AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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My Own Demon ~ Privado
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My Own Demon ~ Privado
La verdad, por muy dura que sea, hay que afrontarla
Habían pasado varios meses desde la última vez que había visto a mí padre, un recuerdo amargo que me hacía pensar en lo injusta que era la vida aunque hubiera aprendido la lección hacía años, pero igualmente, parecía que nunca me cansaba de dejar que los golpes producidos por esta se colaran en mí vida… y me afectaran. Porque es precisamente lo que había pasado con mí padre, había dejado que aquello me marcara hasta un punto en el que había comenzado a sospechar que realmente me estaba volviendo loca.
Lo que yo pensaba o consideraba que era una ilusión, proyección o un trastorno retorcido de mí mente que me estaba llevando a la tortura, resultaba que en realidad no era tal y como había pensado; la triste realidad era que mí padre era un ser sobrenatural de la noche, un vampiro que tenía poderes –y no quería saber cuales eran aparte de haberme vuelto loca- y que se alimentaba de sangre de personas para poder subsistir. Algo que a día de hoy me costaba mucho asimilar, algo que cuando lo supe por primera vez algo dentro de mí quiso negarlo fervientemente… pero que sabía, en el fondo, que era verdad.
En su momento cuando Gael me lanzó aquella bomba informativa lo primero en lo que pensé era que no era cierto, que todo lo que me estaba diciendo era una vil mentira porque realmente no quería creerle pero… al final, con cada cosa que me iba diciendo lo veía más y más sentido, hasta que finalmente llegué a la conclusión de que por mucho que me doliera y fuera duro aceptar la verdad… la realidad era que mí padre era un vampiro, y nada iba a cambiar eso.
Tras aquella noche en que supe todo entendí muchas cosas que si Gael no me hubiera dicho que era vampiro, jamás habría llegado a entender. Como que estuviera tan frío, o que tuviera el mismo aspecto después de haber pasado dieciséis años tras la última vez que lo vi, esos ojos y el brillo que tenían… todo comenzaba a cuadrar en mí cabeza. También había pasado varios días en la biblioteca buscando más información de la que Gael me había dado, porque tampoco quería preguntarle a él demasiado y hablar del tema… todavía era duro. Había encontrado un libro que reflejaba y detallaba muchas cosas sobre los vampiros aunque todo estuviera clasificado como mito… pero las cosas cuadraban.
¿Qué iba a hacer si aparecía de nuevo? Porque sabía que tarde o temprano volvería de nuevo a mí vida, y no sabía realmente lo que debería de hacer cuando lo viera. El consejo de Gael de hacer como que no sabía nada y en cuanto amaneciera ir en su busca era algo que tenía presente, y ya dormía con Isis todas las noches por sí acaso pero… ¿sería yo capaz, sabiendo lo que era, de hacer como que no sabía nada? Iba a ser muy difícil y duro de eso no tenía duda alguna. Y rezaba porque no pasara nada con Alessia porque sino, entonces, no me lo iba a perdonar nunca.
Suspiré cansada dejando el libro que llevaba entre las manos en el sofá y miré por la ventana, el tiempo poco a poco iba mejorando y ya costaba más que se hiciera de noche. Aquel día Alessia no se encontraba bien y había decidido quedarme en casa con ella y ya llevaba varias horas durmiendo, yo sin embargo no podía dormir y había optado por leer un rato junto a Isis en el sofá. La miré a mí lado y acaricié su pelaje negro sintiendo como movía su cabeza, sin moverse siquiera, para mirarme con sus ojos azules y sonreí. Amaba a aquella perra.
-Vámonos a dormir, pequeña –desde que dormía conmigo había descubierto que a ella le encantaba dormir en mí cama y a mí, sobre todo, que durmiera conmigo. Era como un peluche viviente blandito y calentito que dormía pegada a mí y que me reconfortaba con su calor. Isis se levantó en el sofá estirándose y bajó de este moviendo la cola animada con que nos fuéramos a dormir. Dejé el libro en la estantería y la miré haciendo una seña para que me siguiera, nada más entrar en la habitación lo primero que hizo fue subirse a la cama y ponerse en el centro ocupando la mitad de esta a lo que me hizo reír. Me quité la bata que llevaba y sin pensarlo mucho más me tiré en la cama mirándola para que me hiciera hueco y al final, una vez tumbada, se tumbó delante de mí y comencé a acariciar de nuevo su pelo dejando un beso en su cabeza mientras me quedaba durmiendo.
Habían pasado varios meses desde la última vez que había visto a mí padre, un recuerdo amargo que me hacía pensar en lo injusta que era la vida aunque hubiera aprendido la lección hacía años, pero igualmente, parecía que nunca me cansaba de dejar que los golpes producidos por esta se colaran en mí vida… y me afectaran. Porque es precisamente lo que había pasado con mí padre, había dejado que aquello me marcara hasta un punto en el que había comenzado a sospechar que realmente me estaba volviendo loca.
Lo que yo pensaba o consideraba que era una ilusión, proyección o un trastorno retorcido de mí mente que me estaba llevando a la tortura, resultaba que en realidad no era tal y como había pensado; la triste realidad era que mí padre era un ser sobrenatural de la noche, un vampiro que tenía poderes –y no quería saber cuales eran aparte de haberme vuelto loca- y que se alimentaba de sangre de personas para poder subsistir. Algo que a día de hoy me costaba mucho asimilar, algo que cuando lo supe por primera vez algo dentro de mí quiso negarlo fervientemente… pero que sabía, en el fondo, que era verdad.
En su momento cuando Gael me lanzó aquella bomba informativa lo primero en lo que pensé era que no era cierto, que todo lo que me estaba diciendo era una vil mentira porque realmente no quería creerle pero… al final, con cada cosa que me iba diciendo lo veía más y más sentido, hasta que finalmente llegué a la conclusión de que por mucho que me doliera y fuera duro aceptar la verdad… la realidad era que mí padre era un vampiro, y nada iba a cambiar eso.
Tras aquella noche en que supe todo entendí muchas cosas que si Gael no me hubiera dicho que era vampiro, jamás habría llegado a entender. Como que estuviera tan frío, o que tuviera el mismo aspecto después de haber pasado dieciséis años tras la última vez que lo vi, esos ojos y el brillo que tenían… todo comenzaba a cuadrar en mí cabeza. También había pasado varios días en la biblioteca buscando más información de la que Gael me había dado, porque tampoco quería preguntarle a él demasiado y hablar del tema… todavía era duro. Había encontrado un libro que reflejaba y detallaba muchas cosas sobre los vampiros aunque todo estuviera clasificado como mito… pero las cosas cuadraban.
¿Qué iba a hacer si aparecía de nuevo? Porque sabía que tarde o temprano volvería de nuevo a mí vida, y no sabía realmente lo que debería de hacer cuando lo viera. El consejo de Gael de hacer como que no sabía nada y en cuanto amaneciera ir en su busca era algo que tenía presente, y ya dormía con Isis todas las noches por sí acaso pero… ¿sería yo capaz, sabiendo lo que era, de hacer como que no sabía nada? Iba a ser muy difícil y duro de eso no tenía duda alguna. Y rezaba porque no pasara nada con Alessia porque sino, entonces, no me lo iba a perdonar nunca.
Suspiré cansada dejando el libro que llevaba entre las manos en el sofá y miré por la ventana, el tiempo poco a poco iba mejorando y ya costaba más que se hiciera de noche. Aquel día Alessia no se encontraba bien y había decidido quedarme en casa con ella y ya llevaba varias horas durmiendo, yo sin embargo no podía dormir y había optado por leer un rato junto a Isis en el sofá. La miré a mí lado y acaricié su pelaje negro sintiendo como movía su cabeza, sin moverse siquiera, para mirarme con sus ojos azules y sonreí. Amaba a aquella perra.
-Vámonos a dormir, pequeña –desde que dormía conmigo había descubierto que a ella le encantaba dormir en mí cama y a mí, sobre todo, que durmiera conmigo. Era como un peluche viviente blandito y calentito que dormía pegada a mí y que me reconfortaba con su calor. Isis se levantó en el sofá estirándose y bajó de este moviendo la cola animada con que nos fuéramos a dormir. Dejé el libro en la estantería y la miré haciendo una seña para que me siguiera, nada más entrar en la habitación lo primero que hizo fue subirse a la cama y ponerse en el centro ocupando la mitad de esta a lo que me hizo reír. Me quité la bata que llevaba y sin pensarlo mucho más me tiré en la cama mirándola para que me hiciera hueco y al final, una vez tumbada, se tumbó delante de mí y comencé a acariciar de nuevo su pelo dejando un beso en su cabeza mientras me quedaba durmiendo.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
- Mensajes : 928
Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: My Own Demon ~ Privado
Ya no hay vuelta atrás,
Si estoy aquí…es sólo por ti.
¿Cuánto tiempo? Incapaz de saberlo con claridad. Aquellos orbes oscuros, tan parecidos a las de él mismo, seguían atormentándole en su mente. Lo miró con reproche, confusión, miedo y… amor. Sí, seguía queriéndolo más incluso que la última vez, como si nunca se hubiesen separado. Él la amaba, fuese quien fuese. Naitiri, nació del amor de su matrimonio , ¿cómo no amarla con todo su ser? Pero la confusión, lo atormentaba. Ya no distinguía quién de las dos era y eso…era un gran problema.
Fue por esa confusión por la que no regresó. Cada día, se alimentaba de añoranza y desesperación, quería volver a verla y el hecho de no hacerlo… desencadenó la peor de las desgracias: matase. No recordaba cuantas personas les había arrebatado la vida, se ansiaba cuando bebía de ellas y nunca era suficiente. La razón, se le había nublado completamente. ¿Cómo podía ser que la razón de su existencia le estuviese llevando al lado oscuro de la locura? No podía pensar en otra cosa que en ella, ya daba igual si Naitiri o Tahirah, la quería a ella fuese quien fuese.
La desesperación, le arrastró por las calles de Paris. Llovía a mares. Su silueta se movía con elegancia a cada paso más rápido que el anterior. Su destino estaba claro, era la casa de aquella joven. Las orbes oscuras, parecían llamear bajo su capa borgoña, intensas y decididas, como el hecho de no marcharse hasta que ella le aceptase, le volviese a pertenecer de cualquier manera porque era suya, siempre fue así y siempre lo sería.
Temblaba, estaba sediento de su perfume, su voz y …toda ella. Maldita fuese, lo estaba condenando a regocijarse en el más puro deseo de hallarla, de atraparla entre sus brazos y no soltarla jamás. No permitiría jamás que le pasase nada malo, era ella, eso no iba a cambiar. Ese rostro, esa sonrisa… ¿cómo poder olvidarlo? ¿cómo poder seguir como si nada cuando sabía que bajo aquel mismo cielo ella vivía a escasos kilómetros? Porque no, ahora que la encontró no iba a dejarla ir, costase lo que costase.
Reconoció aquel callejón como si fuese el camino de todos los días, su rutina. Sus pasos se detuvieron cuando estuvo frente a la casa. Alzó el rostro, buscando luz en una de las ventanas…en una en especial, la halló pero escasos segundos después se apagó. El momento perfecto. Se volvió a colar en aquella habitación en donde la última vez, ella le aseguró que lo quería, volvía a estar allí, podía sentirla.
El calor que desprendía su cuerpo, cómo bombeaba su corazón, su respiración tranquila y ese olor que le arrancó un gemido de dolor. Dolía y mucho, como si le estuviesen clavando miles de dagas en todo el cuerpo para…irse desangrando despacio y sin prisa. No le importó que alguien estuviese allí, olía suave y dulce, aroma femenino. Se sentó, mojando sin querer las sabanas, solo podía observarla…desde aquella posición, fijamente, temiendo que cuando ella abriese los ojos… pudiese encontrarse con esa mirada de nuevo ¿cómo iba a reaccionar? Rugió por lo bajo, le enfadaba a sobremanera el hecho de que ella, le temiese…era algo que no iba a permitir , menos que le apartase de su lado.
-Vuelvo a estar aquí, ven conmigo. Mírame -tembló antes de enredar sus dedos en sus cabellos, deleitándose en su tacto y esperar…esperar a no tener que tomar el camino equivocado.
Si estoy aquí…es sólo por ti.
¿Cuánto tiempo? Incapaz de saberlo con claridad. Aquellos orbes oscuros, tan parecidos a las de él mismo, seguían atormentándole en su mente. Lo miró con reproche, confusión, miedo y… amor. Sí, seguía queriéndolo más incluso que la última vez, como si nunca se hubiesen separado. Él la amaba, fuese quien fuese. Naitiri, nació del amor de su matrimonio , ¿cómo no amarla con todo su ser? Pero la confusión, lo atormentaba. Ya no distinguía quién de las dos era y eso…era un gran problema.
Fue por esa confusión por la que no regresó. Cada día, se alimentaba de añoranza y desesperación, quería volver a verla y el hecho de no hacerlo… desencadenó la peor de las desgracias: matase. No recordaba cuantas personas les había arrebatado la vida, se ansiaba cuando bebía de ellas y nunca era suficiente. La razón, se le había nublado completamente. ¿Cómo podía ser que la razón de su existencia le estuviese llevando al lado oscuro de la locura? No podía pensar en otra cosa que en ella, ya daba igual si Naitiri o Tahirah, la quería a ella fuese quien fuese.
La desesperación, le arrastró por las calles de Paris. Llovía a mares. Su silueta se movía con elegancia a cada paso más rápido que el anterior. Su destino estaba claro, era la casa de aquella joven. Las orbes oscuras, parecían llamear bajo su capa borgoña, intensas y decididas, como el hecho de no marcharse hasta que ella le aceptase, le volviese a pertenecer de cualquier manera porque era suya, siempre fue así y siempre lo sería.
Temblaba, estaba sediento de su perfume, su voz y …toda ella. Maldita fuese, lo estaba condenando a regocijarse en el más puro deseo de hallarla, de atraparla entre sus brazos y no soltarla jamás. No permitiría jamás que le pasase nada malo, era ella, eso no iba a cambiar. Ese rostro, esa sonrisa… ¿cómo poder olvidarlo? ¿cómo poder seguir como si nada cuando sabía que bajo aquel mismo cielo ella vivía a escasos kilómetros? Porque no, ahora que la encontró no iba a dejarla ir, costase lo que costase.
