¿Mi héroe? || Priv. +18

por **Summer J. Abadie** Miér Nov 27, 2013 9:19 pm

Recuerdo del primer mensaje :

"Basta un instante para hacer un héroe y una vida entera para hacer un hombre de bien" Paul Brulat.

Summer se colocó sus guantes de encaje blanco mientras miraba por la ventana de su carruaje. El clima no podía ser mejor para pasear; las nubes de un color grisáceo oscuro anunciaban que llovería pronto. Traía su pequeño paragüas floreado, aunque el agua de lluvia no le molestaba en absoluto. A su nuevo cochero le tenía asombrado que su ama quisiera ir a dar un paseo en barco con un clima tan hostil y por todos los medios había intentado hacerla desistir. Pobre hombre, ni se imaginaba lo tozuda que ella podía llegar a ser. No iba a quedarse en casa con un día tan espléndido, era algo que los humanos parecían no poder entender. Un par de gotitas no iban a detenerla: nadie podía, en realidad.

El carruaje se detuvo y la puerta se abrió para ella. Solo había una pareja en los alrededores que parecía estar levantando su pequeño picnic junto al lago. ¿No iban a quedarse a jugar con ella? ¡Qué falta de educación! Suspiró, viendo a sus bocaditos andantes marcharse y le pidió al cochero que la dejara sola. Su presencia le irritaba. El joven se marchó sin contradecirla aunque por la expresión en su rostro claramente pensaba que ya no habían caramelos en su rubia caramelera. Rió suave y se dispuso a caminar junto a la orilla de la laguna, utilizando su paragüas para protegerse de los débiles rayos de sol que, aunque tapados por las nubes, lograban generarle un leve ardor en la piel.

Nunca había visitado aquel lugar, a pesar de haber vivido sus 43 años unicamente en París. El hecho de que de humana fuera tan pobre podría haber tenido que ver, ese lugar le había quedado demasiado lejos como para ir a pie de paseo. Además, siempre estaba demasiado ocupada encargándose de la casa, de sus hermanos o de conseguir comida mediante cualquier medio como para tener un tiempo libre. Se detuvo en una zona de gran profundidad y solo observó el agua cristalina a sus pies. O también podría haber sido porque no sabía nadar y hasta la actualidad le daba miedo ahogarse. Ridículo, porque los vampiros no se ahogan, pero no quería terminar días siendo llevada por alguna corriente hasta que la marea la sacara a la orilla. No era su paseo ideal.

Delante de ella se extendía un pequeño muelle que se internaba en la laguna. Anclado en él solo quedaba una pequeña barca, sin dueño aparente. Era angosta, larga y comprimida; capacidad máxima con suerte de dos personas. Ahora o nunca. Debía aprovechar que era uno de esos pocos días en los que se animaba a salir para hacer todo lo que quisiera. Y ahora mismo solo había una cosa en su mente: pasear en aquel barco. Se quitó los zapatos de tacón y los arrojó dentro. Soltó el paragüas a pesar de la incomodidad que tenía con la luz y el mismo siguió el mismo destino que los zapatos. Tenía que hacer equilibrio para subirse o la barca se voltearía, así que apoyó un pie dentro, se agarró con las manos de los bordes de la embarcación y subió el otro pie más lejos, balancéandose.

Lamentablemente parecía no tener tan bien balanceado el peso con su fuerza sobrehumana y el conjunto fue excesivo. Durante un par de segundos intentó mantener el equilibrio entre ambos pies pero finalmente la fuera de gravedad venció y la barca se fue a un costado, mandándola con paragüas y zapatos incluídos al agua. Manoteó el borde de la embarcación pero ésta se dio vuelta, haciendo que perdiera cualquier punto de apoyo. Pasaron otro par de segundos hasta que sacó la cabeza del agua nuevamente y logró subir la mitad de su cuerpo sobre la barca volteada. Buscó su paragüas con la mirada, completamente desesperada, pero no estaba a la vista. Si se había hundido, no tenía forma de ir a buscarlo. No; no tenía modo de recuperarlo, punto.

Alzó la vista al cielo nublado. Tenía dos problemas. Uno, volver a subirse a la orilla. Dos, que por alguna razón las nubes cedieran y se calcinara bajo el inclemente Sol. Solo bastaban treinta segundos y sería polvo. Resopló y golpeó su frente contra la parte inferior de la barca. Al parecer uno puede morir de las maneras más simples y estúpidas.

por **Summer J. Abadie** Jue Ene 16, 2014 12:56 am

España... Le avergonzaba admitirse que no tenía idea de dónde quedaba. A duras penas tenía la impresión de que quedaba cerca de Francia, pero de haber tenido que llegar a allí... imposible. Maldición. ¿Por qué no había nacido en una familia con el dinero suficiente como para educarla en algo? Al menos ahora sabría algo de ese lugar del que hablaban más que solo su nombre y a un hombre que provenía de allí. De todos modos, aprender a escribir era una trivialidad si se lo pensaba con el estómago vacío.

¿Gitanos? Poco sabía de ellos en realidad. Le causaban curiosidad, aunque todo lo que tenía eran prejuicios armados por la gente de la que se rodeaba. Solo una vez había andado cerca de esa gente de costumbres tan anti-parisinas. No encajaba en ese lugar. ¿Para qué mentirse? No encajaba en ninguno: ni en la clase baja en la que había nacido -demasiado dinero-, ni en la clase media, ni entre gitanos, ni entre vampiros -demasiado corazón-, ni entre la clase alta -muy poca educación-. -Así que, ¿eres gitano? No lo pareces -admitió, acomodándose a su lado. No podía ignorar el calor que irradiaba su cuerpo y lo nerviosa que la ponía tenerlo tan cerca.

