AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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La estrella fugaz ~Jerarld Délvheen~
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La estrella fugaz ~Jerarld Délvheen~
Recuerdo del primer mensaje :
El magnificente drakkar surgió cruzando una densa niebla y el mar pareció abrirse como si de una alfombra se tratara, guiando al barco hasta que éste tocó la orilla de la playa y la multitud de gente ansiosa se abalanzó sobre los viajeros que, cargados de botines y cofres, reían alegres y abrazaban a sus familias. Mis ojos buscaban impacientes los de mi padre, quién me sonrió al verme tras aquella muchedumbre. Dejó en el suelo uno de los cofres que pesadamente transportaba y se dirigió a largas zancadas hasta mí, estrechándome entre sus brazos y olisqueando mi cabello, como si quisiera robarme aquella pizca de mi identidad para que el tiempo no se aliase con el olvido y llegase un día que no pudiera reconocerme. Sí, sus viajes eran largos y ahora, entre sus brazos, intentaba recordar la última vez que sentí su calor varonil, su sudor manchando mi mejilla y su aliento algo alcoholizado abofeteaba mi nariz respingona. Suspiré entonces sobre su hombro y me deshice de sus brazos bajo la confusa mirada de Erik. ¿Cómo imaginaría él que durante ese largo período había descubierto qué clase de persona era? Ya no podía admirarle como cuando una niña era. Ya no podía mirarle con el afecto que profesaba una hija hacia su padre. Ya no podía regocijarme de tener el apellido Erikdottir. No, ya no. Su pasado me había marcado demasiado y ahora sólo encontraba una forma de librarme de su fantasma. Tomé la mano de mi padre y en silencio, le guié hacia nuestra humilde casa, ahora oportunamente vacía. Él se sentó en su trono de pieles y chasqueó su lengua contra el paladar, comentando lo exhausto que se encontraba tras la larga travesía en barco. Sin mediar más palabra, le di la vuelta y tomé una jarra de agua para verterla en una ornamentada copa de plata, no sin antes añadir un líquido acuoso extraído de los colmillos ponzoñosos de una serpiente. Mis manos me temblaban y a punto estuve de derramar la copa sobre el regazo de Erik, quién, con el ceño fruncido y sus ojos siguiendo cada uno de mis torpes movimientos, tomó la copa entre sus manos y la olisqueó un momento, torciendo una sonrisa sarcástica y bebiendo de ella tras unas palabras que me petrificaron al momento: “Te quiero, cielo.” Y así, sintiendo una opresión en mi pecho al saber que Erik estaba siendo consciente de mi envenenamiento, fui testigo de unos fuertes espasmos que recorrieron su cuerpo hasta hacerle doblegar y caer a mis pies tras escuchar el estruendo sonido de la copa cayendo sobre el suelo del habitáculo. Erik Gudrekson se retorció unos minutos de puro dolor, sudando y perdiendo el color característico de su pálida piel, gruñendo y perforándose su labio inferior a medida que los latigazos internos se sucedían. Hasta que, por fin, sus ojos añiles se cerraron y sus músculos se relajaron. Me arrodillé junto a él con las lágrimas aflorando de mis ojos e inundando mi rostro compungido. Tomé entre mis manos las suyas, frías como el hielo e hieráticas. Acaricié mi mejilla con el dorso de aquella pétrea mano y allí me quedé, llorando por la muerte de mi padre aun sin arrepentirme del asesinato. Pero entonces, al limpiar aquellas lágrimas que enmarañaban mi mirada, contemplé que sus ojos grises me perforaban con ira, abiertos de par en par, y sus labios sonreían con maldad. Ahora, sus manos tomaban mi cuello y lo oprimían con fuerza, ahogándome, propiciando que el aire no llegase a mis pulmones, matándome a cada segundo...
Abrí los ojos e impulsé mi cuerpo con mis brazos, quedando bocabajo tras las sábanas de aquél lecho. Respiré dificultosamente, sintiendo el continuo goteo del sudor por mi frente y cayendo sobre el cojín que casi me asfixia. Cuando logré calmarme, estaba tan desvelada que decidí salir de la cama y acercarme a la ventana de la habitación, contemplando la calle oscura y solitaria. Me senté sobre el rellano de aquél óculo y abracé mis rodillas antes de apoyar mi cabeza en ellas, suspirando pesadamente, pues la tela del camisón me ahogaba los poros y me hacía sudar todavía pese a hallarme en pleno invierno, aumentando la sensación de cansancio ya de por sí arralado tras el largo viaje desde mi aldea, lugar del que había huido tras la muerte de mi padre Erik hacía no más de dos noches.
Y justo en el momento en que un fuerte golpe se escuchó en la pared de aquél sórdido habitáculo proveniente de la habitación contigua a la mía, la única vela que alumbraba la sala se consumió, sumiéndome en la más absoluta y estremecedora oscuridad de la noche.
El magnificente drakkar surgió cruzando una densa niebla y el mar pareció abrirse como si de una alfombra se tratara, guiando al barco hasta que éste tocó la orilla de la playa y la multitud de gente ansiosa se abalanzó sobre los viajeros que, cargados de botines y cofres, reían alegres y abrazaban a sus familias. Mis ojos buscaban impacientes los de mi padre, quién me sonrió al verme tras aquella muchedumbre. Dejó en el suelo uno de los cofres que pesadamente transportaba y se dirigió a largas zancadas hasta mí, estrechándome entre sus brazos y olisqueando mi cabello, como si quisiera robarme aquella pizca de mi identidad para que el tiempo no se aliase con el olvido y llegase un día que no pudiera reconocerme. Sí, sus viajes eran largos y ahora, entre sus brazos, intentaba recordar la última vez que sentí su calor varonil, su sudor manchando mi mejilla y su aliento algo alcoholizado abofeteaba mi nariz respingona. Suspiré entonces sobre su hombro y me deshice de sus brazos bajo la confusa mirada de Erik. ¿Cómo imaginaría él que durante ese largo período había descubierto qué clase de persona era? Ya no podía admirarle como cuando una niña era. Ya no podía mirarle con el afecto que profesaba una hija hacia su padre. Ya no podía regocijarme de tener el apellido Erikdottir. No, ya no. Su pasado me había marcado demasiado y ahora sólo encontraba una forma de librarme de su fantasma. Tomé la mano de mi padre y en silencio, le guié hacia nuestra humilde casa, ahora oportunamente vacía. Él se sentó en su trono de pieles y chasqueó su lengua contra el paladar, comentando lo exhausto que se encontraba tras la larga travesía en barco. Sin mediar más palabra, le di la vuelta y tomé una jarra de agua para verterla en una ornamentada copa de plata, no sin antes añadir un líquido acuoso extraído de los colmillos ponzoñosos de una serpiente. Mis manos me temblaban y a punto estuve de derramar la copa sobre el regazo de Erik, quién, con el ceño fruncido y sus ojos siguiendo cada uno de mis torpes movimientos, tomó la copa entre sus manos y la olisqueó un momento, torciendo una sonrisa sarcástica y bebiendo de ella tras unas palabras que me petrificaron al momento: “Te quiero, cielo.” Y así, sintiendo una opresión en mi pecho al saber que Erik estaba siendo consciente de mi envenenamiento, fui testigo de unos fuertes espasmos que recorrieron su cuerpo hasta hacerle doblegar y caer a mis pies tras escuchar el estruendo sonido de la copa cayendo sobre el suelo del habitáculo. Erik Gudrekson se retorció unos minutos de puro dolor, sudando y perdiendo el color característico de su pálida piel, gruñendo y perforándose su labio inferior a medida que los latigazos internos se sucedían. Hasta que, por fin, sus ojos añiles se cerraron y sus músculos se relajaron. Me arrodillé junto a él con las lágrimas aflorando de mis ojos e inundando mi rostro compungido. Tomé entre mis manos las suyas, frías como el hielo e hieráticas. Acaricié mi mejilla con el dorso de aquella pétrea mano y allí me quedé, llorando por la muerte de mi padre aun sin arrepentirme del asesinato. Pero entonces, al limpiar aquellas lágrimas que enmarañaban mi mirada, contemplé que sus ojos grises me perforaban con ira, abiertos de par en par, y sus labios sonreían con maldad. Ahora, sus manos tomaban mi cuello y lo oprimían con fuerza, ahogándome, propiciando que el aire no llegase a mis pulmones, matándome a cada segundo...
Abrí los ojos e impulsé mi cuerpo con mis brazos, quedando bocabajo tras las sábanas de aquél lecho. Respiré dificultosamente, sintiendo el continuo goteo del sudor por mi frente y cayendo sobre el cojín que casi me asfixia. Cuando logré calmarme, estaba tan desvelada que decidí salir de la cama y acercarme a la ventana de la habitación, contemplando la calle oscura y solitaria. Me senté sobre el rellano de aquél óculo y abracé mis rodillas antes de apoyar mi cabeza en ellas, suspirando pesadamente, pues la tela del camisón me ahogaba los poros y me hacía sudar todavía pese a hallarme en pleno invierno, aumentando la sensación de cansancio ya de por sí arralado tras el largo viaje desde mi aldea, lugar del que había huido tras la muerte de mi padre Erik hacía no más de dos noches.
Y justo en el momento en que un fuerte golpe se escuchó en la pared de aquél sórdido habitáculo proveniente de la habitación contigua a la mía, la única vela que alumbraba la sala se consumió, sumiéndome en la más absoluta y estremecedora oscuridad de la noche.
Arlette- Vampiro Clase Baja
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Re: La estrella fugaz ~Jerarld Délvheen~
Podía sentir el recorrido que la lengua de Jer seguía suavemente por la piel de mi pierna hasta cesar en la rodilla. Quise hacerle un gesto para que siguiera subiendo por mi anatomía bañada en hidromiel, pero entonces me desestabilicé y sus brazos me arroparon. Me sentó entonces en aquella mesa, manteniendo firmemente su agarre en mi cintura mientras mis pupilas se perdían en sus claros ojos cristalinos. Y no fue hasta que me bajó del tablón, que me percaté de que había contenido el aliento todo el tiempo desde que nuestras pieles habían entrado en un contacto tan efímero como un simple e inocente roce.
Jer me tomó de la mano y empezó a guiarme por unas estrechas escaleras de caracol, subiendo a la primera planta del edificio mientras yo seguía tambaleándome de un lado a otro, riendo sin cesar, doblegándome a veces sobre mí misma y secando algunas lágrimas que escapaban de mis ojos cada vez que su voz resonaba en mi cabeza.
- ¡Dú meu gúxtax máááááááx!- vociferaba riendo hasta que tropecé con mi otro pie y mis manos se cernieron al cuello del joven, a quién, sin hacerlo a propósito, había aplastado contra la pared.
Así, a escasos milímetros de distancia, esbocé una amplia carcajada y con la punta de mi lengua perfilé divertida el contorno de su labio inferior, provocándole e incluso tentándole. Entonces solté otra risa y bajé una de mis manos desde su cuello hasta su cadera, buscando… ¡ah, eso! Ladeé la cabeza y rocé la punta de su nariz con la mía, como si fuese a besarle… cuando realmente sólo intentaba abrir la puerta de mi dormitorio. Cuando logré hallar el pomo y hacerlo girar, el cuerpo de Jer cedió y casi cae dentro del habitáculo, algo que me hizo volver a estallar. Cerré la puerta tras de mí y corrí el pestillo mientras le miraba y me mordía el labio inferior como si de una traviesa mocosa me tratase. La sala estaba a oscuras y la luna seguía en lo alto del firmamento. ¡Cuánto podían cambiar las cosas en un par de horas! La noche había empezado con su incursión, con el enfado por mi parte por arrastrarme a unos problemas que no me pertenecían, y ahora… ¿ahora qué? Ahora tenía mucho calor. El alcohol empezaba a subirme la temperatura y de mi piel emanaba una ligera capa de sudor. Así que, como si estuviese sola en el dormitorio, llevé mi mano derecha a la altura de mi hombro izquierdo, usando dos de mis dedos para hacer deslizar el tirante por mi brazo mientras el otro cedía ya de por sí, sintiendo en mi cuerpo el deslizamiento de la tela del camisón hasta que cayó alrededor de mis pies descalzos. Di un paso hacia el joven que ahora me miraba boquiabierto, dejando atrás el camisón y agradeciendo que el claro de luna vistiera mi cuerpo desnudo con su luz. Justo en ese momento, el cielo se iluminó por el paso efímero de una estrella fugaz… por lo que pedí un deseo: que aquella noche fuese perfecta.
Jer me tomó de la mano y empezó a guiarme por unas estrechas escaleras de caracol, subiendo a la primera planta del edificio mientras yo seguía tambaleándome de un lado a otro, riendo sin cesar, doblegándome a veces sobre mí misma y secando algunas lágrimas que escapaban de mis ojos cada vez que su voz resonaba en mi cabeza.
- ¡Dú meu gúxtax máááááááx!- vociferaba riendo hasta que tropecé con mi otro pie y mis manos se cernieron al cuello del joven, a quién, sin hacerlo a propósito, había aplastado contra la pared.
