AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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La brisa esconde secretos (Logan)
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La brisa esconde secretos (Logan)
Había vuelto a París, justamente esa noche, o mejor dicho día, sin embargo no se había atrevido a abandonar el barco, tenía un remordimiento, era como si algo le jalara hacia aquél sitio donde había manchado sus manos con sangre. El lobo que había perseguido se mudó y ella tenía que aprovechar, él no tenía mucha idea de donde se encontraba así que sería presa fácil o al menos eso pensaba ella, pero ¿Qué más daba aquello? Ya lo hecho, hecho estaba. Sus ojos se perdían en la inmensidad que le brindaba el agua, tiñéndose de diferentes colores mientras las horas avanzaban, nadie se había dado cuenta de que la mujer no había bajado, ¿Tan poco importaba? Sí, seguramente la valía de ella era nada comparada a las mujeres que procedían de cunas de oro y diamante.
Sus rodillas permanecían abrazadas a su pecho mientras que su barbilla se recargaba en estas, parecía buscar refugio y el único que tenía en ese momento era ella misma, sólo sus brazos, sus oídos, sus ojos... ¿Por qué se sentía de aquél modo? Siempre había querido matar a uno de ellos, pero las orbes castañas del licántropo le estaban taladrando la mente, era como si en otro momento las hubiera visto, pero no recordaba donde, sin embargo ese sentimiento de nostalgia no quería salir de su cuerpo, era algo que le gritaba por dentro y terminaba por desgarrarla. No supo en que momento había quedado dormida, hasta que una pequeña brizna la hizo enderezarse y observó como apenas los reflejos de la luna menguante se podían notar en las ondas. Se desperezó y arregló el cabello para así ir por su bolso, no necesitaba más cuando salía, sólo aquél pequeño cómplice en donde bien cabían las dagas suficientes para luchar.
De un salto ágil pudo salir ilesa de ahí, para así acomodar la falda que había quedado un poco doblada en el acto, así que miró de un lado a otro, seguro ya no habría nadie en las calles, las señoritas siempre están en casa antes de que el sol termine de meterse y los hombres generalmente se encuentran en las tabernas o en burdeles, lo suficientemente bien escondidos como para que nadie los vea. Sentía como sus cabellos carmines se mecían con el viento y suspiró, de nuevo sintiendo esa mirada penetrante, intentando entrar en su alma, era horrible aquél maldito sentimiento, pero en algún momento se iría, no era el primero que moría en sus manos y seguramente tampoco sería el último así que más valía que dejara todo aquello, o su trabajo se complicaría y lo que había prometido en la tumba de su padre se vería por no cumplido, eso no se lo podía permitir, ni ahora, ni nunca.
Sus rodillas permanecían abrazadas a su pecho mientras que su barbilla se recargaba en estas, parecía buscar refugio y el único que tenía en ese momento era ella misma, sólo sus brazos, sus oídos, sus ojos... ¿Por qué se sentía de aquél modo? Siempre había querido matar a uno de ellos, pero las orbes castañas del licántropo le estaban taladrando la mente, era como si en otro momento las hubiera visto, pero no recordaba donde, sin embargo ese sentimiento de nostalgia no quería salir de su cuerpo, era algo que le gritaba por dentro y terminaba por desgarrarla. No supo en que momento había quedado dormida, hasta que una pequeña brizna la hizo enderezarse y observó como apenas los reflejos de la luna menguante se podían notar en las ondas. Se desperezó y arregló el cabello para así ir por su bolso, no necesitaba más cuando salía, sólo aquél pequeño cómplice en donde bien cabían las dagas suficientes para luchar.
De un salto ágil pudo salir ilesa de ahí, para así acomodar la falda que había quedado un poco doblada en el acto, así que miró de un lado a otro, seguro ya no habría nadie en las calles, las señoritas siempre están en casa antes de que el sol termine de meterse y los hombres generalmente se encuentran en las tabernas o en burdeles, lo suficientemente bien escondidos como para que nadie los vea. Sentía como sus cabellos carmines se mecían con el viento y suspiró, de nuevo sintiendo esa mirada penetrante, intentando entrar en su alma, era horrible aquél maldito sentimiento, pero en algún momento se iría, no era el primero que moría en sus manos y seguramente tampoco sería el último así que más valía que dejara todo aquello, o su trabajo se complicaría y lo que había prometido en la tumba de su padre se vería por no cumplido, eso no se lo podía permitir, ni ahora, ni nunca.
Adriana Agdal- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 20
Fecha de inscripción : 21/07/2013
Re: La brisa esconde secretos (Logan)
Caminaba en medio de la fresca noche sintiendo la brisa marina que agitada por la marea se empeñaba en soplar hacia el norte lo cual provocaba que saliese a mi encuentro azotando ligeramente mi rostro con su frialdad y y acuciando mi olfato con su olor salino, intentando así distraerme de otros olores que podía encontrar a mi paso mientras avanzaba por el puerto. Eran mis pasos de un andar algo tranquilo al no tratarse esta noche de otra más de luna llena, faltando un par de semanas aún para la llegada de esta podía preocuparme después de lo que tendría que hacer en esa fecha marcada con rojo en mi calendario para ponerme bajo resguardo, no tanto por mi mismo sino por los estragos que podría ocasionar el lobo, los cuales no podía permitirme y que tendría que prevenir a toda costa.