Agradeció que estuviera tan oscuro y no se notara que sus mejillas aún estaban encendidas. Cada vez que pensaba que ya nada podía sorprenderla, él sacaba otro as de la manga. Lo único que no la habría sorprendido hubiera sido que, con esa capacidad para dejarla sin aliento con un par de frases mágicas, no las utilizara seguido para conquistar mujeres. Con ansias quiso responderle algo pero se sentía incapaz de pensar lógicamente. Sus labios gruesos, sus ojos tan profundos, sus mandíbula firme... le costó unos cuantos y humillantes segundos volver a pensar con el cerebro y no con otros instintos más primitivos. -Debe ser un artista para poder hacer de dos nombres tan aburridos un poema tan coqueto- susurró, ya que en la penumbra y por la cercanía no encontraba necesidad de alzar su voz. Sus rostros estaban demasiado cerca, pero no era algo que le molestara precisamente. Una fugaz chispa de diversión y travesura atravesó su mirada y decidió en ese instante que no le importaba romper el ambiente romántico por molestarlo un poco. Después de todo, seguía siendo un desconocido y ella tenía sus límites. -Cuéntame, ¿con cuántas has usado esa habilidad hasta el momento?-preguntó con una sonrisita cargada de burla.

por **Aldebaran Ballester** Jue Feb 20, 2014 11:59 pm

El calor de las llamas parece fundirse junto al del cuerpo del caballero que escucha atento las palabras de la hermosa doncella y consecuente con ello se dispone a contestar totalmente tranquilo –Así es, orgullosamente criado entre los gitanos, de ellos viene mi habilidad…- casi cometiendo el error, de nuevo, de hablar casi de más, Aldebarán sencillamente retoma sus palabras y arregla su diálogo -… En la música, si… En mi instrumento, por ellos es que tomé el amor al arte- soltando una suave risa justo al mismo tiempo que mantiene su vista con total tranquilidad a través del iris de Summer, esperando poder encontrar ese algo que ha estado buscando desde el primer momento que la vio.

-Te respondería que todas y que ninguna- se limita a decir, acercando su rostro al de ella mientras se sigue perdiendo en esos zafiros que pareciesen hacer un efecto hipnótico en él. Su mano diestra se entrelaza con la de ella sin darse cuenta e instantáneamente sus cuerpos se apegan al punto que su piel se eriza un poco por la frialdad de la fémina, sin embargo, esta pareciese desaparecer gradualmente al compartir el calor de la chimenea y el cuerpo mismo del gitano –Pero eso es irrelevante desde el momento en el que estoy aquí… Con el mundo fuera, sin importarme y con la necesidad impresionante de ahorita mismo…- hace una pausa para acercar su rostro solo un poco más, dejando un espacio peligroso entre ambos y así susurrar con un suave roce entre sus labios –Robarte un beso-

Movimiento temerario para el Caballero de la Noche.

por **Summer J. Abadie** Sáb Feb 22, 2014 10:02 pm

El chasquido de la madera al quemarse pasó a un segundo plano mientras se imaginaba al hombre tocando un instrumento. Sus manos callosas y fuertes no encajaban con la delicadeza de un pianista, eso sus propias manos podían asegurarlo. Podía imaginarlo tocando varios instrumentos... y no a los que se refería, pensamientos que le hacían agua la boca y al mismo tiempo la llevaban a querer golpearse para salir de ese loco estado hormonal. Por más hormonal que estuviera, no pudo dejar pasar la pausa en su discurso seguida por una muletilla familiar. ¿Le estaba mintiendo? La desconfianza se adueñó de ella como si lo que había dicho hubiese activado un interruptor invisible. Su sentido sobrenatural del peligro permanecía calmado, pero no quería dejar de estar alerta. Después de todo, él no era el hombre honesto que quería hacerle creer. Era un retorcido ladrón que ahora solo estaba en segundo plano.

Su respuesta ambigua la ayudó a estar alerta pero el muro mental entre ambos poco le duró. Tirarlo abajo solo le llevó un par de bien pensadas palabras y el atrevido roce con su piel caramelo. Y barreras abajo nuevamente. Solo que esta vez le costaría mucho más volver a levantarlas. ¿Realmente quería besar a un criminal que acababa de conocer oficialmente y con quién tendría que pasar el resto de la noche? Si lo hacía, no había frenos a lo que pudiera pasar después. La época de acostarse con cualquier desconocido estaba enterrada en el pasado, junto con los cadáveres de todas sus víctimas. -Besos no es lo único que usted roba... -susurró contra sus labios al tiempo que lo desafiaba con sus brillantes ojos azules. Estaba citando la noche en que lo había conocido. -Y quizás sienta la necesidad de mantener sus labios lejos de mi. Si me contagia algo extraño, puede que amanezca sin ellos -concluyó, susurrando con voz aterciopelada amenazas que estaba dispuesta a cumplir pero que buscaban, más que nada, desestabilizarlo, puesto que sabía que de nada se podía contagiar. Oh, larga noche...

por **Aldebaran Ballester** Dom Feb 23, 2014 2:26 am

El paso del tiempo es realmente algo que ya no tiene importancia. ¿Pero cómo? Si el héroe de las calles no se puede dar el lujo de perder la noción de este debido a que, bueno… Es un mortal. Sus ojos se mantienen fieles admiradores de la belleza en aquella rubia que no deja de verle por igual; el calor de su respiración invade cada rincón del cuerpo del de cabellos largos, quien siente esos roces de aires, de respiraciones chocar contra sus propios labios y consecuente con ello, una sed se despierta hasta gradualmente ir desarrollando un fuerte espasmo en su abdomen así como un escalofrío que le recorre por toda su espina dorsal para paulatinamente colocar su mano diestra sobre la mejilla de Summer, claro, una vez más.

-En eso tienes toda la razón… Después de todo, parece como si tú y yo nos conociéramos desde hace ya tiempo y no necesariamente desde el segundo en el que fingiste estar desmayada cuando te salvé- sonríe ladino, guiñándole el ojo al revelar como él también ha llegado a jugar al actor tanto como ella lo ha hecho durante la noche; ¿pero cuando es que actúa realmente? ¿Será cuando se hace una doncella en apuros en busca de un protector? ¿O quizás en hacerse la que no desea besarlo con la misma pasión que ahorita mismo él está, no por mucho, controlando?

