentamente. Riendo ante algunos comentarios.
¿Porque tanto escándalo? Bueno, a nadie le gusta que le roben algo, aunque sea un saquito lleno de nada ¿no? Vaya vaya Jajajaja Asi que se lo quedo el cantante, ¡que fuerte! Lo que hay que oir. Que “pollo” tan sinvergüenza. Así que ¿se entiende con el cura? Seguro que sodomiza al pobre párroco.
Empezaba a disfrutar de la charla, pese a que la mujer se estuviera riendo de mi pobre personaje.
Oh si, estoy totalmente de acuerdo con usted. Ese pobre no tiene sentido del ridículo, aunque tiene que reconocer que los zapatos son muy molones. Yo me rei bastante cuando los vi…
Pero entonces unos tres hombres se acercaron, algunos disimulando, otros mostrando sus armas abiertamente.
Chasque los dedos, ya estaban aquí, me habría gustado escuchar la divertida historia del cantante de grunge, aunque ya era cierto que me estaba aguantando las carcajadas, seguir escuchando habría sido peor.
¡Oye Oye! Indique saliendo desde atrás del árbol alzando los brazos como si quisiera recibir con un abrazo a los tres hombres recién llegados.
¿¡Como que puta!? Hombre, un respeto. Indique bajando uno de mis brazos para indicar con el otro, alzando el dedo índice como si les explicara cual profesor. Es una "señorita-de-la-noche".
Los tres no tardaron mucho en hacer una mueca de disgusto mientras sacaban sus armas ya sin disimulo para apuntarme a mí, mientras que escuchaba el susurro de las palabras de la joven.
No encanto. Yo no vengo con estos tipos, sino ¿crees que estarían apuntándome así?
Alce las manos como si me rindiera, retrocediendo hasta quedar a pocos metros de la “señorita de la noche” Oye cariño, ¿porque no les das el saquito? Que te hagan pasar un mal momento como este no valdrá para tanto la pena como para que tengas que aguantar a estos deslenguados. ¿No?
Hazle caso al mariposon este.
¿Mariposon? Mariposon será tu padre jovencito. Debo admitir que el “jovencito” se me escapó. Y es que, aquellos eran unos mocosillos al fin y al cabo para mí. Fue entonces cuando la joven volvió a susurrar, preguntándose quien era yo, no lo pude evitar…
¿Quién soy? Un cantante, quien sino voy a ser, ¿un barón? JAJAJA Gire el rostro para mirar a la joven arqueando una ceja. Pero entonces, esa mirada que me encontré me helo la sangre al entender que ella…¡ELLA!. No era mi imaginación, no era una desconocida…
Mi distracción me costó cara, pues en cuanto quise reaccionar los nudillos de uno de los mafiosos se acomodo en mi mentón. Eso fue suficiente para hacerme despertar y devolver pertinentemente lo que había recibido, solo que a quien me ataco, le destroce la mandíbula. -Ventajas de mi raza.-
Pero entonces, mientras pasaba eso, los otros dos fueron a por ella mientras yo quitaba de en medio al inconsciente, uno de ellos le tomo del brazo bruscamente y ante ese forcejeo un trozo de tela asomó por su escote. Lamentablemente, no fui el único que se percato del saquito. Las manos de los dos tipejos, se quisieron conducir hacia el escote de ella, pero mis zapatos de plataformas fueron mas rápidos que sus manos, y aterrizaron sobre sus cabezas velozmente.
Corrí descalzo hacia Eyra y le tome de la mano después de lanzarles aquella “mortal arma” a los hombres, arrastrándola conmigo. ¿Se acordaría ya, siquiera, quien era yo?
¡Oh, mujer por dios! ¿Por qué no le has dado el saquito que mas te daba a ti?
Le conduje conmigo a estirones hacia una carretera que separaba lo que era propiamente la “civilización” del resto de las colinas. Puse los brazos en jarras, dándole la espalda. Quizás, con un poco de suerte, aun podía pasar desapercibido ante su mirada. Después de todo, aun seguía disfrazado.
Eh. Jovencita. Me da que esos no serán los únicos que nos seguirán. Quédate un rato conmigo hasta que nos libremos de ellos ¿Sigue en pie lo de la cerveza? Mira que yo invito…Aunque de la escalopa de esa no tengo.
¿Porque tanto escándalo? Bueno, a nadie le gusta que le roben algo, aunque sea un saquito lleno de nada ¿no? Vaya vaya Jajajaja Asi que se lo quedo el cantante, ¡que fuerte! Lo que hay que oir. Que “pollo” tan sinvergüenza. Así que ¿se entiende con el cura? Seguro que sodomiza al pobre párroco.
Empezaba a disfrutar de la charla, pese a que la mujer se estuviera riendo de mi pobre personaje.
Oh si, estoy totalmente de acuerdo con usted. Ese pobre no tiene sentido del ridículo, aunque tiene que reconocer que los zapatos son muy molones. Yo me rei bastante cuando los vi…
Pero entonces unos tres hombres se acercaron, algunos disimulando, otros mostrando sus armas abiertamente.
Chasque los dedos, ya estaban aquí, me habría gustado escuchar la divertida historia del cantante de grunge, aunque ya era cierto que me estaba aguantando las carcajadas, seguir escuchando habría sido peor.
¡Oye Oye! Indique saliendo desde atrás del árbol alzando los brazos como si quisiera recibir con un abrazo a los tres hombres recién llegados.
¿¡Como que puta!? Hombre, un respeto. Indique bajando uno de mis brazos para indicar con el otro, alzando el dedo índice como si les explicara cual profesor. Es una "señorita-de-la-noche".
Los tres no tardaron mucho en hacer una mueca de disgusto mientras sacaban sus armas ya sin disimulo para apuntarme a mí, mientras que escuchaba el susurro de las palabras de la joven.
No encanto. Yo no vengo con estos tipos, sino ¿crees que estarían apuntándome así?
Alce las manos como si me rindiera, retrocediendo hasta quedar a pocos metros de la “señorita de la noche” Oye cariño, ¿porque no les das el saquito? Que te hagan pasar un mal momento como este no valdrá para tanto la pena como para que tengas que aguantar a estos deslenguados. ¿No?
Hazle caso al mariposon este.
¿Mariposon? Mariposon será tu padre jovencito. Debo admitir que el “jovencito” se me escapó. Y es que, aquellos eran unos mocosillos al fin y al cabo para mí. Fue entonces cuando la joven volvió a susurrar, preguntándose quien era yo, no lo pude evitar…
¿Quién soy? Un cantante, quien sino voy a ser, ¿un barón? JAJAJA Gire el rostro para mirar a la joven arqueando una ceja. Pero entonces, esa mirada que me encontré me helo la sangre al entender que ella…¡ELLA!. No era mi imaginación, no era una desconocida…
Mi distracción me costó cara, pues en cuanto quise reaccionar los nudillos de uno de los mafiosos se acomodo en mi mentón. Eso fue suficiente para hacerme despertar y devolver pertinentemente lo que había recibido, solo que a quien me ataco, le destroce la mandíbula. -Ventajas de mi raza.-
Pero entonces, mientras pasaba eso, los otros dos fueron a por ella mientras yo quitaba de en medio al inconsciente, uno de ellos le tomo del brazo bruscamente y ante ese forcejeo un trozo de tela asomó por su escote. Lamentablemente, no fui el único que se percato del saquito. Las manos de los dos tipejos, se quisieron conducir hacia el escote de ella, pero mis zapatos de plataformas fueron mas rápidos que sus manos, y aterrizaron sobre sus cabezas velozmente.
Corrí descalzo hacia Eyra y le tome de la mano después de lanzarles aquella “mortal arma” a los hombres, arrastrándola conmigo. ¿Se acordaría ya, siquiera, quien era yo?
