AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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El profundo mar de sus ojos (Melinda Stelle)
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El profundo mar de sus ojos (Melinda Stelle)
Un día mas había nacido en el muelle, en el puerto, el olor a pescado inundó su nariz una vez mas, ya se debería haber acostumbrado pero aun no lo hacía. Tres meses habían pasado desde la llegada a estas prometedoras tierras.
Se alistó, de seguro su patrón tendría muchas cosas por hacer el día de hoy. Echó un vistazo a la ventana de maderas desvencijadas pero que tenía una solidez envidiable, por ella vio como el sol despuntaba en el horizonte y se encontró algo melancólico y con el corazón en su Escocia amada, recordó a su familia, no tenía dinero para volver ni tiempo aun. Tenía que recaudar, pero solía gastar el poco dinero que tenía en las tabernas por las noches cuando hacía mucho frio, justo había caído la época invernal y no podía mantenerse dormido sin un poco de alcohol en su sangre celta. Posiblemente el insomnio y la resaca de la noche pasada lo estaban volviendo un poco caído ya. Se sacudió la cabeza a modo de arreglo del cabello y traspasó la puerta para encontrarse con los demás ya iniciando sus tareas matutinas, había en la habitación contigua algunos compañeros afilando sus cuchillos, otros cargando un amplio baúl lleno de cañas de pesca y medio mundo, algún que otro arpón quizá… saludó a cada uno de ellos con tranquilidad hasta que sintió los nítidos pasos de su patrón al acercarse, estaba seguro que no se iba a tardar ni le iba a regalar tiempo para desayunar al menos.
-Buen día Cenicienta, ¿mucha juerga por la noche? Será mejor que te apures, llegas tarde para embarcar, te tocan los mandados y procura llegar a tiempo al menos para preparar la mesa de tus compañeros por el mediodía. Estarán hambrientos- concluyó.
-Si señor, no se volverá a repetir- dijo mientras agachaba un poco la cabeza en señal de disculpas. El hombre tomó de su saco nuevo acharolado un trozo de pergamino prolijamente doblado y se lo entregó a Sean apurado y se retiró. En él se enumeraban las compras del día. Por la noche se celebraba el cumpleaños de su esposa y esto traería mucha gente a su domicilio, que estaba cercano al puerto, apenas al lado del domicilio de los trabajadores, pero su elegancia era otra muy distinta.
La casa guardaba una fachada victoriana, pero en vez de tener detalles en rojo o bordó, los tenía en tonos azulados y blancos, lo que le daba un aire costero y recordaba a tierras del oriente. No conocía mas detalles que esos porque no había podido ingresar aun.
La lista agregaba una visita a la pastelería, lo que lo alegraba de alguna forma porque al menos había allí gente conocida. Después de varias visitas recurrentes se había puesto a hablar en varias oportunidades con una mujer muy bella que trabajaba allí, una mujer de lo más sencilla y humilde y que encantaba con unos ojos verdosos profundos como el mar, él no podía dejar de halagarle este aspecto.
Paseó tranquilamente por las calles hasta encontrarse con el cartel, la vidriera limpia y comenzando con la jornada laboral había una mujer colocando algunos pasteles detrás del mostrador exhibidor.
-Buenos días! – dijo alegre mientras dejaba de lado la puerta y hacia una leve inclinación en forma de saludo.
Se alistó, de seguro su patrón tendría muchas cosas por hacer el día de hoy. Echó un vistazo a la ventana de maderas desvencijadas pero que tenía una solidez envidiable, por ella vio como el sol despuntaba en el horizonte y se encontró algo melancólico y con el corazón en su Escocia amada, recordó a su familia, no tenía dinero para volver ni tiempo aun. Tenía que recaudar, pero solía gastar el poco dinero que tenía en las tabernas por las noches cuando hacía mucho frio, justo había caído la época invernal y no podía mantenerse dormido sin un poco de alcohol en su sangre celta. Posiblemente el insomnio y la resaca de la noche pasada lo estaban volviendo un poco caído ya. Se sacudió la cabeza a modo de arreglo del cabello y traspasó la puerta para encontrarse con los demás ya iniciando sus tareas matutinas, había en la habitación contigua algunos compañeros afilando sus cuchillos, otros cargando un amplio baúl lleno de cañas de pesca y medio mundo, algún que otro arpón quizá… saludó a cada uno de ellos con tranquilidad hasta que sintió los nítidos pasos de su patrón al acercarse, estaba seguro que no se iba a tardar ni le iba a regalar tiempo para desayunar al menos.
-Buen día Cenicienta, ¿mucha juerga por la noche? Será mejor que te apures, llegas tarde para embarcar, te tocan los mandados y procura llegar a tiempo al menos para preparar la mesa de tus compañeros por el mediodía. Estarán hambrientos- concluyó.
-Si señor, no se volverá a repetir- dijo mientras agachaba un poco la cabeza en señal de disculpas. El hombre tomó de su saco nuevo acharolado un trozo de pergamino prolijamente doblado y se lo entregó a Sean apurado y se retiró. En él se enumeraban las compras del día. Por la noche se celebraba el cumpleaños de su esposa y esto traería mucha gente a su domicilio, que estaba cercano al puerto, apenas al lado del domicilio de los trabajadores, pero su elegancia era otra muy distinta.
La casa guardaba una fachada victoriana, pero en vez de tener detalles en rojo o bordó, los tenía en tonos azulados y blancos, lo que le daba un aire costero y recordaba a tierras del oriente. No conocía mas detalles que esos porque no había podido ingresar aun.
La lista agregaba una visita a la pastelería, lo que lo alegraba de alguna forma porque al menos había allí gente conocida. Después de varias visitas recurrentes se había puesto a hablar en varias oportunidades con una mujer muy bella que trabajaba allí, una mujer de lo más sencilla y humilde y que encantaba con unos ojos verdosos profundos como el mar, él no podía dejar de halagarle este aspecto.
Paseó tranquilamente por las calles hasta encontrarse con el cartel, la vidriera limpia y comenzando con la jornada laboral había una mujer colocando algunos pasteles detrás del mostrador exhibidor.
-Buenos días! – dijo alegre mientras dejaba de lado la puerta y hacia una leve inclinación en forma de saludo.
Última edición por Sean O'Rouke el Miér Feb 26, 2014 10:17 pm, editado 1 vez
Sean O'Rouke- Humano Clase Media
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Re: El profundo mar de sus ojos (Melinda Stelle)
El frío de la mañana comenzaba a desaparecer mientra sel sol se alzaba en lo alto calentando la piel de los viandantes. El cielo azul gobernaba en lo alto con apenas unas escasa nubes dibujadas en él. Melinda se perdía en su variantes colores y en su hipnótico movimiento desde el alfeizar de su ventana mientras dejaba que las vida despertase y la gente llenase las calles de París mientras ella dejaba que la pereza se diluyese de su cuerpo dispuesta a empezar la rutina diaria.
Desde su casa hasta la pastelería no había mucha distancia, unos cuantos minutos que ese día decidió darlos a un paso mas pausado debido a cierta felicidad que gobernaba su ser. Parte de esa dicha se debía a los entrenamientos que tenía con Volk, el saber que aprendía a defenderse por si misma le llenaba, y mas aun cuando ser una bruja era algo peligroso. Mucha gente sabía que era bruja aunque la gente que lo conocía también era gente especial, pero no podía fiarse. Lo único que no llevaba bien era no poder controlar las dos personalidades que se disputaba en su interior, la bruja y la humana no podían llevarse bien,disputaban su dominio y ella era marioneta en sus manos donde cada día y cada hora gobernaba una u otra.Tendría que mejorar usar la magia quizás.
