AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Min under demon [Privado]+18
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Min under demon [Privado]+18
Unos meses después…
Partí antes de que amaneciese, un barco me esperaba. Vine al norte con ilusión de conocer esa otra parte de lo que más amaba en este mundo y por el contrario, regresé rota en mil pedazos. Los abandoné a su suerte, le dejé allí destrozado sin comprender porqué me iba sin más. mis niñas, mis dos soles estaban mejor sin mí… las salvé del único modo que me impusieron. Estaba aterrada, lo ocurrido en aquella celda se sucedía una y otra vez en mis más profundas pesadillas.
El olor de ese hombre, la fuerza con la que me embestía…odio y rencor, un tesoro que encontró y alzaba como trofeo de haber tenido lo que Hoör Cannif atesoraba como lo más importante en su vida. Sabía a lo que me arriesgaba, él podría rehacer su vida y no lo culpaba. Seguiría siendo una cobarde el resto de mi vida ante los ojos pardos de mi noruego. Me conoció como una mujer decidida, valiente y que sabía perfectamente lo que quería y no en su vida. Pero esa Valeria ya no existía. Para mí, lo más importante no eran los bienes materiales, ni las tierras, mis vestidos o los hombres con los que pasé una noche de placer y ni siquiera recordaba….
Él se había convertido en el centro de mi mundo y ni siquiera podía demostrárselo porque no sabía, solo del único modo que me habían enseñado. Si me hubiese quedado en el norte, estoy segura que me hubiese vuelto completamente loca. Que ese hombre me tocase, me golpease y amanazar con mis niñas… fue lo peor que me ha ocurrido en la vida. Un amigo de mi vikingo, uno de sus mejores compañeros era su fiel enemigo.
Conté los días uno a uno. Mis heridas habían curado, creía que de allí me vine sola pero no era así en absoluto. Estaba en cinta. Lo supe al menos dos semanas de regresar a Paris. No pude decírselo, apenas estaba de unos meses…si iba al norte Hoör lo sabría. Mis pequeñas apenas se acercaban al año, las añoraba tanto que apenas podía dormir. Portaba una vida en mi interior y no podía saber quién era su padre. El tiempo de concepción podía ser tanto de mi amor como de aquel vikingo traidor.
No pude más, quería verles…aunque no fuese bien recibida. Volví a ser hielo, fría y distante. Nadie se me acercaba más de lo necesario. No, no confiaba en nadie… después de aquello, la Valeria que mi noruego conoció…regresó, dispuesta a todo y a nada al mismo tiempo pues si él conocía la verdad… sería quien me diese muerte. ¿Cómo iba a decirle que no sabía quien era el padre de mi futuro bebé?
Avistaron tierra, me acerqué a la barandilla del barco. El norte… mi más letal condena. Endurecí el gesto, mis manos se aferraron con fuerza a la barandilla y mis ojos verdes se entrecerraron. No era la mujer débil que se fue, solo un hombre podía hacerme así. nada más llegué a puerto, ordené me llevaran al castillo Cannif. No sé si sería bien recibida o no pero no me importó. Volvía a vestir de rojo , mis labios del mismo color. Y bajé un instante la mirada pues ahora, era al contrario. Ahora quien bajaba de las escaleras era él y no yo. Igual que nuestro primer encuentro.
Lo busqué con la mirada, estaba deseando verle aunque no sería lo mismo por su parte. Supe…nada más que nuestros ojos se encontraron que él y no otro podría darme sepultura en aquella casa.
-Hoör -susurré , segura de mí misma… mirándole a los ojos.
Partí antes de que amaneciese, un barco me esperaba. Vine al norte con ilusión de conocer esa otra parte de lo que más amaba en este mundo y por el contrario, regresé rota en mil pedazos. Los abandoné a su suerte, le dejé allí destrozado sin comprender porqué me iba sin más. mis niñas, mis dos soles estaban mejor sin mí… las salvé del único modo que me impusieron. Estaba aterrada, lo ocurrido en aquella celda se sucedía una y otra vez en mis más profundas pesadillas.
El olor de ese hombre, la fuerza con la que me embestía…odio y rencor, un tesoro que encontró y alzaba como trofeo de haber tenido lo que Hoör Cannif atesoraba como lo más importante en su vida. Sabía a lo que me arriesgaba, él podría rehacer su vida y no lo culpaba. Seguiría siendo una cobarde el resto de mi vida ante los ojos pardos de mi noruego. Me conoció como una mujer decidida, valiente y que sabía perfectamente lo que quería y no en su vida. Pero esa Valeria ya no existía. Para mí, lo más importante no eran los bienes materiales, ni las tierras, mis vestidos o los hombres con los que pasé una noche de placer y ni siquiera recordaba….
Él se había convertido en el centro de mi mundo y ni siquiera podía demostrárselo porque no sabía, solo del único modo que me habían enseñado. Si me hubiese quedado en el norte, estoy segura que me hubiese vuelto completamente loca. Que ese hombre me tocase, me golpease y amanazar con mis niñas… fue lo peor que me ha ocurrido en la vida. Un amigo de mi vikingo, uno de sus mejores compañeros era su fiel enemigo.
Conté los días uno a uno. Mis heridas habían curado, creía que de allí me vine sola pero no era así en absoluto. Estaba en cinta. Lo supe al menos dos semanas de regresar a Paris. No pude decírselo, apenas estaba de unos meses…si iba al norte Hoör lo sabría. Mis pequeñas apenas se acercaban al año, las añoraba tanto que apenas podía dormir. Portaba una vida en mi interior y no podía saber quién era su padre. El tiempo de concepción podía ser tanto de mi amor como de aquel vikingo traidor.
No pude más, quería verles…aunque no fuese bien recibida. Volví a ser hielo, fría y distante. Nadie se me acercaba más de lo necesario. No, no confiaba en nadie… después de aquello, la Valeria que mi noruego conoció…regresó, dispuesta a todo y a nada al mismo tiempo pues si él conocía la verdad… sería quien me diese muerte. ¿Cómo iba a decirle que no sabía quien era el padre de mi futuro bebé?
Avistaron tierra, me acerqué a la barandilla del barco. El norte… mi más letal condena. Endurecí el gesto, mis manos se aferraron con fuerza a la barandilla y mis ojos verdes se entrecerraron. No era la mujer débil que se fue, solo un hombre podía hacerme así. nada más llegué a puerto, ordené me llevaran al castillo Cannif. No sé si sería bien recibida o no pero no me importó. Volvía a vestir de rojo , mis labios del mismo color. Y bajé un instante la mirada pues ahora, era al contrario. Ahora quien bajaba de las escaleras era él y no yo. Igual que nuestro primer encuentro.
Lo busqué con la mirada, estaba deseando verle aunque no sería lo mismo por su parte. Supe…nada más que nuestros ojos se encontraron que él y no otro podría darme sepultura en aquella casa.
-Hoör -susurré , segura de mí misma… mirándole a los ojos.
Última edición por Valeria Cannif el Jue Jul 13, 2017 9:48 am, editado 1 vez
Valeria Cavey- Realeza Neerlandesa
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Re: Min under demon [Privado]+18
Se fue, sin mas, sin explicaciones huyo como solía hacer, solo que esta vez para no volver.
Cambie el norte por la mujer que lo significaba todo en mi vida, aun no comprendía que hice mal para merecer su partida, suplique como nunca antes lo hice pero su decisión fue firme y con ella endurecí mi carácter.
Me caí, admito que me sumergí en un mundo difícil, solo la guerra me sacaba de aquel infierno de recuerdos.
Todo olía a ella, hasta mis labios durante mucho tiempo me supieron a sus besos.
El alcohol se convirtió en mi credo, durante todo ese tiempo me sumergí en el y como no en la magia del acero.
No recuerdo muchas noches, creo que estuve perdido mucho tiempo, no había brújula en el norte que guiara mi camino ahora que ella había decidido abandonarme,.
Naufrague, por Odin que el mar se convirtió en mi sentencia de muerte y lo peor es que luchar se me antojaba un crimen.
Desee caer en el campo de batalla, implore encontrar un adversario lo suficientemente voraz como para que eso pasara.
Por desgracia la mayor cicatriz que portaba no cerraba, el resto curaron todas incluso aquella v en mi pecho que fue la peor de mis condenas.
Jugaba con mis hijas en la habitación, ambas reían cuando tumbado sobre la alfombra las hacia volar como si fueran pájaros.
Fue entonces cuando llego la noticia de que mi esposa había regresado, me tensé, en mi rostro se marcaron los signos de la preocupación mas absoluta ¿querría llevárselas consigo? Ella eran todo lo que me quedaba.
Me puse en pie dejando a la ama de cría con ellas, una joven con la que había hecho buenas migas y que era francamente cariñosa con las pequeñas, por no decir que una gran escudera que las protegería con su vida pues muchos eran los enemigos que tenia en el norte y acabar con mi linaje era una prioridad para el rey.
Besé el pelo de las dos pequeñas, mis ojos se perdieron en los azules de la escudera y una tibia caricia en mi rostro fue lo que recibí de ella antes de bajar las escaleras con el porte regio, los escudos puestos y el arma enfundada.
-Valeria -fue cuanto fui capaz de decir cuando nuestras miradas se cruzaron en aquel recibidos que daba a las escaleras.
Sus verdes centellearon, mi mirada se oscureció, el deseo estaba siempre implícito entre los dos.
-Por favor -le pedí en un gesto de mi mano para que pasara a una de las salas donde en infinidad de ocasiones daba audiencia a los míos.
Hice salir al resto de norteños, lo que tuviera que decirme seria lago privado entre los dos, a fin de cuentas seguía siendo la madre de mis hijas y ese respeto por mi parte no lo perdería nunca.
-¿quieres lago de beber? -pregunté sirviéndome una copa de whisky y tendiéndole otra al instante para ella.
-Siéntate, no nos andemos con rodeos ¿que quieres Valeria? Creía que tu partida de mi lado fue definitiva.
Cambie el norte por la mujer que lo significaba todo en mi vida, aun no comprendía que hice mal para merecer su partida, suplique como nunca antes lo hice pero su decisión fue firme y con ella endurecí mi carácter.
Me caí, admito que me sumergí en un mundo difícil, solo la guerra me sacaba de aquel infierno de recuerdos.
Todo olía a ella, hasta mis labios durante mucho tiempo me supieron a sus besos.
El alcohol se convirtió en mi credo, durante todo ese tiempo me sumergí en el y como no en la magia del acero.
No recuerdo muchas noches, creo que estuve perdido mucho tiempo, no había brújula en el norte que guiara mi camino ahora que ella había decidido abandonarme,.
Naufrague, por Odin que el mar se convirtió en mi sentencia de muerte y lo peor es que luchar se me antojaba un crimen.
Desee caer en el campo de batalla, implore encontrar un adversario lo suficientemente voraz como para que eso pasara.
Por desgracia la mayor cicatriz que portaba no cerraba, el resto curaron todas incluso aquella v en mi pecho que fue la peor de mis condenas.
Jugaba con mis hijas en la habitación, ambas reían cuando tumbado sobre la alfombra las hacia volar como si fueran pájaros.
Fue entonces cuando llego la noticia de que mi esposa había regresado, me tensé, en mi rostro se marcaron los signos de la preocupación mas absoluta ¿querría llevárselas consigo? Ella eran todo lo que me quedaba.
Me puse en pie dejando a la ama de cría con ellas, una joven con la que había hecho buenas migas y que era francamente cariñosa con las pequeñas, por no decir que una gran escudera que las protegería con su vida pues muchos eran los enemigos que tenia en el norte y acabar con mi linaje era una prioridad para el rey.
Besé el pelo de las dos pequeñas, mis ojos se perdieron en los azules de la escudera y una tibia caricia en mi rostro fue lo que recibí de ella antes de bajar las escaleras con el porte regio, los escudos puestos y el arma enfundada.
-Valeria -fue cuanto fui capaz de decir cuando nuestras miradas se cruzaron en aquel recibidos que daba a las escaleras.
Sus verdes centellearon, mi mirada se oscureció, el deseo estaba siempre implícito entre los dos.
-Por favor -le pedí en un gesto de mi mano para que pasara a una de las salas donde en infinidad de ocasiones daba audiencia a los míos.
Hice salir al resto de norteños, lo que tuviera que decirme seria lago privado entre los dos, a fin de cuentas seguía siendo la madre de mis hijas y ese respeto por mi parte no lo perdería nunca.
-¿quieres lago de beber? -pregunté sirviéndome una copa de whisky y tendiéndole otra al instante para ella.
-Siéntate, no nos andemos con rodeos ¿que quieres Valeria? Creía que tu partida de mi lado fue definitiva.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
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Localización : el placentero infierno de tus piernas.
Re: Min under demon [Privado]+18
Le abandoné. Rompí mi promesa en cuanto mi anillo descansó en la palma de su mano. Desde el día que me marché, mi vida no había tenido ningún sentido. Una gran parte de mí se quedó allí, con ellos y la parte rota…me arrastró a la más profundas de las desgracias. Le amaba, nunca había dejado de hacerlo, siempre lo haría pasase lo que pasase. Mi abandono traería consecuencias, seguramente… él encontrase a una verdadera mujer, una vikinga que le diese más que yo en todo este tiempo.
No encontré mi camino, volví en mis pasos hacia ellos. No hubo un solo día en que no me acordase de Lilie, Fiolett y mi noruego. Seguro me odiaría, seguiría sin comprender porqué me marché dejándoles a su suerte pero esa vez, el miedo superó cualquier otro sentimiento. Lo que pasé en esa celda me cambió para siempre; y con certeza no sabía…quién podía ser el padre del bebé que llevaba en mi interior, el cual no tenía culpa de lo acontecido y ocultarlo por más tiempo seguía siendo un error.
Y como si el tiempo se detuviese, nuestro reencuentro se asemejó al día que nos conocimos salvo por la diferencia que yo llegaba y él me recibía. Nuestras miradas se encontraron y volvieron a saltar chispas entre los dos, sentí como la respiración se entrecortaba a cada paso que daba hacía mí. mis orbes esmeralda eran incapaces de apartarse de él. juraría que se había vuelto más fuerte, seguramente refugiado en la lucha y en otros cuerpos…por mi ausencia. Sentí su mirada en cada resquicio de mi ser, abrumada…entreabrí los labios, su olor me embriagó y sin darme cuenta, lo busqué… entreabriendo los labios, buscando su mirada y perderme en ella.
Oír su nombre de su boca, me erizó la piel…él tenía ese poder sobre mí. me volvía loca su voz aunque estuviese llena de reproches. Negué al ofrecerme la copa, algo extraño en mí, a los dos nos gustaba el whisky más que cualquier otra cosa pero en mi estado era preferible no beber. Cerré los ojos un instante, esta situación era difícil para los dos, no sabía qué responder a esa pregunta ¿qué quería? No podía contestar con la verdad porque no iba a creerme así que dejé escapar un suspiro y antes de responder, oí la risa de mis niñas arriba…cosa que me partió el corazón, estaban bien vivas y con él.
