AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Días de lluvia || Libre
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Días de lluvia || Libre
"El infierno está vacío.
Todos los demonios están aquí"
- W. Shakespeare.
Todos los demonios están aquí"
- W. Shakespeare.
Todos tenemos escondites. Incluso en nuestra mente escondemos unas ideas de otras, ocultamos pensamientos y palabras a los que nos rodean, a la humanidad para no espantarlos por los pensamientos tan distorsionados o diferentes que llegamos a tener. Esa es la vida de la chica, de esa pelinegra. Una búsqueda constante de un escondite donde nadie pueda llegar, donde nadie pueda atravesar, donde nadie pueda encontrarla, descubrirla y recordarle esos momentos tan dolorosos de una realidad que tuvo mucho tiempo atrás, que la atormenta día con día.
¿Alguna vez le has tenido miedo a algo? ¿A alguien? ¿Cuántas veces has deseado escapar de eso? ¿Esconderte y que no puedan verte? ¿Cuántas lagrimas has derramado por causas injustas? ¿Qué fue la pureza de tu alma que han arrancado? Todo es complicado, todo es difícil, solo aquellos que tienen la fortuna de ser protegidos, vigilados y salvados de las garras de la oscuridad son los que pueden vivir esta vida llena de alegrías. Las riquezas siempre ayuda a poder formar murallas para no ser destrozado, sin embargo es un arma de doble filo, el dinero llama ambiciones, llama malos momentos, llama envidias, de igual manera que la belleza natural. Todo eso se vuelve un tormento cuando quieren arrebatártelo, cuando el poder ciega a las personas. Si eres alguien poderoso ten cuidado que tu vida puede peligrar, si eres inteligente lucha, vence y después busca ese escondite para perderte de la realidad, llévate a quien desees en medio de ese camino, comparte tus secretos con aquellos que valen la pena, sonríe porque lo necesitas, resguárdate para que seguir viviendo. - “Levana sal de tu escondite, el clima empeora, busca un refugio este ya no es el correcto, puedes lastimarte, puedes padecer.” -
Después de tanto pensamiento confuso, esa voz en su cabeza la invitó a salir de ahí. Era bastante raro en realidad que la intentara proteger cuando lo que más deseaba es que ella se tirara de algún acantilado. Si la salvaba era porque tenia otros planes para ella. Le servía ¿Verdad?
Estaba recostada en medio del prado, ese era su escondite, Callum, aquel joven rubio medio maniático era el único que había logrado llegar ahí. La chica había visto en sus ojos dolor al igual que los suyos, pero sobre todo bondad, paz y seguridad. Disfrutaba de los día soleados pues creía que los rayos del sol, algo tan natural, tan puro, le ayudarían a poder volver a tomar confianza de si misma, le ayudarían a olvidar aquel día. Lamentablemente aquel día se estaba volviendo gris, todas las nubes que estaban encima de ella habían tomado un tono tan lastimero y oscuro como su interior. Observó por un tiempo más el cielo haciendo una mueca ligera por aquello que estaba pasando. ¿En que momento el clima era tan traicionero como los seres humanos? No subestimes a la madre naturaleza dicen por ahí, era cierto tal vez que por confiar que sus rayos del sol la purificarían, había destrozado el día dejando la huella de su oscuridad. - “Nadie estará feliz en tu nación hasta no verte muerta, no temas pequeña te cuidaré, me sirves”. - La voz había vuelto a aparecer en su interior, sembrando dolor, intriga pero también dejando en claro que la cuidaría ¿Bastante contradictorio no es así? Eso era solo el principio para que su demencia empezará a crecer.
Avanzó por la colina encima de “Blanco” su fiel acompañante. A su lado estaba Ronnie, nunca se separaba del caballo pues le gustaba cuidarlo, era su trabajo especial, al menos eso en su vida lo quería hacer bien; pronto llegaron a los establos y los resguardó, sin embargo no quería volver a casa, mucho menos ir a casa de sus tíos. Eran buenas personas, las únicas que habían amado a la jovencita sin importar sus imperfecciones, sus manías raras y sus miedos. Esta vez tenía ganas de poder ir al parque, a la plaza, a una galería de arte, un museo, en realidad un lugar donde estuviera transitado de personas, quería vencer sus miedos, poder ver a los ojos a alguien, dar un abrazo a un desconocido, comer un helado caminando con alguien, sonreír por algo gracioso. Había tomado el valor por lo que necesitaba salir de esa burbuja de acero que ella misma se había formado. Tomó un chal de entre la casita de los establos. Se lo puso en el cuerpo para que el frio no llegará a molestarle y caminó, sin rumbo fijo, sin importar que, decida a que ese día sería tan diferente que incluso dejaría de frecuentar el escondite ¿Lo haría de verdad?.