Llevo a la tahona a la hora de siempre, como cada día y dejo que el aire dulzón le invadiera cuando atravesó la puerta. Subió las cortinas y dejo que los rayos del sol jugasen con los enseres del local mientras ella comenzaba sus quehaceres. Delantal ya en mano y puesto alrededor de su cintura el trajín lleno su mente serenándola, dejando que las voces de su interior se acallasen y dejasen fluir su verdadera identidad, siempre y cuando nadie la obligase a mantener una conversación mas allá del habitual "Hola ¿qué desea?"
El día fue pasando y cuando se dispuso a colocar ciertos pasteles recién hechos en el expositor de la entrada la puerta se abrió dejando paso a un hombre de mediana edad con una sonrisa iluminando su rostro.Era Sean, un pescador de la zona que solía hacer los recados de su capataz, de cabellos revueltos con un aire nostálgico y amable y cortes siempre. Deposito el pasteles en su lugar y dejo sus manos libres para poder atender a su cliente.-Buenos días Sean¿qué le trae por aquí?-la sonrisa invadió su cara por acto reflejo de su cordialidad de cara al público y sus dedos jugueteaban con las pinzas dispuestas a atender con prontitud.
Desde su casa hasta la pastelería no había mucha distancia, unos cuantos minutos que ese día decidió darlos a un paso mas pausado debido a cierta felicidad que gobernaba su ser. Parte de esa dicha se debía a los entrenamientos que tenía con Volk, el saber que aprendía a defenderse por si misma le llenaba, y mas aun cuando ser una bruja era algo peligroso. Mucha gente sabía que era bruja aunque la gente que lo conocía también era gente especial, pero no podía fiarse. Lo único que no llevaba bien era no poder controlar las dos personalidades que se disputaba en su interior, la bruja y la humana no podían llevarse bien,disputaban su dominio y ella era marioneta en sus manos donde cada día y cada hora gobernaba una u otra.Tendría que mejorar usar la magia quizás.
Llevo a la tahona a la hora de siempre, como cada día y dejo que el aire dulzón le invadiera cuando atravesó la puerta. Subió las cortinas y dejo que los rayos del sol jugasen con los enseres del local mientras ella comenzaba sus quehaceres. Delantal ya en mano y puesto alrededor de su cintura el trajín lleno su mente serenándola, dejando que las voces de su interior se acallasen y dejasen fluir su verdadera identidad, siempre y cuando nadie la obligase a mantener una conversación mas allá del habitual "Hola ¿qué desea?"
El día fue pasando y cuando se dispuso a colocar ciertos pasteles recién hechos en el expositor de la entrada la puerta se abrió dejando paso a un hombre de mediana edad con una sonrisa iluminando su rostro.Era Sean, un pescador de la zona que solía hacer los recados de su capataz, de cabellos revueltos con un aire nostálgico y amable y cortes siempre. Deposito el pasteles en su lugar y dejo sus manos libres para poder atender a su cliente.-Buenos días Sean¿qué le trae por aquí?-la sonrisa invadió su cara por acto reflejo de su cordialidad de cara al público y sus dedos jugueteaban con las pinzas dispuestas a atender con prontitud.
Melinda Stelle- Hechicero Clase Media
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Re: El profundo mar de sus ojos (Melinda Stelle)
La pastelería no era muy amplia pero disponía de un bello mobiliario que la volvía reconfortante e importante, el mostrador estaba apenas comenzando a llenarse lo que hizo que Sean notara que aun era temprano para realizar el resto de las compras, nadie aun estaría abriendo hasta dentro de una hora mas o menos.
-Melinda! ¿Como estas esta mañana? Nos ha tocado un bello amanecer - dijo mientras olvidaba su melancolía temporaria y se renovaba con el contacto con alguien conocido. La muchacha estaba dispuesta a atenderlo ya, la mañana no la trataba tan mal como a él por suerte.
Se acercó y apoyó las manos sobre el mostrador mientras le clavaba la vista con una sonrisa en su rostro, al menos allí olvidaba que la mañana era pésima y que los recados del día eran eternos.
- Hoy es el cumpleaños de la esposa de mi patrón, necesito algún pastel que pueda gustarle- dijo para centrarse un poco en lo que había ido a hacer allá.
-Ahora que lo pienso, espero que me ayudes porque desconozco los gustos de Madame Rothchild - dijo con desconfianza mientras bajaba un poco el tono de su voz. -Estoy perdido, hoy no es el mejor de mis días Mademoiselle, como ha estado? Espero que mejor que yo...-
Se quedo a la espera de la respuesta de ella agradecido de estar en un lugar donde no se olía a pescado. Los aromas de la pastelería eran reconfortantes, lo embriagaban de otra forma. Estaba dispuesto a hacerla hablar algo, hacia tiempo que no salia con nadie, que no tenia una relación meramente formal con alguna dama y no perdía nada con consultarle a ella si tenia algún compromiso para esa noche, él estaría libre y si ella no estaba de novia o en una relación podría tener alguna chance.
Que mas podría pasar de malo en un solo día?
-Melinda! ¿Como estas esta mañana? Nos ha tocado un bello amanecer - dijo mientras olvidaba su melancolía temporaria y se renovaba con el contacto con alguien conocido. La muchacha estaba dispuesta a atenderlo ya, la mañana no la trataba tan mal como a él por suerte.
Se acercó y apoyó las manos sobre el mostrador mientras le clavaba la vista con una sonrisa en su rostro, al menos allí olvidaba que la mañana era pésima y que los recados del día eran eternos.
- Hoy es el cumpleaños de la esposa de mi patrón, necesito algún pastel que pueda gustarle- dijo para centrarse un poco en lo que había ido a hacer allá.
-Ahora que lo pienso, espero que me ayudes porque desconozco los gustos de Madame Rothchild - dijo con desconfianza mientras bajaba un poco el tono de su voz. -Estoy perdido, hoy no es el mejor de mis días Mademoiselle, como ha estado? Espero que mejor que yo...-
Se quedo a la espera de la respuesta de ella agradecido de estar en un lugar donde no se olía a pescado. Los aromas de la pastelería eran reconfortantes, lo embriagaban de otra forma. Estaba dispuesto a hacerla hablar algo, hacia tiempo que no salia con nadie, que no tenia una relación meramente formal con alguna dama y no perdía nada con consultarle a ella si tenia algún compromiso para esa noche, él estaría libre y si ella no estaba de novia o en una relación podría tener alguna chance.
Que mas podría pasar de malo en un solo día?
Última edición por Sean O'Rouke el Miér Feb 26, 2014 10:16 pm, editado 2 veces
Sean O'Rouke- Humano Clase Media
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Re: El profundo mar de sus ojos (Melinda Stelle)
Su sonrisa era encantadora, una mezcla entre alegría y picaresca y sus gestos eran naturales y extrovertidos. Las vibraciones que transmitían eran buenas y eso la relajaba un poco aunque solo fuese algo muy nimio e intrascendente.Miro a través del cristal del escaparate cuando Sean mencionó el amanecer, pudo ver como el sol se disponía entre varias nubes fijo ante sus ojos mientras varias tiendas de alrededor comenzaban su jornada. La plaza recobraba su vida perdida durante la noche llenándose principalmente de niños menesterosos y de doncellas con recados de sus señoras. Más tarde seria el momento del paseo de la alta clase en sus vestimentas caras y lujosas para pavonearse cual animales de circo.
