AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Puede que esto se me vaya de las manos (JULIETTE y libre)
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Puede que esto se me vaya de las manos (JULIETTE y libre)
Bajé de la rama de un árbol. Debería haber previsto aquello. Peor no había sabido verlo. Había estado tan rodeado de humanos que olían tan bien y me había esforzado tanto en guardar las formas que se me había llegado a ir el control sobre la sed de sangre. Ya no recordaba ni los días que llevaba sin beber sangre humana, puede que dos. Y ya no podía más, lo estaba necesitando con demasiada urgencia.
Pero allí no había absolutamente nadie. Había escapado de la ciudad precisamente para poder cazar con un poco de más libertad. Pero me había parado en el lugar equivocado a descansar o a sentir que esa sed volvía a hacerme hervir la garganta. Gruñí por lo bajo, intentando prestar atención a lo que se movía a mi alrededor. Nada, no había nada. Y si entraba en la ciudad lo más seguro es que cometiera una locura como la que cometí en Rusia, aquella noche.
La imagen y el olor de la sangre volvieron a mi mente, haciendo que cayera al suelo, pegando la espalda contra la madera del árbol y agarrándome con fuerza la garganta, hinchando las uñas en ella, penetrando aquella dura piel. No podía seguir en ese estado. No estaba tan acostumbrado a estar rodeado de sangre y de presas. Primero Emmy, después Ivette y Iryn y más tarde mía. No me había percatado que estar rodeado de humanos era demasiado malo para mi salud, y más cuando no llevas la cuenta de cuándo sí y cuándo no has conseguido comida. Solté un gruñido alto, dando un fuerte puñetazo en el suelo.
-Jo...der... -mi voz sonaba ronca.
Bajé la cabeza, intentando calmarme. Pero era bastante obvio que no podía hacerlo. Necesitaba beber, o sería como uno de esos vampiros que se volvían locos por una sola gota de sangre. Yo no era un asesino como ellos, no quería ser como esos vampiros, esos que asesinaban por razones de sed o no. Tosí, sintiendo como la garganta me quemaba cada vez más.
Pero allí no había absolutamente nadie. Había escapado de la ciudad precisamente para poder cazar con un poco de más libertad. Pero me había parado en el lugar equivocado a descansar o a sentir que esa sed volvía a hacerme hervir la garganta. Gruñí por lo bajo, intentando prestar atención a lo que se movía a mi alrededor. Nada, no había nada. Y si entraba en la ciudad lo más seguro es que cometiera una locura como la que cometí en Rusia, aquella noche.
La imagen y el olor de la sangre volvieron a mi mente, haciendo que cayera al suelo, pegando la espalda contra la madera del árbol y agarrándome con fuerza la garganta, hinchando las uñas en ella, penetrando aquella dura piel. No podía seguir en ese estado. No estaba tan acostumbrado a estar rodeado de sangre y de presas. Primero Emmy, después Ivette y Iryn y más tarde mía. No me había percatado que estar rodeado de humanos era demasiado malo para mi salud, y más cuando no llevas la cuenta de cuándo sí y cuándo no has conseguido comida. Solté un gruñido alto, dando un fuerte puñetazo en el suelo.
-Jo...der... -mi voz sonaba ronca.
Bajé la cabeza, intentando calmarme. Pero era bastante obvio que no podía hacerlo. Necesitaba beber, o sería como uno de esos vampiros que se volvían locos por una sola gota de sangre. Yo no era un asesino como ellos, no quería ser como esos vampiros, esos que asesinaban por razones de sed o no. Tosí, sintiendo como la garganta me quemaba cada vez más.
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Re: Puede que esto se me vaya de las manos (JULIETTE y libre)
Ultimamente era común que se alejara del burdel para estar sola, para regodearse con sus pensamientos, para leer, o para la que fuera, simplemente quería estar sola. Le gustaba estar sola en las noches, en lugares poco concurridos y alejados del bullicio de la ciudad. En lugares peligrosos... Había algo en el peligro que la atraía, que la deslumbraba, aun no podía precisar que era.
Ahora luego de atender a dos clientes en el burdel había logrado escabullirse, con un libro, y todo lo necesaria para escribir, se había dirigido al bosque, con su daga en el liguero. Se había ocultado entre unos arbusto y se había puesto a escribir una carta a su madre, una de esas cartas que nunca llegaba a enviar. Que podía decirle a esa mujer que le dio la vida, y que dio todo para que ella y su hermana tuviesen una mejor vida. No podía de buenas a primeras escribirle "Querida Madre: Con Claire somos cortesanas, pero no no preocupes, somos costosas, no estamos al alcance de cualquiera". No era el tipo de cosas que uno esperaba confesarle a una madre, además del pequeño problema de que su madre no sabía leer.
Luego de escribir un montón de cosas que de las que quería desahogarse, arrugó la hoja y la arrojó lejos de ella, suspirando. Estaba metida en sus pensamientos cuando oyó una voz, algo... ¿ahogada?. Se asomó desde su escondite, temerariamente, a sabiendas que era peligroso, sabía lo que la noche ocultaba, pero no le temía, era arrogante. Vio a aquel hombre que parecía desesperado por algo, dio unos pasos hacia él dejando caer su libro al suelo. -¿Está usted bien?- preguntó más que nada por curiosidad, aun a cierta distancia de él, con la mano sobre su muslo por si necesitaba su cuchillo, estaba atenta...
Ahora luego de atender a dos clientes en el burdel había logrado escabullirse, con un libro, y todo lo necesaria para escribir, se había dirigido al bosque, con su daga en el liguero. Se había ocultado entre unos arbusto y se había puesto a escribir una carta a su madre, una de esas cartas que nunca llegaba a enviar. Que podía decirle a esa mujer que le dio la vida, y que dio todo para que ella y su hermana tuviesen una mejor vida. No podía de buenas a primeras escribirle "Querida Madre: Con Claire somos cortesanas, pero no no preocupes, somos costosas, no estamos al alcance de cualquiera". No era el tipo de cosas que uno esperaba confesarle a una madre, además del pequeño problema de que su madre no sabía leer.
Luego de escribir un montón de cosas que de las que quería desahogarse, arrugó la hoja y la arrojó lejos de ella, suspirando. Estaba metida en sus pensamientos cuando oyó una voz, algo... ¿ahogada?. Se asomó desde su escondite, temerariamente, a sabiendas que era peligroso, sabía lo que la noche ocultaba, pero no le temía, era arrogante. Vio a aquel hombre que parecía desesperado por algo, dio unos pasos hacia él dejando caer su libro al suelo. -¿Está usted bien?- preguntó más que nada por curiosidad, aun a cierta distancia de él, con la mano sobre su muslo por si necesitaba su cuchillo, estaba atenta...
Juliette Blackwood- Realeza Inglesa
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Re: Puede que esto se me vaya de las manos (JULIETTE y libre)
Había momentos en los que me acordaban de Padre y Madre. En aquellos momentos, veía como ellos me decían, cuando yo estaba en la cama, que los vampiros no existían y que eran cuentos que se les contaban a los niños malos para que se fueran a dormir. Nunca me lo creí, porque una parte de mí sabía que eso era verdad. ¿Mi teoría? Dudaba que una cosa así pudiera salir de la mente de una persona. Algo tendría que haber. Un principio. Una teoría bastante mala, pero al final, mi corazonada fue bastante cierta.
Me intenté incorporar, por no podía, estaba demasiado débil, demasiado sediento y hambriento al mismo tiempo. Apreté los puños. Los ojos me escocían bastante. Sacudí al cabeza. En ese momento, un olor a sangre fresca llegó hasta mí. No estaba muy lejos, estaba bastante cerca de donde yo me encontraba. Un humano. Hoy parecía ser mi día de suerte. Peor estaba empezando a perder el control. Por alguna razón, no quería perderlo delante de una humana como a la que ahora estaba mirando.
Ladeé un poco la cabeza e hice el acto de tragar saliva, intentando calmarme y la que voz no sonara tan ronca como en realidad lo era. Sonreí con amargura, bajando la cabeza y recomponiéndome un poco. Asentí levemente con la cabeza, llevándome una mano a la garganta, ocultándome en las sombras para que no pudiera ver mis ojos desorbitados e inyectados en sangre.
-Sí, madamme. Estoy muy bien -pero mi voz sonó demasiado ronca como para que pudiera ser verdad lo que estaba diciendo.
Me intenté incorporar, por no podía, estaba demasiado débil, demasiado sediento y hambriento al mismo tiempo. Apreté los puños. Los ojos me escocían bastante. Sacudí al cabeza. En ese momento, un olor a sangre fresca llegó hasta mí. No estaba muy lejos, estaba bastante cerca de donde yo me encontraba. Un humano. Hoy parecía ser mi día de suerte. Peor estaba empezando a perder el control. Por alguna razón, no quería perderlo delante de una humana como a la que ahora estaba mirando.
Ladeé un poco la cabeza e hice el acto de tragar saliva, intentando calmarme y la que voz no sonara tan ronca como en realidad lo era. Sonreí con amargura, bajando la cabeza y recomponiéndome un poco. Asentí levemente con la cabeza, llevándome una mano a la garganta, ocultándome en las sombras para que no pudiera ver mis ojos desorbitados e inyectados en sangre.
-Sí, madamme. Estoy muy bien -pero mi voz sonó demasiado ronca como para que pudiera ser verdad lo que estaba diciendo.
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Re: Puede que esto se me vaya de las manos (JULIETTE y libre)
A ratos le pesaba la ausencia de su madre, el no saber nada de ella, la verdad no siquiera sabían si aun vivía o finalmente sus penas habían acabado finalmente con su existencia. Finalmente luego de cada uno de esos arranques de describirle a su madre acababan en un profundo agradecimiento a ella, que con todo su esfuerzo las había sacado del campo para salvarlas a su gemela y a ella de seguir sus pasos de acabar condenadas a aquel lugar, pobres, analfabetas, a merced de hombres que pudiesen abusar de ellas. Era obvio que su madre no permitiría que aquella cruel historia se repitiera, no con sus dos únicas hijas, hermosas y perfectas.
Aquellos pensamientos tan íntimos no podía llegar a oídos, ni mucho menos a ojos ajenos, por eso huía a lugares alejados para refugiarse. No le importaba lo peligrosos que fueran, ella no temía a nada. Iba por el mundo con esa actitud altiva, como si nada pudiese tocarla, y si algo lo hacia... parecía no importarle. ¿Cuando había cambiado su actitud? ¿Cuando se había convertido en esa mujer? Solo había un hecho que recordaba, un vampiro... Desde que lo había conocido y se había enterado de los seres de la noche que habitaban el mundo, y a pesar de aquella revelación, ella andaba tentando a aquellas criaturas, quizás con la secreta esperanza de encontrarlo nuevamente.
Se quedó mirándolo con una mezcla de interés y preocupación, aun a la distancia y a pesar de la oscuridad, era posible distinguir que no se encontraba bien. Estaba pálido y su voz, su voz sonaba casi como de ultratumba, parecía que algo estaba mal. -¿Está seguro?- preguntó dando algunos pasos más hacia él. -Si me permite decirlo... No se ve muy bien que digamos- añadió luego de haber confirmado más de cerca lo fatal que se veía.
Tardó algunos segundo en procesar lo que veía y unir las piezas del rompecabezas, ella conocía esa palidez, esa perfección, esa voz. Era como él, no había duda, como aquel hombre que aun rondaba su cabeza y sus recuerdos -Oooh- susurró a penas, sin mostrarse siquiera asustada. "¿Un vampiro?" aunque estaba prácticamente segura, se quedó ahí paradada, mirando sin mostrar temor.
Aquellos pensamientos tan íntimos no podía llegar a oídos, ni mucho menos a ojos ajenos, por eso huía a lugares alejados para refugiarse. No le importaba lo peligrosos que fueran, ella no temía a nada. Iba por el mundo con esa actitud altiva, como si nada pudiese tocarla, y si algo lo hacia... parecía no importarle. ¿Cuando había cambiado su actitud? ¿Cuando se había convertido en esa mujer? Solo había un hecho que recordaba, un vampiro... Desde que lo había conocido y se había enterado de los seres de la noche que habitaban el mundo, y a pesar de aquella revelación, ella andaba tentando a aquellas criaturas, quizás con la secreta esperanza de encontrarlo nuevamente.
Se quedó mirándolo con una mezcla de interés y preocupación, aun a la distancia y a pesar de la oscuridad, era posible distinguir que no se encontraba bien. Estaba pálido y su voz, su voz sonaba casi como de ultratumba, parecía que algo estaba mal. -¿Está seguro?- preguntó dando algunos pasos más hacia él. -Si me permite decirlo... No se ve muy bien que digamos- añadió luego de haber confirmado más de cerca lo fatal que se veía.
Tardó algunos segundo en procesar lo que veía y unir las piezas del rompecabezas, ella conocía esa palidez, esa perfección, esa voz. Era como él, no había duda, como aquel hombre que aun rondaba su cabeza y sus recuerdos -Oooh- susurró a penas, sin mostrarse siquiera asustada. "¿Un vampiro?" aunque estaba prácticamente segura, se quedó ahí paradada, mirando sin mostrar temor.
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Re: Puede que esto se me vaya de las manos (JULIETTE y libre)
Y ella seguía allí plantada. empezó a hablar, acerca de mi estado, cosa que realmente nos importaba a los dos. Pero pareció darse cuenta de lo que estaba pasando y hasta yo pude intuirlo. Sabía quién era y qué es lo que era. Sabía qué estaba pasando en esos momentos. La miré, con los ojos inyectados en sangre, con una amarga sonrisa y levantándome. Me agarré a la madera del árbol para no caerme, intentando mantener una compostura que no tenía.
Di un paso hacia ella, dejando que la luna iluminada mis facciones aún más pálidas que nunca. Bajé la cabeza y me miré las manos. Las venas se me marcaban mucho más que en la realidad. Volví a mirarla. Era una joven hermosa y bastante linda. había algo en aquellos ojos, una luz de entendimiento. ¿Habría pasado ya por aquella situación aquella joven chica?
-Veo que se da usted cuenta de lo que soy de lo que está pasando... -alcé una mano-. Madamme, no quiero herirla, lo mejor es que corra lo más rápido que pueda... por favor...
No, podía aguantar. Había aprendido a aguantar. Pero la sed era demasiado grande. Lancé un gemido de dolor, encorbándome y tragando aire, cerrando los ojos. Apreté los puños con fuerza y volví a caer al suelo, de rodillas. Me agarré la garganta con fuerza. Estaba empezando a perder el control y la sangre de aquella chica me estaba llamando. No era una sed demasiado fuerte, probablemente no la mataría al hincarla el diente. Pero sí que la convertiría en un ser como yo. Y no era eso lo que deseaba, por eso estaba allí, en ese bosque, pidiendo que se largara.
-Por favor, mi Lady... corra...
Di un paso hacia ella, dejando que la luna iluminada mis facciones aún más pálidas que nunca. Bajé la cabeza y me miré las manos. Las venas se me marcaban mucho más que en la realidad. Volví a mirarla. Era una joven hermosa y bastante linda. había algo en aquellos ojos, una luz de entendimiento. ¿Habría pasado ya por aquella situación aquella joven chica?
-Veo que se da usted cuenta de lo que soy de lo que está pasando... -alcé una mano-. Madamme, no quiero herirla, lo mejor es que corra lo más rápido que pueda... por favor...
No, podía aguantar. Había aprendido a aguantar. Pero la sed era demasiado grande. Lancé un gemido de dolor, encorbándome y tragando aire, cerrando los ojos. Apreté los puños con fuerza y volví a caer al suelo, de rodillas. Me agarré la garganta con fuerza. Estaba empezando a perder el control y la sangre de aquella chica me estaba llamando. No era una sed demasiado fuerte, probablemente no la mataría al hincarla el diente. Pero sí que la convertiría en un ser como yo. Y no era eso lo que deseaba, por eso estaba allí, en ese bosque, pidiendo que se largara.
-Por favor, mi Lady... corra...
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Re: Puede que esto se me vaya de las manos (JULIETTE y libre)
Siguió mirandolo bajo el tenue reflejo de la luna, se quedó ahí, de pie con expresión impávida a pesar de las advertencias del vampiro, es que ella no tenía miedo, ¿por que temer? no cabía en ella el miedo, su cabecita loca parecía mucho mas ocupada en otras cosas, que extrañamente se le hacía más importantes que la supervivencia. Se limitó a asentir -Se lo que es... Y supongo lo que ocurre- corroboró buscando sus ojos, su mirada era despierta, era bastante inteligente para ser un simple cortesana, pero así también era temeraria. Y aunque una parte de si le gritaba que corriera, que se alejara del peligro, mientras que la otra dominada por la curiosidad y ese afán suicida surgido en ella, estaba decidida a quedarse ahí. -¿Sed?- Preguntó con una pequeña sonrisa, a esas alturas la distancia entre ellos era reducida, aunque pudiese correr, él podría alcanzarla con facilidad.
-Monsieur, yo no soy la clase de mujer que huye aterrada- alegó sin dejar de mirarlo, solo dio unos pasos hacia atrás. Ya había conocido otros como él, pero hasta ahora el primero que había visto tan ¿sediento?. -Yo no tengo miedo- reconoció seria y algo distante, ya había visto un sin numero de veces las marcas que los colmillos de los clientes había dejado en su hermana, aunque obviamente ella cobraba por aquel servicio 'Extra'. Pero ella era curiosa, la curiosidad la mantenía atada aquel lugar.
