AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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My Own Demon ~ Privado
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My Own Demon ~ Privado
Recuerdo del primer mensaje :
La verdad, por muy dura que sea, hay que afrontarla
Habían pasado varios meses desde la última vez que había visto a mí padre, un recuerdo amargo que me hacía pensar en lo injusta que era la vida aunque hubiera aprendido la lección hacía años, pero igualmente, parecía que nunca me cansaba de dejar que los golpes producidos por esta se colaran en mí vida… y me afectaran. Porque es precisamente lo que había pasado con mí padre, había dejado que aquello me marcara hasta un punto en el que había comenzado a sospechar que realmente me estaba volviendo loca.
Lo que yo pensaba o consideraba que era una ilusión, proyección o un trastorno retorcido de mí mente que me estaba llevando a la tortura, resultaba que en realidad no era tal y como había pensado; la triste realidad era que mí padre era un ser sobrenatural de la noche, un vampiro que tenía poderes –y no quería saber cuales eran aparte de haberme vuelto loca- y que se alimentaba de sangre de personas para poder subsistir. Algo que a día de hoy me costaba mucho asimilar, algo que cuando lo supe por primera vez algo dentro de mí quiso negarlo fervientemente… pero que sabía, en el fondo, que era verdad.
En su momento cuando Gael me lanzó aquella bomba informativa lo primero en lo que pensé era que no era cierto, que todo lo que me estaba diciendo era una vil mentira porque realmente no quería creerle pero… al final, con cada cosa que me iba diciendo lo veía más y más sentido, hasta que finalmente llegué a la conclusión de que por mucho que me doliera y fuera duro aceptar la verdad… la realidad era que mí padre era un vampiro, y nada iba a cambiar eso.
Tras aquella noche en que supe todo entendí muchas cosas que si Gael no me hubiera dicho que era vampiro, jamás habría llegado a entender. Como que estuviera tan frío, o que tuviera el mismo aspecto después de haber pasado dieciséis años tras la última vez que lo vi, esos ojos y el brillo que tenían… todo comenzaba a cuadrar en mí cabeza. También había pasado varios días en la biblioteca buscando más información de la que Gael me había dado, porque tampoco quería preguntarle a él demasiado y hablar del tema… todavía era duro. Había encontrado un libro que reflejaba y detallaba muchas cosas sobre los vampiros aunque todo estuviera clasificado como mito… pero las cosas cuadraban.
¿Qué iba a hacer si aparecía de nuevo? Porque sabía que tarde o temprano volvería de nuevo a mí vida, y no sabía realmente lo que debería de hacer cuando lo viera. El consejo de Gael de hacer como que no sabía nada y en cuanto amaneciera ir en su busca era algo que tenía presente, y ya dormía con Isis todas las noches por sí acaso pero… ¿sería yo capaz, sabiendo lo que era, de hacer como que no sabía nada? Iba a ser muy difícil y duro de eso no tenía duda alguna. Y rezaba porque no pasara nada con Alessia porque sino, entonces, no me lo iba a perdonar nunca.
Suspiré cansada dejando el libro que llevaba entre las manos en el sofá y miré por la ventana, el tiempo poco a poco iba mejorando y ya costaba más que se hiciera de noche. Aquel día Alessia no se encontraba bien y había decidido quedarme en casa con ella y ya llevaba varias horas durmiendo, yo sin embargo no podía dormir y había optado por leer un rato junto a Isis en el sofá. La miré a mí lado y acaricié su pelaje negro sintiendo como movía su cabeza, sin moverse siquiera, para mirarme con sus ojos azules y sonreí. Amaba a aquella perra.
-Vámonos a dormir, pequeña –desde que dormía conmigo había descubierto que a ella le encantaba dormir en mí cama y a mí, sobre todo, que durmiera conmigo. Era como un peluche viviente blandito y calentito que dormía pegada a mí y que me reconfortaba con su calor. Isis se levantó en el sofá estirándose y bajó de este moviendo la cola animada con que nos fuéramos a dormir. Dejé el libro en la estantería y la miré haciendo una seña para que me siguiera, nada más entrar en la habitación lo primero que hizo fue subirse a la cama y ponerse en el centro ocupando la mitad de esta a lo que me hizo reír. Me quité la bata que llevaba y sin pensarlo mucho más me tiré en la cama mirándola para que me hiciera hueco y al final, una vez tumbada, se tumbó delante de mí y comencé a acariciar de nuevo su pelo dejando un beso en su cabeza mientras me quedaba durmiendo.
La verdad, por muy dura que sea, hay que afrontarla
Habían pasado varios meses desde la última vez que había visto a mí padre, un recuerdo amargo que me hacía pensar en lo injusta que era la vida aunque hubiera aprendido la lección hacía años, pero igualmente, parecía que nunca me cansaba de dejar que los golpes producidos por esta se colaran en mí vida… y me afectaran. Porque es precisamente lo que había pasado con mí padre, había dejado que aquello me marcara hasta un punto en el que había comenzado a sospechar que realmente me estaba volviendo loca.
Lo que yo pensaba o consideraba que era una ilusión, proyección o un trastorno retorcido de mí mente que me estaba llevando a la tortura, resultaba que en realidad no era tal y como había pensado; la triste realidad era que mí padre era un ser sobrenatural de la noche, un vampiro que tenía poderes –y no quería saber cuales eran aparte de haberme vuelto loca- y que se alimentaba de sangre de personas para poder subsistir. Algo que a día de hoy me costaba mucho asimilar, algo que cuando lo supe por primera vez algo dentro de mí quiso negarlo fervientemente… pero que sabía, en el fondo, que era verdad.
En su momento cuando Gael me lanzó aquella bomba informativa lo primero en lo que pensé era que no era cierto, que todo lo que me estaba diciendo era una vil mentira porque realmente no quería creerle pero… al final, con cada cosa que me iba diciendo lo veía más y más sentido, hasta que finalmente llegué a la conclusión de que por mucho que me doliera y fuera duro aceptar la verdad… la realidad era que mí padre era un vampiro, y nada iba a cambiar eso.
Tras aquella noche en que supe todo entendí muchas cosas que si Gael no me hubiera dicho que era vampiro, jamás habría llegado a entender. Como que estuviera tan frío, o que tuviera el mismo aspecto después de haber pasado dieciséis años tras la última vez que lo vi, esos ojos y el brillo que tenían… todo comenzaba a cuadrar en mí cabeza. También había pasado varios días en la biblioteca buscando más información de la que Gael me había dado, porque tampoco quería preguntarle a él demasiado y hablar del tema… todavía era duro. Había encontrado un libro que reflejaba y detallaba muchas cosas sobre los vampiros aunque todo estuviera clasificado como mito… pero las cosas cuadraban.
¿Qué iba a hacer si aparecía de nuevo? Porque sabía que tarde o temprano volvería de nuevo a mí vida, y no sabía realmente lo que debería de hacer cuando lo viera. El consejo de Gael de hacer como que no sabía nada y en cuanto amaneciera ir en su busca era algo que tenía presente, y ya dormía con Isis todas las noches por sí acaso pero… ¿sería yo capaz, sabiendo lo que era, de hacer como que no sabía nada? Iba a ser muy difícil y duro de eso no tenía duda alguna. Y rezaba porque no pasara nada con Alessia porque sino, entonces, no me lo iba a perdonar nunca.
Suspiré cansada dejando el libro que llevaba entre las manos en el sofá y miré por la ventana, el tiempo poco a poco iba mejorando y ya costaba más que se hiciera de noche. Aquel día Alessia no se encontraba bien y había decidido quedarme en casa con ella y ya llevaba varias horas durmiendo, yo sin embargo no podía dormir y había optado por leer un rato junto a Isis en el sofá. La miré a mí lado y acaricié su pelaje negro sintiendo como movía su cabeza, sin moverse siquiera, para mirarme con sus ojos azules y sonreí. Amaba a aquella perra.
-Vámonos a dormir, pequeña –desde que dormía conmigo había descubierto que a ella le encantaba dormir en mí cama y a mí, sobre todo, que durmiera conmigo. Era como un peluche viviente blandito y calentito que dormía pegada a mí y que me reconfortaba con su calor. Isis se levantó en el sofá estirándose y bajó de este moviendo la cola animada con que nos fuéramos a dormir. Dejé el libro en la estantería y la miré haciendo una seña para que me siguiera, nada más entrar en la habitación lo primero que hizo fue subirse a la cama y ponerse en el centro ocupando la mitad de esta a lo que me hizo reír. Me quité la bata que llevaba y sin pensarlo mucho más me tiré en la cama mirándola para que me hiciera hueco y al final, una vez tumbada, se tumbó delante de mí y comencé a acariciar de nuevo su pelo dejando un beso en su cabeza mientras me quedaba durmiendo.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
- Mensajes : 928
Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: My Own Demon ~ Privado
Dejarte envolver por los recuerdos es revivir momentos felices, que quieres senitr en tu presente
Hablarle a mí padre sobre Alessia quería pensar que era algo bueno, en verdad, era la única razón por la que me levantaba cada día y seguía adelante. Desde que la conocí por primera vez hacía unos años supe que aquella joven, perdida en la vida, pasaría a formar parte de mí vida. En cierta manera me sentía identificada con ella, sabía lo que era estar en un lugar como aquel siendo tan joven, y por eso me ofrecí como su “guía” y más tarde le propuse vivir conmigo. Yo ya había vivido en un burdel y no era algo muy agradable… aquella joven necesitaba un hogar y sentir que pertenecía a un lugar, sentirse querida por alguien. Yo le di lo que, en mí momento, yo más había necesitado. Por eso la comprendía mejor que nadie.
El que me dijera aquello de ella me hizo sonreír, rogaba porque nada malo le pasara a ella porque sería como quitarme la mitad de mí vida. La consideraba como a una hermana para mí aunque el cariño y el amor que sentía por ella sobrepasaba esos términos. Si alguna vez le pasaba algo… no quería ni pensarlo, negué con la cabeza para desechar esos pensamientos y lo miré con una sonrisa.
-Ninguna de las dos estamos solas, y es una joven maravillosa, y la quiero demasiado –no me importaba admitirlo porque era totalmente cierto, se podía notar en el tono de mis palabras el cariño impreso que estas llevaban cuando hablaba de ella. Suspiré por sus palabras y bajé mí vista un momento al suelo para luego pasar a mirarlo- Todos morimos en aquel momento, no fue culpa de nadie –porque para mí aquello era totalmente cierto, había muerto cuando me separaron de ellos y así también esquivaba el hecho de que sabía lo que era. No era el momento, no ahora… ya vería cómo abordaba ese tema más adelante.
