AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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¿Mi héroe? || Priv. +18
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¿Mi héroe? || Priv. +18
Recuerdo del primer mensaje :
"Basta un instante para hacer un héroe y una vida entera para hacer un hombre de bien" Paul Brulat.
Summer se colocó sus guantes de encaje blanco mientras miraba por la ventana de su carruaje. El clima no podía ser mejor para pasear; las nubes de un color grisáceo oscuro anunciaban que llovería pronto. Traía su pequeño paragüas floreado, aunque el agua de lluvia no le molestaba en absoluto. A su nuevo cochero le tenía asombrado que su ama quisiera ir a dar un paseo en barco con un clima tan hostil y por todos los medios había intentado hacerla desistir. Pobre hombre, ni se imaginaba lo tozuda que ella podía llegar a ser. No iba a quedarse en casa con un día tan espléndido, era algo que los humanos parecían no poder entender. Un par de gotitas no iban a detenerla: nadie podía, en realidad.
El carruaje se detuvo y la puerta se abrió para ella. Solo había una pareja en los alrededores que parecía estar levantando su pequeño picnic junto al lago. ¿No iban a quedarse a jugar con ella? ¡Qué falta de educación! Suspiró, viendo a sus bocaditos andantes marcharse y le pidió al cochero que la dejara sola. Su presencia le irritaba. El joven se marchó sin contradecirla aunque por la expresión en su rostro claramente pensaba que ya no habían caramelos en su rubia caramelera. Rió suave y se dispuso a caminar junto a la orilla de la laguna, utilizando su paragüas para protegerse de los débiles rayos de sol que, aunque tapados por las nubes, lograban generarle un leve ardor en la piel.
Nunca había visitado aquel lugar, a pesar de haber vivido sus 43 años unicamente en París. El hecho de que de humana fuera tan pobre podría haber tenido que ver, ese lugar le había quedado demasiado lejos como para ir a pie de paseo. Además, siempre estaba demasiado ocupada encargándose de la casa, de sus hermanos o de conseguir comida mediante cualquier medio como para tener un tiempo libre. Se detuvo en una zona de gran profundidad y solo observó el agua cristalina a sus pies. O también podría haber sido porque no sabía nadar y hasta la actualidad le daba miedo ahogarse. Ridículo, porque los vampiros no se ahogan, pero no quería terminar días siendo llevada por alguna corriente hasta que la marea la sacara a la orilla. No era su paseo ideal.
Delante de ella se extendía un pequeño muelle que se internaba en la laguna. Anclado en él solo quedaba una pequeña barca, sin dueño aparente. Era angosta, larga y comprimida; capacidad máxima con suerte de dos personas. Ahora o nunca. Debía aprovechar que era uno de esos pocos días en los que se animaba a salir para hacer todo lo que quisiera. Y ahora mismo solo había una cosa en su mente: pasear en aquel barco. Se quitó los zapatos de tacón y los arrojó dentro. Soltó el paragüas a pesar de la incomodidad que tenía con la luz y el mismo siguió el mismo destino que los zapatos. Tenía que hacer equilibrio para subirse o la barca se voltearía, así que apoyó un pie dentro, se agarró con las manos de los bordes de la embarcación y subió el otro pie más lejos, balancéandose.
Lamentablemente parecía no tener tan bien balanceado el peso con su fuerza sobrehumana y el conjunto fue excesivo. Durante un par de segundos intentó mantener el equilibrio entre ambos pies pero finalmente la fuera de gravedad venció y la barca se fue a un costado, mandándola con paragüas y zapatos incluídos al agua. Manoteó el borde de la embarcación pero ésta se dio vuelta, haciendo que perdiera cualquier punto de apoyo. Pasaron otro par de segundos hasta que sacó la cabeza del agua nuevamente y logró subir la mitad de su cuerpo sobre la barca volteada. Buscó su paragüas con la mirada, completamente desesperada, pero no estaba a la vista. Si se había hundido, no tenía forma de ir a buscarlo. No; no tenía modo de recuperarlo, punto.
Alzó la vista al cielo nublado. Tenía dos problemas. Uno, volver a subirse a la orilla. Dos, que por alguna razón las nubes cedieran y se calcinara bajo el inclemente Sol. Solo bastaban treinta segundos y sería polvo. Resopló y golpeó su frente contra la parte inferior de la barca. Al parecer uno puede morir de las maneras más simples y estúpidas.
"Basta un instante para hacer un héroe y una vida entera para hacer un hombre de bien" Paul Brulat.
Summer se colocó sus guantes de encaje blanco mientras miraba por la ventana de su carruaje. El clima no podía ser mejor para pasear; las nubes de un color grisáceo oscuro anunciaban que llovería pronto. Traía su pequeño paragüas floreado, aunque el agua de lluvia no le molestaba en absoluto. A su nuevo cochero le tenía asombrado que su ama quisiera ir a dar un paseo en barco con un clima tan hostil y por todos los medios había intentado hacerla desistir. Pobre hombre, ni se imaginaba lo tozuda que ella podía llegar a ser. No iba a quedarse en casa con un día tan espléndido, era algo que los humanos parecían no poder entender. Un par de gotitas no iban a detenerla: nadie podía, en realidad.
El carruaje se detuvo y la puerta se abrió para ella. Solo había una pareja en los alrededores que parecía estar levantando su pequeño picnic junto al lago. ¿No iban a quedarse a jugar con ella? ¡Qué falta de educación! Suspiró, viendo a sus bocaditos andantes marcharse y le pidió al cochero que la dejara sola. Su presencia le irritaba. El joven se marchó sin contradecirla aunque por la expresión en su rostro claramente pensaba que ya no habían caramelos en su rubia caramelera. Rió suave y se dispuso a caminar junto a la orilla de la laguna, utilizando su paragüas para protegerse de los débiles rayos de sol que, aunque tapados por las nubes, lograban generarle un leve ardor en la piel.
