AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24
En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.
Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.
Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org
Últimos temas
Océanos [Melinda Stelle]
2 participantes
Página 1 de 1.
Océanos [Melinda Stelle]
Le susurraba secretos, ecos a sus oídos. Cánticos y silencios que se mezclaban, la sal, la carne y su pasado. La tenue brisa marina que le susurraba secretos a la impaciente marea que arrastra con ella finos granos de arena blanquecina y tapiza la playa de la ciudad parisina y sobre la cual el joven yacía sentado, con los brazos rodeando sus piernas, descalzo jugaba tranquilamente el aire con algunos mechones de su cabello. Su pálida piel parecía ser una con aquella gran alfombra de azúcar que era acariciada por el oleaje. Sus ojos se perdieron en la marea, en las formas caprichosas que el agua formaba, eran danzantes que reverenciaban y volvían a morir una vez más. No había nada en su mente, dejó descansar sus demonios y se tomó la tarde libre, últimamente no había mucha actividad en el sanatorio, lo cual era fabuloso, puesto que entonces podía regresar a descansar mucho más temprano.
Y el sol renuente a morir iluminaba con sus tibios y traviesos rayos la mirada de un par de ojos tristes que contemplaban su despedida en este trágico atardecer. Escuchó las risas de los niños jugando, y las conversaciones de adultos a su alrededor. Era un extraño en un mundo de fantasía, demasiado viejo para seguir soñando y muy joven para dormir en la rutina de sus deberes. Llevaba consigo sus viejas hojas donde solía hacer bocetos de lo que él consideraba importante para no olvidar. Descansaban en una pequeña bolsa de cuero que estaba a su lado izquierdo. Su mirada estaba posada en todo y nada a la vez. Solo quería estar alejado del sanatorio por un día. El agua llegaba de vez en cuando hasta rozar la punta de sus pies. Estiró los brazos hacia atrás recargándose en ellos, arqueó la espalda y dirigió su vista hacia un cielo aterciopelado.
Suspiró y cerró los ojos. Alejó todo sonido del exterior en su mente. Excepto el agua, bella sinfonía que le conducía hacia laberintos enmarañados en su consciencia. Se dejó guiar por aquellas vocecillas, navegaba en sus memorias más sin encontrar nada. Su padre, su madre. No había nada en ese hueco mundo que hacía tiempo le había brindado seguridad. No había nada. Y si bien el trabajo le distraía por momentos. En la noche, en la oscuridad volvía a sentirse solo. La compañía de los pacientes, los doctores, nada era suficiente para llenar ese espacio. Esos años que nadie sería capaz de devolverle. Atestó un golpe contra la arena. Furioso por no saber que ocurría con él. ¡Basta! No era momento de resucitar a los muertos, no era eso a lo que había venido. Atendió al llamado de la marea entonces. Permaneció en silencio, con la mirada en descanso. Se ancló nuevamente al momento, negándose a morir.
Y el sol renuente a morir iluminaba con sus tibios y traviesos rayos la mirada de un par de ojos tristes que contemplaban su despedida en este trágico atardecer. Escuchó las risas de los niños jugando, y las conversaciones de adultos a su alrededor. Era un extraño en un mundo de fantasía, demasiado viejo para seguir soñando y muy joven para dormir en la rutina de sus deberes. Llevaba consigo sus viejas hojas donde solía hacer bocetos de lo que él consideraba importante para no olvidar. Descansaban en una pequeña bolsa de cuero que estaba a su lado izquierdo. Su mirada estaba posada en todo y nada a la vez. Solo quería estar alejado del sanatorio por un día. El agua llegaba de vez en cuando hasta rozar la punta de sus pies. Estiró los brazos hacia atrás recargándose en ellos, arqueó la espalda y dirigió su vista hacia un cielo aterciopelado.
Suspiró y cerró los ojos. Alejó todo sonido del exterior en su mente. Excepto el agua, bella sinfonía que le conducía hacia laberintos enmarañados en su consciencia. Se dejó guiar por aquellas vocecillas, navegaba en sus memorias más sin encontrar nada. Su padre, su madre. No había nada en ese hueco mundo que hacía tiempo le había brindado seguridad. No había nada. Y si bien el trabajo le distraía por momentos. En la noche, en la oscuridad volvía a sentirse solo. La compañía de los pacientes, los doctores, nada era suficiente para llenar ese espacio. Esos años que nadie sería capaz de devolverle. Atestó un golpe contra la arena. Furioso por no saber que ocurría con él. ¡Basta! No era momento de resucitar a los muertos, no era eso a lo que había venido. Atendió al llamado de la marea entonces. Permaneció en silencio, con la mirada en descanso. Se ancló nuevamente al momento, negándose a morir.
Última edición por Antoine Lavoisier el Lun Mar 24, 2014 3:18 pm, editado 2 veces
François Laurent- Condenado/Vampiro/Clase Alta
- Mensajes : 89
Fecha de inscripción : 01/01/2014
Re: Océanos [Melinda Stelle]
Cuando la vida se complica muchas veces se tiende a caer en al agujero negro de nuestra mente.A veces la cordura esta demasiado sobrevalorada, se piensa que el sano juicio de una persona debe ser igual en todas y a veces la locura es tan maravillosa, tan sutil que a veces no se nota en un principio, tan tentadora que era una delicia jugar entre su telaraña intentando no quedar atrapada. Siempre se había sentido atraída por el mar, por su bamboleo hipnótico que dejaba la vista parada en él, sus leyendas, sus secretos, sus palabras susurradas. Caminó en linea recta con los zapatos en manos arrastrando su vestido de muselina mientras veía a lo lejos el motivo de su paseo.
Mientras oía a los niños reír mientras jugaban con la arena de la playa recordó el ensueño donde los ojos tristes de un joven predominaba, las sombras le seguían dispuestas a quedarse con el, la oscuridad encerraba su alma y después de una larga caída a un abismo sin final su nombre era arrancado de sus labios, como una llamada de ayuda, como una petición suplicante. Y ella se empeñó en buscarle, en comprobar con sus propios ojos si la pena era pena o solo era una quimera.
Llego hasta la posición de él guardando cierta distancia para no asustar al joven. "Déjame hablar a mi." dijo su mitad humana y siguió su consejo dejando a la bruja encerrada pues no era tiempo de su complicado temperamento. Dejo que la brisa refrescase su rostro durante unos segundos para sacar su voz mas dulce y delicada y dirigirse a él.-Atrayente ¿verdad?-comentó y giro su rostro para mirar su cara y dibujo en la suya una sonrisa a medias quizás para no asustarle.
Mientras oía a los niños reír mientras jugaban con la arena de la playa recordó el ensueño donde los ojos tristes de un joven predominaba, las sombras le seguían dispuestas a quedarse con el, la oscuridad encerraba su alma y después de una larga caída a un abismo sin final su nombre era arrancado de sus labios, como una llamada de ayuda, como una petición suplicante. Y ella se empeñó en buscarle, en comprobar con sus propios ojos si la pena era pena o solo era una quimera.
Llego hasta la posición de él guardando cierta distancia para no asustar al joven. "Déjame hablar a mi." dijo su mitad humana y siguió su consejo dejando a la bruja encerrada pues no era tiempo de su complicado temperamento. Dejo que la brisa refrescase su rostro durante unos segundos para sacar su voz mas dulce y delicada y dirigirse a él.-Atrayente ¿verdad?-comentó y giro su rostro para mirar su cara y dibujo en la suya una sonrisa a medias quizás para no asustarle.