Miró de nuevo al hombre y le sonrió de nuevo escuchando con atención la explicación de su temprana visita."Esto se escapa de la rutina diaria, céntrate en sus palabras y contesta", la voz de su interior le ordenaba como actuar y ella se dejaba llevar por esa parte de ella humana que la controlaba, no estaba habituada a un trato mas cercano que el de clienta y trabajadora y desde el incidente con el brujo con los hombres mucho menos.
-Si, creo que puedo ayudarle con el pedido la doncella de Madame Rothchild viene a menudo a encargar pasteles para su club de lectura y su club de costura.-desvió la mirada hacia los pasteles que tenía en el mostrador intentando buscar un ejemplo para mostrarle al hombre-Me han dicho que la fiesta sera por todo lo alto con baile incluido y de etiqueta, me dieron una invitación ayer.- Era frecuente que las damas que pertenecían a la clase alta por los pelos se diesen los aires celebrando grandes fiestas imitando las de la realeza o las de la clase alta. Madame Rothchild era de esas, damas cuyos maridos ganaban una buena suma de dinero al mes pero no lo suficiente como para ser de alta clase, aun así le gustaba hacerse notar y a sus fiestas invitaba a mucha gente de clase alta aunque esta normalmente no asistía por creerse superior. Una lucha de clases que Melinda no entendía y que no le gustaba pero en la que a veces se veía obligada en participar como por ejemplo con invitaciones como esas que la obligaban a asistir a fiestas donde se pasaba unas horas sola mirando como bailaban las parejas en al pista de baile.-¿Irá usted?-pregunto por mera curiosidad y por tener cierta conversación con él aunque dio por hecho que estaba invitado por ser trabajador del marido de la festejada.
Movió sus manos nerviosa puesto que la compañía parecía que iba a alargarse cosa que no le disgustaba pero a lo que no estaba familiarizaba y no sabía como actuar y como ser agradable bajo la máscara de la Melinda humana, ella era mucho mas....distinta.-¿Qué le ha causado tan malestar para calificar este día de nefasto?-dijo mordiéndose el labio inferior por la ansiedad.
Miró de nuevo al hombre y le sonrió de nuevo escuchando con atención la explicación de su temprana visita."Esto se escapa de la rutina diaria, céntrate en sus palabras y contesta", la voz de su interior le ordenaba como actuar y ella se dejaba llevar por esa parte de ella humana que la controlaba, no estaba habituada a un trato mas cercano que el de clienta y trabajadora y desde el incidente con el brujo con los hombres mucho menos.
-Si, creo que puedo ayudarle con el pedido la doncella de Madame Rothchild viene a menudo a encargar pasteles para su club de lectura y su club de costura.-desvió la mirada hacia los pasteles que tenía en el mostrador intentando buscar un ejemplo para mostrarle al hombre-Me han dicho que la fiesta sera por todo lo alto con baile incluido y de etiqueta, me dieron una invitación ayer.- Era frecuente que las damas que pertenecían a la clase alta por los pelos se diesen los aires celebrando grandes fiestas imitando las de la realeza o las de la clase alta. Madame Rothchild era de esas, damas cuyos maridos ganaban una buena suma de dinero al mes pero no lo suficiente como para ser de alta clase, aun así le gustaba hacerse notar y a sus fiestas invitaba a mucha gente de clase alta aunque esta normalmente no asistía por creerse superior. Una lucha de clases que Melinda no entendía y que no le gustaba pero en la que a veces se veía obligada en participar como por ejemplo con invitaciones como esas que la obligaban a asistir a fiestas donde se pasaba unas horas sola mirando como bailaban las parejas en al pista de baile.-¿Irá usted?-pregunto por mera curiosidad y por tener cierta conversación con él aunque dio por hecho que estaba invitado por ser trabajador del marido de la festejada.
Movió sus manos nerviosa puesto que la compañía parecía que iba a alargarse cosa que no le disgustaba pero a lo que no estaba familiarizaba y no sabía como actuar y como ser agradable bajo la máscara de la Melinda humana, ella era mucho mas....distinta.-¿Qué le ha causado tan malestar para calificar este día de nefasto?-dijo mordiéndose el labio inferior por la ansiedad.
Melinda Stelle- Hechicero Clase Media
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Re: El profundo mar de sus ojos (Melinda Stelle)
Contuvo una exclamación de lo mas rara en esas horas, al menos alguien en París sabia que le gustaba a Madame Rostchild, a veces parecía que ni su marido la terminaba de entender en gustos, de otra forma hubiera anotado en el papel la torta indicada para su amada esposa.
-Oh, me alegro que al menos usted sepa Mademoiselle! Me han dejado los recados escritos en un papel sin mas ni menos indicaciones que las que aquí tengo escritas- metió su mano en uno de sus bolsillos e inmediatamente le mostró un pequeño papel recortado a mano con algunas simples anotaciones de compras a modo de recordatorio. Sean no era quien normalmente se ocupaba de estas cosas.
-Se me han encargado las compras, por mis faltas. Normalmente no hago esto porque no me agrada demasiado. Cargar con bolsas de compras... pff es mejor cargar con toneladas de peces antes que esto. Si no cumplo bien mis obligaciones Monsieur Rosthchild terminará por abonarme menos la mensualidad o incluso puede llegar a dejarme sin comer como este lunes que no se limitó al almuerzo-
Su mirada se iluminó cuando ella comentó sobre su asistencia a la fiesta de cumpleaños. Él no había sido invitado, por lo menos no hasta ahora, sus compañeros no habían indicado nada en estos días, lo que lo hacia suponer que no eran bienvenidos. Pero para redoblar su interés en la fiesta que poco le agraciaba
era que ella preguntara por su asistencia mientras le clavaba sus ojos profundos en su mirada perdida, en su mirada decepcionada de la dura realidad.
-No sabia si ir o no, no va a haber nadie conocido allí. Estoy seguro que usted estará muy bella esta noche con su pareja...- dejó en el aire el final, solo para que ella pudiera completar la oración o negarla. Por algún extraño motivo estaba esperando que ella contestara que no tenia compañero, pero ¿por qué?
Se quedó meditándolo intentando disimular esto y sosteniéndole la mirada, solo faltaba que desviara su mirada y se encontrara riendo mientras miraba al piso. Ahí solo quedaría mas que confirmado... Al menos no era el único que se quedaba sin saber que hacer o decir en algunas situaciones como esta, ella movía sus manos de forma nerviosa, él tamborileó un poco con sus dedos intentado romper el hielo que los distanciaba.
-Oh, me alegro que al menos usted sepa Mademoiselle! Me han dejado los recados escritos en un papel sin mas ni menos indicaciones que las que aquí tengo escritas- metió su mano en uno de sus bolsillos e inmediatamente le mostró un pequeño papel recortado a mano con algunas simples anotaciones de compras a modo de recordatorio. Sean no era quien normalmente se ocupaba de estas cosas.