Nunca había visitado aquel lugar, a pesar de haber vivido sus 43 años unicamente en París. El hecho de que de humana fuera tan pobre podría haber tenido que ver, ese lugar le había quedado demasiado lejos como para ir a pie de paseo. Además, siempre estaba demasiado ocupada encargándose de la casa, de sus hermanos o de conseguir comida mediante cualquier medio como para tener un tiempo libre. Se detuvo en una zona de gran profundidad y solo observó el agua cristalina a sus pies. O también podría haber sido porque no sabía nadar y hasta la actualidad le daba miedo ahogarse. Ridículo, porque los vampiros no se ahogan, pero no quería terminar días siendo llevada por alguna corriente hasta que la marea la sacara a la orilla. No era su paseo ideal.
Delante de ella se extendía un pequeño muelle que se internaba en la laguna. Anclado en él solo quedaba una pequeña barca, sin dueño aparente. Era angosta, larga y comprimida; capacidad máxima con suerte de dos personas. Ahora o nunca. Debía aprovechar que era uno de esos pocos días en los que se animaba a salir para hacer todo lo que quisiera. Y ahora mismo solo había una cosa en su mente: pasear en aquel barco. Se quitó los zapatos de tacón y los arrojó dentro. Soltó el paragüas a pesar de la incomodidad que tenía con la luz y el mismo siguió el mismo destino que los zapatos. Tenía que hacer equilibrio para subirse o la barca se voltearía, así que apoyó un pie dentro, se agarró con las manos de los bordes de la embarcación y subió el otro pie más lejos, balancéandose.
Lamentablemente parecía no tener tan bien balanceado el peso con su fuerza sobrehumana y el conjunto fue excesivo. Durante un par de segundos intentó mantener el equilibrio entre ambos pies pero finalmente la fuera de gravedad venció y la barca se fue a un costado, mandándola con paragüas y zapatos incluídos al agua. Manoteó el borde de la embarcación pero ésta se dio vuelta, haciendo que perdiera cualquier punto de apoyo. Pasaron otro par de segundos hasta que sacó la cabeza del agua nuevamente y logró subir la mitad de su cuerpo sobre la barca volteada. Buscó su paragüas con la mirada, completamente desesperada, pero no estaba a la vista. Si se había hundido, no tenía forma de ir a buscarlo. No; no tenía modo de recuperarlo, punto.
Alzó la vista al cielo nublado. Tenía dos problemas. Uno, volver a subirse a la orilla. Dos, que por alguna razón las nubes cedieran y se calcinara bajo el inclemente Sol. Solo bastaban treinta segundos y sería polvo. Resopló y golpeó su frente contra la parte inferior de la barca. Al parecer uno puede morir de las maneras más simples y estúpidas.
Última edición por Summer J. Abadie el Mar Mar 04, 2014 9:25 pm, editado 4 veces
Summer J. Abadie- Vampiro Clase Alta
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Re: ¿Mi héroe? || Priv. +18
La fémina avanza y se arrodilla en el suelo frente a él. Extrañamente ya no se siente cohibida. No hay por qué sentirse así de todos modos, lo había visto todo al desnudo. Haciendo oídos sordos a su idea, que encendería nuevamente una chispa difícil de apagar, le coloca la máscara. Todo un crimen teniendo en cuenta la belleza de sus rasgos viriles. El fin justifica los medios. –Ya lo creo. Pero debo salir antes del amanecer… ¿nos buscarás algo de ropa?- pregunta con tono dulce, esperando a que sea lógico y salga a buscarles algo con lo que salir a la calle de forma decente. Sin embargo, un cierto sexto sentido le advierte que no parece hombre de planificaciones rigurosas sino alguien que va a dónde lo lleve el viento y vive el momento. Pensamiento que no va con ella. Siempre había sido algo neurótica, necesitado de una cierta estabilidad a futuro, más que sólo tirarse al agua sin saber nadar… Dejando de lado el hecho de esa tarde. Con el vampirismo, el Sol abrasante, la sangre que debe ingerir cada por lo menos tres días y demás… Bueno, sin un plan enloquecería.
Sus labios delicados se acercan a los de él y lo besan. Besos que se acercan a su oreja y luego bajan por su cuello. Con su mano izquierda le acaricia el trabajado pectoral que seguía ahí, pidiéndole a gritos que lo mordiera y lo besara, que abusara de su cuerpo. Si pudiera tumbarlo sobre la cama y aprovecharse aunque fuese una vez más… “Céntrate, te vas por la ramas de nuevo”. –Hazlo y te esperaré cómo más te guste– ofrece para tentarlo, besando una vez más la piel sensible. Saldría ella a hacer el trabajo, después de todo si quieres algo bien hecho has de hacerlo tú mismo, pero la idea de salir casi desnuda y encontrarse a alguien accidentalmente la mortifica. Es posible que terminase matando al testigo, como se le ha pasado más de una vez por la cabeza matar a su acompañante. Si él no resultase ser de tanta utilidad para ella y, aunque no lo fuera a admitir nunca, en ese momento era su debilidad.
Sus labios delicados se acercan a los de él y lo besan. Besos que se acercan a su oreja y luego bajan por su cuello. Con su mano izquierda le acaricia el trabajado pectoral que seguía ahí, pidiéndole a gritos que lo mordiera y lo besara, que abusara de su cuerpo. Si pudiera tumbarlo sobre la cama y aprovecharse aunque fuese una vez más… “Céntrate, te vas por la ramas de nuevo”. –Hazlo y te esperaré cómo más te guste– ofrece para tentarlo, besando una vez más la piel sensible. Saldría ella a hacer el trabajo, después de todo si quieres algo bien hecho has de hacerlo tú mismo, pero la idea de salir casi desnuda y encontrarse a alguien accidentalmente la mortifica. Es posible que terminase matando al testigo, como se le ha pasado más de una vez por la cabeza matar a su acompañante. Si él no resultase ser de tanta utilidad para ella y, aunque no lo fuera a admitir nunca, en ese momento era su debilidad.
