A esto no se le puede llamar vida [Alejandro Máximo]

Con el rabo entre las patas, Evangeline recorría el bullicioso mercado usando la más pequeña de sus transformaciones: un beagle. Olfateaba el aire en busca de alimento y cada tanto esquivaba alguna patada de los mercaderes; a estos no les gustaba ver a un perro cerca de su mercancía. Había sido una dura semana y estaba hambrienta. No había tenido suerte consiguiendo trabajo, pues nadie quería una criada sin referencias. La miraban con recelo, como si temieran que solo fuera a pisar su propiedad para robarles todo lo que poseían. Evie no era una ladrona, al menos no lo hacía salvo por una fuerte necesidad, pero su ultimo empleo no le había dejado nada más que atormentadores recuerdos, así que no tenía ninguna referencia o recomendación. Por otro lado, su orgullo le impedía presentarse como humano estirando la mano para pedir alimento, sabía que debía ganarse las cosas, pero por más que se esforzaba por conseguir el modo de hacerlo, siempre había una traba. Por ese motivo deambulaba como un perro que hurgaba por las calles y aprovechaba el descuido de cualquiera que dejara caer aunque fuera un trozo de pan.

Pronto encontró un granjero que tenía a la venta muchos de sus pollos y gallinas. Aquel hombre, con varios kilos de sobra balbuceaba maldiciones mientras desplumaba un ave. Parecía molesto, toda su aura lo reflejaba y seguramente se pondría peor cuando Evangeline ejecutara el plan que se le había venido a la cabeza. Se acercó sigilosa, escurriéndose entre las piernas de las personas que ni siquiera le prestaban atención. Los únicos que la miraban siempre eran los niños, quienes deseaban acariciarla y se enternecían por su presencia. Ella los ignoraba a todos mientras se acercaba al puesto de aquel hombre. El granjero tenía ya unas cuantas aves desplumadas, pero Evie debía esperar, no debía lanzarse teniendo al hombre con la mitad de la guardia arriba.

Se echó bajó la sombra que proyectaba otro de los puestos y esperó con paciencia su oportunidad. Un rato más tarde, una mujer; seguramente una cocinera se acercó con una canasta donde llevaba vegetales. Evie se preguntó que prepararía aquella mujer, seguro un sabroso estofado. Se saboreó su imagen mental y cuando aquella mujer se acercó al granjero, Evangeline se levantó y fue directo al ataque. El hombre le ofrecía a la mujer una gallina bien gorda, enfatizando su frescura y calidad.

—¡No encontrará ave como esta! —había asegurado el granjero con seguridad, confiado de los animales que criaba.

A Evangeline no le importaba quedarse con la gallina más grande, solo quería un ejemplar para tener algo que llevarse a la boca esa tarde. Siendo pequeña nadie la vio venir, solo corrió y se apresuró a capturar entre sus fauces el cuello de una de las aves que tenía al alcance. Tomó una gallina aun con plumas y echó a correr tan rápido como sus patitas le permitieron. El hombre desde luego se percató.

—¡Maldito animal! —exclamó hecho una furia y se inclinó tomando una piedra, la cual le arrojó, acercando. El maldito tenía puntería.

Evangeline chilló por el golpe y soltó la gallina, aunque el hombre estaba tan pasado de peso que apenas podía moverse. La rubia, aun transformada en perro, volvió a coger la gallina y siguió su apresurada carrera hasta perderse de la vista de aquel hombre.  A salvo ya en un callejón comenzó a caminar y se metió por una grieta en la pared, entrando a un lugar sombrío y lúgubre. Soltó al ave cuando estuvo dentro y jadeó por un momento retomando el aire. No tardó en recuperar su forma humana y tomó la gallina entre sus manos mirando a su alrededor. Necesitaba hacer fuego para cocinar lo que había hurtado. No estaba orgullosa, pero con la barriga  vacía, nadie piensa con coherencia.

Echó un segundo vistazo a aquel sitio. No estaba segura de donde estaba, pero parecía estar abandonado y no entraba ni un solo rayo de luz. Se estremeció y comenzó a caminar, escuchando el eco de sus pisadas. Se sentía intranquila y no sabía la razón.

Y bueno, otra noche más en París. Luego de haber hablado con Skylight la noche anterior y haber quedado de arreglarle su violín y crear el negocio de la panadería había quedado de buscar un lugar lo suficientemente grande, y justo estaba viendo uno cuyo cartel a las afueras decía que estaba en venta. Como estaba vacío y no se encontraba muy bien cuidado entró haciendo un marcado sonido de abrir de puertas.

El lugar a simple vista se veía en buen estado, era grande, y tenía los espacios que necesitaba, uno para poner un horno de barro, para tener mucha leña, los costales de harina…y así, mientras paseaba, llegué a una habitación y sentí el olor característico de los cambiaformas, y asomándome, vi a una mujer allí y me sorprendí un poco;

-¡Oh, disculpadme esta interrupción mi lady! Estaba buscando arrendar este lugar, realmente no quería molestaros…-Dije, pensando que ella era la propietaria del lugar, hasta que miré el estado del lugar y vi que tampoco tenía nada interesante, y ella estaba con un pollo en las manos, por lo que me extrañé más aún y me confundí más aún, y la miré de nuevo y pregunté- ¿Vos no sois la encargada de este lugar, no es así? –Dije, rascándome la barbilla.

Lo noté por sus ropas y por el pollo que tenía entre las manos…de cierta manera igual me dio pena ver una mujer en ese estado, y me recordó un poco a Skylight. Me pregunté si podría a ayudar aquella mujer que se encontraba en ese lugar, y la miré con interés. Me rasqué la barbilla mirándola, mientras oía como el sonido de la lluvia comenzaba a caer.

Hace unos pocos días que nevaba copiosamente, pero esta noche la lluvia había decidido hacer de las nevadas su ser. Yo andaba vestido con mi capa habitual, esta vez sin taparme mi rostro, y debajo de esta llevaba una armadura ligera con todos los símbolos de mi grado de oficial de alto rango del ejército del Imperio Germánico y mi rango de duque, además de mi espada larga que siempre estaba al cinto. Miré a la mujer a la espera de una respuesta y de no haberla molestado.

Ignorando sus sentimientos, Evangeline comenzó a inspeccionar el área, buscando cualquier cosa de utilidad para hacer fuego y poder cocinar su ave. Estaba en plena revisión cuando escuchó pasos detrás de ella. Volteó de inmediato y dio un respingo al ver una silueta en la oscuridad que se aproximaba. Aquella figura espectral pertenecía a un varón y por el nauseabundo olor a muerte, supo de inmediato que aquel ser no era humano. Aquel no era su día y si tenía que huir, seguramente terminaría perdiendo su botín y por segundo día consecutivo no se llevaría nada a la boca.