Sin embargo esta noche mi mente se encontraba ocupada en otros asuntos buscando un barco específico, una pista que debía encontrarse bastante cerca si mis pesquisas de los últimos días no habían sido erróneas y que de dar con él, haría que me resultase más fácil encontrar el paradero de su dueño. Tenía bastante clara la descripción de dicho barco e incluso me había sido informado que llevaba un nombre pintado con letras blancas a un lado del mismo: Andrómeda. Tenía bastante claro que de encontrarse anclado por aquí no permanecería en un mismo sitio durante mucho tiempo debido a los menesteres ilícitos a los cuales se dedicaba, ante todo al contrabando de mercancía por lo que de encontrarlo debía asegurarme de no perderle el rastro.
A mi paso no encontré mucha gente, los parisinos se encontraban ya durmiendo al encontrarse entrada la noche, incluyendo los pescadores que desde hace ya varias horas habrían vaciado sus redes y que el cansancio de la faena del día habría animado a regresar pronto a sus casas o quizás algunos encontraran preferible dirigirse a alguna de las cantinas cercanas y desahogar sus inquietudes con una ronda de alcohol o con alguna mujer de la noche que estuviese bien dispuesta a saciar sus deseos carnales a cambio de unas monedas, idea que fue corroborada al toparme brevemente con una pareja, un hombre alcoholizado y una mujer de ropa sugerente a los cuales evité internándome en el resguardo de las sombras de las calles y a quienes pude escuchar gemir a lo lejos, seguramente anticipándose a realizar algún acto entre los barcos y que habría resultado más oportuno en una habitación más discreta.
Un momento después y desde esa misma dirección la brisa nocturna trajo hacia mi un nuevo olor, aún incluso antes de distinguir la presencia, mi olfato lobuno percibió un perfume claramente femenino. Disminuí mi andar y bajo mi campo visual pude ver a una mujer joven que caminaba cerca, más por cortesía que por otra cosa hice un leve movimiento de cabeza a manera de saludo y por un instante mis ojos se detuvieron a observar a la joven de cabello rojizo.
Sin embargo esta noche mi mente se encontraba ocupada en otros asuntos buscando un barco específico, una pista que debía encontrarse bastante cerca si mis pesquisas de los últimos días no habían sido erróneas y que de dar con él, haría que me resultase más fácil encontrar el paradero de su dueño. Tenía bastante clara la descripción de dicho barco e incluso me había sido informado que llevaba un nombre pintado con letras blancas a un lado del mismo: Andrómeda. Tenía bastante claro que de encontrarse anclado por aquí no permanecería en un mismo sitio durante mucho tiempo debido a los menesteres ilícitos a los cuales se dedicaba, ante todo al contrabando de mercancía por lo que de encontrarlo debía asegurarme de no perderle el rastro.
A mi paso no encontré mucha gente, los parisinos se encontraban ya durmiendo al encontrarse entrada la noche, incluyendo los pescadores que desde hace ya varias horas habrían vaciado sus redes y que el cansancio de la faena del día habría animado a regresar pronto a sus casas o quizás algunos encontraran preferible dirigirse a alguna de las cantinas cercanas y desahogar sus inquietudes con una ronda de alcohol o con alguna mujer de la noche que estuviese bien dispuesta a saciar sus deseos carnales a cambio de unas monedas, idea que fue corroborada al toparme brevemente con una pareja, un hombre alcoholizado y una mujer de ropa sugerente a los cuales evité internándome en el resguardo de las sombras de las calles y a quienes pude escuchar gemir a lo lejos, seguramente anticipándose a realizar algún acto entre los barcos y que habría resultado más oportuno en una habitación más discreta.
Un momento después y desde esa misma dirección la brisa nocturna trajo hacia mi un nuevo olor, aún incluso antes de distinguir la presencia, mi olfato lobuno percibió un perfume claramente femenino. Disminuí mi andar y bajo mi campo visual pude ver a una mujer joven que caminaba cerca, más por cortesía que por otra cosa hice un leve movimiento de cabeza a manera de saludo y por un instante mis ojos se detuvieron a observar a la joven de cabello rojizo.
Logan McConnell- Licántropo Clase Media
- Mensajes : 39
Fecha de inscripción : 15/11/2013
Re: La brisa esconde secretos (Logan)
En ocasiones las cosas eran tan extrañas que no podían llegar a tener una explicación lógica, sin embargo por mucho que ella intentara deshacerse de esos ojos azules penetrando en lo más profundo de su ser le resultaba completamente imposible, entre más lo intentaba, más difícil era. Elevó la mirada hacia el cielo, buscando con ello una respuesta, que está por demás decir, nunca llegaría, sin embargo buscaba la paz que había perdido ahí en la tierra, ella cumpliendo su venganza sería capaz de quitarse la vida así misma, sí, ya lo tenía todo planeado, pero ¿Y ahora? Suspiró, alguna vez se pudo haber enamorado, pero nunca más supo de él, no es fácil cuando alguien se entera que no están hablando con una señorita que sólo espera la llegada de un buen matrimonio para ser feliz, ella no era así, tampoco era de aquellas que permanecía en silencio únicamente escuchando lo que los demás decían, para luego dedicar una cándida sonrisa o un leve movimiento de cabeza, ella era diferente, siempre había estado sola y había tenido que salir adelante como mejor pudiera y las calles, nunca habían sido una escuela de buenas costumbres, aunque con ella habían hecho maravillas, en más de un sentido.
