AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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¿Quien mató a Jerarld Délvheen?
+3
Eyra Erikdóttir
Jäeger J. Délvheen
Jerarld Délvheen
7 participantes
Página 1 de 1.
¿Quien mató a Jerarld Délvheen?
Era una noche tranquila, despejada, hermosa incluso. Una noche más de un día cualquiera, de un mes cualquiera, de un año cualquiera.
Era una noche como tantas otras y era un instante como aquellos miles de instantes en los que simplemente estaba ahí, en mi estudio. La soledad reinaba, pese a que en breve todos nos fuéramos a reunir. ¿El por qué? Porque habíamos quedado para “cenar”, para tomarnos algo, y para reunirnos en familia. Pues hacia mucho que realmente no nos encontrábamos todos y debía confesar que ya les extrañaba.
Y ¡si!. Todo estaba listo; la cena, el castillo, e incluso algunos obsequios que habia traido a todos desde mi ultimo viaje desde Rusia. La noche tenia que ser perfecta y llena de risas. Oh si, totalmente perfecta… ¡Y lo habría sido! vive dios que lo habria sido...
Si no hubiese sido por el hecho de que mi cadáver reposaba sobre la lujosa alfombra persa, mientras el charco de sangre de mi sien derecha se desangraba entre las visceras, formando el oscuro lago negro que contorneaba mi figura, mientras mis ojos ahora entrecerrados, dejaban ver un gris apagado ya carente de vida, mientras mis labios entreabiertos dejaban ver mis blancos dientes en lo que habia sido el ultimo fugaz rastro de sonrisa antes de que aquellas tres balas, se aposentaran en mi sien una tras de otra.
Pero será mejor empezar por el principio.
…Me van a arruinar.
Ais… a ver, vamos a ver.
150.000 francos por: Destrucción de mobiliario universitario a cargo del señorito Gabriél…
375.000 francos por: Destrucción del patrimonio de la humanidad a cuenta de la señorita Elle…
495.000 francos por: Explosión del museo arqueológico por cuenta de Johannes…
220.000 francos por: Destrucción con alevosía de la propiedad privada de la sala de prensa del periódico a cuenta de Kahlan…
850.000 francos por: ¿Veinte noches en el Cabaret Berlinés a cuenta de Jäeger?
Me lleve una de las manos a mi frente mientras mi boca desencajada miraba la elevada cifra a la que llegaba esa última factura.
Podía entender que hubiera criado a pequeños terroristas en vez de a bien educados y tranquilos chicos. Pues yo mismo como su padre era peor que ellos –Para más información no había mas que mirar mi último viaje en Rusia, en donde el bonito transiberiano había volado por los aires estallando en mil pedazos a causa de una maleta-bomba que se topo en mi camino…- Pero, ¿Cabaret? ¿Cabaret berlinés? ¿¡PORQUE DEMONIOS MI HERMANO ME MANDABA SUS FACTURAS DE NOCHES DESMADRADAS A MI!? ¡EL ERA RICO TAMBIÉN!
Arrugue las facturas y las lance al fuego de la chimenea cruzándome de brazos, cual viejo gruñón. Ya no tenía tantas ganas de fiesta.
Fue entonces cuando se abrió la puerta y alguien entro. Gire el rostro y aquee una ceja al verle entrar tan pronto, pues aun no le esperaba.
Anda, eres tu.
Volví la vista al frente y le quite importancia a la intromisión, pero entonces una cosa fría se aposento en mi sien y antes de poder girar la mirada, el cartucho se vació tres veces en mi sien, haciéndome caer hacia atrás por el escritorio, llevándome conmigo las facturas, algunas páginas de unos escritos y partituras de piano…
El papel ahora sanguinolento me hizo compañía mientras mi cuerpo ahora reposaba boca abajo…
Aquella noche, alguien escribía un crimen y ese no era yo, mientras que al fin los invitados llegaban a los pocos minutos de los disparos, sonrientes, charlando y riendo. Todos se dirigían hacia mi estudio. Fue entonces cuando las puertas se abrieron y un grito inundo la sala.
Eyra, Johannes, Gabriél, Jäeger, Danielle, Roxanne, Elle, Anhiel, Kahlan, Ragnar, Galia, Michelle y Nani se quedaron boquiabiertos…Pero había uno que fingía su sorpresa, pues uno de ellos había “matado” a Jerarld Délvheen.
Era una noche como tantas otras y era un instante como aquellos miles de instantes en los que simplemente estaba ahí, en mi estudio. La soledad reinaba, pese a que en breve todos nos fuéramos a reunir. ¿El por qué? Porque habíamos quedado para “cenar”, para tomarnos algo, y para reunirnos en familia. Pues hacia mucho que realmente no nos encontrábamos todos y debía confesar que ya les extrañaba.
Y ¡si!. Todo estaba listo; la cena, el castillo, e incluso algunos obsequios que habia traido a todos desde mi ultimo viaje desde Rusia. La noche tenia que ser perfecta y llena de risas. Oh si, totalmente perfecta… ¡Y lo habría sido! vive dios que lo habria sido...
Si no hubiese sido por el hecho de que mi cadáver reposaba sobre la lujosa alfombra persa, mientras el charco de sangre de mi sien derecha se desangraba entre las visceras, formando el oscuro lago negro que contorneaba mi figura, mientras mis ojos ahora entrecerrados, dejaban ver un gris apagado ya carente de vida, mientras mis labios entreabiertos dejaban ver mis blancos dientes en lo que habia sido el ultimo fugaz rastro de sonrisa antes de que aquellas tres balas, se aposentaran en mi sien una tras de otra.
Pero será mejor empezar por el principio.
...
Yo estaba tranquilo, sosegado, ilusionado incluso. Hasta que entré en mi despacho cuarenta y cinco minutos antes de la quedada y encontré el fardo de papeles. Recuerdo que me apoyé en mi escritorio, de espaldas a la entrada, mientras resoplaba al pasar los dedos por las esquinas del gran taco de cartas y facturas como si fueran una gran baraja de naipes.…Me van a arruinar.
Ais… a ver, vamos a ver.
150.000 francos por: Destrucción de mobiliario universitario a cargo del señorito Gabriél…
375.000 francos por: Destrucción del patrimonio de la humanidad a cuenta de la señorita Elle…
495.000 francos por: Explosión del museo arqueológico por cuenta de Johannes…
220.000 francos por: Destrucción con alevosía de la propiedad privada de la sala de prensa del periódico a cuenta de Kahlan…
850.000 francos por: ¿Veinte noches en el Cabaret Berlinés a cuenta de Jäeger?
Me lleve una de las manos a mi frente mientras mi boca desencajada miraba la elevada cifra a la que llegaba esa última factura.
Podía entender que hubiera criado a pequeños terroristas en vez de a bien educados y tranquilos chicos. Pues yo mismo como su padre era peor que ellos –Para más información no había mas que mirar mi último viaje en Rusia, en donde el bonito transiberiano había volado por los aires estallando en mil pedazos a causa de una maleta-bomba que se topo en mi camino…- Pero, ¿Cabaret? ¿Cabaret berlinés? ¿¡PORQUE DEMONIOS MI HERMANO ME MANDABA SUS FACTURAS DE NOCHES DESMADRADAS A MI!? ¡EL ERA RICO TAMBIÉN!
Arrugue las facturas y las lance al fuego de la chimenea cruzándome de brazos, cual viejo gruñón. Ya no tenía tantas ganas de fiesta.
Fue entonces cuando se abrió la puerta y alguien entro. Gire el rostro y aquee una ceja al verle entrar tan pronto, pues aun no le esperaba.
Anda, eres tu.
Volví la vista al frente y le quite importancia a la intromisión, pero entonces una cosa fría se aposento en mi sien y antes de poder girar la mirada, el cartucho se vació tres veces en mi sien, haciéndome caer hacia atrás por el escritorio, llevándome conmigo las facturas, algunas páginas de unos escritos y partituras de piano…
El papel ahora sanguinolento me hizo compañía mientras mi cuerpo ahora reposaba boca abajo…
Aquella noche, alguien escribía un crimen y ese no era yo, mientras que al fin los invitados llegaban a los pocos minutos de los disparos, sonrientes, charlando y riendo. Todos se dirigían hacia mi estudio. Fue entonces cuando las puertas se abrieron y un grito inundo la sala.
Eyra, Johannes, Gabriél, Jäeger, Danielle, Roxanne, Elle, Anhiel, Kahlan, Ragnar, Galia, Michelle y Nani se quedaron boquiabiertos…Pero había uno que fingía su sorpresa, pues uno de ellos había “matado” a Jerarld Délvheen.