Reconoció aquel callejón como si fuese el camino de todos los días, su rutina. Sus pasos se detuvieron cuando estuvo frente a la casa. Alzó el rostro, buscando luz en una de las ventanas…en una en especial, la halló pero escasos segundos después se apagó. El momento perfecto. Se volvió a colar en aquella habitación en donde la última vez, ella le aseguró que lo quería, volvía a estar allí, podía sentirla.
El calor que desprendía su cuerpo, cómo bombeaba su corazón, su respiración tranquila y ese olor que le arrancó un gemido de dolor. Dolía y mucho, como si le estuviesen clavando miles de dagas en todo el cuerpo para…irse desangrando despacio y sin prisa. No le importó que alguien estuviese allí, olía suave y dulce, aroma femenino. Se sentó, mojando sin querer las sabanas, solo podía observarla…desde aquella posición, fijamente, temiendo que cuando ella abriese los ojos… pudiese encontrarse con esa mirada de nuevo ¿cómo iba a reaccionar? Rugió por lo bajo, le enfadaba a sobremanera el hecho de que ella, le temiese…era algo que no iba a permitir , menos que le apartase de su lado.
-Vuelvo a estar aquí, ven conmigo. Mírame -tembló antes de enredar sus dedos en sus cabellos, deleitándose en su tacto y esperar…esperar a no tener que tomar el camino equivocado.
Naeem Zahir*- Vampiro Clase Media
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Fecha de inscripción : 27/03/2016
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Re: My Own Demon ~ Privado
Y de nuevo vuelves a mí... buscando mí recuerdo
No tardé mucho tiempo en quedarme durmiendo, con Isis a mí lado, mientras le acariciaba el pelo era muy fácil caer en el sueño. El calor que desprendía su cuerpo pegado contra el mío, incluso aunque estuviéramos entrando en la primavera, junto a su pelaje suave y su compañía que me relajaba y me tranquilizaba… caí. No podría decir cuánto tardé aunque algo más que ella sí, porque cuando yo me estaba quedando durmiendo Isis ya lo estaba haciendo. Aquella perra era un verdadero amor y me encantaba dormir con ella, tenía que haberlo hecho desde el principio. Y más segura me sentía, también.
No supe cuánto tiempo estaría durmiendo, ni siquiera me di cuenta de que mí padre había entrado a la habitación y se había sentado, tomándose unas libertades que no sabía realmente si quería que tomara… al menos, no sin hablarlo antes. Pero ¿Cómo se hablaba con una persona que era un vampiro, del cuál no te había dicho nada, y que te hacía creer que todo era un sueño? Sentí una presencia en la habitación y, como las anteriores veces, pensé que era producto del sueño… hasta que Isis dio la alarma.
Isis se había despertado nada más sentarse Naeem en la cama, se había girado en su dirección para mirarlo y había comenzado a gruñir mientras yo aún seguía dormida, pero sus gruñidos y el que su pusiera de pie, moviéndose, hizo que me despertara encontrándome con ella delante de mí gruñendo en mí dirección, mientras yo sentía en mí pelo como alguien lo estaba acariciando, más aquellas palabras que me confirmaron totalmente que había vuelto, después de aquellos meses… estaba ahí.
Intenté controlarme y suspiré para tranquilizarme y mentalizarme, tenía que hacer como que no sabía nada de nada aunque, estando allí Isis, iba a ser mucho más complicado. Pero, siempre podía fingir que era un sueño ¿no? No sabía qué hacer pero tenía que tomar una rápida decisión porque, de lo contrario, comenzaría a sospechar y no sabía hasta qué punto aquello era bueno.
Me incorporé para tocar a Isis y que se tranquilizara acariciando su cara mientras no quitaba su vista fija en Naeem, que estaba sentado a mí lado en el otro lado de la cama, tan tranquilo, como si nada.
-Tranquila Isis, estamos en un sueño –quizás, si yo actuaba como si estuviera en uno a él no le haría sospechar, así es como había empezado todo. Finalmente me giré sin dejar de acariciar a Isis, quería que estuviera tranquila para llevar todo aquello de la forma que más cómoda me resultara posible, o lo iba a tener difícil- Vuelves a estar aquí, como en un sueño –lo contemplé intentando no pensar en lo que era y sin separarme de Isis, no quería que le hiciera nada por cómo había actuado- Y sigues pareciendo tan real… -alargué una mano, algo temblorosa, y toqué su brazo… frío, como la última vez que lo había tocado- ¿Cómo puede ser que seas tan… tan parecido a él? –suspiré, sabiendo que las siguientes palabras no debía de pronunciarlas, pero aún así, era lo que realmente sentía- Te hecho de menos.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: My Own Demon ~ Privado
Volvamos a revivir cada momento,
Juntos, una y otra vez.
Volvía a estar allí, ante ella, como una sombra. Jamás se apartó de ella, nunca dudó del amor que sentía por ese ser maravilloso que desde el primer segundo, se cruzó por su camino para no otra cosa que darle sentido a su existencia. En sí, daba igual si era Naitiri o Tahirah, ambas fueron parte de su vida, su obsesión por recuperarlas a ambas le llevó a la confusión más extrema y peligrosa. Nadie era capaz de hacerle entender, de ser su conciencia y poder diferenciar el mal del bien…
Sus orbes oscuras, se centraron en ella. Ante él no podía tener otra cosa que un ser divino que le había condenado a permanecer encadenado a ella. Los gruñidos del can, le despertaron de su letargo. Aún así, no se movió, se quedó observándola como si otra cosa no existiese…esperando, como siempre cuando la visitaba. No se inmutó, la observaba en silencio… ¿cuándo le podría confirmar que seguía ahí después de tanto tiempo? ¿qué volvió a buscarla?
Ante la reacción de ella y del perro, se separó lo suficiente para que supiese que estaba ahí pero sin invadir su espacio. Debía controlarse, no perder los estribos. No todo eran beneficios a la hora de ser un ser de la noche, las consecuencias las tenía ante sus ojos. ¿Un sueño? Él no era un sueño, si no real ¿cómo hacérselo comprender? No sabía por dónde empezar, seguía allí… expectante. Tuvo que cerrar los ojos y el puño, agarrando con fuerza la sabana… dándose fuerzas a sí mismo para no perderse…
-¿Y si no lo fuera? Un sueño y si… ¿fuese real? -apenas fue un susurro, tranquilizador y acariciador -Puedo ser todo lo real que desees…porque al fin y al cabo, estoy aquí por y para ti… -intentó sonar todo lo tranquilo, no le asustase. Le devolvió la mirada desde el mismo segundo, él estaba ahí, fuese o no su padre… la viva imagen de su progenitor se presentaba ante ella como el más increíble de los espejismos -Y yo a ti, cada segundo de mi existencia, mis plegarias por fin han sido escuchadas…-
Esperó cualquier reacción de su parte pues él seguía allí ¿cómo iba a ser eso un sueño? Dudó pero finalmente, tomó la mano de la joven… con infinito cuidado de dañarla y llevarla hasta su propio rostro. Quería, más bien, deseaba que por fin mirase de frente a la realidad que no era otra que ambos, en el mismo lugar en donde podrían volver a retomarlo donde lo dejaron. Sus ojos oscuros, se fijaron en cada centímetro del hermoso rostro que tenía delante, atreviéndose a deslizar dos de sus dedos por una de sus mejillas.
-Soy real. Estoy aquí. No importa dónde ni cómo he estado, ni…qué sea ahora. Lo más importante es que estamos aquí los dos ¿no te alegras de verme? Te he extrañado tanto, te he echado tanto de menos -no pudo evitarlo, tantas emociones juntas, le hicieron olvidar la fuerza que poseía ahora que era un ser sobrenatural, sin querer, le apretó de la muñeca con cierta fuerza pues… no podía dejarla marchar, ahora no.
Juntos, una y otra vez.
Volvía a estar allí, ante ella, como una sombra. Jamás se apartó de ella, nunca dudó del amor que sentía por ese ser maravilloso que desde el primer segundo, se cruzó por su camino para no otra cosa que darle sentido a su existencia. En sí, daba igual si era Naitiri o Tahirah, ambas fueron parte de su vida, su obsesión por recuperarlas a ambas le llevó a la confusión más extrema y peligrosa. Nadie era capaz de hacerle entender, de ser su conciencia y poder diferenciar el mal del bien…
Sus orbes oscuras, se centraron en ella. Ante él no podía tener otra cosa que un ser divino que le había condenado a permanecer encadenado a ella. Los gruñidos del can, le despertaron de su letargo. Aún así, no se movió, se quedó observándola como si otra cosa no existiese…esperando, como siempre cuando la visitaba. No se inmutó, la observaba en silencio… ¿cuándo le podría confirmar que seguía ahí después de tanto tiempo? ¿qué volvió a buscarla?
Ante la reacción de ella y del perro, se separó lo suficiente para que supiese que estaba ahí pero sin invadir su espacio. Debía controlarse, no perder los estribos. No todo eran beneficios a la hora de ser un ser de la noche, las consecuencias las tenía ante sus ojos. ¿Un sueño? Él no era un sueño, si no real ¿cómo hacérselo comprender? No sabía por dónde empezar, seguía allí… expectante. Tuvo que cerrar los ojos y el puño, agarrando con fuerza la sabana… dándose fuerzas a sí mismo para no perderse…
-¿Y si no lo fuera? Un sueño y si… ¿fuese real? -apenas fue un susurro, tranquilizador y acariciador -Puedo ser todo lo real que desees…porque al fin y al cabo, estoy aquí por y para ti… -intentó sonar todo lo tranquilo, no le asustase. Le devolvió la mirada desde el mismo segundo, él estaba ahí, fuese o no su padre… la viva imagen de su progenitor se presentaba ante ella como el más increíble de los espejismos -Y yo a ti, cada segundo de mi existencia, mis plegarias por fin han sido escuchadas…-
Esperó cualquier reacción de su parte pues él seguía allí ¿cómo iba a ser eso un sueño? Dudó pero finalmente, tomó la mano de la joven… con infinito cuidado de dañarla y llevarla hasta su propio rostro. Quería, más bien, deseaba que por fin mirase de frente a la realidad que no era otra que ambos, en el mismo lugar en donde podrían volver a retomarlo donde lo dejaron. Sus ojos oscuros, se fijaron en cada centímetro del hermoso rostro que tenía delante, atreviéndose a deslizar dos de sus dedos por una de sus mejillas.
-Soy real. Estoy aquí. No importa dónde ni cómo he estado, ni…qué sea ahora. Lo más importante es que estamos aquí los dos ¿no te alegras de verme? Te he extrañado tanto, te he echado tanto de menos -no pudo evitarlo, tantas emociones juntas, le hicieron olvidar la fuerza que poseía ahora que era un ser sobrenatural, sin querer, le apretó de la muñeca con cierta fuerza pues… no podía dejarla marchar, ahora no.
Naeem Zahir*- Vampiro Clase Media
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Fecha de inscripción : 27/03/2016
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Re: My Own Demon ~ Privado
A veces me gustaría volver al pasado, y disfrutar de
esos pequeños momentos que ahora hecho de menos
esos pequeños momentos que ahora hecho de menos
No sabía si había sido una buena idea el tener a Isis conmigo en aquel momento, yo podía hacer perfectamente como que estaba en un sueño y hacerle creer que seguía pensando lo mismo que la última vez que lo había visto, haciendo creer que no sabía la verdad por muy dura que fuera y aparentar ante él. Algo que me estaba costando horrores porque no quería que, parte del miedo que tenía dentro, saliera a la luz y pudiera darse cuenta. Además, ¿qué otros poderes tenía aparte de hacerme creer que todo era un sueño? Control mental había dicho Gael, y no sabía muy bien en qué consistía.
Acaricié a Isis intentando a la misma vez tranquilizarla a ella y a mí misma, como si todo fuera un sueño y estuviera soñando. Era la única forma que se me ocurría de momento de que no pensara que sabía la verdad, de lo que era, de lo que había pasado… aunque no lo supiera realmente. Pero sabía lo suficiente, y no sabía si quería saber mucho más allá. Lo contemplé apoyada contra el respaldo de la cama mientras Isis seguía sentada a mí lado, sin apartarse, observándolo de forma fija aunque ya había parado de gruñir.
Escuché sus palabras y me quedé quieta, para mí la forma más fácil de aparentar que la verdadera realidad. ¿Qué podía decirle ante aquello? Tenía que fingir delante de él, y no sabía muy bien qué debía de hacer. Actuar normal, recordé.
-Claro que quiero pero… todo esto es un sueño. Como cada vez que te he visto, ha sido un sueño. Y luego me he encontrado con la realidad y la verdad –bueno, no era del todo mentira- Debe de ser un sueño, porque, ¿cómo podría ser todo real? Es algo que sería imposible –sí, sobre todo para él intentar explicarme por qué seguía teniendo el mismo aspecto, y por qué estaba tan helado y frío. –Podrías serlo, pero no con la forma y la apariencia que tienes ahora… eres exactamente igual al recuerdo que tengo tuyo, bueno, al último… -me mordí el labio, no sabía si irme por las ramas en aquel momento sería algo bueno o malo. –Estás aquí para mí, y por mí… -la última vez no sabía quién de las dos había sido, y no quería preguntarle en aquellos momentos.
Cogió mi mano entre las suyas y sentí el helor que desprendía, claro ejemplo de que era verdaderamente un vampiro y me mordí el labio, sintiendo cómo dejaba mí mano en su mejilla. Helada, pálida en contraste con la piel que solía tener. Era algo más pálida de lo normal aunque no había perdido ese tono oscuro tan característico que teníamos. Sus ojos me miraron de forma fija y no supe que era lo que tenía que hacer, cómo debía actuar, o lo que tenía que decir. No quería que nada fuera mal. Sus ojos me miraron de forma fija, como lo estaba haciendo yo, y recorrió con un par de dedos mi mejilla… y me dejé hacer, ante todo, era mí padre y por muy vampiro que fuera aquello podía mucho más que con su condición actual.