Melinda Stelle- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 134
Fecha de inscripción : 17/12/2011
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Océanos [Melinda Stelle]
Perdió la noción del tiempo mientras libraba su batalla interna. El niño perdido entre los escombros de sus recuerdos estaba pidiendo a gritos ayuda, una luz que le guiara al final del túnel donde últimamente se había instalado. Cada color, cada textura se tornaba gris, no podía ver más allá de eso si no sanaba su dolor. Su lado adulto se rehusaba a aprender otra vez, a volver a tropezar y levantarse. Estaba harto del ensayo y el error, de manejar hasta cierto punto esa inocencia que le delataba en primera instancia. Silencio. Fue como un tirón de sobriedad en la oscuridad, le llamaba, le pedía no rendirse, una voz muy dulce que sirvió de puente en aquel abismo donde estaba a nada de caer. Caminó sobre el para llegar hacia el otro lado y escuchó entonces nuevamente el sonido de la alegría que destilaban los pequeños. Estaba de regreso y aquellas palabras que cayeron sobre él como una lluvia aliviando el peso que traía sobre los hombros.
No estaba acostumbrado a tratar con gente nueva, menos sonreír, pero nunca sería grosero, la educación estaba por encima de cualquiera de sus otros principios. Ella era diferente, se limitó a abrir los ojos y verle, su semblante serio contrastaba con el gesto amable que se había dibujado en los labios de la chica. ¿Quién era ella? No la conocía y sin embargo le transmitía una paz que invadía su interior. Parpadeó por unos segundos y colocó su mano sobre los ojos para cubrirse de los rayos moribundos del atardecer.
-Ciertamente madmoiselle. – Respondió dejando la incógnita de sus nombres oculta.
Regresó su vista al espectáculo que se presentaba en este instante, el rugir de las olas se elevaba y caía en un ritmo calmo. Era un poco tímido sí, pero pudo contener todos y cada uno de los detalles en ella. Los ojos castaños y la piel lozana que era enmarcada por unos largos rizos que caían suavemente sobre sus hombros. El porte elegante que le mostraba una seguridad inquebrantable. Miró nuevamente a su acompañante e hizo un ademán para que tomara asiento a su lado.
-Es demasiado bello para dejar de contemplarlo. – musitó en un hilo de voz, pero sin hacer contacto visual.
Para ese entonces la escasa luz estaba marchándose en el horizonte y presumía unas bellas tonalidades que siempre le había gustado admirar. Nunca se imaginó que esta ocasión sería diferente, despedía un atardecer más en su vida, a lado de una desconocida, que quizás lejos de serlo, sería un pincel que le trazaría líneas nuevas en este lienzo vacío que hasta entonces estaba carcomiendo la poca fe que aún lo mantenía de pie.
No estaba acostumbrado a tratar con gente nueva, menos sonreír, pero nunca sería grosero, la educación estaba por encima de cualquiera de sus otros principios. Ella era diferente, se limitó a abrir los ojos y verle, su semblante serio contrastaba con el gesto amable que se había dibujado en los labios de la chica. ¿Quién era ella? No la conocía y sin embargo le transmitía una paz que invadía su interior. Parpadeó por unos segundos y colocó su mano sobre los ojos para cubrirse de los rayos moribundos del atardecer.
-Ciertamente madmoiselle. – Respondió dejando la incógnita de sus nombres oculta.
Regresó su vista al espectáculo que se presentaba en este instante, el rugir de las olas se elevaba y caía en un ritmo calmo. Era un poco tímido sí, pero pudo contener todos y cada uno de los detalles en ella. Los ojos castaños y la piel lozana que era enmarcada por unos largos rizos que caían suavemente sobre sus hombros. El porte elegante que le mostraba una seguridad inquebrantable. Miró nuevamente a su acompañante e hizo un ademán para que tomara asiento a su lado.
-Es demasiado bello para dejar de contemplarlo. – musitó en un hilo de voz, pero sin hacer contacto visual.
Para ese entonces la escasa luz estaba marchándose en el horizonte y presumía unas bellas tonalidades que siempre le había gustado admirar. Nunca se imaginó que esta ocasión sería diferente, despedía un atardecer más en su vida, a lado de una desconocida, que quizás lejos de serlo, sería un pincel que le trazaría líneas nuevas en este lienzo vacío que hasta entonces estaba carcomiendo la poca fe que aún lo mantenía de pie.
Última edición por Antoine Lavoisier el Lun Mar 24, 2014 3:18 pm, editado 1 vez
François Laurent- Condenado/Vampiro/Clase Alta
- Mensajes : 89
Fecha de inscripción : 01/01/2014
Re: Océanos [Melinda Stelle]
Un instinto innato se apoderó de ella, llenándola por completo como un niño henchido en sí al recibir un regalo. Una emoción así, una plenitud al escuchar su voz, al darse cuenta que era la misma que oía en sus sueños, con ese toque de lamentación que la desgarraba el alma. Suplico para sus adentros que por favor sus dos mitades estuviesen calmadas esa vez, que no fuesen motivo ni causa de que aquél joven saliese espantado de allí. Imitó su pose por la comodidad que reportaba y miró su perfil.
Un rostro palidamente blanco como la luz del Sol que buscaba reflejarse en él,sus ojos de color marrón como la tierra y tan profundos como esta podía ser a veces,su cuerpo esbelto y delgado ataviado con una escueta ropa. Pero era su mirada, esa en la que veía lo mismo que en su espejo todos los días. Un ser atrapado en otro, un mundo que no ayuda, un camino demasiado doloroso para poder andarlo descalzo.
El astro rey comenzaba su retirada dejando que las sombras comenzasen a penetrar por las vertientes de aire. El crepúsculo es cercano y miles de colores se rebelan para aparecer antes de la llegada del negro noctámbulo. La gente comenzaba su marcha y muchos otros prepararían su salida, era irónico que cuando el depredador despierta la presa yace en descanso. Ley de la naturaleza.
-Es más bonito si evades las distracciones-comentó al joven y haciendo ver a lo que se refería se incorporó levemente y puso dos dedos por delante de los ojos del muchacho para tapar el sol y así pudiese contemplar los bellos reflejos, los detalles ondulantes, los colores vespertinos.-A veces son los secundarios quienes ensalzan al protagonista-la comparativa salió de sus labios con suavidad como si con sus palabras quisiese rozar su alma, un alma que quería sanar.
Un rostro palidamente blanco como la luz del Sol que buscaba reflejarse en él,sus ojos de color marrón como la tierra y tan profundos como esta podía ser a veces,su cuerpo esbelto y delgado ataviado con una escueta ropa. Pero era su mirada, esa en la que veía lo mismo que en su espejo todos los días. Un ser atrapado en otro, un mundo que no ayuda, un camino demasiado doloroso para poder andarlo descalzo.
El astro rey comenzaba su retirada dejando que las sombras comenzasen a penetrar por las vertientes de aire. El crepúsculo es cercano y miles de colores se rebelan para aparecer antes de la llegada del negro noctámbulo. La gente comenzaba su marcha y muchos otros prepararían su salida, era irónico que cuando el depredador despierta la presa yace en descanso. Ley de la naturaleza.
-Es más bonito si evades las distracciones-comentó al joven y haciendo ver a lo que se refería se incorporó levemente y puso dos dedos por delante de los ojos del muchacho para tapar el sol y así pudiese contemplar los bellos reflejos, los detalles ondulantes, los colores vespertinos.-A veces son los secundarios quienes ensalzan al protagonista-la comparativa salió de sus labios con suavidad como si con sus palabras quisiese rozar su alma, un alma que quería sanar.
Melinda Stelle- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 134
Fecha de inscripción : 17/12/2011
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Océanos [Melinda Stelle]
Conforme avanzaban las horas las nubes rollizas coronaba la cúpula taciturna. Algunas se alejaban al vaivén del viento, coqueteando entre sí. Los colores exhalaban su último aliento. Que irónico, aún en este estado de agonía era cuando más sobresalían, cuando su verdadera identidad y destello se presumía con amplia elegancia. ¿Sería posible que el chico tuviera la misma naturaleza? Siendo tan gris e inestable ¿Aun así podría mostrar un lado brillante y positivo? Era una tarea ardua pero no imposible, solo necesitaba un detonante, una chispa que activara aquel talento nato que desde niño siempre mostró. Y es que entre los escombros de sus recuerdos, se podía ver a un pequeño sonriente, con hambre de conocimiento y de vivir. Poco quedaba ya de ese niño, apenas huellas en la arena blanca de esa fortaleza.