¡Oh, mujer por dios! ¿Por qué no le has dado el saquito que mas te daba a ti?
Le conduje conmigo a estirones hacia una carretera que separaba lo que era propiamente la “civilización” del resto de las colinas. Puse los brazos en jarras, dándole la espalda. Quizás, con un poco de suerte, aun podía pasar desapercibido ante su mirada. Después de todo, aun seguía disfrazado.
Eh. Jovencita. Me da que esos no serán los únicos que nos seguirán. Quédate un rato conmigo hasta que nos libremos de ellos ¿Sigue en pie lo de la cerveza? Mira que yo invito…Aunque de la escalopa de esa no tengo.
Jerarld Délvheen- Vampiro/Realeza
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Re: Gimme danger [PRIVADO]
Fruncí el ceño ante su última propuesta, pues si bien Rob se habría percatado ya de mi ausencia, lo cierto es que tampoco deseaba encontrarme con aquellos pobres infelices. No por miedo alguno, sino por aquél cantante que ya desarmado sin sus tacones, poco tendría que hacer ante ellos.
- Sigue en pie, pero a no ser que pretendas montar una mesa sobre el asfalto de la carretera, más nos vale movilizarnos.- indiqué con sarcasmo, avanzándome ante él para conducirle hacia el restaurante de Rob en silencio, pues algo me hizo pensar en aquél misterioso cantante de grunge. No es que su voz me sonara, aunque era posible que así fuera, dado que era cantante. Quizás le había escuchado por la radio en alguna de aquellas hastiosas noches en el local. Pero no fue eso lo que me hizo sentir extraña, sino su forma de hablar: parecía sacada de un viejo libro de la época medieva. ¿Era eso posible? ¿Que fuera tan longevo como yo? Le miré de reojo cuando éste me alcanzó, descartando aquella hipótesis al verle con semejantes pintas.- Ya que seremos compañeros de trepidantes aventuras ésta noche, ¿puedo saber de qué diablos vas disfrazado?- reí, tomando la curva que nos llevaría hasta el restaurante aun abierto.- Trabajo aquí.- comenté justo antes de cruzar la puerta y escuchar cómo el ding-dong de la campana anunciaba mi llegada a Rob, cuyas facciones se relajaron al verme, dejando en una de las meses aquellos vasos que estaba retirando en una bandeja.
- ¡Al fin! ¿Dónde te habías metido, Marylin? Empezaba a preocuparme que...
No fue necesario que me preguntara directamente por aquél que me acompañaba, pues su semblante perplejo y desconfiado recorriendo de hito a hito al cantante fueron suficientes, así que aproveché su distracción para inventarme una buena excusa para evitar mi despido.
- Resulta que éste chiflado me robó el delantal mientras fumaba fuera y entre que le alcancé, forcejeé y demás, se me hizo tarde.
Rob miró los pies de mi compañero y tuve que improvisar.
- Como ves, ¡hasta perdió los zapatos!- reí, logrando que algunas risas del fondo del local se me unieran y Rob volviera su atención en mí, aunque a menudo volvía a mirar de reojo al otro, seguramente extrañado por su excéntrico atuendo.
- ¿Quieres que le de una paliza?- preguntó con rostro serio.
- ¡No! Después de la carrera nos entró sed y tras hacer las paces me invitó a un café para entrar en calor, así que le propuse que viniera aquí.
Rob carraspeó, cediendo finalmente tras un encogimiento de hombros.
- Pero no me fío de él, así que líbrate pronto. Hoy te toca cerrar, por cierto.
Asentí frenéticamente, tirando del chiquillo embadurnado de purpurina para indicarle que se sentara al fondo del restaurante, junto a la mesa de billar. Rob me siguió mientras yo me colaba tras la barra y buscaba entre cajas vacías, una de leche por estrenar.
- ¿Dónde está pues tu delantal?- Mierda. Me había pillado. ¿Qué excusa inventar entonces? Pensé en decirle que lo había dejado en el coche, pero... no tenía coche. - Porque resulta que lo encontré hace dos horas tirado en el patio trasero . ¿Me puedes explicar qué pasa aquí? ¿Quién es ese mamarracho plumero?
Alcé la cabeza por encima de la barra, viéndole inclinado hacia mí, con aspecto imponente y sin muestra alguna de intención en marcharse. Suspiré.
- Es mi primo, el retrasado.- le susurré con fingida afección.- Lamento el escándalo, pero se escapó de psiquiátrico y... tuve que hacerme cargo de la situación.
Rob pareció sorprendido ante mi historia, retrocediendo incluso con cara de sentir haber metido la pata y dudar de mí. Casi le compadecí.
- ¿Podrás... hacerlo sola?
Por un momento vacilé, dado que en realidad, no sabía quién era ese tipo sentado al trasfondo del local, mirando por encima de sus manos entrelazadas. ¿Y si aquello acababa mal? No me fiaba ni un pelo de él, pero algo me decía que no me haría daño. No mientras el anillo siguiera conmigo, al menos. O eso pensaba.
- ¿Marylin?
Su voz me sacó de aquellas cavilaciones, así que me erguí con el tetrabrik de leche en mano y un trapo húmedo en otro que ni siquiera recordaba haberlo cogido.
- Sí, sí, estaré bien. No te preocupes, ve. Arlene te estará esperando.- añadí con un guiño cómplice. Él resopló, carraspeando.
- Está bien. Nos vemos mañana, Mary. Ve con cuidado y para cualquier cosa...
- "... vivo en Abbey Road, 12, 4º 1º".Ya lo sé, no te preocupes. Todo irá bien.- interrumpí con una sonrisa radiante, contagiando a mi jefe, el cual se despidió con la mano y una furtiva mirada al cantante.
Dejé el tetrabrik sobre la barra y fui al refrigerador en busca de un par de cervezas, descorchándolas y llevándole una de ellas a la mesa 24, dónde aun permanecía el penúltimo de mis clientes, pues el viejo Stan seguía repachingado en la mesa situada frente a la barra, como siempre, la que mejor vista le daba de mí misma. Era un viejo verde sin remedio ni disimulos desde el fallecimiento reciente de su mujer.
- Después de ésta tendrás que marcharte.- comuniqué al bohemio, sentándome en su mesa y colocando mis pies en su asiento contiguo para tomar un largo sorbo de cerveza negra, mi favorita.- A mi jefe no le has dado muy buena espina.- comenté riendo.
Poco después, la campana advirtió de la marcha de Stan, por lo que el local quedó vacío excepto por mi presencia y por la del cantante. Miré el reloj que colgaba en la pared y que indicaba el vacío del número cuatro que unos días antes había caído sin causa aparente. Era hora de cerrar el local y volver a mi solitario apartamento. Un suspiro escapó de mi boca y dejé la botella ya vacía en la mesa, como si el sonido seco marcara el punto y final a la velada.
- Sigue en pie, pero a no ser que pretendas montar una mesa sobre el asfalto de la carretera, más nos vale movilizarnos.- indiqué con sarcasmo, avanzándome ante él para conducirle hacia el restaurante de Rob en silencio, pues algo me hizo pensar en aquél misterioso cantante de grunge. No es que su voz me sonara, aunque era posible que así fuera, dado que era cantante. Quizás le había escuchado por la radio en alguna de aquellas hastiosas noches en el local. Pero no fue eso lo que me hizo sentir extraña, sino su forma de hablar: parecía sacada de un viejo libro de la época medieva. ¿Era eso posible? ¿Que fuera tan longevo como yo? Le miré de reojo cuando éste me alcanzó, descartando aquella hipótesis al verle con semejantes pintas.- Ya que seremos compañeros de trepidantes aventuras ésta noche, ¿puedo saber de qué diablos vas disfrazado?- reí, tomando la curva que nos llevaría hasta el restaurante aun abierto.- Trabajo aquí.- comenté justo antes de cruzar la puerta y escuchar cómo el ding-dong de la campana anunciaba mi llegada a Rob, cuyas facciones se relajaron al verme, dejando en una de las meses aquellos vasos que estaba retirando en una bandeja.