-Se me han encargado las compras, por mis faltas. Normalmente no hago esto porque no me agrada demasiado. Cargar con bolsas de compras... pff es mejor cargar con toneladas de peces antes que esto. Si no cumplo bien mis obligaciones Monsieur Rosthchild terminará por abonarme menos la mensualidad o incluso puede llegar a dejarme sin comer como este lunes que no se limitó al almuerzo-
Su mirada se iluminó cuando ella comentó sobre su asistencia a la fiesta de cumpleaños. Él no había sido invitado, por lo menos no hasta ahora, sus compañeros no habían indicado nada en estos días, lo que lo hacia suponer que no eran bienvenidos. Pero para redoblar su interés en la fiesta que poco le agraciaba
era que ella preguntara por su asistencia mientras le clavaba sus ojos profundos en su mirada perdida, en su mirada decepcionada de la dura realidad.
-No sabia si ir o no, no va a haber nadie conocido allí. Estoy seguro que usted estará muy bella esta noche con su pareja...- dejó en el aire el final, solo para que ella pudiera completar la oración o negarla. Por algún extraño motivo estaba esperando que ella contestara que no tenia compañero, pero ¿por qué?
Se quedó meditándolo intentando disimular esto y sosteniéndole la mirada, solo faltaba que desviara su mirada y se encontrara riendo mientras miraba al piso. Ahí solo quedaría mas que confirmado... Al menos no era el único que se quedaba sin saber que hacer o decir en algunas situaciones como esta, ella movía sus manos de forma nerviosa, él tamborileó un poco con sus dedos intentado romper el hielo que los distanciaba.
Última edición por Sean O'Rouke el Miér Feb 26, 2014 10:15 pm, editado 1 vez
Sean O'Rouke- Humano Clase Media
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Re: El profundo mar de sus ojos (Melinda Stelle)
¿Las faltas que había cometido? Sintió curiosidad por saber qué errores había cometido pero contuvo su curiosidad para no parecer demasiado entrometida.Le resultaba extraño que un hombre que parecía tan risueño y agradable cometiese faltas en su trabajo, pero ella no entendía de pesca, simplemente se limitaba a degustar el pescado que se podía permitir y nada más. Miró la hoja sin mucho interés puesto que no era de su incumbencia, pero si ayudaría al hombre con los pasteles. -Ahora mismo no tengo ninguno de los que le gustan a la Madamme pero dentro de unos minutos sacare del horno de leña una tanda de ellos si gusta esperar.
La compañía ya no le resultaba tan molesta quizás porque las otras dos estaban deseosas de salir de la rutina diaria."No se tu pero creo que esta interesado en saber si estas casada". Repelentemente oyó la voz de la bruja en su cabeza a la que estas situaciones le gustaban en demasía, intento no hacerla caso porque sus palabras lo único que hacían eran ponerla mas nerviosa,pero era evidente que no podía acallarla.-Iré sola monsier, no tengo pareja.-se sonrojo al decir esas palabras y agacho la cabeza en un inútil acto de esconderlo.
"¡0h!Vamos, no seas mojigata, déjame salir un rato a jugar",otra vez la voz,tentadora, irresistiblemente sugestiva y con cierta dulzura que la hacia irrefrenable, parte de ella era esa mujer, segura, decidida, quizás provocativa, pero estaba claro que si la dejaba salir sería indómita."Preguntale, vamos".Titubeo unos segundos y se dirigió a Sean de nuevo.-¿No ira ningún compañero de trabajo?Puede tener la oportunidad de conocer a mujeres fascinantes en ese tipo de fiestas.-concluyó haciéndose la distraída.
Caminó saliendo detrás del mostrador para abrir de nuevo la puerta del establecimiento y dejarla así. Le gustaba que el aire de fuera entrase,el ruido y el bullicio de los niños jugando en la plaza, eso le hacía sentir viva.-Espero que no le importe que la deje abierta.-comentó."También es una buena salida de escape por si acaso.", sintió un escalofrío y suspiro intentando expulsar en su exhalación toda la preocupación que acrecentaba en su interior.
La compañía ya no le resultaba tan molesta quizás porque las otras dos estaban deseosas de salir de la rutina diaria."No se tu pero creo que esta interesado en saber si estas casada". Repelentemente oyó la voz de la bruja en su cabeza a la que estas situaciones le gustaban en demasía, intento no hacerla caso porque sus palabras lo único que hacían eran ponerla mas nerviosa,pero era evidente que no podía acallarla.-Iré sola monsier, no tengo pareja.-se sonrojo al decir esas palabras y agacho la cabeza en un inútil acto de esconderlo.
"¡0h!Vamos, no seas mojigata, déjame salir un rato a jugar",otra vez la voz,tentadora, irresistiblemente sugestiva y con cierta dulzura que la hacia irrefrenable, parte de ella era esa mujer, segura, decidida, quizás provocativa, pero estaba claro que si la dejaba salir sería indómita."Preguntale, vamos".Titubeo unos segundos y se dirigió a Sean de nuevo.-¿No ira ningún compañero de trabajo?Puede tener la oportunidad de conocer a mujeres fascinantes en ese tipo de fiestas.-concluyó haciéndose la distraída.
Caminó saliendo detrás del mostrador para abrir de nuevo la puerta del establecimiento y dejarla así. Le gustaba que el aire de fuera entrase,el ruido y el bullicio de los niños jugando en la plaza, eso le hacía sentir viva.-Espero que no le importe que la deje abierta.-comentó."También es una buena salida de escape por si acaso.", sintió un escalofrío y suspiro intentando expulsar en su exhalación toda la preocupación que acrecentaba en su interior.
Melinda Stelle- Hechicero Clase Media
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Re: El profundo mar de sus ojos (Melinda Stelle)
- Oh no, esta bien asi, el aire fresco es acogedor- dijo mientras ella se daba vuelta en dirección al mostrador nuevamente. El aire que ingresaba por la puerta le dio tiempo a recomponerse de la situación, no era algo que hiciera normalmente y no se le daba como a otros hombres, no tenia galantería en lo mas mínimo, apenas las nociones básicas, era de los hombres que raras veces hacían invitaciones a otros salvo a sus amigos. Por la puerta no solo se colaba el aire sino también los suaves ruidos de la plaza, los cascos de los caballos al golpear contra el adoquín y los zapatos de la gente que transitaba por la puerta.
-Una buena estrategia de venta- dijo riendo mientras se acomodaba un poco. El aroma se escapaba lentamente por la puerta ahora llamando inconscientemente a la mirada de los que pasaban.
La noticia que iba a ir sola a la fiesta le respondía varios interrogantes y si bien había sido una pregunta bastante obvia, esperaba que no se notara la resolución a la que prácticamente estaba implícita en la respuesta de ella. Pero había sido una forma de darle pie a ella.
De todos modos prefirió evitarla por el momento, para no caer predecible y desesperado, ella en ciertos aspectos era como él, de las que a veces en condiciones se ruborizaba. Costaba aceptarlo, pero asi era.
Mas estando solos los dos.
-Esperaré, no hay prisa- aceptó a medida que ella volvía hacia el otro lado del mobiliario. Se apoyó cómodamente sobre el para dejar de mover sus pies a modo frenético, esto no se notaba porque se escondían detrás del mostrador y bajo sus zapatos. Apoyó un codo en él y se concentró nuevamente en ella con aires renovados, si lo hacia tenia que tener al menos convicción. Sus facciones lejos de estar inquietas las notó suaves, sus pómulos tenían un cierto tono rosado que la hacia ver aun mas bonita y se preguntó porque las mujeres tenían esa apariencia cuando se las mira risueño.