Sus brazos iban erizados por el contacto del viento contra su piel, aunado con la suave brisa que todavía podía correr por el lugar, sin embargo necesitaba de aquello para permanecer despierta, para saber que estaba sintiendo, para no perderse de nuevo en pensamientos vanos que no le dejarían nada bueno, ella nunca había sido sensible, todo aquello lo había dejado olvidado como para que justo ahora tuviera que recordarlo una y otra vez, eso era una vil trampa del destino, pues siendo sincera, ya no recordaba como hacer que todo aquello no le afectara. Pronto logró escuchar pasos acercándose, ella era lo suficientemente sigilosa mientras que caminaba, pero no tenía porqué alterarse, aún así sus dedos aferraron con mayor fuerza la bolsa que yacía en estas, sus armas eran los "amigos" que nunca dejarían que le pasara nada. Respiró una vez profundamente mientras sus pasos proseguían hasta que se encontró con un hombre, aquello en verdad era raro -Buenas noches...- murmuró un poco más alto que el viento y movió la cabeza en una suave reverencia como cortesía -De ese lado ya no hay nadie- de nuevo la voz salió en un hilo, ¿Para qué hacerlo perder tiempo con aquello?
Se le quedó viendo por un momento, mientras sus dedos se comenzaban a hacer daño con sus propias armas, no se había cortado, sin embargo las tenía lo suficientemente marcadas como para que le dolieran un poco al intentar soltar la tela, ¿Por qué? Seguramente se estaba volviendo loca, aunque él tenía algo diferente... -Yo sólo...- ¿Por qué le iba a dar explicaciones? Sentía que la mirada del hombre le estaba poniendo ligeramente nerviosa, pero bien podría decirse que era todo lo que ella venía cargando, lo que le había dejado aquella muerte y el por qué ella no quería salir de ahí, al contrario, se veía con las intenciones de regresar a donde yacía el cadáver de su última víctima -Mi barco va llegando, pero prácticamente era la única pasajera- en ese momento un grito femenino fue el que rompió con el ligero silencio y ella no pudo hacer otra cosa más que bajar la cabeza para intentar reprimir la risa, no era un grito de auxilio, no, en aquél iba reflejado placer -Creo que hay más gente de lo que yo pienso...- fue todo lo que pudo decir en aquél momento -Será mejor que regrese por mis pasos o no sólo escucharé...- encogió los hombros y en ese momento sostuvo la mirada del rubio por un momento, intentaría buscar que había diferente.
Sus brazos iban erizados por el contacto del viento contra su piel, aunado con la suave brisa que todavía podía correr por el lugar, sin embargo necesitaba de aquello para permanecer despierta, para saber que estaba sintiendo, para no perderse de nuevo en pensamientos vanos que no le dejarían nada bueno, ella nunca había sido sensible, todo aquello lo había dejado olvidado como para que justo ahora tuviera que recordarlo una y otra vez, eso era una vil trampa del destino, pues siendo sincera, ya no recordaba como hacer que todo aquello no le afectara. Pronto logró escuchar pasos acercándose, ella era lo suficientemente sigilosa mientras que caminaba, pero no tenía porqué alterarse, aún así sus dedos aferraron con mayor fuerza la bolsa que yacía en estas, sus armas eran los "amigos" que nunca dejarían que le pasara nada. Respiró una vez profundamente mientras sus pasos proseguían hasta que se encontró con un hombre, aquello en verdad era raro -Buenas noches...- murmuró un poco más alto que el viento y movió la cabeza en una suave reverencia como cortesía -De ese lado ya no hay nadie- de nuevo la voz salió en un hilo, ¿Para qué hacerlo perder tiempo con aquello?
Se le quedó viendo por un momento, mientras sus dedos se comenzaban a hacer daño con sus propias armas, no se había cortado, sin embargo las tenía lo suficientemente marcadas como para que le dolieran un poco al intentar soltar la tela, ¿Por qué? Seguramente se estaba volviendo loca, aunque él tenía algo diferente... -Yo sólo...- ¿Por qué le iba a dar explicaciones? Sentía que la mirada del hombre le estaba poniendo ligeramente nerviosa, pero bien podría decirse que era todo lo que ella venía cargando, lo que le había dejado aquella muerte y el por qué ella no quería salir de ahí, al contrario, se veía con las intenciones de regresar a donde yacía el cadáver de su última víctima -Mi barco va llegando, pero prácticamente era la única pasajera- en ese momento un grito femenino fue el que rompió con el ligero silencio y ella no pudo hacer otra cosa más que bajar la cabeza para intentar reprimir la risa, no era un grito de auxilio, no, en aquél iba reflejado placer -Creo que hay más gente de lo que yo pienso...- fue todo lo que pudo decir en aquél momento -Será mejor que regrese por mis pasos o no sólo escucharé...- encogió los hombros y en ese momento sostuvo la mirada del rubio por un momento, intentaría buscar que había diferente.