-Si fueras real te haría muchas preguntas, sabes lo curiosa que he sido siempre y te preguntaría todas esas cosas; dónde has estado, por qué has tardado tanto… -obvié el tema en cuestión de lo que era ahora- Y te preguntaría qué pasó… por eso sé que es un sueño, porque no puedes ser verdad –hice una mueca cuando cogió con algo más de fuerza mí muñeca y me mordí el labio, pero sin retirarla, aquello sería mucho más sospechoso aún.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
- Mensajes : 928
Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: My Own Demon ~ Privado
Viajar al pasado simplemente para saborear
Esos momentos vividos, ¿por qué perder el tiempo?
Creamos nuevos.
La joven, se aferraba a que fuese un sueño. Conocía de antemano lo que suponía convencerla pues era prácticamente imposible que a primeras, reconociese no solo que su padre estuviese allí, si no el hecho en sí de afrontar todo aquella situación. No era fácil, para ninguno de los dos. Realmente, se planteó no volver, dejar que viviese su vida fuese quién fuese de las dos pero ¿cómo permitirlo cuando la había encontrado? Se negaba a ello, intentaba controlarlo, pero el tiempo pasaba y más y más incrustada en todo su ser, no podía vivir sin ella, era algo que supo desde que volvieron a encontrarse.
-Nada es imposible. La realidad es esta, aunque quieras negarlo o evadirlo. Estoy aquí, contigo y eso no va a cambiar, quieras creer que es un sueño o no -su voz aterciopelada, apenas era un susurro, el mismo tono que empleaba cuando le cantaba la nana a su pequeña. Le dejó espacio, para que pensase y se centrase, intentaba por todos los medios hacer las cosas bien pero solo pensar en el hecho de que pudiese rehacer su vida, sin su persona …le enfermaba, los celos le podían más que cualquier otra cosa.
Ante lo de su apariencia, no hizo ninguna objeción. Esperaba, pacientemente que aquella situación se volviese todo lo normal que pudiese serlo, no todos los días los muertos volvían a la vida, como si el tiempo se hubiese detenido en aquel instante en el que tu vida cambió para siempre, creyeses que las personas más importantes se fuesen de tu lado injustamente. Fue muy complaciente a la hora de escuchar, más a su familia, siempre estaba por y para ambas, se desvivía por ellas y eso no era ningún secreto. Naitiri podía recordar su niñez feliz y plena, sus padres la amaban, él la adoraba ¿cómo olvidarla? Imposible.
-Puede pasar mil años, una eternidad pero sería incapaz de olvidarte, volvería siempre por ti, costase lo que me costase. Quieres preguntar, hazlo. -le bastó aquellas breves palabras para aprovechar que la tomaba de la mano y poder mostrar en su mente épocas de su vida después de aquel barco. El dolor de su mirada al dejar a su pequeña, evitando la muerte de Tahirah, pues él mismo no era consciente de que fue el causante de la pérdida. Su creación, sus primeros años como ser de la noche, oculto entre las sombras, susurrando una y otra vez el nombre de su hija. Los momentos en los que la había buscado, la frustración de no hallarla, la desesperación en que jamás pudiese encontrarla.
Fue él quien la soltó, levantándose de golpe, girando el rostro hacia la ventana y caminar hasta ella. acababa de ser suficiente, lo mostrado, apenas un par de cosas pero esenciales…le haría una idea de cómo se había sentido, totalmente desesperado y perdido pero siempre con la esperanza de que a ella pudiese encontrarla, bajó la mirada un segundo, incapaz de emitir palabra pues ¿qué decir en ese instante?
-Sigo aquí, siempre estuve aquí… si quieres conocer más puedes preguntarme, puedo mostrártelo pero también pedirme que me marche, espero que no sea la última opción… pues no podría complacerte. Te he encontrado y no voy a marcharme -sonó decidido y tajante, ahora era imposible volver…y olvidarlo, ni él ni ella.
Esos momentos vividos, ¿por qué perder el tiempo?
Creamos nuevos.
La joven, se aferraba a que fuese un sueño. Conocía de antemano lo que suponía convencerla pues era prácticamente imposible que a primeras, reconociese no solo que su padre estuviese allí, si no el hecho en sí de afrontar todo aquella situación. No era fácil, para ninguno de los dos. Realmente, se planteó no volver, dejar que viviese su vida fuese quién fuese de las dos pero ¿cómo permitirlo cuando la había encontrado? Se negaba a ello, intentaba controlarlo, pero el tiempo pasaba y más y más incrustada en todo su ser, no podía vivir sin ella, era algo que supo desde que volvieron a encontrarse.
-Nada es imposible. La realidad es esta, aunque quieras negarlo o evadirlo. Estoy aquí, contigo y eso no va a cambiar, quieras creer que es un sueño o no -su voz aterciopelada, apenas era un susurro, el mismo tono que empleaba cuando le cantaba la nana a su pequeña. Le dejó espacio, para que pensase y se centrase, intentaba por todos los medios hacer las cosas bien pero solo pensar en el hecho de que pudiese rehacer su vida, sin su persona …le enfermaba, los celos le podían más que cualquier otra cosa.
Ante lo de su apariencia, no hizo ninguna objeción. Esperaba, pacientemente que aquella situación se volviese todo lo normal que pudiese serlo, no todos los días los muertos volvían a la vida, como si el tiempo se hubiese detenido en aquel instante en el que tu vida cambió para siempre, creyeses que las personas más importantes se fuesen de tu lado injustamente. Fue muy complaciente a la hora de escuchar, más a su familia, siempre estaba por y para ambas, se desvivía por ellas y eso no era ningún secreto. Naitiri podía recordar su niñez feliz y plena, sus padres la amaban, él la adoraba ¿cómo olvidarla? Imposible.
-Puede pasar mil años, una eternidad pero sería incapaz de olvidarte, volvería siempre por ti, costase lo que me costase. Quieres preguntar, hazlo. -le bastó aquellas breves palabras para aprovechar que la tomaba de la mano y poder mostrar en su mente épocas de su vida después de aquel barco. El dolor de su mirada al dejar a su pequeña, evitando la muerte de Tahirah, pues él mismo no era consciente de que fue el causante de la pérdida. Su creación, sus primeros años como ser de la noche, oculto entre las sombras, susurrando una y otra vez el nombre de su hija. Los momentos en los que la había buscado, la frustración de no hallarla, la desesperación en que jamás pudiese encontrarla.
Fue él quien la soltó, levantándose de golpe, girando el rostro hacia la ventana y caminar hasta ella. acababa de ser suficiente, lo mostrado, apenas un par de cosas pero esenciales…le haría una idea de cómo se había sentido, totalmente desesperado y perdido pero siempre con la esperanza de que a ella pudiese encontrarla, bajó la mirada un segundo, incapaz de emitir palabra pues ¿qué decir en ese instante?
-Sigo aquí, siempre estuve aquí… si quieres conocer más puedes preguntarme, puedo mostrártelo pero también pedirme que me marche, espero que no sea la última opción… pues no podría complacerte. Te he encontrado y no voy a marcharme -sonó decidido y tajante, ahora era imposible volver…y olvidarlo, ni él ni ella.
Naeem Zahir*- Vampiro Clase Media
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Re: My Own Demon ~ Privado
Si no superas el pasado jamás podrás seguir adelante,
el presente te espera, tan solo tienes que abrazarlo
el presente te espera, tan solo tienes que abrazarlo
No sabía muy bien cómo debía de actuar en ese preciso momento, estaba intentando mostrarme lo más tranquila posible mientras acariciaba a Isis, sentada a mí lado, que no dejaba de mirar fijamente a mí padre como si estuviera esperando que hiciera el mínimo movimiento que no le gustase y… ir hacia él. Era como si ella misma notara que algo en él no estaba del todo bien y podía entenderla perfectamente, seguramente notara que no era un humano del todo y por eso estaba a la defensiva con él, no sabía como había logrado calmarla mientras seguía acariciándola, no quería ni pensar la facilidad que tendría Naeem para hacerle algo… y esperaba que nunca pasara. Así que rogué porque Isis estuviera quieta donde estaba.
Decía que nada era imposible y que todo podía ser más allá de un sueño y si no supiera la verdad aquellas palabras me confundirían aún más, por lo que opté por hacer como que no sabía nada y hacerle creer que aquello de verdad me confundía. Tenía que actuar como si no supiera nada y me estaba costando mucho, porque en el fondo, tenía miedo de que notara que sabía que era un vampiro. La incertidumbre de no saber a qué había venido exactamente era algo desconcertante.
Podía entender que quisiera reunirse conmigo de nuevo porque era algo que yo también querría hacer. Su condición de vampiro había empeorado las cosas porque claramente habían pasado muchos años para que él tuviera el mismo rostro que la última vez que lo vi, aparentando ser igual de joven cuando ahora debería de tener casi cincuenta años. Era algo que podía confundir demasiado, y no solo eso, el helor que desprendía su cuerpo era algo también muy llamativo cuando él jamás había estado así de helado. ¿Cómo podía pasar esas cosas por alto sin no preguntarme, o asombrarme, por ellas? Su voz era suave y tranquila, casi aterciopelada, como cuando me cantaba aquella nada de pequeña.
-Pero, ¿cómo no pensar que es un sueño cuando apareces siempre de noche? Es imposible que estés aquí ahora mismo, y aunque me gustaría que fuera verdad, sé que por mucho que me digas que todo esto es cierto… es en verdad todo un sueño. Idílico, pero sueño al fin y al cabo –tenía que seguir por esa línea, que era la que había mantenido desde la primera vez que lo había visto. Me dijo que preguntara pero, ¿qué podía preguntarle realmente? No hizo falta decirle nada, tomó su mano con la mía y… lo que pasó a continuación no me lo esperaba para nada. A mí mente acudieron imágenes de él cuando nos habíamos separado, mirándome cuando era una niña y tenía 8 años en aquel barco, su… transformación, los años que pasó buscándome… y aquello hizo que un sudor frío me recorriese la espalda, como un latigazo, y me pusiera algo pálida, me solté de su mano no queriendo ver mucho más de todo aquello y me cogí la mano que él había cogido con la suya- ¿Qué…? –no tenía palabras para describir lo que había sentido por mí cabeza cuando vi todo aquello.
Isis ante el brusco movimiento que hice y luego cuando se levantó lo observó y comenzó a gruñirle en una amenaza baja, podía verle mostrarle los dientes mientras sentía el vibrar de su cuerpo contra el mío al gruñirle. ¿Qué demonios había sido eso? ¿Qué acababa de pasar? Gael no me dijo que los vampiros podían hacer que… vieras cosas, y me pregunté si todo lo que había visto era verdad, aunque comenzaba a sospechar que sí; lo era. Su transformación, la última vez que me vio, el dolor que había sentido, la desesperación… ¿por qué me lo mostraba? ¿Acaso quería que entendiera, sin palabras, lo que había sido para él y que adivinara lo que era? Todo aquello era muy complicado, volví a acariciar a Isis para que dejara de gruñir y dejé un beso en su cabeza mientras la acariciaba detrás de las orejas, viendo como poco a poco se iba calmando, pero sin quitar la vista de Naeem en ningún momento. Y al escuchar sus últimas palabras supe, de forma inminente, que no se alejaría pasara lo que pasara de mí lado, y que debía de andar con pies de plomo.
-Ni yo misma sé lo que acabas de hacer y estoy demasiado confundida como para siquiera pensar en preguntarte algo, o decirte algo. Solo sé que seas lo que seas, real o imaginario, eres ante todo mí padre y eso es algo que aquí, o en cualquier sueño y alucinación de mí mente, no querré que te marches. –Verdad, absoluta y pura verdad- Pero no sé porque me hago daño a mí misma con todo esto, y no sé porque todo me perturba tanto. No sé por qué estás aquí, ni si eres real o no, ni lo que pretendes… no entiendo nada –solo esperaba, que aquello no se me fuera de las manos.
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Re: My Own Demon ~ Privado
Las heridas del pasado permanecen pero
Solo pueden curarse si tú eres la verdadera cura.
Iba a ser complicado hacerle entender la situación en la que se encontraban. Él un vampiro, su padre, acababa de encontrarla después de tanto años de lucha y desesperanza. Viviendo entre las sombras y alimentándose de sangre humana. No se arrepentía de cada vida arrebatada pues era bien merecida. Personas que hicieron mal en vida, deshechos de la humanidad que estaban mejor pudriéndose en cualquier zanja. No, no iba a rezar por esas almas, esperaba se condenasen en el infierno.
Imposible. El hecho de que ella lo viese como un sueño le empezaba a inquietar, no sabía cómo explicárselo ¿y qué mejor que mostrándoselo? Iba a ser duro, mucho pero necesario. No podía apretar más la mano de la joven, para que no le soltase, quería que lo viese…con detalle, todo lo vivido, lo sufrido por muy duro que fuese ¿acaso no quería comprobar por sí misma que no era un sueño? Su tacto gélido, no pudo evitar dejar la mano de su pequeña fría como el hielo, con la sensación de vacío que justo tenía él mismo…su alma.
Chasqueó la lengua, frunciendo el ceño, comenzaba a desesperarse. Seguía con que era un sueño y eso era algo que le estaba llevando por el camino de la amargura. Esperaba no tener que emplear su fuerza con la mascota, empezaba a cansarle sus gruñidos, no estaba colaborando y temía que sacase lo peor de sí mismo. No, no pudo soportarlo más, se separó de la ventana y en un rápido movimiento, volvió a la cama, inclinado hacia ella, su rostro muy cerca del ajeno.
Ahora, sí que podía notar su cercanía, aquel helor que provocaba su condición. La miraba fijamente, no esperaba otra cosa que le mantuviese la mirada, le dio igual nada más y siseó para que tanto ella como la perra no se les ocurriese interrumpirle.
-No es un maldito sueño ¿es que no lo entiendes? He vuelto por ti, estoy aquí ¿qué más tengo que hacer? No hagas todo esto un drama. No es bueno enfadarme, provocarme porque ya he tenido mucha paciencia. ¿Sabes todo lo que he tenido que pasar para verme donde estoy ahora? ¿y qué obtengo de ti? Miedo, indiferencia…¿me temes? No… no tienes que temerme ahora, no voy a hacerte nada.. no hagas que pierda los estribos . Quítate de la cabeza que es un sueño porque no lo es… no queramos que este sueño se termine convirtiendo en pesadilla. No puedo controlar mi fuerza, ni mi carácter cuando me sacan de mis casillas y el hecho de que lo veas como un “bonito sueño” me está llevando por ese camino -
Imponía, mucho incluso rugió lo que calló al perro. La tomó del rostro con ambas manos, dejando un beso en su frente y esperando… cualquier reacción por su parte, una que no fuese temor cuando…iba a ser completamente imposible, mostró ese lado que evitaba… todo por no creer que fuese real.
