Y cuando todo puede ser tranquilo. Más de lo mismo. [Marie M. Goretti]

por **Ian Lancaster** Lun Nov 25, 2013 4:28 pm

Había pasado un tiempo desde que Ian estaba frecuentando con gente nueva, parecía que todo le empezaba a ir bien, que la inquisición había quedado algo lejos gracias a aquella vampira que encontró en su vida, aquella vampira que ahora era su compañera de alimento, no hacía ya falta saciarse de nadie más, no hacían falta más víctimas por parte de este, no si no fuera necesario y si iba para molestar a aquella realeza que Ian tanto detestaba. Se había quedado sin cigarrillo, y una buena tienda donde cerraban algo más posterior de la medianoche, apto para criaturas, se dispuso a comprar algunos paquetes para aguantar algún que otro mes, él apenas se dedicaba a fumar, pero sí le apetecía alguno de vez en cuando, cuando quería frecuentar alguna taberna, siempre llena de criaturas de la noche y algún que otro humano. Pero el destino era distinto.

Ian ésta vez no se dirigía a ninguna taberna, si no a alguno de los parques cercanos a la zona comercial, que era lo único que poseía iluminación. Cayendo la noche, las luces caían consigo, dejando todo mucho más silencioso que antes. Entonces era la hora de encenderse un cigarro y comenzar a dar una vuelta por los alrededores, observando un poco la zona, ya que había frecuentado poco. Quizás algo podría sucederle como venía pasándole semanas, o quizás era un día realmente tranquilo, en los que caminar, tan solo era cuestión de un par de horas y de nuevo al hogar.

La tienda era grande y tenía todo tipo de tabaco, tamaños y encendedores nuevos y cerillas para los más rústicos. Ian se acercó al mostrador, donde un hombre fornido estaba al otro lado de éste. -¿Buena noche Messie, que desea?.- Preguntó amablemente el dependiente. Ian masculló unas palabras y puso unas monedas sobre el mostrador. El hombre entró al almacén y sacó un cartón de tabaco que contenía diez paquetes de cigarrillos. Ian los guardaba en su gran túnica negra, donde había un bolsillo en la parte de la espalda, por dentro, bastante grande, donde introdució todos y cada uno de los paquetes, sueltos.

Una vez todo en su lugar, Ian salió de la tienda, donde aspiró con energía, mientras cogió el cigarrillo encendido que había encendido antes de entrar. Dió una calada y un aroma fue hacia su nariz, había un humano por los alrededores, por lo que no le dió importancia a aquello, total, era un simple humano. Ian avanzó hacia la sangre que olía, pero no porque fuera hacia ella, si no porque Ian quería caminar por esa zona, no la había visitado. El olor se hacía más profundo y su visión aun no reclamaba persona alguna, ¿quizás se estaría encondiendo del vampiro? Podría ser algo inteligente, por lo que Ian ya torció una calle hacia un lado, ya alejándose del olor de aquel humano. Pero no todo iba a quedar así, al parecer la sangre, no se alejaba, se mantenía en aquella distancia. Ésto llamó la atención de Ian, pero iba a seguir así, lléndose por donde había venido, hacia ya, su hogar. Hasta que algo pasara, no iba a reaccionar a la amenaza que le perseguía.

por **Marie Monserrath Goretti** Mar Nov 26, 2013 2:20 pm

Silencio, eso era todo lo que rodeaba la calle cuando el vampiro Ian Lancaster salió de la tienda de tabacos con el gesto relajado ¿porque lo sabía? Fácil: porque el día de hoy este vampirito era mi presa, era el destinado a probar el filo de alguna de mis armas, y era, obviamente, al personaje al que estaba espiando y esperando para cazar. Sin siquiera mover un solo musculo observe como este salía de lo más relajado de la tienda, guardando algo en uno de los bolsillos de su abrigo. Y sin más, mientras se ponía a fumar el dichoso tabaco se dispuso a caminar en dirección a donde me encontraba. Soltando un aire suave y a la vez respirando de la misma forma me hice a un lado del callejón, recargando todo mi cuerpo en la pierna izquierda me apegue a la pared oscura, la que no tenía ni un milímetro de luz, y siendo igual de silenciosa y cuidadosa preste oído a sus pasos acompasados con muchos segundos de diferencia que daba en mi dirección, necesitaba saber hacia dónde iba.