-… Tu respiración, esa no existe. Tu piel, fría como el diamante. Tu sangre, que no llega a tus mejillas si no es que te digo esos elogios que tanto mereces y quiero decirte- va comentando con lentitud mientras acaricia su rostro. Se hipnotiza ante la dama que le hace desesperar, le hace sencillamente querer arrojarla al suelo y besarla como quizás nadie la ha besado antes -… Pero sobre todo tus zafiros… Que no necesitan ser de naturaleza inhumana para controlarme- ríe súbitamente para así recordar las palabras que se le dedican y consecuente con ello responder envuelto en el cinismo que le caracteriza –Tú lo dijiste… Amanecer sin ellos… Pero por si no lo notaste…- interrumpe sus palabras mientras decide él tomar la iniciativa. Sus ojos se cierran y emana un suspiro que adelanta la sensación eléctrica por todo su cuerpo; sus manos se vuelven suaves así como cariñosas, sus labios se remojan ante una respiración nerviosa que no hace más que ayudarle a atar cabos y concluir con la inmortalidad de su damisela, algo que está de más –Aun es de noche… Y esta… Es joven-

Por último, el ladrón que puede ser un cínico más nunca aprendió a mentir, decide depositar un profundo y apasionado beso en la boca ajena. De su aliento sale una corriente de suspiro profundo y sincerado que da paso a las caricias en el rostro y cintura de la vampiresa, a la cual decide envolver bajo sus fornidos brazos llenos de cicatrices que por una sola noche parecen no existir pues el cobijo de la manta albina parece no ser su único manto… Es el calor de ella… El que le hace sentirse, ahora él… Robado.

por **Summer J. Abadie** Dom Feb 23, 2014 11:18 pm

Para su sorpresa el hombre reacciona con la más absoluta calma a sus acusaciones. Con claridad parece recordar ese primer encuentro algo extraño en los sucios callejones de la ciudad mientras hacían lo mismo que todas las noches; él robar, ella asesinar. No eran tan distintos. Su crimen no era tan grave, pero ella lo hacía por necesidad, por sobrevivir. ¿Él? Por la forma en que lo había encontrado vestido y por su cuerpo musculoso no tenía carencias de comida o de dinero. ¿Por qué lo hacía entonces? ¿Le gustaba jugar a ser Dios? Sin embargo, lo que llama la atención de la vampiresa es, de nuevo, la forma en que utiliza sus palabras. Tiene la necesidad de dejarle claro que ella no se hizo la desmayada para que la salvara, sino que había sido su mal interpretación la culpable, pero no lo hace. ¿Por qué? Fácil. Ahora es otra presa de su cálida mirada y atrapantes palabras.

Un cosquilleo recorre su interior mientras lo escucha con la admiración de una niña pequeña a sus mayores. Las palabras, que pocas veces lograban convencerla si estaba decidida a no creer en alguien, la tientan y la seducen de a poco. Es que, en realidad, cuando el acaricia su mejilla y acerca sus labios peligrosamente, ella sigue con la idea de morderlo con fuerza y alejarlo de una vez por todas. Le enfurece la idea de dejarse llevar por ese hombre e incrementarle el ego. Después de todo, sus acciones parecieron querer llevarla a eso desde el principio. Cuando sus labios se funden con los de ella en un beso tan anunciado como inesperado, ese orgullo desaparece. Él es lo que quiere esa noche y todo lo que Summer quiere, lo consigue. Siempre. Sus brazos vuelven a sentirse seguros como los del hombre que la sacó del agua y no los del ladrón del que desconfía.

El calor de la estufa, el de la manta y el de la piel ajena sube de a poco la temperatura de su cuerpo inmortal. La necesidad de su tacto era ahora algo casi doloroso. ¿Por qué no la recorría con sus manos? ¿Por qué no la hacía suya? ¿Por qué? Maldita fragilidad y lentitud humanas. Tendría que ser paciente -o hacer el esfuerzo-. Recorrió con apenas roces de sus manos su pecho desnudo. Debajo, podía sentir su corazón latiendo con exquisita precisión. Solo pensar en la sangre que corría junto a ella le hacía agua la boca. Había encontrado una fuente de sangre perfecta, una víctima distinta. Sus manos ascendieron hasta rodearle el cuello con los brazos y su lengua presionó el labio inferior ajeno antes de romper el encanto de ese beso. -Solo para que quede claro... no fingí desmayarme -susurró contra sus labios, mirándolo a los ojos. Una pequeña sonrisa apareció en los labios de la dama. Si él quería jugar, juego le daría.

por **Aldebaran Ballester** Sáb Mar 01, 2014 11:41 am

Respiraciones agitadas que paradójicamente le quitan el aliento al español, ¿será que es esto posible? Por más redundante que suene o que sea, definitivamente sí. Sus cabellos largos y dorados como el oro, su cuerpo esbelto que se ve exquisitamente sensual bajo el cobijo de una camisa masculina; sus labios carnosos que saben besarlo de una manera que no ha sido besado y sobre todo, una esencia tan caprichosamente tierna que derrite al caballero de manos grandes que ahora toman por la cintura a la joven la hace sentarse sobre sus piernas, frente a frente.

La leña que debido al fuego va tronando y paulatinamente calentando el ambiente es testigo de cómo los ojos del varón se clavan fuertemente en los de ella al escucharla susurrar contra sus labios una razón que realmente está de más para el ladrón pero que sin duda alguna le hacen estremecer debido al tono con el que se le habla –Entonces… Supongamos que no fingiste desmayarte… Pero te pediré, a cambio… Que dejes de fingir que no quieres estar aquí conmigo- el cinismo o seguridad… Solo Satanás sabe que es lo que expresa Aldebaran mientras acaricia con suavidad la esbelta cintura de la fémina.