Así, a escasos milímetros de distancia, esbocé una amplia carcajada y con la punta de mi lengua perfilé divertida el contorno de su labio inferior, provocándole e incluso tentándole. Entonces solté otra risa y bajé una de mis manos desde su cuello hasta su cadera, buscando… ¡ah, eso! Ladeé la cabeza y rocé la punta de su nariz con la mía, como si fuese a besarle… cuando realmente sólo intentaba abrir la puerta de mi dormitorio. Cuando logré hallar el pomo y hacerlo girar, el cuerpo de Jer cedió y casi cae dentro del habitáculo, algo que me hizo volver a estallar. Cerré la puerta tras de mí y corrí el pestillo mientras le miraba y me mordía el labio inferior como si de una traviesa mocosa me tratase. La sala estaba a oscuras y la luna seguía en lo alto del firmamento. ¡Cuánto podían cambiar las cosas en un par de horas! La noche había empezado con su incursión, con el enfado por mi parte por arrastrarme a unos problemas que no me pertenecían, y ahora… ¿ahora qué? Ahora tenía mucho calor. El alcohol empezaba a subirme la temperatura y de mi piel emanaba una ligera capa de sudor. Así que, como si estuviese sola en el dormitorio, llevé mi mano derecha a la altura de mi hombro izquierdo, usando dos de mis dedos para hacer deslizar el tirante por mi brazo mientras el otro cedía ya de por sí, sintiendo en mi cuerpo el deslizamiento de la tela del camisón hasta que cayó alrededor de mis pies descalzos. Di un paso hacia el joven que ahora me miraba boquiabierto, dejando atrás el camisón y agradeciendo que el claro de luna vistiera mi cuerpo desnudo con su luz. Justo en ese momento, el cielo se iluminó por el paso efímero de una estrella fugaz… por lo que pedí un deseo: que aquella noche fuese perfecta.
Arlette- Vampiro Clase Baja
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Re: La estrella fugaz ~Jerarld Délvheen~
El ruido, el caos, todo empezaba a ser un poco asfixiante.
Deseaba salir de allí, así que arrastre a Eyra conmigo, simplemente escapando de la muchedumbre, sin saber cómo ambos llegamos a su habitación y yo afirmándome en uno de los muebles empecé a sentirme un poco mejor al notar la brisa que entraba por la ventana aun abierta.
Sentía calor y esa sensación de mareo tan característica, pero la brisa al menos me permitía pensar con un poco mas de claridad, sin dejar en ningún momento de sonreír, puesto que aun me sentía alegre.
Contemple con asombro como la joven se desprendía del deteriorado camisón acercándose a mí.
Si…Definitivamente era la envidia de todos los hombres del bar, del pueblo y del país, podía dar eso por escrito y firmado.
Aquella joven no solo era preciosa, sino que tenía algo en la mirada que hipnotizaba, sería el alcohol? seria su propio carácter? fuese como fuese ella tenía algo que de alguna forma me atraía sin poder entenderlo.
Contemple sus ojos castaños y en ese momento ambos desviamos la vista hacia la ventana, pues la luz aumento y nos distrajo.
Observe como aquella estrella fugaz cruzaba el firmamento dejando su estela. Sonreí ante aquello, era quizás infantil por mi parte pero desee que aquella noche fuese cierta, que aquella noche perdurase en el tiempo, que todo lo bueno de aquel momento se pudiese repetir algún día, aunque fuese en un futuro lejano. Aunque fuese en el último instante de mi vida.
Mire a la joven que seguía mirando por la ventana y me acerque a ella. Roce con mis dedos sus brazos mientras la acercaba a mí. No aprecie su desnudes, ni me fije en sus curvas, simplemente me deje llevar por aquellos ojos, tan profundos, tan infinitos, que parecían ocultar belleza sí, pero también un profundo dolor y tristeza…
Eyra desvió la mirada y me contemplo con seriedad, su mente volvía a estar conmigo y ahora ya no había risa sino que solo había silencio, y cierta paz…Una paz que me sobrecogió y que me asusto.
que pasaría después? Que pasaría mañana? Le volvería a ver? La idea de que aquella sensación que no sabía describir, acabase, me hizo sentirme mal. Como si temiese perder algo que por derecho nunca había sido mío.
Porque sentía ahora esas cosas? Porque ahora temía tanto a la soledad cuando había sido mi compañera tantísimo tiempo?
Abrace a Eyra deslizando mis manos por su espalda desnuda, sintiendo la calides de su piel y junte mi frente contra la suya, sintiéndome ahora atormentado, sin saber porqué
-Quiero…Quiero pedirte algo…cerré los ojos con pesar…
Engáñame. Sus ojos me miraron por un momento sin entenderme.
-Engáñame… miénteme… dime que me quieres… dime que me necesitas… dime que acompañarías a cualquier parte… Dime que siempre estarás conmigo, que nunca mas estaré solo… Dime que todo tiene un sentido…Que hay un motivo para tanta desolación... Aunque ahora no lo comprenda…
Ahora esperaba cualquier cosa, quizás aquella chica vería de una buena vez que yo no estaba bien de la cabeza, quizás se reiría de mi, quizás no entendería ni una sola palabra de lo que le estaba diciendo…Pero ya que mas daba? Aquella noche había cambiado algo, y sabía que de alguna forma ya nada sería lo mismo. Porque algo había ocurrido entre nosotros, algo que no podía entender, ni mucho menos explicar, pero que sabía con certeza que de alguna forma cambiaria nuestra forma de ver las cosas para siempre...
Deseaba salir de allí, así que arrastre a Eyra conmigo, simplemente escapando de la muchedumbre, sin saber cómo ambos llegamos a su habitación y yo afirmándome en uno de los muebles empecé a sentirme un poco mejor al notar la brisa que entraba por la ventana aun abierta.
Sentía calor y esa sensación de mareo tan característica, pero la brisa al menos me permitía pensar con un poco mas de claridad, sin dejar en ningún momento de sonreír, puesto que aun me sentía alegre.
Contemple con asombro como la joven se desprendía del deteriorado camisón acercándose a mí.
Si…Definitivamente era la envidia de todos los hombres del bar, del pueblo y del país, podía dar eso por escrito y firmado.
Aquella joven no solo era preciosa, sino que tenía algo en la mirada que hipnotizaba, sería el alcohol? seria su propio carácter? fuese como fuese ella tenía algo que de alguna forma me atraía sin poder entenderlo.
Contemple sus ojos castaños y en ese momento ambos desviamos la vista hacia la ventana, pues la luz aumento y nos distrajo.
Observe como aquella estrella fugaz cruzaba el firmamento dejando su estela. Sonreí ante aquello, era quizás infantil por mi parte pero desee que aquella noche fuese cierta, que aquella noche perdurase en el tiempo, que todo lo bueno de aquel momento se pudiese repetir algún día, aunque fuese en un futuro lejano. Aunque fuese en el último instante de mi vida.
Mire a la joven que seguía mirando por la ventana y me acerque a ella. Roce con mis dedos sus brazos mientras la acercaba a mí. No aprecie su desnudes, ni me fije en sus curvas, simplemente me deje llevar por aquellos ojos, tan profundos, tan infinitos, que parecían ocultar belleza sí, pero también un profundo dolor y tristeza…
Eyra desvió la mirada y me contemplo con seriedad, su mente volvía a estar conmigo y ahora ya no había risa sino que solo había silencio, y cierta paz…Una paz que me sobrecogió y que me asusto.
que pasaría después? Que pasaría mañana? Le volvería a ver? La idea de que aquella sensación que no sabía describir, acabase, me hizo sentirme mal. Como si temiese perder algo que por derecho nunca había sido mío.
Porque sentía ahora esas cosas? Porque ahora temía tanto a la soledad cuando había sido mi compañera tantísimo tiempo?
Abrace a Eyra deslizando mis manos por su espalda desnuda, sintiendo la calides de su piel y junte mi frente contra la suya, sintiéndome ahora atormentado, sin saber porqué
-Quiero…Quiero pedirte algo…cerré los ojos con pesar…
Engáñame. Sus ojos me miraron por un momento sin entenderme.
-Engáñame… miénteme… dime que me quieres… dime que me necesitas… dime que acompañarías a cualquier parte… Dime que siempre estarás conmigo, que nunca mas estaré solo… Dime que todo tiene un sentido…Que hay un motivo para tanta desolación... Aunque ahora no lo comprenda…
Ahora esperaba cualquier cosa, quizás aquella chica vería de una buena vez que yo no estaba bien de la cabeza, quizás se reiría de mi, quizás no entendería ni una sola palabra de lo que le estaba diciendo…Pero ya que mas daba? Aquella noche había cambiado algo, y sabía que de alguna forma ya nada sería lo mismo. Porque algo había ocurrido entre nosotros, algo que no podía entender, ni mucho menos explicar, pero que sabía con certeza que de alguna forma cambiaria nuestra forma de ver las cosas para siempre...
Jerarld Délvheen- Vampiro/Realeza
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Re: La estrella fugaz ~Jerarld Délvheen~
El joven pelirrojo se acercó a mí con el rostro contraído por un sentimiento que no logré identificar. ¿Nostalgia? ¿Tristeza? ¿Contención? ¿Pesadumbre? ¿Melancolía? ¿Simple somnolencia? Sus dedos tocaron la piel de mis brazos y su contacto me hizo estremecer de una forma distinta a que provocaba en mí el frío o una mala sensación. No, todo aquello era muy distinto y quedaba muy lejos de aquellas percepciones. Ahora, sentía mi boca seca y sedienta, pero no de agua, sino de una fuente quizás más abstracta, quizás más sensible, probablemente utópica. Como acto reflejo, tragué saliva y mis ojos se centraron en los suyos, tan claros que creí ver mi reflejo en ellos, mostrando la pureza de su mirar y la bondad de su alma pese a que nuestro primer encuentro se hubiera dado por una persecución por la que ni tan siquiera sentía curiosidad. Toda la curiosidad residía ahora en aquél muchacho que, sin recordar cuando, había apoyado su frente sobre la mía, quedando pues a escasa distancia. Contuve el aliento y mis ojos se desorbitaron por la extrañeza de sus palabras. No obstante, me conmovieron de un modo casi surrealista.
Alcé mi mano derecha y fue la yema de mi dedo índice quién calló aquella tristeza que emanaba ahora de su aterciopelada voz varonil. Le dediqué en silencio una sonrisa sincera, consciente en todo momento de lo que hacía, decía y pensaba, pues de algún modo y otro, su presencia ante mí había impulsado que el motor de mi cuerpo funcionase a un ritmo casi frenético, propiciando probablemente que el alcohol se evaporara.
Más relajada, como si el cielo centelleante repleto de estrellas y una luna que parecía sonreírnos, deslicé el dedo desde su boca, trazando un camino por su mentón, su garganta –perfilando el contorno que marcaba su nuez- y culminando cuando tropecé con el primer botón de la camisa, el que, muy sutilmente, desabroché y usé como pretexto para empujar suavemente a Jer hacia la pared de la sala, exactamente entre la ventana entreabierta y el lecho de sábanas frías que permanecía deshecho tras el abandono de mi calor corporal. Cuando le tuve entre mi anatomía desnuda y el muro, cerré los ojos y ladeé mi cabeza hasta rozar el lóbulo de su oreja con mis labios sin dueño.
- Te mentiría si dijese que no te necesito.- susurré con sensualidad, torciendo una sonrisa llena de picardía y lamiendo el contorno de su oreja, deslizando de nuevo mi dedo por su torso hasta desabotonar el segundo obstáculo que me separaba de su desnudez.
Y de alguna forma que me asustó por un segundo, supe en ese momento de la veracidad de mis palabras. Sólo entonces fui consciente de lo que realmente significaba anhelar a alguien hasta derretirte por dentro, del sentir celos de la simple brisa que ahora jugueteaba con su cabello. Comprendí entonces que mis labios sólo serían saciados con sus besos, con su saliva. Aquella era la fuente de vida que mi alma buscaba y ahora, la había encontrado. ¿Podría al fin beber de su boca y cubrirme con su esencia?
Alcé mi mano derecha y fue la yema de mi dedo índice quién calló aquella tristeza que emanaba ahora de su aterciopelada voz varonil. Le dediqué en silencio una sonrisa sincera, consciente en todo momento de lo que hacía, decía y pensaba, pues de algún modo y otro, su presencia ante mí había impulsado que el motor de mi cuerpo funcionase a un ritmo casi frenético, propiciando probablemente que el alcohol se evaporara.
Más relajada, como si el cielo centelleante repleto de estrellas y una luna que parecía sonreírnos, deslicé el dedo desde su boca, trazando un camino por su mentón, su garganta –perfilando el contorno que marcaba su nuez- y culminando cuando tropecé con el primer botón de la camisa, el que, muy sutilmente, desabroché y usé como pretexto para empujar suavemente a Jer hacia la pared de la sala, exactamente entre la ventana entreabierta y el lecho de sábanas frías que permanecía deshecho tras el abandono de mi calor corporal. Cuando le tuve entre mi anatomía desnuda y el muro, cerré los ojos y ladeé mi cabeza hasta rozar el lóbulo de su oreja con mis labios sin dueño.
