AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Min under demon [Privado]+18
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Min under demon [Privado]+18
Recuerdo del primer mensaje :
Unos meses después…
Partí antes de que amaneciese, un barco me esperaba. Vine al norte con ilusión de conocer esa otra parte de lo que más amaba en este mundo y por el contrario, regresé rota en mil pedazos. Los abandoné a su suerte, le dejé allí destrozado sin comprender porqué me iba sin más. mis niñas, mis dos soles estaban mejor sin mí… las salvé del único modo que me impusieron. Estaba aterrada, lo ocurrido en aquella celda se sucedía una y otra vez en mis más profundas pesadillas.
El olor de ese hombre, la fuerza con la que me embestía…odio y rencor, un tesoro que encontró y alzaba como trofeo de haber tenido lo que Hoör Cannif atesoraba como lo más importante en su vida. Sabía a lo que me arriesgaba, él podría rehacer su vida y no lo culpaba. Seguiría siendo una cobarde el resto de mi vida ante los ojos pardos de mi noruego. Me conoció como una mujer decidida, valiente y que sabía perfectamente lo que quería y no en su vida. Pero esa Valeria ya no existía. Para mí, lo más importante no eran los bienes materiales, ni las tierras, mis vestidos o los hombres con los que pasé una noche de placer y ni siquiera recordaba….
Él se había convertido en el centro de mi mundo y ni siquiera podía demostrárselo porque no sabía, solo del único modo que me habían enseñado. Si me hubiese quedado en el norte, estoy segura que me hubiese vuelto completamente loca. Que ese hombre me tocase, me golpease y amanazar con mis niñas… fue lo peor que me ha ocurrido en la vida. Un amigo de mi vikingo, uno de sus mejores compañeros era su fiel enemigo.
Conté los días uno a uno. Mis heridas habían curado, creía que de allí me vine sola pero no era así en absoluto. Estaba en cinta. Lo supe al menos dos semanas de regresar a Paris. No pude decírselo, apenas estaba de unos meses…si iba al norte Hoör lo sabría. Mis pequeñas apenas se acercaban al año, las añoraba tanto que apenas podía dormir. Portaba una vida en mi interior y no podía saber quién era su padre. El tiempo de concepción podía ser tanto de mi amor como de aquel vikingo traidor.
No pude más, quería verles…aunque no fuese bien recibida. Volví a ser hielo, fría y distante. Nadie se me acercaba más de lo necesario. No, no confiaba en nadie… después de aquello, la Valeria que mi noruego conoció…regresó, dispuesta a todo y a nada al mismo tiempo pues si él conocía la verdad… sería quien me diese muerte. ¿Cómo iba a decirle que no sabía quien era el padre de mi futuro bebé?
Avistaron tierra, me acerqué a la barandilla del barco. El norte… mi más letal condena. Endurecí el gesto, mis manos se aferraron con fuerza a la barandilla y mis ojos verdes se entrecerraron. No era la mujer débil que se fue, solo un hombre podía hacerme así. nada más llegué a puerto, ordené me llevaran al castillo Cannif. No sé si sería bien recibida o no pero no me importó. Volvía a vestir de rojo , mis labios del mismo color. Y bajé un instante la mirada pues ahora, era al contrario. Ahora quien bajaba de las escaleras era él y no yo. Igual que nuestro primer encuentro.
Lo busqué con la mirada, estaba deseando verle aunque no sería lo mismo por su parte. Supe…nada más que nuestros ojos se encontraron que él y no otro podría darme sepultura en aquella casa.
-Hoör -susurré , segura de mí misma… mirándole a los ojos.
Unos meses después…
Partí antes de que amaneciese, un barco me esperaba. Vine al norte con ilusión de conocer esa otra parte de lo que más amaba en este mundo y por el contrario, regresé rota en mil pedazos. Los abandoné a su suerte, le dejé allí destrozado sin comprender porqué me iba sin más. mis niñas, mis dos soles estaban mejor sin mí… las salvé del único modo que me impusieron. Estaba aterrada, lo ocurrido en aquella celda se sucedía una y otra vez en mis más profundas pesadillas.
El olor de ese hombre, la fuerza con la que me embestía…odio y rencor, un tesoro que encontró y alzaba como trofeo de haber tenido lo que Hoör Cannif atesoraba como lo más importante en su vida. Sabía a lo que me arriesgaba, él podría rehacer su vida y no lo culpaba. Seguiría siendo una cobarde el resto de mi vida ante los ojos pardos de mi noruego. Me conoció como una mujer decidida, valiente y que sabía perfectamente lo que quería y no en su vida. Pero esa Valeria ya no existía. Para mí, lo más importante no eran los bienes materiales, ni las tierras, mis vestidos o los hombres con los que pasé una noche de placer y ni siquiera recordaba….
Él se había convertido en el centro de mi mundo y ni siquiera podía demostrárselo porque no sabía, solo del único modo que me habían enseñado. Si me hubiese quedado en el norte, estoy segura que me hubiese vuelto completamente loca. Que ese hombre me tocase, me golpease y amanazar con mis niñas… fue lo peor que me ha ocurrido en la vida. Un amigo de mi vikingo, uno de sus mejores compañeros era su fiel enemigo.
Conté los días uno a uno. Mis heridas habían curado, creía que de allí me vine sola pero no era así en absoluto. Estaba en cinta. Lo supe al menos dos semanas de regresar a Paris. No pude decírselo, apenas estaba de unos meses…si iba al norte Hoör lo sabría. Mis pequeñas apenas se acercaban al año, las añoraba tanto que apenas podía dormir. Portaba una vida en mi interior y no podía saber quién era su padre. El tiempo de concepción podía ser tanto de mi amor como de aquel vikingo traidor.
No pude más, quería verles…aunque no fuese bien recibida. Volví a ser hielo, fría y distante. Nadie se me acercaba más de lo necesario. No, no confiaba en nadie… después de aquello, la Valeria que mi noruego conoció…regresó, dispuesta a todo y a nada al mismo tiempo pues si él conocía la verdad… sería quien me diese muerte. ¿Cómo iba a decirle que no sabía quien era el padre de mi futuro bebé?
Avistaron tierra, me acerqué a la barandilla del barco. El norte… mi más letal condena. Endurecí el gesto, mis manos se aferraron con fuerza a la barandilla y mis ojos verdes se entrecerraron. No era la mujer débil que se fue, solo un hombre podía hacerme así. nada más llegué a puerto, ordené me llevaran al castillo Cannif. No sé si sería bien recibida o no pero no me importó. Volvía a vestir de rojo , mis labios del mismo color. Y bajé un instante la mirada pues ahora, era al contrario. Ahora quien bajaba de las escaleras era él y no yo. Igual que nuestro primer encuentro.
Lo busqué con la mirada, estaba deseando verle aunque no sería lo mismo por su parte. Supe…nada más que nuestros ojos se encontraron que él y no otro podría darme sepultura en aquella casa.
-Hoör -susurré , segura de mí misma… mirándole a los ojos.
Última edición por Valeria Cannif el Jue Jul 13, 2017 9:48 am, editado 1 vez
Valeria Cavey- Realeza Neerlandesa
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Re: Min under demon [Privado]+18
Demasiado tiempo que no besaba sus labios, no lo tenía tan cerca. Me parecía irreal, nuestros labios se unieron en un beso sin fin, deseoso de más. No pensaba en otra cosa que perderme en él, en cada parte de su cuerpo sin importarme el dolor que suponía aquello. Los golpes marcaron mi piel nívea, había dejado de sangrar pero no era seguro. Temía que si la locura me cegase, terminase lastimando al bebé. Siseé sin poder evitar que mis manos tomaran vida propia y se colasen por su ropa, acariciando la piel que quedaba al descubierto. Mis manos dieron paso a mi boca, quería marcarle por cada poro de su piel, dejar claro que seguía siendo mío pese a lo ocurrido en todo este tiempo.
-Una noche solo no es suficiente -murmuré presa de la excitación y la necesidad, durante este tiempo parecía que todo se volvió más intenso aunque él siguiese mirándome con deshonra. supe nada más que volvimos a encontrarnos que pese a todo, me seguía queriendo y necesitando más que nunca. No era perfecto, su piel así lo mostraba. Cicatrices y marcas que mis dedos acariciaron con mimo, como nunca antes hice. Sonreí al ver como su piel reaccionaba, erizándose al igual que la mía.
Era mutuo. Nos necesitábamos, mis dedos terminaron hundidos en la piel de su espalda al deshacerme en sus caricias. Mis pechos ofrecidos, su boca los devoraba como el manjar mas delicioso. Mis caderas, se movían lentas, sin prisa… dejando que sus dedos me torturasen, me arrancase un sonoro gemido seguido de su nombre pidiendo más, quería que lo hiciera …le necesitaba más que nunca pero si ocurría… mi bebé correría peligro, jamás medíamos la pasión y hoy no íbamos a andarnos con rodeos.
-Quiero moverme sobre ti, déjame… -apoyé una de mis manos en su pecho, tumbándolo. Le observé, estaba dispuesto a cualquier cosa porque de nuevo el infierno y el cielo nos acogiese, bailando juntos , un baile sin fin. Reí contra su boca, la cual mordí, bebí sedienta. Mis orbes se cerraron al guiar su miembro a mi entrada, despacio…lo dejé entrar hasta que de un golpe entró por entero. Cerré los ojos, presa del dolor y el placer que aquello me suponía.
Mis caderas comenzaron a danzar sobre él, con la tenue luz de la luna… la imagen que le proporcionaba a mi noruego era muy parecido a un espejismo. Cerré los ojos, arqueando la espalda, haciendo los movimientos cada vez más rapidos…necesitábamos más. rugí contra su boca cuando juntos , enredados, quedamos sentados en la cama. Lo miré a los ojos, no solo se podía leer deseo, mi amor por él… mis dedos enredados en los suyos, me ayudaron a moverme a mi antojo, solo proporcionándole placer. No era como otras veces, sí diferente. Más pausado pero igual de intenso.
Susurré su nombre entre roncos jadeos, buscando de nuevo su boca pero sin cerrar los ojos, aún me parecía un sueño estar entre sus brazos, me buscó con el mismo deseo y necesidad de más. Lo eché de menos, creí darlo por perdido y ahora, en esa cama…seguíamos dándonoslo todo. Mordí su boca, sonriendo entre gemidos, volvimos a mirarnos cómplices, volví a enamorarme de él en ese instante.
-Una noche solo no es suficiente -murmuré presa de la excitación y la necesidad, durante este tiempo parecía que todo se volvió más intenso aunque él siguiese mirándome con deshonra. supe nada más que volvimos a encontrarnos que pese a todo, me seguía queriendo y necesitando más que nunca. No era perfecto, su piel así lo mostraba. Cicatrices y marcas que mis dedos acariciaron con mimo, como nunca antes hice. Sonreí al ver como su piel reaccionaba, erizándose al igual que la mía.
Era mutuo. Nos necesitábamos, mis dedos terminaron hundidos en la piel de su espalda al deshacerme en sus caricias. Mis pechos ofrecidos, su boca los devoraba como el manjar mas delicioso. Mis caderas, se movían lentas, sin prisa… dejando que sus dedos me torturasen, me arrancase un sonoro gemido seguido de su nombre pidiendo más, quería que lo hiciera …le necesitaba más que nunca pero si ocurría… mi bebé correría peligro, jamás medíamos la pasión y hoy no íbamos a andarnos con rodeos.
-Quiero moverme sobre ti, déjame… -apoyé una de mis manos en su pecho, tumbándolo. Le observé, estaba dispuesto a cualquier cosa porque de nuevo el infierno y el cielo nos acogiese, bailando juntos , un baile sin fin. Reí contra su boca, la cual mordí, bebí sedienta. Mis orbes se cerraron al guiar su miembro a mi entrada, despacio…lo dejé entrar hasta que de un golpe entró por entero. Cerré los ojos, presa del dolor y el placer que aquello me suponía.
Mis caderas comenzaron a danzar sobre él, con la tenue luz de la luna… la imagen que le proporcionaba a mi noruego era muy parecido a un espejismo. Cerré los ojos, arqueando la espalda, haciendo los movimientos cada vez más rapidos…necesitábamos más. rugí contra su boca cuando juntos , enredados, quedamos sentados en la cama. Lo miré a los ojos, no solo se podía leer deseo, mi amor por él… mis dedos enredados en los suyos, me ayudaron a moverme a mi antojo, solo proporcionándole placer. No era como otras veces, sí diferente. Más pausado pero igual de intenso.
Susurré su nombre entre roncos jadeos, buscando de nuevo su boca pero sin cerrar los ojos, aún me parecía un sueño estar entre sus brazos, me buscó con el mismo deseo y necesidad de más. Lo eché de menos, creí darlo por perdido y ahora, en esa cama…seguíamos dándonoslo todo. Mordí su boca, sonriendo entre gemidos, volvimos a mirarnos cómplices, volví a enamorarme de él en ese instante.
Valeria Cavey- Realeza Neerlandesa
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Re: Min under demon [Privado]+18
Caí enredado en su piel, en aquel sabor que había necesitado desde el mismo instante en el que partió, rudo me colé necesitado entre sus piernas, como si fuera la mayor de mis gestas o al menos la mas necesitada de todas ellas rugí contra su boca perdiéndome en ella,
No estaba cuerdo en ese momento, pero supongo que nuestra relación se vaso en locuras de amor que siempre nos devastaron por completo.
No eramos de ninguno de nosotros de colores intermedios, viajábamos del negro al blanco sin un gris de por medio.
Hombre de pasiones, mujer cargada de veneno, lo nuestro nunca fue algo normal si no puro fuego y cuando juegas con la llama roja quemarte es lo de menos.
Me volteo sobre el lecho, yo mucho mas perjudicado que ella me deje hacer aunque sabia que el motivo de ello era proteger el fruto que en su vientre crecía y que yo odiaba por lo que claramente representaba.
Me deje llevar por el galope de su cuerpo, mis ojos oscurecidos no tuvieron limites en atesorar cada fricción, cada imagen de un demonio que rugía salvaje contra mi boca necesitada de mas de lo que me podía dar.
Nuestros cuerpos perlados en sudor cayeron desbordados de placer sobre el lecho, corrientes nerviosas de un orgasmo prolongado en el tiempo, nadie lograba llevarme de esa forma al infierno.