Tiempo atrás, luego de escapar de la mansión del duque de Blangis se había topado con toda clase de criaturas que no hubiera imaginado ni en sus sueños más locos. Unos seres en particular le habían causado gran desagrado, se trataba de una pareja de vampiros. Habían resultado ser un dúo arrogante y desagradable, que por mera diversión habían buscado la muerte de la muchacha. Evie apenas había logrado salir con vida de aquella situación y desde entonces era precavida con los vampiros y los reconocía por el nauseabundo hedor a muerte que proyectaban para su sensible olfato. Muchas veces se había sorprendido cuando veía a los humanos acercarse a los vampiros como si fueran dioses ¿Es que no olían la peste? Seguramente no.

Una disculpa pronunciada por aquel hombre la hizo dar un paso hacia atrás, desconfiada como solo ella sabía ser. Lo miró fijamente sin decir palabra alguna y la voz de aquel vampiro resonó de nuevo con una pregunta. Evie negó con la cabeza para responder y retrocedió un poco más, aferrando al ave que tenía entre las manos. Todo su aspecto reflejaba vulnerabilidad, pero había fiereza en los ojos verdes de Evangeline, dejaba claro con la mirada que se defendería con todas sus fuerzas.

—Si busca al encargado, no debe estar muy lejos —se atrevió a murmurar con la voz áspera debido a la resequedad que tenía en la garganta por no hablar mucho —Debería buscarle, porque le aseguro que aquí no está —añadió algo grosera.

Evie solía ser hostil con casi todos aquellos a quienes conocía por primera vez. Nunca dejaba la mejor impresión, pero con su estilo de vida había aprendido que lo mejor era actuar así y alejar a cualquier persona que representará un peligro. De esos había muchos, vampiros, cazadores, inquisidores, algunos brujos y quien sabe que otros peligros. No había conocido a nadie amable, quienes le ofrecían ayuda siempre tenían segundas intenciones; estaba harta de eso.

Observé interesado el cambio de colores que había en su aura, pues presentaba bastante agresividad, desconfianza entre otras cosas en ella. Me quedé apoyado en el dintel de la puerta unos segundos escuchando sus palabras, y mirándola a los ojos le comenté;

-Pues si él no está aquí, ¿por qué se encuentra usted aquí, mi lady? –Pregunté mirándola a los ojos con una sonrisa.

Al parecer la mujer había irrumpido en ese lugar de la nada, o quizás no…por un momento me pregunté si sería una buena idea arrendar ese lugar, porque si entraba gente así como así no sería un muy buen plan tenerlo allí. Luego recordé que habla con aquella mujer y la miré unos segundos más, y suspirando le comenté para que se tranquilizara;

-Tranquilízate, mujer, no planeo hacerte ningún mal. He venido aquí buscando un lugar para hacer una panadería, y este lugar me pareció preciso para eso, y encontrarte a ti aquí fue de pura casualidad. No planeo hacerte ningún mal, porque un caballero como yo jamás haría eso. Y con estas mismas palabras, quiero saber más, si es que vos realmente podéis ayudarme, ¿Sabéis algo de este lugar, o habéis irrumpido como si nada? –Dije, mirándola calmadamente.

Tenía que actuar de una forma tranquila si quería hablar con aquella mujer, pues al parecer, estaba muy preocupada por lo que estaba haciendo en aquel lugar. Miré alrededor, con tranquilidad, esperando que la mujer respondiera a mis preguntas. Aparentemente ella ya se había dado cuenta de que era un vampiro, por lo que probablemente podría asumir que se mostraría bastante reticente a hablar conmigo en el próximo minuto.

“Mi Lady” No había que ser muy inteligente para entender que ese término solo se usaba para las damas de la nobleza. Evangeline no era más que una mucama desempleada, por lo que en fines más prácticos, vendría a ser una pordiosera. No le correspondía ese título, pero no le dio más importancia, seguro que el vampiro no tardaría en comprender su error, a menos que lo estuviera diciendo como una simple burla.

Evitó responder la primera pregunta y lo dejó que siguiera hablando. Ella no tenía por qué darle explicaciones a un desconocido; a él seguro que no le importaban sus motivos para estar allí. Escuchó con atención y no se tragó ni una sola palabra, aunque en parte, el aura del vampiro reflejaba calma, no había amenaza, así que tal vez no estaba mintiéndole. Luego pronunció algo que no entendió.

¿Una panadería? Las palabras del vampiro no tenían sentido dentro de la mente de la joven. ¿Por qué un vampiro querría abrir una panadería? Por más que le daba vueltas a la pregunta buscando alguna respuesta, no aparecía nada que tuviera sentido. Evie veía a todo vampiro como una potencial amenaza, como seres que no necesitaban de nada salvo del placer que les proporcionaba el sadismo y la misma muerte. Debido a esa imagen que tenía sobre ellos, no lograba encontrar un propósito lógico al proyecto de aquel extraño. No, simplemente no tenía ningún sentido para ella.

—No puedo ayudarle —respondió luego de una pausa.

Su cuerpo se relajó un poco y miró de reojo al ave entre sus manos. Estaba hambrienta y solo quería terminar esa charla para irse a cocinar la gallina. Quería salir corriendo, alejarse de nuevo de todos y buscar un lugar tranquilo donde pudiera alimentarse antes de que se desmayara ahí mismo por la falta de nutrientes en su organismo. Por otra parte conocía un poco sobre las habilidades de los vampiros, si intentaba correr, él la alcanzaría sin problemas, por lo que era mejor manejar la situación con un poco menos impulsividad.

—No sé nada de este lugar, la verdad terminé aquí por un error así que tendrá que buscar a alguien más que pueda darle los informes que necesita. Seguro que el propietario no está lejos. Ya es hora de cenar… —bajó la mirada en este punto, pues hablar de la cena la hacía sentirse aún más hambrienta —Es muy probable que se haya ido a su hogar para comer algo. —Añadió con un hilo de voz. —Pero si este lugar está a la venta, algún mercader debe conocerlo y seguro que podrían ayudarlo más que yo.

Sus dedos se dedicaban a sentir el plumaje de la gallina muerta, quería aferrarse a la idea de que la tenía entre sus manos y que en poco tiempo, luego de hacer algo de fuego, podría darse un festín con el ave. El único pesar es que no tenía condimentos para darle mejor sabor, pero con el hambre que tenía, aún sin sal, aquel animal sería un deleite.