-Estaba pensando... si no es un estorbo, ser quien te acompañe. No tengo nadie conocido y realmente tengo ganas de ir a la fiesta - aclaró con tono de sinceridad y cierta seriedad en el tono de voz que hasta a él lo sorprendió. Apenas termino la frase sus dedos volvieron a tocar golpear la madera sin hacer ruido esta vez.
-Una buena estrategia de venta- dijo riendo mientras se acomodaba un poco. El aroma se escapaba lentamente por la puerta ahora llamando inconscientemente a la mirada de los que pasaban.
La noticia que iba a ir sola a la fiesta le respondía varios interrogantes y si bien había sido una pregunta bastante obvia, esperaba que no se notara la resolución a la que prácticamente estaba implícita en la respuesta de ella. Pero había sido una forma de darle pie a ella.
De todos modos prefirió evitarla por el momento, para no caer predecible y desesperado, ella en ciertos aspectos era como él, de las que a veces en condiciones se ruborizaba. Costaba aceptarlo, pero asi era.
Mas estando solos los dos.
-Esperaré, no hay prisa- aceptó a medida que ella volvía hacia el otro lado del mobiliario. Se apoyó cómodamente sobre el para dejar de mover sus pies a modo frenético, esto no se notaba porque se escondían detrás del mostrador y bajo sus zapatos. Apoyó un codo en él y se concentró nuevamente en ella con aires renovados, si lo hacia tenia que tener al menos convicción. Sus facciones lejos de estar inquietas las notó suaves, sus pómulos tenían un cierto tono rosado que la hacia ver aun mas bonita y se preguntó porque las mujeres tenían esa apariencia cuando se las mira risueño.
-Estaba pensando... si no es un estorbo, ser quien te acompañe. No tengo nadie conocido y realmente tengo ganas de ir a la fiesta - aclaró con tono de sinceridad y cierta seriedad en el tono de voz que hasta a él lo sorprendió. Apenas termino la frase sus dedos volvieron a tocar golpear la madera sin hacer ruido esta vez.
Última edición por Sean O'Rouke el Miér Feb 26, 2014 10:14 pm, editado 1 vez
Sean O'Rouke- Humano Clase Media
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Re: El profundo mar de sus ojos (Melinda Stelle)
Desconcertada sería la palabra adecuada para describir el sentimiento que Melinda sentía en ese momento, en su vida se hubiese imaginado que aquel hombre con su dulce sonrisa se le ofreciese a acompañarla a una fiesta. Bajo la cabeza intentando no mirarle a los ojos pues en su cabeza un dilema se había presentado."Es un humano normal y corriente, su aura es normal, no sabe que eres una bruja y podrías divertirte un rato." reafirmo su parte sugestiva mientras que la otra, la humana no dejaba de decirle que cualquiera podría ser peligroso y ella no estaba bien entrenada aun.-No soy buena acompañante, suelo ser bastante callada y no se bailar muy bien, más bien nada.-se excusó sin mucha gana.
Por una parte quizás fuese divertido acudir con un acompañante a una fiesta, siempre acudía sola y la gente murmuraba sin cesar sobre ella y su soltería. Había ido como algunos niños la llamaban la solterona, puesto que a su edad muchas mujeres ya estaban casada y con hijos. Pero por otra parte el recuerdo de la última celebración le vino a la mente, la humillación de sentirse entre los brazos de un hombre que la estaba obligando a besarla y que de no ser por su parte bruja la hubiese violado en ese mismo lugar. Se estremeció ante el recuerdo de esa noche y se obligó a volver al mundo real, a su pastelería a ese momento.
-¿Le gusta bailar?-preguntó con una sonrisa divertida cambiando el semblante rápidamente para que este no se diese cuenta. Se dirigió hasta el horno y comprobó el estado de los pasteles, les faltaba aún algo de tiempo y se puso a batir algunos huevos para el relleno especial que tanto gustaba a la Madamme. Lo hacía automaticamente sin mirar si quiera el bol, miraba a Sean con nuevos ojos, curiosa, sentimental y sobre todo precavida, no iba a fiarse de cualquiera. Aunque el diablo se dibuje con una sonrisa sigue siendo el diablo.
Por una parte quizás fuese divertido acudir con un acompañante a una fiesta, siempre acudía sola y la gente murmuraba sin cesar sobre ella y su soltería. Había ido como algunos niños la llamaban la solterona, puesto que a su edad muchas mujeres ya estaban casada y con hijos. Pero por otra parte el recuerdo de la última celebración le vino a la mente, la humillación de sentirse entre los brazos de un hombre que la estaba obligando a besarla y que de no ser por su parte bruja la hubiese violado en ese mismo lugar. Se estremeció ante el recuerdo de esa noche y se obligó a volver al mundo real, a su pastelería a ese momento.
-¿Le gusta bailar?-preguntó con una sonrisa divertida cambiando el semblante rápidamente para que este no se diese cuenta. Se dirigió hasta el horno y comprobó el estado de los pasteles, les faltaba aún algo de tiempo y se puso a batir algunos huevos para el relleno especial que tanto gustaba a la Madamme. Lo hacía automaticamente sin mirar si quiera el bol, miraba a Sean con nuevos ojos, curiosa, sentimental y sobre todo precavida, no iba a fiarse de cualquiera. Aunque el diablo se dibuje con una sonrisa sigue siendo el diablo.
- Sean:
- Siento lo escueto de mi post, mi user esta algo mala y no pude hacer algo mejor prometo mejorar y si no te agrada puedo reescribir este, solo que no te quería dejar sin contestar. Perdona.
Melinda Stelle- Hechicero Clase Media
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Re: El profundo mar de sus ojos (Melinda Stelle)
Una sonrisa ante la aceptación de ella no podía dejar de posarse sobre su rostro. Buscó tranquilamente que esta no sea tan evidente, pero algo en ella era tan provocativo aunque obviamente no lo era su actitud tímida. Algo daba una invitación formal a conocerla y descubrir que había detrás de lo que parecía ser una máscara de mujer tranquila y tímida, silenciosa como una serpiente y a la vez fatal y feroz.
Se dio tiempo para escucharla porque no quería parecer desencajado por su respuesta y luego respondió.
-No estoy habituado a las costumbres de baile local. En realidad solo bailo muy ocasionalmente aunque no con destreza – rió – Soy mas asiduo de las mesas como usted mi lady-
Observó tranquilamente la facilidad con la que manejaba los quehaceres de la pastelería –Se nota que este trabajo le apasiona, ya casi ni necesita observar lo que hace.- Los aromas de la pastelería no hacían mas que traerle a la mente los bellos recuerdos de su infancia con su abuela que solía preparar a menudo pasteles, tartas y tortas todas dulces en su mayoría para acompañar la merienda y siempre terminaban sobrando para los demás días. El aroma a panificados le devolvía un poco sus viejos recuerdos. Observó unos instantes su lista, y se ofuscó al pensar que tenía que pasar por la tintorería para buscar el traje de Monsieur Rothchild, posiblemente allí pudieran ofrecerle el alquiler de alguno que le quedase, como no era asiduo de fiestas no tenia este tipo de vestimenta a mano, y mucho menos le pediría prestada alguna de estas ropas a sus compañeros, nadie salvo Melinda debería enterarse de su asistencia a la fiesta ya que no era parte de la invitación. Y tenia cursos hechos de cómo entras por otras puertas de servicio sin pasar por la principal, él no necesitaba figurar ante nadie ni demostrar sus nuevos zapatos acharolados al resto. Se imaginó esperándola en la recepción con todas las miradas posándose sobre un bello vestido aguamarina ajustado al cuerpo que solo una dama como ella podía lucir. La envidia de las damas y el deleite de los caballeros.
