¿L'amor che move el sole e l'altre stelle? {Arkana}

Entonces, lo desterraron —agregó el anciano—. No porque la gente quisiera, lo obligaron a ceder, a abandonar su tierra, a señalarlo por haber dicho la verdad. Pero era más una jugarreta de esos demonios por querer proteger sus identidades que de la gente ignorante. Sin embargo, hay otra cosa más, ellos sabían que él, que Dante,  era de los nuestros… Lo persiguieron hasta haberlo expulsado de Florencia, lo sacaron del territorio en donde ellos reinaban junto con Papas y Obispos corruptos. Ahí crearon su infierno. Malditos Ángeles Custodios…

Las palabras de uno de los maestres de Agartha retumbaban entre las frías paredes de mármol, decoradas con elevadas estanterías repletas de libros. Él era italiano, nacido en Florencia. Amaba su ciudad tanto como la obra del magnífico Dante Alighieri. Sólo estaba rodeado de tres personas, dos eran sus aprendices y una, aquella vampiresa de cabellos dorados, la líder de la orden que lo acogió hace años antes de que la inquisición lo dejara sin familia. Ella lo observaba en silencio, recordaba el exilio del buen Dante junto con otro grupo de filósofos y artistas de la época. Era lamentable que por unos cuantos las personas tomaran medidas tan extremas como esas. Arkana respondió a las palabras del erudito con una sutil sonrisa y una mirada cómplice.

Los dos jóvenes salieron de aquel despacho, que parecía más una biblioteca que un simple estudio. Sólo Arkana se quedó acompañando al hombre, ambos se sumergieron en una conversación que duró un par de horas. Giovanni le hizo una invitación a la vampiresa a la biblioteca, esperando que el cielo estuviera lo suficientemente oscuro para que la vampiresa pudiese salir de su morada. Durante el breve viaje que iniciaron hacia la biblioteca de la ciudad, continuaron con sus enigmáticos diálogos. A pesar de ser una mujer con demasiada experiencia, Arkana admiraba a aquel hombre y desde luego, confiaba plenamente en él. Tenerlo entre sus dragones dorados era algo que regocijaba su espíritu. Ojalá existieran tantas personas como él en este mundo. Pero de nada valdría lamentarse cuando la lucha debía continuar. Volvió a recordar a Dante y a Buonarroti, ellos lucharon hasta el día de su muerte y jamás se dieron por vencidos. A pesar de su mortalidad, jamás desistieron. Todos nacemos guerreros y debemos confrontar a la vida misma, la cual es acechada constantemente por diablos terribles que forjan sistemas en las sociedad capaces de derribar.

Arkana ingresó junto con su acompañante al recinto y examinó en silencio las estanterías, se paseó por los largos corredores mientras que su amigo iba a saludar a sus amistades, pues Giovanni también impartía clases de Literatura. No supo en qué momento se distanció de él que por unos instantes creyó estar dentro de un laberinto lleno de libros. La Biblioteca de Alejandría… Ese recuerdo fugaz se apoderó de su mente y junto con él estaba la imagen de su querido Badr. Acarició uno de los lomos de aquellos viejos libros, perdiéndose en sus memorias, incapaz de reconocer las letras borrosas del texto. Unos susurros hicieron que volviera a la realidad, quería hallar respuestas, saber porque justo él había terminado sumergido en uno de esos círculos infernales. Arkana se quedó mirando el final del pasillo y cuando uno de los mozos que se encargaba del mantenimiento del lugar pasó frente a sus orbes, lo detuvo sólo para preguntarle si se hallaba un texto en particular. El muchacho le señaló el final del corredor en donde era la recepción, ahí estaba lo que buscaba. Sus pies se movieron con soltura hasta llegar al lugar que le habían indicado.

—Disculpe, ¿podría ayudarme? ¿Monsieur? —Se dirigió al hombre que estaba en la recepción de la biblioteca, entretenido con un libro viejo, el cual Arkana reconoció de inmediato. ¿Otro seguidor más o se trataba de simple coincidencia?