Ya le había dicho que iba a luchar por él, había deseado aquel momento durante muchos años y ahora que lo tenía delante de mí… ¿cómo negarme? No podía, aunque sabía lo que su condición implicaba… habría una forma que pudiéramos hacer con ello. Sabía que lo que era lo habría podido cambiar por completo, pero en el fondo, su esencia… esa que siempre había conocido, la de aquel hombre entregado a su familia, seguía ahí dentro. Si tenía que llegar hasta el fondo mismo de su alma… lo haría, sin duda alguna. Las dudas que había tenido respecto a él y lo que pudiera llegar a hacerme se estaban disipando. Tan sólo era un hombre que quería recuperar a su hija, ¿quién podía culparlo por aquello? Aunque no lo hizo bien al principio haciéndome ver que me estaba volviendo loca… no podía culparle. Había sido mucho tiempo separados y no sabía cómo hacerlo, pero ahora que estaba consciente de todo, que sabía lo que era, y que podíamos hablar tranquilamente… me daba cuenta de que todavía quedaban resquicios de aquel hombre, aquel humano, que había sido en otra época. Y mientras viera esas muestras que tenía de él… seguiría luchando por rescatarle del mismísimo fuego del infierno si hacía falta, nadie iba a hacer que cambiara de opinión respecto a eso.
Sentí que cogía mí muñeca después de haber cantado y me atraía hacia él pegándome a su pecho donde comenzó a abrazarme. Me dejé envolver por sus brazos y pasé los míos por su espalda escondiendo la cabeza en su pecho, dejándome envolver por recuerdos del pasado cuando justamente me escondía, tal cual estaba haciendo, en su pecho por cualquier motivo. Notaba su frialdad pero no me importó, hasta que él no dejó un beso en mí pelo y me separó me quedé ahí quieta.
Fue entonces cuando de improviso me cogió en brazos y comenzó a dar vueltas alrededor conmigo en brazos, haciendo que soltara un pequeño grito para pasar a reírme, e Isis comenzaba a dar vueltas alrededor de nosotros moviendo el rabo como si quisiera jugar también con nosotros. Reí por aquello llevando mi cabeza hacia atrás y negué con la cabeza, moviendo mis piernas como una niña pequeña todavía entre sus brazos y me mordí el labio sin dejar de sonreír- Las palabras mágicas… a ver, ¿cuáles eran? –Me hice la despistada durante un momento llevando un dedo a mis labios, haciendo como que me lo pensaba durante unos segundos - Ana behibak* –le respondí con una sonrisa, apoyando mi rostro en su hombro y cerrando los ojos dejándome llevar por los recuerdos.
*Te quiero
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
- Mensajes : 928
Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: My Own Demon ~ Privado
Podemos volver al punto de partida, de la mano… juntos.
En el instante en el que lo separaron de ellas, de aquel barco… murió. Tenía razón, los tres murieron, perecieron en ese barco en el que se condenaron. Él las condenó . Creyó que viajando tendrían una vida mejor y sin embargo, acabó firmando el final de su feliz vida. ¿Por qué lamentarse pudiendo crear otra diferente? Solo estarían los dos pero sería suficiente. Una nueva vida con su hija, lo único que le quedaba , salvo por algunos inconvenientes. Primero, debía conocerla, ya no era una niña, cambió a una mujer hermosa y que tenía toda la vida por delante.
Revivir el momento en el que la tomó en brazos, dando vueltas sin parar. Risas contagiosas, alegres como las del presente, las cuales se mezclaban con las del pasado. Sonrió ante sus palabras, dejándola en el suelo muy despacio, no sin antes dejar un beso en su mejilla y perder su nariz en su melena azabache, jazmín. Rió con ella, perdiéndose en su mirada, esa noche estaba siendo de lo más extraña pero tan memorable que le era incapaz de pensar en que en momentos se expondría al sol.
-Me ha gustado pasear, Naitiri -tomó sus manos con fragilidad, enredando sus dedos con los suyos, evitando que sus delicadas manos no cogiesen frío con su propio tacto. Debía de tener cuidado, no quería dañarla… parecía un niño pequeño que no sabía actuar - Lo siento. Aún no sé cómo hacer para… evitar esto, supongo que…es imposible -se inclinó para besar sus dedos y él, tan frío como el hielo… su aliento gélido -Tenemos que acostumbrarnos a ciertas cosas. Mi naturaleza es imposible olvidarla, aún no sé controlarla ¿me ayudarás…también? Sé que te pido mucho, demasiado -siseó, no quería hablar del tema…fastidiarlo así que le ofreció su brazo para seguir con el paseo, uno que no deseaba que acabase nunca.
-Me encargaré de que no duermas por las noches solo para que paseemos como hoy-sonrió, sonrisa que se congeló por unos segundos. Le estaba ocultando muchas cosas y no se lo merecía pero tampoco podía hacer nada al respecto, aún no estaba preparada para conocer la verdad…empezaría conociéndola, preguntándole cosas de su vida [color=white]-Por tu trabajo, conoces mucha gente me dijiste… ¿podría visitar el lugar? Para saber de ti… por dónde te mueves, con quién te relacionas y así podré saber a qué tengo que protegerte, si me dejas claro….aún así ya sabes que soy tu padre y es inevitable -Sigo con mi negocio. Abrí una tienda en el centro de la ciudad no hace mucho, mi labor de sastre ha mejorado con los años. Tengo clientela y espero tener más cuando cierta señora luzca el traje de noche que confeccioné. Me gustaría volver a nuestra tierra natal, allí hay telas de la más alta calidad y serían muy cotizadas, tengo pendiente ese viaje… podrías acompañarme, volver a casa… ¿qué me dices? Es precipitado pero serán unos meses, puedes volver a Paris y creo que ya estoy hablando demasiado, dando cosas por sentado. Puedes preguntarme cosas… algunas no te las podré contestar hasta que no sea el momento y…. mi niña, espero lo entiendas -la miró a los ojos y le sonrió de esa manera tierna, cercana…
-Ah...Ana Behivak...-susurró con voz aterciopelada, solo a ella... su única debilidad
En el instante en el que lo separaron de ellas, de aquel barco… murió. Tenía razón, los tres murieron, perecieron en ese barco en el que se condenaron. Él las condenó . Creyó que viajando tendrían una vida mejor y sin embargo, acabó firmando el final de su feliz vida. ¿Por qué lamentarse pudiendo crear otra diferente? Solo estarían los dos pero sería suficiente. Una nueva vida con su hija, lo único que le quedaba , salvo por algunos inconvenientes. Primero, debía conocerla, ya no era una niña, cambió a una mujer hermosa y que tenía toda la vida por delante.
Revivir el momento en el que la tomó en brazos, dando vueltas sin parar. Risas contagiosas, alegres como las del presente, las cuales se mezclaban con las del pasado. Sonrió ante sus palabras, dejándola en el suelo muy despacio, no sin antes dejar un beso en su mejilla y perder su nariz en su melena azabache, jazmín. Rió con ella, perdiéndose en su mirada, esa noche estaba siendo de lo más extraña pero tan memorable que le era incapaz de pensar en que en momentos se expondría al sol.
-Me ha gustado pasear, Naitiri -tomó sus manos con fragilidad, enredando sus dedos con los suyos, evitando que sus delicadas manos no cogiesen frío con su propio tacto. Debía de tener cuidado, no quería dañarla… parecía un niño pequeño que no sabía actuar - Lo siento. Aún no sé cómo hacer para… evitar esto, supongo que…es imposible -se inclinó para besar sus dedos y él, tan frío como el hielo… su aliento gélido -Tenemos que acostumbrarnos a ciertas cosas. Mi naturaleza es imposible olvidarla, aún no sé controlarla ¿me ayudarás…también? Sé que te pido mucho, demasiado -siseó, no quería hablar del tema…fastidiarlo así que le ofreció su brazo para seguir con el paseo, uno que no deseaba que acabase nunca.
-Me encargaré de que no duermas por las noches solo para que paseemos como hoy-sonrió, sonrisa que se congeló por unos segundos. Le estaba ocultando muchas cosas y no se lo merecía pero tampoco podía hacer nada al respecto, aún no estaba preparada para conocer la verdad…empezaría conociéndola, preguntándole cosas de su vida [color=white]-Por tu trabajo, conoces mucha gente me dijiste… ¿podría visitar el lugar? Para saber de ti… por dónde te mueves, con quién te relacionas y así podré saber a qué tengo que protegerte, si me dejas claro….aún así ya sabes que soy tu padre y es inevitable -Sigo con mi negocio. Abrí una tienda en el centro de la ciudad no hace mucho, mi labor de sastre ha mejorado con los años. Tengo clientela y espero tener más cuando cierta señora luzca el traje de noche que confeccioné. Me gustaría volver a nuestra tierra natal, allí hay telas de la más alta calidad y serían muy cotizadas, tengo pendiente ese viaje… podrías acompañarme, volver a casa… ¿qué me dices? Es precipitado pero serán unos meses, puedes volver a Paris y creo que ya estoy hablando demasiado, dando cosas por sentado. Puedes preguntarme cosas… algunas no te las podré contestar hasta que no sea el momento y…. mi niña, espero lo entiendas -la miró a los ojos y le sonrió de esa manera tierna, cercana…
-Ah...Ana Behivak...-susurró con voz aterciopelada, solo a ella... su única debilidad
Naeem Zahir*- Vampiro Clase Media
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Fecha de inscripción : 27/03/2016
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Re: My Own Demon ~ Privado
Porque eres lo más importante que hay en mí vida, y no voy a dejar que te vayas
Estaba recordando momentos muy bonitos de mí infancia en aquella noche y me alegraba poder volver a sacar a aquel hombre que siempre había estado en mí recuerdo y en mí memoria. Me gustaba verle sonreír de aquella manera, como lo hacía mucho tiempo atrás, su mirada tan penetrante y oscura como la mía… sí, me recordaba a ese padre que había echado mucho de menos y que había añorado cada día de mí vida. Me gustaba verlo así y esperaba verlo durante mucho tiempo más, tanto como pudiera.
Porque ahora que había visto que de aquella forma, como si recordando el pasado, cada vez fuera más y más aquel padre que siempre había estado en mí recuerdo… y lucharía fervientemente a cada segundo por traerlo de vuelta, y nada ni nadie me iba a hacer cambiar de opinión. Había estado muchos años sin él y ahora que la vida lo ponía de nuevo en mí camino no iba a dejar que se marchara de nuevo… la primera vez había dolido demasiado, no quería volver a pasar por lo mismo.
Era agradable poder estar así con él sin tener que pensar en lo que podía pasar o si podía quizás hacerme algo, ya temía que no iba a poder disfrutar de su compañía pero me alegraba enormemente el estar tan equivocada. No cambiaría para nada del mundo estos momentos que estaba pasando junto a él, porque pensé que jamás volvería a tenerlos. El que me contara historias, me levantara y girara conmigo en brazos… cosas que hacíamos cuando era pequeña y que había echado mucho de menos.
Sonreí cuando tomó mis manos entre las suyas y lo observé y me quedé pensando durante un momento, si él quizás, sabía que tenía noción de que era un vampiro. Actuaba como si yo lo supiera pero tampoco quería darle entender que así era, porque quizás podría preguntarme por qué o cómo lo sabía… y eso implicaría decirle que había sido un cazador quien me había dado esa información, y no estaba preparada para eso.