Levana pronto se encontró en una plaza, mucha gente no dejaba de reír en medio de ella se encontraban dos personas pintadas con colores llamativos. Hacían un espectáculo bastante gracioso que ella no tenía idea existiera. Poco a poco se fue adentrando entre las personas. Un caballero que no estaba pintado como los demás había entrado de voluntario con aquellos dos hombres felices. La chica lo contempló con sorpresa. Después de unos minutos la chica comenzó a aplaudir encantada por el show que habían dado con el voluntario. Pero poco a poco los aplausos se apagaron y la plaza poco a poco comenzó a ser desalojada, el cielo comenzaba a tronar y las personas corrían buscando un refugio.
¿Alguna vez le has tenido miedo a algo? ¿A alguien? ¿Cuántas veces has deseado escapar de eso? ¿Esconderte y que no puedan verte? ¿Cuántas lagrimas has derramado por causas injustas? ¿Qué fue la pureza de tu alma que han arrancado? Todo es complicado, todo es difícil, solo aquellos que tienen la fortuna de ser protegidos, vigilados y salvados de las garras de la oscuridad son los que pueden vivir esta vida llena de alegrías. Las riquezas siempre ayuda a poder formar murallas para no ser destrozado, sin embargo es un arma de doble filo, el dinero llama ambiciones, llama malos momentos, llama envidias, de igual manera que la belleza natural. Todo eso se vuelve un tormento cuando quieren arrebatártelo, cuando el poder ciega a las personas. Si eres alguien poderoso ten cuidado que tu vida puede peligrar, si eres inteligente lucha, vence y después busca ese escondite para perderte de la realidad, llévate a quien desees en medio de ese camino, comparte tus secretos con aquellos que valen la pena, sonríe porque lo necesitas, resguárdate para que seguir viviendo. - “Levana sal de tu escondite, el clima empeora, busca un refugio este ya no es el correcto, puedes lastimarte, puedes padecer.” -
Después de tanto pensamiento confuso, esa voz en su cabeza la invitó a salir de ahí. Era bastante raro en realidad que la intentara proteger cuando lo que más deseaba es que ella se tirara de algún acantilado. Si la salvaba era porque tenia otros planes para ella. Le servía ¿Verdad?
Estaba recostada en medio del prado, ese era su escondite, Callum, aquel joven rubio medio maniático era el único que había logrado llegar ahí. La chica había visto en sus ojos dolor al igual que los suyos, pero sobre todo bondad, paz y seguridad. Disfrutaba de los día soleados pues creía que los rayos del sol, algo tan natural, tan puro, le ayudarían a poder volver a tomar confianza de si misma, le ayudarían a olvidar aquel día. Lamentablemente aquel día se estaba volviendo gris, todas las nubes que estaban encima de ella habían tomado un tono tan lastimero y oscuro como su interior. Observó por un tiempo más el cielo haciendo una mueca ligera por aquello que estaba pasando. ¿En que momento el clima era tan traicionero como los seres humanos? No subestimes a la madre naturaleza dicen por ahí, era cierto tal vez que por confiar que sus rayos del sol la purificarían, había destrozado el día dejando la huella de su oscuridad. - “Nadie estará feliz en tu nación hasta no verte muerta, no temas pequeña te cuidaré, me sirves”. - La voz había vuelto a aparecer en su interior, sembrando dolor, intriga pero también dejando en claro que la cuidaría ¿Bastante contradictorio no es así? Eso era solo el principio para que su demencia empezará a crecer.
Avanzó por la colina encima de “Blanco” su fiel acompañante. A su lado estaba Ronnie, nunca se separaba del caballo pues le gustaba cuidarlo, era su trabajo especial, al menos eso en su vida lo quería hacer bien; pronto llegaron a los establos y los resguardó, sin embargo no quería volver a casa, mucho menos ir a casa de sus tíos. Eran buenas personas, las únicas que habían amado a la jovencita sin importar sus imperfecciones, sus manías raras y sus miedos. Esta vez tenía ganas de poder ir al parque, a la plaza, a una galería de arte, un museo, en realidad un lugar donde estuviera transitado de personas, quería vencer sus miedos, poder ver a los ojos a alguien, dar un abrazo a un desconocido, comer un helado caminando con alguien, sonreír por algo gracioso. Había tomado el valor por lo que necesitaba salir de esa burbuja de acero que ella misma se había formado. Tomó un chal de entre la casita de los establos. Se lo puso en el cuerpo para que el frio no llegará a molestarle y caminó, sin rumbo fijo, sin importar que, decida a que ese día sería tan diferente que incluso dejaría de frecuentar el escondite ¿Lo haría de verdad?.