Cerré los ojos casi de inmediato aunque su cuerpo se había convertido en la manta de mi cuerpo una que no aparte, mi necesidad de ella era demasiado evidente en este momento.
Los primeros rayos de sol cruzaron el postigo de nuestra habitación, presioné los ojos entreabriendo los labios para exhalar el aire de forma pesada, me dolía la cabeza por todo lo que había bebido y me costo bastante centrar mi mirada parda en la habitación donde me encontraba.
Valeria me contemplaba, me relamí los labios resecos sin saber bien que decir o hacer..porque teniamos una conversación pendiente pero... ¿por donde empezar?
-No lo quiero -le dije claramente señalando el fruto de su vientre -no perdonaré tu engaño, no soporto que no hayas sido sincera conmigo, siempre huyes de todo aquello que te da miedo.
Salí del lecho buscando mis pantalones, para hablar de esto no me necesitaba en su cama si no mirándola de frente con el gesto sombrío pues así era como me sentía en este momento después de lo ocurrido.
-Puedo perdonar, pero con unas condiciones que aceptaras y no recularé un ápice en ninguna de ellas. Has empañado mi honor, no por haber sido vejada, algo que siento profundamente.
Si me lo hubieras contado lo hubiera matado con mis propias manos, pero como siempre piensas que no soy suficiente hombre como para solucionar los problemas de mi mujer.
Maldita sea Valeria ¿cuantas gestas he de ganar para que entiendas que llevo mirando a la muerte desde antes de respirar?
Soy un guerrero, un vikingo forjado con acero y créeme nadie nunca me superará en combate singular porque llevo luchando desde antes de aprender a andar.
Deja de creerme un inútil, no lo soy, nunca lo fui y si esa es la imagen que mostré frente a ti en París me disculpo, no se como pudiste pues casarte con alguien así.
No estaba cuerdo en ese momento, pero supongo que nuestra relación se vaso en locuras de amor que siempre nos devastaron por completo.
No eramos de ninguno de nosotros de colores intermedios, viajábamos del negro al blanco sin un gris de por medio.
Hombre de pasiones, mujer cargada de veneno, lo nuestro nunca fue algo normal si no puro fuego y cuando juegas con la llama roja quemarte es lo de menos.
Me volteo sobre el lecho, yo mucho mas perjudicado que ella me deje hacer aunque sabia que el motivo de ello era proteger el fruto que en su vientre crecía y que yo odiaba por lo que claramente representaba.
Me deje llevar por el galope de su cuerpo, mis ojos oscurecidos no tuvieron limites en atesorar cada fricción, cada imagen de un demonio que rugía salvaje contra mi boca necesitada de mas de lo que me podía dar.
Nuestros cuerpos perlados en sudor cayeron desbordados de placer sobre el lecho, corrientes nerviosas de un orgasmo prolongado en el tiempo, nadie lograba llevarme de esa forma al infierno.
Cerré los ojos casi de inmediato aunque su cuerpo se había convertido en la manta de mi cuerpo una que no aparte, mi necesidad de ella era demasiado evidente en este momento.
Los primeros rayos de sol cruzaron el postigo de nuestra habitación, presioné los ojos entreabriendo los labios para exhalar el aire de forma pesada, me dolía la cabeza por todo lo que había bebido y me costo bastante centrar mi mirada parda en la habitación donde me encontraba.
Valeria me contemplaba, me relamí los labios resecos sin saber bien que decir o hacer..porque teniamos una conversación pendiente pero... ¿por donde empezar?
-No lo quiero -le dije claramente señalando el fruto de su vientre -no perdonaré tu engaño, no soporto que no hayas sido sincera conmigo, siempre huyes de todo aquello que te da miedo.
Salí del lecho buscando mis pantalones, para hablar de esto no me necesitaba en su cama si no mirándola de frente con el gesto sombrío pues así era como me sentía en este momento después de lo ocurrido.
-Puedo perdonar, pero con unas condiciones que aceptaras y no recularé un ápice en ninguna de ellas. Has empañado mi honor, no por haber sido vejada, algo que siento profundamente.
Si me lo hubieras contado lo hubiera matado con mis propias manos, pero como siempre piensas que no soy suficiente hombre como para solucionar los problemas de mi mujer.
Maldita sea Valeria ¿cuantas gestas he de ganar para que entiendas que llevo mirando a la muerte desde antes de respirar?
Soy un guerrero, un vikingo forjado con acero y créeme nadie nunca me superará en combate singular porque llevo luchando desde antes de aprender a andar.
Deja de creerme un inútil, no lo soy, nunca lo fui y si esa es la imagen que mostré frente a ti en París me disculpo, no se como pudiste pues casarte con alguien así.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
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Fecha de inscripción : 21/09/2016
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Re: Min under demon [Privado]+18
Un encuentro diferente, esa noche dijimos entre gemidos y jadeos, susurrando nuestros nombres al unísono que… indudablemente nos habíamos echado de menos. Lo extrañé tanto que aún me parecía imposible lo ocurrido. Me hubiese gustado fuese de otro modo, sin él estar ebrio, mirándome fijamente a los ojos y olvidarnos de todo. no sería así, el fruto de mi vientre nos traería muchos quebraderos de cabeza.
Me desperté antes, los rayos de sol predecían un día sin nubes con un resplandeciente sol que me arrancó una sonrisa. No pude evitar girarme en la cama, despacio, para no despertarle. Unos minutos me bastarían para observarlo, plácidamente dormido a mi lado, como si nada hubiese ocurrido. Mis finos dedos se enredaron en su salvaje cabello, tan indomable como su dueño. Sonreí al contemplar sus carnosos labios entreabiertos, como buscaba que no me detuviese en la caricia, siguiese.
Nuestras miradas se encontraron después de todo, del altercado, de conocer la verdad y el reencuentro que nos había vuelto a condenar, a desearnos aún más. No podía vivir sin él y rechacé su petición de quedarme aquel día, todo por mi empeño en protegerlos. Mi sonrisa, se congeló en cuanto señaló a mi vientre alegando que no lo quería y todo lo demás . Lo siguiente no me lo esperé, realmente creía que la imagen que tenía de él era la de un inútil cobarde que no podría darme otra cosa que un buen rato en la cama. Negué con la cabeza, confusa, incrédula…sin saber bien qué decir.
-Para -no esperaba un despertar así, todos nuestros despertares eran diferentes a ese, volvíamos a enredarnos entre las sabanas pero algo me decía que entre nosotros ya nada sería lo mismo, aunque aquello no fuese una infidelidad -He dicho que pares ¡maldita sea! -alcé la voz, sentada en el borde de la cama, mi cabello tapaba mis pechos, una imagen muy diferente a la que él acostumbraba. Yo también tenía cicatrices, mi espalda las mostraba, latigazos, quemaduras… y lo evidente.
- “Puedes” perdonar con unas condiciones…-repetí sus palabras para que él mismo oyese lo hiriente que eso significaba para mí -¿Qué lo sientes? ¿qué sientes, Cannif? ¿qué hayan manchado tu nombre? Eso sientes no que me hayan violado en una mugrosa celda, uno de los tuyos…esa familia que alegas que son fieles y leales. No le importó tomarme, alegando que “voy a descubrir lo que vuelve loco a un Cannif”. -me levanté, encarándole… volvíamos a ser dos titanes en una guerra que al menos yo, no deseaba ganar, volvía a pensar erróneamente lo que realmente pensaba de él pero por mucho que le dijese que no y se lo repitiese… jamás me creería.
-Estabas débil, en una cama por mi locura y egoísmo, mis celos enfermizos con hacerte mío. No supe si estabas vivo o muerto. Pregunté a pleno pulmón dónde estabas, si vivías, si estabas bien y no te voy a decir lo que recibí a cambio, aparte de lo que es evidente -me sentía tan humillada que mis mejillas se tornaron rojas de la rabia y la ira -Ese bárbaro cuando me tomó, no fue delicado pero sí se tomó su tiempo. Preferí los latigazos y las quemaduras. Por fin supe por él que estabas vivo, pero débil… y aprovecharía tal cosa para acabar contigo y destronarte, hacer daño a nuestras hijas… si no me iba. Me gritaban asesina, me escupieron, me golpearon hasta que no pude mantenerme en pie pero no me rendí… seguí aquí, por ti, por ellas… -desvié la mirada hacia la puerta, me sentía tan insignificante.
-Fui una cobarde, pero no me arrepiento . Tuve miedo pero no por mí, por vosotros tres. Cuando llegué a Paris y supe que estaba en cinta… realmente pensé que era un castigo por todos mis pecados cometidos pero si no es por él… creo que no seguiría viva. Es muy doloroso, insoportable… saber que no podrás jamás tener a tu familia…renunciar a ella. El amor de tu vida, te mire justo como me estás mirando tú… como si yo hubiese sido ese bárbaro -cogí una de sus camisolas, echándomela por encima, debía callarme… no serviría de nada contarle nada…él ya había elegido una vida muy distinta al lado de esa mujer, esa nana que las había cuidado más que yo -No creo que seas un inútil, sí el que más ha luchado. Huí como una cobarde y acepto las consecuencias. No te pido que aceptes al bastardo, ni me perdones… yo ya no merezco tal cosa, con que cuides a las niñas… seas feliz con esa mujer escudero que te ha demostrado más que yo en todo este tiempo… solo quiero que seas feliz y conmigo no lo vas a ser nunca -paseé la mano por mi vientre y medio sonreí, nadie quería a ese niño….solo yo -Él no tiene la culpa, nadie la tiene en realidad pero si piensas que voy a quedarme de brazos cruzados como menosprecias y desprecias a mi hijo estás muy equivocado. Tiene mucho más de mí que de ese maldito bárbaro. Me iré en cuanto sea posible. Nadie tiene porqué saber que no es tuyo, si me marcho y lo crío sola… tu linaje será intocable -bajé la mirada, relamiéndome los labios…aún tenían su sabor… -Si no lo quieres, a mí tampoco… aunque eso no te supondrá mucho esfuerzo. Ya me has olvidado, como ellas y no te culpo, me lo he ganado a pulso
Enfrenté su mirada y medio sonreí, aún quedaba algo más.
-Presentaré los papeles y serás libre, podrás volver a casarte, ellas podrán llamar madre a otra que se lo merezca porque soy una maldita cobarde ¿no, Hoör? -
Me desperté antes, los rayos de sol predecían un día sin nubes con un resplandeciente sol que me arrancó una sonrisa. No pude evitar girarme en la cama, despacio, para no despertarle. Unos minutos me bastarían para observarlo, plácidamente dormido a mi lado, como si nada hubiese ocurrido. Mis finos dedos se enredaron en su salvaje cabello, tan indomable como su dueño. Sonreí al contemplar sus carnosos labios entreabiertos, como buscaba que no me detuviese en la caricia, siguiese.
Nuestras miradas se encontraron después de todo, del altercado, de conocer la verdad y el reencuentro que nos había vuelto a condenar, a desearnos aún más. No podía vivir sin él y rechacé su petición de quedarme aquel día, todo por mi empeño en protegerlos. Mi sonrisa, se congeló en cuanto señaló a mi vientre alegando que no lo quería y todo lo demás . Lo siguiente no me lo esperé, realmente creía que la imagen que tenía de él era la de un inútil cobarde que no podría darme otra cosa que un buen rato en la cama. Negué con la cabeza, confusa, incrédula…sin saber bien qué decir.
-Para -no esperaba un despertar así, todos nuestros despertares eran diferentes a ese, volvíamos a enredarnos entre las sabanas pero algo me decía que entre nosotros ya nada sería lo mismo, aunque aquello no fuese una infidelidad -He dicho que pares ¡maldita sea! -alcé la voz, sentada en el borde de la cama, mi cabello tapaba mis pechos, una imagen muy diferente a la que él acostumbraba. Yo también tenía cicatrices, mi espalda las mostraba, latigazos, quemaduras… y lo evidente.
- “Puedes” perdonar con unas condiciones…-repetí sus palabras para que él mismo oyese lo hiriente que eso significaba para mí -¿Qué lo sientes? ¿qué sientes, Cannif? ¿qué hayan manchado tu nombre? Eso sientes no que me hayan violado en una mugrosa celda, uno de los tuyos…esa familia que alegas que son fieles y leales. No le importó tomarme, alegando que “voy a descubrir lo que vuelve loco a un Cannif”. -me levanté, encarándole… volvíamos a ser dos titanes en una guerra que al menos yo, no deseaba ganar, volvía a pensar erróneamente lo que realmente pensaba de él pero por mucho que le dijese que no y se lo repitiese… jamás me creería.
-Estabas débil, en una cama por mi locura y egoísmo, mis celos enfermizos con hacerte mío. No supe si estabas vivo o muerto. Pregunté a pleno pulmón dónde estabas, si vivías, si estabas bien y no te voy a decir lo que recibí a cambio, aparte de lo que es evidente -me sentía tan humillada que mis mejillas se tornaron rojas de la rabia y la ira -Ese bárbaro cuando me tomó, no fue delicado pero sí se tomó su tiempo. Preferí los latigazos y las quemaduras. Por fin supe por él que estabas vivo, pero débil… y aprovecharía tal cosa para acabar contigo y destronarte, hacer daño a nuestras hijas… si no me iba. Me gritaban asesina, me escupieron, me golpearon hasta que no pude mantenerme en pie pero no me rendí… seguí aquí, por ti, por ellas… -desvié la mirada hacia la puerta, me sentía tan insignificante.