-Vine a verlas -quise que sonase determinante pero no fue así, las añoraba más que a nada y a él, era incapaz de sostenerle la mirada por mucho tiempo -Y…también vine a que firmes -bajé la mirada hasta la carpeta que portaba y la dejé en la mesa, no abrí para sacar su contenido…cuanto deseaba que se negase. No quería atarlo más a mí, ya le había hecho mucho daño y ser libre…era mejor para los dos -No vine a quitártelas, no las merezco -ese porte fuerte se desquebrajó en esa frase, lo miré a los ojos y al volver a encontrarnos, la magia del principio me hizo olvidarlo todo por un segundo.
No quería herirlo, ya lo hice de muerte cuando me fui, no sabía qué decir… ni siquiera tendría que haber ido pero lo extrañaba y eso sí que no pude ocultarlo en mi mirada. No éramos los mismos pero seguíamos ahí, deseándonos como el primer maldito día. Me levanté de mi asiento hacia una de las ventanas, mi figura se definía a la perfección y era inevitable ocultar mi abultado vientre. Tuve que hacer grandes esfuerzos por no venirme abajo, ¿cómo iba a mirarle a los ojos después de saber que no sabía si era suyo?
-Tranquilo. No es cosa tuya, no es tu responsabilidad -lo susurré de forma fría, dejando claro que aquel niño no era de él, sabía que acababa de desencadenar la guerra entre los dos -Y seguramente , ya hayas rehecho tu vida ¿cierto? El norte, los tuyos -lo dije con rabia y recelo… no porque lo hubiese hecho…si no por la desdicha y el deshonor que suponía llevar dentro un hijo que no era de él, un Cannif.
No encontré mi camino, volví en mis pasos hacia ellos. No hubo un solo día en que no me acordase de Lilie, Fiolett y mi noruego. Seguro me odiaría, seguiría sin comprender porqué me marché dejándoles a su suerte pero esa vez, el miedo superó cualquier otro sentimiento. Lo que pasé en esa celda me cambió para siempre; y con certeza no sabía…quién podía ser el padre del bebé que llevaba en mi interior, el cual no tenía culpa de lo acontecido y ocultarlo por más tiempo seguía siendo un error.
Y como si el tiempo se detuviese, nuestro reencuentro se asemejó al día que nos conocimos salvo por la diferencia que yo llegaba y él me recibía. Nuestras miradas se encontraron y volvieron a saltar chispas entre los dos, sentí como la respiración se entrecortaba a cada paso que daba hacía mí. mis orbes esmeralda eran incapaces de apartarse de él. juraría que se había vuelto más fuerte, seguramente refugiado en la lucha y en otros cuerpos…por mi ausencia. Sentí su mirada en cada resquicio de mi ser, abrumada…entreabrí los labios, su olor me embriagó y sin darme cuenta, lo busqué… entreabriendo los labios, buscando su mirada y perderme en ella.
Oír su nombre de su boca, me erizó la piel…él tenía ese poder sobre mí. me volvía loca su voz aunque estuviese llena de reproches. Negué al ofrecerme la copa, algo extraño en mí, a los dos nos gustaba el whisky más que cualquier otra cosa pero en mi estado era preferible no beber. Cerré los ojos un instante, esta situación era difícil para los dos, no sabía qué responder a esa pregunta ¿qué quería? No podía contestar con la verdad porque no iba a creerme así que dejé escapar un suspiro y antes de responder, oí la risa de mis niñas arriba…cosa que me partió el corazón, estaban bien vivas y con él.
-Vine a verlas -quise que sonase determinante pero no fue así, las añoraba más que a nada y a él, era incapaz de sostenerle la mirada por mucho tiempo -Y…también vine a que firmes -bajé la mirada hasta la carpeta que portaba y la dejé en la mesa, no abrí para sacar su contenido…cuanto deseaba que se negase. No quería atarlo más a mí, ya le había hecho mucho daño y ser libre…era mejor para los dos -No vine a quitártelas, no las merezco -ese porte fuerte se desquebrajó en esa frase, lo miré a los ojos y al volver a encontrarnos, la magia del principio me hizo olvidarlo todo por un segundo.
No quería herirlo, ya lo hice de muerte cuando me fui, no sabía qué decir… ni siquiera tendría que haber ido pero lo extrañaba y eso sí que no pude ocultarlo en mi mirada. No éramos los mismos pero seguíamos ahí, deseándonos como el primer maldito día. Me levanté de mi asiento hacia una de las ventanas, mi figura se definía a la perfección y era inevitable ocultar mi abultado vientre. Tuve que hacer grandes esfuerzos por no venirme abajo, ¿cómo iba a mirarle a los ojos después de saber que no sabía si era suyo?
-Tranquilo. No es cosa tuya, no es tu responsabilidad -lo susurré de forma fría, dejando claro que aquel niño no era de él, sabía que acababa de desencadenar la guerra entre los dos -Y seguramente , ya hayas rehecho tu vida ¿cierto? El norte, los tuyos -lo dije con rabia y recelo… no porque lo hubiese hecho…si no por la desdicha y el deshonor que suponía llevar dentro un hijo que no era de él, un Cannif.
Valeria Cavey- Realeza Neerlandesa
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Re: Min under demon [Privado]+18
Negó el tomar esa copa, no era idiota, su vientre abultado me decía que no había perdido el tiempo que habíamos pasado lejos.
Dejé escapar el aire contra el vaso, apurar sus contenido de un trago, me pareció el único modo de aplacar la ira que me embargaba en este momento.
Trataba de mantener la calma, sin embargo solo quería explotar, arrasar con todo aquello que encontrara a mi paso.
¿Como tenia la desfachatez de venir de esa guisa frente a mi? ¿no me había asestado las suficientes puñaladas aun?
Reí contra el vaso, incrédulo, como si el dolor no pudiera rozar mas a este cuerpo.
Me había perdido en la batalla, la lucha se convirtió en mi sino y el acero en mi única ley, no iba a caer, no ante ella otra vez, pero me asesto en ese momento la ultima estocada, herido de muerte contemple sus esmeraldas.
Quería verlas, esa parte la podía entender, pero no solo eso, unos documentos parecían el motivo real de del viaje, rápido, brusco y violento fue el modo en el que desperté de aquella pesadilla de la que no creía poder salir ya.
Todo se terminaba, abrí los ojos a la realidad, cuando mi firma quedara ahí estampada, ya no seria mi mujer.
Quería la libertad, una que se había tomado hace tiempo ya.
Me acerqué a un pequeño escritorio, saqué de allí la pluma, la tinta y el secante, si eso quería..volar para disfrutar de su nueva maternidad junto a Haytham no seria yo el que le impidiera ser feliz en París, con sus fiestas, sus joyas y sus riquezas.
Valeria caminó hacia el ventanal, su semblante era triste, supongo que un siendo así, aun teniendo claro que yo ya no era el hombre de su vida, era difícil romper algo tan intenso como fue nuestro amor.
-No voy a retenerte, aun queriendo no podría, hace tiempo que saliste de vida -aseguré mojando la pluma con la tinta estampando en los documentos mi nombre.
Paseé el secante por encima para evitar que las letras se emborronasen.
Tomé los documentos doblándolos por la mitad para acercarme junto a ella al ventanal.
-Te has dado prisa en rehacer tu vida -le reproche sin responder a su pregunta sobre si yo había rehecho la mía -dale mi mas sincera enhorabuena a Haytham, se lo merece.
Dolor, mi voz sonó ronca. Carraspeé para quitar el nudo de mi garganta, no quería explicaciones, solo acabar cuanto antes, su presencia me devastaba.
Le pedí que me acompañara con frialdad tras tenderle los papeles que había venido a buscar, así, nos encaminamos escaleras arriba hacia la habitación de nuestras hijas.
Al abrirla los ojos azules de la vikinga que se encargaba del cuidado de las pequeñas se centro en ambos.
Estaba tumbada con Fio en la alfombra jugando con una pequeña espada de madera que la pequeña sacudía de forma airada ante la risa de la joven.
Violette parecía haber intuido que su madre estaba allí y se arrinconaba llorosa en la pared del fondo, frente a ella ese muro de fuerza que colocaba siempre que quería que nadie pudiera acceder a ella.
La escudera tomo entre sus brazos a mi risueña hija y acercándose a Valeria la depositó en sus brazos sin perder la sonrisa.
-Valeska no quiere que la toque, cuando lo intento alza mas el escudo y llora, lo siento Hoor, pero creo es mejor que espere fuera -susurré acariciando mi antebrazo en un perfecto norteño antes de salir por la puerta para darnos la intimidad necesaria.
-Valeria apenas te recuerdan -traté de justificar a la pequeña de ojos verdes viva imagen de su madre.
Me acerque a ella, el escudo bajo y la pequeña se agarró a mi cuello hundiendo su pequeña cabeza en el aguantando el llanto.
Sabia que era el modo de hacerle pagar a su madre el abandono, el sufrimiento que nos había hecho pasar a todos, pero decirle eso hubiera dañado a la madre de mis hijas y preferí que esto acabara cuanto antes sin abrir mas heridas.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
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Re: Min under demon [Privado]+18
Ni siquiera era consciente de cómo podía mantenerme en pie. Su oscura mirada me miraba incrédulo, de una forma muy diferente a como lo hacía antes. No lo culpaba, mis palabras le confesaron de que no era suyo. El padre de aquel bebé era un completo desconocido para mí y sin embargo, un hermano para el que aún era mi esposo. Sí, pensé en no tenerlo pero esa criatura no tenía la culpa. Dejé escapar un sonoro suspiro, no era como aquella primera vez, la tensión se palpaba en el ambiente y yo solo quería que todo acabase.
Le eché tanto de menos, lo amaba tanto que era lo que más me dolía. Su risa me arañó el alma y sus palabras la piel. Sentía como poco a poco se apagaba lo que sentía por mí, me lo estaba ganando a pulso. Allí, en aquel salón ninguno de los dos quería luchar pues era una batalla ganada por las circunstancias, por mi cobarde decisión. Pasé por aquello sin poder levantarme durante meses, el hecho de estar embarazada fue la gota que colmó el vaso y de verdad pensé que no podía ser más que un castigo por todo lo que hice pasar a algunas personas.
“Hace tiempo que saliste de mi vida”.
Se me cortó la respiración, disfrazando mis verdaderos pensamientos con una sonrisa irónica, como si hubiese ganado cuando…lo acababa de perder todo. perdí al amor de mi vida, a mis hijas, mi felicidad …por miedo, por empeñarme en protegerlos y no de nadie si no de mí misma. No era buena madre, ni esposa… él se merecía mucho más que una mujer egocéntrica, fría que no sabía luchar, solo de fiestas y vestidos. Me abracé a mi ocupación como perfumista pero el embarazo no me daba tregua. Y no, no respondí cuando mencionó a Haytham Cross, no volví a verle. Pasé la mano por mi vientre para no derrumbarme, por ese niño seguía en pie pues nada más que abandoné el norte me perdí, aún no encontré el camino.
-No he sido la única -respondí con palabras afiladas, él sí que había rehecho su vida, las norteñas atesoraban lo que era suyo y él…seguro ya le habría buscado una buena mujer que cuidase a las niñas, para él la esposa que necesitaba. Ni lo miré cuando firmó, para mí, era mi sentencia de muerte y los dos la habíamos firmado para acabar con lo único que nos unía. Me dolió tanto cuando tomé el papel que no pude evitarlo, lo apreté con fuerza, dispuesta a romperlo… para él seguro , un gesto de soberbia y alivio por mi parte.
Seguir sus pasos, para mí era como si me llevase a la soga. Tras la puerta, podía oírlas y mi corazón se aceleró pero tal como vibró de alegría, se apagó al comprobar que no me recordaban… me tenían miedo, podía sentir el rechazo por parte de Lilie y esos ojos pardos de Fiolett clavados en mí…preguntándome sin palabras porqué las abandoné. Mis hijas ni me reconocían, deseaban me marchase por donde había venido, acababa de romper su rato de diversión con aquella joven. No pasó desapercibido como tocó a Hoör, su mirada lo decía todo, entre ellos no solo había una relación de nana y señor. Fue el detonante…y bastó un segundo, perdí el norte, la vista se emborronó y tuve que aferrarme al brazo del que ya no era mi esposo. Quise apartar la mano, no querría ni siquiera que lo mirase pero tantas emociones me habían acelerado el pulso, la respiración se entrecortaba.
Le di la pequeña a Hoör a medida que iba alejándome de la habitación, pasillo arriba. Bajé las escaleras, quería salir de allí . Lo había perdido todo, las personas que más me importaban me odiaban, me olvidaron. Iba tan deprisa que antes de llegar al hall, tropecé en mis pasos y caí escaleras abajo, todo se volvió gris… solo podía oír la voz de Hoör llamándome y el llanto de mis hijas para que me marchara, volviese en mis pasos.
Inconsciente, caí de lado. Las lágrimas retenidas, salieron descontroladas…mojando mis mejillas, mostrándome débil ante él. de mi mano, cayeron aquellos papeles firmados de su puño y letra, esparcidos por el suelo y yo…sobre ellos.
Le eché tanto de menos, lo amaba tanto que era lo que más me dolía. Su risa me arañó el alma y sus palabras la piel. Sentía como poco a poco se apagaba lo que sentía por mí, me lo estaba ganando a pulso. Allí, en aquel salón ninguno de los dos quería luchar pues era una batalla ganada por las circunstancias, por mi cobarde decisión. Pasé por aquello sin poder levantarme durante meses, el hecho de estar embarazada fue la gota que colmó el vaso y de verdad pensé que no podía ser más que un castigo por todo lo que hice pasar a algunas personas.
“Hace tiempo que saliste de mi vida”.
Se me cortó la respiración, disfrazando mis verdaderos pensamientos con una sonrisa irónica, como si hubiese ganado cuando…lo acababa de perder todo. perdí al amor de mi vida, a mis hijas, mi felicidad …por miedo, por empeñarme en protegerlos y no de nadie si no de mí misma. No era buena madre, ni esposa… él se merecía mucho más que una mujer egocéntrica, fría que no sabía luchar, solo de fiestas y vestidos. Me abracé a mi ocupación como perfumista pero el embarazo no me daba tregua. Y no, no respondí cuando mencionó a Haytham Cross, no volví a verle. Pasé la mano por mi vientre para no derrumbarme, por ese niño seguía en pie pues nada más que abandoné el norte me perdí, aún no encontré el camino.
-No he sido la única -respondí con palabras afiladas, él sí que había rehecho su vida, las norteñas atesoraban lo que era suyo y él…seguro ya le habría buscado una buena mujer que cuidase a las niñas, para él la esposa que necesitaba. Ni lo miré cuando firmó, para mí, era mi sentencia de muerte y los dos la habíamos firmado para acabar con lo único que nos unía. Me dolió tanto cuando tomé el papel que no pude evitarlo, lo apreté con fuerza, dispuesta a romperlo… para él seguro , un gesto de soberbia y alivio por mi parte.