Summer J. Abadie- Vampiro Clase Alta
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Re: ¿Mi héroe? || Priv. +18
Los ojos marrones del español se deleitan con la aproximación de la hermosa vampiresa. Sus caderas se mueven con gracia y sus senos rebotan de forma sublime debido a la gravedad; sus cuerpo perfecto cual obra de arte y su mirada que devela toda clase de sensaciones apasionadas que lo provocan a responder de manera entregada aquellos efímeros besos que le deposita en sus labios.
Sus manos bajan de manera cautelosa por sus caderas para acariciarlas y sentir a su vez el tacto en sus pectorales. La voz tenue de la doncella hace de él un efecto hipnótico que automáticamente lo destina a aceptar moviendo su rostro arriba abajo –Espero y cuando vuelva… Te pueda encontrar… Con una sorpresa para mí… No sé, creo merecer un premio por lo que haré- guiñando su ojo derecho bajo una risilla llena de cinismo.
Así pues, deposita un beso en los labios de la rubia de manera rápida, dejándole puesto a ella su antifaz para simplemente colocarse sus pantalones y salir con el torso desnudo al pasillo una vez más, todo indica que ya sabe qué hacer.
No pasa mucho cuando se logra percibir al ladrón adentrarse una vez más en los pasillos. Ahora, este se dirige a uno de los cuartos donde logra escuchar movimientos -¿Qué tenemos aquí?- se cuestiona retóricamente mientras abre con facilidad la puerta haciendo lujo de sus habilidades como ente nocturno. Sus oídos descifran como una pareja yace jugueteando en el baño, ¡pero qué envidia! Ellos parecen si poder compartirlo.
Con prontitud empieza a indagar entre el equipaje de los extraños, encontrándose con un vestido que parece ser ideal para su vampiresa; una hermosa pieza de matiz albino largo y con escote en forma de corazón –Quizás este le guste, después de todo… Es mejor que andar desnuda y por supuesto que no dejaré que alguien más vea esa escultural obra de arte-
Riendo por lo bajo decide volver por donde llegó, sin embargo, pareciese que la pareja decide salir en el peor de los momentos y esto lo obliga a rápidamente actuar, por lo que en una maniobra instantánea gira sobre su propio eje, utilizando su pie diestro para cerrar de golpe la puerta del baño en la cara del varón, rompiéndole de forma inmediata la nariz –Huy… Eso no tenía que salir así, sin embargo, me ayudará bastante- dice con un toque de acidez para usar aquel incidente y salir de la habitación ajena.
Caminando de manera apresurada, decide abrir con cuidado la puerta, mordiendo su labio inferior para así preguntarse qué merecida sorpresa le tendrá preparada Juliette.
Sus manos bajan de manera cautelosa por sus caderas para acariciarlas y sentir a su vez el tacto en sus pectorales. La voz tenue de la doncella hace de él un efecto hipnótico que automáticamente lo destina a aceptar moviendo su rostro arriba abajo –Espero y cuando vuelva… Te pueda encontrar… Con una sorpresa para mí… No sé, creo merecer un premio por lo que haré- guiñando su ojo derecho bajo una risilla llena de cinismo.
Así pues, deposita un beso en los labios de la rubia de manera rápida, dejándole puesto a ella su antifaz para simplemente colocarse sus pantalones y salir con el torso desnudo al pasillo una vez más, todo indica que ya sabe qué hacer.
No pasa mucho cuando se logra percibir al ladrón adentrarse una vez más en los pasillos. Ahora, este se dirige a uno de los cuartos donde logra escuchar movimientos -¿Qué tenemos aquí?- se cuestiona retóricamente mientras abre con facilidad la puerta haciendo lujo de sus habilidades como ente nocturno. Sus oídos descifran como una pareja yace jugueteando en el baño, ¡pero qué envidia! Ellos parecen si poder compartirlo.
Con prontitud empieza a indagar entre el equipaje de los extraños, encontrándose con un vestido que parece ser ideal para su vampiresa; una hermosa pieza de matiz albino largo y con escote en forma de corazón –Quizás este le guste, después de todo… Es mejor que andar desnuda y por supuesto que no dejaré que alguien más vea esa escultural obra de arte-
Riendo por lo bajo decide volver por donde llegó, sin embargo, pareciese que la pareja decide salir en el peor de los momentos y esto lo obliga a rápidamente actuar, por lo que en una maniobra instantánea gira sobre su propio eje, utilizando su pie diestro para cerrar de golpe la puerta del baño en la cara del varón, rompiéndole de forma inmediata la nariz –Huy… Eso no tenía que salir así, sin embargo, me ayudará bastante- dice con un toque de acidez para usar aquel incidente y salir de la habitación ajena.
Caminando de manera apresurada, decide abrir con cuidado la puerta, mordiendo su labio inferior para así preguntarse qué merecida sorpresa le tendrá preparada Juliette.