-Fui una cobarde, pero no me arrepiento . Tuve miedo pero no por mí, por vosotros tres. Cuando llegué a Paris y supe que estaba en cinta… realmente pensé que era un castigo por todos mis pecados cometidos pero si no es por él… creo que no seguiría viva. Es muy doloroso, insoportable… saber que no podrás jamás tener a tu familia…renunciar a ella. El amor de tu vida, te mire justo como me estás mirando tú… como si yo hubiese sido ese bárbaro -cogí una de sus camisolas, echándomela por encima, debía callarme… no serviría de nada contarle nada…él ya había elegido una vida muy distinta al lado de esa mujer, esa nana que las había cuidado más que yo -No creo que seas un inútil, sí el que más ha luchado. Huí como una cobarde y acepto las consecuencias. No te pido que aceptes al bastardo, ni me perdones… yo ya no merezco tal cosa, con que cuides a las niñas… seas feliz con esa mujer escudero que te ha demostrado más que yo en todo este tiempo… solo quiero que seas feliz y conmigo no lo vas a ser nunca -paseé la mano por mi vientre y medio sonreí, nadie quería a ese niño….solo yo -Él no tiene la culpa, nadie la tiene en realidad pero si piensas que voy a quedarme de brazos cruzados como menosprecias y desprecias a mi hijo estás muy equivocado. Tiene mucho más de mí que de ese maldito bárbaro. Me iré en cuanto sea posible. Nadie tiene porqué saber que no es tuyo, si me marcho y lo crío sola… tu linaje será intocable -bajé la mirada, relamiéndome los labios…aún tenían su sabor… -Si no lo quieres, a mí tampoco… aunque eso no te supondrá mucho esfuerzo. Ya me has olvidado, como ellas y no te culpo, me lo he ganado a pulso
Enfrenté su mirada y medio sonreí, aún quedaba algo más.
-Presentaré los papeles y serás libre, podrás volver a casarte, ellas podrán llamar madre a otra que se lo merezca porque soy una maldita cobarde ¿no, Hoör? -
Valeria Cavey- Realeza Neerlandesa
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Re: Min under demon [Privado]+18
Enarqué una ceja con su “para” su aspecto no era inmaculado como lo fue antes de que el norte entrara a formar parte de su vida, pero ¿que norteño no había derramado sangre en estas tierras? No podía culpar a los míos por atraparla y meterla presa, lo que había hecho mal entendido era una traición a la corona.
En cuanto abrí los ojos fui por ella y desde luego que la tortura habia sido algo que su cuerpo había sufrido, pero es lo mínimo que pasa en las mazmorras vikingas.
Desconocía lo que sucedió en esa celda, la violación fue algo que me oculto y que yo hubiera puesto remedio de ser conocedor.
Lo hubiera matado con mis propias manos, un combate singular que limpiaría mi honor, el de ella en el patio de armas en el que yo me hubiera proclamado vencedor dejando claro que yo era un guerrero superior.
Ahora parecía un parias que no era capaz de poner orden en su matrimonio...¿como pues hacerlo en un reino?
Claro que ella no veía eso, siempre pensando en que podía salvarnos a todos cogía la opción mas fácil para ella huir de mi, de sus hijas y de todo y cobijarse en su París natal.
Hubiera podido tomar las hierbas que toman las demás vikingas, ese embarazo nunca se hubiera producido y que ahora me situaba en un puesto complicado frente a los míos. Claro que ella eso era incapaz de entenderlo, el honor de los norteños, mi orgullo le importaba mas bien poco, solo pensaba en ella y el bastardo que llevaba enganchado a sus entrañas como la peor de mis lacras.
Lo odiaba, odiaba lo que representaba y si no era capaz de entederlo es porque no conocía ni mis leyes, ni mis costumbres, nunca se esforzó en conocer que la palabra “bárbaro” no era solo algo exótico que lucir del brazo.
Su preguntas se sucedieron, como siempre altivas, eso no cambiaba y eso que según ella huyo por miedo.
-Siento que te forzaran, eso es lo que mas siento, también que te encarcelaran, siento cualquier daño que puedas haber sufrido en mis tierras y si no me crees, lo siento.
También siento que no me lo contaras y que con tu actuación mancharas mi apellido, mi honor y mi orgullo. Siento no haber podido limpiar tu nombre en una gesta que hubiera ganado porque soy un guerrero Valeria, algo que creo has olvidado.
Siento tu embarazo, porque lo que para ti es un motivo para seguir viviendo para mi es una afrenta hacia mi persona y la de tus hijas ¿recuerdas Valeria? Esas que ya han nacido y que están en la habitación contigua. Siento tu falta de fe en mi, siento ser tan idiota como para pensar que mis palabras podrían llevarte a pensar que aunque no entiendas mi cultura deberías respetarla y al menos antes de volver a decidir salir corriendo escuchar mis reglas para solucionar lo nuestro
Pero lo que mas siento es no ser el hombre al que amabas.
Gruñí cuando dijo que haría los papeles del divorcio efectivos, de nuevo quería largarse de mi vida y de la de mis hijas.
-Muy bien, mandaré un abogado, no es necesario que lo hagas en París, aquí mismo haremos la disolución de nuestro matrimonio efectiva. Deseo que tu y el bastardo tengáis una buena vida, se que no necesitas dinero, tienes las propiedades necesarias para vivir holgadamente, así que... ve y no vuelvas -gruñí con dolor en mi voz caminando hacia la puerta, nada mas tenia ya que hablar con ella.
En cuanto abrí los ojos fui por ella y desde luego que la tortura habia sido algo que su cuerpo había sufrido, pero es lo mínimo que pasa en las mazmorras vikingas.
Desconocía lo que sucedió en esa celda, la violación fue algo que me oculto y que yo hubiera puesto remedio de ser conocedor.
Lo hubiera matado con mis propias manos, un combate singular que limpiaría mi honor, el de ella en el patio de armas en el que yo me hubiera proclamado vencedor dejando claro que yo era un guerrero superior.
Ahora parecía un parias que no era capaz de poner orden en su matrimonio...¿como pues hacerlo en un reino?
Claro que ella no veía eso, siempre pensando en que podía salvarnos a todos cogía la opción mas fácil para ella huir de mi, de sus hijas y de todo y cobijarse en su París natal.
Hubiera podido tomar las hierbas que toman las demás vikingas, ese embarazo nunca se hubiera producido y que ahora me situaba en un puesto complicado frente a los míos. Claro que ella eso era incapaz de entenderlo, el honor de los norteños, mi orgullo le importaba mas bien poco, solo pensaba en ella y el bastardo que llevaba enganchado a sus entrañas como la peor de mis lacras.
Lo odiaba, odiaba lo que representaba y si no era capaz de entederlo es porque no conocía ni mis leyes, ni mis costumbres, nunca se esforzó en conocer que la palabra “bárbaro” no era solo algo exótico que lucir del brazo.
Su preguntas se sucedieron, como siempre altivas, eso no cambiaba y eso que según ella huyo por miedo.
-Siento que te forzaran, eso es lo que mas siento, también que te encarcelaran, siento cualquier daño que puedas haber sufrido en mis tierras y si no me crees, lo siento.
También siento que no me lo contaras y que con tu actuación mancharas mi apellido, mi honor y mi orgullo. Siento no haber podido limpiar tu nombre en una gesta que hubiera ganado porque soy un guerrero Valeria, algo que creo has olvidado.
Siento tu embarazo, porque lo que para ti es un motivo para seguir viviendo para mi es una afrenta hacia mi persona y la de tus hijas ¿recuerdas Valeria? Esas que ya han nacido y que están en la habitación contigua. Siento tu falta de fe en mi, siento ser tan idiota como para pensar que mis palabras podrían llevarte a pensar que aunque no entiendas mi cultura deberías respetarla y al menos antes de volver a decidir salir corriendo escuchar mis reglas para solucionar lo nuestro
Pero lo que mas siento es no ser el hombre al que amabas.
Gruñí cuando dijo que haría los papeles del divorcio efectivos, de nuevo quería largarse de mi vida y de la de mis hijas.
-Muy bien, mandaré un abogado, no es necesario que lo hagas en París, aquí mismo haremos la disolución de nuestro matrimonio efectiva. Deseo que tu y el bastardo tengáis una buena vida, se que no necesitas dinero, tienes las propiedades necesarias para vivir holgadamente, así que... ve y no vuelvas -gruñí con dolor en mi voz caminando hacia la puerta, nada mas tenia ya que hablar con ella.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
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Re: Min under demon [Privado]+18
Él no tenía que sentir nada, no fue su culpa. No lo culpaba de lo ocurrido y me hicieron, lo pude demostrar en cómo lo miraba, en silencio…oyendo cada una de sus palabras. No había odio, ni resentimiento…sí decepción pero conmigo misma, por haberlo hecho todo demasiado complicado. El llegar al norte le recordó quién era y debía seguir siendo, no un hombre que una joven maneja y amolda a su antojo. Jamás lo menosprecié, ni por ser quién era ni de donde provenía.
Era un Cannif, Hoör Cannif se presentó aquel día en mi casa recibiendo asilo político por mi parte. Y la mayor verdad de todas, me enamoré de él en el mismo instante en el que nuestras miradas se encontraron. Tardé en admitirlo, los dos chocábamos sin remedio, encontrándonos cara a cara. Los dos fuimos dos necios enamorados que se atacaban sin necesidad, él alegaba siempre que era una cobarde por huir y yo no podía negarlo porque tenía razón, pues mi amor era tan grande que no me importaba perderlo por saber que mi esfuerzo, lo mantenían a salvo. Me costó darme cuenta, que el mal en esto era yo. Nadie más.
Negué con la cabeza, nos estábamos haciendo daño, nos íbamos a arrepentir de todo pero ¿Acaso había otra solución? Siempre que me mantuve fuerte pero seguía sin luchar por él, no lo merecía y prefería que fuese realmente feliz con alguien que diese lo mismo. “Eres una maldita cobarde”, me lo había dicho tantas veces que ya ni yo misma lo negaba. Estaba siendo cobarde ahora. nuestro amor se desmoronaba ante nosotros, el reloj de arena se había roto, el tiempo escapaba del cristal, liberándonos pero bien sabía que deseaba quedarme con él.
-Amo -corregí sus últimas palabras, no lo entendería así que siseé para que me dejase terminar -Al hombre que amaba no, al que amo. Hablas en pasado pero yo no he olvidado tan fácilmente y con tanta rapidez. Aún a sabiendas que te había perdido, no he estado con nadie más que contigo -me hervía la sangre con saber que había besado, tocado y acostado con otra pero ¿Acaso podía reprochárselo? -Nunca seré una vikinga. Provengo de esa ciudad que odias, me lo dejaste bien claro aquella noche. No voy a atarte a algo que no quieres. Piensas, que no quiero estar aquí, en el Norte después de lo ocurrido pero te equivocas. Mi lugar está donde tú estés -di un par de pasos hacia atrás, ese “ve y no vuelvas” me había calado en lo más profundo de mi alma.
-No lo haré, Hoör. Si me marcho no volverás a verme nunca más. -tomé aire y lo solté despacio, todo me estaba empezando a dar vueltas. El hecho de perderle era demasiado en mi estado. Rompí a llorar como una niña, una desamparada que solo necesitaba a las tres personas que mas quería pero si lo hacía, el bebé de mi interior pagaría las consecuencias -¿Sabes? -apenas fue un susurro, un susurro que interrumpió el silencio, apenas me encaminé hacia la puerta cuando mis ojos esmeralda, buscaron los ajenos , desesperanzados y sin vida-Cuando más pensaste que no te amaba…era cuando más lo hacía. Si fue una estupidez tomar decisiones por mi mano… fue porque os amaba más que a mí misma. Vuestra felicidad es mi recompensa aunque os haya perdido. Anoche…te susurré tantas veces que te amaba que no oíste ninguna, estabas tan borracho que solo querías acabar y me aproveché… -reí, podía ser hiriente con eso pero fui más sincera que nunca-Me aproveché porque sé que sería la última vez. Nunca deseé fueses como todos los hombres de clase alta, quise que te vistieras como uno y te comportases como tal pero nunca me avergoncé de quién eres. No me enamoré de ti por querer cambiarte, me enamoré por quién eres -bajé la mirada derrotada, era el final y lo sabía, antes de que tan siquiera pudiese girarme a abrir la puerta y marcharme… me acerqué a él despacio.
Una de mis manos, la apoyé en su mejilla, la otra acarició su nuca atrayéndole hacia mí… y al final, por fin, busqué su boca. Entreabrí los labios, anhelando un beso, el último. Lo besé con cuidado, rozando sus labios, fundiéndonos en un beso cálido y apasionado al mismo tiempo. Finalicé el beso, al apartarme, apoyé la frente en la suya…tenía tanto que decirle que no se me ocurría nada…
-Ojalá pudieses ver… la forma en la que te veo. Por un instante saber… qué pasa por mi cabeza, crees que miento, que quiero huir como una niña asustada y quizás sea así… pero no dudes jamás que esa niña asustada te quiso más que a sí misma, te amó de verdad. Adiós…Hoör -nunca abrazaba a nadie y sin embargo, busqué refugio en sus brazos… un último suspiro.
Era un Cannif, Hoör Cannif se presentó aquel día en mi casa recibiendo asilo político por mi parte. Y la mayor verdad de todas, me enamoré de él en el mismo instante en el que nuestras miradas se encontraron. Tardé en admitirlo, los dos chocábamos sin remedio, encontrándonos cara a cara. Los dos fuimos dos necios enamorados que se atacaban sin necesidad, él alegaba siempre que era una cobarde por huir y yo no podía negarlo porque tenía razón, pues mi amor era tan grande que no me importaba perderlo por saber que mi esfuerzo, lo mantenían a salvo. Me costó darme cuenta, que el mal en esto era yo. Nadie más.
Negué con la cabeza, nos estábamos haciendo daño, nos íbamos a arrepentir de todo pero ¿Acaso había otra solución? Siempre que me mantuve fuerte pero seguía sin luchar por él, no lo merecía y prefería que fuese realmente feliz con alguien que diese lo mismo. “Eres una maldita cobarde”, me lo había dicho tantas veces que ya ni yo misma lo negaba. Estaba siendo cobarde ahora. nuestro amor se desmoronaba ante nosotros, el reloj de arena se había roto, el tiempo escapaba del cristal, liberándonos pero bien sabía que deseaba quedarme con él.
-Amo -corregí sus últimas palabras, no lo entendería así que siseé para que me dejase terminar -Al hombre que amaba no, al que amo. Hablas en pasado pero yo no he olvidado tan fácilmente y con tanta rapidez. Aún a sabiendas que te había perdido, no he estado con nadie más que contigo -me hervía la sangre con saber que había besado, tocado y acostado con otra pero ¿Acaso podía reprochárselo? -Nunca seré una vikinga. Provengo de esa ciudad que odias, me lo dejaste bien claro aquella noche. No voy a atarte a algo que no quieres. Piensas, que no quiero estar aquí, en el Norte después de lo ocurrido pero te equivocas. Mi lugar está donde tú estés -di un par de pasos hacia atrás, ese “ve y no vuelvas” me había calado en lo más profundo de mi alma.