-Te ayudare en todo lo que pueda e iremos despacio… paso a poco, poco a poco. No tenemos ningún tipo de prisa, ahora has vuelto a mí vida, podemos disfrutar con calma todo el tiempo que tenemos por delante… no hay que preocuparse por ello –quise tranquilizarlo para que dejara de pensar en esas cosas, reí ante el comentario de que no dormiría por las noches y negué con la cabeza- No me importa pasear contigo por las noches como hacíamos cuando era pequeña… Isis vendrá con nosotros, así también podrá pasear –la miré de reojo, se había tumbado a una distancia prudente y me miraba con la lengua fuera, haciendo que me riera- pasa mucho tiempo en casa y me siento algo culpable, pero es adorable, como puedes ver. Es un amor de perra y la quiero con locura –por si acaso, quería dejarlo claro.
Sus siguientes palabras hicieron que me mordiera el labio, no podía llevarlo a mi lugar de trabajo porque no quería que supiera a lo que me dedicaba… así que quedaba descartado. La cuestión era, como hacía para que pensara que no podía venir, tenía que buscar una excusa lo suficientemente creíble como para que no resultara sospechosa. Suspiré y lo miré, mientras terminaba de pensar
-No creo que sea conveniente que vengas al lugar donde trabajo… es algo más complicado de lo que parece, pero no te preocupes, estoy bien y el trato con la gente es bueno. Sino no estaría allí –no iba a decirle que debía de pagar una deuda para salir de allí, porque sino, resultaría más sospechoso todavía- ¿Ir a Egipto de nuevo? Siempre tuve en mente que volvería de nuevo por algún motivo u otro, así que me gustaría volver de nuevo… tengo vagos recuerdos de ciertos lugares y me gustaría ir para visitarlos. –Sonreí- Me alegro de que sigas con el trabajo que tenías antes, estoy segura de que tendrás muchos clientes y que no tendrás problema por ello. ¿Dónde queda la tienda? –hice una leve pausa, entendía cuales eran las preguntas que no podría contestar, así que no se lo pondría difícil. Pero si tenía una en mente- ¿Sabes algo de… madre? –tenía miedo de escuchar esa respuesta. Sonreí ante sus últimas palabras, mirándole con una sonrisa que no cabía en mí rostro- Yo también te quiero, papá.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
- Mensajes : 928
Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: My Own Demon ~ Privado
Tu voz, la nana de mis sueños.
Cuando ibas demasiado deprisa , terminabas tropezándote y eso no iba a pasarles a ellos. Ahora que se habían encontrado, todo debía de encajar en su lugar despacio y sin prisa. Naitiri. El árbol de su vida, su jazmín particular. la flor resplandeciente del recuerdo de su esposa. ¿Y si pudiese cambiarlo? Tahirah viva, peinándola cada noche. Él vigilándola como estuvo hasta ahora para que no le pasase nada. Pequeños tesoros que ella terminaría regalándoles, sus propios hijos. Hijos de un hijo ¿qué más amor que ese?. Su futuro estaba tan repleto de cosas por vivir que lucharía a capa y espada para que viviría cada instante, no perdiese segundo alguno y fuese plenamente feliz.
La sonrisa del egipcio, se acentuó al oír que querría paseos como ese ¿cómo no iba a alegrarse? Sonrió de medio lado, acariciando fugazmente su mejilla y apenas sintiese su tacto, no quería asustarla más aunque él creyese que sospechaba de en lo que se había convertido. Esperaba impaciente la respuestas sobre las proposiciones de ir a Egipto, conocerla más, dónde se desenvolvía pero… no pareció estar lista en según que ámbitos, así que tan solo mantuvo la sonrisa y asintió, la respetaría.
-Iremos a Egipto, solo déjame mover unos hilos y en cuanto podamos ir… te prometo no solo los visitarás, no querrás irte de allí, tu tierra y tu casa -su tono de voz suave, acariciador…mostraba ese plan como algo imposible de rechazar. El lugar de donde venimos es sin duda, clave existencial en la vida. No perdió su vocación, sus antepasados se dedicaron a la sastrería y él seguía ejerciendo hasta el final de su existencia. Mostró una leve sonrisa y señaló calle arriba, la tienda no quedaba lejos.
-Apenas me mudé allí, la vivienda no es muy grande pero es perfecta para…sobrevivir. Además, estoy terminando de adornar la tienda, de abajo…si quisieras, si te gustase podrías ayudarme con ello, como cuando eras pequeña. Te encantaba estar por la tienda, con las telas, jugabas a disfrazarte… que era una princesa y yo siempre te decía que desde luego lo eras, la mía -rió por el recuerdo y negó con la cabeza, por primera vez, se echó hacia atrás la capucha para que ella pudiese apreciar su hermoso rostro, tal como lo recordaba -La tienda apenas acaba de despegar , todo como dices, ir poco a poco y…sobre madre…
¿Qué decir? No podía delatarse, buscó las palabras, debía de escabullir el tema, no engañarla pero tampoco podía contarle la verdad, una verdad a medias. La miró fijamente, apoyando una de sus manos en sus hombros, manteniendo contacto visual y directo con ella.
-Madre se fue, Naitiri, ya no pertenece a este mundo pero siempre…estará contigo y conmigo. Fue mi culpa, no la protegí…-“de mí mismo”, añadió a su propia mente, guardando esas palabras en el cajón de donde no deberían salir -Pásate por la tienda, por el día estoy allí, te haré un vestido nuevo…puedes elegir la tela que quieras y demás, te lo prometo -le ofreció su brazo para que esta vez, fuese ella quien le guiase…le perdiese donde la joven gustase, solo estaba allí para complacerla -Me encanta oírte decir que me quieres pero más… que me llames papá -aceleró el paso, quedando frente a ella y perder su mirada oscura en la ajena…solo quería oírlo una vez más -Vuelve a hacerlo, vuelve a llamarme…papá -sonrió, estaba desando volver a escucharla…era tan feliz en ese instante
Cuando ibas demasiado deprisa , terminabas tropezándote y eso no iba a pasarles a ellos. Ahora que se habían encontrado, todo debía de encajar en su lugar despacio y sin prisa. Naitiri. El árbol de su vida, su jazmín particular. la flor resplandeciente del recuerdo de su esposa. ¿Y si pudiese cambiarlo? Tahirah viva, peinándola cada noche. Él vigilándola como estuvo hasta ahora para que no le pasase nada. Pequeños tesoros que ella terminaría regalándoles, sus propios hijos. Hijos de un hijo ¿qué más amor que ese?. Su futuro estaba tan repleto de cosas por vivir que lucharía a capa y espada para que viviría cada instante, no perdiese segundo alguno y fuese plenamente feliz.
La sonrisa del egipcio, se acentuó al oír que querría paseos como ese ¿cómo no iba a alegrarse? Sonrió de medio lado, acariciando fugazmente su mejilla y apenas sintiese su tacto, no quería asustarla más aunque él creyese que sospechaba de en lo que se había convertido. Esperaba impaciente la respuestas sobre las proposiciones de ir a Egipto, conocerla más, dónde se desenvolvía pero… no pareció estar lista en según que ámbitos, así que tan solo mantuvo la sonrisa y asintió, la respetaría.
-Iremos a Egipto, solo déjame mover unos hilos y en cuanto podamos ir… te prometo no solo los visitarás, no querrás irte de allí, tu tierra y tu casa -su tono de voz suave, acariciador…mostraba ese plan como algo imposible de rechazar. El lugar de donde venimos es sin duda, clave existencial en la vida. No perdió su vocación, sus antepasados se dedicaron a la sastrería y él seguía ejerciendo hasta el final de su existencia. Mostró una leve sonrisa y señaló calle arriba, la tienda no quedaba lejos.
-Apenas me mudé allí, la vivienda no es muy grande pero es perfecta para…sobrevivir. Además, estoy terminando de adornar la tienda, de abajo…si quisieras, si te gustase podrías ayudarme con ello, como cuando eras pequeña. Te encantaba estar por la tienda, con las telas, jugabas a disfrazarte… que era una princesa y yo siempre te decía que desde luego lo eras, la mía -rió por el recuerdo y negó con la cabeza, por primera vez, se echó hacia atrás la capucha para que ella pudiese apreciar su hermoso rostro, tal como lo recordaba -La tienda apenas acaba de despegar , todo como dices, ir poco a poco y…sobre madre…
¿Qué decir? No podía delatarse, buscó las palabras, debía de escabullir el tema, no engañarla pero tampoco podía contarle la verdad, una verdad a medias. La miró fijamente, apoyando una de sus manos en sus hombros, manteniendo contacto visual y directo con ella.
-Madre se fue, Naitiri, ya no pertenece a este mundo pero siempre…estará contigo y conmigo. Fue mi culpa, no la protegí…-“de mí mismo”, añadió a su propia mente, guardando esas palabras en el cajón de donde no deberían salir -Pásate por la tienda, por el día estoy allí, te haré un vestido nuevo…puedes elegir la tela que quieras y demás, te lo prometo -le ofreció su brazo para que esta vez, fuese ella quien le guiase…le perdiese donde la joven gustase, solo estaba allí para complacerla -Me encanta oírte decir que me quieres pero más… que me llames papá -aceleró el paso, quedando frente a ella y perder su mirada oscura en la ajena…solo quería oírlo una vez más -Vuelve a hacerlo, vuelve a llamarme…papá -sonrió, estaba desando volver a escucharla…era tan feliz en ese instante
Naeem Zahir*- Vampiro Clase Media
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Re: My Own Demon ~ Privado
Las segundas oportunidades, solo pasan una vez en la vida
Las segundas oportunidades existían para enmendar los errores que se habían cometido la primera vez, darte cuenta de qué es realmente lo que querías, y podes disfrutar sabiendo que tenías una segunda oportunidad. Justo como nos estaba pasando a ambos, nos habíamos separado durante muchos años por circunstancias de la vida y ahora, esta misma, nos regalaba una segunda oportunidad para aprovechar todos los momentos que habíamos perdido y que habíamos añorado. Ahora teníamos el momento adecuado para hacerlo.
Y es lo que iba a hacer, pensaba aprovechar cada momento junto a él tanto como pudiera… si debían de ser en paseos por la noche no tendría ningún tipo de problema. Lo único que quería era recuperar el tiempo perdido y que nos habían robado de forma abrupta, olvidar aquellos años y que me contara más cosas sobre él. Antes lo había conocido como la niña pequeña que había sido, pero ahora quería conocerlo como la mujer que era… habían cosas que de niña, estaba segura, había pasado por alto.
Decía también que quería ir a Egipto, y yo hacía años que había pensado en volver también de nuevo. Se lo había dicho a Gael cuando me invitó a cenar a su casa y pasé allí la noche, que quería volver, aunque sabía que lo que él me dijo jamás se iba a cumplir porque era algo muy idílico… suspiré, volver con mí padre también sería algo muy bonito. aunque tenía varias dudas respecto a cómo podría viajar él, si no podía darle la luz, sería algo bastante complicado. La idea me gustaba, pero, ¿quedarme allí? No era algo que contemplara, había hecho ya mí vida aquí en París, y tenía a gente que me importaba como para perderla de vista para siempre; As, Gael, Alessia… eran los principales, no podía dejarlos atrás, de hecho, no quería.
