Run little demon || [Libre]

Recuerdo del primer mensaje :

La noche de París era algo hermoso. Aquello fue lo que más me llamó la atención la primera vez que llegué aquí. Acostumbrada a las noches en Inglaterra, en mi pequeño pueblecito, las noches en París me resultaban exóticas y vibrantes... o solían parecermelo al principio. Cuando te pasas la noche persiguiendo a un vampiro por los callejones y tejados de la ciudad, la noche deja de tener esos efectos y esa hermosura.

Había localizado a este vampiro mientras paseaba por las calles, era un vampiro joven, que había sido creado hace poco, y aun tenía sus habilidades algo confusas por lo que me era más fácil de seguir, no como a esos otros vampiros ya expertos con grandes reflejos, poderes y sobre todo una gran rapidez.
Corríamos por los callejones y, aunque el vampiro fuera rápido y lo perdiera, de vez en cuando emitía un gruñido que me delataba qué camino había cogido.

Normalmente no me precipitaba tanto en la caza de un vampiro o cualquier criatura sobrenatural, me tomaba mi tiempo, averiguaba por qué lugares se movía, con quién se relacionaba... y me iba acercando poco a poco hasta que, sin levantar sospechas, acababa con él. Pero con este vampiro había sido algo diferente, había cometido un error y había descubierto que era una cazadora por lo que me había visto obligada a matarle, pero era rápido... muy rápido.

Mientras corría notaba las gotas de sudor resbalar por mi frente. Llevaba el rostro cubierto por un pañuelo oscuro que solamente dejaba a la vista mis ojos y mi pelo, recogido en una sencilla coleta. No dejaba que me vieran el rostro, y mucho menos si los perseguía y ellos tenían posibilidad de huir, si no veían mi rostro les sería más difícil luego buscarme.

En uno de sus rápidos movimientos el vampiro dio un gran salto y se aferró a uno de los desgastados balcones que había en una de las paredes del callejón, entrando por él a la casa que había.
Maldije por lo bajo y, cogiendo carrerilla salté intentando alcanzar los barrotes del balcón. Sin la misma elegancia con la que lo había hecho el vampiro, conseguí quedar colgada e intenté auparme con fuerza para entrar por la ventana. Mientras hacía fuerza para levantarme, agarrada de los barrotes, un chirrido sonó y al segundo una de las barras de metal se partió, oxidada, por mi peso. Caí con fuerza contra el suelo y solté un alarido de dolor, el barrote que se había partido me había hecho un profundo corte en la palma de la mano, además sentía mi tobillo derecho arder de dolor.

Intenté levantarme pero me fue imposible, la caída había sido más estrepitosa de lo que había pensado. Mi mano no dejaba de sangrar y mi tobillo malherido no me permitía moverme mucho. Apoyando mi espalda contra la fría pared de ladrillo conseguí ponerme en pié, pero el dolor de mi tobillo y el corte en mi mano hicieron que un débil chillido se escapara de mis labios. Era un chillido de dolor, pero también de rabia e impotencia, aquel asqueroso vampiro había escapado y mi torpeza me había dejado para el arrastre.

Una parte de mí se avergonzó cuando escuchó el tono enfadado del chico, viendo como señalaba el vaso que me había preparado con buena intención.
Luego estaba la otra parte de mí que sospechaba de que aquel vaso que me había bebido no llevara nada, y a la que le daba igual lo que el muchacho pensara.
Le miré mientras se marchaba tras haberme mandado no irme. ¿¡Quién era él para decirme qué tenía que hacer!? Le saqué la lengua cuando me dio la espalda y fui hacia el baño. Al mirarme al espejo puse una mueca, realmente tenía una apariencia horrible, mi pelo rojo estaba enredado y alborotado, tenía la cara y la ropa sucia, parecía como si hubiera pasado varias noches durmiendo en la calle... o varias noche persiguiendo vampiros, que era la realidad de la situación.
Decidí darme una ducha caliente, no sin antes asegurar que la puerta del baño estuviera bien cerrada por si se le ocurría subir y entrar. Cuando estuve dentro me desnudé, dejando todas mis armas y mi vestimenta esparcidas por el suelo. El pie ya no me dolía tanto, y al entrar en contacto con el agua caliente lo relajó aún más. intenté que el vendaje de mi mano no se mojara mucho para no estropearlo.
Estuve un buen rato con el agua cayendo sobre mí, intentando pensar con claridad la situación, trazando planes para capturar a aquel vampiro, y dejando que mi cuerpo se relajara.
Cuando salí volví a vestirme, revisé las armas que tenía y su estado, trencé mi pelo en una improvisada trenza algo despeinada, y sali de nuevo a la habitación. Al no ver al chico allí supuse que seguía en la parte de abajo por lo que busqué mis botas, cosa que me costó unos largos minutos, y tras calzarme bajé con cuidado las escaleras.