Adriana Agdal- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 21/07/2013
Re: La brisa esconde secretos (Logan)
Mis pasos disminuyeron ligeramente su ritmo al notar como la mujer con la que me había topado me dirigía la palabra. Interesado como me encontraba en dar específicamente con el Andrómeda no esperaba realmente dirigir mi atención hacia otra cosa pero a pesar de que la mayoría pudiese creer lo contrario aún guardaba ciertas costumbres civilizadas por lo que escuché las palabras de la dama que dirigidas hacia mi resultaban algo inconexas y un poco bajas en modulación para el oído normal de un ser humano pero que en mi caso al no serlo podía escuchar con bastante claridad. Al aproximarse pude percibir otra vez su suave perfume el cual me pareció que debía provenir de una dama de cierto nivel social pues no era precisamente el que usaría una cortesana en busca de algún cliente aprovechando las horas de la noche, aunque tampoco resultaba de mi incumbencia el descubrir por qué alguien como ella deambulaba en un lugar como este, y sin embargo pareciera que ella opinaba lo contrario pues sin que yo hubiese pensado en indagar su procedencia mencionaba algo al respecto.
Me detuve un momento a escucharla sin poder dejar de notar su aura algo tensa, aunque eso se podría atribuir a que era yo un perfecto extraño que bien podría no ser precisamente un hombre cuerdo y de sanas costumbres sino más bien un enajenado que deambulaba por el puerto y de quien no se podía deducir del todo que tan sanas eran sus motivaciones, pero bien cualquiera de las dos posibilidades nadie las sabría con certeza a menos que llegase a conocerme cosa que no ocurría a menudo.
-De ese lado ya no hay nadie- comentó y mi mirada se perdió un momento en esa dirección, frunciéndose mi ceño al pensar que pudiera no encontrar lo que había venido a buscar pero no creí que ese fuera el caso y no perdería tampoco mi paga ni mi motivación con demasiada facilidad. Devolví mi mirada hacia el rostro femenino para despedirme y proseguir mi camino pero fue entonces cuando le vi claramente por primera vez. Bajo los rayos lunares pude apreciar que era una mujer hermosa, poseedora de un rostro perfectamente enmarcado por su brillante cabello cobrizo, y había algo más aparte de eso, algo que se me antojó fuera de lo común y que hizo que volviese a fijar mi atención en ella.
Arqueé levemente una ceja al escuchar sus explicaciones, ¿la única pasajera en el barco? Justo en ese momento un grito atravesó el aire nocturno recordándome a la anterior pareja que seguramente se había asentado bastante cerca y que ajena a nuestra cercana presencia dejaba bastante claro que estaban realizando el acto sexual, pensé que la mujer lo habría adivinado también y atribuí el que bajara la cabeza a que sentía bochorno o pudor por lo que me sorprendió escuchar sus palabras y al verla a los ojos nuevamente y no descubrir el menor rastro de ninguna de las dos cosas no pude evitar soltar una carcajada.
-Disculpe mademoiselle.- me apresuré a decir disculpándome y dejando fluir mis palabras claramente marcadas por un acento que no había podido borrar aún a pesar de mi tiempo practicando el francés y que a oídos de los locales resultaba bastante extraño. -Está usted en lo correcto, es mejor que camine hacia otra dirección o podría toparse con una escena poco apta para ser presenciada por una dama como usted.- No pude evitar devolver mis pensamientos a sus previas explicaciones intuyendo que había algo que la había puesto nerviosa y por otro lado la dama estaba exponiendo su propia seguridad al caminar tan inocentemente por estos lugares. -Hará bien usted en devolverse, aunque el camino le resultará más largo es a la vez más seguro, se encuentra en una zona peligrosa especialmente a estas horas de la noche. El capitán del barco debería haberla advertido y haberle pedido a alguien de la tripulación que la acompañase a su casa.-
Me detuve un momento a escucharla sin poder dejar de notar su aura algo tensa, aunque eso se podría atribuir a que era yo un perfecto extraño que bien podría no ser precisamente un hombre cuerdo y de sanas costumbres sino más bien un enajenado que deambulaba por el puerto y de quien no se podía deducir del todo que tan sanas eran sus motivaciones, pero bien cualquiera de las dos posibilidades nadie las sabría con certeza a menos que llegase a conocerme cosa que no ocurría a menudo.
-De ese lado ya no hay nadie- comentó y mi mirada se perdió un momento en esa dirección, frunciéndose mi ceño al pensar que pudiera no encontrar lo que había venido a buscar pero no creí que ese fuera el caso y no perdería tampoco mi paga ni mi motivación con demasiada facilidad. Devolví mi mirada hacia el rostro femenino para despedirme y proseguir mi camino pero fue entonces cuando le vi claramente por primera vez. Bajo los rayos lunares pude apreciar que era una mujer hermosa, poseedora de un rostro perfectamente enmarcado por su brillante cabello cobrizo, y había algo más aparte de eso, algo que se me antojó fuera de lo común y que hizo que volviese a fijar mi atención en ella.
Arqueé levemente una ceja al escuchar sus explicaciones, ¿la única pasajera en el barco? Justo en ese momento un grito atravesó el aire nocturno recordándome a la anterior pareja que seguramente se había asentado bastante cerca y que ajena a nuestra cercana presencia dejaba bastante claro que estaban realizando el acto sexual, pensé que la mujer lo habría adivinado también y atribuí el que bajara la cabeza a que sentía bochorno o pudor por lo que me sorprendió escuchar sus palabras y al verla a los ojos nuevamente y no descubrir el menor rastro de ninguna de las dos cosas no pude evitar soltar una carcajada.