Seguir sus pasos, para mí era como si me llevase a la soga. Tras la puerta, podía oírlas y mi corazón se aceleró pero tal como vibró de alegría, se apagó al comprobar que no me recordaban… me tenían miedo, podía sentir el rechazo por parte de Lilie y esos ojos pardos de Fiolett clavados en mí…preguntándome sin palabras porqué las abandoné. Mis hijas ni me reconocían, deseaban me marchase por donde había venido, acababa de romper su rato de diversión con aquella joven. No pasó desapercibido como tocó a Hoör, su mirada lo decía todo, entre ellos no solo había una relación de nana y señor. Fue el detonante…y bastó un segundo, perdí el norte, la vista se emborronó y tuve que aferrarme al brazo del que ya no era mi esposo. Quise apartar la mano, no querría ni siquiera que lo mirase pero tantas emociones me habían acelerado el pulso, la respiración se entrecortaba.
Le di la pequeña a Hoör a medida que iba alejándome de la habitación, pasillo arriba. Bajé las escaleras, quería salir de allí . Lo había perdido todo, las personas que más me importaban me odiaban, me olvidaron. Iba tan deprisa que antes de llegar al hall, tropecé en mis pasos y caí escaleras abajo, todo se volvió gris… solo podía oír la voz de Hoör llamándome y el llanto de mis hijas para que me marchara, volviese en mis pasos.
Inconsciente, caí de lado. Las lágrimas retenidas, salieron descontroladas…mojando mis mejillas, mostrándome débil ante él. de mi mano, cayeron aquellos papeles firmados de su puño y letra, esparcidos por el suelo y yo…sobre ellos.
Valeria Cavey- Realeza Neerlandesa
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Re: Min under demon [Privado]+18
Sus piernas flojearon demasiadas emociones y las niñas no ayudaban ¿pero que esperaba? Las abandono con apenas dos meses y habían pasado cinco desde que partió del norte.
Ahora con siete meses ni de lejos sabían quien era y si lo sabían, no querían que volviera.
Fio era mas inocente, reía aun en los brazos de su madre tratando de alcanzar su espada de madera, un juguete que tallé para ella y del que no se separaba ni para dormir siquiera. Pero Valeska estaba enganchada a mi cuello presa del llanto, ni mirarla quería.
Sentí a Valeria desfallecer, se sujetó a mi brazo y yo la aferré para no dejarla caer, pero el demonio siempre tenia su ego en alto y me soltó para correr hacia el pasillo no sin antes deshacerse de mi otra hija que presa de los movimientos bruscos y la tensión vivida también exploto en un terrible llanto.
La norteña se acerco nada mas vio salir disparada a la condesa, en sus brazos deposite a las pequeñas ordenandole volver con ellas a la habitación, apenas me dio tiempo a llegar a Valeria que corría escaleras abajo huyendo de nuevo de todo, de mi ,de ellas.
-Maldita cobarde - mascullé entre dientes.
Absurdo mi intento de aferrarla, pues un mal paso en su estado la hizo precipitarse escaleras a bajo.
Corrí fuera de mi para atrapar su cuerpo inerte, inconsciente, sangraba por abajo, su cabeza también había sido golpeada por los escalones y presentaba una impresionante brecha.
-¡Un medico! -rugí alzándola en volandas para rehacer el camino escaleras arriba y depositarla en mi lecho.
Una de las doncellas entró tras de mi, algo mas astuta que yo en tema de partos, alzó la falda de la mujer que amaba tratando de comprobar si la hemorragia poda o no ser parada.
Me aseguró que el medico no tardaría, que había sido mandando a buscar.
Entre los dos desnudamos a mi mujer para ponerla cómoda, una de mis camisas cubrió su cuerpo, su cabello dorado caía formando un abanico sobre mis blancas sabanas manchadas de carmesí.
No tardó demasiado en acudir el medico, la examino en profundidad alegando que necesitaría mucho reposo como mínimo si no queríamos perder el bebe que en su vientre se estaba gestando.
Con cinco meses era imposible su supervivencia fuera.
Asentí y agradecí su rapidez, de nuevo me quedaba a solas en ese lecho con ella, fue imposible no recordar cuando me abría sus piernas y yo me perdía cargado de deseo en ellas, ahora solo reproches, no me pertenecía, lo hacia a otro hombre, el padre de la criatura.No se las horas que pasé velando ese lecho, solo que acabe cayendo dormido en el sillón de enfrente, apenas el ruido de mi esposa tratando de alzarse me espabilo.
-Quieta -le pedí -si eso que llevas en el vientre significa algo para ti, te aconsejo que sigas en el lecho...según el medico necesitas reposo, se que deseas partir de inmediato, pero..eso no va a ser posible Valeria. Lo siento.
Mis palabras eran frías, pero ¿como tenia que comportarme? Estaba embarazada de otro hombre, clara evidencia de que habia rehecho su vida.
Los documentos era todo cuanto necesitaba para ser libre y contraer segundas nupcias.
-Trata de descansar Valeria, pediré que te traigan algo de cena para que recobres fuerzas.
Me serví la tercera copa de la noche que bebí de un trago, aquello me superaba, tenerla allí y no poder tocarla...¡por Odin! si esta era una prueba o un castigo por algo que había echo sin duda había dado en el clavo.
-¿Necesitas algo Valeria? -pregunté relamiendo los restos de licor de mis labios -te importa si me cambio..voy manchado de sangre.
Le di la espalda, me quité la camisola, seguramente muchas eran las nuevas cicatrices que no reconocería y surcaban mi cuerpo, en estos meses había buscado la muerte con ahincó.
Me deslicé otra camisa por los hombros y me giré para abotonarla esperando que me dijera que podía hacer por ella.
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Re: Min under demon [Privado]+18
El dolor era tan insoportable que me costó respirar, recuperar la normalidad. No sentí dolor cuando caí, los golpes físicos no eran tan fuertes como los del corazón. Mis orbes esmeraldas seguían abiertas cuando Hoör me cogió en brazos, le pedí en silencio que no me tomase…me dejase allí. Oía a mis hijas llorar y mi llanto se unió a su canción, así fue como perdí el conocimiento entre sus brazos. Y en esa inconsciencia, soñé , imaginé una vida muy diferente a la que ahora llevaba.
Sostenía a mis pequeñas en brazos, me encontraba sentada en medio de un jardín lleno de flores. Y él, se acercaba a nosotros con esa sonrisa que anhelé y solo me dedicó a mí. Sentí la brisa acariciar mi piel, enredarse en mi cabello rubio, el olor de las flores…las risas de mis pequeñas y el brazo de mi marido en mi espalda, quedando los cuatro abrazados, mirando al cielo. Y fue en ese sueño donde lo busqué con la mirada cuando al hacerlo, le vi arder ante mis ojos. Hoör ardía y mis hijas con él entre mis brazos.
Fue tal pánico que abrí los ojos de golpe, buscándolos, presa del miedo y el terror. Mis lagrimas surcaban mis mejillas , mis manos buscaron con urgencia al hombre que había amado más que a nada en este mundo y a mis niñas de las que me había acordado a cada segundo. Y él se encontraba en la habitación, ante mí totalmente desmoronado en el sillón. Nuestras miradas se encontraron, él me conocía lo suficiente para saber que no solo tuve una pesadilla…en mi cabeza no cesaban los acontecimientos vividos en las últimas horas. Acontecimientos que me llevaron a donde estaba, en una cama sin poder moverme, quise levantarme…iba a volver a huir pero me dolía el cuerpo horrores.
-El bebé -susurré nerviosa, buscando que siguiese allí y así era, suspiré de alivio. El fruto no deseado no tenía la culpa de nada, le amaba por ser mi hijo no podía odiarlo por la forma de ser engendrado-No tienes…no tienes que hacer nada por mí -lo dije de malas formas por el simple hecho de que no me lo merecía. No era digna tan siquiera de estar en su lecho, pertenecía a otra u otras que le proporcionasen lo que ya no podía darle. -Quiero que me cambien de habitación.. -la sola idea de que alguna mujer hubiese dormido o haberle pertenecido en la cama me ponía enferma, sacaba a esa Valeria celosa y autoritaria, él no iba a cumplir órdenes, ya nos conocíamos.
Cuando se dio la vuelta y vi sus cicatrices, recordé la noche en la que le desnudé para que tomara el baño y sin embargo, se largó, dejándome allí…con ganas de todo. cuanto habíamos cambiado. Me quedé embelesada mirándole, mis esmeraldas le recorrieron en silencio al igual que mis lagrimas no dejaban de detenerse en mis mejillas…él creería que lloraba por mi hijo.
-Necesito,… -“a ti”, me guardé para mí misma, negando con la cabeza. Esa no era mi idea de visita, lo compliqué todo. no debí viajar al norte, tendría que haber dejado que los tres me olvidasen -Fiolett es como tú -sonreí de forma triste , bajando la mirada y dejar que las lagrimas descendiesen sin miedo por mis mejillas -Necesito… -no podía pedirle nada, no me lo merecía así que negué con la cabeza, le necesitaba más que nunca y era justamente cuando más me odiaba -No es de Haytham -no pude guardármelo, tampoco me creería pero ya no me importaba nada -No me recuerdan… y tú me has olvidado -solo que al girarse y apreciar la V en el pecho, me cortó la respiración -Lo has hecho. Aún tienes algo que me pertenece pero no me lo podrás devolver nunca -me callé, tapándome con las pieles, girándome despacio… no sabía cómo pedirle que se quedara, preferiría estar en otro lugar -El bebé significa mucho para mí porque es mi hijo -dolía más que la propia muerte agonizante -Creo que es niño, sé que siempre quisiste uno y solo te di hijas
“Cállate” me dije a mí misma, pues solo sabía reprocharle, hacerle daño para conseguir lo que ya seguro había conseguido, me odiase…me olvidase.
Sostenía a mis pequeñas en brazos, me encontraba sentada en medio de un jardín lleno de flores. Y él, se acercaba a nosotros con esa sonrisa que anhelé y solo me dedicó a mí. Sentí la brisa acariciar mi piel, enredarse en mi cabello rubio, el olor de las flores…las risas de mis pequeñas y el brazo de mi marido en mi espalda, quedando los cuatro abrazados, mirando al cielo. Y fue en ese sueño donde lo busqué con la mirada cuando al hacerlo, le vi arder ante mis ojos. Hoör ardía y mis hijas con él entre mis brazos.
Fue tal pánico que abrí los ojos de golpe, buscándolos, presa del miedo y el terror. Mis lagrimas surcaban mis mejillas , mis manos buscaron con urgencia al hombre que había amado más que a nada en este mundo y a mis niñas de las que me había acordado a cada segundo. Y él se encontraba en la habitación, ante mí totalmente desmoronado en el sillón. Nuestras miradas se encontraron, él me conocía lo suficiente para saber que no solo tuve una pesadilla…en mi cabeza no cesaban los acontecimientos vividos en las últimas horas. Acontecimientos que me llevaron a donde estaba, en una cama sin poder moverme, quise levantarme…iba a volver a huir pero me dolía el cuerpo horrores.
-El bebé -susurré nerviosa, buscando que siguiese allí y así era, suspiré de alivio. El fruto no deseado no tenía la culpa de nada, le amaba por ser mi hijo no podía odiarlo por la forma de ser engendrado-No tienes…no tienes que hacer nada por mí -lo dije de malas formas por el simple hecho de que no me lo merecía. No era digna tan siquiera de estar en su lecho, pertenecía a otra u otras que le proporcionasen lo que ya no podía darle. -Quiero que me cambien de habitación.. -la sola idea de que alguna mujer hubiese dormido o haberle pertenecido en la cama me ponía enferma, sacaba a esa Valeria celosa y autoritaria, él no iba a cumplir órdenes, ya nos conocíamos.
Cuando se dio la vuelta y vi sus cicatrices, recordé la noche en la que le desnudé para que tomara el baño y sin embargo, se largó, dejándome allí…con ganas de todo. cuanto habíamos cambiado. Me quedé embelesada mirándole, mis esmeraldas le recorrieron en silencio al igual que mis lagrimas no dejaban de detenerse en mis mejillas…él creería que lloraba por mi hijo.
-Necesito,… -“a ti”, me guardé para mí misma, negando con la cabeza. Esa no era mi idea de visita, lo compliqué todo. no debí viajar al norte, tendría que haber dejado que los tres me olvidasen -Fiolett es como tú -sonreí de forma triste , bajando la mirada y dejar que las lagrimas descendiesen sin miedo por mis mejillas -Necesito… -no podía pedirle nada, no me lo merecía así que negué con la cabeza, le necesitaba más que nunca y era justamente cuando más me odiaba -No es de Haytham -no pude guardármelo, tampoco me creería pero ya no me importaba nada -No me recuerdan… y tú me has olvidado -solo que al girarse y apreciar la V en el pecho, me cortó la respiración -Lo has hecho. Aún tienes algo que me pertenece pero no me lo podrás devolver nunca -me callé, tapándome con las pieles, girándome despacio… no sabía cómo pedirle que se quedara, preferiría estar en otro lugar -El bebé significa mucho para mí porque es mi hijo -dolía más que la propia muerte agonizante -Creo que es niño, sé que siempre quisiste uno y solo te di hijas
“Cállate” me dije a mí misma, pues solo sabía reprocharle, hacerle daño para conseguir lo que ya seguro había conseguido, me odiase…me olvidase.
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Re: Min under demon [Privado]+18
Valeria decía cosas sin sentido ¿que la cambiara de habitación? Acaso el problema era mi lecho?
-Puedes estar tranquila, no soy tan bárbaro como para tomarte, no corres riesgo ninguno en mi cama. Yo mismo abandonaré esta habitación hasta que estés recuperada -aseguré cabreado por la insinuación que hacia acerca de mi persona -de todos modos mañana partiré con el alba, hay una revuelta en una de mis tierras, están siendo asediados por le rey del norte y guiaré a los míos a la victoria.
“Con suerte no vuelvo” pensé para mi mismo, era cierto, había buscado el Valhalla durante todo ese tiempo.
Notaba los ojos fijos de Valeria en mi espalda, ladeé la sonrisa mirándola por encima del hombro.
-Hay cosas que nunca cambian -alegué con la picardia de la que normalmente con ella hacia gala -¿que pasa? ¿has extrañado mi cuerpo en el lecho con Haytham?
Lo admito, resulté dañino, pero era indiscutible que en el sexo nos entendíamos, el placer que yo le daba dudaba pudiera dárselo él.
Quizás él era perfecto porque era todo cuanto necesitaba para seguir siendo la mujer de París, refinada, plagada de fiestas, vestidos caros, era mas fácil pender del brazo de él que del de un bárbaro.
Acabé de colocarme la camisa bajo su atenta mirada, su necesito me hizo sonreír nuevamente mientras me relamía los labios envalentonado por el alcohol.
-¿a mi? -bromeé con cierto sarcasmo en mi voz
Escuché entonces como decía que Fiolett era idéntica a mi.