Sus pectorales trabajados suben y bajan con una agitada respiración que le orilla a explorar con sus dedos la piel fría de Summer. Lentamente se introducen por debajo de la camisa y acarician sus costados deleitándose del exquisito cuerpo de su hermosa acompañante. ¿Qué sucede con Aldebarán? ¿Desde cuándo se toma el tiempo para hacer tuya a una dama? Quizás sea el hecho de que esta vez… Él es el que está siendo poseído y la necesidad, las ganas, el deseo por no solo los labios sino el cuerpo de la vampiresa… Son los elementos de una inminente debilidad para El Caballero de la Noche.

por **Summer J. Abadie** Mar Mar 04, 2014 9:24 pm

La luz de las pocas velas encendidas, que se opacan ante la calidez de las llamas en la estufa, se vuelven más tenues a medida que se consumen. Así se sentía por dentro; una mezcla de oscuros sentimientos que se derretían como la cera en brazos del ladrón. Un criminal que aún resultaba muy delicado contra sus labios y en cada suave caricia como para no tratarse del poeta que intentaba venderle. Si en realidad todos eran distintas personas con un mismo rostro, tenía la sensación de haber dado con el indicado. Lo atrevido de su carácter… eso florecería pronto, cinismo incluido. No esperaba menos del hombre que se había adueñado de sus pensamientos.

Sus manos fuertes la atraen hasta dejarla sentada sobre sus piernas pero ella se acomoda más cerca del cuerpo por el que pecaría una y mil veces, sentándose directamente sobre la toalla húmeda, única separación entre su virilidad y la eterna virginidad de la vampira, convertida a prematura edad. Apoyó una de sus manos a mitad de su espalda, queriendo evitar cualquier distancia entre su pecho y el de ella. Debía tener cuidado, no dejarse llevar y olvidar que su fuerza era mayor. Si le hacía algo él no iba a sanar con rapidez, aunque sus dedos curiosos recorriéndole el cuerpo le estremecieran y al separarse de sus labios y mirarlo a los ojos quisiera dejarse ir…

Un suspiro se escapó de sus labios, sin importarle la cercanía entre sus bocas, que era casi la misma que entre sus piernas. Agarró el primer botón de la camisa entre sus dedos y lo desprendió con tal facilidad que pareció nunca haber estado abrochado. –Déjame decírtelo de esta manera… -le susurró de vuelta, aunque su mirada no lograba mantenerse mucho tiempo en los ojos del seductor ladrón antes de volver a bajar a sus labios y pectorales sin disimulo. Cada botón fue sacado con mayor lentitud hasta llegar abajo. Si antes era difícil ocultar cada curva de su cuerpo ahora era imposible. Todo quedaba a la vista para el ladrón con el fuego y la luna detrás de la ventana como testigos. Dejó caer la camisa a un lado y acarició la piel de su cuello con los labios. -¿Está bien para ti?

por **Aldebaran Ballester** Mar Mar 04, 2014 11:05 pm

No se necesita de otra cosa, no existe realmente algo más allá de este momento y es que la respiración del español pareciese ser dedicada solamente a hacerle vivir el momento y asegurarse que no es uno de esos sueños que tanto se predican entre las poesías.

Sus ojos se cierran al sentir el suspiro de la doncella chocar con sus labios, su cuerpo se acerca al ajeno en un intercambio de calor que le hacen estremecer hasta el último rincón de su cuerpo. Su deseo interno se despierta con la sed de esos besos y de ese cuerpo.

Las caricias continúan explorando la cintura y parte de la espalda de aquella rubia que roba el aliento del ladrón; la camisa que antes le pertenecía a Aldebarán ahora pasa a deslizarse lentamente por esa piel de porcelana que proyecta una imagen tan delicada y sensual a la vez… El desnudo del cuerpo y del alma.

-Es… Perfecto- se limita a decir como susurro. Sus ojos marrones pareciesen arder con la energía que fluye por todo su cuerpo y se expande inminentemente por todos sus sentidos que despiertan el placer y la excitación que de manera rápida se manifiestan en su cuerpo.

Rincón a rincón el descendiente español va estudiando el cuerpo de la musa que pareciese haber sido esculpido por la mano de los Dioses. Cada curva, cada acento en su albina piel, sus redondos senos que caían por la gravedad y tenía ese matiz rosado… Su vientre plano y sus caderas que no tardaría en acariciar.

Lentamente la boca del hidalgo va trazando un camino de besos que le llevan por su hombro y cuello hasta alcanzar su oreja, dando un suave mordisco para susurrarle –Esta noche… Serás mía- y así, todo finiquita bajo la unión de sus labios y empezando a deleitar sus manos en cada caricia sublime que recorre la fisionomía de la dama con la pura intención de hacerla suya y pintar un instante, una noche… un pestañeo… Pero que sea perfecto y pertenezca solamente a los dos.

por **Summer J. Abadie** Miér Mar 05, 2014 11:08 pm

La manta había resbalado con la suavidad de la seda por su espalda y ahora yacía desmayada a los pies de su acompañante, negándose a ser testigo de lo que sucedía en la habitación 18. ¿En qué momento había pasado eso? ¿Antes o después de desnudarse ante los ojos hambrientos que recorrían su cuerpo como pensando en secreto la cantidad de formas en que la haría suya esa noche? La vampira se relamió los labios en anticipación. Que la tomara con la fiereza de quien ha vivido en la abstinencia; que la besara como si cada beso fuera el último; que fuera tan gentil como si se tratara de su primera vez. Esos eran los requisitos para el español.

Algo se despierta en él mientras la observa y la acaricia como si fuese de porcelana o un sueño efímero a punto de desaparecer como agua entre sus dedos. Lo nota entre sus piernas, queriendo llamar la atención. Y vaya que lo hace. Intencionalmente ella presiona sus pequeños y delicados pechos contra la contrastante musculatura ajena, firme, esbelta y fuerte. Sus labios tibios y húmedos recorren la frialdad de la piel de ella hasta su oreja, donde sus mordiscos le provocan cosquilleos. Agarrándolo por la nuca para que no se alejara de ese punto, gimió en su oreja tan suave y bajo como el maullido de un felino. Quería alterarlo como su sola presencia la alteraba a ella en ese momento.