Solo pueden curarse si tú eres la verdadera cura.
Iba a ser complicado hacerle entender la situación en la que se encontraban. Él un vampiro, su padre, acababa de encontrarla después de tanto años de lucha y desesperanza. Viviendo entre las sombras y alimentándose de sangre humana. No se arrepentía de cada vida arrebatada pues era bien merecida. Personas que hicieron mal en vida, deshechos de la humanidad que estaban mejor pudriéndose en cualquier zanja. No, no iba a rezar por esas almas, esperaba se condenasen en el infierno.
Imposible. El hecho de que ella lo viese como un sueño le empezaba a inquietar, no sabía cómo explicárselo ¿y qué mejor que mostrándoselo? Iba a ser duro, mucho pero necesario. No podía apretar más la mano de la joven, para que no le soltase, quería que lo viese…con detalle, todo lo vivido, lo sufrido por muy duro que fuese ¿acaso no quería comprobar por sí misma que no era un sueño? Su tacto gélido, no pudo evitar dejar la mano de su pequeña fría como el hielo, con la sensación de vacío que justo tenía él mismo…su alma.
Chasqueó la lengua, frunciendo el ceño, comenzaba a desesperarse. Seguía con que era un sueño y eso era algo que le estaba llevando por el camino de la amargura. Esperaba no tener que emplear su fuerza con la mascota, empezaba a cansarle sus gruñidos, no estaba colaborando y temía que sacase lo peor de sí mismo. No, no pudo soportarlo más, se separó de la ventana y en un rápido movimiento, volvió a la cama, inclinado hacia ella, su rostro muy cerca del ajeno.
Ahora, sí que podía notar su cercanía, aquel helor que provocaba su condición. La miraba fijamente, no esperaba otra cosa que le mantuviese la mirada, le dio igual nada más y siseó para que tanto ella como la perra no se les ocurriese interrumpirle.
-No es un maldito sueño ¿es que no lo entiendes? He vuelto por ti, estoy aquí ¿qué más tengo que hacer? No hagas todo esto un drama. No es bueno enfadarme, provocarme porque ya he tenido mucha paciencia. ¿Sabes todo lo que he tenido que pasar para verme donde estoy ahora? ¿y qué obtengo de ti? Miedo, indiferencia…¿me temes? No… no tienes que temerme ahora, no voy a hacerte nada.. no hagas que pierda los estribos . Quítate de la cabeza que es un sueño porque no lo es… no queramos que este sueño se termine convirtiendo en pesadilla. No puedo controlar mi fuerza, ni mi carácter cuando me sacan de mis casillas y el hecho de que lo veas como un “bonito sueño” me está llevando por ese camino -
Imponía, mucho incluso rugió lo que calló al perro. La tomó del rostro con ambas manos, dejando un beso en su frente y esperando… cualquier reacción por su parte, una que no fuese temor cuando…iba a ser completamente imposible, mostró ese lado que evitaba… todo por no creer que fuese real.
Naeem Zahir*- Vampiro Clase Media
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Re: My Own Demon ~ Privado
Hace mucho tiempo aprendí que, para curar mis
heridas, necesitaba tener el valor de enfrentarlas
heridas, necesitaba tener el valor de enfrentarlas
Todo lo que alguna había pensado que podría ser ese encuentro se estaba tornando por momentos en algo complicado y difícil para mí. Desde el momento en que Gael me había dicho que mí padre era un vampiro me había imaginado, cientos de veces, aquella misma situación y había intentado situarme en ella para que cuando llegara el momento precisa pudiera actuar en consecuencia. Pero nada de lo que había pensado se podía comparar con aquello.
Porque sabía, a ciencia cierta, que en algún momento Naeem volvería en mí búsqueda y que aparecería cuando menos lo esperase… pero lo que no había podido imaginar es que todo iría de aquella manera. Me había puesto en situación y sin embargo, después de tanto tiempo que había tenido para pensar y situarme… no sabía cómo debía de actuar ante él. Notaba su actitud muy diferente de cómo había sido él las últimas veces… como, algo más inquieto, sobre todo.
Debía de entender que para mí no iba a ser fácil aceptar, de la noche a la mañana, que mí padre era un vampiro que había vuelto para encontrarme de nuevo. Que no era fácil acpetar que había vida más allá de la muerte y que, por mucho que él fuera mí padre y lo quisiera a mí lado, darte cuenta de que habían vampiros por el mundo no era sencillo. ¿Cómo pretendía que estuviera tranquila y calmada, cuando aún sin él haberme dicho nada al respecto, era algo difícil de entender? Tendría que tener paciencia y no creía que tuviera la misma que había tenido Gael en su momento. Eran situaciones muy diferentes, pero él no podía pretender irrumpir de aquella manera en mí vida y que lo aceptara a la primera de cambio.
Me había costado lo mío asumirlo y había sido un palo y un golpe muy duro cuando me lo dijo, y aunque en su momento reaccioné “bien”, había sido un camino arduo hasta comprender realmente lo que aquello significaba. Incluso después de haber pasado un par de meses todavía me costaba asimilarlo, por lo que no, no iba a hacerlo en una noche porque él así lo quisiera.
En cuanto se acercó a mí de aquella manera, de forma tan rápida, me pegué contra el cabecero de la cama estando todavía sentada y no me moví, no podía, aquello me había dejado completamente quieta en el sitio… al igual que Isis se había quedado donde estaba algo intimidada también por él. Su helor podía notarse mucho más y lo miré a los ojos, los mismos que recordaba de mí padre… y sabía, en el fondo, que aquel seguía siendo el mismo hombre pero algo diferente. Algo en él ya no era igual que antaño. Me mordí el labio, tenía que tranquilizarme al igual que tenía que tranquilizarlo a él, porque de lo contario después de oír sus palabras, no sabía cómo iba a acabar todo aquello. Suspiré y lo enfrenté, sintiendo sus manos en mí rostro.
-Tienes que entender que todo esto no es fácil para mí, vienes, apareces de la nada como si fuera todo una ensoñación y me dices todo esto, me muestras cosas que ni siquiera sé como lo has hecho y… estoy confundida –lo miré, hablándole de forma suave y pausada mientras por dentro trababa de tranquilizarme yo también- No te temo a ti –remarqué- temo el no saber qué está pasando. Jamás podría temerte porque eres mí padre –verdad absoluta- Sólo… sólo intento comprender lo que está pasando –debía de seguir por ahí e intentar que se calmara, Isis se tumbó a mí lado ya sin gruñir pero sin apartar la mirada de nosotros y suspiré algo más tranquila y aliviada- Lo siento si te ha molestado yo… no quería que te enfadaras –hice un leve puchero, como los que solía hacer cuando era pequeña, con la clara intención de ablandarlo un poco a ver si así se calmaba- No ahora que te he encontrado de nuevo. –Poco a poco, paso a paso, era lo único que podía hacer en aquellos momentos. Dejar el miedo a un lado, que no lo notara, y hacer que estuviera tranquilo y darle una oportunidad de explicarse al margen de que ya supiera lo que realmente era.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Re: My Own Demon ~ Privado
En algún momento, puede que mi verdadero yo me abandone y ya no haya vuelta atrás.
No podía entenderlo. Su capacidad de entendimiento quedó reducida a cenizas en cuanto la oía repetir una y otra vez que… era “un sueño”. ¿Cómo podía ser un sueño? ¿acaso no lo estaba bien con sus propios ojos? Esas orbes oscuras como la hermosa noche, el día del vampiro. Por la noche era cuando podía ir en su busca, estar a su lado. Lo que más odiaba en este mundo era haberse convertido en lo que , ante ojos de ella, no era real. Pero para él, sí. Lo más real que obtuvo desde hacía tiempo, lo que volvía a llenarle de vida cuando la desesperación inundaba cada poro de su piel.
-No es un sueño -una frase que repetía constantemente, como un susurro incesante, lleno de desamparo, dolor y miedo. ¿Cómo negar su existencia? Estaba ahí a su lado, siempre lo estuvo y ella le repudia por imaginarse que fuese una simple aparición sin sentido . no pudo controlarlo, se le escapó de las manos y la razón. Las formas con las que se acercó, la desesperación porque se percatase de que no era un sueño le llevó justo en el momento en el que ambas miradas se encontraron después de tanto tiempo.
Se fundieron en una. Supo entonces que no debía comportarse de esa manera, la locura hablaba en su propia piel, solo infligiría en ella miedo y dolor. Se controló, se tranquilizó por esas palabras que tanto necesitaba escuchar. Su agarre, poco a poco fue más suave, antes como una prisión y ahora, como una caricia… esa voz que rompió en un rugido, como un relámpago en la noche… ahora era muy parecido al hombre que fue en el pasado, el que hablaba dulce y tierno.
-Yo tampoco. No quiero enfadarme…descontrolarme. No recordaba esta sensación…siento como si en algún momento me rompiese, se rompiese esta piel y saliese esa bestia en mi interior que ha estado dormida durante tanto tiempo. No he descansado ni un segundo buscándote…no puedes decirme que me marche, no puedes tenerme miedo -a pesar de haberle dicho que no quería que se fuese, él seguía en sus trece.
Se sentó frente a ella, peinándole el cabello como cuando era una niña. Mucho más tranquilo, sonrió dejando un tímido beso en su frente, tembló…rugiendo por lo bajo. Era él pero su condición no le dejaba comportarse como deseaba. Aún no controlaba lo de haberse convertido en un ser sobrenatural.
-¿Me ayudarías? A controlarlo, no quiero perder los estribos…hacerte daño pero el hecho de que no creas en mí y me digas que es un sueño -volvió a rugir, sus orbes oscuras la miraron desafiantes, como una presa a la que saltar y engullir sin más -Nunca. Jamás. Vuelvas a decir que es un sueño. Soy yo. Estoy aquí y es lo que tienes que pensar. Me ayudarás, seré el que siempre fui y… no me iré de tu lado. Nadie te hará daño y no vas a ver a más hombres, hueles a gente desconocida, olores fuertes… y no, quiero que huelas a jazmín fresco…el que aún conserva esas gotas de rocío. El hecho de que huelas a otros me… asquea -giró el rostro, rugiendo por lo bajo, más calmado pero…alterado, no iba a ser fácil.
No podía entenderlo. Su capacidad de entendimiento quedó reducida a cenizas en cuanto la oía repetir una y otra vez que… era “un sueño”. ¿Cómo podía ser un sueño? ¿acaso no lo estaba bien con sus propios ojos? Esas orbes oscuras como la hermosa noche, el día del vampiro. Por la noche era cuando podía ir en su busca, estar a su lado. Lo que más odiaba en este mundo era haberse convertido en lo que , ante ojos de ella, no era real. Pero para él, sí. Lo más real que obtuvo desde hacía tiempo, lo que volvía a llenarle de vida cuando la desesperación inundaba cada poro de su piel.
-No es un sueño -una frase que repetía constantemente, como un susurro incesante, lleno de desamparo, dolor y miedo. ¿Cómo negar su existencia? Estaba ahí a su lado, siempre lo estuvo y ella le repudia por imaginarse que fuese una simple aparición sin sentido . no pudo controlarlo, se le escapó de las manos y la razón. Las formas con las que se acercó, la desesperación porque se percatase de que no era un sueño le llevó justo en el momento en el que ambas miradas se encontraron después de tanto tiempo.
Se fundieron en una. Supo entonces que no debía comportarse de esa manera, la locura hablaba en su propia piel, solo infligiría en ella miedo y dolor. Se controló, se tranquilizó por esas palabras que tanto necesitaba escuchar. Su agarre, poco a poco fue más suave, antes como una prisión y ahora, como una caricia… esa voz que rompió en un rugido, como un relámpago en la noche… ahora era muy parecido al hombre que fue en el pasado, el que hablaba dulce y tierno.
-Yo tampoco. No quiero enfadarme…descontrolarme. No recordaba esta sensación…siento como si en algún momento me rompiese, se rompiese esta piel y saliese esa bestia en mi interior que ha estado dormida durante tanto tiempo. No he descansado ni un segundo buscándote…no puedes decirme que me marche, no puedes tenerme miedo -a pesar de haberle dicho que no quería que se fuese, él seguía en sus trece.
Se sentó frente a ella, peinándole el cabello como cuando era una niña. Mucho más tranquilo, sonrió dejando un tímido beso en su frente, tembló…rugiendo por lo bajo. Era él pero su condición no le dejaba comportarse como deseaba. Aún no controlaba lo de haberse convertido en un ser sobrenatural.
-¿Me ayudarías? A controlarlo, no quiero perder los estribos…hacerte daño pero el hecho de que no creas en mí y me digas que es un sueño -volvió a rugir, sus orbes oscuras la miraron desafiantes, como una presa a la que saltar y engullir sin más -Nunca. Jamás. Vuelvas a decir que es un sueño. Soy yo. Estoy aquí y es lo que tienes que pensar. Me ayudarás, seré el que siempre fui y… no me iré de tu lado. Nadie te hará daño y no vas a ver a más hombres, hueles a gente desconocida, olores fuertes… y no, quiero que huelas a jazmín fresco…el que aún conserva esas gotas de rocío. El hecho de que huelas a otros me… asquea -giró el rostro, rugiendo por lo bajo, más calmado pero…alterado, no iba a ser fácil.
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Re: My Own Demon ~ Privado
A veces el recuerdo más vívido es traído por una fragancia a flores
Tenía que sacar de mí mente el que aquello era un sueño, porque estaba viendo que lo único que hacía era alterarlo aún más y no estaba muy segura de qué era lo que podría llegar a hacer. Tenía que tener mucho cuidado y ahora me arrepentía un poco de no haberle preguntado algo más a Gael, pero, ¿cómo iba a pensar que aquel encuentro iba a tomar el rumbo que estaba tomando? Era algo muy difícil de predecir y no era tampoco muy bueno que siguiera alterado… por lo que taché de mí mente lo de aparentar que era un sueño. Fuera de eso debía de llevar mucho más cuidado, y mirar antes de donde pisaba porque no sabía cómo iba a reaccionar él.