Aldebaran Ballester- Realeza Española
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Re: ¿Mi héroe? || Priv. +18
Una risita se le escapa al ver partir semi-desnudo por la puerta a aquél que fue su amante y ahora está compenetrado con su papel de ladrón. Aún la sorprendía cómo podía ser dos personas distintas de un momento a otro. O quizás es que ella estaba acostumbrada a ver sus rasgos personales en héroes y antagonistas. Él no era ni uno ni otro, pero era ambos a la vez. Lo que haría no era nada nuevo para él. Robar, claro. No creía posible que ya se hubiera encontrado necesitado de ropas en un hostel antes. Al menos, quería pensar que era la primera vez. Sino pasaría a ser un… acosador de mujeres… que las salvaba para llevarlas a hostales y seducirlas. Bueno, no exactamente, pero en su mente era una representación dramática parecida, con el extra de un par de colmillos como los de Drácula que se alejaban demasiado de la realidad.
¿Desnuda o con ropa? Esa es la cuestión. ¿Quería ceder ante la tentación y pasar la noche en vela con el humano o ya irse a casa? La oferta era tentadora… Una hora más no iba a hacer daño a nadie. Oh, bueno, tenía hasta el amanecer, en todo caso nadie que no cobrara sueldo y/o la deseara más muerta de lo que ya estaba podría estar esperándola en casa. ¿Por qué desaprovechar la oportunidad?
Agudizó el oído e intentó localizarlo alrededor, pero ni en el más profundo silencio nocturno pudo oír sus pisadas, sólo situaciones vecinas que habría preferido nunca escuchar. Debía estar lejos. Se sentó sobre la cama, apoyada en sus manos y con pose relajada: una de sus piernas flexionada, la otra colgando del colchón. “Ugh, cómo demora” pensó, apoyando la cabeza sobre su hombro. Pronto logró distinguir sus pesadas pisadas por el corredor y la puerta se abrió para develar un rostro expectante y ansioso. Un niño en navidad. ¿Esperaba a que se hubiera dividido en dos y fuera a tener un trío o qué? Primero se aseguraría de que hubiera hecho bien el trabajo. Y parecía haberlo hecho porque sus manos cargaban ropajes. Si era o no de su talle se encargaría después. –Cierra la puerta… -ordenó con suave, mirándolo con una sonrisa. Tenía ganas de…
Con el dedo le hizo señas de que se acercara a la cama, recién allí levantándose de su lugar en la cama y parándose junto a ella. Se mordía el labio en anticipación. –Creo que ya sé cómo te lo voy a pagar, ¿alguna petición especial?
¿Desnuda o con ropa? Esa es la cuestión. ¿Quería ceder ante la tentación y pasar la noche en vela con el humano o ya irse a casa? La oferta era tentadora… Una hora más no iba a hacer daño a nadie. Oh, bueno, tenía hasta el amanecer, en todo caso nadie que no cobrara sueldo y/o la deseara más muerta de lo que ya estaba podría estar esperándola en casa. ¿Por qué desaprovechar la oportunidad?
Agudizó el oído e intentó localizarlo alrededor, pero ni en el más profundo silencio nocturno pudo oír sus pisadas, sólo situaciones vecinas que habría preferido nunca escuchar. Debía estar lejos. Se sentó sobre la cama, apoyada en sus manos y con pose relajada: una de sus piernas flexionada, la otra colgando del colchón. “Ugh, cómo demora” pensó, apoyando la cabeza sobre su hombro. Pronto logró distinguir sus pesadas pisadas por el corredor y la puerta se abrió para develar un rostro expectante y ansioso. Un niño en navidad. ¿Esperaba a que se hubiera dividido en dos y fuera a tener un trío o qué? Primero se aseguraría de que hubiera hecho bien el trabajo. Y parecía haberlo hecho porque sus manos cargaban ropajes. Si era o no de su talle se encargaría después. –Cierra la puerta… -ordenó con suave, mirándolo con una sonrisa. Tenía ganas de…
Con el dedo le hizo señas de que se acercara a la cama, recién allí levantándose de su lugar en la cama y parándose junto a ella. Se mordía el labio en anticipación. –Creo que ya sé cómo te lo voy a pagar, ¿alguna petición especial?
Última edición por Summer J. Abadie el Sáb Mayo 03, 2014 8:58 pm, editado 1 vez
Summer J. Abadie- Vampiro Clase Alta
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Re: ¿Mi héroe? || Priv. +18
Una sonrisa llena de complicidad se dibuja en el rostro del de cabellos largos, quien al adentrarse a la habitación observa a la damisela recostada en la cama. Es una imagen tan perfecta, tan única. Es un cuero tan majestuoso que debería ser pecado tenerlo frente a él y no tocarlo, acariciarlo, apreciarlo como ni siquiera a su fiel guitarra ha hecho; Sus oídos escuchan la orden de Summer, a lo cual, este responde al instante colocando el seguro a la puerta y el vestido sobre una mesa cercana.
Sus pasos se van dirigiendo lentamente a la cama al cabo de ser llamado por la hermosa vampiresa; sus ojos se clavan en los propios, la imagen de ella se vislumbra en sus iris mientras aprecia como de forma sensual se reincorpora y espera a por él para así escucharse solamente una frase –Por favor, sorprende a este ladrón-
Así pues, sus manos se deslizan por los brazos de la preciosa fémina, viajantes con toda calma y dedicación, embriagándose de su aroma, de su esencia y consecuente con esto sus labios van depositando muy efímeros besos en el cuello de la ojiazul, trayendo consigo un suspiro muy delgado por parte de Aldebarán.
Los segundos siguen pasando y con ellos las caricias que ahora se trasladan a la cintura esbelta de la damisela. Luego recorren sus caderas con un desdén que solo satanás sabe cómo es que el aristócrata logra controlar. El respiro del aire pasa a segundo plano pues ante su mirada yace aquella mujer que le enloquece y a la cual ahora empieza a apreciar tanto por la vista, así como el tacto.