Rodeó su cuerpo con los brazos nuevamente de forma algo más… ¿cariñosa? Sus labios volvían a enredarse acaloradamente y, si bien la necesidad era más abrasante a cada caricia, quería ir lento y jugar con él lo más posible. Su cadera se mueve, frotando su intimidad contra la toalla con suavidad para hacerle sentir sus movimientos. Deslizó las uñas espalda abajo apenas rozándolo, sin intención real de arañarlo –aún- y dejó sus manos apoyadas sobre su cadera. Quería llegar a su trasero, maldita ansiedad. Cada represión a su instinto animal que tuviera que hacer sería un momento más de placentera tortura a su compañero que mantendría en su memoria con recelo hasta tenerlo en la posición exacta. Por ahora, su única carta era la seducción… y la espera.

Atrapó con cuidado su labio inferior entre los dientes y tironeó de él suavemente antes de volver a mirarlo con una sonrisa inocente, como la de una niña que se ha metido en problemas por una inocente travesura. Ay, ladrón de suspiros.

por **Aldebaran Ballester** Jue Mar 06, 2014 2:45 pm

Las velas que tiñen todo el ambiente bajo un matiz romántico hacen lo suyo al momento de mantener ese calor que se siente por todo el recinto. Lentamente el paso de los segundos pareciesen desaparecer pues el caballero de la noche siente como la dama apega su cuerpo con el propio, proporcionándole un escalofrío tan intenso que un reflejo de titubeos se observa en el acto; sus labios que beben de los de ella van entrelazando distintas descargas placenteras que se aglomeran bajo su abdomen conforme ella le acaricia por igual su musculoso cuerpo.

Así pues, el aristócrata no tarda en bajar sus manos por todo el esbelto cuerpo de su amante al escuchar y sentir ese ligero gemido que despierta en él una llama tan intensa que le provoca darle un apretón una vez que llega a su trasero.

El consumo del momento pareciese no llegar debido a que paulatinamente a la sensación de sus sexos rozando uno con el otro, se puede impregnar el arranque animal del español quien al sentirse preso entre los brazos de la vampiresa no hace otra cosa más que decidir girarla y recostarla sobre un ya cálido suelo.

Su cuerpo se traslada por igual para deshacerse de la toalla, última prenda que una vez ida revela el cuerpo desnudo de Aldebarán. Su entrepierna con su miembro ya alargado y fuertemente erecto es solo un punto ciego justo en el instante que sus labios empiezan a depositar distintos besos en el muslo de la rubia y así lentamente van subiendo por todo su cuerpo, besando su pelvis, su abdomen, cada uno de sus suaves y firmes senos, su cuello y terminan en los labios.

Plenamente la fotografía es la de una pareja entregándose uno al otro, sin importarle que sucede fuera de ese cuarto; el respiro romántico de un apasionado encuentro es el acento que orilla a las manos del músico a acariciar las piernas de ella mientras que automáticamente suben a entrelazarse con los dedos de la misma, apretándolos fuertemente en signo de que él está ahí, junto con ella, cuidándola pues no pasa mucho antes de que su miembro viril empiece a acariciar la feminidad de la nocturna y consecuente con esto, lentamente va sintiendo como se adentra en la castidad eterna de Summer.

-Estoy… Aquí contigo…-

por **Summer J. Abadie** Jue Mar 06, 2014 8:25 pm

Sus provocaciones parecen surtir efecto en él, que hace que se le escape un jadeo inevitable al apretar su trasero sin previo aviso, estremeciéndola de pies a cabeza. Las manos que recorren su cuerpo parecen moldearla como si fuese de barro y ella quisiera poder ceder, fundirse en su cuerpo como los alentaba el entorno. Solo una cosa le impide perderse en la suavidad de su piel y no dura mucho entre ellos antes de dejar su cuerpo al descubierto. ¡Y qué cuerpo…! Más de un inmortal tenía en él algo que envidiar. Las cicatrices que cubrían su piel, esparcidas al azar no parecían defecto suficiente para contrarrestar lo que tenía frente a sus ojos.

No hay tiempo a darse cuenta de la desventaja de su nueva posición -no precisamente que el suelo fuera incómodo porque en su mente ya no existía nada más salvo ellos y esa imperiosa necesidad de que la cubriera a besos- porque el caballero toma la iniciativa y tiene que conformarse con disfrutarlo. Sin darse cuenta contiene la respiración con ansiedad mientras lo ve ascender por su cuerpo a besos. No se mueve en caso de que la más mínima acción lo distraiga de su tarea. En cambio, apoyada en sus codos, lo ve acercarse a su boca como si tuviese el tiempo del mundo. Ni se le ocurre quejarse, en especial cuando sus labios pasan peligrosamente cerca de su entrepierna y sobre sus pechos, parada que la deja con los labios entreabiertos mientras se le escapa un suave suspiro. El contraste de temperaturas causaba que cada rincón de su cuerpo reaccionara ante él y se le ocurría un buen lugar en el cual experimentarlo, con el arma perfecta.

Se contrae y relaja en anticipación cuando la punta de su miembro la acaricia y su respiración se vuelve ridículamente agitada. Siempre había huido de lo romántico pero el momento la conmueve y hasta le da ternura, en especial cuando entrelaza sus dedos con los de ella. No tenía por qué hacer nada de eso, pero que lo hiciera era un bonito detalle. Nunca habían hecho nada de eso por ella… aunque tampoco los escogía con mucha precisión. Un suave gemido le responde al entrar, mientras sus paredes se estrechan alrededor de él de forma placentera, pero apenas se acostumbra a la sensación lleva una mano a su mejilla y la acaricia con el pulgar. –Lo sé –le asegura en un susurro mientras lo ve a los ojos, como prueba de que le hablaba con honestidad. Deslizó sus labios más allá y tomó el lóbulo de su oreja entre ellos, masajeándolo, besando y chupando con dedicación. Ahora las riendas eran todas de él, pero si podía distraerlo, lo haría.

por **Aldebaran Ballester** Vie Mar 07, 2014 11:12 am

De manera sublime el rostro del español se ve acariciado por la mano de la hermosa rubia; sus sensaciones tan agitadas hacen de su cuerpo un carnaval de espasmos que pareciesen destinarse a recorrer todo su cuerpo que ahora yace recostado sobre Summer. Con suma delicadeza, este emana un suspiro ahogado sobre sus labios después de besarlos ya que la sensación de por fin ser uno con ella le hacen manifestar una descarga eléctrica que le invade de pies a cabeza.