- Te mentiría si dijese que no te necesito.- susurré con sensualidad, torciendo una sonrisa llena de picardía y lamiendo el contorno de su oreja, deslizando de nuevo mi dedo por su torso hasta desabotonar el segundo obstáculo que me separaba de su desnudez.
Y de alguna forma que me asustó por un segundo, supe en ese momento de la veracidad de mis palabras. Sólo entonces fui consciente de lo que realmente significaba anhelar a alguien hasta derretirte por dentro, del sentir celos de la simple brisa que ahora jugueteaba con su cabello. Comprendí entonces que mis labios sólo serían saciados con sus besos, con su saliva. Aquella era la fuente de vida que mi alma buscaba y ahora, la había encontrado. ¿Podría al fin beber de su boca y cubrirme con su esencia?
Arlette- Vampiro Clase Baja
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Re: La estrella fugaz ~Jerarld Délvheen~
Sentía que el tiempo se había detenido.
Como si ya no hubiese que preocuparse por él. Como si de pronto aquella noche fuese a ser eterna, como si ya nunca más tuviese que preocuparme por la salida del sol.
La luna como una nueva compañera se quedaría a nuestro lado velando nuestras eternas noches…
Las caricias de aquella joven me hicieron sentir escalofríos, como si su solo tacto me atrajese y a la vez me recordase que todo era una mentira…
Pero aquella noche quería vivir esa mentira. Aquella noche no iba a existir nada más que ella, su compañia,sus caricias, y seria cierto hasta que despertasemos de aquella ensoñación.
Su tacto sobre mi piel despertó algo en mí que creía dormido, como si ella me diese vida con su simple cercanía, con su calor, con el latido de su corazón cada vez mas agitado.
Aun teniéndole abrazada, sintiendo su mejilla contra la mía le apreté contra mí, pensando aun que solo se trataba de un sueño, que cuando abriese los ojos y mirase ella ya no estaría...Pero abrí los ojos y ella seguía cerca de mí.
Rozando mi mejilla contra la suya me encontré con su rostro sereno.
Le acerque aun más y tomándole entre mis brazos la lleve hacia su cama, mientras ella se agarraba a mi cuello, la deposité con cuidado sobre las sabanas revueltas, y aun con sus brazos entrelazados a mi cuello contemple esos ojos dulces, en los cuales no había nada oculto, ni nada extraño, unos ojos que solo me miraban a mí.
Bajo la tenue luz de la luna que nos acompañaba, me acerque muy lentamente a aquellos labios carnosos que parecían llamarme. Roce su nariz contra la mía sintiendo su respiración sobre mis labios.
Me acerque a ellos saboreando la tensión entre nosotros, pues ahora sentía mi corazón golpear contra mi pecho a mil por hora y también sentía que ella temblaba ligeramente ante mi cercanía, como si a ambos nos asustase un gesto tan simple y de alguna forma tan inocente como lo era un beso...
Mis labios se encontraron con los suyos, fusionándose con dulzura. El sabor de su piel me envolvió poco a poco y entonces comencé a necesitar de sus besos como si ya no existiese nada más.
El roce sutil de su lengua humedad de sobre la mía, me dejo por un instante sin aliento.
separe mis labios de los suyos solo un instante, y recobre el aliento, ella me lo brindó. Como si todo este tiempo no hubiese respirado hasta que la había encontrado, ahora por fin podía respirar y se lo debía a ella.
Sus delicadas manos comenzaron a estirar de la tela de mi camisa hacia atrás para quitármela de una vez, la tela resbalo mientras ahora sus brazos me abrigaban y los míos la cubrían a ella…
Algo comenzaba a surgir entre los dos sin que ninguno pudiese explicarlo, simplemente en ese instante nos pertenecíamos el uno al otro,sin tener que decir nada, en ese momento no hacia falta ninguna palabra, pues ella me daba todo lo que queria y todo lo que necesitaba...
Me perdi una vez mas entre sus besos sin ni siquiera sospechar que una sombra se acercaba sigilosa por el horizonte, una sombra que tenia nombre, y un objetivo claro en su mente…
Como si ya no hubiese que preocuparse por él. Como si de pronto aquella noche fuese a ser eterna, como si ya nunca más tuviese que preocuparme por la salida del sol.
La luna como una nueva compañera se quedaría a nuestro lado velando nuestras eternas noches…
Las caricias de aquella joven me hicieron sentir escalofríos, como si su solo tacto me atrajese y a la vez me recordase que todo era una mentira…
Pero aquella noche quería vivir esa mentira. Aquella noche no iba a existir nada más que ella, su compañia,sus caricias, y seria cierto hasta que despertasemos de aquella ensoñación.
Su tacto sobre mi piel despertó algo en mí que creía dormido, como si ella me diese vida con su simple cercanía, con su calor, con el latido de su corazón cada vez mas agitado.
Aun teniéndole abrazada, sintiendo su mejilla contra la mía le apreté contra mí, pensando aun que solo se trataba de un sueño, que cuando abriese los ojos y mirase ella ya no estaría...Pero abrí los ojos y ella seguía cerca de mí.
Rozando mi mejilla contra la suya me encontré con su rostro sereno.
Le acerque aun más y tomándole entre mis brazos la lleve hacia su cama, mientras ella se agarraba a mi cuello, la deposité con cuidado sobre las sabanas revueltas, y aun con sus brazos entrelazados a mi cuello contemple esos ojos dulces, en los cuales no había nada oculto, ni nada extraño, unos ojos que solo me miraban a mí.
Bajo la tenue luz de la luna que nos acompañaba, me acerque muy lentamente a aquellos labios carnosos que parecían llamarme. Roce su nariz contra la mía sintiendo su respiración sobre mis labios.
Me acerque a ellos saboreando la tensión entre nosotros, pues ahora sentía mi corazón golpear contra mi pecho a mil por hora y también sentía que ella temblaba ligeramente ante mi cercanía, como si a ambos nos asustase un gesto tan simple y de alguna forma tan inocente como lo era un beso...
Mis labios se encontraron con los suyos, fusionándose con dulzura. El sabor de su piel me envolvió poco a poco y entonces comencé a necesitar de sus besos como si ya no existiese nada más.
El roce sutil de su lengua humedad de sobre la mía, me dejo por un instante sin aliento.
separe mis labios de los suyos solo un instante, y recobre el aliento, ella me lo brindó. Como si todo este tiempo no hubiese respirado hasta que la había encontrado, ahora por fin podía respirar y se lo debía a ella.
Sus delicadas manos comenzaron a estirar de la tela de mi camisa hacia atrás para quitármela de una vez, la tela resbalo mientras ahora sus brazos me abrigaban y los míos la cubrían a ella…
Algo comenzaba a surgir entre los dos sin que ninguno pudiese explicarlo, simplemente en ese instante nos pertenecíamos el uno al otro,sin tener que decir nada, en ese momento no hacia falta ninguna palabra, pues ella me daba todo lo que queria y todo lo que necesitaba...
Me perdi una vez mas entre sus besos sin ni siquiera sospechar que una sombra se acercaba sigilosa por el horizonte, una sombra que tenia nombre, y un objetivo claro en su mente…
Jerarld Délvheen- Vampiro/Realeza
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Re: La estrella fugaz ~Jerarld Délvheen~
Sus brazos me tomaron en volandas para depositarme suavemente sobre las sábanas rojas del lecho, acomodando mi espalda sobre una enorme almohada del mismo color. Mis manos, firmemente agarradas a su cuello, se movieron entre la tela de su camisa añil y la piel que adornaba su cuerpo, un cuerpo que poco a poco dejó poco a la imaginación. Mordí mi labio inferior, lujuriosa, mientras mis ojos escrutaban todo cuando la penumbra dejaba entrever del hombre que ahora abrazaba entre mis brazos desnudos. Mis dedos jugueteaban con su alborotado cabello cobrizo, deslizándose por su pálida mejilla, perfilando las formas de su perfecta nariz, deteniéndose en el contorno de sus finos labios que tanto me hipnotizaban, recorriendo su estilizado cuello, su pecho con algo de vello color rojizo, desprendiéndome finalmente de la tela que ocultaba un torso admirable, como si hubiese sido diseñado sólo para mí. Pero sin duda, fueron sus ojos los que me hechizaron, aquella mirada suya de aguas esmeraldas aunque con cierta sombra grisácea debida a la oscuridad del habitáculo, aunque sin restar un centello radiante que iluminaba mi rostro, como si guiara mi alma hacia el camino de la felicidad. ¡¿Quién iba a decirme que él sería mi camino?!
Besé efímeramente los diminutos lunares que ornamentaban aquél rostro casi angelical, tan descaradamente imitado ya por los antiguos escultores griegos en sus obras inspiradas en lo sublime, en lo perfecto. Y allí estaba él, acercando su boca a la mía hasta que ya podía contar cada pestaña que perfilaba sus preciosos ojos. Su cercanía me robó el aliento de nuevo y como contraste, hizo aumentar los latidos de mi ajetreado corazón, temiendo que éste escapara por la boca en cualquier momento, en cualquier descuido en el que Jer no ofreciera sus besos como sacrificio al dios que regentaba las habilidades motrices de mi cuerpo. Como acto reflejo, apegué mi piel a su cuerpo semidesnudo, entre abriendo mi boca y cediendo mis párpados cuando su respiración se posó en mis labios y los suyos reclamaron un beso intenso como las corrientes marinas del océano, dulce como la miel más exquisita sobre la faz de la Tierra, suave como el sol cuando tostaba mi piel en las mañanas veraniegas, efímero como aquella estrella fugaz que había cruzado el firmamento, adictivo como era el hidromiel para un alcohólico, excitante como su mismo cuerpo sobre el mío… Ni siquiera estas palabras son suficientes para describir el sabor de aquél gesto que me desarmó, entregándole la llave de mi cuerpo y mi alma a aquél desconocido de ojos esperanza. La esperanza que yo guardaba de que aquella noche jamás terminase, de que él no fuese un espejismo, de que aquél no fuese el último beso, de que su boca fuese la última que probara antes de expirar mi último suspiro.
Así, lo que había empezado como un simple juego de coqueteo, estaba tomando una forma adulta pero no por ello exenta de locura. No obstante, no me importaba. No me importaba si él estaba ya atado a otra mujer, si el amanecer borraba aquellos dulces y surrealistas recuerdos de una madrugada de amor, ni tan solo me importaba el saber quién era realmente él. Solamente sabía su apodo: Jer. ¿Se llamaría Jeremy? ¿A qué dedicaría su tiempo? ¿De dónde era? ¿A dónde iba? Por supuesto quería saber de él, todo de él. Pero ahora, ahora que mis manos habían descendido hacia la tela de sus pantalones, mi mente se nubló y mis sentidos se agudizaron, quemándome por dentro por robarle otro beso, por fundirme con su piel divina que me incitaba al más lujurioso de los pecados. Una manzana de la tentación que anhelaba morder sin importarme las consecuencias, aunque fuesen ir al Infierno y arder allí el resto de la eternidad, pues en cualquier caso, valía la pena por otro beso suyo.
Besé efímeramente los diminutos lunares que ornamentaban aquél rostro casi angelical, tan descaradamente imitado ya por los antiguos escultores griegos en sus obras inspiradas en lo sublime, en lo perfecto. Y allí estaba él, acercando su boca a la mía hasta que ya podía contar cada pestaña que perfilaba sus preciosos ojos. Su cercanía me robó el aliento de nuevo y como contraste, hizo aumentar los latidos de mi ajetreado corazón, temiendo que éste escapara por la boca en cualquier momento, en cualquier descuido en el que Jer no ofreciera sus besos como sacrificio al dios que regentaba las habilidades motrices de mi cuerpo. Como acto reflejo, apegué mi piel a su cuerpo semidesnudo, entre abriendo mi boca y cediendo mis párpados cuando su respiración se posó en mis labios y los suyos reclamaron un beso intenso como las corrientes marinas del océano, dulce como la miel más exquisita sobre la faz de la Tierra, suave como el sol cuando tostaba mi piel en las mañanas veraniegas, efímero como aquella estrella fugaz que había cruzado el firmamento, adictivo como era el hidromiel para un alcohólico, excitante como su mismo cuerpo sobre el mío… Ni siquiera estas palabras son suficientes para describir el sabor de aquél gesto que me desarmó, entregándole la llave de mi cuerpo y mi alma a aquél desconocido de ojos esperanza. La esperanza que yo guardaba de que aquella noche jamás terminase, de que él no fuese un espejismo, de que aquél no fuese el último beso, de que su boca fuese la última que probara antes de expirar mi último suspiro.