Pero debía de comprender que para mí todo era difícil, y que estaba llevando la situación más o menos porque realmente sabía lo que él era. De no ser así no sabría cómo estaría actuando, pero seguramente, habría salido corriendo de la habitación alejándome lo más posible. Porque sí, en apariencia aquel era el mismo hombre que había visto por última vez hace dieciséis años, pero en lo que se refería a su actitud, a sus gestos, y a su forma incluso de hablar… había cambiado.
Incluso no eran los mismos ojos que recordaba que tenía mí padre, en esencia estaba, pero había cambiado muchísimo. ¿Eso era lo que pasaba cuando te convertían en vampiro? ¿Tú esencia cambiaba dejando solamente la apariencia física, haciendo que la gente se confundiera? Había que reconocer que era un buen método de camuflaje pero… dios, agradecía que Gael me hubiera dado aquel duro golpe y dicho todo lo que había, no quería ni imaginarme cómo estaría de no saber lo que sabía.
-No es un sueño –yo misma repetí las mismas palabras para darle a entender que no pensaba más que lo era, pero él tenía que entender que no podía aparecer así de la nada, colarse en mí habitación, y hacerme creer que todo era un sueño. Entendía que fuera algo difícil de explicar pero ¿por qué solamente pensaba en él y no lo extraño que a mí todo me sonaba? Los vampiros eran leyendas, no podía pretender que lo entendiera y aceptara de la noche a la mañana. Son cosas que llevaban su tiempo y que eran complicadas. El agarre que ejerció sobre mí poco a poco lo fue liberando y me mordí el labio… realmente, me había hecho algo de daño con aquello pero no quise que lo viera o lo notara. Sus palabras me confundieron aún y, llevando cuidado, dejé una mano en su brazo como muestra de apoyo- Yo te ayudaré, siempre que tengas paciencia conmigo, y me ayudes tú también en el proceso. Nos tenemos que ayudar mutuamente –le hice el mismo gesto que cuando era pequeña y… noté que su actitud cambiaba.
Me apunté aquello de forma mental para una próxima ocasión, así que hacerle ver que era como una niña pequeña tenía un efecto calmante y de anulación sobre él… porque se volvió mucho más blando, sus ojos cambiaron, y estaba mucho más tranquilo que hacía apenas unos minutos. Eso podía jugar a mí favor y tenía que saber utilizarlo para calmarlo poco a poco. Cerré los ojos cuando acarició mí pelo como solía hacer cuando era pequeña y suspiré… la de veces que había añorado que algo como aquello pasara, que estuvieran conmigo, que me contaran cuentos antes de irme a dormir, que me cantara esa nana… y no había podido tenerlo, a cambio, había pasado una vida mucho más dura de la que él no tenía ni idea y que al parecer no tenía ni consideración por ello. Su beso en la frente me hizo mirarlo de forma fija, mordiéndome el labio.
-Te ayudaré a que seas lo que siempre quise que fueras –hice una leve pausa- Nadie va a hacerme daño -¿por qué pensaba aquello? Sus siguientes palabras fueron… duras, pero no por el tono, sino porque ¿cómo le decía a lo que me dedicaba y que aquello no podría hacerlo?- En mí día a día veo a mucha gente y trato con mucha gente… es normal que huela a toda la combinación de ellos –es más, no debería de haberme dicho aquello porque si yo no supiera lo que era ¿cómo podría explicarme aquello?- Siempre oleré a jazmín como me decías de pequeña, y me colocabas jazmín en el pelo adornándolo –sonreí intentando que se olvidara de lo de las olores… no quería ni pensar como oliera una en particular más de una vez, ¿qué podía hacer para que eso no pasara?- ¿Te acuerdas de eso? Decías que era el jazmín más bonito de todo el mundo –le giré el rostro- y que siempre sería tu pequeño jazmín.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Re: My Own Demon ~ Privado
La esencia de mi vida, no es otra que cuidar a mi pequeño jazmín.
La negación oída por la voz de la joven, le hizo reaccionar. Observándola como si nada más existiese, totalmente embelesado, sin poder aún creer que la pudiese tener delante. Destino cruel, la separaron de él sin avisar. ¿Por qué? si ella hubiese estado todo este tiempo a su lado, quizás…no tendría que controlar ciertas cosas, realizarse como ser de la noche pues la soledad no traía nada bueno.
Verla, resplandeciente , como todas esas pequeñas flores blancas de cuatro pétalos, la esencia pura y verdadera de su Naitiri. De eso no podía dudar, olía a jazmines, olía a ella. Dejó de dudar cuando le contó aquella historia, el recuerdo de su pasado como humano…en el que fue tan feliz, tan pleno por el simple hecho de tener a su lado a los dos grandes amores de su vida. Destino cruel, maldecía de nuevo. ¿Qué hubiese ocurrido si aquel barco zarpase con ellos tres? Seguramente, en ese mismo instante, tendría entre sus brazos a la mujer que amaría por el resto de su existencia, inmortalidad. Su hija, toda una mujer, habría decidido por sí misma su camino, siempre y cuando fuese fructífero para ella.
-Ayudarnos mutuamente… tienes que darme tiempo, ser paciente pues no es fácil. Todo es nuevo para mí ahora que vuelvo a tenerte… comprendo esa parte, es lo mismo que sientes tú…¿cierto?-le dedicó una leve sonrisa, quizás en ese mismo momento, aquel que fue se mostró ante ella devolviéndole a su progenitor, su recuerdo, la vida que tuvo cuando apenas era una niña…feliz y familiar -Naitiri. Mi Nai -murmuró cuando hundió sus dedos en el cabello azabache, tuvo que cerrar los ojos, transportándole a su humilde casa. -Huele delicioso, jazmín, la sopa de tu madre… el murmullo de los niños jugando en la calle, nuestras risas haciendo eco en el callejón. ¿Te acuerdas del ramillete? El que adornaba…sí, tu pelo
Sonrió ampliamente, con aún los ojos cerrados. No podía dejar de acariciarle el pelo, ahora sí que era consciente de que ante él estaba su hija ¿cómo confesar que él fue el culpable de su perdida? Poco a poco, tenían que hilar sus vidas, todo aquello que se perdieron del otro, empezar por revivir recuerdos es lo que ambos necesitaban.
-Lo serás, serás siempre mi pequeño jazmín. -apartó su mano del cabello, sentándose en el borde de la cama y suspirar por sus palabras… tenía que controlar lo de las fragancias pero eran tan intensas que tapaban el olor propio de su pequeña -Lo entiendo pero no me gusta, me desagrada, me saca fuera de…sí y… ¿quieres dar un paseo?
Lo pensó rápido. Esperando su respuesta, era mejor salir de allí… el aire de la noche los acompañarían en su camino, en sus pasos del recuerdo. Sonrió ofreciéndole su mano, mucho más tranquilo pues su sola presencia le calmaba.
-Mi pequeño jazmín, lanza tu fragancia , envuélvelos con tu sola presencia…hazme ese regalo -volvía su padre, ese cercano, que deseaba ante todo… solo un paseo, unas horas hasta que tuviese que despedirse cuando los rayos del sol hiciesen su aparición.
La negación oída por la voz de la joven, le hizo reaccionar. Observándola como si nada más existiese, totalmente embelesado, sin poder aún creer que la pudiese tener delante. Destino cruel, la separaron de él sin avisar. ¿Por qué? si ella hubiese estado todo este tiempo a su lado, quizás…no tendría que controlar ciertas cosas, realizarse como ser de la noche pues la soledad no traía nada bueno.
Verla, resplandeciente , como todas esas pequeñas flores blancas de cuatro pétalos, la esencia pura y verdadera de su Naitiri. De eso no podía dudar, olía a jazmines, olía a ella. Dejó de dudar cuando le contó aquella historia, el recuerdo de su pasado como humano…en el que fue tan feliz, tan pleno por el simple hecho de tener a su lado a los dos grandes amores de su vida. Destino cruel, maldecía de nuevo. ¿Qué hubiese ocurrido si aquel barco zarpase con ellos tres? Seguramente, en ese mismo instante, tendría entre sus brazos a la mujer que amaría por el resto de su existencia, inmortalidad. Su hija, toda una mujer, habría decidido por sí misma su camino, siempre y cuando fuese fructífero para ella.
-Ayudarnos mutuamente… tienes que darme tiempo, ser paciente pues no es fácil. Todo es nuevo para mí ahora que vuelvo a tenerte… comprendo esa parte, es lo mismo que sientes tú…¿cierto?-le dedicó una leve sonrisa, quizás en ese mismo momento, aquel que fue se mostró ante ella devolviéndole a su progenitor, su recuerdo, la vida que tuvo cuando apenas era una niña…feliz y familiar -Naitiri. Mi Nai -murmuró cuando hundió sus dedos en el cabello azabache, tuvo que cerrar los ojos, transportándole a su humilde casa. -Huele delicioso, jazmín, la sopa de tu madre… el murmullo de los niños jugando en la calle, nuestras risas haciendo eco en el callejón. ¿Te acuerdas del ramillete? El que adornaba…sí, tu pelo
Sonrió ampliamente, con aún los ojos cerrados. No podía dejar de acariciarle el pelo, ahora sí que era consciente de que ante él estaba su hija ¿cómo confesar que él fue el culpable de su perdida? Poco a poco, tenían que hilar sus vidas, todo aquello que se perdieron del otro, empezar por revivir recuerdos es lo que ambos necesitaban.
-Lo serás, serás siempre mi pequeño jazmín. -apartó su mano del cabello, sentándose en el borde de la cama y suspirar por sus palabras… tenía que controlar lo de las fragancias pero eran tan intensas que tapaban el olor propio de su pequeña -Lo entiendo pero no me gusta, me desagrada, me saca fuera de…sí y… ¿quieres dar un paseo?
Lo pensó rápido. Esperando su respuesta, era mejor salir de allí… el aire de la noche los acompañarían en su camino, en sus pasos del recuerdo. Sonrió ofreciéndole su mano, mucho más tranquilo pues su sola presencia le calmaba.
-Mi pequeño jazmín, lanza tu fragancia , envuélvelos con tu sola presencia…hazme ese regalo -volvía su padre, ese cercano, que deseaba ante todo… solo un paseo, unas horas hasta que tuviese que despedirse cuando los rayos del sol hiciesen su aparición.
Naeem Zahir*- Vampiro Clase Media
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Re: My Own Demon ~ Privado
Un paseo bajo la luz de la luna, puede ser muy bonito si se da acompañado
Parecía que poco a poco se calmaba y volvía un poco a la tranquilidad y parecía que el actuar como una niña pequeña surtía efecto porque su semblante se había tranquilizado por completo, siendo uno mucho más calmado que el traía hacía unos minutos. Suspiré, actuar como niña pequeña podía ser algo muy fructífero para calmarlo. Y si surgía tanto efecto como parecía que así era… actuaría como tal. Tenía que intentar que estuviera en aquella línea todo el rato, porque no sabía hasta qué punto podría descontrolarse y… no sabía lo que podría pasar.
Poco a poco yo también me iba tranquilizando y calmándome a la par que él lo hacía, aunque no debía de bajar la guardia, por todo lo que pudiera pasar. Aún tenía en mente que era un vampiro y que él no sabía que yo lo sabía… así que ahí tenía una baza con la cual podía jugar perfectamente. Debía de facilitarme las cosas lo más que pudiera, no podía dejar que viera mí temor o mis dudas o todo podría descontrolarse y aquello no sería para nada bueno.
Sonreí cuando hundió sus dedos en mí pelo y me llamaba de aquella forma, como cuando era niña, y que me traía tantos recuerdos. Solo me llamaba por el nombre completo cuando había hecho algo mal o cuando estaba realmente enfadado conmigo, así que el que me dijera “Nai” era algo bastante bueno. Al parecer se dejó llevar por los recuerdos y cerró sus ojos durante unos segundos, haciendo que respirara algo más aliviada por aquello.
-Me acuerdo de aquel ramillete que me regalaste cuando era pequeña y cómo lo colocabas en mí pelo cada vez que lo llevaba suelto. Muchas veces incluso lo soltabas tú mismo para poder ponérmelo –porque sí, me acordaba perfectamente. Y si con esos recuerdos traía de vuelta al hombre que era… estaría toda la noche recordando si hacía falta. –Sí, siempre seré tú pequeño jazmín… ese que corría por toda la casa riendo feliz y el que disfrutaba cuando le contaban un cuento antes de ir a dormir –siempre me había gustado que mí madre me contara algo sobre los Dioses y los Faraones a modo de cuento, siempre me dejaba enganchada con sus historias. Lo miré durante unos segundos cuando dijo dar un paseo y… lo pensé por unos segundos, ¿sería una buena idea? Quizás sí y el aire fresco de la noche alejara aquellas esencias que decía olía en mí- Sí, claro. Vamos a dar una vuelta como lo hacíamos cuando era pequeña y mamá nos regañaba porque no le habíamos dicho nada –me levanté de la cama y cogí al de ropa para poder cambiarme, metiéndome al aseo que había en la habitación.
Cerré la puerta y me apoyé en ella durante unos segundos, ¿estaría realmente bien aquello? Allí dentro estaba protegida pero, ¿no lo estaría igual por la calle? Dudaba de que me hiciera algo y mucho menos donde pudiera haber gente que nos viera. Me cambié todavía con la incertidumbre de si estaba obrando bien o no y terminé de cambiarme en pocos minutos. Salí y todavía ahí estaba, sentado en el borde de mí cama mientras Isis seguía tumbada. Me la llevaría como medida de protección, seguramente no me hiciera nada con ella delante.
Dejé la ropa encima de la cama y cogí el collar de Isis poniéndoselo para engancharlo con la cadena, y me giré para mirarlo estando lista. No iba a discutir si me la llevaba o no, me la iba a llevar y punto. Hice que bajara de la cama y lo miré esperando que me siguiera y lanzando una mirada hacia arriba, rezando porque Alessia no se despertara en ningún momento. Llegué hasta la puerta y la abrí saliendo con Isis mientras sentía su mirada en mí espalda, me agaché para dejar un beso en la cabeza de Isis, que estaba algo más tranquila pero que no quitaba sus ojos de él, y le acaricié un poco antes de erguirme y mirarlo. La luz de la luna nos bañada con su luz nacarada y nos hacía ver algo más resplandecientes, y haciendo que incluso el pelo de Isis fuera de color plata.