Escuchó con cuidado las palabras de aquella joven, escuchó atentamente lo que ella decía, eran dardos que de forma súbita penetraron esa barrera, llegando directamente a su centro, a ese espacio privado que siempre había mantenido oculto ¿Quién era ella? El efecto de sus actos no era razonable. Ni los más prestigiados doctores habían causado tal efecto en años de terapias y medicamentos. Y de manera natural, casi imprudente, ella acercó su tacto para cubrirle de la luz. Le ayudaba a distinguir el resplandor de las sombras. No pudo evitar dejar de contemplar el atardecer y tuvo que volver la mirada a su acompañante, ella continuaba hablando y explicándole de manera paciente. Antoine se perdió unos segundos en la mirada ajena, la naturalidad en que sus ojos brillaban y presumían una calidez indescriptible.
“Los secundarios que realzan al protagonista” repetía en su mente. Para ese entonces la playa, las risas cándidas de los niños habían dejado de existir, las tonalidades, la voracidad del segundo elemento se volvió insignificante ante la presencia de aquella joven. El mismo Antoine pasó a segundo plano. Tenía el porte de una dama y el aura de un ángel terrenal, le recordó a su madre. Ella había sido la única capaz de llegar al fondo de su corazón y esta chica en cuestión de segundos se aproximó tanto.
-Mi nombre es Antoine, Antoine Lavoisier. – dijo tímidamente y estiro la mano buscando estrecharle.
Lo menos que podía hacer era develar su nombre, con el tiempo quizás le mostraría otra parte de su lado oscuro. Sentía un deseo de hablar con ella, de confesar ese lastro que cargaba en sus espaldas. Hasta ahora no sabía su nombre, pero una cosa era segura, el necesitaba ser sanado, sin artificios ni maquinas, sin el toque indiferente que dan los hospitales, Antoine estaba enfermo, si, enfermo del álma y del corazón.
Escuchó con cuidado las palabras de aquella joven, escuchó atentamente lo que ella decía, eran dardos que de forma súbita penetraron esa barrera, llegando directamente a su centro, a ese espacio privado que siempre había mantenido oculto ¿Quién era ella? El efecto de sus actos no era razonable. Ni los más prestigiados doctores habían causado tal efecto en años de terapias y medicamentos. Y de manera natural, casi imprudente, ella acercó su tacto para cubrirle de la luz. Le ayudaba a distinguir el resplandor de las sombras. No pudo evitar dejar de contemplar el atardecer y tuvo que volver la mirada a su acompañante, ella continuaba hablando y explicándole de manera paciente. Antoine se perdió unos segundos en la mirada ajena, la naturalidad en que sus ojos brillaban y presumían una calidez indescriptible.
“Los secundarios que realzan al protagonista” repetía en su mente. Para ese entonces la playa, las risas cándidas de los niños habían dejado de existir, las tonalidades, la voracidad del segundo elemento se volvió insignificante ante la presencia de aquella joven. El mismo Antoine pasó a segundo plano. Tenía el porte de una dama y el aura de un ángel terrenal, le recordó a su madre. Ella había sido la única capaz de llegar al fondo de su corazón y esta chica en cuestión de segundos se aproximó tanto.
-Mi nombre es Antoine, Antoine Lavoisier. – dijo tímidamente y estiro la mano buscando estrecharle.
Lo menos que podía hacer era develar su nombre, con el tiempo quizás le mostraría otra parte de su lado oscuro. Sentía un deseo de hablar con ella, de confesar ese lastro que cargaba en sus espaldas. Hasta ahora no sabía su nombre, pero una cosa era segura, el necesitaba ser sanado, sin artificios ni maquinas, sin el toque indiferente que dan los hospitales, Antoine estaba enfermo, si, enfermo del álma y del corazón.
Última edición por Antoine Lavoisier el Lun Mar 24, 2014 3:16 pm, editado 1 vez
François Laurent- Condenado/Vampiro/Clase Alta
- Mensajes : 89
Fecha de inscripción : 01/01/2014
Re: Océanos [Melinda Stelle]
Dicen que el que el mar sana cualquier herida.Dicen que el sonido del mar calma a los mas desesperados si se logra escuchar con suficiente atención, durante suficiente tiempo.Dicen, también, que el agua del mar se lleva con cada ola una de nuestras lágrimas saladas, y que por eso es imposible que se seque algún día. Y he aquí a un hombre que busca en el mar la sanación de sus agravios y he aquí una mujer que mas agraviada que él busca rehabilitarle. Y sin embargo aunque la locura de la imagen era evidente aquella estampa era prometedora. Melinda bajo las manos con suavidad quedándose orante ante él.
El aroma salino la invadió y en su mente se dibujo la imagen de su madre. Fuerte en su debilidad, sincera en sus mentiras, cariñosa en su frialdad y bruja en su humanidad. Una personalidad utópica en un cuerpo simple y sin ornamentos. Y ella ilusa aspiró en su día a ser su reflejo, a rozar la perfección de un carácter líder y embriagador, pero en su contra estuvieron los acontecimientos y más si cabe ahora luchaba por acariciar un poco de esplendor. Ella no era la ideal para ayudar, pero sabía que debía hacerlo y que ella también aliviaría su dolor con ello.
-Se quién eres señor Lavoisier-expresó con cierta turbación en sus palabras.-Le he visto antes, en mis sueños.-ciñó su mano a la del joven con cierta fuerza por la emoción del momento.-Me llamo Melinda Stelle.
El silencio se situó entre ambos una expectante por la confesión hecha otro quizás sorprendido o temeroso por el testimonio de una completa desconocida, pero allí donde el mundo ha decidido pararse durante un segundo, donde lo esencial se hace visible ante los ojos, dos almas buscan consuelo y ninguna de ellas sabe que esta a punto de lograrlo.
El aroma salino la invadió y en su mente se dibujo la imagen de su madre. Fuerte en su debilidad, sincera en sus mentiras, cariñosa en su frialdad y bruja en su humanidad. Una personalidad utópica en un cuerpo simple y sin ornamentos. Y ella ilusa aspiró en su día a ser su reflejo, a rozar la perfección de un carácter líder y embriagador, pero en su contra estuvieron los acontecimientos y más si cabe ahora luchaba por acariciar un poco de esplendor. Ella no era la ideal para ayudar, pero sabía que debía hacerlo y que ella también aliviaría su dolor con ello.
-Se quién eres señor Lavoisier-expresó con cierta turbación en sus palabras.-Le he visto antes, en mis sueños.-ciñó su mano a la del joven con cierta fuerza por la emoción del momento.-Me llamo Melinda Stelle.
El silencio se situó entre ambos una expectante por la confesión hecha otro quizás sorprendido o temeroso por el testimonio de una completa desconocida, pero allí donde el mundo ha decidido pararse durante un segundo, donde lo esencial se hace visible ante los ojos, dos almas buscan consuelo y ninguna de ellas sabe que esta a punto de lograrlo.
Melinda Stelle- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 134
Fecha de inscripción : 17/12/2011
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Océanos [Melinda Stelle]
En los momentos de vulnerabilidad es cuando podemos ser nosotros mismos o al menos eso había leído en alguna ocasión. Sus sentidos se alertaron con el susurro de las olas que prestaban su cántico marino. Se dejó arrastrar por esos sonidos. Y en cuestión de segundos estaba de regreso, no sabía si eso era normal, perderse por un cierto periodo de tiempo imaginando cosas, mundos y puertas detrás de los espejos, persiguiendo conejos blancos en un camino espinoso y turbulento. ¡Basta! De vuelta a la realidad, seguía frente al mar, acompañado del enigma de su oyente. Escuchó con atención el ritmo de sus frases, la cadencia y calma con que emanaban de sus labios y por instantes le asaltó el miedo. Como era posible que le conociera. Había pasado demasiado tiempo bajo el resguardo del Sanatorio que se había olvidado de ese sentimiento de empatía.