El ritmo es lento, el placer es inimaginable y contrario a lo de hace unos minutos, la temperatura de la doncella parece ser cálida y sobre todo húmeda pues siente como resbala fácilmente su miembro a través de ella, en cada estocada que con cuidado trata de estimularle para que se entregue y disfrute con totalidad aquel delicioso encuentro.

Sus manos bajan ahora hacia el trasero de la rubia, dándoles un apretón y ayudándose de los mismos mientras escucha y siente el respiro de ella sobre su oreja, la cual es el juguete en turno de aquellos carnosos labios que hacen encender más la llama del descendencia española, quien baja su rostro al cuello de la damisela y comienza a besarlo de una forma un poco más desesperada, dando ligeros mordiscos sin buscar lastimar.

El impulso en sus caderas es lento y profundo, las mil y un sensaciones de placer se expanden como una explosión por todo su cuerpo y sus dedos traviesamente siguen posicionados en las nalgas de la señorita, queriendo ir más profundo, queriendo sentirse más dentro de ella, como si fuesen uno solo pues es ese momento y solo ese, después de que la noche sea su cómplice ya no sabe que pasará, no le importa. Solo sabe que quiere estar ahí, haciéndola suya.

por **Summer J. Abadie** Dom Mar 09, 2014 9:54 pm

Por un terrible momento se siente vacía, incluso más que al principio. Extraña tenerlo dentro. Pero es ese vacío lo que redobla el placer cuando vuelve a penetrarla profundo. Cada vez que entra en ella las sensaciones se intensifican, los adictivos cosquilleos que la invaden se acumulan en su vientre bajo y la presión crece. La oreja del hombre se le escapa entre los labios y enseguida siente sus labios demandantes en el cuello, llamando la atención de la vampira con sus besos y mordidas. La mano que antes estaba en la mejilla del ladrón se enreda en su cabello rebelde y largo, jugando con los mechones de su cabello entre los dedos de forma ausente. ¿La tentaba a propósito acaso? Porque tenía la costumbre de morder en medio del éxtasis y... podía no llegar a resistirse.

Está más que húmeda y caliente por él, suspirando una y otra vez, gimiendo cuando llega hasta el fondo, atrapada entre su cuerpo ardiente y el suelo que, en comparación, ya es frío. Pronto el ritmo lento y profundo como el de un amante enamorado se torna insuficiente. Enreda sus piernas alrededor de él entre temiendo que se alejara y queriendo que se deslizara más profundo. Su cadera acompañó el ritmo de la ajena hasta que parecieron fundirse en uno solo; saber cuál de los dos arremetía contra el otro con esa deliciosa cadencia se volvía imposible.

La masculinidad de su cuerpo, de su olor, la extraña mezcla entre el romance, la pasión y lo casual de ese encuentro la tenía embelesada, envuelta en una realidad que no era la suya. Solo una noche, nada más. Al menos convertiría su recuerdo en algo digno de conservar. No sentía nada de vergüenza. Sería un secreto entre ambos. –Más fuerte… -suplicó entre gemidos, agregando a propósito en un susurro sensual: -Esta noche… quiero que te corras entre mis pechos… que no nos quede r-rincón de... esta habitación sin explorar-suspiró para después tironear suave de su cabello, atraerlo a sus labios y terminar en un beso pausado pero pasional.

por **Aldebaran Ballester** Lun Mar 10, 2014 12:51 pm

El desborde apasionado de estos dos jóvenes embriaga toda la habitación de un aroma de deseo y lujuria que se expande por ambos cuerpos cuyos movimientos en sincronización hacen que cada estocada, cada embestida dada por el español llene de placer a ambas partes que se conjugan en un coro de gemidos y respiraciones agitadas que promulgan todo el placer experimentado.

Con sumo cuidado, las manos del Aristócrata acarician el cuerpo desnudo de su hermosa amante, bajando y subiendo por sus torneadas piernas, sus muslos e inclusive dando apretones en sus nalgas bajo un impulso. Su cabello que es atrapado entre las manos de la vampiresa simplemente le brinda la dirección a tomar cuando escucha esas sensuales palabras, esos diálogos que provocan en él una explosión que lleva como consecuencia a una aceleración gradual en cada embestida.

Sus labios que son atrapados por los de ella hacen de esto un manjar que propicia la revolución interna de todo su cuerpo. Esos gemidos, esos sonidos que se ubican en sus oídos remueven cada rincón de este ladrón que se dedica a responderle sin ningún tapujo –Quiero hacerte mía en cada uno de estos rincones… Obedeceré tus órdenes… Quiero hacerte sentir lo que nunca has sentido-

La mano diestra del caballero toma una de las piernas de la rubia y la alza por encima de su yelmo, apoyando el talón de la misma en su hombro para ejercer una nueva posición que ayude a una mayor profundidad –Querida… Esto apenas comienza…- jadea al momento que acerca su rostro a la oreja de la doncella, susurrándole –Pero quiero que te corras… Quiero sentir como te vienes y me mojes completamente- dando un cambio significativo en la velocidad de cada penetración, trayendo consigo un fuerte gemido de este que se ahoga bajo su voz seca y gruesa. En verdad lo está disfrutando.

por **Summer J. Abadie** Lun Mar 10, 2014 8:36 pm

Su voz grave y rasposa, tan entregada al placer como la de ella, es melodía en sus oídos, acompañada por los gemidos entremezclados de ambos. Las embestidas se vuelven menos cuidadosas y algo más salvajes, tal y como ella lo pide. El ladrón sabe decir exactamente lo que quiere escuchar, deleitándola con un cambio de posición más atrevido que la lleva a hundirse en un mar de espasmos sublimes.

Estira su mano para acariciar sus pectorales dorados y recorrerlo de arriba abajo con las uñas aunque sin ejercer presión, solo acariciando. Ahora su piel brillaba suavemente bajo una fina capa de sudor que en todo caso intensificaba el deseo por su cuerpo trabajado y mortal. Mientras sus manos bajan por la cintura del que en ese momento es su hombre para apretar su trasero, lo único en lo que piensa es en sus palabras. “Quiero sentir como te vienes y me mojes completamente”.