Observé el semblante de la mujer calmarse ante mis palabras, para que finalmente esta me diera la respuesta que esperaba, y allí noté como se encontraba; Estaba hambrienta. No lo había notado hasta que note al…ave en sus manos. Me dio cierta tristeza, otra vez, ver una mujer así, me recordó la noche que encontré a Skylight. La miré y le dije;

-Lo lamento, no noté que molestaba tu comida… ¿No quieres venir a cenar conmigo? Puedo hacer que te sirvan una buena comida en el Hotel Des Arenes…Que no os parezca extraño, mi lady, no es la primera vez que ayudo a alguien de vuestra situación. –Dije, mirándola.

Intenté ser lo más amable que podía con la mujer para que realmente decidiera venir conmigo…pues me daba tristeza verla así, nadie se merecía algo así, y mientras más gente pudiera ayudar de su calidad, mejor iba ser para mí. Obviamente esta mujer era el triple, o quizá más, de desconfianza que podría haber llegado a ser Skylight, pero quizás, si la convencía de que comiera conmigo, podría conseguir que trabajara para mí. La miré unos segundos y pensé que quizás debería presentarme para demostrarle más confianza;

-Soy el duque Alejandro Máximo, del ducado de Vhroom en el Sacro Santo Imperio Romano Germánico. Es un placer conoceros, mi lady. –Dije, con una reverencia, para luego mirarla.

Esperaba que el hecho de presentarme le trajera mayor confianza a la mujer, y no presentara el típico temor que mostraban la mayoría de las personas a la realeza en general…sobre todo porque la estaba invitando a comer, y estaba planeando ayudarla, pero bueno, había casos especiales, y ya iba a ver como se iba a desarrollar esa noche con aquella mujer de nombre desconocido.

Lo miró recelosa cuando le ofreció cenar junto a él. Sus malas experiencias la llevaban a estar consciente de que esas invitaciones no eran gratuitas. Ya había pasado con anterioridad que algún imbécil le ofreciera una cena o una noche bajo la seguridad de un techo y que luego buscaran cobrarle como si Evie fuera una prostituta. Ella, desde luego, no había pagado de esa forma, pues creía en el matrimonio y en entregar su doncellez a quien fuera a ser su marido. Estaba convencida de que el vampiro frente a ella no era diferente de los demás y que buscaba bajarle la guardia con una cena para luego intentar atacarla.

—Es usted muy generoso con su invitación, pero a alguien en mi situación no le gusta recibir ayuda sin saber primero el costo —pronunció sin quitarle la mirada recelosa —¿Cuándo me costaría una cena con usted? Lo que sea dudo poder pagarlo, por ello es mejor no meternos en problemas —añadió.

Ahí estaba de nuevo su hostilidad, su desconfianza, por esas razones continuaba sola. No tenía amigo alguno que pudiera tenderle la mano. Era mala haciendo amistad con la gente de alta cuna, pero disfrutaba ser amiga y hasta modelo de los niños de su posición. Ellos eran inocentes, divertidos y al igual que Evangeline vivían al día y llenos de miedo. A Evie le gustaba jugar con los niños y alegrarles el día aunque fuera por un momento. No obstante, los adultos carecían de esa inocencia y peor aún, la gente con buena posición parecía sentirse dueña del mundo. Odiaba su arrogancia y aunque no todos eran iguales, ella los había metido a todos en el mismo paquete.

La presentación no le fue inesperada, conocía como eran los ricos, siempre dándose aires al presentarse y dejar claro al mundo cuál era su posición. Casi conocía el protocolo de todos ellos, así que solo sonrió un poco y asintió mientras sujetaba a su ave únicamente con una mano.

—No soy “lady”, señor —murmuró, pues desde luego ella no era de clase alta, así que el titulo no le correspondía —Soy una simple ciudadana en lo más bajo del estatus social, no tengo títulos, no poseo nada, por ende no debería gastarse llamándome de esa forma.

Volvió a mirar el aura del vampiro, no podía haber más paz en él y por eso estaba confundida. Los vampiros casi siempre presentaban sentimientos negativos, pero aquel chupasangre estaba de lo más sereno y era una situación nueva para Evangeline, no sabía cómo lidiar con ello. No tenía buenos modales, no sabía cómo mostrarse amable, pero le debía al duque al menos una presentación.

—Mi nombres es Evangeline, mi apellido no es de relevancia y… —se le atoraron las palabras, pero se esforzó por ser amable —Supongo que también es un placer conocerlo —dijo y frunció el ceño al darse cuenta de lo falsa que sonaba —Usted es un vampiro ¿Por qué está haciendo todo esto? ¿Cómo es que ayuda a gente en mi situación? ¿Los mata con promesas?—preguntó sin rodeos, pues la única forma en la que podría confiar en un vampiro sería escuchándolo responder preguntas así de directas y analizar en su aura si había duda, si mentía.

Escuché sus palabras y la miré extrañado, como sin entender cada una de las palabras que aquella mujer me estaba diciendo. De verdad seguía sin confiar en mi después de todo, era gracioso, pero realmente estaba siendo así, la miré aún sorprendido y le dije;

-Mi lady, si os quisiera hacer que pagara algo, no le daría una ‘’invitación’’, pero como es una invitación, le explico; usted no me tendrá que dar nada a cambio. –Dije, con una sonrisa un poco confusa, explicándole con ‘’manzanitas’’ el hecho.

Luego escuché su presentación. Se trataba con mucha dureza a si misma aquella mujer, cosa que me sorprendió un todo y logré entenderlo todo. Ella no veía la vida como la había visto Skylight, no había decidido tomar la vida como una sonrisa permanente, si no que había decidido tomar la vida como lo que era para ella; amargura, una amargura en vida. Me dio un poco de pena este hecho, y cuando ella termino de hablar y hacerme aquellas preguntas sonreí con tristeza;

-Oh, lady Evangeline, mi intención no es matar a nadie a menos que sea extremadamente necesario. Sí, soy un vampiro, pero eso no me hace un asesino a sangre fría, y creo firmemente en la justicia, aun así, ayudo a toda la gente que puedo ayudar. En el condado de Vhroom me aseguré de implementar políticas y trabajo para asegurar de casi eliminar la pobreza en mi ducado, cosa que me hace muy famoso por allá, y ver tanta pobreza aquí en Francia…me enferma, más que enfermarme, literalmente, me da pena en el alma, porque nadie de aquí lo merece. Si os ofrezco mi ayuda, es porque de verdad quiero ayudaros, nada más. No sois la primera persona que encuentro en esta situación, ni tampoco la última, y siempre las ayudaré mientras pueda. Hace no mucho encontré a una mujer aquí en París, muy parecida a ti, y he decidido crear una panadería para que ella y algunas personas más que decida unir puedan avanzar, y así ayudar a más personas, y espero seguir haciendo esto con más personas. Ahora, si después de todo lo que os he dicho me creéis o no, será decisión vuestra, pero yo no deseo haceros ningún mal. –Dije, para terminar mis palabras y cruzarme de brazos, a la espera de una respuesta de la mujer.