-Disculpe mademoiselle.- me apresuré a decir disculpándome y dejando fluir mis palabras claramente marcadas por un acento que no había podido borrar aún a pesar de mi tiempo practicando el francés y que a oídos de los locales resultaba bastante extraño. -Está usted en lo correcto, es mejor que camine hacia otra dirección o podría toparse con una escena poco apta para ser presenciada por una dama como usted.- No pude evitar devolver mis pensamientos a sus previas explicaciones intuyendo que había algo que la había puesto nerviosa y por otro lado la dama estaba exponiendo su propia seguridad al caminar tan inocentemente por estos lugares. -Hará bien usted en devolverse, aunque el camino le resultará más largo es a la vez más seguro, se encuentra en una zona peligrosa especialmente a estas horas de la noche. El capitán del barco debería haberla advertido y haberle pedido a alguien de la tripulación que la acompañase a su casa.-
Logan McConnell- Licántropo Clase Media
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Fecha de inscripción : 15/11/2013
Re: La brisa esconde secretos (Logan)
Seguía bastante tensa, era como si algo en él no le cuadrara pero ¿Qué? Por un momento sus ojos intentaban examinar al hombre, pero segundos después se convencía de que eso no era apto para ella, que si él se daba cuenta entonces podría encontrarse en problemas, nunca era de las que dejaba las obviedades, necesitaba cubrirse y mantener un perfil bajo, pero siempre su cabellera la había hecho resaltar por mucho que ella no quisiera y no se lo teñía de otro color, por el recuerdo de su padre, que siempre le decía que eran unos cabellos perfectos, además de poco comunes y completamente naturales, aún más, así que ese era el verdadero motivo por el cual mantenía el tono de su cabello, por mucho que le molestara que resaltara por doquier.
Sus ojos se fijaron un momento en él "Es un lobo" pensó y casi de inmediato se tensó aunque ¿Cómo sería un lobo? No recordaba haberlo visto en otra ocasión con algunos de los de esa especie, pero ¿Por qué otro motivo ella estaría hecha un manojo de nervios? No lo sabía, así que era mejor que se calmara, aunque por otro lado se encontraba bastante apresurada porque su sexto sentido le dejara de gritar desde lo más profundo de su ser, simplemente tomó aire, ella también era examinada casi a la par, pero era todo completamente diferente.
A pesar de lo que había ocurrido, lo agradeció, de cierta forma hizo que los pensamientos de ella fueran por otro lado y también que los ojos del chico se apartaran de ella, dos de las cosas que más tensa la tenían, así que al menos tenía un poco de tiempo para relajarse, cuando menos unos segundos, que para ella eran más que suficientes en ese momento tan apretado, la risa del caballero la hizo sonreír y también reír ligeramente aunque cubrió sus labios con la mano diestra, notando en esta como las dagas habían quedado marcadas, tendría que bajar la presión o terminaría por cortarse, aunque vampiro no podía ser su acompañante, no irradiaba frío ni estaba tan pálido como debería.
-No se preocupe, señor, en verdad sé cuidarme sola, además ha sido descuido mío por quedarme a ver los paisajes que ofrecía la Madre Naturaleza, así que no puedo quejarme al respecto, pero... Sólo veré a dos personas haciendo... Lo que muchos hacen- rió de nueva cuenta, mientras con su cabeza negaba suavemente -Además ustedes siempre intentan que uno tenga cuidado e incluso miedo ¿Acaso usted es inmortal?- preguntó como quien no quiere la cosa, una simple pregunta de una humana que "no sabe nada de nada", así que sonrió ligeramente después de concluido su cuestionamiento -Porque si lo es, entiendo que esté aquí, sino pues se está arriesgando, ni modo que no le pueda ocurrir algún accidente- pensó entre sí que si se trataba de un humano simple ella podría defenderlo, y si era algún sobrenatural también podría defenderse, así que nadie estaba en un peligro real, sin embargo no sabía nada de él, ni viceversa.
-Mi nombre es Adriana- extendió su mano hacia él con cortesía, no tendiéndola para que el hombre depositara un beso, sino para tomar la ajena, nunca había sido partidaria de aquellos protocolos que le parecían por demás hipócritas, cuando estando fuera de "cámaras" cada quien se comportaba como le diera la gana -Pero le haré caso, rodearé el puerto, no quiero interrumpir, aunque... Sino quisieran ser vistos o escuchados hubieran escogido un lugar más... Íntimo...- sus palabras eran tranquilas, no era de aquellas que se daba golpes de pecho cada que observaba que algo estaba fuera de lugar, simplemente lo aceptaba, todos tenían aquellas culpas carnales y no podía negarlo. Miró hacia el lado opuesto, justamente de donde provenían sus pasos -De haber sabido no hubiera recorrido todo aquello, aunque bien puedo ir al barco de nuevo y pedir que me dejen pasar ahí la noche...- comentó más para ella que para él.
Sus ojos se fijaron un momento en él "Es un lobo" pensó y casi de inmediato se tensó aunque ¿Cómo sería un lobo? No recordaba haberlo visto en otra ocasión con algunos de los de esa especie, pero ¿Por qué otro motivo ella estaría hecha un manojo de nervios? No lo sabía, así que era mejor que se calmara, aunque por otro lado se encontraba bastante apresurada porque su sexto sentido le dejara de gritar desde lo más profundo de su ser, simplemente tomó aire, ella también era examinada casi a la par, pero era todo completamente diferente.
A pesar de lo que había ocurrido, lo agradeció, de cierta forma hizo que los pensamientos de ella fueran por otro lado y también que los ojos del chico se apartaran de ella, dos de las cosas que más tensa la tenían, así que al menos tenía un poco de tiempo para relajarse, cuando menos unos segundos, que para ella eran más que suficientes en ese momento tan apretado, la risa del caballero la hizo sonreír y también reír ligeramente aunque cubrió sus labios con la mano diestra, notando en esta como las dagas habían quedado marcadas, tendría que bajar la presión o terminaría por cortarse, aunque vampiro no podía ser su acompañante, no irradiaba frío ni estaba tan pálido como debería.
-No se preocupe, señor, en verdad sé cuidarme sola, además ha sido descuido mío por quedarme a ver los paisajes que ofrecía la Madre Naturaleza, así que no puedo quejarme al respecto, pero... Sólo veré a dos personas haciendo... Lo que muchos hacen- rió de nueva cuenta, mientras con su cabeza negaba suavemente -Además ustedes siempre intentan que uno tenga cuidado e incluso miedo ¿Acaso usted es inmortal?- preguntó como quien no quiere la cosa, una simple pregunta de una humana que "no sabe nada de nada", así que sonrió ligeramente después de concluido su cuestionamiento -Porque si lo es, entiendo que esté aquí, sino pues se está arriesgando, ni modo que no le pueda ocurrir algún accidente- pensó entre sí que si se trataba de un humano simple ella podría defenderlo, y si era algún sobrenatural también podría defenderse, así que nadie estaba en un peligro real, sin embargo no sabía nada de él, ni viceversa.
-Mi nombre es Adriana- extendió su mano hacia él con cortesía, no tendiéndola para que el hombre depositara un beso, sino para tomar la ajena, nunca había sido partidaria de aquellos protocolos que le parecían por demás hipócritas, cuando estando fuera de "cámaras" cada quien se comportaba como le diera la gana -Pero le haré caso, rodearé el puerto, no quiero interrumpir, aunque... Sino quisieran ser vistos o escuchados hubieran escogido un lugar más... Íntimo...- sus palabras eran tranquilas, no era de aquellas que se daba golpes de pecho cada que observaba que algo estaba fuera de lugar, simplemente lo aceptaba, todos tenían aquellas culpas carnales y no podía negarlo. Miró hacia el lado opuesto, justamente de donde provenían sus pasos -De haber sabido no hubiera recorrido todo aquello, aunque bien puedo ir al barco de nuevo y pedir que me dejen pasar ahí la noche...- comentó más para ella que para él.
Adriana Agdal- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 21/07/2013
Re: La brisa esconde secretos (Logan)
Una tenue sonrisa de medio lado curvó brevemente mis labios al escuchar reir a la joven mujer. No era yo un hombre de gestos por demás obvios habiendo considerado estos siempre como innecesarios sin comprender esa afición de los demás por explayarse y hablar demasiado incluso con aquellos a los que apenas conocían, aunque tampoco era aficionado a la compañía. Desde el fallecimiento de mi esposa procuraba no forjar ningún lazo estrecho con otro ser, ya fuese humano o licántropo y a pesar de que en alguna ocasión me había topado con otros de mi especie había procurado evitarlos sin importarme la reacción que eso pudiese despertar en ellos. Mi vida en compañía de otros parecía ahora demasiado lejana, a veces mis recuerdos de la tribu Apalache se presentaban en mi mente como si se hubiese tratado de la vida de alguien más pero aún así me aferraba al recuerdo de esa vida a la que jamás regresaría y a esa identidad que siempre sería la mía.
Al parecer la mujer que se encontraba frente a mi no era de las que se abochornaban con facilidad, la miré un momento y luego volví a observar mis alrededores. En medio de la brisa marina nos encontrábamos rodeados por unos cuantos barcos por lo que mientras ella hablaba me dedicaba a ver los nombres impresos con grandes letras a sus costados lo que me revelaba que ninguno de ellos era el que buscaba.
Mi expresión se torno algo más seria al escuchar sus siguientes palabras y cuando mi mirada volvió a la de ella la sopesé en ese breve intervalo de segundos. Era imposible que la mujer fuera inmortal, mis sentidos lo distinguían a la perfección y su aura era notoriamente humana. A pesar de su comentario había pronunciado sus palabras con un tono casual por lo que podía incluso resultar un comentario inocente. Sin embargo algo me decía que había más en ella de lo que se veía a simple vista pero no era asunto mío el indagar que era eso y no iba a meter mis narices en ello.
-La verdad es señorita que no me resultan los muelles tan desconocidos como para que me resulte imposible prevenir un posible accidente.- Tomé su mano y la estreché un momento. -Logan.- dije a manera de presentación y comencé a caminar en la dirección de la que ella había provenido, no la estaba invitando a seguirme pero me pareció que si era sensata como parecía aprovecharía el hecho de que le acompañase de vuelta ya que me era imperativo de todas maneras dirigirme de esa manera hacia donde con toda seguridad encontraríamos más barcos incluído el que le había traído hasta acá.
-Cada uno tiene sus costumbres.- dije con respecto a la pareja que aún se encontraba cerca y cuyos gritos y jadeos volvían a irrumpir alterando así las lentas ondulaciones de la brisa nocturna. Algunos no podían controlar sus impulsos a otros les daba igual el hacerlo frente a otros. En lo personal lo que menos me importaba era descubrir a que se debía el despliegue del líbido del hombre, la mujer era cortesana así que no había nada que indagar.
-Si el capitán del barco desea cobrarle por pasar allí la noche no le dé ni un centavo más, él le debe el no haberle enviado escolta por lo que no haría más que cumplir con su deber al no cobrarle nada, pero si decide quedarse en el barco es mejor que se asegure de cerrar bien el cerrojo de la puerta de su camerino e incluso de poner un mueble detrás de ella. Los hombres de mar no son de fiar cuando han pasado mucho tiempo solos y se encuentran repentinamente con una mujer como usted entre ellos.- La miré brevemente de soslayo esperando entendiese mi advertencia, aunque ella se considerase autosuficiente la vida en el mar acrecentaba los impulsos carnales de los marineros sin importar de que rango fuese la mujer y alguien refinada como ella era una incitación para algunos. -Hará bien en ser precavida.-
Al parecer la mujer que se encontraba frente a mi no era de las que se abochornaban con facilidad, la miré un momento y luego volví a observar mis alrededores. En medio de la brisa marina nos encontrábamos rodeados por unos cuantos barcos por lo que mientras ella hablaba me dedicaba a ver los nombres impresos con grandes letras a sus costados lo que me revelaba que ninguno de ellos era el que buscaba.
Mi expresión se torno algo más seria al escuchar sus siguientes palabras y cuando mi mirada volvió a la de ella la sopesé en ese breve intervalo de segundos. Era imposible que la mujer fuera inmortal, mis sentidos lo distinguían a la perfección y su aura era notoriamente humana. A pesar de su comentario había pronunciado sus palabras con un tono casual por lo que podía incluso resultar un comentario inocente. Sin embargo algo me decía que había más en ella de lo que se veía a simple vista pero no era asunto mío el indagar que era eso y no iba a meter mis narices en ello.
-La verdad es señorita que no me resultan los muelles tan desconocidos como para que me resulte imposible prevenir un posible accidente.- Tomé su mano y la estreché un momento. -Logan.- dije a manera de presentación y comencé a caminar en la dirección de la que ella había provenido, no la estaba invitando a seguirme pero me pareció que si era sensata como parecía aprovecharía el hecho de que le acompañase de vuelta ya que me era imperativo de todas maneras dirigirme de esa manera hacia donde con toda seguridad encontraríamos más barcos incluído el que le había traído hasta acá.
-Cada uno tiene sus costumbres.- dije con respecto a la pareja que aún se encontraba cerca y cuyos gritos y jadeos volvían a irrumpir alterando así las lentas ondulaciones de la brisa nocturna. Algunos no podían controlar sus impulsos a otros les daba igual el hacerlo frente a otros. En lo personal lo que menos me importaba era descubrir a que se debía el despliegue del líbido del hombre, la mujer era cortesana así que no había nada que indagar.
-Si el capitán del barco desea cobrarle por pasar allí la noche no le dé ni un centavo más, él le debe el no haberle enviado escolta por lo que no haría más que cumplir con su deber al no cobrarle nada, pero si decide quedarse en el barco es mejor que se asegure de cerrar bien el cerrojo de la puerta de su camerino e incluso de poner un mueble detrás de ella. Los hombres de mar no son de fiar cuando han pasado mucho tiempo solos y se encuentran repentinamente con una mujer como usted entre ellos.- La miré brevemente de soslayo esperando entendiese mi advertencia, aunque ella se considerase autosuficiente la vida en el mar acrecentaba los impulsos carnales de los marineros sin importar de que rango fuese la mujer y alguien refinada como ella era una incitación para algunos. -Hará bien en ser precavida.-
Logan McConnell- Licántropo Clase Media
- Mensajes : 39
Fecha de inscripción : 15/11/2013
Re: La brisa esconde secretos (Logan)
Se sentía mal en tratar de averiguar algo más sobre el hombre que tenía delante sin ni siquiera preguntarlo, pero es que había "algo" que lograba captar su atención y también alterarle los nervios, no es que no tratara con hombres, lo hacía demasiado seguido, más cuando se vestía de forma masculina para poder colarse en las tabernas donde sus víctimas van a beberse sus últimas horas, pero es que no lograba captar qué y su propia mente bloqueaba la idea de que aquél fuera un ser de aquellos que tanto odiaba, no podía tener tan mala suerte como para que aquello pasara. Los dedos le seguían doliendo y podía notar como el borde se le dibujaba en la yema mientras que el arma quedaba aún oculta en su bolso, de cualquier forma se podía decir que se encontraba lista para ser usada, no sería la primer bolsa que perdiera en un tipo de situación similar, agradecía no ser una muñeca de porcelana, después de tantos años era algo que había logrado odiar con todas sus fuerzas.