Así, lo que había empezado como un simple juego de coqueteo, estaba tomando una forma adulta pero no por ello exenta de locura. No obstante, no me importaba. No me importaba si él estaba ya atado a otra mujer, si el amanecer borraba aquellos dulces y surrealistas recuerdos de una madrugada de amor, ni tan solo me importaba el saber quién era realmente él. Solamente sabía su apodo: Jer. ¿Se llamaría Jeremy? ¿A qué dedicaría su tiempo? ¿De dónde era? ¿A dónde iba? Por supuesto quería saber de él, todo de él. Pero ahora, ahora que mis manos habían descendido hacia la tela de sus pantalones, mi mente se nubló y mis sentidos se agudizaron, quemándome por dentro por robarle otro beso, por fundirme con su piel divina que me incitaba al más lujurioso de los pecados. Una manzana de la tentación que anhelaba morder sin importarme las consecuencias, aunque fuesen ir al Infierno y arder allí el resto de la eternidad, pues en cualquier caso, valía la pena por otro beso suyo.
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Re: La estrella fugaz ~Jerarld Délvheen~
Cada una de sus caricias, cada mirada…
Cada gesto se clavaba en mi alma como si todo esto ya hubiese ocurrido antes. Como si todo esto no fuese más que un recuerdo de algo que ya paso…
De algo que atravesó el tiempo haciéndonos encontrarnos una vez más…
Pero era imposible.
Aquella joven era una completa desconocida.
Quien era Eyra? Porque aceptaba mi compañía en esta extraña noche? Porque aceptaba las caricias de alguien que no había hecho mas que ponerla en aprietos desde el momento en que la conoció?
No tenía ni la más remota idea…
Lo único que sabía es que sus manos bajaban acariciando mi torso y se deslizaban con suavidad tocando mi piel como si ella tampoco lo entendiese y de alguna forma temiese hacerme daño.
Giramos en la cama, yo desabroche mi cinturón y comencé a tirar de la tela, sintiendo como las manos de ellas me ayudaban a desprenderme de aquello que nos separaba.
Tome su rostro entre mis manos acercándola nuevamente hacia mí, para poder saborear sus labios, comenzando a sentir que sus besos eran adictivos y que no podía separarme ya de ellos aunque quisiese. Como si mi voluntad se hubiese quebrado por completo, como si ahora ya no hubiese nada más que ella y el embrujo de sus ojos.
Acaricie su espalda, deslice mis manos por su cintura y su pecho deleitándome con la suavidad de su piel. Mientras ella se sentaba poco a poco sobre mí y yo me sentaba también, apreciándola hacia arriba, aun intentando entender lo que se ocultaba detrás del brillo de sus ojos. Mientras ella me miraba hacia abajo con simple dulzura, haciéndome entender que todo iba bien, que todo iría bien pasase lo que pasase.
Mis brazos la envolvieron y yo bese su pecho, subiendo con calma por su cuello y su mentón, deslizando mis besos cerca del lóbulo de su oreja, aspirando su aroma, sorbiendo su sabor, notando como el calor de su piel parecía abrigarme y hacerme sentir aun más vivo…Como si hasta entonces no hubiese sido más que un títere sin vida, que al fin encontraba en aquella extraña un trozo de su propia alma…
-Quien eres Eyra….
Susurre sin poder evitarlo, me intrigaba aquella joven, no sabía absolutamente nada de ella, pero de alguna forma la conocía, como si siempre hubiese estado allí...
Cada gesto se clavaba en mi alma como si todo esto ya hubiese ocurrido antes. Como si todo esto no fuese más que un recuerdo de algo que ya paso…
De algo que atravesó el tiempo haciéndonos encontrarnos una vez más…
Pero era imposible.
Aquella joven era una completa desconocida.
Quien era Eyra? Porque aceptaba mi compañía en esta extraña noche? Porque aceptaba las caricias de alguien que no había hecho mas que ponerla en aprietos desde el momento en que la conoció?
No tenía ni la más remota idea…
Lo único que sabía es que sus manos bajaban acariciando mi torso y se deslizaban con suavidad tocando mi piel como si ella tampoco lo entendiese y de alguna forma temiese hacerme daño.
Giramos en la cama, yo desabroche mi cinturón y comencé a tirar de la tela, sintiendo como las manos de ellas me ayudaban a desprenderme de aquello que nos separaba.
Tome su rostro entre mis manos acercándola nuevamente hacia mí, para poder saborear sus labios, comenzando a sentir que sus besos eran adictivos y que no podía separarme ya de ellos aunque quisiese. Como si mi voluntad se hubiese quebrado por completo, como si ahora ya no hubiese nada más que ella y el embrujo de sus ojos.
Acaricie su espalda, deslice mis manos por su cintura y su pecho deleitándome con la suavidad de su piel. Mientras ella se sentaba poco a poco sobre mí y yo me sentaba también, apreciándola hacia arriba, aun intentando entender lo que se ocultaba detrás del brillo de sus ojos. Mientras ella me miraba hacia abajo con simple dulzura, haciéndome entender que todo iba bien, que todo iría bien pasase lo que pasase.
Mis brazos la envolvieron y yo bese su pecho, subiendo con calma por su cuello y su mentón, deslizando mis besos cerca del lóbulo de su oreja, aspirando su aroma, sorbiendo su sabor, notando como el calor de su piel parecía abrigarme y hacerme sentir aun más vivo…Como si hasta entonces no hubiese sido más que un títere sin vida, que al fin encontraba en aquella extraña un trozo de su propia alma…
-Quien eres Eyra….
Susurre sin poder evitarlo, me intrigaba aquella joven, no sabía absolutamente nada de ella, pero de alguna forma la conocía, como si siempre hubiese estado allí...
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Re: La estrella fugaz ~Jerarld Délvheen~
El tiritar de mis labios cesaba tras cada beso que Jer me robaba, transmitiéndome más que su saliva, una paz que nunca había experimentado. Acalló los fantasmas que me acechaban, los temores que me devoraban, el odio que me guiaba, logrando hacer del páramo desierto que era mi vida, un jardín lleno de amapolas que ahora sólo brillaban para él.
Quería suplicarle que me besara, que no apartara aquellos labios que ahora se habían adueñado de mi boca, convirtiéndose en un carcelero del que no deseaba escapar ni ser liberada. Quise sentir la piel bajo su piel, explorar cada recóndito rincón de su anatomía para quizás esconderme en sus poros y que me llevase con él cuando el amanecer nos sorprendiera. Deseaba que me jurase una y otra vez que él intentaría amarme más, un poco más que hacía unas horas, aunque todo fuese una vil mentira, una simple máscara para lograr colarse en mi cuerpo. Anhelé fundirme con aquél joven que ahora abrazaba con posesividad, como si fuese la vela y yo su luz, iluminando tenuemente aquél rincón del dormitorio. Allí, sí, allí escondidos en la oscura habitación, su cuerpo, el mío y el tiempo de un reloj que luchaba por detener… quizás por placer, quizás por amor. Eso algo que quizás nunca logre descubrir.
- Ahora sólo sé que soy mendigo de tus besos.- suspiré sobre su oído, aludiendo así a la pregunta que me había formulado hacía escasos segundos.
Aquello puede que hubiera sonado poético, quizás incluso falso. Pero sólo cuando lo había dicho, me percaté de la veracidad de aquellas palabras. ¿Quién era yo? Ni siquiera recordaba mi nombre, pues sus caricias, su mirada, su voz, sus besos… habían logrado sustituir todo pensamiento racional en mi cabeza y ahora sólo deseaba formar parte de Jer, quizás con la esperanza de que fuese él con quién iniciase una nueva vida, lejos de la multitud, del absurdo día a día, de todas esas cosas que perturbaban mi vida. Para estar con él y que el universo se nos quedase en un abrazo, dónde se esfumaran esas dudas y esos miedos que quedaban en mi pasado. Para estar solos, en un día sin fin, sin preocuparnos más del qué dirán, dónde durmamos abrazados y si entonces nos sorprendiese el amanecer, sabes que él está ahí, junto a mí. Cuando hay amor… ¿por qué esperar el donde o el cuándo? ¿Amor? ¿Dije amor? ¡¿Qué me ocurría?! ¡No existía el amor! ¡No para mí!
Quería suplicarle que me besara, que no apartara aquellos labios que ahora se habían adueñado de mi boca, convirtiéndose en un carcelero del que no deseaba escapar ni ser liberada. Quise sentir la piel bajo su piel, explorar cada recóndito rincón de su anatomía para quizás esconderme en sus poros y que me llevase con él cuando el amanecer nos sorprendiera. Deseaba que me jurase una y otra vez que él intentaría amarme más, un poco más que hacía unas horas, aunque todo fuese una vil mentira, una simple máscara para lograr colarse en mi cuerpo. Anhelé fundirme con aquél joven que ahora abrazaba con posesividad, como si fuese la vela y yo su luz, iluminando tenuemente aquél rincón del dormitorio. Allí, sí, allí escondidos en la oscura habitación, su cuerpo, el mío y el tiempo de un reloj que luchaba por detener… quizás por placer, quizás por amor. Eso algo que quizás nunca logre descubrir.
- Ahora sólo sé que soy mendigo de tus besos.- suspiré sobre su oído, aludiendo así a la pregunta que me había formulado hacía escasos segundos.
Aquello puede que hubiera sonado poético, quizás incluso falso. Pero sólo cuando lo había dicho, me percaté de la veracidad de aquellas palabras. ¿Quién era yo? Ni siquiera recordaba mi nombre, pues sus caricias, su mirada, su voz, sus besos… habían logrado sustituir todo pensamiento racional en mi cabeza y ahora sólo deseaba formar parte de Jer, quizás con la esperanza de que fuese él con quién iniciase una nueva vida, lejos de la multitud, del absurdo día a día, de todas esas cosas que perturbaban mi vida. Para estar con él y que el universo se nos quedase en un abrazo, dónde se esfumaran esas dudas y esos miedos que quedaban en mi pasado. Para estar solos, en un día sin fin, sin preocuparnos más del qué dirán, dónde durmamos abrazados y si entonces nos sorprendiese el amanecer, sabes que él está ahí, junto a mí. Cuando hay amor… ¿por qué esperar el donde o el cuándo? ¿Amor? ¿Dije amor? ¡¿Qué me ocurría?! ¡No existía el amor! ¡No para mí!
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Re: La estrella fugaz ~Jerarld Délvheen~
Los brazos de Eyra me envolvieron, y nuestros ojos se encontraron nuevamente, intentando descifrarse y leerse…
Intentando descubrir el misterio de aquel vacio que había en ambos.
Cada instante entre sus brazos hacia que desease cada vez más sentir su tacto, deseaba perderme entre sus cabellos, cerrar los ojos y poder descansar sabiendo que sus brazos cálidos me acunarían en vez de los fríos brazos de la soledad…
Mis manos se deslizaron por su espalda, rodearon su cintura y acariciaron su vientre, subiendo poco a poco para acariciar sus curvas hasta que subieron por su cuello. Tome su rostro entre mis manos, simplemente perdiéndome en la simplicidad de aquellos gestos.
Era como si de alguna forma algo me quisiese hacer entender que no había nada más que reflexionar. Me sentía desorientado y a la vez como si ya hubiese encontrado todas las respuestas, incluso a aquellas cuyas preguntas aun no me había formulado.
Roce su nariz contra la mía, aspirando su aroma y sintiendo su aliento, devoré una vez más sus labios carnosos, cálidos, tan sumamente dulces... Eyra me robaba el aliento con cada uno de sus besos y después me lo volvía a dar… Como si al fin sus labios se apiadasen de mi y me permitiesen respirar…
Ella me contemplo un instante y se mordió el labio inferior en un gesto entre inocente y tremendamente sensual y excitante…Como si ella también tuviese aquella mescla de cosas en la cabeza…como si también le estuviesen pasando un sinfín de ideas por la mente…y aquel gesto tan suyo simplemente me desarmó.
Mis brazos la tomaron de forma enérgica tumbándole nuevamente de espaldas sobre los cómodos cojines, mientras yo me situaba encima suyo, tomando sus muslos y acomodándole debajo de mi, para poder sentir al fin como mi cuerpo se acoplaba perfectamente al suyo, como si se tratasen de dos piezas hechas a medida.
Comencé a entrar en ella, deseoso por sentir que éramos al fin uno solo, notando como su cuerpo se estremecía debajo del mío ante mi contacto.
Mi corazón palpitaba con fuerza, y cada fibra de mi ser me pedía que le besara, que le embistiera, que absorbiese su sabor, que tomara su esencia, que la abrazara, que no le soltase jamás…que le amase como nunca había amado a nadie…
Y entre la desesperación y la excitación nuestros cuerpos comenzaron a seguir su propio ritmo mientras sus dedos se enredaban en mis cabellos atrayéndome más hacia ella.
Sabía que no podría dejarle marchar a partir de ahora…Ya no…
-Tu…solo tu eres la respuesta…ahora lo sé…Susurre en su oído.
Mis pensamientos me traicionaban, y decían a aquella joven lo que mi corazón sentía…Pues delante de ella ya no había secretos. Mi alma empezaba a desnudarse delante de Eyra con cada caricia que su piel daba a mi piel…Haciendome entender que ya era tarde para volver atras, que ya nada podria ser igual que antes, que ya habia caido perdidamente en el embrujo de sus ojos...