-No lo haré, Hoör. Si me marcho no volverás a verme nunca más. -tomé aire y lo solté despacio, todo me estaba empezando a dar vueltas. El hecho de perderle era demasiado en mi estado. Rompí a llorar como una niña, una desamparada que solo necesitaba a las tres personas que mas quería pero si lo hacía, el bebé de mi interior pagaría las consecuencias -¿Sabes? -apenas fue un susurro, un susurro que interrumpió el silencio, apenas me encaminé hacia la puerta cuando mis ojos esmeralda, buscaron los ajenos , desesperanzados y sin vida-Cuando más pensaste que no te amaba…era cuando más lo hacía. Si fue una estupidez tomar decisiones por mi mano… fue porque os amaba más que a mí misma. Vuestra felicidad es mi recompensa aunque os haya perdido. Anoche…te susurré tantas veces que te amaba que no oíste ninguna, estabas tan borracho que solo querías acabar y me aproveché… -reí, podía ser hiriente con eso pero fui más sincera que nunca-Me aproveché porque sé que sería la última vez. Nunca deseé fueses como todos los hombres de clase alta, quise que te vistieras como uno y te comportases como tal pero nunca me avergoncé de quién eres. No me enamoré de ti por querer cambiarte, me enamoré por quién eres -bajé la mirada derrotada, era el final y lo sabía, antes de que tan siquiera pudiese girarme a abrir la puerta y marcharme… me acerqué a él despacio.
Una de mis manos, la apoyé en su mejilla, la otra acarició su nuca atrayéndole hacia mí… y al final, por fin, busqué su boca. Entreabrí los labios, anhelando un beso, el último. Lo besé con cuidado, rozando sus labios, fundiéndonos en un beso cálido y apasionado al mismo tiempo. Finalicé el beso, al apartarme, apoyé la frente en la suya…tenía tanto que decirle que no se me ocurría nada…
-Ojalá pudieses ver… la forma en la que te veo. Por un instante saber… qué pasa por mi cabeza, crees que miento, que quiero huir como una niña asustada y quizás sea así… pero no dudes jamás que esa niña asustada te quiso más que a sí misma, te amó de verdad. Adiós…Hoör -nunca abrazaba a nadie y sin embargo, busqué refugio en sus brazos… un último suspiro.
Valeria Cavey- Realeza Neerlandesa
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Re: Min under demon [Privado]+18
“Amo” Dijo con claridad siseando para que no pudiera replicar. Su explicación no se hizo de esperar, según ella, aun me amaba como el primer día, no era pasado, si no presente. Me aseguró que no compartió lecho con otro hombre que siempre fui el único y debo admitir que eso me complacía.
Bufe porque no quería que me echara en cara que yo si lo había hecho ¿pero que esperaba?
Me abandonó, pensaba que no volvería y la verdad es que me perdí entre muchas piernas buscando algo que no encontraba, a ella.
Hasta que Odett y yo empezamos a acostarnos fue así, después simplemente asumí que la había perdido y me deje llevar por otro destino.
Sus palabras no se quedaron ahí, era le momento de ser sinceros para con el otro así que la deje expresar sus ideas, sus miedos.
-Es cierto, nunca me ha gustado París, ni las fiestas, ni las ropas, nada de tu tierra va conmigo y sin embargo era mi hogar porque estaba contigo.
No te pido que ames el norte como yo lo hago, solo que respetes sus tradiciones y honres a tu marido.
Valeria soy un guerrero, aquí eso es importante ¿lo entiendes? Para mi es importante que los míos me respeten, me vean como lo que soy y no como ese hombre bárbaro de París que intentaba adaptarse a tus costumbres.
No te pido que seas una vikinga, no me enamoré de una vikinga si no de una mujer parisina, pero … necesito que creas en mi ,que me veas capaz aun medio muerto de luchar, porque ya lo he hecho.
Ladeé la sonrisa cuando dijo que si se marchaba no volvería a verla nunca mas.
-Entonces..no te vayas, quédate. No bien a discutir anoche -me echa a reír porque los dos sabíamos a lo que vine anoche.
Algo que dio pie a explicarme las veces que me dijo que me amaba y lo poco que la escuche perdido en su piel.
-Venia de una gesta, ganamos lo celebré con los míos y volví a ti..no lo veas como un desprecio hubiera podido ir a otros lechos y me hubieran esperado con las piernas igual de abiertas.
Si vine aquí es porque te he echado de menos, porque te quiero, te quise y te querré y aunque me cueste dar mi brazo a torcer, no quiero perder a mi mujer.
Entiende que tampoco puedo pasarlo todo por alto ¿que pensarían los míos si lo hiciera?
Su cuerpo se orilló al mio, su boca acarició la mía y la entrada de mis labios se abrió para convertirse en un beso, húmedo, pasional y necesitado que nos calcinó a los dos.
Jadeé sin poder evitarlo, mi deseo por ella no había menguado.
-Deja de despedirte maldita sea eres tu ahora la que habla en pasado.
No quiero eso que llevas en el vientre, no es mio, es un bastardo, pero no soy un salvaje, bueno si, peor no tanto como para matarlo al nacer o abandonarlo a su suerte en el bosque mas cercano.
Te permitiré que ejerzas de madre con él, pero ni podra llevar mi apellido y por consiguiente el tuyo, ni tendrá los honores que tienen nuestros hijos.
Nunca en el norte sera visto o valorado como un Cannif, porque no lo es, es el bastardo de un maldito violador que tomo sin permiso a mi mujer.
Iba a replicar pero alcé la mano para que guardara silencio de inmediato.
-No le darás el pecho, lo hará una nodriza, el motivo es que quiero que vuelvas a quedar en cinta cuanto antes, me lo debes, un varón, mio, uno que siga mi linaje...si eso -dije señalando su vientre -nace con un rabo entre sus piernas sera ultrajante, quiero un hijo y me lo darás.
Desvié mi mirada hacia la ventana rota, ahora cubierta por cartones para que le frio no se colara por ella.
-La afrenta a sido pagada -dije señalando el ventanal -me he vengado en combate singular como manda la tradición así que tu honor quedará libre de sospecha o al menos eso espero.
Por ultimo Odett seguirá al cuidado de nuestras hijas, las quiere, es una buena escudera y tiene mi total confianza.
Mis ojos se hundieron en ella, esperaba una respuesta, no estaba pidiendo tanto.
Bufe porque no quería que me echara en cara que yo si lo había hecho ¿pero que esperaba?
Me abandonó, pensaba que no volvería y la verdad es que me perdí entre muchas piernas buscando algo que no encontraba, a ella.
Hasta que Odett y yo empezamos a acostarnos fue así, después simplemente asumí que la había perdido y me deje llevar por otro destino.
Sus palabras no se quedaron ahí, era le momento de ser sinceros para con el otro así que la deje expresar sus ideas, sus miedos.
-Es cierto, nunca me ha gustado París, ni las fiestas, ni las ropas, nada de tu tierra va conmigo y sin embargo era mi hogar porque estaba contigo.
No te pido que ames el norte como yo lo hago, solo que respetes sus tradiciones y honres a tu marido.
Valeria soy un guerrero, aquí eso es importante ¿lo entiendes? Para mi es importante que los míos me respeten, me vean como lo que soy y no como ese hombre bárbaro de París que intentaba adaptarse a tus costumbres.
No te pido que seas una vikinga, no me enamoré de una vikinga si no de una mujer parisina, pero … necesito que creas en mi ,que me veas capaz aun medio muerto de luchar, porque ya lo he hecho.
Ladeé la sonrisa cuando dijo que si se marchaba no volvería a verla nunca mas.
-Entonces..no te vayas, quédate. No bien a discutir anoche -me echa a reír porque los dos sabíamos a lo que vine anoche.
Algo que dio pie a explicarme las veces que me dijo que me amaba y lo poco que la escuche perdido en su piel.
-Venia de una gesta, ganamos lo celebré con los míos y volví a ti..no lo veas como un desprecio hubiera podido ir a otros lechos y me hubieran esperado con las piernas igual de abiertas.
Si vine aquí es porque te he echado de menos, porque te quiero, te quise y te querré y aunque me cueste dar mi brazo a torcer, no quiero perder a mi mujer.
Entiende que tampoco puedo pasarlo todo por alto ¿que pensarían los míos si lo hiciera?
Su cuerpo se orilló al mio, su boca acarició la mía y la entrada de mis labios se abrió para convertirse en un beso, húmedo, pasional y necesitado que nos calcinó a los dos.
Jadeé sin poder evitarlo, mi deseo por ella no había menguado.
-Deja de despedirte maldita sea eres tu ahora la que habla en pasado.
No quiero eso que llevas en el vientre, no es mio, es un bastardo, pero no soy un salvaje, bueno si, peor no tanto como para matarlo al nacer o abandonarlo a su suerte en el bosque mas cercano.
Te permitiré que ejerzas de madre con él, pero ni podra llevar mi apellido y por consiguiente el tuyo, ni tendrá los honores que tienen nuestros hijos.
Nunca en el norte sera visto o valorado como un Cannif, porque no lo es, es el bastardo de un maldito violador que tomo sin permiso a mi mujer.
Iba a replicar pero alcé la mano para que guardara silencio de inmediato.
-No le darás el pecho, lo hará una nodriza, el motivo es que quiero que vuelvas a quedar en cinta cuanto antes, me lo debes, un varón, mio, uno que siga mi linaje...si eso -dije señalando su vientre -nace con un rabo entre sus piernas sera ultrajante, quiero un hijo y me lo darás.
Desvié mi mirada hacia la ventana rota, ahora cubierta por cartones para que le frio no se colara por ella.
-La afrenta a sido pagada -dije señalando el ventanal -me he vengado en combate singular como manda la tradición así que tu honor quedará libre de sospecha o al menos eso espero.
Por ultimo Odett seguirá al cuidado de nuestras hijas, las quiere, es una buena escudera y tiene mi total confianza.
Mis ojos se hundieron en ella, esperaba una respuesta, no estaba pidiendo tanto.
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Re: Min under demon [Privado]+18
Me estaba despidiendo, lo vi necesario después de sus palabras y la determinación de sus actos. No iba a deshacerme de ese bebé, era mío y aunque no fuese esperado , no tenía culpa de lo que ese malnacido hizo. Sé que su vida no iba a ser fácil, estaría llena de obstáculos, desprecios y humillaciones pero estaba segura, que yo iba a derribar todos los muros que se interpusiesen en su camino. MI forma de pensar no era como la de la gente el norte, ese bebé necesitaba una oportunidad de vivir, de hacer y deshacer su vida a su antojo pero que fuese por su propia voluntad y no por lo que debe o no hacer. Él y solo él sería dueño de su propia existencia y eso nada ni nadie podría cambiarlo jamás.
Entendía y no comprendía al mismo tiempo, pero en todo este tiempo aprendí que nuestros mundos eran completamente diferentes y aunque nos empeñásemos en pensar que estábamos mejor separados…llegaba un punto que se volvía insoportable pues nos necesitábamos de una manera enfermiza, con locura pero acaso ¿el amor no era locura? Lo amaba más que a nada en este mundo, se lo había estado demostrando y él sabía lo que me costaba tal cosa, y justo cuando demuestro aquello que tanto deseaba… se aleja de mí y ocurren ciertas cosas que terminan por desquebrajar nuestra magia.
-Desprestigias a alguien que no lleva tu sangre cuando es el daño colateral, alguien que no tiene culpa de nada. ¿Eres consciente del daño que va a suponer todo eso para mí? desprecios, humillaciones por parte de mi propia familia a alguien que lleva mi sangre… me da igual de quien sea la otra mitad. Maldita sea, ¡Hoör! Esto es de locos… no quiero una vida así para él, prefiero que se quede en Paris, se convierta en otro hombre que no un bárbaro en el norte pero supongo que no tengo opciones porque estaría forzándole a ser lo que no es… lo que hice contigo -callé de golpe, estaba echando leña al fuego y no necesitábamos discutir pero ese “me lo debes” me hizo rugir como una pantera, ¿le debía el qué? el hecho de haberme ido ya quedó más que claro.
-Si tienen que venir, vendrán. Hijos en común si decidimos seguir juntos pero nunca, jamás me vuelvas a decir que te debo nada cuando ha quedado claro porqué me fui ¿me estás reprochando tal cosa? Vergüenza de que uno de los tuyos a los que admira me hiciese eso y los demás apoyasen el castigo físico y emocional de no saber qué te había pasado…estoy cansada de repetir lo mismo -me giré hacia la ventana ahora tapada con el cartón, necesitaba tomar el aire…me estaba faltando y el tenerle cerca, tener esa conversación con él no me estaba haciendo bien - Claro, será como tú quieras… aquí la única que ha obrado mal soy yo. Me tengo que tragar que quien se ha estado acostando contigo y consolándote sea quien tenga que cuidar a mis hijas, aceptar eso ¿por qué , Hoör? Sigues escarbando en el pasado, como hacerme pagar de esa manera… pero está claro que yo ya no tengo ni voz ni voto en nada. Ya has elegido tú .
Estaba confusa, iba a condenar a mi hijo a una vida en la que nadie, solo yo… lo querría por ser quién es y no por lo que representaba. Tomé aire y lo solté… no sabía qué hacer. El norte nos había cambiado y no seríamos los mismos que un día fuimos. Solo nos quedaba el recuerdo de una noche de lluvia en aquella cueva en donde me perjuraba cuidarme y no hacerme daño, pero lo segundo… no lo cumplió.
Entendía y no comprendía al mismo tiempo, pero en todo este tiempo aprendí que nuestros mundos eran completamente diferentes y aunque nos empeñásemos en pensar que estábamos mejor separados…llegaba un punto que se volvía insoportable pues nos necesitábamos de una manera enfermiza, con locura pero acaso ¿el amor no era locura? Lo amaba más que a nada en este mundo, se lo había estado demostrando y él sabía lo que me costaba tal cosa, y justo cuando demuestro aquello que tanto deseaba… se aleja de mí y ocurren ciertas cosas que terminan por desquebrajar nuestra magia.