- ¡Al fin! ¿Dónde te habías metido, Marylin? Empezaba a preocuparme que...
No fue necesario que me preguntara directamente por aquél que me acompañaba, pues su semblante perplejo y desconfiado recorriendo de hito a hito al cantante fueron suficientes, así que aproveché su distracción para inventarme una buena excusa para evitar mi despido.
- Resulta que éste chiflado me robó el delantal mientras fumaba fuera y entre que le alcancé, forcejeé y demás, se me hizo tarde.
Rob miró los pies de mi compañero y tuve que improvisar.
- Como ves, ¡hasta perdió los zapatos!- reí, logrando que algunas risas del fondo del local se me unieran y Rob volviera su atención en mí, aunque a menudo volvía a mirar de reojo al otro, seguramente extrañado por su excéntrico atuendo.
- ¿Quieres que le de una paliza?- preguntó con rostro serio.
- ¡No! Después de la carrera nos entró sed y tras hacer las paces me invitó a un café para entrar en calor, así que le propuse que viniera aquí.
Rob carraspeó, cediendo finalmente tras un encogimiento de hombros.
- Pero no me fío de él, así que líbrate pronto. Hoy te toca cerrar, por cierto.
Asentí frenéticamente, tirando del chiquillo embadurnado de purpurina para indicarle que se sentara al fondo del restaurante, junto a la mesa de billar. Rob me siguió mientras yo me colaba tras la barra y buscaba entre cajas vacías, una de leche por estrenar.
- ¿Dónde está pues tu delantal?- Mierda. Me había pillado. ¿Qué excusa inventar entonces? Pensé en decirle que lo había dejado en el coche, pero... no tenía coche. - Porque resulta que lo encontré hace dos horas tirado en el patio trasero . ¿Me puedes explicar qué pasa aquí? ¿Quién es ese mamarracho plumero?
Alcé la cabeza por encima de la barra, viéndole inclinado hacia mí, con aspecto imponente y sin muestra alguna de intención en marcharse. Suspiré.
- Es mi primo, el retrasado.- le susurré con fingida afección.- Lamento el escándalo, pero se escapó de psiquiátrico y... tuve que hacerme cargo de la situación.
Rob pareció sorprendido ante mi historia, retrocediendo incluso con cara de sentir haber metido la pata y dudar de mí. Casi le compadecí.
- ¿Podrás... hacerlo sola?
Por un momento vacilé, dado que en realidad, no sabía quién era ese tipo sentado al trasfondo del local, mirando por encima de sus manos entrelazadas. ¿Y si aquello acababa mal? No me fiaba ni un pelo de él, pero algo me decía que no me haría daño. No mientras el anillo siguiera conmigo, al menos. O eso pensaba.
- ¿Marylin?
Su voz me sacó de aquellas cavilaciones, así que me erguí con el tetrabrik de leche en mano y un trapo húmedo en otro que ni siquiera recordaba haberlo cogido.
- Sí, sí, estaré bien. No te preocupes, ve. Arlene te estará esperando.- añadí con un guiño cómplice. Él resopló, carraspeando.
- Está bien. Nos vemos mañana, Mary. Ve con cuidado y para cualquier cosa...
- "... vivo en Abbey Road, 12, 4º 1º".Ya lo sé, no te preocupes. Todo irá bien.- interrumpí con una sonrisa radiante, contagiando a mi jefe, el cual se despidió con la mano y una furtiva mirada al cantante.
Dejé el tetrabrik sobre la barra y fui al refrigerador en busca de un par de cervezas, descorchándolas y llevándole una de ellas a la mesa 24, dónde aun permanecía el penúltimo de mis clientes, pues el viejo Stan seguía repachingado en la mesa situada frente a la barra, como siempre, la que mejor vista le daba de mí misma. Era un viejo verde sin remedio ni disimulos desde el fallecimiento reciente de su mujer.
- Después de ésta tendrás que marcharte.- comuniqué al bohemio, sentándome en su mesa y colocando mis pies en su asiento contiguo para tomar un largo sorbo de cerveza negra, mi favorita.- A mi jefe no le has dado muy buena espina.- comenté riendo.
Poco después, la campana advirtió de la marcha de Stan, por lo que el local quedó vacío excepto por mi presencia y por la del cantante. Miré el reloj que colgaba en la pared y que indicaba el vacío del número cuatro que unos días antes había caído sin causa aparente. Era hora de cerrar el local y volver a mi solitario apartamento. Un suspiro escapó de mi boca y dejé la botella ya vacía en la mesa, como si el sonido seco marcara el punto y final a la velada.
Eyra Erikdóttir- Vampiro Clase Alta
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Re: Gimme danger [PRIVADO]
Me lleve el puño cerca de la boca, aguantando la carcajada, que bien disimule con la tos. –Lo bueno es que humo no faltaba en el aire como para fingir eso-
Ai…su primo el retrasado… Si ella supiera… Me acomode en el asiento cuando la vi venir, manteniendo un poco la compostura, asease, pareciendo cómodo y desenfadado.
reprimí una sonrisa mientras la observaba sentarse.
Al parecer “la muchacha” se había hecho un nombre y una profesión muy distintas a las de antaño. Podía entender porque quisiera una nueva identidad, pero la duda me surgía al pensar…¿Porque en camarera? ¿Porque en un lugar tan “poco glamuroso” como aquel, en el que tenia que aguantar a gente que seguramente seria un hastío además de desagradable con ella? Si la ocasión surgía, ya le preguntaría, me dije a mi mismo. Escuchándole mientras la miraba. -Alegre de que aun no me hubiera reconocido bajo el grueso potingue.-
¿Que tu jefe quiere que me vaya? Já. Si tuviera que marchar por cada persona a la que no le caigo bien o me dieran una moneda por cada uno que me odia. Créame madame, tendría aun mas dinero que antes. Indique cruzándome de brazos, bajando la cabeza y negando.
….
Ella me escucho con atención, y se hizo el silencio, entonces fue cuando caí en mis ligeros errores, a veces no sonaba tan alocado como debía ser.
Osea, ya sabes tronca, que no te caigo bien que pim que pam, ¿sabes chavala? Gesticule, sorbiendo mi nariz, cual macarra de esos que andan por ahí.
Ella me miro entrecerrando los ojos. Por lo que volví a curvar la espalda para no verme tan derecho y di un sorbo a mi botella. Repiquetee con los dedos en la mesa y solté un resoplido, jugando con la botella de cerveza.
Ais…
Mire la botella frunciendo el ceño, lo cierto es que habría preferido un vodka, pero que demonios, no estaba en posicion de ponerme quisquilloso con la bebida.
Observe como ella dejaba su botella vacía con brevedad sobre la mesa. Debía de ser tarde, quizás ella estaría cansada, quizás quería librarse de mi, cosa que no me habría extrañado en aquel momento ni con aquellas pintas mias. Y es que ya era entrada la noche y no había un alma fuera del local ni dentro. Por lo que me quede atento a la puerta. Si los mafiosos estaban rondando por ahí, su sigilo seria su arma, así que seria mejor mantenerse alerta ante las próximas posibles visitas. Básicamente porque quería evitar los derramamientos de sangre.
Sera mejor esperar un poco. Aquellos hombres actúan en grupo ¿sabes? En la mesa habían mas botellas vacías, seguramente de clientes anteriores, así que las acerque para hacer grupos de tres, dejando mi botella a medias entre mis brazos, alejada del resto.