Intentando descubrir el misterio de aquel vacio que había en ambos.
Cada instante entre sus brazos hacia que desease cada vez más sentir su tacto, deseaba perderme entre sus cabellos, cerrar los ojos y poder descansar sabiendo que sus brazos cálidos me acunarían en vez de los fríos brazos de la soledad…
Mis manos se deslizaron por su espalda, rodearon su cintura y acariciaron su vientre, subiendo poco a poco para acariciar sus curvas hasta que subieron por su cuello. Tome su rostro entre mis manos, simplemente perdiéndome en la simplicidad de aquellos gestos.
Era como si de alguna forma algo me quisiese hacer entender que no había nada más que reflexionar. Me sentía desorientado y a la vez como si ya hubiese encontrado todas las respuestas, incluso a aquellas cuyas preguntas aun no me había formulado.
Roce su nariz contra la mía, aspirando su aroma y sintiendo su aliento, devoré una vez más sus labios carnosos, cálidos, tan sumamente dulces... Eyra me robaba el aliento con cada uno de sus besos y después me lo volvía a dar… Como si al fin sus labios se apiadasen de mi y me permitiesen respirar…
Ella me contemplo un instante y se mordió el labio inferior en un gesto entre inocente y tremendamente sensual y excitante…Como si ella también tuviese aquella mescla de cosas en la cabeza…como si también le estuviesen pasando un sinfín de ideas por la mente…y aquel gesto tan suyo simplemente me desarmó.
Mis brazos la tomaron de forma enérgica tumbándole nuevamente de espaldas sobre los cómodos cojines, mientras yo me situaba encima suyo, tomando sus muslos y acomodándole debajo de mi, para poder sentir al fin como mi cuerpo se acoplaba perfectamente al suyo, como si se tratasen de dos piezas hechas a medida.
Comencé a entrar en ella, deseoso por sentir que éramos al fin uno solo, notando como su cuerpo se estremecía debajo del mío ante mi contacto.
Mi corazón palpitaba con fuerza, y cada fibra de mi ser me pedía que le besara, que le embistiera, que absorbiese su sabor, que tomara su esencia, que la abrazara, que no le soltase jamás…que le amase como nunca había amado a nadie…
Y entre la desesperación y la excitación nuestros cuerpos comenzaron a seguir su propio ritmo mientras sus dedos se enredaban en mis cabellos atrayéndome más hacia ella.
Sabía que no podría dejarle marchar a partir de ahora…Ya no…
-Tu…solo tu eres la respuesta…ahora lo sé…Susurre en su oído.
Mis pensamientos me traicionaban, y decían a aquella joven lo que mi corazón sentía…Pues delante de ella ya no había secretos. Mi alma empezaba a desnudarse delante de Eyra con cada caricia que su piel daba a mi piel…Haciendome entender que ya era tarde para volver atras, que ya nada podria ser igual que antes, que ya habia caido perdidamente en el embrujo de sus ojos...
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Re: La estrella fugaz ~Jerarld Délvheen~
Creía ver el fuego ardiendo en aquellos ojos grisáceos que clavados en los míos desnudaban más allá de mi piel, mi alma, mi corazón… la Eyra que habitaba tras aquella coraza de frialdad. Él y sólo él, veía en mí aquello que la marcha de Balthazar me había arrebatado, aquella inocencia, aquél temor tan humano y a la vez tan tierno y seductor.
No sé qué vio Jer en mí, quizás mis ojos centelleaban de pasión contenida, o quizás mis labios temblaban por saciar mi boca con sus labios… quizás fue el hecho de que mi piel reclamaba sus caricias o… ¿quién sabe? La cuestión es que me tomó con fuerza, casi con necesidad, amueblándose entre mis piernas abiertas y que recibieron el suyo con un suave jadeo de placer, un placer desorbitante como nunca jamás había experimentado.
- Dios mío…- jadeé, bajando la mirada hacia aquello que me penetraba, primero poco a poco para luego tomar un ritmo vívido y constante.- Tenga piedad de mí.- reí, aludiendo al enorme tamaño de su miembro y que me arrancaba más de un gemido.
Alcé los ojos en busca de los suyos, atisbando quizás un centello de ¿vergüenza? No deseaba incomodarle con mi comentario, por lo que opté en silenciar mi voz morbosa que luchaba por hacerle saber a Jer lo buen amante que era, algo que sin duda, creí demostrarle a medida que transcurría el tiempo y el ritmo aceleraba, empañando nuestros cuerpos con un cálido sudor que impregnaba el otro con la esencia de él, de tal modo que Jer selló cada poro de mi piel con su nombre y se adueñó completamente de mi anatomía.
La danza empezaba a resultar enfermiza hasta el punto de tensar los músculos de mis muslos y piernas, dado a la excitación que ni podía ni quería ocultarle. Las yemas de mis dedos acariciaban su espalda con suavidad, más en algunas fuertes embestidas, las uñas arañaron su piel y de mi boca escapó un sonoro gemido seguido de un jadeo, yodo ello acompasado por una respiración entrecortada y el deseo de que aquella noche no viera el sol. Él se había convertido en mi sol de medianoche, en una estrella fugaz que no deseaba perder de vista, la luz de una vela que no quería que fuese consumida. Porque de algún extraño modo, él había devuelto a mi oscura y triste vida, la luz que me había sido arrebatada. Y en aquél momento, justo en ese preciso instante en el que volví a perderme en sus ojos y me bañaba en el cálido bálsamo de su boca… supe que me había enamorado de él…
No sé qué vio Jer en mí, quizás mis ojos centelleaban de pasión contenida, o quizás mis labios temblaban por saciar mi boca con sus labios… quizás fue el hecho de que mi piel reclamaba sus caricias o… ¿quién sabe? La cuestión es que me tomó con fuerza, casi con necesidad, amueblándose entre mis piernas abiertas y que recibieron el suyo con un suave jadeo de placer, un placer desorbitante como nunca jamás había experimentado.
- Dios mío…- jadeé, bajando la mirada hacia aquello que me penetraba, primero poco a poco para luego tomar un ritmo vívido y constante.- Tenga piedad de mí.- reí, aludiendo al enorme tamaño de su miembro y que me arrancaba más de un gemido.
Alcé los ojos en busca de los suyos, atisbando quizás un centello de ¿vergüenza? No deseaba incomodarle con mi comentario, por lo que opté en silenciar mi voz morbosa que luchaba por hacerle saber a Jer lo buen amante que era, algo que sin duda, creí demostrarle a medida que transcurría el tiempo y el ritmo aceleraba, empañando nuestros cuerpos con un cálido sudor que impregnaba el otro con la esencia de él, de tal modo que Jer selló cada poro de mi piel con su nombre y se adueñó completamente de mi anatomía.
La danza empezaba a resultar enfermiza hasta el punto de tensar los músculos de mis muslos y piernas, dado a la excitación que ni podía ni quería ocultarle. Las yemas de mis dedos acariciaban su espalda con suavidad, más en algunas fuertes embestidas, las uñas arañaron su piel y de mi boca escapó un sonoro gemido seguido de un jadeo, yodo ello acompasado por una respiración entrecortada y el deseo de que aquella noche no viera el sol. Él se había convertido en mi sol de medianoche, en una estrella fugaz que no deseaba perder de vista, la luz de una vela que no quería que fuese consumida. Porque de algún extraño modo, él había devuelto a mi oscura y triste vida, la luz que me había sido arrebatada. Y en aquél momento, justo en ese preciso instante en el que volví a perderme en sus ojos y me bañaba en el cálido bálsamo de su boca… supe que me había enamorado de él…
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Re: La estrella fugaz ~Jerarld Délvheen~
La luz de la luna bañaba su cuerpo perlado por el sudor, mostrando como cada una de sus curvas se fundían en cada uno de mis rincones…
Y entre la excitación y la desesperación de nuestros actos surgió algo incomprensible y totalmente absurdo.
Además de la paz que sentía ante su sola cercanía, había algo más…
Algo que ni siquiera se había pasado nunca por mi mente, y entonces temí de mis pensamientos, porque ahora solo pensaba en el amor que sentía hacia aquella joven desconocida, y no lograba entenderlo, solo sabía que la necesitaba, que tenía que tenerle cerca, que si ella no estaba me iba a faltar el aire que necesitaba para vivir…pensaba en el amor y en su infinita definición, una definición que nadie podía describir pero que yo experimentaba ahora. Que era el amor al fin y al cabo? Yo no lo había comprendido hasta esta noche y era por culpa de aquella joven que se hallaba entre mis brazos.
La noche había comenzado siendo una mentira…una constante mentira, pero se había ido transformando sin que nos diésemos cuenta, tomando un aire totalmente diferente. Volviéndose cada vez más real y más cierto. Como si el solo contacto de nuestra piel nos hubiese arrebatado ya todo atisbo de inocencia, para demostrarnos que éramos dos adultos al fin, uno delante del otro, sin nada más que su alma por ofrecer…
Su comentario me hizo sonreír, y le contemple por un momento sin esperármelo, si la noche hubiese sido más clara y la situación y la persona hubiesen sido diferentes, ella podría haber visto como un hombre adulto, hecho y derecho, se sonrojaba completamente como si no fuese más que un crio…Pero ahora era todo diferente, yo ya no podía sentir vergüenza delante de ella. Ella simplemente estaba desnudando mi alma y al parecer…aun no se asustaba de lo que estaba viendo.
-Ven conmigo… O déjame ir contigo… Déjame compartir contigo mis días y mis noches… El susurro se perdió entre nuestras respiraciones.
Una vez más mi corazón me traicionaba, haciéndome decir lo que en realidad debía de sonar totalmente absurdo para ella…Porque iba a querer ir conmigo a ninguna parte?... No habían motivos racionales para aquello, pero aun así deseaba con fervor que la noche no acabase jamás, deseaba que ella se apiadases de mí, que me dejase seguir sus pasos y velar su sueño… Quería convertirme en su guardián y poder velar así sus días y sus noches…
Nuestros cuerpos se fundían entre el placer y la lujuria de nuestras carnes, que seguían su propio ritmo frenético ante nuestros jadeos y nuestras respiraciones entrecortadas.
Sus manos aferradas a mi espalda me arañaban mientras las mías se deslizaban por el costado de sus muslos, subiendo por su cintura y luego por sus senos, para después comenzar a agarrar las sabanas de los costados con firmeza. Mi cuerpo comenzaba a tensarse cada vez más, notando como cada musculo se ponía rígido ante las embestidas cada vez más salvajes que le daba, mi corazón iba a mil por hora, y entonces note como su espalda comenzaba a arquearse ante el esfuerzo y el placer contenido de nuestros cuerpos…
El placer nos devoraba sin tener en cuenta el peligro inminente…Pues en la lejanía de aquel lugar, bajo la fría luna, un hombre llegaba bajo su capucha negra en busca de un rastro. Un hombre cuya mirada no tenía alma pero si un objetivo claro en su mente…
Y entre la excitación y la desesperación de nuestros actos surgió algo incomprensible y totalmente absurdo.
Además de la paz que sentía ante su sola cercanía, había algo más…
Algo que ni siquiera se había pasado nunca por mi mente, y entonces temí de mis pensamientos, porque ahora solo pensaba en el amor que sentía hacia aquella joven desconocida, y no lograba entenderlo, solo sabía que la necesitaba, que tenía que tenerle cerca, que si ella no estaba me iba a faltar el aire que necesitaba para vivir…pensaba en el amor y en su infinita definición, una definición que nadie podía describir pero que yo experimentaba ahora. Que era el amor al fin y al cabo? Yo no lo había comprendido hasta esta noche y era por culpa de aquella joven que se hallaba entre mis brazos.
La noche había comenzado siendo una mentira…una constante mentira, pero se había ido transformando sin que nos diésemos cuenta, tomando un aire totalmente diferente. Volviéndose cada vez más real y más cierto. Como si el solo contacto de nuestra piel nos hubiese arrebatado ya todo atisbo de inocencia, para demostrarnos que éramos dos adultos al fin, uno delante del otro, sin nada más que su alma por ofrecer…
Su comentario me hizo sonreír, y le contemple por un momento sin esperármelo, si la noche hubiese sido más clara y la situación y la persona hubiesen sido diferentes, ella podría haber visto como un hombre adulto, hecho y derecho, se sonrojaba completamente como si no fuese más que un crio…Pero ahora era todo diferente, yo ya no podía sentir vergüenza delante de ella. Ella simplemente estaba desnudando mi alma y al parecer…aun no se asustaba de lo que estaba viendo.
-Ven conmigo… O déjame ir contigo… Déjame compartir contigo mis días y mis noches… El susurro se perdió entre nuestras respiraciones.