- Mi nombre es Vianna - me presenté cuando me acerqué a Aelric. Crucé mis brazos y me apoyé contra la puerta a su lado. El amanecer empezaba a salir entre los edificios. - Necesito que me digas cómo entrar en el edificio de anoche, o que me ayudes a hacerlo... como te dije tengo dinero, puedo pagarte por las molestias, el alcohol, los vendajes, la habitación. - decidí que si iba a matar al vampiro aquel era un buen momento, no había nadie por las calles, la luz del sol ya inundaba la ciudad, y yo estaba medianamente recuperada. Solo quería matarlo para poder largarme de allí. - ¿Puedes mostrarme ahora el camino? Por favor - pedí suavizando mi tono, sacando una de las estacas que llevaba, y ajustándome el cinturón donde llevaba colgadas otras armas, pero que quedaban tapadas con la capa para el frío que llevaba. Le miré a los ojos y esperé su respuesta, si aquel chico se negaba a mostrarme el camino debería entrar por el balcón. Sopesé la idea de robarle una espalera de madera que había visto dentro de la taberna.

Me quedé callada, con ceño fruncido y mordiéndome la lengua para no decirle ninguna grosería. ¡No le ofrecía el dinero por caridad o porque viera que lo necesitaba! simplemente, cuando alguien te da algo, tú se lo devuelves... ¿¡con qué quería que pagara su gratitud entonces!?
Escuché sus indicaciones con interés, grabándolas todas en mi mente, trazando un mapa en mi cabeza, pensando un rápido plan sorpresa contra aquel vampiro, pero lo último que dijo me hizo reaccionar y acordarme de algo.
Entré en la taberna detrás de él, colocándome frente a él, cortándole el paso y cruzándome de brazos.

- Espera un momento - dije frunciendo el ceño - Todavía me debes una explicación, ¿recuerdas? - apunté con mi estaca su pecho, apoyando ligeramente la punta sobre el y le miré entrecerrando los ojos - ¿Cómo es que sabes de la existencia de los vampiros? - la puerta de la taberna se abrió, y yo guardé con gran velocidad la estaca, ocultándola de la persona que había entrado. Era un hombre mayor, pensé que sería una especie de empleado, que trabajaba con Aelric por la hora que era. No era normal que a primera hora de la mañana tuvieran clientes.
El hombre saludó a Aelric y nos lanzó una mirada a ambos, una mirada que con la que se preguntaba qué hacia una chica allí, a aquellas horas, con el pelo mojado y hablando con su compañero.
Yo suspiré, poniendo los ojos en blanco y cogí a Aelric del brazo, apartándolo hacia una esquina, dándole la espalda al hombre que acababa de entrar, para poder hablar con tranquilidad.

- Dime, ¿eres un cazador retirado? - pregunté levantando las cejas, aunque aquel chico distaba mucho de ser un cazador - ¿Algún encuentro poco afortunado con un vampiro? No es normal que una persona corriente como tú sepa de ellos, normalmente son cuidadosos en ese tema y no se dejan descubrir tan fácilmente. - comenté, aunque más para mí que para él - ¿Cuánto tiempo hace que sabes que un vampiro vive en ese edificio?

Sabía perfectamente que mientras hablaba con Aelric, el hombre que acababa de entrar estaba detrás mío, seguramente diciéndole cosas o poniendo diversas caras por como Aelric apretaba los labios, intentando no reír. Aquello no me molestó, por alguna razón el hombre que acababa de entrar me caía bien, a lo mejor por su aspecto tan paternal o su expresión dulce. No parecía mal hombre.
Me crucé de brazos, mostrando mi impaciencia, no tenía tiempo para aquello, yo debía estar ahora mismo matando un vampiro no aquí, aunque la curiosidad que siempre había tenido, me empujaba a quedarme y escuchar la historia que aquel chico tuviera que contarme.
Asentí cuando dijo de ir a otro lugar para hablar y comer, la verdad es que yo también me sentía hambrienta, muy hambrienta.
Le seguí cuando salió y sonreí al hombre mayor cuando le lanzó la camiseta, despidiéndome de él con un gesto de mi mano y una sonrisa.

- Tu compañero me cae bien - comenté mientras esperaba a que se vistiera, sin apartar la mirada de su cuerpo. Nadie había dicho anda de no mirar. Además, sus tatuajes me gustaron, e incluso tuve el impulso de tocarlos, pero me contuve. - ¿Estás listo ya? - pregunté esperando para irnos y en un tono de impaciencia, aunque por pura fachada, en realidad cuando me alguien me llegaba a conocer no resultaba ser tan borde, mandona y creída, pero eso únicamente lo hacían las personas que realmente me conocían, y Aelric todavía estaba lejos de que yo le dejara dejar ver una mínima parte de mi verdadera personalidad. Aunque no iba por mal camino para ello, la verdad es que el chico me caía bien, parecía... diferente, y eso me gustaba, odiaba lo corriente.