El jefe de la noche, es uno solo, como esta botella que tengo en medio de mis brazos. Éste es un elegido por el mandamás para vigilar las actividades de una noche en concreto. Este “elegido” suele mandar a grupos de tres a buscar a alguien, y entonces, si el grupo no aparece, pues el resto crea una redada para ir a buscar a los tres que falten si pasa un determinado tiempo. Asi que muy posiblemente los mafiosos estén buscando este lugar.
Pase el dorso de mi mano por mi ojo. Aquellos potingues y aquella purpurina comenzaba a picar.
Por cierto… Según tu jefe, te llamas “Marylin”, ¿no? Dime Marylin, tienes familia? ¿Te esta esperando alguien en casa? Porque por las horas que son, se van a terminar preocupando…
Indique cual sujeto indiscreto. Por un lado porque tanto si quería responderme como si no quería, algo le mantendría un instante mas ahí sentada junto a mi. Tenia que ganar algo mas de tiempo y ya de paso, con algo de suerte, saber en que tejemanejes se mantenía Eyra “la camarera” en esta extraña vida que había elegido.
Ai…su primo el retrasado… Si ella supiera… Me acomode en el asiento cuando la vi venir, manteniendo un poco la compostura, asease, pareciendo cómodo y desenfadado.
reprimí una sonrisa mientras la observaba sentarse.
Al parecer “la muchacha” se había hecho un nombre y una profesión muy distintas a las de antaño. Podía entender porque quisiera una nueva identidad, pero la duda me surgía al pensar…¿Porque en camarera? ¿Porque en un lugar tan “poco glamuroso” como aquel, en el que tenia que aguantar a gente que seguramente seria un hastío además de desagradable con ella? Si la ocasión surgía, ya le preguntaría, me dije a mi mismo. Escuchándole mientras la miraba. -Alegre de que aun no me hubiera reconocido bajo el grueso potingue.-
¿Que tu jefe quiere que me vaya? Já. Si tuviera que marchar por cada persona a la que no le caigo bien o me dieran una moneda por cada uno que me odia. Créame madame, tendría aun mas dinero que antes. Indique cruzándome de brazos, bajando la cabeza y negando.
….
Ella me escucho con atención, y se hizo el silencio, entonces fue cuando caí en mis ligeros errores, a veces no sonaba tan alocado como debía ser.
Osea, ya sabes tronca, que no te caigo bien que pim que pam, ¿sabes chavala? Gesticule, sorbiendo mi nariz, cual macarra de esos que andan por ahí.
Ella me miro entrecerrando los ojos. Por lo que volví a curvar la espalda para no verme tan derecho y di un sorbo a mi botella. Repiquetee con los dedos en la mesa y solté un resoplido, jugando con la botella de cerveza.
Ais…
Mire la botella frunciendo el ceño, lo cierto es que habría preferido un vodka, pero que demonios, no estaba en posicion de ponerme quisquilloso con la bebida.
Observe como ella dejaba su botella vacía con brevedad sobre la mesa. Debía de ser tarde, quizás ella estaría cansada, quizás quería librarse de mi, cosa que no me habría extrañado en aquel momento ni con aquellas pintas mias. Y es que ya era entrada la noche y no había un alma fuera del local ni dentro. Por lo que me quede atento a la puerta. Si los mafiosos estaban rondando por ahí, su sigilo seria su arma, así que seria mejor mantenerse alerta ante las próximas posibles visitas. Básicamente porque quería evitar los derramamientos de sangre.
Sera mejor esperar un poco. Aquellos hombres actúan en grupo ¿sabes? En la mesa habían mas botellas vacías, seguramente de clientes anteriores, así que las acerque para hacer grupos de tres, dejando mi botella a medias entre mis brazos, alejada del resto.
El jefe de la noche, es uno solo, como esta botella que tengo en medio de mis brazos. Éste es un elegido por el mandamás para vigilar las actividades de una noche en concreto. Este “elegido” suele mandar a grupos de tres a buscar a alguien, y entonces, si el grupo no aparece, pues el resto crea una redada para ir a buscar a los tres que falten si pasa un determinado tiempo. Asi que muy posiblemente los mafiosos estén buscando este lugar.
Pase el dorso de mi mano por mi ojo. Aquellos potingues y aquella purpurina comenzaba a picar.
Por cierto… Según tu jefe, te llamas “Marylin”, ¿no? Dime Marylin, tienes familia? ¿Te esta esperando alguien en casa? Porque por las horas que son, se van a terminar preocupando…
Indique cual sujeto indiscreto. Por un lado porque tanto si quería responderme como si no quería, algo le mantendría un instante mas ahí sentada junto a mi. Tenia que ganar algo mas de tiempo y ya de paso, con algo de suerte, saber en que tejemanejes se mantenía Eyra “la camarera” en esta extraña vida que había elegido.
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Re: Gimme danger [PRIVADO]
Miré por una de las ventanas todavía abiertas de par en par, meneando la cabeza. No me apetecía para nada una noche movidita. Aquello me recordó a un episodio antiguo de mi vida, por lo que no pude evitar reír mientras abandonaba la mesa dónde me encontraba sentada y me dirigía hacia las persianas de todas y cada una de las ventanas, bajándolas.
- Una vez conocí a un muchacho en una noche tranquila como lo empezó a ser ésta. ¿Y sabes? Aquella noche me metió en tantos problemas que después de su partida, mi vida nunca fue lo que era.- expliqué con una sonrisa.- Recuerdo que entró en mi habitación porque le perseguían unos mafiosos como los que ahora nos buscan a nosotros, así que tuvimos que escapar por el bosque y corriendo, caíamos en un charco lleno de lodo.- carcajeé, abajando la última de las ventanas.- Luego fuimos a un bar y él acabó peleándose con un armario gigantesco, ¡de esos hombres que parecen ogros! Y bueno, después de eso... nos dimos a la bebida. El resto de la historia... mejor no contártelo.- añadí con un guiño cómplice en cuanto me giré para encontrarme con su mirada por unos instantes, desviándola luego para dirigirme ahora a la barra, tras la que colgaban las llaves del establecimiento.- Parece que nos tocará pasar la noche aquí, ¿no es así?
Volví hacia la puerta principal y la cerré con un par de vueltas en el cerrojo, asegurándome de dejarla bien cerrada. Luego cerré la puerta de la sala dónde se ubicaba el gran refrigerador y congelador, la puerta de los servicios, y la de la cocina, sin olvidar la del desván. Ya sólo quedaba la del almacén trasero, pero antes, quise recoger el resto de botellas que el cantante había usado para explicarme las tácticas que solían usar los mafiosos, por lo que las fui apilando entre mis brazos y le dediqué una radiante sonrisa.
- Parece que sabes mucho del tema. ¿Te dedicas a huir de mafiosos entre concierto y concierto?- inquirí bromeando, deteniéndome una vez más cuando hacía ademán de regresar a la barra para depositar en ella todas aquellas botellas vacías.- ¿Te sirvo algo más? ¿Quizás algo más fuerte?
El muchacho me indicó aquello que deseaba y me dispuse a servírselo mientras recordaba sus últimos comentarios, riendo ante ellos. ¿Pretendía flirtear conmigo?
- Tommy es bajista en una banda punk, The Corrosives, ¿Te suena? ¿No? ¡Vamos, su single Fuck me lleva semanas en el número uno de la radio!-Por su rostro supe que no le sonaba ni una palabra, así que tuve que explicarme mejor.- Mi novio viaja muy a menudo para hacer conciertos y tours... Hace dos semanas que no le veo.- y añadí.- Pero me alegra su éxito.- sonreí, tomando la copa de vodka en una mano y un trapo húmedo en otra, dirigiéndome hacia su mesa para depositar en ella su pedido antes de dar media vuelta y empezar a limpiar algunas mesas de alrededor.- ¿Sacia eso tu curiosidad?- reí.- Parece que sabes más de mí que yo de ti, y dado que te estoy sirviendo y eres a quién le dedico mis horas extra esta noche, creo que soy merecedora de saber siquiera tu nombre, ¿no crees?