Levana pronto se encontró en una plaza, mucha gente no dejaba de reír en medio de ella se encontraban dos personas pintadas con colores llamativos. Hacían un espectáculo bastante gracioso que ella no tenía idea existiera. Poco a poco se fue adentrando entre las personas. Un caballero que no estaba pintado como los demás había entrado de voluntario con aquellos dos hombres felices. La chica lo contempló con sorpresa. Después de unos minutos la chica comenzó a aplaudir encantada por el show que habían dado con el voluntario. Pero poco a poco los aplausos se apagaron y la plaza poco a poco comenzó a ser desalojada, el cielo comenzaba a tronar y las personas corrían buscando un refugio.
Levana Maréchal- Mensajes : 147
Fecha de inscripción : 29/07/2011
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Re: Días de lluvia || Libre
Los días se habían vuelto rutinarios y aburridos. No hablaba con nadie, no hacia nada especial. La soledad se había instaurado en su vida como un compañero fiel que no se va nunca. Normalmente le reconfortaba la serenidad en que se había tornado su vida pero en momentos fugaces echaba de menos esas jornadas donde todo era aventura y aprendizaje. Cuando correr por la plaza de su pueblo era una alegría, cuando se reunía con su clan para aprender a superarse. Pero todo eso quedó atrás y no tenía mas remedio que conformarse con ser una simple pastelera.
¿Qué opinaría su madre sobre eso? Se enfurecería y maldeciría el día entero. Una sonrisa se dibujo en su rostro al pensar en el enfado de su madre, añoraba su calidez, aunque hubiese sido una progenitora dura y estricta se sentía muy identificada con ella, la quería o podía ser que después de su muerte la idolatraba olvidandose de los grandes defectos que poseía.
Miro su muñeca derecha y bajo un poco el puño de su vestido, allí seguía ese diminuto tatuaje que la marcaba, que la delataría si alguien lo viese. A veces tenía la sensación de que le quemaba la piel, de que la traspasaba y que se hacía cada vez mas grande y evidente ante los ojos de los demás. Volvió a colocar la manga para que no se viese nada y suspiró. Tenía que dejar de pensar así. La rutina era buena, significaba tranquilidad y seguridad.
Camino hacia la puerta de su pastelería, tenía suerte de poder ver la plaza entera desde allí,le distraía de vez en cuando mirar a la gente pasar y los espectáculos que a veces se celebraban, como ahora. Varios personajes pintados desarrollaban un número que amenizaba a la multitud hasta que los truenos sonaron por encima de sus voces y la gente empezó a marcharse paulatinamente.
La plaza quedó desierta salvo por una mujer, que parecía que buscaba con la mirada algo o alguien. Se fijo más en ella pues su aura era algo distinta a la de los demás. Se quedo mirandola descaradamente como si fuese un imán para sus ojos. Algo tenía ella que la recordaba a si misma.
¿Qué opinaría su madre sobre eso? Se enfurecería y maldeciría el día entero. Una sonrisa se dibujo en su rostro al pensar en el enfado de su madre, añoraba su calidez, aunque hubiese sido una progenitora dura y estricta se sentía muy identificada con ella, la quería o podía ser que después de su muerte la idolatraba olvidandose de los grandes defectos que poseía.
Miro su muñeca derecha y bajo un poco el puño de su vestido, allí seguía ese diminuto tatuaje que la marcaba, que la delataría si alguien lo viese. A veces tenía la sensación de que le quemaba la piel, de que la traspasaba y que se hacía cada vez mas grande y evidente ante los ojos de los demás. Volvió a colocar la manga para que no se viese nada y suspiró. Tenía que dejar de pensar así. La rutina era buena, significaba tranquilidad y seguridad.
Camino hacia la puerta de su pastelería, tenía suerte de poder ver la plaza entera desde allí,le distraía de vez en cuando mirar a la gente pasar y los espectáculos que a veces se celebraban, como ahora. Varios personajes pintados desarrollaban un número que amenizaba a la multitud hasta que los truenos sonaron por encima de sus voces y la gente empezó a marcharse paulatinamente.