Por sus pasos espaciados que daba podía darme cuenta que él no tenía prisa, pero… ¿Me había visto? ¿Había notado mi presencia y ahora solo estaba tanteando el lugar indicado de donde me encontraba? ¿o era pura paranoia? Manteniendo mi cuerpo entero en calma analice las situaciones. Era muy probable que notase mi presencia, era la única humana que me encontraba cerca y los vampiros se destacaban por tener buen olfato con la sangre, además, ya llevaba mucho rato espiándolo, y este día no era el primero… sin embargo, respirando levemente, sin que si quiera se notase el aire que exhalaba me adentre más en el callejón, escondiéndome así en la profunda oscuridad de una esquina; también era probable que todo fuese pura paranoia que al momento de cazar casi siempre me daba, porque era muy probable que este era el camino que tendría que tomar, imposible que me hubiera notado, más que mi olor yo no había hecho ningún sonido, si sabía que me encontraba cerca no sabía exactamente en dónde, así que no, no me había visto y no se acercaba tanteando mi localización para matarme. Todavía estaba a salva.
Congelando todos mis movimientos y abriendo bien los ojos pude ver como pasaba de largo el callejón en donde me encontraba, si, no me había visto, sus ojos, mientras pasaba de largo, se habían limitado con observar el horizonte, la lejanía del lugar. Saliendo de mi pequeña esquina retome mi lugar anterior cuando él ya estuvo demasiado lejos… Parecía relajado, en definitiva no me esperaba. Mientras caminaba seguí caminando tras el sin soltar sonido, era muy buena en esto: no ser vista… aunque como decía papa “Nunca tienes que confiarte Monserrath, tu presa puede ser igual de inteligente”

Instintivamente me mordí el labio inferior mientras ubicaba con la vista al vampiro; ¿Por qué tan de repente había recordado ese momento? Suprimiendo e ignorando todos los recuerdos que se me venían de ese momento en que por primera vez mi padre me enseño a cazar, exactamente a mis 12 años, respire profundo, sin soltar más sonido que uno leve como si se tratase de algún siseo del viento. Abriendo los ojos me volví a concentrar mi vista y mi mente en el vampiro. Este era momento de trabajo y no podía distraerme por nada del mundo, porque lastimosamente para mi desde hace 4 años no tenía a nadie que me respaldara si es que me equivocaba, no tenía a nadie que me cubriera la espalda.

Un par de cuadras más siguiéndolo y decidí que era hora de atacar, al parecer no me había notado por completo, era más que seguro que mi olor ya lo conocía, había mucho viento y era la única humana en la calle a esas altas horas de la noche, sin embargo, parecía no estar tan interesado en mí presencia, a pesar de que él era vampiro y yo humana; hice una mueca sin sonido, de seguro su sed la había saciado hace poco.

Alzando mi ballesta ya cargado observe de una rápida vista el lugar: habían tiendas, muchas tiendas alrededor nuestro, pero todas estaban cerradas, el silencio estaba en su completo punto, solo el viento siseante y leve era el que nos rodeaba, en realidad era el típico viento que a mí me gustaba sentir cuando tenía que disparar a alguien, así no me notaba nadie, las tiendas y toda la calle estaban calladas, silenciosas, como si no tuvieran personas dentro; así que era simple… el momento era completamente perfecto, el más perfecto que en todos los años había tenido para matar… Entonces… visualizando el lugar donde se encontraría su corazón apunte, preparándome para disparar en cualquier momento, ya que era obvio, no me quedaba más, no tenía por qué seguir esperando, si él tenía amigos vampiros esta noche no los encontraría… así que… solo tenía que apretar el gatillo y listo… el trabajo estaba hecho… y pensar que los que me habían contratado habían dicho que era muy riesgoso y que podría ser el trabajo difícil, hasta me habían pagado por adelantado… personas tontas y asustadizas, eso era lo que eran esas personas… estúpidas….

Pero entonces, mientras yo me detenía cerca de una puerta de una tienda y comenzaba a apretar el gatillo, muy rápida y ruidosamente se abrió esa misma puerta, y comenzó a salir de ella un hombre muy ebrio que gritaba a su mujer muchas barbaridades, entre ellas, le reclamaba lo puta que supuestamente era….