-Si, y Valeska me recuerda a ti, tiene ademas de tus ojos y ese pelo dorado, un carácter endemoniado...no puedes culparla por parecerse a su madre, Valeria.
De pronto soltó que el bebe no era de Haytham, esperanza, juro que eso es lo que sentí en ese momento, bien podía ser mi hijo. Mis ojos centellearon hundiéndose en sus esmeraldas, buscando la respuesta que necesitaba.
Estaba dispuesto a perdonar su ausencia, su abandono si realmente llevaba en su vientre a mi vástago y me había sido fiel en cuerpo y alma.
“Creo que es niño” “ se que siempre quisiste un hijo, yo solo te di niñas”
-No juegues conmigo Valeria -rugí hastiado, cabreado, un puñetazo en la pared fue mi respuesta.
Gruñí, bufé como el salvaje que era mientras daba vueltas por aquella cámara como una bestia.
-¡Maldita seas! -rugí tomando la botella de whisky por le cuello dispuesto a salir de aquella habitación.
El demonio se presentaba de distintas formas, hoy era mi mujer la que me abría las puertas de Hell y de una patada en el pecho me lanzaba al abismo.
-Puedes estar tranquila, no soy tan bárbaro como para tomarte, no corres riesgo ninguno en mi cama. Yo mismo abandonaré esta habitación hasta que estés recuperada -aseguré cabreado por la insinuación que hacia acerca de mi persona -de todos modos mañana partiré con el alba, hay una revuelta en una de mis tierras, están siendo asediados por le rey del norte y guiaré a los míos a la victoria.
“Con suerte no vuelvo” pensé para mi mismo, era cierto, había buscado el Valhalla durante todo ese tiempo.
Notaba los ojos fijos de Valeria en mi espalda, ladeé la sonrisa mirándola por encima del hombro.
-Hay cosas que nunca cambian -alegué con la picardia de la que normalmente con ella hacia gala -¿que pasa? ¿has extrañado mi cuerpo en el lecho con Haytham?
Lo admito, resulté dañino, pero era indiscutible que en el sexo nos entendíamos, el placer que yo le daba dudaba pudiera dárselo él.
Quizás él era perfecto porque era todo cuanto necesitaba para seguir siendo la mujer de París, refinada, plagada de fiestas, vestidos caros, era mas fácil pender del brazo de él que del de un bárbaro.
Acabé de colocarme la camisa bajo su atenta mirada, su necesito me hizo sonreír nuevamente mientras me relamía los labios envalentonado por el alcohol.
-¿a mi? -bromeé con cierto sarcasmo en mi voz
Escuché entonces como decía que Fiolett era idéntica a mi.
-Si, y Valeska me recuerda a ti, tiene ademas de tus ojos y ese pelo dorado, un carácter endemoniado...no puedes culparla por parecerse a su madre, Valeria.
De pronto soltó que el bebe no era de Haytham, esperanza, juro que eso es lo que sentí en ese momento, bien podía ser mi hijo. Mis ojos centellearon hundiéndose en sus esmeraldas, buscando la respuesta que necesitaba.
Estaba dispuesto a perdonar su ausencia, su abandono si realmente llevaba en su vientre a mi vástago y me había sido fiel en cuerpo y alma.
“Creo que es niño” “ se que siempre quisiste un hijo, yo solo te di niñas”
-No juegues conmigo Valeria -rugí hastiado, cabreado, un puñetazo en la pared fue mi respuesta.
Gruñí, bufé como el salvaje que era mientras daba vueltas por aquella cámara como una bestia.
-¡Maldita seas! -rugí tomando la botella de whisky por le cuello dispuesto a salir de aquella habitación.
El demonio se presentaba de distintas formas, hoy era mi mujer la que me abría las puertas de Hell y de una patada en el pecho me lanzaba al abismo.
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Re: Min under demon [Privado]+18
No , no podía apartar la mirada de su espalda, deseaba recorrer su piel despacio…preguntarle por todas sus cicatrices de guerra y quedarme toda la noche oyendo sus historias. Echaba en falta las noches en vela haciendo el amor, observarle dormir y él terminar haciendo lo mismo conmigo. Mis ojos verdes se cerraron al nombrar de nuevo a Haytham, me hacía daño y lo utilizaba en mi contra, añadiéndole en cada frase. No respondí, era absurdo seguir con una disputa sin sentido. No sabía nada del que fue mi mano derecha y dudaba lo supiese algún día, él tomó su camino, era un hecho.
-No he culpado a nadie, me han olvidado -no asimilaba tal cosa, me faltó añadir que él también lo había hecho. No me miraba de la misma forma y no podía culparle pues yo misma le pedí que lo hiciera. Y lo que vi en su mirada, me llenó de esperanza al igual… vi el perdón en sus ojos y deseé que ese pequeño fuese de él pero no estaba segura. Posiblemente fuese de aquel maldito vikingo que me torturó hasta hacerme no solo daño… temer que ocurriese un acto con el que disfrutaba tanto, con mi marido.
Desde lo del Norte, en la celda… no probé otros labios, ni otros cuerpos. No lo busqué pues a quien deseaba lo tenía justo delante. Se equivocaba, no jugaba y aún así mi mirada fue fría, distante e hiriente, se lo había devuelto por nombrarme a Haytham. Mis orbes, brillaron al verle enfadado…me gustó demasiado, tiempo atrás habríamos caído enredados en la cama pero ahora, cada uno por su lado.
-No deseas más que yo que fuese tuyo pero no lo es -musité, antes de que saliese de la habitación, cuando abrió la puerta, apreté los labios con fuerza…no debía pero me salió sin querer. Además ¿cómo iba a creerme? -Te he echado de menos -cerré los ojos, cansada…ninguno de los dos admitiría que deseábamos estar uno junto al otro, aunque fuese en silencio -Quédate, deseo….me gustaría levantarme un poco, he dejado de sangrar. Guardaré reposo pero quiero levantarme -si él no me levantaba, yo lo haría, sola.
Apoyé la mano en uno de los barrotes de madera labrada de la cama e hice fuerza para quedar sentada. Me había crecido el pelo hasta el final de la espalda, cascada de oro, al girar la mirada, me perdí en sus ojos pardos. Estaba herido, no era la única. Heridos de muerte los dos y solo nosotros podíamos salvarnos.
[colo=white]-Deja que te vea esa herida ¿quieres? Te dejé una bonita cicatriz cuando te cosí la otra…[/color]-mi V lucía esplendorosa ante mis ojos, me quedé embobada mirándola. Era perfecta pero su condena… él no deseaba aquello, lo había condenado. Aproveché que se acercó para atraerle de la ropa hacia mí, nuestros cuerpos entraron en contacto y sin querer…sonreí -Me odias…¿cierto?-quería que se quedase, un poco más…aunque fuesen unos minutos.
-No he culpado a nadie, me han olvidado -no asimilaba tal cosa, me faltó añadir que él también lo había hecho. No me miraba de la misma forma y no podía culparle pues yo misma le pedí que lo hiciera. Y lo que vi en su mirada, me llenó de esperanza al igual… vi el perdón en sus ojos y deseé que ese pequeño fuese de él pero no estaba segura. Posiblemente fuese de aquel maldito vikingo que me torturó hasta hacerme no solo daño… temer que ocurriese un acto con el que disfrutaba tanto, con mi marido.
Desde lo del Norte, en la celda… no probé otros labios, ni otros cuerpos. No lo busqué pues a quien deseaba lo tenía justo delante. Se equivocaba, no jugaba y aún así mi mirada fue fría, distante e hiriente, se lo había devuelto por nombrarme a Haytham. Mis orbes, brillaron al verle enfadado…me gustó demasiado, tiempo atrás habríamos caído enredados en la cama pero ahora, cada uno por su lado.
-No deseas más que yo que fuese tuyo pero no lo es -musité, antes de que saliese de la habitación, cuando abrió la puerta, apreté los labios con fuerza…no debía pero me salió sin querer. Además ¿cómo iba a creerme? -Te he echado de menos -cerré los ojos, cansada…ninguno de los dos admitiría que deseábamos estar uno junto al otro, aunque fuese en silencio -Quédate, deseo….me gustaría levantarme un poco, he dejado de sangrar. Guardaré reposo pero quiero levantarme -si él no me levantaba, yo lo haría, sola.
Apoyé la mano en uno de los barrotes de madera labrada de la cama e hice fuerza para quedar sentada. Me había crecido el pelo hasta el final de la espalda, cascada de oro, al girar la mirada, me perdí en sus ojos pardos. Estaba herido, no era la única. Heridos de muerte los dos y solo nosotros podíamos salvarnos.
[colo=white]-Deja que te vea esa herida ¿quieres? Te dejé una bonita cicatriz cuando te cosí la otra…[/color]-mi V lucía esplendorosa ante mis ojos, me quedé embobada mirándola. Era perfecta pero su condena… él no deseaba aquello, lo había condenado. Aproveché que se acercó para atraerle de la ropa hacia mí, nuestros cuerpos entraron en contacto y sin querer…sonreí -Me odias…¿cierto?-quería que se quedase, un poco más…aunque fuesen unos minutos.
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Re: Min under demon [Privado]+18
Me detuve en la puerta, con la mano en el pomo, mi mirada por encima del hombro buscaron sus esmeraldas.
-¿como sabes que no es mio? -pregunté. Hacia 5 meses que se fue y el embarazo parecía ser de ese tiempo o se habai acostado desde el principio con otro tipo, o era mio ¿que otra opcion habia.
-Quiero entenderlo Valeria, pero no lo entiendo, ¿quieres que sea mio?
Me gire para mirarla fijamente, trataba de entenderlo todo peor ni una sola de sus palabras me cuadraban.
-Te acostaste con uno nada mas llegar a París ¿una de tus fiestas de borrachera? ¿no sabes ni quien es el padre? Joder Valeria como esperas que yo asuma esta infidelidad, vuelves a mi cinco meses después para que firme una separación -bufé exasperado, gruñí golpeando el marco de la puerta con el puño completamente fuera de mi -¡Por Odin Valeria!
Su siguiente frase me desesperó “te he echado de menos” la sonrisa irónica de la que hacia gala con facilidad cuando ante mi anteponía los escudos se instaló en mis labios.
Caminé con decisión hacia los documentos firmados que reposaban en la mesa de noche.
-¿de menos? -dije mostrandole los papeles sin borrar mi dañina sonrisa -ya veo cuanto me has echado de menos. Tu te fuiste cuando yo te pedí que te quedaras, no juegues conmino Valeria, no me trates como el estúpido que no soy.
Me acerqué a ella cuando dijo que quería alzarse del lecho, sabia que enredarme en una discursion por un hijo que no era mio era algo absurdo, para que mentir, la idea de que lo perdiera no dejaba de resultarme alentadora.
Ese niño era mi condena, mi vergüenza, posiblemente todo el norte hablaría de la condesa que había vuelto embarazada de París, no tuvo bastante con abandonarme que también tenia que humillarme delante de mis tropas.
Atrapé su cintura, tiré de ella para alzarla, nuestros cuerpos se pegaron, acariciándose, me relamí al sentir su aliento impactar en mi boca.
Quería ver la V que ella misma había marcado con la bastarda en mi piel, una v que empezaba en uno de mis hombros, su vértice debajo de mi ombligo y subía hasta el otro hombro.
Su mano tiraba de mi camisa, de nuevo enredados como hace cinco meses la atracción era brutal entre nosotros y nuestros cuerpos se amoldaban al otro en una lasciva batalla.
-Valeria -susurré contra su boca, cerré los ojos, nuestros alientos bailaban al ritmo de las mismas llamas que se consumían en la chimenea.
Abrí los ojos cargados de ira, no iba a volver a sucumbir ¿para que? ¿que estaba haciendo? Estaba embarazada de otro, había venido a por los malditos papeles de nuestro divorcio, era la risa del norte como lo fui de París y todo por el demonio de ojos verdes que me condeno a muerte en París hace ya demasiado tiempo.
-¿Donde quieres ir? -le pregunté apartando mi boca de la suya.
-¿como sabes que no es mio? -pregunté. Hacia 5 meses que se fue y el embarazo parecía ser de ese tiempo o se habai acostado desde el principio con otro tipo, o era mio ¿que otra opcion habia.
-Quiero entenderlo Valeria, pero no lo entiendo, ¿quieres que sea mio?
Me gire para mirarla fijamente, trataba de entenderlo todo peor ni una sola de sus palabras me cuadraban.
-Te acostaste con uno nada mas llegar a París ¿una de tus fiestas de borrachera? ¿no sabes ni quien es el padre? Joder Valeria como esperas que yo asuma esta infidelidad, vuelves a mi cinco meses después para que firme una separación -bufé exasperado, gruñí golpeando el marco de la puerta con el puño completamente fuera de mi -¡Por Odin Valeria!
Su siguiente frase me desesperó “te he echado de menos” la sonrisa irónica de la que hacia gala con facilidad cuando ante mi anteponía los escudos se instaló en mis labios.
Caminé con decisión hacia los documentos firmados que reposaban en la mesa de noche.
-¿de menos? -dije mostrandole los papeles sin borrar mi dañina sonrisa -ya veo cuanto me has echado de menos. Tu te fuiste cuando yo te pedí que te quedaras, no juegues conmino Valeria, no me trates como el estúpido que no soy.
Me acerqué a ella cuando dijo que quería alzarse del lecho, sabia que enredarme en una discursion por un hijo que no era mio era algo absurdo, para que mentir, la idea de que lo perdiera no dejaba de resultarme alentadora.
Ese niño era mi condena, mi vergüenza, posiblemente todo el norte hablaría de la condesa que había vuelto embarazada de París, no tuvo bastante con abandonarme que también tenia que humillarme delante de mis tropas.
Atrapé su cintura, tiré de ella para alzarla, nuestros cuerpos se pegaron, acariciándose, me relamí al sentir su aliento impactar en mi boca.
Quería ver la V que ella misma había marcado con la bastarda en mi piel, una v que empezaba en uno de mis hombros, su vértice debajo de mi ombligo y subía hasta el otro hombro.
Su mano tiraba de mi camisa, de nuevo enredados como hace cinco meses la atracción era brutal entre nosotros y nuestros cuerpos se amoldaban al otro en una lasciva batalla.
-Valeria -susurré contra su boca, cerré los ojos, nuestros alientos bailaban al ritmo de las mismas llamas que se consumían en la chimenea.
Abrí los ojos cargados de ira, no iba a volver a sucumbir ¿para que? ¿que estaba haciendo? Estaba embarazada de otro, había venido a por los malditos papeles de nuestro divorcio, era la risa del norte como lo fui de París y todo por el demonio de ojos verdes que me condeno a muerte en París hace ya demasiado tiempo.
-¿Donde quieres ir? -le pregunté apartando mi boca de la suya.