-¿Algún sitio en especial donde quieras ir, o simplemente vamos a dejar que nos guíen nuestros pies, como hacíamos cuando era pequeña? Esta vez mamá no nos echará la bronca por llegar tan tarde –sonreí, queriendo que no pensara en nada más y se mantuviera todavía tranquilo.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Re: My Own Demon ~ Privado
Cuando bajo la luz de la luna te encuentro, ahí estás…tan hermosa y resplandeciente como siempre.
Los recuerdos de su vida humana. Aquella ciudad donde le brindó la oportunidad de crear una familia, luchar y vivir solo para ésta. Sus pensamientos, viajaron al pasado como si ante sus ojos pudiese ver a los tres en aquella casa, como si el tiempo hubiese pasado. Oía la risa de su pequeña, la voz de Tahirah cantando con aquel tono armonioso y suave. Hasta ese momento, no supo cuánto extrañó su voz. Si él seguía allí, vivo de alguna forma ¿por qué no podría devolverle a la vida? No sería la misma pero sería ella, ambos se conformarían con que Tahirah se uniese a aquel encuentro aunque fuese unos segundos, los suficientes en el que dura un abrazo donde se da el alma.
-En Paris no hay jazmines, los he buscado por todas partes, para traerte un ramillete pero no hallé. Quién sabe, quizás los dos juntos, sin buscar lo encontremos y…volveré a prenderlo en tu pelo, tu esencia… -sonrió de forma leve, esperando asomado a la ventana. Tan parecido a aquel entonces, a esos paseos donde ambos se perdían entre aquellas calles en donde recitaba una y mil historias.
Pero sabía que lo seguía temiendo, su condición infundía temor, uno que no sabía cómo controlarlo aún a la perfección. Para no incomodarla, se alejó tanto de la cama como de la puerta del aseo hasta que hizo aparición. La capucha de él, quedó hacia atrás, mostrando aquel rostro que la joven conocía y recordaba a la perfección, sin olvidarnos de esa sonrisa mágica, capaz de acunarte en ella.
-¿Lista? -le ofreció su mano, observando cómo no irían los dos solos, aquel perro negro como la noche los acompañaría. No dijo nada al respecto pero sí que retuvo el impulso de ser él quien tomase la mano de la joven. No quería asustarla, su confusión ya lo había hecho antes por sí sola. Negó con la cabeza, encogiéndose con suavidad de los hombros, no tenía fijación por ningún sitio en especial, con caminar con ella era más que suficiente… sería como esa normalidad de la que aún no habían disfrutado de la mano del otro.
Abrió la puerta, indicándole que pasase primero, su caballerosidad innata al igual que la dulzura de aquella sonrisa que solo mostraba a la joven. Sonrisa que se congeló al nombrar a su madre, carraspeó saliendo tras ella, guardando las distancias y las manos en los bolsillos. No veía la posibilidad de que desease que la tomase de la mano, menos después de aquel ataque de furia, de rabia e impotencia que tuvo escasos segundos atrás.
-¿Cuánto llevas aquí, en Paris? ¿Dominas el idioma y su cultura? ¿A qué me dijiste que te dedicabas? Perdona, demasiadas preguntas pero hace tanto que no sé de ti que… -ansioso por saber de ella, de su vida, de su alrededor -¿Te acuerdas de alguna de esas historias que te contaba por las calles de nuestro hogar? Vamos a intercambiar los papeles, cuéntamelas… la que más te gustase. -intercambió una mirada cómplice con su hija, después de tanto tiempo….ese momento de paz y de tranquilidad ¿hasta cuándo?
Los recuerdos de su vida humana. Aquella ciudad donde le brindó la oportunidad de crear una familia, luchar y vivir solo para ésta. Sus pensamientos, viajaron al pasado como si ante sus ojos pudiese ver a los tres en aquella casa, como si el tiempo hubiese pasado. Oía la risa de su pequeña, la voz de Tahirah cantando con aquel tono armonioso y suave. Hasta ese momento, no supo cuánto extrañó su voz. Si él seguía allí, vivo de alguna forma ¿por qué no podría devolverle a la vida? No sería la misma pero sería ella, ambos se conformarían con que Tahirah se uniese a aquel encuentro aunque fuese unos segundos, los suficientes en el que dura un abrazo donde se da el alma.
-En Paris no hay jazmines, los he buscado por todas partes, para traerte un ramillete pero no hallé. Quién sabe, quizás los dos juntos, sin buscar lo encontremos y…volveré a prenderlo en tu pelo, tu esencia… -sonrió de forma leve, esperando asomado a la ventana. Tan parecido a aquel entonces, a esos paseos donde ambos se perdían entre aquellas calles en donde recitaba una y mil historias.
Pero sabía que lo seguía temiendo, su condición infundía temor, uno que no sabía cómo controlarlo aún a la perfección. Para no incomodarla, se alejó tanto de la cama como de la puerta del aseo hasta que hizo aparición. La capucha de él, quedó hacia atrás, mostrando aquel rostro que la joven conocía y recordaba a la perfección, sin olvidarnos de esa sonrisa mágica, capaz de acunarte en ella.
-¿Lista? -le ofreció su mano, observando cómo no irían los dos solos, aquel perro negro como la noche los acompañaría. No dijo nada al respecto pero sí que retuvo el impulso de ser él quien tomase la mano de la joven. No quería asustarla, su confusión ya lo había hecho antes por sí sola. Negó con la cabeza, encogiéndose con suavidad de los hombros, no tenía fijación por ningún sitio en especial, con caminar con ella era más que suficiente… sería como esa normalidad de la que aún no habían disfrutado de la mano del otro.
Abrió la puerta, indicándole que pasase primero, su caballerosidad innata al igual que la dulzura de aquella sonrisa que solo mostraba a la joven. Sonrisa que se congeló al nombrar a su madre, carraspeó saliendo tras ella, guardando las distancias y las manos en los bolsillos. No veía la posibilidad de que desease que la tomase de la mano, menos después de aquel ataque de furia, de rabia e impotencia que tuvo escasos segundos atrás.
-¿Cuánto llevas aquí, en Paris? ¿Dominas el idioma y su cultura? ¿A qué me dijiste que te dedicabas? Perdona, demasiadas preguntas pero hace tanto que no sé de ti que… -ansioso por saber de ella, de su vida, de su alrededor -¿Te acuerdas de alguna de esas historias que te contaba por las calles de nuestro hogar? Vamos a intercambiar los papeles, cuéntamelas… la que más te gustase. -intercambió una mirada cómplice con su hija, después de tanto tiempo….ese momento de paz y de tranquilidad ¿hasta cuándo?
Naeem Zahir*- Vampiro Clase Media
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Re: My Own Demon ~ Privado
Cuando todo se vuelve oscuro, aparecen las estrellas
El evocar recuerdos de hacía tiempo cuando éramos una familia feliz que vivíamos juntos parecía funcionar porque lo calmaba, también el que yo actuara como una niña pequeña hacía su efecto, de ahí mi cambio a la hora de tratarlo y de actuar con él. Para nada en otra circunstancia estaría actuando como estaba haciendo ahora… pero si aquello le ayudaba a calmarse, y traer de vuelta al hombre que fue aunque fuera durante esta noche… me bastaba. Haría lo que fuera necesario para que eso sucediera.
Vi que tenía algo de reticencia a que Isis viniera con nosotros pero para mí era como un salvoconducto, sabía que con ella presente no me haría nada porque aunque Isis le mirara de forma fija, él al igual que yo, amaba a los animales. Así que por ese lado estaba tranquila, esperé en la puerta a que saliera y me dijera donde quería ir mientras escuchaba que él no había encontrado jazmines en París. ¿Cómo podía ser aquello? Yo misma había visto la planta y había cogido un par de flores para llevarlas a casa… así que, como dijo que no sabía a dónde ir ya tenía una idea. Recordaba el sitio donde las había visto, así que me dirigiría hacia allí.
-Quizás esta noche encontremos alguno –lo dije como si no supiera realmente que había y me encogí de hombros, dándole a entender que no tenía ni idea. Sus preguntas me pillaron por sorpresa, en especial a la de a qué me dedicaba, puesto que nunca le había dicho cuál era mí oficio y no pensaba decírselo, sería poder desencadenar su furia y era algo que quería evitar a toda costa. Tenía que mentirle, pero era más para su bien que por otra cosa. Solté a Isis ya que no había nadie por la calle y sabía que ella no se alejaría de donde yo estaba- Llevo en París casi dieciséis años –evité decirle que era el mismo tiempo que llevaba sin verle, que prácticamente había acabado en París después de perderlos en el barco- Y bueno, al principio me costó un poco pero tuve gente que me ayudaron con el idioma y hoy en día es como el mío propio –Tampoco iba a decirle que aprendí a base de palos y sangre, porque no sería tenerlo calmado y tranquilo. ¿Qué podía decirle sobre mí trabajo? Tenía que pensar una excusa lo suficientemente buena como para que pasara por alto- Trabajo en una tienda como dependienta, pasa mucha gente por ella y les ayudo a encontrar lo que piden –esperaba que colara, al menos, podría explicar lo de las olores de la gente.
Lo miré de reojo estando detrás de mí y me paré para que llegara a mí altura mientras Isis estaba unos pasos por delante de mí, hasta que llegó a mí lado y continué andando riéndome por lo bajo ante el hecho de contarle yo uno de los cuentos que me contaban. Tenía muchos que me gustaban, así que, mirando al cielo y al verlo tan estrellado me acordé de uno en particular que siempre me había gustado mucho, por lo que procedí a contarlo mientras seguíamos andando, doblando por las calles mientras llegábamos al sitio donde quería ir y viendo que Isis siempre estaba cerca de mí y no se separaba.
-Las recuerdo todas y cada una de ellas, me gustaban mucho y siempre quise aprendérmelas para poder contárselas el día de mañana yo a mis hijos –sonreí levemente- “Hacía mucho tiempo un gran Rey se casó con una campesina de la que se enamoró desde el primer momento en que la vio. El oráculo, cuando él fue joven, le vaticinó que se casaría dos veces y que, de aquellos matrimonios, tendría tres hijos y del último tendrá una hermosa niña. Pero también le vaticinó que su muerte sería temprana y que tendría poco tiempo para disfrutar con su amada y con su hija.
Tal y como había predicho el oráculo, el Rey se casó con su primera esposa quien le dio tres varones… pero al nacer el tercero murió durante el parto y el Rey quedó viudo con tres hijos a su cargo. Unos años más tarde mientras supervisaba las cosechas se encontró con una joven campesina de la que se quedó prendado de su belleza en cuanto la vio. Al año se desposó con ella, y tuvieron una hermosa niña que llamaron “Ihstar” ya que nació en una noche de lluvias de estrellas.
La niña creció y fue la devoción de su padre quien siempre la llevaba a ver las Estrellas por la noche, pero pocas veces se podía ver alguna. Su padre para animarla le dijo que algún día el cielo estaría plagado de estrellas, y que cada una de ellas, sería el amor que sentía por ella. Y que las estrellas fugaces serían deseos que le concedería a ella para que fuera feliz.
Y de nuevo, como vaticinó el oráculo, antes de que ella cumpliera la mayoría de edad el Rey murió de una grave enfermedad dejando a sus hijos, a su esposa, y a su querida Ishtar sin su compañía. Y, según dice la leyenda, cuando su padre subió al cielo plagó este de estrellas para que su querida hija pudiera contemplarlas, y que el día de su cumpleaños, siempre tendría estrellas fugaces para que pudiera pedir sus deseos.
Dicen que el amor de aquel Rey por su hija hizo que el cielo de hoy en día esté plagado de estrellas, que representan su amor por ella, y que una vez al año podemos ver una lluvia de estrellas como recuerdo de aquella promesa”
Me callé durante unos segundos, era una historia algo triste, pero siempre me había gustado la historia de lo que aquel Rey hizo por su hija, y el que llenara el cielo de estrellas. Cuando era pequeña pensaba que así era, al crecer supe que no era así, pero la ilusión que había sentido cada noche al saber aquella historia y ver el cielo lleno de estrellas como símbolo de su amor… era algo muy bonito. Justo estábamos llegando a aquel lugar donde había visto los jazmines, así que cuando giramos la esquina me hice la sorprendida.
-¡Mira! –Me acerqué hacia la planta que colgaba de una pared y cogí una de las flores oliéndolas- Hemos encontrado un jazmín… ¿no decías que no habías encontrado ninguno? –Me reí divertida, haciéndole ver que tan sólo era una broma, y miré al cielo- Las estrellas nos han llevado hasta aquí –me mordí el labio- ¿Me pones uno igual que cuando era pequeña? –pregunté con una leve sonrisa.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Re: My Own Demon ~ Privado
La tranquilidad alimentada de recuerdos, creando otros nuevos…
El tener a Naitiri ante él, aún le parecía un sueño del que sin duda no querría despertar jamás. Lo había esperado por mucho tiempo, la buscó como buscó inconscientemente a su esposa Tahirah. Hallar a su hermosa esposa sería imposible, él se encargó de hacerla desaparecer y hasta el día que dejase este mundo…pagaría por su canallada, un castigo que estaba dispuesto a cumplir pero ¿acaso el ser lo que era ya no era una maldición? Le alejó de su hija, perdió su vida. Aunque intentase parecer un extranjero más en la ciudad parisina… no sería aquel Naeem alegre y jovial, podía decirse que lo que no cambió fue…su dedicación a su oficio.
Una sonrisa tierna, apareció en los labios del egipcio. Por un instante, fue ese padre entregado y alegre, sonrisa que se desvaneció en cuanto cruzaron la puerta. ¿Estaría bien a su lado? Temía ver esa expresión de miedo o peor...hacer algo que la alejase. Mantenía las distancias, él mismo se decía mentalmente que no debía caer en las garras de la desesperación, se descontrolaría ¿qué mejor control que pasear al lado de su hija sin pensar en otra cosa? Y así era. A cada paso dado, más cercano se sentía de su pequeña. Cuanto creció, lo hermosa que era… y rió por lo bajo al recordar lo que tantas veces le dijo a Tahirah.