Pensando rápido lo único que alcance hacer fue disparar la flecha, sin tener un punto fijo ni ver a donde iba, la aparición del hombre había sido tan rápida y repentina que mi corazón salto y comenzó a palpitar muy rápido al mismo tiempo, eso me nublo la vista… y mi impulso de hacer algo salió, así de simple, lo único que hice al segundo de disparar, justo después de apretar el gatillo fue esconderme, tan veloz como una bala, sin fijarme si el vampiro me noto, si me vio, si ya sabía mi posición y si ahora me perseguía, o si simplemente había ignorado absolutamente todo lo que había pasado, hasta la flecha, no lo vi y no me esforcé por hacerlo, porque una de las reglas básicas de cazador que me dicto mi padre esa misma mañana en la que me enseño a cazar fue que: “Si tu presa por equis razones llega a saber de tu existencia, y es más, si llega a conocer tu posición, lo único que debes y te queda hacer es Correr ¿entiendes? Huye, Monserrath, Huye, lo más veloz que puedas, porque ellos son fuertes, ellos son veloces, y a diferencia de ti no se tomaran el tiempo para matarte, ellos simplemente te mataran ¿entiendes? Debes correr, huir de ahí lo más rápido posible….” Rodeando la casa más cercana, haciendo ruido, pisando fuerte, respirando asustada y mirando a todo lado algo confundida por las palpitaciones en mi oído me apoye en la pared, en el lado oscuro. Esto no estaba bien, me había descubierto, y si no me recuperaba pronto y me movía el vampiro me mataría, eso tenía que darlo por hecho.

por **Ian Lancaster** Vie Nov 29, 2013 6:11 pm

Es cierto que Ian se dirigía a su casa, era cierto que aquella noche tan silenciosa, era demasiado tranquila para ser... cierta. Los pasos del vampiros se oían, no iba a disimular su presencia, no era su estilo, él se limitaba a ser quien era, Ian Lancaster, Barón de Escocia. Y todo esto lo diría con el mayor de los orgullos, aun así odiando ambas, clase como raza. Ian había sido arrebatado de sus padres por unos vampiros cuando él tenía tres años, lo acogieron y lo hicieron ser su sirviente hasta que enfermó de muerte, siendo transformado. Aquello no estaba bien, por lo que Ian tomó venganza sobre ellos aprovechando la fuerza de un neófito, un recién convertido, era mucho más poderosa en ese momento. Odiaba a los vampiros, estaba seguro de que algún día, podría ser partícipe de un exterminio de estos seres.

Una cazadora no iba ser quien impidiera que Ian consiguiera su objetivo, aniquilar.
La sangre no se había desvanecido aún del olfato del vampiro, por lo que ya sabía que estaba sucediendo. -¿Otra vez? Malditos inquisidores...- Digo entre dientes, creyendo que se trataba otra vez de una persecución de un inquisidor. El peligro no iba a ser tanto, puesto que los inquisidores eran mucho más duros que los cazadores, o al menos, Ian lo veía así. Alerta a todo sonido y/o movimiento lamentáblemente no escuchaba nada, si aquella persona lo estaba acechando, lo estaba haciendo realmente bien e Ian, comenzaba a perder los papeles. Entonces, en ese preciso momento, una puerta se abrió, oyendo voces por doquier, no muy altas, ya que se encontraba algo lejos aquella encena, lo suficientemente lejos como para escuchar el disparo de algo. Ian estuvo intentando observar la trayectoria del proyectil en cuestión, pero no lo visualizó, lo que sí, fue oir el sonido silbeante del proyectil en el aire, alcanzando a rozar su hombro, haciendo una herida no muy profunda en este.