Una vez más mi corazón me traicionaba, haciéndome decir lo que en realidad debía de sonar totalmente absurdo para ella…Porque iba a querer ir conmigo a ninguna parte?... No habían motivos racionales para aquello, pero aun así deseaba con fervor que la noche no acabase jamás, deseaba que ella se apiadases de mí, que me dejase seguir sus pasos y velar su sueño… Quería convertirme en su guardián y poder velar así sus días y sus noches…
Nuestros cuerpos se fundían entre el placer y la lujuria de nuestras carnes, que seguían su propio ritmo frenético ante nuestros jadeos y nuestras respiraciones entrecortadas.
Sus manos aferradas a mi espalda me arañaban mientras las mías se deslizaban por el costado de sus muslos, subiendo por su cintura y luego por sus senos, para después comenzar a agarrar las sabanas de los costados con firmeza. Mi cuerpo comenzaba a tensarse cada vez más, notando como cada musculo se ponía rígido ante las embestidas cada vez más salvajes que le daba, mi corazón iba a mil por hora, y entonces note como su espalda comenzaba a arquearse ante el esfuerzo y el placer contenido de nuestros cuerpos…
El placer nos devoraba sin tener en cuenta el peligro inminente…Pues en la lejanía de aquel lugar, bajo la fría luna, un hombre llegaba bajo su capucha negra en busca de un rastro. Un hombre cuya mirada no tenía alma pero si un objetivo claro en su mente…
Jerarld Délvheen- Vampiro/Realeza
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Re: La estrella fugaz ~Jerarld Délvheen~
Sus ojos posados sobre mi rostro, sus labios acariciando mi piel y su miembro luchando por alcanzar el cielo entre mis piernas. Las embestidas cada vez eran más fieras y salvajes, como si él supiera que en cualquier momento acabaría aquél delirio de una noche cualquiera y no quisiera desperdiciar ni un segundo más de tiempo, temeroso de que le apartaran del sendero de mi piel y no lograse descubrir cada espléndido rincón que esperaba impacientemente ser explorado por Jer.
Ascendí una de mis manos por su espalda hacia su cuello y sus mandíbulas, contornos de su rostro que perfilé con cuidado como si temiera que fuese a romperse por su fragilidad. Mi cuerpo temblaba ante aquella excitante y lujuriosa danza sin más música que nuestros latidos y jadeos.
- No me dejes… jamás.- suspiré, dulcificando mi mirada cuando aquella mano vagabunda acariciaba ahora su mejilla con la yema de un solo dedo, deslizándose por sus labios antes de reclamarlos con un beso voraz, desatando aquella pasión inhibida desde… ¿siempre?
Aquello era completamente absurdo. ¿Que no me dejara? Ambos sabíamos que aquella noche tenía fecha de caducidad y aun así, parecía que no queríamos darnos cuenta de ello, demasiado ofuscados con el acto amoroso en si, dejándonos la piel por el otro tan sólo por el simple placer de acariciar el paraíso con nuestras manos.
Y me moría. Las ilusiones me carcomían cruelmente por dentro mientras batallaba con ellas para que no tomaran la palabra de mis labios, para no pedir a ese hombre desconocido que me amara por siempre, que me prometiera una vida sin amaneceres que nos separasen, que me cuidara hasta mi último suspiro, que fuese mío como yo era suya ahora. Pero no quise. No quise poner voz a lo que sentía, demasiado confusa y temerosa de que aquello pudiese asustarle y decidiera abandonarme ahora, llevándose algo más que una noche de amor, más que mi aroma, más que mis besos y mis caricias, algo mucho más sagrado para mí, algo que sin duda jamás podría volver a entregar si él se convertía en mi ladrón: en el ladrón de mi corazón.
Gemí sonoramente cuando una de sus embestidas me hizo elevar sobre las sábanas, acaramelándome a su cuello para sentir la profundidad de su miembro en mi sexo, sintiendo cómo mi anatomía se desmoronaba a cada movimiento de caderas que Jer me regalaba. Aspiré su esencia como un bálsamo divino que perfumaba mi piel desnuda, siempre intentando gravar en mis retinas cada minúsculo detalle de su cuerpo, de su rostro, de su voz, de su tacto, de aquellos besos que me fundían en su ser. Los músculos se tensaron de nuevo y otro suave grito placentero escapó de mi boca antes de ser silenciado por la suya.
Sin darnos cuenta, el cabezal del lecho había empezado a ceder ante nuestra fiereza y la cama se movía peligrosamente, aunque… ¿qué importaba? Nada. Entonces supe que nada importaba: ni el destrozo del mobiliario, ni mi pasado, ni mi presente, ni el temor, ni la vergüenza… ni siquiera yo misma importaba sino estaba él a mi lado para saciar la sed de mis labios.
- Hazme tuya, Jer…- susurré antes de morder juguetona su cuello, marcándole con mis incisivos de forma traviesa e infantil, sin llegar a lastimarle.
Pero desde el principio, sabía que aquello tenía su fin. Y no se equivocó...
Ascendí una de mis manos por su espalda hacia su cuello y sus mandíbulas, contornos de su rostro que perfilé con cuidado como si temiera que fuese a romperse por su fragilidad. Mi cuerpo temblaba ante aquella excitante y lujuriosa danza sin más música que nuestros latidos y jadeos.
- No me dejes… jamás.- suspiré, dulcificando mi mirada cuando aquella mano vagabunda acariciaba ahora su mejilla con la yema de un solo dedo, deslizándose por sus labios antes de reclamarlos con un beso voraz, desatando aquella pasión inhibida desde… ¿siempre?
Aquello era completamente absurdo. ¿Que no me dejara? Ambos sabíamos que aquella noche tenía fecha de caducidad y aun así, parecía que no queríamos darnos cuenta de ello, demasiado ofuscados con el acto amoroso en si, dejándonos la piel por el otro tan sólo por el simple placer de acariciar el paraíso con nuestras manos.
Y me moría. Las ilusiones me carcomían cruelmente por dentro mientras batallaba con ellas para que no tomaran la palabra de mis labios, para no pedir a ese hombre desconocido que me amara por siempre, que me prometiera una vida sin amaneceres que nos separasen, que me cuidara hasta mi último suspiro, que fuese mío como yo era suya ahora. Pero no quise. No quise poner voz a lo que sentía, demasiado confusa y temerosa de que aquello pudiese asustarle y decidiera abandonarme ahora, llevándose algo más que una noche de amor, más que mi aroma, más que mis besos y mis caricias, algo mucho más sagrado para mí, algo que sin duda jamás podría volver a entregar si él se convertía en mi ladrón: en el ladrón de mi corazón.
Gemí sonoramente cuando una de sus embestidas me hizo elevar sobre las sábanas, acaramelándome a su cuello para sentir la profundidad de su miembro en mi sexo, sintiendo cómo mi anatomía se desmoronaba a cada movimiento de caderas que Jer me regalaba. Aspiré su esencia como un bálsamo divino que perfumaba mi piel desnuda, siempre intentando gravar en mis retinas cada minúsculo detalle de su cuerpo, de su rostro, de su voz, de su tacto, de aquellos besos que me fundían en su ser. Los músculos se tensaron de nuevo y otro suave grito placentero escapó de mi boca antes de ser silenciado por la suya.
Sin darnos cuenta, el cabezal del lecho había empezado a ceder ante nuestra fiereza y la cama se movía peligrosamente, aunque… ¿qué importaba? Nada. Entonces supe que nada importaba: ni el destrozo del mobiliario, ni mi pasado, ni mi presente, ni el temor, ni la vergüenza… ni siquiera yo misma importaba sino estaba él a mi lado para saciar la sed de mis labios.
- Hazme tuya, Jer…- susurré antes de morder juguetona su cuello, marcándole con mis incisivos de forma traviesa e infantil, sin llegar a lastimarle.
Pero desde el principio, sabía que aquello tenía su fin. Y no se equivocó...
Arlette- Vampiro Clase Baja
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Re: La estrella fugaz ~Jerarld Délvheen~
Sus gemidos me estremecían y excitaban, pues su voz se clavaba en mi ser con fuerza, al igual que sus caricias y sus besos exquisitos, siempre demasiado breves para mi…
Mis manos acariciaron sus manos y nuestros dedos se entrelazaron fuertemente, apretándose y necesitándose, como si incluso nuestros cuerpos quisiesen acoplarse aun más.
Bese sus labios entreabiertos saboreando su piel, jugueteando con su lengua y con la humedad de su boca. Sintiendo mi respiración cada vez mas entrecortada por el placer de aquel momento que compartíamos.
Solté sus manos y rodeando su cuerpo con mis brazos me gire con ella en la cama, dejándola encima de mí, apoyando mis manos sobre sus caderas para ayudarle a seguir con aquel ritmo frenético. Mientras ella se apoyaba sobre mi pecho acomodándose encima mío, note como mi espalda se arqueaba ante la tensión contenida, ella irguiendose sobre mi extendió su cabeza hacia atrás dejando que sus largos cabellos cayesen sobre sus curvas dandole un aire salvaje, dejándome ver su cuerpo empapado en sudor bajo la suave luz que las estrellas nos brindaban.
Noté como ya casi ni respiraba, simplemente no podía, nuestros gemidos aumentaron considerablemente ante la tensión de cada uno de nuestros músculos, que se mantenían rígidos y expectantes hasta que ambos comenzamos a llegar al clímax.
Su cuerpo se estremeció cuando mis fluidos entraron en ella inundándola y dejando mi marca en sus entrañas. Su cuerpo agitado y aun en un movimiento frenetico se dejaba llenar por mí esencia que ahora era suya y nada más que suya.
Y entre aquella espiral de sensaciones nos dejamos llevar por el delirio, la lujuria, el calor, la pasión y el placer de aquel momento sin concentrarnos en nada más….
Su cuerpo cayó sobre mi pecho, exhausto, mientras ambos intentábamos recobrar el aliento realmente cansados.
Aparté los cabellos que caian por su rostro y acercandole a mi bese sus labios carmesies con mas calma y le envolví con mis brazos abrigandole.
Ella se acomodo a mi lado, rozando mi nariz contra la suya. Nuestros ojos se encontraron, y yo me deje caer en la profundidad de su mirada intensa. Acaricie su mejilla y deje mi mano allí sobre su rostro, simplemente percatándome de que era real y no una ilusión que iba a desaparecer, nos sonreimos en silencio aun intentabamos respirar con normalidad.
-Este encuentro…no ha sido una casualidad y tú lo sabes… Sabes que esta noche no ha sido una noche más… No sabía de dónde salían mis palabras, pero eran las más sinceras que había dicho en mi vida. Algo me decía que era el destino, que él nos había juntado, no había otra explicación.
-Te necesito…Sonreí al comprender lo absurdo que sonaría todo, pero algo me decía que ella también pensaba lo mismo, había surgido una chispa, habia una conexión entre ambos y aquello no lo podiamos negar, era como si hubiesemos descubierto al fin al dueño de nuestras almas.
…Ven conmigo Eyra…Acompañame en mi camino, quédate a mi lado…Quiero compartir mis días contigo… Solo piénsalo… Podía ver mi en sus ojos el mismo vacio que habitaba en los míos, y sabia que ambos podíamos llenarlo y curar las heridas que aun nos seguían y nos atormentaban…Solo teníamos que desearlo, y aquel extraño sueño podría hacerse realidad.
Le acomode entre mis brazos y contemple como sus ojos comenzaban a cerrarse con una dulce sonrisa entre sus labios. No necesitaba que me respondiese, solo me bastaba su compañía y poder contemplarla sin más…Podría pasar mi vida entera velando por su sueño…Aunque ella nunca aceptase que yo le acompañase...
Eyra se durmió al fin y yo cerré los ojos, descansando junto a ella. Pero pasaron pocos minutos y algo me despertó, note que mi corazón se disparaba sin entender yo el porqué, sentí angustia y quitando poco a poco mis brazos del cuerpo de Eyra le tape con las sabanas y con las mantas pues comenzaba a refrescar. Me puse de pie y tomando mi camisa y mis pantalones me los puse, pues el frio se colaba ahora por la ventana.
Me levante mientras frotaba mis manos intentando entrar en calor. Y camine hacia las cortinas que ondulaban, cerré los ventanales y mire un instante el paisaje verde, tan tranquilo y calmado.
-Islandia…susurre en voz baja. Jamás imagine que estas tierras me darían todo lo que me estaban dando. Sonreí al pensar en aquella estrella fugaz, quizás su brillo nos había brindado un poco de magia en esta extraña noche.
Gire mi rostro para mirar a Eyra, estaba dispuesto a volver a su lado en la cama para seguir durmiendo, pero entonces vi algo que jamás imagine.
Un hombre descansaba junto a Eyra Acariciando su mejilla y bajando sus dedos por su cuello y sus hombros desnudos, contemplándola con una sonrisa de medio lado. un hombre cuyos ojos verdes como la esmeralda ocultaban todo atisbo de humanidad. Su rostro pálido, anguloso y perfectamente esculpido como si de una obra escultórica se tratase, quedaba ligeramente oculto tras una larga y lisa cabellera negra.
-Que niña tan dulce…Es una lástima que sus sueños empiecen a ser pesadillas…Eyra se removió y comenzó a quejarse. Como si algo la incomodase mientras dormia.