Era un lazo natural, una chispa que estaba produciendo un fuego natural. Un presagio destinado a ocurrir. Sintió el suave roce la mano de la joven, su tacto seguro, fuerte pero amable a la vez. Como si tuviera una doble personalidad. Los sueños y la razón. Una dualidad que se ocultaba a la perfección tras esa fachada humana. De cualquier modo su sentido de intuición no estaba alterado, confió en las palabras conferidas. En la confesión.
-Es un placer madmoiselle Stelle.- Dijo apenas esbozando una ligera sonrisa en su rostro. Es algo que nunca suele hacer, más sin embargo se trazó así, sin más.
Arqueó ligeramente la ceja, mostrándose incrédulo ante la aseveración. – Dígame madmoiselle ¿Cómo es que usted asegura conocerme?- Dejó que la incógnita flotara en el aire. - ¿Será acaso usted portadora de algún don que yo desconozca? -
Era inevitable que las preguntas rondaran su mente, pero había que dar paso a las respuestas, cuando se trataba de conocer el mundo, Antoine daba entrada a ese chiquillo que aguardaba impaciente las explicaciones.
Como un alma en pena, un serafín con las alas rotas que había detenido su vuelo errante, se encontraba varado en la playa. Donde sus remordimientos, deseos y monstruos se tomaban de la mano para jugarle bromas. Quiso mantener la cordura. El incesante murmullo del agua se perdía en el rugir que los océanos en su alma gritaban. A veces sentía el pulso, el latir de su corazón detenerse, imposibilitado para continuar su viaje. Muéstrale como, déjale ver más allá de este atardecer, de este profundo carmesí que se tenía por encima de ambas siluetas. Recogió la mano después de responder al saludo y la llevo a sus bolsillos, el frío estaba tomando lugar en la escena. No se inmutó. Volvió su vista al infinito y de nuevo a su acompañante. Ocultó el miedo y el dolor, si, estaba acostumbrado a hacerlo, pero esta vez el acto no le serviría de nada, su mente era un libro abierto, ¿Por cuánto tiempo Antoine?
Era un lazo natural, una chispa que estaba produciendo un fuego natural. Un presagio destinado a ocurrir. Sintió el suave roce la mano de la joven, su tacto seguro, fuerte pero amable a la vez. Como si tuviera una doble personalidad. Los sueños y la razón. Una dualidad que se ocultaba a la perfección tras esa fachada humana. De cualquier modo su sentido de intuición no estaba alterado, confió en las palabras conferidas. En la confesión.
-Es un placer madmoiselle Stelle.- Dijo apenas esbozando una ligera sonrisa en su rostro. Es algo que nunca suele hacer, más sin embargo se trazó así, sin más.
Arqueó ligeramente la ceja, mostrándose incrédulo ante la aseveración. – Dígame madmoiselle ¿Cómo es que usted asegura conocerme?- Dejó que la incógnita flotara en el aire. - ¿Será acaso usted portadora de algún don que yo desconozca? -
Era inevitable que las preguntas rondaran su mente, pero había que dar paso a las respuestas, cuando se trataba de conocer el mundo, Antoine daba entrada a ese chiquillo que aguardaba impaciente las explicaciones.
Como un alma en pena, un serafín con las alas rotas que había detenido su vuelo errante, se encontraba varado en la playa. Donde sus remordimientos, deseos y monstruos se tomaban de la mano para jugarle bromas. Quiso mantener la cordura. El incesante murmullo del agua se perdía en el rugir que los océanos en su alma gritaban. A veces sentía el pulso, el latir de su corazón detenerse, imposibilitado para continuar su viaje. Muéstrale como, déjale ver más allá de este atardecer, de este profundo carmesí que se tenía por encima de ambas siluetas. Recogió la mano después de responder al saludo y la llevo a sus bolsillos, el frío estaba tomando lugar en la escena. No se inmutó. Volvió su vista al infinito y de nuevo a su acompañante. Ocultó el miedo y el dolor, si, estaba acostumbrado a hacerlo, pero esta vez el acto no le serviría de nada, su mente era un libro abierto, ¿Por cuánto tiempo Antoine?
Última edición por Antoine Lavoisier el Lun Mar 24, 2014 3:14 pm, editado 1 vez
François Laurent- Condenado/Vampiro/Clase Alta
- Mensajes : 89
Fecha de inscripción : 01/01/2014
Re: Océanos [Melinda Stelle]
Las palabras oscilaban en el aire reteniendose en su mente, intentaba buscar una respuesta sincera a la par que discreta que no pusiese su condición en peligro. Demasiadas veces su vida se había puesto en la cuerda floja y demasiadas veces la llamada de la muerte había tocado su puerta. Hace unos mese la ingenuidad de su parte humana se hubiese fundido ante la angelical tez del joven allí situado. Inocencia pura, delicada nobleza que ha veces se rompía con el mínimo roce de la cruda realidad. A su mente acudieron los vestigios de su vida cuando era una muchacha, cuando sus padre adoptivos le regalaron un mundo cerrado, una burbuja de color de rosa llena de sonrisas y amor. Y cuando esa burbuja exploto el aire se volvió agridulce y la amargura invadió su alma porque el mundo era despiadado, atroz y ella era una necia flor rodeada de miles de espinas.
-Su rostro ha iluminado muchos de mis sueños moinseur,y este encuentro no es del todo fortuito.-su voz sonó clara como el agua del mar y placentera como un cantó de sirena que con su melodía pretendía hipnotizar a sus oyentes.-La noche es oscura, pero el sol siempre vuelve a salir despejando el cielo.-era increíble lo bien que sabía aconsejar a los demás y lo mal que actuaba ella, puro sentimiento, verdadera idiosincrasia que no servía para nada.
Su mente intento cerrarse, centrarse en su misión, en lo que quería conseguir, aquel era un paso de la Melinda autentica, de la que quería ser el resto de su vida,no podía dejar que ellas se entrometiesen en ello, no dejaría que nadie dañase a ese muchacho, ella iba a ser su esperanza, el color de las estrellas que vería cada noche y el motivo de que ese gesto cortes de sus labios se tornasen en una agradable y sincera sonrisa.
Notó como el aire jugaba entre sus cabellos refrescando su cara, de momento no le molesto en exceso y colocando sus cabellos tras la oreja derecha dejando su perfil visible se aposentó en la arena sin importarle la compostura, la finura ni la poca elegancia de su gesto. Ella no vivía de eso ni quería mostrar altivez ni distancia al muchacho. Miro de nuevo al hombre y le extraño cierta sombra de nostalgia que parecía recorrer su mirada.
-Su rostro ha iluminado muchos de mis sueños moinseur,y este encuentro no es del todo fortuito.-su voz sonó clara como el agua del mar y placentera como un cantó de sirena que con su melodía pretendía hipnotizar a sus oyentes.-La noche es oscura, pero el sol siempre vuelve a salir despejando el cielo.-era increíble lo bien que sabía aconsejar a los demás y lo mal que actuaba ella, puro sentimiento, verdadera idiosincrasia que no servía para nada.
Su mente intento cerrarse, centrarse en su misión, en lo que quería conseguir, aquel era un paso de la Melinda autentica, de la que quería ser el resto de su vida,no podía dejar que ellas se entrometiesen en ello, no dejaría que nadie dañase a ese muchacho, ella iba a ser su esperanza, el color de las estrellas que vería cada noche y el motivo de que ese gesto cortes de sus labios se tornasen en una agradable y sincera sonrisa.
Notó como el aire jugaba entre sus cabellos refrescando su cara, de momento no le molesto en exceso y colocando sus cabellos tras la oreja derecha dejando su perfil visible se aposentó en la arena sin importarle la compostura, la finura ni la poca elegancia de su gesto. Ella no vivía de eso ni quería mostrar altivez ni distancia al muchacho. Miro de nuevo al hombre y le extraño cierta sombra de nostalgia que parecía recorrer su mirada.