Le había dicho todo lo que tenía que decir. Miré a los lados asegurándome de que no había nadie que hubiera escuchado mis palabras, porque ciertamente no quería tener conflictos extra con la Inquisición o alguna persona escondida, pero aparentemente no había nadie, por lo que me tranquilice y miré a la mujer, a la espera de saber que me diría.

La rubia estaba completamente confundida tras escuchar cada palabra que su interlocutor pronunciaba. Él no estaba mintiendo, Evangeline lo sabía, podía verlo en su aura y al mismo tiempo, su tono de voz, su lenguaje corporal, todo le indicaba que él estaba siendo honesto y aquello le resultaba una idea inconcebible, la aturdía. En todo ese tiempo guardó silencio, solo intentando entenderlo ¿Por qué lo hacía? No había conocido a ningún hombre de buena posición que se esmerara en ayudar a otros, mucho menos a un vampiro que hiciera tales cosas. Aquel ser frente a ella era de verdad peculiar y eso la confundía.

El proyecto que tenía el duque era muy bueno. Los ojos de Evie destellaron cuando analizó con más detenimiento la idea. Ofrecía empleo, una forma digna en que una persona humilde pudiera ganarse la vida por su cuenta y a largo plazo; aquello era mucho mejor que un simple acto de caridad. No había forma de negarlo, Evangeline estaba sorprendida, pues era la primera vez que escuchaba algo similar.

—Es… una idea muy buena la suya —admitió con la voz más suave, dejando por primera vez la hostilidad a un lado —Y este lugar podría ser adecuado para su proyecto —añadió mientras miraba a su alrededor —Es decir, está el mercado aquí cerca, muchas personas vienen aquí a surtirse con víveres y otras cosas, podría irle bien. Aunque claro, la única desventaja es que este sitio requiere de muchas reparaciones, este muro esta algo dañado —señaló el hueco en la pared por la que ella había entrado con su forma de Beagle. —Y por el aspecto del techo se nota que se filtra el agua. Igual… todo plan lleva tiempo y esfuerzo, con unas cuantas reparaciones sería un buen lugar —concluyó mirando el techo.

De pronto Evangeline parecía otra persona, hablaba de esfuerzo con voz anhelante porque ella creía en la recompensa que venía tras el esfuerzo. Siempre le había gustado labrar sus éxitos y aunque estaba en una mala racha, sabía que mientras siguiera con vida siempre existiría la esperanza de que algo mejor sucediera. Todos atravesaban malos momentos, pero eso no significaba que fuera siempre a ser así. Sabía que mientras luchara, superaría cualquier cosa.

Miró entonces al hombre frente a ella y bajó la mirada un segundo después sintiéndose avergonzada e irrespetuosa por haberle dicho todo aquello. Quizás el duque pensaba que una muchacha como ella no sabía nada de buenas ubicaciones o instalaciones como para ponerse a dar consejos de esa forma. Además se lo había dicho tomándose demasiadas confianzas.

—Es raro para mi… pero le creo —murmuró sin atreverse a mirarlo —De verdad parece honesto al decir que no me hará daño —añadió levantando la mirada y clavando sus ojos verdes en los de él.

Observé con una sonrisa como la mujer se tranquilizaba luego de que yo le hubiera explicado mi situación, cosa que me tranquilizó bastante, pues mis palabras habían caído de forma perfecta en ella. Asentí ante sus asertivos comentarios y le explique;

-Oh, claro que haré todo eso mi lady, por mi dinero no me preocupo, creo que ya sabréis que he tenido bastantes siglos como para reunir el suficiente…al punto de que ya no me importe, y como se manejar buenas inversiones, prefiero poder crear negocios rentables para la gente pobre que darles mi dinero, que tarde o temprano se acabaría, pero si hago inversiones rentables, estas a largo plazo siempre estarían de buena manera. Hasta ahora solo he contratado a una mujer para mi proyecto. –Dije, con una amplia sonrisa.

El tiempo había afilado mi pensamiento como economista y proyectista de una manera muy rápida y simple, por lo que ya tenía en cuenta la forma de crear cada una de las cosas que tenía que hacer. Las reparaciones saldrían baratas, aunque ciertamente, si una pared se había roto ante el paso de un perro…bueno, al parecer las tendría que rehacer todas, pero eso no me importaría mucho. Luego sonreí al escuchar las palabras de la mujer, me había ganado su confianza. Por lo que la miré y le dije;

-Pues me agrada mucho escuchar eso, lady Evangeline…entonces, ¿Me acompañaréis a comer? Supongo que estaréis muriéndoos de hambre…y bueno, vuestra presa no se cocinará sola. –Dije con una media sonrisa, observando a la presa de la mujer.

Me pregunté por qué cosas habría pasado aquella mujer que tenía que llegar a hacer ese tipo de cosas para sobrevivir…pero bueno, había casos peores, y al menos ella demostraba que a pesar de todo lo malo que tenía que superar en su día a día, se mantenía fuerte, cosa que para un guerrero como yo, jamás pasaría inadvertida.

Le gustaba la forma de pensar de aquel vampiro, al menos por sus ideas para ayudar, pues era lo único que conocía de él hasta ese momento. Lo más asombroso era el hecho de que no fuera humano, ya que ni estos pensaban en su prójimo. Asintió ante sus palabras y junto las manos frente a ella, sintiéndose por lo menos más tranquila que   antes. Analizó mejor a su interlocutor y al fin fue capaz de estudiar mejor sus rasgos. Aún en la oscuridad era capaz de ver que usaba el cabello largo y oscuro y que había enigma en su mirada.

—Bueno,  un empleado es mejor que ninguno, por algo se empieza —la voz de Evangeline sonó menos áspera que al principio, revelando que incluso tenía un tono de voz suave y agradable.