La plaza quedó desierta salvo por una mujer, que parecía que buscaba con la mirada algo o alguien. Se fijo más en ella pues su aura era algo distinta a la de los demás. Se quedo mirandola descaradamente como si fuese un imán para sus ojos. Algo tenía ella que la recordaba a si misma.
Melinda Stelle- Hechicero Clase Media
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Re: Días de lluvia || Libre
La melancolía y el dolor era lo que le caracterizaba. Levana se sentía tan marchita pero sobretodo maldita, creía que su corta diversión no debía ocurrir, y era por eso que el clima confabulaba en su contra para hacer que el espectáculo finalizara. Apenas vio como los últimos cuerpos terminaban por marcharse de su visión cuando se dejó caer en la banqueta fría y mojada de la plaza principal. Se encontraba sola, como siempre, sin compañía más que la de algunas voces que se hacían presentes para fastidiarla. Así era su vida diariamente, ya se había acostumbrado, pero no por eso le dolía menos, por el contrario.
- A veces la lluvia purifica el alma, no precisamente tiene que ser todo una maldición - La voz más tranquila y serena se había presentado. Pocas veces le dejaban las demás hacer acto de presencia. Era la única dentro de la cabeza de la joven que buscaba su bien. Por un momento la bruja se sintió abrazada, protegida y valorada. - No tienes porqué hacerle caso a las demás, ellas sólo quieren que te de más miedo - A ellas se refería a las otras voces, claro.
Levana movió el rostro notando como la lluvia ya había cubierto todo a su alrededor, estiró las manos para disfrutar de la sensación fría del agua. Sus manos ya no estaban sucias, la mugre se fue con la corriente que se había formado. Suspiró. Por un momento deseó volver al hospital psiquiátrico, aunque los cuervos la trataban mal, se sentía acompañada de otros con su misma condición. No deseaba llamarlos locos, porque implicaría llamarse loca a ella misma.
- ¿Por que no me están molestando las demás? - Preguntó a la voz que le hacía compañía, pero el silencio fue lo único que llegó de contestación. Tragó saliva, la bruja sabía que cuando existía tanto silencio era porqué en realidad algo muy grave estaban planeando. Contra ella o contra los que estuvieran a su alrededor. - No te quedes callada - Ordenó. Sin embargo no volvió a recibir respuesta. ¡Qué pesar!
Se puso de pie sintiéndose extraña, como si algo la estuviera vigilando. Con disimulo miró hacía todos lados, y al poco tiempo notó a una mujer de cabellos negros que no le sacaba la mirada de encima. Se intimidó, ni siquiera sonrió o hizo una mueca, simplemente se quedó estática sosteniéndole la mirada.
- A veces la lluvia purifica el alma, no precisamente tiene que ser todo una maldición - La voz más tranquila y serena se había presentado. Pocas veces le dejaban las demás hacer acto de presencia. Era la única dentro de la cabeza de la joven que buscaba su bien. Por un momento la bruja se sintió abrazada, protegida y valorada. - No tienes porqué hacerle caso a las demás, ellas sólo quieren que te de más miedo - A ellas se refería a las otras voces, claro.
Levana movió el rostro notando como la lluvia ya había cubierto todo a su alrededor, estiró las manos para disfrutar de la sensación fría del agua. Sus manos ya no estaban sucias, la mugre se fue con la corriente que se había formado. Suspiró. Por un momento deseó volver al hospital psiquiátrico, aunque los cuervos la trataban mal, se sentía acompañada de otros con su misma condición. No deseaba llamarlos locos, porque implicaría llamarse loca a ella misma.
- ¿Por que no me están molestando las demás? - Preguntó a la voz que le hacía compañía, pero el silencio fue lo único que llegó de contestación. Tragó saliva, la bruja sabía que cuando existía tanto silencio era porqué en realidad algo muy grave estaban planeando. Contra ella o contra los que estuvieran a su alrededor. - No te quedes callada - Ordenó. Sin embargo no volvió a recibir respuesta. ¡Qué pesar!
Se puso de pie sintiéndose extraña, como si algo la estuviera vigilando. Con disimulo miró hacía todos lados, y al poco tiempo notó a una mujer de cabellos negros que no le sacaba la mirada de encima. Se intimidó, ni siquiera sonrió o hizo una mueca, simplemente se quedó estática sosteniéndole la mirada.