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Re: Min under demon [Privado]+18
Probablemente no era suyo pues tras mi último periodo el único que me tomó fue aquel impresentable. Por más que desease tal cosa no, no era suyo. Y eso era algo que me mataba por dentro, saber que el hijo que esperas… no era de la persona que más amabas. ¿Un castigo? Hice daño en el pasado a muchas personas y esto eran las consecuencias, un daño colateral que sin culpa se había llevado todo el peso de aquellos días encerrada, de la atrocidad a la que fui sometida.
Y como no, mi actitud del pasado me persiguió hasta ese instante. Él jamás creyó que cambiaría y por sus palabras me lo dejaba más que claro. No contesté, tampoco sabía cómo decirle que esa Valeria ya no se encontraba allí y al mismo tiempo…sí. No sé ni como dejé que me violasen, me pudo la tristeza y la impotencia, solo pensaba en él…susurrando su nombre tantas veces como respiraba. Mi Hoör me odiaba , me detestaba porque creía que seguía siendo esa arpía rica del pasado.
No jugué con él ni un solo segundo y fui sincera, él podía leerlo en mis ojos verdes. Sin querer, me quedaba mirándole en silencio, con eso me bastaba para calmar un poco mi alma…darle ese soplo de aire fresco y volver para esta vez sí olvidar lo que pudo ser mi completa felicidad. destrozada, me sentía así, anhelando la risa por los pasillos cuando corríamos tras el otro y terminábamos haciendo el amor en cualquier rincón. Echaba en falta la mirada de mis hijas, nadie jamás podrá mirarme de esa forma, infinito amor que no merecía.
-Hoör -susurré contra sus labios, lo busqué pero ese beso no llegó y un puñal invisible me atravesó el pecho, incluso gemir de dolor y desesperanza. Lo había perdido, ante él tenía una imagen derrotada de una persona que según él retomó aquella vida vivida al límite cuando me la había destrozado… -Ir -giré la cabeza, hasta sentarme en la cama de nuevo…deshaciendo aquel agarre que volvía a condenarme. Él ya no era mío, pertenecía al Norte, a su gente al igual que mis hijas, yo era la que debería partir.
-Viajar al pasado -seguramente él no comprendería mi respuesta pero todo tenía su lógica…si volvía al pasado, las cosas serían muy diferentes -Quiero volver a casa -dije con voz pesada, luchar por algo que yo misma había lanzado al vacío no tenía sentido -Son felices, contigo…con ella -me refería a la mujer que las cuidaba, con la que sin duda él tenía algo más. -Volveré a casa, anularé el matrimonio y…serás libre del demonio que hizo de ti un hombre débil
Sin duda, me dolió más que él decir eso. No era la misma Valeria, me asemejaba más a esa mujer que vio en el futuro, derrotada solo con más vergüenza y peso sobre sus hombros. Busqué su mano, enredando mis dedos con los suyos, impidiendo que se marchase pues jamás quise que ocurriese tal cosa, vinimos al norte felices y en familia, ahora no éramos nada.
-No sé dónde quiero ir…solo que no te vayas -apreté su mano con fuerza, a algo temía y él lo sabía pues temblé, si ese hombre sabía que me encontraba en el norte, me mataría con sus propias manos -¿Sabes? me ha dolido más que me esquives que los golpes al caer escaleras abajo. -volví a levantarme, tiré de él y me aferré a su cintura a la altura baja de su espalda, atrayéndole hacia mí de nuevo. Oculté mi rostro en su pecho, pasé la nariz por su piel y de mis labios se escapó un gemido de impotencia -No me has respondido ¿me odias? -mis esmeraldas sin vida, se clavaron en él…como si nada más existiese. No quería que me dejase sola… podía ser el fin
Y como no, mi actitud del pasado me persiguió hasta ese instante. Él jamás creyó que cambiaría y por sus palabras me lo dejaba más que claro. No contesté, tampoco sabía cómo decirle que esa Valeria ya no se encontraba allí y al mismo tiempo…sí. No sé ni como dejé que me violasen, me pudo la tristeza y la impotencia, solo pensaba en él…susurrando su nombre tantas veces como respiraba. Mi Hoör me odiaba , me detestaba porque creía que seguía siendo esa arpía rica del pasado.
No jugué con él ni un solo segundo y fui sincera, él podía leerlo en mis ojos verdes. Sin querer, me quedaba mirándole en silencio, con eso me bastaba para calmar un poco mi alma…darle ese soplo de aire fresco y volver para esta vez sí olvidar lo que pudo ser mi completa felicidad. destrozada, me sentía así, anhelando la risa por los pasillos cuando corríamos tras el otro y terminábamos haciendo el amor en cualquier rincón. Echaba en falta la mirada de mis hijas, nadie jamás podrá mirarme de esa forma, infinito amor que no merecía.
-Hoör -susurré contra sus labios, lo busqué pero ese beso no llegó y un puñal invisible me atravesó el pecho, incluso gemir de dolor y desesperanza. Lo había perdido, ante él tenía una imagen derrotada de una persona que según él retomó aquella vida vivida al límite cuando me la había destrozado… -Ir -giré la cabeza, hasta sentarme en la cama de nuevo…deshaciendo aquel agarre que volvía a condenarme. Él ya no era mío, pertenecía al Norte, a su gente al igual que mis hijas, yo era la que debería partir.
-Viajar al pasado -seguramente él no comprendería mi respuesta pero todo tenía su lógica…si volvía al pasado, las cosas serían muy diferentes -Quiero volver a casa -dije con voz pesada, luchar por algo que yo misma había lanzado al vacío no tenía sentido -Son felices, contigo…con ella -me refería a la mujer que las cuidaba, con la que sin duda él tenía algo más. -Volveré a casa, anularé el matrimonio y…serás libre del demonio que hizo de ti un hombre débil
Sin duda, me dolió más que él decir eso. No era la misma Valeria, me asemejaba más a esa mujer que vio en el futuro, derrotada solo con más vergüenza y peso sobre sus hombros. Busqué su mano, enredando mis dedos con los suyos, impidiendo que se marchase pues jamás quise que ocurriese tal cosa, vinimos al norte felices y en familia, ahora no éramos nada.
-No sé dónde quiero ir…solo que no te vayas -apreté su mano con fuerza, a algo temía y él lo sabía pues temblé, si ese hombre sabía que me encontraba en el norte, me mataría con sus propias manos -¿Sabes? me ha dolido más que me esquives que los golpes al caer escaleras abajo. -volví a levantarme, tiré de él y me aferré a su cintura a la altura baja de su espalda, atrayéndole hacia mí de nuevo. Oculté mi rostro en su pecho, pasé la nariz por su piel y de mis labios se escapó un gemido de impotencia -No me has respondido ¿me odias? -mis esmeraldas sin vida, se clavaron en él…como si nada más existiese. No quería que me dejase sola… podía ser el fin
Valeria Cavey- Realeza Neerlandesa
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Re: Min under demon [Privado]+18
Enarqué una ceja sin comprender nada de lo que decía ¿volver al pasado? Yo a diferencia de ella no me arrepentía de nada, amaba a mis hijas, la amé a ella con todas mis fuerzas, luché por ella, por nuestro amor, perdí todo, hasta el orgullo en esa gesta y antes de que me abandonará, supliqué como nunca antes lo había echo para que no lo hiciera.
Yo no necesitaba buscar a los fantasmas del pasado, ni siquiera ver el futuro para saber que lo nuestro estaba condenado.
Negué al seguir escuchando sus palabras.
-Son felices conmigo, mas lo hubieran sido con una madre y un padre, están huérfanas de lo primero, lo estuvieron el día que decidiste sacarnos de tu vida.
Ella es la mujer que cuida de tus hijas, las quiere, y si tu pregunta es si me he acostado con ella, la respuesta es si.
No buscaba hacerle año, solo ser sincero, ella me abandono, evidentemente no había estado de piernas cruzadas echando de menos a su marido, la prueba fehaciente de ello el bastardo que me traía para restregarlo ante mis ojos.
Dejé escapar una carcajada dañina, mis pardos se hundieron en sus verdes.
-¿débil? No soy débil, me ha costado darme cuenta, pero débil es el que no lucha y yo contigo he derramado mas sangre que en gesta alguna, no soy débil Valeria aunque así tu me veas.
Soy un vikingo, un Cannif, la guerra corre por mis venas como la sangre.
Iba a marcharme, la verdad poco mas tenia que decir, frente a mi veía una mujer derrotada, mi mujer y hacer saña con ella era lo ultimo que quería, sus dedos se enredaron en los míos, me apreso, su petición que no me fuera pero.. ¿que iba a hacer allí?
Me relamí los labios sin saber ni que hacer ni que decir, aseguraba que los golpes dados por mi indiferencia dolían mas que la caída.
No era indiferencia, parecía mentira que a estas alturas aun no me conociera, ante mi había puesto mil escudos, no quería sufrir mas daños, mas golpes, me protegía del dolor, porque daba por perdida esta relación.
Se alzó sujeta a mi ropa, su ansiosa boca buscó la mía, no me aparté pero tampoco avancé, solo la contemplé.
La deseaba, algo evidente por como mi cuerpo reaccionaba ante el suyo, ante la forma que encajaba su piel haciéndome arder.
Su nariz se paseó pro mi cuello, acariciando la piel, gimiendo necesitada, peor ¿como olvidar la afrenta que en su vientre portaba.
-Valeria, no lo compliques -pedí contra sus labios -llevas en tu vientre la prueba de tu infidelidad, no voy a ser el cornudo del norte, esto no lo puedo perdonar.
¿Que harás cada vez que te canses de mi? Ir buscar otras pieles y regresar con un bastardo en tus entrañas esperando que te perdone?
Aunque quiera, no puedo Valeria, no te odio, peor no puedo..-gruñí apretando los dientes.
Mis labios se entreabrieron, claro que la deseaba ¿no era evidente? Pero mi orgullo gritaba que no podía dejarme vencer nuevamente por los juegos del demonio de ojos verdes.
Yo no necesitaba buscar a los fantasmas del pasado, ni siquiera ver el futuro para saber que lo nuestro estaba condenado.
Negué al seguir escuchando sus palabras.
-Son felices conmigo, mas lo hubieran sido con una madre y un padre, están huérfanas de lo primero, lo estuvieron el día que decidiste sacarnos de tu vida.
Ella es la mujer que cuida de tus hijas, las quiere, y si tu pregunta es si me he acostado con ella, la respuesta es si.
No buscaba hacerle año, solo ser sincero, ella me abandono, evidentemente no había estado de piernas cruzadas echando de menos a su marido, la prueba fehaciente de ello el bastardo que me traía para restregarlo ante mis ojos.
Dejé escapar una carcajada dañina, mis pardos se hundieron en sus verdes.
-¿débil? No soy débil, me ha costado darme cuenta, pero débil es el que no lucha y yo contigo he derramado mas sangre que en gesta alguna, no soy débil Valeria aunque así tu me veas.
Soy un vikingo, un Cannif, la guerra corre por mis venas como la sangre.
Iba a marcharme, la verdad poco mas tenia que decir, frente a mi veía una mujer derrotada, mi mujer y hacer saña con ella era lo ultimo que quería, sus dedos se enredaron en los míos, me apreso, su petición que no me fuera pero.. ¿que iba a hacer allí?
Me relamí los labios sin saber ni que hacer ni que decir, aseguraba que los golpes dados por mi indiferencia dolían mas que la caída.
No era indiferencia, parecía mentira que a estas alturas aun no me conociera, ante mi había puesto mil escudos, no quería sufrir mas daños, mas golpes, me protegía del dolor, porque daba por perdida esta relación.
Se alzó sujeta a mi ropa, su ansiosa boca buscó la mía, no me aparté pero tampoco avancé, solo la contemplé.
La deseaba, algo evidente por como mi cuerpo reaccionaba ante el suyo, ante la forma que encajaba su piel haciéndome arder.
Su nariz se paseó pro mi cuello, acariciando la piel, gimiendo necesitada, peor ¿como olvidar la afrenta que en su vientre portaba.
-Valeria, no lo compliques -pedí contra sus labios -llevas en tu vientre la prueba de tu infidelidad, no voy a ser el cornudo del norte, esto no lo puedo perdonar.
¿Que harás cada vez que te canses de mi? Ir buscar otras pieles y regresar con un bastardo en tus entrañas esperando que te perdone?
Aunque quiera, no puedo Valeria, no te odio, peor no puedo..-gruñí apretando los dientes.
Mis labios se entreabrieron, claro que la deseaba ¿no era evidente? Pero mi orgullo gritaba que no podía dejarme vencer nuevamente por los juegos del demonio de ojos verdes.
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Re: Min under demon [Privado]+18
El miedo y hacer lo correcto, me llevaron a hacer y conseguir justo lo que no deseaba. Los había perdido, a los tres y en estos meses, formaron una familia sin mí. Yo, no era prescindible allí. Lilie me tenía miedo, Fiolett me miraba como a una extraña y él…jamás me perdonaría lo que hice, abandonarlos en su tierra, volver a rendirme sin luchar y huir a la primera de cambios, cuando más me necesitaba. Mi orgullo me traicionó, ¿cómo iba a contarle que uno de los suyos me había tomado sin mi consentimiento? Solo para “saber porqué volvía loco a un Cannif”. El resultado fue la mayor deshonra para cualquier mujer, un hijo no deseado de alguien a quien no conoces y por el cual sientes un odio y desprecio absoluto.
Mi mirada se endureció, terminó de rematarme cuando aún sabiéndolo, me confirmó que esa nana había estado con él. Crearon una familia, hizo de su madre y las cuidó en mi ausencia y a él, mejor que yo. Reí de pura rabia e impotencia pero ¿qué iba a esperar? Era un hombre, le había dejado y seguro pensó que no volvería jamás. Su risa tan afilada como sus palabras, ninguno éramos los de antes y no podía culparle pues solo uno de los dos tenía la culpa. Me estaba hiriendo, echándome veneno… mirándonos desafiantes.
Solo quise un beso que no merecía, por un segundo olvidar lo que había pasado y sobre todo… aunque fuese… calmar mi sed de él. me señalaba como la mujer que fui, como si hubiese hecho lo mismo. Insinuaba que era una mujerzuela, una cobarde por no luchar y huir. Estaba a punto de explotar, no podía más y ni lagrimas me quedaban…además ¿cuándo me contempló llorando como una niña débil? Pocas veces .
Se iba, de espaldas le contemplé por última vez. Quería marcharme, ni siquiera debía haber vuelto, como bien dijo… “Valeria, no lo compliques más”. él ya no me quería allí, no me iba a perdonar nunca. No buscaba su perdón, ni recuperar la vida que teníamos en común antes de viajar al norte, sería completamente imposible. Pero no podía dejarlo así, no cuando él creyó que lo había engañado cuando engañada y vejada, utilizada…fui yo y quise huir para no buscar problemas. ¿De qué serviría contárselo? A mí no iba a creerme, menos con mi reputación.