Miró la gallina que tenía en sus manos y suspiró, el duque tenía razón ya que ella estaba muriendo de hambre. Aún le inquietaba la idea de ir a cenar con él, pero ya tenía bien claro que no estaba mintiéndole y que no había malas intenciones en él, así que seguramente no sería tan malo. Se mordió el labio y se acomodó un mechón de cabello rebelde que siempre buscaba cubrirle el rostro y tras una larga pausa, finalmente aceptó la oferta

—Lo cierto es que sí, estoy hambrienta —admitió bajando la mirada —Y… —almacenó la duda en sus labios por unos segundos, solo replanteándose en su cabeza una última vez si debía o no aceptar la propuesta —Me encantaría acompañarlo a cenar —musitó con un hilo de voz, sin dar crédito a sus propias palabras —Sí es que esta completamente seguro —añadió pues no quería ser una molestia, pero por otro lado quería hacerlo porque deseaba escuchar más sobre los planes de aquel vampiro.

Recordó el lugar que el duque le había mencionado cuando la había invitado, lo cierto es que el sitio no le sonaba de nada. Igual podría ser un lugar lujoso y abrumador. No le gustaban mucho los lugares así, pues se sentía incomoda, prefería los lugares más sencillos y acogedores, pero de cualquier forma, no sabía a donde irían y fuese cual fuese el lugar, lo único que le importaba era poder saciar su voraz apetito.

Escuché las palabras de Evangeline con una sonrisa. Me estaba gustando el hecho de que se tranquilizara más con respecto a mis palabras, y sobre todo la actitud que estaba tomando, de hecho, me llamaba la atención que le interesara la idea de que yo hablara de mi negocio. La miré y comenté;

-Claro, no es ningún problema, pero lamentablemente el hacer el pan, y el calentarlo y venderlo si es una gran cantidad de trabajo, por lo que al menos necesitaré a dos o tres personas para ocupar mis puestos, lamentablemente, no conozco a nadie más (Aparte de Skylight, la mujer de la cual ya te he comentado) que esté en bajas condiciones y desee formar parte de esta cruzada. –Dije, con tono neutro, mirándola con interés.

Por como la veía algo me decía que ella estaría interesada en ese tipo de trabajo, sobre todo porque así no tendría que estar robando gallinas de aquellos tenderos que tampoco encontraban cosas de buena calidad. Pero luego sus palabras me hicieron tranquilizarme un poco, pues aceptaría ir a cenar. Sonreí feliz, pues al parecer podría ayudar a una nueva alma un día de hoy, y sería ciertamente interesante, el ver como una persona pasaba de un grado tan grande de desconfianza a uno no tan grande. La miré y le dije;

-Pues bien, seguidme entonces…yo ya he decidido que aquí pondré mi panadería. Yo me alojo en el Hotel Des Arenes, por lo que comerás conmigo allí. Lo único que os pediré a cambio, lady Evangeline, será escuchar un poco de vuestra vida y de vos, pues me es bastante interesante la idea de comer con alguien como usted. –Dije, mirándola, mientras la esperaba para ponerme en camino.

Miré como tenía la gallina en la mano divertido, preguntándome que haría con ella, si la llevaría o no al lugar al que iríamos, ciertamente sería divertido ver que pensaba la gente al verla llevar aquel ave en una de sus manos. La miré a los ojos, con una sonrisa, esperando que ella estuviera lista para iniciar nuestro camino hacia el hotel.

La rubia le miró a los ojos y asintió pensando que si él abriría una panadería en un lugar tan grande como ese, entonces seguramente necesitaría más de tres o cuatro empleados y estos deberían tener experiencia para poder echar a andar su proyecto. Se lamentó por no saber nada de repostería o panadería, aunque por otro lado sabía que cuando se proponía algo podía llegar a ser una excelente aprendiz. Evie necesitaba un empleo y lo necesitaba con urgencia. Había buscado laboral de lo único que sabía y no había tenido éxito ¿Por qué no probar algo nuevo?

—Si le sirve alguien sin nada de experiencia en panadería, pero con ganas de trabajar y que aprende rápido, yo estoy disponible —dijo mitad en broma y mitad hablando en serio.

Hablaba en serio porque de verdad necesitaba un empleo, pero añadía algo de humor porque suponía que alguien sin experiencia o sin referencias no funcionaría y de esa forma le era más fácil manejar la posibilidad de un rechazo. No le sorprendería, llevaba ya buen rato buscando empleo sin éxito. Dentro de su cabeza se formaron imágenes de ella misma trabajando para un vampiro, era una imagen bizarra de sí misma, pero si le daba algún ingreso y si el vampiro era de fiar, entonces no tendría nada de malo.

Retomaron el tema de la cena y el duque le explicó donde se alojaba y que en ese sitio cenarían. Evie no conocía el hotel, pero sonaba sofisticado. Echó un rápido vistazo a su persona y se dio cuenta de lo mal que se veía ¿De verdad iba a entrar a un sitio refinado en esos harapos? Bueno, para ella sería todo un logro, pero ¿no sería vergonzoso para el duque? A la gente de la realeza le importaba mucho lo que opinaran los demás, aunque él era un vampiro, quizás la vergüenza no aplicaba en ellos.

Frunció rápidamente el ceño cuando escuchó las palabras: “lo único que os pediré a cambio”. ¡Lo sabía! Había una condición y por ello lo miró con recelo, aunque cuando escuchó cual era la petición se relajó de nuevo. Solo quería que hablara de sí misma, no era tan grave, aunque sí incómodo para ella. Nunca había sido buena hablando de sí misma y menos con personas que acababa de conocer ya que nunca sabía que contar de su vida. No le gustaba hablar de las cosas negativas de su vida, pues no le gustaba dar más lastima de la que seguramente provocaba, pero tampoco había llevado una vida maravillosa para enfocarse en eso.

Se encogió de hombros y asintió, podía intentar hablar aunque fuera un poco —Lo intentare —murmuró y bajó la mirada hasta la gallina —Antes de ir allí ¿le importa si hago una pequeña escala? —Preguntó con un hilo de voz —Yo… ya no necesito esto —levantó la gallina un poco para que el duque la viera —Pero conozco a alguien a quien esta gallina le hará el día.

Escuché sus palabras y sonreí, pues había notado la verdad en el fondo de estas. La miré con una sonrisa, y le respondí;

-Oh, la joven mujer con la cual he iniciado este negocio tampoco tiene nada de experiencia, por lo que contrataré a un maestro panadero auxiliar para que le enseñe todo el oficio. Si realmente estás interesada como aparentas estarlo, solo tienes que decirme como y donde encontrarte, y así uno de los soldados que están a mi cargo te darán toda la información una vez que haya arreglado este lugar, además, eso significaría que tarde o temprano deberás conocer a la otra chica (Skylight es su nombre) pues trabajarán juntas. Su paga se distribuirá entre todos ustedes y se pagará primero los gastos de los materiales y este lugar, y luego el 80% de las ganancias de este local irá para ustedes, mientras que el resto irá para mí. –Dije, explicándole el simple sistema del negocio.