Melinda Stelle- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 134
Fecha de inscripción : 17/12/2011
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Océanos [Melinda Stelle]
La canción había terminado, la forma en que la joven hablaba, era tan solo un poco más seductora que su belleza física. Y se vio perdido en un oleaje espeso y febril, donde las verdades se podrían mantener ocultas aún, no importaba, comprendió que no necesitaba explicaciones. Apenas pudo recuperarse para entender que ella estaba haciendo lo que en sus manos estaba para sanarle. En un indefinible momento, donde sus heridas se presumían expuestas y al rojo vivo, tan solo pocas personas podrían acercarse tanto y Melinda lo estaba haciendo, de forma tan natural. La emoción de saber que existía una persona a quien conferir sus más oscuros miedos le embargó, se traducía en un deseo incontenible de llorar. Había encontrado algo que había estado buscando por mucho tiempo y se había negado a aceptar.
–Quizás usted esté en lo correcto madmoiselle. – La noche siempre es enigmática y nos atrapa muy a pesar de nuestra lucha por mantener la cordura, y en ocasiones pareciera que el sol se niega a brillar como antes. – Dijo apenas dirigiendo su mirada nostálgica a la joven.
Si hubiera tenido lágrimas que derramar en este instante, lo hubiera hecho, habría dado rienda suelta a un llanto interminable. Suspiró para contenerse y miró nuevamente a su alrededor. Le pareció escuchar la suave cacofonía de otras charlas y risas alejándose. Se quedaría a solas con ella, cuando la oscuridad se aproximaba. Cuando él estaba expuesto a los terrores de un pasado encerrado en las paredes de los cuartos fríos. Pero en aquel lugar lo invadía una paz manifiesta, una paz que tocaba a las puertas de su alma.
Llevó sus manos a la pequeña bolsa que portaba siempre que salía a dar largos paseos. Y mostró uno de sus bocetos a la joven, uno de los que más significaba para él. Recorrió con los dedos los bordes un poco maltrechos de la hoja. En la escena había dos personas adultas detrás de un pequeño risueño. No estaba seguro que así hubiera sido su infancia, sin embargo, una parte deseaba creer que así fué.Notó que ella le observaba y se mantuvo serio, mostrando ese lado que siempre ocultaba al mundo, cuando Antoine leía su mirada se tornaba dulce, sus gestos de admiración y expectación agrandaban ese azul cristalino, suspiró nuevamente y continuó develando uno a uno los detalles en el dibujo.
Esa era la manera de superar los temores y de sobrevivir por tanto tiempo y en la intimidad de este momento se permitió fallar y aprender. La ira y el odio por no comprender tantas cosas se desvanecieron. El furor ciego se había esfumado junto con el rugir de las olas que ahora se mostraban apacibles. Sin embargo persistía un ápice de temor en el que pese a toda su lucidez no podía aún profundizar. Era la primera vez que estaba mostrándose tal cual era en su soledad. Y en silencio al terminar, esperó, con la esperanza de que aquella joven restañara sus heridas.
–Quizás usted esté en lo correcto madmoiselle. – La noche siempre es enigmática y nos atrapa muy a pesar de nuestra lucha por mantener la cordura, y en ocasiones pareciera que el sol se niega a brillar como antes. – Dijo apenas dirigiendo su mirada nostálgica a la joven.
Si hubiera tenido lágrimas que derramar en este instante, lo hubiera hecho, habría dado rienda suelta a un llanto interminable. Suspiró para contenerse y miró nuevamente a su alrededor. Le pareció escuchar la suave cacofonía de otras charlas y risas alejándose. Se quedaría a solas con ella, cuando la oscuridad se aproximaba. Cuando él estaba expuesto a los terrores de un pasado encerrado en las paredes de los cuartos fríos. Pero en aquel lugar lo invadía una paz manifiesta, una paz que tocaba a las puertas de su alma.
Llevó sus manos a la pequeña bolsa que portaba siempre que salía a dar largos paseos. Y mostró uno de sus bocetos a la joven, uno de los que más significaba para él. Recorrió con los dedos los bordes un poco maltrechos de la hoja. En la escena había dos personas adultas detrás de un pequeño risueño. No estaba seguro que así hubiera sido su infancia, sin embargo, una parte deseaba creer que así fué.Notó que ella le observaba y se mantuvo serio, mostrando ese lado que siempre ocultaba al mundo, cuando Antoine leía su mirada se tornaba dulce, sus gestos de admiración y expectación agrandaban ese azul cristalino, suspiró nuevamente y continuó develando uno a uno los detalles en el dibujo.
Esa era la manera de superar los temores y de sobrevivir por tanto tiempo y en la intimidad de este momento se permitió fallar y aprender. La ira y el odio por no comprender tantas cosas se desvanecieron. El furor ciego se había esfumado junto con el rugir de las olas que ahora se mostraban apacibles. Sin embargo persistía un ápice de temor en el que pese a toda su lucidez no podía aún profundizar. Era la primera vez que estaba mostrándose tal cual era en su soledad. Y en silencio al terminar, esperó, con la esperanza de que aquella joven restañara sus heridas.
Última edición por Antoine Lavoisier el Lun Mar 24, 2014 3:13 pm, editado 1 vez
François Laurent- Condenado/Vampiro/Clase Alta
- Mensajes : 89
Fecha de inscripción : 01/01/2014
Re: Océanos [Melinda Stelle]
Cuando ella se quedó sola en este mundo su alma murió en parte, esa sería una cicatriz que la acompañaría toda la vida. Nunca podría borrar lo que era, lo que sentía, los recuerdos que invadían sus mente en los momentos mas tétricos de su existencia. Pero había llegado a comprender que para bien o para mal eran esos recuerdos lo que habían forjado su carácter. Eran humanos, seres imperfectos, inestables que viven de sueños, que marcan su ánima con las heridas delos momentos más lacerantes de sus vidas, haciendo insignificantes los detalles que hacen la existencia más placentera. Y en esas coyunturas donde las tinieblas venían a capturar su cuerpo, dejándolo inerte, frágil y débil, solía recordar las luces del alba al lado de su madre, las risas de sus amigos, su propia sonrisa, la vez que hizo su primer conjuro, la caricia de una madre ya ausente, el calor de su cama, la seguridad de su casa natal. Y estos pequeños destellos de felicidad que lograba recordar hacían desaparecer cualquier sombra, pero a veces era demasiado difícil invocarlos.
Por eso comprendía muy bien lo que el muchacho quería decir , a veces las sombras ganan y te llevan a la demencia. Y en ese instante que su voz se apagó, todo lo que les rodeaban se volvió etéreo, para ella ya no estaban en la playa, ya no existía nadie más. Se concentro en el joven, en su aliento expulsado de su cuerpo como si con ese gesto pudiese espantar a su propios demonios o mas bien guardarlos otra vez dentro. Y era él tan facundo sin mediar palabra, y era tan diáfano a pesar de la oscuridad que le rodeaba. Y era él tan límpido aún cuando su desaliño le gobernaba. Era todo y no mostraba nada por que solo ciertos ojos podían ver en él todo lo que su silencio decía.
El boceto estaba frente a ella y quiso tocarlo, pero no se atrevió, no quería ensuciar con sus manos aquel valioso objeto del muchacho. Lo contemplo con ojos interesante,intentando comprender lo que el muchacho quería decir con ese gesto. En él aparecía una familia, o al menos eso interpretaba, sus ropas eran elegantes y su pose pulcra y natural. Unos padres junto a un niño,se fijo en él. Su sonrisa captaba toda la atención sobre el dibujo como si esa fuera la verdadera protagonista."La anhelante sonrisa de un infante" se dijo a si misma. Y esos ojos, jocundos,joviales y alegres que transmitían la inocencia y la felicidad. Sin duda eran sus ojos, mas vivos, mas humanos, pero los suyos. Dejo de mirar el boceto para observarle a él.