-Si pudiera, congelaría ahorita mismo el tiempo… Maldecir las manecillas de reloj parece una buena idea, sin embargo, no quiero que marquen las horas… Quiero disfrutar está noche hasta que se extinga y tenerte en mis brazos… Hasta que no quede duda, aunque sea muy dentro de ti…- interrumpe sus vocablos buscando el lóbulo de la oreja ajena, mordiendo sublimemente para así, sencillamente susurrar…
-Que eres mía…-
Sus pasos se van dirigiendo lentamente a la cama al cabo de ser llamado por la hermosa vampiresa; sus ojos se clavan en los propios, la imagen de ella se vislumbra en sus iris mientras aprecia como de forma sensual se reincorpora y espera a por él para así escucharse solamente una frase –Por favor, sorprende a este ladrón-
Así pues, sus manos se deslizan por los brazos de la preciosa fémina, viajantes con toda calma y dedicación, embriagándose de su aroma, de su esencia y consecuente con esto sus labios van depositando muy efímeros besos en el cuello de la ojiazul, trayendo consigo un suspiro muy delgado por parte de Aldebarán.
Los segundos siguen pasando y con ellos las caricias que ahora se trasladan a la cintura esbelta de la damisela. Luego recorren sus caderas con un desdén que solo satanás sabe cómo es que el aristócrata logra controlar. El respiro del aire pasa a segundo plano pues ante su mirada yace aquella mujer que le enloquece y a la cual ahora empieza a apreciar tanto por la vista, así como el tacto.
-Si pudiera, congelaría ahorita mismo el tiempo… Maldecir las manecillas de reloj parece una buena idea, sin embargo, no quiero que marquen las horas… Quiero disfrutar está noche hasta que se extinga y tenerte en mis brazos… Hasta que no quede duda, aunque sea muy dentro de ti…- interrumpe sus vocablos buscando el lóbulo de la oreja ajena, mordiendo sublimemente para así, sencillamente susurrar…
-Que eres mía…-
Aldebaran Ballester- Realeza Española
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Re: ¿Mi héroe? || Priv. +18
Los dedos de pianista le recorren su cuerpo con el mismo anhelo. Realmente no piensa lo que hace ni dónde está parada. ¿Le está a punto de pagar un favor con algo sexual? Sucio, vulgar, indecente… y aún así, nada de eso era correcto. Ella ladea apenas la cabeza para darle más espacio en su cuello, que ahora está más sensible que nunca porque cada beso, por pequeño que sea, evoca el recuerdo de lo que pasó minutos atrás y reaviva las brazas de la pasión. Finalmente, sus últimas palabras surten efecto hasta en los lugares más íntimos, que están lejos de haberse dormido. Posesivo… aunque cierto. Era de él, sólo de él por esa noche.
Sus manos se detienen sobre las de él y las retiran. Una sonrisa misteriosa aparece mientras gira despacio con él y presiona su pecho con la mano ligeramente para hacerlo sentarse en el borde de la cama. -¿Maldecir las manillas del reloj? Suena bien teniendo en cuenta que debo irme antes de que la noche llegue a su fin… -susurró, parándose entre sus piernas. Tenía que mirar hacia abajo para verlo a los ojos, quedaba justo en medio de sus blancos senos… Fácil de remediar. Despacio bajó hasta estar de rodillas ante él, sus manos le recorrían la cara interior de los muslos y después las exteriores masajeando con leve presión. Los labios le rozaban la mandíbula, recorriéndola desde atrás hasta la barbilla. –Una lástima que nuestro tiempo esté tan reducido, pero… sabrás aprovecharlo –dijo contra sus labios. -¿O te sientes inseguro y prefieres dejarlo para otro día? –tanteó, deslizando las uñas por sus muslos muy superficialmente. –Lo entenderé. Ustedes mortales son muy frágiles-. Con cuidado atrapó su labio inferior entre los dientes y tironeó de él solo un poco antes de soltarlo. Del labio surgió un hilillo color carmesí. Al parecer su fuerza no estaba tan bajo control, pero al menos ahora el aire olía a algo más que sexo y sudor.
Sus manos se detienen sobre las de él y las retiran. Una sonrisa misteriosa aparece mientras gira despacio con él y presiona su pecho con la mano ligeramente para hacerlo sentarse en el borde de la cama. -¿Maldecir las manillas del reloj? Suena bien teniendo en cuenta que debo irme antes de que la noche llegue a su fin… -susurró, parándose entre sus piernas. Tenía que mirar hacia abajo para verlo a los ojos, quedaba justo en medio de sus blancos senos… Fácil de remediar. Despacio bajó hasta estar de rodillas ante él, sus manos le recorrían la cara interior de los muslos y después las exteriores masajeando con leve presión. Los labios le rozaban la mandíbula, recorriéndola desde atrás hasta la barbilla. –Una lástima que nuestro tiempo esté tan reducido, pero… sabrás aprovecharlo –dijo contra sus labios. -¿O te sientes inseguro y prefieres dejarlo para otro día? –tanteó, deslizando las uñas por sus muslos muy superficialmente. –Lo entenderé. Ustedes mortales son muy frágiles-. Con cuidado atrapó su labio inferior entre los dientes y tironeó de él solo un poco antes de soltarlo. Del labio surgió un hilillo color carmesí. Al parecer su fuerza no estaba tan bajo control, pero al menos ahora el aire olía a algo más que sexo y sudor.
Summer J. Abadie- Vampiro Clase Alta
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Re: ¿Mi héroe? || Priv. +18
Es su perfume lo que le embriaga, haciéndole desear en ese mismo segundo el cuerpo de la vampiresa con locura, con necesidad inminente. El tacto de sus manos se va desviando por toda esa escultural anatomía, esa obra de arte perfecta que por esa madrugada le pertenece a él y solamente a él, a nadie más… Un pasado, un presente, un futuro… Nada de eso parece realmente existir en las cuatro paredes que encierran a estos amantes.