Jerarld Délvheen- Vampiro/Realeza
- Mensajes : 476
Fecha de inscripción : 14/08/2011
Edad : 794
Localización : Paseando por el techo de casa...
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Re: ¿Quien mató a Jerarld Délvheen?
- Zoraida, muñeca, no olvides recoger tu látigo. Déborah, ¡me quedo con tus graciosas orejitas de coneja! Cony... de ti me quedo con el sonido de la puerta al cerrarse tras de ti, así que... ¡lárgate!
Las risas inundaron la habitación mientras la esquelética Cony lloraba desconsolada recogiendo sus obscenos juguetitos, marchándose desnuda y cerrando la puerta tras ella. Las otras dos se volvieron hacia mí, siendo la morena la que primero quiso apoderarse de mi anatomía, deslizando sus yemas por mis marcados abdominales, derritiéndose por ellos. La rubia prefería mordisquear el lóbulo de mi oreja, erizándome la piel. Y yo, en medio de aquellas dos despampanantes mujeres desnudas y tan casadas, me limitaba a dejarme querer un poquito más... pero como dicen, lo bueno no es eterno precisamente y pronto tuve que despacharlas con un par de azotes en sus bonitas nalgas.
- ¡Os escribiré!-les prometí con una sonrisa caballerosa tras acompañarlas hasta la misma puerta de mi dormitorio, quedándome luego a solas.- ...cuando me quede sin existencias, claro.- reí para mí mismo, rompiendo los retales de papel en los que me habían escrito sus direcciones. ¿Para qué quería repetir con ese par pudiendo innovar cada noche? ¡Menuda pérdida de tiempo!
Acompañado por mi inseparable patito de goma amarillo y un gorrito blanco para el pelo entré con la toalla anudada a la cadera en mi baño particular una vez llenada la bañera de espuma y burbujas con aromas florales. Me di un baño relajante, jugando a que el Sr. Pato me salpicaba agua por su pico naranja desgastado por los años trascurridos en el agua, frotándome luego la espalda la bonita Veronika, una de esas berlinesas que me había traído de mi último viaje de placer.
- Gracias, cielo, eres un encanto. ¿Pero podrías apurar más por ahí?- indiqué cuando ella limaba mis uñas de los pies mientras yo me relajaba en mi lecho a la espera que la loción perfumada hiciera el efecto esperado en mi piel de porcelana.- Ahora péiname elegantemente, que hoy tengo una cena familiar, ¿sabes? Me pregunto si mi hermano habrá pensado en mí para el postre... ya sabes, es bueno para hacer bajar la comida un buen sorbito de...
Toc, toc.
- Oh, vaya. ¿Quién es?- pedí desde dónde me encontraba.
- Señorito Jäe...
- ¡Disculpe, se ha confundido de habitación!-exclamé, indicando a Veronika que obedeciera mi última imposición, contemplando mientras el siervo carraspeaba tras la puerta cómo la moza de corta faldita verde correteaba por la sala en busca del peine que yo mismo había escondido bajo mi cojín con tal de verla pulular nerviosamente a mi alrededor. Era realmente divertido, sobre todo cuando se agachaba para comprobar que no hubiera caído por el suelo.
- Oh, diosito bello y hermoso, vos que sois la imagen que ellas anhelan y ellos envidian, quisiera informarle de la llegada del socio que esperabais recibir antes de la cena. ¿Le hago pasar?
Di un bote y me puse en pie, corriendo para abrir la puerta y asomarme por ella, acercándome a Sam quién me miraba estupefacto ahora.
- No, no, por dios... ¡que Jerarld no le vea! Dígale simplemente de mi parte... que ya sabe lo que tiene que hacer. Le ingresaré el dinero cuando termine su trabajo.
Sam asintió y ceñudo se marchó escaleras abajo, robándome tras él un suspiro. Meneé la cabeza y volví a entrar justo cuando escuché el sonido de tres disparos consecutivos.
- Vaya, Veronika... es increíble la rapidez con que uno actúa por dinero, ¿eh?- comenté para mí mismo, encogiéndome de hombros y regresando a mi lecho dónde me esperaba ella con el peina ya en mano, mirándome como si empezara a sospechar que aquello no era más que un sucio y pervertido juego por mi parte. Era una pena pensar en despedirla.
Después de que me ayudara a vestirme con el mejor traje de los Gautier y acomodarme la pajarita roja, descendí las escaleras y allí me encontré con muchos de mis parientes que, alarmados, corrían hacia el despacho de mi hermano, así que me sumé a ellos y al llegar allí, grité:
Las risas inundaron la habitación mientras la esquelética Cony lloraba desconsolada recogiendo sus obscenos juguetitos, marchándose desnuda y cerrando la puerta tras ella. Las otras dos se volvieron hacia mí, siendo la morena la que primero quiso apoderarse de mi anatomía, deslizando sus yemas por mis marcados abdominales, derritiéndose por ellos. La rubia prefería mordisquear el lóbulo de mi oreja, erizándome la piel. Y yo, en medio de aquellas dos despampanantes mujeres desnudas y tan casadas, me limitaba a dejarme querer un poquito más... pero como dicen, lo bueno no es eterno precisamente y pronto tuve que despacharlas con un par de azotes en sus bonitas nalgas.
- ¡Os escribiré!-les prometí con una sonrisa caballerosa tras acompañarlas hasta la misma puerta de mi dormitorio, quedándome luego a solas.- ...cuando me quede sin existencias, claro.- reí para mí mismo, rompiendo los retales de papel en los que me habían escrito sus direcciones. ¿Para qué quería repetir con ese par pudiendo innovar cada noche? ¡Menuda pérdida de tiempo!
Acompañado por mi inseparable patito de goma amarillo y un gorrito blanco para el pelo entré con la toalla anudada a la cadera en mi baño particular una vez llenada la bañera de espuma y burbujas con aromas florales. Me di un baño relajante, jugando a que el Sr. Pato me salpicaba agua por su pico naranja desgastado por los años trascurridos en el agua, frotándome luego la espalda la bonita Veronika, una de esas berlinesas que me había traído de mi último viaje de placer.
- Gracias, cielo, eres un encanto. ¿Pero podrías apurar más por ahí?- indiqué cuando ella limaba mis uñas de los pies mientras yo me relajaba en mi lecho a la espera que la loción perfumada hiciera el efecto esperado en mi piel de porcelana.- Ahora péiname elegantemente, que hoy tengo una cena familiar, ¿sabes? Me pregunto si mi hermano habrá pensado en mí para el postre... ya sabes, es bueno para hacer bajar la comida un buen sorbito de...
Toc, toc.
- Oh, vaya. ¿Quién es?- pedí desde dónde me encontraba.
- Señorito Jäe...
- ¡Disculpe, se ha confundido de habitación!-exclamé, indicando a Veronika que obedeciera mi última imposición, contemplando mientras el siervo carraspeaba tras la puerta cómo la moza de corta faldita verde correteaba por la sala en busca del peine que yo mismo había escondido bajo mi cojín con tal de verla pulular nerviosamente a mi alrededor. Era realmente divertido, sobre todo cuando se agachaba para comprobar que no hubiera caído por el suelo.
- Oh, diosito bello y hermoso, vos que sois la imagen que ellas anhelan y ellos envidian, quisiera informarle de la llegada del socio que esperabais recibir antes de la cena. ¿Le hago pasar?
Di un bote y me puse en pie, corriendo para abrir la puerta y asomarme por ella, acercándome a Sam quién me miraba estupefacto ahora.
- No, no, por dios... ¡que Jerarld no le vea! Dígale simplemente de mi parte... que ya sabe lo que tiene que hacer. Le ingresaré el dinero cuando termine su trabajo.
Sam asintió y ceñudo se marchó escaleras abajo, robándome tras él un suspiro. Meneé la cabeza y volví a entrar justo cuando escuché el sonido de tres disparos consecutivos.
- Vaya, Veronika... es increíble la rapidez con que uno actúa por dinero, ¿eh?- comenté para mí mismo, encogiéndome de hombros y regresando a mi lecho dónde me esperaba ella con el peina ya en mano, mirándome como si empezara a sospechar que aquello no era más que un sucio y pervertido juego por mi parte. Era una pena pensar en despedirla.
Después de que me ayudara a vestirme con el mejor traje de los Gautier y acomodarme la pajarita roja, descendí las escaleras y allí me encontré con muchos de mis parientes que, alarmados, corrían hacia el despacho de mi hermano, así que me sumé a ellos y al llegar allí, grité:
Jäeger J. Délvheen- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 56
Fecha de inscripción : 28/06/2012
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Re: ¿Quien mató a Jerarld Délvheen?