- Melinda:
- Lo siento, no soy de las que responde cada día, soy lenta pero segura, te juro que no abandono nunca
Levana Maréchal- Mensajes : 147
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Re: Días de lluvia || Libre
Sintió cierto miedo al encontrarse con los ojos de la mujer, eran profundos, directos e impenetrables. Notó cierto misterio en ellos, como si escondiese algo. Se dio cuenta que ya había visto ese aura antes, en el Palacio Royal, aquel hombre que intento seducirla y violarla."Bruja". dijo en su mente. Era igual que ella,al menos en condición. Ya había cometido demasiados errores confiándose de las personas y más de los seres especiales como ella les calificaba. Pero aun así...al tentación era grande, quería acercarse a ella y preguntarle mil cosas, una como ella."Podría ayudarte a comprender cosas". mencionó la bruja en su cabeza."O podría destruirte". La parte humana dio la replica sonando niñata en su cabeza.
La lluvia seguía cayendo quizás con mas intensidad que antes pero ella no podría apartar la mirada. La plaza se vació por completo y un pájaro se posó en el alfeizar de la ventana de pastelería. Eso le ayudo a recordar, la premonición vino a su mente sin ella quererlo, nunca podía controlarlo. Una noche, varios hombre, una niña...ella. Levanto de nuevo la vista y sus ojos le mostraron su lucha, su batalla, como la de ella. Eran iguales y el destino les había puesto en el mismo camino.
Abrió la puerta de la pastelería y con un paraguas en mano se acercó lentamente a la mujer. Sabía su nombre, sabía ciertos detalles de ella, a cada paso que daba su corazón se emocionaba, ella tenía también su historia, su cruel historia. Dos mentes conviviendo en un ser, desgarrandolo por dentro como si en ese dolor encontraran disfrute. A veces dominada por una otra por la contraría y sin descanso día y noche jamás podría encontrar paz en sí misma. Tendría que buscarla en los demás.
Llevo hasta la mujer y le sostuvo la mirada:-Levana-pronunció en un susurro. Y extendió su paraguas para tapar el cuerpo de la mujer que ya estaba mojado. Con un gesto le indicó el camino hacia la pastelería. Allí estarían mas tranquilas y calientes.
La lluvia seguía cayendo quizás con mas intensidad que antes pero ella no podría apartar la mirada. La plaza se vació por completo y un pájaro se posó en el alfeizar de la ventana de pastelería. Eso le ayudo a recordar, la premonición vino a su mente sin ella quererlo, nunca podía controlarlo. Una noche, varios hombre, una niña...ella. Levanto de nuevo la vista y sus ojos le mostraron su lucha, su batalla, como la de ella. Eran iguales y el destino les había puesto en el mismo camino.
Abrió la puerta de la pastelería y con un paraguas en mano se acercó lentamente a la mujer. Sabía su nombre, sabía ciertos detalles de ella, a cada paso que daba su corazón se emocionaba, ella tenía también su historia, su cruel historia. Dos mentes conviviendo en un ser, desgarrandolo por dentro como si en ese dolor encontraran disfrute. A veces dominada por una otra por la contraría y sin descanso día y noche jamás podría encontrar paz en sí misma. Tendría que buscarla en los demás.
Llevo hasta la mujer y le sostuvo la mirada:-Levana-pronunció en un susurro. Y extendió su paraguas para tapar el cuerpo de la mujer que ya estaba mojado. Con un gesto le indicó el camino hacia la pastelería. Allí estarían mas tranquilas y calientes.
- Levana:
- Yo también suelo tardar, pero tampoco abandono, sera un placer rolear contigo, espero estar a la altura
Melinda Stelle- Hechicero Clase Media
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Re: Días de lluvia || Libre
La lluvia golpeaba con insistencia la figura femenina. Levana era delgada, tanto que en ocasiones se le veían mal los huesos del cuello, los de la espalda y brazos. La culpa sólo la tenían esas voces que no la dejaban en paz, que la preocupaban y que encima de todo, no le dejaban comer. La preocupación le ocasionaba ansiedad, y en vez de comer como era debido, se ponía paranoica. Incluso en ocasiones prefería llorar o dormir que comer. No era de extrañarse que estuviera tan flaca, y que consecuencias a esas, el frío le estuviera calando los huesos. A la mañana siguiente seguramente tendría un catarro infernal, pero para la bruja no importaba, si se enfermaba las voces se iban, la dejaban descansar porque muerta no les servia.