-Si, de alguna forma me gusta bailar, a mi modo- dijo volviendo lentamente a donde estaba. -Apuesto a que podría hacerla bailar también- le dijo a modo de reto y se quedó observándola con una cierta picardía en sus ojos, por dentro estaba calculando como lo haría pero estaba propuesto a lograrlo.
Se dio tiempo para escucharla porque no quería parecer desencajado por su respuesta y luego respondió.
-No estoy habituado a las costumbres de baile local. En realidad solo bailo muy ocasionalmente aunque no con destreza – rió – Soy mas asiduo de las mesas como usted mi lady-
Observó tranquilamente la facilidad con la que manejaba los quehaceres de la pastelería –Se nota que este trabajo le apasiona, ya casi ni necesita observar lo que hace.- Los aromas de la pastelería no hacían mas que traerle a la mente los bellos recuerdos de su infancia con su abuela que solía preparar a menudo pasteles, tartas y tortas todas dulces en su mayoría para acompañar la merienda y siempre terminaban sobrando para los demás días. El aroma a panificados le devolvía un poco sus viejos recuerdos. Observó unos instantes su lista, y se ofuscó al pensar que tenía que pasar por la tintorería para buscar el traje de Monsieur Rothchild, posiblemente allí pudieran ofrecerle el alquiler de alguno que le quedase, como no era asiduo de fiestas no tenia este tipo de vestimenta a mano, y mucho menos le pediría prestada alguna de estas ropas a sus compañeros, nadie salvo Melinda debería enterarse de su asistencia a la fiesta ya que no era parte de la invitación. Y tenia cursos hechos de cómo entras por otras puertas de servicio sin pasar por la principal, él no necesitaba figurar ante nadie ni demostrar sus nuevos zapatos acharolados al resto. Se imaginó esperándola en la recepción con todas las miradas posándose sobre un bello vestido aguamarina ajustado al cuerpo que solo una dama como ella podía lucir. La envidia de las damas y el deleite de los caballeros.
-Si, de alguna forma me gusta bailar, a mi modo- dijo volviendo lentamente a donde estaba. -Apuesto a que podría hacerla bailar también- le dijo a modo de reto y se quedó observándola con una cierta picardía en sus ojos, por dentro estaba calculando como lo haría pero estaba propuesto a lograrlo.
Última edición por Sean O'Rouke el Miér Feb 26, 2014 10:14 pm, editado 1 vez
Sean O'Rouke- Humano Clase Media
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Re: El profundo mar de sus ojos (Melinda Stelle)
El reto sonó tentador en su labios, intentando catapultarla hacia una sonora afirmación por su parte. Intento no mostrar ninguna expresión en su rostro, como si aquello fuese lo más normal del mundo. Aunque todo era nuevo, todo ese torrente de euforia que empezaba a correr por su cuerpo. Un simple humano le estaba pidiendo ir al baile con ella, alguien normal y corriente. Las dos Melindas asentían en su interior, por diferentes motivos pero con la misma finalidad. Sus padres adoptivos estarían orgullosos de ver esa imagen, pena que muriesen hacia ya unos pocos años.
Levantó la cabeza y miró a Sean, sus ojos le incitaban a seguir el juego y no se propuso otra cosa que aceptarlo.-Creo que no conseguirá que baile señor aunque puede intentarlo si gusta.-comentó distraída aunque tenía la mente muy puesta en la conversación. "Disfruta un poco de los placeres de la vida pequeña, nunca se sabe lo que ocurrirá mañana". oyó dentro de ella con nitidez.
El sol empezaba a calentar al atmósfera y la clase alta ya empezaba a pavonearse por la plaza, los abanicos se agitaban gracílmente en muestra de cortesía, falso sonrojo o por la aparición de una persona non grata por las damas. Claro que una persona no bien vista por ellas era cualquier menesteroso que estuviese cerca de ellas. Los hombres charlaban en círculos pequeños sobre negocios y política, sin fundamento pero con orgullo. Y así era el día a día en la ciudad, monótono, aburrido y aun así muchos mataban por viajar hasta allí.
Volvió a donde estaba intentando que sus divagaciones no influyesen en la conversación. -¿Y bien?¿Acepta el reto de hacerme bailar?-pregunto con renovado interese y con cierta mezcla de pudor y algarabía.
Levantó la cabeza y miró a Sean, sus ojos le incitaban a seguir el juego y no se propuso otra cosa que aceptarlo.-Creo que no conseguirá que baile señor aunque puede intentarlo si gusta.-comentó distraída aunque tenía la mente muy puesta en la conversación. "Disfruta un poco de los placeres de la vida pequeña, nunca se sabe lo que ocurrirá mañana". oyó dentro de ella con nitidez.
El sol empezaba a calentar al atmósfera y la clase alta ya empezaba a pavonearse por la plaza, los abanicos se agitaban gracílmente en muestra de cortesía, falso sonrojo o por la aparición de una persona non grata por las damas. Claro que una persona no bien vista por ellas era cualquier menesteroso que estuviese cerca de ellas. Los hombres charlaban en círculos pequeños sobre negocios y política, sin fundamento pero con orgullo. Y así era el día a día en la ciudad, monótono, aburrido y aun así muchos mataban por viajar hasta allí.
Volvió a donde estaba intentando que sus divagaciones no influyesen en la conversación. -¿Y bien?¿Acepta el reto de hacerme bailar?-pregunto con renovado interese y con cierta mezcla de pudor y algarabía.
Melinda Stelle- Hechicero Clase Media
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Re: El profundo mar de sus ojos (Melinda Stelle)
Cualquier hombre hubiera pensado que era solo una mujer mas, una de las tímidas, que poco hacen, de las que con el tiempo se quedan solas en sus casa, con sus obligaciones pero que no forman una familia... o al menos así la veían sus compañeros de trabajo. A Sean se le enseñó a tratar bien a las mujeres porque justamente de una de ellas el provenía y a no juzgarlas como a los libros solo por la tapa.
Estaba casi seguro que en esa fiesta tenía la posibilidad de conocer quien era realmente Melinda, quien se escondía tras esos ojos bonitos, esa sonrisa sutil y esas palabras que aunque breves y reservadas, querían salir, querían dejarse ser. En el barrio no se hablaba de ella como una mujer libertina ni se hablaba que anduviera con alguien, justamente por su forma de ser algo mas reservada y por no pertenecer a una familia adinerada ni poseer títulos como algunas otras mujeres con la misma forma de ser.
¿Era acaso una invitación abierta su pregunta? ¿Realmente la había dicho o solo había sido imaginación de Sean que ella respondiera que si a la invitación, no solo al lugar sino también a invitarla a bailar! Estaría soñando supuso y casi inconscientemente por detrás del mostrador se animó a pellizcarse el brazo y notó que era real.