No pude evitar dar un salto mientras retrocedia, tirando algunos objetos de la mesita de noche que habia atras de mi. Le contemplé atonito, como habia entrado? en que momento? yo no habia sentido nada, no habia escuchado nada y aquello era imposible! Senti como mi corazón se encogia y daba un brinco a la vez, palpitando con fuerza por el susto de ver a aquel hombre.
Como has entrado? Que haces aquí!? Aléjate de ella! Dije amenazadoramente acercándome, pero de pronto mis pies no se movieron, quise caminar y no pude, quise moverme y no podía, me había quedado rígido como una estatua, que estaba pasando?
Contemple con horror la sonrisa triunfadora de Démian, porque de alguna forma me hacia entender que era obra de él, pero porque? Como hacia aquello? Quien era realmente?
Le había conocido en Paris hacia unos años y a pesar de que al principio su compañía me habría agradado e intrigado muchísimo, con el tiempo algo en él comenzó a asustarme, me sentía confuso y desorientado ante su presencia, como si el tiempo se detuviese cuando le acompañaba. A veces ni siquiera recordaba que hacía y donde me encontraba… además tampoco entendía porque siempre estaba cerca mío. Daba igual que me fuese al otro lado del mundo, él estaba allí…
Démian acerco su rostro hacia el de Eyra y olfateo sus cabellos, como si quisiese degustar algo mientras ella se removia inquieta entre las sabanas…
-Basta!! aléjate de ella!!! Grite indignado,sintiendo como un nudo se formaba en mi estomago de solo apreciar su rostro tan cerca del de ella…Que le estaba haciendo?...Fuese lo que fuese solo Eyra lo podría saber con certeza…
Mis manos acariciaron sus manos y nuestros dedos se entrelazaron fuertemente, apretándose y necesitándose, como si incluso nuestros cuerpos quisiesen acoplarse aun más.
Bese sus labios entreabiertos saboreando su piel, jugueteando con su lengua y con la humedad de su boca. Sintiendo mi respiración cada vez mas entrecortada por el placer de aquel momento que compartíamos.
Solté sus manos y rodeando su cuerpo con mis brazos me gire con ella en la cama, dejándola encima de mí, apoyando mis manos sobre sus caderas para ayudarle a seguir con aquel ritmo frenético. Mientras ella se apoyaba sobre mi pecho acomodándose encima mío, note como mi espalda se arqueaba ante la tensión contenida, ella irguiendose sobre mi extendió su cabeza hacia atrás dejando que sus largos cabellos cayesen sobre sus curvas dandole un aire salvaje, dejándome ver su cuerpo empapado en sudor bajo la suave luz que las estrellas nos brindaban.
Noté como ya casi ni respiraba, simplemente no podía, nuestros gemidos aumentaron considerablemente ante la tensión de cada uno de nuestros músculos, que se mantenían rígidos y expectantes hasta que ambos comenzamos a llegar al clímax.
Su cuerpo se estremeció cuando mis fluidos entraron en ella inundándola y dejando mi marca en sus entrañas. Su cuerpo agitado y aun en un movimiento frenetico se dejaba llenar por mí esencia que ahora era suya y nada más que suya.
Y entre aquella espiral de sensaciones nos dejamos llevar por el delirio, la lujuria, el calor, la pasión y el placer de aquel momento sin concentrarnos en nada más….
Su cuerpo cayó sobre mi pecho, exhausto, mientras ambos intentábamos recobrar el aliento realmente cansados.
Aparté los cabellos que caian por su rostro y acercandole a mi bese sus labios carmesies con mas calma y le envolví con mis brazos abrigandole.
Ella se acomodo a mi lado, rozando mi nariz contra la suya. Nuestros ojos se encontraron, y yo me deje caer en la profundidad de su mirada intensa. Acaricie su mejilla y deje mi mano allí sobre su rostro, simplemente percatándome de que era real y no una ilusión que iba a desaparecer, nos sonreimos en silencio aun intentabamos respirar con normalidad.
-Este encuentro…no ha sido una casualidad y tú lo sabes… Sabes que esta noche no ha sido una noche más… No sabía de dónde salían mis palabras, pero eran las más sinceras que había dicho en mi vida. Algo me decía que era el destino, que él nos había juntado, no había otra explicación.
-Te necesito…Sonreí al comprender lo absurdo que sonaría todo, pero algo me decía que ella también pensaba lo mismo, había surgido una chispa, habia una conexión entre ambos y aquello no lo podiamos negar, era como si hubiesemos descubierto al fin al dueño de nuestras almas.
…Ven conmigo Eyra…Acompañame en mi camino, quédate a mi lado…Quiero compartir mis días contigo… Solo piénsalo… Podía ver mi en sus ojos el mismo vacio que habitaba en los míos, y sabia que ambos podíamos llenarlo y curar las heridas que aun nos seguían y nos atormentaban…Solo teníamos que desearlo, y aquel extraño sueño podría hacerse realidad.
Le acomode entre mis brazos y contemple como sus ojos comenzaban a cerrarse con una dulce sonrisa entre sus labios. No necesitaba que me respondiese, solo me bastaba su compañía y poder contemplarla sin más…Podría pasar mi vida entera velando por su sueño…Aunque ella nunca aceptase que yo le acompañase...
Eyra se durmió al fin y yo cerré los ojos, descansando junto a ella. Pero pasaron pocos minutos y algo me despertó, note que mi corazón se disparaba sin entender yo el porqué, sentí angustia y quitando poco a poco mis brazos del cuerpo de Eyra le tape con las sabanas y con las mantas pues comenzaba a refrescar. Me puse de pie y tomando mi camisa y mis pantalones me los puse, pues el frio se colaba ahora por la ventana.
Me levante mientras frotaba mis manos intentando entrar en calor. Y camine hacia las cortinas que ondulaban, cerré los ventanales y mire un instante el paisaje verde, tan tranquilo y calmado.
-Islandia…susurre en voz baja. Jamás imagine que estas tierras me darían todo lo que me estaban dando. Sonreí al pensar en aquella estrella fugaz, quizás su brillo nos había brindado un poco de magia en esta extraña noche.
Gire mi rostro para mirar a Eyra, estaba dispuesto a volver a su lado en la cama para seguir durmiendo, pero entonces vi algo que jamás imagine.
Un hombre descansaba junto a Eyra Acariciando su mejilla y bajando sus dedos por su cuello y sus hombros desnudos, contemplándola con una sonrisa de medio lado. un hombre cuyos ojos verdes como la esmeralda ocultaban todo atisbo de humanidad. Su rostro pálido, anguloso y perfectamente esculpido como si de una obra escultórica se tratase, quedaba ligeramente oculto tras una larga y lisa cabellera negra.
-Que niña tan dulce…Es una lástima que sus sueños empiecen a ser pesadillas…Eyra se removió y comenzó a quejarse. Como si algo la incomodase mientras dormia.
No pude evitar dar un salto mientras retrocedia, tirando algunos objetos de la mesita de noche que habia atras de mi. Le contemplé atonito, como habia entrado? en que momento? yo no habia sentido nada, no habia escuchado nada y aquello era imposible! Senti como mi corazón se encogia y daba un brinco a la vez, palpitando con fuerza por el susto de ver a aquel hombre.
Como has entrado? Que haces aquí!? Aléjate de ella! Dije amenazadoramente acercándome, pero de pronto mis pies no se movieron, quise caminar y no pude, quise moverme y no podía, me había quedado rígido como una estatua, que estaba pasando?
Contemple con horror la sonrisa triunfadora de Démian, porque de alguna forma me hacia entender que era obra de él, pero porque? Como hacia aquello? Quien era realmente?
Le había conocido en Paris hacia unos años y a pesar de que al principio su compañía me habría agradado e intrigado muchísimo, con el tiempo algo en él comenzó a asustarme, me sentía confuso y desorientado ante su presencia, como si el tiempo se detuviese cuando le acompañaba. A veces ni siquiera recordaba que hacía y donde me encontraba… además tampoco entendía porque siempre estaba cerca mío. Daba igual que me fuese al otro lado del mundo, él estaba allí…
Démian acerco su rostro hacia el de Eyra y olfateo sus cabellos, como si quisiese degustar algo mientras ella se removia inquieta entre las sabanas…
-Basta!! aléjate de ella!!! Grite indignado,sintiendo como un nudo se formaba en mi estomago de solo apreciar su rostro tan cerca del de ella…Que le estaba haciendo?...Fuese lo que fuese solo Eyra lo podría saber con certeza…
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Re: La estrella fugaz ~Jerarld Délvheen~
No recuerdo cuando me dormí. Sólo recuerdo que fue un sueño extraño, nubloso y oscuro, e incluso frío como si estuviese envuelta en una sábana de hielo. No obstante… ¿cómo olvidarlo?
- Te necesito.- aseguró él, con una sonrisa que de pronto iluminó la escena y pude al fin fijarme en sus ojos, unos ojos verdes que centelleaban de lujuria, de deseo e incluso de… ¿maldad?- Ven conmigo Eyra…Acompañame en mi camino, quédate a mi lado…Quiero compartir mis días contigo… Solo piénsalo.
Envolví su cuerpo desnudo entre mis brazos y aparté un mechón de su largo cabello azabache, tan liso y suave como un pétalo de flor.
- Hasta el fin del mundo.- le prometí con un suspiro, antes de besar sus finos labios gélidos como el mármol y acercarme a su pétreo cuerpo.
- Démian… te anhelo… te... amo.
El joven pareció sonreírme mientras me abrazaba y acariciaba mis cabellos, aprovechando el momento para olisquear su fresco aroma…
Abrí los ojos con el pulso desorbitado y mi cuerpo impregnado de frío sudor. Jadeé unos momentos y miré a mi alrededor, buscando a mi amante, al hombre que me había robado el corazón y el alma, el causante de que volviera a ilusionarme con la vida y el amor. Pero no estaba allí, no en aquél habitáculo, no en mi dormitorio, no junto a mí. ¿Lo habría soñado? No… todavía había sido demasiado real… seguía desnuda y… bueno, estaba claro que aquella noche me había entregado. Pero… ¿a quién? Me puse en pie y tambaleándome algo mareada, llegué al alféizar de la ventana abierta, una ventana que soplaba gélido viento matinal que congelaba mi piel descubierta. No la cerré, por lo contrario, me asomé a ella y con voz trémula y mi pecho oprimido como si quisieran hacer zumo de corazón, me aventuré a gritar su nombre, esperanzada de que reapareciera en mi vida.
- Démian.
Pero no lo hizo. Y a partir de aquí, mi vida humana fue un completo torbellino de desolación y en el que desembocó en mi decisión de convertirme en inmortal. Después, por supuesto, de dar a luz a Zéphyr.
- Te necesito.- aseguró él, con una sonrisa que de pronto iluminó la escena y pude al fin fijarme en sus ojos, unos ojos verdes que centelleaban de lujuria, de deseo e incluso de… ¿maldad?- Ven conmigo Eyra…Acompañame en mi camino, quédate a mi lado…Quiero compartir mis días contigo… Solo piénsalo.
Envolví su cuerpo desnudo entre mis brazos y aparté un mechón de su largo cabello azabache, tan liso y suave como un pétalo de flor.
- Hasta el fin del mundo.- le prometí con un suspiro, antes de besar sus finos labios gélidos como el mármol y acercarme a su pétreo cuerpo.
- Démian… te anhelo… te... amo.
El joven pareció sonreírme mientras me abrazaba y acariciaba mis cabellos, aprovechando el momento para olisquear su fresco aroma…
Abrí los ojos con el pulso desorbitado y mi cuerpo impregnado de frío sudor. Jadeé unos momentos y miré a mi alrededor, buscando a mi amante, al hombre que me había robado el corazón y el alma, el causante de que volviera a ilusionarme con la vida y el amor. Pero no estaba allí, no en aquél habitáculo, no en mi dormitorio, no junto a mí. ¿Lo habría soñado? No… todavía había sido demasiado real… seguía desnuda y… bueno, estaba claro que aquella noche me había entregado. Pero… ¿a quién? Me puse en pie y tambaleándome algo mareada, llegué al alféizar de la ventana abierta, una ventana que soplaba gélido viento matinal que congelaba mi piel descubierta. No la cerré, por lo contrario, me asomé a ella y con voz trémula y mi pecho oprimido como si quisieran hacer zumo de corazón, me aventuré a gritar su nombre, esperanzada de que reapareciera en mi vida.
- Démian.
Pero no lo hizo. Y a partir de aquí, mi vida humana fue un completo torbellino de desolación y en el que desembocó en mi decisión de convertirme en inmortal. Después, por supuesto, de dar a luz a Zéphyr.
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Re: La estrella fugaz ~Jerarld Délvheen~
…Se puso en pie con suma elegancia. Como si ni siquiera sus pasos le pesaran…
Su cuerpo ágil y atlético se movió con elegancia hacia mí, mientras su rostro se ocultaba entre las sombras de su propio cabello.