- Ella te está observando, te siente, sabe que eres, sabe tu nombre - Una de las voces le indicaba lo que ocurría, tampoco es que fuera mucha ciencia. La bruja tenía entendido que entre los de su misma especie se podían identificar. Era como olerse, pero no de esa forma tan común. Era parte de ser hermanos de raza, o eso suponía. Sentía la mirada, no necesitaban decirle ellas, así que se giró con lentitud y cierto disimulo hasta que notó a su observadora. ¿Qué hacía? Si salía corriendo la tacharían de loca ¡Ja! Cómo si no se lo hubieran dicho ya suficientes veces. La cosa se facilitó cuando la mujer se acercó, como leyéndole el pensamiento de ¿qué hacer?
- Así me llamo - Susurró. La miró por unos momentos con desconfianza. Una que le molestaba incluso más que el frío de la lluvia mezclada con el viento. Dados unos largos minutos de analizar si era bueno o malo seguirla, empezó a avanzar a paso lento. Con atención estaba observando el aura de la mujer; los colores eran claros, incluso transparentes, no se movían, por lo que de sobra sabía que era una buena mujer; así fue que llegó hasta la panadería. Enseguida su estomago rugió, su boca se llenó de saliva a causa de lo delicioso que olía el lugar. ¡Aquello era malo! ¿Hace cuanto no comía?
- Melinda, ellas dicen que te llamas Melinda - No explicó quienes eran “ellas”. No tenía porque decir que en su cabeza se alojaban intrusas, además lo único que importaba era su nombre ¿No? Se mordió el labio inferior con suavidad intentando que el nervio se disolviera - ¿Por qué no tienes miedo de mi? - Preguntó con curiosidad, era raro que alguien si quiera la volteara a ver a no ser por Éline, Callum y Alchemilla.
- Ella te está observando, te siente, sabe que eres, sabe tu nombre - Una de las voces le indicaba lo que ocurría, tampoco es que fuera mucha ciencia. La bruja tenía entendido que entre los de su misma especie se podían identificar. Era como olerse, pero no de esa forma tan común. Era parte de ser hermanos de raza, o eso suponía. Sentía la mirada, no necesitaban decirle ellas, así que se giró con lentitud y cierto disimulo hasta que notó a su observadora. ¿Qué hacía? Si salía corriendo la tacharían de loca ¡Ja! Cómo si no se lo hubieran dicho ya suficientes veces. La cosa se facilitó cuando la mujer se acercó, como leyéndole el pensamiento de ¿qué hacer?
- Así me llamo - Susurró. La miró por unos momentos con desconfianza. Una que le molestaba incluso más que el frío de la lluvia mezclada con el viento. Dados unos largos minutos de analizar si era bueno o malo seguirla, empezó a avanzar a paso lento. Con atención estaba observando el aura de la mujer; los colores eran claros, incluso transparentes, no se movían, por lo que de sobra sabía que era una buena mujer; así fue que llegó hasta la panadería. Enseguida su estomago rugió, su boca se llenó de saliva a causa de lo delicioso que olía el lugar. ¡Aquello era malo! ¿Hace cuanto no comía?
- Melinda, ellas dicen que te llamas Melinda - No explicó quienes eran “ellas”. No tenía porque decir que en su cabeza se alojaban intrusas, además lo único que importaba era su nombre ¿No? Se mordió el labio inferior con suavidad intentando que el nervio se disolviera - ¿Por qué no tienes miedo de mi? - Preguntó con curiosidad, era raro que alguien si quiera la volteara a ver a no ser por Éline, Callum y Alchemilla.
Levana Maréchal- Mensajes : 147
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Re: Días de lluvia || Libre
El calor de la pastelería la reconfortó como si entrase en su hogar,en su guarida secreta donde nada malo podía pasar. El olor dulce al que estaba acostumbrada se percibía en toda la estancia, llenandola y embriagando a toda persona que entraba por esa puerta. Puso el paraguas en una esquina dentro de su habitual sitio. "¿Qué harás ahora Melinda?", la voz de su interior preguntaba irónica por la situación que había llevado acometer. Pensándolo bien no tenía porque hacer caso de casa sueño, de cada premonición, ni de cada instinto que se despertaba en ella. Cerró la puerta y con ella el silencio lleno la habitación. La gente fuera se había resguardado en sus casas y la lluvia no cesaba de mojar las calles de París con ese frescor que solo la madre naturaleza puede otorgar.