Los actos de la preciosa rubia orillan al español a quedar a su merced, a seguir las ordenes como un esclavo que gustoso cumple los caprichos de la dama. Sus marrones ojos tienen ante ellos el reflejo de ese cuerpo desnudo que enciende dentro de él la llama de la pasión y asimismo un suspiro sale desde lo profundo de su garganta seca para posar sus manos en las caderas de la sensual fémina.
-La madrugada… Una odiosa cómplice que te arrebatará de mis manos en cuanto ella desee, no es justo… Pero es lo que tenemos-
Instantáneamente las caricias de Summer van alimentando el deseo por poseerla, trayendo consigo la reacción paulatina de todo su ser al manifestarse excitado con tacto, cada palabra que de manera erótica le embriaga hasta empujarlo a asentir con su cabeza.
-… No pienso dejar pasar un segundo más sin hacerte mía- es lo que limita a decir cuando siente un fuerte tirón de su labio que le hace sangrar, algo que en vez de producirle dolor simplemente expande ese erotismo que trata de salir por cada poro de su cuerpo.
Las manos del ladrón envuelven la cintura de la rubia, atrayéndola a él hasta sentir como sus senos chocan con los trabajados pectorales del moreno. Su respiración se empieza a intensificar gradualmente hasta llevarlo a romper con la calma y limitarlo a musitar bajo un susurro –Has desatado al Toro- y así, un apasionado beso se funde en las bocas de ambos jóvenes, liberando una descarga apasionada que pretende alcanzar el pináculo del placer en ambas partes.
Con rapidez su cuerpo gira sobre su propio eje trayendo al ajeno junto con el suyo, haciendo que la anatomía del varón se recueste sobre la de su ferviente amante, tratando así de ahogar toda palabra en aquellos besos que solo empiezan a alargarse en el mismo segundo que las manos de Aldebarán deciden ir acariciando cada centímetro del cuerpo de Summer.
Debido a todo esto, el miembro masculino del Conde toma un grosor y alargamiento total. Sus roces con la feminidad de la doncella tratan de estimularle y junto a esto, un fuerte tirón ahora al labio inferior de ella… La verdad es que el brote mínimo de sangre es algo que excita por demás al ladrón más famoso de París y eso ha despertado en él un deseo incontrolable que busca zacearse con el cuerpo y la pasión de su vampiresa, de su amante, de… Aunque sea solo por esa noche…. Su mujer.
Los actos de la preciosa rubia orillan al español a quedar a su merced, a seguir las ordenes como un esclavo que gustoso cumple los caprichos de la dama. Sus marrones ojos tienen ante ellos el reflejo de ese cuerpo desnudo que enciende dentro de él la llama de la pasión y asimismo un suspiro sale desde lo profundo de su garganta seca para posar sus manos en las caderas de la sensual fémina.
-La madrugada… Una odiosa cómplice que te arrebatará de mis manos en cuanto ella desee, no es justo… Pero es lo que tenemos-
Instantáneamente las caricias de Summer van alimentando el deseo por poseerla, trayendo consigo la reacción paulatina de todo su ser al manifestarse excitado con tacto, cada palabra que de manera erótica le embriaga hasta empujarlo a asentir con su cabeza.
-… No pienso dejar pasar un segundo más sin hacerte mía- es lo que limita a decir cuando siente un fuerte tirón de su labio que le hace sangrar, algo que en vez de producirle dolor simplemente expande ese erotismo que trata de salir por cada poro de su cuerpo.
Las manos del ladrón envuelven la cintura de la rubia, atrayéndola a él hasta sentir como sus senos chocan con los trabajados pectorales del moreno. Su respiración se empieza a intensificar gradualmente hasta llevarlo a romper con la calma y limitarlo a musitar bajo un susurro –Has desatado al Toro- y así, un apasionado beso se funde en las bocas de ambos jóvenes, liberando una descarga apasionada que pretende alcanzar el pináculo del placer en ambas partes.
Con rapidez su cuerpo gira sobre su propio eje trayendo al ajeno junto con el suyo, haciendo que la anatomía del varón se recueste sobre la de su ferviente amante, tratando así de ahogar toda palabra en aquellos besos que solo empiezan a alargarse en el mismo segundo que las manos de Aldebarán deciden ir acariciando cada centímetro del cuerpo de Summer.
Debido a todo esto, el miembro masculino del Conde toma un grosor y alargamiento total. Sus roces con la feminidad de la doncella tratan de estimularle y junto a esto, un fuerte tirón ahora al labio inferior de ella… La verdad es que el brote mínimo de sangre es algo que excita por demás al ladrón más famoso de París y eso ha despertado en él un deseo incontrolable que busca zacearse con el cuerpo y la pasión de su vampiresa, de su amante, de… Aunque sea solo por esa noche…. Su mujer.
Aldebaran Ballester- Realeza Española
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Re: ¿Mi héroe? || Priv. +18
Un gruñido desde lo más profundo de su garganta, casi como un ronroneo felino, responde a la comparación animal. Pensar en que deje fluir toda su pasión, en que la domine, en que ejerza su fuerza para sostenerla, para penetrarla sin clemencia, ambos devorándose a besos, la lleva al punto exacto. Sus labios no ceden, buscan el control, el dominio, pero él parece responder con la misma intensidad. Entonces el sabor de sus sangre, dulce y adictiva, se distingue entre todo lo demás. Podría estar pensando en esos ojos castaños que la reflejan con hambre pero ternura, en la fricción con su piel caliente, sus manos que la envuelven y la recorren tantas veces como quieren, su grueso y excitante miembro tan cerca de su intimidad o la seducción de sus labios, pero no; sólo piensa en el elixir rojo que saborea y eso es una mala señal.