Tomé un sorbo de aquél te aromatizado y aun con mis labios envolviendo el borde de la taza amarillenta no pude disimular una sincera sonrisa ante mi interlocutor, que ahora se aproximaba más hacia mí, pendiente de si alguno de los presentes en aquella concurrida cafetería parisina podía escuchar nuestra susurrada conversación.
- Relajaos, Wolfgang.- le pedí con melosidad, depositando la taza sobre el pequeño plato blanco que la acompañaba. Él frunció el ceño y refunfuñó algo para sus adentros, robándome una carcajada.
- Aun no comprendo cómo habéis conseguido localizarme después de veinte años... aunque desconozco ya si realmente deseo saberlo.- se quejó el muchacho, desviando la mirada hacia la ventana que ofrecía unas bonitas vistas de la calle principal de la capital francesa.- ¿No representa que no erais vos realmente? ¿Por qué entonces me recordáis?
Sus ojos fijos y desafiantes volvieron a clavarse en los míos, tan inalterables como desde el principio de aquella clandestina reunión. Posicioné mis manos sobre la mesa y entrelacé mis dedos sin perder la calma y serenidad de mi rostro.
- Fui manipulada, es cierto, pero no durante todo el tiempo. Si bien es cierto que no soy plenamente consciente de todo cuanto hizo ese ente con mi cuerpo, sí lo soy de vos. ¿Y sabéis por qué? Porque creo que el tiempo que juntos pasamos fue el único en el que verdaderamente fui libre.- confesé con un guiño de ojos que él recibió con sorpresa y cierto rubor, poniéndose nervioso al instante.- Pero cuando ella fortaleció su poder sobre mí... dejé de ser yo y... bueno, el resto de la historia ya le es conocido.- añadí con cierto deje triste en mi voz.- Oh, y lamento aquél doloroso disparo en tus partes nobles.- me disculpé, escondiéndome tras la taza para fingir otro sorbo del te ya frío. El licántropo se tensó con aquél recuerdo y pude escuchar sus dientes rechinar con ira.
- Sin duda, no me faltan motivos para querer ayudarla, Eyra. Aun así... ¿qué recibo yo a cambio?
La sonrisa se me borró efímeramente, pero pronto la recuperé, excitada incluso por lo morboso de la situación tratada, ahí conspirando dos antiguos amantes para asesinar a un tercero al que ambos odiábamos.
Deslicé por la mesa un sobre pulcro con aspecto de haber sido incluso planchado por lo liso e intacto de su papel. Wolfgang lo tomó con ciertas ansias, abriéndolo sin disimulo alguno y extrayendo de éste una nota en la que podía vislumbrarse a contraluz las letras que yo misma había escrito en ella a fuego y tinta. El lobo me miró una vez más antes de releer el contenido y finalmente la dobló y se la guardó en uno de sus bolsillos de la chaqueta, sonriéndome. Parecía que al fin habíamos llegado a un acuerdo, así que alcé la taza vacía y le propuse un brindis. Sin embargo, a Wolfgang aún le picaba la curiosidad insaciable.
- Ya que voy a matar a un hombre... ¿puedo saber al menos el motivo que la lleva a ello?
Torcí una sonrisa un tanto siniestra antes de responder con calma.
- Me sobran los motivos, al igual que a vos. Si no me cree, sólo debe mirar a su alrededor y compararlo con mi entorno. Fíjese, es él quién conserva el título noble, la fortuna, a mis hijos, la etiqueta de ser el Bueno de la película, el pobre mártir de buen corazón que sufre sin remedio. Y sin embargo, ahí está, haciendo la vida que él quiere, como quiere, con todo lo que quiere disponer a su antojo y sin pagar precio alguno por ello. Mientras que todo su entorno se desvive por él y se sacrifica por su mísera vida, ahí está él, lloriqueando por los rincones cuál damisela en apuros que espera ser salvada por los demás. Me enrabieta que todos lo adoren de esa forma tan alocada y aun así, él siempre se lleve los méritos por aquello que precisamente, no hace.
En realidad, ahí no acabó mi discurso. De hecho, diría que transcurrieron horas enteras en aquella cafetería, deshaciendo el azúcar a medida que mi monólogo se alargaba ante la atenta -y divertida, todo hay que decirlo- mirada de Wolfgang, que parecía entretenido con los culebrones familiares que le iba contando.
Tras aquella reunión, no volví a contactar con el licántropo ni él conmigo.
Pasaron días. Semanas. Meses... Y cuando casi había olvidado que una vez había diseñado yo misma la muerte de Jerarld...
Pum, pum, pum.
¿Era posible...? ¿Wolfgang había cumplido la parte de su trato? ¡¿Ahora?!
Corrí hacia el lugar del crimen junto al resto de la familia y ante aquella estampa... no pude evitar retroceder ante el espanto que me supuso. Aunque, ¿para qué negarlo? El alivio me hizo sonreír en la oscuridad del despacho de mi ya ex marido.
Disimula, Eyra. Sonríe, sonríe y disimula.
- Relajaos, Wolfgang.- le pedí con melosidad, depositando la taza sobre el pequeño plato blanco que la acompañaba. Él frunció el ceño y refunfuñó algo para sus adentros, robándome una carcajada.
- Aun no comprendo cómo habéis conseguido localizarme después de veinte años... aunque desconozco ya si realmente deseo saberlo.- se quejó el muchacho, desviando la mirada hacia la ventana que ofrecía unas bonitas vistas de la calle principal de la capital francesa.- ¿No representa que no erais vos realmente? ¿Por qué entonces me recordáis?
Sus ojos fijos y desafiantes volvieron a clavarse en los míos, tan inalterables como desde el principio de aquella clandestina reunión. Posicioné mis manos sobre la mesa y entrelacé mis dedos sin perder la calma y serenidad de mi rostro.
- Fui manipulada, es cierto, pero no durante todo el tiempo. Si bien es cierto que no soy plenamente consciente de todo cuanto hizo ese ente con mi cuerpo, sí lo soy de vos. ¿Y sabéis por qué? Porque creo que el tiempo que juntos pasamos fue el único en el que verdaderamente fui libre.- confesé con un guiño de ojos que él recibió con sorpresa y cierto rubor, poniéndose nervioso al instante.- Pero cuando ella fortaleció su poder sobre mí... dejé de ser yo y... bueno, el resto de la historia ya le es conocido.- añadí con cierto deje triste en mi voz.- Oh, y lamento aquél doloroso disparo en tus partes nobles.- me disculpé, escondiéndome tras la taza para fingir otro sorbo del te ya frío. El licántropo se tensó con aquél recuerdo y pude escuchar sus dientes rechinar con ira.
- Sin duda, no me faltan motivos para querer ayudarla, Eyra. Aun así... ¿qué recibo yo a cambio?
La sonrisa se me borró efímeramente, pero pronto la recuperé, excitada incluso por lo morboso de la situación tratada, ahí conspirando dos antiguos amantes para asesinar a un tercero al que ambos odiábamos.
Deslicé por la mesa un sobre pulcro con aspecto de haber sido incluso planchado por lo liso e intacto de su papel. Wolfgang lo tomó con ciertas ansias, abriéndolo sin disimulo alguno y extrayendo de éste una nota en la que podía vislumbrarse a contraluz las letras que yo misma había escrito en ella a fuego y tinta. El lobo me miró una vez más antes de releer el contenido y finalmente la dobló y se la guardó en uno de sus bolsillos de la chaqueta, sonriéndome. Parecía que al fin habíamos llegado a un acuerdo, así que alcé la taza vacía y le propuse un brindis. Sin embargo, a Wolfgang aún le picaba la curiosidad insaciable.
- Ya que voy a matar a un hombre... ¿puedo saber al menos el motivo que la lleva a ello?
Torcí una sonrisa un tanto siniestra antes de responder con calma.
- Me sobran los motivos, al igual que a vos. Si no me cree, sólo debe mirar a su alrededor y compararlo con mi entorno. Fíjese, es él quién conserva el título noble, la fortuna, a mis hijos, la etiqueta de ser el Bueno de la película, el pobre mártir de buen corazón que sufre sin remedio. Y sin embargo, ahí está, haciendo la vida que él quiere, como quiere, con todo lo que quiere disponer a su antojo y sin pagar precio alguno por ello. Mientras que todo su entorno se desvive por él y se sacrifica por su mísera vida, ahí está él, lloriqueando por los rincones cuál damisela en apuros que espera ser salvada por los demás. Me enrabieta que todos lo adoren de esa forma tan alocada y aun así, él siempre se lleve los méritos por aquello que precisamente, no hace.
En realidad, ahí no acabó mi discurso. De hecho, diría que transcurrieron horas enteras en aquella cafetería, deshaciendo el azúcar a medida que mi monólogo se alargaba ante la atenta -y divertida, todo hay que decirlo- mirada de Wolfgang, que parecía entretenido con los culebrones familiares que le iba contando.
Tras aquella reunión, no volví a contactar con el licántropo ni él conmigo.
Pasaron días. Semanas. Meses... Y cuando casi había olvidado que una vez había diseñado yo misma la muerte de Jerarld...
Pum, pum, pum.
¿Era posible...? ¿Wolfgang había cumplido la parte de su trato? ¡¿Ahora?!
Corrí hacia el lugar del crimen junto al resto de la familia y ante aquella estampa... no pude evitar retroceder ante el espanto que me supuso. Aunque, ¿para qué negarlo? El alivio me hizo sonreír en la oscuridad del despacho de mi ya ex marido.
Disimula, Eyra. Sonríe, sonríe y disimula.
Eyra Erikdóttir- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 01/07/2011
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Re: ¿Quien mató a Jerarld Délvheen?
Entrecerré los ojos y arquee una ceja al escuchar ese grito de mujer. Gire lentamente el rostro y lleve una de mis manos a mi boca al comprobar que se trataba del tal Jäeger.
Lo bueno es que pareció que era la impresión y no una carcajada lo que intentaba controlar, por lo que me di media vuelta, carraspeando.
Y es que lo cierto es que pese a lo dantesco de la situación, aquello era un espectáculo digno de admirar.
Pues por un lado, estaba todo el mundo sin saber qué hacer, y por otro, todos tenían cara de satisfacción. ¿Era posible lo que estaba viendo?
Oh y tanto que era posible.
Cariño no te acerques al muerto, te vas a ensuciar con su sangre. Indique de pronto con una dulce voz, a mi mujer quien cual nene pequeño miraba a Jer, como si le faltara tan solo un palito para hurgar al muerto. Le tome de la mano para hacerle retroceder, limpiando con disimulo las manchas sanguinolentas de sus manos. Tampoco podía hablar abiertamente con ella y decirle, que el muerto se pondría bien. No era plan…
¡DIOS MIO!, ¿¡pero quien ha podido hacerle algo así a papá!? Indico el destartalado benjamín de la familia. Quien por algún extraño motivo, venia apresurado, con la ropa fuera de lugar, el cabello revuelto y las gafas en la punta de la nariz, como si hubiera dado una gran carrera y se le hubieran caído… -Eso lo sabía por experiencia propia, pues a mi también se me caían cuando iba con la prisa.-
Seguro que tiene muchos enemigos, eso lo sabemos todos… Indique restándole importancia al hecho en si de que todos tuviéramos un cadáver delante nuestro.Pero está claro que no pudo ser un extraño o Jer habría atacado a quien le disparo…Por lo que… Sonreí siniestramente no lo pude evitar. Está claro que ha sido uno de los presentes, ¿no? Todos me miraron como quien mira a alguien fuera de sus cabales.
Johannes se sentó en el escritorio y torció una sonrisa seductora como quien se trae algo entre manos.
Tiene razón. SAM. Que se cierren todas las puertas del castillo, de aquí no saldrá nadie hasta que sepamos exactamente lo que pasó. Y alzo el dedo índice ante las quejas que iban a surgir. Ah ah! Que nadie rechiste, en ausencia de mi padre soy el dueño de casa.
Y sucesor al título como barón… pensé en mis adentros, mientras Sam daba órdenes y se disponía a entrar con copas para nosotros, como si estuviéramos en una fiesta en vez de en un accidente como tal. Acepte la copa pese a que no me la fuera a beber y fingí que daba un sorbo para poder ver por un momento como Elle y Gabriél intercambiaban una mirada de alerta, siendo el chico quien trago saliva y aguanto la respiración mientras la chica frotaba sus manos mirando hacia otro lado...
Iba a ser una laaaaarga noche...se veía venir.
Lo bueno es que pareció que era la impresión y no una carcajada lo que intentaba controlar, por lo que me di media vuelta, carraspeando.
Y es que lo cierto es que pese a lo dantesco de la situación, aquello era un espectáculo digno de admirar.
Pues por un lado, estaba todo el mundo sin saber qué hacer, y por otro, todos tenían cara de satisfacción. ¿Era posible lo que estaba viendo?
Oh y tanto que era posible.
Cariño no te acerques al muerto, te vas a ensuciar con su sangre. Indique de pronto con una dulce voz, a mi mujer quien cual nene pequeño miraba a Jer, como si le faltara tan solo un palito para hurgar al muerto. Le tome de la mano para hacerle retroceder, limpiando con disimulo las manchas sanguinolentas de sus manos. Tampoco podía hablar abiertamente con ella y decirle, que el muerto se pondría bien. No era plan…
¡DIOS MIO!, ¿¡pero quien ha podido hacerle algo así a papá!? Indico el destartalado benjamín de la familia. Quien por algún extraño motivo, venia apresurado, con la ropa fuera de lugar, el cabello revuelto y las gafas en la punta de la nariz, como si hubiera dado una gran carrera y se le hubieran caído… -Eso lo sabía por experiencia propia, pues a mi también se me caían cuando iba con la prisa.-
Seguro que tiene muchos enemigos, eso lo sabemos todos… Indique restándole importancia al hecho en si de que todos tuviéramos un cadáver delante nuestro.Pero está claro que no pudo ser un extraño o Jer habría atacado a quien le disparo…Por lo que… Sonreí siniestramente no lo pude evitar. Está claro que ha sido uno de los presentes, ¿no? Todos me miraron como quien mira a alguien fuera de sus cabales.
Johannes se sentó en el escritorio y torció una sonrisa seductora como quien se trae algo entre manos.
Tiene razón. SAM. Que se cierren todas las puertas del castillo, de aquí no saldrá nadie hasta que sepamos exactamente lo que pasó. Y alzo el dedo índice ante las quejas que iban a surgir. Ah ah! Que nadie rechiste, en ausencia de mi padre soy el dueño de casa.
Y sucesor al título como barón… pensé en mis adentros, mientras Sam daba órdenes y se disponía a entrar con copas para nosotros, como si estuviéramos en una fiesta en vez de en un accidente como tal. Acepte la copa pese a que no me la fuera a beber y fingí que daba un sorbo para poder ver por un momento como Elle y Gabriél intercambiaban una mirada de alerta, siendo el chico quien trago saliva y aguanto la respiración mientras la chica frotaba sus manos mirando hacia otro lado...
Iba a ser una laaaaarga noche...se veía venir.
Anhiel Von Saher- Humano Clase Media
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Re: ¿Quien mató a Jerarld Délvheen?
Aquella tarde había reunido a unos viejos amigos de la Universidad para charlar y ponernos un poco al día. Como se ve, era una idea relajada, ya se sabe, cosas de adultos que hacen de vez en cuando, nada más fuera de lo normal. O eso creía yo... ¡Ingenua!
- ¡Vaya! ¿Ese de ahí no es tu hermanastro? Sí, sí, es Biél... ¡BIÉÉÉÉL! ¡Ven a sentarte con nosotros, vamos!- vociferó Rachel, una de mis antiguas amigas de Periodismo que siempre pareció obsesionada con mi hermano. Crucé los dedos tras mi espalda para que el muchacho se sonrojara como cuando era más pequeño y se metiera de nuevo en casa, dejándonos el jardín a nosotros los adultos, rodeados de algunas botellas de alcohol que Brad y Collin habían traído de la tienda que regentaba la madre del último mencionado. Pero mis súplicas internas fueron en vano y aquello fue el principio del caos.- Vamos, vamos, ¿por qué no jugamos a algo divertido?
La miré con el ceño fruncido, imaginándome ya a dónde quería llegar la muchacha de cabellos rizados y alborotados, de gafas redondas y gruesas que agradaban más aun sus ojos de renacuajo. Aun así, ella sonreía y entre sus dientes pude hallar los restos de lo que parecía un trozo de espinaca. Argh.
- ¿Y si vamos dentro, chicos? Empieza a refrescar y...
- ¡No seas aguafiestas, Key!- me contradijo ella, tomando la mano de Biél que ya se encontraba sentado en el césped junto a mí y junto a Mike.- ¿Jugamos a la gallinita ciega?
- Rachel, tenemos una edad...- rechisté negando con la cabeza.
- Será divertido, Key.- combino Brad, quién se acercó a mi oído para añadir en un susurro:- Podríamos escondernos juntos en el armario de tu habitación.
El golpe que le propiné en su cabeza de chorlito resonó en el jardín, asustando algunas aves que pretendían dormitar sobre las ramas del sauce más cercano.
Y así fue cómo, por sorteo, me tocó interpretar a la maldita gallinita ciega. Mike me prestó su corbata para tapar mis ojos y después de que todos me empujaran para hacerme girar y girar sin cesar, pude escuchar las risas de Rachel y los pasos nerviosos de Biél que acompañaba la cantarina voz de mi amiga, por lo que interpreté que se esconderían juntos. Resoplé, pensando en quedarme ahí sentada y esperar que simplemente el tiempo pasara y se cansaran de aquél juego tan absurdo y aburrido, pero por otro lado... ¡tenía que ganarles! Era cosa de orgullo.
Así que a tientas, fui dirigiéndome hacia la cocina trasera y deambulé por varios pasillos, atenta a cualquier ruido o voz familiar. Pero entonces, algo frío tocó mi mano derecha. Era algo relativamente pequeño, fácil de coger y yo, queriendo descubrir de lo que se trataba, empuñé aquél objeto entre mis dedos y sin darme cuenta, accioné algo de lo que emanó un fuerte estruendo.
Acto seguido me di la vuelta y empecé a correr pasillo abajo, desligándome la puñetera corbata que tan bien anudada permanecía y que no me dejaba ver nada hasta que llegué de nuevo al jardín, dónde todos me aguardaban, buscándome alterados al haber escuchado el disparo. De refilón y con el corazón saliéndoseme ya por la boca, pude comprobar que el arma la llevaba yo. Tragué saliva ruidosamente y con la mente aun confundida por el altercado, no se me ocurrió nada mejor que hacer que esconder la pistola aun caliente en mi escote, robándome un gemido de dolor al contactar con mi piel . Aun no había dado un paso al frente que se escucharon dos disparos más y entonces, los pasos rápidos se dirigieron hacia el despacho de papá.
Ni siquiera sé quién fue el que echó a mis amigos de casa ante el incidente, pero antes de contar hasta diez, Biél y yo corríamos hasta llegar junto a los demás a la escena de un crimen en el que la víctima no era ni más ni menos que mi padre. Nuestro padre.
El grito agudo de Jäeger me despistó por un instante, pero pronto supe lo necesario que era que me deshiciera de aquella pistola que aun guardaba en mi cuerpo, pues si bien yo había accionado el primer disparo -de forma accidental-... ¡en su cráneo había alojadas tres balas y dos de ellas no pertenecían al arma que yo llevaba!
Por otro lado... ¿quién había sido aquél que me entregó aquella pistola? ¿Y por qué? ¿Qué pretendía? ¿Era una forma de usarme para llevar a cabo el asesinato?
Todo aquello empezaba a darme miedo y la desconfianza salpicó a todos y cada uno de los allí presentes, sin librarse siquiera Biél, el mismo que con su carita de no romper nunca un plato quizás era el más sospechoso de todos ellos. ¿Me la habría jugado mi propio hermano?
Pero entonces, Danielle, nuestra editora, pareció sentirse cuál pez en el agua ante un crimen, lo que me hizo preguntar si estaría acostumbrada a percales semejantes. Lo que realmente me irritó fue su idea de culpar a uno de nosotros de la muerte de papá y sin duda, que Johannes pretendiera encerrarnos en el castillo teniendo yo una de las posibles armas del homicidio encima, no me hizo ni pizca de gracia.
De repente, la noche se había complicado de forma muy absurda.
- ¡Vaya! ¿Ese de ahí no es tu hermanastro? Sí, sí, es Biél... ¡BIÉÉÉÉL! ¡Ven a sentarte con nosotros, vamos!- vociferó Rachel, una de mis antiguas amigas de Periodismo que siempre pareció obsesionada con mi hermano. Crucé los dedos tras mi espalda para que el muchacho se sonrojara como cuando era más pequeño y se metiera de nuevo en casa, dejándonos el jardín a nosotros los adultos, rodeados de algunas botellas de alcohol que Brad y Collin habían traído de la tienda que regentaba la madre del último mencionado. Pero mis súplicas internas fueron en vano y aquello fue el principio del caos.- Vamos, vamos, ¿por qué no jugamos a algo divertido?
La miré con el ceño fruncido, imaginándome ya a dónde quería llegar la muchacha de cabellos rizados y alborotados, de gafas redondas y gruesas que agradaban más aun sus ojos de renacuajo. Aun así, ella sonreía y entre sus dientes pude hallar los restos de lo que parecía un trozo de espinaca. Argh.
- ¿Y si vamos dentro, chicos? Empieza a refrescar y...
- ¡No seas aguafiestas, Key!- me contradijo ella, tomando la mano de Biél que ya se encontraba sentado en el césped junto a mí y junto a Mike.- ¿Jugamos a la gallinita ciega?
- Rachel, tenemos una edad...- rechisté negando con la cabeza.
- Será divertido, Key.- combino Brad, quién se acercó a mi oído para añadir en un susurro:- Podríamos escondernos juntos en el armario de tu habitación.
El golpe que le propiné en su cabeza de chorlito resonó en el jardín, asustando algunas aves que pretendían dormitar sobre las ramas del sauce más cercano.
Y así fue cómo, por sorteo, me tocó interpretar a la maldita gallinita ciega. Mike me prestó su corbata para tapar mis ojos y después de que todos me empujaran para hacerme girar y girar sin cesar, pude escuchar las risas de Rachel y los pasos nerviosos de Biél que acompañaba la cantarina voz de mi amiga, por lo que interpreté que se esconderían juntos. Resoplé, pensando en quedarme ahí sentada y esperar que simplemente el tiempo pasara y se cansaran de aquél juego tan absurdo y aburrido, pero por otro lado... ¡tenía que ganarles! Era cosa de orgullo.
Así que a tientas, fui dirigiéndome hacia la cocina trasera y deambulé por varios pasillos, atenta a cualquier ruido o voz familiar. Pero entonces, algo frío tocó mi mano derecha. Era algo relativamente pequeño, fácil de coger y yo, queriendo descubrir de lo que se trataba, empuñé aquél objeto entre mis dedos y sin darme cuenta, accioné algo de lo que emanó un fuerte estruendo.
Acto seguido me di la vuelta y empecé a correr pasillo abajo, desligándome la puñetera corbata que tan bien anudada permanecía y que no me dejaba ver nada hasta que llegué de nuevo al jardín, dónde todos me aguardaban, buscándome alterados al haber escuchado el disparo. De refilón y con el corazón saliéndoseme ya por la boca, pude comprobar que el arma la llevaba yo. Tragué saliva ruidosamente y con la mente aun confundida por el altercado, no se me ocurrió nada mejor que hacer que esconder la pistola aun caliente en mi escote, robándome un gemido de dolor al contactar con mi piel . Aun no había dado un paso al frente que se escucharon dos disparos más y entonces, los pasos rápidos se dirigieron hacia el despacho de papá.
Ni siquiera sé quién fue el que echó a mis amigos de casa ante el incidente, pero antes de contar hasta diez, Biél y yo corríamos hasta llegar junto a los demás a la escena de un crimen en el que la víctima no era ni más ni menos que mi padre. Nuestro padre.
El grito agudo de Jäeger me despistó por un instante, pero pronto supe lo necesario que era que me deshiciera de aquella pistola que aun guardaba en mi cuerpo, pues si bien yo había accionado el primer disparo -de forma accidental-... ¡en su cráneo había alojadas tres balas y dos de ellas no pertenecían al arma que yo llevaba!
Por otro lado... ¿quién había sido aquél que me entregó aquella pistola? ¿Y por qué? ¿Qué pretendía? ¿Era una forma de usarme para llevar a cabo el asesinato?
Todo aquello empezaba a darme miedo y la desconfianza salpicó a todos y cada uno de los allí presentes, sin librarse siquiera Biél, el mismo que con su carita de no romper nunca un plato quizás era el más sospechoso de todos ellos. ¿Me la habría jugado mi propio hermano?
Pero entonces, Danielle, nuestra editora, pareció sentirse cuál pez en el agua ante un crimen, lo que me hizo preguntar si estaría acostumbrada a percales semejantes. Lo que realmente me irritó fue su idea de culpar a uno de nosotros de la muerte de papá y sin duda, que Johannes pretendiera encerrarnos en el castillo teniendo yo una de las posibles armas del homicidio encima, no me hizo ni pizca de gracia.
De repente, la noche se había complicado de forma muy absurda.
Kahlan M. Délvheen- Realeza Neerlandesa
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Fecha de inscripción : 09/09/2011
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Re: ¿Quien mató a Jerarld Délvheen?
Mis hombros y mis piernas se movian al compas de la melodia inventada que tarareaba, alternando el francés con el idioma ingles mientras me paseaba por los pasillos del castillo de mi querido y violable tio.
"C'est pour la petite bourgeoisie qui boit du champagne,
C'est pour tous les quotas français que j'parle plus anglais,
I'm not crazy, I'm just fond of you,
And all the piles of money that grows next to you.
C'est pour la petite bourgeoisie qui flâne à Hawaï
Qui s'paie régulièrement , la coupe de champagne
I'm not crazy, i'm just fond of you,
I'm a bitch…" Movi mi melena salvajemente, moviendo la cabeza de un lado a otro y entonces alguien se choco contra mi, o yo me choque contra alguien.
¿Eh?
Una chica horrorosa me miraba hacia arriba –cual tapon que era- mientras se agarraba como una lapa a la manga de Biél quien parecía realmente incomodo, como si estuviera a punto de tener un ataque de diarrea o algo asi.
Uh. Hola. Indique mirando al par.
Vamos, vamos a escondernos Biél…
Ehm…Sabes es que se me hace un poco tarde, asi que mejor otro dia…
Pero que dices! Si es muy divertido! Vamos a escondernos al armario de allí tu y yo juntitos.
La chica comenzó a arrastrar a mi adorado juguete consigo mientras éste me miraba suplicándome con la mirada que le echara una mano.
Le agarre del brazo libre y le di un buen tiron hacia mi.
Espera mocosa, mi primo te ha dicho que no puede …"jugar" ahora contigo y de hecho no puede porque tiene cosas que hacer conmigo.
¿Oye y tú que te crees? Biél está conmigo, sabes?
Gabriél arqueo una ceja y le miro un tanto ceñudo, abriendo la boca seguramente para explicarse pero yo pase mi brazo sobre sus hombros y le puse una mano encima de esa boquita de piñón para tapársela e impedir que dijera nada.
Calla terroncito, deja hablar a tus mayores. Indique dándole un besito en la mejilla con una sonrisa perversa mientras contemplaba a la tapon –quien echaba chispas- con algo similar a la ira en mi mirada. Pues mi primo, era definitivamente mi juguete y no lo pensaba compartir con la tapón cegata que tenía delante.
Mira renacuaja cuatro ojos, a mi no me vengas con tonterías con respecto a mi pequeño que te arreo pero con la mano abierta ¿eh? Indique doblando la lengua para enseñársela así, como gesto amenazante mientras inclinaba un poco mi cuerpo hacia ella, asustándola y haciéndola dar un brinco hacia atrás…Y es que había vivido muchos años en la calle y eso, dejaba una marca que no se iba a ir por muchos títulos nobiliarios que tuviera mi familia.
Oye…a mi no me hables así, que yo soy periodista y …y mi padre es fundador del...
Pues MI padre es Rey de Akrum, y MI tio es baron, y MI prima baronesa y yo soy una caníbal…así que como no te marches ya, te daré un buen mordisco en ese culo gordo. Indique con chuleria,sonriendo y enseñando sutilmente mis colmillos a la chica. Sus ojos se abrieron tanto, que incluso sus enormes gafas se vieron pequeñas en comparación. Haciendo que balbuceara y definitivamente se diera la vuelta para echar a correr en dirección al jardín.
Mire hacia un lado donde tenía muy bien agarrado a mi bien intencionado primo, quien al fin respiraba aliviado, sin bajar yo la mano de su boca. Y es que el muy pobre quizas se sentia a salvo ya de la acosadora...
No cantes victoria terroncito. Me debes una y ya sabes lo que significa eso. Movi mis cejas de arriba abajo y Biél palideció cuando le comencé a arrastrar –literalmente- por el pasillo en dirección a mis aposentos.
Y es que todo tenia un precio en esta vida y ami me gustaba tener las cosas claras, nada de deudas. Y si, se que habria sido mucho más fácil utilizar mis poderes de seducción con él, pues de ese modo habría hecho absolutamente todo lo que yo hubiera querido que me hiciera…Pero asi, torturándole y contra su voluntad era aun mas divertido. Supongo que en el fondo, porque me daba más morbo intentar violar a mi primito del alma.
Oh vamos no me seas remilgado. Te gustará y luego me andaras buscando. El rostro dulce y aun asi adulto de mi joven primo comenzaba a enrojecer, en parte porque no le dejaba gritar, en parte porque pese a su forcejeo no le dejaba escapar y es que … ¡era tan tierno QUE ME LO COMIA! Aunque a veces se me hacia extraño que ninguna arpía le hubiera podido cazar aun. Aunque me alegraba de ello y es que tampoco iba a dejar que ninguna se le acercara mucho. Mi primo era demasiado inocente como para quedarse con una victoriana cursi con ganas de cazar un esposo rico.
PERO MICHELLE QUE DEMONIOS HACES. POR DIOS DEJAME AGHHGRMM!!! Aunque solo le solte un momentito. Pues el calcetín que le puse en la boca basto para que no se entendiera lo que decía mientras yo procedía a amarrarle los tobillos a la cama, sentándome encima de su cadera para poder –entre algún que otro manotazo de su lado- anudar una de sus muñecas, no sin antes inclinarme en exceso para que mi mas que generoso escote quedara encima de su angelical rostro. Pero entonces los disparos en el piso inferior me hicieron volver a sentarme.
Fruncí el ceño y me acomode bien sobre su cadera.
¿Has escuchado eso? Biél dejo de removerse y giro el rostro con un atisbo de preocupación intentando escuchar algo más, pero solo el silencio reino entre nosotros. Por lo que me levante de su cadera y camine hacia la puerta, saliendo mientras el vociferaba quizás que le soltara sin que yo me tomara molestias algunas en escucharle. Bajaría a ver qué pasaba y luego volvería a lo mío…
Pero entonces, cuando baje y vi el cuerpo de mi tío. Fui la primera en gritar.
Y es que...¿PORQUE? ¿PORQUE QUERIAN MATAR AL DUEÑO DE SEMEJANTE **QUETE? –No...no era ciega, me habia fijado. y me habia fijado mas que bien en él, en mi padre y en mi primos y estaba claro mas claro que el agua que ahí habia cocina con fundamento- Y es que en mi mundo era inaudito que alguien quisiera matar a un hombre tan violable como mi tío. –A menos que fuera para practicar necrofilia, que en ese aspecto, podía mostrarme de acuerdo– pero fuera de eso…¿Por qué? ¡PORQUE!
Biél apareció a los pocos minutos arreglándose la ropa mientras miraba a Elle como si ella le reprochara algo. Chasquee la lengua al ver que se me había escapado, pero bueno, que demonios. Ya lo intentaría cuando él estuviera durmiendo.
Me cruce de brazos y torcí una mueca mientras miraba a los presentes. Lo cierto, es que todos tenían un punto… Y es que pese a lo importante de la situación, -a ver, mi tito estaba tirado por ahí- yo no lo pude evitar, me distraje. Y es que, proponer una macro-orgia entre los allí presentes, quizás no era muy adecuado… ¿o si? Porque, yo, a ver, yo...Yo lo haría…
"C'est pour la petite bourgeoisie qui boit du champagne,
C'est pour tous les quotas français que j'parle plus anglais,
I'm not crazy, I'm just fond of you,
And all the piles of money that grows next to you.
C'est pour la petite bourgeoisie qui flâne à Hawaï
Qui s'paie régulièrement , la coupe de champagne
I'm not crazy, i'm just fond of you,
I'm a bitch…" Movi mi melena salvajemente, moviendo la cabeza de un lado a otro y entonces alguien se choco contra mi, o yo me choque contra alguien.
¿Eh?
Una chica horrorosa me miraba hacia arriba –cual tapon que era- mientras se agarraba como una lapa a la manga de Biél quien parecía realmente incomodo, como si estuviera a punto de tener un ataque de diarrea o algo asi.
Uh. Hola. Indique mirando al par.
Vamos, vamos a escondernos Biél…
Ehm…Sabes es que se me hace un poco tarde, asi que mejor otro dia…
Pero que dices! Si es muy divertido! Vamos a escondernos al armario de allí tu y yo juntitos.
La chica comenzó a arrastrar a mi adorado juguete consigo mientras éste me miraba suplicándome con la mirada que le echara una mano.
Le agarre del brazo libre y le di un buen tiron hacia mi.