Sus labios quedan entreabiertos con solo excitación y sorpresa en su mirada. ¿Cómo puede evocarle tantos pensamientos sucios e imágenes prohibidas con solo una oración? Su perdición, eso era. No un ladrón, ni un caballero ni un hombre común y corriente; su perdición. Apenas se da cuenta que ha quedado embobada por varios segundos se muerde el labio, mirándolo con intención. Su dedos se separan a regañadientes del cuerpo masculino y bajan por su propio abdomen de forma atrevida para acariciar el botón más sensible de su intimidad de forma descarada.

A pesar de que aún tiene el labio inferior atrapado entre sus dientes, unos cuantos gemidos se le escapan en medio que no intenta frenar pues sabe que a él le encantan. La estufa cerca de ellos pierde notoriedad ya que ellos mismos parecen avivar entre ellos un fuego más intenso. Summer sube la otra pierna entre ellos y apoya el talón en su otro hombro, flexionando la rodilla y quedando aún más expuesta ante él. –Ah, así... Aldebarán… -gime, aún acariciándose para aumentar el estímulo. Y por un momento teme que quizás llegue a tocar el cielo demasiado pronto.

por **Aldebaran Ballester** Mar Mar 11, 2014 12:42 am

De manera que todo el ambiente es expuesto de forma intima en el entorno que ambos jóvenes construyen. Los golpeteos del suelo debido a las embestidas se entrelazan con los gemidos que ambos sueltan debido al placer que experimentan y no pueden dejar de anunciar en cada respirar agitado que los enmarca una y otra vez como si fuese un castigo deseado.

Los ojos marrones del Conde se clavan en los zafiros de Summer, su rostro no puede evidenciar otra cosa que no sea disfrute por aquel delicioso acto sexual que los orilla a continuar unidos bajo cada embestida. De pronto, su mirada logra percatarse de cómo la rubia va deslizando traviesamente sus manos por sus pectorales y así, termina masturbándose de una forma que no hace más que encender más al joven que suelta un fuerte rugido cual toro enfurecido.

Sus manos se postran en la cintura de la dama para apoyarse un poco y alcanzar una mayor profundidad en cada estocada que logra su cometido junto con la pose que la hermosa mujer logra –Su… Summer… Ah… Eres una… Eres una traviesa- logra musitar a duras penas; ahora, sus dedos acarician el vientre de la señorita y suben de manera sublime hasta sus senos, apoderándose con sus manos de estos para apretarlos con cuidado y estimularlos de manera ovalada -… Si, si, si… Me encanta… Me encanta que te dejes llevar… No te detengas- vuelve a recalcar.

Los ojos llenos de una pasión y un fuego interno de Aldebarán pronto dibujan el cuerpo desnudo de la fémina, obligándolo a bajar para darle un beso apasionado en sus labios pues en cada gemido que ella le regala, este siente crecer más la necesidad por el cuerpo de ella. Sus manos se mantienen jugando con las tetas de la inmortal y así con una sonrisa ladina trata de apretar sus rosados pezones, en busca de endurecerlos lo suficientes para que sirvan de catapulta a un nuevo nivel de placer para su ferviente amante.

por **Summer J. Abadie** Dom Mar 16, 2014 12:02 am

Cualquier acto que pasara por romántico entre los amantes se torna altamente erótico conforme los segundos pasan. Ya no hay detalles más que el de dar y recibir placer. Uno que la desborda; contrae y dilata sus músculos con gran intensidad alrededor de su duro miembro. Él se excita y sus gemidos la provocan aún más, algo al parecer recíproco que los arrastra cuesta arriba de forma interminable. La piel tostada del ladrón es suave allí en su candente interior donde se fricciona de forma abrumadora contra las paredes. Es largo, grueso y va profundo. Sabe llevar el ritmo y tocar las claves. Como respuesta, cada vez se ciñe a él más rápido y de forma más prolongada.

Son los instintos los que la llevan a actuar. El instinto salvaje, el más humano. Ya no siente sed, aunque sabe que la tiene. La única sed es de su cuerpo cincelado usándola hasta agotarla.

La media sonrisa en el rostro del hombre la hace sonreír también, aunque es una sonrisa distinta. Por un momento se siente flotar, cuando acaricia sus senos poniéndole tanta dedicación a los sensibles y erectos pezones. Deja de acariciarse a sí misma y apoya sus manos sobre las de él, guiándolas sobre su cuerpo, haciendo que también los acaricie en lentos círculos como le gustaba. –Ah, ahh… se siente muy bien… yo no, n-no lo… -intenta advertir entre crecientes gemidos, aunque no logra terminar la frase. Por más que quiere aguantarlo siente que la presión se le escapa incontrolablemente, al igual que su nombre de entre los labios casi a gritos. Los espasmos la acalambran, siente las piernas temblorosas y por varios segundos los cosquilleos son tan buenos que no le importa si por lo que le hace su “hermano” termina despertando a otros huéspedes, si acaba muy pronto o si sus fluidos brotan con fuerza, mojándolo a él también.

por **Aldebaran Ballester** Dom Mar 16, 2014 3:45 pm

El ritmo de la noche prosigue de manera agitada, los golpes en el suelo y el rechine de la madera demuestran como ambos jóvenes se funden en la locura y el placer pues cada vez dejan más de lado el pudor y se dedican cada uno a entregarse de manera apasionada.

Los ojos del español se clavan sobre los de su amante, ciñéndose al cabo de notar su propio rostro de placer y como los gemidos de ella le van brindando una delicia que se refleja en cada rugido de toro que sale desde su nariz. Con sus manos ahora siendo guiadas por ella, el Conde se dispone a mantener el ritmo en el masaje sobre los senos de la rubia, sintiendo como ella misma se va contrayendo desde su interior, despertando una sensación más profunda en su miembro viril.