Logra contener sus colmillos, que naturalmente quieren salir y hundirse en la carne de su acompañante. No quiere separarse de él, no quiere arruinar el momento, pero la sed comienza a hacer estragos en su garganta. Una gota ya no le alcanza. ¿Por qué era tan irresponsable con sus horarios de comida? Si hubiera bebido la noche anterior quizás no estaría en tal embrollo. Ahora no hay nada que hacer. Ha pasado por estas oleadas de sed repentina antes y si no la cubre rápido en alguna otra parte, donde no pueda herir a más personas de las estrictamente necesarias, puede terminar causando un desorden, con sangre y muerte por todas partes. Por lo pronto, puede soportar el desierto que tiene en la garganta hasta encontrar el lugar adecuado. Y luego tendría que conseguir ayuda para llegar a la ciudad nuevamente.
Le pesan los brazos cuando lo separa de sí misma, se escapa de la jaula que el cuerpo del hombre y la cama le arman y se sienta en el borde de ésta, respirando agitado, esperando calmarse… recuperar un control que no iba a volver. –No puedo –murmuró con el aire que le quedaba y recogió la toalla del suelo para atársela en el pecho. –Otra noche, quizás… -intentó continuar, peinándose con los dedos. No quería ni mirarlo, mucho menos tocarlo, porque las ansias que tenía por su cuerpo serían demasiado. Aún quedaba otro problema un poco más importante. La ropa. El centro de atención de esa noche tan extraña. -¿Podrías…?-se cortó y dejó escapar un suspiro de frustración. No quería irse, pero no sabía qué otra cosa hacer.
Logra contener sus colmillos, que naturalmente quieren salir y hundirse en la carne de su acompañante. No quiere separarse de él, no quiere arruinar el momento, pero la sed comienza a hacer estragos en su garganta. Una gota ya no le alcanza. ¿Por qué era tan irresponsable con sus horarios de comida? Si hubiera bebido la noche anterior quizás no estaría en tal embrollo. Ahora no hay nada que hacer. Ha pasado por estas oleadas de sed repentina antes y si no la cubre rápido en alguna otra parte, donde no pueda herir a más personas de las estrictamente necesarias, puede terminar causando un desorden, con sangre y muerte por todas partes. Por lo pronto, puede soportar el desierto que tiene en la garganta hasta encontrar el lugar adecuado. Y luego tendría que conseguir ayuda para llegar a la ciudad nuevamente.
Le pesan los brazos cuando lo separa de sí misma, se escapa de la jaula que el cuerpo del hombre y la cama le arman y se sienta en el borde de ésta, respirando agitado, esperando calmarse… recuperar un control que no iba a volver. –No puedo –murmuró con el aire que le quedaba y recogió la toalla del suelo para atársela en el pecho. –Otra noche, quizás… -intentó continuar, peinándose con los dedos. No quería ni mirarlo, mucho menos tocarlo, porque las ansias que tenía por su cuerpo serían demasiado. Aún quedaba otro problema un poco más importante. La ropa. El centro de atención de esa noche tan extraña. -¿Podrías…?-se cortó y dejó escapar un suspiro de frustración. No quería irse, pero no sabía qué otra cosa hacer.
Summer J. Abadie- Vampiro Clase Alta
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Re: ¿Mi héroe? || Priv. +18
Esos besos, esas caricias, esa pasión que se desborda y parece inalcanzable a los dedos de aquel español que siente como la vida misma se le escapa de las manos y esto es literal, ya que la rubia decide separarse de golpe para tomar su distancia, dedicando unas palabras que en el egoísmo de Duque de España nunca quiso escuchar.
-Comprendo, debo imaginar el motivo- da un profundo suspiro, sonriendo un tanto para así colocarse de pie y tomar su camisa de donde anteriormente la había colocado, acercándosela a Summer por la espalda, ayudando a que se la coloque –Esto te cubrirá los suficiente para que salgas de aquí-
Sus ojos marrones se quedan hipnóticos por algunos segundos cuando la observa con su prenda puesta. ¿Cómo es que puede existir algo tan perfecto?, ¿tan único? Sencillamente esa camisa jamás se había visto tan ideal antes de resguardar la piel albina de la doncella.
Con prontitud se coloca sus pantalones y su antifaz, el torso desnudo de el moreno que denota cicatrices por todos lados rápidamente se coloca en el ventanal –Aun tienes tiempo de irte… Esto se resolverá cuando se tenga que resolver… Ahora anda, que no quiero que sea la última vez que te vea-
Y así, con un último gesto y una falsa risa el hijo de España señala las afueras, dándole el adiós –espera que sea temporal- a la mujer que esa noche no solo robó sus besos, su pasión o su deseo… Sino también sus pensamientos.
-Comprendo, debo imaginar el motivo- da un profundo suspiro, sonriendo un tanto para así colocarse de pie y tomar su camisa de donde anteriormente la había colocado, acercándosela a Summer por la espalda, ayudando a que se la coloque –Esto te cubrirá los suficiente para que salgas de aquí-
Sus ojos marrones se quedan hipnóticos por algunos segundos cuando la observa con su prenda puesta. ¿Cómo es que puede existir algo tan perfecto?, ¿tan único? Sencillamente esa camisa jamás se había visto tan ideal antes de resguardar la piel albina de la doncella.
Con prontitud se coloca sus pantalones y su antifaz, el torso desnudo de el moreno que denota cicatrices por todos lados rápidamente se coloca en el ventanal –Aun tienes tiempo de irte… Esto se resolverá cuando se tenga que resolver… Ahora anda, que no quiero que sea la última vez que te vea-
Y así, con un último gesto y una falsa risa el hijo de España señala las afueras, dándole el adiós –espera que sea temporal- a la mujer que esa noche no solo robó sus besos, su pasión o su deseo… Sino también sus pensamientos.