-Reconozco tus ojos en ese niño, es otro fulgor, pero tuyos al fin y al cabo.-solo quiso dar consciencia de lo que ella percibía.-Tu mirada ya no es así ¿verdad?-hizo una pausa sin esperar respuesta pues la pregunta que haría a continuación sería la importante, la que le disolvería todas las dudas que podía tener la que aclararía el por qué de sus sueños y el motivo de la necesidad de ayuda que tenía el joven.-¿Por qué?-su voz sonó dulce como si la pregunta fuese natural, no inquisidora, ni curiosa, si no amigable y sincera.
La noche cayó rápidamente ante ellos dejando que las estrellas tiñeran el cielo de pequeñas luces fulgurantes que embellecían el anochecer, la playa estaba vacía, el silencio intentaba captar cualquier secreto y la oscuridad esconder todo aquello que a la luz del día no se debe acometer. Noche....mágico momento entre una jornada y otro, momento de descanso para algunos, de vida para otros, y de tortura para muchos. Cuanto encierra y cuanto cuenta.
Por eso comprendía muy bien lo que el muchacho quería decir , a veces las sombras ganan y te llevan a la demencia. Y en ese instante que su voz se apagó, todo lo que les rodeaban se volvió etéreo, para ella ya no estaban en la playa, ya no existía nadie más. Se concentro en el joven, en su aliento expulsado de su cuerpo como si con ese gesto pudiese espantar a su propios demonios o mas bien guardarlos otra vez dentro. Y era él tan facundo sin mediar palabra, y era tan diáfano a pesar de la oscuridad que le rodeaba. Y era él tan límpido aún cuando su desaliño le gobernaba. Era todo y no mostraba nada por que solo ciertos ojos podían ver en él todo lo que su silencio decía.
El boceto estaba frente a ella y quiso tocarlo, pero no se atrevió, no quería ensuciar con sus manos aquel valioso objeto del muchacho. Lo contemplo con ojos interesante,intentando comprender lo que el muchacho quería decir con ese gesto. En él aparecía una familia, o al menos eso interpretaba, sus ropas eran elegantes y su pose pulcra y natural. Unos padres junto a un niño,se fijo en él. Su sonrisa captaba toda la atención sobre el dibujo como si esa fuera la verdadera protagonista."La anhelante sonrisa de un infante" se dijo a si misma. Y esos ojos, jocundos,joviales y alegres que transmitían la inocencia y la felicidad. Sin duda eran sus ojos, mas vivos, mas humanos, pero los suyos. Dejo de mirar el boceto para observarle a él.
-Reconozco tus ojos en ese niño, es otro fulgor, pero tuyos al fin y al cabo.-solo quiso dar consciencia de lo que ella percibía.-Tu mirada ya no es así ¿verdad?-hizo una pausa sin esperar respuesta pues la pregunta que haría a continuación sería la importante, la que le disolvería todas las dudas que podía tener la que aclararía el por qué de sus sueños y el motivo de la necesidad de ayuda que tenía el joven.-¿Por qué?-su voz sonó dulce como si la pregunta fuese natural, no inquisidora, ni curiosa, si no amigable y sincera.
La noche cayó rápidamente ante ellos dejando que las estrellas tiñeran el cielo de pequeñas luces fulgurantes que embellecían el anochecer, la playa estaba vacía, el silencio intentaba captar cualquier secreto y la oscuridad esconder todo aquello que a la luz del día no se debe acometer. Noche....mágico momento entre una jornada y otro, momento de descanso para algunos, de vida para otros, y de tortura para muchos. Cuanto encierra y cuanto cuenta.
Melinda Stelle- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 134
Fecha de inscripción : 17/12/2011
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Océanos [Melinda Stelle]
Soplaba un aire salobre y cálido, las estrellas parecían especialmente cercanas y brillantes en el nítido cielo. Esta enorme bóveda era tan solo una parte de la pulcra belleza natural que se desplegaba a lo largo y ancho del paraje. Aquellos danzantes caprichosos de espuma que le entregaban una reverencia se habían ido para siempre. Las aguas estaban más quietas ahora y no había sonido alguno que pudiera mancillar la tranquilidad nocturna. Antoine estaba consciente de lo que estaba haciendo, había abierto las puertas de sus memorias para dar paso al dolor, debía sangrar y morir para volver a vivir, para continuar en el mezquino andar de la rutina diaria, se estaba volviendo un lastre cargar con todo eso. Se quedó callado cuando escuchó nuevamente la voz de su oyente, le encantaba el tono en que sus preguntas le atacaban, puesto que era algo diferente, algo que no había experimentado hasta ahora.
Le pareció estar viviendo su noche más larga. Su mirada triste y en momentos sombría se cubrió por el fulgor de un par de lágrimas que se resistía a liberar. Era inevitable, observar la imagen de un pasado que había perdido en cuestión de segundos. Un pasado que no estaba del todo seguro de haberlo vivido. Al momento, se mostró abatido por ese dolor, llevándose los dedos a los ojos para desaparecer el llanto venidero. Su rostro mostraba un rictus de pánico y desesperación por pedir ayuda. ¡Clama! ¡Clama al cielo por ayuda Antoine! Y es que muchas personas que le visitaban en el Sanatorio mostraban un semblante de miedo, al pensar que ese chico posiblemente pudiera estar poseído por algún ente maligno. Otros tantos le trataban de loco, nadie puede tocar el piano con semejante maestría y olvidarlo todo de la noche a la mañana. Morir antes que confiarle mi pena, eso hubiera respondido, pero a ella no. Ella era diferente.
Inesperadamente una lágrima cayó sobre el papel, manchando así la tinta que delineaba los contornos del boceto. No hizo nada para evitarlo, sabía que tarde o temprano ocurriría, estaba a punto de iniciar un rito de confesión, así mismo no dudaba que ella, Melinda, sería la única persona capaz de lograr semejante tarea.
-Dice que mi mirada ha perdido su brillo, que el fulgor que se muestra en esta imagen ya no es el mismo.- Inquirió apenas para suspirar y reprimir sus palabras. Ahogo el llanto cuando pasó un poco de saliva y así poder retomar la fuerza necesaria para continuar con la charla.
-Usted madmoiselle, es afortunada ¿sabe? No es fácil. No es fácil aceptar el hecho de perder poco más de 10 años de su vida en un abrir y cerrar de ojos.- El dolor lo aturdía e hizo que su voz se quebrantara.
-Aunque no lo crea, no siempre fui así. Alguna vez, fui realmente feliz, alguna vez fui fuerte. Esto – dijo tocando la hoja de papel. – Esto es lo único que me queda madmoiselle. – No estoy seguro de que pueda seguir adelante si no creo en la posibilidad de la bondad.-
Ese punzante dolor otra vez. Era un refugio que le helaba la piel hasta los huesos y sellaba su cuerpo de forma que su alma de niño quedaba inerte y encerrada en su interior, miró a la chica vagamente confundido por la forma en que ella reaccionaría, estaba confiando en que no escaparía de ahí al escucharle. Soportó todas esas oraciones con apenas un poco de serenidad. No estalló de rabia como lo hacía anteriormente, para Antoine eso significaba un avance. Con esa misma calma aparente entregó a la joven el boceto entre sus manos, le estaba confiriendo su pasado y su presente. Su todo.
-En usted hay una luz casi cegadora, en cambio en mí solo hay oscuridad.-
Le pareció estar viviendo su noche más larga. Su mirada triste y en momentos sombría se cubrió por el fulgor de un par de lágrimas que se resistía a liberar. Era inevitable, observar la imagen de un pasado que había perdido en cuestión de segundos. Un pasado que no estaba del todo seguro de haberlo vivido. Al momento, se mostró abatido por ese dolor, llevándose los dedos a los ojos para desaparecer el llanto venidero. Su rostro mostraba un rictus de pánico y desesperación por pedir ayuda. ¡Clama! ¡Clama al cielo por ayuda Antoine! Y es que muchas personas que le visitaban en el Sanatorio mostraban un semblante de miedo, al pensar que ese chico posiblemente pudiera estar poseído por algún ente maligno. Otros tantos le trataban de loco, nadie puede tocar el piano con semejante maestría y olvidarlo todo de la noche a la mañana. Morir antes que confiarle mi pena, eso hubiera respondido, pero a ella no. Ella era diferente.