Los pasos extremadamente sigilosos de Démian, más propios de una sombra que de un hombre, mostraron como su cuerpo se erguía mostrando a un hombre delgado pero cuya sola presencia era imponente.
La suave luz de la luna ilumino su piel similar al mármol, y aquellos ojos verdes y brillantes parecieron centellear aun más mientras sus pasos silenciosos le acercaban hacia mí.
Intente retroceder pero aun seguía rígido. Sentí como mi respiración se agitaba. Aquel hombre realmente parecía de otro mundo, era como si fuese un fantasma, su piel pálida, sus ojos fríos, su cabello largo que se mecía con suavidad bajo aquellos angulosos rasgos, incluso su cuerpo, sus vestiduras, y su belleza, eran las de un hombre realmente hermoso, todo él parecía algo demasiado sobrenatural para existir de verdad.
-Porque estas aquí?...Pregunte mientras intentaba descifrar lo indescifrable en su mirada.
-…Lo sabes perfectamente…oh meine klein marionette…su voz era fría, pero aun así me hablaba con cierto atisbo de ternura, como si quisiera que me fiase de él.
Sus largos y fríos dedos tomaron mi mentón y sus ojos se clavaron en los míos como si estuviese analizándome, siempre con una sonrisa de medio lado, una sonrisa demencial y terrorífica que le hacia parecer aun mas misterioso y amenazador.
Gire el rostro, pues su tacto frió era incomodo para mi. Aquel hombre me había interesado en un primer momento, pues parecía tener un aura que incitaba a acercarse, pero después hubo algo en el que me asusto, y a mí nunca me había asustado nadie. Ni siquiera mi tío, un hombre que me maltrato de todas las formas posibles, simplemente le odiaba, pero Démian era diferente, a el no le odiaba, a él le temía, como si a su lado todas mis pesadillas se pudiesen hacer realidad.
-No...No me toques…Quería decir que me dejase en paz. Que se alejase de mi, que no queria volver a verle. Que no le soportaba. Pero las palabras me traicionaron ante tal situación.
Sus dientes chocaron y rechinaron como si hubiese adivinado mi pensamiento, y su sonrisa desapareció demostrando al fin el verdadero aspecto de su dueño. Entrecerró los ojos y aun sosteniendo mi menton me hizo girar el rostro hacia él mientras se acercaba amenazadoramente hacia mi.
-No tolerare esta conducta por tu parte. Así que será mejor que colabores…No recuerdas lo que paso la ultima vez que me..”Respondiste” pequeño?...Le mire sin comprender, hasta que de pronto un sin fin de imágenes y recuerdos vinieron a mi mente. Recordaba un intenso dolor. Como si estuviesen aplicándome una descarga eléctrica en cada fibra de mi cuerpo. Pero no era solo eso. Había mas…mucho mas….era como si de pronto empezase a recordar cosas del pasado, de mucho tiempo atrás, había un sin fin de paisajes nocturnos de diferentes países y el estaba siempre allí conmigo, pero yo no era la misma persona, ni mis vestiduras, ni la forma de comportarme eran mías, yo era despiadado y disfrutaba cuando el hacia daño a otros...Como si me hubiesen lavado por completo el cerebro. las imágenes pasaban rápido pero siempre habían imágenes similares, mis manos siempre acaban manchadas de sangre, como si hubiese sido yo el que había acabado con las vidas de aquellos extraños de esas escenas…Como si hubiese sido yo…Había sido yo! Yo había matado! Yo había disfrutado con ello! e incluso había presenciado como el bebía…y ante mi total asombro y desconcierto recordé como el bebía de mi y también de la sangre de otros! Mire sus ojos con autentico pánico. Ese hombre era un….
-Suéltame!!! Basta!!! Yo no….!!! Sus ojos miraron fijamente los míos y entonces comencé a olvidar lo que decía, mi mente volvió a verse totalmente en blanco. Y ya no había ni dolor, ni recuerdos, ni alegría, ni tristeza. Ya no había nada. Absolutamente nada…Solo estábamos él y yo. Y yo tenia que ir con él, necesitaba ir con él, sino no podría…simplemente no podría seguir viviendo, le necesitaba como si fuese el oxigeno.
Su sonrisa maliciosa volvió a su rostro y el se acerco aun mas a mi susurrando en mi oído, preguntando con falsa preocupación.
-Te encuentras bien pequeño?...mi cuerpo dejo de estar rígido y pude volver a moverme con naturalidad.
Démian se alejo mientras deslizaba sus dedos por mi mejilla y por mis labios. Tomando un poco de distancia delante de mi.
-Mein Herr…dije mientras posaba mi mano derecha sobre mi pecho e inclinaba la cabeza cerrando los ojos, hice una ligera reverencia ante aquel hombre. Él sonrió complacido y caminó hacia la salida conmigo detrás, sin tener que decir nada mas.
Yo le seguí porque debía hacerlo mi vida dependía de ello, pero antes de salir de aquella habitación mire un momento a la extraña que dormía sobre aquel lecho.
-Quien es ella pequeño? Le conoces? Pregunto mi amo sin mirar atrás, simplemente sonriendo atrás de aquellos cabellos que siempre ocultaban su rostro,disfrutando con la escena. Yo contemple a aquella mujer y parpadee unos instantes, mire mi mano derecha que me dolía, como si hubiese estado relacionado, pero no había nada, ni un recuerdo que indicase que le conocía de algo.
-Nadie. Ella no es nadie mein herr…yo no le conozco, no significa nada para mi...
Aquella noche mis pasos me llevaron lejos de aquel lugar, salimos de aquella habitación, de aquel hostal, de aquel pueblo, de aquel país…Démian me llevo consigo a un sinfín de lugares, donde sus atrocidades seguían teniendo lugar ante mi atenta mirada que admiraba cada una de sus acciones.
Yo nunca más recordé aquella noche. La única noche que había significado algo para mi, que me había devuelto el sentido, y las ganas de seguir viviendo y luchando por algo y por alguien. Ya no estaban, se habían ido sin más.
Recuerdos desterrados de mi mente que nunca mas asomaron en mi memoria, salvo en pequeños lapsus de las historias de mis libros…que yo simplemente pensaba que eran fantasía… Y así pasaron los años sin que yo nunca supiese la gran verdad de aquella joven, ni tampoco que sus entrañas se habían llevado algo mío aquella noche, el destino otra vez jugaba con nosotros como si fuésemos pequeños títeres…y así pasaron largos años... Hasta que todo volvió a empezar una vez mas…
Su cuerpo ágil y atlético se movió con elegancia hacia mí, mientras su rostro se ocultaba entre las sombras de su propio cabello.
Los pasos extremadamente sigilosos de Démian, más propios de una sombra que de un hombre, mostraron como su cuerpo se erguía mostrando a un hombre delgado pero cuya sola presencia era imponente.
La suave luz de la luna ilumino su piel similar al mármol, y aquellos ojos verdes y brillantes parecieron centellear aun más mientras sus pasos silenciosos le acercaban hacia mí.
Intente retroceder pero aun seguía rígido. Sentí como mi respiración se agitaba. Aquel hombre realmente parecía de otro mundo, era como si fuese un fantasma, su piel pálida, sus ojos fríos, su cabello largo que se mecía con suavidad bajo aquellos angulosos rasgos, incluso su cuerpo, sus vestiduras, y su belleza, eran las de un hombre realmente hermoso, todo él parecía algo demasiado sobrenatural para existir de verdad.
-Porque estas aquí?...Pregunte mientras intentaba descifrar lo indescifrable en su mirada.
-…Lo sabes perfectamente…oh meine klein marionette…su voz era fría, pero aun así me hablaba con cierto atisbo de ternura, como si quisiera que me fiase de él.
Sus largos y fríos dedos tomaron mi mentón y sus ojos se clavaron en los míos como si estuviese analizándome, siempre con una sonrisa de medio lado, una sonrisa demencial y terrorífica que le hacia parecer aun mas misterioso y amenazador.
Gire el rostro, pues su tacto frió era incomodo para mi. Aquel hombre me había interesado en un primer momento, pues parecía tener un aura que incitaba a acercarse, pero después hubo algo en el que me asusto, y a mí nunca me había asustado nadie. Ni siquiera mi tío, un hombre que me maltrato de todas las formas posibles, simplemente le odiaba, pero Démian era diferente, a el no le odiaba, a él le temía, como si a su lado todas mis pesadillas se pudiesen hacer realidad.
-No...No me toques…Quería decir que me dejase en paz. Que se alejase de mi, que no queria volver a verle. Que no le soportaba. Pero las palabras me traicionaron ante tal situación.
Sus dientes chocaron y rechinaron como si hubiese adivinado mi pensamiento, y su sonrisa desapareció demostrando al fin el verdadero aspecto de su dueño. Entrecerró los ojos y aun sosteniendo mi menton me hizo girar el rostro hacia él mientras se acercaba amenazadoramente hacia mi.
-No tolerare esta conducta por tu parte. Así que será mejor que colabores…No recuerdas lo que paso la ultima vez que me..”Respondiste” pequeño?...Le mire sin comprender, hasta que de pronto un sin fin de imágenes y recuerdos vinieron a mi mente. Recordaba un intenso dolor. Como si estuviesen aplicándome una descarga eléctrica en cada fibra de mi cuerpo. Pero no era solo eso. Había mas…mucho mas….era como si de pronto empezase a recordar cosas del pasado, de mucho tiempo atrás, había un sin fin de paisajes nocturnos de diferentes países y el estaba siempre allí conmigo, pero yo no era la misma persona, ni mis vestiduras, ni la forma de comportarme eran mías, yo era despiadado y disfrutaba cuando el hacia daño a otros...Como si me hubiesen lavado por completo el cerebro. las imágenes pasaban rápido pero siempre habían imágenes similares, mis manos siempre acaban manchadas de sangre, como si hubiese sido yo el que había acabado con las vidas de aquellos extraños de esas escenas…Como si hubiese sido yo…Había sido yo! Yo había matado! Yo había disfrutado con ello! e incluso había presenciado como el bebía…y ante mi total asombro y desconcierto recordé como el bebía de mi y también de la sangre de otros! Mire sus ojos con autentico pánico. Ese hombre era un….
-Suéltame!!! Basta!!! Yo no….!!! Sus ojos miraron fijamente los míos y entonces comencé a olvidar lo que decía, mi mente volvió a verse totalmente en blanco. Y ya no había ni dolor, ni recuerdos, ni alegría, ni tristeza. Ya no había nada. Absolutamente nada…Solo estábamos él y yo. Y yo tenia que ir con él, necesitaba ir con él, sino no podría…simplemente no podría seguir viviendo, le necesitaba como si fuese el oxigeno.
Su sonrisa maliciosa volvió a su rostro y el se acerco aun mas a mi susurrando en mi oído, preguntando con falsa preocupación.
-Te encuentras bien pequeño?...mi cuerpo dejo de estar rígido y pude volver a moverme con naturalidad.
Démian se alejo mientras deslizaba sus dedos por mi mejilla y por mis labios. Tomando un poco de distancia delante de mi.
-Mein Herr…dije mientras posaba mi mano derecha sobre mi pecho e inclinaba la cabeza cerrando los ojos, hice una ligera reverencia ante aquel hombre. Él sonrió complacido y caminó hacia la salida conmigo detrás, sin tener que decir nada mas.
Yo le seguí porque debía hacerlo mi vida dependía de ello, pero antes de salir de aquella habitación mire un momento a la extraña que dormía sobre aquel lecho.
-Quien es ella pequeño? Le conoces? Pregunto mi amo sin mirar atrás, simplemente sonriendo atrás de aquellos cabellos que siempre ocultaban su rostro,disfrutando con la escena. Yo contemple a aquella mujer y parpadee unos instantes, mire mi mano derecha que me dolía, como si hubiese estado relacionado, pero no había nada, ni un recuerdo que indicase que le conocía de algo.
-Nadie. Ella no es nadie mein herr…yo no le conozco, no significa nada para mi...
Aquella noche mis pasos me llevaron lejos de aquel lugar, salimos de aquella habitación, de aquel hostal, de aquel pueblo, de aquel país…Démian me llevo consigo a un sinfín de lugares, donde sus atrocidades seguían teniendo lugar ante mi atenta mirada que admiraba cada una de sus acciones.
Yo nunca más recordé aquella noche. La única noche que había significado algo para mi, que me había devuelto el sentido, y las ganas de seguir viviendo y luchando por algo y por alguien. Ya no estaban, se habían ido sin más.
Recuerdos desterrados de mi mente que nunca mas asomaron en mi memoria, salvo en pequeños lapsus de las historias de mis libros…que yo simplemente pensaba que eran fantasía… Y así pasaron los años sin que yo nunca supiese la gran verdad de aquella joven, ni tampoco que sus entrañas se habían llevado algo mío aquella noche, el destino otra vez jugaba con nosotros como si fuésemos pequeños títeres…y así pasaron largos años... Hasta que todo volvió a empezar una vez mas…
Jerarld Délvheen- Vampiro/Realeza
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