Aldebaran Ballester- Realeza Española
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Re: ¿Mi héroe? || Priv. +18
La camisa que cubrió sus hombros estaba fría pero todavía, si hacía un pequeño esfuerzo, podía oler en ella ese perfume que la embriagaba y que traía cálidas imágenes a su cabeza cada vez que cerraba los ojos, como si estuvieran grabadas en sus párpados. Él, su piel, su mirada, su sonrisa irónica, su sarcasmo, su pasión… Como vampira le era casi imposible olvidar su pasado, pero esa noche iba a ser especialmente difícil de borrar. Aunque de vez en cuando su carácter la exasperara y quisiera abofetearlo para que dejara esos tonos burlescos. Claro, ella también lo provocaba, pero le resultaba natural. Uno empezaba, el otro seguía; el que aflojara perdía. Pero, ahora que su cuerpo volvía a enfriarse a pasos agigantados solo daba lugar a una pregunta: ¿cómo los dejaba el final de esa noche? ¿Lo saludaba y adiós? Incómodo.
Más incómodo sería vagar por el medio de la nada en solo una camisa. Ahora quedaba más que evidente que hasta entonces la ropa había sido solo un pretexto. ¿Tan tonta había sido de creérselo? ¿O había llegado a engañarse a sí misma de forma tan convincente? Si bien esperaba encontrar una solución más que andar semi-desnuda por allí o con un vestido mojado, pesado y sucio, el quedarse con él nunca había sido una mala opción, por más que no lo reconociera en un principio.
Se abotonó la camisa y, cubriéndose la parte inferior con una toalla, salió por la ventana y pasó las piernas para el lado externo del balcón. No podía saltar todavía. Le dedicó una última mirada. Quería decirle algo pero no tenía ni el aire, ni las palabras correctas. Entonces recuerda que trae puesta su máscara, tan fina y cómoda que se adaptaba alrededor de sus ojos azules casi como una segunda piel. Está vestida como él, como un ladrón. Casi vestida. Todo era muy incorrecto y eso era lo que lo volvía tan atractivo para la joven vampira. –Hasta entonces –le guiñó un ojo y se dejó caer al vacío. Podía acostumbrarse a eso de romper las reglas.
Más incómodo sería vagar por el medio de la nada en solo una camisa. Ahora quedaba más que evidente que hasta entonces la ropa había sido solo un pretexto. ¿Tan tonta había sido de creérselo? ¿O había llegado a engañarse a sí misma de forma tan convincente? Si bien esperaba encontrar una solución más que andar semi-desnuda por allí o con un vestido mojado, pesado y sucio, el quedarse con él nunca había sido una mala opción, por más que no lo reconociera en un principio.
Se abotonó la camisa y, cubriéndose la parte inferior con una toalla, salió por la ventana y pasó las piernas para el lado externo del balcón. No podía saltar todavía. Le dedicó una última mirada. Quería decirle algo pero no tenía ni el aire, ni las palabras correctas. Entonces recuerda que trae puesta su máscara, tan fina y cómoda que se adaptaba alrededor de sus ojos azules casi como una segunda piel. Está vestida como él, como un ladrón. Casi vestida. Todo era muy incorrecto y eso era lo que lo volvía tan atractivo para la joven vampira. –Hasta entonces –le guiñó un ojo y se dejó caer al vacío. Podía acostumbrarse a eso de romper las reglas.
Summer J. Abadie- Vampiro Clase Alta
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Re: ¿Mi héroe? || Priv. +18
Mujeres, no importa la nacionalidad, tampoco su posición económica o social, mucho menos su raza… Mujeres simplemente son mujeres y con ello viene la debilidad más grande de los hombres, especialmente aquel moreno que con una sonrisa fingida yace de pie, observando a la hermosa mujer que ahora se le está yendo de su lado, de sus manos.
Sus ojos Marrones tratan de dibujarla bien, de tatuarla en sus pensamientos y en su alma. Fue su piel la que lo llenó de calor, sus caricias las que lo hicieron estremecer, sus besos los que encendieron esa llama y el cuerpo ajeno el que hizo estragos de quien parece no estar muy contento con la despedida.
Da un paso al frente, no puede evitar sentir mil y un torrentes por todo su cuerpo al verla usando su antifaz y con más razón una vez que ella decide partir, perdiéndose en las sombras, perdiéndose quizás de sus brazos… No sabe mucho de ella, pero lo que sí sabes es que ya no puede estar sin su compañía.
-Hasta entonces…-
Logra articular, dando un paso al frente para después observar hacia el firmamento con la esperanza de lograr ver la luna, la misma que quizás… solo quizás, esa vampiresa de ojos azules pueda estar viendo, estando separadamente juntos.
Sus ojos Marrones tratan de dibujarla bien, de tatuarla en sus pensamientos y en su alma. Fue su piel la que lo llenó de calor, sus caricias las que lo hicieron estremecer, sus besos los que encendieron esa llama y el cuerpo ajeno el que hizo estragos de quien parece no estar muy contento con la despedida.
Da un paso al frente, no puede evitar sentir mil y un torrentes por todo su cuerpo al verla usando su antifaz y con más razón una vez que ella decide partir, perdiéndose en las sombras, perdiéndose quizás de sus brazos… No sabe mucho de ella, pero lo que sí sabes es que ya no puede estar sin su compañía.
-Hasta entonces…-
Logra articular, dando un paso al frente para después observar hacia el firmamento con la esperanza de lograr ver la luna, la misma que quizás… solo quizás, esa vampiresa de ojos azules pueda estar viendo, estando separadamente juntos.
Aldebaran Ballester- Realeza Española
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