-Encontraremos el jazmín y… recuerdo, una noche después de uno de nuestros paseos lo que le dije a tu madre. Crecías muy deprisa y pensé en que cuando crecieses, te convirtieses en quién eres ahora…tendría que ser como esos padres autoritarios que no dejan pasar ni una. Tu abuelo, el padre de tu madre… era así, me veía con ella a escondidas… y ¿a qué no sabes qué le regalaba cada noche de verano?-se inclinó a ella como si le fuese a contar un secreto que estaba seguro ella conocería respuesta -Tres flores de jazmín -sonrió, volviendo a mirar hacia el frente…los recuerdos y el presente se mezclaban, creando situaciones como esa.
No dijo nada respecto al trabajo. Tahirah siempre le ayudó con su oficio y no les faltaba de nada. Naitiri fue una niña feliz, rodeada de gente que la amaba y que cada noche se sumergía en historias como le estaba contando ahora. él tomó el papel de oyente, con mucho gusto. Su sonrisa no se perdió ni un instante, observaba el lugar a cada paso que daban, perdiéndose en aquella dulce voz… curioso, cuando de su mano era él quien le relataba historias.
-Así era la historia. El amor que nace de tu propio ser es imborrable. ¿Te acuerdas de la historia del halcón? Dos amantes maldecidos por dícese un conjuro de alguien que se enamoró perdidamente de la señora de otro. Ambos amantes solo coincidían unos segundos siendo humanos, lo suficiente para mirarse a los ojos y decirse lo mucho que se amaban. Ante los ojos del otro, se convertían en aves… ella un halcón blanco, él un cuervo negro como la noche…. La historia puede acabar como desees pero la moraleja de todo esto es… que no importa cuanto tiempo esperes si tan solo consigues el mayor regalo que pueden darte: poder estar con la persona a la que amas
Por unos segundos, tristeza en sus ojos. Maldita sea, recordaba a Tahirah y daría su existencia, todo lo que era por esos segundos. Ella, pudo apreciar como bajó la mirada , deteniéndose y dejar que ella corriese al jazmín. Sonrió, caminando hasta su pequeña, deslizando los dedos por las hojas verdes pequeñas y alargadas. El olor de esa flor, le inundó por completo y una vez más… volvía a recoger esas pequeñas flores en la palma de su mano, uniéndolas entre sí como pequeños hilos hasta formar un pequeño ramillete. Esa larga cabellera, sujetaría esas pequeñas flores…cayendo como una cascada divina. De momento, los dejó a un lado, enterrándolas en su cabello negro… los dedos del hombre, se perdieron hasta dejar de acariciarla…dando un paso hacia atrás. No quería incomodarla pero ese momento, se pareció a uno muy normal entre ellos cada noche.
-Ya solo por esto vale la pena…-buscó su mirada, la de él brillaba con intensidad, estaba contento, feliz… de volver a tenerla ante él.
El tener a Naitiri ante él, aún le parecía un sueño del que sin duda no querría despertar jamás. Lo había esperado por mucho tiempo, la buscó como buscó inconscientemente a su esposa Tahirah. Hallar a su hermosa esposa sería imposible, él se encargó de hacerla desaparecer y hasta el día que dejase este mundo…pagaría por su canallada, un castigo que estaba dispuesto a cumplir pero ¿acaso el ser lo que era ya no era una maldición? Le alejó de su hija, perdió su vida. Aunque intentase parecer un extranjero más en la ciudad parisina… no sería aquel Naeem alegre y jovial, podía decirse que lo que no cambió fue…su dedicación a su oficio.
Una sonrisa tierna, apareció en los labios del egipcio. Por un instante, fue ese padre entregado y alegre, sonrisa que se desvaneció en cuanto cruzaron la puerta. ¿Estaría bien a su lado? Temía ver esa expresión de miedo o peor...hacer algo que la alejase. Mantenía las distancias, él mismo se decía mentalmente que no debía caer en las garras de la desesperación, se descontrolaría ¿qué mejor control que pasear al lado de su hija sin pensar en otra cosa? Y así era. A cada paso dado, más cercano se sentía de su pequeña. Cuanto creció, lo hermosa que era… y rió por lo bajo al recordar lo que tantas veces le dijo a Tahirah.
-Encontraremos el jazmín y… recuerdo, una noche después de uno de nuestros paseos lo que le dije a tu madre. Crecías muy deprisa y pensé en que cuando crecieses, te convirtieses en quién eres ahora…tendría que ser como esos padres autoritarios que no dejan pasar ni una. Tu abuelo, el padre de tu madre… era así, me veía con ella a escondidas… y ¿a qué no sabes qué le regalaba cada noche de verano?-se inclinó a ella como si le fuese a contar un secreto que estaba seguro ella conocería respuesta -Tres flores de jazmín -sonrió, volviendo a mirar hacia el frente…los recuerdos y el presente se mezclaban, creando situaciones como esa.
No dijo nada respecto al trabajo. Tahirah siempre le ayudó con su oficio y no les faltaba de nada. Naitiri fue una niña feliz, rodeada de gente que la amaba y que cada noche se sumergía en historias como le estaba contando ahora. él tomó el papel de oyente, con mucho gusto. Su sonrisa no se perdió ni un instante, observaba el lugar a cada paso que daban, perdiéndose en aquella dulce voz… curioso, cuando de su mano era él quien le relataba historias.
-Así era la historia. El amor que nace de tu propio ser es imborrable. ¿Te acuerdas de la historia del halcón? Dos amantes maldecidos por dícese un conjuro de alguien que se enamoró perdidamente de la señora de otro. Ambos amantes solo coincidían unos segundos siendo humanos, lo suficiente para mirarse a los ojos y decirse lo mucho que se amaban. Ante los ojos del otro, se convertían en aves… ella un halcón blanco, él un cuervo negro como la noche…. La historia puede acabar como desees pero la moraleja de todo esto es… que no importa cuanto tiempo esperes si tan solo consigues el mayor regalo que pueden darte: poder estar con la persona a la que amas
Por unos segundos, tristeza en sus ojos. Maldita sea, recordaba a Tahirah y daría su existencia, todo lo que era por esos segundos. Ella, pudo apreciar como bajó la mirada , deteniéndose y dejar que ella corriese al jazmín. Sonrió, caminando hasta su pequeña, deslizando los dedos por las hojas verdes pequeñas y alargadas. El olor de esa flor, le inundó por completo y una vez más… volvía a recoger esas pequeñas flores en la palma de su mano, uniéndolas entre sí como pequeños hilos hasta formar un pequeño ramillete. Esa larga cabellera, sujetaría esas pequeñas flores…cayendo como una cascada divina. De momento, los dejó a un lado, enterrándolas en su cabello negro… los dedos del hombre, se perdieron hasta dejar de acariciarla…dando un paso hacia atrás. No quería incomodarla pero ese momento, se pareció a uno muy normal entre ellos cada noche.
-Ya solo por esto vale la pena…-buscó su mirada, la de él brillaba con intensidad, estaba contento, feliz… de volver a tenerla ante él.
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Re: My Own Demon ~ Privado
Porque te traeré de vuelta... aunque tenga que cruzar el mismísimo Infierno
Pasear bajo la luz de la luna me hacía recordar un tiempo pasado donde de pequeña paseaba junto a mí padre, antes de ir a dormir, mientras me contaba historias y cuentos antes de que más tarde mí madre, ya en la cama, me contara leyendas e historias sobre los dioses. Había aprendido y crecido con aquello y formaba tan parte de mí que ni un solo día había dejado de pensar en ello. Había echado de menos esos momentos y ahora, después de todos esos años, el poder volver a revivir un momento así… era algo fascinante, y muy adorable.
Notaba que él estaba tranquilo mientras estábamos paseando, quizás al igual que yo también se estuviera dejando llevar por los recuerdos de antaño, buenos recuerdos, bonitos y felices que sin duda estaban ablandando al hombre que tenía junto a mí. Podía ver en su expresión que estaba relajada y que estaba recordando conforme yo le estaba diciendo, mientras yo no dejaba de echar un vistazo de vez en cuando a Isis para no perderla de vista.
Sonreí por sus primeras palabras, era la mayor preocupación de cualquier padre al tener una hija; cuidar de ella y que nadie se le acercara. Mamá ya me había dicho sobre eso cuando era pequeña y ahora lo comprendía mucho más que en aquel entonces. Siempre me había dicho que papá estaría pendiente, cuando fuera mayor, de con quién estaba… aunque ella siempre decía que mediaría para que Naeem no se entrometiera demasiado. Escuché las palabras de que mí abuelo controlaba mucho a mamá y suspiré, eso era algo que no sabía porque nunca me lo habían contado… pero sí que sabía lo que él le regalaba cada noche que se veían a escondidas; tres flores de jazmín.
Reí entre dientes porque lo había pensado antes de que él me lo dijera y sentí cómo lo susurraba en mí oído, como si fuera un secreto que solamente yo debía de conocer. Lo miré de reojo y seguí andando sabiendo que estábamos cerca del llegar donde estaba aquel jazmín con sus flores tan conocidos y su olor tan particular.
-Lo sabía, mamá siempre me decía que le regalabas tres flores de jazmín, y que por eso, me regalabas a mí de pequeña una flor de jazmín –esta vez me tocó a mí contar la historia y dejarlo a él de oyente, podía verlo sonreír conforme contaba la historia prueba de que lo estaba diciendo todo bien y que no me había equivocado. Lo miré cuando dijo sobre la siguiente historia y pasé, como hacía de pequeña, a escucharlo mientras él narraba hasta que terminó. Claro que también conocía esa historia, me la había contado muchas veces y aunque también era un poco triste… el trasfondo de amor que había ella era precioso- La recuerdo, me la has contado muchas veces -¿por qué decía aquello sobre el amor? ¿Se estaría refiriendo a él mismo con Tahirah? No lo sabía pero tampoco quería preguntar, era un tema bastante peligroso porque las veces que la había nombrado no me había dicho nada sobre ella, ¿será que él no la había podido encontrar… y quizás por eso no decía nada al respecto? No sabía qué pensar ni sabía tampoco qué es lo que debía de hacer… pero, por el momento, dejaría el tema tranquilo.- Espero ser algún día igual de feliz como lo fuisteis mamá y tú –y no dije nada más al respecto.
En aquel momento llegamos hasta donde estaba aquella planta y me acerqué corriendo mientras Isis estaba a mí alrededor y corría conmigo, parándose a mí lado. Lo miré dejando caer que había sido puramente casualidad y esperé a que él cogiera las flores, como hacía cuando era pequeña, e hiciera un ramillete para colocármelo en el pelo. Le vi como cogía las flores y entrelazaba los tallos para luego, acariciar mí pelo, y colocarlo haciendo que mí melena cayera en cascada hacia un lado por el ramillete que había colocado, creando pequeñas ondas a su paso.
Se apartó para contemplarme mejor cómo había quedado y lo miré en aquel momento, recordándome a cuando era pequeña y me ponía aquel ramillete en el pelo, mientras lo acariciaba, y me miraba con ojos llenos de amor. Clavé mí mirada en la suya y sonreí, justo en aquel momento, me estaba recordando a aquel hombre de cuando era pequeña, a ese que me contaba cuentos, que daba paseos conmigo de noche, que me regalaba jazmines… y pensé, por un momento, que no todo estaba perdido. Que aunque fuera un vampiro su esencia seguía siendo la misma. Estaba ahí, quizás algo más dormida y en lo profundo de su ser… pero no había desaparecido, estaba presente en él.
-No sólo por esto tiene que valer la pena… -lo miré, decidida a encontrar a ese hombre que antaño era mí padre, y que estaba ahí bajo una capa que debía de desenterrar… quizás, hasta de su propia alma- Aún nos queda mucho para recuperar el tiempo perdido, pero por algo se empieza –sonreí tocando el ramillete con una de mis manos, levemente, no quería que se pudiera deshacer y quería que durara todo lo posible ahí- ¿Seguimos? La noche todavía es joven.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Re: My Own Demon ~ Privado
Volver a vivir, sentir que vuelvo a estar vivo… por ti.
El sentirse “vivo” era de lo más extraño y desconocido para él, como otras muchas cosas que aún permanecían dormidas en su recuerdo. Recuerdos, esos que solo tenían un dueño: ella. Volvía al pasado, en los días en los que disfrutó la niñez de su Naitiri. El susurro de la voz de Tahirah, aún llegaba a sus oídos y sentidos. Podía escucharla a la perfección, como poco a poco , dejaban atrás en la casa a la madre y esposa, esa persona tan especial para ambos. La añoraba, la echaba de menos en demasía y a cada segundo, dudaba más que pudiese olvidarla, seguir adelante con su existencia…una marcada por sus errores, fallos…
El momento de historias, le devolvió la sonrisa cómplice, amplia y afable, esa tan tierna como los ojos oscuros que miraban a la pequeña Naitiri hacía tantos años. La sensación que él transmitía a la joven, no era otra que la misma que cuando apenas la pequeña apretaba la mano de Naeem, pidiendo más historias, exigiendo su ramillete de jazmín…esa esencia a la con la que ambos se familiarizaban y aún, no habían perdido. Cerró un segundo los ojos, perdiéndose en el sonido de su risa, música para sus oídos, melodía que jamás se cansaría de oír. La voz de Tahirah, la risa de Naitiri… ¿necesitaba más? tenerla a ambas pero al menos, tenía a ella…a su niña.
-Lo serás. Serás tan feliz y dichosa como lo fuimos, yo estaré aquí, a tu lado… no me lo perderé, ya no estarás sola nunca más -sonrió, solo para ella, sin dejar de acariciar su cabello azabache con la yema de sus dedos -No deseo otra cosa, Naitiri. Quiero que seas feliz, crees y guardes los mejores recuerdos con las personas que más te han querido, te quieran para siempre. -quiso hacerlo, mostrarle el recuerdo de la voz de su madre…regalarle ese pequeño instante -Cierra los ojos, tengo algo para ti -usó su poder, aquel que le podía transmitir las emociones, lo que desease … hasta limitarse.