-También conozco los muelles, sé para donde correr exactamente si alguien intenta acercarse demasiado, además siempre se puede gritar...- encogió los hombros mientras escuchaba el nombre del interlocutor y asintió -Es un gusto- mencionó mientras lo miraba caminar, se quedó en su posición por breves segundos y un gemido fuerte la hizo que comenzara a andar hacia donde aquél se dirigía, no se espantaba, pero tampoco había necesidad de interrumpir una noche tan calurosa, así que comenzó a acercarse hasta que sus pasos lograron dar alcance para así comenzar a regresar casi por sus pasos, de haber sabido se hubiera quedado encaramada, y al pensar aquello de nuevo esos ojos volvieron a su cabeza, haciendo que su ceño se frunciera y sus labios se apretaran en una línea delgada, estaba frustrada, no sabía que había pasado, pero el tormento no le dejaba, era como si lo conociera pero ¿De dónde? ¿Por qué? Y después de todo eso no tenía porque haber diferencia entre si le era o no conocido, simplemente era una ladilla más que tenía que ser exterminada ¿O no? Llegaba a dudar de aquello, pero era una promesa que había hecho, no podía arrepentirse ahora.
-Muchos consejos...- fue todo lo que alcanzó a decir mientras intentaba que su mente trajera las palabras exactas dichas por el hombre -Si desea cobrarme estará en todo su derecho, es que ya le he pagado el pasaje, no una noche porque a mí se me ha ocurrido jugarle a ser valiente- comentó simplemente encogiendo los hombros, no era que no pudiera pagar o tan siquiera le importara pero también debía dar sus puntos de vista, por eso no visitaba a su tía, ella siempre decía que por no mantenerse callada sería muy complicado que alguien llegara a interesarse en ella, lo cual realmente le llegaba a tener sin cuidado alguno -Si me quedo ahí seré precavida...- ya había notado que el hombre miraba insistentemente los barcos -O puedo ayudarle a buscar lo que necesita y así no estoy en peligro- encogió los hombros como si nada, no es que necesitara realmente la protección, pero si ello evitaba que se levantaran sospechas sobre ella, haría lo que fuera necesario, ya llevaba tiempo ocultándose como para que su teatro se cayera tan fácil por un simple descuido.
Se le quedó mirando por un par de segundos de nuevo, no sabía exactamente que decir, así que desvió la mirada hacia el muelle observando el barco que la había traído -¿Usted descansaría en e barco si le dejan o tiene a donde irse después de esto?- preguntó mientras se detenía justo delante de aquél monstruo que se bamboleaba levemente por las ligeras olas que se formaban todavía en conjunción con el viento, logrando mecer aquellas grandes naves que sólo lograban hacer dormir a cualquiera.
-También conozco los muelles, sé para donde correr exactamente si alguien intenta acercarse demasiado, además siempre se puede gritar...- encogió los hombros mientras escuchaba el nombre del interlocutor y asintió -Es un gusto- mencionó mientras lo miraba caminar, se quedó en su posición por breves segundos y un gemido fuerte la hizo que comenzara a andar hacia donde aquél se dirigía, no se espantaba, pero tampoco había necesidad de interrumpir una noche tan calurosa, así que comenzó a acercarse hasta que sus pasos lograron dar alcance para así comenzar a regresar casi por sus pasos, de haber sabido se hubiera quedado encaramada, y al pensar aquello de nuevo esos ojos volvieron a su cabeza, haciendo que su ceño se frunciera y sus labios se apretaran en una línea delgada, estaba frustrada, no sabía que había pasado, pero el tormento no le dejaba, era como si lo conociera pero ¿De dónde? ¿Por qué? Y después de todo eso no tenía porque haber diferencia entre si le era o no conocido, simplemente era una ladilla más que tenía que ser exterminada ¿O no? Llegaba a dudar de aquello, pero era una promesa que había hecho, no podía arrepentirse ahora.
-Muchos consejos...- fue todo lo que alcanzó a decir mientras intentaba que su mente trajera las palabras exactas dichas por el hombre -Si desea cobrarme estará en todo su derecho, es que ya le he pagado el pasaje, no una noche porque a mí se me ha ocurrido jugarle a ser valiente- comentó simplemente encogiendo los hombros, no era que no pudiera pagar o tan siquiera le importara pero también debía dar sus puntos de vista, por eso no visitaba a su tía, ella siempre decía que por no mantenerse callada sería muy complicado que alguien llegara a interesarse en ella, lo cual realmente le llegaba a tener sin cuidado alguno -Si me quedo ahí seré precavida...- ya había notado que el hombre miraba insistentemente los barcos -O puedo ayudarle a buscar lo que necesita y así no estoy en peligro- encogió los hombros como si nada, no es que necesitara realmente la protección, pero si ello evitaba que se levantaran sospechas sobre ella, haría lo que fuera necesario, ya llevaba tiempo ocultándose como para que su teatro se cayera tan fácil por un simple descuido.
Se le quedó mirando por un par de segundos de nuevo, no sabía exactamente que decir, así que desvió la mirada hacia el muelle observando el barco que la había traído -¿Usted descansaría en e barco si le dejan o tiene a donde irse después de esto?- preguntó mientras se detenía justo delante de aquél monstruo que se bamboleaba levemente por las ligeras olas que se formaban todavía en conjunción con el viento, logrando mecer aquellas grandes naves que sólo lograban hacer dormir a cualquiera.
Adriana Agdal- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 20
Fecha de inscripción : 21/07/2013
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