Con lo que había diseñado ella, si realmente participaba, tendría menores costos y así Skylight y ella podría aprender, y así podrían generar una relación de mutua confianza y aprender rápidamente a hacer un buen trabajo. Además, ya sabía dónde encontrar los mejores materiales de París, y así diferenciarse del resto de la panadería por la calidad de sus materiales, además por hacer panes de primera calidad. Luego, escuché sus palabras cuando ella me señalo el ave y asentí comprensivamente, y le comenté;

-Tranquila, Evangeline, yo te acompañaré. –Dije, iniciando mi camino, mientras la seguía.

Sonreí al saber que ella seguía actuando de buen corazón, y aunque cierta forma, el regalarle la comida propia a alguien más significaba que uno no pensaba en el mañana, no me importó ni me preocupé por ese detalle, pues sabía que a largo plazo la confianza de las personas era el mejor trabajo que se podía conseguir. Ahora lo único que me preocupaba era una cosa, ¿Tendrían un buen alojamiento aquellas chicas? Quería asegurarme de que trabajaran bien, y ciertamente a largo plazo ellas se irían a vivir a un lugar mejor, pero quizás yo debería darle un lugar para que vivieran y se bañaran y se vistieran mejor, pues lo principal de un negocio era que las personas que participaban en el tuvieran una buena presentación, sobre todo en un negocio como el de la panadería.

Lo escuchó con atención y frunció ligeramente el entrecejo. ¡Vaya problema! Evangeline no tenía un lugar fijo donde pudieran encontrarla para decirle cualquier cosa relacionada a un empleo, por otro lado le interesaba demasiado, no solo por el hecho de tener el trabajo, sino también porque le enseñarían algo nuevo, podría tener otro oficio y con eso en el futuro sus oportunidades serían mayores. Era la oportunidad que estaba buscando y sin bien la oferta venía de un vampiro, todo en él le trasmitía calma y seguridad. La rubia estaba convencida de que no debía desaprovechar aquella puerta que se le estaba abriendo.

—Pues… —rápidamente tuvo que idear un modo de ser contactada —Podrían buscarme en el mercado ambulante después del medio día y antes de las tres de la tarde —comentó pensando que ese era el periodo de tiempo en el que solía frecuentar el mercado y además podría pasarse diariamente por ahí si era necesario.

Estaba emocionada, no podía negarlo, pero tampoco quería entusiasmarse demasiado pues cada que lo hacía algo salía mal, prefería no pensar en ello y no idealizar, pues si lo hacía y las cosas no resultaban como ella lo imaginaba, sabía que terminaría frustrada y muy triste. Por esa razón necesitaba tomarlo con calma y esperar con paciencia el momento en que volviera a escuchar algo relacionado con aquel proyecto.

Ella asintió con la cabeza y echó a andar con el vampiro a su lado. Seguía inquieta, pues aunque no notaba ninguna mala intención, las viejas costumbres de mantenerse alerta no desaparecían tan fácilmente. Por esa razón prefería caminar con él a su lado, pues al menos tenerlo dentro de su campo visual era mejor que llevarlo a las espaldas. Esperaba no ser tan obvia con esa desconfianza y si lo era, rogaba que el duque supiera comprender que alguien como ella tenía que ser precavida y más aún siendo mujer.

Mientras caminaban, comenzó a imaginarse lo feliz que se pondría aquella familia con el ave. Seguro que la cocinarían delicioso y los niños podrían llevarse algo de carne a la barriga. Eso le daba satisfacción, pues aunque no le había faltado comida ni un techo de niña, sabía lo que era no tenerlo y si a alguien de su edad le resultaba tan terrible, para los niños debería ser una pesadilla.

—Y esa chica… Skylight ¿es humana? —preguntó con curiosidad rompiendo el silencio, queriendo saber un poco más sobre la joven que podría ser su compañera de trabajo.

Escuché sus palabras y tuve un leve semblante de preocupación; ¿A caso ella no tendría lugar alguno donde vivir? Skylight tenía una pequeña vivienda al menos donde vivir, pero el que Evangeline no tuviera ninguna (cosa que podía adivinar) me preocupó un poco, por lo que decidí comentarle la idea que había tenido cuando conversaba con Skylight la vez pasada;

-Uhm… ¿No tienes vivienda fija, no es así Evangeline? Bueno…probablemente cuando esto empiece uno de mis soldados te irá a buscar a el mercado, te recomiendo estar frente a este lugar, pues o si no le será muy difícil encontrarte, pues siempre hay mucha gente en el mercado. Yo no puedo hacerlo personalmente por qué bueno, ya sabes, no puedo salir de día, ahora bien. Hace tiempo, cuando inicié el negocio había tenía una idea, y te la comentaré por si no te molesta…y quizás te interesa. Planeaba arrendar una casa o algo así para que todos los que trabajaran pudieran vivir en mejores condiciones, y así, mientras el negocio crece, ya después ustedes pueden ver si se cambian a un lugar mejor o algo así, pero todo depende de ustedes, ¿Tu qué piensas? –Dije, mirándola de reojo.

Skylight no me había dado una respuesta determinada sobre que le parecía la idea, o si le beneficiaba a ella, pero si a Evangeline le parecía bien, quizás tarde o temprano podría hacerlo, pues así mejoraría su situación, pues ahora, si ella trabajaría para mí, me interesaba bastante el cómo se cuidaban todas ellas. Luego escuché sus palabras y la miré con una sonrisa pues se me había olvidado comentarle eso;

-Oh, sí, ella es extremadamente humana, simple como cualquiera. Supongo que cuando la conozcáis os daréis cuenta de eso, se llevarán bien, pues ella es una mujer bastante animosa a pesar de su pobreza, no os preocupéis por ella, serán buenas amigas. –Dije, con una sonrisa, mientras acompañaba a Evangeline.

Era cierto, y eso era lo que me había gustado tanto de Skylight; tenía muchísima fortaleza, e intentaba sonreír día a día para superar el tan duro mal que enfrentaba en la pobreza, me gustaba ver casos de gente así, que hacían todo por salir de esa pobreza, y era lo que tanto me gustaba de hacer lo que hacía; ayudar a los pobres. Seguí caminando junto a Evangeline, dejando que me guiara hacia donde ella quería pasar.