-No tengo prisa para volver allí, ya había pensado hace tiempo en volver un día… -lo miré, mordiéndome el labio- pero dudo que me quede allí, aquí tengo a gente importante que adoro y que aprecio… gente a la que quiero y no me gustaría perder. Tengo mí vida hecha aquí, y me resultaría muy difícil dejarlos atrás –porque no iba a poder, era algo que tenía en mente. A ninguno de ellos.
No quería que se sintiera mal por mí confesión, pero era la verdad. Iría a Egipto de nuevo porque llevaba tiempo planeándolo, sola o acompañada, pero volvería a París porque aquí tenía mí vida hecha. Me faltaba poco para pagar mí deuda y ser libre, quería ser Egiptóloga y seguir los pasos de mí madre. Además, estaba Alessia ¿cómo podría irme y dejarla aquí sola? Jamás se me ocurriría tal cosa. Ni a Astrid. Ni a Gael. Simplemente no podía y mucho menos después de todo lo que estaba pasando.
Miré calle arriba mirando en la dirección que él estaba señalando y sonreí, los comienzos eran duros, pero lo ayudaría si estaba en mí mano. Reí ante aquel recuerdo de cuando cogía las telas y me las ponía como si fuera realmente una princesa, riéndome por lo bajo, porque era lo que solía hacer siempre que estaba en la tienda.
-Claro, te ayudaré en lo que pueda y esté en mí mano. Seguro que tendrás muchos clientes, recuerdo que eras muy bueno –y no lo decía porque fuera mí padre, sino porque realmente tenía muchos clientes cuando vivíamos en Egipto, de eso también me acordaba. Se quitó la capucha dejándome ver su rostro mejor bajo la luz de la luna y mis ojos buscaron los suyos… unos ojos iguales, unos ojos que brillaban de una forma algo diferente. Pensé qué era lo que estaría pasando, pues había tomado una pausa algo más larga de lo normal, y su mano en mí hombro me dijo que algo estaba pasando.
Escuchar sus primeras palabras… fue como un golpe demasiado duro para mí. Me rompió por dentro al darme cuenta de lo que significaba aquello realmente… jamás volvería a verla de nuevo, jamás podría tener una segunda oportunidad como había tenido con él. Sentí que una parte de mí se rompía en trocitos pequeñitos, como si con un cuchillo se hubieran encargado de destrozarlo… y no pude evitarlo, un par de lágrimas escaparon de mis ojos y sollocé. Pensar que quizás podría ser cierto era una cosa, pero que te lo confirmaran… había sido demoledor. La había perdido, para siempre, sin opción a poder verla de nuevo o recuperarla… la había perdido siquiera sin haber podido despedirme de ella… y como último recuerdo, ella gritando e intentando que no me alejaran de ella.
Cerré los ojos y me tapé el rostro con las manos mientras comenzaba a llorar delante de él lamentando su pérdida, pensando en que jamás volvería a verla, ni escuchar su voz, su risa… ni darme consejos como seguramente ella me diera mejor que nadie. Siempre había sospechado que quizás no estuviera viva… pero que me lo confirmaran había sido peor que cualquier cosa. Siempre había pensado que, en un futuro, quizás hasta pudiera encontrármela y que me aconsejara como solo una madre podía hacer… me había perdido tantas cosas, me habían arrebatado tanto de ella que hasta la había perdido para siempre. No era justo, no era para nada justo.
Mí ánimo descendió en sobremanera al saberlo y me quise reponer delante de él aunque sabía que debía de sacar lo que llevaba dentro, o me atormentaría el resto de mí vida. Limpié mí rostro de las lágrimas y lo miré… agradecía que me dijera la verdad a que me contara una vil mentira, lo prefería así que de otra forma. Intenté sonreír pero no fue una sonrisa sincera, estaba marcada por la tristeza que me embargaba en aquel momento y asentí a sus palabras.
Comencé a andar escuchando sus palabras que sonaban como si él estuviera a miles de kilómetros, como si fuera una voz que retumbara en mí cabeza cuando realmente estaba a mí lado, se separó de mí lado, se adelantó y me dijo que le dijera de nuevo aquellas palabras. El labio me temblaba y me lo mordí en un intento por controlar de nuevo las lágrimas, lo miré a los ojos e intenté que mi voz sonara algo firme aunque no sabía si lo iba a conseguir o no.
-Papá –fue lo único que pude decir, porque me abalancé sobre su pecho y escondí la cabeza en el, abrazándolo por la espalda, cerrando los ojos y llorando mientras me sentía rota y desolada por la noticia de mí madre. Había sido demasiado para mí.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Re: My Own Demon ~ Privado
Mi protección la tendrás siempre... te lo prometo.
Quizás, fue un error nombrar a Egipto en aquel paseo. No podían encontrarse de nuevo e intentar que fuese como lo fue en un pasado. Las cosas cambiaron, ella era ya mayor para tomar sus propias decisiones y si Paris la había acogido en su lecho, debía de aceptarlo aunque le costase horrores ¿cómo no iba a hacerlo? esa ciudad le brindó a su hija la oportunidad de volver a empezar ¿y si con él era lo mismo? Podía permanecer allí cierto tiempo, el suficiente como para rehacer su vida desde cero, como un emigrante más, con su propio negocio del que seguro daba sus frutos.
Su vida fue siempre la costura, la confección y la venta del género de telas. Podía ser una opción, una muy factible. Tendría que pensarlo, su vida siempre se ubicó en aquel lugar…Egipto. Era hora de cambiar y ella misma se lo estaba poniendo en bandeja sin proponerlo. Le mostró a la joven una tierna sonrisa, ella podía conocer esa mirada pensativa, barajaba posibilidades y ¿por qué no? había empezado con la tienda, si no iba bien…volvería a Egipto y demás, ahora que era un ser de la noche… podía ser cuanto quisiera.
-Comprendo que tengas aquí tu vida, la mía se quedó en Egipto y una parte de ella en donde he ido emigrando, dejé una mínima parte pero quieras o no cuando permaneces en un sitio que te agrada y te da tanto…te es imposible dejarlo-asintió comprensivo, buscando su mano y entrelazar sus dedos con los de su primogénita. El tacto frío no pudo controlarlo así que esperó a que ella dejase vencer la mano por si le incomodaba [/color]-por unos minutos, se quedó en silencio, el hecho de que ambos caminasen y aspirasen cada segundo que les quedaba…era una tortura.
Se mordió el labio inferior, se quedó sin saber qué decir al verla derrotada. Era mejor no se lo ocultase, una verdad a medias que le costaría asimilar a él mismo. ¿Cómo iba a decirle que fue por su culpa? Imposible. Sus orbes oscuras se oscurecieron por el recuerdo, la rabia que sentía por sí mismo al haber cometido esa atrocidad pero ¿qué hacer si fue engañado? Esa maldita mujer no solo le arrebató la vida, cambió la de tres personas y tendría su cruz para siempre…el haber matado a la mujer que amó con todo su ser, aún amaba. Suspiró, consolándola entre sus brazos, meciéndola entre sus brazos… mitigando su dolor como buenamente podía.
-Lo siento, mi niña pero si te lo ocultaba no podría seguir mirándote a los ojos. Yo no pude evitarlo, nos engañaron, te apartaron de nosotros y… hasta que no te encontré, creeme que me castigué lo suficiente. Lo siento, lo siento tanto de verdad. También la perdí y jamás podré volver a recuperarla… lo lamento. Ni mil cuchillos por todo mi cuerpo se iguala a lo mucho que me duele verte así pero prometo, no, te juro que te cuidaré, ahora y siempre…pase lo que pase. -besó su frente con infinita dulzura y la estrechó contra su cuerpo, volviendo a mecerla, igual que a como era pequeña.
-Hija. Deberías descansar…lo sé pero me gustaría tomarme un té rojo contigo, como cuando hacíamos antes aunque el mío lo tenga que pedir eespecial -rió por lo bajo, sin duda hacer chistes sobre eso, no sería el momento pero al menos…se sobrellevaba.
Lo que sentía por ella, nada ni nada iba a cambiarlo, nunca…jamás.
Quizás, fue un error nombrar a Egipto en aquel paseo. No podían encontrarse de nuevo e intentar que fuese como lo fue en un pasado. Las cosas cambiaron, ella era ya mayor para tomar sus propias decisiones y si Paris la había acogido en su lecho, debía de aceptarlo aunque le costase horrores ¿cómo no iba a hacerlo? esa ciudad le brindó a su hija la oportunidad de volver a empezar ¿y si con él era lo mismo? Podía permanecer allí cierto tiempo, el suficiente como para rehacer su vida desde cero, como un emigrante más, con su propio negocio del que seguro daba sus frutos.
Su vida fue siempre la costura, la confección y la venta del género de telas. Podía ser una opción, una muy factible. Tendría que pensarlo, su vida siempre se ubicó en aquel lugar…Egipto. Era hora de cambiar y ella misma se lo estaba poniendo en bandeja sin proponerlo. Le mostró a la joven una tierna sonrisa, ella podía conocer esa mirada pensativa, barajaba posibilidades y ¿por qué no? había empezado con la tienda, si no iba bien…volvería a Egipto y demás, ahora que era un ser de la noche… podía ser cuanto quisiera.
-Comprendo que tengas aquí tu vida, la mía se quedó en Egipto y una parte de ella en donde he ido emigrando, dejé una mínima parte pero quieras o no cuando permaneces en un sitio que te agrada y te da tanto…te es imposible dejarlo-asintió comprensivo, buscando su mano y entrelazar sus dedos con los de su primogénita. El tacto frío no pudo controlarlo así que esperó a que ella dejase vencer la mano por si le incomodaba [/color]-por unos minutos, se quedó en silencio, el hecho de que ambos caminasen y aspirasen cada segundo que les quedaba…era una tortura.
Se mordió el labio inferior, se quedó sin saber qué decir al verla derrotada. Era mejor no se lo ocultase, una verdad a medias que le costaría asimilar a él mismo. ¿Cómo iba a decirle que fue por su culpa? Imposible. Sus orbes oscuras se oscurecieron por el recuerdo, la rabia que sentía por sí mismo al haber cometido esa atrocidad pero ¿qué hacer si fue engañado? Esa maldita mujer no solo le arrebató la vida, cambió la de tres personas y tendría su cruz para siempre…el haber matado a la mujer que amó con todo su ser, aún amaba. Suspiró, consolándola entre sus brazos, meciéndola entre sus brazos… mitigando su dolor como buenamente podía.
-Lo siento, mi niña pero si te lo ocultaba no podría seguir mirándote a los ojos. Yo no pude evitarlo, nos engañaron, te apartaron de nosotros y… hasta que no te encontré, creeme que me castigué lo suficiente. Lo siento, lo siento tanto de verdad. También la perdí y jamás podré volver a recuperarla… lo lamento. Ni mil cuchillos por todo mi cuerpo se iguala a lo mucho que me duele verte así pero prometo, no, te juro que te cuidaré, ahora y siempre…pase lo que pase. -besó su frente con infinita dulzura y la estrechó contra su cuerpo, volviendo a mecerla, igual que a como era pequeña.