-Si es un reto ya no podría rechazarlo Melinda, ademas se que se va a divertir mas asi que entre la gente aburrida que se sentara a charlar de negocios de los que poco conocemos - dijo sonriendo mientras una dama entraba en el local, seguramente llamada por el tentador aroma. Sean se retiró un poco del mostrador para darle paso a la señora para luego confirmar con un tono confidencial que solo ella pudo entender las palabras y con seguridad en su afirmación -Va a bailar, lo se-
Estaba casi seguro que en esa fiesta tenía la posibilidad de conocer quien era realmente Melinda, quien se escondía tras esos ojos bonitos, esa sonrisa sutil y esas palabras que aunque breves y reservadas, querían salir, querían dejarse ser. En el barrio no se hablaba de ella como una mujer libertina ni se hablaba que anduviera con alguien, justamente por su forma de ser algo mas reservada y por no pertenecer a una familia adinerada ni poseer títulos como algunas otras mujeres con la misma forma de ser.
¿Era acaso una invitación abierta su pregunta? ¿Realmente la había dicho o solo había sido imaginación de Sean que ella respondiera que si a la invitación, no solo al lugar sino también a invitarla a bailar! Estaría soñando supuso y casi inconscientemente por detrás del mostrador se animó a pellizcarse el brazo y notó que era real.
-Si es un reto ya no podría rechazarlo Melinda, ademas se que se va a divertir mas asi que entre la gente aburrida que se sentara a charlar de negocios de los que poco conocemos - dijo sonriendo mientras una dama entraba en el local, seguramente llamada por el tentador aroma. Sean se retiró un poco del mostrador para darle paso a la señora para luego confirmar con un tono confidencial que solo ella pudo entender las palabras y con seguridad en su afirmación -Va a bailar, lo se-
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Sean O'Rouke- Humano Clase Media
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Re: El profundo mar de sus ojos (Melinda Stelle)
No pudo ocultar una carcajada improvisada que sorprendió a su habitual clienta que nunca la veía mas allá de la mueca agradable que repetía sin cesar a cada pasajero que se acercaba a su trabajo. Pero ese hombre, se le escapó una mirada en dirección a él y su sonrojo se hizo tan evidente que la clienta les miró con sorpresa a los dos. "Centrate mujer",la voz sonó en su cabeza como una reprimenda y acto seguido se centro en la petición de la mujer, la atendió con más prisa de lo habitual para la que intimidad que había antes volviese.
Cuando la mujer se fue con un chisme para contar a sus amigas esa mañana, lo cuál la importo bien poco, volvió la vista hacia Sean con una sonrisa renovada como si sus palabras le hubiesen llenado de una nueva energía el cuerpo.-Es usted un hombre persuasivo y tengo la sensación de que no se dará por vencido hasta que bailemos ¿no es así?-su mirada juguetona no paraba quieta como si quisiese captar todos los detalles de la situación.
El cortejo, aquel ritual tan primitivo peor tan nuevo para ella, sus fantasías infantiles se hicieron por un momento tangibles. Príncipes y princesas, cuentos de felicidad y amor supremo, que todo lo puedo,que todo lo vale. Y toda mujer en la vida se deja llevar por ese engaño, por esa leyenda recurrente que todo el mundo cuenta y que pocos conocen. Y ciega, como si aquel hombre le hubiese negado ese sentido se dejó llevar por al juventud y la inexperiencia de ese sentimiento de alegría que empezaba a embriagar su alama y hacer que su corazón parado volviese a latir por la emoción.
Intento mostrar algo mas de normalidad y fue al horno a sacar unos deliciosos pasteles, que puso con cuidado en la mesa. Selecciono los mas hermosos y los puso en una bandeja que la adorno con otras variedades y con papel y un lado la decoro de forma elegante.-Creo que estos serán del agrado de la señora-comentó tendiéndoselos para que los cogiera.
Cuando la mujer se fue con un chisme para contar a sus amigas esa mañana, lo cuál la importo bien poco, volvió la vista hacia Sean con una sonrisa renovada como si sus palabras le hubiesen llenado de una nueva energía el cuerpo.-Es usted un hombre persuasivo y tengo la sensación de que no se dará por vencido hasta que bailemos ¿no es así?-su mirada juguetona no paraba quieta como si quisiese captar todos los detalles de la situación.
El cortejo, aquel ritual tan primitivo peor tan nuevo para ella, sus fantasías infantiles se hicieron por un momento tangibles. Príncipes y princesas, cuentos de felicidad y amor supremo, que todo lo puedo,que todo lo vale. Y toda mujer en la vida se deja llevar por ese engaño, por esa leyenda recurrente que todo el mundo cuenta y que pocos conocen. Y ciega, como si aquel hombre le hubiese negado ese sentido se dejó llevar por al juventud y la inexperiencia de ese sentimiento de alegría que empezaba a embriagar su alama y hacer que su corazón parado volviese a latir por la emoción.
Intento mostrar algo mas de normalidad y fue al horno a sacar unos deliciosos pasteles, que puso con cuidado en la mesa. Selecciono los mas hermosos y los puso en una bandeja que la adorno con otras variedades y con papel y un lado la decoro de forma elegante.-Creo que estos serán del agrado de la señora-comentó tendiéndoselos para que los cogiera.
Melinda Stelle- Hechicero Clase Media
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Re: El profundo mar de sus ojos (Melinda Stelle)
Aun no se explicaba el porque de su comportamiento, pero lo cierto era que ella le inspiraba a seducirla, y como no sabia nada de seducción de mujeres optaba por la insistencia a un nivel un poco mas gracioso. Le agradaba el baile aparte, las veces que tenia tiempo, las pasaba en algunos bailes de salón. Aunque esto no era en elegantes fiestas sino mas bien en las reuniones de la gente del pueblo, en algún centro común donde se reunían de a montones de trabajadores con el fin de dispersarse, beber y comer de forma abundante al menos una vez al mes. En esas ocasiones solían beber cantidades significativas de vino y cerveza ademas de comida, en su mayoría carnes, todas ellas preparadas al fuego durante horas y condimentadas, o embutidos de todo tipo que le hacían recordar las grandes fiestas de la familia O'Rouke allí en Escocia. Todos reunidos hasta bien entrada la noche.
Estas fiestas lejos de parecerse a las que él solía frecuentar requería otro tipo de presencia, los bailes eran mucho mas amenos y menos divertidos a su forma de ver las cosas. Estaba el tema de la vestimenta también, por supuesto, y de pronto recordó que debería pasar por el tintorero, esperaba que el buen hombre tuviera un atuendo para la fiesta que le quedara, en caso contrario estaría perdido y tendría que correr hasta cualquier otra tintorería de pueblo sea donde fuere que esta quedase. Los zapatos que tenia estaban algo gastados, debería buscarle una solución a ello también, porque a pesar de lo que todos pensaban, por mas que no se interesaba demasiado en las apariencias, con esta mujer quería darse el lujo de hacerlo.
Se sonrió y tuvo que bajar la cabeza para desviar la mirada de la señora que a gritos decía "inescrupulosos!!", mientras clavaba la vista en ambos por instantes ante la risa de Melinda y Sean no pudo mas que pensar en lo bella que se la veía mientras reía libremente. Alejada de los comportamientos decorosos. Ansiaba que llegara las 9 de la noche para verla en la fiesta ya lejos de su trabajo y libre de toda responsabilidad.