Las reacciones de la vampiresa son notadas al instante por Aldebarán, quien siente como ella empieza a temblar y como empieza a gritar de placer, algo que explota dentro de él pues el ritmo de cada embestida llega a su límite, tratando de hacerle llegar al orgasmo -¡Así!... Si… Quiero sentir como te corres…- exclama sin vergüenza alguna para al poco tiempo sentirse invadido por toda la humedad de la preciosa fémina, bañándolo por completo en una delicia que lo lleva también al siguiente nivel.

Con esto, rápidamente se separa de ella para después tomar su
erecto miembro con su mano derecha y lo empieza a masturbar de forma rápida. Su mano izquierda golpetea suavemente el sexo ajeno y lo estimula principalmente en su clítoris para desarrollar aún más el placer en ella.

Luego, este cierra sus ojos casi automáticamente pues su espalda se arquea un poco y con ello, una explosión de sensaciones se llevan a cabo tras un fuerte grito de placer que le hace eyacular con toda exquisitez sobre las tetas de Summer tal y como se lo pidió, bañándola casi al mismo tiempo y llenándola del líquido transparente que sale como chorro sobre ella, dejando una imagen totalmente complacida en el rostro del ladrón.

por **Summer J. Abadie** Vie Mar 21, 2014 8:59 pm

El orgasmo se prolonga varios segundos, aunque no los suficientes. Por más que quisiera quedarse en ese instante para siempre, lo bueno nunca dura demasiado y, si lo hiciera, no sería tan especial. Así que de a poco vuelve a la realidad, respirando de forma agitada, recordando que sí existía un mundo aparte de ellos dos. Un mundo que se hace aún más creíble cuando abre los ojos -¿en qué momento los había cerrado?- y se encuentra con la habitación del motel tenuemente iluminada por una fogata que se extinguía a pasos agigantados. La sensación de vacío por no tenerlo dentro se mezcla con el sentimiento de plenitud tras cerrarse una etapa. Solo faltaba él. Pero, ¿por qué estaba terminando con sus propias manos algo que podía compartir con ella?

Está a punto de preguntar cuando su miembro hinchado parece no aguantar más y con un grito que enciende a la vampira de inmediato, se deja ir entre sus senos de pezones aún erectos, untándola con su líquido tibio y viscoso. Sonrió de lado, viéndose a sí misma antes de volver la mirada a la cautivante expresión placentera que portaba su amante. -¿Disfrutas mucho de mojarme, eh? –preguntó con ese tono burlón que siempre disfrazaba segundas intenciones. Con dos dedos y suma lentitud recorrió la zona húmeda de su pecho para mojarlos en la consumación del arrebato sexual, dándole tiempo para recuperar su aliento. Quería toda su atención en ella… como siempre. La frente del caballero estaba cubierta de pequeñas perlas de sudor, su expresión satisfecha. Fue inevitable hacer otra rápida apreciación del cuerpo que la había hecho pecar. “Tranquila, es un mortal” debió frenarla la voz de su consciencia antes de que el deseo carnal la azotara de nuevo. Con los mismos dos dedos delineó su labio inferior una vez que tuvo lo que esperaba y procedió a limpiárselo con la punta de la lengua antes de darle otro beso. Breve, terso, final.

-Nada mal para un simple ladrón…-comentó, poniéndose en pie con una auténtica sonrisa en su rostro, de esas que le son tan escazas. Pasó fugazmente por el baño para limpiarse, se miró una última vez en el espejo y... -¿Qué…?-se preguntó en un susurro al ver sobresalir una punta negra desde detrás del objeto enmarcado que le devolvía su reflejo. No había estado allí al tomar ella un baño. “Lotería”. –Y hablando de ladrones…-reapareció en la recámara, blandiendo una máscara negra en su mano. Le era más que familiar, es la que usaba cuando lo conoció en los callejones.

por **Aldebaran Ballester** Mar Abr 29, 2014 9:46 pm

El pecho del caballero sube y baja debido a lo agitado que yace después de tan exquisito acto y su culminación; poco tiempo pasa para que sus ojos se fijen en los actos sensuales de la vampiresa quien de manera erótica relame sus labios con el líquido viscoso de Aldebarán, quien con una sonrisa ladina asiente con calma –No sabes cuánto disfruto hacerlo-

Lentamente se acerca a ella, deslizando su mano diestra por su hombro, brazo, cintura y acabando en su trasero, donde deposita un fuerte apretón –Me encantas… Eres tan sensual, tan provocativa y sobre todo apasionada… Dime que no estás haciendo uso de tus poderes para hacerme ver una cruel ilusión- una risa escapa de sus labios cuando la observa irse al baño.

Poco tiempo pasa cuando ella regresa con una sorpresa en sus manos, era su antifaz. Los ojos marrones del español sencillamente se cierran al dejar salir una carcajada, negando con su cabeza y así respondiendo -¿Qué puedo decir? Me atrapaste… Felicidades- evocando un cinismo único que adhiere unas segundas palabras –Pero si te lo pones y con ese cuerpo tan perfecto que tienes… Harías una majestuosa obra de arte erótico- guiñándole con descaro su ojo diestro.

por Contenido patrocinado

¿Mi héroe? || Priv. +18

¿Mi héroe? || Priv. +18

Re: ¿Mi héroe? || Priv. +18

Re: ¿Mi héroe? || Priv. +18

Re: ¿Mi héroe? || Priv. +18

Re: ¿Mi héroe? || Priv. +18

Re: ¿Mi héroe? || Priv. +18

Re: ¿Mi héroe? || Priv. +18

Re: ¿Mi héroe? || Priv. +18

Re: ¿Mi héroe? || Priv. +18

Re: ¿Mi héroe? || Priv. +18

Re: ¿Mi héroe? || Priv. +18

Re: ¿Mi héroe? || Priv. +18

Re: ¿Mi héroe? || Priv. +18

Re: ¿Mi héroe? || Priv. +18

Re: ¿Mi héroe? || Priv. +18

Re: ¿Mi héroe? || Priv. +18

Re: ¿Mi héroe? || Priv. +18

Re: ¿Mi héroe? || Priv. +18

Re: ¿Mi héroe? || Priv. +18

Re: ¿Mi héroe? || Priv. +18

Re: ¿Mi héroe? || Priv. +18

Re: ¿Mi héroe? || Priv. +18