Miró rápido a quien gritaba, ya que procedía de allí aquella flecha, pero sabía que aquellas personas no habían sido. Corrió hacia la posición donde la sangre, ahora sí, era bastante profunda, sentía aquel edor realmente cerca y es que ahora, el cazador iba a ser cazado. La persona que se encontraba encondida por alguna casa, resultaba haber sido la mansión Lancaster, a donde éste ya se dirigía después de su rutinaria compra mensual. Conocía todos los rincones de las afueras de la casa, por lo que sonrió algo irónico. -Creo que es hora del que Ratón, cace al gato.- Advirtió en una voz suficientemente audible por la cazadora de seguro, pero eso aun no iba a quedar así, ya que Ian podía escuchar su fuerte respiración, estaba asustada al parecer. Aquello no iba a salvar a la chica que le había asestado un flechazo en el hombro, aunque aquello no hubiera hecho nada, ya que se había recuperado rápidamente por su sanación. Subió al tejado de la casa por un momento para detectarla desde allí. La vió y se lanzó encima de ella, alejando la ballesta de sus manos y arrancándola la ropa en la que conservaba las armas blancas para poder dañar a Ian. Ahora la mujer, aquella humana iba a estar indefensa, y en ropa interior frente al vampiro, que ahora la sujetaba del cuello. -¿Quién eres?- Persuadió el vampiro utilizando su poder para saber quien era, también queriendo saber, que quería. -¿Qué es lo que buscas de mí y porqué?- Espetó el vampiro volviendo a usar la persuasión sobre la humana para que contestara a sus preguntas. Apretó un poco más su cuello, casi dejando alguna marca en él. La soltó, pero la sujetó de ambos brazos y se los aprisionó contra la pared. -Has ido a cazar a alguien demasiado grande para tí, sabes que si no sintiera piedad por los humanos como tú, ¿ya estarías sin una sola gota de sangre?.- Rió un poco acercándose a su cuello, olfateando su aroma carmín. -Quizás séa eso lo idóneo, matarte sin contemplaciones.- Comentó sonriendo maliciosamente, desplegando su lengua sobre el cuello de la víctima en cuestión, humedeciendo la zona de lo que sería una mordida, solo que, aun no quería morderlo, iba a esperar a ver que decía y como se exculpaba aquella cazadora, si no quería ser liquidada.

por **Marie Monserrath Goretti** Jue Dic 12, 2013 2:45 pm

No lo había sentido, ni si quiera lo había pensado, pero en un simple parpadeo, mientras contemplaba el techo de una caza como lugar de escape y huida del lugar... el vampiro simplemente se apareció frente a mi, sin si quiera delatarse con el viento... y sin mas, me tomo del cuello, me arrebato todas mis armas y junto con las armas mi ropa... de un solo tirón...
abriendo los ojos por completo asustada y con el corazón desbordandome por las orejas y el pecho parpadee varias veces para reconocer lo que estaba pasando, y es que había sido tan rápido que no lo entendía por completo.

Asustada respire entrecortadamente intentado liberarme de su agarre... estaba en el aire, el me agarraba del cuello, en definitiva las cosas no podían tornarse peor...

Preguntas, eso era lo único que sabia que el otro estaba haciendo, eran las preguntas típicas de cuando me atrapaban, sin embargo eso no me había sucedido hace mucho tiempo.... ¿como es que me había descuidado?

Y cuando tenia pensado patearlo e impulsarme con su cuerpo el me soltó, y me aprisiono contra la pared y sus manos, agarrándome de los brazos, duramente, posesivamente....
Siguiendo hablando el vampiro suavemente paso su lengua por mi cuello... por la parte débil... simulando morderme o chuparme de una vez por todas.... Temblando por los pies deje caer el peso de mi cuerpo hacia la pared por unos segundos, no lo esperaba, es mas, no era lo típico que los vampiros hacían cuando me encontraban, cuando sabían de mi existencia... entonces, eso decía que... tenia alguna esperanza de sobrevivir?? las tenían??... bueno, al parecer el no mataba a humanos... no por gustos... entonces....

Recuperando la postura analice la situación... si hacia algún paso en falso el vampiro me mataría, de eso no cabia duda, una cosa era que le agradaran los humanos, y otra muy distinta era que el me perdonara la vida a pesar de mis estupideces, no, esta vez no podria responderle el ataque como la ultima vez con el lobo... no, porque este sujeto no me tendría tanta clemencia como el, que a pesar de intentar matarlo me perdono la vida...no podía, así que en definitiva ahora mismo estaba a su merced... entonces, sin aclarar la garganta decidí hablar, decir lo único que se me venia a la mente...