Inesperadamente una lágrima cayó sobre el papel, manchando así la tinta que delineaba los contornos del boceto. No hizo nada para evitarlo, sabía que tarde o temprano ocurriría, estaba a punto de iniciar un rito de confesión, así mismo no dudaba que ella, Melinda, sería la única persona capaz de lograr semejante tarea.
-Dice que mi mirada ha perdido su brillo, que el fulgor que se muestra en esta imagen ya no es el mismo.- Inquirió apenas para suspirar y reprimir sus palabras. Ahogo el llanto cuando pasó un poco de saliva y así poder retomar la fuerza necesaria para continuar con la charla.
-Usted madmoiselle, es afortunada ¿sabe? No es fácil. No es fácil aceptar el hecho de perder poco más de 10 años de su vida en un abrir y cerrar de ojos.- El dolor lo aturdía e hizo que su voz se quebrantara.
-Aunque no lo crea, no siempre fui así. Alguna vez, fui realmente feliz, alguna vez fui fuerte. Esto – dijo tocando la hoja de papel. – Esto es lo único que me queda madmoiselle. – No estoy seguro de que pueda seguir adelante si no creo en la posibilidad de la bondad.-
Ese punzante dolor otra vez. Era un refugio que le helaba la piel hasta los huesos y sellaba su cuerpo de forma que su alma de niño quedaba inerte y encerrada en su interior, miró a la chica vagamente confundido por la forma en que ella reaccionaría, estaba confiando en que no escaparía de ahí al escucharle. Soportó todas esas oraciones con apenas un poco de serenidad. No estalló de rabia como lo hacía anteriormente, para Antoine eso significaba un avance. Con esa misma calma aparente entregó a la joven el boceto entre sus manos, le estaba confiriendo su pasado y su presente. Su todo.
-En usted hay una luz casi cegadora, en cambio en mí solo hay oscuridad.-
Última edición por Antoine Lavoisier el Lun Mar 24, 2014 3:12 pm, editado 1 vez
François Laurent- Condenado/Vampiro/Clase Alta
- Mensajes : 89
Fecha de inscripción : 01/01/2014
Re: Océanos [Melinda Stelle]
Y ahí estaba la cueva, la profunda oscuridad de un corazón herido. Y ¿quién era ella para sanar si ni siquiera podía apaciguar su tormento? Dos personalidades bajo la misma piel, ella también había perdido mucho, tampoco poseía vida que querer, ni si quiera encontraba un sentido para poder continuar respirando. Pero ella... ella anhelaba volver el hielo agua, el frío calor y hacer que una lagrima fuese la confesión de una buena ventura. Miro hacia el frente dejando que el joven se sintiese cómodo con los sentimientos que afloraban el él, que dejase fluir todo lo que había contenido dentro de si mismo. "Usted madmoiselle, es afortunada ¿sabe? No es fácil. No es fácil aceptar el hecho de perder poco más de 10 años de su vida en un abrir y cerrar de ojos." Eso había afirmado y esas palabras se quedaron en su mente vagando. ¿En un abrir y cerrar de ojos?¿Acaso de improvisto había perdido a su familia como le había ocurrido a ella?
No se hacia una idea de lo que ella empatizaba con él, de lo similar que eran sus vidas. Un pasado que frustra un presenta y marca un futuro, un pasado que araña cada día un poco más, que ahoga el respirar, que se clava y no se deja curar. Solo eran dos personas más en el mundo, a la vista de todo el mundo con problemas insignificantes, un mero punto en una carta de amor, una pincelada dentro de una obra de arte. ¿Qué importaría si dejasen de existir? Pero ella, ella había encontrado su razón, no solo las grandes empresas son las que merecen ser acometidas. Si calmas el hambre de una mendigo ¿acaso no estas cambiando algo?, si amas a una persona ¿acaso no estas dando calor a un alma? Él era su gran empresa particular.
Tomó el boceto entre sus manos y lo contemplo de nuevo para pasar su mirada a Antoine , estaba haciendo un esfuerzo sobre humano por contarle su vivencia, por dejar la puerta de su mundo abierta para ella. Quizás si ella fuese sincera con él, si ella compartiese su historia le fuese más fácil hablar. Bajo la mirada hacia la arena y su mano derecha jugo con los pequeños granos que la formaban nerviosa puesto que ella nunca había hablado de si misma, nunca había sido Melinda, siempre esclava de sus místicas dualidades. Recostó su cuerpo por completo apoyando su espalda en el suelo blando, los brazos a cada lado, en una mano el boceto se erguía firme, en la otra los dedos tintineaban presa del desasosiego que vivía su interior.Iba a ser mas sencillo si se apartaba de la visión del joven.
-Ella murió ante a mi, ellos vinieron y mataron a todo aquello que yo amaba. Mis ojos fueron testigos de la masacre, del sollozar de niños y adultos, del monstruoso baile de las hojas afiladas sobre la blanquecina piel de inocentes. Y yo no pude hacer nada, era una niña que sintió miedo y huyó, y eso me mantuvo con vida. En un instante lo perdí todo y ya no volvería a tener jamás nada.-contuvo sus lagrimas e hizo una breve pausa mientras la arena se mezclaba con sus cabellos y las estrellas distraían sutilmente su pensamiento para no afligirse demasiado.-Yo también lo perdí todo, Antoine. Y la luz que ves tu en mi es la misma que veo yo en ti. Porque es más fácil contemplar que crear, es más confortable hacer reír que hacerlo uno mismo.- la nostalgia manchaba sus palabras mientras el recuerdo de su madre se marchaba una vez más, dejándola sola y con la herida sangrante de nuevo patente.
Tendió la mano al muchacho para que imitara su postura a la vez que formulaba su pregunta:-¿A quién has perdido?-¡Qué complicidad más inesperada! Y es que las almas siempre buscan cobijo en mares que desembocan en el mismo océano.
No se hacia una idea de lo que ella empatizaba con él, de lo similar que eran sus vidas. Un pasado que frustra un presenta y marca un futuro, un pasado que araña cada día un poco más, que ahoga el respirar, que se clava y no se deja curar. Solo eran dos personas más en el mundo, a la vista de todo el mundo con problemas insignificantes, un mero punto en una carta de amor, una pincelada dentro de una obra de arte. ¿Qué importaría si dejasen de existir? Pero ella, ella había encontrado su razón, no solo las grandes empresas son las que merecen ser acometidas. Si calmas el hambre de una mendigo ¿acaso no estas cambiando algo?, si amas a una persona ¿acaso no estas dando calor a un alma? Él era su gran empresa particular.
Tomó el boceto entre sus manos y lo contemplo de nuevo para pasar su mirada a Antoine , estaba haciendo un esfuerzo sobre humano por contarle su vivencia, por dejar la puerta de su mundo abierta para ella. Quizás si ella fuese sincera con él, si ella compartiese su historia le fuese más fácil hablar. Bajo la mirada hacia la arena y su mano derecha jugo con los pequeños granos que la formaban nerviosa puesto que ella nunca había hablado de si misma, nunca había sido Melinda, siempre esclava de sus místicas dualidades. Recostó su cuerpo por completo apoyando su espalda en el suelo blando, los brazos a cada lado, en una mano el boceto se erguía firme, en la otra los dedos tintineaban presa del desasosiego que vivía su interior.Iba a ser mas sencillo si se apartaba de la visión del joven.