-Yo no te he engañado, no busco tu perdón y ni siquiera me creas porque no lo harás. -mis dedos se enredaron en uno de sus brazos y tiré de él para que me mirase a los ojos, ya todo estaba perdido ¿qué más daba? -No te fui infiel -mis orbes esmeralda, no podían ser más sinceros si él me conocía sabría que no, no le mentía. Lo solté, retomando mis pasos aunque no debiera, buscaría sangre sobrenatural para la curación y me iría cuanto antes de allí . Podría cruzarme con aquel hombre al que su voz no podría olvidar aunque quisiera.
Me acerqué a la ventana, abriéndola y aspirar aire fresco, me estaba ahogando. No le había mentido pero eso ya no importaba. Bajé la mirada cuando un grupo de vikingos regresaba de caza, uno de ellos llamaba a gritos a otro y mi reacción, no fue otra que apartarme de la ventana como si quemase. Desde mi posición, le vi, bromear y reír como si nada. esa era su gente, él me había destrozado la vida.
-Me iré pronto, no lo complicaré más-temblé en la voz, estaba tan asustada que él jamás pudo verme así. Negaría todo, no señalaría a nadie porque entonces , sembraría una guerra que no deseaba -Sé…sé feliz, Hoör Cannif
Mi mirada se endureció, terminó de rematarme cuando aún sabiéndolo, me confirmó que esa nana había estado con él. Crearon una familia, hizo de su madre y las cuidó en mi ausencia y a él, mejor que yo. Reí de pura rabia e impotencia pero ¿qué iba a esperar? Era un hombre, le había dejado y seguro pensó que no volvería jamás. Su risa tan afilada como sus palabras, ninguno éramos los de antes y no podía culparle pues solo uno de los dos tenía la culpa. Me estaba hiriendo, echándome veneno… mirándonos desafiantes.
Solo quise un beso que no merecía, por un segundo olvidar lo que había pasado y sobre todo… aunque fuese… calmar mi sed de él. me señalaba como la mujer que fui, como si hubiese hecho lo mismo. Insinuaba que era una mujerzuela, una cobarde por no luchar y huir. Estaba a punto de explotar, no podía más y ni lagrimas me quedaban…además ¿cuándo me contempló llorando como una niña débil? Pocas veces .
Se iba, de espaldas le contemplé por última vez. Quería marcharme, ni siquiera debía haber vuelto, como bien dijo… “Valeria, no lo compliques más”. él ya no me quería allí, no me iba a perdonar nunca. No buscaba su perdón, ni recuperar la vida que teníamos en común antes de viajar al norte, sería completamente imposible. Pero no podía dejarlo así, no cuando él creyó que lo había engañado cuando engañada y vejada, utilizada…fui yo y quise huir para no buscar problemas. ¿De qué serviría contárselo? A mí no iba a creerme, menos con mi reputación.
-Yo no te he engañado, no busco tu perdón y ni siquiera me creas porque no lo harás. -mis dedos se enredaron en uno de sus brazos y tiré de él para que me mirase a los ojos, ya todo estaba perdido ¿qué más daba? -No te fui infiel -mis orbes esmeralda, no podían ser más sinceros si él me conocía sabría que no, no le mentía. Lo solté, retomando mis pasos aunque no debiera, buscaría sangre sobrenatural para la curación y me iría cuanto antes de allí . Podría cruzarme con aquel hombre al que su voz no podría olvidar aunque quisiera.
Me acerqué a la ventana, abriéndola y aspirar aire fresco, me estaba ahogando. No le había mentido pero eso ya no importaba. Bajé la mirada cuando un grupo de vikingos regresaba de caza, uno de ellos llamaba a gritos a otro y mi reacción, no fue otra que apartarme de la ventana como si quemase. Desde mi posición, le vi, bromear y reír como si nada. esa era su gente, él me había destrozado la vida.
-Me iré pronto, no lo complicaré más-temblé en la voz, estaba tan asustada que él jamás pudo verme así. Negaría todo, no señalaría a nadie porque entonces , sembraría una guerra que no deseaba -Sé…sé feliz, Hoör Cannif
Valeria Cavey- Realeza Neerlandesa
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Re: Min under demon [Privado]+18
Sentí su mano aferrar mi camisa, quería decirme algo mas cuando yo creía que todo había quedado claro y hablado entre los dos.
La quería, eso era una obviedad, pero me abandono, volvía en cinta para restregarme su infidelidad, para mermar mas mi orgullo si es que eso era posible después de haber sido ninguneado por mi mujer hace cinco meses.
“No te fui infiel” enarqué una ceja, ladeé la sonrisa con sarcasmo relamiendome los labios.
Mi mano fue a su vientre.
-¿es mio entonces? -pregunté aun conociendo la ya la respuesta.
Ella negó con la cabeza, la verdad estaba clara, no entendía porque se empecinaba en silenciarla cuando a mi me chirriaba.
-Puede que en tu religión la idea del espíritu santo alumbrando a la virgen Maria sea algo creíble para los incautos parisinos, pero..aquí..en el norte, hay vikingos y todos nosotros como se hacen los niños.
Hay que meterla y correrse dentro para ello -mis palabras sonaban afiladas, toscas y burdas.
No pudo responder, como hacerlo ¿me tomaba por un necio? Se acercó a la ventana, sus ojos se perdieron en el preciosos paisaje nórdico que se veía a través del ventanal, el aire frio entraba en la cámara cuando abrió los cristales para poder respirar.
-Ya te he dicho que no puedes irte aun, tu bastardo no aguantara el viaje, así que puedes quedarte hasta que nazca el bastardo y después parte con él para no volver.
Estaba dolido,mis palabras sonaban mordaces, pero ¿que esperaba?
Los ruidos de los hombres se colaban por el ventanal, volvían de cazar, algo que hubiera hecho con ellos de no haberse frustrado mi mañana.
Valeria temblaba, me acerqué al ventanal para cerrarlo, mis manso acariciaron sus brazos gélidos para que tomara temperatura y mis pieles coparon sus hombros para ayudarla a entrar en calor, era muy frio la temperatura en el norte, Valeria no estaba echa para ella.
-Acuéstate, haré que te traigan un plato caliente.
Estaba frio, tampoco sabia como comportarme con ella, mi orgullo no me dejaba claudicar.
-Valeria, seras bien atendida, te doy mi palabra de que seras atendida por los mejores para que ese bastardo nazca sano, tus hijas conocerán a su hermano, eso es lo único que me ata a eso que llevas en el vientre.
La ayudé a llegar al lecho, deslice mi mano por su pelo para apartárselo del rostro, me comportaba como si fuera una extraña, pero es que no quería sucumbir nuevamente hasta quedar envuelto en su telaraña.
Deje escapar el aire de forma pesada mientras le lanzaba por encima las mantas, la puerta sonó, uno de mis hombres entró una de nuestras aldeas estaba siendo arrasada, la guerra me esperaba.
Un ronco “voy” fue la respuesta, mi mano al mandoble de mis espaldas, era momento de luchar.
La quería, eso era una obviedad, pero me abandono, volvía en cinta para restregarme su infidelidad, para mermar mas mi orgullo si es que eso era posible después de haber sido ninguneado por mi mujer hace cinco meses.
“No te fui infiel” enarqué una ceja, ladeé la sonrisa con sarcasmo relamiendome los labios.
Mi mano fue a su vientre.
-¿es mio entonces? -pregunté aun conociendo la ya la respuesta.
Ella negó con la cabeza, la verdad estaba clara, no entendía porque se empecinaba en silenciarla cuando a mi me chirriaba.
-Puede que en tu religión la idea del espíritu santo alumbrando a la virgen Maria sea algo creíble para los incautos parisinos, pero..aquí..en el norte, hay vikingos y todos nosotros como se hacen los niños.
Hay que meterla y correrse dentro para ello -mis palabras sonaban afiladas, toscas y burdas.
No pudo responder, como hacerlo ¿me tomaba por un necio? Se acercó a la ventana, sus ojos se perdieron en el preciosos paisaje nórdico que se veía a través del ventanal, el aire frio entraba en la cámara cuando abrió los cristales para poder respirar.
-Ya te he dicho que no puedes irte aun, tu bastardo no aguantara el viaje, así que puedes quedarte hasta que nazca el bastardo y después parte con él para no volver.
Estaba dolido,mis palabras sonaban mordaces, pero ¿que esperaba?
Los ruidos de los hombres se colaban por el ventanal, volvían de cazar, algo que hubiera hecho con ellos de no haberse frustrado mi mañana.
Valeria temblaba, me acerqué al ventanal para cerrarlo, mis manso acariciaron sus brazos gélidos para que tomara temperatura y mis pieles coparon sus hombros para ayudarla a entrar en calor, era muy frio la temperatura en el norte, Valeria no estaba echa para ella.
-Acuéstate, haré que te traigan un plato caliente.
Estaba frio, tampoco sabia como comportarme con ella, mi orgullo no me dejaba claudicar.
-Valeria, seras bien atendida, te doy mi palabra de que seras atendida por los mejores para que ese bastardo nazca sano, tus hijas conocerán a su hermano, eso es lo único que me ata a eso que llevas en el vientre.
La ayudé a llegar al lecho, deslice mi mano por su pelo para apartárselo del rostro, me comportaba como si fuera una extraña, pero es que no quería sucumbir nuevamente hasta quedar envuelto en su telaraña.
Deje escapar el aire de forma pesada mientras le lanzaba por encima las mantas, la puerta sonó, uno de mis hombres entró una de nuestras aldeas estaba siendo arrasada, la guerra me esperaba.
Un ronco “voy” fue la respuesta, mi mano al mandoble de mis espaldas, era momento de luchar.
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Re: Min under demon [Privado]+18
No me creía y aunque la verdad le estuviese bailando en sus narices…tampoco. No podía odiar a ese niño, fue lo único en Paris por lo que no me rendí pues en el norte tenía todo. Un ápice de esperanza se apagó cuando sonrió de esa manera. Mentiras y más mentiras para hacernos daño, no había ganadores pues perdimos los dos en esta gesta. No debía decirle lo de la violación , ¿qué iba a cambiar? Nada. Fui sincera, lo miré a los ojos pero seguía sin creerme e interiormente… me rendí.
La respiración se me entrecortó, quise volver a correr y esconderme donde ese hombre no me viese. Un hombre alto, más alto que mi noruego y el cabello dorado. Era él, no había duda. Cuando sus manos acariciaron los brazos, di un par de pasos hacia atrás, reprimiendo un sollozo. Ese hombre me había deshonrado, arrebatado algo que no podría recuperar y a consecuencia, ese bebé que portaba en mi vientre.
-Deja de llamarlo “mi bastardo”, no tiene culpa de… -no seguí hablando, enseguida me metió en la cama cuando yo solo quería refugiarme en su pecho y eso hice. Él jamás pudo verme de tal manera, tenía miedo, tanto que no lo solté hasta que él se separó de mí.. enredé los dedos en su ropa , negando con la cabeza… no me podía dejar allí con ese hombre cerca, no podía irse -Hoör…espera -me aferraba a él como si nada más pudiese salvarme.
Tomé su mano cuando me tocó el pelo, las mías frías. Besé sus nudillos, intentando dejar de temblar pero era imposible, en silencio…cerré los ojos para que al abrirlos aquello fuese un sueño, él estaría en mi cama y el llanto de mis pequeñas no nos dejarían hacer el amor. Pero al abrirlos, seguía allí, al borde de la cama… dispuesto a abandonar la habitación. Mis ojos verdes se perdieron en la ventana por donde me había asomado mientras pensaba en lo sucedido.
La puerta se cerró y tras creer que estaba sola, unos pasos se acercaron a mí raudos. Apenas pude reaccionar, una mano fuerte me tomó del cuello y su frente en la mia. Busqué el dueño de mi agresión cuando… abrí los ojos y las palabras enmudecieron en mi garganta, era él. negué asustada, intentando sacármelo de encima pero a cada segundo me apretaba más y más.
-¿Qué haces aquí, maldita zorra francesa? Te lo dejé claro -no podía hablar, la respiración me faltaba… negué con la cabeza, descubriéndome como pude el vientre, me soltó enseguida, preguntándome con la mirada en silencio y al echarme a llorar supo quien era su padre -Soy muy efectivo entonces. Llevas aquí a mi vástago…interesante, para algo sirves aparte de calentar al personal. ¿Qué ha dicho tu amor? Ah, por su cara no estaba muy contento -rió contra mi boca y yo intentaba zafarme de su agarre, imposible -Te quiero fuera de aquí, en cuanto des a luz lo quiero ¿me oyes? No te necesita. Será un buen guerrero
Cuando me soltó, intenté recuperar el aire pero no podía, verle allí dispuesto a todo… a llevárselo, solo de imaginarlo me abrumaba. -¡VETE AL INFIERNO! .-me salió del alma, un golpe en mi mejilla, fui destapada… me admiró , su trofeo . -No me toques. No lo hagas -dejé escapar un grito, él me tapó la boca, se aseguró de cerrar la puerta antes… ahora sí que iba a dolerme, le dio igual si al bebé hacía daño, quería volver a repetir… mi calvario.
La respiración se me entrecortó, quise volver a correr y esconderme donde ese hombre no me viese. Un hombre alto, más alto que mi noruego y el cabello dorado. Era él, no había duda. Cuando sus manos acariciaron los brazos, di un par de pasos hacia atrás, reprimiendo un sollozo. Ese hombre me había deshonrado, arrebatado algo que no podría recuperar y a consecuencia, ese bebé que portaba en mi vientre.
-Deja de llamarlo “mi bastardo”, no tiene culpa de… -no seguí hablando, enseguida me metió en la cama cuando yo solo quería refugiarme en su pecho y eso hice. Él jamás pudo verme de tal manera, tenía miedo, tanto que no lo solté hasta que él se separó de mí.. enredé los dedos en su ropa , negando con la cabeza… no me podía dejar allí con ese hombre cerca, no podía irse -Hoör…espera -me aferraba a él como si nada más pudiese salvarme.
Tomé su mano cuando me tocó el pelo, las mías frías. Besé sus nudillos, intentando dejar de temblar pero era imposible, en silencio…cerré los ojos para que al abrirlos aquello fuese un sueño, él estaría en mi cama y el llanto de mis pequeñas no nos dejarían hacer el amor. Pero al abrirlos, seguía allí, al borde de la cama… dispuesto a abandonar la habitación. Mis ojos verdes se perdieron en la ventana por donde me había asomado mientras pensaba en lo sucedido.
La puerta se cerró y tras creer que estaba sola, unos pasos se acercaron a mí raudos. Apenas pude reaccionar, una mano fuerte me tomó del cuello y su frente en la mia. Busqué el dueño de mi agresión cuando… abrí los ojos y las palabras enmudecieron en mi garganta, era él. negué asustada, intentando sacármelo de encima pero a cada segundo me apretaba más y más.