-Hija. Deberías descansar…lo sé pero me gustaría tomarme un té rojo contigo, como cuando hacíamos antes aunque el mío lo tenga que pedir eespecial -rió por lo bajo, sin duda hacer chistes sobre eso, no sería el momento pero al menos…se sobrellevaba.
Lo que sentía por ella, nada ni nada iba a cambiarlo, nunca…jamás.
Naeem Zahir*- Vampiro Clase Media
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Re: My Own Demon ~ Privado
Las caídas son grandes y duelen, pero el tiempo todo lo cura y calma
Sabía lo que podían significar aquellas palabras para él, sonaba como que quería volver a esa vida anterior que habíamos tenido, a esa vida que nos fue arrebatada hacía muchos años y que no habíamos podido vivir como el resto de las familias… pero era imposible. Visitar Egipto era algo que tenía pendiente desde hacía muchos años, no lo iba a negar, pero ¿volver allí de nuevo? No estaba preparada, y mucho menos, lo estaba para dejar atrás a tantas personas importantes que había conocido allí. Pese a que París no había sido mí lugar de preferencia… era lo que conocía.
Me había hecho con el idioma, con sus gentes, con sus calles, con sus costumbres… la sentía tan mí como sentía que lo era Egipto, porque jamás iba a renegar las raíces que corrían por mis venas… eso jamás podría hacerlo. Pero una cosa era visitarla por unos días, y ver cómo estaba todo aquello dejándome envolver por los recuerdos… y otra muy diferente era el volver para quedarme allí de por vida. No sabía si lo haría algún día, pero a día de hoy, no entraba en mis planes. Si él quería que lo acompañase no tendría problema alguno, iría con él, visitaríamos el lugar donde vivíamos… pero yo al menos volvería.
Lo contemplé durante algunos minutos en los que supe que estaba pensando en algo, reconocía sus gestos y sabía que algo se le estaba pasando por la mente, ¿qué es lo que sería? Su sonrisa me tranquilizó un poco, no quería que le sentara mal aquello que había dicho, pero era la verdad, y prefería decírselo ahora y que lo tuviera claro a que no pensara más adelante que podría irme con él a allí para quedarme. Suspiré ante sus palabras.
-Una parte de mí también se quedó allí, es algo que no puedo cambiar por mucho que quiera. Es algo que es parte de mí y que siempre la tendré por el resto de mí vida –me mordí el labio- pero ahora París es mí hogar, no negaré que a veces me han dado ganas de volver allí pero… ¿qué es lo que allí me queda? Por desgracia, nada. Aquí tengo una vida ya hecha, tengo a gente que me quiere y con la que soy feliz, tengo personas que son importantes para mí y me siento una más de ellos. París me acogió cuando no tenía sitio a donde ir, y es como mí segunda casa aunque nunca reniegue de mis verdaderas raíces… eso jamás pasará –hice una leve pausa- Entiendo que te sientas así porque yo en su momento también me pasó lo mismo, pero es acostumbrarte. Ahora me has encontrado y ya no estarás solo, porque yo estaré contigo. Te ayudaré con la tienda en todo lo que pueda aunque sé que no necesitas de mí ayuda… recuero lo gran sastre que eras –sonreí- te acostumbrarás al hecho de permanecer aquí, al menos no estás solo, me tienes a mí –porque a mí al principio me había resultado muy duro, pero ya estaba acostumbrada. No me había quedado de otra que hacerlo si quería seguir adelante.
Su siguiente confesión me había matado, había roto algo dentro de mí… una esperanza que siempre supe que era vana, pero que ahora lo sabía por completo. La idea de saber que la había perdido me mataba por dentro, no había podido despedirme de ella, ni volver a oír su voz, ni que me contara más historias como siempre me gustaba de pequeña ni… nada. Realmente nada. Uno de los mayores pilares de mí vida se había ido para siempre y jamás volvería a tenerlo de nuevo. La vida volvía a golpearme de nuevo, me traía a mí padre pero me quitaba a mí madre. Una de cal y otra de arena… como siempre hacía, jugaba a dos caras en una misma moneda y me acababa de dar otro palo muy duro.
Otra pérdida más, ¿cuántas pérdidas tendría que soportar? Seguramente ni llegara a saberlo realmente, lo único que me quedaba era mí padre y corría el temor y el miedo de que algún cazador me lo arrebatara también. No podría con ello si eso pasara, no podría soportar perderlo de nuevo. Me abracé a él buscando que me reconfortara tras saberlo mientras escuchaba sus palabras y mojaba la camisa que llevaba con mis lágrimas, dejando que me envolviera con sus brazos. Pensar que la había perdido era duro, pero aún más saber que mis temores eran ciertos… otra sorpresa más que la vida me había deparado. Una sorpresa amarga y dolorosa. Negué con la cabeza aún contra su pecho, por muy doloroso que hubiera sido lo prefería así.
-Prefiero que me lo hayas dicho a seguir alimentando una esperanza que jamás se llegaría a cumplir. En parte… dentro de mí, lo sospechaba. Pero no quería creerlo –porque él me había dado alguna pista al no nombrarla, al no decirme nada sobre ella… había sido extraño y revelador- Tú no tienes la culpa, no tienes la culpa de que nos separaran aquella vez y… -me callé, porque quería controlarme y que no me viera de esa forma aunque no podía evitarlo. Dejé que besara mi frente y me acunara como si fuera una niña pequeña, meciéndome entre sus brazos, mientras las lágrimas terminaban por recorrer mí rostro. Las limpié antes de separarme y alcé mí vista para verlo- Sí… debería de ir a dormir, aunque no creo que pueda –miré hacia atrás dándome cuenta de que Isis se había tumbado pero no apartaba la mirada de mí- Creo que voy a necesitar ese té para poder dormir -la cabeza no dejaba de pensar en miles de cosas y dudaba que en esas condiciones pudiera dormir- Venga, vamos –dije no muy convencida, trastocada todavía por la fatídica noticia que me había dado.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Re: My Own Demon ~ Privado
Mi existencia por tu protección para siempre.
Verla sufrir era algo que le sobrepasaba. Se juró, perjuró…miles de veces a sí mismo que no le causaría ningún pensar pero… imposible lograrlo cuando se trataba de su madre. Cómo no recordar aquella fatídica noche en la que las perdió a ambas, perdió a su otra mitad. Tahirah, la mujer de su vida, la madre de su Naitiri. ¿Cómo explicarle a su niña la cruda verdad? No sufrió, incluso se dejó hacer por él, confió en él hasta el último segundo de su vida, una vida que él mismo le arrebató. La amó y la amaría por siempre.
Un ser de la noche, carecía de sentimientos y él, se refugiaba en los recuerdos que conservaba de su humanidad. Asintió a cada una de sus palabras, la comprendía y eso no cambiaría. Odiaba tener que contarle una verdad a medias que pesaba en su conciencia. Él fue el causante de la muerte de su madre…pero si se lo decía lo odiaría para siempre.
-¿Me ayudarás? Perfecto. Cuando puedas, no tiene que ser a determinada hora ni momento del día, yo estaré allí, siempre serás bienvenida. Me gustará tenerte por allí, sabes que organizándolo todo soy un desastre, lo hacía tu madre, apuntaba los pedidos y demás. Y no se me olvida… te haré el traje más bonito de clase alta, las mejores telas, encajes, pedrerías…adornos. Brillarás como el jazmín que eres -le dedicó una sonrisa, acariciando fugazmente su mejilla y apartar su mano.
Nadie tenía la culpa del capricho de una mujer. Los tres pagaron el precio, él condenarse de por vida a ser inmortal. El precio a pagar fue la vida de su esposa y su recompensa…la tenía delante. Ahora sí que era fuerte, mucho más que siendo humano para protegerla y nada ni nadie iba a hacerle daño a lo único que le quedaba. Daría su existencia tan solo por su bienestar, fue algo que se juró mentalmente.
-Una buena elección. Seguro que el té rojo con esencia te relaja. -esperó que le tomase del brazo para reanudar el paso. ¿Qué mejor lugar para tomar el té que en su propia morada? No quedaba lejos, a unos veinte minutos andando. Para que saliese el sol quedaba mucho, les daría tiempo de sobra tomar ese té y ella volviese a casa cuando los primeros rayos del sol hiciesen aparición.
Durante el camino, no dijo nada, disfrutaba de su presencia y compañía. Sin más, se detuvo de golpe frente a una casa de dos plantas. Madre selva en mitad de la fachada, una puerta enorme oscura de madera daban paso a su tan lujosa morada, perfecta para la tienda y demás. Le dejó que pasase junto al can y se adelantó para guiarla por las escaleras a la primera planta.
-Cuidado no te tropieces en el úl…-antes de que tan siquiera hiciese ademán de caerse, la tenía sujeta de la cintura, aferrada para que no le pasase nada. El interior de la casa, era semejante y familiar al de su antigua casa, Naitiri pudo apreciar las alfombras, los muebles oscuros, el olor de las esencias y el del té que él preparaba. Dispuso la taza de la joven frente a ella y el azúcar para que se echase al gusto solo que…él se adelantó -Una cucharada y media, no se me olvida.- el té rojo , el aroma de su casa…el de ambos. Se sentó frente a ella, admirándola…sin creerse aún que estaba frente a él.
Verla sufrir era algo que le sobrepasaba. Se juró, perjuró…miles de veces a sí mismo que no le causaría ningún pensar pero… imposible lograrlo cuando se trataba de su madre. Cómo no recordar aquella fatídica noche en la que las perdió a ambas, perdió a su otra mitad. Tahirah, la mujer de su vida, la madre de su Naitiri. ¿Cómo explicarle a su niña la cruda verdad? No sufrió, incluso se dejó hacer por él, confió en él hasta el último segundo de su vida, una vida que él mismo le arrebató. La amó y la amaría por siempre.
Un ser de la noche, carecía de sentimientos y él, se refugiaba en los recuerdos que conservaba de su humanidad. Asintió a cada una de sus palabras, la comprendía y eso no cambiaría. Odiaba tener que contarle una verdad a medias que pesaba en su conciencia. Él fue el causante de la muerte de su madre…pero si se lo decía lo odiaría para siempre.
-¿Me ayudarás? Perfecto. Cuando puedas, no tiene que ser a determinada hora ni momento del día, yo estaré allí, siempre serás bienvenida. Me gustará tenerte por allí, sabes que organizándolo todo soy un desastre, lo hacía tu madre, apuntaba los pedidos y demás. Y no se me olvida… te haré el traje más bonito de clase alta, las mejores telas, encajes, pedrerías…adornos. Brillarás como el jazmín que eres -le dedicó una sonrisa, acariciando fugazmente su mejilla y apartar su mano.
Nadie tenía la culpa del capricho de una mujer. Los tres pagaron el precio, él condenarse de por vida a ser inmortal. El precio a pagar fue la vida de su esposa y su recompensa…la tenía delante. Ahora sí que era fuerte, mucho más que siendo humano para protegerla y nada ni nadie iba a hacerle daño a lo único que le quedaba. Daría su existencia tan solo por su bienestar, fue algo que se juró mentalmente.
-Una buena elección. Seguro que el té rojo con esencia te relaja. -esperó que le tomase del brazo para reanudar el paso. ¿Qué mejor lugar para tomar el té que en su propia morada? No quedaba lejos, a unos veinte minutos andando. Para que saliese el sol quedaba mucho, les daría tiempo de sobra tomar ese té y ella volviese a casa cuando los primeros rayos del sol hiciesen aparición.
Durante el camino, no dijo nada, disfrutaba de su presencia y compañía. Sin más, se detuvo de golpe frente a una casa de dos plantas. Madre selva en mitad de la fachada, una puerta enorme oscura de madera daban paso a su tan lujosa morada, perfecta para la tienda y demás. Le dejó que pasase junto al can y se adelantó para guiarla por las escaleras a la primera planta.
-Cuidado no te tropieces en el úl…-antes de que tan siquiera hiciese ademán de caerse, la tenía sujeta de la cintura, aferrada para que no le pasase nada. El interior de la casa, era semejante y familiar al de su antigua casa, Naitiri pudo apreciar las alfombras, los muebles oscuros, el olor de las esencias y el del té que él preparaba. Dispuso la taza de la joven frente a ella y el azúcar para que se echase al gusto solo que…él se adelantó -Una cucharada y media, no se me olvida.- el té rojo , el aroma de su casa…el de ambos. Se sentó frente a ella, admirándola…sin creerse aún que estaba frente a él.
Naeem Zahir*- Vampiro Clase Media
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Re: My Own Demon ~ Privado
El aroma que me trae recuerdos de la niñez
Una vez el estupor de la fatídica noticia había pasado me separé de él, me había recordado a cuando era una niña pequeña, me tropezaba por la calle y corría a refugiarme en su pecho mientras me dejaba mecer y acunar por él, acariciando mí cabello para tranquilizarme… justo como estaba haciendo ahora. Era bonito poder volver a recordar esas cosas juntos, aunque solamente fuer en mí memoria… recuerdos que con el paso del tiempo habían quedado en el cajón del olvido, en un rincón, pero que siempre estarían ahí y de los que siempre recordaría llegado el momento. Fui feliz en mí infancia, y quería recuperar al máximo el tiempo perdido.
Lo miré con una sonrisa en los labios ante que tenía que ayudarlo y que era bienvenida en la tienda, no importara le momento en el que fuera. Sabía que él estaría mayormente por las noches, porque de día dudaba de que estuviera… así que, me pasaría alguna noche por allí y le ayudaría. Además quería ver el sitio que había conseguido y el recuerdo que tenía de él como sastre era de niña, cuando me paseaba por la tienda con las telas a modo de vestido como si fuera realmente una princesa. Cerré los ojos unos instantes ante el roce de su mano en mí mejilla y me mordí el labio.
-Esta vez prometo no jugar con tus telas como si fueran vestidos mágicos que me hacían parecer una princesa –reí entre dientes- el vestido que hagas seguro que es precioso y que será mejor que el de cualquier princesa, no tengo ninguna duda. –Lo miré tras sus palabras y cuando me ofreció el brazo con la invitación del té… no pude rechazarla. Tomé su brazo y me dejé guiar por él mientras Isis nos seguía a mí lado andando tranquilamente a nuestro ritmo. Cuando se paró de golpe observé la casa que tenía ante mis ojos, con aquella fachada envuelta por aquella planta que la hacía lucir tan verde, abrió dejando que pasara dentro y nos encaminamos hacia la planta superior. Antes de que siquiera pudiera escuchar su advertencia mientras subía… tropecé, justo en el escalón que él me quería avisar, pero fue tarde y si no llega a ser porque sus reflejos actuaron con rapidez cogiéndome de la cintura… había sido un buen golpe.
Le sonreí tras haberme cogido y con cuidado subí el último peldaño que me quedaba mientras Isis ya estaba arriba olisqueando todo y merodeando por el lugar. No sabía que viviría en la planta de arriba pero la verdad es que nada más entrar y ver aquel lugar en particular… contuve la respiración.
Los recuerdos acudieron a mí mente conforme más y más miraba aquel lugar y podía reconocer cada palmo, cada rincón… parecía, realmente nuestra casa. Por un momento me vi transportada a Guiza donde vivíamos, a aquella casa donde había pasado ocho maravillosos años de mí vida y de la que jamás podría olvidarme. El olor que había en la estancia era lo que más recuerdos me traían, recordaba que a Tahirah le gustaba aquel olor y siempre hacía porque la casa estuviera así.
La recorrí con mis ojos y pasé a andar por ella mientras observaba todo y mí padre era un mudo espectador de lo que estaba pasando; ¿lo habría hecho aposta? Si era así había recreado la casa casi a la perfección… muebles, alfombras, absolutamente todo era tal cual lo recordaba. Lo miré mientras él pasaba a la cocina a preparar el té y me senté a esperar que estuviera listo mientras Isis se ponía a mí lado y dejaba apoyada su cabeza en mí pierna para que le rascara. Cuando salió dejando la taza frente a mí iba a ponerme el azúcar cuando… él se adelantó, poniendo la cantidad que siempre solía ponerme.
-Veo que te acuerdas de eso también –sonreí sin poder evitarlo. Era tan extraño tenerlo sentado frente a mí en su casa, tomando té, como si fuera un día cualquiera de nuestras vidas y no hubiera pasado toda aquella tragedia y haber sufrido aquel dolor. Cogí la taza con mis manos, dejando que su calor me envolviera, esperando a que se enfriara lo justo para poder dar el primer sorbo mientras removía con la cuchara- ¿Tú no tomas té? –Pregunté observándole- Por cierto, una casa preciosa. ¿Cómo has hecho para conseguir que sea tan… real? Si cerrara los ojos y me dejara envolver por el aroma juraría que estamos allí, en Guiza, tomando té tranquilamente junto a madre -me mordí el labio, no quería recordarla y que la tristeza volviera de nuevo a mí por lo que cambié de tema- ¿Cuándo tienes pensado abrir la tienda?
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Re: My Own Demon ~ Privado
Recordar no es mirar al pasado, es abrir una ventana al presente y crear nuevos recuerdos.
Los recuerdos de la niñez de Naitiri, le llevaban a un pasado realmente feliz y pleno, cualquier hombre quisiera soñar con tener algo remotamente parecido. Estar con ella era un revuelo de sentimientos y recuerdos olvidados, solo con mirarla los veía tan reales como su hija ante él. Qué recuerdos, qué vida tuvo y aunque fue efímera, fue intensa y memorable. La tenía a ella pero a no a su esposa y jamás la tendría, un vacío que jamás nadie ni nada llenaría pues Tahirah fue única y podían pasar miles de años, ser eterno por siempre que jamás…la olvidaría.
El hecho de que estuviesen en la casa que tan parecida era a la del pasado, aquella en el que fueron tan feliz…no solo era extraño. No podía dejar de observarla, cada gesto y movimiento, estaba completamente seguro que terminaría llevándola una vez más a su niñez. No podía devolverle a su madre, tampoco volver al pasado y evitar lo que ocurrió. De alguna manera, le estaba regalando nuevos recuerdos, pequeños regalos que a él no le suponían gran esfuerzo pero sí que eran de lo más significativos.
-Me acuerdo de muchas y tantas cosas que te sorprenderías - medio sonrió, deslizando suavemente el platito con la taza hacia ella para que lo tomase y lo degustase. Le había echado un par de anís estrellado para darle un toque aromático y con sabor. Esperó a que lo degustase y sonrió. Igual que el que le hacía a su madre, el olor de cada noche antes de irse a dormir, las costumbres no se perdían y ese fue un claro ejemplo -No, no me apetece. Prefiero lo tomes tú y tranquila, no tiene nada extraño -comprendería que no se fiase al cien por cien, era lo suficientemente inteligente para saber que ella lo pensó -Simplemente, la adorné a mi gusto… al que siempre he tenido, algunas cosas no cambian nunca…ni las personas aunque se supone que no soy el mismo que recuerdas -
Se acomodó en el sofá, dejando apoyar la espalda en el sofá y cerrar los ojos, no respondiendo aún sobre la pregunta de la tienda pues ya se lo había comentado cuando paseaban. Se encogió de hombros, buscando su mirada, transmitiéndole ese aura de confianza en la que sin duda no podía pasarle nada a su lado.
-La abrí hace no mucho, unas semanas…suelo trabajar en cuanto se pone el sol -señaló al piso de abajo e hizo un gesto con la cabeza -Abajo está el taller y al fondo… el almacén de telas, iba a buscar una ayudante pues se empieza a hacer famoso mi trabajo y tengo varios trabajos que me llevaran algo más de tiempo -sonrió, encogiéndose de hombros, ya se lo había pedido pero no iba a embaucarla si ella no se ofrecía no iba a pedírselo…tenía su trabajo y lo comprendía, esas horas para dormir -El color que te vendría perfecto sería el rojo o el verde, pero bueno…eso ya veremos, te acompañaré a casa cuando gustes y solo tú serás la única quien decidirá si quiere que nos veamos o no, no tiene que ser a cada hora… puede ser una o dos veces a la semana, como desees pero… no me pidas que deje de verte, no podría soportarlo… -de nuevo ese miedo, esa sombra de locura en su mirada… qué pasaría si le pidiese tal cosa.
Los recuerdos de la niñez de Naitiri, le llevaban a un pasado realmente feliz y pleno, cualquier hombre quisiera soñar con tener algo remotamente parecido. Estar con ella era un revuelo de sentimientos y recuerdos olvidados, solo con mirarla los veía tan reales como su hija ante él. Qué recuerdos, qué vida tuvo y aunque fue efímera, fue intensa y memorable. La tenía a ella pero a no a su esposa y jamás la tendría, un vacío que jamás nadie ni nada llenaría pues Tahirah fue única y podían pasar miles de años, ser eterno por siempre que jamás…la olvidaría.
El hecho de que estuviesen en la casa que tan parecida era a la del pasado, aquella en el que fueron tan feliz…no solo era extraño. No podía dejar de observarla, cada gesto y movimiento, estaba completamente seguro que terminaría llevándola una vez más a su niñez. No podía devolverle a su madre, tampoco volver al pasado y evitar lo que ocurrió. De alguna manera, le estaba regalando nuevos recuerdos, pequeños regalos que a él no le suponían gran esfuerzo pero sí que eran de lo más significativos.
-Me acuerdo de muchas y tantas cosas que te sorprenderías - medio sonrió, deslizando suavemente el platito con la taza hacia ella para que lo tomase y lo degustase. Le había echado un par de anís estrellado para darle un toque aromático y con sabor. Esperó a que lo degustase y sonrió. Igual que el que le hacía a su madre, el olor de cada noche antes de irse a dormir, las costumbres no se perdían y ese fue un claro ejemplo -No, no me apetece. Prefiero lo tomes tú y tranquila, no tiene nada extraño -comprendería que no se fiase al cien por cien, era lo suficientemente inteligente para saber que ella lo pensó -Simplemente, la adorné a mi gusto… al que siempre he tenido, algunas cosas no cambian nunca…ni las personas aunque se supone que no soy el mismo que recuerdas -
Se acomodó en el sofá, dejando apoyar la espalda en el sofá y cerrar los ojos, no respondiendo aún sobre la pregunta de la tienda pues ya se lo había comentado cuando paseaban. Se encogió de hombros, buscando su mirada, transmitiéndole ese aura de confianza en la que sin duda no podía pasarle nada a su lado.
-La abrí hace no mucho, unas semanas…suelo trabajar en cuanto se pone el sol -señaló al piso de abajo e hizo un gesto con la cabeza -Abajo está el taller y al fondo… el almacén de telas, iba a buscar una ayudante pues se empieza a hacer famoso mi trabajo y tengo varios trabajos que me llevaran algo más de tiempo -sonrió, encogiéndose de hombros, ya se lo había pedido pero no iba a embaucarla si ella no se ofrecía no iba a pedírselo…tenía su trabajo y lo comprendía, esas horas para dormir -El color que te vendría perfecto sería el rojo o el verde, pero bueno…eso ya veremos, te acompañaré a casa cuando gustes y solo tú serás la única quien decidirá si quiere que nos veamos o no, no tiene que ser a cada hora… puede ser una o dos veces a la semana, como desees pero… no me pidas que deje de verte, no podría soportarlo… -de nuevo ese miedo, esa sombra de locura en su mirada… qué pasaría si le pidiese tal cosa.
Naeem Zahir*- Vampiro Clase Media
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Re: My Own Demon ~ Privado
Siempre nos tendremos el uno al otro
La casa era tan parecida a la que habíamos tenido en Giza que realmente si cerraba los ojos, y me dejaba llevar y envolver por el aroma que había en ella, el té que me había preparado y su voz… era como si volviese al pasado, como si nada de lo que nos ocurrió sucediera realmente. Yo seguía con esos ocho años llenos de inocencia pura, mí madre seguramente estaría trabajando en alguna de las pirámides y mí padre estaría en la tienda, trabajando, y yo estaría con él mientras jugaba con las telas e imaginaba que era toda una princesa, jugando divertida y corriendo de un lado para otro siendo feliz.
Me mordí el labio ante aquellos pensamientos y cerré los ojos unos segundos, cuánto había echado de menos algo como aquello, tenerles cerca, sentir su calor, oír su voz… pensar que seguían ahí conmigo. Suspiré abriendo los ojos no queriendo que mis pensamientos enturbiaran de nuevo el momento, bastante lo había sido cuando me había dicho que mí madre estaba… no quería ni volver a pensarlo.
Cogí la taza que había preparado y olí su aroma… como siempre la había tomado, aquello me hizo volver a sonreír de nuevo y la cogí entre mis manos, dejando que su calor llegara hasta ellas y las calentara un poco, todavía hacía un poco de frío por la noche pese a que por el día se empezaba a notar ya el calor que llegaba de la primavera. Di un primer sorbo y cerré los ojos, estaba realmente delicioso.
-Está muy bueno –dije mirándolo, viendo que Isis se tumbaba en el suelo al lado del sofá, y escuché sus palabras- Siempre has tenido un gusto muy bueno, por eso también eres tan bueno haciendo trajes… la casa te ha quedado preciosa –le sonreí dando otro sorbo a la taza de té, hacía tiempo que no tomaba un té como ese, con ese toque tan característico que siempre le daba él, sus tés siempre solían oler de igual forma igual que cuando se los hacía a mí madre cuando yo era pequeña. Volvía a decirme que no era el mismo hombre de siempre, y supe a lo que se refería, ¿cuándo le diría… que sabía lo que era? Todavía no, no era el momento de estropear algo tan bonito como lo era aquello. Quería ver si podía salvar a aquel hombre, de devolverlo a la forma que él era… sabía que su condición no podría ser cambiada, pero su interior sí. Aunque él no quisiera verlo su alma todavía estaba ligada a él, y si podía rescatarlo del mismo infierno… iría sin pensármelo- Yo tampoco soy la misma que recuerdas, papá, también he cambiado –y no sólo físicamente, él seguía teniendo de mí esa noción de niña pequeña de ocho años… pero aquella niña murió hace mucho tiempo.
Lo miré sentarse en el sofá y escuché sus palabras mientras terminaba de tomarme el té, estaba claro que tendría que trabajar de noche puesto que de día sería mortal para él, me mordí el labio cuando dijo lo de contratar a alguien… yo podría ayudarlo, pero quizás un par de horas al día. Dado el trabajo que tenía las noches las tenía muy limitadas y por él día estar con él iba a ser casi imposible. Me reí entre dientes cuando dijo lo de mí color, el rojo era uno de los colores que me quedaban bien, a decir verdad.
-Me gusta cómo me queda el rojo, y el azul también… resaltan con mí tono de piel –le sonreí, ladeando un poco la cabeza- podría ayudarte algunos días que tenga más tiempo libre, como sé donde está la tienda, podría pasarme para echarte una mano de vez en cuando, siempre me ha gustado ver como trabajas y creas esos magníficos trajes –me levanté dejando la taza ya terminada y me dirigí donde estaba él sentándome a su lado, pero con las piernas encima del sofá dobladas, y recostando mí cabeza en su hombro, cerrando los ojos unos instantes- No quiero que dejemos de vernos, hemos pasado muchos años separados y lo único que quiero es recuperar todo ese tiempo perdido –dije sin mirarlo todavía con los ojos cerrados, me acomodé mejor sobre él dejando que mí cabeza esta vez quedara recostada en su pecho y suspiré… como cuando era pequeña y me recostaba sobre él antes de irme a dormir dejando que me acariciara el pelo repetidas veces- Mí tiempo es un poco… limitado, pero no te preocupes, podremos vernos al menos un par de veces a la semana por la noche. Si vas a estar aquí, me pasaré por la tienda a hacerte una visita, así sé seguro que puedo encontrarte. ¿Te parece bien?
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Re: My Own Demon ~ Privado
La magia necesaria para volver al pasado es simple, cierra los ojos y déjate llevar.
Momentos perdidos, encontrados en aquel hogar. Uno nuevo pero tan similar al que dejaron atrás. Todo cuidado al más absoluto de los detalles, entrar allí…como si el tiempo se hubiese parado para ambos y en realidad, así era en cierto modo. Él, no podía dejar de observarla, seguía en según qué instantes…recordándole a Tahirah y otros, era su hija querida, aquella a la que nada ni nadie debía ni se atreviese a tan solo pensar en acercarse con malas intenciones.
-Lo sé, hemos cambiado pero seguimos aquí, pese a todo ¿no? -en sus labios, se formó una breve sonrisa leve, repleta de melancolía. Tenerla allí, bajo su techo, le hacía revivir su pasado, quién fue y ya no sería jamás. Por unos segundos, desvió la mirada hacia la vidriera. Estaba totalmente expuesto, en poco amanecería. Se levantó a correr la cortina, quedando espaldas a ella. Jamás le obligaría hacer nada que no le agradase, nunca.
-Sería maravilloso te pasaras, suelo estar allí como te dije…solo tienes que buscarme -volvió a su asiento, seguía siendo extraño…esa noche en sí fue todo un descubrimiento para él. a cada segundo era como si nada hubiese cambiado cuando en realidad… ya nada sería como antes, ni ellos mismos, ni la situación en sí. Sumergido en sus pensamientos, no se percató lo próxima que estaba.
Se dejó vencer la espalda en el sofá, dejando que ella tomase la postura que más le agradase, más cómoda le resultase. Sí, tenerla cerca era demasiado tentador para sus instintos pero… también era su hija. eso jamás nadie iba a cambiarlo. La presión de la cabeza de su pequeña, el olor que desprendía su cabello… aún fresco aroma por la flor de jazmín, lo relajó y se olvidó de prácticamente todo. Sus dedos, se movieron ligeramente entre sus ondas azabaches, hundiéndose en aquel mar negro delicioso. Masajeándola , dejando que sus yemas jugasen en su larga cabellera.
-No te ocurrirá nada, te protegeré aunque me cueste mi propia existencia eso quiero…que lo tengas siempre presente -apenas fue un susurro, uno acariciador que apenas dejó que ella contestase. Sus labios, se dirigieron a la mejilla de la joven, dejando un beso sentido, labios gélidos pero plagados del más absoluto cariño -Nada te ocurrirá, mi pequeño jazmín…-murmuró contra su piel, dejando escapar un quejido de incertidumbre…temió perderla una vez más.
Volvió a dejarse vencer en el sofá, sin dejar de acariciar su cabello negro. Pensaba, tendría que mandar a algunos de sus neófitos para que siguiesen sus pasos nada ni nadie se le ocurriese tan siquiera pensar nada sobre ella.
-Me gustaría hacerte un vestido especial, sé que suelen haber fiestas de la alta sociedad y tú, al ser de ese estatus…necesitarás uno ¿quieres? Empezaremos cuando desees, lo elegirás y yo… haré que realmente te sientas, como la princesa que eres -volvía a brillar la luz de padre…
Momentos perdidos, encontrados en aquel hogar. Uno nuevo pero tan similar al que dejaron atrás. Todo cuidado al más absoluto de los detalles, entrar allí…como si el tiempo se hubiese parado para ambos y en realidad, así era en cierto modo. Él, no podía dejar de observarla, seguía en según qué instantes…recordándole a Tahirah y otros, era su hija querida, aquella a la que nada ni nadie debía ni se atreviese a tan solo pensar en acercarse con malas intenciones.
-Lo sé, hemos cambiado pero seguimos aquí, pese a todo ¿no? -en sus labios, se formó una breve sonrisa leve, repleta de melancolía. Tenerla allí, bajo su techo, le hacía revivir su pasado, quién fue y ya no sería jamás. Por unos segundos, desvió la mirada hacia la vidriera. Estaba totalmente expuesto, en poco amanecería. Se levantó a correr la cortina, quedando espaldas a ella. Jamás le obligaría hacer nada que no le agradase, nunca.
-Sería maravilloso te pasaras, suelo estar allí como te dije…solo tienes que buscarme -volvió a su asiento, seguía siendo extraño…esa noche en sí fue todo un descubrimiento para él. a cada segundo era como si nada hubiese cambiado cuando en realidad… ya nada sería como antes, ni ellos mismos, ni la situación en sí. Sumergido en sus pensamientos, no se percató lo próxima que estaba.
Se dejó vencer la espalda en el sofá, dejando que ella tomase la postura que más le agradase, más cómoda le resultase. Sí, tenerla cerca era demasiado tentador para sus instintos pero… también era su hija. eso jamás nadie iba a cambiarlo. La presión de la cabeza de su pequeña, el olor que desprendía su cabello… aún fresco aroma por la flor de jazmín, lo relajó y se olvidó de prácticamente todo. Sus dedos, se movieron ligeramente entre sus ondas azabaches, hundiéndose en aquel mar negro delicioso. Masajeándola , dejando que sus yemas jugasen en su larga cabellera.
-No te ocurrirá nada, te protegeré aunque me cueste mi propia existencia eso quiero…que lo tengas siempre presente -apenas fue un susurro, uno acariciador que apenas dejó que ella contestase. Sus labios, se dirigieron a la mejilla de la joven, dejando un beso sentido, labios gélidos pero plagados del más absoluto cariño -Nada te ocurrirá, mi pequeño jazmín…-murmuró contra su piel, dejando escapar un quejido de incertidumbre…temió perderla una vez más.
Volvió a dejarse vencer en el sofá, sin dejar de acariciar su cabello negro. Pensaba, tendría que mandar a algunos de sus neófitos para que siguiesen sus pasos nada ni nadie se le ocurriese tan siquiera pensar nada sobre ella.
-Me gustaría hacerte un vestido especial, sé que suelen haber fiestas de la alta sociedad y tú, al ser de ese estatus…necesitarás uno ¿quieres? Empezaremos cuando desees, lo elegirás y yo… haré que realmente te sientas, como la princesa que eres -volvía a brillar la luz de padre…
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Re: My Own Demon ~ Privado
El té que él había preparado estaba muy bueno y me hacía recordar y viajar al pasado cuando era mí madre quien lo tomaba, recordaba que lo había probado una vez y que no me había gustado… y ahora, sin embargo, me encantaba el té. Eso tenía que debérselo a Astrid quien siempre me invitaba a una taza de té cuando nos veíamos en nuestras visitas. Al principio no me había gustado pero, tras un par de encuentros con ella, hasta había cogido gusto por el té y ahora yo también tenía en casa té para tomar de vez en cuando. Era algo irónico como las cosas que de pequeños no nos gustaban, de mayor era todo lo contrario.
Suspiré aún con la taza entre mis manos mientras lo observaba, seguía sentado en el sofá mientras que yo estaba sentada en la silla frente a aquella mesa. Se levantó para correr la cortina, tupida que no dejaba pasar ningún resquicio de luz del sol, y me mordí el labio. Otro claro ejemplo más de que, si no supiera que era vampiro me habría vuelto loca intentando dar una explicación.
Él debía de saber que era un tema algo complicado y difícil, y debía de llevar cuidado, por suerte para él había sabido que habían vampiros y lo estaba ocultando sin decirle nada, quería ver cómo él intentaba decírmelo. Era difícil pero debía de mantener la compostura, había hecho un par de acciones que eran muy sospechosas. ¿Pensaría él que sabía de la existencia de vampiros? Y si era así, ¿por qué no me había dicho nada? Sonreí.
-Sí, pese a todo estamos aquí. Y aún seguiremos estando aquí pase lo que pase –algo muy relativo pero que era totalmente cierto- Me pasaré cuando pueda por la tienda, te lo prometo, me gustaría ver como ha quedado y que me hagas ese traje que me has mencionado antes –dejé la taza sobre la mesa- Me pasaré tanto como pueda y te ayudaré también en todo lo que pueda y esté en mí mano, eso te lo prometo –me levanté con la taza de té ya terminado y me senté a su lado, recostándome sobre él y cerrando los ojos dejándome llevar por los recuerdos.
Él comenzó a acariciar mí pelo como siempre hacía y suspiré tranquila y relajada sobre él, sintiendo que había echado de menos mucho aquellos gestos y que, ahora que lo había encontrado, no iba a dejar pasar la oportunidad de poder revivirlos. Quería a aquel hombre en mí vida, era mí padre y nada iba a cambiar ese hecho, tenía que llevarlo de vuelta a la luz, tenía que hacerle ver que aunque fuera un vampiro él seguía estando allí, su esencia aún perduraba pese a que él quizás no lo sabía del todo. Reí sin poder evitarlo por aquello y levanté mí rostro para mirarle todavía entre risas.
-Últimamente no suelo acudir a muchas fiestas de ese tipo pero… me encantará tener un traje tuyo. Alardearé del traje que me ha hecho mí padre en todas las fiestas en las que vaya y, estoy segura, de que tú número de clientes aumentará cuando vean el vestido –negué con la cabeza divertida- Todas querrán ser una princesa, y eso es algo que vende mucho así que podrás salir adelante fácilmente, es algo que estoy plenamente convencida.
Suspiré aún con la taza entre mis manos mientras lo observaba, seguía sentado en el sofá mientras que yo estaba sentada en la silla frente a aquella mesa. Se levantó para correr la cortina, tupida que no dejaba pasar ningún resquicio de luz del sol, y me mordí el labio. Otro claro ejemplo más de que, si no supiera que era vampiro me habría vuelto loca intentando dar una explicación.
Él debía de saber que era un tema algo complicado y difícil, y debía de llevar cuidado, por suerte para él había sabido que habían vampiros y lo estaba ocultando sin decirle nada, quería ver cómo él intentaba decírmelo. Era difícil pero debía de mantener la compostura, había hecho un par de acciones que eran muy sospechosas. ¿Pensaría él que sabía de la existencia de vampiros? Y si era así, ¿por qué no me había dicho nada? Sonreí.
-Sí, pese a todo estamos aquí. Y aún seguiremos estando aquí pase lo que pase –algo muy relativo pero que era totalmente cierto- Me pasaré cuando pueda por la tienda, te lo prometo, me gustaría ver como ha quedado y que me hagas ese traje que me has mencionado antes –dejé la taza sobre la mesa- Me pasaré tanto como pueda y te ayudaré también en todo lo que pueda y esté en mí mano, eso te lo prometo –me levanté con la taza de té ya terminado y me senté a su lado, recostándome sobre él y cerrando los ojos dejándome llevar por los recuerdos.
Él comenzó a acariciar mí pelo como siempre hacía y suspiré tranquila y relajada sobre él, sintiendo que había echado de menos mucho aquellos gestos y que, ahora que lo había encontrado, no iba a dejar pasar la oportunidad de poder revivirlos. Quería a aquel hombre en mí vida, era mí padre y nada iba a cambiar ese hecho, tenía que llevarlo de vuelta a la luz, tenía que hacerle ver que aunque fuera un vampiro él seguía estando allí, su esencia aún perduraba pese a que él quizás no lo sabía del todo. Reí sin poder evitarlo por aquello y levanté mí rostro para mirarle todavía entre risas.
-Últimamente no suelo acudir a muchas fiestas de ese tipo pero… me encantará tener un traje tuyo. Alardearé del traje que me ha hecho mí padre en todas las fiestas en las que vaya y, estoy segura, de que tú número de clientes aumentará cuando vean el vestido –negué con la cabeza divertida- Todas querrán ser una princesa, y eso es algo que vende mucho así que podrás salir adelante fácilmente, es algo que estoy plenamente convencida.
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Re: My Own Demon ~ Privado
Entre las sombras , te velaré
Retomar donde lo había dejado no era fácil aunque ahora, pareciese sencillo dada su condición. Podía hacer y deshacer como quisiese, era un ser de la noche, no tendría problemas ni tener que rendir cuentas a nadie. De momento, estaba solo en Paris. Su único objetivo ahora era su hija, procuraría que nada ni nadie le hiciese daño. Siempre fue su cometido pero ahora, con más razón. Mucho más poderoso, podía conseguir que tuviese una vida feliz, una que él tuvo y le arrebataron demasiado pronto.
-La semana que viene, recibiré telas nuevas. Serán perfectas para ese vestido, cuando te pases lo tendré todo previsto para cogerte medidas y bueno, tendré que encontrar alguna ayudante más para que me ayude con el inventario mientras no estés. Los pedidos empiezan a ser varios …-no debía de ser difícil llevarlos pero se quería tomar su tiempo. Su vida había cambiado y no podía solo dedicarla a su profesión, tenía en mente otros temas más importantes.
-No te preocupes sobre ayudarme, me las ingeniaré. Además tengo varias personas que podrían estar interesadas y no tendrán inconvenientes en…ya sabes. -se refería en efecto a ser vampiro, no quiso decirlo, nombrarlo en voz alta. Dejó que se tumbase en su regazo y seguir con aquella caricia, hecho que podía resultar de lo más familiar y tan parecido a cómo fue en un pasado -Yo también te lo prometo. Ahora duerme, cuando despiertes, te sentirás más descansada y podrás volver a tu trabajo, no quiero ser el causante de tu desvelo
Y con ese murmullo, ese susurro se unió aquella nana, esa canción que solo le cantaba a ella y no se cansaría jamás de dedicarle. No tenía ojos para nada ni nadie más que ella, no se comportaba seguramente como cualquier vampiro, el deseo de sangre podía más que cualquier cosa pero mientras se acercase a su hija, lo tendría siempre cubierto para que ella no corriese ningún peligro.
La veló durante las horas en las que estuvo dormida, colocándola en el sofá con una manta por encima, la cuidaba al más mínimo detalle. Él estuvo ocupado con algunos asuntos de la sastrería pero siempre velándola. Cuando despertase, estar ahí, con ella… a su lado porque ya no había nada más importante en su no vida que ella, su mayor adoración , su talón de Aquiles… ella lo más importante.
Retomar donde lo había dejado no era fácil aunque ahora, pareciese sencillo dada su condición. Podía hacer y deshacer como quisiese, era un ser de la noche, no tendría problemas ni tener que rendir cuentas a nadie. De momento, estaba solo en Paris. Su único objetivo ahora era su hija, procuraría que nada ni nadie le hiciese daño. Siempre fue su cometido pero ahora, con más razón. Mucho más poderoso, podía conseguir que tuviese una vida feliz, una que él tuvo y le arrebataron demasiado pronto.
-La semana que viene, recibiré telas nuevas. Serán perfectas para ese vestido, cuando te pases lo tendré todo previsto para cogerte medidas y bueno, tendré que encontrar alguna ayudante más para que me ayude con el inventario mientras no estés. Los pedidos empiezan a ser varios …-no debía de ser difícil llevarlos pero se quería tomar su tiempo. Su vida había cambiado y no podía solo dedicarla a su profesión, tenía en mente otros temas más importantes.
-No te preocupes sobre ayudarme, me las ingeniaré. Además tengo varias personas que podrían estar interesadas y no tendrán inconvenientes en…ya sabes. -se refería en efecto a ser vampiro, no quiso decirlo, nombrarlo en voz alta. Dejó que se tumbase en su regazo y seguir con aquella caricia, hecho que podía resultar de lo más familiar y tan parecido a cómo fue en un pasado -Yo también te lo prometo. Ahora duerme, cuando despiertes, te sentirás más descansada y podrás volver a tu trabajo, no quiero ser el causante de tu desvelo
Y con ese murmullo, ese susurro se unió aquella nana, esa canción que solo le cantaba a ella y no se cansaría jamás de dedicarle. No tenía ojos para nada ni nadie más que ella, no se comportaba seguramente como cualquier vampiro, el deseo de sangre podía más que cualquier cosa pero mientras se acercase a su hija, lo tendría siempre cubierto para que ella no corriese ningún peligro.
La veló durante las horas en las que estuvo dormida, colocándola en el sofá con una manta por encima, la cuidaba al más mínimo detalle. Él estuvo ocupado con algunos asuntos de la sastrería pero siempre velándola. Cuando despertase, estar ahí, con ella… a su lado porque ya no había nada más importante en su no vida que ella, su mayor adoración , su talón de Aquiles… ella lo más importante.
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