Mientras caminaban en dirección al humilde hogar de aquella familia de clase baja, Evangeline escuchaba atentamente las palabras de su interlocutor. No lo miraba mientras él hablaba, pero si escuchaba cada palabra con atención. El duque se había percatado de la falta de techo que atravesaba la joven mujer. A veces, incluso para ella era sorprendente el hecho de seguir de pie viviendo en su estado, pero no era la primera en hacerlo y lamentablemente, no iba a ser la última tampoco. Quizás muchos pudieran llevar un mejor estilo de vida gracias a la ayuda de personas como el vampiro que estaba a su lado; personas que generaban empleo y buscaban erradicar la pobreza de Francia a través de sus proyectos.

Meditó en silencio la idea del duque, solo por un minuto y asintió, pensando lo diferente que podría ser el mundo si todos se ayudasen en lugar de perjudicarse. Deslizó los dedos desde su mejilla hasta detrás de su oreja, arrastrando un mechón de su cabello con ese movimiento; de esa forma logró despejarse más el rostro. Finalmente asintió con la cabeza, aún reflexionando en las palabras que él acababa de decirle. El vampiro planeaba ofrecer empleo y asilo a aquellos, que como ella, habían nacido en la pobreza. Inevitablemente surgieron mil dudas en la cabeza de la rubia. Principalmente, no entendía como una criatura como él, siendo un vampiro y cuya naturaleza debería ser hostil y peligrosa, se había tornado noble y deseoso de ayudar.

—Es… una gran idea. Se nota que ha pensado en todo para este proyecto y para poder proporcionar ayuda a quienes menos tenemos. Su nobleza es algo que no suele verse a menudo, principalmente hablando de una criatura de su naturaleza —dijo y lo miró por un segundo, mientras las comisuras de sus labios apenas asomaban una sonrisa. Evie no era buena mostrando sus emociones, ni haciendo amigos.

Siguieron su camino y finalmente pudo vislumbrar la pequeña casita, la cual tenía las ventanas iluminadas. Su chimenea estaba echando humo, por lo que supo que la familia estaría cerca de cenar. Sonrió más ampliamente y todo el rostro se le iluminó, su semblante pasó de ser desconfiado e inseguro a uno alegre y confiado. Por supuesto, era un lugar que ella conocía, era gente buena que ella conocía y le gustaba la calidez que tenía esa familia. Muchas veces se imaginaba como hubieran sido las cosas de tener a su padre. Su madre le había mentido mil veces diciéndole que su padre había fallecido y Evangeline desde luego lo había creído. No tenía idea de que era la hija bastarda de un aristócrata.

Miró al duque con una gran sonrisa e incluso algo que rara vez pasaba sucedió: ella rió serenamente al escuchar sobre Skylight. No lograba hacerse una imagen mental de la muchacha en cuestión, pero si era humana y era simpática, entonces podrían llegar a ser tan buenas amigas como el vampiro aseguraba.

—Ansío conocerla —admitió y volvió a mirar la casa —Es allí —le dijo señalando la morada —No tardare nada en entregarles el ave —aseguró y animada echó a correr como una niña en dirección a la vivienda.

Golpeo la puerta de la casa y tras una pausa, una amable mujer apareció. Ella llevaba aferrada a sus faldas a una niña de no más de tres años. Tanto la mujer como la niña saludaron a Evie y se alegraron al ver el ave. La dueña de aquella casa estaba encantada y sus curiosos hijos que salieron a comprobar quien era la visita se entusiasmaron. No paraban de exclamar gustosos cosas tales como: “¡Mira el tamaño de esa gallina!” o “¿Podremos comerla?”

—Acompáñanos a cenar —dijo amablemente la mujer, mientras se movía del frente de la puerta para que su visita pasara.

Evie negó con la cabeza —Le agradezco, pero no es necesario. Alguien me espera —respondió y se inclinó para acariciar el cabello de la pequeña; a Evangeline le encantaban los niños.

—¡Ev! ¿Vendrás a jugar con nosotros mañana? —preguntó uno de los niños y saltó gustoso cuando Evangeline aseguró que lo haría.

—Debo marcharme ahora, hasta pronto —se despidió la rubia y se alejó mientras los saluda con la mano al  ritmo en que echaba a andar lejos de la casa. No tardó en volver con el duque —Todo está listo, podemos irnos a donde  usted planea.

Solté una carcajada ante las palabras de la mujer. Obviamente ella no sabía que a lo largo de mis ocho siglos de vida ya había hecho muchas veces, y gracias a mí en mi ducado casi no existía la pobreza, los únicos pobres eran aquellos que realmente no querían trabajar, y ciertamente, aquellos eran muy pocos. Aunque, ciertamente tenía razón, muchos vampiros no harían lo mismo, pero el ser vampiro no tenía nada que ver;

-Oh, a mí se me dan muy fáciles los negocios. A lo largo de mis ocho siglos de vida he reunido tanto dinero que ciertamente ya parece ser ilimitado y lo guardo en bancos en toda Europa, pero ciertamente no lo doy todo a los pobres simplemente por el hecho de que a largo plazo, no serviría de nada. Prefiero crear trabajo y desarrollo para que sean auto sustentables a través de políticas monetarias grandes, que un gasto corto que solo los alimentará por algunos años. Y por lo demás, el ser de una raza X no tiene nada que ver con cómo es la persona, Evangeline; Nuestra raza, sea cual sea, no determina quienes somos o que somos, solo determina la forma de la cual debemos sobrevivir, pero en realidad, todos seguimos siendo humanos, nuestra conciencia es la que determina que somos, tanto asi como un vampiro podría llegar a ser un santo mientras que una persona común y corriente podría llegar a ser el peor de los asesinos, todo está en nuestra mente y en nuestra alma, no en lo que somos. –Dije, para terminar mi diálogo con una sonrisa.

Mis palabras estaban llenas de verdad, y era lo que había aprendido a lo largo de la vida, pero que muchas personas estaban dadas a prejuzgar y equivocarse por no pensar las cosas más de dos veces. Los prejuicios a lo largo de toda la existencia de las criaturas sobrenaturales las marcaban, ciertamente habían muchos vampiros sedientos de sangre, pero eso era lo que había pasado con sus mentes y con sus almas, pues la diferencia entre un monstruo y alguien que no es un monstro, es su plena conciencia de lo que hace, nada más. Sonreí al ver el humor que tenía Evangeline para conocer a Skylight, me parecía genial, aunque lamenté que no me comentara nada sobre la vivienda que le ofrecía, pero bueno, le insistiría sobre la pregunta en la cena. Una vez ella hubo vuelto, le señalé el camino y le comenté;

-No queda mucho trecho para que lleguemos al lugar, te encantará el hotel y la comida, y te diré lo mismo que le dije a Skylight; estaré encantado de tenerte más veces aquí en el futuro. Quizás no pase más de tres días cuando te vayan a buscar, Evangeline, por lo que estate atenta, pues desde el mismo momento en que te vayan a buscar, te empezarán a enseñar. –Dije, mientras caminábamos, viendo ya a lo lejos, la entrada del hotel.