-Así me llamo yo-dijo en alusión a su afirmación sobre su nombre tomando sus propias palabras como respuesta. "¿Ellas?¿Quiénes son ellas?" la humana empezó a inquietarse mientras la bruja sentía cierta curiosidad tentadora. ¡Maldita dualidad incomprensible! Cada una de ellas tiraba hacia un sitio diferente. Se volvió para mira a la mujer, estaba postrada de pie con los ojos abiertos y mojada de cabeza a pies. Decidida y sin importarla lo que sus dos personalidades decían fue a la trastienda y de allí saco una manta. De regreso se la tendió a Levana en un gesto algo frío y distante pero con la mejor de las intenciones.-Pontela, te calmará el frío que empezaras a sentir de un momento a otro.
Se puso tras el mostrador y comenzó la tarea de rellenar unos bollos con algo de nata y fruta fresca.-¿Debería tenerte miedo?-se olvido de la educación y del trato social y la tuteó como si la conociese de algo.-Tu y yo no somos muy diferentes, y no lo digo por nuestra condición mágica.-Era evidente que para ella la magia no era lo que le atraía de Levana, era su pasado, su perturbador pasado que había creado un ser trastocado cuya realidad no era la misma que la del los demás. Y ella era igual, una infancia rota por el vicio de otros. Una niñez inexistente que se pierde en la consciencia con pequeños destellos en forma de recuerdos lejanos,tan lejanos que muchas veces no podía alcanzar a verlos en su cabeza.
Ella ya cargaba con el peso de los actos de otros. Dicen que la vida de cada persona vale lo mismo que la de cualquier otra, que cada uno tiene un recorrido que recorrer y que nos conecta, lo que vivimos, lo que somos son lo que el destino quiere crear para poder realizar sus designios. Si, ella tenía que vivir en una constante vesania luchando por ser algo que no recuerda ser. Y Levana....no estaba tan lejos de ella como parecía. Un mismo modo de caminar, diferentes vidas pero las dos marcadas por un incesante dolor interno.
Terminó su tarea con destreza para coger el último panecillo y dirigiendose a la bruja tenderlo sin mediar sonrisa ni palabra, no sabía por que pero ella le hacia revivir cierto dolor, cierta pena, cierto sentimiento de pesar.No importaba un poco más no iba a notarlo.
-Así me llamo yo-dijo en alusión a su afirmación sobre su nombre tomando sus propias palabras como respuesta. "¿Ellas?¿Quiénes son ellas?" la humana empezó a inquietarse mientras la bruja sentía cierta curiosidad tentadora. ¡Maldita dualidad incomprensible! Cada una de ellas tiraba hacia un sitio diferente. Se volvió para mira a la mujer, estaba postrada de pie con los ojos abiertos y mojada de cabeza a pies. Decidida y sin importarla lo que sus dos personalidades decían fue a la trastienda y de allí saco una manta. De regreso se la tendió a Levana en un gesto algo frío y distante pero con la mejor de las intenciones.-Pontela, te calmará el frío que empezaras a sentir de un momento a otro.
Se puso tras el mostrador y comenzó la tarea de rellenar unos bollos con algo de nata y fruta fresca.-¿Debería tenerte miedo?-se olvido de la educación y del trato social y la tuteó como si la conociese de algo.-Tu y yo no somos muy diferentes, y no lo digo por nuestra condición mágica.-Era evidente que para ella la magia no era lo que le atraía de Levana, era su pasado, su perturbador pasado que había creado un ser trastocado cuya realidad no era la misma que la del los demás. Y ella era igual, una infancia rota por el vicio de otros. Una niñez inexistente que se pierde en la consciencia con pequeños destellos en forma de recuerdos lejanos,tan lejanos que muchas veces no podía alcanzar a verlos en su cabeza.
Ella ya cargaba con el peso de los actos de otros. Dicen que la vida de cada persona vale lo mismo que la de cualquier otra, que cada uno tiene un recorrido que recorrer y que nos conecta, lo que vivimos, lo que somos son lo que el destino quiere crear para poder realizar sus designios. Si, ella tenía que vivir en una constante vesania luchando por ser algo que no recuerda ser. Y Levana....no estaba tan lejos de ella como parecía. Un mismo modo de caminar, diferentes vidas pero las dos marcadas por un incesante dolor interno.
Terminó su tarea con destreza para coger el último panecillo y dirigiendose a la bruja tenderlo sin mediar sonrisa ni palabra, no sabía por que pero ella le hacia revivir cierto dolor, cierta pena, cierto sentimiento de pesar.No importaba un poco más no iba a notarlo.
Melinda Stelle- Hechicero Clase Media
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Re: Días de lluvia || Libre
Sus ojos saltones observaban cada detalle que se encontraba a su alrededor. La panadería no era tan lujosa como la de la zona residencial de los burguesas, pero era hermosa, pequeña, modesta y con un aroma tan delicioso cómo la calidez que podría experimentarse, como si se estuviera llegando a casa y salvando del frío que se encontraba fuera del terreno personal. En los únicos lugares que ella había experimentado tal sensación era en su casa en medio del bosque y también en la casa de sus tíos, dónde sabía de sobra que nadie le dañaría; suspiró profundamente para liberar el estrés acumulado, no haría caso a las voces, al menos no esa noche, es más gritaría más fuerte que ellas para así aclarar sus pensamientos.
- Ellas son unas conocidas – Comentó sin mucho ánimo de dar explicaciones completas al respecto. Suspiró de forma profunda, la idea de tener que hablar de sus voces no le apetecía, de hecho le resultaba aburrido, muchas personas no llegaban a entender sobre aquellas intrusas, te atribuían a loca, o a alucinaciones por culpa del opio, aunque claro, nada tenía que ver, era un estado enfermizo que para su mala suerte no podía controlar. – Son como mis consejeras – Y así dio por terminado ese tema a veces era mejor también ahorrarse temas que a la mayoría no le importaban nada. Se removió en el asiento del frío y luego la observó de nueva cuenta.
- Me gustan los colores que danzan alrededor de ti – Levana tenía la habilidad de poder notar cuando una bruja se encontraba cerca. La manera en que los colores se movían alrededor de ellos, y las tonalidades, le dejaban en claro que clase de brujo era con el que trataba en ese momento; se acomodó en la sábana que la bruja le había dado, claro, sin quitarle la mirada de encima, aunque se sintiera en confianza, la bruja siempre se encontraba alerta, la vida daba vueltas drásticas de un momento a otro, y no te avisaba, sólo aprendías a recibir el golpe y a levantarte si todo llegaba a salir mal.
- Manejo magia oscura, señorita mía – Lo dijo sin titubear, no le molestaba reconocer la realidad. Su naturaleza siempre le dijo que estar cerca de ella era una desgracia. ¿Lo sería? Sus tíos no lo creían, pero la familia es un tema aparte. Alchemilla y Callum la creían buena pero ¿quién es bueno tomando en cuenta la oscuridad de tu alma y las desgracias que puedes ocasionar? - ¿Qué clase de magia manejas? – Preguntó curiosa, incluso sus intrusas amigas de su cabeza prestaron atención. La respuesta de ella haría saber si la necesitaban a su lado, o la desecharían, la bruja por su parte la cuidaría sin importar que, pero las voces, ellas eran punto y aparte.
- Ellas son unas conocidas – Comentó sin mucho ánimo de dar explicaciones completas al respecto. Suspiró de forma profunda, la idea de tener que hablar de sus voces no le apetecía, de hecho le resultaba aburrido, muchas personas no llegaban a entender sobre aquellas intrusas, te atribuían a loca, o a alucinaciones por culpa del opio, aunque claro, nada tenía que ver, era un estado enfermizo que para su mala suerte no podía controlar. – Son como mis consejeras – Y así dio por terminado ese tema a veces era mejor también ahorrarse temas que a la mayoría no le importaban nada. Se removió en el asiento del frío y luego la observó de nueva cuenta.
- Me gustan los colores que danzan alrededor de ti – Levana tenía la habilidad de poder notar cuando una bruja se encontraba cerca. La manera en que los colores se movían alrededor de ellos, y las tonalidades, le dejaban en claro que clase de brujo era con el que trataba en ese momento; se acomodó en la sábana que la bruja le había dado, claro, sin quitarle la mirada de encima, aunque se sintiera en confianza, la bruja siempre se encontraba alerta, la vida daba vueltas drásticas de un momento a otro, y no te avisaba, sólo aprendías a recibir el golpe y a levantarte si todo llegaba a salir mal.
- Manejo magia oscura, señorita mía – Lo dijo sin titubear, no le molestaba reconocer la realidad. Su naturaleza siempre le dijo que estar cerca de ella era una desgracia. ¿Lo sería? Sus tíos no lo creían, pero la familia es un tema aparte. Alchemilla y Callum la creían buena pero ¿quién es bueno tomando en cuenta la oscuridad de tu alma y las desgracias que puedes ocasionar? - ¿Qué clase de magia manejas? – Preguntó curiosa, incluso sus intrusas amigas de su cabeza prestaron atención. La respuesta de ella haría saber si la necesitaban a su lado, o la desecharían, la bruja por su parte la cuidaría sin importar que, pero las voces, ellas eran punto y aparte.
Levana Maréchal- Mensajes : 147
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