Coloqué entonces el trapo sobre mi hombro izquierdo, tomando de nuevo las llaves que había guardado en uno de mis bolsillos traseros.
- Voy a cerrar el almacén y cuando regrese... Quiero que nos apostemos algo jugando al billar. ¿Te parece?
Sin darle tiempo a rechistar, salí del salón empujando la puerta trasera y llegando al almacén de luces intermitentes. ¿Cuándo pensaba Rob cambiar aquellas bombillas? Crucé todo el almacén y al llegar a la puerta que daba al patio trasero del local, me di cuenta que ésta se había encallado, puesto que no se movía. ¿Qué diablos...? Y entonces, al asomarme, vi que el motivo por el que la puerta no cedía era por la intrusión de un bonito zapato azabache colapsando el recorrido de la misma, No me hizo falta alzar la vista del suelo para imaginar de quién se trataría, así que actué en consecuencia y liberé mis depredadores instintos. Tan rápido como lo que dura un pestañeo, logré deshacerme de cuatro hombres bien trajeados y sin hacer demasiado ruido. Me crucé de brazos y contemplé un tanto preocupada los cadáveres desollados y ensangrentados. ¿Cómo deshacerme de los cadáveres teniendo un cliente ahí dentro? Chasqueé la lengua contra el paladar y arrastrándoles por los pies, logré apilar uno encima del otro sobre un pallet vacío de madera situado en un rincón dedicado a las latas de conserva. Esperaba que el cantante de grunge se marchara antes de poder olisquear siquiera el olor a fiambre que desprendían aquellos a los que acababa de matar, dado que si no, ¿cómo iba a explicarle aquello? Bueno, de llegar a semejante punto, supuse que era cuestión de matar también al testigo.
Así que me encogí de hombros, pinté una sonrisa casual, alisé mi escasa falda y tras cerciorarme de que la puerta había quedado sellada y no habrían más sorpresas aquella noche, regresé al salón dónde él ya me aguardaba impaciente.
- Siento la demora, tuve un percance con la mercancía.- mentí, tirando a un lado el trapo que aun llevaba sobre mi hombro y las llaves, caminando hacia la mesa de billar para iniciar una partida que prometía ponerse interesante. Sin embargo, pronto me percaté del descuido que supuso pasar por alto una gota de sangre que había teñido mi blusa blanca a la altura de mi pecho izquierdo. Mordí mis labios y crucé los dedos para que él lo pasara por alto.- ¿Jugamos?
- Una vez conocí a un muchacho en una noche tranquila como lo empezó a ser ésta. ¿Y sabes? Aquella noche me metió en tantos problemas que después de su partida, mi vida nunca fue lo que era.- expliqué con una sonrisa.- Recuerdo que entró en mi habitación porque le perseguían unos mafiosos como los que ahora nos buscan a nosotros, así que tuvimos que escapar por el bosque y corriendo, caíamos en un charco lleno de lodo.- carcajeé, abajando la última de las ventanas.- Luego fuimos a un bar y él acabó peleándose con un armario gigantesco, ¡de esos hombres que parecen ogros! Y bueno, después de eso... nos dimos a la bebida. El resto de la historia... mejor no contártelo.- añadí con un guiño cómplice en cuanto me giré para encontrarme con su mirada por unos instantes, desviándola luego para dirigirme ahora a la barra, tras la que colgaban las llaves del establecimiento.- Parece que nos tocará pasar la noche aquí, ¿no es así?
Volví hacia la puerta principal y la cerré con un par de vueltas en el cerrojo, asegurándome de dejarla bien cerrada. Luego cerré la puerta de la sala dónde se ubicaba el gran refrigerador y congelador, la puerta de los servicios, y la de la cocina, sin olvidar la del desván. Ya sólo quedaba la del almacén trasero, pero antes, quise recoger el resto de botellas que el cantante había usado para explicarme las tácticas que solían usar los mafiosos, por lo que las fui apilando entre mis brazos y le dediqué una radiante sonrisa.
- Parece que sabes mucho del tema. ¿Te dedicas a huir de mafiosos entre concierto y concierto?- inquirí bromeando, deteniéndome una vez más cuando hacía ademán de regresar a la barra para depositar en ella todas aquellas botellas vacías.- ¿Te sirvo algo más? ¿Quizás algo más fuerte?
El muchacho me indicó aquello que deseaba y me dispuse a servírselo mientras recordaba sus últimos comentarios, riendo ante ellos. ¿Pretendía flirtear conmigo?
- Tommy es bajista en una banda punk, The Corrosives, ¿Te suena? ¿No? ¡Vamos, su single Fuck me lleva semanas en el número uno de la radio!-Por su rostro supe que no le sonaba ni una palabra, así que tuve que explicarme mejor.- Mi novio viaja muy a menudo para hacer conciertos y tours... Hace dos semanas que no le veo.- y añadí.- Pero me alegra su éxito.- sonreí, tomando la copa de vodka en una mano y un trapo húmedo en otra, dirigiéndome hacia su mesa para depositar en ella su pedido antes de dar media vuelta y empezar a limpiar algunas mesas de alrededor.- ¿Sacia eso tu curiosidad?- reí.- Parece que sabes más de mí que yo de ti, y dado que te estoy sirviendo y eres a quién le dedico mis horas extra esta noche, creo que soy merecedora de saber siquiera tu nombre, ¿no crees?
Coloqué entonces el trapo sobre mi hombro izquierdo, tomando de nuevo las llaves que había guardado en uno de mis bolsillos traseros.
- Voy a cerrar el almacén y cuando regrese... Quiero que nos apostemos algo jugando al billar. ¿Te parece?
Sin darle tiempo a rechistar, salí del salón empujando la puerta trasera y llegando al almacén de luces intermitentes. ¿Cuándo pensaba Rob cambiar aquellas bombillas? Crucé todo el almacén y al llegar a la puerta que daba al patio trasero del local, me di cuenta que ésta se había encallado, puesto que no se movía. ¿Qué diablos...? Y entonces, al asomarme, vi que el motivo por el que la puerta no cedía era por la intrusión de un bonito zapato azabache colapsando el recorrido de la misma, No me hizo falta alzar la vista del suelo para imaginar de quién se trataría, así que actué en consecuencia y liberé mis depredadores instintos. Tan rápido como lo que dura un pestañeo, logré deshacerme de cuatro hombres bien trajeados y sin hacer demasiado ruido. Me crucé de brazos y contemplé un tanto preocupada los cadáveres desollados y ensangrentados. ¿Cómo deshacerme de los cadáveres teniendo un cliente ahí dentro? Chasqueé la lengua contra el paladar y arrastrándoles por los pies, logré apilar uno encima del otro sobre un pallet vacío de madera situado en un rincón dedicado a las latas de conserva. Esperaba que el cantante de grunge se marchara antes de poder olisquear siquiera el olor a fiambre que desprendían aquellos a los que acababa de matar, dado que si no, ¿cómo iba a explicarle aquello? Bueno, de llegar a semejante punto, supuse que era cuestión de matar también al testigo.
Así que me encogí de hombros, pinté una sonrisa casual, alisé mi escasa falda y tras cerciorarme de que la puerta había quedado sellada y no habrían más sorpresas aquella noche, regresé al salón dónde él ya me aguardaba impaciente.
- Siento la demora, tuve un percance con la mercancía.- mentí, tirando a un lado el trapo que aun llevaba sobre mi hombro y las llaves, caminando hacia la mesa de billar para iniciar una partida que prometía ponerse interesante. Sin embargo, pronto me percaté del descuido que supuso pasar por alto una gota de sangre que había teñido mi blusa blanca a la altura de mi pecho izquierdo. Mordí mis labios y crucé los dedos para que él lo pasara por alto.- ¿Jugamos?