Era cierto, de hecho, probablemente cuando fueran a buscarla, como tenía planeado organizar, les darían ropas nuevas y les ofrecerían un lugar donde darse un baño antes de iniciar el negocio, y lo que primero les enseñarían sería ‘’La presencia es lo que primero y siempre buscará el cliente, por lo que siempre se les ofrecerá lo mejor para tener la mejor presencia’’.

Nuevamente lo escuchó con atención como había venido haciendo desde que lo conoció, pero por primera vez no estuvo de acuerdo con él y su punto de vista. Entendía su punto al decir que pertenecer a determinada raza no definía la personalidad de las personas, pero de eso a afirmar que todos seguían siendo humanos no lo terminaba de comprender ni de aceptar. Sabía que había seres humanos crueles, como los inquisidores que incluso para justificar su existencia habían asesinado inocentes, mientras que las verdaderas amenazas seguían por ahí en libertad, esperando el momento adecuado para asesinar a alguien. Sí, había humanos monstruosos y ahora conocía un vampiro más agradable, pero las estadísticas seguían predominando.

Existía un vampiro con ganas de ayudar, pero haciendo al duque a un lado ¿Cuántos vampiros había como él? Evie había conocido a algunos que eran verdaderas bestias, mataban a veces por algo que no tenía nada que ver con la necesidad para su supervivencia. Había visto vampiros matar por gusto y jugar con las personas como si fueran marionetas. Los había visto manipularlos hasta el punto en que terminaran matándose entre ellos. No podía hallar nada humano en esos seres y lamentablemente la gran mayoría era así, por eso simplemente no podía estar de acuerdo con el hombre a su lado.

—Ustedes vampiros… ¿tienen un alma? —Preguntó con curiosidad y lo miró de reojo —Entiendo su punto, creo que soy capaz de comprender lo que está intentando decirme, pero no sé si yo utilizaría el término “humano” para definirnos a todos. Somos seres racionales, es verdad y es ese raciocinio el que nos permite discernir entre lo correcto y lo incorrecto. Comprendo que cada uno tiene su propia definición de lo que está bien y lo que no, pero eso no nos humaniza. He conocido a algunos vampiros y debo decir que usted es el primero con tanta visión y sin tanta ira —torció el gesto mientras volvía a mirar al frente y suspiró —En fin, no quiero estropearle el apetito con tantas elucubraciones sin sentido.

Siguieron caminando y no tardaron en llegar al tan mencionado hotel. Evie lo miró a la distancia y notó el esplendor de aquella edificación. Aún no entraba y ya podía ver el lujo que este poseía. Se mordió el labio, pues era lo más lujoso que había visto luego de la casa del duque y las fachadas de las casas a las que había ido a solicitar empleo. Comenzó a preguntarse que sería lo que cenarían, suponía que el duque pediría los platillos o al menos eso esperaba porque ella apenas y conocía unos cuantos platillos sofisticados.

Volteó al escuchar la voz del duque de nuevo y asintió con la cabeza —Gracias, igual prometo no abusar de su nobleza —aseguró sonriendo un poco y asintió cuando él dijo que no tardarían en buscarla —De acuerdo, estaré al pendiente —añadió y levantó la mirada para observar la cumbre del hotel ahora que estaba mucho mas cerca.

La miré con una sonrisa, y le seguí hablando;

-El hecho de que podamos tomar decisiones, el hecho de que podamos hacer lo que nos plazca, aun conociendo que es incorrecto es lo que nos humaniza, Evangeline. El ser bueno o no ser bueno no define la ‘’humanidad’’, lo que define la humanidad es la capacidad de tener la libertad de decidir y hacer lo que queramos hacer. Es básicamente esto, ¿Por qué somos capaces de estar en el primer lugar de la escala evolutiva? Por el simple hecho de que podemos hacerlo que los animales no hacen, crear, inventar, tomar la peor decisión en un momento y lugar determinado, eso es lo que nos hace humanos. ¿Si tenemos alma? Pues no lo sé, la verdad, pero yo me siento tan humano como cualquier otra persona, solamente que en vez de comer, debo beber sangre, y en vez de ser débil como un humano, tengo poderes mentales y soy mucho más fuerte y rápido, esa es la única diferencia. Aquellos vampiros bestia que conoces son personas que simplemente se han dejado llevar completamente por el instinto, volviéndose bestias sin pensar, pero todos aquellos que tengan conciencia plena de lo que hacen, siguen siendo humanos, cometan errores o no. ¿Quién dice que yo no soy una persona guerrera y vengativa como cualquier otra? ¡Pues claro que lo soy! ¡Debo serlo! Siempre lucharé por lo que crea justo, incluso mataré si aquello es necesario, si alguien daña a las personas que ama y ataca a mis ideales obviamente me defenderé, y ocuparé toda mi fuerza y mi técnica con la espada para detenerlo. La ira, la rabia, el odio, son cosas que todos los seres humanos tienen, todos, sin excepciones, la única gran diferencia, es el momento en el que pasas a ser una criatura que vive por instinto, o al momento en el que pasas a hacerlo por lo que tú crees que es lo correcto. –Dije, mirándola con una sonrisa de medio labio.

Me gustaban esas conversaciones y debates filosóficos, sobre todo si eran sobre cosas tan importantes como que es lo que éramos o hacíamos, y por lo mismo, le había continuado con la conversación. Esperaba que ella entendiera que intentaba decir, aunque no sirviera para nada. Luego, cuando ella dijo aquellas palabras reí, e invitándola a tomar de mi brazo, le dije;

-¡Oh! No os preocupéis mi lady, podéis tomar toda la nobleza de mí que os guste. Venid conmigo, que tengo mi propia mesa. –Dije, y si ella me tomaba del brazo continuaría hacia adentro.

Apenas entraría le haría la típica señal que le había hecho al mayordomo, y este nos llevaría a una especie de salita con paredes de enredaderas tras las cuales, pasando estas, se veía el resto de las mesas. Ese lugar era una especie de sector privado, con una mesa, velas, sillas, una mesa con todos los cubiertos y cosas, y atrás se veía una hermosa pintura. Un poco más lejos, pasando por la muralla de enredaderas, se podía ver un pequeño grupo de músicos tocando suavemente.