-¿Qué haces aquí, maldita zorra francesa? Te lo dejé claro -no podía hablar, la respiración me faltaba… negué con la cabeza, descubriéndome como pude el vientre, me soltó enseguida, preguntándome con la mirada en silencio y al echarme a llorar supo quien era su padre -Soy muy efectivo entonces. Llevas aquí a mi vástago…interesante, para algo sirves aparte de calentar al personal. ¿Qué ha dicho tu amor? Ah, por su cara no estaba muy contento -rió contra mi boca y yo intentaba zafarme de su agarre, imposible -Te quiero fuera de aquí, en cuanto des a luz lo quiero ¿me oyes? No te necesita. Será un buen guerrero
Cuando me soltó, intenté recuperar el aire pero no podía, verle allí dispuesto a todo… a llevárselo, solo de imaginarlo me abrumaba. -¡VETE AL INFIERNO! .-me salió del alma, un golpe en mi mejilla, fui destapada… me admiró , su trofeo . -No me toques. No lo hagas -dejé escapar un grito, él me tapó la boca, se aseguró de cerrar la puerta antes… ahora sí que iba a dolerme, le dio igual si al bebé hacía daño, quería volver a repetir… mi calvario.
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Re: Min under demon [Privado]+18
Temblaba, debía descansar, las temperaturas norteñas pueden pasar factura a cualquiera, mejor arroparse y esperar a que el frio que había entrado por el ventanal se perdiera entre el fuego de la chimenea.
Beso mis nudillos, parecía realmente asustada, no encontraba en ella nada del orgullo que siempre mostró, solo cuando me rugió que no llamara bastardo al fruto de su infidelidad ¿pero no era eso acaso?
-Tengo una guerra que lidiar -aseguré apartando mi mano de entre las suyas mientras sus ojos se cerraban -descansa, volveré -aseguré antes de emprender mi camino hacia la puerta.
Una vez en le pasillo aligeré le paso, los hombre ya pertrechados para el combate me esperaban sobre sus caballos, los guiaría hacia la victoria, hoy la sangre se pagaría con sangre y muchos cenaríamos en el Valhalla.
Una puerta se abrió interrumpiendo mi paso, la de mis hijas y de ella salio la joven de ojos claros que se llevo el dedo a los labios para que me mantuviera en silencio.
-¿La has besado? -fue su primera pregunta.
Ladeé la sonrisa atrayendola por la cintura perdiendo mis manos en sus nalgas mientras la miraba, un beso en sus labios fue la silenciosa respuesta a esa pregunta, uno que se humedeció prolongandose en tiempo y espacio.
Fue entonces cuando escuchamos salir ruidos y vocifeos de mi cámara, fruncí el ceño relamiendome sin acabar de entender quien podía estar en ella ademas de Valeria.
Ambos salimos corriendo hacia allí, abrí la puerta de una patada para descubrir que uno de mis hombres golpeaba a Valeria a la cual tenia completamente desnuda y a su merced.
No lo pensé, sumido en el odio, la rabia y mucho mas, me abalancé contra él.
Ahora era él quien suplicaba y yo el que no escuchaba, los golpes se sucedieron en su rostro, tantos que le rompí las costillas, la ceja, el labio, imposible aplacarme en ese estado de frenesí absoluto que solo termino cuando el cuerpo del vikingo salio despedido por el ventanal de la habitación atravesando el cristal y cayendo muerto en el acto al patio de armas.
Mi respiración agitada lo decia todo, cuerpo tenso, mandíbula apretada y busqué a mi mujer que estaba sobre el lecho recostada.
Odett la abrazaba, tratando de calmarla mientras le subía la ropa para que su cuerpo escondiera su vergüenza.
Rugí, gruñí y maldije, mis nudillos sangraban, ahora lo entendía todo y no necesitaba palabras.
Mi mirada parda se perdió en sus esmeraldas anegadas por las lagrimas.
-Te tomo en las celdas -gruñí señalando su vientre -ese bastardo es fruto de ese encuentro y quiero que lo abortes -rugí fuera de mi dando vueltas como un león de circo en esa habitación -haré que te lo saquen de las entrañas, lo quiero muerto como al hijo de puta de su padre ¿me oyes? -gruñí rabioso lanzando los muebles a mi paso preso de la ira que sentía en ese momento.
Odett trataba de calmar a Valeria, sabia que a mi en ese estado no podria, así que se limitó a susurrarle como si fuera una de mis hijas que todo había pasado ya, que estaba a salvo en ese lugar.
Beso mis nudillos, parecía realmente asustada, no encontraba en ella nada del orgullo que siempre mostró, solo cuando me rugió que no llamara bastardo al fruto de su infidelidad ¿pero no era eso acaso?
-Tengo una guerra que lidiar -aseguré apartando mi mano de entre las suyas mientras sus ojos se cerraban -descansa, volveré -aseguré antes de emprender mi camino hacia la puerta.
Una vez en le pasillo aligeré le paso, los hombre ya pertrechados para el combate me esperaban sobre sus caballos, los guiaría hacia la victoria, hoy la sangre se pagaría con sangre y muchos cenaríamos en el Valhalla.
Una puerta se abrió interrumpiendo mi paso, la de mis hijas y de ella salio la joven de ojos claros que se llevo el dedo a los labios para que me mantuviera en silencio.
-¿La has besado? -fue su primera pregunta.
Ladeé la sonrisa atrayendola por la cintura perdiendo mis manos en sus nalgas mientras la miraba, un beso en sus labios fue la silenciosa respuesta a esa pregunta, uno que se humedeció prolongandose en tiempo y espacio.
Fue entonces cuando escuchamos salir ruidos y vocifeos de mi cámara, fruncí el ceño relamiendome sin acabar de entender quien podía estar en ella ademas de Valeria.
Ambos salimos corriendo hacia allí, abrí la puerta de una patada para descubrir que uno de mis hombres golpeaba a Valeria a la cual tenia completamente desnuda y a su merced.
No lo pensé, sumido en el odio, la rabia y mucho mas, me abalancé contra él.
Ahora era él quien suplicaba y yo el que no escuchaba, los golpes se sucedieron en su rostro, tantos que le rompí las costillas, la ceja, el labio, imposible aplacarme en ese estado de frenesí absoluto que solo termino cuando el cuerpo del vikingo salio despedido por el ventanal de la habitación atravesando el cristal y cayendo muerto en el acto al patio de armas.
Mi respiración agitada lo decia todo, cuerpo tenso, mandíbula apretada y busqué a mi mujer que estaba sobre el lecho recostada.
Odett la abrazaba, tratando de calmarla mientras le subía la ropa para que su cuerpo escondiera su vergüenza.
Rugí, gruñí y maldije, mis nudillos sangraban, ahora lo entendía todo y no necesitaba palabras.
Mi mirada parda se perdió en sus esmeraldas anegadas por las lagrimas.
-Te tomo en las celdas -gruñí señalando su vientre -ese bastardo es fruto de ese encuentro y quiero que lo abortes -rugí fuera de mi dando vueltas como un león de circo en esa habitación -haré que te lo saquen de las entrañas, lo quiero muerto como al hijo de puta de su padre ¿me oyes? -gruñí rabioso lanzando los muebles a mi paso preso de la ira que sentía en ese momento.
Odett trataba de calmar a Valeria, sabia que a mi en ese estado no podria, así que se limitó a susurrarle como si fuera una de mis hijas que todo había pasado ya, que estaba a salvo en ese lugar.
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Re: Min under demon [Privado]+18
Quería, deseaba con todas mis fuerzas volver a casa. Este era mi castigo por volver. Cuando aquel hombre me aseguró que aún no había acabado conmigo, sentí morirme poco a poco. No recuerdo bien lo de la celda, quise pensar en el que ya no era mi esposo. A medida que me desnudaba, le oía reírse, besar mi piel como si probase el dulce más delicioso de todos. Dispuesto a volver a cometer esa atrocidad, cerré los ojos y esperé a que todo pasase.
No me enteré de nada. apenas me quedé con los ojos abiertos , mirando a la nada. Oí golpes, gritos y a mí solo me importaba que mis hijas estuviesen bien. Me daba igual lo que me ocurriese, mis ojos verdes seguían fijos en el techo…en un estado de shock que solo me despertó…su voz. Aseguró que me lo sacaría él si fuese necesario, a mi hijo. Llevé la mano a mi vientre, si ese hombre estaba muerto todo había acabado pero me quedaría sin él… sin aquella personita que tenía parte de mí.
-No me toques -apenas fue un susurro, esa mujer me tocaba, nuestras miradas se encontraron. Desperté del shock para que la ira más absoluta me envolviese. Olía a él, se enredaba entre las sabanas con mi noruego y yo , tendría que oírlos gemir desde mi cama, postrada…gestando a un bebé que todos odiaban. Me incorporé en la cama, me había desnudo, mi abultado vientre me avisaba de que seguía allí….a mi lado, el único apoyo que tuve.
Cuando Hoör se fue , la aparté de mí ¿me intentaba consolar cuando se acostaba con mi marido? Hipócrita, ella lo tendría como yo jamás volvería a tenerle pues después de eso, me iría de nuevo pero esta vez para no volver. Aún se podía oír de fondo la ira que desprendía Hoör Cannif, me vestí como pude y negué la ayuda de esa mujer, no la quería cerca y menos después de lo que sabía.
-Le dejé que lo hiciera para salir de allí, para no estar ni un minuto más en esta tierra que solo me ha traído desgracias, desde que lo conocí nada más que han sido desgracias. Una tras otra y la peor de todas, conocerle y no solo eso… condenar a dos niñas a una vida que yo no querría ni muerta. ¿Quieres contárselo? VE, ya tardas -estaba tan enfadada, humillada y temiendo por la vida de mi pequeño, él no tenía la culpa -Me iré, así podréis estar juntos sin tener que preocuparte… lo veo en tus ojos, no solo te gusta, quieres a mis hijas también para ti ¿cierto? -no medía mis palabras, a mí esa muchacha me daba exactamente igual…ella lo tenía todo y yo nada.
-No voy a abortar, prefiero tenerlo que estar al lado de ese salvaje -no lo sentía, solo así creería justo eso, mentir se me daba tan bien , mejor que decir la verdad -Corre, dilo… -la miré fijamente, esa mujer sería la clave para que Hoör me siguiese odiando, portar un bastardo de uno de los suyos para él era la peor ofensa pero no… no iba a perderlo, no le dejaría. Sabía ella se lo diría, palabra por palabra y ya solo esperaba que me condenase…una vez más.
Y sin embargo, ninguno imaginábamos que aquel hombre solo fue mandado para confundirme, el verdadero bárbaro,…seguía entre los suyos.
No me enteré de nada. apenas me quedé con los ojos abiertos , mirando a la nada. Oí golpes, gritos y a mí solo me importaba que mis hijas estuviesen bien. Me daba igual lo que me ocurriese, mis ojos verdes seguían fijos en el techo…en un estado de shock que solo me despertó…su voz. Aseguró que me lo sacaría él si fuese necesario, a mi hijo. Llevé la mano a mi vientre, si ese hombre estaba muerto todo había acabado pero me quedaría sin él… sin aquella personita que tenía parte de mí.
-No me toques -apenas fue un susurro, esa mujer me tocaba, nuestras miradas se encontraron. Desperté del shock para que la ira más absoluta me envolviese. Olía a él, se enredaba entre las sabanas con mi noruego y yo , tendría que oírlos gemir desde mi cama, postrada…gestando a un bebé que todos odiaban. Me incorporé en la cama, me había desnudo, mi abultado vientre me avisaba de que seguía allí….a mi lado, el único apoyo que tuve.
Cuando Hoör se fue , la aparté de mí ¿me intentaba consolar cuando se acostaba con mi marido? Hipócrita, ella lo tendría como yo jamás volvería a tenerle pues después de eso, me iría de nuevo pero esta vez para no volver. Aún se podía oír de fondo la ira que desprendía Hoör Cannif, me vestí como pude y negué la ayuda de esa mujer, no la quería cerca y menos después de lo que sabía.
-Le dejé que lo hiciera para salir de allí, para no estar ni un minuto más en esta tierra que solo me ha traído desgracias, desde que lo conocí nada más que han sido desgracias. Una tras otra y la peor de todas, conocerle y no solo eso… condenar a dos niñas a una vida que yo no querría ni muerta. ¿Quieres contárselo? VE, ya tardas -estaba tan enfadada, humillada y temiendo por la vida de mi pequeño, él no tenía la culpa -Me iré, así podréis estar juntos sin tener que preocuparte… lo veo en tus ojos, no solo te gusta, quieres a mis hijas también para ti ¿cierto? -no medía mis palabras, a mí esa muchacha me daba exactamente igual…ella lo tenía todo y yo nada.
-No voy a abortar, prefiero tenerlo que estar al lado de ese salvaje -no lo sentía, solo así creería justo eso, mentir se me daba tan bien , mejor que decir la verdad -Corre, dilo… -la miré fijamente, esa mujer sería la clave para que Hoör me siguiese odiando, portar un bastardo de uno de los suyos para él era la peor ofensa pero no… no iba a perderlo, no le dejaría. Sabía ella se lo diría, palabra por palabra y ya solo esperaba que me condenase…una vez más.
Y sin embargo, ninguno imaginábamos que aquel hombre solo fue mandado para confundirme, el verdadero bárbaro,…seguía entre los suyos.
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Re: Min under demon [Privado]+18
Salí de la habitación completamente ofuscado, en estado de frenesí nada podía hacer para controlar al berseke que anidaba en mi, así que me limité a gruñir hasta donde mis hombres me esperaban, la guerra me serviría para desquitarme de aquella afrenta.
El vikingo habia recibido su castigo, la sangre pide sangre, pero mi mujer había silenciado esos echos, algo que no entendía, de nuevo le faltaba confianza en mi, me veía débil, me mantenía al margen y huía de todo aquello que le asustaba pero esta vez abandonándome a mi y a mis hijas.
Decepción, eso sentía en este momento, decepcionado con los míos, con Valeria incluso conmigo mismo.
Alcé la bastarda por encima de mi cabeza dejando que un gutural rugido alentara a los míos hacia la victoria o el Valhalla y siendo sincero prefería lo segundo, yo también tenia derecho a huir de todo.
La gesta fue encarnizada, mi acero silbaba sumido en un caos en el que los cuervos sobre nuestras cabezas graznaban, aceros que iluminaban el cielo chocando rabiosos por proteger a su dueño.
Me sentía complacido, los míos eran bravos guerreros que lucharían por un norte libre, por arrebatar el trono a ese que oprimía a los débiles.
-La victoria es nuestra -rugí -tomemosla.
El cuerno de retirada replegó a los pocos supervivientes que quedaban del ejercito enemigo, los míos gritaban golpeando con sus hachas los escudos.
Abrí los brazos en cruz desafiante, gritando ensangrentado para que vinieran, que no huyeran, aun estaba en pie y tenia mas sed de sangre era una bestia.
Regresamos cansados peor animados, la victoria había sido nuestra, los cuernos del castillo sonaron dando la bienvenida al conde y sus fieros vasallos.
La hidromiel corrió el resto de la noche, todos teníamos ganas de celebrar la victoria, así que nos merecíamos beber, follar y dormir.