Cuando la señora se fue, una mirada cómica surcó su rostro y con sumo cuidado tomó los pasteles que apiló cuidadosamente en la bolsa para llevarlos y ya sin mucho mas que comentar y con una ultima mirada de ansiedad en sus ojos, se achicaron -¿Paso a eso de las 9 menos cuarto por ti o prefieres ir antes y te veo allá?-
Estas fiestas lejos de parecerse a las que él solía frecuentar requería otro tipo de presencia, los bailes eran mucho mas amenos y menos divertidos a su forma de ver las cosas. Estaba el tema de la vestimenta también, por supuesto, y de pronto recordó que debería pasar por el tintorero, esperaba que el buen hombre tuviera un atuendo para la fiesta que le quedara, en caso contrario estaría perdido y tendría que correr hasta cualquier otra tintorería de pueblo sea donde fuere que esta quedase. Los zapatos que tenia estaban algo gastados, debería buscarle una solución a ello también, porque a pesar de lo que todos pensaban, por mas que no se interesaba demasiado en las apariencias, con esta mujer quería darse el lujo de hacerlo.
Se sonrió y tuvo que bajar la cabeza para desviar la mirada de la señora que a gritos decía "inescrupulosos!!", mientras clavaba la vista en ambos por instantes ante la risa de Melinda y Sean no pudo mas que pensar en lo bella que se la veía mientras reía libremente. Alejada de los comportamientos decorosos. Ansiaba que llegara las 9 de la noche para verla en la fiesta ya lejos de su trabajo y libre de toda responsabilidad.
Cuando la señora se fue, una mirada cómica surcó su rostro y con sumo cuidado tomó los pasteles que apiló cuidadosamente en la bolsa para llevarlos y ya sin mucho mas que comentar y con una ultima mirada de ansiedad en sus ojos, se achicaron -¿Paso a eso de las 9 menos cuarto por ti o prefieres ir antes y te veo allá?-
Última edición por Sean O'Rouke el Miér Feb 26, 2014 10:13 pm, editado 1 vez
Sean O'Rouke- Humano Clase Media
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Re: El profundo mar de sus ojos (Melinda Stelle)
Se estaba haciendo realidad, la cita se volvió tangible con las últimas palabras de Sean. Ya no había vuelta atrás, ya daba igual los miedos,las inseguridades y las dudas. El corazón comenzaba a latirle con fuerza y su parte humana le imploraba que entrara en razón."La última fiesta mira lo que sucedió". El recuerdo de aquel desencuentro con el otro brujo que intento forzarla se le vino a la cabeza atormentandola durante unos segundos pero ella yacía en la máxima felicidad, necesitaba salir, descubrir el mundo que fuera de aquella panadería parecía existir. Se vio a si misma bailando en un gran salón con la orquesta de fondo tocando una melodiosa canción. ¿Por qué la vida no iba a concederle un poco de alegría? Ella también tenía derecho a ser feliz.
-Si no le importa prefiero esperarle allí.-no era tan tonta de dejarle entrar en su casa i que supiese donde vivía. Esas cosas eran demasiado personales y no podía fiarse del todo de él. Aunque su sonrisa fuese tan ideal y su rostro fuese viril y atrayente. El roce de su mano al coger los pasteles la hizo temblar, le había pillado por sorpresa. Su piel era áspera, supuso por el trabajo en el mar pero la calidez que desprendía era agradable. Intento que no se notase mucho su nerviosismo y volvió tras el mostrador.-Creo que debería terminar sus recados si quiere ser puntual esta noche.-comento con cierta picardía en su tono de voz que la volvía sensual a la vez que dulce.
Y en su fuero interno deseo que la noche cayese en breves simplemente para vivir una noche mágica, solo pedía que le concediese una noche de tregua, una noche donde ella se convertiría en princesa de un cuento de hadas y aunque al día siguiente despertase de nuevo en el mundo real no e importaba pues aquel sueño se habría hecho realidad durante un instante.
-Si no le importa prefiero esperarle allí.-no era tan tonta de dejarle entrar en su casa i que supiese donde vivía. Esas cosas eran demasiado personales y no podía fiarse del todo de él. Aunque su sonrisa fuese tan ideal y su rostro fuese viril y atrayente. El roce de su mano al coger los pasteles la hizo temblar, le había pillado por sorpresa. Su piel era áspera, supuso por el trabajo en el mar pero la calidez que desprendía era agradable. Intento que no se notase mucho su nerviosismo y volvió tras el mostrador.-Creo que debería terminar sus recados si quiere ser puntual esta noche.-comento con cierta picardía en su tono de voz que la volvía sensual a la vez que dulce.
Y en su fuero interno deseo que la noche cayese en breves simplemente para vivir una noche mágica, solo pedía que le concediese una noche de tregua, una noche donde ella se convertiría en princesa de un cuento de hadas y aunque al día siguiente despertase de nuevo en el mundo real no e importaba pues aquel sueño se habría hecho realidad durante un instante.
Melinda Stelle- Hechicero Clase Media
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Re: El profundo mar de sus ojos (Melinda Stelle)
Debía irse, no podía dejar de observarla, sus movimientos, el leve color rosado en sus mejillas era realmente tentador. Quería que ya fuese de noche, aun faltaba tiempo para ello y un montón de mandados que realizar, pero tenia la sensación que hasta entonces el tiempo pasaría rápido sabiendo que por la noche iba a poder verla nuevamente, con otra actitud, seguramente mas ella, sin nada mas que pasar una agradable velada.
Hacia tiempo que no salia con una dama y eso no lo tenia bien sabiendo que podía haber olvidado la manera de comportarse con ellas, eso le generaba cierto cosquilleo interior que después de unos instantes se fue tomando valor y sabiendo que nada podía irles mal, era solo un encuentro, saber que alguien iba a acompañarlo a una fiesta no era algo de todos los días pero no había nada de malo como para ponerse nervioso sin sentido.
Antes de retirarse del local se acercó a ella y tomando su mano le depositó un beso en el dorso sin dejar de mirarla, no había motivos para dejar de ser un caballero con todas las letras, y antes que entrara un hombre con su esposa se fue con los paquetes en la mano y en el umbral de la puerta la saludó esperanzado
-La estaré esperando Mademoiselle, que tenga un buen día- y se perdió del otro lado de la vidriera perdiéndose entre la gente de la plaza Tertre, encaminado con una sonrisa en la cara hacia el tintorero que quedaba dos cuadras mas allá del final de la plaza.
Su día había empezado terrible, pero estaba realmente conforme como se estaban dando las cosas ahora, era increíble como esto pudo cambiar solo con ir a visitar a la chica de los ojos profundos como el mar ...
Hacia tiempo que no salia con una dama y eso no lo tenia bien sabiendo que podía haber olvidado la manera de comportarse con ellas, eso le generaba cierto cosquilleo interior que después de unos instantes se fue tomando valor y sabiendo que nada podía irles mal, era solo un encuentro, saber que alguien iba a acompañarlo a una fiesta no era algo de todos los días pero no había nada de malo como para ponerse nervioso sin sentido.
Antes de retirarse del local se acercó a ella y tomando su mano le depositó un beso en el dorso sin dejar de mirarla, no había motivos para dejar de ser un caballero con todas las letras, y antes que entrara un hombre con su esposa se fue con los paquetes en la mano y en el umbral de la puerta la saludó esperanzado
-La estaré esperando Mademoiselle, que tenga un buen día- y se perdió del otro lado de la vidriera perdiéndose entre la gente de la plaza Tertre, encaminado con una sonrisa en la cara hacia el tintorero que quedaba dos cuadras mas allá del final de la plaza.
Su día había empezado terrible, pero estaba realmente conforme como se estaban dando las cosas ahora, era increíble como esto pudo cambiar solo con ir a visitar a la chica de los ojos profundos como el mar ...
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