Espera mocosa, mi primo te ha dicho que no puede …"jugar" ahora contigo y de hecho no puede porque tiene cosas que hacer conmigo.
¿Oye y tú que te crees? Biél está conmigo, sabes?
Gabriél arqueo una ceja y le miro un tanto ceñudo, abriendo la boca seguramente para explicarse pero yo pase mi brazo sobre sus hombros y le puse una mano encima de esa boquita de piñón para tapársela e impedir que dijera nada.
Calla terroncito, deja hablar a tus mayores. Indique dándole un besito en la mejilla con una sonrisa perversa mientras contemplaba a la tapon –quien echaba chispas- con algo similar a la ira en mi mirada. Pues mi primo, era definitivamente mi juguete y no lo pensaba compartir con la tapón cegata que tenía delante.
Mira renacuaja cuatro ojos, a mi no me vengas con tonterías con respecto a mi pequeño que te arreo pero con la mano abierta ¿eh? Indique doblando la lengua para enseñársela así, como gesto amenazante mientras inclinaba un poco mi cuerpo hacia ella, asustándola y haciéndola dar un brinco hacia atrás…Y es que había vivido muchos años en la calle y eso, dejaba una marca que no se iba a ir por muchos títulos nobiliarios que tuviera mi familia.
Oye…a mi no me hables así, que yo soy periodista y …y mi padre es fundador del...
Pues MI padre es Rey de Akrum, y MI tio es baron, y MI prima baronesa y yo soy una caníbal…así que como no te marches ya, te daré un buen mordisco en ese culo gordo. Indique con chuleria,sonriendo y enseñando sutilmente mis colmillos a la chica. Sus ojos se abrieron tanto, que incluso sus enormes gafas se vieron pequeñas en comparación. Haciendo que balbuceara y definitivamente se diera la vuelta para echar a correr en dirección al jardín.
Mire hacia un lado donde tenía muy bien agarrado a mi bien intencionado primo, quien al fin respiraba aliviado, sin bajar yo la mano de su boca. Y es que el muy pobre quizas se sentia a salvo ya de la acosadora...
No cantes victoria terroncito. Me debes una y ya sabes lo que significa eso. Movi mis cejas de arriba abajo y Biél palideció cuando le comencé a arrastrar –literalmente- por el pasillo en dirección a mis aposentos.
Y es que todo tenia un precio en esta vida y ami me gustaba tener las cosas claras, nada de deudas. Y si, se que habria sido mucho más fácil utilizar mis poderes de seducción con él, pues de ese modo habría hecho absolutamente todo lo que yo hubiera querido que me hiciera…Pero asi, torturándole y contra su voluntad era aun mas divertido. Supongo que en el fondo, porque me daba más morbo intentar violar a mi primito del alma.
Oh vamos no me seas remilgado. Te gustará y luego me andaras buscando. El rostro dulce y aun asi adulto de mi joven primo comenzaba a enrojecer, en parte porque no le dejaba gritar, en parte porque pese a su forcejeo no le dejaba escapar y es que … ¡era tan tierno QUE ME LO COMIA! Aunque a veces se me hacia extraño que ninguna arpía le hubiera podido cazar aun. Aunque me alegraba de ello y es que tampoco iba a dejar que ninguna se le acercara mucho. Mi primo era demasiado inocente como para quedarse con una victoriana cursi con ganas de cazar un esposo rico.
...
Una vez en mi habitación, con toda la calma del mundo cerré la puerta soltando a mi "victima"PERO MICHELLE QUE DEMONIOS HACES. POR DIOS DEJAME AGHHGRMM!!! Aunque solo le solte un momentito. Pues el calcetín que le puse en la boca basto para que no se entendiera lo que decía mientras yo procedía a amarrarle los tobillos a la cama, sentándome encima de su cadera para poder –entre algún que otro manotazo de su lado- anudar una de sus muñecas, no sin antes inclinarme en exceso para que mi mas que generoso escote quedara encima de su angelical rostro. Pero entonces los disparos en el piso inferior me hicieron volver a sentarme.
Fruncí el ceño y me acomode bien sobre su cadera.
¿Has escuchado eso? Biél dejo de removerse y giro el rostro con un atisbo de preocupación intentando escuchar algo más, pero solo el silencio reino entre nosotros. Por lo que me levante de su cadera y camine hacia la puerta, saliendo mientras el vociferaba quizás que le soltara sin que yo me tomara molestias algunas en escucharle. Bajaría a ver qué pasaba y luego volvería a lo mío…
Pero entonces, cuando baje y vi el cuerpo de mi tío. Fui la primera en gritar.
Y es que...¿PORQUE? ¿PORQUE QUERIAN MATAR AL DUEÑO DE SEMEJANTE **QUETE? –No...no era ciega, me habia fijado. y me habia fijado mas que bien en él, en mi padre y en mi primos y estaba claro mas claro que el agua que ahí habia cocina con fundamento- Y es que en mi mundo era inaudito que alguien quisiera matar a un hombre tan violable como mi tío. –A menos que fuera para practicar necrofilia, que en ese aspecto, podía mostrarme de acuerdo– pero fuera de eso…¿Por qué? ¡PORQUE!
Biél apareció a los pocos minutos arreglándose la ropa mientras miraba a Elle como si ella le reprochara algo. Chasquee la lengua al ver que se me había escapado, pero bueno, que demonios. Ya lo intentaría cuando él estuviera durmiendo.
Me cruce de brazos y torcí una mueca mientras miraba a los presentes. Lo cierto, es que todos tenían un punto… Y es que pese a lo importante de la situación, -a ver, mi tito estaba tirado por ahí- yo no lo pude evitar, me distraje. Y es que, proponer una macro-orgia entre los allí presentes, quizás no era muy adecuado… ¿o si? Porque, yo, a ver, yo...Yo lo haría…
Michelle Délvheen- Vampiro Clase Alta
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Re: ¿Quien mató a Jerarld Délvheen?
Jerarld Johannes Délvheen de Vries. Él. Él era el objetivo de mis dianas cuando jugaba a los dardos. Era su cara la que imaginaba cuando apuntaba al centro. Y era en su nombre cuando blasfemaba al desviarse la trayectoria del dardo.
Le odiaba, es cierto. Y del mismo modo sentía un vínculo especial con ese hombre. Una especie de amor odio que me traía de cabeza. ¿Por qué? ¡PORQUE ERA UN MALDITO BASTARDO!
¡Me repateaba su suerte, su vida, su dicha, sus oportunidades, su carácter, su entorno...! Odiaba admirarle y quererle, porque sabía que era merecido, que era lógico ante su carisma, que todos caían rendidos a sus pies. ¡Y yo quería negarme a ello! Al fin y al cabo, no era quién todos creían que era. No era un santurrón, no tenía buen corazón, no era un pobre infeliz al que tener pena y otorgarle sus caprichos para contentarlo... ¡Oh, caprichos! ¡Habían sido tantos los que le ofrecí! ¿Y qué había hecho él sino jugar con ellos y rechazarlos luego? ¡Nunca nadie era suficiente para él, maldito pedante! ¿Quién se creía que era? ¿Don Perfecto? ¿Don Guapo? ¿Don Rico? ¡No! ¡Estaba harta que todas mis extensiones se desvivieran por él! ¡Que incluso por él dieran la vida para satisfacerle! Y total, ¿para qué? ¡Luego él ni se dignaba a rechazarlas con bonitas palabras de poeta! Simplemente se largaba, removía las faldas de otras y al cansarse, ale, ¡a por otra!
¡Jerarld era un ser mezquino y merecía morir por tanto sufrimiento causado!
Di un sorbo al licor que tomaba cuyo hielo ya se había deshecho con el pasar del tiempo, decidiéndome entonces a vestirme para la cena a la que había sido invitada por mi jefe. Mi jefe, otro que tal baila. ¡Ningún Délvheen se libraba de mi asqueo! ¡NINGUNO! Ni siquiera sus hijos. Gabriél era un patata gafudo con aire de mosquita muerta que perdía más aceite que mi carruaje. Luego estaba la otra hija, la que se había quedado preñada del mocoso en cuestión. ¡De su propio hermano! ¿Sabían esa gente que existían más personas más allá de los muros de su fortaleza? ¿Pretendían repoblar el mundo con su linaje? ¡Oh, por Dios! Sin olvidar, claro está, a Kahlan, la peor de todas si olvidamos a Michelle. Kahlan y su arrogante carácter hacían de ella una muchacha realmente petulante que bien merecería un par de bofetadas, a ver si se le pasaba la tontería esa del síndrome de Edipo. ¿Quién en su sano juicio mantendría un romance con su propio y degenerado padre? Vale, es cierto, yo nunca estuve en contra del incesto si éste era consentido, pero de aquí a una orgía familiar... ¡al menos, cabe admitir la rareza de ese acontecimiento! Brr.. ¡escalofríos siento de imaginarlos! Seguro que Michelle aceptaría gustosa, ¡menuda ramera de bragas fáciles es esa! Seguro que por sus piernas han pasado ya la mitad de París. Y digo la mitad, porque imagino que la otra mitad son mujeres y niños. ¡Imaginaos el panorama! De todos ellos, el único que me cae bien es Johannes. Pobre... entiendo que no quiera asomarse muy a menudo a su casa, viendo este percal. ¡Ni siquiera yo querría vivir en un ambiente así!
Antes de darme cuenta ya me había ataviado y salía por la puerta, subiendo al carruaje que me llevaría al castillo. Me enfundé los guantes y luego adorné mis orejas con unos pendientes de cristales, un regalo de un adinerado cliente habitual del cabaret y que ya me tenía puesto el ojo. Sonreí por dentro.
Al llegar, pregunté la hora al cochero, asintiendo cuando me la dio. En unos minutos podría escuchar aquello por lo que realmente había venido. Pronto sería testigo de cómo la justicia tomaba forma al fin y aquellos a los que tanto odiaba y detestaba... eran eliminados de las páginas de esta historia.
¡Pum! ¡Pum! ¡Pum!
Las aves huyeron y con ellas, yo corrí hacia la casa a gran velocidad, pensando sin embargo, que no había visto nada del fuego y de la explosión que había solicitado. ¿Habría fallado algo en mi perfecto plan? ¡Maldita sea!
Seguí al gentío hasta el despacho del pelirrojo y ahí estaba él, tumbado en el suelo sobre un gran charco de sangre. Chasqueé la lengua contra mi paladar y ante las primeras miradas que capté, me avancé hacia el muerto para asegurarme de que estaba realmente, muerto.
- Mmm... le han disparado tres veces. ¡No respira! ¡Parece que está muerto!
Pero entonces, la Sabelotodo de la editora me apartó del fiambre como si yo fuera una mocosa insensata una pobre corta de mente. La fulminé por ello, aunque poco caso me hizo. Me aparté, sí, quedándome en un rincón observando la estampa. Fuera, por la ventana pude advertir a una figura encapuchada correr hacia un carruaje que pronto se puso en movimiento. ¿Sería ese el asesino? ¿Tendría razón aquella que parecía tomar el control de la situación? ¿Quién era ella realmente para actuar de ese modo? Fruncí los labios y di un paso al frente mientras el viejo Sam nos encerraba en el despacho.
- Más nos vale empezar por las coartadas. ¿No creéis? ¿Quién empieza?
Y me puse cómoda, porque obviamente, aquello nos llevaría tiempo. Me senté sobre el alféizar de la misma ventana, cruzándome de brazos y sin perder detalle de todos los allí presentes. Todos parecían levemente nerviosos y en sus ojos advertí el brillo travieso de aquellos que algo esconden... Algo como un asesinato.
Le odiaba, es cierto. Y del mismo modo sentía un vínculo especial con ese hombre. Una especie de amor odio que me traía de cabeza. ¿Por qué? ¡PORQUE ERA UN MALDITO BASTARDO!
¡Me repateaba su suerte, su vida, su dicha, sus oportunidades, su carácter, su entorno...! Odiaba admirarle y quererle, porque sabía que era merecido, que era lógico ante su carisma, que todos caían rendidos a sus pies. ¡Y yo quería negarme a ello! Al fin y al cabo, no era quién todos creían que era. No era un santurrón, no tenía buen corazón, no era un pobre infeliz al que tener pena y otorgarle sus caprichos para contentarlo... ¡Oh, caprichos! ¡Habían sido tantos los que le ofrecí! ¿Y qué había hecho él sino jugar con ellos y rechazarlos luego? ¡Nunca nadie era suficiente para él, maldito pedante! ¿Quién se creía que era? ¿Don Perfecto? ¿Don Guapo? ¿Don Rico? ¡No! ¡Estaba harta que todas mis extensiones se desvivieran por él! ¡Que incluso por él dieran la vida para satisfacerle! Y total, ¿para qué? ¡Luego él ni se dignaba a rechazarlas con bonitas palabras de poeta! Simplemente se largaba, removía las faldas de otras y al cansarse, ale, ¡a por otra!
¡Jerarld era un ser mezquino y merecía morir por tanto sufrimiento causado!
Di un sorbo al licor que tomaba cuyo hielo ya se había deshecho con el pasar del tiempo, decidiéndome entonces a vestirme para la cena a la que había sido invitada por mi jefe. Mi jefe, otro que tal baila. ¡Ningún Délvheen se libraba de mi asqueo! ¡NINGUNO! Ni siquiera sus hijos. Gabriél era un patata gafudo con aire de mosquita muerta que perdía más aceite que mi carruaje. Luego estaba la otra hija, la que se había quedado preñada del mocoso en cuestión. ¡De su propio hermano! ¿Sabían esa gente que existían más personas más allá de los muros de su fortaleza? ¿Pretendían repoblar el mundo con su linaje? ¡Oh, por Dios! Sin olvidar, claro está, a Kahlan, la peor de todas si olvidamos a Michelle. Kahlan y su arrogante carácter hacían de ella una muchacha realmente petulante que bien merecería un par de bofetadas, a ver si se le pasaba la tontería esa del síndrome de Edipo. ¿Quién en su sano juicio mantendría un romance con su propio y degenerado padre? Vale, es cierto, yo nunca estuve en contra del incesto si éste era consentido, pero de aquí a una orgía familiar... ¡al menos, cabe admitir la rareza de ese acontecimiento! Brr.. ¡escalofríos siento de imaginarlos! Seguro que Michelle aceptaría gustosa, ¡menuda ramera de bragas fáciles es esa! Seguro que por sus piernas han pasado ya la mitad de París. Y digo la mitad, porque imagino que la otra mitad son mujeres y niños. ¡Imaginaos el panorama! De todos ellos, el único que me cae bien es Johannes. Pobre... entiendo que no quiera asomarse muy a menudo a su casa, viendo este percal. ¡Ni siquiera yo querría vivir en un ambiente así!
Antes de darme cuenta ya me había ataviado y salía por la puerta, subiendo al carruaje que me llevaría al castillo. Me enfundé los guantes y luego adorné mis orejas con unos pendientes de cristales, un regalo de un adinerado cliente habitual del cabaret y que ya me tenía puesto el ojo. Sonreí por dentro.
Al llegar, pregunté la hora al cochero, asintiendo cuando me la dio. En unos minutos podría escuchar aquello por lo que realmente había venido. Pronto sería testigo de cómo la justicia tomaba forma al fin y aquellos a los que tanto odiaba y detestaba... eran eliminados de las páginas de esta historia.
¡Pum! ¡Pum! ¡Pum!
Las aves huyeron y con ellas, yo corrí hacia la casa a gran velocidad, pensando sin embargo, que no había visto nada del fuego y de la explosión que había solicitado. ¿Habría fallado algo en mi perfecto plan? ¡Maldita sea!
Seguí al gentío hasta el despacho del pelirrojo y ahí estaba él, tumbado en el suelo sobre un gran charco de sangre. Chasqueé la lengua contra mi paladar y ante las primeras miradas que capté, me avancé hacia el muerto para asegurarme de que estaba realmente, muerto.
- Mmm... le han disparado tres veces. ¡No respira! ¡Parece que está muerto!
Pero entonces, la Sabelotodo de la editora me apartó del fiambre como si yo fuera una mocosa insensata una pobre corta de mente. La fulminé por ello, aunque poco caso me hizo. Me aparté, sí, quedándome en un rincón observando la estampa. Fuera, por la ventana pude advertir a una figura encapuchada correr hacia un carruaje que pronto se puso en movimiento. ¿Sería ese el asesino? ¿Tendría razón aquella que parecía tomar el control de la situación? ¿Quién era ella realmente para actuar de ese modo? Fruncí los labios y di un paso al frente mientras el viejo Sam nos encerraba en el despacho.
- Más nos vale empezar por las coartadas. ¿No creéis? ¿Quién empieza?
Y me puse cómoda, porque obviamente, aquello nos llevaría tiempo. Me senté sobre el alféizar de la misma ventana, cruzándome de brazos y sin perder detalle de todos los allí presentes. Todos parecían levemente nerviosos y en sus ojos advertí el brillo travieso de aquellos que algo esconden... Algo como un asesinato.
Galia di Marco- Humano Clase Media
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