-Ella murió ante a mi, ellos vinieron y mataron a todo aquello que yo amaba. Mis ojos fueron testigos de la masacre, del sollozar de niños y adultos, del monstruoso baile de las hojas afiladas sobre la blanquecina piel de inocentes. Y yo no pude hacer nada, era una niña que sintió miedo y huyó, y eso me mantuvo con vida. En un instante lo perdí todo y ya no volvería a tener jamás nada.-contuvo sus lagrimas e hizo una breve pausa mientras la arena se mezclaba con sus cabellos y las estrellas distraían sutilmente su pensamiento para no afligirse demasiado.-Yo también lo perdí todo, Antoine. Y la luz que ves tu en mi es la misma que veo yo en ti. Porque es más fácil contemplar que crear, es más confortable hacer reír que hacerlo uno mismo.- la nostalgia manchaba sus palabras mientras el recuerdo de su madre se marchaba una vez más, dejándola sola y con la herida sangrante de nuevo patente.
Tendió la mano al muchacho para que imitara su postura a la vez que formulaba su pregunta:-¿A quién has perdido?-¡Qué complicidad más inesperada! Y es que las almas siempre buscan cobijo en mares que desembocan en el mismo océano.
Melinda Stelle- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 134
Fecha de inscripción : 17/12/2011
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Océanos [Melinda Stelle]
No iba a ser fácil, nunca lo había sido, cuando los doctores le preguntaban acerca de su pasado, Antoine se mostraba a la defensiva en cuanto las interrogantes veían la luz. Melinda estaba quemando ese camino de espinas con el fulgor de su mirada, la sinceridad de sus palabras y el ritmo calmo en que la conversación se estaba desarrollando. Él había hecho una confesión que tiempo atrás se habría rehusado a hacer, y es que algunas heridas son menos profundas que otras, algunas pesadillas valen la pena ser soñadas una vez más. Algunas otras son manchas de tinta derramadas sobre el lienzo pálido de un corazón agonizante. Otras tantas son solo humo y espejismos que nos dan la pauta únicamente, nos muestran el inicio del camino a través de un oscuro túnel y pocas muy reducidas son aquellas que sangran hasta la muerte. Que nos hacen morir y renacer una vez más de entre las cenizas del dolor.
Ella sujetó con fuerza el boceto, pero de forma cuidadosa a su vez. Seguía implícita esa dualidad que Antoine intentaba descifrar. Le vio observar el dibujo de forma apacible, intentando ser parte de la escena, de esas voces mudas que contaban una historia, un pasado. La respuesta no se hizo esperar, ella jugaba con los granos de arena entre sus dedos, esos dedos que podían curar un alma herida, el joven se quedó quieto y un poco nervioso al notar la postura de la joven, no quiso distraerla, prefirió mirar el calmo ritmo de la bruma marina. Repentinamente las frases empezaron a tejer un relato, una vivencia que desenmarañaba un dolor profundo en el alma de Melinda. Ella decidió traer de regreso a sus demonios, les permitió jugar una vez más en la palma de sus manos, Antoine escuchaba atento pero sin mirarle, no quería interrumpir. La fragilidad expuesta de la joven era tan palpable, cada palabra que de ella emanaba tomaba forma y figura en su mente.
Por unos segundos se visualizó en ese punto, contemplando como le era arrebatado lo que más amaba. Simplemente inconcebible. La voz pareció quebrarse, cuanto hubiera dado Antoine por brindarle un poco de su fortaleza, pero no supo cómo, no estaba acostumbrado a ser un pilar, una persona en quien se pudiera confiar. No podía creer que aquella mujer estaba soportando semejante peso sobre sus hombros. ¿Cuánto tiempo? Volteó cuando el relato había cesado, notó que los ojos de Melinda estaban mancillados por lágrimas, lágrimas que se resistían a caer. La bóveda estrellada parecía derramarse sobre ellos cuando él se recostó a su lado. Intento verle frente a frente aunque el nerviosismo se mantenía latente en su mirada. No sabía cómo iba a pagar esa acción, compartir ese lado sombrío de su vida. Llevó su mano hacia la ajena y la levantó de la arena, ambas palmas se unieron por unos instantes, formando un complemento, una unidad.
-Tal vez soy demasiado obstinado para admitir que puedo levantarme y aprender para poder seguir, usted me está demostrando que las personas poseemos un ápice de esperanza en nuestros corazones aunque la luz se torné gris. –
Por fin pudo mirarle a los ojos, para continuar.
-He sido muy egoísta al creer que mi tragedia pudiera ser la única, las grandes lecciones de vida únicamente toman sentido cuando renunciamos al miedo y yo quiero ser capaz de lograr eso algún día.-
Suspiró y lentamente bajo la mano de la joven depositándola en la suavidad de la arena nuevamente.
-Yo… perdí no solo a mis padres madmoiselle, sino parte de mi vida también, ambos se marcharon de mí en un abrir y cerrar de ojos. Se fueron para siempre.-
Ella sujetó con fuerza el boceto, pero de forma cuidadosa a su vez. Seguía implícita esa dualidad que Antoine intentaba descifrar. Le vio observar el dibujo de forma apacible, intentando ser parte de la escena, de esas voces mudas que contaban una historia, un pasado. La respuesta no se hizo esperar, ella jugaba con los granos de arena entre sus dedos, esos dedos que podían curar un alma herida, el joven se quedó quieto y un poco nervioso al notar la postura de la joven, no quiso distraerla, prefirió mirar el calmo ritmo de la bruma marina. Repentinamente las frases empezaron a tejer un relato, una vivencia que desenmarañaba un dolor profundo en el alma de Melinda. Ella decidió traer de regreso a sus demonios, les permitió jugar una vez más en la palma de sus manos, Antoine escuchaba atento pero sin mirarle, no quería interrumpir. La fragilidad expuesta de la joven era tan palpable, cada palabra que de ella emanaba tomaba forma y figura en su mente.
Por unos segundos se visualizó en ese punto, contemplando como le era arrebatado lo que más amaba. Simplemente inconcebible. La voz pareció quebrarse, cuanto hubiera dado Antoine por brindarle un poco de su fortaleza, pero no supo cómo, no estaba acostumbrado a ser un pilar, una persona en quien se pudiera confiar. No podía creer que aquella mujer estaba soportando semejante peso sobre sus hombros. ¿Cuánto tiempo? Volteó cuando el relato había cesado, notó que los ojos de Melinda estaban mancillados por lágrimas, lágrimas que se resistían a caer. La bóveda estrellada parecía derramarse sobre ellos cuando él se recostó a su lado. Intento verle frente a frente aunque el nerviosismo se mantenía latente en su mirada. No sabía cómo iba a pagar esa acción, compartir ese lado sombrío de su vida. Llevó su mano hacia la ajena y la levantó de la arena, ambas palmas se unieron por unos instantes, formando un complemento, una unidad.
-Tal vez soy demasiado obstinado para admitir que puedo levantarme y aprender para poder seguir, usted me está demostrando que las personas poseemos un ápice de esperanza en nuestros corazones aunque la luz se torné gris. –
Por fin pudo mirarle a los ojos, para continuar.
-He sido muy egoísta al creer que mi tragedia pudiera ser la única, las grandes lecciones de vida únicamente toman sentido cuando renunciamos al miedo y yo quiero ser capaz de lograr eso algún día.-
Suspiró y lentamente bajo la mano de la joven depositándola en la suavidad de la arena nuevamente.
-Yo… perdí no solo a mis padres madmoiselle, sino parte de mi vida también, ambos se marcharon de mí en un abrir y cerrar de ojos. Se fueron para siempre.-
François Laurent- Condenado/Vampiro/Clase Alta
- Mensajes : 89
Fecha de inscripción : 01/01/2014
Temas similares
» Melinda Stelle
» El profundo mar de sus ojos (Melinda Stelle)
» El Principio de Todo (Melinda Stelle)
» Cumpleaños de Madame Rothchild (Melinda Stelle)
» ¿L'amor che move el sole e l'altre stelle? {Arkana}
» El profundo mar de sus ojos (Melinda Stelle)
» El Principio de Todo (Melinda Stelle)
» Cumpleaños de Madame Rothchild (Melinda Stelle)
» ¿L'amor che move el sole e l'altre stelle? {Arkana}
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour