La estrella fugaz ~Jerarld Délvheen~

El magnificente drakkar surgió cruzando una densa niebla y el mar pareció abrirse como si de una alfombra se tratara, guiando al barco hasta que éste tocó la orilla de la playa y la multitud de gente ansiosa se abalanzó sobre los viajeros que, cargados de botines y cofres, reían alegres y abrazaban a sus familias. Mis ojos buscaban impacientes los de mi padre, quién me sonrió al verme tras aquella muchedumbre. Dejó en el suelo uno de los cofres que pesadamente transportaba y se dirigió a largas zancadas hasta mí, estrechándome entre sus brazos y olisqueando mi cabello, como si quisiera robarme aquella pizca de mi identidad para que el tiempo no se aliase con el olvido y llegase un día que no pudiera reconocerme. Sí, sus viajes eran largos y ahora, entre sus brazos, intentaba recordar la última vez que sentí su calor varonil, su sudor manchando mi mejilla y su aliento algo alcoholizado abofeteaba mi nariz respingona. Suspiré entonces sobre su hombro y me deshice de sus brazos bajo la confusa mirada de Erik. ¿Cómo imaginaría él que durante ese largo período había descubierto qué clase de persona era? Ya no podía admirarle como cuando una niña era. Ya no podía mirarle con el afecto que profesaba una hija hacia su padre. Ya no podía regocijarme de tener el apellido Erikdottir. No, ya no. Su pasado me había marcado demasiado y ahora sólo encontraba una forma de librarme de su fantasma. Tomé la mano de mi padre y en silencio, le guié hacia nuestra humilde casa, ahora oportunamente vacía. Él se sentó en su trono de pieles y chasqueó su lengua contra el paladar, comentando lo exhausto que se encontraba tras la larga travesía en barco. Sin mediar más palabra, le di la vuelta y tomé una jarra de agua para verterla en una ornamentada copa de plata, no sin antes añadir un líquido acuoso extraído de los colmillos ponzoñosos de una serpiente. Mis manos me temblaban y a punto estuve de derramar la copa sobre el regazo de Erik, quién, con el ceño fruncido y sus ojos siguiendo cada uno de mis torpes movimientos, tomó la copa entre sus manos y la olisqueó un momento, torciendo una sonrisa sarcástica y bebiendo de ella tras unas palabras que me petrificaron al momento: “Te quiero, cielo.” Y así, sintiendo una opresión en mi pecho al saber que Erik estaba siendo consciente de mi envenenamiento, fui testigo de unos fuertes espasmos que recorrieron su cuerpo hasta hacerle doblegar y caer a mis pies tras escuchar el estruendo sonido de la copa cayendo sobre el suelo del habitáculo. Erik Gudrekson se retorció unos minutos de puro dolor, sudando y perdiendo el color característico de su pálida piel, gruñendo y perforándose su labio inferior a medida que los latigazos internos se sucedían. Hasta que, por fin, sus ojos añiles se cerraron y sus músculos se relajaron. Me arrodillé junto a él con las lágrimas aflorando de mis ojos e inundando mi rostro compungido. Tomé entre mis manos las suyas, frías como el hielo e hieráticas. Acaricié mi mejilla con el dorso de aquella pétrea mano y allí me quedé, llorando por la muerte de mi padre aun sin arrepentirme del asesinato. Pero entonces, al limpiar aquellas lágrimas que enmarañaban mi mirada, contemplé que sus ojos grises me perforaban con ira, abiertos de par en par, y sus labios sonreían con maldad. Ahora, sus manos tomaban mi cuello y lo oprimían con fuerza, ahogándome, propiciando que el aire no llegase a mis pulmones, matándome a cada segundo...

Abrí los ojos e impulsé mi cuerpo con mis brazos, quedando bocabajo tras las sábanas de aquél lecho. Respiré dificultosamente, sintiendo el continuo goteo del sudor por mi frente y cayendo sobre el cojín que casi me asfixia. Cuando logré calmarme, estaba tan desvelada que decidí salir de la cama y acercarme a la ventana de la habitación, contemplando la calle oscura y solitaria. Me senté sobre el rellano de aquél óculo y abracé mis rodillas antes de apoyar mi cabeza en ellas, suspirando pesadamente, pues la tela del camisón me ahogaba los poros y me hacía sudar todavía pese a hallarme en pleno invierno, aumentando la sensación de cansancio ya de por sí arralado tras el largo viaje desde mi aldea, lugar del que había huido tras la muerte de mi padre Erik hacía no más de dos noches.

Y justo en el momento en que un fuerte golpe se escuchó en la pared de aquél sórdido habitáculo proveniente de la habitación contigua a la mía, la única vela que alumbraba la sala se consumió, sumiéndome en la más absoluta y estremecedora oscuridad de la noche.

Veinticuatro años, una gran fortuna y poca vergüenza…Definitivamente las claves del éxito.
Me sentía tan bien por poder hacer lo que me daba la regalada gana, sin tener que rendir cuentas a mi tío, que simplemente vivía el día a día de forma intensa. Con la cabeza llena de sueños, y solo con los límites que yo me quisiera poner.
Y era casi completamente feliz…hasta que recordaba que no tenía a nadie en ninguna parte…y que si me pasaba algo, a nadie le importaría. Pero ya me preocuparía por aquello más tarde, quizás algún día conociese a alguien y me centrase…pero esperaba que fuese más adelante. Aun no tenía prisa para nada, tenía toda la vida por delante para hacer lo que quisiese.
A veces pensaba en mi como un hombre mayor, con el cabello blanco y quizás con gafas redondeadas…ya comenzaba notar que me costaba leer de cerca…me estaba haciendo viejo! aquella idea me hacía gracia, seguro que me veía incluso como un hombre serio de mayor…le contaría a mis nietos mis viajes por el mundo, y les inventaría cada noche una historia nueva de aventuras…les enseñaría a hacer trampas con las cartas…y les atiborraría a dulces…sobre todo a chocolate…oh el chocolate que era mi devoción casi por encima de todas las cosas…Seguro que iba a ser divertido.
Cuantos años habían pasado desde que me había deshecho de mi tío? Unos siete años tal vez…Así que ese era yo, un chico de veinticuatro años, un caballero, un liante, un trotamundos, un desvergonzado, un chico con demasiadas ideas en su cabeza al que le faltaba tiempo para llevarlas todas a cabo.
Sabía que a veces tenía demasiada confianza en los demás y en el mundo en el que vivía, sin embargo hasta el momento me iba bien.
Había logrado arrebatarle la gran suma de dinero que me pertenecía por herencia y ahora sin ningún tipo de apego en ninguna parte viajaba libre buscando algo de emoción y aventuras…

Aventuras que ahora estaba viviendo en Islandia. Las tierras salvajes de Islandia abrían un horizonte a mi imaginación, y mi corazón palpitaba excitado con la idea de encontrar historias nuevas, ya que escribía casi sin parar cada día, hasta que mis ojos pesaban tanto que me dormía de puro cansancio, a veces en cualquier lugar. Sobre el escritorio, o en asiento de mi compartimento en el tren, o tal vez en el escritorio de mi camarote…fuese como fuese, ahí estaba yo. Escribiendo, viajando, soñando y notando como comenzaba a interesarme por los objetos de colección.
Aquello me había hecho empezar a dialogar con gente que no era muy recomendable, pero que importaba? Si me iba con cuidado podría encontrar libros y textos viejísimos…historias escritas del puño y letra de aquellos autores que yo tanto admiraba, y podrían estar por ahí, al alcance de mi mano!
De hecho ahora mismo estaba en un viejo hostal, en una habitación grande casi sin luz. A mi lado dos hombres jugaban a las cartas conmigo, uno de ellos tenía cara de asco, y el otro me miraba con una mueca de desprecio que a pesar de ser desagradable me hacía gracia…y yo me mordía los labios intentando aguantar la risa, poniendo mi mejor cara de póker, para no demostrar que gracias a las trampas tenia la mejor baraja de cartas en mi mano que pudiesen existir.
Al lado de un montón de dinero, había unos textos, borradores antiguos que tenían gravados egipcios, y un mapa. Aquella noche nos jugábamos esos objetos, aunque a mí me daba igual el dinero y el mapa, yo quería los textos, aquellos idiotas ni siquiera sospechaban lo que podrían ser, y yo ya ni respiraba por hacerme con ellos y analizarlos.

Lance las cartas con desdén sobre la mesa, apretando los labios para no soltar una carcajada, mostrando a esos idiotas la mejor jugada de todos los tiempos.
-Já! La partida se acabo señores! Dije poniéndome en pie y tomando el texto para guardarlo con cuidado en el interior de mi chaqueta y cogiendo todos aquellos billetes arrugados entre mis brazos junto con el mapa.
Uno de ellos, el de la cara de asco dio un golpe seco a la mesa, y el otro, el que me miraba mal todo el rato, se puso de pie…
-eh tu! Que llevas ahí? Me gire sin entender, hasta que visualice como las cartas que había cambiado caían por la manga de mi chaqueta…el hombre de la cara de asco saco veloz una daga y la lanzo contra mí, esta me hizo un bonito corte en el antebrazo para después clavarse en la pared. Mientras el otro, me empujaba contra la pared haciendo que soltase los billetes que ahora volaban por los aires. Esquive un golpe que me quería dar en las costillas y le di un puñetazo, este perdió el equilibrio chocándose contra el otro y empujándole lejos.
Sin pensármelo dos veces corrí hacia la salida y cerré la puerta, mientras buscaba con la mirada un lugar donde esconderme. Pero si me iba por las escaleras me escucharían bajar….en cambio si me quedaba cerca…jamás lo sospecharían, esos hombres eran idiotas!
Corrí hacia la habitación de al lado y dando un forcejeo con la puerta entre veloz, cerrando muy despacio. Apoyando mi espalda contra la misma, intentando respirar, sintiendo mi corazon a mil por hora,mientras notaba como mi brazo goteaba empapando mi camisa.
Pero no imaginaba que aquella habitación estaría ocupada, mire a la joven que mostro cara de pánico de inmediato al verme. No dude, corrí hacia ella y tomándola por el brazo le obligué a darme la espalda, tapándole la boca para evitar que gritase mientras le agarraba por la cintura para retroceder con ella hasta pegarme a la puerta.
Sentí como aquellos hombres salían de la habitación de al lado soltando un montón de insultos, golpes y puñetazos contra la pared y el mobiliario.

-Por favor no grites no voy a hacerte nada….pero por lo que más quieras...ni un solo ruido…me iré en nada…
por favor…te daré lo que quieras…
le dije a la joven mientras la sostenía aun tapándole la boca, temeroso de que aquellos dos nos escuchasen, sabia que llevaban armas, y yo aun no me habia hecho con ninguna...Sabia que podian llamar a sus amigos y montar una buena intentando buscarme…

La puerta se abrió sigilosamente y se cerró tras la espalda de un joven varón que parecía nervioso, respirando con dificultad y cuyos pálpitos resonaban entre aquellas cuatro paredes. Mis ojos confusos brillaron en la oscuridad y despegaba mis labios para pedirle una explicación ante tal osadía cuando él se avanzó, tomándome por la cintura y llevando una de sus manos a mi boca para ahogar cualquier pregunta que de ésta escapara. Forcejeé entre sus fuertes brazos, intentando liberarme de su prisión cuando su voz aterciopelada inundó el habitáculo con un susurro tan parecido a una caricia. Aquello me calmó, pero desconocía aquél hombre… ¿y si era un asesino? Bueno… en realidad yo también lo era. ¿Sería un ladrón que huía de alguien? Yo también huía de mi familia paterna y de toda una aldea enfurecida conmigo. Disimulé un suspiro cuyo aliento se filtró entre sus dedos. Asentí una vez con la cabeza y por fin su mano aflojó la opresión de mis labios, aunque no me atreví a moverme de aquella posición un tanto comprometida sólo por temor a que fuese violento, a pesar de sus palabras que prometían un feliz y próximo desenlace. Aguardé en silencio a que él me indicara que ya pudiese moverme, preguntándome el motivo de su incursión en el dormitorio que ocupaba, haciendo gala, como siempre, de mi curiosidad sin fin. Pero no pregunté. En cambio, mordí mi labio inferior, mostrando cierto nerviosismo ante aquella situación. ¿Cuánto tiempo tendríamos que estar así?

La joven asintió y yo afloje la mano que sostenía su boca, pero aun así no la solté, continúe agarrándola por la cintura, aun demasiado tenso para notar que quizás estaba haciendo daño a la joven. Con el rostro pegado a la puerta, intente escuchar lo que ocurría en el exterior.

Sentí como aquellos hombres se iban por el pasillo, dando puñetazos a las paredes, e incluso dando un golpe a la puerta en la que nos apoyábamos.
Ambos dimos un salto cuando aquello sucedió, y entonces pasaron los minutos ante el más completo silencio que nos rodeaba…

Solté un resoplido, respirando al fin, notando como mi corazón aun iba a mil por hora. Hasta que ya supe con certeza que aquellos hombres se habrían ido, o al menos estarían algo más lejos, aquello ya me relajaba un poco.

Mire hacia abajo, y aquella joven subió la cabeza para encontrase con mis ojos, aun le tenia de espaldas a mi, sujetándola por la cintura contra mi pecho. Le sonreí nervioso.

-ehm….lo siento. Dije mientras la soltaba poco a poco y ella se giraba alejándose de mi, mirándome mientras retrocedía. Extendí los brazos y la señale con las palmas de las manos como si quisiera detenerla de hacer algo. Aun estaba demasiado agitado, con la adrenalina en el cuerpo así que no me explicaba bien.

-veras, acabo de meterme en un pequeño lio, pero no te hare nada, no vengo con intención de crear mas problemas…mire a todos lados aun nervioso y angustiado mientras tragaba saliva.
No no…no se trata de eso… intente respirar profundamente, y fue entonces cuando sentí que me escocía el brazo. Me mire e hice una mueca de desagrado al ver el corte que reseguía de forma limpia cerca de mi muñeca. Estaba empezando a dejar todo sucio.

Crees que podría quedarme aquí un rato? Solo hasta que me pierdan el rastro…te pagaré lo que quieras..

Finalmente, su mano se deslizó desde mi vientre hasta al lado de mi anatomía, rozando mi muslo izquierdo. Dejando que él se explicase, retrocedí mirándole a los ojos con una mezcla de confusión, curiosidad y diversión al ver lo mal que se explicaba. No obstante, la preocupación sustituyó las percepciones anteriores cuando él habló de problemas. ¿Y si me arrastraba a mí con él? Ya tenía suficientes con los que ya de por sí me había llevado de Grindavik, por lo que meneé la cabeza en cuanto a su idea de quedarse un rato más en mi habitáculo. ¿Y si nos encontraban aquellos hombres que le perseguían? Si daban con él, darían conmigo y quién sabe si me apresarían. ¿Correría semejante riesgo por un tipo al que no conocía? Por su acento parecía extranjero, aunque me recordó a mi abuelo. ¿Sería noruego como Gudrek? Mordí mi labio inferior, nerviosa ante una situación que no controlaba. Quería pedirle que se marchara cuanto antes, que usara la ventana si era necesario, pero que no deseaba correr riesgos aquella noche. Pero entonces, un oportuno rayo de luna iluminó un líquido acuoso con un centello carmesí. ¿Sangre? Aquello empezaba a asustarme de veras. Aquél muchacho necesitaba ayuda y yo ni tan sólo sabía cómo reaccionar. ¿Debía socorrerle? ¿Debía abrirle la ventana y darle una cuerda por la que se deslizase silenciosamente? ¿O debía ser yo quién abandonase aquél dormitorio? Suspiré y meneando la cabeza, me acerqué de nuevo a él, tomándole de la mano y guiándole al lecho, ofreciéndoselo como asiento mientras, a tientas, buscaba una botella de whisky que había descubierto momentos antes bajo el colchón de la cama. Cuando la localicé, rasgué la tela de mi camisón, mostrando parte de mi muslo derecho, y me acuclillé frente a él. En silencio, procedí a verter parte del alcohol en la herida del joven y, haciendo caso omiso a sus quejidos, le vendé el rasguño y se lo até con un sutil nudo. Terminada esas curas, alcé la vista con seriedad, aun sin moverme de aquella posición y con su mano entre las mías.

- Sólo deseo que la ayuda que te presté no me conlleve más problemas.- murmuré con sinceridad, sin molestarme en forzar una sonrisa o en mostrar los nervios que poco a poco, habían ido desapareciendo de mi vientre.

Deje que la joven me curase, sintiendo sus manos cálidas.
A aunque aquello me escocía bastante, sus manos me tocaron con suavidad, haciendo que me olvidase un poco de lo que me molestaba.
Aquello me sorprendió, agradecía que me ayudase, pero aun así me extrañaba que no me gritase o que me hiciese algo. Después de todo, cuantas veces me había visto en situaciones asi? No muchas la verdad. pero en casi todas esas situaciones las damas presentes o me habían insultado o me habían cruzado la cara. Solté un suspiro al recordar esos pensamientos y escuche a la joven con atención, apreciando ahora por primera vez sus ojos castaños, profundos, algo misteriosos pero cálidos…Era muy hermosa y su rostro transmitía algo que de alguna forma se me hacia familiar, asi que fui sincero con ella….porque no me parecía que ella mereciese mentiras por mi parte. Me mordí el labio inferior y desvié un poco la mirada mientras acariciaba mi nuca con una de mis manos.

-veras…no puedo prometerte eso…me siguen. Ahora mismo hay dos hombres buscándome, pero sé que vendrán más…Yo…la contemple y no pude evitar sonreírle, le estaba pidiendo demasiado a aquella desconocida, sería mejor que me fuese antes de que la viesen conmigo.

-lo siento, me marchare ahora mismo. Me quede un momento mirándole, ella tenía algo que de alguna forma no entendía, ¿porque no podía dejar de observar aquellos ojos castaños?
De pronto unos cuantos pasos se acercaron a la puerta de la habitación, caminaron de un lugar a otro, paseando por el pasillo, hasta que los pasos pararon y alguien comenzó a aporrear la puerta a golpes.
Me levante de su cama y ella también se puso en pie con rapidez, ambos miramos tensos y nerviosos hacia el origen del ruido.

-Abre!!!Abre la puerta!!!Sabemos que estas ahí desgraciado, has dejado un rastro de sangre!
Mire entonces el suelo y efectivamente habían delgadas líneas de color carmesí que llegaban hasta el lecho de la chica.
La joven se agarro a mi brazo y yo la sostuve por los mismos, susurrándole sin que ninguno de los dos dejase de mirar la puerta.

-me iré por la ventana…si entran diles que pase por aquí pero que no sabes nada…no te harán nada si ven que no tienes nada que ver conmigo…comencé a caminar poco a poco hacia la ventana pero entonces empezaron a darle patadas a la puerta y finalmente dispararon al cerrojo. las astillas comenzaron a volar, y ellos empezaron a forcejear con la puerta, la iban a abrir en breve. Así que tenía que salir de allí, y tenía que llevarme a la chica, no podía dejarle allí sin más! esos tipos estaban armados!

Oh dioses! mire a la joven, lamento haberte metido en esto, pero no te pienso dejar aquí. Vamos!!! Dije tomando a la chica y conduciéndola conmigo hasta la ventana mientras ella se resistía y me miraba con recelo, preocupada por sus objetos y sus cosas.

-olvida las cosas, yo te comprare luego todo lo que quieras!

Todo sucedió tan deprisa… ¿cómo detallarlo sin que se me olvide alguna de las sensaciones te tuve cuando aporrearon la puerta o cuando el joven desconocido me arrastró hacia la ventana, sin permitirme siquiera tomar alguno de mis recuerdos? Le miré con rencor cuando me obligó a seguirle, aunque tiempo después, ya con la mente fría, tuve que comprender su postura, pues de haberme dejado en aquella habitación probablemente ahora no estaría relatando aquella surrealista noche.

Nos colamos por el óculo del ventanal y yo me agarré a su espalda, entrelazando mis piernas en su cintura y mis brazos por su cuello, pendiente en todo momento de la altitud que nos separaba del suelo, hasta que caímos sigilosamente sobre el pavimento. Era cierto que seguía molesta con él, pues sin comerlo ni beberlo, me había visto involucrada en un problema que no me pertenecía y ahora, no sabía lo que me encontraría en el dormitorio al regresar a por mis pertenencias, si más no, a por el diario de mi madre. ¿Cómo pudo hacerme eso? Sin descender aun de su espalda, mordí infantilmente su nuca, mostrando mi enojo aunque sin palabras, pues los latidos eran tan feroces que ahogaban mi voz. Alcé entonces la vista hacia la ventana abierta de la habitación, escuchando unas voces rudas gritando y maldiciendo, lanzando cosas por los aires probablemente en busca del chico. ¡Maldita sea! ¿Y si hallaban alguno de mis tesoros? Aquello era irreemplazable, así que nada podía ofrecerme aquél villano que aún me sostenía en su espalda. Uno de los hombres pareció asomarse por el ventanal, pero dada la profunda oscuridad de la noche y el hecho de que unos grandiosos matorrales nos ocultaban entre éstos y la pared del hostal, nadie nos vio.

- ¿Y ahora qué?- me pregunté en un suspiro con cierto deje enfadado aún.

Su cuerpo se enredo al mío y yo comencé a bajar con toda la rapidez que podía, afortunadamente siempre había sido ágil, así que bajar aquel trecho fue casi como haber levitado un poco para llegar con suavidad al suelo.
Mientras bajaba no pude evitar notar las curvas de la chica pegada a mi espalda…su piel estaba tan cálida…intente quitar esas ideas de mi mente…no era el momento!! Pero afortunadamente fue ella misma quien me saco de mi estupidez.

Note como me mordía la nuca.
Reprimi un grito.Pero me mordí los labios y callé...me merecía más que un mordisco por meterla en este embrollo, así que no podía echarle nada en cara.
Descendimos y entonces sentimos las voces de aquellos hombres que ahora miraban por la ventana.
La joven se bajo de mi espalda y yo la agarre entre mis brazos apretándola contra mi mientras nos pegábamos a la pared y nos poníamos de cuclillas, agachamos las cabezas intentando que no sobresaliesen de entre los arbustos, aunque estaba oscuro y aquello era una ventaja…si hubiese sido de día, mis cabellos pelirrojos me habrían delatado hace ya bastante.
Los gritos e insultos que soltaban aquellos hombres por la ventana cesaron al cabo de unos minutos, ambos miramos hacia arriba, y parecía que ya no estaban.

-deben de estar bajando por las escaleras…tenemos que huir…dije contemplando a la joven que me miraba con ira en la mirada, furiosa y con la respiración agitada por el susto…

-oh vamos, no voy a dejarte aquí sola y menos en camisón! …Parpadee unos instantes. Porque había dicho eso? Que mas daba si iba en camisón o con un bonito vestido?
Suponía que si la veían así iban a desear hacerle algo…y la sola idea me horrorizaba profundamente, definitivamente tenía que hacerme con un arma….si al menos hubiese alguna espada cerca ya podría defendernos un poco.
Tome la mano de la joven y comencé a caminar mientras le conducía conmigo.

-tenemos que encontrar algo, caballos o lo que sea, tenemos que salir de este pueblo…esos tipos no se van a cansar…
maldita sea! quien me manda a jugar con mafiosos?...
por cierto…Puedes llamarme idiota….o simplemente Jer.

El chico me tomó de la mano y empezó a guiarme hacia ninguna parte, hablando sin cesar como si aquello pudiese calmarme. Me detuve en seco y dejé que su mano deslizara por la mía hasta que su piel perdió el contacto de la mía. Me crucé de brazos y fruncí los labios en un puchero infantil.

- No pienso irme de aquí y mucho menos contigo.- discrepé, visiblemente molesta por su actitud.- Y desde luego, me agrada más la idea de llamarte “el idiota”.

Ladeé mi rostro hacia un lado, mostrando mi aire más enfadado aunque probablemente soltaría una carcajada ante lo infantil de mis gestos, pero no me importaba. No pensaba huir de allí cuando nada de lo que a mí respectaba me hacía marchar de aquella tranquila aldea. Tenía otros planes y no pensaba torcerlos por aquél estúpido que sólo me miraba como a la típica damisela en apuros. ¿A caso no se daba cuenta que si me encontraba en apuros era por su culpa? Lo mejor que podía hacer era alejarme de él y así ahorrarme más problemas.

Así que, sin mediar más palabra, di la vuelta en redondo y descalza, emprendí el camino hacia la entrada del hostal, sólo que me detuve cuando mi cuerpo giraba por la esquina, percatándome de que los hombres vigilaban la entrada con cara de pocos amigos. Resoplé y miré de nuevo al muchacho, poniendo los ojos en blanco y maldiciendo mi suerte antes de regresar a su lado, dándome por vencida. Sólo por un momento.

Contemple a la joven, entendía que estuviese indignada. Pero es que no teníamos tiempo para esto!
Puse los brazos en jarras y observe como ella caminaba de regreso al hostal.

-Uno…dos...tres…cuatro...cinco…
La joven volvió a aparecer ante mi nada mas contar hasta cinco.
Arquee una ceja. A mí tampoco me agradaba tener que arrastrar a alguien. Pero que iba a hacer? ahora ya la había metido en una buena…o me hacía cargo yo de ella o la iban a encontrar. Y si la encontraban le iban a hacer dios sabe qué cosa. Y no estaba dispuesto a permitirlo.

-vamos, sigue al idiota. Dije con el ceño fruncido mientras apartaba los arbustos para meterme en medio de aquello que parecía frondoso y oscuro, tan oscuro que apenas podía ver nada.
Comenzamos a caminar, pues tarde o temprano tendríamos que encontrar algo, pero empecé a notar que la luna se ocultaba atrás de las nubes…quitándonos la poca claridad que teníamos.
De pronto todo oscureció tanto que apenas podía ver mis propias manos.

-Mmm?...hey?...hey niña! Estas ahí? Me gire sobre mis pasos e intente palpar algo en la oscuridad. De pronto sentí su grito ahogado….
Vale perfecto, acababa de encontrarla y acababa de tocar algo que no debía…

-lo siento!! Pero es que no veo nada! Quieres darme la mano de una buena vez? Sabía que de haber luz me iba a cruzar la cara, era cosa de tiempo.
Camine en la oscuridad y entonces mi pie resbalo, note como algo cedía debajo de mi y entonces encontré su mano.

-Cuidadoo!!
Fuese lo que fuese lo que había cedido bajo mis pies se había roto y me había hecho caer, arrastrando conmigo a aquella joven….

Resoplé y seguí sus pasos a regañadientes, sin atreverme a preguntar a donde me llevaba por temor a que me dijese un simple “no lo sé”. Prefería mantener la curiosidad a raya y guiarme por su aroma que, por raro que parezca, era fuerte pero agradable a la vez. Pronto la oscuridad nos cegó y cuando su voz me llamó, me apresuré a acercarme a él para que supiera que permanecía tras él… pero sus dedos se amueblaron a mi pecho izquierdo y no pude contener un grito. ¿Pero qué diablos hacía con su vida? ¡Será descarado! El joven se disculpó por aquél torpe gesto y me tomó de la muñeca tras acariciar la piel de mi muslo que el camisón rasgado había dejado al descubierto. Despegué mis labios para protestar, pues no me parecía que ese camino fuese a llevarnos a ninguna parte a salvo. Y desde luego, tenía razón. El muy torpe cayó y yo con él, deslizándonos por una rampa de lodo y musgo que finalizaba en un pequeño estanque de agua verdosa y maloliente. Cuando me puse en pie y empecé a quitarme algas del pelo y del escote, fulminé con la mirada al llamado Jer, intentando controlar la ira que empezaba a subirme por la espalda. Aquella había sido la gota que colmaba el vaso de mi paciencia.

- ¡Aquí te quedas, Tarzán!- le espeté malhumorada, luchando contra la suciedad que se envolvía en mis piernas cada vez que intentaba avanzar un paso hacia la orilla, tropezando con algo y cayendo de nuevo sobre la nauseabunda superficie acuática.

Aquello era para llorar.

Lodo….
Al menos la caída no había sido dura, porque estaba todo lleno de LODO!

-AAAAAH MALDITA SEA MI SUERTE!!!
Grite enfadado ya con todo, mientras me quedaba allí sentado.
Contemplando hacia arriba, mire las estrellas que se veían claras en el firmamento, poco a poco las nubes se empezaron a mover con la brisa del viento, mostrándonos un atisbo de luna que volvía a dejarnos un poco mas de luz…
Observe como la joven se encaminaba a la orilla, quitándose las algas del pelo, pero tropezó y se desparramo sin poder evitarlo.
Yo aun sentado, sin ánimos de moverme por lo enfadado que estaba con mi mala suerte note como mis labios se empezaban a curvar sin que pudiese impedirlo…mostrando una sonrisa. Hasta que estalle en una carcajada que rompió el silencio de la noche.

Jajajajajaajajajaja! Me tape el rostro y seguí riéndome entre la diversión y la desesperación que empezaba a sentir.
La joven se giro hacia mi indignada y se arrastro como pudo intentando no resbalar hasta que llego hacia mí y cogiendo con su mano un puñado de lodo me lo lanzo a la cabeza.
Aparte como pude el rostro aun sin poder dejar de reírme. La noche estaba siendo tan caótica, que ya simplemente me reía para no llorar…pero por como iban las cosas, llorar sería el siguiente paso.
Cuando logre contener las carcajadas me puse en pie con cuidado. Y me quede en silencio…

Niña escuchas eso?...creo que es agua…de fondo un ruido algo lejano sonaba creando un sonido similar a una brisa, seria quizás un rio?
Ella me miro aun furiosa pero presto atención…Si era un rio, aquello seria genial. Porque no solo podríamos lavarnos, sino que también podríamos seguir su cauce, ya que donde solía haber un rio, solían haber más cosas… Fuese lo que fuese lo que pudiese haber por allí nos podría ayudar en este momento.
Aunque pensandolo bien...cualquier cosa, hasta una tormenta de nieve, nos podia ayudar en este momento...

Aquél energúmeno empezaba a mosquearme de veras, pero debía admitir que tenía alguna neurona que bien le funcionaba. Dejé que mis labios esbozaran una tenue sonrisa de esperanza y sin esperarle siquiera, recorrí la distancia que nos separaba de la orilla, saliendo de aquél estanque con torpeza y, aprovechando el silencio de la noche, empecé a guiar mis pasos hacia, exactamente un pequeño riachuelo. Sin saber siquiera si él me seguía, me zambullí en el agua cristalina, remojando mi cabello para quitar cualquier rastro de algas y lodo, frotando mi piel tras aquél camisón que desde luego, ya no volvería a ejercer el uso como tal. Miré a un lado y a otro, sin encontrar rastro del chico. ¿Se habría quedado rezagado? ¿O quizás se hallaba más lejos de mí, en su búsqueda personal de aquél riachuelo? De cualquier forma, era demasiado oscuro como para que me viese, así que decidí cometer una pequeña locura aquella noche y me deshice del camisón, dejándolo al lado de la orilla y extendido, rezando para que cuando saliera del agua estuviese seco. Así, desnuda y libre, nadé sin pudores por aquella agua de espaldas, gozando del cielo estrellado que se extendía ante mí… hasta que choqué con algo duro. Me quejé y masajeé mi cabeza mientras volvía la vista hacia el origen de aquél estorbo, sin sorprenderme demasiado al hallar los ojos centelleantes de Jer. Resoplé y le di la espalda, cubriendo mis pechos con ambas manos y sintiendo un rubor coloreando mis pómulos.

- No me libraré de ti, ¿verdad?- refunfuñé, aunque ya sin aquél deje molesto en mi voz, incluso riendo disimuladamente.

Observe como la chica se encaminaba hacia el ruido, y simplemente mire como se iba. Yo camine hacia el sonido, tomando mi propia ruta.
El riachuelo se mostro cristalino ante mí, así que me quite las botas y el abrigo, deje con cuidado el abrigo, ya que aun tenia aquellos textos dentro de el. Y todo este lio…era por culpa de querer esos escritos. Aunque era mejor que esa chica no lo supiese a ser posible nunca, algo me decía que si ella lo descubría a mí….a mí me iba a doler….mucho.

Me interne en las aguas, notando como la suciedad empezaba a desprenderse de mi piel, me quede de espaldas, flotando, empezaba a sentir sueño, así que intente relajarme un poco, pero mi cabeza topo con algo y yo nade alejándome… la joven se sonrojo y se tapo rápidamente, mostrándome que estaba nadando así sin más.
No pude evitar sonreírle ante sus palabras.

-créeme niña. Yo también desearía librarme de mi mismo algunas veces… dije sin poder evitar negar con la cabeza mientras sonreia.
observé su rostro empapado y sus cabellos que ahora se extendían ordenados hacia atrás…
Yo aparte mis cabellos de mi rostro y desvié la mirada intentando disimular…No quería que aquella joven pensara que yo era un pervertido…ya bastante mala presentación había tenido como para mas encima quedar por pervertido…
Aun sin mirarle, dirigiendo mi mirada hacia la orilla donde debían estar mis cosas, pregunte.

-tienes nombre niña? O debo llamarte “Jane”?

Resoplé ante su último comentario, sumergiéndome hasta que el agua me cubría hasta el mentón, evitando así cualquier situación incómoda. ¿Mi nombre? ¿Qué le importaba mi nombre? Todo parecía indicar que aquello era el punto y final a una noche de locos, pues probablemente aquellos hombres se habrían cansado de esperar y se habrían marchado a sus casas a descansar. ¿Qué hora sería? ¿Las tres de la madrugada? Aquella idea me hizo bostezar, aunque demasiado desvelada estaba como para sentir sueño. Volví mi rostro hacia él, aunque no me miraba. Sonreí aprovechando su gesto.

- Eyra.- me limité a decir, volviendo a extender mis brazos bajo la superficie del agua para desplazarme a nado hacia la orilla, lugar en el que el camisón me aguardaba aun humedecido.

Dándole la espalda al joven mientras me lo enfundaba con rapidez, escurrí mis cabellos sobre el césped y dirigí mis ojos a los suyos, que ahora estaban clavados en mí. De un extraño modo, un nudo se creó en mi garganta y una sensación de mareo me embriagó. ¿Sería por las luciérnagas que iluminaban aquél riachuelo y daban un aspecto casi enamoradizo del muchacho? Bah… tonterías de adolescentes que yo ya había dejado atrás hacía mucho, exactamente desde el abandono de mi marido.

- Te mentiría si dijese que ha sido un placer conocerte… pero admito que ha sido divertido.- reí, alzando mi mano derecha y agitándola como despedida, dándome media vuelta y caminando entre los árboles en busca de la civilización, pensando que quizás, en otras circunstancias, hubiese alargado la conversación con él, pues no parecía mal chico y había que admitir que era realmente apuesto…

Antes de que pudiese abofetearme por ese pensamiento indecente, me tropecé con la entrada del hostal, sólo que esta puerta conducía a la taberna. Vacilante, me quedé allí pensando en si estaría muy mal visto que alguien como yo entrara en un local como ese, lleno de vikingos borrachos y prostitutas a sueldo. Cuando decidí abandonar el umbral, un hombre alto y robusto llamó mi atención, haciéndome señas desde una mesa para que me acercara aunque, al no recibir respuesta alguna por mi parte, empezaba a avanzar hacia mí de forma tan brusca que juraría que incluso las paredes temblaban a su paso.

Salí de las aguas cabizbajo. Y no pude evitar fijarme en esa joven que se apretaba los cabellos con fuerza. Malhumorada, cansada y bella…No pude evitar pensar en lo agradable que podría haber sido comenzar una conversación civilizada con ella. Una charla tipo.

-Buenas madeimoselle…como está usted? A si?...oh qué bien!...

Bueno, ya que mas daba? Ya todo daba igual, observe como ella movía su mano para despedirse de mí. Y yo imite su gesto, mirando como ella se marchaba y su figura se perdía entre las sombras…

-Adiós Eyra…susurre casi para mí mismo.
Camine hacia donde había dejado mi abrigo y lo tome mientras me internaba nuevamente en el bosque.
Mis pasos me llevaron nuevamente hacia el hostal, aunque no deseaba acercarme ni por asomo por allí…
Aunque vi de pronto la puerta de la taberna y no pude evitar pensarlo. Pero definitivamente necesitaba una copa.
Camine hacia allí, sabiendo que tomaría algo y me iría ya. Quizás no había sido buena idea venir a Islandia. Después de todo no se me había perdido nada aquí…aunque pensándolo bien, no se me había perdido nada en ninguna parte.
Entre y camine directo a la barra, sin fijarme mucho en el ambiente que allí había.

-ponme lo más fuerte que tengas…pedí con cansancio al tabernero, observando por un momento hacia el fondo de aquel sucio lugar.
De pronto mis ojos vieron algo que no esperaba, Eyra estaba allí, y un hombre le retenía contra la pared, usando sus brazos a modo de barrera, teniéndola a ella en medio. Ella le miraba con miedo en los ojos, y pálida como un muerto.
De pronto aque tipejo comenzó a acercar una de sus manos hacia ella mientras los ojos de Eyra comenzaban a ponerse llorosos, claramente mostrando el más profundo pánico en ellos.

-Hey…HEY!! Dije caminando y después casi abalanzándome sobre aquel tipejo a toda velocidad.
Que haces idiota! Dije tomándole por el hombro con brusquedad, haciendo que el mastodonte se girase hacia mí.
El tipo era enorme. Y no dudó en agarrarme por la camisa mientras yo le daba un manotazo para soltar su mano de mi ropa y me apresuraba en darle un sonoro puñetazo que le giro la cara al bruto, pero que hizo que mis nudillos se resintieran notablemente…es que estaba hecho de madera??? Fuese como fuese…parecía que ahora yo iba recibir una pequeña clase de defensa personal…

El vikingo me arrinconó contra la pared más alejada del gentío, salpicando mi rostro al hablándome sobre sus fechorías, pues por algún golpe en su labio inferior no podía retener bien su saliva y más encima su espesa barba la proyectaba hacia mí, sumiéndome en una sensación prácticamente nauseabunda hacia mí misma. Una de sus enormes manos empezó a vagar por la piel descubierta del muslo, subiendo torpemente hacia mi cadera. Tragué saliva ruidosamente y le supliqué con la mirada cristalizada por el horror, que se apartara de mí. Pero lejos de hacerlo, soltó una sonora carcajada y acercó su bigote a mis labios, sin llegar siquiera a rozarlos cuando alguien llamó su atención y el hombre se giró, dándome la espalda y tapándome el campo de visión. ¿Quién sería el valiente –o suicida- que se enfrentaría a semejante hombre por una muchacha como yo? La curiosidad me empujaba a ponerme de puntillas y mirar por encima del hombro de mi agresor y adivinar así al héroe, pero mi parte más racional me gritaba que aprovechara aquél despiste y huyera de la escena ahora que podía. Pero algo me ató allí… su voz. Parpadeé confundida al saber de quién se trataba solamente por su timbre vocal. ¿Qué pretendía? Ante mi estupefacta mirada, un puñetazo giró el rostro del vikingo, salpicando la pared con unas gotas de sangre. Él se relamió, divertido incluso, clavando su fiera mirada en Jer. Mordí mi labio inferior y busqué algo para ayudarle, iluminándoseme de la mirada cuando hallé un garrote colgado de forma decorativa en aquél muro de piedra. Sin más, me subí sobre una mesa aunque repleta de gente, lanzando al suelo sus copas de hidromiel para alcanzar a tomar aquella arma. Cuando la tuve entre mis manos, emití un grito de guerra y salté de la mesa de madera con el garrote alzado con ambas manos, concentrando todas mis fuerzas en el golpe casi mortal que le propiné al vikingo en la cabeza, justo antes de que él atacase de nuevo a Jer. Y aunque le di, su masa corporal me hizo rebotar y caí sobre una mesa, rompiéndola y quedando sepultada bajo las tablas de madera, adolorida. Mientras me quejaba, busqué con la mirada al gigante, quién permanecía gimiendo en el suelo. Sonreí triunfal pero antes de que pudiese reflexionar sobre lo acontecido, unas cuantas manos me alzaron del suelo y un cúmulo de voces resonó en mi cabeza. ¿Me estaban… felicitando? Completamente perdida en la confusión, no podía creer que aquella gente de la taberna estuviese alabando mi ataque, argumentando que aquél vikingo solía crear conflictos en su aldea y que dado su tamaño, nadie había osado nunca plantarle cara pese a sus fechorías. Así, Jer y yo pasamos como los héroes en aquella noche y el dueño de la taberna, nos invitó a hidromiel toda la noche.

- Gracias.- susurré al oído del joven cuando, después de todo, el murmuro y las risas inundaron de nuevo el local y dejamos de ser el centro de atención.

Le guiñé el ojo y tomé su mano para llevarlo a una mesa bastante alejada, una zona en la que las velas apenas llegaban a alumbrar tenuemente. Tomé una jarra de hidromiel en forma de cuerno y sin decir nada más, empecé a beber, dejando que parte del alcohol cayese por las comisuras de mi boca y humedeciese mi cuello, escote y parte del camisón, aunque éste ya estaba para tirar y poco me importaba una mancha más. ¿Cuándo había sido la última vez que había bebido alcohol? Ah… nunca. Mi padre, como buen seguidor de las tradiciones vikingas, no me permitió nunca probar siquiera el hidromiel, la bebida favorita de los Hombres del Norte. Pero ahora… ¿qué más daba? Era una heroína, al fin y al cabo y aquella noche… bueno, deseaba desmadrarme, como cualquier joven de veintiún años que nunca antes ha saboreado la plena libertad.

El gorila se giro hacia mí con cara de desprecio y una sonrisa en sus labios, y entonces apreté la mandíbula sabiendo que tendría que detenerle como fuese o ya me podría despedir del bonito viaje a Islandia para hacer un viaje mucho más largo y sombrío…

Pero entonces cayo un gran garrote sobre su cabeza y el quedo por un momento demasiado confuso mirándome, momento que aproveche. le di un rodillazo sobre sus partes nobles, que junto con el garrotazo le hicieron caer como un peso muerto, aquel tipejo estuvo a punto de desplomarse sobre mi si no hubiese sido porque me moví en el preciso instante para esquivarlo.

Mire a todos lados mirando quien había sido el que me había echado un cable.
Pensaba que sería alguno de los estaban bebiendo, y esa noche pensaba invitarle a mas de una copa por haberme ayudado.
Pero entonces entre la gente que ahora comenzaba a brindar y a reír alegre me encontré con Eyra, que entre los escombros intentaba recobrar el equilibrio mientras le ayudaban a ponerse en pie,el garrote descansaba cerca suyo...Habia sido ella!
Eyra se acerco mucho más animada y relajada y me sonrió agradeciendo. Yo aun sentía el corazón a mil y la cabeza en las nubes, y no me enteraba de porque la gente estaba tan alegre y me daban palmadas en la espalda mientras brindaban mirándome diciendo algo sobre el derechazo de un pelirrojo….

Escuche el susurro de le chica y la seguí mientras nos invitaban a beber. Me senté delante de ella soltando un resoplido. Ahora parecía que era yo quien no podía más que meter en problemas y meterse en problemas con aquella chica que tenía delante. Pero ya que mas daba?
Le mire mientras apoyaba los brazos sobre la mesa observándola.

-No ha sido ...naaAAAuch!!! …Dije sin poder reprimirlo. Mientras miraba con el ceño fruncido mis nudillos.
Sentía como mi mano derecha palpitaba con fuerza mientras comenzaba a enrojecer.
Nos pusieron unas cuantas jarras sobre la mesa y Eyra bebió veloz mientras el líquido recorría su pecho. Yo hice el intento de agarrar una de las asas de aquellas jarras que empezaban a dejar sobre nuestras mesas y note como mis dedos se resistían a moverse como yo quería.

-Nooo.NOOO!!! Comente con cierta desesperación, como voy a escribir ahora!!!! Dije mirando a la chica como si ella tuviese la respuesta.
Haciendo una mueca tome una de las jarras con la mano izquierda y me la bebí de un trago…notando como su efecto me subía con rapidez, teniendo en cuenta que hacia bastantes horas que no comía y que mi brazo había sangrado un poco, parecía que aquello me había llegado más pronto a las extremidades, pero por una parte lo agradecí, ahora casi apenas sentía el hormigueo sobre mi mano…
Mire a la joven y sonreí al ver como el alcohol seguía derramándose por su escote que ahora transparentaba y marcaba sus curvas…no pude evitar quedarme un momento anonadado mientras la miraba, se le veia feliz y eso me hacia sentirme bien a mi tambien,despues de la noche que le habia dado, pensaba que nunca podria ver una sonrisa en sus labios y entonces sonrei.

Niña…deberías…jajajaa….secarte…
Porque me estaba riendo yo ahora? Estaba claro que el alcohol comenzaba a inundar nuestras mentes...

Quizás había bebido ya seis o siete cuernos. Probablemente fueron más.

Contemplaba al muchacho que ante mí carcajeaba sin ton ni son, tomando la copa con movimientos torpes e incluso meneando a veces su cabeza como si empezase a sentirse mareado. ¿O acaso era yo quién se movía sobre mí misma? Oh sí… empezaba a ver a Jer por duplicado, aunque algo borroso. Cerré los ojos con fuerza y los volvía a abrir, sin que eso deshiciera aquella neblina de mi mirada.

Oía sin escuchar las conversaciones que se agolpaban en aquella ruidosa taberna, demasiado centrada en saciar mi boca con el alcohol quién, como mi salvador, empezó a ahogar aquellas pesadillas y preocupaciones que me perseguían día y noche. Entonces, el pelirrojo señaló mi escote mojado y me sugirió, entre carcajadas, que me secase. En otra circunstancia, probablemente me hubiese ruborizado, agachado la mirada y hubiese escapado de allí. Pero ahora, con demasiado alcohol en mis venas, la razón no era exactamente lo que regía mis actos delirantes. Riendo, me puse en pie y empujé con las piernas el banco en el que estaba sentada ante la estupefacta mirada de los allí presentes. Subí con torpeza sobre la mesa y se hizo el silencio, pues todos los ojos se volvieron sobre mí. Tomé la jarra de hidromiel y miré divertida a Jer.

- ¡¿Qweries... vfer cómor me xeco?!- vociferé divertida, acercándome a él para apoyar mi pie izquierdo en su hombro e inclinando mi espalda hacia atrás.

Entonces, alcé la jarra de hidromiel y empecé a verter su contenido por mi boca, cayendo suavemente por mi cuello, por mis pechos tras la fina tela del camisón, por el muslo, pierna y finalmente pie apoyado en el hombre del joven, creando así un riachuelo del que beber si se deseaba.

Ante mi sorpresa, el local volvió a inundarse de carcajadas, risas y comentarios divertidos acerca de mi juego, alguno incluso gritó: ¡Así se secan las vikingas, así! Y no podía dejar de reír, sintiéndome por primera vez, capaz de hacerlo sin tener que arrepentirme luego

Apure un cuerno que me acababan de servir, y lo deje sonoramente sobre la mesa mientras me apoyaba en el respaldo de aquel asiento, notando como el ruido de la gente, las charlas y todo el alboroto comenzaba a ser un murmullo lejano que apenas me molestaba ya.
La mano que tanto me dolía y que apenas podía mover tampoco era ahora un problema…
Ahora todos éramos amigos! Y todo iba bien! Y todo era felicidad!! Y risas!...sobretodo risas.
Por alguna extraña razón no podía parar de reír, mi vida normalmente caótica estaba llena de altibajos, y quizás era eso mismo lo que me hacía gracia, cuando iba a ser serio de una buena vez? Quizás nunca…y eso era simplemente….GENIAL!

Comencé a sentir sueño, puesto que ya eran las tantas de la madrugada y seguramente ya faltaría poco para el amanecer, sin embargo yo seguía allí, contemplando como la joven se subía a la mesa dando tumbos.
Si! Definitivamente me gustaba como se secaban las vikingas. Sus palabras me hicieron soltar otra sonora carcajada.
Fue entonces cuando ella me miro con picardía, con la mirada brillante por el alcohol. su anatomía se marcó casi por entero al poner su pie sobre mi hombro, y yo contemple con agrado su gesto, ya que sus ropas aun estaban húmedas por el baño improvisado y junto con la bebida que se estaba derramando sobre su pecho…Si, definitivamente aquello era muy agradable de mirar.

Los hombres de aquel lugar la miraron con ansia en los ojos, riendo y brindando la osadía de la joven, mientras el ambiente comenzaba a ser aun más festivo entre aquellos guerreros y las damas que prestaban allí sus servicios.

-Siii nenaaa daameelo todddo…!! Jajajajaja!...hic! replique mientras ella derramaba la hidromiel por su cuerpo.
Reí a carcajadas mientras sentía el alcohol rodar por mi pecho, sabía que en ese instante todos los hombres del bar estaban más que celosos de mi, estaba completamente seguro de ello.

Me adelante en el asiento tomando su pie mientras a carcajadas lo acercaba alegre para poder beber el licor que caía de él, pero no conforme con ello me levante del asiento aun sosteniendo su pierna y lamí el liquido que aun se derramaba por su pierna, subiendo poco a poco con mi lengua hasta llegar a la rodilla.
Me separe un momento de ella y ambos nos contemplamos riendo sin poder parar. Aquello no era serio, ya lo sabíamos y no nos importaba! ella no era una dama y yo no era un caballero esa noche….el alcohol nos había quitado los modales hacia unas siete jarras.

Fue entonces cuando ella se desestabilizo, así que extendí los brazos hacia su cintura mientras ella se agarraba a mis brazos, parpadeando seguidamente, como intentando ver con claridad, aun con una sonrisa que no desaparecía de sus labios.
Le tome y le baje con cuidado ya que yo tampoco me sentía muy estable.
Le senté sobre la mesa y me quede con las manos en su cintura, ya sin saber si la sostenía a ella o me sostenía a mí mismo.

-Tu …eshtash como una cabra niña!...dije sin quitar la sonrisa de mis labios…Pero aun ashí. Me gushtas! Dije soltándolo como si nada, notando como la felicidad y la sinceridad se empezaban a mesclar.
Quería salir de aquel lugar, ahora sentía demasiado calor y agobio entre tanta gente. Como si pronto algo hubiese cambiado.
Parpadee unas cuantas veces aun contemplando a la joven, tomando aun su cintura le baje de la mesa y comencé a arrastrarle conmigo. Sin saber a ciencia cierta a donde diantres me dirigia...