-Desprestigias a alguien que no lleva tu sangre cuando es el daño colateral, alguien que no tiene culpa de nada. ¿Eres consciente del daño que va a suponer todo eso para mí? desprecios, humillaciones por parte de mi propia familia a alguien que lleva mi sangre… me da igual de quien sea la otra mitad. Maldita sea, ¡Hoör! Esto es de locos… no quiero una vida así para él, prefiero que se quede en Paris, se convierta en otro hombre que no un bárbaro en el norte pero supongo que no tengo opciones porque estaría forzándole a ser lo que no es… lo que hice contigo -callé de golpe, estaba echando leña al fuego y no necesitábamos discutir pero ese “me lo debes” me hizo rugir como una pantera, ¿le debía el qué? el hecho de haberme ido ya quedó más que claro.
-Si tienen que venir, vendrán. Hijos en común si decidimos seguir juntos pero nunca, jamás me vuelvas a decir que te debo nada cuando ha quedado claro porqué me fui ¿me estás reprochando tal cosa? Vergüenza de que uno de los tuyos a los que admira me hiciese eso y los demás apoyasen el castigo físico y emocional de no saber qué te había pasado…estoy cansada de repetir lo mismo -me giré hacia la ventana ahora tapada con el cartón, necesitaba tomar el aire…me estaba faltando y el tenerle cerca, tener esa conversación con él no me estaba haciendo bien - Claro, será como tú quieras… aquí la única que ha obrado mal soy yo. Me tengo que tragar que quien se ha estado acostando contigo y consolándote sea quien tenga que cuidar a mis hijas, aceptar eso ¿por qué , Hoör? Sigues escarbando en el pasado, como hacerme pagar de esa manera… pero está claro que yo ya no tengo ni voz ni voto en nada. Ya has elegido tú .
Estaba confusa, iba a condenar a mi hijo a una vida en la que nadie, solo yo… lo querría por ser quién es y no por lo que representaba. Tomé aire y lo solté… no sabía qué hacer. El norte nos había cambiado y no seríamos los mismos que un día fuimos. Solo nos quedaba el recuerdo de una noche de lluvia en aquella cueva en donde me perjuraba cuidarme y no hacerme daño, pero lo segundo… no lo cumplió.
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Re: Min under demon [Privado]+18
Enarqué un ceja escuchando todas sus reclamaciones, al parecer no tenia razón en nada. Lo normal era su actitud, podría haberse refugiado entre mis brazos, llorar contra mi pecho por todo aquello que le había pasado, la hubiera entendido, me hubiera tomado mi venganza, hubiera limpiado el honor de ambos y la hubiera amado sin que nada de todo esto pasara.
Claro que ella tenia la razón, como siempre, lo lógico era salir huyendo del norte, porque obviamente el mindungui de su marido era incapaz de protegerla del violador, es mas, era ella la que se abanderaba con decisión como la protectora de la familia, por eso se fue, acató las amenazas y salió corriendo a su amado París porque era eso lo mas lógico sin duda alguna para que mis hijas pudieran estar seguras, ni siquiera yo era bastante hombre para protegerlas.
Claro que también lo lógico era después de ser violada, no tomar nada para evitar que la semilla germinara, y así volver cinco meses después con el vientre abultado, la vergüenza en el rostro pidiendo el divorcio.
Todo tenia mucho sentido y por su puesto yo era el culpable de todo, ella la pobre parisina tomada a la fuerza por los malditos bárbaros que yo lideraba.
Claro que lo suyo sin duda tenia mas sentido que las cuatro reglas que le había impuesto. Tenia que tomar a ese bastardo como mi hijo, amarlo tanto como al fruto de mi semilla y coronarlo como mi primer varón, como no, no merecía que ella volviera a quedar en estado y darme lo que me había sido negado.
Por no olvidar que tras ser abandonado cinco meses sin idea de regreso por su parte, tenia que haberme olvidado de la idea de fornicar con mujeres y convertirme en un eunuco, muy lógico todo.
Guardé silencio fruto de la impotencia, me dejé caer en el lecho enredando mi pelo con los dedos y restregando la palma por mi cara.
-Muy bien Valeria, ten a ese bastardo, envíalo a París y dale una buena vida, haz todo cuanto creas necesario, justo.
Despide a esa pobre chica que como único delito cometido me ha abierto sus piernas cuando tu no estabas para abrirlas.
Me rindo, total, a eso estas acostumbrada, estoy agotado de pelear, contigo, con el rey del norte, con los míos, me rindo.
Me alcé del lecho dispuesto a salir de la habitación, como siempre ella jamas se pondría en mi lugar, puede que mis putas palabras fueran rudas, pero había sido generoso con ella.
Claro que lo que ella veía en mi era a un burdo hombre distinto al que conoció en París.
Bufé mascullando palabras en mi idioma entre dientes, necesitaba una copa, o dos, o tres, o una botella
Claro que ella tenia la razón, como siempre, lo lógico era salir huyendo del norte, porque obviamente el mindungui de su marido era incapaz de protegerla del violador, es mas, era ella la que se abanderaba con decisión como la protectora de la familia, por eso se fue, acató las amenazas y salió corriendo a su amado París porque era eso lo mas lógico sin duda alguna para que mis hijas pudieran estar seguras, ni siquiera yo era bastante hombre para protegerlas.
Claro que también lo lógico era después de ser violada, no tomar nada para evitar que la semilla germinara, y así volver cinco meses después con el vientre abultado, la vergüenza en el rostro pidiendo el divorcio.
Todo tenia mucho sentido y por su puesto yo era el culpable de todo, ella la pobre parisina tomada a la fuerza por los malditos bárbaros que yo lideraba.
Claro que lo suyo sin duda tenia mas sentido que las cuatro reglas que le había impuesto. Tenia que tomar a ese bastardo como mi hijo, amarlo tanto como al fruto de mi semilla y coronarlo como mi primer varón, como no, no merecía que ella volviera a quedar en estado y darme lo que me había sido negado.
Por no olvidar que tras ser abandonado cinco meses sin idea de regreso por su parte, tenia que haberme olvidado de la idea de fornicar con mujeres y convertirme en un eunuco, muy lógico todo.
Guardé silencio fruto de la impotencia, me dejé caer en el lecho enredando mi pelo con los dedos y restregando la palma por mi cara.
-Muy bien Valeria, ten a ese bastardo, envíalo a París y dale una buena vida, haz todo cuanto creas necesario, justo.
Despide a esa pobre chica que como único delito cometido me ha abierto sus piernas cuando tu no estabas para abrirlas.
Me rindo, total, a eso estas acostumbrada, estoy agotado de pelear, contigo, con el rey del norte, con los míos, me rindo.
Me alcé del lecho dispuesto a salir de la habitación, como siempre ella jamas se pondría en mi lugar, puede que mis putas palabras fueran rudas, pero había sido generoso con ella.
Claro que lo que ella veía en mi era a un burdo hombre distinto al que conoció en París.
Bufé mascullando palabras en mi idioma entre dientes, necesitaba una copa, o dos, o tres, o una botella
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
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Re: Min under demon [Privado]+18
No sé realmente en qué punto estábamos pero no había vuelta a atrás. Estaba cansada y derrotada, porque él no vería bien jamás porqué no me deshice del bebé. Pero ¿cómo hacerlo? era parte de mí. desde que pisé el norte, no obtuve aprobación de nadie…solo me miraban y juzgaban por ser esa extranjera que había cautivado a su líder. A un Cannif. No podía evitar acordarme de todos esos momentos vividos antes de tener a las niñas, el principio de todo y la verdad… nunca pensé en que nuestro fin sería este.
No éramos los mismos, eso era lo que más me dolía de todo. Lo amaba, lo quería más que a nada en este mundo y sin embargo para mí parecía tener un extraño , un desconocido. Se rendía, alegaba eso de “dale una buena vida” y… todo solucionado. Como siempre, me hacía sentir la culpable de todo. Y de lo único a lo que me sentía culpable era de quererle, de no haber sido esa esposa que él deseaba y yo fui necia al creer algo en lo que me equivoqué. Él no tenía la culpa, el hombre del que me enamoré lo idealicé demasiado. Supongo que nos casamos demasiado pronto, sin saber del otro pero ¿acaso no le demostraba que lo quería? Ahora más que nunca y era ahora cuando parecía no ser suficiente.
-No sé dónde está ese Hoör y esa Valeria que se miraban cómplices. Ya no me miras del mismo modo, no hay pasión, amor y locura. Ahora, nos atacamos. Palabras como cuchillos, lo de anoche ocurrió porque estabas ebrio y no del modo en el que solemos hacerlo. Necesité sentirte de otro modo y… solo alimenté algo que está perdido. Ya no somos esos dos locos enamorados, no te reconozco y no sé qué hacer para que me veas como antes. -todo esto no lo decía para que él no se fuese, era algo que pensaba realmente.
-Siempre he pensado, desde que te conocí…que si elegía a alguien con quien pasar mi vida, sería contigo. ¿Te acuerdas? Esa química se ha roto, se ha evaporado como una nube de humo. -tomé aire para soltarlo despacio, no sé lo que nos había pasado… pero yo le necesitaba más que nada en este mundo, si pensaba que iba a irse sin más estaba equivocado. Aceleré el paso como pude, entre quejidos de dolor… lo de anoche y la caída no es que fuesen mis aliados en este instante. Cerré la puerta, apoyando mi espalda en ella… si él se había rendido, ante sí tenía una Valeria confusa, sin saber bien dónde estábamos… ¿qué sentido tenía que me quedase?
-Te amo. Y puedo vivir mil vidas pero si no estás en ninguna de ellas…nada tiene sentido. Acepto el quedarme en el norte, me gusta al igual que a ti Paris. No es mi sitio, ni siquiera.. ni siquiera sé qué hago aquí pero te miro y solo se me ocurre una sola respuesta… en que quiero recuperarte. -miré hacia el techo, las lagrimas se me habían secado, yo no solo estaba derrotada… no podía dejarle ir, no cuando si lo hacía sí que no tendría solución -No quiero que le des una vida de desgracia a mi hijo, Hoör. Sería condenarme a mí misma. Me harías infeliz y sé que no quieres eso -
Me fui deslizando por la puerta hasta quedar sentada ante él, quizás..esta fuese la única oportunidad que tendría. Yo misma había tirado por la borda todo y no sabía cómo rescatarlo. Sonreí de medio lado, tendría que lidiar con la culpa, volver a empezar en un mundo en el que no era mi sitio y tampoco sabría cómo hacerlo pero estaba dispuesta a quedarme y aún así me decía que le diese una buena vida, de algún modo…volvía a decirme que me marchase.
-Quiero volver a empezar. Olvidar lo pasado. Sé que es difícil… más cuando han pasado cosas pero quiero volver a recuperarnos, ya no somos lo mismo y no sé si es que la llama se ha apagado o…no sientes lo mismo que antes -busqué su mirada, lo miré con miedo a su respuesta… quizás en este tiempo, el amor se había apagado y si era así, ya no podríamos volver a empezar -Éramos felices. Lo teníamos todo porque te tenía y tú me tenías a mí. Maldita sea, Hoör. No quiero que te rindas, ni yo… solo… quiero estar contigo, como antes… siendo quién eres porque no he deseado jamás que cambiases. Te ofrezco empezar de nuevo, de mi mano… sé lo que este hijo significará para ti pero ahora mismo pienso en que si cruzas esta puerta y te vas… no podré recuperarte jamás -
No éramos los mismos, eso era lo que más me dolía de todo. Lo amaba, lo quería más que a nada en este mundo y sin embargo para mí parecía tener un extraño , un desconocido. Se rendía, alegaba eso de “dale una buena vida” y… todo solucionado. Como siempre, me hacía sentir la culpable de todo. Y de lo único a lo que me sentía culpable era de quererle, de no haber sido esa esposa que él deseaba y yo fui necia al creer algo en lo que me equivoqué. Él no tenía la culpa, el hombre del que me enamoré lo idealicé demasiado. Supongo que nos casamos demasiado pronto, sin saber del otro pero ¿acaso no le demostraba que lo quería? Ahora más que nunca y era ahora cuando parecía no ser suficiente.
-No sé dónde está ese Hoör y esa Valeria que se miraban cómplices. Ya no me miras del mismo modo, no hay pasión, amor y locura. Ahora, nos atacamos. Palabras como cuchillos, lo de anoche ocurrió porque estabas ebrio y no del modo en el que solemos hacerlo. Necesité sentirte de otro modo y… solo alimenté algo que está perdido. Ya no somos esos dos locos enamorados, no te reconozco y no sé qué hacer para que me veas como antes. -todo esto no lo decía para que él no se fuese, era algo que pensaba realmente.
-Siempre he pensado, desde que te conocí…que si elegía a alguien con quien pasar mi vida, sería contigo. ¿Te acuerdas? Esa química se ha roto, se ha evaporado como una nube de humo. -tomé aire para soltarlo despacio, no sé lo que nos había pasado… pero yo le necesitaba más que nada en este mundo, si pensaba que iba a irse sin más estaba equivocado. Aceleré el paso como pude, entre quejidos de dolor… lo de anoche y la caída no es que fuesen mis aliados en este instante. Cerré la puerta, apoyando mi espalda en ella… si él se había rendido, ante sí tenía una Valeria confusa, sin saber bien dónde estábamos… ¿qué sentido tenía que me quedase?
-Te amo. Y puedo vivir mil vidas pero si no estás en ninguna de ellas…nada tiene sentido. Acepto el quedarme en el norte, me gusta al igual que a ti Paris. No es mi sitio, ni siquiera.. ni siquiera sé qué hago aquí pero te miro y solo se me ocurre una sola respuesta… en que quiero recuperarte. -miré hacia el techo, las lagrimas se me habían secado, yo no solo estaba derrotada… no podía dejarle ir, no cuando si lo hacía sí que no tendría solución -No quiero que le des una vida de desgracia a mi hijo, Hoör. Sería condenarme a mí misma. Me harías infeliz y sé que no quieres eso -
Me fui deslizando por la puerta hasta quedar sentada ante él, quizás..esta fuese la única oportunidad que tendría. Yo misma había tirado por la borda todo y no sabía cómo rescatarlo. Sonreí de medio lado, tendría que lidiar con la culpa, volver a empezar en un mundo en el que no era mi sitio y tampoco sabría cómo hacerlo pero estaba dispuesta a quedarme y aún así me decía que le diese una buena vida, de algún modo…volvía a decirme que me marchase.