-no...- solté con voz entre cortada mirándolo a los ojos desde abajo.... -no... no me mates.... soy una cazadora pagada... me pagaron para que te matara... yo no tengo nada contra ti...- y la voz me salia tímida, arroncada, entre cortada... y todo porque si, me sentía en completa desventaja, ya que no solo no tenia armas sino que, ahora, ya no tenia ni ropa, solo la interior... y era delgada, mientras hablaba sentía como el frió de la noche comenzaba a afectarme....

por **Ian Lancaster** Vie Dic 27, 2013 3:43 pm

Una objeción sin importancia. Cuando digo que uso persuasión, es porque es un poder, el Pj en cierto modo, más siendo humano debería sentirse ''obligado'' a contestar las preguntas que menciona Ian, más que nada porque lo pongo para que supieras que me refería a aquello. Pero no pasa nada ><

Ahora... La presa había sido quien cazaba a su cazador, Ian podía hacer lo que quisiera realmente, matarla, secuestrarla, forzarla, hacerla sufrir... Había tantas maneras para castigar a quien quiso en un momento arrebatarlo de su eterna vida. -Escúchame una cosa.- Advirtió por un momento con cara de desagrado, casi de asco por aquella mujer. -Es fácil pedir clemencia ahora, pero hace unos minutos, no sentías remordimientos.- Comenzó a reir soltándola por completo. -Si quieres ser una buena cazadora, ten sangre fría.- Dijo divertido, los únicos que tenían realmente sangre fría, eran los vampiros y a eso quiso hacer referencia. No pensaba en convertirla, ni mucho menos, aquello estaba en contra de los principios del vampiro. -No hay que tener sentimientos, muchos menos el miedo.- Volvió a dirigirse a la situación en la que la mujer se encontraba.

Sus prendas aun en el suelo fueron a parar a las manos del vampiro, quitó absolutamente todas las armas de las ropas y se las tiró encima -Cogerás una hipotermia.- Advirtió nuevamente pretendiendo que se vistiera, ya no hacía falta que continuara esta situación. El vampiro ya había encontrado ''respeto'' y porque no... miedo en la otra persona, no creía que fuera a querer realizar un segundo ataque debido a la tolerancia del vampiro. -Una tontería más y te parto las piernas, ¿queda claro?- Fulminó a aquella mujer con la mirada cuando contemplo el quizás hacerlo si ella continuaba con su caza. Ian la tomó del cuello, por la parte de la nuca, y una vez ella con su ropa en su lugar, la obligó a caminar hasta la verja de casualmente la mansión de Ian. -Puede que no te mate, pero me divertiré contigo un rato.- Sonrió malicioso, algo que Ian desde hace mucho no formaba parte, de una serie de criaturas a las que hacían sufrir a los demás seres. Ian había dejado hace mucho de ser un Vampiro con todas sus palabras, alguien que mata humanos alimentándose de ellos, usándolos en beneficio o enamorándolos con su natural seducción, él no era así, pero estaba realmente harto y cansado de sus persecuciones sin sentido y más por sus intentos de homicidio. Muertes, Aliados extraños, eso es lo que Ian conseguía, pero ahora pretendía dar una pequeña lección.

La llevó hasta la puerta en donde la volvió a soltar, la puerta la abrió la ama de llaves. La empujó por el pasillo de la entrada sin mirar siquiera a quien le abrió, tan solo la quería llevar a alguna habitación ausente de muebles, tan solo con objetos punzantes, cortantes y demás, una sala que tenía especialmente el vampiro para situación en las que debía hacer hablar a la gente, aunque no quisiera hacerla hablar en ese momento. La sentó en la silla y encendió la lamparilla. La miró durante unos segundos, continuaba asustada, por lo menos lo parecía. -Quiero saber tu nombre.- Pidió amablemente aunque fuera extraño en aquella situación, pero así sucedió. -Y dime...- Contempló la escena. -¿Por qué aceptas matar vampiros por una limosna?- Alzó una ceja. -Algún día te costará la vida.- Repuso el vampiro para alivio de ella, aquella frase quería decir que no estaba dispuesto a matarla, pero aun todo no iba a acabar. Tomó unas tijeras de un cajón del único mueble que había en la habitación. -¿Te gusta tu pelo?- Quizás pueda hacerle un arreglo.- Rió maléficamente sin querer realmente hacerlo, mucho menos si ella aceptaba a ello. Tan solo quería pasar las horas haciéndose de temer, algo que le gustaba de los humanos, pero siendo como él era, seguramente no la haría daño... No mucho.

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Y cuando todo puede ser tranquilo. Más de lo mismo. [Marie M. Goretti]

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