Borracho y herido mas no de gravedad volví a mi lecho, apenas recordaba que en él había dejado a una Valeria en cinta, al menos el alcohol había servido para olvidar no solo el dolor de las heridas, si no las cicatrices que Valeria había reabierto con su llegada y que dejo con su partida.
Fui a colarme entre sus sabanas con una ebria risa buscando su cuerpo como tantas noches había echo, la echaba de menos ,eso era un echo y sin lucidez alguna hice lo que hace todo hombre desconsolado.
El vikingo habia recibido su castigo, la sangre pide sangre, pero mi mujer había silenciado esos echos, algo que no entendía, de nuevo le faltaba confianza en mi, me veía débil, me mantenía al margen y huía de todo aquello que le asustaba pero esta vez abandonándome a mi y a mis hijas.
Decepción, eso sentía en este momento, decepcionado con los míos, con Valeria incluso conmigo mismo.
Alcé la bastarda por encima de mi cabeza dejando que un gutural rugido alentara a los míos hacia la victoria o el Valhalla y siendo sincero prefería lo segundo, yo también tenia derecho a huir de todo.
La gesta fue encarnizada, mi acero silbaba sumido en un caos en el que los cuervos sobre nuestras cabezas graznaban, aceros que iluminaban el cielo chocando rabiosos por proteger a su dueño.
Me sentía complacido, los míos eran bravos guerreros que lucharían por un norte libre, por arrebatar el trono a ese que oprimía a los débiles.
-La victoria es nuestra -rugí -tomemosla.
El cuerno de retirada replegó a los pocos supervivientes que quedaban del ejercito enemigo, los míos gritaban golpeando con sus hachas los escudos.
Abrí los brazos en cruz desafiante, gritando ensangrentado para que vinieran, que no huyeran, aun estaba en pie y tenia mas sed de sangre era una bestia.
Regresamos cansados peor animados, la victoria había sido nuestra, los cuernos del castillo sonaron dando la bienvenida al conde y sus fieros vasallos.
La hidromiel corrió el resto de la noche, todos teníamos ganas de celebrar la victoria, así que nos merecíamos beber, follar y dormir.
Borracho y herido mas no de gravedad volví a mi lecho, apenas recordaba que en él había dejado a una Valeria en cinta, al menos el alcohol había servido para olvidar no solo el dolor de las heridas, si no las cicatrices que Valeria había reabierto con su llegada y que dejo con su partida.
Fui a colarme entre sus sabanas con una ebria risa buscando su cuerpo como tantas noches había echo, la echaba de menos ,eso era un echo y sin lucidez alguna hice lo que hace todo hombre desconsolado.
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Re: Min under demon [Privado]+18
Aún podía notar las manos del desconocido en mi piel, una sensación fría y de vacío. ¿Dónde quedaron las caricias cálidas? No hubo una noche en la que no le extrañase. Los juegos en la cama, la complicidad con la que nos mirábamos, nos buscábamos entre risas hasta caer enredados…mirándonos a los ojos y no decirnos nada pues no hacía falta. Mi mirada clavada en el techo, el ruido del cristal de la ventana romperse, los gritos de aquel hombre y el cuerpo caer. No paraban en mi mente, una y otra vez.
Sí lo pensé, yo misma tuve la culpa de remover un asunto que ya estaba más que olvidado. Me dijeron y exigieron no regresar. Querían al Hoör Cannif del Norte, abanderando a su pueblo a la victoria y no ser mi perro fiel en Paris, un hombre que amoldase a mi antojo. Nunca hice tal cosa, él siempre se mantuvo firme, fuerte y valiente pese a todas los hechos con sus consecuencias. ¿Y yo? Solo huir, cuando me asustaba huía, tenía tanto miedo que no podía soportarlo. Y es que él no se daba cuenta de que no huía de ellos ni de mis obligaciones, los apartaba de mí…yo era el mal para nuestra familia, una que condené y no sabía cómo protegerla de todo el daño que yo misma fui culpable y partícipe.
La muchacha que cuidaba a mis hijas, se marchó en completo silencio. Era bonita y dulce, lo que yo no era. Entendí que Hoör necesitaba amor y dulzura, y yo no tenía de eso. Lo quería más que a nadie pero eso no bastaba, mi cobardía echaba por la borda todo lo que sentía por él, por mis hijas. Y ella, en unos meses, se había convertido el mundo de mis pequeñas y darle a mi hombre todo lo que yo no pude darle, ni le daría jamás.
Valeria Cavey solo era una sombra de lo que era en ese instante. Volví a meterme en mi burbuja, sola para no dañar ni que me dañasen. Y sería esta burbuja quien me alejaría del todo de mi familia porque sí, estaban mejor sin mí. El bebé que crecía en mi vientre, estaba condenado a una vida que no le desearía a nadie, sería el “bastardo” para siempre pero para mí, sería ese ángel que no permitió que me rindiese en todo este tiempo.
Cantaba una canción de cuna mientras mis dedos acariciaban mi abultado vientre. Había dejado de sangrar y según el médico debía de hacer el menos esfuerzo posible. Con unas gotas de sangre de vampiro… podía acabar con toda esa pantomima, me iría y los dejaría vivir su vida…sin mí, eran felices cuando regresé y solo había removido y hecho daño a mis hijas, a él. la puerta se abre y no puedo evitar el temblar, no estoy a salvo en el que debería ser mi propio castillo. Los pasos me resultan familiares, su respiración acompasada. Es él.
Giro en la cama de cara al lado vacío que él ocupa, la luna deja entrar un poco de luz por la ventana. Su rostro, parece cincelado por el más perfeccionista pintor, tonos azulados , grises y negros…me regalen esa imagen de él , no me mira con desaprobación ni odio, juraría que parecía el tiempo no ha pasado. No puedo evitarlo, mis dedos peinan su cabello, mi cuerpo busca el suyo y me refugio en su pecho esperando que me aparte. Ya no es mi marido, no somos nada pero estamos ahí, en un punto en el tiempo y en el espacio. No lo merezco, no puedo ni tan siquiera respirar porque su aroma me embriaga, ha bebido y no sé si se ha perdido en las piernas de esa muchacha. No pregunto, solo apoyo mi frente en su pecho sin dejar de susurrar su nombre. No soy dulce ni delicada, siempre fiera y ardiente…sin embargo, ahora le necesito así, en silencio.
-Miénteme esta noche, Hoör. Pídeme que me quede, dime que me quieres… -una mera tontería, él seguramente querría consumar aquello que nos quemaba la piel, nos habíamos buscado aún sin querer hacerlo. la atracción era evidente, la tensión seguía siendo tan intensa como siempre y… deseé que volviésemos solo por esa noche, a la entrada de mi casa… el instante en el que nuestras miradas se encontraron.
Sí lo pensé, yo misma tuve la culpa de remover un asunto que ya estaba más que olvidado. Me dijeron y exigieron no regresar. Querían al Hoör Cannif del Norte, abanderando a su pueblo a la victoria y no ser mi perro fiel en Paris, un hombre que amoldase a mi antojo. Nunca hice tal cosa, él siempre se mantuvo firme, fuerte y valiente pese a todas los hechos con sus consecuencias. ¿Y yo? Solo huir, cuando me asustaba huía, tenía tanto miedo que no podía soportarlo. Y es que él no se daba cuenta de que no huía de ellos ni de mis obligaciones, los apartaba de mí…yo era el mal para nuestra familia, una que condené y no sabía cómo protegerla de todo el daño que yo misma fui culpable y partícipe.
La muchacha que cuidaba a mis hijas, se marchó en completo silencio. Era bonita y dulce, lo que yo no era. Entendí que Hoör necesitaba amor y dulzura, y yo no tenía de eso. Lo quería más que a nadie pero eso no bastaba, mi cobardía echaba por la borda todo lo que sentía por él, por mis hijas. Y ella, en unos meses, se había convertido el mundo de mis pequeñas y darle a mi hombre todo lo que yo no pude darle, ni le daría jamás.
Valeria Cavey solo era una sombra de lo que era en ese instante. Volví a meterme en mi burbuja, sola para no dañar ni que me dañasen. Y sería esta burbuja quien me alejaría del todo de mi familia porque sí, estaban mejor sin mí. El bebé que crecía en mi vientre, estaba condenado a una vida que no le desearía a nadie, sería el “bastardo” para siempre pero para mí, sería ese ángel que no permitió que me rindiese en todo este tiempo.
Cantaba una canción de cuna mientras mis dedos acariciaban mi abultado vientre. Había dejado de sangrar y según el médico debía de hacer el menos esfuerzo posible. Con unas gotas de sangre de vampiro… podía acabar con toda esa pantomima, me iría y los dejaría vivir su vida…sin mí, eran felices cuando regresé y solo había removido y hecho daño a mis hijas, a él. la puerta se abre y no puedo evitar el temblar, no estoy a salvo en el que debería ser mi propio castillo. Los pasos me resultan familiares, su respiración acompasada. Es él.
Giro en la cama de cara al lado vacío que él ocupa, la luna deja entrar un poco de luz por la ventana. Su rostro, parece cincelado por el más perfeccionista pintor, tonos azulados , grises y negros…me regalen esa imagen de él , no me mira con desaprobación ni odio, juraría que parecía el tiempo no ha pasado. No puedo evitarlo, mis dedos peinan su cabello, mi cuerpo busca el suyo y me refugio en su pecho esperando que me aparte. Ya no es mi marido, no somos nada pero estamos ahí, en un punto en el tiempo y en el espacio. No lo merezco, no puedo ni tan siquiera respirar porque su aroma me embriaga, ha bebido y no sé si se ha perdido en las piernas de esa muchacha. No pregunto, solo apoyo mi frente en su pecho sin dejar de susurrar su nombre. No soy dulce ni delicada, siempre fiera y ardiente…sin embargo, ahora le necesito así, en silencio.
-Miénteme esta noche, Hoör. Pídeme que me quede, dime que me quieres… -una mera tontería, él seguramente querría consumar aquello que nos quemaba la piel, nos habíamos buscado aún sin querer hacerlo. la atracción era evidente, la tensión seguía siendo tan intensa como siempre y… deseé que volviésemos solo por esa noche, a la entrada de mi casa… el instante en el que nuestras miradas se encontraron.
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Re: Min under demon [Privado]+18
Mis manos se perdieron en su cintura atrayendola hacia mi, su aliento impacto contra el mio, preso de la locura que siempre nos embargaba cuando estábamos juntos.
Había echado de menos su piel, su olor, jadeé contra su boca antes de colisionar contra ella de forma violenta.
Mi lengua arrasó en la suya, irrumpiendo de forma ruda en ella, mi cuerpo se alzó sobre el ajeno, sin separar mis labios de los ajenos, saqueando todo a mi paso entre gruñidos claros.
Me convertí en su escudo, mis manos alzaban su camisón hambriento, no hablaba, creo que no era capaz en este momento.
Ella me pedía que mintiera, no era necesario, nunca dejé de quererla, peor perdonar su abandono era otra cosa.
-Una noche -susurré enredando las palabras sin poder escapar de la prisión de su boca.
Sus dedos se enredaban en mi pelo, su otra mano aflojaba los botones de mi camisa lentamente mientras yo me desesperaba por la impaciencia empujando mi hombría contra su abultado vientre.
Odiaba eso que había en su interior, y por un momento es lo único que me detuvo, el asco que me producía meterla donde estaba ese engendro fruto de una violación, motivo de su abandono.
Gruñí preso de la rabia mientras deslizaba la camisa por mis hombros y acariciaba las cicatrices nuevas, las heridas aun abiertas y no curadas de la ultima gesta.
Creo que quería calmarme, peor eso era imposible estaba fuera de mi en todos los aspectos.
Volví a colisionar con su boca sacando las mangas de mis brazos.
Mis manos partieron su camisón dejando su inmaculada piel a mi merced, descendí por el cuello, succionandolo, marcándolo con los dientes entre roncos jadeos.
Sus erguidas montañas se convirtieron en mi destino, había surcado tantas veces con mi drakkar ese mismo camino y sin embargo parecía no conocer el cuerpo de la que aun era mi mujer.
Mordí las cúspides, atrapándolas entre los dientes, presionando su piel, lamiendo cada trozo de ella hasta naufragar en el valle hambriento de una gesta que no empezaba.
-Valeria -gruñí contra su piel calcinado la parte baja de su vientre con mi mano, perdiendo los dedos en su raja que se humedecía recibiendo mis atenciones en ese momento.
La había echado de menos, no sabia como iba a terminar esto, me había ido a luchar y no habíamos vuelto a hablar y ahora mismo no estaba dispuesto a hacerlo.
Si se arrancaba de las entrañas eso que nos había separado, quizás podríamos retomar lo nuestro, era mi vergüenza.
Había echado de menos su piel, su olor, jadeé contra su boca antes de colisionar contra ella de forma violenta.
Mi lengua arrasó en la suya, irrumpiendo de forma ruda en ella, mi cuerpo se alzó sobre el ajeno, sin separar mis labios de los ajenos, saqueando todo a mi paso entre gruñidos claros.
Me convertí en su escudo, mis manos alzaban su camisón hambriento, no hablaba, creo que no era capaz en este momento.
Ella me pedía que mintiera, no era necesario, nunca dejé de quererla, peor perdonar su abandono era otra cosa.
-Una noche -susurré enredando las palabras sin poder escapar de la prisión de su boca.
Sus dedos se enredaban en mi pelo, su otra mano aflojaba los botones de mi camisa lentamente mientras yo me desesperaba por la impaciencia empujando mi hombría contra su abultado vientre.
Odiaba eso que había en su interior, y por un momento es lo único que me detuvo, el asco que me producía meterla donde estaba ese engendro fruto de una violación, motivo de su abandono.
Gruñí preso de la rabia mientras deslizaba la camisa por mis hombros y acariciaba las cicatrices nuevas, las heridas aun abiertas y no curadas de la ultima gesta.
Creo que quería calmarme, peor eso era imposible estaba fuera de mi en todos los aspectos.
Volví a colisionar con su boca sacando las mangas de mis brazos.
Mis manos partieron su camisón dejando su inmaculada piel a mi merced, descendí por el cuello, succionandolo, marcándolo con los dientes entre roncos jadeos.
Sus erguidas montañas se convirtieron en mi destino, había surcado tantas veces con mi drakkar ese mismo camino y sin embargo parecía no conocer el cuerpo de la que aun era mi mujer.
Mordí las cúspides, atrapándolas entre los dientes, presionando su piel, lamiendo cada trozo de ella hasta naufragar en el valle hambriento de una gesta que no empezaba.
-Valeria -gruñí contra su piel calcinado la parte baja de su vientre con mi mano, perdiendo los dedos en su raja que se humedecía recibiendo mis atenciones en ese momento.
La había echado de menos, no sabia como iba a terminar esto, me había ido a luchar y no habíamos vuelto a hablar y ahora mismo no estaba dispuesto a hacerlo.
Si se arrancaba de las entrañas eso que nos había separado, quizás podríamos retomar lo nuestro, era mi vergüenza.
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