Deslizó dos de sus dedos por su frente, dejando una caricia… podía oír la voz femenina como años atrás. Sonrió de medio lado, esperando ver su reacción, darle ese regalo del que era imposible volver a recuperar. Podían retomar el paseo, hasta que los rayos del sol les avisasen de que era la hora de volver a la realidad.
-Volvamos en nuestros pasos, apenas quedan unos minutos para que amanezca, mi niña. Te acompañaré, regálame tu voz, ¿te acuerdas de la letra de la canción? la que acabas de oír? -le ofreció su mano, volver con ella, oírle cantar sería el mayor regalo después de tantos años…-Volveré por ti, a complacerte como desees, cuando quieras… no tiene porqué acabarse esta noche. ¿Aceptarías? Volver…recuperar, devolverme aquello que me fue arrebatado… solo te pediré una cosa, una sola -bajó la mirada, un solo segundo para pedirle lo más importante hasta el momento -No dejes que me pierda a mí mismo, en el camino… -no, no le había pedido cualquier cosa.
El sentirse “vivo” era de lo más extraño y desconocido para él, como otras muchas cosas que aún permanecían dormidas en su recuerdo. Recuerdos, esos que solo tenían un dueño: ella. Volvía al pasado, en los días en los que disfrutó la niñez de su Naitiri. El susurro de la voz de Tahirah, aún llegaba a sus oídos y sentidos. Podía escucharla a la perfección, como poco a poco , dejaban atrás en la casa a la madre y esposa, esa persona tan especial para ambos. La añoraba, la echaba de menos en demasía y a cada segundo, dudaba más que pudiese olvidarla, seguir adelante con su existencia…una marcada por sus errores, fallos…
El momento de historias, le devolvió la sonrisa cómplice, amplia y afable, esa tan tierna como los ojos oscuros que miraban a la pequeña Naitiri hacía tantos años. La sensación que él transmitía a la joven, no era otra que la misma que cuando apenas la pequeña apretaba la mano de Naeem, pidiendo más historias, exigiendo su ramillete de jazmín…esa esencia a la con la que ambos se familiarizaban y aún, no habían perdido. Cerró un segundo los ojos, perdiéndose en el sonido de su risa, música para sus oídos, melodía que jamás se cansaría de oír. La voz de Tahirah, la risa de Naitiri… ¿necesitaba más? tenerla a ambas pero al menos, tenía a ella…a su niña.
-Lo serás. Serás tan feliz y dichosa como lo fuimos, yo estaré aquí, a tu lado… no me lo perderé, ya no estarás sola nunca más -sonrió, solo para ella, sin dejar de acariciar su cabello azabache con la yema de sus dedos -No deseo otra cosa, Naitiri. Quiero que seas feliz, crees y guardes los mejores recuerdos con las personas que más te han querido, te quieran para siempre. -quiso hacerlo, mostrarle el recuerdo de la voz de su madre…regalarle ese pequeño instante -Cierra los ojos, tengo algo para ti -usó su poder, aquel que le podía transmitir las emociones, lo que desease … hasta limitarse.
Deslizó dos de sus dedos por su frente, dejando una caricia… podía oír la voz femenina como años atrás. Sonrió de medio lado, esperando ver su reacción, darle ese regalo del que era imposible volver a recuperar. Podían retomar el paseo, hasta que los rayos del sol les avisasen de que era la hora de volver a la realidad.
-Volvamos en nuestros pasos, apenas quedan unos minutos para que amanezca, mi niña. Te acompañaré, regálame tu voz, ¿te acuerdas de la letra de la canción? la que acabas de oír? -le ofreció su mano, volver con ella, oírle cantar sería el mayor regalo después de tantos años…-Volveré por ti, a complacerte como desees, cuando quieras… no tiene porqué acabarse esta noche. ¿Aceptarías? Volver…recuperar, devolverme aquello que me fue arrebatado… solo te pediré una cosa, una sola -bajó la mirada, un solo segundo para pedirle lo más importante hasta el momento -No dejes que me pierda a mí mismo, en el camino… -no, no le había pedido cualquier cosa.
Naeem Zahir*- Vampiro Clase Media
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Re: My Own Demon ~ Privado
Porque no dejaré que te caigas, y si lo haces, yo te levantaré
Aquel hombre no podía estar perdido, no me creía que aquello en lo que se había convertido hubiera acabado con el hombre que fue un día… me negaba en rotundo a creerlo. Él mismo me daba muestras de que aún existía, de que aún estaba ahí… y mientras tuviera esa sensación jamás la dejaría pasar ni desaprovechar, a pesar de que sabía de su condición. No podía evitarlo, después de tantos años en los que no había vuelto a saber nada de él y ahora que tenía la certeza de que todo era cierto… ¿cómo no intentar, al menos, que ese hombre volviera?
Porque lo sabía, tenía muchos demonios dentro que jamás llegara a conocer y que él nunca me contaría… pero ese hombre, ese padre que me contaba cuentos, me hacía reír, me regalaba jazmines… estaba justo delante de mí. Sus ojos brillaban cuando me miraba de aquella manera y yo no podía dejar de pensar que tenía que salvarlo, sería mi demonio, pero lo rescataría de las profundidades del infierno si hacía falta. Lo quería de vuelta, y nadie me iba a quitar ese pensamiento de la cabeza.
Sonreí ante sus palabras que eran las de cualquier padre, que quería ver la dicha en sus hijos, ¿podría el llegar a verla? ¿Podría yo enseñársela? Mí vida era demasiado complicada como para que pensara que en ese aspecto tenía salvación y sería igual de felices que lo fueron ellos… quería creerle, pero sabía que quizás aquello no podría ocurrir. No estaba sola, quizás antes sí, pero ya no.
-No estoy sola, padre. Tengo gente a mí alrededor que me quiere y con la que soy feliz… también tengo a una joven que alegra mis días y que, si soy sincera, doy gracias de tenerla conmigo –cada vez me alegraba más de contar con Alessia a mí lado, era lo que me hacía levantarme cada día y seguir con mí vida, la que me daba ese pequeño empujón que necesitaba. La adoraba y la quería demasiado, y si alguna vez le pasara algo… jamás me lo perdonaría. No quería ni siquiera pensarlo. Dejé una de mis manos en su brazo para intentar tranquilizarle y lo miré- pero me alegra de que hayas vuelto de nuevo a mí vida –porque era cierto, aunque sabía lo que era, ¿cómo no podía alegrarme? Era lo que había estado rogando durante dieciséis largos años. Cerré los ojos cuando me lo dijo y sentí, su toque, de forma muy efímera sobre mí frente.
Lo que pasó a continuación fue algo que me dejó sin habla durante unos segundos, pude escuchar la voz de mí madre alta y clara, como si estuviera aquí con nosotros hablando… algo que no sabía por qué había hecho, ¿no se daba cuenta, de que si no supiera lo que era… aquello sería muy difícil de explicar? Abrí los ojos para mirarle y me mordí el labio, la recordaba, clara y nítida, como cada día en mis recuerdos.
-Nunca me he olvidado de su voz, cada noche puedo recordar cuando me contaba historias sobre los Dioses y los Faraones, y los cuentos que me contaba sobre ellos… -miré su mano durante unos segundos y la tomé, mirando que Isis estuviera cerca, y le sonreí- Claro que la recuerdo –lo miré frunciendo levemente el ceño tras sus palabras, ¿por qué me decía todas esas cosas? –No dejaré que te pierdas en el camino, yo te ayudaré a encontrarlo. Después de tantos años, lo único que quiero, es recuperar aquello que nos fue arrebatado… No dejaré que caigas –y diciendo aquello, comencé a caminar con él de la mano cantando aquella nana que tanto me gustaba de pequeña, y que me sabía sin apenas tener que recordar nada- “Dulce voz ven a mí, haz que el alma recuerde, oigo aún cuanto oí, una vez en diciembre. Quien me abraza con amor, volverá esa voz cuando llegue Diciembre. Cuanto fue no murió, como fuego que prende, volverás junto a mí, una vez en Diciembre”
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Re: My Own Demon ~ Privado
Porque solo tú, haces que llore riendo.
Con ella, se sentía de nuevo vivo, feliz, humano. Nadie podía hacerse una idea de lo realmente pleno que se sentía con el simple hecho de compartir esa noche con ella. Ese pequeño regalo, unas horas le bastaban para apreciar lo infinitamente importante que era esas horas en donde podría estar al lado de lo único que lo mantenía de pie, vivo más que nunca. Su jazmín, el tesoro más preciado para el egipcio.
-Dichoso aquel que comparte sus penas y alegrías con alguien que lo comprende y aconseja. Me alegra oír que esa muchacha está a tu lado y no estás sola. -sonrió ampliamente, perdiéndose en sus orbes oscuras como la noche. Qué hermosa es, qué sinceridad mostraban sus palabras y el tono que usó para ellas -No tengo que irme si no lo deseas, ya sabes que tú marcas las pautas pero también te advierto que ahora que estoy aquí, ante ti…sería imposible olvidarlo. Moriría mil veces por tu bienestar y lo sabes, ya lo hice una vez… faltan las demás
En efecto, daba por hecho que conocía la existencia de los seres de la noche y que él, era uno de ellos. No lo dijo abiertamente, solo dejaba caer pequeñas migas de pan y ella las recogiese. Hasta ese momento no se percató de ello y una duda existencial no dejaba de divagar por su cabeza ¿y si se lo confesaba? No era el momento, menos después de cómo todo había terminado surgiendo sin más, ese paseo, esas palabras…si se lo decía ahora terminaría huyendo y sería cuando no volvería a saber de ella nunca más, lo repudiaría… ¿podría soportarlo? Sacudió la cabeza, sin perder la sonrisa, era mejor vivir el momento… ya pensaría en las demás cosas.
¿La habría asustados con aquel recuerdo? Esperó su reacción y la confusión no tardó en hacerse notar en la joven. Suspiró largamente, esperando realmente no le preguntase por ello. Fue el causante de tal cosa. Fue a expresar sus más sinceras disculpas cuando las palabras de su pequeña lo desarmaron. Iba a luchar por él, hacerle volver y ambos sabían que ella era la clave para ello. sonrió dulce, tierno…al oír la voz armoniosa que plagaba sus sentidos ¿podía ser más feliz en ese instante? No pudo controlarlo, tampoco es que quisiera negarlo más.
Detuvo sus pasos, buscando su muñeca y tirar de ella hasta atraerle hacia sí. La envolvió entre sus brazos, ocultándola en su pecho, dándole a entender que ahora sí que no le pasaría nada, él la protegería costase lo que costase. Tembloroso, dejó un beso en su pelo, un gélido suspiro, un susurro al viento que era otro que su nombre.
-No dejaré que nada te ocurra, es lo mínimo. No te fallaré, sabes que sería completamente imposible. No ahora que te he encontrado y perdona, te he abrazado demasiado fuerte -rió, soltándola despacio, no perder tiempo en tomarla de la cintura con agilidad y alzarla como si no pesase, dando vueltas en sí mismos como cuando era una niña. Esa risa varonil, esa expresión devuelta no era otra que la de su padre.
-No te bajaré hasta que no digas las palabras mágicas -una especie de juego que siempre tuvieron entre ambos, lo más parecido a la realidad de su pasado…ella.
Con ella, se sentía de nuevo vivo, feliz, humano. Nadie podía hacerse una idea de lo realmente pleno que se sentía con el simple hecho de compartir esa noche con ella. Ese pequeño regalo, unas horas le bastaban para apreciar lo infinitamente importante que era esas horas en donde podría estar al lado de lo único que lo mantenía de pie, vivo más que nunca. Su jazmín, el tesoro más preciado para el egipcio.
-Dichoso aquel que comparte sus penas y alegrías con alguien que lo comprende y aconseja. Me alegra oír que esa muchacha está a tu lado y no estás sola. -sonrió ampliamente, perdiéndose en sus orbes oscuras como la noche. Qué hermosa es, qué sinceridad mostraban sus palabras y el tono que usó para ellas -No tengo que irme si no lo deseas, ya sabes que tú marcas las pautas pero también te advierto que ahora que estoy aquí, ante ti…sería imposible olvidarlo. Moriría mil veces por tu bienestar y lo sabes, ya lo hice una vez… faltan las demás
En efecto, daba por hecho que conocía la existencia de los seres de la noche y que él, era uno de ellos. No lo dijo abiertamente, solo dejaba caer pequeñas migas de pan y ella las recogiese. Hasta ese momento no se percató de ello y una duda existencial no dejaba de divagar por su cabeza ¿y si se lo confesaba? No era el momento, menos después de cómo todo había terminado surgiendo sin más, ese paseo, esas palabras…si se lo decía ahora terminaría huyendo y sería cuando no volvería a saber de ella nunca más, lo repudiaría… ¿podría soportarlo? Sacudió la cabeza, sin perder la sonrisa, era mejor vivir el momento… ya pensaría en las demás cosas.
¿La habría asustados con aquel recuerdo? Esperó su reacción y la confusión no tardó en hacerse notar en la joven. Suspiró largamente, esperando realmente no le preguntase por ello. Fue el causante de tal cosa. Fue a expresar sus más sinceras disculpas cuando las palabras de su pequeña lo desarmaron. Iba a luchar por él, hacerle volver y ambos sabían que ella era la clave para ello. sonrió dulce, tierno…al oír la voz armoniosa que plagaba sus sentidos ¿podía ser más feliz en ese instante? No pudo controlarlo, tampoco es que quisiera negarlo más.
Detuvo sus pasos, buscando su muñeca y tirar de ella hasta atraerle hacia sí. La envolvió entre sus brazos, ocultándola en su pecho, dándole a entender que ahora sí que no le pasaría nada, él la protegería costase lo que costase. Tembloroso, dejó un beso en su pelo, un gélido suspiro, un susurro al viento que era otro que su nombre.
-No dejaré que nada te ocurra, es lo mínimo. No te fallaré, sabes que sería completamente imposible. No ahora que te he encontrado y perdona, te he abrazado demasiado fuerte -rió, soltándola despacio, no perder tiempo en tomarla de la cintura con agilidad y alzarla como si no pesase, dando vueltas en sí mismos como cuando era una niña. Esa risa varonil, esa expresión devuelta no era otra que la de su padre.
-No te bajaré hasta que no digas las palabras mágicas -una especie de juego que siempre tuvieron entre ambos, lo más parecido a la realidad de su pasado…ella.
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