Eyra Erikdóttir- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 01/07/2011
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Re: Gimme danger [PRIVADO]
En cuanto los pasos de Eyra la alejaron de la estancia, me puse en pie, comprobando y cerrando aun mas las persianas que aun dejaban ver algo de luz desde la calle, sosteniendo aun mi copa de vodka en la mano.
Unas simples ventanas no impedirían que aquellos hombres entraran, eso estaba claro, pero al menos nos darían algo de tiempo si no podían ver quienes estaban en su interior.
Pero entonces aprecie como un grupillo de tres, se formaba delante del negocio, acercándose otro grupillo de a tres.
Me acerque a una de las ventanas más alejadas del local y la abri para salir por ella, cerrándola despacio. -Aun con mi copa de vodka en una de mis manos- La ventana daba a un estrecho, oscuro y maloliente callejón. me acerque a la esquina y observe desde allí, desde las sombras al grupo que se habia formado delante del negocio, escuchando el dialogo.
¿Que tienes Tessio?
Nada clemenza, pero Sonny dice que como no encontremos el saco hoy, será mejor que no volvamos.
Hice caer una tapa de los cubos de basura, tirándola a un lado para crear un buen ruido en lo que era el silencio de la noche. Los hombres miraron en mi dirección, pero no me verían entre las sombras como yo les veía a ellos.
Puede que no estemos solos, poneros en guardias y pensad en donde buscar, yo ire a ver que ha sido eso. Dijo Tessio. El hombre metió rápidamente la mano en el interior de su abrigo pasa sacar su arma, caminando veloz y adentrándose con cuidado en el callejón. Su pie topo con el mío, y se giro velozmente para verme apoyado de brazos cruzados delante de él. La punta de la pistola descansaba ahora sobre mi frente.
Baja el arma.
El hombre, parpadeo y pronto comenzó bajar sus parpados como si estuviera cansado, bajando el arma mientras ordenaba a su mente.
El hombre con la mirada totalmente ida, saco una navaja y rasgo su muñeca. Yo tire a un lado el restante de vodka y el hielo que se mantenía en la copa para situarla debajo de su piel, esperando pacientemente que se fuera llenando mientras observaba al resto de hombres, quienes a unos cincuenta metros, se reunian preguntándose que donde estaba Tessio y porque tardaba tanto. Se dispusieron a venir a su encuentro.
Agarre la muñeca de Tessio , apretando el corte y le deje bajar el brazo a la vez que me bebía la copa que me habia brindado.
Estas tranquilo y seguro. Sabes lo que hay que hacer. Todo esta bajo tu control.
Ve con ellos.
Continué bebiéndome la copa mientras los cinco hombres avanzaban hacia él.
Solo era un gato.
Solo era un gato. Dijo Tessio al grupo repitiendo mis palabras al instante, aun bajo mi control.
Oh, menos mal, ya pensaba que te habías perdido entre los cubos de basura.
El cantante tiene la bolsa.
El cantante tiene la bolsa.
Como sabes eso?
Porque nadie se digno a preguntarse dónde estaría, y fue el primero en desaparecer.
Porque nadie se digno a preguntarse dónde estaría, y fue el primero en desaparecer.
¿Y la camarera qué?, ella fue quien realmente se llevo el saco.
Esta compinchado con la camarera…Seguro.
Esta compinchado con la camarera…Seguro.
Solo son dos, y somos más de veinte en la zona, daremos con ellos.
Deben de estar en el centro…
Deben de estar en el centro…
Seguro. Vamos hacia allí, informaremos a Sonny. Pero antes…Dejemos un aviso, de que ya hemos estado revisando aquí.
Arque una ceja y trague el último sorbo antes hacer añicos la copa entre mis dedos, retrocediendo y adentrándome por la ventana que había salido.
Volví a mi sitio y Eyra volvió con su trapo al hombro y su sonrisa cordial. Olía a sangre y la mancha en su ropa lo corroboraba. Me hice el tonto, recordando algunas de sus preguntas anteriores...
Puedes llamarme JJ -“jota-jota”-
Sentí el sonido de líquido vertiéndose en las afueras, por lo que supe que teníamos poco tiempo.
Camine hacia la mesa de billar, y tome el taco que me ofrecía.
Billar. ¡Claro! ¿Por qué no? …Aunque ¿te importa si hacemos una partida rápida?. Ella se mostro un tanto sorprendida pero afirmo con un gesto de su cabeza, con su constante sonrisa cordial.
Genial, indique con una sonrisa, tomando el taco, para ponerme en situación y golpear la bola blanca. Haciendo que se adentraran tres bolas con el primer tiro. Cambie de ubicación en la mesa, y volví a tirar, tirando cuatro bolas mas, para dirigirme hacia el otro extremo de la mesa, metiendo la última bola en su sitio. Extendí el taco encima de la mesa de Billar.
Ha sido divertido. indique dando un aplauso, frotando mis manos. Oye encanto ¿que te parece si vamos a algun otro lugar? No creo que sea seguro quedarse aquí toda la noche…Es más. Si me dejas invitarte a otro sitio. Te contare porque se tanto sobre los mafiosos.
Le sonreí de oreja a oreja, un tanto ansioso. Y lo cierto es que me moría de ganas de cogérmela al hombro y sacarla pitando de ahí, básicamente porque sabía que los mafiosos estarían regando gasolina por los alrededores del local…
Unas simples ventanas no impedirían que aquellos hombres entraran, eso estaba claro, pero al menos nos darían algo de tiempo si no podían ver quienes estaban en su interior.
Pero entonces aprecie como un grupillo de tres, se formaba delante del negocio, acercándose otro grupillo de a tres.
Me acerque a una de las ventanas más alejadas del local y la abri para salir por ella, cerrándola despacio. -Aun con mi copa de vodka en una de mis manos- La ventana daba a un estrecho, oscuro y maloliente callejón. me acerque a la esquina y observe desde allí, desde las sombras al grupo que se habia formado delante del negocio, escuchando el dialogo.
¿Que tienes Tessio?
Nada clemenza, pero Sonny dice que como no encontremos el saco hoy, será mejor que no volvamos.
Hice caer una tapa de los cubos de basura, tirándola a un lado para crear un buen ruido en lo que era el silencio de la noche. Los hombres miraron en mi dirección, pero no me verían entre las sombras como yo les veía a ellos.
Puede que no estemos solos, poneros en guardias y pensad en donde buscar, yo ire a ver que ha sido eso. Dijo Tessio. El hombre metió rápidamente la mano en el interior de su abrigo pasa sacar su arma, caminando veloz y adentrándose con cuidado en el callejón. Su pie topo con el mío, y se giro velozmente para verme apoyado de brazos cruzados delante de él. La punta de la pistola descansaba ahora sobre mi frente.
Baja el arma.
El hombre, parpadeo y pronto comenzó bajar sus parpados como si estuviera cansado, bajando el arma mientras ordenaba a su mente.
El hombre con la mirada totalmente ida, saco una navaja y rasgo su muñeca. Yo tire a un lado el restante de vodka y el hielo que se mantenía en la copa para situarla debajo de su piel, esperando pacientemente que se fuera llenando mientras observaba al resto de hombres, quienes a unos cincuenta metros, se reunian preguntándose que donde estaba Tessio y porque tardaba tanto. Se dispusieron a venir a su encuentro.
Agarre la muñeca de Tessio , apretando el corte y le deje bajar el brazo a la vez que me bebía la copa que me habia brindado.
Estas tranquilo y seguro. Sabes lo que hay que hacer. Todo esta bajo tu control.
Ve con ellos.
Continué bebiéndome la copa mientras los cinco hombres avanzaban hacia él.
Solo era un gato.
Solo era un gato. Dijo Tessio al grupo repitiendo mis palabras al instante, aun bajo mi control.
Oh, menos mal, ya pensaba que te habías perdido entre los cubos de basura.
El cantante tiene la bolsa.
El cantante tiene la bolsa.
Como sabes eso?
Porque nadie se digno a preguntarse dónde estaría, y fue el primero en desaparecer.
Porque nadie se digno a preguntarse dónde estaría, y fue el primero en desaparecer.
¿Y la camarera qué?, ella fue quien realmente se llevo el saco.
Esta compinchado con la camarera…Seguro.
Esta compinchado con la camarera…Seguro.
Solo son dos, y somos más de veinte en la zona, daremos con ellos.
Deben de estar en el centro…
Deben de estar en el centro…
Seguro. Vamos hacia allí, informaremos a Sonny. Pero antes…Dejemos un aviso, de que ya hemos estado revisando aquí.
Arque una ceja y trague el último sorbo antes hacer añicos la copa entre mis dedos, retrocediendo y adentrándome por la ventana que había salido.
Volví a mi sitio y Eyra volvió con su trapo al hombro y su sonrisa cordial. Olía a sangre y la mancha en su ropa lo corroboraba. Me hice el tonto, recordando algunas de sus preguntas anteriores...
Puedes llamarme JJ -“jota-jota”-
Sentí el sonido de líquido vertiéndose en las afueras, por lo que supe que teníamos poco tiempo.
Camine hacia la mesa de billar, y tome el taco que me ofrecía.
Billar. ¡Claro! ¿Por qué no? …Aunque ¿te importa si hacemos una partida rápida?. Ella se mostro un tanto sorprendida pero afirmo con un gesto de su cabeza, con su constante sonrisa cordial.
Genial, indique con una sonrisa, tomando el taco, para ponerme en situación y golpear la bola blanca. Haciendo que se adentraran tres bolas con el primer tiro. Cambie de ubicación en la mesa, y volví a tirar, tirando cuatro bolas mas, para dirigirme hacia el otro extremo de la mesa, metiendo la última bola en su sitio. Extendí el taco encima de la mesa de Billar.
Ha sido divertido. indique dando un aplauso, frotando mis manos. Oye encanto ¿que te parece si vamos a algun otro lugar? No creo que sea seguro quedarse aquí toda la noche…Es más. Si me dejas invitarte a otro sitio. Te contare porque se tanto sobre los mafiosos.
Le sonreí de oreja a oreja, un tanto ansioso. Y lo cierto es que me moría de ganas de cogérmela al hombro y sacarla pitando de ahí, básicamente porque sabía que los mafiosos estarían regando gasolina por los alrededores del local…
Jerarld Délvheen- Vampiro/Realeza
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Localización : Paseando por el techo de casa...
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Re: Gimme danger [PRIVADO]
Fruncí el ceño.
- ¿Intentas llevarme a la cama, chato?- inquirí, llevándome una de mis manos a la cadera y la otra al billas, sosteniéndome de ese modo mientras le fulminaba.- Porque si es así, ya puedes largarte por dónde has venido antes de que Tommy te haga una cara nueva, que falta te hace si tienes que maquillarte así de horriblemente para ocultarte.- puntualicé, dándole la espalda para ir en busca de mis pertenencias, pues era hora de irme a casa y perder de vista a aquél degenerado de aspecto estrafalario.
Me dirigí pues a los servicios con mi bolsa de deporte y cerré la puerta para empezar a desvestirme, pero algo captó mi atención y me hizo malpensar. Olía a gasolina. Centré mis sentidos auditivos al máximo e incluso pude escuchar unas voces fuera del local. Incluso risas. Pude identificar a tres personas, al menos. Mierda. ¡Querían incendiar el restaurante!
Me cambié a toda prisa y sin siquiera preocuparme por mis zapatos de charol dejé ahí la bolsa y salí por la ventana del baño, arrastrándome por el lodo hasta y las piedras hasta poder erguirme, corriendo entonces hacia los tipos que vertían la gasolina. Uno de ellos, al verme, torció una sonrisa satisfecha y sacó de su chaqueta una caja de cerillas, prendiendo una de ellas con rapidez. Sin dejar de clavar su mirada en mí, sujetó la cerilla con dos de sus dedos.
- Ciao, bambina.
Y entonces, todo aconteció muy rápido, pues pese a que me lanzara sobre él para evitar que la llama cayera sobre el líquido, no llegué a tiempo. Fui testigo de cómo los años y los esfuerzos de Rob para levantar aquél local se iban al traste. Cómo todo explosionaba y saltaba por los aires hecho añicos, cayéndome encima como un manto de cristales rotos que se fue clavando en mi piel ahora sangrante.
- ¡Cogedla!- ordenó uno de ellos, retrocediendo el primero en cuanto vio los colmillos aflorar por entre mis labios y mi mirada más desafiante y terrorífica. Me habían hecho cabrear y eso... lo pagarían con sus miserables vidas.
Me abalancé sobre el primero y agarrándole de la cabeza mientras mis piernas se enroscaban en su cuello, tiré de éste a un lado hasta rompérselo y dejarlo caer muerto al suelo. Luego proferí un gruñido y mientras el trajeado sacaba su pistola y me disparaba en el hombro haciéndome sangrar más, yo focalizaba mi don en él, infringiéndole dolor hasta hacerle caer arrodillado a mis pies, sujetándose la cabeza y gritando cuál cerdo degollado. Pronto me suplicó clemencia y yo se la di arrancándole el corazón y bebiendo de él un sorbo antes de despojarlo a un lado, dirigiéndome hacia el tercero, que ya empezaba a huir antes de que diera un paso hacia él. En un segundo, ante su sorpresa, me posicioné frente a él, deteniendo su avance.
- Ciao, bambino.- añadí con sorna, hincándole el diente a su yugular y beberme de él hasta su última gota de sangre.
Luego, amontoné los cadáveres y los lancé dentro del local aun en llamas, comprobando cómo se perdía su rastro poco a poco. Sabía, a demás, que al ritmo con el que avanzaba el fuego, las llamas borrarían también los charcos de sangre de mis víctimas.
Pasé el dorso de mi mano por mis labios, limpiando la sangre que pudiera delatarme. No me quedé mucho más tiempo allí, pues pronto escuché las primeras sirenas de bomberos que acudían al lugar. Debía huir, no tan sólo de la escena del crimen, sino de Londres. Pero para ello, antes, debía pasar por casa.
De camino a mi residencia, pensé en aquél cantante, JJ. En realidad, lamenté su muerte, tan inesperada como cruda, aunque también pensé que era lo justo aquél final para él si él mismo se lo había buscado entrando en el mercado peligroso de los mafiosos.
La puerta de mi casa estaba entreabierta cuando llegué, lo que alarmó mis sentidos y me convertí en una sombra sigilosa que subía las escaleras hasta el vestíbulo, entrando de puntillas y olfateando en busca de pistas que respondieran a las múltiples preguntas que me formulaba. ¿Quién había entrado? ¿Seguiría ahí?
El vestíbulo estaba intacto, así como el salón, la cocina, el baño y el dormitorio de invitados. Pero allí, en la última habitación de la casa, en mi dormitorio, podía escuchar respirar a alguien. Crucé el pasillo y de una patada abrí la puerta completamente, encendiendo la luz para contemplar así la imagen de Tommy fornicando con una rubia de pechos turgentes y mirada felina que gemía cuál perra en celo mientras marcaba la piel de la espalda de mi novio con sus uñas de leona. Tommy me miró sin remordimiento alguno, haciéndome un gesto con la mano para que me uniera a su particular fiesta sexual. Los fluidos de ella bajaban por las piernas desnudas de él y dado que la mujer parecía pertenecer a un mundo aparte, de ella pude comprobar cómo el orgasmo la invadía y sus gritos retumbaban en mis oídos. Sus dientes apretaban los labios rojizos, desgastados tras los besos...
Crucé la sala, tomé a Tommy de sus cabellos y lo expulsé con brusquedad, cayendo éste contra el armario del dormitorio. La mujer me miró, ahora consciente de que algo había cambiado, aunque me sonrió, abriendo más aun sus piernas para que me perdiera también en ellas. Si bien es cierto que por un segundo mis dedos palparon sus rodillas dispuestos a inmiscuirse en su sexo, el buen juicio hizo presencia en mí y mis manos abrieron sus piernas, sí, tanto, que las disloqué de su cadera, haciéndole gritar de dolor. Antes de irme, no pude evitar abofetear a Tommy, quién reía probablemente por los efectos de las drogas que consumieron aquella noche, tal y como así lo mostraban las múltiples rallas blancas alojadas en la mesita de noche.
Salí de aquella residencia tras tomar mis escasas pertenencias en un bolso de mano, ahora ya sin nada que dejar atrás, ahora de nuevo, dispuesta a empezar de cero en otra ciudad. Para ello, fui a la estación de tren dónde tomaría el próximo sin un rumbo fijo.
Pero las cosas nunca son como uno espera y aquella noche, las sorpresas se sucederían sin remedio en los lugares más inesperados.
- ¿Intentas llevarme a la cama, chato?- inquirí, llevándome una de mis manos a la cadera y la otra al billas, sosteniéndome de ese modo mientras le fulminaba.- Porque si es así, ya puedes largarte por dónde has venido antes de que Tommy te haga una cara nueva, que falta te hace si tienes que maquillarte así de horriblemente para ocultarte.- puntualicé, dándole la espalda para ir en busca de mis pertenencias, pues era hora de irme a casa y perder de vista a aquél degenerado de aspecto estrafalario.
Me dirigí pues a los servicios con mi bolsa de deporte y cerré la puerta para empezar a desvestirme, pero algo captó mi atención y me hizo malpensar. Olía a gasolina. Centré mis sentidos auditivos al máximo e incluso pude escuchar unas voces fuera del local. Incluso risas. Pude identificar a tres personas, al menos. Mierda. ¡Querían incendiar el restaurante!
Me cambié a toda prisa y sin siquiera preocuparme por mis zapatos de charol dejé ahí la bolsa y salí por la ventana del baño, arrastrándome por el lodo hasta y las piedras hasta poder erguirme, corriendo entonces hacia los tipos que vertían la gasolina. Uno de ellos, al verme, torció una sonrisa satisfecha y sacó de su chaqueta una caja de cerillas, prendiendo una de ellas con rapidez. Sin dejar de clavar su mirada en mí, sujetó la cerilla con dos de sus dedos.
- Ciao, bambina.
Y entonces, todo aconteció muy rápido, pues pese a que me lanzara sobre él para evitar que la llama cayera sobre el líquido, no llegué a tiempo. Fui testigo de cómo los años y los esfuerzos de Rob para levantar aquél local se iban al traste. Cómo todo explosionaba y saltaba por los aires hecho añicos, cayéndome encima como un manto de cristales rotos que se fue clavando en mi piel ahora sangrante.
- ¡Cogedla!- ordenó uno de ellos, retrocediendo el primero en cuanto vio los colmillos aflorar por entre mis labios y mi mirada más desafiante y terrorífica. Me habían hecho cabrear y eso... lo pagarían con sus miserables vidas.
Me abalancé sobre el primero y agarrándole de la cabeza mientras mis piernas se enroscaban en su cuello, tiré de éste a un lado hasta rompérselo y dejarlo caer muerto al suelo. Luego proferí un gruñido y mientras el trajeado sacaba su pistola y me disparaba en el hombro haciéndome sangrar más, yo focalizaba mi don en él, infringiéndole dolor hasta hacerle caer arrodillado a mis pies, sujetándose la cabeza y gritando cuál cerdo degollado. Pronto me suplicó clemencia y yo se la di arrancándole el corazón y bebiendo de él un sorbo antes de despojarlo a un lado, dirigiéndome hacia el tercero, que ya empezaba a huir antes de que diera un paso hacia él. En un segundo, ante su sorpresa, me posicioné frente a él, deteniendo su avance.
- Ciao, bambino.- añadí con sorna, hincándole el diente a su yugular y beberme de él hasta su última gota de sangre.
Luego, amontoné los cadáveres y los lancé dentro del local aun en llamas, comprobando cómo se perdía su rastro poco a poco. Sabía, a demás, que al ritmo con el que avanzaba el fuego, las llamas borrarían también los charcos de sangre de mis víctimas.
Pasé el dorso de mi mano por mis labios, limpiando la sangre que pudiera delatarme. No me quedé mucho más tiempo allí, pues pronto escuché las primeras sirenas de bomberos que acudían al lugar. Debía huir, no tan sólo de la escena del crimen, sino de Londres. Pero para ello, antes, debía pasar por casa.
De camino a mi residencia, pensé en aquél cantante, JJ. En realidad, lamenté su muerte, tan inesperada como cruda, aunque también pensé que era lo justo aquél final para él si él mismo se lo había buscado entrando en el mercado peligroso de los mafiosos.
La puerta de mi casa estaba entreabierta cuando llegué, lo que alarmó mis sentidos y me convertí en una sombra sigilosa que subía las escaleras hasta el vestíbulo, entrando de puntillas y olfateando en busca de pistas que respondieran a las múltiples preguntas que me formulaba. ¿Quién había entrado? ¿Seguiría ahí?
El vestíbulo estaba intacto, así como el salón, la cocina, el baño y el dormitorio de invitados. Pero allí, en la última habitación de la casa, en mi dormitorio, podía escuchar respirar a alguien. Crucé el pasillo y de una patada abrí la puerta completamente, encendiendo la luz para contemplar así la imagen de Tommy fornicando con una rubia de pechos turgentes y mirada felina que gemía cuál perra en celo mientras marcaba la piel de la espalda de mi novio con sus uñas de leona. Tommy me miró sin remordimiento alguno, haciéndome un gesto con la mano para que me uniera a su particular fiesta sexual. Los fluidos de ella bajaban por las piernas desnudas de él y dado que la mujer parecía pertenecer a un mundo aparte, de ella pude comprobar cómo el orgasmo la invadía y sus gritos retumbaban en mis oídos. Sus dientes apretaban los labios rojizos, desgastados tras los besos...
Crucé la sala, tomé a Tommy de sus cabellos y lo expulsé con brusquedad, cayendo éste contra el armario del dormitorio. La mujer me miró, ahora consciente de que algo había cambiado, aunque me sonrió, abriendo más aun sus piernas para que me perdiera también en ellas. Si bien es cierto que por un segundo mis dedos palparon sus rodillas dispuestos a inmiscuirse en su sexo, el buen juicio hizo presencia en mí y mis manos abrieron sus piernas, sí, tanto, que las disloqué de su cadera, haciéndole gritar de dolor. Antes de irme, no pude evitar abofetear a Tommy, quién reía probablemente por los efectos de las drogas que consumieron aquella noche, tal y como así lo mostraban las múltiples rallas blancas alojadas en la mesita de noche.
Salí de aquella residencia tras tomar mis escasas pertenencias en un bolso de mano, ahora ya sin nada que dejar atrás, ahora de nuevo, dispuesta a empezar de cero en otra ciudad. Para ello, fui a la estación de tren dónde tomaría el próximo sin un rumbo fijo.
Pero las cosas nunca son como uno espera y aquella noche, las sorpresas se sucederían sin remedio en los lugares más inesperados.
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