-Quiero volver a empezar. Olvidar lo pasado. Sé que es difícil… más cuando han pasado cosas pero quiero volver a recuperarnos, ya no somos lo mismo y no sé si es que la llama se ha apagado o…no sientes lo mismo que antes -busqué su mirada, lo miré con miedo a su respuesta… quizás en este tiempo, el amor se había apagado y si era así, ya no podríamos volver a empezar -Éramos felices. Lo teníamos todo porque te tenía y tú me tenías a mí. Maldita sea, Hoör. No quiero que te rindas, ni yo… solo… quiero estar contigo, como antes… siendo quién eres porque no he deseado jamás que cambiases. Te ofrezco empezar de nuevo, de mi mano… sé lo que este hijo significará para ti pero ahora mismo pienso en que si cruzas esta puerta y te vas… no podré recuperarte jamás -
Valeria Cavey- Realeza Neerlandesa
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Re: Min under demon [Privado]+18
La vi ponerse frente a la puerta, esta vez decidida a que no saliera de allí, teníamos que hablar, pero es que nunca daba su brazo a torcer y eso me desesperaba.
Centre mis pardos en sus esmeraldas, sus palabras me hicieron aflojar el gesto que hasta ahora estaba tenso, la vi escurrirse en la puerta, derrotada, sin mas lagrimas que soltar y dejando escapar el aire me dejé caer a su lado.
-Lo siento -susurré llevando mi mano a su mentón para que me mirara -cuando tu intentas llevar la razón, me pongo a la defensiva, vamos subiendo el tono y acabamos rugiendo tan alto que tiembla el infierno.
Acaricie su mejilla con la yema de mi dedo, mi boca buscó la ajena en señal de tregua.
-No he dejado de amarte, de desearte ni un solo instante de mi vida, se que no estoy comportándome como lo hacia en París, pero si algún día me acompañaras...si vinieras conmigo a conocer el norte, sus tierras, sus gentes, déjame mostrarte otra cara distinta a la que hasta hoy has visto.
Si conocieras como viven algunas personas aquí por culpa de los diezmos que impone el rey del norte, entenderías porque alzó el acero, porque la guerra me consume y porque mi carácter se vuelve mas rudo, mas sombrío.
Necesito que la gente crea en mi ,confíen en que soy capaz de llevar esta revolución a buen puerto.
Los vikigos somos orgullosos, nuestras leyes son barbaras, se que no las entiendes pero tus actos diezman mi honor y mi orgullo y eso me cabrea ¿lo entiendes?
Adentro mi lengua de forma necesitada en su boca, jadeo hambriento al sentir como se enreda lenta con la ajena, paladeo su sabor ,a fuego, a infierno y tiro de sus caderas subiéndola sobre mi para que nuestros sexos se acaricien, se encuentren y se retroalimenten.
Mis ojso se oscurecen, la pasión es latente.
-No puedo acoger a tu hijo como propio, no voy a darle una vida mas complicada de lo que yo la tuve, crecerá, se hará un hombre y sera fuerte por ello.
Pero no puedo tratarlo como lo que no es, ni darle los honores que no merece ¿eso lo entiendes? No es un Cannif y mi apellido no puede llevarlo ¿en que posición me dejaría eso ante los míos?
Me relamí los labios, mi aliento contra su boca, sus caderas bailaban sobre mi abultada entrepierna.
-Así se negocia mejor ¿no crees? -susurré con la voz ronca recorriendo sus labios con la punta de mi lengua – quiero follar contigo, quiero hacerte mas hijos y quiero que seas mi maldita mujer y te abras de piernas como siempre has hecho ¿es tanto pedir? -pregunté atrayendola de la nuca con rudeza para saquear su boca tras cada palabra, bebiéndome todo de ella.
Mis manos fueron a mi pantalón, desabroché el botón liberando mi bastarda, sus piernas completamente abiertas me ofrecieron la entrada al infierno y mi acero siguió el sendero bajo el imponente baile de caderas que mojaban mi glande con cada trazada.
-Ahora no estoy borracho -rugí contemplando sus esmeraldas -y no por ello te deseo un ápice menos -gruñí empujándola para darle una penetrante estocada que la arrastro conmigo al Valhalla.
Centre mis pardos en sus esmeraldas, sus palabras me hicieron aflojar el gesto que hasta ahora estaba tenso, la vi escurrirse en la puerta, derrotada, sin mas lagrimas que soltar y dejando escapar el aire me dejé caer a su lado.
-Lo siento -susurré llevando mi mano a su mentón para que me mirara -cuando tu intentas llevar la razón, me pongo a la defensiva, vamos subiendo el tono y acabamos rugiendo tan alto que tiembla el infierno.
Acaricie su mejilla con la yema de mi dedo, mi boca buscó la ajena en señal de tregua.
-No he dejado de amarte, de desearte ni un solo instante de mi vida, se que no estoy comportándome como lo hacia en París, pero si algún día me acompañaras...si vinieras conmigo a conocer el norte, sus tierras, sus gentes, déjame mostrarte otra cara distinta a la que hasta hoy has visto.
Si conocieras como viven algunas personas aquí por culpa de los diezmos que impone el rey del norte, entenderías porque alzó el acero, porque la guerra me consume y porque mi carácter se vuelve mas rudo, mas sombrío.
Necesito que la gente crea en mi ,confíen en que soy capaz de llevar esta revolución a buen puerto.
Los vikigos somos orgullosos, nuestras leyes son barbaras, se que no las entiendes pero tus actos diezman mi honor y mi orgullo y eso me cabrea ¿lo entiendes?
Adentro mi lengua de forma necesitada en su boca, jadeo hambriento al sentir como se enreda lenta con la ajena, paladeo su sabor ,a fuego, a infierno y tiro de sus caderas subiéndola sobre mi para que nuestros sexos se acaricien, se encuentren y se retroalimenten.
Mis ojso se oscurecen, la pasión es latente.
-No puedo acoger a tu hijo como propio, no voy a darle una vida mas complicada de lo que yo la tuve, crecerá, se hará un hombre y sera fuerte por ello.
Pero no puedo tratarlo como lo que no es, ni darle los honores que no merece ¿eso lo entiendes? No es un Cannif y mi apellido no puede llevarlo ¿en que posición me dejaría eso ante los míos?
Me relamí los labios, mi aliento contra su boca, sus caderas bailaban sobre mi abultada entrepierna.
-Así se negocia mejor ¿no crees? -susurré con la voz ronca recorriendo sus labios con la punta de mi lengua – quiero follar contigo, quiero hacerte mas hijos y quiero que seas mi maldita mujer y te abras de piernas como siempre has hecho ¿es tanto pedir? -pregunté atrayendola de la nuca con rudeza para saquear su boca tras cada palabra, bebiéndome todo de ella.
Mis manos fueron a mi pantalón, desabroché el botón liberando mi bastarda, sus piernas completamente abiertas me ofrecieron la entrada al infierno y mi acero siguió el sendero bajo el imponente baile de caderas que mojaban mi glande con cada trazada.
-Ahora no estoy borracho -rugí contemplando sus esmeraldas -y no por ello te deseo un ápice menos -gruñí empujándola para darle una penetrante estocada que la arrastro conmigo al Valhalla.
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Re: Min under demon [Privado]+18
La batalla ya era innecesaria, ahora solo quedaba lo que las palabras en el aire. Palabras que podían hacer mucho más daño que los golpes, como no dejásemos de ir por ese camino… sí que no habría solución. Reí porque tenía razón, el infierno temblaba al enfrentarse dos demonios como éramos y seríamos por y para siempre. apreté los labios con fuerza, que me tocase de esa manera me erizaba la piel, calmándome como si acariciase con suavidad a una fiera. Lo era, eso no lo negaba.
-Y quiero acompañarte, no me he negado nunca… pero mi bienvenida no es que haya sido algo que recordase con mucho cariño, menos lo de después -negué con la cabeza escuchándole, ambos debíamos de dar lo mismo por ambas partes pero él también tenía que entender que para mí el norte era desconocido como lo era el Hoör que regresó en cuanto pisamos su tierra. Me costaría acostumbrarme pero jamás me negué a conocerlo, es más yo insistí en ello. Y con lo respecto al bebé que aún no había nacido, preferí no hiciese mención pues volveríamos a discutir sin tregua.
Tapé la boca con su mano, estaba hablando demasiado y ahora, no quería discutir ni tampoco hablar… solo perdernos en el deseo y en ese amor loco y desmedido, nuestro. Lo que él no sabía es que me había propuesto algo ahora que había decidido quedarme a su lado, iba a volverle loco… me desearía como nunca antes. Sonreí traviesa, entre risas mientras mis manos se enredaban en su pelo, acariciando su cuello con la yema de mis dedos. Sonreí clavando mis esmeraldas en su oscura mirada, me encantaba ver cómo brillaban de deseo.
Gemí contra su boca, susurrando su nombre. Suspiré largamente, iba a demostrarle cuanto lo deseaba pues lo mismo por mi parte, mi deseo no había aminorado ápice. Mordí su boca, mis manos terminaron apoyadas en la puerta como sustento, apoyo que aproveché para moverme como el demonio que era. Y no, no iba a ser como siempre. salí de él para girarme y oírle gruñir a mis espaldas, cosa que me hizo jadear de puro deseo. Guié mis caderas para entrar de golpe, su torso contra mi espalda. Eché hacia atrás la cabeza, buscando su boca y al encontrarla… mis dedos se enredaron en el cabello de su nuca, atrayéndole hacia mí y volverme boca explorando su boca.
Nuestras lenguas bailaban dentro y fuera de nuestras bocas, labios que colisionaban susurrándonos lo que nuestros egos eran incapaces de admitir. Lo necesitaba y él a mí. lo miré fijamente, al borde de la locura…. Arqueé mi espalda, moviéndome más aprisa… sintiéndolo tan dentro, quería más.. y se lo pedí, no podía más… quería rozar el cielo y visitar el infierno de su mano.
-Maldita sea. Te deseo -rugí cabreada, sin importarme otra cosa que morir en sus brazos entrando y saliendo de él como si fuese mi última vez, nuestro final encuentro.
-Y quiero acompañarte, no me he negado nunca… pero mi bienvenida no es que haya sido algo que recordase con mucho cariño, menos lo de después -negué con la cabeza escuchándole, ambos debíamos de dar lo mismo por ambas partes pero él también tenía que entender que para mí el norte era desconocido como lo era el Hoör que regresó en cuanto pisamos su tierra. Me costaría acostumbrarme pero jamás me negué a conocerlo, es más yo insistí en ello. Y con lo respecto al bebé que aún no había nacido, preferí no hiciese mención pues volveríamos a discutir sin tregua.
Tapé la boca con su mano, estaba hablando demasiado y ahora, no quería discutir ni tampoco hablar… solo perdernos en el deseo y en ese amor loco y desmedido, nuestro. Lo que él no sabía es que me había propuesto algo ahora que había decidido quedarme a su lado, iba a volverle loco… me desearía como nunca antes. Sonreí traviesa, entre risas mientras mis manos se enredaban en su pelo, acariciando su cuello con la yema de mis dedos. Sonreí clavando mis esmeraldas en su oscura mirada, me encantaba ver cómo brillaban de deseo.
Gemí contra su boca, susurrando su nombre. Suspiré largamente, iba a demostrarle cuanto lo deseaba pues lo mismo por mi parte, mi deseo no había aminorado ápice. Mordí su boca, mis manos terminaron apoyadas en la puerta como sustento, apoyo que aproveché para moverme como el demonio que era. Y no, no iba a ser como siempre. salí de él para girarme y oírle gruñir a mis espaldas, cosa que me hizo jadear de puro deseo. Guié mis caderas para entrar de golpe, su torso contra mi espalda. Eché hacia atrás la cabeza, buscando su boca y al encontrarla… mis dedos se enredaron en el cabello de su nuca, atrayéndole hacia mí y volverme boca explorando su boca.
Nuestras lenguas bailaban dentro y fuera de nuestras bocas, labios que colisionaban susurrándonos lo que nuestros egos eran incapaces de admitir. Lo necesitaba y él a mí. lo miré fijamente, al borde de la locura…. Arqueé mi espalda, moviéndome más aprisa… sintiéndolo tan dentro, quería más.. y se lo pedí, no podía más… quería rozar el cielo y visitar el infierno de su mano.
-Maldita sea. Te deseo -rugí cabreada, sin importarme otra cosa que morir en sus brazos entrando y saliendo de él como si fuese mi última vez, nuestro final encuentro.
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Re: Min under demon [Privado]+18
Su mano cubrió mi boca pidiéndome silencio, sonreí contra su palma sin dejar de mirar sus esmeraldas. Siempre que lo hacia veía lo mismo, una pasión desmedida que no conocía parangón, Hel completamente helado hubiera bien podido derretirse con las llamas que nuestros cuerpos producían al ser friccionados.
Gruí contra su boca cuando enredo sus dedos en mi pelo, tirando ligeramente mi cabeza hacia atrás, su lengua se precipitó voraz entre mis labios que la acogieron hambrientos, necesitados de un nuevo duelo.
Mordió mis labios grabando a fuego en ellos mi nombre mientras sus caderas sentenciaban el trepidante baile de las llamas y sus sucubos.
Jadeé excitado abriendo mas la boca para que nuestras lenguas se balancearan, se retaran y saquearan todo aquello que siempre les había pertenecido.
Sus manso en la puerta colisionaron, su cuerpo abrasaba, su sangre hervía y pronto me quedó claro que era posesión mía.
Excitado gemí al sentir como su feminidad se abría sus paredes cubrían todo mi glande moviéndose lentamente, en el sinuoso vaivén de las serpientes.
Sus pechos botaba expuestos frente a mi boca, su piel sesgada por mis dientes fue repasada por mi lengua, lienzo en blanco donde grabé a fuego mi deseo succionado, mordiendo, mientras emitía roncos gruñidos.
Me saco de su interior para girarse, gruñí necesitado de mas, sintiendo el frio abandono que pronto fue nuevamente cubierto por el trepidante calor de su sexo mojado.
Se movió salvaje sacándosela y metiéndosela por completo, mi glande palpitaba con cada roce.
Su espalda contra mi pecho, su boca templando el fuego en un beso por encima de su hombro que silenciaba mis gruñidos, mis desgarradores gritos pronunciando su nombre.