Sentía la desesperación de sus palabras, y fue solo eso lo que la hizo retroceder un poco, dio algunos pasos hacia atrás, sin apartar la vista de él, como si le resultase difícil alejarse, estaba interesada en la naturaleza de aquellas criaturas. -Acá no encontrará gente, a no ser que piense alimentarse de animales... No creo que le funcione estar acá- Dijo mientras seguía caminando en reversa.
-Monsieur, yo no soy la clase de mujer que huye aterrada- alegó sin dejar de mirarlo, solo dio unos pasos hacia atrás. Ya había conocido otros como él, pero hasta ahora el primero que había visto tan ¿sediento?. -Yo no tengo miedo- reconoció seria y algo distante, ya había visto un sin numero de veces las marcas que los colmillos de los clientes había dejado en su hermana, aunque obviamente ella cobraba por aquel servicio 'Extra'. Pero ella era curiosa, la curiosidad la mantenía atada aquel lugar.
Sentía la desesperación de sus palabras, y fue solo eso lo que la hizo retroceder un poco, dio algunos pasos hacia atrás, sin apartar la vista de él, como si le resultase difícil alejarse, estaba interesada en la naturaleza de aquellas criaturas. -Acá no encontrará gente, a no ser que piense alimentarse de animales... No creo que le funcione estar acá- Dijo mientras seguía caminando en reversa.
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Re: Puede que esto se me vaya de las manos (JULIETTE y libre)
Esbocé una amarga sonrisa. Claro que era sed, ¿qué otra cosa podía hacer perder los estribos de un vampiro? Estaba realmente sediento, aunque solo llevara dos días sin alimentarme. Pero había estado rodeado de tanta sangre que no me había dado cuenta de los verdaderos peligros que esto suponía. Al parecer, dos siglos no son suficientes para saber con quién sí y con quién no te puedes ir a dar un agradable paseo por las calles Parisinas. Intenté levantarme, agarrándome de nuevo al árbol y la miré a los ojos, intentando no parecer aquel monstruo que de verdad era.
-Pues debería tenerlo, madamme. Yo soy la clase de monstruo que mataría por un poquito de sangre. Y la suya me estaba llamando -sonreí, dando un paso hacia ella-. Así que, si no es usted la persona a la que voy a morder para saciar mi sed, es mejor que se vaya o puede acabar muy mal.
Me pasé la lengua por los labios y me di la vuelta. Subí hasta la rama del árbol, alejándome de ella. Pues parecía una mujer segura y yo no. Y yo había llegado a estar varios días así, débil. Y había podido aguantar la sed casi sin problemas. Puede que solo fuera una cuestión de orgullo. Volví a bajar de la rama, con rapidez, quedándome a unos pasos de ella. Esbocé una sonrisa amarga, mostrando todos los dientes, incluidos los colmillos e intenté hablar con claridad.
-Ya sé que aquí no encontraré a nadie, mi Lady. Pero tampoco hay animales. Es una noche demasiado fría para ellos y su sexto sentido parece que los aleja de mi, como usted debería hacer -un paso más, quedándome a centímetros de su cuerpo.
-Pues debería tenerlo, madamme. Yo soy la clase de monstruo que mataría por un poquito de sangre. Y la suya me estaba llamando -sonreí, dando un paso hacia ella-. Así que, si no es usted la persona a la que voy a morder para saciar mi sed, es mejor que se vaya o puede acabar muy mal.
Me pasé la lengua por los labios y me di la vuelta. Subí hasta la rama del árbol, alejándome de ella. Pues parecía una mujer segura y yo no. Y yo había llegado a estar varios días así, débil. Y había podido aguantar la sed casi sin problemas. Puede que solo fuera una cuestión de orgullo. Volví a bajar de la rama, con rapidez, quedándome a unos pasos de ella. Esbocé una sonrisa amarga, mostrando todos los dientes, incluidos los colmillos e intenté hablar con claridad.
-Ya sé que aquí no encontraré a nadie, mi Lady. Pero tampoco hay animales. Es una noche demasiado fría para ellos y su sexto sentido parece que los aleja de mi, como usted debería hacer -un paso más, quedándome a centímetros de su cuerpo.
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Re: Puede que esto se me vaya de las manos (JULIETTE y libre)
Ella a su propia forma también era una criatura nocturna, pasaba los días durmiendo, producto de sus ajetreadas noches en el burdel, que gastaba entre humo, alcohol y sudor, entre espectáculos y sexo. A veces olvidaba lo que era sentir la luz del sol calentando su piel, lo que era caminar entre la gente.
Sonrió confiada como si hablase con un viejo amigo, como si no corriese riesgos, como si ella viese algo elemental, que se encontraba oculto a los ojos de aquel vampiro. –Mi cuerpo y me sangre siempre llaman a los hombres, si no fuese así estaría perdida en mi profesión. Para eso es lo que estoy hecha, para atraer, yo no paso desapercibida en ningún lugar- hablaba con naturalidad, como si todo aquello fuese de una obviedad absoluta, y en cierto modo lo era. Su cuerpo perfecto y pálido, su hipnótico y cadencioso andar, sus labios teñidos de carmín, su mirada experimentada, todo en ella era un invitación, no importaba si eras un vampiro, un humano o un licántropo. Era una perfecta suicida, tan pálida como uno de ellos y tan hermosa como podía ser una humana.
Lo miró subirse al árbol, con una leve expresión de asombro, era la primera vez desde que se habían encontrado que su rostro había cambiado de su expresión ininmutable. Miró atenta cada movimiento, o al menos intentó seguirlo con la mirada, era bastante difícil, pronto no supo como él estuvo frente a ella, a una distancia que podía admirar la perfección de sus rasgos. Tan solo unos pasos más y ya no habría vuelta, aunque estaba segura de que aquel asunto no tenía vuelta, seguía con la daga empuñada en una mano con firmeza, aunque sabía que aquello no la salvaría.
Hizo una mueca de molestia a oírlo – Yo no un animalito, Monsieur- dijo altiva mirándolo con la cabeza ladeada y los labios contraídos – Yo no quiero huir, usted no me da miedo. He visto a ‘La douce et sainte mort’ a los ojos y no le temo- hablaba con seguridad, con voz firme de quien ha vivido demasiado a prisa. Ella tenía solo 19 años y había vivido mucho más que algunos vampiros, su vida había sido demasiada intensa, su profesión era ardua y la llevaba a conocer mucha gente, no importaba el sexo, la edad, ni la nacionalidad, solo que tuviesen el dinero suficiente para costear sus servicio.
Sonrió confiada como si hablase con un viejo amigo, como si no corriese riesgos, como si ella viese algo elemental, que se encontraba oculto a los ojos de aquel vampiro. –Mi cuerpo y me sangre siempre llaman a los hombres, si no fuese así estaría perdida en mi profesión. Para eso es lo que estoy hecha, para atraer, yo no paso desapercibida en ningún lugar- hablaba con naturalidad, como si todo aquello fuese de una obviedad absoluta, y en cierto modo lo era. Su cuerpo perfecto y pálido, su hipnótico y cadencioso andar, sus labios teñidos de carmín, su mirada experimentada, todo en ella era un invitación, no importaba si eras un vampiro, un humano o un licántropo. Era una perfecta suicida, tan pálida como uno de ellos y tan hermosa como podía ser una humana.
Lo miró subirse al árbol, con una leve expresión de asombro, era la primera vez desde que se habían encontrado que su rostro había cambiado de su expresión ininmutable. Miró atenta cada movimiento, o al menos intentó seguirlo con la mirada, era bastante difícil, pronto no supo como él estuvo frente a ella, a una distancia que podía admirar la perfección de sus rasgos. Tan solo unos pasos más y ya no habría vuelta, aunque estaba segura de que aquel asunto no tenía vuelta, seguía con la daga empuñada en una mano con firmeza, aunque sabía que aquello no la salvaría.
Hizo una mueca de molestia a oírlo – Yo no un animalito, Monsieur- dijo altiva mirándolo con la cabeza ladeada y los labios contraídos – Yo no quiero huir, usted no me da miedo. He visto a ‘La douce et sainte mort’ a los ojos y no le temo- hablaba con seguridad, con voz firme de quien ha vivido demasiado a prisa. Ella tenía solo 19 años y había vivido mucho más que algunos vampiros, su vida había sido demasiada intensa, su profesión era ardua y la llevaba a conocer mucha gente, no importaba el sexo, la edad, ni la nacionalidad, solo que tuviesen el dinero suficiente para costear sus servicio.
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