Mi mano acortó la distancia a su clítoris, lo froté, lo calenté con la yema de mis dedos haciéndola gritar entre mordiscos, el Valhalla se acercaba y yo no pensaba darle tregua a la valquiria que me cabalgaba.
Ronca su respiración moría contra mi boca, necesitada de todo lo que hacia tiempo no disfrutaba, mi otra mano se coló por debajo de su camisa torturando sus montañas, apretandolas, rozando las duras cúspides a las que pellizcaba y tiraba arrancándola nuevos gemidos de su boca entreabierta.
La empuje quedando así a cuatro patas sobre el suelo, desde atrás la embestí como un animal fiero, mi acero la penetraba, mordía su piel arrasando con todo a cada pasada.
Su espalda se arqueaba, mas lo hizo cuando salí de golpe y se la metí por el otro agujero que se dilató para mi.
Su boca gritó mi nombre, mis tres dedos en su húmeda vagina se movieron al ritmo que en su trasero lo hacia mi hombría.
Los truenos de Thor la penetraron por todo el cuerpo, apenas la sujetaban los brazos mientras sentía los relámpagos sacudir nuestros cuerpos la unisono, me esparcí en ella con violencia, mordiendo su espalda con mis dientes.
Ella gemía sin parar por aquel salvaje encuentro cuyo final fue el suelo.
Lecho improvisado que acogió nuestros cuerpos aun abrazados mientras la respiración poco a poco se sosegaba y nuestras bocas se buscaban para batirse en nuevo duelo.
-uffff -lo necesitaba -aseguré cerrando los ojos devastado -voy a dormirme -susurré entre risas.
Gruí contra su boca cuando enredo sus dedos en mi pelo, tirando ligeramente mi cabeza hacia atrás, su lengua se precipitó voraz entre mis labios que la acogieron hambrientos, necesitados de un nuevo duelo.
Mordió mis labios grabando a fuego en ellos mi nombre mientras sus caderas sentenciaban el trepidante baile de las llamas y sus sucubos.
Jadeé excitado abriendo mas la boca para que nuestras lenguas se balancearan, se retaran y saquearan todo aquello que siempre les había pertenecido.
Sus manso en la puerta colisionaron, su cuerpo abrasaba, su sangre hervía y pronto me quedó claro que era posesión mía.
Excitado gemí al sentir como su feminidad se abría sus paredes cubrían todo mi glande moviéndose lentamente, en el sinuoso vaivén de las serpientes.
Sus pechos botaba expuestos frente a mi boca, su piel sesgada por mis dientes fue repasada por mi lengua, lienzo en blanco donde grabé a fuego mi deseo succionado, mordiendo, mientras emitía roncos gruñidos.
Me saco de su interior para girarse, gruñí necesitado de mas, sintiendo el frio abandono que pronto fue nuevamente cubierto por el trepidante calor de su sexo mojado.
Se movió salvaje sacándosela y metiéndosela por completo, mi glande palpitaba con cada roce.
Su espalda contra mi pecho, su boca templando el fuego en un beso por encima de su hombro que silenciaba mis gruñidos, mis desgarradores gritos pronunciando su nombre.
Mi mano acortó la distancia a su clítoris, lo froté, lo calenté con la yema de mis dedos haciéndola gritar entre mordiscos, el Valhalla se acercaba y yo no pensaba darle tregua a la valquiria que me cabalgaba.
Ronca su respiración moría contra mi boca, necesitada de todo lo que hacia tiempo no disfrutaba, mi otra mano se coló por debajo de su camisa torturando sus montañas, apretandolas, rozando las duras cúspides a las que pellizcaba y tiraba arrancándola nuevos gemidos de su boca entreabierta.
La empuje quedando así a cuatro patas sobre el suelo, desde atrás la embestí como un animal fiero, mi acero la penetraba, mordía su piel arrasando con todo a cada pasada.
Su espalda se arqueaba, mas lo hizo cuando salí de golpe y se la metí por el otro agujero que se dilató para mi.
Su boca gritó mi nombre, mis tres dedos en su húmeda vagina se movieron al ritmo que en su trasero lo hacia mi hombría.
Los truenos de Thor la penetraron por todo el cuerpo, apenas la sujetaban los brazos mientras sentía los relámpagos sacudir nuestros cuerpos la unisono, me esparcí en ella con violencia, mordiendo su espalda con mis dientes.
Ella gemía sin parar por aquel salvaje encuentro cuyo final fue el suelo.
Lecho improvisado que acogió nuestros cuerpos aun abrazados mientras la respiración poco a poco se sosegaba y nuestras bocas se buscaban para batirse en nuevo duelo.
-uffff -lo necesitaba -aseguré cerrando los ojos devastado -voy a dormirme -susurré entre risas.
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Re: Min under demon [Privado]+18
Los actos se nos daban mejor que las palabras. Solucionamos mejor las cosas enredados en el otro que disculpándonos o confesar sentimientos, unos que desorbitados no paraban de crecer al menos por mi parte. Los roles parecían haberse intercambiado, yo... mostraba mis sentimientos sin importar que me juzgasen y él... parecía más retraído y distante, entendí porqué, esos motivos que le llevaron a cambiar...ser ese guerrero sin piedad que ya sabía que era pero nunca que sería así conmigo, no niego que lo mereciese por haber tomado ciertas decisiones...intentar hacer ese bien que nos perjudicó , ahora solo quedaba darnos tiempo y reconducir lo nuestro, único y especial.
Ningún acto era igual, sí diferente. Me encantaba sentirle dentro de mí, pertenecerle...sentirle mío. Sus besos desesperados, caricias profundas que delineaban nuestros cuerpos... volviendo a recorrernos de esa manera intensa y deseosa. La desesperación porque ocurriese nos llevó al sexo extremo, gemí y disfruté como siempre, como él solo podía complacerme. Tuve que aferrarme a la alfombra de pieles con fuerza, las embestidas feroces, cada vez más dentro de mí... pedía más y él me lo daba sin miramiento, disfrutábamos volviendo loco al otro
-Una mujer te ha dejado para el arrastre, vikingo -reí jadeante contra su boca ,, en donde mis labios se perdieron, otorgándole un beso más lento. Me di el placer de perderme en su aliento, lo amaba, era un hecho -Te necesitaba. -aparte del acto, yo le necesitaba a él... y algo mas escapó de mis labios sin querer, realmente deseé que así fuese...estaba aturdida. No podía asegurarle que era suyo pero ese interrogante lo tendríamos de por vida -Puede ser tuyo... pero no estoy segura, sé que no quieres hablar de esto pero... siempre recuerda que hay gran posibilidad que así sea... -callé porque no quería estropear ese momento...así que me acurruqué y me dejé abandonar por los encantos de Morfeo.
Al despertar, lo busqué inconscientemente, mi nariz intentó perderse en su cuello, para aspirar su aroma. Sonreí pero no lo hallé conmigo. Abrí de golpe los ojos, buscándole por la habitación. Seguía en el norte, no había ninguna duda pero ¿de verdad ocurrió? Peiné mis cabellos dorados con los dedos, observándole de espaldas. Había cambiado, los dos lo hicimos a partir de ahora... solo quedaba esperar a que todo volviese a la normalidad, aunque nuestra vida normal... no era.
-Hoör -susurré pegando mi pecho a su espalda, mi abultado vientre se interpuso entre ambos, desde ese momento me di cuenta que nuestras vidas cambiarían para siempre pues el interrogante de la duda la tendríamos para siempre -Quiero conocer tu mundo. ¿Me lo muestras? -sonreí esperando su respuesta, sabía que odiaba al bebé que portaba en mi interior, hijo mío sin duda pero ¿y suyo? Tendría que haber algún modo de averiguarlo pero él jamás lo vería como tal aunque hubiese más porcentaje de que fuese un Cannif, para mi esposo.. él era un bastardo viese por donde lo viese.
-Volvamos a casarnos, celebromoslo con los tuyos -no lo esperaría y tampoco que él accediese, me mordí el labio inferior dubitativa, ojalá pudiese borrar mis palabras -Olvídalo , sé que...después de esto te costará...aunque no tenga culpa... -”cállate, Valeria. Me giré dispuesta a vestirme... no necesitaba mis vestidos, quería empezar de cero y vestir como una auténtica vikinga, como intenté aquella tarde podía ser uno de los mejores comienzos -Pedí me trajeran otro atuendo más cómodo y caliente.-no sabía como encauzar todo esto... porque aunque no fuese mi culpa... me sentía como si así la tuviese.
Ningún acto era igual, sí diferente. Me encantaba sentirle dentro de mí, pertenecerle...sentirle mío. Sus besos desesperados, caricias profundas que delineaban nuestros cuerpos... volviendo a recorrernos de esa manera intensa y deseosa. La desesperación porque ocurriese nos llevó al sexo extremo, gemí y disfruté como siempre, como él solo podía complacerme. Tuve que aferrarme a la alfombra de pieles con fuerza, las embestidas feroces, cada vez más dentro de mí... pedía más y él me lo daba sin miramiento, disfrutábamos volviendo loco al otro
-Una mujer te ha dejado para el arrastre, vikingo -reí jadeante contra su boca ,, en donde mis labios se perdieron, otorgándole un beso más lento. Me di el placer de perderme en su aliento, lo amaba, era un hecho -Te necesitaba. -aparte del acto, yo le necesitaba a él... y algo mas escapó de mis labios sin querer, realmente deseé que así fuese...estaba aturdida. No podía asegurarle que era suyo pero ese interrogante lo tendríamos de por vida -Puede ser tuyo... pero no estoy segura, sé que no quieres hablar de esto pero... siempre recuerda que hay gran posibilidad que así sea... -callé porque no quería estropear ese momento...así que me acurruqué y me dejé abandonar por los encantos de Morfeo.
Al despertar, lo busqué inconscientemente, mi nariz intentó perderse en su cuello, para aspirar su aroma. Sonreí pero no lo hallé conmigo. Abrí de golpe los ojos, buscándole por la habitación. Seguía en el norte, no había ninguna duda pero ¿de verdad ocurrió? Peiné mis cabellos dorados con los dedos, observándole de espaldas. Había cambiado, los dos lo hicimos a partir de ahora... solo quedaba esperar a que todo volviese a la normalidad, aunque nuestra vida normal... no era.
-Hoör -susurré pegando mi pecho a su espalda, mi abultado vientre se interpuso entre ambos, desde ese momento me di cuenta que nuestras vidas cambiarían para siempre pues el interrogante de la duda la tendríamos para siempre -Quiero conocer tu mundo. ¿Me lo muestras? -sonreí esperando su respuesta, sabía que odiaba al bebé que portaba en mi interior, hijo mío sin duda pero ¿y suyo? Tendría que haber algún modo de averiguarlo pero él jamás lo vería como tal aunque hubiese más porcentaje de que fuese un Cannif, para mi esposo.. él era un bastardo viese por donde lo viese.
-Volvamos a casarnos, celebromoslo con los tuyos -no lo esperaría y tampoco que él accediese, me mordí el labio inferior dubitativa, ojalá pudiese borrar mis palabras -Olvídalo , sé que...después de esto te costará...aunque no tenga culpa... -”cállate, Valeria. Me giré dispuesta a vestirme... no necesitaba mis vestidos, quería empezar de cero y vestir como una auténtica vikinga, como intenté aquella tarde podía ser uno de los mejores comienzos -Pedí me trajeran otro atuendo más cómodo y caliente.-no sabía como encauzar todo esto... porque aunque no fuese mi culpa... me sentía como si así la tuviese.
Valeria Cavey- Realeza Neerlandesa
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Re: Min under demon [Privado]+18
El norte me cambio o quizás fue París quien lo hizo, cierto era que no eramos los mismos.
Quizás exigía demasiado, quizás solo cambie yo, pues ella seguía siendo ese demonio de labios rojos del que me enamoré un día.
Ella tenia miedos, pero los tuvo siempre y yo aprendí a convivir con sus mil mascaras, todas ellas diferentes, sin embargo ahora todo me molestaba, odiaba cada paso que daba porque no era el que yo necesitaba.
Me sentía ninguneado por sus actos, lo acepté en París pero no podía aceptarlo en mis tierras y quizás era eso lo que nos había llevado a esta situación.
La culpé de todo, orgulloso me sentí exento de responsabilidad, aunque en mi foro interno sabia que no era verdad.
No quería claudicar y en mi intento de mostrarle mi fortaleza me convertí en su debilidad.
Miraba por la ventana meditando porque el infierno junto a ella quemaba tanto cuando sentí sus labios en mi hombro, su vientre contra mi espalda, y sus manso en mi pecho.
Me giré para enfrentar esas dos esmeraldas que hace tiempo me convirtieron en su esclavo.
La amaba, era tan necio que no sabia como decírselo, como demostrárselo, no sin parecer un estúpido hombre parisino lleno de romanticismo.
Yo no era así, era rudo, un bárbaro, un vikingo y la amaba pero no podía hacerlo del modo en el que lo hice en París y quizás ahí residía el engaño.
Mis miedos eran saber que con un hombre de París hubiera sido feliz, ahora tenia que adaptarse a una vida en el norte, una para la que no estaba preparada para vivir.
Me dijo que quería conocer mi mundo y yo quería que lo hiciera.
-No necesito una vikinga a mi lado, necesito a mi demonio de labios rojos.
Confía en mi, habla conmigo, no tienes que protegerme, yo lo haré contigo, con nuestras hijas y con ese bastardo que llevas en tu vientre y que se que no es mio.
Te necesito Valeria y no necesariamente vestida con pantalones de montar y el pelo trenzado, te necesito a mi lado, sencillamente eso.
Acorté la distancia y besé con necesidad sus labios, atrayendola por las mejillas para perderme en su sabor, dejando que nuestras lenguas marcaran el violento ritmo de la redención.
-Te he mostrado el norte en una taberna, has visto su peor cara..vamos a una de las aldeas que es azotada por el rey del norte..quiero que entiendas por lo que lucho, porque alzo el acero, porque derramo mi sangre por estas tierras y sus gentes.
Déjame mostrarte lo que amo mas que a mi propia vida.
Pedí que prepararan el carruaje, en su estado montar no era aconsejable, así que ambos emprenderíamos viaje hacia una aldea perdida en las montañas, una a la que los diezmos del rey habían dejado casi en harapos.
Quería que Valeria entendiera que el norte era único, que solo tenia que mirarlo a través de mis ojos.
Quizás exigía demasiado, quizás solo cambie yo, pues ella seguía siendo ese demonio de labios rojos del que me enamoré un día.
Ella tenia miedos, pero los tuvo siempre y yo aprendí a convivir con sus mil mascaras, todas ellas diferentes, sin embargo ahora todo me molestaba, odiaba cada paso que daba porque no era el que yo necesitaba.
Me sentía ninguneado por sus actos, lo acepté en París pero no podía aceptarlo en mis tierras y quizás era eso lo que nos había llevado a esta situación.
La culpé de todo, orgulloso me sentí exento de responsabilidad, aunque en mi foro interno sabia que no era verdad.
No quería claudicar y en mi intento de mostrarle mi fortaleza me convertí en su debilidad.
Miraba por la ventana meditando porque el infierno junto a ella quemaba tanto cuando sentí sus labios en mi hombro, su vientre contra mi espalda, y sus manso en mi pecho.
Me giré para enfrentar esas dos esmeraldas que hace tiempo me convirtieron en su esclavo.
La amaba, era tan necio que no sabia como decírselo, como demostrárselo, no sin parecer un estúpido hombre parisino lleno de romanticismo.
Yo no era así, era rudo, un bárbaro, un vikingo y la amaba pero no podía hacerlo del modo en el que lo hice en París y quizás ahí residía el engaño.
Mis miedos eran saber que con un hombre de París hubiera sido feliz, ahora tenia que adaptarse a una vida en el norte, una para la que no estaba preparada para vivir.
Me dijo que quería conocer mi mundo y yo quería que lo hiciera.
-No necesito una vikinga a mi lado, necesito a mi demonio de labios rojos.
Confía en mi, habla conmigo, no tienes que protegerme, yo lo haré contigo, con nuestras hijas y con ese bastardo que llevas en tu vientre y que se que no es mio.
Te necesito Valeria y no necesariamente vestida con pantalones de montar y el pelo trenzado, te necesito a mi lado, sencillamente eso.
Acorté la distancia y besé con necesidad sus labios, atrayendola por las mejillas para perderme en su sabor, dejando que nuestras lenguas marcaran el violento ritmo de la redención.
-Te he mostrado el norte en una taberna, has visto su peor cara..vamos a una de las aldeas que es azotada por el rey del norte..quiero que entiendas por lo que lucho, porque alzo el acero, porque derramo mi sangre por estas tierras y sus gentes.
Déjame mostrarte lo que amo mas que a mi propia vida.
Pedí que prepararan el carruaje, en su estado montar no era aconsejable, así que ambos emprenderíamos viaje hacia una aldea perdida en las montañas, una a la que los diezmos del rey habían dejado casi en harapos.
Quería que Valeria entendiera que el norte era único, que solo tenia que mirarlo a través de mis ojos.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
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Re: Min under demon [Privado]+18
Cada paso que daba en aquellas tierras, le decepcionaba y no lo culpaba, estaba acostumbrado a otro tipo de vida, personas que luchaban desde el primer segundo de vida y jamás se achantaban. Alardeaba de ser fuerte, eso dije siempre pero a la hora de la verdad...solo me limitaba a hacer lo que realmente creía conveniente porque para mí “era lo mejor” pero ni pensaba en las consecuencias y menos me preocupaba en escuchar nadie, mi orgullo me impedía ser “ayudada o aconsejada”, al final terminaba saliendo escardada, perdiendo lo que realmente me llegaba a importar de verdad.
Dejó de ser ese muchacho que conocí, a madurar de golpe..como si volver le hubiese ocasionado ese cambio tan radical. Me sentía perdida pues ante mí, tenía un desconocido. Quería conocer su mundo, entenderle en ese viaje en el que me mostraría su mundo, aquel que sin duda le había forjado ser ese hombre que era, fuerte y decidido. En Paris, conocí otra parte de él que en pocas ocasiones vi desde que llegamos al norte. Y busqué esa parte en cada caricia y beso, sin encontrarla... no me rendí pues quizás fue mi culpa de que esa llama más tierna y apasionada se apagase, no lo culpaba.
-Tu demonio rojo ha estado a tu lado, frente a ti durante todo este tiempo. Me fui porque fui una cobarde, no le enfrenté... te creía muerto, amenazó a nuestras hijas y no pude tomarme hierba ninguna , el embarazo ya estaba avanzado y...puede ser tuyo ¿cómo iba a dar muerte a un hijo tuyo y mío? Porque puede ser aunque te reniegues. Y lo acabas de hacer, lo comprendo -enredé mis dedos en los suyos y me acerqué a sus labios, dejando un tímido beso seguido de un roce de nuestras narices. Sonreí, solo para él , volvía a mostrarle esa parte de mí más dulce y tierna, una que creía estaba muerta.
-Nos vestimos y vamos a ver las aldeas, levantaremos cada una de ellas..empezaremos por la que desees. Tenemos dinero suficiente, no voy a permitir que muera más nadie allí, no hoy. Repartiremos diezmos -lo dije tan convencida, estaba a punto de presenciar algo que seguramente me llegaría hasta lo más hondo de mi alma. -Cuando regrese...quiero que estemos los cuatro, deseo me dejen de temer...soy su madre, me portaré como tal -el bebé de mi interior me dio un par de patadas por lo que apoyé la palma y sonreí, me hacía feliz que él no sufriese las consecuencias.
Sonreí ampliamente mientras me ayudaban a vestirme, no llevaba un vestido recargado, el más sencillo y simple pero de un color rojo intenso , tal que nada más salí al patio de armas, el repiqueteo de mi calzado, el vuelo del bajo del vestido al caminar del brazo del que era mi marido y mi sonrisa...mis labios rojos como la sangre. Estaba dispuesta a todo, a descubrirlo porque..acababa de llegar a casa.
-Es mi hogar, el tuyo....el de ellas. Nuestro. Muéstramelo
Dejó de ser ese muchacho que conocí, a madurar de golpe..como si volver le hubiese ocasionado ese cambio tan radical. Me sentía perdida pues ante mí, tenía un desconocido. Quería conocer su mundo, entenderle en ese viaje en el que me mostraría su mundo, aquel que sin duda le había forjado ser ese hombre que era, fuerte y decidido. En Paris, conocí otra parte de él que en pocas ocasiones vi desde que llegamos al norte. Y busqué esa parte en cada caricia y beso, sin encontrarla... no me rendí pues quizás fue mi culpa de que esa llama más tierna y apasionada se apagase, no lo culpaba.
-Tu demonio rojo ha estado a tu lado, frente a ti durante todo este tiempo. Me fui porque fui una cobarde, no le enfrenté... te creía muerto, amenazó a nuestras hijas y no pude tomarme hierba ninguna , el embarazo ya estaba avanzado y...puede ser tuyo ¿cómo iba a dar muerte a un hijo tuyo y mío? Porque puede ser aunque te reniegues. Y lo acabas de hacer, lo comprendo -enredé mis dedos en los suyos y me acerqué a sus labios, dejando un tímido beso seguido de un roce de nuestras narices. Sonreí, solo para él , volvía a mostrarle esa parte de mí más dulce y tierna, una que creía estaba muerta.
-Nos vestimos y vamos a ver las aldeas, levantaremos cada una de ellas..empezaremos por la que desees. Tenemos dinero suficiente, no voy a permitir que muera más nadie allí, no hoy. Repartiremos diezmos -lo dije tan convencida, estaba a punto de presenciar algo que seguramente me llegaría hasta lo más hondo de mi alma. -Cuando regrese...quiero que estemos los cuatro, deseo me dejen de temer...soy su madre, me portaré como tal -el bebé de mi interior me dio un par de patadas por lo que apoyé la palma y sonreí, me hacía feliz que él no sufriese las consecuencias.
Sonreí ampliamente mientras me ayudaban a vestirme, no llevaba un vestido recargado, el más sencillo y simple pero de un color rojo intenso , tal que nada más salí al patio de armas, el repiqueteo de mi calzado, el vuelo del bajo del vestido al caminar del brazo del que era mi marido y mi sonrisa...mis labios rojos como la sangre. Estaba dispuesta a todo, a descubrirlo porque..acababa de llegar a casa.
-Es mi hogar, el tuyo....el de ellas. Nuestro. Muéstramelo
Valeria Cavey- Realeza Neerlandesa
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Re: Min under demon [Privado]+18
Miraba a Valeria fijamente, la oía reír contemplando el paisaje, los fiordos, los lagos, los profundos bosques y la zona de valles mas extensa que seguramente había visto en su vida.
Con su dedo me señalaba todo aquello que le llamaba la atención, hasta pidió que detuviéramos el carruaje en alguna ocasión para recoger unas flores que quería para decorar los jardines de palacio.
Al ver como el norte le fascinaba, tiré de su cintura para subirla en mi regazo, susurraba en norteño el nombre de todas aquellas cosas que me señalaba como si fuera una niña.
Mis labios recorrían voraces su cuello, mordía el lóbulo de su oreja susurrándole en mi lengua lo que me apetecía hacerle en ese preciso instante.
Su risa escapaba de sus labios rojos muriendo contra los míos, entreabrí la boca dejando que su lengua jugara ansiosa con la mía.
Nuestras narices se acariciaban mientras mi mano ascendía por su muslo ascendiendo lentamente.
Turbia mi mirada se perdió en sus esmeraldas, tiré de su inferior atrapándolo entre mis dientes para después pasear mi lengua en una caricia tibia.
Bastante calientes por la intimidad que habíamos tenido en el carruaje llegamos a esa pequeña aldea que había al otro lado de las montañas.
Los aldeanos se acercaban incrédulos al ver bajar en sus humildes tierras a los condes del norte.
Los niños corrían a nuestro alrededor y las niñas jugaban a trenzar el pelo de mi mujer colocando flores blancas en cada mechón.
Nos invitaron a comer con ellos en una mesa de madera noble, donde cada uno aporto lo que tenia, con nada eran felices y aun dándome cuenta de todas sus carencias y de lo mal que subsistían a causa de los diezmos que el rey les imponía, seguían luchando con ese coraje norteño del que todos hacíamos gala por sacar a sus familias adelante.
Fue durante la comida cuando vi a un niño pequeño con una espada de madera luchando contra todo aquello que se moviera.
Daba igual si era una baca, o si sus padres lo andaban a por agua o pellejos de vino, la espada la arrastraba como si fuera un apéndice de si mismo.
Ademas su vivo carácter, intrépido, alegre me llamaba la atención, quizás porque solo tenia hijas, quizás porque mi mujer llevaba en su interior a un bastardo pero mi propuesta quedó hecha en esa misma mesa.
Sus padres la aceptaron agradecidos, era el pequeño de siete, tenían hijos mayores para trabajar la granja y los campos y la idea de que se formara en mi castillo con los mejores maestros para convertirse en un guerreo era una oportunidad para el muchacho.
Valeria sonreía complacida, ahora que sabia que Orn vendría con nosotros lo miraba contemplando su cara sucia y el pelo que desordenado le caía por la frente como si nunca nadie lo hubiera peinado.
Acerqué mis labios a mi mujer, deposité en sus rojos un tibio beso que poco a poco tomó intensidad y despertó los aplausos de los norteños.
La hidromiel corría, las risas se sucedían y esta vez sentía que aunque mi mujer era parisina, hoy había encontrado su lugar entre los míos.
Con su dedo me señalaba todo aquello que le llamaba la atención, hasta pidió que detuviéramos el carruaje en alguna ocasión para recoger unas flores que quería para decorar los jardines de palacio.
Al ver como el norte le fascinaba, tiré de su cintura para subirla en mi regazo, susurraba en norteño el nombre de todas aquellas cosas que me señalaba como si fuera una niña.
Mis labios recorrían voraces su cuello, mordía el lóbulo de su oreja susurrándole en mi lengua lo que me apetecía hacerle en ese preciso instante.
Su risa escapaba de sus labios rojos muriendo contra los míos, entreabrí la boca dejando que su lengua jugara ansiosa con la mía.
Nuestras narices se acariciaban mientras mi mano ascendía por su muslo ascendiendo lentamente.
Turbia mi mirada se perdió en sus esmeraldas, tiré de su inferior atrapándolo entre mis dientes para después pasear mi lengua en una caricia tibia.
Bastante calientes por la intimidad que habíamos tenido en el carruaje llegamos a esa pequeña aldea que había al otro lado de las montañas.
Los aldeanos se acercaban incrédulos al ver bajar en sus humildes tierras a los condes del norte.
Los niños corrían a nuestro alrededor y las niñas jugaban a trenzar el pelo de mi mujer colocando flores blancas en cada mechón.
Nos invitaron a comer con ellos en una mesa de madera noble, donde cada uno aporto lo que tenia, con nada eran felices y aun dándome cuenta de todas sus carencias y de lo mal que subsistían a causa de los diezmos que el rey les imponía, seguían luchando con ese coraje norteño del que todos hacíamos gala por sacar a sus familias adelante.
Fue durante la comida cuando vi a un niño pequeño con una espada de madera luchando contra todo aquello que se moviera.
Daba igual si era una baca, o si sus padres lo andaban a por agua o pellejos de vino, la espada la arrastraba como si fuera un apéndice de si mismo.
Ademas su vivo carácter, intrépido, alegre me llamaba la atención, quizás porque solo tenia hijas, quizás porque mi mujer llevaba en su interior a un bastardo pero mi propuesta quedó hecha en esa misma mesa.
Sus padres la aceptaron agradecidos, era el pequeño de siete, tenían hijos mayores para trabajar la granja y los campos y la idea de que se formara en mi castillo con los mejores maestros para convertirse en un guerreo era una oportunidad para el muchacho.
Valeria sonreía complacida, ahora que sabia que Orn vendría con nosotros lo miraba contemplando su cara sucia y el pelo que desordenado le caía por la frente como si nunca nadie lo hubiera peinado.
Acerqué mis labios a mi mujer, deposité en sus rojos un tibio beso que poco a poco tomó intensidad y despertó los aplausos de los norteños.
La hidromiel corría, las risas se sucedían y esta vez sentía que aunque mi mujer era parisina, hoy había encontrado su lugar entre los míos.
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